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EL DELITO EN LAS CULTURAS DE AMERICA

Se revela a través de los actos que los antiguos pueblos de América estimaron como delitos; y las
penas aplicadas a su represión denotan claramente la escala de los valores éticos y sociales que
se ajustaban a su concepción del mundo, de las perturbaciones que en su intimidad sufría el
hombre común y la acción condicionante de la colectividad sobre la conducta del individuo. Es
la parte que en la realidad histórica fue opacada por el brillo destelloso de los hechos políticos y
militares.
1. EL ESTADO Y LA PENA
La pena como castigo ejemplar
El inicio del Derecho Penal estatal, fue basado en la idea de la protección de los intereses públicos
por medio de la intimidación ejemplar, asimismo que durante el derecho antiguo de los grupos
totémicos se reclinaban a la mentalidad jurídica de la “idea de reparación del daño causado”.
Aunque en los actos expiatorios de enmendar una culpa, de la cultura baja, existe la compensación
del daño material o ideal y el castigo merecido, por ejemplo; una venganza sangrienta o en un
arreglo, por medio de intereses públicos, relacionada con las necesidades colectivas. La
controversia sobre el carácter de reparación o de intimidación de la pena parte de puntos de vista
diferentes: por un lado, del subjetivo-psicológico y por otro del objetivo-orgánico.
Durante la alta cultura temprana, se conforma por primera vez, un Derecho penal “puro”,
independiente del interés privado por una compensación del perjuicio sufrido y que tiene por
objeto la defensa de los intereses públicos, mientras que la indemnización se encamina cada vez
más por el cauce de la “acción” de Derecho privado. También es característica a este respecto la
regulación del hurto entre los aztecas: tratándose de valores pequeños, se aplicaba solamente la
responsabilidad “de derecho privado”, mientras que el interés punitivo del Estado (en forma de la
pena capital), quiere decir la pena de muerte.
Tenemos que interpretar en el mismo sentido de la ejemplaridad intimidatoria varias instituciones
del Derecho azteca; igual que en el Imperio Incaico en el homicidio y la hechicería, en el
homicidio del cónyuge y en casos graves de falso testimonio, la pena de muerte aplicada a los
adúlteros en Tezcoco se llevaba a cabo en lugar público “para que se tome de ejemplo y no se
cometa los mismos delitos”.
Este cambio de la finalidad se manifiesta además en que la pena ya no se deja, como en la fase de
cultura inferior, a la iniciativa privada (cuya forma más pura fue la venganza sangrienta, mientras
que la más débil consiste en una demanda del perjudicado), sino que ahora procede en forma de
una intervención organizada del Estado, independiente de los interesados inmediatos.
El castigo como monopolio estatal
Esta situación ofrecía, por una parte, la garantía de que por la combinación de la expiación y del
interés particular del perjudicado no era fácil que una violación del Derecho se sustrajese al
castigo; pero, por otra parte, esta justicia privada encerraba el peligro de que la función de la
justicia fuera fácilmente mermada por el motivo extrajurídico de una venganza excesiva.
Defensa personal
Ante todo, en el Imperio Incaico la venganza personal quedaba eliminada en todos aquellos casos
que significasen una infracción de las leyes incaicas o que, de alguna manera, estuviesen
sometidos a la jurisdicción central. El único caso atestiguado de defensa personal licitud es el
daño ocasionado en los campos por el ganado ajeno, “Si algún ganado hacía daño en propiedad
ajena, el dueño podía tomar el dicho ganado hasta en tanta cantidad cuanto era el daño, y tenían
tasado cuántos pies de maíz era cierta medida por la cual estaba puesta pena determinada, que se
cobraba en proporción del daño hecho”. Todo lo dicho demuestra que la costumbre de la defensa
personal, muy difundida antiguamente, desapareció casi por completo en el imperio incaico del
Perú, quizás gracias a la evolución que experimentó ya en tiempos preincaicos el poder
autocrático de los caciques.
Consentimiento del perjudicado
Así como el Estado, que sirve a los intereses públicos y no a los privados, pone trabas a la
venganza privada del individuo, así también tiene que ignorar el consentimiento del perjudicado
a la violación del Derecho, lo mismo que su perdón posterior: a la represión de la defensa personal
corresponde la insignificancia del consentimiento del perjudicado.
(“Si uno mataba a otro y el muerto tenía mujer e hijos, aunque las leyes disponían que por aquel
delito muriese si la mujer del muerto le perdonaba se lo daban por esclavo para que la sirviese a
ella y a los hijos”)
2. LA CULPA
Culpa y daño
Frente a esta mentalidad jurídica, una de las características más destacadas del Estado señorial y
uno de sus más fuertes impulsos progresistas, lo constituye el hecho de contribuir a imponer una
valoración de la culpa subjetiva; es decir que la pena ya no se valoriza por el grado del daño
material o ideal sino por el grado de la culpa subjetiva. Se sobreentiende que este nuevo concepto
del Derecho no lo encontramos en las altas culturas tempranas, sea en América, el Sudán o Etiopía,
en Polinesia o en el Sureste de Asia, reflejado en formulaciones conceptuales y abstractas; pero
sí se nos presenta: de una manera inequívoca en una serie de instituciones jurídicas, de las cuales
trataremos en las páginas siguientes, y que no se explican sino atribuyendo al pensamiento
jurídico de los respectivos pueblos esta valoración de hechos psicológicos.
Responsabilidad por el daño causado
Pero por otra parte es también comprensible el que esta concepción “psicológica” del Derecho no
se haya impuesto por una sucesión consecutiva de soluciones puras y radicales, precisamente, en
los tipos más antiguos del desarrollo temprano de la cultura señorial, se han conservado cómo
subsistencia las escorias de la anterior concepción del Derecho, normas aisladas, pues, que tienden
a la exclusiva responsabilidad del daño causado sin tener en cuenta la culpa subjetiva y que en su
aislamiento, dentro del sistema jurídico total, operan como residuos inorgánicos.
Por otra parte, se revela también aquí la transición al derecho penal estatal por la combinación de
la indemnización de daños y perjuicios y la multa pecuniaria que había de satisfacerse al Estado.
La consciencia de la oposición al derecho
Como indicio más importante de lo que llamaremos la comprensibilidad de los hechos jurídicos,
puede considerarse, en primer lugar, la edad. Por tanto, debería esperar que en un orden punitivo
consecuentemente subjetivo se tuviera en cuenta el hecho de que el autor supiera o no si comete
un delito, mediante una regulación de la edad de responsabilidad penal. Efectivamente, en el
Derecho de los Aztecas no se exigía responsabilidad criminal sino a las personas que hubiesen
cumplido los 10 años.
La intuición
La valoración del momento volitivo, es decir, de la intención, aparece en todas las esferas del
Derecho aquí tratadas, por lo menos, en soluciones casuísticas, tanto en lo que se refiere a la
penalidad de la realización de un hecho como al grado de la pena modificada por las circunstancias
psicológicas de la conciencia del autor. En un sentido puramente objetivo, los hechos de este
delito son iguales a los del homicidio común; sin embargo, se practicaba una reglamentación
especial que no solo se amoldaba medianamente al antiguo derecho a la venganza sangrienta, sino
que al mismo tiempo tenía en cuenta las extraordinarias facultades emocionales que concurrían
en el autor. Además, hemos de incluir en esta relación la ya citada distinción entre el incesto
voluntario y el cometido por la fuerza.
Negligencia
También estos casos de una consideración más moderna carezcan aún de la sutileza y perfección
de los sistemas jurídicos de las grandes civilizaciones más avanzadas: por ejemplo, falta todavía
la sutil distinción entre el propósito y la negligencia para la calificación de la culpa.
Tentativa
Solo un Derecho que tienda a reprimir la realización de una voluntad indeseable puede considerar
y considera la tentativa como motivo de punición. Tampoco extraña que la penalidad de la
tentativa no se estableciera de un modo estricto, sino de caso en caso ya sea en soluciones
típicamente casuísticas o bajo la forma de los delitos singulares.
Circunstancias agravantes. Reincidencia
El castigar más gravemente la reincidencia no se puede imaginar lógicamente en el Derecho
anterior; no aparece sino con el desenvolvimiento de la culpa psicológica, aplicándose en las altas
culturas tempranas, con preferencia al hurto y algunos delitos más, considerados como graves;
esto se explica por el hecho de que una reincidencia solo cabe en aquellas infracciones que no
eran castigadas con la pena capital.
Circunstancias atenuantes. El arrepentimiento activo
Dentro del círculo del Derecho peruano conocemos tres regulaciones especiales en el sentido de
una atenuación de la pena, motivada subjetivamente: en primer lugar, el castigo atenuado
impuesto al marido por la muerte de la mujer adúltera, teniendo en cuenta la motivación
extraordinaria por la que no se consideraba procedente la aplicación de la pena impuesta por
asesinato común, que no correspondía a las circunstancias psicológicas.
3. LA PARTICIPACIÓN
Instigación

Para su valoración no había lugar alguno en el Derecho que llamamos objetivo; no podía ser
objeto del orden punitivo hasta que un orden estatal, orientado hacia la defensa de los intereses
públicos comenzara a reprimir todas las manifestaciones de la voluntad decidida a realizar un acto
contrario al Derecho.
Complicidad. Encubrimiento

tampoco en el imperio incaico haya existido una comprensión específica de la complicidad; con
todo podríamos aquí pensar en la punición de la “alcahuetería”, cuando tendiese a la desfloración,
al adulterio o al incesto, en casos de la complicidad aparece bajo la forma precoz de delitos
particulares independientes.
Responsabilidad solidaria
La insuficiencia de nuestros conocimientos acerca de las condiciones jurídicas de la región andina
peruana-boliviana, se debe a que el poderío conquistador de los Incas derogó el antiguo Derecho,
reemplazándolo en parte por el Derecho señorial psicológico e individualizador. Pero un concepto
tan firmemente arraigado como la responsabilidad solidaria, no por eso desapareció de golpe, y
es interesante ver, cómo los últimos restos de esta responsabilidad de un tercero, procedente ipso
iure, actuaron en el estado posterior del Derecho.
IGUALDAD Y DESIGUALDAD ANTE LA LEY
en las culturas señoriales se reconoce de derecho, mientras que anteriormente ya había también
existido de hecho. Se observa tal graduación de la personalidad legal, por ejemplo, también en
los sistemas de las “composiciones” e incluso durante el dominio de la venganza sangrienta:
formalmente existe en aquellas asociaciones “horizontales” antiguas una “igualdad ante la ley”,
pero considerando el aspecto práctico no es difícil distinguir una graduación según el poder
pecuniario o incluso físico del individuo esta desigualdad, existente de hecho, es sustituida en las
altas culturas tempranas de carácter señorial por una graduación formal de la personalidad
jurídica.
Por otra parte, el Estado señorial creó también los comienzos de un derecho particular material
referente a los delitos de funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos y que solo tenía
validez para la nobleza “burocrática” (los funcionarios públicos, militares, sacerdotes y vírgenes
del Sol).
EL ACTO PUNIBLE
Las infracciones del Derecho considerados punibles en las diferentes regiones culturales de la
América antigua y de su sanción, parte de los bienes jurídicos protegidos.
Contra el interés legal constitucional: la protección contra las ofensas a la persona de los
soberanos, en armonía con la inclinación dinástica de la primitiva cultura feudal.
Contra el interés administrativo legal: la omisión de la obligación de emitir los informes
debidamente, tal vez acarrease solamente la separación del cargo, si bien nos comunican otras
fuentes que la emisión de informes falsos por parte de los funcionarios encargados de los censos
fue castigada con la muerte.
Contra el interés fiscal:
AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO

Nombre : Lucero

Apellidos : Aparcana Gregorio

Ciclo : III – B

Docente : Lizandro Leveau Pezo

Materia : Historia del Derecho Peruano


Pucallpa – Perú
2023

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