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ANTOLOGÍA POÉTICA

CICLO IV
NOMBRE DEL ESTUDIANTE:
__________________
DOCENTE:Dora Cortés

I.E. ANDRES ROSA IPC


2023
NEIVA HUILA
A SOLAS (ISMAEL ENRIQUE ARCINIEGAS)

¿Quieres que hablemos? Está bien. Empieza.

Habla a mi corazón como otros días…

¡Pero no!… qué dirías?

¿Qué podrías decir a mi tristeza?

… No intentes disculparte: todo es vano!

Ya murieron las rosas en el huerto;

el campo verde lo secó el verano,

y mi fe en tí, como mi amor, ha muerto.

Amor arrepentido,

ave que quieres regresar al nido

al través de la escarcha y las neblinas;

amor que vienes aterido y yerto,

donde fuiste feliz… ya todo ha muerto!

No vuelvas… ¡todo lo hallarás en ruinas!

¿A qué has venido? ¿Para qué volviste?

¿Qué buscas? … ¡Nadie habrá de responderte!

Está sola mi alma, y estoy triste,

inmensamente triste hasta la muerte.

Todas las ilusiones que te amaron,

las que quisieron compartir tu suerte,

mucho tiempo en la sombra te esperaron,

y se fueron… cansadas de no verte.

Cuando por vez primera

en mi camino te encontré, reía

en los campos la alegre primavera…

todo era luz, aromas y armonías.

Hoy todo cuán distinto… Paso a paso,

y solo voy por la desierta vía,

-nave sin rumbo entre revueltas olas-

pensando en las tristezas del ocaso,


y en las tristezas de las almas solas.

En torno la mirada no columbra

sino aspereza y páramos sombríos;

los nidos en la nieve están vacíos,

y la estrella que amamos, ya no alumbra

el azul de tus sueños y los míos.

Partiste para ignota lontananza

cuando empezaba a descender la sombra.

…Recuerdas? Te llamaba mi esperanza,

¡pero ya mi esperanza no te amaba!

¡No ha de nombrarte!… ¿Para qué? Vacía

está el ara, y la historia yace trunca.

¡Ya para qué esperar que irradie el día!

¡Ya para qué decirnos: TODAVIA,

si una voz grita en nuestras almas: NUNCA

……………………………………………………………………………………………….

Dices que eres la misma; que en tu pecho

la dulce llama de otros tiempos arde;

que el nido del amor no está deshecho;

que para amarnos otra vez no es tarde…

¡Te engañas!… ¡No lo creas!… ya la duda

echó en mi corazón fuertes raíces,

ya la fe de otros años no me escuda;

quedó de sueños mi ilusión desnuda,

y no puedo creer lo que me dices.

¡No lo puedo creer! Mi fe burlada

mi fe en tu amor perdida,

es ancla de una nave destrozada,

ancla en el fondo de la mar caída.

………………………………………………………………………………..

Anhelos de un amor, castos, risueños,

ya nunca volverán … Se van. se esconden.

¿Las llamas?… Es inútil… No responden.

¡Ya los cubre el sudario de mis sueños!

Hace tiempo se fue la primavera…


¡Llegó el invierno fúnebre y sombrío!

Ave fue nuestro amor, ave viajera,

¡y las aves se van cuando hace frío!

12. AQUÍ TE AMO… (PABLO NERUDA)

Aquí te amo.

en los oscuros pinos se desenreda el viento.

Fosforece la luna sobre las aguas errantes.

Andan días iguales persiguiéndose.

Se desciñe la niebla en danzantes figuras.

Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.

A veces una vela. Altas, altas estrellas.

O la cruz negra de un barco.

Solo.

A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.

Suena, resuena el mar lejano.

Este es un puerto.

Aquí te amo.

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.

Te estoy amando aún entre estas frías cosas.

A veces van mis besos en esos barcos graves,

que corren por el mar hacia donde no llegan.

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.

Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.

Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.

Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.

Pero la noche llega y comienza a cantarme.

La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.

Y como yo te amo, los pinos en el viento,

quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.

13. NO CULPES A NADIE (PABLO NERUDA)

Nunca te quejes de nadie, ni de nada,

porque fundamentalmente tú has hecho

lo que querías en tu vida.


Acepta la dificultad de edificarte a ti

mismo y el valor de empezar corrigiéndote.

El triunfo del verdadero hombre surge de

las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte,

enfréntala con valor y acéptala.

De una manera u otra es el resultado de

tus actos y prueba que tú siempre

has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni

se lo cargues a otro, acéptate ahora o

seguirás justificándote como un niño.

Recuerda que cualquier momento es

bueno para comenzar y que ninguno es

tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente

es tu pasado, así como la causa de tu

futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes,

de quien no acepta situaciones,

de quien vivirá a pesar de todo,

piensa menos en tus problemas

y más en tu trabajo y tus problemas

sin eliminarlos morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser

más grande que el más grande de los obstáculos,

mírate en el espejo de ti mismo

y serás libre y fuerte y dejarás de ser un

títere de las circunstancias porque tú

mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas

y respira la luz del amanecer.

Tú eres parte de la fuerza de tu vida,

ahora despiértate, lucha, camina,

decídete y triunfarás en la vida;

nunca pienses en la suerte,

porque la suerte es:

el pretexto de los fracasados…

POEMA 20 (PABLO NERUDA) 1924

Puedo escribir los versos más tristes esta noche…

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,


y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.


Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.


La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.


Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.


Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.


Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.


Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,


mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,


y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

18. MUJER, NADA ME HAS DADO (PABLO NERUDA)

Nada me has dado y para ti mi vida

deshoja su rosal de desconsuelo,

porque ves estas cosas que yo miro,

las mismas tierras y los mismos cielos,

porque la red de nervios y de venas

que sostiene tu ser y tu belleza

se debe estremecer al beso puro

del sol, del misino sol que a mí me besa.


Mujer, nada me has dado y, sin embargo

a través de tu ser siento las cosas:

estoy alegre de mirar la tierra

en que tu corazón tiembla y reposa.

Me limitan en vano mis sentidos

-dulces flores que se abren en el viento-

porque adivino el pájaro que pasa

y que mojó de azul tu sentimiento.

Y sin embargo no me has dado nada,

no se florecen para mí tus años,

la cascada de cobre de tu risa

no apagará la sed de mis rebaños.

Hostia que no probó tu boca fina,

amador del amado que te llame,

saldré al camino con mi amor al brazo

como un vaso de miel para el que ames.

Ya ves, noche estrellada, canto y copa

en que bebes el agua que yo bebo,

vivo en tu vida, vives en mi vida,

nada me has dado y todo te lo debo.

POEMA 15 ME GUSTAS CUANDO CALLAS (PABLO NERUDA)

ME gustas cuando callas porque estás como ausente,


y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA (PORFIRIO BARBA JACOB)

El hombre es una cosa vana, variable y ondeante...

MONTAIGNE

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,


como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,


como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,


como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...


(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,


que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,


como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...


en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!

TE QUIERO (MARIO BENEDETTI)

Tus manos son mi caricia


mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos


mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro


contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos


mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero


y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola


ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos


mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

NO TE RINDAS (MARIO BENEDETTI)

No te rindas, aun estas a tiempo


de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,


continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,


aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,


porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,


recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas,


aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero.

ME VIENE, HAY DÍAS, UNA GANA UBÉRRIMA, POLÍTICA... (CÉSAR VALLEJO)

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,


de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
a la que llora por el que lloraba,
al rey del vino, al esclavo del agua,
al que ocultóse en su ira,
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.
Y quiero, por lo tanto, acomodarle
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;
su luz, al grande; su grandeza, al chico.
Quiero planchar directamente
un pañuelo al que no puede llorar
y, cuando estoy triste o me duele la dicha,
remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo


y me urge estar sentado
a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil en
lo que puedo, y también quiero muchísimo
lavarle al cojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial,


interhumano y parroquial, provecto!
Me viene a pelo,
desde el cimiento, desde la ingle pública,
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle
la bufanda al cantor,
y al que sufre, besarle en su sartén,
al sordo, en su rumor craneano, impávido;
al que me da lo que olvidé en mi seno,
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros.

Quiero, para terminar,


cuando estoy al borde célebre de la violencia
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
comprarle al vendedor,
ayudarle a matar al matador —cosa terrible—
y quisiera yo ser bueno conmigo
en todo.

«Los nueve monstruos» (César Vallejo-1937)


Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,


hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.
El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

PARA VIVIR NO QUIERO… (PEDRO SALINAS)

Para vivir no quiero


islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,


las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

NOCTURNO III (JOSÉ ASUNCIÓN SILVA)

Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas
Hasta el más secreto fondo de tus fibras se agitara,
Por la senda que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectadas
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba.
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas
Entre las blancuras níveas
De las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada.
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Iba sola
Iba sola
Iba sola por la estepa solitaria.
Y tu sombra esbelta y ágil;
Fina y lánguida
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se juntan y se buscan en las noches de negruras y de
[lágrimas!...
A JOSÉ ASUNCIÓN SILVA (VICTOR MANUEL LONDOÑO)
Tú, predilecto de los dioses, viste,
serena el alma y con esquivos ojos,
la fértil rama de laurel, los rojos
mirtos robados al amor. Naciste
para llevar sobre la frente rosas

de aroma extraño y de misterio llenas;

para besar las sienes de las diosas

bajo los sacros pórticos de Atenas.

A tu velado mirador, envuelto

en vaga red de hiedras tembladoras,

gala del rojo cortinaje suelto,

viste llegar en las dormidas horas

en que al reír de alborotado coro

furtiva nota en los espacios yerra,

musa gentil, cuya sandalia de oro

apenas rasa el polvo de la tierra.

Más la guirnalda que tejió su mano

pobre la hallaste y sin matices; vano

fue su esplendor de juventud, que grata

solo te fuera la corola inerte

en cuyos albos pétalos desata

soplo de aroma arrobador la muerte.

Solo esa extraña viajadora esquiva,

de frente blanca y de pupilas graves,

que el sueño infunde con sus labios suaves

y ama a la hermosa juventud altiva,

marcó tu asilo con su pie liviano;

y cabe el lecho, en el pesado muro,

vino a colgar con sigilosa mano

su leve manto de crespón oscuro.

Regó en tu pecho sus guedejas blondas,

como sumida en amoroso dejo;

bañado el rostro en límpido reflejo

bajo el albor de sus miradas hondas.

-¡Por qué la noche, le dijiste, tarda?

Es para ti mi juventud gallarda,

mi pecho esquivo a los amantes lazos.

Ya no ambiciona mi apolínea frente

fácil lisonja de caricia ardiente;

quiero dormir bajo la paz del cielo,

pero dormir en tus mullidos brazos,

libre de insomnio, en tálamo de hielo.

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