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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LAS RELACIONES


INTERIORES Y JUSTICIA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE POLICIA CIENTIFICA

OBSERVACION DE LA VIOLENCIA SOCIAL

AUTORA: Angélica Castellano


PROFESOR: Dr. Luis Díaz. PD

Abril 2023
INTRODUCCION

Dada la inestabilidad de la país, existe un alto riesgo de que la situación de


espacios sin ley o sin gobierno, donde la acción del Estado no llega, se torne
crítica. En el caso de Centroamérica, las armas que fueron utilizadas por los
grupos armados para reintegrarse a la vida civil han quedado en manos de
delincuentes comunes y usuarios particulares, lo que ha provocado un aumento de
la violencia y, por supuesto, un aumento de la inseguridad.

La adopción de políticas de control y represión de la criminalidad y la


violencia delictiva han sido el foco de los sistemas tradicionales en las respuestas
políticas al fenómeno de la delincuencia. Aunque tienen un alto nivel de eficacia y
efectos duraderos, las medidas centradas en la prevención no han recibido la
atención que merecen.

Los efectos esperados de estas políticas en Venezuela no se han


materializado; las tasas de criminalidad aún no han disminuido, las tasas de
homicidios han aumentado y la sensación de malestar aún impregna las calles de
las principales ciudades. El mejor curso de acción consiste en luchar contra esta
cultura generalizada de violencia a través de la inclusión social, la educación y una
estrategia económica que apoye el crecimiento y, en consecuencia, la creación de
empleo.

En este ensayo se cuenta con la intencionalidad de observar mediante


datos académico, la violencia social y la necesidad de crear o restaurar procesos
de integración social, así como la violencia social y la desigualdad, sosteniendo
que la violencia es el precio de la injusticia social y la desigualdad. Tomando en
cuenta, Según la autora kreimer: “nunca puede haber justicia en un ambiente de
desigualdad, y la paz es difícil de alcanzar”.
REFLEXION

La violencia es una realidad de la vida cotidiana, investigada y reproducida


desde toda perspectiva intelectual, cabría esperar Distintas formas de definirlo y
clasificarlo dicho, formará parte del patrimonio científico común. El término
"violencia" ha pasado de su significado original de uso excesivo de la fuerza a una
connotación negativa de agresión. Dado que en la práctica se asume todo el
campo semántico del ataque, es conveniente, por tal razón las descripciones
actuales de la violencia se abordan desde una triple perspectiva:

El comportamiento (incluyendo el significado etimológico de fuerza


excesiva, extraído de su estado natural y otros) actor (cuando agresor, individual o
colectivamente, causando daño a otra persona o grupo) y la importancia de la
acción (cuando el agresor, la víctima o los observadores del comportamiento
asignan un significado negativo al comportamiento excesivo. Distinguen y
delimitan conceptualmente diferentes tipos de comportamiento. Y la Violencia
dentro del Centro (colectiva, social, política, de género, juvenil y otros.)

Estos términos generados por datos de Documentación y Organización de


Instituciones Académicas de conocimiento, se ha optado por un criterio práctico
fenomenológico a la violencia social como un síntoma de injusticia: según el
marxismo revolucionario, a noción de pacifismo, humanismo cristiano y "violencia
social" del estado de bienestar como un acto marginal que se desvía de la norma
y reprimido por la violencia legal.

La violencia, por lo tanto, sólo puede entenderse como consecuencias del


proceso de desintegración social en curso: esferas productivas, instituciones
políticas, la identidad y las referencias culturales se convierten en mecanismos
de conflicto. Aunque visto desde esta perspectiva, la idea de que la violencia ya
no existe, permanece el camino que permite a la humanidad progresar a través
de la historia, tanto que se considera sólo un accidente que se puede eliminar
reconstruyendo alianzas sociales y desarrollando la economía, el empleo y la
erradicación de la pobreza.

Según Wieviorka, (1997) Si el proceso de la desconexión social continúa,


nada parece haberse indicado de otra manera para tener permanente un
conflicto social, tan violento, ya que parece inevitable en la sociedad
contemporánea que ella sea "Siempre un residuo estructural constante, no
institucionalizado, porque no está siendo tratado institucionalmente”.

Claramente esta ejemplificación de violencia social se puede observar


mediante la siguiente muestra, según información emitida por Indicadores-
SISOV. En Venezuela, el homicidio es la principal causa de muerte entre los
hombres de 15 a 24 años (81% de las víctimas de homicidio son hombres).
Visiblemente, dentro de estas estadísticas también se evidencia que el riesgo de
muerte violenta entre este grupo está desigualmente distribuido: la gran mayoría
(83%) son de áreas urbanas inestables.

Este fenómeno de nivel de violencia social, que surgió en Venezuela,


resultó del éxodo paulatino de la ciudad, lo que propició la segregación racial de
los barrios. Pero dentro de estos y del contexto de enfrentamientos armados
regulares, también se acentuó la fragmentación, lo que llevó a una disminución
de la sociabilidad vecinal y al endurecimiento de las fronteras geográficas y
éticas.

Las metrópolis cerraron la sinuosidad de los pasajes de los barrios,


truncaron los itinerarios y los transformaron en extraños sectores circundantes
donde los vecinos ya no se conocen. También adornan las paredes botellas
rotas con bordes irregulares. Y en cada sector, aparece la figura de un joven con
un arma en conflicto con los jóvenes pistoleros del sector cercano. Además, si el
joven brinda "seguridad" en su propio barrio, no muestra consideración por sus
vecinos de otros barrios cuando va en busca de sus enemigos.
A pesar del desarrollo de programas sociales que atienden las
necesidades sociales y las circunstancias económicas particulares de las
mujeres, niños y niñas de los sectores populares, los jóvenes de la comunidad,
quienes representan el grupo más vulnerable como resultado de la violencia,
siguen siendo mayormente ignorados.

Por otro lado, durante tiempos hostiles, los productos de desconfianza del
mercado de la clase alta se endurecen. Todo esto sirve como recordatorio de
que hay un conflicto armado serio en este momento, como lo demuestra el
surgimiento de servicios de escolta armados, vehículos blindados y
guardaespaldas en las calles de urbanizaciones acomodadas y centros
comerciales fortificados.

Como resultado, se forman pandillas en la ciudad. Estas pandillas carecen


de ideología política, tienen al menos 50 o 60 miembros y solo les interesa su
propio beneficio económico. Tienen un territorio definido para controlar, ya sea
en la ciudad o en el campo. También tienen armas fuertes, como rifles y
granadas. También tienen una estructura de mando vertical, y son muy decididos
y comprometidos con diversas tareas como el narcotráfico, secuestro, sicariatos
entre otros.

Se presenta, que no solo excluye a los otros distintos, sino que además
torna la vida de estos insignificante frente a la necesidad de defenderse. Estas
eventuales pérdidas, como apunta Judith Butler, se retornan indoloras porque en
una situación de miedo generalizado, a cualquiera que porte el estereotipo de
amenazante se le retira su condición de humanidad y es candidato a merecer la
muerte, incluso si solo constituye una intención de amenaza.
Se trata de vidas banales, no hay duelo por ellas. Así, si el modelo de la
segregación urbana de los enclaves fortificados produce una ciudad truncada y
se erige sobre la desconfianza y el extrañamiento frente a un otro percibido como
inquietante, el modelo del confinamiento amenazante se erige sobre la
animadversión, sobre una defensa agresiva frente a otro percibido como
depredador.

Por estas razones, la convivencia es imposible en una sociedad que se


caracteriza por barreras amenazantes, armas, impotencia y otras formas de
alienación que son vistas como inherentemente peligrosas. Sin un Estado
efectivo que sirva a todos los ciudadanos, los ciudadanos deben defenderse
legítimamente, lo que genera más discriminación y desigualdad porque solo
aquellos que tienen acceso a recursos como el dinero, el poder o las armas
pueden garantizar la seguridad personal, dejando a los demás desprotegidos y
vulnerables.

Solo en el marco del respeto por los demás y sus derechos, la solidaridad,
la lucha y los movimientos de presión contra la desigualdad, se puede realizar la
promesa de un cambio social que redunde en una sociedad más equitativa,
democrática y cívica. Además, dentro de este marco, debemos fortalecer el
contrato social y el marco institucional para que podamos superar los conflictos,
deponer las armas y crear una sociedad diversa y respetuosa de las diferencias.

Según afirmación de Butler, las bases se podrán sentar el día que nos
demos cuenta de que es hora de deponer las armas porque hay demasiados
muertos como para exigir a la institucionalidad y establecer acuerdos
fundamentales para sobrevivir y llevar adelante con dignidad la lucha por reducir
la heterogeneidad de las persistentes violencias sociales.
CONCLUSION

El crecimiento de las bandas criminales en todo el país no sorprende


porque el crimen tiene una tendencia natural a organizarse a medida que el
proceso permite a los delincuentes sacar más provecho de su lucha contra el
crimen.

En este sentido, se propone que el denominado fenómeno de la "violencia


social" es el resultado de dos males sociales, el crimen y la violencia, y que
puede ser estudiado en la tradición intelectual de la sociología del conflicto,
desde la clásica obra de desprecio para los pensadores contemporáneos. El
desarrollo del problema de la violencia en América Latina estuvo
significativamente influenciado por movimientos sociales como el feminismo, el
accionar de negros, indios, obreros y campesinos, entre otras luchas.

Estos movimientos también ayudaron a comprender el fenómeno de la


violencia social y el aumento de la criminalidad, que es la formación de lazos
sociales que impiden la aceptación de la alteridad. Los desafíos que enfrentaron
los movimientos sociales para tomar en cuenta el tema de la violencia, ya sea
directa o indirectamente.

Según estudios de la CEPAL, la tasa de desempleo en la región pasó de


5,7% a 9,5 % en la década de los noventa. El número de puestos de trabajo en
el sector no organizado aumentó significativamente al mismo tiempo. Esto
género en esa época que los niños podían matricularse en la escuela primaria,
pero aproximadamente la mitad de los matriculados abandonan la escuela antes
de completar el ciclo. Esto se debe principalmente a los limitados recursos
económicos de las familias, lo que obliga a sus hijos a trabajar para poder
sobrevivir, siendo material de fácil acceso para las bandas delictivas.
Como resultado, alrededor de 17 millones de niños menores de 14 años
trabajan por necesidad, lo que los hace vulnerables a la delincuencia y a los
delincuentes que lo ven como una fuente rápida de ingresos. Sin embargo, los
narcotraficantes también los emplean, formándolos en escuadrones y
armándolos con armas para proteger sus operaciones y tierras.

Desde mi postura crítica, considero que para paliar esta situación se debe
difundir ampliamente información sobre los alcances y repercusiones de la
actividad de los grupos del crimen organizado en Venezuela, especialmente
entre los jóvenes, para sensibilizar a la población sobre esta realidad. También
creo que se deben implementar programas de prevención social del delito que
estén dirigidos principalmente a los jóvenes para evitar que más niños se unan a
estos grupos. Se hagan visibles los rostros de las principales figuras del crimen
organizado de Venezuela cuando un tribunal haya emitido una orden de
detención para ayudar en su captura, entre otras cosas.

Por tales razones un cambio social en América Latina que redunde en


una sociedad con mayor equidad, democracia y participación ciudadana, solo
pueden concretarse en un contexto de respeto por los demás y sus derechos,
solidaridad, luchas, demandas y movimientos de presión para abordar las
inequidades; pero también de un fortalecimiento del pacto social y de la
institucionalidad que nos permita superar los conflictos, deponer las armas y
crear una comunidad diversa y respetuosa de personas diferentes.

En consecuencia, se reduce un alto nivel de violencia social y se genera


una buena convivencia.
Referentes bibliográficos

Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana 2009,


ine, Caracas, 2010.

Isabel Fernández, Violencia social en Latinoamérica. Revista papeles, Numero


94. 2006.

Michel Wieviorka: La violence, Balland, París, 2004.

Ministerio de Poder Popular para la Salud: Anuario de mortalidad, Caracas,


ediciones 1997-2008.

Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada 2012. LOCDOFT

Observatorio social. Observatorio trimestral de la asociación civil observatorio


social. Número 23, Agosto 2009.

V. Zubillaga, Manuel Llorens, Gilda Núñez y John Souto: «Sistematización


acuerdos de convivencia entre comunidades y jóvenes de bandas armadas:
claves para aprender y difundir», proyecto de investigación en curso, Parque
Social Manuel Aguirre, Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Simón
Bolívar y Universidad Central de Venezuela, 2012.

Vida precaria: el poder del duelo y la violencia, Paidós, Buenos Aires, 2009.

www.sisov.mpd.gob.ve/indicadores/

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