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Empecemos por definir qué es la ‘Mediación’ en sí, y para ello vayamos un paso atrás,
al ‘conflicto’, parte inherente de las relaciones interpersonales; sean éstas del tipo que
sean, a veces en ellas surgen nudos en los que cada parte necesita (o así lo cree) tirar de
un lado, por sus propias razones, en pugna por el objeto de conflicto. En esa pugna hay
ocasiones en que no se encuentra una fácil solución y para ayudar a encontrarla y dar
una evolución satisfactoria a la situación para ambas partes surge la ‘mediación’.
El/La Mediador/a, como figura que hace las labores de la Mediación, ha existido a lo
largo de la Historia y en todo el mundo, pero es en nuestra Historia reciente, a partir de
1970, cuando toma una forma más concreta y se empieza a sistematizar y
profesionalizar.
Zeigler (1) define la ‘mediación’ como un ‘proceso por el cual las partes de un conflicto
se comunican con ayuda y guía de un mediador neutral con el objeto de finalizar su
conflicto’. Josep Redorta, en su definición de Mediación (2) habla también factores
estructurales o de método: ‘Decimos ahora mediación para referirnos a un conjunto de
procesos estudiados y formalizados que sirven para resolver conflictos a partir de la
incorporación de terceros ajenos a ese conflicto con un rol imparcial y neutral’.
El método para resolver conflictos más formal lo tenemos en los procesos judiciales,
con sus complicaciones implícitas: coste económico, lentitud, riesgo _o se gana o se
pierde_, deterioro de la relación entre las partes, etc…, pero para resolver conflictos, y
es lo que nos ocupa, hay ‘otros’ métodos, Métodos Alternativos de Resolución de
Conflictos (en adelante ADR, por sus siglas en inglés) que reportan a la sociedad
enormes ventajas, incluyendo para el Sistema Judicial, descargándolo y pudiéndose
hacer uso de él cuando no haya otra solución (3).
Partiendo de estos principios y ya que la sociedad es bien diversa, con sus contextos y
sus características y necesidades, hablemos (4) de los ámbitos en los que se utiliza, del
tipo de Mediación que se ocupa de cada ámbito y de las funciones que realiza en ellos:
. Mediación Laboral: se da tanto entre iguales como ante la autoridad laboral y alivia el
clima de hostilidad, aproximando intereses y posiciones.
. Mediación Familiar: ayuda a resolver separaciones, divorcios, custodias, herencias,
problemas generacionales… mejorando la convivencia, incorporando respeto,
colaboración, equilibrio y utilidad para todos.
. Mediación Escolar: se suele dar entre iguales _haciendo en ocasiones las veces de
‘mediador/a’ un/a alumno/a_, aunque también puede usarse entre alumnado y
profesorado, familia y profesorado o entre el mismo profesorado. Ayuda a resolver
malentendidos, agresividad verbal y física, exclusión social… promocionando la
Educación para la Paz, la Cultura del Diálogo, la responsabilidad…
. Mediación Intercultural: en un ámbito de multiculturalidad significativa, el/la
mediador/a es un ‘intérprete’ entre una determinada población inmigrante e
Instituciones o entidades, entre una población inmigrante y la población autóctona, o
incluso entre la propia población inmigrante… facilitando la mutua comprensión de
códigos culturales, y así ayudando a ‘acercarse, conocerse y relacionarse’, ayudando a
solucionar conflictos y también, muy importante, previniéndolos.
. Mediación en el ámbito de la salud: Ayudando a resolver incidencias en cuanto a
negligencias médicas, faltas de servicio…
Hay numerosos ámbitos más en los que se utiliza la Mediación, utilizándose como
procesos la Mediación en el Comercio, en el Derecho Administrativo, la Comercial, la
Internacional, en el Consumo, en materias Medioambientales…
Los conflictos que se pueden dar en este ámbito son de dos niveles: privado, cuando el
contexto es privado, pongamos por caso, una comunidad de vecinos (ej: un vecino
necesita un ascensor y otros no quieren/pueden asumir ese gasto), y público: cuando el
contexto es público, ya sea urbano o rural (ej: un grupo de teatro y un equipo de futbol
quieran utilizar la misma plaza los mismos días a la misma hora).
La Mediación ayuda a través de sus valores a llegar a un acuerdo que ambas partes
consideran satisfactorio, y también a que a partir de entonces la relación entre ellas se
vea no sólo restablecida sino también fortalecida, así como que sirvan en esencia de
ejemplo a seguir para las partes y para el resto de la comunidad en el arreglo de futuros
desencuentros.
Con el calado de los valores de la Mediación en todos y cada uno de los ámbitos en que
se desarrolla estamos hablando de la promoción y asimilación social de la Cultura de la
Mediación, mejorando en gran medida la comunicación, el respeto y el apoyo mutuo, la
empatía, la convivencia entre las personas y la Paz.
Hablemos primero del Modelo de Harvard: Fisher y Ury crearon un modelo del que
podemos usar herramientas sumamente útiles para la Mediación Comunitaria:
En este modelo se tienen en cuenta numerosos aspectos que entran en juego (las
habilidades de cada parte, sus actos, sus recursos, las alternativas que se tienen con
respecto al conflicto, la toma de decisiones… ) y se va a ayudar a gestionarlos por el/la
Mediador/a a través de dos categorías fundamentales: la revalorización y el
reconocimiento; a través de la revalorización, la persona que media ayudará a reforzar,
en sentido positivo, la conciencia de los aspectos citados en relación a uno/a mismo/a y,
de igual manera, en relación a la otra parte, de modo que las capacidades para
solucionar el conflicto aumentan. A través de la revalorización, las partes llegan al
reconocimiento, siendo más capaces de ‘reconocer y mostrarse mutuamente sensibles a
las cualidades humanas comunes del otro’, así como a la situación de conflicto,
asumiendo la propia responsabilidad en la situación y la de la otra parte. Mejorándose la
relación entre las partes es más factible el acuerdo entre ambas, siendo estos dos
aspectos los objetivos de este modelo de Mediación Comunitaria, considerándolos
partes indisolubles de un todo.
Después de haberse reunido con ambas partes, la persona que media construirá, sóla o
con su equipo, con toda la información, un nuevo relato de la situación, que más tarde,
en una reunión de las tres partes, compartirá con las dos partes, escuchando sus puntos
de vista acerca de la nueva historia (coincidencias, divergencias, aportaciones…). El
resultado será, en esa misma reunión, la creación conjunta de otra nueva historia, ya
cocreada, que satisfaga a las partes en conflicto.
Considero que es un método de gran utilidad: cuando una persona crea una historia, la
siente del todo suya pero a la vez puede ver claramente su mecanismo desde fuera; estos
dos aspectos propios de la creación de ficción, que se utilizan en Psicología, campo del
que viene este modelo, me parecen muy eficaces y sutiles para la Mediación
Comunitaria, porque el distanciamiento natural de la ficción puede ayudar a relativizar y
lubricar los desencuentros, y el hecho de ser una creación de las dos partes puede ayudar
a asumir la responsabilidad y el compromiso interno con la nueva situación.
(1) J.K. ‘ZIG’ ZEIGLER Jr., The Mediation Kit: Tools to solve Disputes’
(2) https://revistademediacion.com/articulos/entorno-de-los-metodos-alternativos-de-solucion-de-conflictos/
(3) https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4182033.pdf
(4) https://aulavirtual37.educa.madrid.org/ies.nuevoalcorcon.alcorcon/mod/resource/view.php?id=52781
(5) https://mediacionesjusticia.files.wordpress.com/2013/04/gimenez_modelos-demediacion.pdf