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CASO CLÍNICO No.

Se trata de un varón de 21 años de edad, estudiante de Ingeniería de


Telecomunicaciones, que trabaja los fines de semana en una pizzería. Convive con sus
padres y sus dos hermanos de 23 y 15 años de edad. El ambiente familiar es bueno,
aunque Gonzalo afirma que es una persona muy reservada. De todos los miembros de su
familia, es con su hermano pequeño con quien mantiene una relación más estrecha. Nos
informa que su madre ha recibido ayuda psicológica durante años porque es una persona
muy preocupada por todo y con altibajos de humor. Gonzalo cree que le dijeron que
tenía un problema de ansiedad y depresión, pero no conoce más detalles porque tanto
ella como él son muy especiales para contar sus intimidades.

El paciente acude a tratamiento porque, según manifiesta, tiene un pensamiento


permanente referido a la posibilidad de perder a su hermano menor o que, simplemente,
algo malo le pudiera ocurrir. Refiere que este problema ha estado presente desde que
su hermano nació y, mientras fue pequeño, las ideas fueron muy intensas y perturbadoras.
En el momento en que acude a consulta, su hermano tiene ya 15 años y el paciente afirma
que, aunque ahora su problema no es tan grande como en el pasado, sigue con continuas
y repetidas preocupaciones que le angustian y le paralizan.

Gonzalo refiere que la idea de temer que su hermano se perdiera y desapareciese o de


que «algo malo le pasara» ha estado presente desde su infancia. Reconoce que en casa
siempre han estado muy preocupados por todo (especialmente su madre) y que desde
muy pequeño le «cargaron» con la responsabilidad de cuidar de su hermano puesto que
su madre trabajaba. Sus padres siempre les repitieron a su hermano mayor y a él la
necesidad de ser muy responsables y precavidos. Cuando se le preguntó por esos
primeros momentos, el paciente nos refiere que sólo recuerda dos hechos que no ha
olvidado. Por una parte, recuerda claramente que cuando su hermano nació sus padres
comentaron que su grupo sanguíneo era 0+ y hablaron en muchas ocasiones de que, en
el caso de que le sucediera algo malo o hubiera complicaciones, sería muy difícil conseguir
donantes de ese grupo y podría haber problemas. En este momento, él comenzó a pensar
en esta posibilidad y se acuerda de haber dedicado tardes enteras a pensar en
alternativas para encontrar sangre para su hermano. Por otra, también recuerda que
cuando éste tenía uno o dos años permaneció hospitalizado durante más de un mes porque
se tragó un plástico jugando en casa (ese día Gonzalo también se encontraba con él) y
estuvo muy cerca de asfixiarse. En este caso, el paciente nos refiere que lo pasó fatal ese
día y que, durante la ausencia de su hermano, revivió y elaboró muchas veces lo que
habría supuesto perderlo. Recuerda que cuando eran más pequeños (Gonzalo nueve años
y su hermano tres), tenía una auténtica obsesión por el hecho de perderlo y estaba
convencido de que «lo iban a secuestrar». Iban juntos al colegio, le acompañaba siempre
a sus entrenamientos de fútbol y le protegía de cualquier «peligro» (recuerda una
auténtica preocupación porque se acercara demasiado a la carretera y le atropellara
algún coche). Pasados algunos años vividos con mucha angustia, Gonzalo nos comenta que
el problema comenzó a ser menos intenso cuando el hermano comenzó a ir al instituto, a
ser más independiente y no necesitar la compañía constante de Gonzalo para realizar
sus actividades. Sin embargo, sigue preocupado y con pensamientos constantes que llegan
a ser muy abrumadores y se acompañan de angustia e inquietud cuando su hermano se
retrasa al llegar a casa por algún motivo o tiene que ir a algún lugar no habitual. En estas
ocasiones, suele contrarrestar su ansiedad pensando algún tipo de «explicaciones
coherentes» (según él mismo refiere) y haciendo cualquier actividad en casa que le
mantenga distraído hasta que su hermano llega y, en el caso de que se vea obligado a
salir, llama repetidamente a casa para comprobar que ha regresado. Nos dice que
después de tantos años, en casa ya está establecido que su hermano siempre le comente
previamente qué va a hacer en el día y dónde va a ir para evitar que Gonzalo se ponga
nervioso y, además, su madre suele encargarse de tranquilizarle cuando intuye que está
preocupado (suele sentarse con él y le ayuda a buscar posibles explicaciones). Finalmente,
Gonzalo nos comenta que los momentos en los que siente una mejoría (está más relajado)
son los períodos vacacionales, puesto que su hermano pasa más tiempo en casa.

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