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Universidad Privada Franz Tamayo

Facultad de Ciencias Jurídicas Sociales

ENSAYO

Violencia de genero

Integrantes:

Yirka Zajhara Diaz Ayaviri


Nicole Patricia Llanos Deheza

Asignatura: Realidad Psicosocial Boliviana

Docente: PATRICIA ERICKA ANGULO MERCADO

15 de diciembre de 2023

Cochabamba-Bolivia
INTRODUCCIÓN-.

La violencia de género, a lo largo de la historia, ha sido una sombra oscura que se cierne
sobre la experiencia de las mujeres en todo el mundo. Este fenómeno, que trasciende
fronteras culturales y geográficas, se manifiesta en diversas formas, desde la brutalidad
física hasta las más sutiles formas de discriminación. La persistencia de la violencia de
género refleja no solo la desigualdad de poder entre los géneros, sino también la
complejidad de los factores que la perpetúan.

Es esencial comprender que la violencia de género no se limita a episodios aislados de


agresión física, aunque estas son manifestaciones inaceptables. Se manifiesta de manera
multifacética, abarcando desde la coerción psicológica y el control económico hasta la
explotación sexual. Esta amplitud de manifestaciones hace que abordar la violencia de
género requiera un enfoque integral que reconozca las diferentes formas en que puede
manifestarse y afectar la vida de las personas.

En este contexto, este ensayo se propone explorar y analizar las diversas facetas de la
violencia de género. Más allá de la superficie de los incidentes individuales, se abordarán las
raíces profundas y sistémicas de este fenómeno, examinando cómo factores
socioeconómicos, culturales y estructuras legales contribuyen a su persistencia. Este análisis
profundo es fundamental para desarrollar estrategias efectivas que no solo respondan a los
casos específicos, sino que también aborden las causas fundamentales que permiten que la
violencia de género perdure.

En un mundo que ha avanzado en términos de derechos y equidad, la persistencia de la


violencia de género plantea preguntas críticas sobre el progreso real hacia la igualdad. Este
ensayo no solo busca arrojar luz sobre la complejidad de la violencia de género, sino
también abogar por un cambio estructural que desafíe las normas arraigadas y promueva una
sociedad donde cada individuo, independientemente de su género, pueda vivir libre de
violencia y discriminación. Así, al sumergirnos en el análisis detallado de este fenómeno,
aspiramos a contribuir al diálogo y a la acción que conduzcan a una transformación
significativa en la erradicación de la violencia de género.
DESARROLLO-.

La violencia de género se manifiesta en diversas formas que van más allá de la percepción
común de actos físicos agresivos. Si bien estos episodios son inaceptables y alarmantes, la
violencia de género también adquiere formas más sutiles y encubiertas, como la violencia
psicológica y emocional. Estas manifestaciones pueden incluir la manipulación, la
intimidación y el control, erosionando silenciosamente la autonomía y la autoestima de las
víctimas. La coerción emocional, la humillación y la imposición de roles de género
restrictivos son elementos clave que constituyen esta faceta menos visible pero igualmente
destructiva de la violencia de género. Johnson (2017) destaca la importancia de reconocer y
comprender esta amplitud de expresiones, ya que abordar únicamente la violencia física
limita nuestra capacidad de combatir de manera eficaz este fenómeno arraigado en las
relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres. Al profundizar en estas
dimensiones menos evidentes pero igualmente perjudiciales, podemos desarrollar estrategias
más efectivas que aborden la violencia de género en todas sus complejidades.

Factores Socioeconómicos y Culturales.

La persistencia de la violencia de género no puede desvincularse de las estructuras


socioeconómicas y culturales que la sustentan. El patriarcado, como sistema de poder que
otorga privilegios a los hombres sobre las mujeres, se encuentra arraigado en la mayoría de
las sociedades, influyendo en las dinámicas de poder y contribuyendo a la normalización de
la violencia. Los roles de género tradicionales, que asignan expectativas específicas y a
menudo restrictivas a hombres y mujeres, crean un caldo de cultivo propicio para la
desigualdad. La discriminación salarial, otra expresión de desigualdad de género, no solo
perpetúa la brecha económica entre hombres y mujeres, sino que también contribuye a un
entorno en el que las mujeres pueden quedar atrapadas en relaciones abusivas debido a la
dependencia financiera. Sen y Grown (2015) subrayan cómo estos factores culturales y
socioeconómicos alimentan la violencia de género, generando un ciclo de desigualdad que
persiste a través de generaciones. Abordar la violencia de género implica, por lo tanto, no
solo cambiar las actitudes individuales, sino desmantelar estas estructuras arraigadas que
sostienen y perpetúan la discriminación de género.
Impacto en la Salud Mental de las Víctimas

La insidiosa naturaleza de la violencia de género no solo se manifiesta en el ámbito físico,


sino que también inflige heridas profundas y duraderas en la salud mental de las víctimas.
Más allá de las contusiones visibles y las heridas superficiales, la violencia emocional y
psicológica deja cicatrices invisibles que afectan el bienestar psíquico de las personas. El
estudio exhaustivo llevado a cabo por García-Moreno et al. (2013) pone de manifiesto la
estrecha relación entre la violencia de género y una amplia gama de trastornos mentales,
desde la ansiedad hasta la depresión clínica y el trastorno de estrés postraumático.

La constante exposición a situaciones de miedo, humillación y control mina la estabilidad


emocional de las víctimas, desencadenando consecuencias a largo plazo en su salud mental.
El estrés crónico resultante de vivir en un estado constante de alerta y amenaza afecta
negativamente la capacidad de las víctimas para funcionar plenamente en la sociedad.
Además, la manipulación psicológica y el control ejercido por los agresores pueden socavar
la autoestima y la confianza en sí mismas de las víctimas, generando un impacto que va más
allá del ámbito físico.

Este impacto en la salud mental no solo complica la recuperación de las víctimas, sino que
también puede perpetuar el ciclo de violencia al afectar la capacidad de las personas para
buscar ayuda. El estigma asociado a los problemas de salud mental, combinado con el
miedo a represalias por parte del agresor, puede llevar a un silencio doloroso que atrapa a
las víctimas en una espiral de sufrimiento. Abordar la violencia de género de manera
integral requiere, por lo tanto, no solo tratamientos para las lesiones visibles, sino también
un enfoque compasivo y especializado que reconozca y atienda las heridas internas que
persisten mucho después de que la violencia haya cesado. Este enfoque holístico es esencial
para proporcionar a las víctimas las herramientas necesarias para reconstruir sus vidas y
superar las secuelas emocionales de la violencia de género.
Respuestas Legales y Sociales

Las respuestas legales y sociales desempeñan un papel crucial en la lucha contra la violencia
de género. La implementación efectiva de leyes de protección y la creación de programas de
concientización son elementos fundamentales para cambiar las percepciones culturales y
garantizar la rendición de cuentas de los perpetradores. La obra seminal de Crenshaw (2016)
destaca la importancia de adoptar un enfoque interseccional que no solo considere el género,
sino también la intersección de factores como la raza y la clase social.

En el ámbito legal, las leyes deben ser formuladas y aplicadas de manera que no solo
castiguen a los agresores, sino que también ofrezcan protección efectiva a las víctimas. Los
sistemas judiciales deben ser sensibles a las complejidades de la violencia de género,
reconociendo las diversas formas en que se manifiesta y considerando las circunstancias
únicas de cada caso.

Además, los programas de concientización son esenciales para cambiar las actitudes sociales
arraigadas que perpetúan la violencia de género. La educación pública sobre la igualdad de
género, el consentimiento y el respeto mutuo puede contribuir significativamente a la
prevención, desafiando las normas culturales que devalúan a las mujeres y refuerzan la
noción de superioridad masculina.

Sin embargo, la respuesta efectiva va más allá de los sistemas legales y educativos. También
implica un cambio cultural profundo, donde la sociedad en su conjunto rechace la violencia
de género y promueva activamente la igualdad. La creación de redes de apoyo comunitario
y recursos accesibles para las víctimas es crucial, proporcionando un entorno seguro donde
puedan buscar ayuda sin temor a represalias.

Abordar la violencia de género no es simplemente una cuestión de imponer leyes más


estrictas o implementar programas educativos; se trata de un cambio cultural integral.
Crenshaw nos recuerda que este cambio debe ser interseccional, considerando las múltiples
capas de opresión que enfrentan algunas mujeres debido a factores como la raza y la clase
social. Solo mediante un enfoque integral que combine cambios en las políticas, legislación,
educación y cultura podremos avanzar hacia una sociedad donde la violencia de género sea
un recuerdo del pasado, y donde cada individuo, independientemente de su género, pueda
vivir libre de miedo y opresión.
CONCLUSION-.

En resumen, la violencia de género, como fenómeno multifacético arraigado en la


desigualdad estructural, requiere una atención integral y decidida para su erradicación. Este
ensayo ha explorado diversas dimensiones de este problema, desde sus manifestaciones más
evidentes hasta sus impactos silenciosos pero devastadores en la salud mental. La
complejidad de la violencia de género exige respuestas igualmente complejas que aborden
las causas profundas y promuevan un cambio cultural significativo.

La naturaleza multifacética de la violencia de género, que abarca desde la violencia


psicológica hasta la explotación económica, destaca la necesidad de estrategias holísticas.
No podemos limitarnos a tratar las consecuencias físicas; debemos abordar las raíces
sistémicas que perpetúan esta desigualdad.

Los factores socioeconómicos y culturales han demostrado ser elementos clave en la


persistencia de la violencia de género. El patriarcado, los roles de género tradicionales y la
discriminación salarial contribuyen a la creación de un entorno que facilita la violencia.
Desmantelar estas estructuras requiere un compromiso colectivo para desafiar las normas
arraigadas y promover la igualdad de género en todos los aspectos de la vida.

El impacto en la salud mental de las víctimas subraya la necesidad de un enfoque integral


que reconozca y aborde tanto las heridas físicas como las emocionales. La salud mental no
puede ser pasada por alto en la lucha contra la violencia de género, y los sistemas de apoyo
deben ser diseñados considerando las complejidades de estas experiencias.

Las respuestas legales y sociales son instrumentales en este proceso. La creación y


aplicación efectiva de leyes de protección, junto con programas de concientización, son
pasos esenciales hacia la construcción de una sociedad libre de violencia de género. Sin
embargo, esta respuesta no puede limitarse al ámbito legal; debe ser respaldada por un
cambio cultural profundo que rechace la violencia y promueva la igualdad.

En última instancia, abordar la violencia de género requiere un cambio cultural que redefina
las percepciones sobre el poder, la igualdad y la dignidad. La lucha contra la violencia de
género es una tarea colectiva que debe abordarse desde múltiples frentes: político, legal,
educativo y cultural. Solo a través de un esfuerzo concertado y sostenido podemos aspirar a
construir una sociedad donde la violencia de género sea una aberración del pasado y donde
cada individuo pueda vivir en igualdad y libertad. La tarea es monumental, pero es esencial
para la construcción de un futuro en el que la igualdad de género no sea solo un ideal, sino
una realidad tangible.
Bibliografía:

• Crenshaw, K. (2016). Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and


Violence Against Women of Color. En The Oxford Handbook of Feminist Theory.

• García-Moreno, C., Jansen, H. A., Ellsberg, M., Heise, L., & Watts, C. H. (2013).
Prevalence of intimate partner violence: findings from the WHO multi-country study
on women's health and domestic violence. The Lancet, 368(9543), 1260-1269.

• Johnson, M. P. (2017). Domestic violence: It's not about gender—Or is it? Journal
of Marriage and Family, 79(1), 5-17.

• Sen, G., & Grown, C. (2015). The Development Imperative: A Gender and Rights
Perspective. Routledge.

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