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ENAMORAMIENTO

Un día pensé no tengo suerte en el amor;


Pero te vi.
A la distancia me asegure una entre tantas;
Pero te acercaste.

Con ternura y paciencia capturaste mi sueño;


Me enamoraste.
Con la ansiedad de querer estar contigo;
Me ilusionaste.

Querer mantener la calma;


A pesar de estar dispuesto a romper las reglas del alma.
Concentrarme en un punto desquiciadamente;
Fútil al pensar en ti eternamente.

Ocultar lo que puede ser obvio;


Resguardar lo que es tan intenso.
Murmurar cuanto te quiero.
Delatar con mi sonrisa amor tan bello.
ENAMORAMIENTO

¿Es esto un todo o un nada?


¿es una inconsciencia,
o una seguridad?
tambaleante es el camino
rodeado de tristeza
al que tu llamas amor

El amor no es correspondido
pues nunca esta reprimido
sino que es responsable
usado por gente con aguante

El amor no es por ti
pues tu eres irrelevante
es por la otra persona
de quien tu te enamoraste

yacían dos hojas risueñas


un tronco seguro era su madre
mas el tiempo en que cayeran
en su totalidad no iba a depender de ellas

hoja insegura es el hombre


que su paradero no libera
pues quien sabe aquel camino
que implicará la amante verdadera
ENAMORARSE

Enamorarse también es,


sorprenderse al encontrar
una nueva forma de decir te quiero
cuando se pensaba haberlo dicho
de todas las formas posibles.

Enamorarse también es,


tomarse el riesgo de
expresar todo lo que se siente
y al mismo tiempo estar consiente
que es posible terminar
con las manos vacías.

Enamorarse también es,


saber que lo que se haga por amor
empieza con la intención
termina con la acción
y se guarda en el corazón
para más nunca ser mencionado.

Enamorarse también es,


dar amor en cada acción,
y seguir dando amor hasta que se agote,
pero también es saber comprender
que el amor puede pasar desapercibido
por el otro corazón
y entender cuando es el momento
de dar un paso al costado
y continuar al camino en otra dirección.

Enamorarse también es,


un millón de cosas más
que aun me quedan por descubrir
y que sólo la casualidad
del encuentro de mi corazón
con otro corazón podrá enseñarme.
Amor eterno, de Gustavo Adolfo Bécquer

Podrá nublarse el sol eternamente;


Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

Esclava mía, de Pablo Neruda

Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía!


Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,
y en él despunta mi alma como una estrella fría.
Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.
Mi propio latigazo cae sobre mi vida.
Eres lo que está dentro de mí y está lejano.
Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.
Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos.
Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.
El eco de la voz más allá del silencio.
Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.
Dame la mano, de Gabriela Mistral

Dame la mano y danzaremos;


dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza.

Polvos de amor, de Francisco de Quevedo

Amor postrero más allá de la muerte.


Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Amor, de Pablo Neruda

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte


la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.

Ausencia, de Jorge Luis Borges

Habré de levantar la vasta vida


que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un Sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

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