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maribel bayona . antonio de paco . alejandro jornet .

a lo mejor me lo merezco

Creemos que estamos jugando con el gato,


pero, ¿cómo sabemos que no es el gato
el que está jugando con nosotros?
Montaigne

uno

Pararse un momento
2

Detenerse un instante
después de haber andado todo el día
Con los pies reventados
de ir con prisas
Todo el día
hacia ninguna parte
con prisas a ninguna parte
decidiendo no parar
decidiendo no asumir
el riesgo de entender
que no he entendido nada
Que no he entendido absolutamente nada
A día 24 de septiembre
Del año 2004

ella Tengo 24 años. Nacida en el seno de una familia de clase media acomodada.
Padre y madre con estudios superiores, separados, pero eso no es un
handicap. Colegio concertado, de curas, pero ya lo superé. Instituto público de
niños bien, interesados por la cultura. De ahí guardo la mayoría de mis buenos
amigos. Un hermano: un tío cojonudo. Ciudad de residencia importante. No es
la panacea, pero tiene su encanto. Lugar de residencia, arrabalero. Pero es
temporal. Comparto piso con tres féminas. Es divertido y nunca te falta un
tampón cuando tienes la regla. Estudios superiores y artísticos. Muchos
hobbies. Hiperactiva. Vital. Mona, resultona. Pequeñita. Pocos traumas. Niñez
sana. Trabajo inestable, pero como para no quejarse. Algo de suerte o estrella
o luz o una coña impresionante, ya te lo digo. Algunos triunfos. Algunas malas
rachas, como todo hijo de vecino. Un hombre de la hostia a mi lado. Un cuerpo
que me entiende. Una cama saciada. Nunca me ha faltado un plato de comida,
nunca me ha faltado un suetercito mono o el CD de turno, nunca he tenido que
renunciar a nada, nunca nadie me ha levantado la mano, nunca me ha faltado
un hombro donde esconderme, ni un abrazo, ni un beso.

A veces lloro, a veces me siento jodidamente infeliz, a veces no sé qué carajo


hacer con mi vida, a veces me siento tan sola que me subo a los tejados y
maúllo, a veces consigo ser insensible a las tragedias ajenas, a veces me daño
para evadirme del mundo, a veces sufro insomnio, a veces nada me llena, a
veces todo me hastía, a veces me miro tanto el ombligo que me lo perforé para
distraerme un poco, a veces me siento tan culpable de sentirme culpable de
sentirme culpable de sentirme culpable que mando todo a tomar por culo, me
bebo una cerveza, me enciendo un cigarrillo, enchufo el equipo y pongo a
Pastora que canta: tengo, tengo, tengo y si no me lo invento. (Pobre niña rica,
no te jode!)
ella ¿Qué hora es?

ella La una de la madrugada aproximadamente.

ella Vale.
La una de la madrugada aproximadamente,
Con el cuerpo roto
y dispuesto a romperse mucho más.

Te quitas el delantal. Dices hasta mañana


3

y miras la calle de frente.

Una pausa en casa para una ducha rápida y ponerte guapa.

El chico con el que vives tiene una de esas noches


que empiezan a ser frecuentes:
No me apetece salir. Lo siento, me he apalancao con la tele.
Y tú dices me la suda: yo me largo.
Y ahora viene lo de siempre:
la tormenta de reproches
que es ya casi una costumbre.
Y tú intentas razonar, pero da igual: no te escucha.
Te preguntas si existe alguna posibilidad de que algún hombre
te oiga mientras te estás desnudando.
Sospechas que no. De manera que qué puede importar lo que digas o
calles.
así que callas.

Te duchas. Te vistes. Te pintas. Mientras, él sigue explicando


lo que significa compartir.

¿Qué hora es?

ella Las dos menos veinte.

ella Vale: la calle al fin.


Empezar con un poco de alcohol en vena
para ahuyentar los malos rollos.
Te encuentras con la gente que anda por donde andas.
Te preguntan por tu chico y pasas de contestar.
Otra copa. Y la cosa empieza a mejorar notablemente.
Un tipo más bien siniestro que dice que te conoce
y que te cuenta su vida. Tú le sueltas ahora vengo y te cambias de
local.

¿Qué hora es?

ella Las dos y media.

ella Vale.
Al tercer gin-tonic el cuerpo se empieza a derrumbar.
Vas al baño y te metes una raya.
Hay un chaval que te mira y te sonríe. Es mono, pero no tiene más de
dieciocho.
Así que te largas: pasas de criaturas: no traen más que problemas.
Y, además, te apetece bailar.
Lo comentas a la peña
y se apuntan tres tías que apenas conoces
y que no paran de hablar de follar.
Porque no follan, seguro.
Las aguantas porque te pasan una pastilla que te dicen que es genial.
Y la verdad es que es genial.
No debería seguir bebiendo, piensas. Pero sigues.
Y te metes otra raya para que el cuerpo aguante un poco más.
4

¿Qué hora es?

ella Las cuatro menos cinco.

ella Vale.
Te acercas a un tipo guapísimo que anda como perdido.
Le preguntas dónde estaba. Él te presenta a su novia.
Que es una chica muy mona y que te invita a una copa.
Tú la invitas a farlopa y en el baño te morrea
y te toca un poco el coño. Luego te pide perdón y se te pone a llorar.
Tú la abrazas y le acaricias el culo: parece buena tía
y no mola que piense que te ha molestado.
Te invita a dormir con ellos. Le dices que estás agotada,
que otro día, si no le importa.
Y buscas a las monotemáticas de las pastillas.
La segunda te la venden: has pasado bastante de ellas
y eso siempre hay que pagarlo.
Pagas: que le den por culo al mundo.

¿Qué hora es?

ella Las cinco y diez.

ella Vale.
Si te metes más alcohol, te saldrá por las orejas.
Hay un ex que está encantado de encontrarte sin compañía
y que se pone muy pesado.
Empiezas a estar caliente, pero a éste te lo sabes
y en la cama es un desastre.
Lo intentas con uno que fue profesor tuyo
en la universidad.
Pero, a los cinco minutos, el tipo te confiesa que es gay
y empieza a soltarte el rollo de lo importante
que es asumirte como eres.
Y tú, con el último gin-tonic que anda por ahí, reventándote neuronas
le preguntas qué hora es.
Las siete y media te dice.
Y te vuelves para casa.

Te sientes como perdida, mientras abres el portal.


Y culpable.
Y estúpida.
Y fea. Muy fea.

Y, cuando entras en casa, te encuentras una nota que dice:


Al final me he animado. Perdóname. No quiero que nos enfademos.
Te veo luego. No te olvides que te quiero.

Y algo roto en tu interior se vuelve a romper ahora.


Y te metes en la cama sin quitarte siquiera los zapatos de tacón.
Y entonces lloras un poco. Como por casualidad.
Y dices mañana lo pensaré.
Y después, la oscuridad.
5

ella Miro la ventana. La calle.


El coche gris desguazado frente a la floristería.
El gato reventado. Las tripas esparcidas por ahí
y un pequeño charco de sangre.
El reloj podrido de un comercio que cerró hace un siglo.
Y las farolas abrazadas por vómitos anónimos y las meadas
de los perros obligados a madrugar.

ella Miro la ventana. La calle.


La hora del colegio: cientos de mujeres soñolientas que arrastran
a sus críos
hacia un destino inmerecido.
Persianas que piden a gritos un poco de aceite.
Cristales esparcidos del último ladrillo que reventó un deportivo
y los restos de la noche que regresan rotos y apestando a soledad.

ella Miro la ventana. La calle.


El gato murió sobre las cinco.
Después, un tipo compró en la esquina un gramo de farlopa
y el camión de la basura pasó a la misma hora más o menos.

ella Miro la ventana. La calle.


El supermercado apesta a lo que apestan todos los supermercados
que he conocido.
Empujo el carro, con una rueda desviada a la izquierda,
por pasillos que me sé de memoria
y lo cargo de hamburguesas, chorizo ibérico ,filetes de ternera,
muslitos de pollo, lomo adobado y costillas de cerdo:
necesito castigarme.

ella Miro la ventana. La calle.


Preparo el desayuno. Desayuno más o menos inglés:
estoy acostumbrada:
riñones al jerez, huevos pasados por agua, bacon frito,
tostadas con mantequilla, una taza de english breackfast.

ella Miro la ventana. La calle.


La resaca me está destrozando:
Me bebo una cerveza para sentirme algo mejor.
Una San Miguel 1516.
Después, me bebo otra. Y, cuando la termino, una tercera.
A las once de la mañana estoy completamente borracha.

ella A las once de la mañana llega el tipo que me regala flores los domingos.
Le preparo dos hamburguesas con tomate, cebolla, lechuga
y queso fundido.
Las devora en tres minutos y me folla
contra el frigorífico.
Me gusta que lo haga:
sólo tengo veintiséis años: necesito que me sorprendan.
Él se corre en el fregadero
y se larga a las once y veintiséis.

ella Para entonces, el gato muerto se ha convertido en pergamino


y yo llevo media hora vomitando el desayuno.
6

No soporto lo gorda que me estoy poniendo:


ya no me entra ni un puto pantalón y me aborrezco.
Mi madre llama para invitarme a comer.
Yo le cuelgo y me deprimo.

ella Llama mi padre desde irlanda, para decir que se casa.


Ni siquiera sabía que tuviera novia.

ella Llaman Javier, la pelona, un tipo que conocí en alguna borrachera,


alguien que pregunta por una ferretería, la cretina de mi hermana

Y tú.

ella Y tú.

ella Y tú.
ella ¿Por qué te has ido?

ella ¿Por qué te has ido?

ella ¿Por qué te has ido?

ella De algún modo, nunca supe aceptar que las cosas, como dicen, cuestan.
De pequeña bailaba. Se me daba bien. Pero nunca tuve intención de
aprender.
Un día, mi madre sugirió llevarme a clases de baile.
Cuando baile, quiero que sea porque he aprendido yo sola, dije.
Hoy, con 25 años, todavía me sorprendo de toda la mierda que suponía
decir, defender y sentir aquello.

Ha vuelto a sonar el despertador. Y, una vez más, he huido. Y he vuelto


a huir. Mi compañero de piso ha venido a despertarme. También he
huido de él. Huyo, cada mañana, de enfrentarme a esa frase, saborear
sus consecuencias. Huyo, cada minuto, entre canción y mente, de esa
frase que me recuerda “llegas tarde. Ahora ya tienes veinticinco”. Y me
arrepiento. Y me arrepiento de los demás: de que siendo una niña lista,
nadie apareciera en aquellos momentos y me dijera al oído: “te
equivocas”.

Luchando con el pasado, me levanto y, con el café en la mano, disuelvo


los miedos que, al final de la ducha, han vuelto a aparecer. Y así,
mientras elijo qué ponerme
y mientras me lavo la cara y me pinto la cara para ir a clase de danza
(impro-contact-release)
y mientras me la vuelvo a lavar porque me parece absurdo
y mientras enciendo un cigarro como buen desayuno para un día duro y
mientras bajo las escalera y descubro que me he dejado las llaves en
casa
y mientras cojo un taxi porque ya no llego
y, una vez en la academia, abro la puerta de un aula de flamenco y la
profesora me atraviesa el miedo con su mirada y cierro y corro por el
pasillo interminable de luces de neón hasta llegar a mi aula y entro y
digo: “llego tarde, ahora ya tengo 25”.
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(Texto de Elisabet Agulló)

él Intento atrapar momentos que me llenan


A veces una sonrisa
en el momento exacto en que todo
vuelve a comenzar a cobrar vida
Me digo
Sé que podría morirme en este instante
y no me importaría demasiado
Asocio los momentos de luz
con los momentos de felicidad
Momentos que no puedo entender muy bien
momentos en que todo comienza a cobrar vida
No me hace falta más
Pero después me encuentro en el principio
en el instante previo a que todo suceda
como un niño que todavía espera a nacer
en el vientre de la madre
esperando a nacer
Me digo
Tío, no está mal
Me digo
La vida es un conjunto de episodios
Me digo
A quién le interesa una historia
Unidad de acción
Planteamiento
nudo
desenlace
Una historia igual a una vida
muchas vidas para muchas historias
A quién coño le interesan las historias
Episodios aislados
temporales
episodios de luz
No estoy hablando del amor
y en cambio
podría estar hablando del amor
O de relojes
o de fotografías
Tengo una foto encima de la mesa
Alzo una copa
no de las que vosotros y yo
hemos pensado
en este instante
Quise decir un trofeo
de los que se dan en el colegio
cuando ganamos el campeonato de futbolito
Mi sonrisa en el año 1992
y mi sonrisa en el 2000
Diferentes sonrisas
Y diferentes copas
8

Alguien dijo que la vida iba en serio


uno lo empieza a comprender más tarde
Quién comprende algo
ahora
Fotografías en el cajón
sonrisas para la foto
Sinceramente
parecemos gilipollas
pero se nos ve tan felices
en ese instante previo a que algo suceda
Dónde está la frontera
me pregunto
dónde la frontera que te dice
que has dejado de ser
escandalosamente joven
que ahora ya eres joven
a secas
todavía joven
y vas a tener que intentar
comprender algunas cosas
Las cosas que has de comprender
las cosas que todo el mundo entiende
las cosas que se entienden
como cosas normales
Cosas que pasan
y punto
Lo voy a confesar
porque me inquieta
Lo voy a escribir
y voy a decirlo ahora
Aquí
Porque tengo un pánico enfermizo
a escribir después
cosas del tipo
Que la vida iba en serio
quién decide lo que es en serio
y lo que no lo es
La diferencia entre ser joven
y ser escandalosamente joven
Ahora lo sé
La misma diferencia
entre la sospecha de que la llamada vida en serio
no te iba a interesar del todo
y la certeza de que esa vida en serio
no te interesa una mierda
no te interesa una puta mierda
Y nunca te interesará una puta mierda
Diferencia entre ganarse la vida
y vivir la vida
Entre beber la vida
y pasar la vida
O que la vida te pase por encima
o que te joda la vida
o te machaque la vida
Oigo suspirar a mi madre
9

y se me cae el corazón al suelo


Lo voy a decir
Voy a confesarlo
ahora entre amigos
confesar
que tengo un pánico terrible
a envejecer
como envejece un hombre
una mujer
de los que ha vivido en serio.

él Me esfuerzo por comprender


aquellas cosas que me hieren
también las cosas que me hacen respirar
a veces pienso que no voy a vivir eternamente
y se me hace un nudo en la garganta
no lo entiendo pero renuncio a comprender el significado
de la dichosa palabrita
entender, quién entiende algo
me reservo el derecho como hombre
como mujer
a no entender del todo
absolutamente nada
a no entender nada
absolutamente del todo

dos

Habitar tu mirada
aún con el riesgo y la sospecha
de que todo pueda quedar
como materia del olvido
Habitar tu mirada
en esta tarde
y no pensar
en todo lo que amé
en otro tiempo
en todo lo que amé
en tardes como ésta

él Aquí dice: Entender. Comprender, formarse una idea clara de algo.

él Aquí dice: Comprender. Entender, alcanzar, penetrar.

él Mierda de diccionario que regalaban con el periódico.

él ¿Quién encuentra algo?

él Nadie encuentra nada. Ocurre que las cosas suceden. Suceden y punto.
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Para que se me entienda, pongo el ejemplo de los nudos en el


estómago.
O en la garganta.

él Hablamos de lo mismo. Nos entendemos.

él Y en cambio nadie sabe definir muy bien qué coño significa esto.

él Empiezo por intentar comprender las cosas que me hieren.

él Mierda de nudos en la garganta.

él Tengo algo. Creo que tengo algo.


Aquí pone: Comprender. Encontrar justificados o naturales los actos o
sentimientos de otros.

él Entender
comprender
encontrar justificados
o naturales
los actos o sentimientos
de otros
Entender o comprender
quién entiende algo
quién comprende algo

ella Mis padres discutían lo normal, como todas los matrimonios.

ella Nunca me pegaron. Bueno, lo normal: alguna bofetada de vez en cuando. Es


que yo era un verdadero trasto.

ella Mi padre nunca le puso la mano encima a mi madre. A veces, rompía cosas.
No sé: platos, jarrones, una puerta, ese tipo de cosas. En esas
ocasiones, mi madre solía ponerse histérica y llorar. Tampoco era para
tanto: es normal que un hombre con carácter pierda, de vez en cuando,
los nervios. Pero nunca le puso una mano encima.

ella Yo quería estudiar Bellas Artes. Pero mis padres no me dejaron: decían que
era una carrera sin ningún futuro. Así que estudié económicas. Es
normal que se preocuparan por mí: estaba a punto de cometer una
estupidez.

ella A mi madre le descubrieron un cáncer de matriz a los treinta y cinco. Pasó dos
años horribles y luego se murió. Durante ese tiempo, mi padre estuvo
enrollado con mi tía, la hermana de mi madre y no hicieron nada por
ocultarlo. Fue una situación bastante violenta. Pero es normal: un
hombre no puede pasarse dos años sin sexo.

ella A los veinte años quise irme a trabajar a Senegal, con una O.N.G. Al tipo con el
que estaba saliendo no le gustó mucho la idea. Se pasó dos semanas
sin dirigirme la palabra. Cuando lo llamaba por teléfono, sólo me decía
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¿aún no te has ido al Senegal, hija de puta? No me fui a ningún sitio.


Es normal: estaba enamorada.

ella Mi novio quería que nos casáramos. Yo no lo tenía claro. Así que me dejó
embarazada y, entonces, lo tuve bastante más claro. Ahora le quiero
más que nunca. Es normal lo que hizo. Fue su manera de demostrarme
que me amaba.

ella Mi chico nunca me ha levantado una mano. Es verdad que, a veces, rompe
cosas. No sé: botellas, ceniceros, el casco de la moto, ese tipo de
cosas. Pero es normal: lo pongo muy nervioso. No lo hago
intencionadamente. Pero es que se me olvidan las cosas que me dice
que le jode mil que haga.

ella A mi novio no le gusta que vaya los domingos a comer con mis padres. Es
normal: lo trataron del culo cuando nos enrollamos. Mis padres se
cabrean conmigo si no voy y él me manda a la mierda cuando decido ir.
Pero es normal: las relaciones entre suegros y yernos son
complicadísimas, lo sabe todo el mundo.

ella Mi pareja y yo discutimos lo normal, como todas las parejas.

ella Un niño llora a las tres de la mañana. Una cama grande, de dos metros.
Un nórdico azul, a rayas, suave. Tu cuerpo caliente y desnudo. Un beso
largo, mojado. Tu respiración. La noche. Encontrarte en medio de la
noche, entre telarañas de sueños. Tocarte a tientas, tu pecho, tu
espalda, tu columna vertebral. Recibir tus caricias en mis pechos, mis
pezones, mis muslos. Volverme loca, respirar fuerte, respirar en tu boca,
las dos bocas abiertas. Un niño llora. Deslizar mis braguitas entre mis
piernas, quitármelas con los dedos de los pies sin dejar de besarte.
Besarte besarte sin parar mientras un niño llora a las tres de la mañana,
llora, llora desesperadamente. Hacer el amor, tu nariz rozando mi nariz.
Respirar más fuerte, gemir más fuerte porque un niño llora y no para de
llorar. Mirarnos a los ojos, con pena, escuchar. Un niño llora, alguien
grita. Estas putas paredes son de puto papel. Son las tres de la mañana
y un niño pequeño llora, llora como si lo estuvieran torturando. Parar el
movimiento, no me concentro, no puedo, así no. Un portazo seco y el
silencio después. Un abrazo largo, reconfortante. Su silencio, nuestro
silencio. Maldecir al aire, sin concretar. Desasosiego, pena,
incertidumbre. Abrazarnos tal cual. Intentar dormir.

ella Una pareja hace el amor a las tres de la mañana. Una cama prestada,
de alquiler. Una cuna adosada. Llegas sin permiso y me tocas, sin
cariño. Te ofuscas, te enfadas, me obligas a ceder. Me repugna tu olor,
me pincha tu barba mal afeitada, me ahoga tu cuerpo. Intento escapar
de tu boca, al menos de tu boca, no te quiero besar. Lo notas, te
enajenas, despiertas al niño, que llora. Maldigo mi vida, esta ciudad,
este cuarto, la puta vecina que no para de gemir, la muy zorra. Me
aparto de ti, cojo al niño, intento calmarlo, parece que va a ahogarse del
berrinche. Gritas, tiras cosas, montas el numerito de siempre, el niño
llora más y no sé cómo calmarlo. Le canto, le susurro cariños, le hablo
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en lenguaje inventado y entre tus estertores de furia indómita la niñata


ésa que sólo sabe que gemir. Desparramas, se te encharca la boca con
tu mierda, ahí te pudras desgraciado. Te piras con un portazo seco, en
algún momento tenía que acabar. Abrazo a mi niño contra el pecho, se
calma. Le hablo en nuestro lenguaje inventado. Escucho. La de abajo
ha dejado de gemir. Bendigo su suerte. Me abrazo a mi hijo. Intento
dormir.

él Aquí pone: Comprender. Encontrar justificados o naturales los actos o


sentimientos de otros.

él Entender
comprender
encontrar justificados
o naturales
los actos o sentimientos
de otros
Entender o comprender
quién entiende algo
quién comprende algo
Esta mañana de un día cualquiera
salgo a mi jardín
acaricio la cabeza de mi perro
te traigo el desayuno
beso tu boca
te amo
escucho tu respiración
me siento en una hamaca
degusto mi café
Ahora
un rayo de luz sobre mi rostro
ahora
están decapitando a un ingeniero británico
en Iraq.

él Mierda de nudos en la garganta.

él Ocurre que las cosas suceden


Suceden y punto
en esta mañana soleada
en esta mañana
repleta
de cosas que me hacen respirar.

él Me la encuentro una noche. Una de esas noches en que uno se vuelve


para casa. Estoy intentando llegar a casa. Buscando el coche. Andando
de lado. Así, como torcido. Y de repente, pam, aparece. Me pide un
cigarro. Le digo que no llevo. Titubeo. Le digo que no llevo. No se me
ocurre decir nada. Yo pienso. Hoy ha bajado un ángel del cielo a
arreglarme el día. Pequeñita, resultona, monísima. No se me ocurre
decir nada. Hay que reaccionar. Se me ocurre algo. Le digo que
precisamente iba a comprar, en este instante. Que se venga y que le
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doy uno. Hay que probar, no se me ocurre algo mejor. Pero se viene. Se
viene a comprar. No hay ningún sitio abierto. Pienso - mierda, no hay
ningún sitio abierto. Pienso - algo hay que decir, al menos para
mientras, no sé algo original, algo que enganche, algo que le motive a
quedarse o algo así. Lo digo. Pienso - Lo digo ya, qué digo joder qué
coño digo, algo original. Le pregunto - cómo te llamas. Y siento como he
caído en la primera ronda del concurso. Como he fracasado antes de
salir ahí, a concursar. Y se queda. La tía se queda, aún así, se queda. Y
me habla. Y me dice algo. Y después otro algo y muchos algos. Y bla,
bla, bla. Yo pienso - esta tía se debe estar muriendo por fumar. Yo
pienso - esta tía está que se muere por fumar. Yo pienso - no pienses
nada, porque si piensas, la cagas. Y de repente, todo empieza a
conectar. Como conectan las cosas que no tienen mucho sentido. Le
hablo de Rayuela y de los encuentros azarosos. Me habla de Neruda.
Es que a mí me gusta mucho, pero mucho Neruda. Y yo le hablo de
Neruda. Le taladro con Neruda. Me dice -Yo trabajo en una bocatería,
por las noches . Me canta a Sabina. Me encanta Sabina. Y nos dan las
diez y las once y las doce y la una y las dos y las tres hablando de mi
perro y de bocadillos de queso, de las cosas que pasan sin mucho
sentido. Le digo - yo no quiero una reina. Le digo – tú te vas a llamar, a
partir de este momento, ángel que aparece una noche para arreglarme
la vida. Y acabamos en mi casa. A mí estas cosas no me pasan todos
los días. Le digo - me gustas cuando callas y cuando no callas, pero
nunca ausente. Acabamos en mi casa. Estas cosas no pasan a
menudo. Al menos de esta forma. Yo les llamo momentos de luz. O
momentos de felicidad. O momentos que me hacen respirar cuando me
levanto de la cama. O posibles posibilidades imposibles... Quién coño
dice que la vida no es bonita. ¿Quién lo dice?

ella Hablo demasiado de mi padre.

él ¿Quién? ¿Tú?

ella No te burles. Me gustaría odiarlo, pero no sé cómo. Así que me odio a


mí misma, por lo que me recuerdo a él. A mí misma, sí que sé cómo
odiarme.

él Yo hablo demasiado de mi ex . Supongo que porque no sé cómo dejar


de odiarla.

ella ¿La odias?

él Con toda mi alma.

ella ¿Por qué?

él Me dejó.

ella ¿A mí también me odiarás?

él ¿Piensas dejarme?

ella Por ahora no.


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él Pues, por ahora, puedo seguir queriéndote.

ella Mejor así, ¿verdad?

él Mucho mejor.

ella Pero se me hace raro pensar que un día puedas llegar a odiarme.

él Olvídalo: si te odio, ni siquiera te enterarás. Estarás lejos. Y lejos, el


odio ni se oye.

ella ¿Y eso, qué sentido tiene?

él ¿Ha de tener sentido?

ella ¿De qué sirve odiar si la otra persona no se entera? Yo lo intento con mi
padre porque no me gusta terminar llorando cada vez que lo veo.

él No es lo mismo.

ella ¿No?

él Yo la odio para no llorar cuando la veo.

ella ¿Sí?

él Para no llorar cuando pienso en ella.

ella Yo, cuando pienso en mi padre, me pongo muy rabiosa. Luego me


siento culpable. Sé que si lo odiara, no me sentiría culpable. Pero no sé
cómo hacerlo.

él Prueba a olvidarlo.

ella ¿Como tú a tu ex?

él No es lo mismo.

ella ¿No?

él A ella la elegí yo. Nos elegimos los dos. Los padres son impuestos. Si te
joden, puedes olvidarte de ellos.

ella Si te joden, no los olvidas.

él ¿No?

ella Nunca. Por eso, porque te han jodido. Y al joderte, han creado una
especie de vínculo. Un vínculo que no te deja olvidar.

él ¿Y odiándolo, lo olvidarías?

ella Tampoco. El odio hay que alimentarlo cada día. Si no, desaparece.
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él Eso es verdad.

ella ¿Tú lo haces?

él ¿Alimentarlo?

ella Sí.

él Supongo que sí.

ella ¿Y no te cansas?

él ¿De odiarla?

ella De esforzarte por odiarla.

él No es demasiado esfuerzo. Termina siendo casi automático.

ella ¿Aún la quieres?

él Te quiero a ti. A ella, la odio.

ella ¿Me quieres a mí porque la odias a ella?

él No. te quiero a ti porque te quiero. Y punto.

ella Yo también te quiero. Lo sé. Pero si lo odiara a él, todo sería más fácil.

él ¿Por qué?

ella Porque no sé si te quiero porque tú no me haces sentir culpable.

él Eso es enfermizo.

ella Todo es enfermizo. También tu odio es enfermizo.

él Entonces, ¿somos dos enfermos?

ella Menos cuando follamos.

él ¿Sí?

ella Cuando follamos somos nosotros. ¿No te has dado cuenta que el ser
humano no tiene suficiente sangre para regar el cerebro y la polla a la
vez?

él Tú no tienes polla.

ella Sí que la tengo, sólo que es pequeñita y está escondida. También se


pone dura. ¿No te has dado cuenta?

él Creo que sí, pero me gustaría asegurarme.

ella Ahora, ¿verdad?


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él No es mala idea.

ella ¿Por qué los tíos os ponéis calientes con tanta facilidad? Sólo tengo
que decir la palabra bragas para que tu sangre pierda totalmente el
interés por tu cerebro.

él Sólo con decir bragas, ¿eh?

ella Sí.

él Exageras.

ella ¿Tú crees que exagero?

él Estoy seguro.

ella Bueno, pues entonces, voy a cambiármelas. Hace rato que las estoy
mojando y, al principio, la sensación es genial, pero cuando están
empapadas, es un rollo: terminan escociéndote el coño.

él ¿De verdad que estás mojada?

ella Sí.

él ¿Te pone hablar de tu padre?

ella Me pone hablar de tu ex. A veces, te imagino haciéndolo con ella. Y, a


veces, me imagino haciéndolo yo.

él ¿Con ella?

ella Con ella.

él Estamos enfermos hasta follando.

ella ¿Tú crees?

él No lo sé. Pero podríamos comprobarlo.

ella ¿Ahora?

él Ahora. Bueno, si tú quieres.

ella Claro que quiero, idiota.

él Pues perfecto.

ella Una cosa: si mientras lo hacemos, te hablo de mi padre, a lo mejor me


sirve de terapia, ¿no?

él Tía, yo creo que hablas demasiado de tu padre.

ella ¿Quién? ¿Yo?


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ella No te vayas.

él Tengo que ir.

ella Quédate conmigo.

él No. Tengo que ir.

ella Si te vas, a lo mejor me muero...

él No te vas a morir, nadie se muere por eso.

ella No, nadie hasta ahora se ha muerto por eso, pero yo, a lo mejor, me
muero. Es como lo de ser inmortal, quién ha dicho que yo no sea
inmortal. Vale, tenemos la certeza de la muerte, pero sólo hasta que se
demuestre lo contrario. Hasta que no me muera, nadie podrá afirmar
que no soy inmortal A lo mejor lo soy...

él Vale, pues si eres inmortal, no te morirás si me voy,

ella Te he dicho que a lo mejor soy inmortal, no te he dicho que lo sea, y que, a lo
mejor, me muero si te vas, ¿qué dices a eso, eh, listillo?

él Y yo te he dicho que me tengo que ir. Es lo mejor: tengo que hacerlo.

ella No podré soportarlo, a lo mejor lloro mucho, tanto tanto que se me


taponan las fosas nasales con mocos llorones, los ojos con lágrimas, no
veo dónde está nada, no puedo sonarme porque no encuentro papel, y
me muero ahogada entre mocos y lágrimas saladas... ¡Joder! ¿Cómo
puedes desearme una muerte así? ¿Cómo tienes el valor de desearme
una muerte así? Eres un cabrón desconsiderado insensible.

él Pero ¿qué me estás contando? No te ralles por favor, tengo que irme y
lo sabes. Es necesario que me vaya, sabes que es lo mejor.

ella No, eso nunca es lo mejor. Creo que quieres irte para saber si quieres
volver. Ya sé, es eso: tú no estás seguro de nada. Te vas a pirar para
no volver más. Me vas a dejar aquí sola, abandonada, hundida entre
mocos y lágrimas y, a lo mejor, muerta... Y vas a irte así, tan tranquilo,
sin mirar hacia atrás.

él Me estás asustando.

ella Y yo aquí, sola, maldiciendo tu ausencia. Mira, si no consigo morirme,


que sepas que me cortaré las venas, maldito capullo, y así, de paso,
sabré si soy o no soy inmortal. ¿Por qué tienes que irte? ¿Por qué por
qué por qué por qué...?

él ¡Vale ya coño! Me tengo que ir a comprar condones, ¿te acuerdas?


Con-do-nes. Para no tener nenes. Me voy, no tardaré. Son sólo unos
minutos...

ella Lo de los condones va en serio, ¿verdad?

él (Silencio largo) Sí, sí, va en serio.


18

ella Te miro. Te miro sin parar.


Y te oigo. Te oigo perfectamente.
Pero, mira por dónde, dejo de oírte
y me oigo a mi misma:
¿Qué mierda me pasa contigo?
¿De qué coño estoy colgada?
Porque eso es lo peor de todo:
que estoy colgada de ti.
Pero
¿de qué?
No lo entiendo.

ella No lo entiendo.
¿Por qué estas ganas de llorar,
de pedirte perdón
o de meterme en un agujero y no salir
hasta el invierno que viene?
¿Por qué? Si eres tú
quien se está follando a otra,
si eres tú
el que lleva tres meses
contándome películas de que a tus padres
no les gusta
que duermas tantas noches fuera,
si eres tú
el único que ha hablado de fidelidad
y de compromiso.
No te entiendo

ella No te entiendo.
Ya lo sé: ¿quién entiende algo?
Pero es que yo soy idiota, ¿sabes?
Y me creí todo eso de
eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
O no me lo creí, pero
me hubiera encantado
que hubiera sido cierto.
¿Y ahora qué?
¿Es eso lo que has dicho?
Ahora me voy a que me den
por el culo en otro sitio.
Y no es una metáfora:
voy a entrar en un garito
y, al primer tipo que me guste, le voy
a preguntar:
¿te mola el sexo anal?
Y, como va a decir que sí,
le voy a dejar que me folle el culo toda
la noche.
El mismo culo que a ti
no te he dado en estos dos años.
19

Ya sé que no entiendes
la venganza.
Pero no te agobies:
¿no eras tú el que decías:
quién entiende algo?

ella Pongamos por caso que tú y yo, somos infelices, jodidamente infelices.
Pongamos por caso que tú ya no tienes interés en mi persona. Que yo
ya no tengo interés en tu persona. Pongamos por caso que me cepillo
al primero que pillo, y que me da igual que tú lo sepas y que estoy
esperando el momento en que aparezca alguien especial, porque yo ya
no te amo pero reconozco tu especialidad, dentro de ese no amar, y no
te voy a cambiar por cualquiera, ¿vale?. Pongamos por caso que te
hago sufrir, porque a veces se sufre en estos casos. Te hago sufrir
durante un tiempo indeterminado.
Lo vas pillando, ¿no?

él Sí, lo voy pillando.

ella Pongamos por caso que estás al límite, que no puedes más. Que tu
autoestima está por los suelos. Que tú estás por los suelos ¿Qué
haces?

él Te dejo.

ella Repito la pregunta. ¿Qué haces?

él Te dejo. Me considero un tío civilizado. Te dejo y punto.

ella Los países nórdicos.

él ¿Qué pasa con los países nórdicos?

ella Los países nórdicos ostentan el mayor índice de violencia doméstica de


Europa. Los países nórdicos. Lo he leído en el periódico, esta mañana

él ¿Y qué?

ella Países nórdicos. Países supuestamente civilizados. Países


supuestamente muy civilizados. ¿Sabes por qué?

él No, ¿por qué?

ella Día 25 de noviembre de 2004


Me he levantado tarde he salido de casa me he tomado un cortado me
he dicho hoy puede ser un gran día porque todos los días pueden ser
un gran día ahora de camino al trabajo en el coche escucho este Cd ha
salido el sol mi mirada es alegre estoy cantando esta canción muy
fuerte en los semáforos la canto al tipo de al lado pienso escucho canto
esta canción y me detengo sobre el día sobre las cosas pendientes
pienso soy feliz indiscutiblemente y de manera inevitable soy feliz soy
20

libre y no te necesito no necesito a nadie para ser feliz no necesito un


hombro para llorar un hombro pa llorar cuando me siento triste hoy me
voy a querer como nadie ma sabío queré le canto al tipo de al lado en el
semáforo hoy voy a ser la mujé que me dé la gana de sé

ella Día 25 de noviembre de 2004


Me he levantado tarde he salido de casa me he tomado un cortado me
he dicho hoy puede ser un gran día porque todos los días pueden ser
un gran día ahora de camino al trabajo en el coche escucho este Cd ha
salido el sol mi mirada es alegre estoy cantando esta canción muy
fuerte en los semáforos la canto al tipo de al lado pienso escucho canto
esta canción y me detengo sobre el día sobre las cosas pendientes
pienso soy feliz indiscutiblemente y de manera inevitable soy feliz soy
libre y no te necesito no necesito a nadie para ser feliz ni tampoco un
hombro para llorar un hombro pa llorar cuando me siento triste hoy me
voy a querer como nadie m’a sabío queré le canto al tipo de al lado en
el semáforo hoy voy a ser la mujé que me de la gana de sé hoy me voy
a querer yo solita, sola sola sola sola sola sola sola...

él En los países nórdicos hallamos el mayor índice de violencia doméstica de


Europa. Los psicólogos, personas que se dedican a entender por qué
ocurre esto, lo atribuyen a una mayor influencia de la mujer en estos
países sobre los ámbitos de decisión, reflejo de una sociedad moderna
y consecuencia, por tanto de una civilización más avanzada. Ante este
imparable auge de la figura de la mujer, ni por un momento comparable
con sociedades como la española, el hombre va perdiendo
progresivamente su autoestima, hasta niveles tales de indefensión, que
el recurso a la fuerza física, se traduce en único argumento posible que
esgrimir, en situación de conflicto conyugal. De esta manera, hallamos
una explicación a este fenómeno. De esta manera, nos situamos en
posición de entender este fenómeno. En situación de entender este
fenómeno

él Entender.

él Quién entiende algo.

él Entender.

él Formarse una idea clara de algo.

él Comprender.

él Entender, alcanzar, penetrar.

él Encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otros.

él Mierda de diccionario que regalaban con el periódico.

ella La tristeza es un mecanismo inherente al ser humano, forma parte del proceso
de adaptación evolutiva. La tristeza es al bienestar lo que la sensación
21

de hambre a la alimentación. Es la contraprestación necesaria de la


felicidad. Un bebé expresa el amor a su madre mediante la tristeza, la
tristeza estrecha sus lazos. En el momento en que la madre se ausenta
del cuarto, el bebé está triste. Y la madre se alegra. Y lo echará de
menos cuando se haga mayor y se vaya porque lo quiere. La tristeza
compensa el frágil equilibrio de estar vivo. Nos hace sentir la carencia
de aquello que amamos. Si el amor no duele, no es amor.

ella si no he podido creer tu última mentira


y el portazo me ha sonado
a algo ya sabido
si, como siempre has dicho,
el tiempo todo lo destruye
y es estúpido imaginar futuros
si a lo nuestro sólo le faltaba
las firmas en el certificado de defunción
si ahora, por fin, voy a atreverme a regresar
a todo lo que, por ti, dejé olvidado
y a pensar que, otra vez, mi vida es mía
si no me asusta la soledad
ni me asustan las arrugas
si nunca me ha importado
lo que digan los demás
ni lo que los demás anden pensando
si tengo tantas ganas de reír
como de follar a cualquier hora
con cualquier desconocido
si me muero por aprender
por que me aprendan
por jugar, sin sentir que pongo en peligro
el futuro ése en el que decías no creer
y, si deseo meterme, de una vez, en una cama
sin saberme y sin saberte de memoria,
¿por qué se me ha roto el corazón cuando te has ido?

tres

si formamos parte de algo,


¿de qué formamos parte?

ella ¿Jugamos?

él Vale. ¿Quién empieza?

ella Propongo yo y empiezas tú.

él Venga.

ella Cuatro cosas que distancian.


22

él Una pista de alta velocidad desde mi coche rodeado de coches con luces rojas
y blancas que no alcanzo a ver ni por delante ni por detrás, que no
puedo contar, y la ciudad al fondo, lejos. Te toca.

ella Que una dominicana que trabaja doce horas diarias se pase por lo menos once
cantando bachatas, sonriendo y moviendo el culito con gracia.

él Que el mayor deseo de una tercermundista sea chupar pollas primermundistas


con la esperanza de acabar montando una peluquería racial. 500 pollas
= alquiler del local. 1.000 pollas = 2 lavacabezas muy apañaditos. 1.500
pollas = un secador de pie.

ella Mi amiga Sara y yo frente al espejo comparando nuestros cuerpos una vez
más. Mi amiga Sara que me muestra sus pechos recién operados. Los
turgentes pechos de mi amiga Sara que hacen que mis pechos de
veinticuatro años parezcan pequeños y caídos.

él Tus pechos son preciosos.

ella Ya lo sé. Vuelvo a proponer. Cuatro cosas que aterrorizan.

él Que el hombre más poderoso del mundo tarde 10 minutos en reaccionar ante
la invasión de su país.

ella Que la persona que más quieres se transforme en un monstruo, que no le


reconozcas.

él Anos y vaginas desgarrados. La tortura física, la tortura psicológica.

ella El zapato de un niño pequeño al lado de una mina antipersonal. Te toca


proponer.

él Buf! Venga, cuatro cosas que reconfortan. Empiezo yo. Abrazarte,


dormir contigo.

ella Escucharte mientras hablas y hablas y hablas. Desconectar un rato.


Escucharte otra vez.

él Je! Hacerte el amor y liarnos la manta a la cabeza. Hacértelo otra vez.

ella Intentar descifrar las constelaciones de tu espalda. Memorizarlas.

él Te quiero, niña. Propongo: 4 cosas que ponen cachondo. Te toca

ella Dos cuerpos que se rozan semicasualmente en los previos a la


seducción.

él Un ginecólogo que se siente repentina e incontrolablemente excitado al


explorar a una paciente.

ella Las pelis porno de los 80, con las mujeres con los coños sin depilar y los
hombres con los culos peludos.

él Un polvo silencioso en un campo de batalla entre dos desconocidos que se


topan en medio de la noche. Se acabó el juego. Me he puesto
cachondo.
23

ella Somos unos pervertidos.

él No, nosotros no somos los pervertidos. ¿Lo hacemos?

ella ¿Aquí? ¿Ahora?

él Por favor...

ella Pues claro, tonto.

él Soy un tío feliz. Tengo una vida feliz. Tengo un trabajo feliz. Y una mujer feliz.
Con mi felicidad feliz encajo en este mundo. Y quiero que me perdone la
gente infeliz por ser feliz. Y por encajar tan bien en este lugar. No soy
estúpido y pienso en los demás. Sé que podría, perfectamente, haber
nacido en otro lugar y en otra circunstancia. No soy estúpido. Valoro lo
que tengo porque otros no lo tienen. Éste es el llamado concepto de
conciencia social. Tengo conciencia de lo que tengo. Porque otros no lo
tienen. Al menos en otros lugares de la tierra. Como a ti, me gusta
divertirme. Como a ti, me gusta beber, de vez en cuando. Y ver una
película. Y comprarme algo. Como a ti, me gusta echar un polvo, de vez
en cuando, cuando puedo. Como a ti, me gusta quedar con mis amigos
y ponerme hasta el culo. Como a ti me gusta tener dinero. Como a ti,
me gustará tener dinero en el futuro, para que mis hijos, en el caso de
que algún día tenga hijos, puedan permitirse tener todo lo que yo tengo.
Para que puedan permitirse tener la felicidad que yo tengo. Para hacer
todo esto. Para asegurarse la felicidad. Como a ti, me gustará tener más
dinero. Algún día tener más dinero. Para que mis hijos sean igual de
felices que soy yo. Pero más todavía. Para que puedan seguir haciendo
todo esto. Pero la hostia de felices. Hasta que se mueran. Y como tú,
me levanto cada mañana con la felicidad de ser feliz. Me jode que
alguno de los factores de mi felicidad se vea alterados, porque,
entonces, ya no puedo ser absolutamente, jodidamente y radicalmente
feliz. Esto es fácil de entender. Es por esto, que todo el mundo me ha
entendido. O eso espero yo. Y a quien le parezca mal, que se vaya a la
mierda.
Como tú,
yo también,
como tú
a veces sueño
únicamente
cuando los ojos se me cierran.

ella Subir a un bus. No ceder el asiento ni de coña estoy cansada. 95


céntimos de euro.

Comprarme ropa, colonia, pendientes, crema corporal, zapatillas para


cada día de la semana, tele con pantalla de plasma, muebles de ikea
más viaje a Barcelona que en Valencia no hay. 785 euros.
24

Beber refrescos de cola (pasando de hacer publi) hamburguesas, pizzas


y perritos. 28 euros.

Drogarme hasta las cejas más entradas a locales. 100 euros la noche,
flipas.

Ver las noticias. No ponerme a llorar o hacerme misionera, o de una


ONG, o asesina de bushesazanarespinochtesputins. No tiene precio.

Atiborrarme en Navidad, aunque sin vomitar como los griegos, lo que


sobra pa’ los gatos basureros. 127 euros.

Mandar mensajes para que tiren al freak de turno más t. q yolanda. 90


céntimos de euro en letra pequeñita.

Comprar un regalo en el último momento porque toca. 15 euros, y va


que se mata.

Apuntarte a clases de yoga, tai-chi, danza del vientre para salir del
estrés. 55 euros mes.

Pagar el tratamiento del loquero, más pastillas para activar y pastillas


para relajar, 300 euros mes. Qué tangazo, debería irme a vivir al campo.

Contribuir con la desidia, la dejadez, el mañana lo intento, la dispersión,


el olvido, la mirada acostumbrada. Asentir con el silencio. No tiene
precio.

Y después esta mala conciencia que no me deja dormir, no me deja


dormir, no me deja dormir.

¿Para todo lo demás, mastercard?

ella Vamos a intentar hacer una lista. A bote pronto


una lista, de las cosas normales
Para no preocuparme
Para que no me inquiete nada
que pueda considerarse natural
Para no ser acusado de desviación
o de locura
o de estrechez mental
o de no vivir en la tierra
o de no querer vivir en la tierra
o de yo que coño sé.
Esto es un juego o una prueba. Estamos probando. Se aceptan las
estupideces. Dentro de una normalidad adecuada a este espacio y a
estos oyentes.

ella Es normal nacer, crecer, reproducirse y finalmente morir.

ella Es normal amar. Enamorarse. Porque parece ser que venimos a


25

dejarnos querer.

ella Y a querer.

ella Es normal haber sentido que te amaba eternamente. Que se me quedaba el


corazón en los huesos. Es normal sentir cómo te ibas alejando, cada
vez más alejando, hasta notar cómo la vida se me iba, a cada golpe un
poco más. Es normal haber sentido ese dolor profundo en las entrañas
y sobrevivir y echar a andar y caminar de nuevo y eternamente amar
una vez más, a un cuerpo nuevo y haber sentido tentación de
reproducirme, incluso, y de morir por ti, si es que este gesto pudiera
tener algún valor en estos días.

ella Es normal morir. Antes o después, morir.

ella Morir antes, dependiendo de dónde hayas nacido. Sólo dios sabe cuando te
llegará la hora. Esto dice mi abuela, que pronto cumplirá 93. Sólo dios
sabe cuándo morirá mi abuela. Y en cambio todos sabemos cuando
morirán los que mueren antes, los que jamás morirán de amor, los que
nacieron en algún lugar, al otro lado, para finalmente morir en la primera
edición del telediario.

ella Es normal morir de hambre.

ella O morir de catástrofe natural.

ella Porque lo natural es que si vives en Haití, tu casa sea una puta mierda y
no soporte un huracán.

ella Bautizado con el nombre de un hombre o de una mujer.


ella Es normal morir a pedradas. Porque eres mujer y hay cosas que no
debieras haber hecho en Nigeria.

ella Es perfectamente normal morir de sida. Contagiarse de sida antes de


nacer. Millones de niños condenados antes de nacer ¿Quién sabe
cuántos, condenados incluso antes de nacer?

ella Sólo dios.

ella Y las grandes farmacéuticas.

ella Mierda de globalización.

ella Quien mucho abarca, poco aprieta.

ella ¿Y eso?

ella No sé: son cosas que se me ocurren, así, a bote pronto. Qué pasa. Un
refrán, es un refrán...

ella Ah, bueno. ¿Alguien más?

él Yo sé uno.

ella Ese tío que se calle.


26

él Qué pasa.

ella Vale, dilo.

él A quien madruga, dios le ayuda.

ella Con un trabajo digno, durante toda su vida, hasta el momento de morir.

ella Trabaja dignamente y después muérete. Con la tranquila conciencia de


haber sido útil.

ella La suma de la utilidad de todas las personas de todas las épocas está
plenamente contenida en el mundo tal como es hoy.

ella De lo que se deriva: Nada es más moral que ser inútil. Milan Kundera.

ella El amor es una condición esencial del ser humano.

ella El amor es el motor que mueve el mundo. El mundo tal como es hoy.

ella Me reservo el derecho a no entender absolutamente nada.

ella Y yo.

él Y yo.

ella Y yo.

ella Y yo.

él Y yo.

ella ¿Alguno más?

él No desearás a la mujer de tu prójimo.

ella No, es: la mujer de tu prójimo no deseará tu cuerpo. Ni por un instante.

ella A riesgo de que tu prójimo decida correrla a hostias, una mañana


soleada de un día cualquiera.

ella Entender.
¿Quién entiende algo?

cuatro

A lo mejor me lo merezco,
(Alejandro Sanz)
27

ella Después de abrir la persiana aparece el olor, siempre el mismo olor, ácido y
dulzón. Luego todo se repite: las mismas baldosas, la misma luz, la
misma silla donde dejaré mi bolso. Me recojo el pelo, órdenes de arriba,
cuestión de higiene, me pongo el delantal. Enciendo la plancha, veamos
si hay suerte hoy con la cerilla. Giro el botón de la tostadora. Saco los
ingredientes, los coloco por orden, cada uno en su preciso lugar,
compruebo que todos los recipientes estén limpios y aseados. Las
tapas las tiro a lavar, enciendo el lavavajillas, hago la acción que
repetiré aproximadamente unas cincuenta veces esta noche. ¡Ah! El
extractor, siempre se me olvida el extractor, qué cabeza la mía, debo
encenderlo rápidamente o se llenará la cocina de humo. Destapo las
aceitunas, coloco los platitos de los panes, los de las ensaladas, los
cuchillos de los postres, las pinzas en cada ingrediente y las cucharas
para las salsas.
Con suerte hoy llega Toni unos minutos antes de su jornada laboral a tomarse
su café y fumarse su cigarro nobel. Toni trae alegría al local, una alegría
rutinaria que sobrepasa cualquier lógica. Siempre está fresco Toni,
como recién duchado, aunque no haya dormido nada o esté triste. Me
pregunto cómo conseguirá estar siempre tan fresco Toni, porque a mí
se me nota todo en la cara, hasta la indiferencia. Y ya llegó la hora de
que Toni empiece su jornada, así que pasa dentro de la barra, se coloca
el delantal y se prepara para la acción, y como esta barra es tan
pequeña me acerco a él por la espalda y lo huelo de soslayo, sin que
nadie se entere, sin que se entere él siquiera. Y es que Toni huele muy
bien y me saca de este olor amargo y dulzón y me trae sensaciones de
aire fresco, de ducha, de calle, de felicidad? Y aparco estos
pensamientos porque viene la faena, y nuestra eficiencia no puede
quedar en entredicho y hay que organizarse, porque se trata de hacer
más de una cosa al mismo tiempo, de programarse bien, calentar los
panes antes de nada, mientras tanto servir las ensaladas y después
colocar los ingredientes con rigor y gracia, con la cantidad exacta. Y
servimos algún postre y se acaba la mermelada de arándanos y voy a la
despensa a por un bote. Y no lo puedo abrir. Y lo intento pero no lo
puedo abrir. Y me rindo y se lo paso a Toni. Y bromeo con él y le digo
que para lo único que necesito un hombre es para abrir un bote de
mermelada. Que voy a pensar sobre ello, mejor que voy a escribir un
texto sobre ello. Y nos reímos y hablamos de proyectos y calentamos
aceite para freír los lomos.
La faena aumenta, el local está lleno de gente. Toni y yo forzamos
nuestra máquina, eficientes hasta el final, sin estresarse y descontrolar,
los bocatas saldrán cuando tengan que salir. Y ante el caos, coreamos
nuestro lema de soslayo, siempre de soslayo, por lo bajini, nos
comunicamos bien, esto va a servir para algo, seremos recompensados,
esto es transitorio. Y nos reímos ante el estrés, y seguimos hablando
de nuestras cosas entre panes, sobrasada y mojama en aceite.
Y en la nota colgada aparece mi bocata favorito, el Q6. Y Toni me cede
el bocata porque sabe que es mi favorito. Y coloco el tomate rojo en un
lado del pan y el aguacate verde en el otro, y después el queso fresco
en finas lonchas y el champi. Y mi bocata favorito está listo y lleno de
color, preparado con amor, con mucho amor y un gran sentido de la
estética. Y de pronto aparece otra nota con nada más y nada menos
28

que seis de mis bocatas favoritos, y Toni me enseña la nota con una
sonrisa de postal, como ofreciendo el mejor regalo. Pero algo sucede y
el olor ácido y dulzón se empieza a hacer insoportable, y el aire está
viciado. Y me invade una sensación de pena profunda y de terror. Y
miro hacia la nota, y pienso que mi mayor alegría no debería ser una
nota con seis Q6. Y una lágrima resbala por mi mejilla, y otra y luego
otra y empiezo a llorar descontroladamente y no sé qué hacer porque
no puedo parar. Toni se ha dado cuenta y me mira preocupado y yo
intento disimular pero no puedo. Me escondo detrás de la sandwichera y
mis lágrimas caen sobre la plancha caliente y hago bocatas sin parar
para ver si me calmo, eficiente hasta el final, y me amarro a Toni por
detrás para oler su olor fresco, para huir del ácido y dulzón, del viciado,
y lo miro a los ojos fuerte diciéndole que estoy bien, que ya se pasa, y él
se preocupa y me dice que lo deje y me corea el lema por detrás, de
soslayo, siempre de soslayo, esto va a servir para algo, seremos
recompensados, esto es transitorio. Y no puedo dejar de llorar y un
cliente se acerca y me dice que sonría, que estoy más guapa cuando
sonrío, que preparo los mejores Q6 porque los hago con amor. Y lloro
todavía más, mientras me río y lloro y mojo los panes y los ingredientes
y la camisa de Toni que ya no sabe qué hacer.
Tocan las doce, es la hora de salir, se acabó mi jornada laboral. Recojo
mis cosas rápidamente, le doy un beso dulce a Toni y le mojo la mejilla
con mis lágrimas. En un gesto generoso Toni se chupa la mejilla, se
bebe mis lágrimas. Nos miramos a los ojos, no hablamos, nos
comunicamos bien. Salgo a la calle, respiro el aire fresco, me calmo.
Pienso con ilusión que esa noche voy a escribir un texto sobre la
mermelada y los hombres. Que mañana se lo pasaré a Toni a ver qué le
parece. Que Toni y yo haremos grandes cosas, grandes proyectos.
Sonrío de soslayo, siempre de soslayo. Doy un patadita a una colilla
que hay en el suelo. Camino por las calles.

él o ella Me pregunto a partir de qué momento


las cosas comienzan a instalarse en la memoria
Me pregunto quién decide cuándo las cosas comienzan a pasar a ser
memoria
Entro en una cafetería y me tropiezo con un tipo que andaba hacia atrás
Hacia atrás andando en la cafetería
Me pregunto a partir de qué momento exacto, comienzo a destruir las
cosas que recuerdo
Te pregunto: ¿A partir de qué instante dejaste de recordar?
Y te imagino andando hacia atrás
mientras me dices algo en la distancia
Y no oigo absolutamente nada
no entiendo absolutamente nada
Te grito: ¿Había algo que entender?
Y después la estupidez del eco en el vacío
Y todo empieza a borrarse lentamente
Borrarse
lentamente
las miradas
los gestos
la razón por la que dije esto o aquello
la razón en suma
29

Empiezo a imaginar
a tres mil millones de personas a la vez
caminando hacia atrás
Y después la palabra hecha eco
la palabra borrada lentamente
la palabra olvidada
la palabra repetida
una y otra vez
La humanidad entera caminando hacia atrás
Os pregunto: ¿A partir de qué momento dejamos de preguntarnos?

Va a llegar el momento
de sentar la cabeza
de relajar el cuello
Y sentar la cabeza
y comenzar a crecer
con la cabeza en el culo
!Que os follen a todos!

valencia y la cañada . diciembre 2004

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