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ASIGNATURA:
FILOSOFÍA DEL DERECHO
TUTOR:
FRANKLIN ALEXANDER JURADO RIVERA
NOMBRE DE LA ACTIVIDAD:
ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL
TEMA:
LECTURA DE SENTENCIAS
ESTUDIANTE:
MARLON ANTONIO JOAQUÍN ESCOBAR
CÓDIGO DE ESTUDIANTE:
CJNP123423
1. Lectura de las sentencias.
Versa sobre la solicitud de auto Pareatis que los licenciados José Federico Ernesto P. F.
David C. M. y licenciada Berta Catalina P. de C., actuando en representación del señor
LUIS ALBERTO M. M., conocida por AMANDA ALICIA M. M.
En fecha siete de julio del año dos mil catorce se presentó el escrito que de primera mano
era notorio que existía error de forma ya que faltaba la auténtica de firma de uno de los
peticionarios, es decir que no cumplía con los requisitos para ser admitido en las
presentes diligencias.
Pero hay que distinguir la ejecución del exequátur. Las sentencias constitutivas y las
meramente declarativas para que surtan sus plenos efectos, requerirán, comúnmente de
lo que se llama ejecución impropia que consiste en su inscripción; aquéllas al igual que
las sentencias de condena, emanadas de país extranjero, deben ser confrontadas con el
ordenamiento jurídico nacional y ésta es competencia de la Corte Suprema de Justicia,
que como órgano contralor de la legalidad y el respeto de la norma fundamental, asume
su papel en este tipo de examen de procedencia para la ejecución dicha. Expuesto lo
anterior, en virtud de la facultad que le es conferida a la Corte mediante el artículo 182
atribución 4ª de la Constitución de la República de El Salvador, es rescatable que se llevó
a cabo el respectivo análisis minucioso a efecto de determinar si el auto de Pareatis
presentado ante el Tribunal, así como la documentación relacionada en el mismo, se
ajustaban al ordenamiento jurídico vigente para nuestro país. En tal sentido, el art. 36,
inc. 3 Cn. señala: «Toda persona tiene derecho a tener un nombre que la identifique. La
ley secundaria regulará esta materia.» (sic). Esta norma es, evidentemente,
constitucional. Existe un mandato al legislador que debe cumplirse a cabalidad y que
convoca a la Asamblea Legislativa a pronunciarse sobre este tema. Aunque ya la Ley del
Nombre de la Persona Natural no permite asignar un nombre equívoco del sexo, no es
menos cierto que este tópico está vigente en el plano legislativo.
Así las cosas y luego de analizado el expediente y las disposiciones contenidas, tanto en
nuestra Constitución como en el Código Procesal Civil y Mercantil, de manera especial,
en lo relativo a los requisitos que dispone el artículo 556 de este cuerpo legal, se deja
claro lo siguiente: El art. 23, inc. 2 LNPN prescribe: "También procederá el cambio del
nombre propio o del apellido, por una sola vez, cuando fuere equívoco respecto del
sexo..." (sic). Esta norma forma parte de nuestro ordenamiento jurídico y, por tanto, no
puede ser incumplida. Los solicitantes citan como fundamento jurídico de su petición lo
regulado en la disposición legal antes transcrita, la cual se relaciona con el inciso tercero
del artículo 36 de la Constitución de la República, en cuanto a proceder al cambio de
nombre por "equívoco respecto del sexo". Esa norma debe ser interpretada en relación
al art. 11 de LNPN que dice: "No se podrá asignar nombre propio, cuando fuere lesivo a
la dignidad humana, impropio de personas o equívoco respecto al sexo, salvo en este
último caso cuando tal nombre esté precedido de otro determinante del sexo." (sic). Como
puede apreciarse de su sola lectura, nuestro orden jurídico interno, que organiza la forma
de identificar a los miembros de nuestro conglomerado social, contiene una norma
imperativa en sentido negativo, porque rechaza la inscripción de nombres propios que no
pueden ser asignados a personas, entre ellos, los que sean equívocos respecto al sexo.
En tal sentido, el exequátur solicitado no puede ser otorgado. Y es que si se autorizara el
permiso a la sentencia extranjera que versa únicamente sobre el cambio del nombre, tal
decisión reñiría contra los arts. 11 y 23, inc. 2 LNPN citado, que no permite consignar un
nombre equívoco respecto del sexo, por regla general.
Mediante solicitud de auto de pareatis presentada por el abogado José Pedro G. V., en
calidad de apoderado del señor Nixon E. A. C., a efecto de homologar la sentencia emitida
por la Corte de Circuito del Condado de Fairfax, Estado de Virginia, Estados Unidos de
América, mediante la cual se cambió el nombre del referido señor a Syssy E. A. C.,
además de solicitar el permiso para ejecutar la sentencia emitida por la Corte de Circuito
del Condado de Fairfax, referente al cambio de nombre del señor A. C., pide también el
cambio de sexo masculino a femenino del representado; pero en dicha sentencia no se
hizo referencia al cambio de sexo, porque la Corte no puede pronunciarse respecto de
ese punto de la solicitud.
La competencia de la Corte para conocer de este tipo de peticiones deriva del art. 182
atribución 4a de la Cn en el que este procedimiento implica una revisión sobre la
compatibilidad con el ordenamiento jurídico del Estado en donde se pretende hacer valer
una sentencia extranjera. Por tanto, la ejecución de una sentencia o pronunciamiento
extranjero queda condicionada a su validación por la Corte, lo que dependerá de que se
cumplan los requisitos que la Constitución, en primer lugar, y las leyes (conforme a ella)
determinen.
El art. 16 de la LNPN prevé que el cambio de nombre solo procede en los supuestos
regulados en esa ley, el Art. 23 de esa misma ley establece que en supuestos de
homonimia o de nombre equívoco en cuanto al sexo, impropio de persona, lesivo de la
dignidad humana o extranjero que se quiera castellanizar o sustituir por uno de uso
común, el interesado puede cambiar su nombre por una sola vez. Ahora bien, con base
en la documentación presentada se advirtió que la causal de cambio de nombre que
motivó la sentencia que se pretende homologar no equivale a ninguno de los supuestos
previstos en el art. 23 de la LNPN, sino que constituye un supuesto permitido por la
legislación de los Estados Unidos de América. Al respecto, es necesario señalar que la
compatibilidad de los requisitos de la sentencia extranjera con el ordenamiento jurídico
interno no debe ser entendida como identidad entre las legislaciones, sino que
meramente como ausencia de contradicciones. Pretender lo contrario significaría
desconocer que el ordenamiento jurídico de cada Estado responde a distintos contextos,
valores y realidades. El hecho de que en nuestro ordenamiento no está previsto el cambio
de nombre en los mismos términos que en Estados Unidos de América no puede
representar por sí mismo un obstáculo para homologar las decisiones jurisdiccionales
firmes en esa materia, en cuanto estas no se opongan al ordenamiento jurídico interno.
De lo contrario se podrían generar afectaciones a derechos fundamentales con base en
meros formalismos. Además, ello sería incompatible con los arts. 86, 172 inc. 3º, 235 y
246 de la Cn., que obligan a la Corte a actuar conforme a los parámetros constitucionales,
en especial a proteger los derechos en ella reconocidos. La Corte consideró que, en la
medida en que el nombre es un derecho fundamental y un atributo de la persona ligado
indisolublemente con la identificación, el libre desarrollo de la personalidad y la
autodeterminación del individuo, y cómo éste pretende ser reconocido en sus relaciones
con los particulares y con el Estado, negar la homologación de la sentencia en análisis
significaría desconocer el referido derecho y, por consiguiente, la prohibición de negar al
interesado que adopte, conforme a su voluntad y autonomía, el nombre con el que
pretende ser conocido. Además, ello podría generar diversas consecuencias para el
interesado, como por de ejemplo, la denegatoria de la solicitud impediría que se realicen
modificaciones a la partida de nacimiento del solicitante y, como consecuencia que no se
efectúen los cambios necesarios en su documento único de identidad y su pasaporte,
que le permiten la circulación en el territorio del Estado, el libre ingreso y, en general, el
ejercicio de otros derechos. En definitiva, se advirtió que el objeto de este
pronunciamiento no se reduce a una cuestión formal, en el sentido de que no basta con
verificar si la sentencia emitida por la Corte de Circuito del Condado de Fairfax es acorde
o no con el art. 23 de la LNPN, sino que es necesario tomar en cuenta sus implicaciones
para la personalidad jurídica del peticionario y el ejercicio de los derechos fundamentales
que nuestra Constitución y el derecho internacional le reconocen. Cabe señalar, para los
efectos de la presente resolución, que el cambio de nombre del señor Nixon E. A. C. a
Syssy E. A. C., únicamente tiene como finalidad ajustar la identidad del señor A. C. a su
realidad social actual, creándose con ello las condiciones que le permitan ejercer
libremente su derecho al nombre y a la identificación. Ello, con garantía de los intereses
de terceros, evitando así que dicha decisión sea utilizada con fines distintos.
Homologar la sentencia emitida por la Corte de Circuito del Condado de Fairfax, Estado
de Virginia, Estados Unidos de América, mediante la cual se cambió el nombre del
referido señor a Syssy E. A. C., además de solicitar el permiso para ejecutar la sentencia
emitida por la Corte de Circuito del Condado de Fairfax, referente al cambio de nombre
del señor A. C., pide también el cambio de sexo masculino a femenino de su
representado; pero en dicha sentencia no se hace referencia al cambio de sexo, por lo
que la Corte no pudo pronunciarse respecto de ese punto de la solicitud.
No ha lugar a lo solicitado por las partes en primer lugar por existir falta de auténtica de
firma de uno de los peticionarios y también porque lo solicitado previo estudio se
determinó que dicho fallo emitido por la Corte de Distrito 135, Distrito de Stamford, Estado
de Connecticut, Estados Unidos de Américano cumple con los requisitos establecidos en
el orden jurídico salvadoreño para la homologación de títulos extranjeros por no estar
regulada la situación jurídica planteada por la persona solicitante.
Ha lugar a conceder el permiso para ejecutar la sentencia solicitada por el abogado José
Pedro G. V., como apoderado del señor Nixon E. A. C. y así que la partida de nacimiento
del peticionario deber ser marginada con el cambio de nombre y no cancelada en el
Registro del Estado Familiar correspondiente en razón que el nombre propio y los
apellidos, elementos del nombre, de conformidad con el art. 3 de la LNPN– pueden ser
reformados en los casos previstos en el ordenamiento jurídico, estos últimos, en los
supuestos de reconocimiento judicial, de acción y de impugnación de paternidad,
previstos en los arts. 149, 150 y 151 del Código de Familia, en relación con el art. 20 de
la LNPN y con la garantía de los intereses de terceros, por lo que se debe evitar que la
decisión sea utilizada con fines distintos; en ese sentido, la partida de nacimiento del
peticionario deber ser marginada con el cambio de nombre y no cancelada del Registro
del Estado Familiar correspondiente.
Podemos ver también que aun así existió voto particular por parte de una magistrada de
la Corte Suprema de Justicia expresando en que no existe legislación actual en la cual
se pueda fundamentar la autorización del cambio de nombre aun cuando existe
resolución afirmativa en el extranjero, pues es opuesta a las nuestra legislación, que se
debe trabajar desde el ámbito legislativo para poder resolver con legalidad este tipo de
sucesos, ya que es claro en la nuestra Constitución y en relación a otras leyes, lo
solicitado por la persona en relación a bases legales contenidas en el Art. 36 Cn y el Art.
11 LNPN.
En esta sentencia la resolución fue muy diferente a la tomada con anterioridad pues se
evidentemente que tomaron en cuenta la legislación nacional como extranjera, se tomó
así también a bien las disposiciones constitucionales, derecho internacional, derechos
humanos, consagrando así derechos fundamentales relacionados con este caso como lo
son el derecho a la identidad personal, derecho al nombre que en gran manera podrían
verse afectados si se seguía manteniendo la postura de la jurisprudencia del caso
anterior, advirtiendo una evolución en la interpretación de las disposiciones anteriores y
adaptándose a la realidad actual que vivimos, justificando un cambio en el criterio ya
expuesto.
Se deja en claro que se han basado en el Derecho al nombre del Art.36inc. 3° de la Cn.
– siendo una de las manifestaciones del derecho a la identidad teniendo una relación
indiscutible con la identificación, incluyendo la prohibición para El Estado de negar a las
personas salvadoreñas documentos de identificación, siendo una obligación positiva de
proveerlos, sin dejar de lado la normativa internacional ya que también lo reconoce esto
según base legal contemplada en Art. 7.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño
en relación al Art. 8.1 del referido cuerpo legal, obligando a los estados parte a respetar
dicha normativa suscrita.
Dejando solamente sentado que por no existir más allá de la legislación quedaba en
manos del órgano legislativo trabajar en pro de este tipo de casos para poder solventarlos
de una mejor manera.
Para este caso y como hemos venido leyendo si se tomó en cuenta la legislación
internacional e incluso para esta resolución se hizo mención de la anteriormente
relacionada, expresando que como corte tenían que evolucionar la jurisprudencia y más
aún cuando así lo demanda cuerpos legales internacional a los cuales nuestro país está
suscrito.
Se basaron en la normativa siguiente: Art. 182 atrib. 4°, Art. 36 Inc.3° Cn, Art. 555, 556
CPCM, Art. 7.1, 8.1 de la Convención sobre Derechos del Niño, Art. 3,18 de Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
Si porque más allá de tomar en cuenta las probables críticas por violentar derechos, para
el caso el derecho a la dignidad humana, se basaron en lo que expresa la ley nacional
sin alejarse por ningún motivo, basándose únicamente y expresamente al tenor de la ley
nacional sin tomar en cuenta otras posiciones legales internacionales.
Fue la de Positivismo jurídico pues en esta concepción del Derecho se integra por
aquellos que defienden la preeminencia de la ley como fuente del Derecho. Desde este
planteamiento, se entiende por Derecho el conjunto de normas que emanan del poder
estatal, bien directamente o por delegación.
Esta es la concepción del Derecho más propia del mundo occidental, siendo su máximo
representante Hans Kelsen.
Se trata de una concepción monista, ya que sólo reconoce como Derecho el dictado por
el legislador, marginando las valoraciones éticas o la realidad social. No obstante, la
preeminencia de la ley estatal no descarta la existencia de otras fuentes de producción
del Derecho como la costumbre o la jurisprudencia, sin embargo, éstas quedarán siempre
supeditadas a la ley y tendrán validez como fuente jurídica dentro de los límites que la
propia ley establezca.
Realismo jurídico
Para el realismo jurídico el núcleo fundamental del Derecho no son las leyes, sino los
hechos, los comportamientos sociales efectivos, teniendo en cuenta principalmente los
intereses, fines y valores que se ponen de manifiesto por el intérprete y por el juez al
aplicar el derecho en relación con los casos y situaciones concretas que presenta la vida
real, para el caso la finalidad que viva en sociedad sin ningún tipo de discriminación.
El realismo jurídico entiende que la seguridad jurídica no puede lograrse a través de los
métodos normativistas tradicionales, sino a través de la adecuación a las exigencias y
aspiraciones de los ciudadanos que viven inmersos en una realidad social en constante
cambio. De esta manera, un Derecho dinámico, flexible, adaptable a la realidad social de
cada lugar y de cada momento puede proporcionar más seguridad que un conjunto de
normas anquilosadas y petrificadas por la dificultad para su adecuación a las necesidades
de cada momento, tal cual ha sido el sentir de la Corte en esta sentencia.
Así, el Derecho vigente está compuesto por aquellas normas que operan en el espíritu
del juez porque éste las vive como socialmente obligatorias y socialmente las obedece.