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La política tiene un efecto muy fuerte en la sociedad, pues posee la capacidad de destruir o
construir por medio de sus acciones o decisiones., Eesta dualidad se ve reflejada cuando se
combina política y religión. Debido a que esto es un claro ejemplo de la capacidad
destructora propia de la política, al legitimar prácticas que van en contra de los derechos
humanos y al otorgarle poder político a las instituciones religiosas. Es importante reconocer
cóomo la historia nos demuestra que dejar el poder político en manos de una institución
como la iglesia ha actuado en deterioro de las libertades de ciertas comunidades,
específicamente, la comunidad LGTBIQ+ (Penen, 2015). Dado que, esto consolida la
capacidad destructora de sociedad propia de la política, pues refuerza la intolerancia y las
desigualdades sociales. A continuación, se analiza el poder político de la religión,
específicamente la iglesia, a través de la historia, que tanto ha reforzado la intolerancia y la
discriminación hacia las comunidades gay y de qué manera esto contribuye a una política
destructora de sociedad, la cual se ve reflejada en el documental Pray Away: la cruz dentro
del closet.
Las instituciones religiosas han intervenido en la sociedad históricamente por medio de su
poder y su capacidad para ejercer dominio. Han propagado sus ideologías discriminadoras
y han apostado a el miedo y al castigo como forma de negar o limitar a otros del acceso a
determinados bienes, oportunidades, o derechos, además, de también ejercer su poder
político por medio de la influencia y la autoridad (Valles et al., 2015). Esto, se ve reflejado
en cóomo desde la antigüedad, la iglesia ha buscado coactar de sus derechos a todo aquel
que se salga del molde de lo que es considerado correcto para esta institución. Pues los
castigos y actos infames contra la comunidad LGBTIQ+ datan incluso desde la mitología
griega y los pueblos mesopotámicos, donde se sancionaba por medio de la castración a
aquellos que tuvieran inclinaciones o prácticas homosexuales (Valdes, 1980). Esto por no
hablar de los fuertes castigos que se aplicaron en la edad media, una época profundamente
religiosa, donde quien mostrara inclinaciones homosexuales se sometía a rigurosos castigos
como la mutilación de sus órganos sexuales, eran condenados de muerte a ser enterrados
vivos, se les suspendía de todos sus derechos como ciudadanos o eran ejecutados
públicamente (Mott, 1997). Por ende, el rechazo hacia las prácticas homosexuales se ha
moldeado históricamente desde la visión religiosa.
Si bien, hoy en día la iglesia no posee tanto poder como lo tenía antes, sigue manifestando
su capacidad de intervención en las decisiones tomadas desde los altos mandos y sigue
permeando en gran medida la cultura y manera de pensar de muchos países. Esto ocurre
sobre todo en aquellos lugares donde la ideología predominante sigue siendo católico-
cristiana como América Latina, donde entre 2014 y 2020 al menos 3.514 personas
LGTBIQ+ fueron asesinadas (Palomino, 2021). Hecho que demuestra que la iglesia aún
posee un poder político y una influencia en la sociedad innegable. Por esto se puede decir
que, la comunidad LGBTIQ+ es una comunidad que se ve vulnerable al lado de todo el
poder de las instituciones religiosas. Pues estas han realizado esfuerzos para impedir que se
les otorguen derechos a esta comunidad “utilizando su aparato político, asociativo y sus
redes específicas para difundir su ideología a gran escala” (Valle et al., 2014).