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ÍNDICE

Presentación [5]

PRIMERA PARTE
COMPRENDIENDO LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL

La mediación social (Jean-Marie Petitclerc) [11]

1. ¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN? [11]. 1.1 La interposición de una tercera persona imparcial [11]. 1.2 El
espíritu de la mediación [12]. 1.3 Mediación en sentido estricto y en sentido amplio [13]. 2. LA
MEDIACIÓN SOCIAL [13]. 2.1 Las mediaciones social e institucional [14]. 2.2 Un nuevo modo
operativo [15]. 3. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA CIUDADANÍA [16]. 4. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA
EDUCACIÓN [18]. 5. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA PREVENCIÓN [19]. 5.1 Las prevenciones
persuasiva y disuasiva [19]. 5.2 La mediación social en tiempos de crisis [20].

La mediación: porqué, cómo, quién (Graziella Favaro) [23]

1. MEDIACIÓN: UNA RESPUESTA A LA COMPLEJIDAD SOCIAL [23]. 2. UN CONCEPTO PLURAL


PARA TAREAS DISTINTAS [25]. 3. EL “ESPACIO” OCUPADO POR EL MEDIADOR: ¿JUNTO AL
USUARIO?, ¿JUNTO AL AGENTE?, ¿EN MEDIO DE AMBOS? [26]. 4. LOS NOMBRES DEL
MEDIADOR [28]. 5. REFERENCIAS Y DIFERENCIAS CULTURALES A COMPARAR [29]. 6.
EXPERIENCIAS DE MEDIACIÓN EN OTROS PAÍSES: EL CASO FRANCÉS [31]. BIBLIOGRÁFíA
[35].

Planteamiento teórico sobre Mediación Intercultural (Marco MARTINIELLO) [37]

1. HACIA UNA DEFINICIÓN DE LA MEDIACIÓN [37]. 2. LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL [40]. 2.1


Consideraciones sobre la noción de “intercultural” [41]. 2.2 Competencias y funciones del mediador
intercultural [42]. 2.3 La experiencia de las mediadoras socioculturales (mujeres-enlace) en Francia
[44]. 2.4 La experiencia del Municipio de Saint-Fons [46]. 3. CUESTIONES RECURRENTES
RELATIVAS A LAS PRÁCTICAS DE MEDIACIÓN INTERCULTURAL EN BÉLGICA Y EN FRANCIA
[47]. 3.1 La cuestión de la independencia de los mediadores [47]. 3.2 Estatuto, profesionalización y
formación de los mediadores [48]. 3.3 Neutralidad [50]. 3.4 La cuestión de la pertenencia étnica de los
mediadores [52]. 3.5 Peligros de desnaturalización de la mediación [53]. 3.6 Relaciones entre
mediación e interpretación [54]. 3.7 Mediación intercultural en el trabajo social [54]. BIBLIOGRAFÍA
[56].

La naturaleza de la mediación intercultural (Carlos Giménez Romero) [59]

INTRODUCCIÓN [59]. 1. VINO NUEVO EN ODRE VIEJO [59]. 1.1 Antigüedad y novedad de la
intermediación cultural [59]. 1.2 Proliferación de iniciativas en relación a la comunidades migrantes
[60]. 1.2.1 Experiencias en Europa [60]. 1.2.2 El caso español [61]. 2. DE LA MULTICULTURALIDAD
A LA NECESIDAD DE MEDIACIÓN [62]. 2.1 Relaciones interétnicas o situaciones de
multiculturalidad significativa [62]. 2.1.1 Diversidad de situaciones [63]. Según los actores
involucrados [63]. Según el tipo de relación establecida [65]. Según los contextos [65]. 2.2 Retos
específicos en situaciones de multiculturalidad [65]. 2.3 La necesidad de intermediación [66]. 3.
CARACTERIZACIÓN DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL [66]. 3.1 Una definición de partida [67].
3.2 Sobre mediación y conflicto. ¿Se remite siempre la mediación intercultural al conflicto interétnico o
multicultural? [68]. 3.3 La mediación intercultural como modalidad de mediación [69]. 3.4 La
especificidad de la mediación intercultural [71]. 3.4.1 La naturaleza etnoculturalmente diferenciada de
las partes involucradas [72]. 3.4.2 La incidencia de la diferenciación etnocultural en la relación
existente entre las partes [72]. 3.4.3 La relevancia del bagaje cultural del mediador [73]. 3.5 La
interculturalidad como objetivo [73]. 3.6 Ventajas y desventajas de la mediación intercultural [74].

2
3.6.1 Las luces de la mediación intercultural [74]. 3.6.2 Las sombras de la mediación intercultural [75].
BIBLIOGRAFÍA [76].

Mediación intercultural en sociedades multiculturales: hacia una nueva


conceptualización (F. Javier García Castaño y Cristina Barragán Ruiz-Matas) [79]

INTRODUCCIÓN [79]. 1. HACIA UN ACUERDO SOBRE EL CONCEPTO DE MEDIACIÓN


INTERCULTURAL [80]. 2. DEL MEDIADOR (TRES) A LA MEDIACIÓN (DOS) [84]. 3. DIVERSIDAD
CULTURAL, CULTURA E INTERCULTURALIDAD EN LA BASE DE LA MEDIACIÓN [86].
BIBLIOGRAFÍA [89].

Mediación. Una revisión actual y un desarrollo teórico (James A. Wall, John B. Stark y
Retta L. Standifer) [91]

1. EL PARADIGMA DE LA MEDIACIÓN [91]. 2. LOS DETERMINANTES DE LA MEDIACIÓN [92]. 2.1


Desarrollo de la teoría [94]. 3. MEDIACIÓN PER SE [95]. 4. APROXIMACIONES [96]. 5.
DETERMINANTES DE LA APROXIMACIÓN DE LOS MEDIADORES [97]. 5.1 Factores
medioambientales [97]. 5.2 Efectos de los mediadores [98]. 5.3 Efectos de los disputantes [98]. 5.4
Desarrollo teórico [98]. 6. RESULTADOS DE LA MEDIACIÓN [100]. 6.1 Resultados agregados [100].
6.2 Resultados de técnicas específicas [103]. 6.3 Determinantes de los resultados [103]. 6.4
Desarrollo teórico [104]. DISCUSIÓN [105]. BIBLIOGRAFÍA [107].

Modelos de mediación y su aplicación en mediación intercultural (Carlos Giménez


Romero) [115]

INTRODUCCIÓN [115]. 1. EL MODELO DE HARVARD Y LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL [117]. 1.2


El programa sobre negociación de la Universidad de Harvard [117]. 1.2 El método Fisher-Ury [117].
Separar a las personas del problema [117]. Centrarse en los intereses, no en las posiciones [118].
Inventar opciones en beneficio mutuo [119]. Insistir en utilizar criterios objetivos [119]. 1.3 Aplicación a la
mediación intercultural [119]. Criticas al modelo y matizaciones desde la mediación intercultural [119].
1.4 Síntesis sobre su utilidad y aplicación en mediación intercultural [121]. 2. EL MODELO
TRASFORMATIVO Y SU APLICACIÓN EN LA PERSPECTIVA INTERCULTURAL [122]. 2.1 El conflicto
como oportunidad de crecimiento y la transformación de la relación como objetivo [123]. 2.2
Revalorización y mediación intercultural [124]. 2.2.1 La traducción del término [124]. 2.2.2 La noción y el
significado de revalorización [124]. 2.2.3 Revalorización por referencia a las metas [125]. Comentario
desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural [125]. Aplicación al caso [125]. 2.2.4
Revalorización de las alternativas [126]. Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social
intercultural [126]. Aplicación al caso [126]. 2.2.5 Revalorización de las habilidades [126]. Comentario
desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural [126]. Aplicación al caso [127]. 2.2.6
Revalorización de los recursos [127]. Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social
intercultural [127]. Aplicación al caso [128]. 2.2.7 Revalorización con respecto a la decisión [128].
Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural [128]. Aplicación al caso
[128]. 2.3 Reconocimiento y mediación intercultural [129]. 2.3.1 Noción y significado de reconocimiento
[129]. 2.3.2 Consideración del reconocimiento [129]. Comentario desde las relaciones interétnicas y
mediación social intercultural [130]. 2.3.3 Deseo de otorgar reconocimiento [130]. Comentario desde las
relaciones interétnicas y mediación social intercultural [130]. 2.3.4 Otorgar reconocimiento en el
pensamiento [130]. Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural [131].
2.3.5 Otorgar reconocimiento verbal [131]. Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación
social intercultural [131]. 2.3.6 Otorgar reconocimiento en actos [131]. Comentario desde las relaciones
interétnicas y mediación social intercultural [132]. Aplicación al caso: comentario general [132]. 2.4 El
proceso de mediación o la ruta transformadora [132]. 2.5 La utilidad de la metodología transformativa en
mediación intercultural [133]. 3. EL MODELO CIRCULAR-NARRATIVO Y LA MEDIACIÓN
INTERCULTURAL [134]. 3.1 Fundamentos teóricos y conceptuales [134]. 3.2 El método: rasgos y fases
[135]. 3.2.1 Rasgos caracterizadores [135]. 3.2.2 Fases del proceso de mediación en el modelo narrativo
[137]. 3.3 Interés y potencialidad del modelo circular-narrativo en mediación intercultural [138]. A MODO
DE CONCLUSIÓN [139]. BIBLIOGRAFÍA. [140].

3
Poniendo paz en la habitación: las cualidades personales del mediador y su impacto en
la mediación (Daniel Bowling y David Hoffman) [145]

1. PONIENDO PAZ EN LA HABITACIÓN [146]. 2. TRES “ESTADIOS” DE DESARROLLO [146]. 3.


CUALIDADES PERSONALES DEL MEDIADOR [148]. 4. LA “PRESENCIA” DEL MEDIADOR [150]. 5.
INFLUENCIAS SUTILES [152]. 6. LAS NUEVAS CIENCIAS [155]. 7. IMPLICACIONES PARA LA
PRÁCTICA DE LA MEDIACIÓN [160]. CONCLUSIÓN [164]. BIBLIOGRAFÍA [165].

Planteamiento multifactorial para la mediación e intervención en contextos


multiculturales: una propuesta metodológica de superación del culturalismo (Carlos
Giménez Romero) [167]

INTRODUCCIÓN [167]. 1. UN CASO DE MEDIACIÓN INTERCULTURAL [169]. 1.1 Situación de


partida: la demanda de “la usuaria” [169] 1.2 La situación familiar: la información que afloró más tarde
[170]. 1.3 Breve comentario inicial [171]. 2. TIPOLOGÍA DE FACTORES [171]. 2.1 Factores
personales o idiosincrásicos [173]. 2.2 Factores situacionales [177]. 2.3 Factores culturales [181]. 3.
SOBRE EL MANEJO PRÁCTICO DEL PLANTEAMIENTO MULTIFACTORIAL [183]. BIBLIOGRAFÍA
[186].

SEGUNDA PARTE
CONSTRUYENDO LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL

Perfil del mediador o mediadora intercultural (F. Javier García, Antolín Granados y
Raquel Martínez) [189]

PRESENTACIÓN [189]. 1. APROXIMACIONES CONCEPTUALES A LA MEDIACIÓN


INTERCULTURAL [190]. 2. LAS FUENTES DE INFORMACIÓN PARA LA DELIMITACIÓN DEL
PERFIL DEL MEDIADOR Y MEDIADORA INTERCULTURAL [194]. 2.1 La formación en mediación
intercultural [194]. 2.2 Características y competencias del mediador y mediadora intercultural [216].
2.2.1 Sobre las competencias lingüísticas en la mediación intercultural [220]. 2.2.2 Ser extranjero o
extranjera y ser mediador o mediadora [221]. 2.2.3 Neutralidad e imparcialidad: ¿cómo competencia,
cómo principio o cómo método? [221]. 2.2.4 La formación del mediador o mediadora intercultural y su
capacitación en habilidades y características personales [224]. 2.2.5 El trabajo en mediación con
otros mediadores y mediadoras: grupos de control [228]. 2.3 Funciones del mediador y mediadora
intercultural [229]. 3. PERFIL DEL MEDIADOR Y MEDIADORA INTERCULTURAL [235]. 3.1 Del perfil
a la profesión [237]. 3.2 La mediación intercultural y el posible intromisión en otras profesiones [238].
3.3 La delimitación del ejercicio de la mediación y de la profesión de mediador y mediadora
intercultural [239]. 3.4 La construcción de una sólida formación para poder ejercer la mediación
intercultural [240]. BIBLIOGRAFÍA [241]

4
PRESENTACIÓN

El volumen que el lector tiene en sus manos pretende responder con cierta fidelidad al
título del mismo. Se trata de un conjunto de escritos que pretenden servir como
“lecturas para la mediación intercultural”. Lecturas para aproximarse a este nuevo
concepto que venimos nombrado como una posible forma de tratar con el otro
(habitualmente y entre nosotros con el inmigrante extranjero); lecturas para el
profesional que pretende dedicarse al trabajo en mediación intercultural y esta
necesitado de formación; y, sobre todo, lecturas para aportar algo al debate que
permita dibujar, sin cerrar, lo que podría ser el llamado perfil del mediador o mediadora
intercultural.

Este conjunto de trabajos pretenden, por tanto, mostrar las formas de pensar la
mediación y la formas de actuar en la mediación y por ello se aproxima de una manera
global a la misma para terminar descendiendo sobre lo que conocemos como la
mediación intercultural. Se presentan los discursos sobre la mediación intercultural en
la primera parte y, en la segunda parte, las prácticas de la mediación intercultural. De
esta manera caminamos desde cómo se piensa la mediación intercultural hasta cómo
se construye dicha actividad en un sentido profesional.

El conjunto de los textos de la primera parte se han organizado en tres grandes


apartados que tratan de dar coherencia al todo agrupado a partir de la individualidad de
cada capítulo. En el primer apartado reunimos cuatro textos que tratan de definirnos
qué es eso que ahora denominamos mediación y mediación intercultural. Su
producción en contexto europeos diferentes (Bélgica, Italia y España) nos puede
ayudar a comprender proximidades, lejanías y diferencias cuando tratamos de
comprender la mediación intercultural:

• El texto de Petitclerc habla de mediación social y la define como un proceso de


creación y de reparación del vínculo social y de resolución de los conflictos de la
vida cotidiana entre parte en el que un tercero imparcial e independiente procura, por
medio de la organización de intercambios entre las personas o las situaciones,
ayudarles a mejorar una relación o solucionar un conflicto que les opone. En tal
definición se ponen en juego, reconoce el autor, tres factores: comunicación,
prevención de los conflictos y regulación de los conflictos, para tratar de analizar
como la mediación actúa de dos maneras, a menudo ligadas: de iniciativa: (“el
mediador” va al contacto) y de amparo: (el mediador es solicitado por un particular o
por una institución).
• Por su parte, Favaro defiende que la mediación debería facilitar el proceso de
integración de los “nuevos ciudadanos”, proceso que no viene por casualidad sino
que debe ser querido, proyectado y buscado por las dos partes. Tal proceso, sigue
considerando, implica al menos dos condiciones: la generación de espacios
comunes y el reconocimiento del otro. Desde aquí es de donde se mantendrá que el
núcleo central de la mediación es, por tanto, la relación con el otro: entre agentes y
“nuevos” usuarios, entre servicios comunes y referencias y comportamientos
distintivos, entre lenguajes verbales y no verbales que expresan significados
similares con acentos y sonidos distintos. La autora termina concluyendo que
mediar, en el sentido más amplio del término, significa por tanto: acercar, facilitar el
contacto, “incluir”, favorecer la interacción y el intercambio, y para matizarlo más nos
presenta de manera detallada cuáles son los papeles y las funciones del mediador.

5
• Un tercer texto de Martiniello da un amplio repaso a las definiciones del concepto de
mediación y se centra en aspectos centrales de la práctica de la mediación en
Francia y Bélgica con la cita de experiencias concretas. Además de estas cuestiones
se centra en algunos puntos importantes de la mediación como son la
independencia, profesionalización, formación, pertenencia étnica y relaciones de la
mediación con otras profesiones de la intervención social.
• Por último en este primer conjunto de texto, le artículo de Giménez (el primero de los
tres que se incluyen en este volumen) trata de aportar una definición conceptual
sobre la mediación intercultural que supere la simple posición de la actuación sin
reflexión crítica sobre lo que se hace en dicho campo. Reconociendo que las
experiencias, formativas y prácticas, sobre la mediación no van acompañadas de un
fundamento teórico y conceptual amplio, defiende que es el momento adecuado
para tratar de ordenar algunas reflexiones sobre la mediación intercultural
comenzando por abordar cuál es su naturaleza y su especificidad y qué le aporta un
carácter distintivo y “sui generis” respecto a otros tipos de intervención y trabajo
social y con respecto a otras modalidades de mediación. El autor vienen a entender
la mediación intercultural o mediación social en contextos pluriétnicos o
multiculturales, como una modalidad de intervención de terceras partes, en y sobre
situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución
del reconocimiento del otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y
comprensión mutua, el aprendizaje y desarrollo de la convivencia, la regulación de
los conflictos y la adecuación institucional, entre actores sociales o institucionales
etnoculturalmente diferenciados.

Se puede considerar como un añadido a manera de apéndice a esta primera


agrupación un texto que pretende discutir el concepto de mediación intercultural a partir
de una particulares críticas a la figura del mediador o mediadora intercultural:

• García y Barragán presentan en su texto lo que denominan un intento por “poner


orden” sobre lo que consideran algunos malentendidos en torno a la práctica de la
mediación intercultural. Para ello, discuten algunos extremos sobre lo qué se
entiende comúnmente por mediación intercultural y aportan, desde su experiencia
como formadores en mediación intercultural, su particular visión sobre la cuestión.
Terminan centrando gran parte de la discusión final en resolver si la mediación
intercultural debe ser muestra de una “nueva” figura profesional o debe ser una
espacio, ámbito y dimensión de formación para profesionales ya existentes en el
ámbito de la intervención y la llamada “práctica social”.

Una segunda agrupación de este conjunto de “lecturas para la mediación intercultural”


reúnen los diferentes puntos de vista sobre la misma a manera de recorrido por los
modelos teóricos de la mediación en general y de la mediación intercultural en
particular. El primero de los textos nos hable de la mediación como concepto general
susceptible de ser aplicable en diferentes contexto y ámbitos profesional y el segundo
de los textos se centra en aquella mediación para ser utilizada en contexto de
diversidad cultural entendida habitualmente como étnica y / o multicultural:

• El texto de Wall, Stark y Standifer organiza el conjunto de lo que ellos llaman la


literatura sobre mediación en seis áreas temáticas: los determinantes de la
mediación, la mediación per se, las aproximaciones usadas por los mediadores, los
determinantes de las aproximaciones de los mediadores, los resultados de la
mediación, y los determinantes de los resultados de la mediación, distinguiendo en
cada una de las áreas sus dimensiones más teóricas o más descrptivas-técnicas.

6
• Este segundo texto de Giménez, producido tres años después del primero ya
incluido en este volumen, trata de completar aquel discurso aportando una mayor
fundamentación conceptual y metodológica. De nuevo se denuncia la falta de
reflexión crítica sobre lo que se hace y para tratar de cambiar se analiza cómo se
aplica en contextos multiculturales los principales sistemas de mediación. En el
artículo se lleva a cabo un extenso comentario de tres modelos de la mediación
desde la perspectiva de la mediación intercultural obtenidos a partir de la
clasificación que sugirió Suares (1996) pero siendo critico con tal clasificación: los
modelos de Harvard, Transformativo y Circular Narrativo. De cada modelo se
expone resumidamente su génesis, naturaleza y principales características,
entrando posteriormente en el detalle de su formulación y técnica pensando en su
aplicación a la mediación intercultural.

La tercera agrupación de este conjunto de “lecturas” se completa con dos textos que
nos hablan directamente de la práctica de la mediación. En el primero de ellos se nos
presenta al que la puede realizar, enfatizándose las características personales del
mediador o mediadora. El segundo texto nos presenta una metodología particular en la
práctica de la mediación, en este caso de la mediación intercultural.

• El artículo de Bowling y Hoffman se centra en las características personales de los


mediadores. Estos autores entienden que la “presencia” de un mediador tiene un
profundo impacto en el proceso de mediación, sugiriendo que las más sutiles
influencias del afecto del mediador y sus modales pueden de hecho ser poderosas
influencias para ayudar al mediador a “poner paz en la habitación”. A lo largo del
texto describen tres estadios de desarrollo experimentados por los mediadores (a)
formación en las habilidades básicas de la mediación; (b) desarrollo de un mayor
entendimiento intelectual del proceso; y (c) búsqueda del desarrollo de cualidades
personales que nos hacen más efectivos en la resolución de disputas, para llegar a
concluir que el mediador es parte inevitable del conflicto que intenta resolver. Esta
forma de entender el proceso de resolución de disputas nos informa de que las
cualidades personales del mediador pueden ser influencias para modelar ese
proceso y su resultado. Pero tales cualidades descritas en el artículo como auto-
conciencia, presencia, autenticidad, congruencia, integración, se admiten como
insuficientes pues en cada caso personal nos encontraremos igualmente con
situaciones diferentes.
• El tercer texto de Giménez consiste en una propuesta particular y metodológica de
encarar la mediación intercultural. Fruto de una larga experiencia de trabajo en
mediación intercultural y en especial en formación ene mediación intercultural se
propone una perspectiva de aplicación metodológica, un modelo multifactorial de
fuertes raíces anticulturalistas (en la línea de no exagerar las diferencias y de no
exacerbar el peso de “lo cultural”), que trata de ser útil para esa nueva modalidad de
intervención social que es la mediación, pero también, con un destinatario más
amplio, para los profesionales y agentes de la intervención social y de la
dinamización comunitaria. Como cuestión importante debemos citar que el autor
reconoce que la propuesta no es propiamente una metodología nueva de mediación,
en cuanto conjunto de pasos y orientación general del proceso de mediación, sino
específicamente un planteamiento general sobre el tratamiento de la diversidad
cultural en la práctica y un instrumento de análisis válido para distintos esquemas de
intervención y de acción mediadora. La clave del planteamiento que se ofrece radica
en la identificación, clasificación, análisis y manejo adecuado, por el mediador, de
tres conjuntos de factores o variables: los personales o idiosincrásicos, los
situacionales y los culturales.

7
Pero como decíamos, este conjunto de texto no cierran el trabajo. Él mismo tiene
continuidad en una segunda parte que se ocupa de las prácticas de las prácticas de la
mediación intercultural en un intento de construir dicha actividad en términos
profesionales. Después de repasar las diferentes formas que puede adoptar la
formación de mediadores y mediadoras interculturales, se discuten algunas
características y competencias de estos y se indican las funciones que se atribuyen a la
mediación. Esta segunda parte concluye con las reflexiones que permiten indicar
nuestras posiciones sobre cuáles deben ser los indicadores del mediación intercultural
en términos de actuación y que nos indican el perfil de estos nuevos profesionales.

Con la segunda parte de este trabajo se cierra el compromiso adquirido por el


Laboratorio de Estudios Interculturales en su participación en el Proyecto EQUAL-
Arena de elaborar y discutir las bases teóricas y las prácticas de la mediación
intercultural como para poder llegar a construir una aproximación al perfil del mediador
y mediadora intercultural. Al citado Proyecto EQUAL-Arena, al conjunto de las
entidades que forman la Agrupación de Desarrollo del Proyecto y a los socios
transnacionales (Proyecto Diversity de la Región Lombarda de Italia y Proyecto Vitar de
la Región Valona de Bélgica) que constituyen la versión internacional del Proyecto con
la denominación de EQUAL-Almeda, agradecemos su apuesta y su colaboración para
la realización de este primer producto del trabajo sobre la mediación intercultural.

8
PRIMERA PARTE

COMPRENDIENDO LA MEDIACIÓN
INTERCULTURAL

9
10
LA MEDIACIÓN SOCIAL1

Jean-Marie PETITCLERC
Institut de Formation aux Métiers de la Ville (IFMV)

Si hay un concepto que pueda caracterizar perfectamente los nuevos oficios que han
surgido en el entorno de la ciudad, ese es el de mediación. Agentes de acogida y de
ciudadanía, agentes de animación y de prevención son agentes de mediación social.
Sin embargo, el uso masivo de referencias a esta noción ha contribuido a generar una
gran confusión.

Como lo subrayan los ya citados, Claude Brévan y Paul Picard:

[…] tal y como está siendo utilizada hoy, la mediación remite, de hecho, a realidades y prácticas
diversas, débilmente codificadas –necesitadas por otra parte de reflexiones complementarias en
torno a los marcos deontológicos sobre los que actúa- y regidas por lógicas de diferentes
2
naturalezas .

Así pues hemos de lamentar, junto con el Consejo económico y social de la Île-de-
France3, que en su informe sobre los empleos llamados de “mediación social” Yvon
Robert englobe, bajo la apelación “mediadores sociales”, “no sólo los que
consideramos como de verdaderos mediadores, sino también los empleos de
proximidad con tareas muy diversificadas4”. Esto sólo puede contribuir a esa confusión
anteriormente denunciada. Por ello urge redefinir los contornos de la mediación social.

1. ¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN?

Según el Petit Robert, la mediación consiste en “la intermediación destinada a poner de


acuerdo, a contribuir a la reconciliación de personas, de partes”. Ser mediador, en el
sentido etimológico del término, es saber situarse “en medio”.

1.1 La interposición de una tercera persona imparcial

Así, la definición de la mediación se basa en una parte sobre la idea de terciar, de


intermediación, de reestablecimiento de la comunicación, gracias a la intervención de
un tercero que es imparcial, independiente y sin poder.

El mediador es quien trata de reanudar los hilos del diálogo y de la comunicación entre
dos partes. Se convierte de alguna manera en un puente entre ambos. Se trata de
privilegiar el funcionamiento triangular de la relación. La relación dual conlleva el riesgo
de la no comunicación, del conflicto y del deslizamiento hacia la violencia. Por la
interposición del mediador la relación dual se transforma en una relación triangular en
la que la comunicación vuelve a ser posible.

1
Traducción del Capítulo 4 de la obra del mismos autor titulada Pratiquer la médiation sociale. Un
nouveau métier de la ville as service du lien social. Traducido por Antolín Granados.
2
Claude Brévan y Paul Picard
3
Asamblea consultiva de la región de Paris y de su entorno territorial que emite informes sobre temas
relativos a las competencias de la región y a su desarrollo. [Nota del traductor].
4
Yvon Robert, pp.20-21
11
De este modo, la mediación constituye un proceso específico que se distingue de otros
modos alternativos de resolución de conflictos tales como:

• El arbitraje, modo binario de resolución de los conflictos que acude a un árbitro con
poder de decisión.
• La negociación, que no necesita de terceros para poder realizarse;
• La transacción y la conciliación, para las que, en sentido riguroso de sus términos, el
elemento fundador de la mediación, la presencia de terceros, no es indispensable5.

1.2 El espíritu de la mediación

Como puede observarse, la mediación, lejos de poder reducirse a un cierto número de


técnicas es, sobre todo, una actitud. Se trata de pasar de la lógica del “o tú, o yo”, que
puede generar una dinámica de conflicto capaz de degenerar en violencia, a una lógica
del “y tú, y yo”, como única posibilidad de construir la paz. Por eso el mediador es de
algún modo, según Michèle Lindeperg:

[…] un partero de la paz y de la responsabilidad. Hace posible que las partes encuentren ellas
mismas soluciones a su problema a través del acuerdo de mediación. Pone en marcha un proceso
de responsabilización apoyándose en los principios de respeto hacia el otro y de los derechos del
hombre, tal y como se enuncian en la declaración universal. La mediación sólo se puede dar entre
6
personas libremente consentidoras .

Si el entusiasmo por la mediación puede parecer nuevo, no hay que olvidar que la
mediación, que hace referencia a la posición intermedia, es una práctica muy antigua
en la que los mayores y otros diversos personajes han desempeñado un papel en los
problemas relacionales, ya sea en el campo de la familia como en el del vecindario.

En la mitología griega, el dios que oficia en este ámbito se llama Hermes, convertido en
Mercurio por los Romanos.

Las atribuciones de esta divinidad son múltiples: negociación, intercambio, escritura, palabra …
Hermes es el benefactor de los hombres. Interviene como intendente, sobre todo para prevenir y
resolver los conflictos entre los Olimpianos. Es el dios del atender y del escuchar (se le habla al
7
oído). Lleva en su mano el caduceo, símbolo de la conciliación y de la paz .

Y en la tradición cristiana, Jesús es presentado como mediador entre Dios y los


hombres. Entre los católicos, María es presentada como mediadora entre los hombres
y su hijo.

Como lo subraya Jean-Louis Lascoux, “la mediación establece los vínculos, los crea,
los reanuda, los reestablece8“. Sin mediación, la comunicación se puede volver
comprometida.

De este modo, el concepto de mediación se encuentra directamente ligado en política


al arte de vivir en la civitas9. Más allá de una elección de técnicas operativas, inscribir la
función de mediación en un territorio se convierte en una auténtica elección política ya

5
Para más precisiones respecto a estas distinciones, referirse a Michèle Lindeperg, Médiation et
Conciliation de proximité, op. cit.
6
Ibid., pp. 37-38.
7
P.Coummelin, Mythologie grecque et romaine, Paris, Garnier, 1948.
8
J.-C.Lascoux, Pratique de la médiation, Paris, ESF Éditeur, 2001, p.17.
9
El término cité en francés es aquí traducido al término latino, en tanto que comunidad política; es decir,
refiere el Estado considerado bajo su dimensión jurídica [Nota del traductor].
12
que se trata en realidad de una manera de abordar y de transformar las relaciones
sociales. Es una manera de sumergirse completamente en el campo de lo político.

1.3 Mediación en sentido estricto y en sentido amplio

En los campos en los que se ejerce la mediación, afloran divergencias entre los que
sostienen una concepción stricto sensu y los que mantienen una concepción mucho
más amplia. Los primeros entienden que la mediación ha de ser considerada
únicamente como un Modo alternativo a la resolución de los conflictos (Marc).

Para los segundos, por el contrario, en lugar de esperar a que el conflicto haya
estallado, la mediación debe practicarse por anticipación, de manera preventiva; puede
remontarse hacia el origen del conflicto, buscando la manera de recrear y de restaurar
los vínculos. El mediador actúa como catalizador, como fermento de la comunicación.

Es comprensible que los que sostienen la primera concepción juzguen que la segunda
deja espacio a prácticas demasiado heteróclitas, poco identificables, y poco
controlables. Aunque la idea de prevenir el conflicto en origen mediante la creación de
vínculo social puede parecer seductora, tienen tendencia a juzgar que la concreción es
difícil de establecer, y piensan que sólo las instancias de mediación-regulación de los
conflictos poseen una legibilidad y una identidad operativas.

Pero, ¿no es erróneo pensar que la disfunción de la relación dual tenga como única
manifestación posible el conflicto? Existen formas de incomunicación, sinónimas de
conductas de aislamiento, de rechazo, de exclusión, que no adoptan la forma del
conflicto, pero no por ello dejan de ser una amenaza para el vínculo social. La
mediación permite desarrollar el sentido de la alteridad, de la comunicación y del
diálogo; en suma, la mediación permite gestionar armoniosamente las diferencias.

Por ello -y esta es por lo demás la concepción que ha sido adoptada en el seminario
europeo de Créteuil, organizado los días 22 y 23 de septiembre de 2000 durante la
presidencia francesa de la Unión europea con el apoyo de la Comisión y la presencia
de expertos europeos10, posición ratificada además por el Consejo económico y social-
nos alineamos deliberadamente del lado de los partidarios de la mediación en sentido
amplio, teniendo por objetivo no sólo la regulación de los conflictos sino también la
prevención, por medio de la creación o la restauración del vínculo social.

2. LA MEDIACIÓN SOCIAL

La mediación social puede ser definida del siguiente modo:

[Es] un proceso de creación y de reparación del vínculo social y de resolución de los conflictos de
la vida cotidiana en el que un tercero imparcial e independiente procura, por medio de la
organización de intercambios entre las personas o las situaciones, ayudarles a mejorar una
11
relación o solucionar un conflicto que les opone .

Una definición así pone en juego tres factores: comunicación, prevención de los
conflictos y regulación de los conflictos.

10
Médiation sociale et nouveaux modes de réduction des conflicts de la vie quotidienne, Actas del
Seminario europeo organizado por le Ministerio de la villa en Créteuil, DIV, septiembre de 2000.
11
Ibid.
13
2.1 Las mediaciones social e institucional

La mediación social se distingue entonces de la mediación institucional. Se podría citar


aquí, en primer lugar, la mediación judicial, bien en materia penal (introducida en la
circular de 1º de marzo de 1993, retomada en la ley de 1998), o bien en materia civil
(introducida por la ley del 8 de febrero de 1995). Algunos hablan igualmente de la
medida de reparación para los menores, introducida por la ley del 4 de enero de 1993
bajo la forma del nuevo artículo 12-1 del reglamento del 2 de febrero de 1945, como de
una medida de mediación. Se trata, a mi entender, de un error. Esta medida constituye
un proceso educativo que tiende, por una parte, a responsabilizar al menor
favoreciendo la toma de conciencia del perjuicio causado y, por otra, a reconciliarlo
consigo mismo y con la víctima por medio de la reparación. Un proceso así difiere de la
mediación y me parece que la confusión generada alrededor de estas dos nociones no
es muy educativa. Más valdría hablar, a mi parecer, de “sanción-reparación”.

También se podría citar, en el registro de las mediaciones institucionales, la institución:

• Del mediador de la República (ley del 3 de enero de 1973) y de sus delegados (ley
del 12 de abril de 2001).
• De los mediadores institucionales públicos ministeriales (el decreto del 1º de
diciembre de 1998 ha instituido los mediadores de la Educación Nacional).
• De los mediadores institucionales públicos de los servicios públicos (EDF, GDF,
SNCF12, Correos).

A esta lista se le podrían añadir los mediadores institucionales privados que nutren
numerosas empresas u organismos privados. Este tipo de mediación institucional
contribuye únicamente a resolver los problemas técnicos de litigios entre una
organización y sus usuarios.

A diferencia de estas formas institucionales, la mediación social pertenece al ámbito


calificado por J.-F. Six de “mediación ciudadana”, que contribuye a la restauración del
vínculo social. Por su presencia, su acogida, su atención, el mediador se propone hacer
progresar al interlocutor en el problema que encuentra consigo mismo o con otro. Le es
asignada una tarea que tiene como finalidad el establecimiento o el reestablecimiento
de la comunicación entre actores.

[Los mediadores sociales] apuntan a priori una capacidad de empatía., ofrecen atención y diálogo,
no gobernados por un poder de coerción o de sanción. Su acción se ejerce al margen de cualquier
relación de poder. Facilitan la búsqueda de respuesta inmediata, bajo forma de información
principalmente, de orientación y, eventualmente, de acompañamiento, incluso de tratamiento del
problema planteado. Dicho de otro modo, ofrecen deferencia y disponen de acceso a la
información.

La mediación actúa de dos maneras, a menudo ligadas:

• De iniciativa: “el mediador” va al contacto, representa a la institución empleadora


(ayuntamiento, transportistas, asociaciones de apoyo, etc.); se trata principalmente
de los agentes locales de mediación social en la diversidad de su dominante de
cargo y de empleador.

12
Las siglas se corresponden con: Electricité de France, compañía nacional de electricidad; Gaz de
France, compañía nacional de gas; Société Nationale des Chemins de Fers, ferrocarriles franceses.
[Nota del traductor].
14
• De amparo: el mediador es solicitado por un particular o por una institución para
solucionar un litigio o un conflicto o para facilitar una relación; se trata
fundamentalmente de una parte del trabajo que realizan las mujeres-enlace en sus
intervenciones o los corresponsales de noche13.

Sin pretensión de exhaustividad, habría que añadir, sin embargo, a nuestra lista la
mediación familiar, que “en el cruce de la mediación civil, social y penal, ocupa un lugar
y un estatus particular. Establecida en la ley desde 1995, se encuentra aún vacilante y
dubitativa14.

2.2 Un nuevo modo operativo

La mediación social “se ha construido de una manera empírica, especialmente en lo que concierne
los agentes sociales de mediación social, y se apoya en una gran medida en el conocimiento que
tienen los propios jóvenes que son reclutados del terreno y de los "usuarios" del barrio. Dicho
reclutamiento se hace, no exclusivamente pero sí de modo habitual, sobre competencias de tipo
biográfico. De hecho, al margen de algunos deslices y errores de reclutamiento, este tipo de
intervención se debe a “la frescura” misma de los jóvenes reclutados que ponen su energía, su
disponibilidad, su proximidad y sus convicciones al servicio de sus tareas, convirtiéndose de este
15
modo en potencialmente eficaces .”

Para poder ejercer esta función de mediación se necesita estar en situación de


connivencia y en situación de diferencia con cada protagonista. Este tipo de equilibrio
es indispensable para el ejercicio mismo de dicha función (Figura 1).

Mediador

Diferencia ----------------------------Connivencia

Connivencia--------------------------------Diferencia

A / / B

Ruptura del vínculo social


Figura 1. La mediación

Aquí es donde reside el éxito de los profesionales en los nuevos oficios de la ciudad.
Son jóvenes anclados en sus barrios, llamados a ejercer una función de mediación
entre jóvenes de las urbes por una parte, y agentes y usuarios de algún organismo o
empresa de servicio público por otra. La connivencia con los jóvenes radica en su
historia, porque ellos han crecido también en los barrios, y es esta connivencia la que le
falta a muchos otros actores.

13
Claude Brévan, Paul Picard, Ville: une nouvelle ambition pour les métiers, op. cit., pp.96-97.
Se trata de dos figuras de mediadores que no tienen su equivalente en España: femmes-relais y
correspondants de nuit. Las primeras trabajan fundamentalmente con familias de inmigrantes; los
segundos trabajan en los barrios de las grandes ciudades, en horario nocturno. [Nota del traductor].
14
Ver Michèle Lindeperg, Médiation et Conciliation de proximité, op. cit., pp.53-54.
15
Claude Brévan, Paul Picard, Ville: une nouvelle ambition pour les métiers, op. cit., pp.97.
15
La diferencia con los jóvenes radica en su vestimenta, que significa de manera visible
una pertenencia institucional. Esta diferencia marca una connivencia con el adulto que,
de este modo, se siente tranquilo por el porte, sinónimo de un tipo de acreditación por
parte de quien así viste. Este posicionamiento les permite aceptar la diferencia.

Es así como el agente de mediación puede ejercer su trabajo. El ejercicio de la función


de mediación se apoya sobre la noción de respeto. Respetar es negarse a juzgar las
personas. El mediador se centrará siempre en los objetos del conflicto, y ayudará a
cada protagonista a aceptar el punto de vista del otro. El conflicto de objeto se
convierte muy a menudo, en la vida social, en conflicto de personas.

La dinámica Mediación
del conflicto
A -------------- B

1 Conflicto de objeto 3 Retorno al


conflicto de objeto

2 Conflicto de personas 2 Imposición


del respeto

3 Conflicto de grupo 1 Aislamiento de los


protagonistas

A’, A” B’, B”

Violencia Intervención
del mediador

Figura 2 – La mediación de proximidad

Tomemos el siguiente ejemplo: Nordine, 15 años, ha rallado el coche de Gérard con su


escúter. La tensión sube rápidamente entre el joven y el adulto, y los insultos arrecian.
Ya no se trata de la rozadura inicial sino de un ajuste de cuentas entre personas. De
inmediato, los amigos de Nordine, que se convierte en víctima de las injurias verbales,
acudirán en su ayuda, mientras que Jeannot, compañero de Gérard, se inmiscuirá en el
conflicto. De este modo, el pequeño incidente se puede transformar en conflicto grave,
generador de una violencia extrema.

El papel de mediador consiste en este caso en efectuar el camino inverso; es decir,


aislar a los protagonistas, volver al conflicto de objeto (la rozadura) y, tras haber
aproximado los puntos de vista, abrir la vía a medidas que permitan la reparación. En
todo esto, el mediador, a lo largo de su intervención deberá respetar tanto a Nordine, a
quien comprenderá en su rechazo a ser insultado, como a Gérard, de quien podrá
comprender su cólera.

3. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA CIUDADANÍA

Este esquema de intervención se puede generalizar a un plano más colectivo. El nivel


de incomprensión aumenta cada vez más entre los jóvenes que no respetan las reglas
del juego social y los agentes institucionales que se agotan tratando de invocar la ley.

16
Luchar contra esta incomprensión, que mina actualmente la cohesión social, necesita
de la comprensión de ambos puntos de vista.

Tomemos otro ejemplo: imaginemos una habitación en la que se encuentran ocho


adolescentes. Seis de ellos juegan al Monopoly. Se ponen de acuerdo para respetar las
reglas del juego ya que saben que es necesario para disfrutar del placer de jugar
durante el tiempo que dure la partida. Y después adoptarán reglas de comportamiento:
no armar follón para evitar el zarandeo del cartón de juego, hablar bajo para permitir la
concentración.

Imaginemos ahora que los otros dos jóvenes no tengan derecho a jugar, pero se les
obliga a respetar las reglas del juego (no coger el dinero…) y las de comportamiento
(no armar follón, hablar en voz baja). ¡No tardarán en armarla!

Esta partida de Monopoly constituye una parábola de la vida social actual.


Continuamente escuchamos a los políticos hablar de la necesidad de evocar la ley (la
regla del juego en esta ilustración) y de incentivar los comportamientos ciudadanos.
Pero ¡para que el respeto hacia la ley corra parejo con el placer de vivir juntos, es
necesario primero y ante todo tener un lugar en el grupo!

Constantemente se habla evocando la ley. Pero los jóvenes conocen la ley; deciden no
respetarla porque no encuentran su espacio propio en el grupo. Es por ello por lo que el
aumento de la exclusión se ha visto acompañado de un debilitamiento generalizado del
referente de la ley.

Se entiende así que las continuas invocaciones de los políticos sobre la necesidad de
recuperar un comportamiento ciudadano resuenen en el vacío. Porque ser ciudadano
supone la pertenencia a un grupo que reserva un lugar a cada uno de sus miembros.
La cuestión no se plantea, en primera instancia, en torno a la ciudadanía, sino en torno
al proyecto social.

El papel del mediador social consiste en comprender los dos puntos de vista: el de la
necesidad de respetar la ley, y el del necesario combate para lograr la inserción. Es
entonces cuando el agente de mediación estará habilitado para testimoniar de la
necesidad de respetar las reglas de la vida social en el espacio público. Y hoy, en un
momento en el que es corriente apreciar una dimisión colectiva del ciudadano en el
espacio público, este papel resulta indispensable.

El niño acaba teniendo la impresión de que hay una ley en la familia y otra en la
escuela, pero que no hay ninguna que separe a ambas en la calle. Por su presencia en
el espacio público, el agente de mediación trabaja para restaurar una cierta coherencia
en la ley como referente.

“Muchos jóvenes perciben la ley como un instrumento de represión y el derecho como una
sucesión de prohibiciones. El conocimiento de los principios del Estado de derecho, de los
derechos y de los deberes de cada uno, sienta las bases de la ciudadanía. En este contexto las
acciones de sensibilización y de educación en la ley constituyen un verdadero vector de
16
socialización al permitir a los jóvenes tener acceso a referentes estructurantes .”

16
Ver Michèle Lindeperg, Médiation et Conciliation de proximité, op. cit., pp.1-81.
17
4. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA EDUCACIÓN

Por su presencia y su disponibilidad en el ámbito de intervención, el mediador social


participa en la educación de la generación más joven. Porque el problema de la
incoherencia de los adultos que conviven con niños constituye hoy la principal causa de
disfunciones cuyos efectos negativos, en el plano educativo y en particular en los
barrios calificados de sensibles, se observan cada día más.

La mayor dificultad que encuentran estos jóvenes con los que me relaciono
cotidianamente reside en el hecho de circular todos los días entre tres espacios,
portadores de una cultura diferente: la familia, cuya cultura está marcada por la
tradición del país de origen; la escuela, marcada por la tradición republicana; la calle,
portadora, también, de un cierto número de valores (citaría en primer lugar el sentido
del honor) y de códigos de comunicación en el registro del lenguaje y de la violencia.
En cada uno de estos espacios, los adultos son, se reconozca o no, portadores de
referentes para los más jóvenes: los padres en las familias, los maestros en las
escuelas, los mayores en la calle (se sabe el peso de la influencia de los de más edad
sobre los adolescentes). Y cada una de estas tres categorías de adultos, que son
referencia para el niño, pasa la mayor parte de su tiempo a desacreditar a las otras
dos. Los enseñantes hablan de padres dimisionarios y de ¡los gamberros de la calle!
Los padres dicen: “Los profesores ya no saben hacer su trabajo correctamente: ¡se
proclaman profesionales de la educación y ni siquiera son capaces de mantener la
disciplina! La culpa es de las malas influencias de la calle.”. Y los mayores que
declaran: “De todas formas, que curres o no, estás en un colegio sin futuro (y es verdad
que el abismo entre los colegios de las ZEP17 y los del centro de la ciudad se ha hecho
más profundo), y, ya sabes, tus viejos son de otra generación. ¡Ya no entienden nada
de nada!”. Así, en un contexto marcado por este tipo de incoherencia, se entiende lo
difícil que resulta para la generación más joven la transmisión de los referentes y de los
límites. El niño pasa el día en tres lugares en los que los adultos que sirven de
referencia se desacreditan los unos a los otros. Un sistema así es productor de
violencia.

La tarea del agente de mediación consiste en desbloquear la situación tratando de


restaurar esa coherencia que el niño necesita. Por eso, su trabajo con las familias es
primordial. Porque su acción sólo puede ser eficiente si es continuada por las familias,
permanentemente interpeladas desde la preocupación por removilizar el trabajo
educativo a desarrollar con sus hijos y adolescentes.

Esta colaboración con las familias es normalmente muy bien vivida. Cuando, tras una
modificación en el comportamiento de un niño pequeño, interviene en las familias un
agente institucional clásico (director, trabajador social), se asiste a menudo a una
alianza padres-hijos destinada a salvaguardar la cohesión familiar frente a la
intervención del intruso. Pero cuando se trata de la intervención de un agente de
mediación, miembro de la misma etnia, se asistirá a una alianza de los padres con éste
y el discurso educativo se tornará entonces audible para el niño. El agente local de
mediación participa de este modo en el restablecimiento del vínculo “espacio calle-
espacio familia” necesario para la continuidad del proceso educativo.

17
Zones d’Éducation Prioritaire (Zonas de Educación Prioritaria). [Nota del traductor].
18
5. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA PREVENCIÓN

Como se ha visto, lejos de limitar su papel a la gestión de los conflictos el mediador


social se afana en la prevención. También aquí se impone una clarificación después de
observar el carácter “cajón de sastre” que reviste hoy este concepto. Educador,
mediador y policías de barrio han de practicar la prevención. Pero, ¿se trata realmente
de lo mismo?

5.1 Las prevenciones persuasiva y disuasiva

Existen, de hecho, dos tipos de prevenciones:

• La prevención disuasiva, por la cual usted disuade a su interlocutor de cometer una


transgresión informándole del peso de las sanciones a las que se expone.
• La prevención persuasiva, por la cual usted busca la adhesión de su interlocutor
mostrándole las ventajas que obtiene si no comete la transgresión.

Un ejemplo vale más que un largo discurso. Imagine su hijo de 4 años que se propone
tocar un enchufe. Frente a esa actitud caben dos discursos:

• El primero: “¡Como te vea meter los dedos en el enchufe, verás la que te voy a dar!”
El niño no tocará el enchufe por miedo a la reacción. Es la prevención disuasiva.
• Segundo discurso: “Te acuerdas, cariño, del dolor que tuviste la última vez que
pusiste la mano en el hornillo, ¿verdad? ¡Pues te aseguro que si metes los dedos en
el enchufe, el dolor será todavía más grande!” El niño no tocará el enchufe por su
propio interés. Es la prevención persuasiva.

Estas dos formas de prevención, lejos de excluirse mutuamente, son de hecho


complementarias. Porque, de fracasar la segunda, hay que recurrir a la primera. Pero
sólo la segunda es verdaderamente educativa, ya que permite la integración de la
regla.

Imaginemos, para seguir con nuestro ejemplo, que ningún adulto esté presente en la
habitación. Si el niño sólo ha entendido el primer tipo de discurso, y tiene la convicción
de que nadie lo puede sorprender, nada le impedirá hacer la experiencia. Por el
contrario, si ha recibido el segundo tipo de advertencia habrá integrado que el dolor
será igual de grande, con o sin la presencia del adulto.

Es por ello que esta forma de prevención puede ser juzgada preferible. Soy de los que
piensan que si las cifras de accidentes de la carretera en nuestro país son tan malas es
porque la prevención que se hace es esencialmente de tipo disuasivo. El conductor
medio levanta el pie del acelerador, no porque ha tomado conciencia de ser un peligro
para los demás, sino por miedo al gendarme. Así, si está convencido de la ausencia de
control, nada se opone a sus excesos.

Si la prevención disuasiva puede parecer eficaz a corto plazo y fácil de implementar, a


condición de contar con medios, la prevención persuasiva necesita, por su parte, del
establecimiento de una relación personal con el otro, lo que requiere mucho más
tiempo y disponibilidad.

En esos barrios, mediadores sociales y policías de barrio colaboran en la prevención.


No obstante, aunque las dos formas de prevención son útiles y complementarias,

19
ambas no son iguales. El policía realiza una prevención disuasiva, mientras que el
mediador social lleva a cabo una prevención persuasiva.

5.2 La mediación social en tiempos de crisis

En términos de prevención, los tiempos de crisis merecen una mención particular; son
períodos en los que los barrios son literalmente arrasados, con un número considerable
de coches incendiados y los espacios públicos degradados.

Hay que señalar que la mayor parte de estos períodos, de intensas violencias urbanas,
tiene por origen la muerte trágica de algún joven. El discurso al uso por parte de las
instituciones y de los poderes públicos suele ser inadecuado para la situación y puede
contribuir a la amplificación del fenómeno.

Una vez más, una ilustración aclarará mejor que un largo discurso el propósito de lo
que se quiere decir. Imagínese que ha perdido usted a su mejor amigo en un terrible
accidente de tráfico una noche de un fin de semana. Imagine que el lunes por la
mañana se lo cuenta a su jefe, y que éste le responde: “Mire usted, cuando uno tiene
1,8 gr. de alcohol en la sangre no se coge el coche -es una grave trasgresión del
Código de circulación. Además, ¿qué hacía su amigo en la carretera a las 3 de la
madrugada? ¡Si se hubiera quedado tranquilamente en su casa, nada le hubiera
ocurrido!” ¡Imagino que a usted le invadiría una ola de agresividad! Este tipo de
discurso es generador de violencia.

Lo mismo ocurre en esos duros escenarios de violencias urbanas. Tomemos el ejemplo


de la muerte trágica de un joven de 20 años, abatido a tiros al saltarse un control de
policía en un coche robado. Imagínese que el discurso de la municipalidad y el de las
instituciones sea del siguiente estilo: “¡Si no hubiera robado el coche!; ¡si no se hubiera
saltado el control de policía!” Este tipo de discurso no puede ser aceptado por los
amigos del joven mientras no se lleve a cabo el trabajo de duelo. Se trata de un
discurso forzosamente generador de violencia. Esta reflexión no tiene por objeto
justificar tales actos de violencia, sino situarse en un registro de análisis.

El único discurso posible, en los instantes que siguen al drama, es un discurso de


compasión. “Morir con 20 años, la cabeza en un charco de sangre… realmente no es
posible… Es un verdadero drama…”.

Más tarde, el discurso de razón será posible. Y será entonces cuando habrá que
hacerles descubrir a los jóvenes que transgredir la ley de esa manera supone correr
riesgos extremos. Pero el momento oportuno para ello tendrá que esperar a que se
haya realizado el duelo. Por lo mismo, el trabajo de comunicación, en las horas que
siguen al drama, es muy importante. El discurso espontáneo de legitimación de las
instituciones (“no es culpa nuestra … nosotros no tenemos nada que ver”) no es el
adecuado. Sólo cabe el discurso de compasión. Los agentes de mediación pueden ser
de gran utilidad en el restablecimiento de esa comunicación.

A lo largo de estos últimos diez años tuvimos que afrontar, en Chanteloup-les Vignes,
varias tragedias que se habían saldado con la muerte de un joven. La labor de
mediación social evitó que el barrio fuera arrasado. Se trató, en un primer tiempo, de
parar cualquier discurso del tipo: “Que no hubiera hecho esto o lo otro… y nada le
hubiera ocurrido” para permitir sólo el desarrollo de un discurso de tipo compasivo.

20
Siempre hay tiempo más tarde -y evidentemente este quehacer es indispensable- para
argumentar.

Gracias a esta lógica de sentido común, ahora estamos en condiciones de evitar el


desarrollo de violencias urbanas. Desde entonces, la mediación social se ha convertido
en un excelente instrumento de pacificación. Sólo falta que exista una verdadera
voluntad política.

21
22
LA MEDIACIÓN: PORQUÉ, CÓMO, QUIÉN18

Graziella FAVARO

1. MEDIACIÓN: UNA RESPUESTA A LA COMPLEJIDAD SOCIAL

A partir de la mitad de los años noventa, han hecho su aparición también en Italia los
términos de “mediación” y “mediadores”. Los que, hasta aquel momento eran
dispositivos tan sólo limitados a algunos proyectos y servicios piloto, se han convertido
ahora en términos muy difundidos e invocados como recursos para dar respuesta de
manera individualizada y eficaz a las necesidades y los retos que supone la
complejidad social y cultural.

Agentes sociales, profesores, educadores, personal sanitario, han encontrado en el


dispositivo de la mediación una respuesta a las necesidades relacionales, a la
necesidad de análisis de las nuevas demandas y a la comunicación interétnica.

¿Qué definición de esta acción y función se puede proponer en términos de finalidad,


objetivos, profesionalidad, procedimientos e implantación que garantice la utilidad y la
eficacia, en el respeto de una deontología profesional que salvaguarde los derechos y
los deberes de todos?.

A partir de esta pregunta, proponemos una primera reflexión sobre el tema, que tenga
en cuenta aquellas experiencias que se han tenido hasta la fecha. En términos de
finalidad y objetivos, la mediación debería facilitar el proceso de integración de los
“nuevos ciudadanos”, proceso que no viene por casualidad sino que debe ser querido,
proyectado y buscado por las dos partes.

Este proceso implica dos condiciones:

• El acceso y el uso, por parte de los inmigrantes, de servicios, recursos y lugares


comunes a todos los ciudadanos.
• El reconocimiento, por parte del país de acogida, de las necesidades, de las
especificidades y de las diferencias culturales, lingüísticas, religiosas… de las que
son portadores cada “individuo” y los grupos minoritarios.

El núcleo central de la mediación es, por tanto, la relación con el otro: entre agentes y
“nuevos” usuarios, entre servicios comunes y referencias y comportamientos distintivos,
entre lenguajes verbales y no verbales que expresan significados similares con acentos
y sonidos distintos. Los dos conceptos “clave” de igualdad de oportunidades, de
derechos y deberes por un lado y de respeto/reconocimiento de las diferencias por el
otro, pueden consentir además el superar ya sea la asimilación, propia de un cierto
universalismo etnocéntrico, sea el relativismo, que corre el riesgo de separar y
distanciar comunidades y grupos sociales.

Mediar, en el sentido más amplio del término, significa por tanto: acercar, facilitar el
contacto, “incluir”, favorecer la interacción y el intercambio.

18
El presente texto se corresponde con el Capítulo II del Dossier de Investigación titulado L a
mediaciones e i mediatori realizado por Graziella Favaro y Elisabetta Nigris (Milan, noviembre 1999).
Traducción de Miguel Ángel Muñoz Castro
23
La relación con el otro no siempre se desarrolla en la experiencia cotidiana de manera
natural y espontánea: va, en cambio, intencionalmente desvelada y hecha auténtica.
Desvelada porque la interacción se produce casi siempre a partir de posiciones
autocentrantes, autoreferenciales y asimétricas en términos de “poder”. Hecha más
auténtica, porque la relación, incluso cuando es intencionalmente perseguida y
cultivada, carece a veces de reciprocidad y, por tanto, de aquellos comportamientos de
escucha y atención respecto a la diferencia, apareciendo más como la búsqueda de
confirmación en el otro del propio discurso.

Se recurre, por ello, a la mediación -entendida como papel formal e informal, pero
también como comportamiento consciente- para pasar de la fase de contacto a aquella
de encuentro e intercambio.

La mediación se origina por tanto desde una necesidad y desde una conciencia:

• Desde la necesidad de integrar a “los nuevos ciudadanos” y de integrarse entre


diversos en todos los planos: social, económico, cultural, político.
• Desde la conciencia de que la integración es un proceso de negociación recíproco
entre ciudadanos e instituciones. Instituciones y servicios que deben modificarse
haciéndose más accesibles y atentos a las nuevas necesidades y a las nuevas
demandas.

Desde el punto de vista temporal, el dispositivo de la mediación aparece (en Italia y


también en otros países europeos) en una segunda fase del ciclo migratorio, cuando se
pasa de las inserciones individuales al acogimiento de núcleos familiares, de la
provisionalidad a la estabilización a medio-largo plazo. Esta segunda fase se
caracteriza por un aumento del número de inmigrantes que llegan como consecuencia
de la reagrupación familiar y del número de niños extranjeros nacidos en Italia. La
presencia de las familias y de los hijos “obliga” a los inmigrantes a salir de la condición
de invisibilidad social y adquirir papeles sociales como los de usuario, paciente, padre
consumidor, llevando así a los servicios ofertados para todos, demandas y exigencias,
en parte inéditas, que los agentes deben comprender y acoger.

También la normativa nacional se ha hecho consciente de la emergencia y de la


necesidad de la mediación y de dispositivos/proyectos que se venían realizando en
distintos servicios y lugares. Recientemente, la ley nº 40 del 6/3/1998, “Disciplina
dell’immigrazione e norme sulla condizione dello straniero” (Disciplina de la inmigración
y normas sobre las condiciones del extranjero) ha hecho referencia explícitamente a
esta figura profesional, contribuyendo a definir el papel de agente/instrumento para la
integración de las minorías, pero ha dejado lagunas y ha hecho referencia de manera
muy vaga a los detalles sobre cómo aplicarla:

(…) el estado, las regiones, las provincias y los municipios en el ámbito de sus propias
competencias, favorecen:
d) La realización de convenios con asociaciones para el empleo dentro de sus propias estructuras
de extranjeros, titulares de permiso de residencia o de permiso de residencia de duración no
inferior a dos años, en calidad de mediadores interculturales, con el fin de agilizar las relaciones
entre cada administración y los inmigrantes pertenecientes a diferentes grupos étnicos,
nacionales, lingüísticos y religiosos (art. 40, punto 1).

Esta nueva función y profesionalidad adolece sin embargo, de fronteras bien definidas
y la acepción con la que viene entendida -y por tanto formada y empleada- es distinta

24
en Turín respecto a Florencia, en Milán respecto a Bolonia, en los ASL (agencias de
sanidad locales) respecto al mundo de la escuela, para los agentes sociales, el médico
o el profesor.

Pasaremos a ver, para definir esta figura de una manera más detallada, cuáles son los
papeles y las funciones del mediador, cómo emergen de la experiencia hasta aquí
realizada, sin distinguir entre ámbitos y servicios. Una lectura más en profundidad de
las competencias y papeles diversificados sobre la base de los contextos de trabajo se
presenta en otro capítulo.

2. UN CONCEPTO PLURAL PARA TAREAS DISTINTAS

De manera general se puede afirmar que la intervención de la mediación se sitúa en


tres planos:

• Plano orientativo-informativo
• Plano lingüístico-comunicativo/cultural
• Plano psico-social

Al primer nivel se refieren aquellas tareas y funciones que el mediador desarrolla


respecto a su propio grupo de pertenencia y respecto a los agentes del servicio. El
mediador informa, traduce las informaciones, acerca el servicio, lo hace transparente y
más accesible. Al mismo tiempo comunica a los agentes del servicio especificidades
culturales, diferencias y tratos propios de las comunidades de origen.

Cuando la mediación se sitúa en el plano lingüístico-comunicativo, ésta cubre un papel


de traducción, interpretación, prevención y gestión de malentendidos y bloqueos
relacionales. Naturalmente el papel del mediador no se limita a la traducción de
mensajes e informaciones, sino que se propone clarificar también lo que está implícito,
desvelar la “dimensión escondida”, dar voz a las demandas silenciosas y a lo no dicho.
El mediador puede asumir además un papel de cambio social, de estímulo para la
reorganización del servicio, de enriquecimiento de la programación y de las acciones
que el servicio lleva a cabo. En este caso no sólo el servicio se vuelve más accesible,
más transparente y acogedor, sino que también se convierte en un lugar de
reconocimiento de las minorías, de visibilidad de las diferencias y de los aportes
culturales diversos. Las diferentes funciones desarrolladas por los mediadores en los
servicios para todos pueden ser enumeradas como:

• Interpretación.
• Traducción.
• Facilitación de la relación.
• Información.
• Orientación.
• Acompañamiento.
• Promoción de la cultura de origen.
• Prevención y gestión de los conflictos.
• Agente de cambio.
• Reconocimiento y valoración de la diferencia.

La mediación actúa por tanto “eliminando”, agregando y modificando, ya que:

25
• Elimina los obstáculos (lingüísticos, comunicativos, informativos) que se interponen
en el acceso y el uso de los servicios para todos.
• Aporta nuevos saberes, lenguajes e informaciones y mejora la prestación de
servicios ya sea en términos cuantitativos como cualitativos.
• Crea un espacio de encuentro “intermedio” y abre nuevas posibilidades
comunicativas.

Por tanto, no actúa solo en una óptica de tipo compensatorio llenando vacíos y
lagunas, sino también de modificación e innovación. Si volvemos a recorrer las
funciones y los papeles del mediador y los objetivos de su trabajo veremos delinearse
dos distintas concepciones de la mediación.

La primera ve la función del mediador como un remedio a las posibles, o ya


experimentadas, disfunciones de los servicios en las respuestas a las demandas
específicas provenientes de una población de usuarios más “frágiles” y menos
preparados. En este caso el mediador hace de trámite entre usuarios y servicios con la
tarea, sobretodo, de: clarificar las necesidades, traducir, informar, superar las
incomprensiones recíprocas, evitando que los malentendidos se transformen en
conflictos. La posición del mediador debe ser lo más “neutral” posible, traduce más que
interpreta, y su papel tiene un carácter de utilidad instrumental; se les pide, de hecho,
traducir proponer y reproducir la norma y no ciertamente transformarla o negociarla.

En el segundo caso, la definición de mediación es más amplia, va más allá de la simple


dimensión “instrumental” y de la utilidad inmediata, es un dispositivo que opera para
construir nuevos modos de regulación social y de diálogo. En esta perspectiva, su
función no es otra que la de crear vínculos y redes sociales que tengan en cuenta los
diversos puntos de vista. El mediador no es, por tanto, un simple facilitador de la
comunicación, sino que es un sujeto en grado de ser portador del individuo o del grupo,
expresar ideas y elaborar proyectos. Acepta ciertamente traducir exigencias y normas
del servicio, pero trabaja también para que el servicio acepte escuchar y comprender
necesidades, aspiraciones, proyectos, deseos de los “nuevos” usuarios.

Este papel obliga al mediador a un continua confrontación con trabajadores y servicios


que pueden ser reticentes respecto al cambio y con usuarios extranjeros que pueden, a
su vez, ser muy rígidos en sus comportamientos. Le obliga también a establecer límites
a poner fronteras, a saber combinar de la mejor manera posible su “doble pertenencia”,
sin “decantarse” por ninguno de los dos polos de la relación. En la práctica no existen
fronteras rígidas entre las dos concepciones y puede suceder que un mismo mediador
desarrolle funciones de “traductor neutral” y de protagonista de una propuesta de
proyecto innovador y atenta a las diferencias.

Sin embargo, las dos concepciones nos llevan a interpretaciones distintas que tienen
también que ver con el grado de responsabilidad del mediador, con las modalidades de
intervención y de colaboración con los agentes, con el estatus profesional y la
formación de esta figura.

3. EL “ESPACIO” OCUPADO POR EL MEDIADOR: ¿JUNTO AL USUARIO?,


¿JUNTO AL AGENTE?, ¿EN MEDIO DE AMBOS?

Hemos visto que la multiplicidad de las funciones de mediación pueden reconducirse a


dos diversas concepciones de este dispositivo/recurso. Estrechamente ligado a este
aspecto está el tema del espacio que ocupa el mediador. ¿De qué parte está? ¿Se

26
coloca simbólicamente del lado del usuario extranjero, o junto al agente, o intenta, en
cambio, mantener una distancia igualitaria entre los dos interlocutores?.

Se delinean tres distintas posibilidades que podemos representar de manera


esquemática con la siguiente figura:

1. Mediador trámite y “árbitro”

Usuario/grupo --------- Mediador -------------- Agente del servicio

2. Mediador “defensor” y portavoz del grupo

Usuario/grupo ------------- Mediador ------------ Agente del servicio

3. Mediador “facilitador”

Agente del servicio ----------- Mediador ------- Usuario/grupo

El mediador “que media”, que se sitúa como árbitro y puente entre las dos partes, tiene
el deber de dar voz a las demandas, a las necesidades al punto de vista del usuario y
de clarificar, al mismo tiempo, las exigencias y el funcionamiento del servicio. El
objetivo es el de favorecer la comunicación, previniendo y señalando malentendidos y
sobreentendidos, estableciendo puntos de acuerdo y de contacto, haciendo menos
opacas las exigencias de los agentes y las demandas de los usuarios. Es un recurso
para el usuario, el cual está informado, acompañado, puesto en relación. Pero es en
igual medida un recurso para el agente y para el servicio, porque vuelve transparentes
las reglas y el funcionamiento, hace explícitas las demandas y los puntos de vista hasta
ese momento ignorados, traduce y reformula indicaciones y respuestas. Teje, por tanto,
vínculos en los dos sentidos: del usuario al servicio y del servicio al usuario.

El mediador “que se escora” se pone, en cambio, de parte del usuario, considerado


más débil y vulnerable respecto a la capacidad de formular demandas y preguntas y de
obtener respuestas adecuadas. El vínculo privilegiado se establece por tanto con el
propio grupo de pertenencia y en relación con el nacional. El objetivo de la intervención
de la mediación consiste sobretodo en obtener servicios y respuestas a las
necesidades, activando recursos diversos: traducción, explicitación de puntos de vista,
argumentaciones, “defensa” del usuario. En este segundo caso, la solicitud de una
intervención de mediación puede venir de los propios usuarios que se dirigen al
connacional más experto y mejor insertado para ser acompañados, ayudados y
sostenidos en la relación con el servicio y con los agentes.

En el tercer caso, el mediador “que facilita” el acceso y el uso de un servicio, de un


recurso para todos, está igualmente escorado, pero en este caso, del lado del agente.
Su función es aquella de pasar mensajes e indicaciones que se refieren al
funcionamiento, a los itinerarios de uso, pero también a las referencias a las reglas
implícitas del servicio, a lo “no dicho” que regula las relaciones y define las normas.

En algunos casos es posible distinguir las diversas funciones del mediador y las
posiciones en las que se coloca. En otros, en cambio, la función de “puente” y trámite
entre los polos de la relación se acompaña o se alterna con aquella de “abogado” del
usuario extranjero o de traductor interno del servicio.

27
4. LOS NOMBRES DEL MEDIADOR

Desde el punto de vista lingüístico y definitorio, se pueden subrayar diferencias entre


una u otra función, ya sea a partir del nombre con el que se indica la figura o mejor, del
adjetivo que acompaña al término mediador.

Para el caso 1: Funciones de “trámite y puente” se utilizan muy a menudo los términos:

• Mediador lingüístico-cultural.
• Mediador cultural.
• Mediador intercultural.
• Animador intercultural.
• Agente de desarrollo.

Para el caso 2: funciones de “portavoz y defensor”:

• Mediador étnico.
• Mediador de “proveniencia”.
• Agente comunitario.
• Líder o representante de grupo.
• Agente de desarrollo comunitario.

Para el caso 3: Funciones de “traducción y de facilitación”:

• Mediador lingüístico.
• Intérprete.
• Traductor.
• Facilitador lingüístico.
• Mediador social.
• Mediador del conflicto.

Como ya hemos dicho, las distintas funciones y tareas realizadas por el mediador
están, a menudo, comprendidas y superpuestas y son de difícil distinción de forma neta
entre momentos de traducción lingüística, “defensa” del usuario e interpretación de
datos culturales. En algunas situaciones, por ejemplo, en los centros y en las
localidades más pequeñas, el mediador disponible en el territorio puede volverse un
agente “hacedetodo” e intervenir en servicios diferentes con una gama de tareas muy
amplia. En otros casos, por el contrario, (ciudades grandes y servicios diferenciados),
sus funciones son más “específicas” y responden cada vez a las exigencias del servicio
y de los usuarios.

Son dos, por tanto, las variables externas que intervienen para delinear de una manera
más precisa el “espacio” ocupado por el mediador y su papel:

• Las características del lugar en el que trabaja: centro, pequeña o gran ciudad;
presencia mayoritario de un determinado grupo étnico o situación pluriétnica;
• El tipo de servicio en el que está inserto: social, sanitario, educativo, escolar, servicio
“dedicado” a los usuarios extranjeros, o común a todos los usuarios, tanto
autóctonos como inmigrantes.

Algunos agentes han puesto de relieve además el problema de los “límites” y el riesgo
de confusión de papeles entre agente y mediador, riesgos que son más evidentes

28
cuando las funciones y las tareas se colocan en “espacios de mayor contigüidad y
proximidad”. Se producen en mayor medida entre mediador y agente social, entre
mediador y educador, mientras que el riesgo de superposición, confusión en los
papeles, es menor en el caso de un trabajo de mediación desarrollado junto a un
médico, a una ginecóloga, un profesor, un agente sanitario. Los agentes están de
acuerdo en afirmar que el mediador no debe “gestionar el caso o resolver el problema”,
sino que debe colaborar a la individualización de las necesidades y de las respuestas,
en una relación basada en la complementariedad y la confianza recíproca.

5. REFERENCIAS Y DIFERENCIAS CULTURALES A COMPARAR

El tema de la mediación se centra en la relación entre cultura y referencias diversas. El


mediador -en su función de “puente y trámite” entre los distintos mundos- debería, de
manera ideal, colocarse “en el medio”, tener conocimiento de su propia “cultura de
origen” (y de aquella del usuario) y de la cultura del país de inmigración, saber
distanciarse, gestionar las diferencias culturales dentro de un proceso dinámico de
cambio, intercambio y reciprocidad. Si esta es la situación ideal y por tanto, lo
inalcanzable, la práctica de la mediación indica algunos posibles “riesgos” que el
mediador puede correr respecto a su papel de “puente” entre las culturas.

Los indicamos de manera esquemática:

• El mediador puede tender a “defender” la propia cultura de pertenencia, ocultando


algunos aspectos “problemáticos” y presentándola de manera ideal y mitificada.
• El mediador puede, al contrario, haber tenido un itinerario personal de “paso de
campo” y tender a denigrar la cultura del país de origen y las prácticas de los
usuarios extranjeros.
• El mediador puede tener una imagen muy rígida de la cultura de origen por varios
motivos (emigración lejana, intercambios limitados con el país de origen y con el
propio grupo…) y por tanto, proponer como muy difundidos y actuales datos,
aspectos y prácticas que están de hecho superadas dado el carácter dinámico
propio de cada grupo y cultura.
• El mediador puede considerar sobresalientes, en lo referente a la propia cultura,
algunos aspectos respecto a otros de tipo religioso, político, ligados a la tradición…)
y puede dejar, por el contrario, en la sombra, características y aspectos que él
considera secundarios.

Un itinerario de formación de los mediadores debe, naturalmente, poner en el centro


categorías y temas como: cultura, proceso de enculturación / aculturación,
comunicación intercultural, cambio cultural, etc.

El mediador que cubre al mismo tiempo el papel de promoción/valorización de la


cultura de origen y de “puente” entre referencias diversas debe saber reflexionar sobre
las diferencias, establecer distancias respecto a su propia cultura y a la del país de
acogida, encontrar analogías y correspondencias.

A propósito del concepto de “cultura de origen”, por ejemplo, los mediadores pueden,
como habíamos dicho, considerar más importantes y fundamentales aspectos distintos,
como demuestran la riqueza y la variedad de definiciones que proporcionan durante
encuentros de formación y de supervisión.

29
Elementos diferentes vienen individualizados como “núcleo importante e irrenunciable”
de la propia historia (individual y colectiva) y de lo que debe ser trasmitido a las nuevas
generaciones. Algunos subrayan la importancia central y prioritaria de la religión, otros
consideran central en la transmisión intergeneracional la lengua y los significados que
el código lingüístico trasmite. Otros, en cambio, definen como “cultura de origen” la
relación con la propia familia y con los padres, la continuidad de la pertenencia, o la
patria, las referencias nacionales, la etnia.

A este propósito, una parte de los mediadores ponen también en evidencia los peligros
de la identidad y de las pertenencias rígidas y los riesgos de los conflictos causados
por el elemento “etnia”. Indican como elemento positivo, no tanto la transmisión de
vínculos y pertenencias, cuanto las referencias comunes a los derechos humanos, a su
dignidad, integridad y libertad.

La riqueza de las definiciones de “cultura de origen” nos lleva por tanto a considerar la
variedad de las diferencias culturales. Lenguajes no verbales, modalidades
comunicativas, concepciones del espacio, del tiempo, del cuerpo, modalidades en el
desarrollo de las relaciones; el calidoscopio de las diferencias se abre sobre una misma
gama de colores y matices.

La transmisión cultural se realiza a nivel inconsciente a través del proceso de


enculturación que comienza en la infancia: los niños son educados e insertados en una
organización social en la cual aprenden a identificarse y a la cual aprenden a
pertenecer. Las diferentes referencias culturales dirigen más tarde los comportamientos
individuales a través de las normas y leyes, explícitas e implícitas, que hacen a su vez
referencia a un ordenamiento superior: el plano ontológico o de los valores.

Esquemáticamente se podría representar el orden que determina el comportamiento de


los individuos en todas las culturas del siguiente modo:

PLANO ONTOLÓGICO Y DE LOS VALORES


|
|
PLANO DE LAS REPRESENTACIONES Y DE LAS NORMAS
|
|
PLANO DE LOS COMPORTAMIENTOS Y DE LAS
PRÁCTICAS CULTURALES

El plano ontológico comprende las referencias fundamentadas y generales que tienen


que ver, por ejemplo, con las pertenencias religiosas, las referencias filosóficas, los
mitos comunes, la concepción de la vida y de la muerte. Este plano determina los
criterios de evaluación, de elección y de juicio sobre el mundo y sobre los
acontecimientos. El plano de las representaciones comprende el nivel consciente de las
leyes y de las normas y el nivel inconsciente de la concepción de uno mismo, de la
sociedad, de las relaciones interpersonales, de la familia, del saber, del aprendizaje. El
plano de los comportamientos es aquel que comprende las prácticas culturales y las
diferencias “visibles”. Es el nivel inmediatamente accesible, ya que comprende las
manifestaciones exteriores y cotidianas de la vida, del encuentro y de la confrontación.

En la relación con los servicios emergen los comportamientos diferentes ligados a los
modos de definir el tiempo, de ocupar el espacio, de aprender, de considerar la
30
infancia, la familia, la salud y el cuidado, de callar o hacer preguntas. Naturalmente, las
diferentes prácticas culturales, si no se reconducen al plano de las representaciones y
de las referencias generales, no inmediatamente accesibles, corren el riesgo de
aparecer a menudo, a los ojos de los agentes como comportamientos bizarros o
privados de significado. También en este caso puede entrar en juego la mediación. El
mediador intenta reconducir las prácticas y los comportamientos a sus significados,
haciendo explícitas las representaciones que hay en un determinado acontecimiento,
clarificando razones, causas, proyectos, introduciendo elementos de negociación y de
cambio. Contribuye por tanto a superar dos modalidades contrapuestas e igualmente
rígidas de relaciones interétnicas, modalidades que provocan, por un lado, la
separación “tolerante” (“actúan así porque esta es su cultura”) y por otro lado, la
negación/asimilación (“deben adaptarse lo más rápidamente posible”). Cada una de
estas dos partes – equipadas de nuevos conocimientos- puede dar un paso adelante
hacia el encuentro y la confrontación con menor cierre y rigidez. Entre la asimilación sin
un cambio consciente y la aceptación y formas de distancia en nombre de un
relativismo cultural que no prevé espacios de confrontación y de encuentro, el
dispositivo de la mediación puede aparecer banal en la comprensión recíproca.

El mediador ofrece y predispone un cuadro más adaptado a la negociación, a la


búsqueda de un acuerdo y de respuestas más eficaces. Contribuye a crear un contexto
y un proyecto conjunto y compartido, a partir del reconocimiento recíproco y de la
facilitación lingüística y comunicativa.

6. EXPERIENCIAS DE MEDIACIÓN EN OTROS PAÍSES: EL CASO FRANCÉS.

¿Cómo se ha afrontado en otros países europeos, destino desde hace mucho más
tiempo de flujos migratorios, el tema de la mediación?

Consideremos el caso francés, que por ciertos aspectos (características de la


inmigración, políticas de acogida y de integración, servicios comunes a los ciudadanos
autóctonos y extranjeros), presenta algunas similitudes con la realidad italiana.

Los términos “mediador” y “femmes/parents relais” son utilizados sobre todo por los
agentes sociales y educativos ya desde los inicios de los años ochenta. Inicialmente se
referían a formas y figuras de intermediarios que, de manera voluntaria, buscaban
acercar a las familias más frágiles y desaventajadas a los servicios y a la escuela.
Lentamente el campo semántico de los dos términos se ha ensanchado hasta
comprender una variedad de prácticas y de atenciones que tienen en común la
característica de mediación entre grupos, sujetos e instituciones.

En el transcurso de los años ochenta el uso de los mediadores se intensifica, sobretodo


en numerosos barrios urbanos periféricos con fuerte presencia de población inmigrada.
Estos juegan un papel fundamental en el prevenir y regular las tensiones y los
conflictos que se originan, sea a causa de problemas comunicativos y de comprensión
recíproca, sea a causa de dificultades sociales (fracaso o abandono de la escuela,
riesgo de desviación, malas condiciones económicas…) En general, son las mujeres,
pertenecientes a los distintos grupos de inmigrantes, las primeras que han tomado las
iniciativas para “resolver los problemas” o para reducir las tensiones. Solicitados por los
agentes sociales, los profesores, los educadores, las peticiones de mediación se ha
multiplicado, aunque a menudo se trataba de intervenir de manera voluntaria, informal y
esporádica.

31
La tendencia que se percibe en Francia, dentro de la que se coloca el dispositivo de la
mediación, es de tipo integracionista. Los discursos y los textos oficiales que se refieren
a la acogida de los inmigrantes han utilizado en diferentes momentos los términos de
“adaptación”, “inserción, “integración”. El paso de un término a otro, y en particular a la
utilización de “integración” corresponde a los objetivos impuestos por el paso de una
inmigración de tipo económico, mayoritariamente masculina, percibida como
provisional, a una inmigración definitiva de tipo familiar y de “asentamiento”.

La necesidad de integrar a los nuevos ciudadanos se ha encontrado con un riesgo


avisado por muchas partes: la de la exclusión social. Y se ha encontrado también con
la dificultad atravesada por lugares privilegiados por la mediación social, el hacer frente
a necesidades y problemas nuevos, es decir: la familia, la escuela, los lugares de
expresión religiosa, las asociaciones y los lugares tradicionales de representación y
agregación.

En este marco, a las figuras de mediación (femmes relais, médiateur, intermédiaire,


écrivain public…) se les pide intervenir cada vez más a menudo para facilitar la
comunicación, establecer o reestablecer las relaciones, y tomar parte activa entre
instituciones y grupos.

Los agentes sociales se encuentran, de hecho, frente a la necesidad de


revisar/rediseñar sus propias prácticas de intervención. Por un lado advierten la presión
de las demandas que se originan por situaciones de emergencia. Por otro, su trabajo
se ha convertido más complejo a causa de la diversidad de los usuarios y de la
necesidad de una integración.

En el transcurso de los años noventa se han llevado a cabo diversos estudios sobre las
prácticas y los resultados de la mediación. La mayor parte de estas investigaciones
hacen referencia a la componente femenina indicando, nuevamente, el papel
privilegiado de las mujeres en esta actividad.

He aquí algunas de las consideraciones extraídas de la investigación:

• El término “relais” es el más utilizado por las instituciones y los servicios, los
protagonistas de la mediación se autodefinen, por el contrario, como
“intermediarios”, “mediadores lingüísticos y culturales”, “agentes para la acogida”.
• A diferencia de la cuestión definitoria, existe un acuerdo general respecto a las
tareas asumidas por el mediador. La gama de las funciones incluye: la traducción, la
interpretación, la ayuda en la cumplimentación de la documentación y el
acompañamiento en los trámites burocráticos, la información, la sensibilización, la
orientación, el acompañamiento, la animación…
• Estas funciones se realizan dentro de un proceso de negociación que prevé como
objetivo final el diálogo y el intercambio entre las partes.
• El acuerdo sobre las funciones del mediador no debe sin embargo esconder el
hecho de que existen disparidad de visiones sobre el papel profesional y sobre los
objetivos del mediador. Los agentes y las instituciones subrayan a menudo como
objetivo principal el de resolver las “disfunciones” del servicio, explicitando las
demandas, acercando a los usuarios, favoreciendo el acceso, previniendo o
“medicando” situaciones de exclusión y de tensión social. Otros subrayan en cambio
el objetivo principal de transformación del servicio, a través de la reinterpretación de
las normas, las innovaciones, el partenariado proyectual.

32
• Naturalmente, las dos diversas posiciones presuponen grados diferentes de
responsabilidad del mediador, modalidades de intervención y estatus diferentes. Los
contenidos y los objetivos propuestos son además influenciados por la
representación que los agentes han elaborado respecto al público/objetivo y a los
usuarios. En el caso en el que los usuarios, reales o potenciales, son considerados
“frágiles”, en gran dificultad de adaptación, con recursos individuales limitados, las
acciones respecto a ellos serán sobretodo de tipo compensatorio y el papel de los
mediadores será en consecuencia limitado y “minimalista”.
• Respecto a la modalidad de intervención, se debe distinguir entre mediación
espontánea y formalizada. En el primer caso se trata de acciones de proximidad y
acercamiento de base voluntaria -incluso si se solicita por los servicios. Los
mediadores informales son considerados sobretodo como miembros de su grupo de
pertenencia y no como profesionales.

En el segundo caso, la formalización de las acciones puede tener diferentes formas:

• Acciones individuales de mediación, reconocidas por los servicios y por las


instituciones como prestaciones ofertadas a título individual por los propios
mediadores y mediadoras.
• Acciones colectivas, conducidas por asociaciones y cooperativas con y por cuenta
de una institución y un servicio.
• Acciones institucionalizadas, referentes a los dispositivos de mediación reconocidos
e integrados en la misma lógica del servicio, como ocurre, por ejemplo, en el caso de
la mediación penal.

¿Qué problemas y dificultades de intervención se encuentran los mediadores en su


trabajo? Los estudios realizados distinguen respecto a las relaciones con los usuarios y
con los agentes y las instituciones.

1. Respecto a los usuarios se detectan sobre todo:

• La importancia de la duración y de la continuidad de las acciones realizadas y los


límites propios de la temporalidad esporádica de la intervención.
• La necesidad de poder contar con un “cuadro” de referencia para prevenir y resolver
problemas de “alianza”, los sentimientos de culpa o la sensación de “ser invadidos”
por las demandas de los usuarios en la vida privada, la presión ejercitada por los
individuos o el grupo de connacionales.
• La necesidad de una reflexión sobre los vínculos existentes entre pertenencia y
referencias religiosas y formas, inconscientes o conscientes, de juicio, valoración y
estigmatización de comportamientos.
• La resistencia por una parte de los usuarios al cambio, a la transformación de los
comportamientos.
• La ambigüedad de los papeles que se colocan siempre en balanza entre los
usuarios y servicio y corre el riesgo de desequilibrarse.

2. Respecto a los agentes e instituciones, se nota, sobretodo, que mientras que la


actividad de mediación es voluntaria y gratuita, tiende a ser aceptada, solicitada y
valorada. Pero existe por parte de los agentes y de las instituciones desconfianza
cuando el mediador es reconocido (o pide serlo) como parte del equipo y es
remunerado. Se pueden destacar entonces algunos y diversos “riesgos” y críticas:

33
• El riesgo de la confusión de papeles entre agentes y mediadores (sobretodo en
relación con los agentes sociales)
• El riesgo de que el trabajo social se descalifique si se apoya en figuras privadas de
profesionalidad reconocida.
• El control de la intervención de la mediación aparece difícil, el papel de líder y de
“portavoz reconocido” de algunos mediadores parece impedir y dificultar la movilidad
y la autonomía de los propios usuarios.
• Algunos agentes ven en la mediación esencialmente una intervención de promoción
socioprofesional de los mediadores y no aprecian en cambio una eficacia social más
a largo plazo e importante.

3. Respecto al futuro de la mediación y al papel profesional de los mediadores, las


posiciones son diferenciadas y pueden sintetizarse de la siguiente manera:

• Hay una posición minoritaria que sostiene que la mediación es una tarea propia del
voluntariado. Aquellos que sostienen que sólo la espontaneidad y la informalidad de
las acciones pueden evitar la identificación de los mediadores con el servicio y con la
institución, mientras que la remuneración corre el riesgo de comprometer el carácter
de cercanía, ayuda y proximidad desinteresada.
• Aquellos que propugnan la creación de un papel específico profesional son también
una minoría. Los argumentos utilizados para sostener esta posición son los
siguientes: La función de mediación representa un nuevo modo de trabajo social que
responde a demandas específicas, el papel profesional del mediador es por tanto la
consecuencia de la indispensable diversificación de las tareas y de los objetivos de
la intervención social. Algunos subrayan en cambio, la necesidad de los mediadores
de salir de la precariedad y ven por tanto una posibilidad concreta en la definición de
una nueva figura profesional de agente social.
• La posición mayoritaria considera el trabajo de intérprete y de mediador como
función complementaria del trabajo social. Esta visión se basa en el reconocimiento
de saberes y competencias específicas que son resultado de las experiencias que
hasta el momento se han realizado y de la necesidad de cambio de las modalidades
de intervención social advertida por los propios agentes: Los mediadores podrán ser
integrados en el equipo del servicio sin perder sin embargo su papel de referencia y
de “portavoz” de un grupo o un territorio. Esta fórmula implica (y se apoya en) la
posibilidad de que el mediador articule su tiempo previendo momentos retribuidos y
momentos de ”voluntariado” y de disponibilidad a trabajar gratuitamente “sobre el
terreno” para el propio grupo. El hecho de ser retribuido –además de reconocer la
profesionalidad del servicio prestado- garantiza también la calidad de los resultados
y el respeto a las reglas deontológicas. También en este caso se subraya la
necesidad de la formación, de un encuadre, tutela, control y supervisión de las
acciones de mediación.

Hemos visto que la situación del debate actual en Francia es bastante similar al
italiano, si bien se refieren a un contexto más “maduro” que puede hacer referencia a
experiencias realizadas en el curso de dos décadas.

También por esta radicación de la acción, el trabajo de la mediación viene citado en los
documentos de programaciones oficiales, aunque estos se refieran más a menudo al
papel de las “femmes relais”.

En la circular nº 92/42 de diciembre de 1994, el Ministerio de Asuntos Sociales y de la


Salud escribe, a propósito de las medidas de acogida de las familias reagrupadas:

34
… La intervención de las “femmes relais” es hoy en día por todos reconocida, ya sea en el campo
de la salud y de la primera infancia ya sea, de manera más amplia, en el proceso de acogimiento
de las familias reagrupadas.

También el SSAE (Servicio Social de Ayuda a los Emigrantes) ha jugado un papel


importante en la promoción de las “femmes relais”, considerandolas una parte
fundamental del dispositivo de acompañamiento global dirigido a la integración de los
inmigrantes.

Para el SSAE, las mediadoras son “capaces de jugar un papel de unión entre las
comunidades y las instituciones francesas”.

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35
ZOCCARATO, M., 1994-1995. Strategie di mediazione culturale nelle societá
multietniche: risultati di un’indagine empirica sul profilo professionale del mediatore
culturale, tesi di laurea, facoltá di Lettere e filosofia. Universitá degli Studi di Milano.

36
PLANTEAMIENTO TEÓRICO SOBRE MEDIACIÓN INTERCULTURAL19

Marco MARTINIELLO
FNRS

En el curso de las dos últimas décadas, el fenómeno de la mediación ha conocido, en


una gran variedad de ámbitos de la vida social, un desarrollo considerable en nuestras
sociedades post-industriales. Paralelamente, se ha constatado un uso indiscriminado
del término de mediación para designar una multitud de prácticas diferentes20. Michèle
Guillaume-Hofnung considera que “la proliferación de prácticas heterogéneas que se
reclaman de la mediación testimonia más de una necesidad vital de mediación que de
su vitalidad”21. En su opinión hay en esta profusión un riesgo de descrédito de la
mediación. Por su parte, Catherine Delcroix se pregunta, con Gabrielle Varro, si “la
noción, por muy vaga que sea, podría remitir ¿a nuevas formas de sociabilidad?, ¿a
nuevos modos de participación en la vida pública?, o al menos ¿a aspiraciones en esa
dirección por parte de ciertos actores sociales?”22. Jean-Pierre Bonafe-Schmitt, a
semejanza de Catherine Delcroix y Gabrielle Varro, ve en las experiencias de
mediación sociocultural “la emergencia de una nueva forma de regulación social (o
modelo de acción) que rige las relaciones entre individuos y, de manera más general,
entre el Estado y la sociedad civil”23.

1. HACIA UNA DEFINICIÓN DE LA MEDIACIÓN

En su definición general de la mediación, Jean-François Six24 propone la distinción


entre cuatro clases de mediaciones:

• mediación creadora;
• mediación renovadora;
• mediación preventiva;
• mediación curativa;

Las dos primeras mediaciones buscan crear o restaurar el vínculo social allí donde no
existe25, mientras que las mediaciones preventiva y curativa tienen como finalidad
prevenir o resolver un conflicto.

Una vez hecha esta precisión, el mismo autor propone la siguiente definición de la
mediación:

19
Traducido de Antolín Granados del original publicado en Médiations, institutions, cultures. Informe no
publicado de la investigación financiada por la Direction Genérale de l’Action Sociale et de la Sante de la
Región Wallonne.
20
Six J.F. (1995): Dynamique de la médiation, Paris, Desclée de Brouwer, 281 p.
21
Guillaume-Hofnung M. (2000): La médiation (Segunda edición corregida), Paris, PUF (Colección “Que
sais-je? “), p.110.
22
Delcroix C. y Varro G. (2000): “Étudier la médiation sociale”, in La lettre du Printemps (Sociologie;
Professions, Institutions, Temporalités), octubre, p.1.
23
Bonafe-Schmitt J.-P. (2000): “Mediation from Dispute Resolution to Social Integration”, in Martiniello M.
and Body-Gendrot S. (Eds.): Minorities in European Cities: the Dynamics of Social Integration and Social
Exclusion, New York, St. Martin’s Press, p.217.
24
Six J.-F. (1990): Le temps des médiateurs, Paris, Éditions du Seuil, p.164.
25
El mediador “interviene especialmente para establecer, preservar o restablecer la calidad de una
comunicación (…) y del conjunto de los "saber-hacer" y "saber-estar" que le caracterizan”, in Lascoux J.-
L., (2001): Pratique de la médiation: une méthode alternative de résolution des conflits, ESF Éditeur
(Collection formation permanente, séminaires Mucchielli), p.17.
37
- “acción realizada por un tercero,
- entre personas que consienten y participan libremente, y a las cuales corresponderá la decisión
final
- destinada ya sea a hacer nacer o renacer entre ellos relaciones nuevas, ya sea a prevenir o
26
curar entre ellos relaciones perturbadas “.

Michèle Guillaume-Hofnung propone, por su parte, reducir estos cuatro tipos de


mediaciones a dos grandes formas27:

1. La mediación no afectada por un conflicto28;


2. La mediación relativa a un conflicto.

Esta autora llama al primer tipo “mediación de diferencias” y al segundo “mediación de


diferendos”. Su definición global de la mediación es la siguiente: “un modo de
construcción y de gestión de la vida social gracias a la intermediación de un tercero,
neutro, independiente, sin otro poder que la autoridad que le reconocen los mediados
que lo habrán elegido libremente”29.

Michèle Guillaume-Hofnung intenta determinar igualmente los criterios a partir de los


cuales se podría definir la mediación; estos criterios son:

a) la presencia de un tercero30. Esta es una condición sine qua non para que se pueda
hablar de mediación. Este tercero debe además reunir ciertas cualidades que hacen
de él un mediador. Se trata de:
b) la independencia (política, moral, financiera);
c) la neutralidad;
d) la ausencia de poder institucional.

A la luz del examen de la literatura sobre la mediación intercultural, cada uno de estos
criterios merece desde ahora ser matizado. Lo haremos ulteriormente.

Volvemos a encontrarnos estos elementos en la descripción realizada por Massimo


Bortolini sobre ciertos principios de la acción mantenidos por mediadores escolares en
Bruselas y en Valonia: “independencia, atención, neutralidad, ningún poder de decisión,
libre elección (…)”31.

26
Six J.-F. (1990): Le temps des médiateurs, op. cit., p.165.
27
Guillaume-Hofnung M., op. cit., p.74-76.
28
Pese a que la mediación se encuentra en la práctica muy a menudo ligada o asociada a los conflictos,
Michèle Guillaume-Hofnung subraya que la mediación puede existir perfectamente al margen de un
conflicto: “Su definición puede prescindir de una referencia al conflicto” op. cit, p.82-83. Catherine
Delcroix y Gabrielle Varro ponen, no obstante, la mediación en relación con el conflicto de intereses: “El
uso más frecuente es el que denota una voluntad de neutralidad con relación a intereses opuestos por
parte de actores que, convertidos en adversarios, entrarían en conflicto de no intervenir un mediador, un
'arbitro' (…) quien dice mediación dice conflicto de intereses y voluntad de buscar una resolución a los
mismos en un 'proceder comunicacional' (Habermas 1987)”, Delcroix C. y Varro G., art. cit., p.1.
29
Op. cit., p.76.
30
“El 3 es pues el armazón de toda operación de mediación; la relación triangular, que es condición de la
mediación, es ya, por su misma posición, inicio de solución” Six J.F., Le temps des médiateurs, op. cit.,
p.175. Para Abdellatif Chaouitte, “el tercero es menos el hecho de serlo que el de estar en posición
exterior garantizando la posibilidad de la relación, permitiéndole existir de una manera constructiva”
Chaouitte A. (2001): “La médiation: de l'égalité à l'équité”, Agenda intercultural, nº 197, octubre, p.11.
31
Bortolini M. (2001): “Médiateur scolaire: un métier à l'ouvrage”, Agenda intercultural, nº 197, octubre,
p.9.
38
Definida en estos términos, la mediación se distingue en el plano conceptual de otras
nociones como la conciliación, el arbitraje, la negociación, etc.32. Cabría por tanto
hablar de una verdadera “autonomía conceptual de la mediación”.

A partir de un trabajo efectuado por varios investigadores en diversos campos y


ámbitos de observación, Catherine Delcroix y Gabrielle Varro han identificado, por su
parte, tres grandes tipos de mediación:

1. La mediación emergente: este tipo de mediación pone en relación “públicos


atomizados y sin voz frente a una institución (…). Es en estos públicos sometidos
donde afloran iniciativas tendentes a paliar los conflictos”.
2. La mediación predefinida: en este caso, es la institución quien instituye el mediador
(ej., la mediación jurídica o escolar) con el fin de instaurar “las condiciones de una
nueva relación entre las partes” y de ayudarles a hacerse cargo ellas mismas de la
solución de su desacuerdo. Desde esta perspectiva, la mediación se puede concebir
como un proceso que abre un espacio de diálogo de carácter consensual. Para
Dominique Bondu “el interés primordial de la mediación social” reside en “la
posibilidad de establecer una palabra restauradora, o incluso instauradora”33.
Catherine Delcroix y Gabrielle Varro van en el mismo sentido cuando escriben: “La
práctica de la mediación otorga a la palabra un estatuto explícito: el de crear vínculo
social (…). La mediación "exitosa" tiende hacia la anulación de las posiciones de
adversidad y hacia la resolución de los conflictos, mediante la constitución de un
espacio discursivo común de cooperación”.
3. La mediación transpuesta: transposición de prácticas de un contexto social y cultural
a otro.

Las dos autoras citadas señalan que las diferentes formas de mediación pueden
situarse en un continuum que va de la mediación “enlace” (nada de transformación de
las normas o de las instituciones; al contrario, adaptación a la norma y, de ahí,
reproducción de ésta) a la mediación “crítica” que “va más allá de cualquier meta
adaptativa” y en la que la acción del mediador persigue, por el contrario, transformar el
funcionamiento de las instituciones con el fin de adaptarlas a las necesidades y a las
exigencias de los individuos. Ninguna posición tiene rigidez en este continuum y “es
esta oscilación la que otorga a la actividad una dimensión de carácter político”.
Catherine Delcroix et al. señalan además que “la función de 'enlace' comienza casi
siempre por acciones puntuales, pero muy a menudo son una serie de procesos
dinámicos los que la conducen a desarrollarse y a hacerse más compleja”34. La noción
de mediación enlace puede ser equiparada a la de mediación-conformación que busca
mejorar la relación entre servicios públicos y usuarios cuyos comportamientos no están
conformes con la “normalidad constituida”35.

En Dinámica de la mediación, Jean-François Six distingue entre:

32
Además de la presencia de un tercero que posea determinadas características, una mediación no
puede ser impuesta, contrariamente a lo que ocurre en una conciliación. Por añadidura, no se puede
exigir de un mediador que siga un procedimiento específico, Guillaume-Hofnung M., ibid., p.84.
33
Bondu D. (1998): Nouvelles pratiques de médiation sociale. Jeunes en difficulté et travailleurs sociaux,
Paris, Editions ESF (Collection Actions Sociales/Société), p.137.
34
Delcroix C., Beski C., Mathieu Z.-R., Bertaux S. (1996): Médiatrices dans les quartiers fragilisés: le lien,
Paris: La documentation française, p.38.
35
Médiation interculturelle dans les hôpitaux/Interculturele bemiddeling in de ziekenhuizen, Cellule de
Coordination Médiation Interculturelle (Ministère des Affaires Sociales, de la Santé Publique et de
l'Environnement), Agosto de 2000, p.27. Hemos utilizado profusamente este documento de referencia en
nuestro planteamiento teórico.
39
1. Mediaciones institucionales o mediaciones “desde arriba”36: todas las instituciones
han sentido la necesidad de recurrir a intermediarios, a mediadores, con el fin de
facilitar la comunicación entre usuarios y servicios públicos.
2. Mediaciones ciudadanas37 o mediaciones autónomas (propone este tipo de
mediación en relación con dos elementos fundadores de la ciudadanía:
representación y participación)38.

Forzando un poco más la categorización, Catherine Delcroix et al. proponen distinguir


entre:

1. La mediación espontánea.
2. Diversas formas de mediación formalizadas, entre las cuales:
a) acciones individuales reconocidas por instituciones
b) acciones colectivas (enlace entre la población y las instituciones)
c) acciones institucionalizadas (ej.: la mediación penal o familiar)39.

Conviene precisar, no obstante, que no siempre resulta fácil distinguir entre proyectos
de tipo “asociativo” y los que podrían calificarse de “institucionales”, ya que, por
ejemplo, un proyecto asociativo puede ser financiado por los poderes públicos40.

Nos parece que la definición que ofrecen Catherine Delcroix y Gabrielle Varro de la
mediación predefinida resume bastante bien un cierto número de dimensiones
encontradas de manera recurrente en varios de los artículos que tratan de las prácticas
de mediación (intercultural):

“La mediación es un proceso triádico que exige la intervención de una instancia tercera que, a
diferencia del arbitraje o del juicio, favorezca de manera poco directiva el acercamiento entre
pretensiones divergentes de las partes en presencia. Todo lo que tiene que hacer el mediador es
establecer idealmente las condiciones de una nueva relación entre las partes, ya que el acuerdo
sigue estando en manos de los protagonistas. En lugar de imponer el arreglo de la controversia
dando una solución, la mediación privilegia la búsqueda activa de la solución por parte de las
personas involucradas (…) Además, la mediación sólo puede funcionar en el marco de unas
relaciones entre actores de relativa igualdad: las relaciones de fuerza desiguales impide encontrar
una solución equilibrada. De igual modo, la "buena voluntad" -la presunción de que la finalidad de
uno de los protagonistas no es la de destruir al otro- y la aceptación de un compromiso son
41
indispensables “.

2. LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL

Las condiciones que pueden explicar la emergencia de la mediación (intercultural) a lo


largo de las dos últimas décadas son, principalmente:

36
Sobre este particular, Guillaume-Hofnung M. advierte contra la eventual falta de autonomía de un
mediador que fuera al mismo tiempo un cuadro de los servicios públicos (problemas de la
confidencialidad entre otros): “Le statut de la fonction publique convient-il à la médiation?” Ibid., p.118-
119, 121.
37
Guillaume-Hofnung M. habla de mediación cívica, op. cit., p.20.
38
Op. cit., p.36-38, 45-50, 198-199.
39
Delcroix C. et al., op. cit., p.39.
40
Bonafe-Scmitt J.-P. (2001): “La médiation scolarire: l'apprentissage d'un rituel de gestion des conflits”,
Agenda Intercultural, nº 197, octubre, p.14.
41
Etienne LeRoy apunta lo siguiente, en relación con la mediación: “la importancia de una real
aceptación de la superación del conflicto, de su 'enterramiento', lo que los psicólogos llaman 'hacer el
duelo' de la confrontación”, LeRoy E. (1995): “La médiation mode d'emploi”, Droit et Société, nº 29, p.42.
40
• la transición de una sociedad industrial a una sociedad postindustrial, y la crisis de
los vectores de socialización que le es asociada;
• la crisis que sufren el Estado, la sociedad y el trabajo social;
• la concordancia entre territorios y poblaciones en situación de precariedad
(principalmente, las poblaciones procedentes de la inmigración);
• una cierta “territorialización” de la acción pública en el campo del trabajo social
principalmente.

Estas condiciones engendran un déficit de comunicación, una necesidad de recrear el


vínculo social entre poblaciones de origen inmigrante y las instituciones, entre “usuarios
culturalmente minorizados e instituciones culturalmente dominantes”42. Catherine
Delcroix subraya, por otra parte, que las iniciativas surgidas a lo largo de las dos
últimas décadas comparten una característica: restablecer (incluso establecer) el
vínculo entre las instituciones y los usuarios (extranjeros o no). Igualmente, Jean-Pierre
Bonafe-Schmitt estima que es conveniente leer la aparición de la mediación a la luz de
la crisis de los “mecanismos de regulación social en nuestras sociedades” y “de los
modos de integración social”43.

2.1 Consideraciones sobre la noción de “intercultural”

Si bien la mediación intercultural busca favorecer la comunicación entre personas o


grupos de personas de culturas diferentes, es necesario precisar, antes de nada, que
nos negamos a considerar esas “culturas” como bloques petrificados y estables, y
recordamos que son transportadas por personas cuyas identidades se construyen,
evolucionan44. Siguiendo a Thierry Fabre, pensamos que hay una “historicidad del
hecho cultural”. Catherine Delcroix et al. definen lo intercultural como un “proceso
dinámico de interacción entre individuos y grupos portadores de representaciones y de
valores diferentes”. Esto “implica, de entrada, una visión no petrificada de la cultura, de
la sociedad, de las identidades individuales y colectivas”45. Sonia Feyman y Micheline
Keil proponen una concepción extensiva de la noción de interculturalidad sobre la que
conviene detenersebrevemente. Para estas autoras, la mediación intercultural
“favorece, más allá de la simple adaptación de los extranjeros, el encuentro y la
comprensión entre grupos de orígenes diferentes presentes en un mismo territorio, y el
acercamiento entre diferentes culturas, no [solamente] en el sentido de culturas
nacionales sino, también, de culturas administrativas y técnicas, por un lado, y de
culturas populares, por otro”46. Inspirándose en F. Laplatine, los autores del informe
sobre la mediación intercultural en los hospitales de Bélgica sugieren una concepción
igualmente extensiva de la mediación intercultural en el ámbito hospitalario. El
mediador intercultural desempeñaría ante todo un papel de puente entre dos sistemas
conceptuales -el del terapeuta (el de la ciencia médica) y el del paciente (subjetivo)-,
“mediante una comprensión de los dos paradigmas “, el mediador “podría hacer de
enlace y establecer los puentes necesarios para la optimización de la relación
terapéutica. En este sentido, la tarea de la mediación podría no estar reservada

42
“Médiations sur tous les fronts”, Agenda Intercultural, nº 176, septiembre de 1999, p.3.
43
Bonafé-Schmitt J.-P. (2001): “La médiation scolaire: l'apprentissage d'un rituel de gestion des conflits”,
Agenda intercultural, nº 197, octubre, p.12.
44
Carmel Camilleri habla claramente de los “portadores de culturas que son los únicos que entran,
efectivamente, en contacto”, Camilleri C. (1989): “La communication dans la perspectiva interculturelle”,
in Camilleri C. y Cohen-Emerique M.: Chocs des cultures: Concepts et enjeux des pratiques de
l'interculturel, Paris, L'Harmattan, p.386.
45
Delcroix C. et al., op. cit., p.39.
46
Feyman S. y Keil M. (1994): “Les relais féminins de l'inmigration africaine en Île-de-France et en Haute-
Normandie” FAS, citado en Delcroix C. et al., p.27.
41
únicamente a los pacientes con dificultades lingüísticas, o a los inmigrantes”47. Según
los autores de este informe, lo que efectivamente distingue la mediación intercultural y
la “intra-cultural” no es una cuestión de naturaleza sino de grado: “los problemas que
obstaculizan la comunicación entre pacientes y cuidadores se ven resaltados por la
distancia cultural y lingüística que les hace más visibles”48. Así nos encontramos con
una concepción próxima a la función de “pasador de cultura” (culture bokerage) tal y
como la definen ciertos autores anglosajones para quienes esta función tiende a
“explicar la cultura del hospital y del médico al paciente, y el mundo del paciente al
médico”. Estos autores consideran que esta función de “pasador de cultura” “es una
componente necesaria de cualquier forma de apoyo en el proceso de cura, y eso es así
para todos los pacientes”49.

2.2 Competencias y funciones del mediador intercultural

Varias cualidades del mediador intercultural aparecen frecuentemente en la lectura de


numerosos artículos e informes sobre la mediación intercultural. Dichas cualidades
parecen estar directamente ligadas a las prácticas de los actores de la mediación
intercultural.

Margalit Cohen-Emerique considera que el mediador intercultural tendrá que hacer


prueba de una “competencia intercultural”. Esta competencia se apoya en tres
movimientos50:

1. Descentración: capacidad para reflexionar sobre los propios referentes culturales, lo


que debe facilitar la aproximación al otro.
2. Penetración del sistema de referentes del Otro: voluntad de comprender lo que “da
sentido y valor al otro, a través de su cultura, su migración, su exilio, su
aculturación”.
3. Mediación/negociación propiamente dicha.

Siguiendo a este autor, el mediador se distingue del trabajador social (o del asistente
social, incluso del educador) por su doble posición:

• de interioridad (es capaz de aprehender los códigos y los valores de la comunidad


inmigrante o procedente de la inmigración);
• de exterioridad (no forma parte de la institución. Cualquier mediador que perdiera su
posición de exterioridad respecto de la institución perdería por ello mismo su calidad
de mediador). Veremos más adelante que en numerosos casos el mediador forma
parte o depende de una manera o de otra de la institución.

Esta doble posición del mediador intercultural lo distinguiría del trabajador social
clásico. Sin embargo, no todos los autores están de acuerdo sobre esta especificidad
del mediador. Es el caso, entre otros, de Dominique Bondu y de Fathi Ben Mrad que
relativizan la singularidad de los mediadores51.

47
Médiation interculturelle dans les hôpitaux/Interculturele bemiddeling in de ziekenhuizen, Cellule de
Coordination Médiation Interculturelle (Ministère des Affaires Sociales, de la Santé Publique et de
l'Environnement), Agosto de 2000, p.13.
48
Ibid.
49
Ibid., p.52 y 57. Traducción del autor.
50
Cohen-Emerique M. (1997): “La négociation interculturelle, phase essentielle de l'intégration des
migrants” Hommes et Migrations, nº 1208 (Dossier “Médiations en tout genre”), julio-agosto, p.11-14.
51
Sobre esta cuestión, ver infra el apartado “Mediación intercultural y trabajo social”.
42
Por otra parte, además de las cualidades requeridas en todo mediador (posición de
tercero en una relación triangular, independencia, neutralidad, ausencia de poder52), los
mediadores interculturales deberán hacer prueba:

• de una capacidad de escucha y de empatía53


• de disponibilidad54;
• de conocimientos (socio-)lingüísticos y culturales (de las culturas de la sociedad de
acogida y de la persona procedente de la inmigración)55.

Las cuatro tareas del “community interpreter”56 destacadas por Rodia Roberts merecen
ser igualmente subrayadas aquí:

1. La traducción
2. La transferencia de cultura (Culture brokerage)
3. Aporte de apoyo y de ayuda a la persona procedente de la inmigración
4. Abogar por la persona procedente de la inmigración

Para Rodia Roberts, el mediador intercultural puede ser considerado, en los cuidados
de salud, como un “community interpreter”. Esta última apelación no tiene traducción
satisfactoria en francés, pero los autores del informe federal sobre la mediación
intercultural en los hospitales de Bélgica señalan que este término es el que más se
aproxima al de mediador intercultural. Una definición de este término ha sido ofrecida
en la conferencia sobre la interpretación en los entornos legales, de la salud, y sociales:
“Permite [el community interpreting] a las personas que no hablan fácilmente la (las)
lengua(s) oficial(es) del país, comunicar con quien le proporciona servicios públicos de
forma que facilita un acceso completo e igual a los servicios legales, de salud, de
educación, del gobierno y sociales”57.

Los autores del informe federal sobre la mediación intercultural en los hospitales de
Bélgica señalan, igualmente, que hay un consenso bastante amplio entre los diferentes
autores sobre la importancia de la función de “culture brokerage”, pero que sin embargo
no todos se ponen de acuerdo sobre las tareas de apoyo y de defensa aunque
reconozcan que el “mediador intercultural apoya al cliente o al paciente e intenta
fortalecer su posición de debilidad (…)”58. Esto nos lleva de nuevo a la paradoja del

52
Volveremos más adelante sobre la dificultad para respetar los principios de independencia y de
neutralidad en la práctica cotidiana de los mediadores interculturales, principalmente en la parte empírica
del presente trabajo.
53
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.105. Los autores del informe insisten en la
capacidad de las mediadoras interculturales para responder a las expectativas relacionales y afectivas
de los pacientes. Ver también Es Safi L. y Compère L., op. cit., p.16, y Bortolini M., art. cit., p.9; por parte
del mediador, por su capacidad de escuchar, se tratará igualmente de captar lo que hay en juego en la
relación perturbada entre las dos partes, y de comprender “las condiciones explícitas e implícitas para el
restablecimiento de la comunicación”, LeRoy E., art. cit, p.41.
54
“Esta referencia al tiempo, esta capacidad para escuchar son extremadamente importantes en el
mediador; es una persona que antes no existía en las escuelas” citado en Bortolini M. art. cit., p.8; ver
también Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.105.
55
Es Safi L. y Compère L. (1996): La médiation interculturelle en matière de santé: une réponse aux
problèmes de communication entre patients migrants et personnel soignant?, Résonances, p.19.
56
Mikkelson H.: “The Professionalization of Community Interpreting”, texto disponible en
http://www.acebo.com (../papers/profslzn.htm). Ver la excelente síntesis de la literatura anglosajona
sobre esta cuestión en Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.51. Ver p. 51-60 para un
examen detallado (en neerlandés) de los puntos de vista de diferentes autores anglosajones sobre la
cuestión de las tareas de los “community interpreter”.
57
Mikkelson H.: art. cit.
58
Ibid., p.53.
43
principio de neutralidad del mediador frente a una situación de asimetría de poder entre
la persona procedente de la inmigración y la institución. Volveremos sobre esta
cuestión más adelante. Los autores del informe precisan, finalmente, que no existe
consenso sobre el contenido y la forma de la intervención de los mediadores
interculturales en el ámbito de los cuidados sanitarios y que “las distinciones teóricas
propuestas entre las diversas tareas desempeñadas por las mediadoras se presentan
más como facetas de la realidad del terreno, más o menos en primer plano según las
circunstancias, que como variedades compartimentadas de la práctica de la
mediación”59.

2.3 La experiencia de las mediadoras socioculturales (mujeres-enlace) en Francia

Los años ochenta han visto la aparición en Francia de “mediadoras espontáneas” (esencialmente
de origen inmigrante) que, en sus barrios, acompañaban a sus vecinas a realizar una serie de
gestiones en las instituciones. Un servicio de “mujeres-enlace”, cuyo objetivo principal es formar a
las mediadoras (deontología, conocimientos sobre las instituciones francesas, etc.), se estableció
hacia principios de los años noventa por la Asociación ARIFA (Archivos de la Inmigración familial).
60
La acción de estas “mediadoras socioculturales” se ha ido extendiendo poco a poco a la mayoría
de las grandes ciudades francesas, hasta el punto de que, actualmente, algunas de ellas forman
61
parte de los dispositivos políticos de la acción pública urbana .

En lo esencial, el trabajo consiste en la acogida, el acompañamiento y la orientación de


personas o de familias del barrio en sus contactos con las instituciones. La
interpretación sociolingüística ocupa un importante lugar en estas actividades62. La
responsable de la asociación francesa Profesión Banlieue señalaba que “el conjunto de
estas actividades dibuja el perfil de las mujeres-enlace en el sentido de que son ellas
las que fundamentan el ejercicio mismo de la mediación social y cultural”63.

A continuación, describimos algunas de las características de la acción de estas


mujeres-enlace:

• en un principio se trató de iniciativas espontáneas (mujeres inmigrantes (o no)


acuden en ayuda de otras mujeres de origen inmigrante) que pronto fueron
integradas en dispositivos políticos locales o en las actividades de las asociaciones.
Lo que merece ser señalado aquí es que ha habido un reconocimiento, aunque sólo
sea parcial64, de las prácticas de las mujeres-enlace por parte de los poderes
públicos. Este reconocimiento está por lo demás marcado por una paradoja: las
instituciones reconocen las realizaciones de las mujeres-enlace pero ponen mala
cara a la hora de concederles un verdadero reconocimiento profesional;
• sus competencias están sobre todo ligadas a su experiencia, a sus trayectorias
(migratorias): Las mujeres-enlace se apoyan por tanto en estos saberes
experienciales para construir su modo de intervención65. De las entrevistas

59
Ibid., p.89 y 95.
60
Del importante estudio realizado por Delcroix C. et al. se desprende que la mayoría de las 80
mediadoras interrogadas rechazan el término de “mujer-enlace” prefiriendo en su lugar el de mediadora
sociocultural. Delcroix C. et al., op. cit, p.38-41.
61
“Médiations sur tous les fronts” (De l'entraide à la médiation, entretien avec Marie-Hélène Hassan),
Agenda Intercultural, nº 176, septiembre de 1999, p.13-14.
62
Madelin B. (2001): “Les femmes-relais: les 'sans-papiers' du travail social?”, VEI enjeux (Dossier
“Travailler en quartiers sensibles, 2e partie: Nouveaux métiers ou redéfinition des métiers?”), nº 124,
marzo, p.86.
63
Ibid., p.84.
64
Las mujeres-enlace sufren generalmente de una falta de reconocimiento estatutario (precariedad en el
empleo, inestabilidad en su financiación, etc.).
65
Ibid., p.86.
44
realizadas por Catherine Delcroix et al. se desprende que, entre las mediadoras, hay
una voluntad de ayudar a quienes padecen un tipo de sufrimiento que ellas mismas
han conocido66. Noredine Boubaker se pregunta cómo hacer movilizables y
transferibles tales competencias67;
• la doble inserción de las mujeres-enlace: territorial y étnica. Advertimos que esta
doble inserción es objeto de numerosas críticas -los adversarios de la
profesionalización invocan esta particularidad de las mujeres-enlace, señalando
sobre todo el peligro de etnicización (ver infra esta cuestión)-, pero que es también
reconocida por las instituciones como fuente de eficacia;
• la acción de las mujeres-enlace une a menudo trabajo individual y trabajo colectivo
de las asociaciones locales (refuerzo recíproco, mantenimiento del lazo social
tomando la palabra): “Es en esta articulación, en este ir y venir constante entre
trabajo individual y trabajo colectivo donde la asociación -y las mujeres-enlace-
adquiere su legitimidad sobre todo un barrio”68;
• la relación con el espacio y con el tiempo es singular (presencia cuasi permanente
de las mediadoras sobre el terreno de la acción). En el plano de la
profesionalización, en algunos casos las mujeres-enlace han sido contratadas a
tiempo parcial mientras continuaban trabajando benévolamente. Según Catherine
Delcroix, esta fórmula mixta que combina actividades profesionales y militantes tiene
la ventaja de hacer posible que las mujeres-enlace puedan conservar la proximidad
de su relación con los habitantes del barrio.

Varios autores señalan la falta evidente de reconocimiento estatutario que padecen las
mujeres-enlace. Ahora bien, para Bénédicte Madelin (responsable de Profesión
Banlieue, asociación de mujeres-enlace), esta cuestión hay que ponerla en relación con
la del modo de integración que la sociedad decide promover. Ya se atenga uno al
modelo “asimilacionista” actual -”el del extranjero que llega y ha de integrarse en una
sociedad de acogida que no tiene los mismos valores, las mismas normas, etc. Ya se
oriente uno hacia un modelo que permita la plena participación en la sociedad de
acogida, una sociedad “marcada por la diferencia, por pertenencias culturales
diferentes” sin que ello implique un repliegue comunitario” La responsable de
Profession Banlieue concluye poniendo en evidencia un reto que es inherente a esta
cuestión: “Valorar y reconocer el papel de las mujeres-enlace es una manera de afirmar
la promoción de las mujeres inmigrantes y, más ampliamente, de las poblaciones
destinatarias de las políticas sociales, por la propia definición de dichas políticas”69.

El filósofo Luc Carton ha resumido muy bien algunas de las cuestiones que plantea a la
sociedad y a los poderes públicos la acción de las mujeres-enlace70:

• el vuelco de una lógica de acción centrada en la asistencia hacia poblaciones


doblemente estigmatizadas -en tanto que personas procedentes de la inmigración y
en tanto que mujeres- en favor de prácticas que poseen una “dimensión de acción
colectiva (…), de prácticas de producción de servicios a partir de, y para las

66
Delcroix C. et al., op. cit., p.54-55.
67
Boubaker N. (1996): “Médiation: enjeux et embiguïtés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.92.
68
Madelin B.: art. cit., p.88.
69
Ibid.,p.90-91; ver también Laurel E.: “Quelques réflexions pour une ouverture”, Femmes-Relais,
¿Quelle place dans l'intervention sociale? Actes des rencontres Profession Banlieue; jornada del 16 de
noviembre de 1999, p.80).
70
Profession Banlieue (2001): La Médiation sociale et culturelle: enjeux professionnels et politiques.
L'exemple des femmes-relais, promotrices de líntégration des migrants, Saint-Denis, Profession Banlieue
(Coll. Les Rencontres de Profession Banlieue), p.88-89.
45
poblaciones mismas”. Su acción remite a la cuestión más general de los derechos
de los usuarios de las políticas sociales;
• por sus prácticas -¡incluidas las relativas a la profesionalización!- las mujeres-enlace
son la prueba del nacimiento de un oficio, “un oficio por y con un grupo, más que un
oficio para”. Ello no significa dejar de cuestionar las otras prácticas de lo social con
relación a otros grupos sociales;
• las mujeres-enlace son “portadoras de saberes críticos sobre nuestra sociedad. Son
oficios 'de autores intérpretes'“. ¿Qué hay de los derechos culturales de los
trabajadores sociales? ¿Tienen la posibilidad de ser 'autores intérpretes'?
• ellas cuestionan el fundamento mismo de las funciones colectivas -enseñanza,
sanidad, vivienda, etc.- de nuestra sociedad, situando en el corazón del debate la
cuestión de la exigencia de igualdad de acceso y de uso. Sus prácticas nos invitan a
repensar sin descanso la democracia: “Dónde nos encontramos con relación al
enunciado de los derechos políticos de los migrantes”.

2.4 La experiencia del Municipio de Saint-Fons

En la siguiente sección nos proponemos presentar brevemente la experiencia del


Municipio de Sant-Fons (aglomeración de Lyon) en materia de mediación cultural71. El
interés de esta experiencia reside en el hecho de que se trata de un buen ejemplo de
colaboración entre la municipalidad, los trabajadores sociales y los habitantes. Por otra
parte, esta política se hace con la vista puesta en la permanencia, y en el marco de una
voluntad de la municipalidad por tener en cuenta “la dimensión intercultural de sus
relaciones con los habitantes” de manera global, procurando una colaboración eficaz
entre las acciones de los diferentes actores en este terreno72.

En el origen de esta experiencia (1981), se contrató en un primer tiempo a una veintena


de animadores extraescolares (infantil y primaria) con la misión de custodiar a
doscientos niños durante una serie de actividades extraescolares. Al cabo de un año, a
la vista del éxito alcanzado, la iniciativa se desarrolla en el conjunto de las escuelas del
municipio y se contrata a doscientos animadores, entre los cuales sesenta madres de
familia, la mayoría ya activas en su barrio (las demás personas contratadas eran
profesionales de lo social y jóvenes del barrio). Con el aumento del número de
animadores, la contratación comienza a responder a criterios precisos; se valora
principalmente la aceptación de seguir una formación, su capacidad para implicarse
con la escuela y su participación en la vida del barrio. Tanto para las madres de familia,
como para los adultos en general o para los jóvenes, la participación en dichas
actividades es considerada “como una puerta para el empleo, y para la posibilidad de
continuar estudios a un nivel superior”73. Entre estos animadores hay tanto personas de
origen extranjero como francesas.

En un segundo tiempo, se crea una plaza de mediadora en el Ayuntamiento en 1991,


con el objetivo de mejorar la comunicación entre familias y niños de origen extranjero y
las escuelas. Entre otras, sus tareas consisten en suscitar la puesta en marcha de
redes de partenariado entre instituciones (escuelas por ejemplo) y asociaciones, para
facilitar los contactos entre familias e instituciones y para mejorar el trabajo de los
profesionales de lo social que trabajan en medios pluriétnicos. Su trabajo consiste tanto

71
Delcroix C., Beski C., Mathieu Z.-R., Bertaux S. (1996): Médiatrices dans les quartiers fragilisés: le lien,
Paris: La documentation française, y Delcroix C.: “Fonction et devenir professionnel des médiatrices dans
les quartiers fragilisés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre.
72
Delcroix C., art. cit., p.98 y 102.
73
Ibid., p.98-100.
46
en una sensibilización y una información de las instituciones como en una puesta en
contacto de estas instituciones con asociaciones de jóvenes procedentes de la
inmigración.

Finalmente, una formación cualificadora “de actores para una ciudad solidaria” fue
creada en 1994 como continuación al conjunto del trabajo de desarrollo de redes
realizado anteriormente.

De esta experiencia se desprenden varias enseñanzas que pueden servir de referencia


para acciones futuras a desarrollar en otros contextos:

• parece haber en la multiplicidad de las acciones realizadas en la permanencia una


voluntad política clara “de pensar una estrategia de conjunto que reconozca la
importancia del diálogo intercultural y permita a los numerosos actores implicados en
la acción de completarse unos con otros más que competir entre sí”. Este último
punto es esencial ya que, como veremos después, si los límites y contenidos de la
acción de cada uno de los actores no son claramente precisados, la competencia
entre dichos actores corre el riesgo de perjudicar al conjunto del proyecto de
mediación intercultural;
• las personas contratadas en los diferentes proyectos realizados eran ya activas en la
mayor parte de los casos en la vida del barrio; esta actividad era, por lo demás, uno
de los criterios para ser contratadas. Esto es importante porque parece que haya en
numerosos casos una cierta desconfianza hacia los “mediadores espontáneos”;
• la acción de las mujeres inmigrantes o procedentes de la inmigración, limitada al
principio a los miembros de su comunidad étnica, se ha extendido progresivamente
al conjunto de la población del barrio. Esto es cierto en el caso del Municipio de
Saint-Fons, pero lo es también, de manera general, en la experiencia de las
mediadoras socioculturales (mujeres-enlace) en Francia74. Según Catherine Delcroix,
se puede ver en este fenómeno una dimensión universalista de la acción de estas
mujeres.

3. CUESTIONES RECURRENTES RELATIVAS A LAS PRÁCTICAS DE MEDIACIÓN


INTERCULTURAL EN BÉLGICA Y EN FRANCIA

3.1 La cuestión de la independencia de los mediadores

Conviene plantearse la cuestión de la posibilidad de una verdadera independencia de


los mediadores en la medida en que, en Bélgica sobre todo, la mediación parece estar
fuertemente institucionalizada. La institucionalización plantea especialmente la cuestión
de la autonomía financiera de los mediadores. Recordemos a este propósito que varios
informes denuncian las condiciones de financiación de las actividades de mediación,
cuando menos precarias porque dependen de fondos anuales no recurrentes75. Para
Michelle Guillaume-Hofnung, la mediación no se define por su acción benévola mas
“las condiciones de remuneración deben ser objeto de precauciones que preserven la
independencia del mediador”76. Así mismo, en caso de institucionalización hay que
asegurarse que los mediadores puedan mantenerse mediadores y no ser objeto de una
recuperación política (…)77. La cuestión de la localización espacial de los mediadores
puede ser uno de los índices de una más o menos independencia respecto de las

74
Ver Delcroix C. et al., op. cit., p.60, 77, 78 principalmente.
75
Ver sobre todo Es Safi L. y Compère L., op. cit., p.64.
76
Op. cit., p.79.
77
Ibid., p.118-121.
47
instituciones. El caso de los mediadores sociales o socioculturales instituidos en varios
municipios de la Región Bruxelles-Capitale después de los disturbios de mayo de 1991
puede ser aquí ilustrativo. Resulta que en varios municipios, ¡el local de los mediadores
se encontraba en el interior mismo de los locales de la policía! Señalemos además la
recomendación hecha en el informe federal sobre la mediación intercultural en los
hospitales de Bélgica; a saber, la creación de un órgano autónomo sobre el que el
mediador se pueda apoyar, sobre todo cuando el contencioso se produce con la
institución que lo emplea78.

3.2 Estatuto, profesionalización y formación de los mediadores

Ya que el trabajo de los mediadores/mediadoras basa una buena parte de su eficacia y


de su legitimidad en la proximidad espacial y temporal -Bénédicte Madelin habla de
comunidad de experiencia- mantenida con las poblaciones afectadas, una de las
dificultades que hay que superar es la de hacer posible una clarificación de su estatuto
sin por ello alterar la naturaleza de su acción (agilidad, disponibilidad para el encuentro
y la escucha, presencia prolongada en el lugar, etc.)79. Como lo señala la responsable
de la asociación francesa de mujeres-enlace “Profession Banlieue”, “¿La eficacia de las
mujeres-enlace no está en el movimiento entre una dimensión 'de relación voluntaria' y
una dimensión 'más profesional'?”80. Los autores del informe federal sobre la mediación
intercultural en los hospitales de Bélgica alertan igualmente de un eventual
enclaustramiento reglamentario de la “realidad plural” de la mediación intercultural, “con
el riesgo de privar a la mediación de su sustancia y de las posibilidades de enseñanza
que encierra”81. Esta problemática del estatuto del mediador es fundamental desde
diversos puntos de vista, principalmente si, como propone Abdellatif Chaouitte, se sitúa
el reconocimiento (del Otro) en el centro de la mediación intercultural: “en efecto,
¿cómo hacer gala de competencias para el reconocimiento de los otros cuando uno
mismo sufre de falta de reconocimiento profesional?”82. La profesionalización y la
formación de los mediadores interculturales son necesarias por otras consideraciones.
Naturalmente, los mediadores tienen la ventaja de la doble posición de exterioridad y
de interioridad -es en lo que, en parte, se basa la legitimidad de su intervención ante los
usuarios-, pero si este doble posicionamiento no va acompañado de una formación
reconocida y de un estatuto claro, los límites de la intervención del mediador no podrán
ser precisados con seguridad: “El tema de los límites está estrechamente ligado a los
temas de competencias, de deontología y de responsabilidad”83. Una cuestión
planteada por el filósofo Luc Carton merece ser subrayada en lo que a la formación
para la mediación intercultural se refiere, sin entrar en el debate alrededor del

78
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.89.
79
¿Hay alguna asociación que reagrupe a los mediadores interculturales en Valonia? Conviene
preguntarse si una asociación así no tendría un efecto benéfico sobre las diferentes reivindicaciones de
los mediadores interculturales en materia de reconocimiento estatutario, de formación, de
profesionalización. Ello permitiría igualmente un trabajo de puesta en común de diferentes experiencias,
así como una reflexión sobre sus prácticas. Habría que plantearse igualmente el interés por poner en
marcha un código o una carta de los mediadores interculturales. Ver la experiencia francesa y la
constitución de un colectivo de mediadoras cualificadas, Delcroix, C. et al., op.cit., p.118. Estas
cuestiones se encuentran desarrolladas en la parte empírica del presente informe.
80
Madelin B., art. cit., p.89; ver también Verbunt G. (1997): “Le médiateur et ses limites”, Hommes et
Migrations, nº 1208 (Dossier “Médiations en tout genre”), julio-agosto, p.35-41.
81
Op. cit., p.171.
82
Chaouitte A., art. cit., p.11. Sobre este tema del reconocimiento de los mediadores, ver también el
informe de investigación de Résonances, Es Safi L. y Compèr L., op. cit., p.37.
83
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, art. cit., p.111-113.
48
contenido de las formaciones ya existentes o por venir84: ¿cómo hacer para que dicha
formación pueda, a un mismo tiempo, estructurar y reforzar la profesionalidad de los
mediadores, y mantener una actitud de respeto hacia éstos hasta el punto de apoyarse
en sus saberes “sociales intuitivos”?85. Uno podría estar tentado de ver en el peso de
las competencias de tipo “biográfico” una especificidad propia de los mediadores -
especificidad que es, a la vez, fuente de legitimidad y objeto de críticas-, lo que
supondría descuidar el hecho de que en el mercado de trabajo las competencias de
tipo experiencial ocupan un lugar cada vez más importante, junto a las “cualificaciones
diplomadas”86. Por lo que hace a la mediación intercultural, la dificultad reside en la
teorización de esos saberes experienciales “para que se conviertan en transportables,
trasferibles a otras situaciones y consigan así el estatuto de saberes profesionales
apropiables por otros”87. Los autores del informe del a.s.b.l. Résonances señalan que
“Gracias a la formación y a su práctica cotidiana, las intérpretes de ISM son
profesionales porque demuestran un perfecto conocimiento de sus funciones, así como
de sus límites”88. Abdellatif Chaouitte, haciendo balance de lo dicho en un seminario
sobre las prácticas de la mediación intercultural organizado por el Centro bruselense de
acción intercultural, señalaba la necesidad de una “delimitación restrictiva del campo
factual de la intervención mediadora en complementariedad con otras acciones”89. Una
delimitación de este campo de intervención podría contribuir a evitar que los
mediadores se vean cargados de tareas que no son de su competencia. Efectivamente,
existe el riesgo de ver a los mediadores asumiendo, por defecto, el papel de
“artificieros” en toda una serie de problemas irresueltos en el seno de la institución. A
este respecto, los autores del informe federal sobre la mediación intercultural en los
hospitales han destacado en sus conclusiones las pocas actividades “en tríada” de las
mediadoras, que intervienen sobre todo “como 'go between' que tratan deresolver
viejos problemas de comunicación existentes antes de que ellas llegasen”. En ciertos
casos, los mediadores se encuentran efectivamente en situación dual al verse
obligados a dar explicaciones acerca de los tratamientos, que es una tarea propia de
las enfermeras. Es entonces cuando no es respetada una de las condiciones de
definición de la mediación -presencia de un tercero en una relación triangular. Una
“definición operativa de la mediación (límites, deontología, estatuto…)”90 parece
imponerse igualmente con el fin de facilitar la adhesión del conjunto del personal de la
institución (el conjunto del personal sanitario y de acompañamiento social en un
hospital, por ejemplo) al proyecto de la mediación; adhesión que es de importancia
crucial para el éxito del proyecto, tanto más cuanto que pareciera como si ciertas

84
El tema de la formación ha sido objeto de varias conversaciones de grupo analizadas en la parte
empírica de este informe.
85
“ (allí donde los saberes no reconocen su carácter social, la formación sirve, en general, para
desaprender.”, Profession Banlieue (2001): La Médiation sociale et culturelle: enjeux professionnels et
politiques. L'exemple des femmes-relais, promotrices de líntégration des migrants, Saint-Denis,
Profession Banlieue (Coll. Les Rencontres de Profession Banlieue), p.52; por su parte, Joël Plantet se
plantea la siguiente cuestión: “¿Los saberes sociales pueden constituir el fundamento de una
cualificación profesional y pueden ser la enseña de cualquier trayectoria profesional?”, Plantet J. (2000):
“Comment les femmes-relais sont devenues indispensables aux quartiers difficiles”, Le lien social, nº518,
10 de febrero (http://www.lien-social.com/archives/dossiers/511a520/518-1.htm).
86
Sobre el tema de la importancia del cruce de los saberes ver E.Maurel: “Quelques réflexions pour une
ouverture”, Femmes-Relais. Quelle place dans l'intervention sociale? (Actes des rencontres Profession
Banlieue (journada del 16 de noviembre de 1999, p.82 y 85.
87
Profession Banlieue, op. cit., p.78.
88
Ibid., p.37.
89
Chaouitte A., art. cit., p.10.
90
Chaouitte A., art. cit., p.11.
49
instituciones fueran relativamente permeables al cambio91. Si falta un verdadero
compromiso colectivo en el proyecto de mediación entonces la intervención de los
mediadores corre el riesgo de ser mal percibida por el resto de los que intervienen.
Catherine Delcroix señala al respecto que, en lo que concierne al trabajo social en
Francia, los trabajadores sociales “clásicos” se ven enfrentados a una doble
competencia: la de los profesionales altamente cualificados por un lado, y la de los
mediadores nacidos en los barrios que se aprovechan de su mayor
proximidad/complicidad con las poblaciones de esos barrios, por otra parte92. Según
Nouredine Boubaker, las mediadoras “obtienen su legitimidad y se infiltran en el
intersticio que hay entre el trabajo social tal como es y como debería ser, entre la
redefinición de las nuevas identidades profesionales y la situación actual”93. Esta
situación de competencia es igualmente subrayada en la experiencia de la mediación
intercultural en los hospitales de Bélgica en los que “ciertas enfermeras no comprenden
la razón de ser de las mediadoras. No les gusta nada la intervención de actores
extraños a la profesión para llevar a cabo una parte esencial, la más emotiva, de su
oficio94.

En la parte empírica del presente informe tratamos con más profundidad las diferentes
formaciones en mediación y en acompañamiento intercultural; también confrontamos
los testimonios recogidos en el trabajo de campo con la documentación disponible
sobre estas formaciones.

3.3 Neutralidad

Catherine Delcroix y Gabrielle Varro hacen ver que, en la práctica, “la neutralidad se
muestra como una posición difícil de mantener de manera duradera. Ser uno mismo,
ser el otro, todo ello junto: la mediación aparece como un 'compromiso inestable'“95. De
igual modo, parece haber muy a menudo un margen considerable entre ese principio
de neutralidad y la realidad de la práctica de los mediadores interculturales. De hecho,
los autores del informe federal sobre la mediación intercultural en los hospitales han
puesto en evidencia el hecho de que a las mediadoras les costaba mucho conservar
esa posición de neutralidad hacia las dos partes. Estas autoras se plantean cuestiones
esenciales relativas a la posición del mediador en la relación triangular. Cuestiones
indisociables de la noción de poder: “¿Cuándo se pasa del rol de intermediario al rol de
abogado, de la defensa subyacente a la defensa explícita? (…) ¿El deber de
neutralidad está asegurado asumiendo el rol de abogado entre dos partes?” Y el hecho
de señalar una de las paradojas de la posición del mediador: “Las mediadoras han sido
elegidas principalmente por su vínculo con la inmigración; así pues, son a la vez
exteriores e interiores a la relación de ayuda: exigirles que sean al mismo tiempo un
tercero imparcial puede parecer si no paradójico, al menos poco realista. En cualquier

91
Herscovici A.: “Une journée dans la vie d'une médiatrice interculturelle”, Agenda Interculturel, nº 176,
op. cit., p.12; Delcroix C. (1996): “Fonction et devenir professionnel des médiatrices dans les quartiers
fragilisés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.112; Berwart F. (1998): “Médiateurs: agents de
changement biodégradables”, Agenda culturel, nº 165, junio, p.19.
92
Art. cit., p.111.
93
Boubaker N. (1996): “Médiation: enjeux et embiguïtés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.93;
sobre la situación en Forst y Palet (Países Bajos) ver Profession Banlieue (2001): La Médiation sociale et
culturelle: enjeux professionnels et politiques. L'exemple des femmes-relais, promotrices de líntégration
des migrants, Saint-Denis, Profession Banlieue (Coll. Les Rencontres de Profession Banlieue), p.69-71.
94
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.112.
95
Ibid.
50
caso, esto hace inconfortable la posición de las mediadoras”96. En el informe de
investigación realizado por el a.s.b.l. Résonances sobre la mediación intercultural en la
atención sanitaria, la misma cuestión se plantea acerca de la difícil neutralidad. Los
autores del informe apuntan la gran proximidad (cultural y social principalmente) que
une pacientes y mediadores: “Nosotros también procedemos de un medio popular,
todos tenemos las mismas vivencias… esas mujeres y esos hombres bien podrían ser
nuestros parientes”97. Los mismos autores constatan sin embargo que gracias “a su
formación, el concepto de neutralidad se ha impuesto a ellas. En efecto, ya no se trata
de intervenir en una relación impersonal de ayuda sino de servir de enlace, sobre la
base de profesionalismo, entre la sociedad de acogida (y sus instituciones) y la
comunidad inmigrante”98. Los autores concluyen sobre este tema: “A la mediadora se le
pide ser neutra, 'que no se comprometa', pero las estrategias, las técnicas que debe
emplear las ha desarrollado y adquirido gracias a la confrontación de marcos de
referencia diferentes, sin contar con que la relación de ayuda puede a su vez reforzar el
vínculo entre la mediadora y su comunidad. Estas paradojas deben ser ligadas; son
consustanciales a la riqueza de los aportes de estos profesionales pivots entre campos
profesionales diferentes”. Señalemos además que, en algunos casos, se especifica
expresamente que el mediador debe ponerse del lado del paciente: “La mediadora
tiene explícitamente la misión de elegir el lado de la parte más débil; dicho de otro
modo, es igualmente abogada-litigante y verifica que los derechos del paciente
(individuo o grupo) no sean violados”99. Recordemos una vez más la estrecha relación
entre la problemática de la neutralidad y el poder: “¿Cómo mantenerse neutro cuando
alguien aprovecha su fuerza para imponerse?”100. Amhed Ahkim señala que la relación
médico-paciente es profundamente desigualitaria porque se basa principalmente en
una relación de tipo “experto-profano”, lo que “convierte a la mediación intercultural en
el hospital en un espacio de poder”. El paciente de origen extranjero se encuentra en
una situación de asimetría de poder todavía mayor; ahí es donde la mediación
intercultural tiende naturalmente a reequilibrar la desigualdad de poder en beneficio del
paciente101. Puede ser que la participación concreta del mediador en la relación triádica
no haya sido suficientemente resaltada. Reconocer esta implicación del mediador es
asumir, igualmente, el hecho de que participa en una relación de poder, de que él

96
Op. cit., p.108-109. ¿No se estaría dando aquí igualmente una oposición entre una lógica de las
relaciones horizontales entre el mediador y el usuario por una parte, y la naturaleza fundamentalmente
jerárquica de la institución hospitalaria por otra parte? Esta contradicción ha sido señalada por Luc
Carton en el caso de las mujeres-enlace en Francia, Profession Banlieue, op. cit., p.50.
97
Es Safi y Compère L., op. cit., p.36; para la socióloga Elisabeth Laurel, la proximidad entre los que
intervienen y el medio constituye un “polo de legitimidad” de la mediación que encontramos también en
otros ámbitos como el sindicalismo.
98
Ibid., p.63.
99
Projet médiatrices intercultrurelles dans le domaine des soins de la santé, Bruselas, VCIM, 1992,
citado en Es Safi y Compère L., op. cit., p.45. Los autores del informe Résonances señalan que “del lado
francófono, se insiste sobre la neutralidad de la que, por esencia, el mediador debe hacer prueba.
Cuando hemos preguntado al doctor Henri De Ridder sobre el tema, nos hizo saber que las minorías
étnicas ven sus derechos permanentemente burlados; por eso el deber de las mediadoras es el de
intervenir”, p.48. Observemos que la defensa de los intereses de los usuarios (derechos sociales, etc.)
figura entre las funciones de la mediación intercultural en Bélgica del Centro para la Igualdad de
Oportunidades y la Lucha contra el Racismo (Centre pour l'Egalité des Chances et la Lutte contre le
Racisme-CECLR), Informe Anual del CECLR, Bruselas 1996, p.70. Ver nota a pie de página 65.
100
Bonafé-Schmitt J.-P.: “La médiation scolaire: l'apprentissage d'un rituel de gestion des conflits”, art.
cit., p.17.
101
Ahkim A. (2000): “La médiation interculturelle dans les hôpitaux: premier état des pratiques en
Wallonie”, Les rencontres du vendredi (la médiation interculturelle), 15 de diciembre. No obstante, Ahmed
Ahkim precisa que “la misión de 'defensa de los intereses del paciente', dispuesta en el informe del
CECLR, es imposible de cumplir salvo que se sitúe a la mediadora en contradicción con su empleador (la
asociación) y la institución que organiza su actividad (el hospital)”, Ibid.
51
mismo dispone de un poder en esta relación; todo ello, a pesar de la insistencia sobre
la neutralidad o la objetividad de la que debe hacer prueba. Como lo advierten dos
especialistas en temas de relaciones interculturales en atención sanitaria en Canadá y
en los Estados Unidos, los intermediarios del lenguaje son a menudo descritos como si
fueran neutros, “como si fueran invisibles”, cuando tienen un poder ligado a su
capacidad para manejar la información que transmiten102.

Dicho esto y aunque la neutralidad resulte difícil de respetar en la práctica de la


mediación, ¿no se podría considerar que debería permanecer pese a todo como un
principio, como una orientación fundamental que guíe a los mediadores en sus
intervenciones?

3.4 La cuestión de la pertenencia étnica de los mediadores

Es frecuente que la proximidad cultural y étnica entre los mediadores y los usuarios
procedentes de la inmigración sea objeto de críticas, principalmente por el riesgo de
etnicización de la intervención social que dicha proximidad podría conllevar. Aunque el
riesgo merece ser tenido en cuenta, la experiencia de las mujeres-enlace en Francia
tiende a mostrar que si bien la acción de estas mediadoras se dirigía al principio sobre
todo a personas de igual origen étnico que las mediadoras, se extendió después a los
otros grupos sociales de los barrios. Parece que el peligro venga más bien de ciertas
instituciones que tienen tendencia a ver las mediadoras como 'representantes' de una
comunidad étnica y no como lo que son, “las representantes de la comunidad local
definida por el territorio (la ciudad, el barrio)”103. También las mediadoras interculturales
que intervienen en el medio hospitalario en Bélgica prestan sus servicios a pacientes
de origen étnico diferente al suyo104. Como lo pone en evidencia Marco Martiniello, la
hipótesis de la mayor eficacia de los interventores sociales es seductora a primera
vista: “¿quién mejor que un inmigrante para estudiar y resolver problemas de
inmigrantes?” Aun reconociendo las ventajas de una proximidad cultural o de destino
entre investigadores y trabajadores sociales “étnicos” y personas procedentes de la
inmigración, Marco Martiniello llama sin embargo la atención sobre los posibles
escollos de dicha proximidad, entre los cuales habría que contar principalmente con las
generalizaciones apresuradas105. Precisa igualmente que “la posición del investigador o
del interventor social étnico no es fácil cuando trabaja en su zona. Se encuentra a
menudo entre la espada de los poderes públicos, sus expectativas y su tendencia a
conseguir inmigrantes de servicio, y la pared de las categorías étnicas y de sus
reivindicaciones”106. Para el interventor social se trata entonces de estar en condiciones
de distinguir claramente entre “la 'implicación'“ y “el 'distanciamiento'“ si se quiere
seguir siendo trabajador social en el sentido propio del término”107. La posición del

102
“Ciertos investigadores reconocen el poder de un intérprete en tanto que guardián que tiene el poder
de explicitar, de clarificar, de traducir, de omitir, o de distorsionar mensajes (…) El poder del intérprete en
el control de la comunicación se ejerce en el interior de la 'caja negra' lingüística, inaccesible al resto de
los participantes en la interacción”, Kaufert J.-M and Putsh R.-W.: “Communication through Interpreters in
Healtheare: Ethical Dilemmas Arising from Differences in Class, Culture, Language, and Power” The
Journal of Clinical Ethics, Volume 8, Number 1, p.72,73,80. Agradecemos al señor Michel Villan el
habernos prestado este artículo.
103
Delcroix C., art. cit., p.108. Massimo Bortolini señala también que la mediación es a menudo utilizada
de manera “étnica”, Bortolini M. ., art. cit., p.9.
104
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit, p.99.
105
Martiniello M. (1993): “Faut-il être un inmigré pour étudier l'inmigration? Faut-il être ethnique pour
intervenir dans les relations ethniques?” Agenda interculturel, nº 119, diciembre, p.3.
106
Ibid., p.5.
107
Jovelin E.: “À public d'origine inmigrée, professionnels de même origine?”, Agenda interculturel, nº
165, op. cit., p.21. Emmanuel Jovelin añade que “reconocer que sea como diferente el otro que tiene el
52
Centro para la igualdad de oportunidades y la lucha contra el racismo sobre el asunto
es que “no se trata (…) ni de una discriminación, ni de una etnicización de la relación
de ayuda, sino más bien de una objetivación de los factores que articulan la relación
entre personas de culturas diferentes”108. Abdellatif Chaouitte señala pertinentemente
que “las implicaciones culturales personales o ideológicas (…) en sí mismas (…) no
constituyen una competencia; se pueden convertir en competencias 'personales
profesionalizadas' si dan lugar a un trabajo de formación que introduzca una distinción
entre la identidad íntima y la identidad profesional”109.

3.5 Peligros de desnaturalización de la mediación

Bernard Ravon critica lo que él llama la doble utilidad social de los dispositivos de la
intervención social urbana, cuyo objetivo es, por una parte, resolver los problemas de
los barrios con dificultades y, por otra, dar empleo a la población local. Según él, con la
mediación existe el peligro de ver los objetivos transformadores de las políticas de
intervención social urbanas reducidos a la nada: “Con la proximidad y la mediación
como modelos, el riesgo de que la situación empeore es lo que conforma el horizonte
de la acción (…) Doblemente útiles socialmente (para quienes las ocupan y para
aquéllos a quienes se destinan), estas 'nuevas funciones' reconfiguran las posturas de
la implicación: los interventores trabajan lo social porque están enrolados”110. Volvemos
a encontrar la doble utilidad social en varios proyectos de mediación intercultural entre
los que figura “Mediadoras Interculturales al nivel de la Salud Pública” (VCIM), y en el
que se especifican como criterios de reclutamiento la pertenencia étnica -”ser de origen
turco o marroquí”- y la situación con respecto al empleo -”ser parada de larga duración
“111. Otro obstáculo sería el de ver la recuperación de la mediación por los poderes
locales. Se corre el riesgo, en efecto, de que se utilice la mediación como una especie
de mal menor, de sustituto de una política coherente que trate los problemas en su raíz
y en su globalidad. La mediación cultural puede facilitar ciertamente la comunicación
entre usuarios e instituciones y favorecer una mejor participación de los usuarios
procedentes de la inmigración, pero debe poder insertarse también en un conjunto de
dispositivos políticos coherentes y fijarse como meta la permanencia112. Se impone una
voluntad política clara y fuerte que evite estos escollos (ver el ejemplo dado del
municipio de Saint-Fons). Una clarificación del contenido de la función del mediador
intercultural, así como una verdadera profesionalización evitarían una eventual
instrumentalización de la acción de los mediadores, su “reducción a simples enlaces de

mismo origen étnico es admitir que su parecido puede conducir al velo étnico. A partir de ahí, hay que
admitir entonces que ver 'diferente' a alguien que se nos parece puede ayudar a superar esta trampa de
la etnicidad”, Ibid., p.25.
108
Centre pour l'égalité des chances et la lutte contre le racisme: Note relative à la médiation
interculturelle dans les hôpitaux, documento de trabajo inédito, p.1, citado en Es Safi. et CompèreL., op.
cit., p.60.
109
Art. cit., p.10.
110
Ravon B. (2001): “Nouveaux emplois de l'intervention sociale urbaine”, VEI Enjeux (Dossier “Travailler
e
en quartiers sensibles, 2 partie: Nouveaux métiers ou redéfinition des métiers?”) nº 124, marzo, p.75-77;
F. Chobeaux (2001): “De 'nouveaux métiers' qui dérangent”, VEI Enjeux (Dossier “Travailler en quartiers
e
sensibles, 2 partie: Nouveaux métiers ou redéfinition des métiers?”) nº 124, marzo, p.161-165. Ver
igualmente Bondu D. sobre los peligros de instrumentalización de la mediación, op. cit. p.14;
Hammouche A. (1997): “Régulation des conflits et puissance publique”, Hommes et Migrations, nº 1208
(Dossier "Médiations en tout genres"), julio-agosto, p.55-56.
111
Es Safi et Compère L., op. cit., p.49.
112
“(…) una iniciativa como la mediación intercultural en el ámbito de la atención sanitaria sólo puede
constituir una pequeña parte de una política de atención sanitaria para las minorías étnicas” Médiation
interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.85; ver también Bernillon F., Chopard M., Ladevèze A.-M.
(1997): "Médiations sociales en Rhône-Alpes", Hommes et Migrations, nº 1208 (Dossier "Médiations en
tout genres"), julio-agosto, p.44.
53
las instituciones, agentes de la paz social (…) De la falta de consistencia interna, se
pasa fácilmente a la proyección en utilizaciones aleatorias113“.

3.6 Relaciones entre mediación e interpretación

Como lo señalan Latifa Es Safi y Laure Compère, “Diversos aspectos caracterizan a la


mediación intercultural. El más inmediato es el interpretariado. Las diferencias
culturales están, en efecto, muy a menudo (no exclusivamente) a primera vista de las
diferencias lingüísticas”. Lo hemos señalado anteriormente: el trabajo de los intérpretes
no se limita únicamente a la lengua, debe también -estaríamos tentados de decir antes
que nada- hacer pasar “el universo cultural” de los individuos afectados114. Joseph M.
Kaufert y Robert W. Putsch han “encontrado que los intérpretes sirven no sólo de
asistentes y de educadores, sino también de consultantes culturales o de mediadores
entre sistemas de valores en conflicto”. Según varios autores anglosajones, la
posibilidad para sanitarios y pacientes de explicar sus sistemas de valores respectivos
es central en la resolución de los conflictos ligados a las diferencias culturales115. Pero
entonces, ¿qué es lo que distingue al intérprete del mediador intercultural? Dicha
distinción no es evidente. Es lo que nos enseña la experiencia de las intérpretes
(mediadoras) del Interpretariado Social y Médico (ISM) que no perciben la diferencia
entre los términos intérpretes y mediadoras interculturales: “(…) (ellas) sitúan lo
esencial de sus intervenciones mucho más allá de 'la simple interpretación lingüística',
coincidiendo también en esto con los trabajos científicos que señalan que no hay
interpretación médica que no tenga en cuenta los elementos extra-lingüísticos, que no
recurra a la mediación”. Sin saberlo, parece claro que los intérpretes del ISM vienen
haciendo mediación intercultural desde hace mucho tiempo: interpretación lingüística,
interpretación intercultural y ayuda psicosocial (…)”116. Nosotros pensamos que la
dificultad para distinguir entre intérpretes y mediadores interculturales proviene
principalmente del hecho de que la interpretación forma parte de las tareas
frecuentemente realizadas por un mediador intercultural, pero que el abanico de tareas
que dependen de la función de mediador intercultural es más amplio al tiempo que es
idealmente objeto de una delimitación precisa. Resulta tentador, además, considerar la
intervención de un intérprete como si hubiera de ser esencialmente puntual, cuando el
mediador intercultural ha de tener una relación más flexible con el tiempo que supere la
intervención puntual del intérprete117.

3.7 Mediación intercultural en el trabajo social

Aunque la mayor parte de los autores coinciden en reconocer que la acción de las
mediadoras y mediadores contribuye a la renovación de las modalidades de
intervención social, Fathi Ben Mrad estima por su parte que los discursos alrededor de
la mediación no escapan normalmente a la autolegitimación y que se suelen construir

113
Bagur M. (1995): Rapport de synthèse sur la médiation socio-culturelle, FIA-ISM, Paris, p.18.
114
Es Safi et Compère L., op. cit., p.18.
115
Kaufert J.-M. and Putsch R.-W., art. cit., p.73.
116
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.9-100. Aunque las fronteras entre interpretación
y mediación intercultural no estén claras para las intérpretes del ISM, los autores del informe precisan sin
embargo que “las palabras que encuentran para decir lo que es la mediación intercultural otorgan a ésta
un carácter más universal, la desetnicizan y la insertan en una lógica de servicios a todos los pacientes,
cualquiera que sea su lengua”, op. cit., p.99.
117
Ver sobre esta relación con el tiempo el ejemplo de una mediadora que explica cómo pudo sacar
tiempo fuera de la consulta en el consultorio médico para comprender mejor la situación de una familia y
del fracaso escolar del hijo, Ibid., p.106.
54
en oposición al trabajo social institucional, señalando las carencias de este último118.
Sobre el trabajo social, este sociólogo escribe que “pese a su diversidad, los discursos
de justificación relativos a la mediación social se apoyan sobre modalidades y
principios de intervención muy próximos de los discursos del trabajo social”. Dominique
Bondu, poniendo en duda el carácter “nuevo” de las funciones ligadas a la mediación,
se encamina en la misma dirección cuando enuncia la hipótesis siguiente: “la
emergencia de la mediación social constituye un momento clave de un profundo
movimiento de las acciones educativas y sociales y, consecuentemente, de las
prácticas de los trabajadores sociales. En este sentido, esta noción está en condiciones
de definir el lugar crítico en el que se encuentran cuestionados los debates, las
finalidades y las prácticas del sector educativo y social”119. Marie-France Freynet
concibe por su parte la mediación como un principio de acción central en el trabajo
social. Para esta autora, el trabajo social “no impone ningún proyecto pero permite a los
grupos con los que trabaja dar a luz el suyo (…) es un intermediario que organiza
'sistemas de acoplamiento' de naturaleza a permitir nuevas articulaciones entre las
relaciones sociales de manera que los problemas se puedan plantear, entablar
negociaciones, superar contradicciones y asumir compromisos”120. El asunto del vínculo
entre mediación intercultural y trabajo social -¿qué les distingue?, ¿están integrados el
uno en el otro?, en caso afirmativo, ¿de qué manera?- es importante para nuestra
investigación. Aunque se pudiera pensar que en ciertos campos (salud y justicia
principalmente) las actividades de mediación intercultural pudieran ser relativamente
fáciles de identificar, no ocurre probablemente lo mismo cuando concierne al campo
social donde la distinción entre mediadores interculturales y trabajadores sociales que
recurren a la mediación (intercultural) podría ser menos clara. ¿Cómo distinguir lo que
depende directamente de la mediación y lo que se sirve de algunas de sus
características para insertarlas en una práctica más global? Por eso, Massimo Bortolini
señalaba que muchos responsables de proyectos y mediadores consideran que no
hacen oficialmente mediación cultural121 El mismo autor apuntaba igualmente que
existen mediadores “no funcionarizados” que trabajan para asociaciones, o a título
privado, sin reclamarse de la mediación intercultural. ¿Cómo determinar por ejemplo si
los mediadores sociales instituidos a partir de julio de 1991 en varios municipios
bruselenses, en el marco de los contratos de seguridad, hacen mediación intercultural?
Sería interesante ver cómo estos mediadores definen ellos mismos sus prácticas, en
relación a los dos términos de 'mediación' y de 'intercultural'. Un mediador del municipio
de Forest consideraba que “todo trabajador social hace mediación”, pero que lo que
distingue a los trabajadores sociales de los mediadores de origen extranjero era la
dimensión política ligada a la interpelación por parte de estos últimos a instituciones
como el Municipio o la policía122. También aquí la cuestión de la definición de los límites
del trabajo y de los estatutos de cada uno es crucial. En efecto, si no están claros, se
corre el riesgo de que los usuarios encuentren dificultades para situarse entre los

118
Ben Mrad F. (1998): “Médiation et Travail Social: Concurrente ou Complémentarité?”, Hommes et
Migrations, nº 1215, septiembre-octubre, p.71.
119
Bondu D., op. cit., p.14. El autor continúa precisando que un cierto número de trabajadores sociales
se reclaman de la mediación social probablemente de forma abusiva. La mediación social necesita “una
profesionalidad extremadamente avanzada”, p.16. Ver la tercera parte del libro en lo que concierne a la
noción de profesionalidad: “Profesionalidad de los trabajadores sociales en mediación social”, p.171-209.
120
Freynet M.-F. (1995): Les médiations du travail social. Contre l'exclusion, (re)construire les liens,
Chronique Sociale, Lyon, p.291.
121
Bortolini M., art. cit., p.5.
122
Sobre los trabajadores sociales y mediadores de origen extranjero en el municipio de Forest y las
nuevas políticas sociales, ver el trabajo de Andrea Rea en Rea A. (2001): Jeunes inmigrés dans la cité,
Bruxelles: Editions Labo; fundamentalmente desde la página 75 a la 106.
55
diferentes interventores y que se instale la competencia entre trabajadores sociales
“clásicos” y mediadores123.

La síntesis de la abundante literatura que trata la mediación social e intercultural nos


permite establecer un conjunto de problemáticas relativas a la función, al papel, al
estatuto y a las prácticas cotidianas del oficio de mediador. Antes de ver, a partir de
numerosos testimonios de personas, en qué medida es posible ir más lejos en la
búsqueda de elementos de respuesta a la cuestión central de nuestro trabajo que no es
otro que, recordémoslo, el de determinar si es posible establecer una especificidad de
la mediación intercultural respecto a otros tipos de mediación. Tratemos de distinguir
más claramente las prácticas de mediación intercultural en la Bélgica francófona.

BIBLIOGRAFÍA

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tout genre”), julio-agosto, p.11-14.

123
Sobre esta cuestión, en el caso de las mediadoras socioculturales en Francia, ver Ibid., p.92-95.
56
DELCROIX C. (1996): “Fonction et devenir professionnel des médiatrices dans les
quartiers fragilisés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.112;
DELCROIX C. y VARRO G. (2000): “Étudier la médiation sociale”, in La lettre du
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57
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SIX J.F. (1995): Dynamique de la médiation, Paris, Desclée de Brouwer, 281 p.

58
LA NATURALEZA DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL124

Carlos GIMÉNEZ ROMERO


Universidad Autónoma de Madrid

INTRODUCCIÓN

La práctica suele ir por delante de la teoría. Actualmente están apareciendo por doquier
iniciativas de mediación lingüística y de intermediación cultural sin que se esté
produciendo paralelamente una reflexión y clarificación de sus fundamentos. Se están
experimentado en Europa comunitaria programas de formación de mediadores
interculturales y convenios para la contratación de “link-workers”, pero por lo general
estas experiencias, formativas y prácticas, no van acompañadas de un fundamento
teórico y conceptual amplio.

Parece por lo tanto un momento adecuado para tratar de ordenar algunas reflexiones
sobre la mediación intercultural comenzando por abordar cuál es su naturaleza y su
especificidad y qué le aporta un carácter distintivo y “sui generis” respecto a otros tipos
de intervención y trabajo social y con respecto a otras modalidades de mediación. En
próximos artículos nos proponemos ir abordando sucesivamente: a) los ámbitos de la
mediación intercultural, b) la aplicación a contextos de multiculturalidad de los
principales modelos de mediación (el Lineal o de Harvard, el Trasformativo de Bush y
Folger y el Circular Narrativo de Coob; (siguiendo la clasificación de Suares, 1996), c)
las claves técnicas de su puesta en práctica o el uso en dichos contextos de las
técnicas habituales de la mediación, la figura y el rol del mediador social intercultural y
su diferenciación de otras agentes sociales y las bases de su formación. El objetivo de
este artículo es pues solamente definir la naturaleza, las características, y las ventajas
y desventajas de la mediación intercultural. Ello permitirá abordar o fundamentar
posteriormente los otras cuestiones mencionadas.

1. VINO NUEVO EN ODRE VIEJO

1.1 Antigüedad y novedad de la intermediación cultural

La intervención de terceros entre partes etnoculturalmente diferenciadas es algo muy


viejo, quizás tan antiguo como los propios contactos culturales y las relaciones
interétnicas. Allí donde se han relacionado personas y grupos con idiomas, religiones,
costumbres, estructuras organizativas y códigos dispares, ha surgido siempre la
necesidad del intérprete o traductor -la “lengua” a la que tanto hacen referencia los
cronistas españoles de América- y la oportunidad para mediar entre las partes y sus
malentendidos, tratados y conflictos. Pensemos en el papel de intermediación jugado
en las eras de las colonizaciones por tantos funcionarios, misioneros, comerciantes o
líderes nativos.

En el mundo contemporáneo la intermediación cultural se ha ido formalizando y


perfilando como una modalidad más en el amplio campo de la Mediación. Experiencias
muy sistematizadas como el Programa de Salud Mental de la Comunidad de Miami han
sido clasificadas dentro del modelo de “cultural brokerage“ que podemos traducir

124
Publicado en la Revista Migraciones, 2 (1997) de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid.
59
precisamente como intermediación cultural (Willingen, 1986). Iniciado en 1974 con
participación de antropólogos, dicho Programa organizó actividades para mejorar la
atención sanitaria prestada por los profesionales médicos mayoritariamente “wasp” a
los usuarios o pacientes de un área pobre del área de Miami en la que conviven negros
nativos de Estados Unidos con inmigrantes caribeños (bahamianos, cubanos, haitianos
y puertorriqueños).

1.2 Proliferación de iniciativas en relación a la comunidades migrantes

1.2.1 Experiencias en Europa

Hoy día y al calor de las nuevas migraciones internacionales están aflorando en Europa
distintas experiencias sociales que pueden ser agrupadas bajo el rótulo común de
“mediación intercultural”. No sin avances y retrocesos y no sin dudas y debates, van
tomando cuerpo iniciativas sociales e institucionales en las cuales se organizan
programas de formación y actuación de mediadores, casi siempre en relación con la
situaciones de precariedad o marginación de comunidades de inmigrantes. Se trata por
lo general de intentos de establecer puentes, lingüístico y relacionales, entre los
colectivos de inmigrantes extranjeros y los departamentos o centros de bienestar,
salud, educación y servicios sociales, tras la constatación de las mayores dificultades
de acceso a esos recursos por parte de los miembros de las “nuevas minorías” y de la
necesidad del profesional de conocer y tratar mejor a estos nuevos usuarios.

Un botón de muestra es el “London Interpreting Proyect” (LIP). Este programa surgió a


finales de los años ochentas a partir de la preocupación existente en personas
pertenecientes a la minoría negra y a otros grupos étnicos minoritarios, con respecto a
la dificultad e incluso incapacidad que amplios sectores de la sociedad londinense,
cuya primera lengua no era el inglés, tenían para beneficiarse de servicios básicos de
salud, servicios sociales, alojamiento y educación. No había servicios e intérpretes
multilingües y había que crearlos.

El LIP trató de hacer frente a esa necesidad proveyendo información, capacitación y


apoyo a todos los involucrados en la necesidad de establecer lazos de comunicación
para la comunidad (“community interpreting”), ya fueran éstos usuarios o proveedores
de servicios, ya fueran intérpretes individuales, defensores (“advocates”) o trabajadores
de enlace (“linkworkers”). En el LIP se distinguen tres tipos de mediación: el
“lingüístico”, el de “equipo profesional” y el “centrado en el cliente”. En cada uno de
estos modelos varía el rol del mediador-intérprete, sus funciones y su ubicación laboral.
Por otra parte, cada uno de ellos sirve para asuntos o situaciones diferentes y tiene
ventajas e inconvenientes. (véase Podro, 1994 y 1995; un resumen en Malgesini y
Jiménez, 1997).

Otro botón de muestra de las nuevas iniciativas europeas en mediación intercultural


viene dada por la siguiente experiencia conjunta británica-belga-francesa. En 1992 el
LIP estableció contactó, en una conferencia sobre salud y migración, con el grupo
“Flemish Intercultural Mediation”. En noviembre de aquel año, se envió desde el LIP
una invitación a un grupo de coordinadores y capacitadores. Surgió en ese contexto la
idea de llevar a cabo un proyecto en el ámbito del NOW (New Opportunities for
Woman)125. El objetivo del proyecto era crear patrocinadores trasnacionales. En la

125
Iniciativa comunitaria financiada por el Fondo Social Europeo (FSE) como parte de sus fondos para la
promoción de capacitación y empleo para mujeres y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional
60
primera sesión de mayo de 1993, convocada bajo el lema de HOW NOW! KNOW
HOW!, se decidió involucrar a patrocinadores de Bélgica, Irlanda y Holanda con el
objetivo general de crear e incrementar oportunidades de empleo para mujeres
migrantes (y también para viajeros en el caso de Irlanda) a través de programas de
capacitación y desarrollo personal. (Podro, 1994, 4). A finales de abril de 1994 se
celebró en Francia, organizado en el ámbito del proyecto NOW, un seminario sobre
métodos de capacitación en Mediación Intercultural.

1.2.2 El caso español

La emergencia de programas de mediación intercultural está teniendo su correlato


también en España. Para dar una idea al lector o la lectora del despliegue, aun
incipiente, de experiencias en marcha citemos, aunque sea telegráficamente, algunas
iniciativas en Madrid, Andalucía y Cataluña. Un programa pionero es el de la madrileña
Escuela de Mediadores Sociales para la Inmigración (EMSI), propuesta ya en 1992126,
preparada posteriormente e inaugurada finalmente en abril de 1995. La EMSI viene
siendo desarrollada mediante convenio de tres patrocinadores de la Comunidad de
Madrid: el Instituto Madrileño para la Formación (IMAF), la Dirección General de
Servicios Sociales y la Universidad Autónoma de Madrid. El IMAF financia el proyecto
contando con aportaciones del programa europeo HORIZON, en el cual queda ubicado
la experiencia. Hasta el momento se han realizado en la EMSI cuatro cursos de
“Integración e Interculturalidad” en los que han participado 155 personas, el 70% de
ellos de origen extranjero y de 30 nacionalidades diferentes.

Temáticas y materias relacionadas con la mediación intercultural han venido siendo


abordadas también en los cursos y actividades del Centro de Acción Intercultural de
Madrid (CAIM), especialmente los orientados a la formación de “agentes de desarrollo
en medio multicultural”. también estos cursos han recibido el apoyo del IMAF dentro del
programa HORIZON. Las actividades y el equipo del CAIM han sido claves para el
impulso de la experiencia andaluza a la que en seguida nos referiremos.

La experiencia formativa de la EMSI se ha podido aprovechar recientemente en la


constitución del “Servicio de Mediación Social Intercultural” puesto en marcha en mayo
de 1997 -y en el marco del programa europeo LIA- mediante convenio del área de
Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid y la Fundación General de la
Universidad Autónoma de Madrid. Diez mediadores de siete nacionalidades vienen
prestando sus servicios como tales en los distritos de Centro, Arganzuela, Tetuán ,
Fuencarral-El Pardo y Aravaca- Moncloa. Ante el predominio de iniciativas formativas,
esta nueva iniciativa madrileña adquiere especial relieve tanto por su carácter práctico
y aplicado como por el hecho de que los mediadores están formalmente contratados.

En Andalucía, se han llevado a cabo varios cursos que, de momento, han coronado en
las primeras publicaciones específicas sobre este campo en España. Los cursos se
han llevado a cabo desde Andalucía Acoge y con la colaboración de profesionales y
especialistas de España y de otros países. A partir de una ayuda HORIZON y del
apoyo de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía, se ha venido
urdiendo una red internacional triangular en la que participan Andalucía Acoge, el

(FEDER) como parte del Tercer Programa Comunitario de Acción sobre Igualdad de Oportunidades para
Hombres y Mujeres.
126
La idea de esta Escuela se plasmó por primera vez en mayo de 1992 como parte de las
conclusiones de tipo práctico del proyecto “Dimenisionamiento y análisis por grupos étnicos de
los inmigrantes extranjeros en la Comunidad de Madrid”.
61
Centre d´Action Interculturelle de Bruselas y la Asociación Comisión Católica de
Migración. Andalucía Acoge editó primeramente, como cuaderno de formación y bajo el
titulo de La mediación intercultural, un conjunto de seis artículos de Margalit Cohen-
Emerique, Rochdy Alili y Mohamed Salhab. Posteriormente se ha publicado, con
edición a cargo de la Junta de Andalucía, el volumen El acercamiento al Otro.
Formación de Mediadores Interculturales.

En Cataluña vienen realizándose algunas experiencias formativas en el ámbito de la


mediación intercultural. Tanto algunas Organizaciones no Gubernamentales -como es
el caso de Xenophilia- como asociaciones de mujeres, han llevado a cabo cursos de
preparación de inmigrantes en materia de mediación. Con la idea de que vayan siendo
contratados por diversas instancias para desempeñar su labor como tales mediadores,
por ejemplo en el ámbito sanitario.

No es aquí el lugar de analizar a fondo estas y otras experiencias de distintos países


europeos y de diferentes comunidades autónomas españolas, pero sí de insistir en la
necesidad de fundamentar conceptualmente este campo de intervención social,
sensible y en expansión. En cuanto intervención de terceras partes entre dos o más
sujetos, toda mediación tiene un carácter “relacional” (véase Suares, 1996);
comencemos pues por caracterizar lo que han venido denominándose en la literatura
científico-social las “relaciones interétnicas” y que preferiremos llamar “situaciones
sociales de multiculturalidad significativa”.

2. DE LA MULTICULTURALIDAD A LA NECESIDAD DE MEDIACIÓN

2.1 Relaciones interétnicas o situaciones de multiculturalidad significativa

Debido a la globalización de la economía, las migraciones, el turismo, las nuevas


tecnologías y comunicaciones, los avances en los medios de transporte y otros
factores, cada vez son más frecuentes las situaciones de multiculturalidad.
Entendemos por tales aquellas situaciones sociales en las que están involucrados
individuos, grupos o instituciones diferenciados culturalmente entre sí y concebimos
esa diferenciación cultural en el sentido más amplio, incluyendo los contrastes por
etnicidad, raza, religión, lengua y nacionalidad. Cuando una o varias de esas
categorías clasificatorias e identitarias están presentes diferencialmente, se configuran
relaciones sociales en las que están presentes varios bagajes culturales127.

En cierto sentido, todas las situaciones sociales son de multiculturalidad, desde el


momento en que la Cultura se comparte diferencialmente según edades, géneros,
clases, regiones, etc.128 Cuando interactúan dos individuos cualesquiera pertenecientes
a una misma cultura, grupo étnico, comunidad religiosa o lingüística, están presentes
bagajes, modalidades o versiones siempre diferenciados. Desde este supuesto apenas
encontraremos situaciones sociales de “monoculturalidad”.

127
No vamos a detenernos aquí en la fundamentación del concepto de Cultura y todo el amplio abanico
de concpetos que con él se relacionan. Pueden consultarse las respectivas entradas que sobre los
términos de Cultura, Etnicidad, Grupo Etnico, Identidad, Minoria Etnica, Multiculturalismo y otros, ha
desarrollado Carlos Gimenez en la obra de Malgesini y Gimenez Guia de Conceptos sobre Migraciones,
Racismo e Interculturalidad cuya referencia completa aparece en la Bibliografia.
128
Sobre el concepto de Cultura y su aplicación al fenómeno migratorio, puede verse el articulo de
1994 de Giménez en Entreculturas, que aparece en la Bibliografía.
62
Ahora bien, a los efectos del análisis de la mediación intercultural considero necesario y
pertinente restringirse a lo que hemos denominado en la definición “situaciones
sociales de multiculturalidad significativa”, es decir, aquellas situaciones en las que la
distintividad sociocultural de los actores sociales se convierte, por el motivo que sea, en
claramente relevante y central o, al menos, especialmente influyente. En dichas
situaciones los actores sociales en interacción (individuos, grupos, organizaciones,
comunidades, etc.) están dando importancia considerable -consciente o
incoscientemente- a la diferenciación del Otro o a la propia respecto del Otro, en
términos físicos, de conducta, de modo de vida, de lenguaje, de simbolización, de
expresión de valores, etc.

Desde este punto de vista podemos decir que se da una situación social de
multiculturalidad significativa cuando, por ejemplo, en una consulta médica en la que un
doctor payo atiende a un paciente gitano, la percepción y actitud que cada cual tiene
del o hacia el Otro en tanto categoría sociocultural distintiva está influyendo
decisivamente en aspectos como la mayor o menor implicación por parte del doctor y
su presuposición de cómo va a seguir ese paciente la medicamentación, o por parte del
paciente gitano en aspectos como una posible mayor timidez, la información o no al
médico de que se está siguiendo un tratamiento según la medicina del grupo étnico,
etc.

2.1.1 Diversidad de situaciones

En toda situación de multiculturalidad significativa dos o más sujetos o actores sociales


están vinculados por una relación interétnica, esto es una relación social
manifiestamente condicionada por la identidad etnocultural diferenciada de los sujetos.
Según cual sea el número y naturaleza de los sujetos involucrados, el contenido y las
características de la relación establecida y el tipo de contexto inmediato y global en el
que ocurre, se produce una gran diversidad de situaciones de multiculturalidad.

Según los actores involucrados

Respecto a los sujetos, segmentos o actores interrelacionados nos parece útil


clasificarlos en individuos, grupos e instituciones. Utilizamos aquí “grupos “ como
homónimo a “colectivo” y también a “comunidad”. Desde un punto de vista de análisis
meramente formal y clasificatorio, la combinatoria de esos tres elementos tomados de
dos en dos permite distinguir seis tipos de situación de multiculturalidad:

a) Relación individuo-individuo. Ejemplo de ello son las denominadas parejas o


matrimonios mixto entre autóctonos e inmigrantes foráneos. Otros ejemplos de este
tipo de relación interétnica nos vienen dados por todas aquellas otras diadas
interpersonales en las cuales están presentes bagajes culturales diferenciados:
doctor/paciente; profesor/alumno, alumno perteneciente a la mayoría /alumno
perteneciente a una minoría, juez/acusado; abogado/cliente, policia autóctono
/inmigrante, etc.
b) Relación individuo-grupo. Este otro tipo de relación puede ejemplificarse con el caso
del misionero europeo que trabaja, por ejemplo, en una comunidad campesina
africana; o con la experiencia del cooperante internacional con respecto a la
organización no gubernamental que hace de contraparte en el pais donde se efectúa
el proyecto de desarrollo129.
129
En el ultimo numero de la revista de Ingenieros sin Fronteras hago precisamente una propuesta de
mayor participación de inmigrantes extranjeros en los proyectos de cooperación al desarrollo. En dicho
63
c) Relación individuo-institución. Un ejemplo de ello es el de los miembros de una
comunidad inmigrante y el hospital donde son atendidos o la escuela donde asisten
su hijos. Por su historial, normas, personal, organización, clientela mayoritaria,
celebraciones, lengua, símbolos, costumbres, etc., tanto la institución médica o
sanitaria de que se trate como la escolar o académica responden a una lógica
etnocultural diferenciada de la del inmigrante usuario - pongamos un senegalés o
una polaca- quienes, por lo general, disponen (también ) de un sistema propio de
referencia en salud o educación.
d) Relación grupo-grupo. Un caso de relaciones grupo -grupo sería, por ejemplo, el de
dos colectivos profesionales que se reúnen en un determinado encuentro de
negociación, para compartir experiencias, etc. Esta otra faceta relacional la
encontramos también en la interacción vecinal y cotidiana en la vida local de un
barrio urbano, o de un pueblo, donde están asentados varios grupos étnicos.
Veamos un caso al que el autor de estas lineas está dedicando un estudio. En el
barrio madrileño de Lavapiés coexisten y conviven la mayoría de vecinos autóctonos
con aquellos colectivos de origen extranjero que en los últimos diez años se han ido
asentando en esa zona céntrica de la capital: marroquies, senegaleses, chinos,
europeos, etc. No debemos pasar por alto que entre los autóctonos hay una minoría
gitana con fuerte tradición en el barrio, dedicada al comercio de antigüedades y
ubicada en las calles aledañas al Rastro. Tienen también fuerte presencia en el
barrio colectivos y subculturas urbanas muy diversas y de dificil denominación si
bien los vecinos se refieren a ellos como “drogatas”, “punkies”, “okupas”, etc. La
mezquita y las iglesias evangélicas de baptistas y “filadelfias” (gitanos) vienen a
diversificar también religiosamente un barrio de mayoría católica y donde el
paseante se topa múltiples iglesias, conventos y fundaciones. Cuando los vecinos de
Lavapiés- los viejos y los nuevos, los españoles y los extranjeros, interactúan en las
casas, calles y plazas, en los servicios sociales, tiendas y mercados, en las
escuelas, en las fiestas, etc, ciertamente están presentes las categorizaciones
grupales y las percepciones, valoraciones e identificaciones.
e) Relación grupo-institución. también en este tipo de relación pueden traerse a
colación distintos ejemplos: las establecidas entre un colectivo de estudiantes de
origen extranjero en la escuela; un grupo de pacientes musulmanes en un hospital
católico o de pacientes de cultura católica en un hospital judio; un colectivo de
acusados que son juzgados por un tribunal (como ocurre, por ejemplo, con
ciudadanos europeos detenidos por tráfico de droga en países asiáticos). Buena
parte de las relaciones sociolaborales en organizaciones cuyo personal tiene
bagajes culturales claramente diferenciados pueden ser ejemplo de este tipo de
relación130.
f) Relación institución - institución. Cuando la interacción se está produciendo entre
asociaciones civiles, departamentos de la Administración, escuelas, hospitales,
clubs, grupos de presión, municipios, tribunales, cuerpos de policía, etc., y cuando
en dicha interacción se da una relevancia de los factores etnoculturales (ya sea por
las personas o grupos implicados, ya sea por la temática o asunto a abordar)
encontramos un marco inter-institucional propicio para la intermediacion cultural.

Esta distinción de seis tipos de situaciones de multiculturalidad sólo pretende mostrar la


variedad de ámbitos relacionales o marcos de interacción donde la mediación
intercultural puede ser operativa. “Individuo”, “grupo” e “institución” suelen estar
siempre presentes. Debemos advertir que, más allá de todo formalismo o criterio

articulo se aborda el positivo papel de mediadores sociales trasnacionales que esas personas “entre dos
mundos” pueden jugar pueden jugar.
130
Sobre los conflictos en las organizaciones y la mediación véase, por ejemplo, Acland, 1993.
64
clasificador, las relaciones cotidianas afectan a individuos que pertenecen o son
adscritos a grupos y que guardan un tipo un otro de vinculación - o desvinculación -con
las instituciones.

Según el tipo de relación establecida.

Tanto por su contenido como por sus características encontramos también aquí un
gran variedad. La “relación interétnica” que vincula a dos actores sociales o
institucionales puede ser familiar, laboral, asistencial (acceso a servicios sociales),
escolar o educativa, residencial (por ejemplo, de vecindad), sanitaria o médica, judicial
o penal, etc. Junto a su(s) contenido(s) cada relación se caracteriza por un conjunto de
rasgos en relación con los estatus respectivos, los roles en juego, la existencia o no de
conflicto abierto, los niveles jerárquicos de las partes, necesidades en juego, conductas
de las partes, etc.131

Se trata de notas distintivas que podríamos presentar en forma bipolar con el hilo
conductor de su mayor o menor ”verticalidad’ u “horizontalidad”. Entre las partes
involucradas en la relación puede haber un mismo o diferente rol;
desigualdad/igualdad; jerárquia/horizontalidad; competencia/cooperación;
conflictividad/armonia132; voluntariedad/obligatoriedad; dominación/ paridad; etc.

Segun los contextos

Como decíamos mas arriba, las situaciones de multiculturalidad son tan frecuentes que
casi se podría afirmar que la mayoría sino la práctica totalidad de las situaciones
sociales son de multiculturalidad siendo minoritarias las situaciones sociales
“monoculturales”. Lo importante es determinar porqué en determinados contextos o
circunstancias el “factor etnocultural” se convierte en algo relevante, clave y desafiante.

Podemos distinguir el “contexto inmediato” y el “contexto global”. Por ejemplo, en el


rechazo laboral de un trabajador marroquí podremos tener en cuenta, como contexto
inmediato, las circunstancias particulares en cuanto a los actores y las caracteristicas
de la relación, pero también, como contexto global, el marco actual europeo de escasez
de empleo y altas tasas de desempleo en comparación con la época de los cincuentas
y sesentas.

2.2 Retos específicos en situaciones de multiculturalidad

Con frecuencia las relaciones interétnicas van asociadas al interés y enriquecimiento


mutuo o sencillamente a la coexistencia o convivencia “normalizada”. Pero es usual
que todo lo señalado conlleve también la emergencia de distancias y barreras
actitudinales, comunicativas, simbólicas. Ese conjunto de desafíos, imponderables,
potenciales conflictos y necesidad de entendimiento, configura un campo relacional y
comunicacional propicio para la Intermediación.

¿Qué supone la presencia de varios bagajes culturales para las relaciones entre
individuos, grupos o instituciones?. ¿Qué suele implicar la circunstancia de que las
personas, colectivos o sistemas sociales en contacto estén culturalmente
diferenciados?. Muchas cosas. Enumeremos algunas:

131
Para algunas de estas características puede verse el articulo de Shvarstein, 1996, paginas 252-256.
132
En la conflictividad puede distinguirse lo latente y lo manifiesto y en lo armónico su coyunturalidad o
su estructuralidad.
65
a) desde la evitación, repulsión o rechazo del Otro, hasta, por el contrario, el interés y
atracción especial por él;
b) la simultaneidad en el ámbito de la relaciones interpersonales de los componentes
de igualdad/desigualdad social con los de similitud/diferencia cultural;
c) la aparición de desafíos específicos de comunicación o incomunicación:
preconcepciones, valoraciones no conocidas, malentendidos culturales;
d) el encuentro o choque en la cotidianidad de usos y comportamientos diferentes y
extraños, sentidos a veces como desagradables o incompatibles (vestidos, olores,
sonidos, saludos, forma de hablar o callar, estrategias de acceso y seducción; estilos
de trabajo y de descanso; dietas y maneras de comer; etc);
e) la inadecuación de determinadas instituciones o servicios a nuevos usuarios.

2.3 La necesidad de intermediación

Partimos de que lo deseable o ideal es que en cualquier relación: a) ambas partes se


acepten como interlocutores (reconocimiento), b) haya una comprension cabal no sólo
de las palabras del otro sino del conjunto de sus mensajes y las implicaciones de éstos
(comunicación), c) se respete la distintividad del otro, mientras no suponga daño para
uno, sabiendo como tratarlo (convivencia); y d) se sepa prevenir o resolver posibles
conflictos (regulación del conflicto). En algunos contextos y sociedades es
particularmente necesario la creación de “franjas de intermediación”, esto es de
sectores y redes sociales e institucionales cuya actitud y conducta sirva para conectar y
regular la conflictividad entre segmentos socioculturales enfrentados133.

Desde esa perspectiva, la necesidad, conveniencia y oportunidad de la mediación


intercultural viene dada por diferentes razones o motivos. Primero, para promocionar el
reconocimiento del otro como interlocutor (Taylor). Segundo, para favorecer la mejor
comprensión del Otro, la comunicación efectiva con el Otro. Tercero, para superar
barreras que impiden la relación: superación de prejuicios y estereotipos, superación de
miedos y recelos. Cuarto, para promocionar el aprendizaje de la convivencia. Quinto,
para hacer efectivo el potencial de enriquecimiento mutuo que subyace en las
situaciones no jerárquicas de pluriculturalidad. Sexto, para evitar, prevenir o regular
situaciones de conflicto. Séptimo, para adaptar la organización y el funcionamiento de
instituciones como escuelas u hospitales a sus beneficiarios y ganar eficacia en el
acceso de los usuarios a la institución y en la gestión de ésta. Octavo, para facilitar la
cooperación, muchas veces necesaria, entre sujetos étnicamente diferenciados

3. CARACTERIZACIÓN DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL

La mediación intercultural es una modalidad o variante de la mediación social. Son ya


son muy conocidos los distintos ámbitos y contextos en los que viene aplicándose la
mediación social: en la familia, en el sistema judicial, en los conflictos colectivos de
trabajo, en la práctica pedagógica, etc. Esos campos no están desconectados sino que
se solapan unos con otros (véase, para un panorama de estos campos, Grover Duffy,
Grosch y Olczak, 1996 y también Gottheil y Schiffrin, 1996).

133
Tomo la expresión “franja de intermediación“ de las actividades de diálogo, intercambio y
reconocimiento mutuo que vienen desarrollando, en la Guatemala de los Acuerdos de Paz, un grupo de
indígenas y ladinos en Guatemala. Debo a mi colega Marta Casaus, una de las mas entusiastas
impulsoras de “la franja “ el conocimiento y contacto directo con esta experiencia.
66
La mediación intercultural se está constituyendo como un ámbito original al calor de los
nuevos planteamientos del pluralismo cultural. Hasta donde conocemos, el principal
acicate para estos nuevos planteamientos sobre mediación intercultural procede del
desafío de las migraciones internacionales y de la configuración de nuevas
comunidades y grupos étnicos. No deberíamos olvidar, sin embargo, las variadas y
ricas experiencias de intermediación en relación con pueblos indigenas y minorias
autóctonas, aunque con frecuencia no se haya clasificado a estas iniciativas bajo el
etiquetado de mediación intercultural. En el enfoque que sigue a continuación, tenemos
en cuenta ambos tipos de diversidad sociocultural, la de las “minorias” internas y
autóctonas y la de las comunidades inmigradas (ver a este respecto Kymlicka, 1996).

Nos encontramos ante un nuevo ámbito extremadamente particular por cuanto


introduce la variante cultural, esto es, un conjunto de factores étnicos, raciales,
lingüístico, religiosos, etc., que afectan profundamente a la relación entre la partes
involucradas, a su percepción del conflicto y su salidas posibles, a la comunicación o
incomunicación entre ellas y a la figura del mediador.

Una vez situado el marco que hace necesaria la intermediación cultural, pasemos ya a
caracterizar ésta. Comenzaremos con una definición de partida para luego abordar los
puntos comunes y particulares, a mi entender, de esta modalidad de mediación.

3.1 Una definición de partida

¿Qué es la mediación intercultural?. ¿Cómo podemos definirla?. Cómo punto de


partida vamos a dar una definición que consideramos puede ser operativa además de
comprehensiva o integradora respecto al conjunto de experiencias dispares ya en
marcha. Una consideración previa: habiendo en esta materia una gran diversidad de
experiencias, circunstancias, necesidades y roles, debemos cuidarnos mucho de definir
la mediación intercultural de forma rígida o cerrada.

Hacerlo así sería inoportuno por las consecuencias negativas que ese proceder puede
acarrear ya no sólo por el hecho de ir por detrás de la realidad o por no aprovechar
energías y posibilidades a las que se les cierra la puerta con nuestra definición a priori,
sino también por los riesgos de reificación y de contribuir a una construcción culturalista
ya sea del indígena o de la minoría autóctona, ya sea del extranjero inmigrante, ya sea
en definitiva de las relaciones interétnicas.

Entendemos la Mediación Intercultural -o mediación social en contextos pluriétnicos o


multiculturales- como una modalidad de intervención de terceras partes, en y sobre
situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución
del reconocimiento del Otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y
comprensión mutua, el aprendizaje y desarrollo de la convivencia, la regulación de
conflictos y la adecuación institucional, entre actores sociales o institucionales
etnoculturalmente diferenciados.

Con esta definición de mediación intercultural hemos tratado, por un lado, de


entenderla como una modalidad más de mediación y, por otro lado, de mostrar su
distintividad precisando sobre todo su contexto inmediato multicultural (las relaciones
interétnicas o situaciones de multiculturalidad significativa) y sus finalidades, metas u
objetivos (que van del acercamiento entre sujetos a la reconfiguración de las
instituciones).

67
3.2 Sobre mediación y conflicto. ¿Se remite siempre la mediación intercultural al
conflicto interétnico o multicultural?

Debemos hacer aquí un inciso que consideramos crucial. Tanto en los estudios
clásicos como en los más recientes sobre mediación, ésta se remite desde el principio
a la categoría de conflicto y a su resolución. Así aparece tratada en los manuales de
mediación. El manual clásico de Touzard (1981) se titula precisamente ”La mediación y
la solución de conflictos” y su capitulo primero está dedicado a “Consideraciones sobre
el conflicto social”. Veamos como contrapunto un texto reciente: en el libro de Suares
(1996) el capitulo primero titulado “La Mediación ¿qué es?“ comienza con un primer
apartado titulado a su vez “Introducción a la noción de conflicto en mediación”. En
resumen, antes y ahora, “mediación” aparece ligada orgánicamente al conflicto y a su
regulación.

Sin embargo, las experiencias formales o informales de intermediación cultural van


mucho más allá del conflicto multicultural o interétnico. La intervención de una tercera
parte entre actores etnoculturalmente diferenciados no va siempre orientada a la
superación de una determinada disputa sino que en otras ocasiones persigue, por
ejemplo, el establecimiento de comunicación entre ellos o, dicho de una forma más
precisa -pues “comunicación siempre existe”- la mejora de dicha comunicación.

Es más, en aquellas experiencias de creación de puentes o vínculos de mediación


intercultural entre determinada institución pública - una escuela o un hospital, como el
proyecto citado de Miami- lo que se está tratando de conseguir no es resolver un
conflicto entre usuarios e institución sino un desajuste (llámesele desfase, mala
adaptación, etc.), entre ambos ya sea en materia de escaso o deficiente acceso al
recurso institucional por parte de los grupos minoritarios o diferenciados ya sea en lo
referente al inadecuado tratamiento de sus miembros por el personal ligado a la
institución.

Esta amplitud de campos o ámbitos de aplicación de la intermediación cultural- que


desbordan la idea clásica de regulación o resolución de conflicto- es la que hemos
tratado de recoger en nuestra definición de partida expuesta anteriormente. Salvo que
entendamos la categoría de “conflicto” en forma tan amplia que englobe las situaciones
sociales e interpersonales de mala comunicación, desajuste institucional, etc.,
deberemos convenir que la intermediación cultural desborda con mucho -en cuanto a
su ámbito de aplicación- el campo del conflicto.

No es causal que vayan surgiendo definiciones de mediación en las que el campo no


se agota en la regulación del conflicto, sino que ésta importante actividad constituye
solamente uno de los ámbitos. Un ejemplo de ello es la la definición de mediación que
maneja Six: “Acción realizada por un tercero, entre dos personas o grupos que
consienten libremente y participan y a quienes corresponderá la decisión final,
destinada a hacer nacer o renacer entre ellos unas relaciones nuevas, o evitar o sanar
unas relaciones perturbadas” (citado en Salhab 1995b, 36).

Queda claro aquí que hay un ámbito de la mediación que no tiene que ver directamente
con el conflicto. Tan es así, que Six distingue cuatro tipo de mediaciones. Están pro un
lado las mediaciones que denomina “creativas y renovadoras” cuya finalidad es “hacer
nacer o renacer una relación” y, por otro lado, las mediaciones “preventivas y curativas”
las cuales están “destinadas a detener un conflicto” (idem, 36). Comentando esta

68
concepción de Six, añade Salhab: “La actividad mediadora no se limita únicamente a la
resolución de conflicto y puede adaptar diferentes formas” (1995, 36).

3.3 La mediación intercultural como modalidad de mediación

La mediación intercultural es una modalidad de mediación, más concretamente una


modalidad de mediación social. Al concebir la mediación intercultural como modalidad
de intervención social la estamos encuadrando junto a, y distinguiendo de, otras formas
o mecanismos de acción social como pueden ser la movilización política, el
asociacionismo, la animación sociocultural, el trabajo social, la difusión de ideas, el
desarrollo planificado o la defensa comunitaria.

A nuestro entender lo más relevante de la nueva “mediación intercultural” no radica en


la emergencia de un nuevo campo de aplicación, (igual que hay el campo familiar, el
laboral, el educativo, etc.) sino que se trata sobre todo de un enfoque y metodologia
especifica para mediar en contextos de multiculturalidad. En este sentido la mediación
intercultural también trabaja en asuntos familiares, vecinales, laborales o educativos,
cuando en éstos se plantean esas situaciones que hemos llamado de multiculturalidad
significativa.

Como modalidad de mediación social, la mediación intercultural tiene en común con las
otras modalidades todos los principios y rasgos definitorios de la Mediación.
Consideremos primero estos rasgos comunes y algunos matices al respecto, antes de
pasar a enumerar las cuatro características que consideramos específicas.

Son muy variadas las definiciones de mediación pero podemos partir de que toda
mediación es una método alternativo de regulación/resolución de conflictos. Para
Ortega, por ejemplo, “la Mediación es un mecanismo de intervención de terceras partes
que busca contribuir a que las partes directamente involucradas alcancen un acuerdo
mutuamente satisfactorio sobre las incompatibilidades básicas” (Ortega, 1995, 33).

La mediación se diferencia de otros mecanismos de participación de terceras partes


como son la observación/verificación, la conciliación, el arbitraje (o laudo) y el
mecanismo judicial. No vamos a detenernos aqui a detallar las diferencias de la
mediación con cada uno de esos otros procedimientos de resolución de conflictos
(véase, para ello, Touzard, 1981; Ortega, 1995; Lederach, 1986 y 1992; Suares, 1996;
Schiffrin, 1996), pero sí enumeraremos siete principios, notas definitorias o
caracteristicas del Sistema de Mediación

Primero, toda mediación supone la aceptación o inclusión de una ”tercera parte”


interviniente, siempre por acuerdo de las partes involucradas. Estamos aquí ante el
principio de voluntariedad de las partes. Un corolario de este principio es que toda
mediación conlleva la voluntariedad de los participantes tanto respecto a la decisión de
entrar al proceso de mediación como de permanecer en él, teniendo derecho a retirarse
en cualquier momento, y no pudiendo nadie obligarles a retomar el proceso.

Desde el punto de vista de la mediación intercultural hay que tener en cuenta que ésta
se produce habitualmente en condiciones de asimetría y desigualdad. Podríamos decir
que ello ocurre así casi por definición de lo que son las “relaciones interétnicas”. Debe
cuidarse que la parte mas débil exprese también, de una otra forma, su conformidad
con el establecimiento de una experiencia o programa de mediación. Ello supone un
mínimo o conditio sine qua non, pues lo ideal es que sea la parte más débil quien lo

69
reclame. De no cumplirse este prerrequisito se corre el peligro de incrementar el riesgo,
siempre presente, de que los mediadores sean percibidos como “agentes del poder” o
suplantadores de los lideres del grupo o minoría étnica.

Segundo, toda mediación tiene como finalidad central y única ayudar a las partes
“disputantes”. No se trata de dirigirlas, adoctrinarlas, etc. en esta u otra dirección, ni
mucho menos de imponerles nada. también aquí debemos hacer un breve comentario
por lo que respecta a los contextos de multiculturalidad. Frecuentemente, el mediador
intercultural no interviene sobre conflictos explícitos o manifiestos, sino en areas como
la mejora de la comunicación y el entendimiento, experiencias de acercamiento y
convivencia entre sujetos sociales étnicamente diferenciados, labores de apoyo al
profesional que trabaja con minorías, etc.

Por otra parte, y por lo menos de momento, la intervención del mediador o de la


mediadora intercultural no se da tanto en contextos formales (colaborando en el terreno
judicial por ejemplo) sino en ambientes más informales, cotidianos y comunitarios. Esa
amplitud de cometidos y tareas puede llevar a bajar la guardia respecto a este segundo
principio de ayuda las partes, por lo que siempre es conveniente asegurarse de que se
cuenta con la conformidad de las partes respecto a que “lo que se hace” constituye
realmente una ayuda o apoyo para ellas.

Tercero, toda mediación implica la no obligatoriedad para los participantes de acatar o


aceptar las intervenciones que lleve a cabo el mediador. En palabras de Ortega, el
mediador “no tiene el poder de tomar decisiones, a menos que las partes primarias
establezcan en forma clara y de común acuerdo lo contrario” (Ortega, 1995, 33).

Cuando la intermediación cultural se produce entre una determinada institución y un


conjunto o comunidad de individuos, los responsables de la institución (un centro de
servicios sociales, un hospital, una escuela, etc.) pueden pretender en algún momento
del proceso que los mediadores actúen como correas de transmisión hacia el colectivo
de decisiones previamente tomadas en la organización, y sin conocimiento,
participación o conformidad de la otra parte. Ello llevará a malentendidos, cuando no al
fracaso del programa de mediación. Debe clarificarse lo más posible a todos los
implicados que los mediadores no tienen las mismas funciones que el trabajador social,
el médico o el profesor.

También puede existir la tendencia a que el mediador o mediadora colabore tan


estrechamente con el profesional que acabe tomando decisiones en su área (decidir en
casos de atención social, médica o educativa, siguiendo con nuestros ejemplos).
Decidir por si mismo no es su función genuina sino más bien ayudar para que las
partes decidan conjuntamente lo que consideren oportuno. Si la toma de decisiones por
el mediador se viera conveniente o necesario debe hacerse -como muy bien puntualiza
Ortega- previo acuerdo y conocimiento de ambas partes.

En cuarto lugar, toda mediación se basa en la confianza de las partes en el mediador y


en el procedimiento como eje principal del proceso, tratándose en todo momento de
crear un ambiente adecuado y el contexto más flexible posible para la conducción de la
disputa o la superación del desajuste.

Para la materia que nos ocupa sólo comentaremos respecto a esta otra idea básica de
la mediación la enorme dificultad y la gran importancia de conseguir, o ir consiguiendo,
esa confianza en unas relaciones que están generalmente “cargadas” de

70
preconcepciones, prejuicios, estereotipos, tópicos, historias o narrativas ya fijadas, etc.
Ir ayudando a deshacer o “desmontar” esas actitudes y cogniciones erróneas, poco
fundadas, falsas o parciales deberá ser una de las tareas más centrales - y
continuadas- del mediador. De tener éxito en que se vaya produciendo una
aproximación al Otro más directa y comprensiva, menos estereotipada, el mediador o la
mediadora hará sin duda una aportación clave.

Quinto, la neutralidad. Se ha escrito mucho sobre el binomio neutralidad /involucración.


Este principio general de la mediación viene siendo discutido, matizado y desarrollado
por distintos autores. Sara Coob, por ejemplo, ha trabajado a fondo las dos cualidades
a las que tradicionalmente se ha remitido la neutralidad: la “imparcialidad” y la
“equidistancia”134. La asimetría relacional en la que normalmente trabaja el mediador
intercultural, la importancia de los componentes emotivo y socioafectivos, y otros
factores, plantean -también en la mediación intercultural- la necesidad de discutir a
fondo cómo debe entenderse la “neutralidad” y cuando y como puede involucrarse el
mediador.

Sexto, en toda mediación debe lograrse una reubicación del conflicto (o de la situación
de desajuste) de tal manera que los involucrados se vean como copartícipes en la
solución. Para ello debe tenerse en cuenta, tanto el motivo por el que se discute como
la relación entre las partes. recordemos aquí que las relaciones interétnicas suelen ser
asimétricas. El mediador intercultural deberá potenciar ese protagonismo de las partes
y esa coparticipación en contextos sociales y políticos donde a las comunidades
étnicas dominadas - a veces minorías y a veces mayorías demográficas- se les ha
negado, en ocasiones por siglos todo protagonismo.

Con este planteamiento no pretendemos exponer una imposible y frustrante cuadratura


del circulo, sino mostrar la dificultad de la tarea y la necesidad de asegurar la voluntad
sincera de reconocimiento en igualdad por parte de la parte más ligada al polo
dominante (funcionarios de un departamento implicado en el proceso de mediación,
responsables de una institución, representantes de la comunidad étnica o “cultura”
dominante, etc.).

Finalmente, otro rasgo definitorio de la mediación es la inexistencia de perdedores y


ganadores. Dicho de otra forma, en el sistema de mediación “todos ganan”. también en
el caso de la mediación intercultural este principio tiene plena vigencia, debiéndosele
prestar particular atención en aquellos casos en que la relación vincula instituciones de
la Administración e individuos o grupos minoritarios (por ejemplo, colectivos de
inmigrantes) por cuanto, en cualquier caso, ambos deben sentir haber ganado algo y
no haber perdido.

3.4 La especificidad de la mediación intercultural

Hasta ahora hemos mencionado los principios comunes a toda forma de mediación,
habiendo matizado algunos extremos en relación a la intermediación cultural. Pero,
¿cuál es, entonces, la distintividad de la mediación intercultural?, ¿supone una
perspectiva o enfoque peculiar o consiste básicamente en la aplicación de los principios
generales de la mediación en contextos de multiculturalidad?; ¿es un nuevo campo de
actuación o supone más bien un enfoque transversal y complementario a los distintos
ámbitos de aplicación?.
134
Véase una interesante discusión y relativización sobre este principio y una propuesta de la
denominada de eutralidad en Suares (1996, 145-162).
71
Desde nuestra perspectiva, son cuatro los rasgos que pueden señalarse como más
específicos o distintivos de la mediación intercultural respecto a las demás modalidades
de mediación (familiar, en los conflictos colectivos de trabajo, colaboración judicial o
mediación penal, práctica pedagógica de la mediación, mediación y comunicación,
mediación local, vecinal, etc.):

1. La naturaleza etnoculturalmente diferenciada de las partes involucradas.


2. La incidencia de dicha diferenciación en la relación existente entre las partes.
3. La relevancia del propio bagaje cultural del mediador.
4. El objetivo de la interculturalidad.

3.4.1 La naturaleza etnoculturalmente diferenciada de las partes involucradas

En un sistema de intermediación cultural el punto de partida es que las personas,


grupos o instituciones envueltas en ella tienen, se atribuyen o se les atribuyen, bagajes
o identidades culturales diferentes. Según los contextos sociales concretos, los actores
sociales y públicos enfatizan las diferencias raciales (raza física o biológica y “raza
social”), de origen, de nacionalidad, de religión, lingüística, de costumbres, etc. Unos u
otros marcadores étnicos o signos diacríticos son puestos de relieve, traídos a colación
o simplemente dejados de lado en forma cambiante a lo largo del proceso

No olvidemos que las diferencias siempre son percibidas y utilizadas en contextos de


desigualdad y tensión. No olvidemos tampoco que entre los sujetos y grupos con
diferencias y desigualdades “étnicas”, “etnoraciales” o “etnoculturales”, también hay
diferencias, segmentaciones y dominaciones de clase y de género. De ahí que una de
las capacidades del mediador social en contextos multiculturales debe ser su
conocimiento de cómo son utilizadas las diferencias y de cómo interactúan los sistemas
de estratificación y dominación etnoraciales, de clase y de género., y su habilidad para
aplicar oportunamente dicho conocimiento.

Sólo con esa concepción global, el mediador no se verá envuelto en concepciones


culturalistas y en supuestas explicaciones de todo en función solamente de “la cultura”,
de una supuesta cultura ya dada, sin matices y contradicciones, estática y cerrada. El
mediador intercultural deberá estar muy atento a analizar adecuadamente el cambiante
contexto sociopolítico e ideológico que envuelve al sistema de relaciones sobre el que
interviene, pues hay está la clave de cómo se interpretan, valoran y utilizan
estratégicamente las diferencias por cada uno de los actores involucrados.

3.4.2 La incidencia de la diferenciación etnocultural en la relación existente entre


las partes

Toda mediación actúa sobre una relación. Todo conflicto social (no así los
denominados “conflictos intrapsíquicos”) tiene un carácter relacional. El hecho de que
las partes dispongan de esas características socioculturales distintivas -reales o
atribuidas, “objetivas” o “subjetivas”- a las que aludíamos antes tiene una gran
relevancia de cara a la mediación. Aparte las conductas, manifiestas y explícitas, están
las percepciones. Las partes involucradas tienen un determinado conocimiento y
desconocimiento respecto al Otro. Sus actitudes están condicionadas por estereotipos,
prejuicios, temores, posicionamientos etnocéntricos.

72
Por otro lado, cada una de las partes puede tener una distinta “cultura del conflicto”.
Utilizamos aquí éste concepto acuñado por el antropólogo Ross (1995) en su
indagación comparativa de la práctica de la violencia en distintas sociedades. Para
Ross la cultura del conflicto se refiere a “las normas, prácticas e instituciones
específicas de una sociedad relacionadas con la conflictividad” (1995, 44).

Mas ampliamente, Ross entiende que “la cultura define lo que la gente valora y lo que
le mueve a entrar en disputa, indica asimismo formas adecuadas de comportamientos
de determinadas clases de controversias y configura las instituciones en las que dichas
controversias son procesadas. En resumen, la cultura del conflicto abarca aquello por
lo que la gente lucha dentro de una sociedad, los rivales contra quienes lucha y el
resultado de la contienda” (idem, 44, 45). El mediador intercultural deberá tener muy en
cuenta las distintas ideas, valoraciones y percepciones de los actores respecto al
conflicto, el consenso, la cooperación, los protagonismos, etc.

3.4.3 La relevancia del bagaje cultural del mediador

A diferencia de otras modalidades de mediación en las que las partes involucradas


tienen un bagaje cultural semejante y se reconocen mutua e implícitamente como
pertenecientes a la misma cultura o al mismo mundo sociocultural, en la mediación
social intercultural el bagaje e identidad cultural del mediador o de la mediadora es un
aspecto a tener muy en cuenta. ¿Como condiciona al mediador su propia sistema de
valores, su propia “cultura del conflicto”?, ¿qué influencia pueden llegar a tener en su
actuación los discursos dominantes existentes en su sociedad y en su persona sobre
las expresiones culturales, raciales, etnolingüísticas y religiosas implicadas?.

En este punto de la reflexión surge el siguiente interrogante: ¿cual es, entonces, el


mediador ideal desde el punto de vista cultural?. En principio, caben las siguientes tres
posibilidades. Que el mediador o mediadora:

I. Sea “bicultural“ en relación a esos dos bagajes.


II. No pertenezca a ninguna de las dos culturas presentes.
III. Pertenezca a alguna de ellas

A igualdad absoluta de capacidad personal y profesional para la mediación en general,


y para la casuística peculiar de la intermediacón cultural, pareciera que en principio la
posibilidad I fuera la más idónea por cuanto asegura un conocimiento directo y una
experimentación vivencial de las dos lógicas culturales en interacción, mientras que la
posibilidad III sería la menos idónea porque podría poner en peligro un principio clave
de la mediación como es la neutralidad, equidistancia o imparcialidad.

Sin dejar de ver esas potenciales ventajas o desventajas, nos inclinamos por pensar
que lo importante es que, primero, la persona tenga una gran capacidad de mediar y,
segundo, una sensibilidad y capacidad de acercamiento ( y estudio) hacia ambas
lógicas culturales en presencia.

3.5 La Interculturalidad como objetivo

El término de Interculturalidad es otro de los conceptos polisémicos de la actualidad


(como Desarrollo, por ejemplo). Unos la entienden básicamente como lo concerniente a
las relaciones de hecho entre culturas; otros (como Perotti) proponen entender
Interculturalidad como una propuesta o proyecto, en definitiva como un deber ser. Es

73
en esta línea, y en base a una revisión de los campos de la educación, mediación y
comunicación intercultural, como hemos propuesto recientemente entenderla (véase la
entrada correspondiente en Malgesini y Giménez, 1997).

Entendida como un proyecto de establecer relaciones interpersonales y sociales, en las


cuales no se discrimine por motivos de raza, cultura, etnicidad, lengua, religión y
nacionalidad, y en las cuales los sujetos se reconocen como interlocutores, se
comunican adecuadamente, se enriquecen mutuamente, etc. la Interculturalidad
supone un objetivo (o conjunto de objetivos) de gran valor para orientar la dificil labor y
proceso de mediación.

3.6 Ventajas y desventajas de la mediación intercultural

3.6.1 Las luces de la mediación intercultural

Como toda otra modalidad de mediación, la intermediación cultural presenta una serie
de ventajas respecto a los otros mecanismos de intervención de terceros en la
regulación de conflictos. Esas ventajas pueden verse tanto por lo que evita, por lo que
se consigue y, sobre todo, por lo que significa para las partes. La mediación supone un
sensible alivio para los tribunales y un considerable ahorro de tiempo y dinero. Por otra
parte, la mediación crea un contexto más flexible para la conducción de disputas, suele
lograr acuerdos a largo plazo y evita que- como resultado del proceso- haya ganadores
y perdedores. Pero su gran ventaja radica en los enormes beneficios que entraña para
las partes: en efecto, implica un notable aumento del protagonismo de los individuos y
comunidades, aumenta su creatividad y reponsabilidad, y produce un “deutero-
aprendizaje” o adquisición por los participantes de la capacidad para solucionar futuros
conflictos (Suares, 1996, 51-55; Ortega, 195, 43-45).

Junto a esas ventajas comunes a toda modalidad de mediación podemos enumerar


algunos otros beneficios más específicos de la mediación intercultural, como por
ejemplo su potencial para la formación en la tolerancia de los individuos o ser una
alternativa eficaz para la díficil adecuación constante de las instituciones a sus entornos
socioculturales cambiantes, etc. Esos y otros beneficios de la mediación intercultural
derivan de uno que es central: su aportación decisiva al logro de la convivencia
ciudadana.

Desde el barrio a la comunidad territorial, desde el Estado- Nación a la comunidad


internacional, la filosofía de la mediación intercultural puede ser un instrumento clave -
junto a otros- en los procesos de organización y participación ciudadana, de
reconstrucción nacional en sociedades con intensos procesos de reconfiguración, de
construcción de la Paz en sociedades divididas y fragmentadas por conflictos (véase
sobre esto el texto de Lederach, 1994), en la implementación de políticas sociales de
integración de inmigrantes, etc.

Todos ellos son fenómenos muy complejos y que desbordan con mucho los siempre
limitados mecanismos de mediación, pero éstos pueden aportar un grano de arena
sustantivo. En comunidades, territorios y países de gran diversidad etnoracial, religiosa
y lingüística, la aplicación de fórmulas de mediación intercultural tiene la ventaja de
favorecer el acercamiento, posibilitar el encuentro y el debate, facilitar la negociación, y
sobre todo educar para la convivencia.

74
3.6.2 Las sombras de la mediación intercultural

Uno de los principales errores que podemos cometer al querer promocionar la


mediación intercultural es no tener consciencia o tratar de ignorar sus desventajas,
limitaciones, puntos débiles y peligros. Veamos ahora qué desventajas puede conllevar
el recurso a la mediación intercultural.

La mediación intercultural comparte las mismas desventajas comunes a toda forma de


mediación. Hay que tener muy presente, primero, que toda mediación -y la de
naturaleza intercultural en concreto-, puede perjudicar en ocasiones a la parte más
débil por cuanto podría obtener más si fuera directamente a los tribunales. Es ésta una
generalización realizada a partir de la critica que, con relación a la participación de
mujeres en procesos de mediación, ha efectuado la pensadora feminista Jannet Rijkin.

Según resumen Suares (1996) la posición de Rijkin, ésta “sostiene que las mujeres
logran peores acuerdos cuando concurren al sistema de mediación que cuando
solucionan sus conflictos en el sistema judicial. En materia de dinero, las cuotas que
obtienen las mujeres son menores, y además dice que no se ventilan casos de
violencia....” (Suares, 1996, 53, cursiva de la autora). En lo referente a mediación
intercultural debemos tomar buena nota de esta argumentación crítica dado que la
“relación interétnica” o el “encuentro cultural” rara vez es entre iguales, sino que suele
darse entre “mayoría” y “minoría” en términos de poder. ¿Invalida la práctica de la
mediación intercultural el hecho de que casi siempre las partes involucradas no se
relacionan en situación de paridad sino de desigualdad, asimetría y jerarquización?.

Continua Suares: “también Rijkin sostiene que en algunos casos se llega a acuerdos
desventajosos, sobre todo, en aquellas situaciones en las cuales sólo una de las partes
quiere llegar a un acuerdo (generalmente la mujer); por ejemplo, cuotas de alimentos
para hijos con discapacidad, porque por miedo a perder todo si se enfrentan en un
juicio, transan antes de defender hasta el máximo su postura” (idem, 54). De nuevo se
nos presenta un interrogante: ¿puede ser perjudicial para miembros de las minorías
autóctonas o de las comunidades inmigrantes el recurso a la mediación intercultural al
dejar de emplear otros mecanismos más directos de presión, demanda y
reivindicación?.

La segunda desventaja recopilada por Suares se relaciona con la anterior y ha sido


expuesta por investigadores del sistema de mediación en Estado Unidos: “Otro punto
que consideran desventajoso en la mediación es el acceso reducido a la justicia que
tienen las partes, porque al ser obligatoria, y en muchos casos llegarse a un acuerdo,
las personas se alejan del sistema judicial, lo cual a su vez trae otro problema a la
justicia y es que no se encuentra retroalimentada por la cotidianidad, y esto lleva a que
no se sienten precedentes, jurisprudencia, y a que no se dicten leyes más acordes con
lo que pasa en este momento en la comunidad” (Suares, 1996, 54, cursiva de la
autora).

De nuevo esta pega general implica mucho en el terreno particular de la mediación


intercultural. De producirse ese “alejamiento“ del sistema judicial de las cuestiones
concretas concernientes a minorías nacionales o grupos étnicos de inmigrados, la
consecuencia es grave y negativa por cuanto no se irán readaptando,
multiculturalizando, las leyes y normativas.

75
Aparte lo dicho, un mal planteamiento de la mediación intercultural puede ser otro
factor más de exacerbación de las diferencias etnoraciales, lingüísticas o religiosas, y
de intensificación del ya extendido culturalismo. La presentación simplista o unilateral
de los conflictos de pareja, familiares, laborales, políticos, etc., como conflictos “étnicos”
o “interculturales” por el sólo hecho de estar implicadas personas o grupos de diferente
adscripción etnocultural es uno de los peligros o efectos perversos más claros.

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77
78
MEDIACIÓN INTERCULTURAL EN SOCIEDADES MULTICULTURALES: HACIA
UNA NUEVA CONCEPTUALIZACIÓN135

F. Javier García Castaño


Cristina Barragán Ruiz-Matas
Laboratorio de Estudios Interculturales
Universidad de Granada

INTRODUCCIÓN

Ha surgido en España en los últimos años la idea de que una buena parte de los
llamadas conflictos por relaciones interculturales (en estos se quieren ver tan son y con
mucha insistencia los motivados por la presencia de inmigrantes extranjeros entre
“nosotros”) deben ser tratados desde la perspectiva de la mediación, que para este
caso es denominada “mediación intercultural”. Junto a esta idea (proceso para
algunos), ha surgido la figura del llamado “mediador intercultural”, y sin duda dicha
aparición ha estado ligada en gran medida al crecimiento de la presencia de población
inmigrante extranjera.

Pero esta vinculación entre diversidad cultural y mediación intercultural debe ser
matizada para una mejor compresión de lo que se esta ejerciendo desde la llamada
mediación y lo que sobre ella queramos construir. No es toda la diversidad, si se puede
hablar en estos términos, la que esta provocando la aparición de la estrategia de la
mediación intercultural y de la figura profesional del mediador; tan sólo es la diversidad
ligada a lo que social y culturalmente se ha entendido como inmigrante. Luego no es
toda la diversidad o cualquier conflicto cultural el que esta siendo atendido bajo la
acción de la mediación intercultural, sino aquella que ligamos a la exclusión y la
marginación que representamos y construimos sobre la población inmigrante extranjera

Por esta misma razón, la mediación intercultural como necesidad formativa se ha


desarrollado principalmente como una herramienta de trabajo o estrategia para atender
a poblaciones culturalmente diversas, fundamentalmente extranjeros no comunitarios
(los llamados inmigrantes en el imaginario social). Esta concepción de la mediación
como una necesidad surgida en contextos de diversidad cultural representada por
poblaciones procedentes de países tecnológicamente poco desarrollados, ha
significado que la formación realizada en este campo se iniciara en los movimientos
sociales, las ONGs, y se trasladara posteriormente al ámbito administrativo y
académico. Ahora nos encontramos en la fase de construir espacios formativos en las
universidad que presenten los “paquetes de formación” que profesionalicen para este
“nuevo” espacio de intervención. En otras palabras, es posible que estemos
construyendo la figura del profesional que en diversos ámbitos y especialmente en los
de intervención social, atienda a las sujetos inmigrantes extranjeros.

135
El presente texto fue preparado originalmente para ser discutido en la Journée d’Etude “La mediation
Interculturelle en debat” desarrollado en el Centre Cultural Marcel Hicter (La Marlagne) de Namur
(Bélgica) el 28 de febrero de 2003 y dentro de la iniciativa EQUAL-Arena del Fondo Social de la Unión
Europea. Una versión posterior ha sida discutida en la conferencia pronunciada bajo el título “Mediación
intercultural o mediadores interculturales en un contexto multicultural” en la Universidad de Murcia el 3 de
abril de 2003.
79
Sirvan estas primeras palabras de reflejo de confusiones para enmarcar justamente lo
que también entendemos como tal en el ámbito de la mediación intercultural: otro juego
de confusiones. Nuestra pretensión en este breve texto es precisamente tratar de poner
orden sobre lo que consideramos algunos malentendidos en torno a la práctica de la
mediación intercultural. Para cumplir con tal pretensión, discutiremos algunos extremos
sobre lo qué se entiende comúnmente por mediación intercultural y aportaremos, desde
nuestra experiencia de formadores en mediación intercultural, nuestra particular visión
sobre la cuestión. Centraremos gran parte de la discusión final en resolver si la
mediación intercultural debe ser muestra de una “nueva” figura profesional o debe ser
una espacio, ámbito y dimensión de formación para profesionales ya existentes en el
ámbito de la intervención y la llamada “práctica social”136.

1. HACIA UN ACUERDO SOBRE EL CONCEPTO DE MEDIACIÓN


INTERCULTURAL

Según el diccionario de la Enciclopedia Encarta On Line la mediación es una


“intervención para solucionar una disputa: la intervención de un tercero entre dos partes
en disputa en un intento de ayudarlos a alcanzar un acuerdo”. También el diccionario
francés Petit Robert entiende que se trata de una tarea que busca “poder de acuerdo” y
que tiene por objetivo “contribuir a reconciliar a las personas o a las partes”.

Estas definición de mediación como un instrumento para solucionar conflictos una vez
que éstos han surgido es bastante común cuando se utiliza el término en ámbitos
sociales.

El utilizar la mediación en este sentido de resolución de conflictos plantea una cuestión


adicional, la definición del conflicto.

Todos sabemos qué es el conflicto. Nos enfrentamos a él en nuestro trabajo, nuestros juegos y
nuestras relaciones. Definirlo, por tanto, debería ser bastante fácil. Pero como nos advierte el
proverbio zen: “la carretera recta es la que ofrece con frecuencia las mayores curvas”. Por tanto,
también descubrimos que la tarea de definir el conflicto es una labor formidable (Worchel y
Lungdren 1996).

Este campo de debate es tan amplio, interesante y controvertido como el de la


mediación y no debemos olvidarlo cuando tratamos de definir la mediación si lo que
encontramos son definiciones reactivas, es decir, definiciones en las que la mediación
es un recurso que únicamente aparece cuando el conflicto ya se ha desarrollado de
forma negativa para las partes. Pero considerar la mediación intercultural de forma
únicamente reactiva ante la presencia de un conflicto resulta muy limitador137, sobre
todo si tenemos en cuenta que de lo que se trata es de promover la convivencia de
grupos culturalmente diversos; es decir, la mediación es la estrategia para la
convivencia.

136
Quizá fuese suficiente con reconocer que, como nos indica Bonafe-Schmitt (2000. 217), la mediación
es “una forma de regulación social (o modelo de acción) que gobierna las relaciones entre los individuos
y más generalmente entre el Estado y la sociedad”.
137
Margaret Cohen-Emerique (1993) considera que la mediación tendría tres niveles o dimensiones:
gestión de conflictos (mediación reactiva), accesibilidad y adecuación de los servicios (mediación
preventiva) y prevención de conflictos y promoción de relaciones adecuadas entre grupos culturalmente
diversos (mediación proactiva). En un sentido relativamente similar Six (1997) distingue entre la
mediación creativa, renovadora, preventiva y curativa.
80
En este sentido se piensa que el mediador es un conciliador sin poder de decisión y no
un juez o un arbitro. Se trata de una posible forma de resolver conflictos en la que el
papel fundamentalmente lo juegan las partes y no la existencia de normas o leyes
externas a ellas. Desde estas posiciones se entiende la mediación (Munk 1996) como
un proceso en el que las partes puedan expresarse libremente.

Esta última característica, la posibilidad de las partes de expresarse libremente, queda


claramente recogida en el Artículo 1 del Código de la Mediación, que se sigue en el
Centre National de la Médiation en Francia:

La mediación es un procedimiento facultativo que requiere el acuerdo libre y explícito de las


personas implicadas, de comprometerse en una acción (la “mediación”) con la ayuda de un tercero
independiente y neutro (el “mediador”), formado especialmente en este arte. La mediación no
puede imponerse. La acepta, decide y realiza el conjunto de los protagonistas (Six 1997, 209).

Este mismo centro, que posee una larga experiencia en temáticas de mediación,
presenta una Carta de la mediación, en la que analizan lo que es y lo que no es la
mediación, así como algunas de las cosas que debería ser. La reproducimos a
continuación, tal y como se recoge en el trabajo de Six (1997):

1. Creemos que la mediación es ante todo voluntad, una voluntad de abrir caminos, de
construir puentes, de establecer lazos allá donde no existen, con el fin de permitir
que personas o grupos se reencuentren, de que un ser pueda encontrar el camino
hacia sí mismo. La mediación requiere inventiva y creatividad.
2. Creemos que la mediación es también prevención o capacidad de anticipar, de
discernir dónde se encuentran los escollos y, de esta manera, evitar que una
persona o un grupo se comprometa en un camino sin salida. La mediación exige
inteligencia y lucidez.
3. Creemos que la mediación es además medicación: una forma de ayudar, a los que
han dado un paso en falso, a los que caen en la violencia, a los que se encierran en
el conflicto, a liberarse por sí mismos de esa situación y a saber sacar provecho de
ello. La mediación es arte y valentía.
4. A partir de ahí, la mediación es un lugar intermediario donde se hacen nuevas
relaciones, o un lugar abierto que evita los escollos, o un lugar dinámico que permite
una regulación de las tensiones y los conflictos. La mediación es espacio de
comunicación. El mediador es un “él”, una tercera persona, que, siendo reconocido
por los dos “yoes” encerrados cada uno en su monólogo, les permite restablecer un
“yo” y un “tú”, conseguir un verdadero diálogo.
5. La mediación es asunto de las personas o de los grupos entre los que el mediador
establece el lazo: se trata, pues, de suscitar en ellos, que se han reunido, que han
evitado irse por otros caminos, otra manera de actuar en común. El mediador no
viene de arriba, aportando soluciones, sino que cataliza la transformación realizada
por las dos partes.
6. La mediación requiere que aquellos que recurran a ella lo hagan de una forma
activa, que renuncien a la facilidad que supone una asistencia pasiva, que creen un
horizonte nuevo, que se dirijan a él con una mirada nueva, que, junto con el
mediador, hagan posible ese futuro mediante un pacto. La mediación requiere, del
mediador, que suscite constantemente en las dos partes el deseo de elaborar juntas
un nuevo destino, una vía, una salida, e imaginar, conjuntamente, los medios para
llevarlos a cabo.
7. La mediación es también una actuación comunicacional, con tres polos: no puede
consistir en ayuda y asistencia en dos dimensiones, en las que hay siempre uno que

81
encuentra la solución por el otro; la mediación implica un dinamismo ternario en el
que cada uno de los tres participa tanto como los demás.
8. La mediación es una victoria; no es huida sin ganadores ni perdedores, es una
estrategia en la que dos antagonistas aceptan perder para llegar a ser uno y otro
ganadores.
9. La mediación se conduce a partir de tres únicas fuentes: la inteligencia, la ética y el
corazón; el mediador no recibe ningún poder de nadie, ni puede, pues, juzgar, ni
arbitrar, ni decidir solo; no representa a ninguna autoridad y se presenta desarmado:
ahí reside su debilidad y su fuerza.
10. La mediación es un antipoder; no es una justicia que se otorga, ni siquiera
atemperada, ni es un arbitraje; la verdadera autoridad y poder de decisión
pertenecen únicamente a las dos partes.
11. La mediación es independencia: no puede emanar ni de un partido político, ni de
una confesión religiosa, ni de un grupo cualquiera, pues entonces sería un grupo de
presión y falsearía la mediación en sus mismas raíces. Hay una mediación,
enteramente respetable y necesaria, que es la mediación del Estado, pero que es,
de hecho, una defensa oficial de los administrados (por ejemplo, la Médiature de la
République en Francia). Creemos, por nuestra parte, en la necesidad
complementaria de una mediación privada, civil, asociativa.
12. La mediación, por su independencia, se constituye en asociación tal y como
prevé la ley, una asociación formada por mediadores libres y responsables, una
asociación que se ha dotado de un código deontológico para uso de los mediadores
y de los que requieren sus servicios. Y el mediador ejerce su función refiriéndose a
la asociación de mediadores que le ha reconocido y de la que recibe ayuda, consejo
y formación continua.
13. La mediación es desinteresada: no puede realizarse en beneficio del mediador,
quien, si bien puede recibir la justa remuneración del tiempo que dedica a la
mediación , no busca beneficio o favor alguno por su función.
14. La mediación es imparcial: no puede favorecer indebidamente a una o a otra de
las dos personas, o a uno o a otro grupo; el mediador debe mantenerse en la
distancia justa entre los dos y debe dejarse conducir, en su trabajo con ambos, por
los criterios de verdad y equidad.
15. La mediación es la búsqueda de objetividad: emplea argumentos sólidos y
reprime cualquier método de encanto o seducción.
16. La mediación se rige por el secreto: lso que requieran un mediador tienen
estricto derecho a que éste guarde sólo para él lo que se le confía, a que no lo utilice
de ninguna manera.
17. La mediación se inscribe en la vida personal y el conjunto de la vida social como
un elemento que puede, con fuerza y discreción, contribuir al establecimiento, a la
mejora de todas las relaciones, sean las que fueren. Recurrir a ella no es una forma
de ponerse en manos de alguien, es permitirse a uno mismo ir más lejos.

Tal y como recoge la carta que acabamos de presentar, entre los diversos aspectos
fundamentales de la mediación se encuentra la facilitación de la comunicación,
comunicación que suele verse dificultada por la existencia de códigos referenciales
distintos138. Algunos entienden que fruto del conflicto lo que se presenta es una
dificultad para el dialogo y que la mediación vendrá a cumplir el papel de
restablecimiento de la comunicación gracias a la presencia de un tercero que actuará

138
Es también una característica de la mediación para el modelo Tradicional-Lineal de Harvard en el que
el mediador es un facilitador de la comunicación.
82
como intermediario (Petitclerc 2002, 54). Esta posición de triangulación139 es la que
sirve a este autor para distanciar la mediación de otras prácticas de regulación de
conflictos como el arbitraje, la negociación o la conciliación.

Pero la referencia a la figura de facilitador de la comunicación en un proceso de


dificultades en las relaciones, en un proceso de conflictos, es constante. El propio
equipo de Desenvolupament Comunitari en Cataluña complementa esta característica
de facilitar la comunicación entre las partes en la mediación con la de contribuir al
proceso de creación y recreación de nuevas reglas y formas de convivencia entre
“quienes ya están y quienes llegan”, lo que vincula claramente la mediación al
fenómeno migratorio como ya hemos citado. Este punto de vista de Desenvolupament
Comunitari es compartido también por la Federación Andalucía Acoge, quienes, en
colaboración con la asociación catalana, han publicado un libro en el que hacen
públicas sus reflexiones sobre qué es la mediación, cuál es el perfil del/a mediador/a, y
cuáles son las funciones que estos/as mediadores/as deben lleva a cabo. Veamos
algunas de estas cuestiones en detalle.

Concebimos, pues, la mediación intercultural como un recurso al alcance de personas de culturas


diversas, que actúa como puente, con el fin de facilitar las relaciones, fomentar la comunicación y
promover la integración entre personas o grupos, pertenecientes a una o varias culturas. Dicho
proceso es realizado por una persona, grupo o institución, de manera imparcial, a través de una
metodología y funciones determinadas, que veremos más adelante.
En coherencia con lo expuesto anteriormente, la mediación entre personas o grupos culturalmente
diversos actuaría preferentemente en la prevención de conflictos culturales, favoreciendo el
reconocimiento del otro diferente, el acercamiento entre las partes, la comunicación y comprensión
mutuas, el aprendizaje y desarrollo de la convivencia, la búsqueda de estrategias alternativas para
la resolución de conflictos culturales y la participación comunitaria.
Por tanto, entendemos la Mediación Intercultural como un recurso profesionalizado que pretende
contribuir a una mejor comunicación, relación e integración entre personas o grupos presentes en
un territorio, y pertenecientes a una o varias culturas. Supone la intervención imparcial de una
tercera parte, en el desarrollo de una negociación entre otras dos, que puede intervenir en las
discusiones, hacer sugerencias o propuestas en incluso formular recomendaciones con vistas a un
acuerdo. En este sentido, es importante resaltar que el mediador intercultural no tiene el poder de
decisión, sino que son las partes las que toman las decisiones. Es simplemente un asistente al
servicio de las partes en litigio, que son las únicas que pueden resolverlo (AEP Desenvolupament
Comunitari y Andalucía Acoge, 2002).

Una versión menos refinada de la mediación, ofrecida por AEP Desenvolupament


Comunitari en el Seminario sobre Mediación Intercultural realizado en Barcelona en
1999, apuntaba ya a las mismas características que aparecen en la definición que
acabamos de presentar:

Mediar significa, en su acepción más común y compartida, colocarse en medio de. Este colocarse
en medio de, implica, en el contexto de la comunicación humana, facilitarla cuando ella no es
posible por la existencia de códigos referenciales distintos. Supone, también, propiciar su
restablecimiento cuando haya desacuerdos, conflictos contribuyendo a que las partes implicadas,
encuentren aquella que, común, las une. El otro papel y sentido de la mediación y, que, de alguna
manera emerge en el proceso que se ha generado, es su contribución en el proceso de creación y
recreación de nuevas reglas y formas de convivencia entre quienes ya están y, quienes llegan.
Apostar por la mediación en situación de interculturalidad, significa entenderla como un proceso de
intercambios que, permite influirse recíprocamente, por medio de la comunicación (AEP
Desenvolupament Comunitari 1999, 80).

139
Esta idea de la triangulación no hace sino aludir a uno de los aspectos centrales que algunos autores
defiende para la mediación. La presencia de un tercero es condición sine qua non para poder hablar de
mediación, defenderá Guillaume-Hofnung (2000, 74-76). También Six (1999, 175) indicará que “el tres es
el armazón de toda operación de mediación”, y continuará diciendo que “la relación triangular es la
condición de la mediación (…)”.
83
No faltan (Suares 1999) quienes entiende al mediador como una persona neutral
(imparcial, equidistante y que busca la equidad) que trata de ayudar a las partes para
alcanzar un acuerdo. En este sentido es visto por muchos la acción de la mediación
como aquella que logra disminuir las diferencias entre las partes (Modelo Tradicional-
Lineal de Harvard). A esta neutralidad y a la mencionada más arriba necesidad de
triangulación, Guillaume-Hofnung (2000, 74-76) añadirá la independencia (política,
moral y financiera) y la ausencia de poder institucional.

A estas ideas replican algunos modelos no admitiendo la necesidad de acercamiento


estricto entre las partes, sino enfrentando el conflicto entre ambas como una manera de
presentar nuevas alternativas, nuevos escenarios entre las partes para las relaciones
que pueden tener naturaleza conflictiva. En esta posición lo que se pretenderá será el
construir siempre historias alternativas, motivar la reflexión y, sobre todo, buscar
escenarios de transformación de las relaciones (Modelo Circular-Narrativo).

Una variante de este último modelo es aquella que pretende potenciar el protagonismo
entre las partes, movilizar los recursos de las personas en la búsqueda de un
protagonismo personal que haga que se asuman las responsabilidades de las acciones
propias y dote a cada uno de los componentes de las relaciones de conciencia crítica
de sus posición (Modelo Transformativo de Bush y Folger).

2. DEL MEDIADOR (TRES) A LA MEDIACIÓN (DOS)

Como puede observarse, cualquier tipo de mediación parte de un conflicto en el que las
partes no pueden llegar a un acuerdo y ello es debido, en gran medida, porque los
diversos tipos de mediación que se han desarrollado previamente (jurídica, social,
familiar, escolar...) condicionan el debate sobre la mediación intercultural, siendo un
ejemplo claro el partir de un conflicto como condición previa para la mediación. Es la
referencia al conflicto y al estilo reactivo de la mediación a la que hacíamos alusión al
comienzo de este apartado y que Petitclerc (2002, 56) entiende como mediación en
sentido estricto con la denominación de Modelo Alternativo de Reglamentación de
Conflictos (MARC)

Así las cosas, la mediación no es simplemente un contenido que se debe dominar y


utilizar para solucionar problemas, sino también una actitud que caracterice la forma de
relacionarse las personas y los grupos humanos. Dicho de otra manera, la mediación
es una de las características que permiten entender las formas de convivencia entre las
personas y no una situación de excepcionalidad que aparece coyunturalmente ante la
presencia de grupos que consideramos enfrentados al adscribirlos a tradiciones y
culturas de “difícil convivencia” (esto es lo que Cohen-Emerique (1993) denomina
mediación proactiva). Si por conflicto también entendemos una forma de encuentro y
desencuentro entre las personas que constituyen los grupos y que tienen relaciones,
entonces no tendríamos problema en admitir que la mediación debe actuar en la
resolución de conflicto. Pero lo habitual es ver el conflicto como una situación más o
menos extraordinaria y no deseable de las relaciones humanas.

La relación es interdependencia, génesis del conflicto. Por definición, la relación supone


interdependencia entre las partes para coordinar la acción, negociar la comprensión y distribuir los
recursos. No obstante, está en la naturaleza misma de la interdependencia el genera conflictos.
Sin algún grado de relación, la motivación para el conflicto es casi inexistente, y se limita a
situaciones en las cuales los individuos experimentan el conflicto como una respuesta transitoria,

84
de tipo animal, a intentos inmediatos de interferencia o dominio. El grado de interdependencia
operativa da la medida probable del conflicto experimentado (Jones 1997).

De esta manera, la mediación intercultural se entendería como una herramienta


cotidiana para comprender la diversidad cultural y para relacionarse con ella. Dicho de
otra manera, la forma que habitualmente todos tenemos de relacionarnos
positivamente es mediante el acuerdo, el consenso, que no es sino la base de
cualquier relación (debe entenderse que el desacuerdo y el no consenso forma parte
también de cualquier relación). Pues bien, esa forma de relación nosotros la
entendemos como mediación y desde ella “arranca” nuestra propuesta para la practica
de la mediación intercultural.

Esta postura es muy cercana a la concepción de Petitclerc (2002, 54-55) cuando


considera que la mediación se debe abordar como “un espíritu” (queremos entenderlo
en el sentido de agudeza, ingenio, mentalidad, conciencia, disposición, etc. y no en sus
sentido religioso o de divinidad). El mismos, citado a M. Lindeperg, recoge que la
mediación debe permitir a las parte -a ellas mismas- “encontrar las soluciones a través
del acuerdo de la mediación”140. Desde aquí la mediación, defiende el Petitclerc, debe
hacer pasar a los actores de la lógica del “o tu, o yo” a la lógica del “y tu, y yo”, y de
esta forma ligará la mediación al “arte de vivir en la ciudad” desarrollando el sentido de
la alteridad, de la comunicación y del dialogo como una forma armoniosa de construir
lazos sociales entre las diferencias (Petitclerc 2002, 56)

Pero, para nosotros la mayor insistencia la queremos hacer sobre esta dimensión de
normalidad que consideramos que tiene y debe seguir teniendo la mediación: una
práctica cotidiana en las relaciones humanas que se caracterizan por construirse y
reconstruirse en la negociación y el conflicto. Esta manera particular de entender la
mediación tiene a priori dos rasgos que la caracterizan y que, a la vez, la determinan.
Rasgos que ofrecen objetivos muy ideales y de difícil logro, pero que representan guías
a la hora de construir la practica y la formación en mediación intercultural. Estos dos
rasgos son:

• Por un lado, se trata de una mediación que persigue el objetivo de la normalización,


es decir, si defendemos que la forma habitual de relación de los seres humanos es
la mediación para poder establecer modelos más o menos estables de convivencia,
lo apropiado, lo óptimo y adecuado en situaciones de no entendimiento, será
conducir hacia procesos normalizadores, procesos en los que se establezcan o
restablezcan, según los casos, la relaciones sociales sobre la base de la mediación.
• Por otro lado, se trata de una mediación que se centra fundamentalmente en las
personas que establecen las relaciones y por ello no se hace depender
obligatoriamente de terceras partes que establezcan escenarios y recursos para que
se produzca la acción normalizadora de la mediación. Dicho de otro modo, se puede
practicar la mediación sin la figura de un profesional que denominemos mediador. La
estrategia de la mediación debe formar parte de las habilidades con las que
deberíamos dotar la socialización y la educación de toda persona humana.

Se entenderá entonces que nuestras posiciones discuten también la necesidad de una


figura profesional que se especialice en “mediar” en situación de conflictos, aunque no
negamos rotundamente la posibilidad, y nos posicionamos más hacia la idea de

140
Desde estas posiciones Petitclerc realiza una identificación entre mediación y la figura mítica del dios
griego Hermes cuyas atribuciones son la negociación, el cambio, la escritura, la palabra… y es visto
como el dios de la atención y la escucha.
85
trasmitir a todos y todas modelos de convivencia basados en relacionados
consensuadas y acordadas, relaciones que nosotros denominamos “mediadas”. En
definitiva, venimos a proponer la posibilidad de cuestionar el hecho de que en cualquier
mediación deba existir necesariamente un tercero.

En este punto se entenderá muy bien que la gran cuestión que surge al hablar de
mediación intercultural nos debe llevar un paso más atrás y aclarar lo que entendemos
por diversidad cultural y para ello es necesario que desarrollemos las nociones con las
que trabajaremos cuando hablemos de interculturalidad.

3. DIVERSIDAD CULTURAL, CULTURA E INTERCULTURALIDAD EN LA BASE DE


LA MEDIACIÓN

Como ya mencionábamos al principio, resulta muy interesante observar que la


necesidad de la mediación intercultural ha surgido de forma paralela a la constatación
de una presencia más o menos estable de población procedente de países
extracomunitarios, es decir, de países considerados “pobres”. Esta coincidencia entre
la demanda de mediadores interculturales o mediación intercultural (dependiendo de
quién haga la demanda y dónde se presenta la problemática), no se ha dado entre la
mera presencia de la diversidad y el aumento de la percepción de posible conflictos
sociales debido a esta diversidad, ya que en Andalucía hay una importante “tradición”
de asentamiento de población extranjera procedente del mundo económicamente
desarrollado para la cual nunca ha surgido la necesidad de formar a mediadores141.

Y es que no es la diversidad en sí la causa del malestar social que encontramos en las


sociedades occidentales actuales, es la percepción de una gran diferencia en
cuestiones como la lengua y la religión, unidas al hecho de que generalmente las
poblaciones que presentan estas “diferencias” proviene de países económicamente
poco desarrollados y se encuentran en posiciones socioeconómicas bajas y en riesgo
de marginación social. Estamos hablando por tanto de una nueva lógica en la
construcción de la diferencia (antesala de la desigualdad) que nos lleva a definir la
cultura y la necesidad de la mediación entre culturas de formas muy diferentes según
los grupos que representan a esas culturas.

Porque si entendemos que la cultura es la organización de la diversidad poco sentido


tiene pensar o defender que hay culturas que son “más diferentes” que otras, ya que en
todos los casos estaremos hablando de diferencias que no deben ser cuantificadas ni
comparadas. Cierto es que las diferencias se perciben de formas muy diversas según
se refieran a unos aspectos o a otros de la vida cotidiana. Existen áreas en las que
dichas diferencias se perciben de forma mucho más emocional, como por ejemplo la
religiosa, ya que están directamente relacionadas con uno de los pilares básicos que la
mayoría de la población utiliza para dar sentido al mundo en el que vivimos. No es lo
mismo diferir en cuestiones de creencias que en cuestiones de comida o vestido, la
importancia psicológica de ambas percepciones es claramente desigual (aunque
siempre podremos sorprendernos con valoraciones de muy diversa índole).

141
Pensemos por ejemplo en los jubilados europeos que se han instalado en las costas andaluzas. Para
el trato cotidiano con estas poblaciones no se ha hablado nunca de la necesidad de formar a un
profesional en mediación intercultural, más bien se ha producido una adaptación de la población
autóctona para satisfacer las necesidades de este colectivo, y ello es posible que haya seguido pautas
de mediación sin la existencia de un tercero.
86
Teniendo esto en cuenta podemos entender que la mediación intercultural en realidad
es necesaria en todos y cada uno de los momentos de la vida cotidiana de cualquier
persona en cualquier parte del mundo. Las relaciones entre generaciones, entre sexos,
entre clases sociales, todas ellas pueden ser caracterizadas como interculturales
puesto que las claves organizativas del mundo que utilizan las personas de cada uno
de estos grupos es única para el grupo y el individuo, y puede por tanto ser fuente de
conflicto y de falta de satisfacción en las relaciones sociales.

Partiendo desde este punto de vista, la mediación para inmigrantes no tendría mucho
sentido si nos quedamos en que sólo es necesaria en los casos en que entran en
contacto grupos culturales que se perciben como muy diferentes del otro. Nuestra tarea
como formadores en temáticas interculturales es hacer conscientes a todos y todas de
que la mediación intercultural es una herramienta de trabajo que permite entender y
manejar la diversidad cultural, diversidad que está presente en nuestra vida diaria de
mil y una maneras. Por ello, debemos desterrar esas maneras de entender la
diversidad como aquellas que terminan permitiendo la distinción, la distancia, la
diferencia, que no son si no antesalas y disfraces de la desigualdad.

Todo lo anterior nos lleva a apuntar algunos de los principios sobre los que debería
asentarse la idea de una relación intercultural. Para ello, es útil definir tal relación
intercultural como el proceso a través del cual se logra que los individuos beneficiados
de tales relaciones desarrollen competencias en múltiples sistemas de esquemas de
percepción, pensamiento y acción, es decir, en múltiples culturas. Para que esto sea
posible es importante que algunas ideas básicas queden claras desde un primer
momento:

• La relación intercultural abarca muchos más espacios que los que se le asignan
habitualmente, como son los escolares y formales, y debe hacerse notar en esos
otros espacios como muestra de una aceptación recíproca de influencia de todas las
culturas en situación de convivencia. Espacios como la salud, el trabajo y la
convivencia cotidiana deben pasar a ser objeto de atención de la relación
intercultural. La promoción de la interculturalidad no puede dejarse en manos
exclusivamente de la escuela como si de un conocimiento formal se tratase, que
puede ser enseñado y aprendido a través de los “bienintencionados” libros de texto
con la ayuda de sus intérpretes, los maestros142. Se abre así todo el terreno de la
sensibilización en la interculturalidad en la que, entre otros, los medios de
comunicación deben jugar un papel muy importante si son capaces de reinterpretar
sus funciones en lo que se refiere a la forma y a la manera en que habitualmente
presentan la diversidad: como una forma de diferencia y desigualdad.
• La equiparación entre cultura, lengua y/o grupo étnico correspondiente es a todas
luces un error que no resiste argumentación antropológica alguna y menos aún si
cabe cuando se trata de relación intercultural. Esto se traduce en una contribución a
la eliminación de la tendencia a estereotipar a los individuos de acuerdo con sus
identidades étnicas o la nacionalidad que indica su pasaporte o la lengua en la que
hablan sus padres en su casa o sus abuelos en los respectivos lugares de origen.
No se trata de defender la creencia, por otra parte infundada, de que todos esos

142
En su inevitable labor de intérprete de lo que se manifiesta en los libros de texto, el maestro se ve
confrontado a situaciones conflictivas que reclaman la negociación cuando los valores o los códigos de
comportamiento están en juego. El maestro debe luchar contra el etnocentrismo y la xenofobia llevando
al conjunto de sus alumnos hacia una necesaria descentración. Para lograrlo con mínimas garantías de
éxito, es necesario que él mismo haya realizado dicha descentración y haya mantenido una actitud de
alerta permanente.
87
factores (lengua, origen geográfico, identidad, etc.) no contribuyen a la construcción
cultural. La idea que defendemos es la de no reducir la cultura a uno sólo de esos
factores o a la simple suma de todos ellos. La cultura, como venimos insistiendo, es
una compleja reunión de esos factores y muchos otros más, pero en permanente
cambio y transformación que se explica mejor como un proceso que como un objeto.
Hay que abandonar la idea de que en las situaciones multiculturales resulta fácil y
útil delimitar las fronteras de cada una de las culturas que se sitúan en convivencia;
dónde empieza una cultura y dónde concluye otra no es ni un conocimiento
necesario, ni un conocimiento posible. Las culturas carecen, a diferencia de los
estados, de fronteras que indiquen quién es ciudadano y quién no. En términos
culturales las fronteras son construcciones más útiles a las identidades que al propio
concepto de cultura. Esto se traduce en una contribución para promover una
exploración más profunda de las similitudes y diferencias entre individuos de
diferentes grupos étnicos, cosa bien distinta al establecimiento de distancias
(construidas arbitrariamente) como consecuencia de la pertenencia a grupos
distintos.
• La invocación a la universalidad y la búsqueda de rasgos comunes -con el postulado
subyacente de que el descubrimiento de lo compartido favorece la comunicación y
hace confluir las representaciones en un sentido positivo- traduce el rechazo hacia la
complejidad e, inconscientemente, la negación del sentido y del valor de referentes
no compartidos. Dichos referentes pueden ser conflictivos entre grupos
culturalmente diferentes, pero también pueden serlo en el interior del propio grupo,
entre generaciones o entre sexos e, incluso, en el nivel intrapsíquico, en el individuo.
Es importante, pues, superar la reticencia a abordar los conflictos, con la ayuda de
elementos de comprensión de tipo antropológico y psicosocial, con todo tipo de
medios para la negociación y la búsqueda de compromisos que permitan a los
distintos actores salvar su dignidad y su integridad, y existir como grupo gracias a
prácticas democráticas (Muñoz 1999).
• La relación intercultural debe comprender la puesta en escena de competencias en
múltiples culturas. La cultura que un individuo desplegará en cada momento es algo
que vendrá determinado por una situación concreta. En este sentido es necesario
decir que un individuo puede ser capaz de desarrollar competencias en múltiples
culturas si se le permite que acceda a los referentes básicos de cada una de ellas.
Una aproximación crítica a la “propia” cultura, a partir de la observación de los
individuos que la componen y la construyen, y que presentan diferentes versiones
(diversidad intracultural), y una apertura a otras formas y estrategias culturales que
faciliten la competencia en múltiples culturas, permiten comprender que los
individuos son, como miembros de cualquier cultura, “individuos multiculturales”.
• La relación intercultural debe propiciar las condiciones para que los individuos sean
conscientes de la multiplicidad cultural que les rodea y a la que están accediendo. Si
definimos a las sociedades como multiculturales -independientemente de la
presencia de diversos grupos étnicos, de diversas lenguas o, por ejemplo, de
diversas religiones-, si partimos de la idea de que siempre tendremos diferentes
versiones culturales, debemos entender entonces que las sociedades deben
prepararse, existan o no inmigrantes extranjeros en ellas, para que los individuos
pueden desenvolverse en tales diversidades. Todo ello constituirá una muestra más
de la necesidad de no vincular estrecha y exclusivamente la interculturalidad a la
presencia de la inmigración extranjera.
• La relación en intercultural debe ser, a nuestro entender, aquélla que se desarrolla
en la sociedad como un proceso de producción y crítica cultural caracterizado por:
(a) contemplar la diversidad en los contenidos culturales; (b) asegurar la diversidad
en los métodos de transmisión de cultura; (c) fomentar los mayores niveles de

88
consciencia posibles acerca de la diversidad cultural; (d) preparar a los educadores
con los recursos cognitivos necesarios para conocer la diversidad y las diferencias
culturales existentes en sus entornos; percibir y analizar las desigualdades sociales
en las que a veces se traducen las diversidades anteriores, desigualdades en la
distribución del poder y los recursos en la sociedad; criticar dicha traducción y
construir propuestas de transformación; favorecer la comprensión de las dinámicas
de cambio en y entre los grupos; posicionarse crítica y activamente en la acción
social; (e) desechar la idea de que siempre es irremediable una exclusión mutua
entre, por un lado, la preservación de identidades y peculiaridades étnicas o
culturales de grupos minoritarios desfavorecidos y, por otro, la movilidad social
ascendente o el acceso a instancias de mayor poder socioeconómico por parte de
éstos; (f) elaborar los programas a partir de una combinación entre el análisis de las
comunidades concretas en las que se pondrán en marcha y el compromiso con una
concepción global, universal, del hecho cultural.

En este punto se comprenderá bien que la relación intercultural no forma parte sólo de
un espacio profesional concreto (reservado como trabajo para la actuación de unos
pocos -los bienintencionados tolerantes- sobre el resto de la población) y que ella debe
“empapar” todos los espacios de la vida cotidiana de todas las gentes en diversidad
(cultural, insistimos, y no necesariamente nacional). Esta versión de la relación
intercultural y la anterior posición defendida de la mediación, se conjuraran
construyendo una forma de mediación intercultural que se aproxima más a un espacio
y ámbito en el que todos los miembros de una sociedad deban de “especializarse” y
menos a la creación y sometimiento exclusivo de una figura profesional “nueva” de la
que hacer depender nuestro entendimiento, acuerdo y consenso en la forma cotidiana
de relacionarnos en diversidad: el conflicto.

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90
MEDIACIÓN. UNA REVISIÓN ACTUAL Y UN DESARROLLO TEÓRICO143

James A. WALL
John B. STARK
Retta L. STANDIFER
University of Missouri (Columbia)

“La mujeres de la gente del norte (vikingos) no luchan entre ellas, y a menudo las he
visto interceder en una lucha creciente de dos hombres, para mermar la ira que
aumenta “ (Fadlan, citado en Crichton 1976, 111). Como revela esta entrada del diario
de Ahmad Ibn Fadlan del año 922, la mediación tiene amplias raíces históricas, y
revisiones recientes indican que ha sido usada extensivamente durante décadas para
resolver conflictos (Wall 1981; Wall y Lynn 1993). Durante la pasada década, los
informes sobre la práctica y el estudio de la mediación se han incrementado
linealmente, si no exponencialmente, y tal expansión ofrece la motivación para revisar y
analizar la literatura sobre mediación durante este período. En las páginas siguientes,
procedemos a tal revisión, con un énfasis en la literatura de los últimos cinco años.

La mediación es la asistencia a dos o más partes interactuantes (Kresel y Pruitt 1989)


de terceras partes que (normalmente) no tienen autoridad para imponer un resultado.
No es sólo la mediación uno de las formas más antiguas de resolución de conflictos,
sino que se usa en todo el mundo, con ejemplos encontrados en China (Cohen 1996),
Corea (Kim 1986), Malasia (Provencher 1968), Polonia (Olszanska, Olszanki y Wozniak
1993), Azerbaiyán (Keller 1991), Israel (Abu-Nimer 1996), Noruega (Polley 1988) y
Japón (Cortazzi 1990).

Actualmente, esta antiguo e intencionado proceso de manejo del conflicto se confía al


manejo de las disputas en varias áreas. Específicamente, la mediación se usa y estudia
en relaciones internacionales (por ejemplo Bercovicth 1996), las negociaciones
laborales (por ejemplo Mumpower y Rohrbaugh 1996), las diputas comunitarias (por
ejemplo Pruitt et al. 1993), los conflictos escolares (por ejemplo Jonson et al. 1995), y
disputas legales (por ejemplo Riskin 1996).

1. EL PARADIGMA DE LA MEDIACIÓN

Para organizar la literatura de la década pasada de razonable y concisamente, usamos


el marco de referencia delineado en la figura 1. el origen de la mediación es la
interacción entre dos o más partes que pueden ser disputantes, negociadores, o partes
interactúantes cuya relación se podría mejorar con la intervención del mediador. Bajo
varias circunstancias (los determinantes de la mediación), las partes/disputantes
deciden buscar la asistencia de la tercera parte, y estar parte decide si media. Según
avanza la mediación, la tercera parte selecciona un número de aproximaciones
disponibles y es influenciada por varios factores (denominados determinantes de las
aproximaciones), tales como el medio ambiente, la formación del mediador, las
características de los disputantes, y la naturaleza de su conflicto.

Una vez aplicadas, estas aproximaciones ofrecen resultados para los disputantes (por
ejemplo, satisfacción, una percepción de tratamiento justo), el mediador, y las terceras
143
Publicado en inglés en Journal of Conflict Resolution, 45, 3, Junio 2001. Traducción de Cristina
Barragán Ruiz-Matas
91
partes (otras aparte del mediador). Como indica la figura, la naturaleza y la extensión
de esta influencia está mitigada por factores como la intensidad de la disputa, el poder
relativo de los disputantes, y el tipo de tema.

En la siguiente revisión, abordamos los tópicos mencionados en el orden indicado por


la figura -los determinantes de la mediación, la mediación en sí misma, las
aproximaciones empleadas, los determinantes de las aproximaciones de la mediación,
los resultados de la mediación y los determinantes de los resultados.

Los elementos conectados a lo largo del eje horizontal de la Figura 1 (por ejemplo, la
mediación per se, las aproximaciones y los resultados) son típicamente listados o
descritos en la literatura. Por el contrario, los segmentos dentro de las líneas verticales
-los determinantes de la mediación, las aproximaciones y los resultados- tienen algunos
apuntalamientos teóricos. Empezamos con un examen de los determinantes de la
mediación.

2. LOS DETERMINANTES DE LA MEDIACIÓN

Para que ocurra la mediación, deben encontrarse dos procesos. Primero, las partes
interactúantes/diputantes deben requerir o permitir que una tercera parte medie;
segundo, la tercera parte debe estar de acuerdo en mediar.

La literatura indica que dos factores -las normas y los beneficios esperados- modelan
estos dos procesos interdependientes. Consideremos primero las normas, que están
frecuentemente incrustadas en la cultura. Éstas sirven como una fuerza poderosa,
motivando a los disputantes en China (Chan 1998), Corea (Cho y Park 1996), Japón
(Callister y Wall 1997), Malasia (Mansor 1998; Wall y Callister 1999), Tailandia
(Roongrengsuke y Chansuthus 1998), y Turquía (Kozan y Ergin 1998) a buscar
asistencia de terceras partes. Una explicación de esta acción -apoyada por la teoría de
la eficacia cultural (Ohbuchi 1998)- es que los disputantes en estos países han
observado repetidamente los desacuerdos siendo manejados por terceras partes, y
saben que su sociedad autoriza esta aproximación.

Determinantes de Determinantes de Determinantes de Resultados de los


las técnicas los resultados disputantes
la mediación

Interacciones de Aproximaciones
los disputantes Mediación Resultados del
mediador

Resultados de
terceras partes

Figura 1: El marco de trabajo de la mediación

92
Por el contrario, disputantes en los Estados Unidos normalmente no buscan asistencia
de terceras partes. El trabajo de Paquin (1992) ilustra este punto en el hecho de que él
encontró que únicamente el 10% de los vecinos disputantes (U.S.) se volvían hacia
terceras partes para asistencia, y ninguno usaba la mediación. De la misma forma,
Keasing et al. (1994) encontraron que sus disputantes muy raramente usaban la
mediación. La explicación de los autores es que los ciudadanos de los Estados Unidos
no están familiarizados con la mediación y por tanto o piensan en usarla cuando
aparecen los conflictos.

Aunque las culturas nacionales promueven o producen normas que impulsan a las
partes a usar la mediación, otras normas son generadas por las comunidades
específicas a las que pertenecen los disputantes (Raymond 1994) y por sus leyes. Por
ejemplo, muchos estados de los Estados Unidos han aprobado estatutos que permiten
a los tribunales ordenar a los disputantes que participen en mediación obligatoria
(Winston 1996). Cuando los tribunales hacen eso, los disputantes debe y de hecho
atienden reuniones (Thoennes, Salem y Pearson 1995). Por otro lado, cuando la
comunidad legal no está familiarizada con la mediación y no la requiere, los disputantes
están menos dispuestos a confiar en el proceso (Gaschen 1995).

No sólo las normas y las leyes específicas impulsan a los disputantes a buscar o
permitir la asistencia de terceras partes, sino que los disputantes también buscan esta
asistencia porque esperan que traerá diversos beneficios. Por ejemplo, los disputantes
pueden darse cuenta de que el mediador posee alguna experiencia en el problema,
puede tener un método para superar los obstáculos (Silver 1996), podría ser útil
construyendo una relación positiva entre las partes (Scherer 1997), podría permitir que
las partes mantengan el control de su propio conflicto (Stamato 1992), o mantener la
resolución confidencial (Thrush 1994).

Para evaluar los beneficios de la asistencia de una tercera parte, los disputantes a
menudo comparan los resultados de la interacción mediada con aquellos de otra
alternativa. Tal alternativa puede ser simplemente una disputa continuada, que las
negociaciones no han podido resolver (Savoury, Beals y Parks 1995). Por otro lado, la
alternativa a la asistencia de una tercera parte puede ser la adjudicación, que puede
ser frustrante (Ferstenberg 1992), lenta, costosa y pública (Stamato 1992).

Moviéndonos de las partes interactúantes a las terceras partes, encontramos que su


mediación también está determinada por normas, leyes específicas, y beneficios
esperados. Como en el caso de las normas, encontramos que los mediadores de los
comités de las calles en China (Wall y Blum 1991), imanes en Malasia (Wall y Callister
1999), panchayates en India, y managers en las empresas coreanas (Kim, Sohn, y Wall
1999) cumplen con las obligaciones sociales para mediar las disputas que les llegan.

En los Estados Unidos, la ley puede dictar que los jueces en los casos civiles medien
entre el demandante y el defendido en una vista preliminar (Guthrie y Levin 1998).
Muchos jueces prefieren no hacerlo porque se ven a sí mismos como adjudicadores;
sin embargo, si las leyes relevantes del estado y las federales dictan conferencias de
asentamiento, los jueces están obligados a proveer servicios de mediación.

Cambiando de las normas y leyes a los beneficios esperados, podemos darnos cuenta
de que la literatura informa que algunas terceras partes median porque se benefician a
sí mismas (Vanayan et al. 1997), o a sus constituyentes (Levitt 1997).

93
En resumen, la motivación de las terceras partes para mediar, como la tendencia de las
partes interactúantes / disputantes a buscar asistencia, está determinada por normas o
leyes y los esperados beneficios de la mediación. Este resumen y los estudios que lo
apoyan plantean la cuestión de si podemos desarrollar teorías sucintas concernientes a
los determinantes adicionales de la mediación. Éstas incrementarían nuestro
conocimiento base y guiarían nuestra investigación futura sobre mediación.

2.1 Desarrollo de la teoría

Nuestra deducción es que los dos primeros factores -normas y leyes- no ofrecen un
suelo fértil para la construcción teórica. Las causas de las normas y leyes que
promueven la mediación son tan complejas y multifacéticos que la construcción de
teorías y las predicciones derivadas de ellas son a menudo erróneas. Por ejemplo,
parece razonable hipotetizar que las normas coreanas para que los disputantes
busquen la mediación en sus desacuerdos y que terceras partes medien estas disputas
son el producto de la religión confuciana orientada a la armonía. Sin embargo, una
explicación igualmente válida sería que la interdependencia de la sociedad agraria
coreana engendró estas normas o que una falta de acceso histórico a los tribunales fue
la responsable de ellas.

En vez de desarrollar teorías para el sustento de las normas de la mediación en varias


sociedades, proponemos que los autores simplemente cuentan cuáles de estas
sociedades (por ejemplo, China, Corea, Malasia, India, Polinesia) tienen normas o
leyes que promueven la mediación. Esto conduciría a una conclusión bastante directa,
la mediación es mas apta de ser utilizada en estas sociedades.

Mientras que las normas y las leyes de alguna manera ofrecen pocos sustento para el
desarrollo teórico adicional, el constructo de los “beneficios esperados” parecer tener
algún potencial. Consideremos primero las partes interactúantes. Usando la teoría de
las expectativas (Thibaut y Kelley 1959; Vroom 1964), proponemos que los disputantes
buscarán la mediación de una tercera parte de tal forma que cada uno espera que sus
resultados netos -más que los resultados conjuntos- de la mediación serán mayores
que aquellos resultantes de la interacción actual o de una aproximación alternativa.
Afinando esta hipótesis general, podemos derivar algunas proposiciones más
específicas.

Los resultados netos esperados de la mediación son pivotales porque el disputante


compara los resultados de la interacción actual con éstos (y hace una segunda
comparación entre los resultados esperados de una alternativa a la mediación y los
resultados netos de la mediación). Siendo este el caso, cualquier factor que aumente
los resultados esperados de la mediación (por ejemplo, informes de que la mediación
de los compañeros en la escuela reduce la violencia) o disminuye los costes esperados
(por ejemplo, no se necesitan abogados), motivarán al disputante a buscar la
mediación. De igual forma, cualquier factor que aumente los beneficios netos
esperados de la interacción actual disminuirá la motivación del disputante para buscar
asistencia de terceras partes. Específicamente, cualquier factor que disminuya los
costes de la interacción actual (por ejemplo, el oponente se muestra más receptivo) o
incremente sus beneficios (por ejemplo, las concesiones del oponente están
aumentando) tendrá este efecto.

94
Enfatizando que las partes interactúantes tienen otras alternativas aparte de la
mediación (por ejemplo, el arbitraje, la terminación de la relación, el conflicto abierto,
los tribunales), nosotros también ponemos de manifiesto que cualquier factor que
incremente el resultado esperado o disminuya el coste esperado para la alternativa (por
ejemplo un procedimiento de “alquilar a un juez” permite que un juez retirado
expeditivamente oiga y regule un caso) reducirá la probabilidad de que se busque la
mediación.

A estas predicciones basadas en las expectativas podemos añadir una que se desvía
de alguna forma de la racionalidad. Está basada en la premisa de que las partes
interactúantes ven sus resultados conjuntos como una suma fija (Jonson y Jonson
1996a; Rubin y Brown 1975). De esta forma, un disputante concluirá que cualquier
actividad que incremente los resultados de su contraparte disminuirá los suyos. Por
tanto, cualquier factor que aumente los resultados netos esperados de la mediación
para el oponente reducirá la motivación del disputante para buscar asistencia
mediadora. Esto no es simplemente un efecto “perro en el pesebre” que el disputante
usa para negar a la otra parte los beneficios de la mediación. Sino que es la percepción
errónea de que un incremento de los resultados del otro se realizará a costa de los
beneficios propios.

3. MEDIACIÓN PER SE

Habiendo mantenido que las partes interactúantes buscarán la mediación de terceras


partes bajo varias condiciones y que las terceras partes se implicarán en la mediación
bajo condiciones paralelas, en este punto necesitamos centrarnos de forma mas
precisa en la mediación en sí misma. Los tipos de mediación varían desde la
internacional y laboral a la comunitaria y matrimonial y otras. Con los diversos tipos de
mediación vienen estructuras y técnicas diferentes. Por ejemplo, encontramos mas
complejidad en las disputas internacionales y laborales, con mas partes implicadas que
en las disputas comunitarias o intrafamiliares. De igual forma, las técnicas que se usan
mucho en un área (por ejemplo, compensación en mediación internacional) se usan de
forma infrecuente en otra (pro ejemplo en mediación legal).

A pesar de la variedad de tipos de mediación, estructuras y técnicas, los autores de la


pasada década han desarrollado una especie de consenso en la definición del proceso
central de la mediación. Actualmente, la mayoría de los autores parecen estar de
acuerdo en que la mediación tiene tres elementos definitorios: (1) asistencia o alguna
forma de interacción de (2) una tercera parte que (3) no tiene autoridad para imponer
un resultado.

La última condición provee campo para el desacuerdo entre los investigadores porque
algunos mediadores poseen suficiente poder para imponer resultados. Por tanto,
algunos estudiosos han manejado creativamente el tema inventando nuevas etiquetas
tales como “intravenors” (Conlon, Carnevale y Murnighan 1994). Otros autores, quizá la
mayoría, parecen contentarse con reconocer que algunos mediadores tienen poder y lo
usan. Argumentan que tal poder no transmuta el proceso de la mediación en otro
proceso.

Un sustituto útil para reemplazar el debate de la definición de la mediación es la


discusión reciente sobre las cuáles deberían ser las metas y aproximaciones de la
mediación. En un lado de la controversia, una parte mantiene que los mediadores
deberían ser igualitarios e imparciales de tal forma que los resultados de la mediación

95
estarán basados en los méritos del caso de cada parte (por ejemplo, Kruk 1998; Silver
1996). El otro lado de este debate argumenta que un mediador debería ser parcial
hacia la parte más débil para protegerla (Honeyman 1991).

En una segunda controversia, algunos autores proponen que la mediación se use en


combinación con otra aproximación de una tercera parte como por ejemplo la
psicoterapia (Dworkin, Jacob y Scott 1991), el arbitraje (Ross y Conlon 2000),
ombudsmanship (Wiegand 1996), intérpretes (Domínguez-Urban 1997), y
organizaciones no gubernamentales (ONGs) que proveen beneficios a los disputantes
(Kriesberg 1996). Por contraste, otros autores y practicantes creen que cada profesión
debería operar de forma independiente, en vez de borrar responsabilidades y cargar la
disputa con terceras partes.

4. APROXIMACIONES

Una vez que la mediación está en camino, ¿qué técnica debería emplear la tercera
parte? La literatura de la década pasada es principalmente descriptiva, y la
presentamos como tal. Las diversas técnicas del mediador (ver Tabla 1) se wielded
frente a los disputantes, la relación de los disputantes y la relación de los disputantes
con otros.

Cuando se centran en los disputantes en sí mismos, los mediadores pueden ofrecer a


cada uno o a los dos información o presionarlos con amenazas o castigos (Touval
1996). De forma similar, pueden usar el poder personal o la autoridad parar presionar
sobre un punto de acuerdo o confiar en los recursos personales para ganar (por
ejemplo compensar) a una o las dos partes (Murria 1997). Además, los mediadores
pueden determinar qué puntos son negociables para cada parte (Munro 1997), educar /
aconsejar a los disputantes, y alentar concesiones. El mediador puede confiar en
técnicas reflexivas tales como re-enmarcar al oponente en una luz más positiva
(Umbreit 1993). Igualmente, el mediador puede ayudar a las partes a desarrollar
nuevas normas y asistirlos en la implementación de su acuerdo (Maley 1995).

Tabla 1. TÉCNICAS DEL MEDIADOR


Técnica Ejemplo
Orientada al disputante
Recogida de información De los disputantes o documentos escritos
Presionar Amenazar una parte de alguna forma
Compensación Recompensar a una persona por hacer una concesión
Educar/aconsejar Buscar un acuerdo o concesión específica
Reflexiva Usar el humor o la jovialidad
Empowerment Sugerir que los disputantes lleguen a un acuerdo por sí mismos
Distributiva Criticar la posición de una parte
Inactividad Simplemente controlar la disputa

Relación disputante-disputante
Suavizar y calmar Desarrollar confianza
Agenda Se reúne con los disputantes
Ponerse de un lado Vender el caso de una parte a la otra
Integración Agrupar los temas
Resolución de problemas Mirar los hechos del caso
Representación Pedir a una parte que describa la posición de la otra
Relación disputante-3ª parte
Uso de terceras partes Obtener asistencia de terceras partes
Hacer la disputa pública Compartir el conflicto con otros

96
Cuando se centran en la relación disputante-disputante, los mediadores pueden dar
pasos para suavizar la relación convenciendo a los disputante a aceptar la mediación
(Abu-Nimer 1996), desarrollando la confianza entre ellos (Landau y Landau 1997) y
apelando a la consideración y las disculpas (Umbreit 1993).

Algunas veces, los mediadores controlan la agenda estableciendo o forzando un


protocolo para la mediación y adecuando técnicas que controlan las percepciones de
los disputantes y las comunicaciones (McAllister 1998). A menudo, los mediadores
separan a las partes (Callister y Wall 1997), trabajan separadamente con ellos (Keller
1997), los traen a ellos (Burr 1997) o a sus representantes juntos (Kelman 1996;
Rouhana 1995), y, en ocasiones, aplazar las sesiones de mediación.

En coordinación con las técnicas expuestas, los mediadores pueden ponerse del lado
de uno de los disputantes (Laskewitz, Van der Vlierte y De Dreu 1994), o buscar
desarrollar una solución integrativa proponiendo puntos específicos de acuerdo (Conlon
y Fasolo 1990). Los mediadores también pueden ayudar a las partes a percibir
conjuntamente nuevas metas colaborativas (Kaufman y Duncan 1992).

En algunas ocasiones, el mediador usará otra tercera parte, poniendo presión a la hora
de escuchar (Bonta 1996), obteniendo sus recursos, o pidiendo que aconsejen a los
disputantes. En otras ocasiones, el mediador simplemente hará pública la disputa
(Pinkley et al. 1995).

5. DETERMINANTES DE LA APROXIMACIÓN DE LOS MEDIADORES

Dada la amplia variedad de aproximaciones disponibles para los mediadores ¿qué


gobierna su elección? La literatura de la pasada década es escasa a la hora de
informar de estos determinantes, que son esencialmente: (1) el medio ambiente y las
partes interesadas en él, (2) el mediador, y (3) los disputantes. En esta sección,
exponemos estos factores e intentamos desarrollar teoría que pueda predecir más
completamente la aproximación de los mediadores.

5.1 Factores medioambientales

Entro las influencias ambientales, la cultura es la más fuerte y probablemente la más


variada. Los efectos mejor documentados de la cultura parecen ser aquellos para la
influencia oriental (frente a la occidental). El deseo oriental para la mejora de la
armonía general no solo una preferencia por la mediación (Gire y Carment 1993), sino
que también influencia como los orientales median. Los mediadores orientales hacen
un gran uso de las técnicas de la armonía, que establecen y “salvan la cara” (Baine y
Sawatzky 1991). También emplean tácticas de presión (por ejemplo amenazas)
bastante frecuentemente porque su sociedad les garantiza el poder y el estatus para
hacerlo. En la mediación occidental, por contraste, los mediadores tienden menos a
usar estas técnicas (Abu-Nimer 1996). Aunque son más blunt que los orientales, los
mediadores occidentales presionan menos frecuentemente a los disputantes o
introducen presión de terceras partes porque su sociedad no les da poder para hacerlo
(Wall y stara 1998).

Un giro interesante en el tema del “poder del mediador” es que los mediadores
orientales, debido a su poder, estatus, y recursos, con capaces de manipular a una o
las dos partes mediante la compensación. Los mediadores egipcios (Murray 1997) lo

97
hacen desde sus propios recursos, mientras que los mediadores chinos, malasios e
hindúes lo hacen desde los recursos de la comunidad (Wall y Callister 1999).

Entre otros factores medioambientales, notamos que la presión del tiempo motiva al
mediador a usar tácticas de presión (Ross y Wieland 1996), tal y como hace la
interdependencia entre el mediador y la disputa. Si esta relación es tal que una
mediación fallida resulta en pérdidas para el mediador, el mediador trabaja muy duro
para tener éxito (Milburn e Isaac 1995), probablemente empleando técnicas que
presionan a los disputantes. De igual forma, si spillover del conflicto daña los intereses
de los aliados (Watkins y Winters 1997), el mediador presiona para que se solucione.

5.2 Efectos de los mediadores

La formación del mediador (Harris 1994) y la aceptación de las reglas que gobiernan su
práctica (Burr 1997) también determinan las técnicas que usan. Por ejemplo, los
mediadores / abogados de familia en los Estados Unidos típicamente se identifican con
los estándares de la práctica de la American Bar Association 1984. igualmente, los
principios básicos de SPIDR (Sociedad para los Profesionales en la Resolución de
Disputas) influencia las técnicas que sus mediadores emplean. Además de la formación
y las reglas, la ideología del mediador (Kolb y Rubin 1991; Karambayya, Brett y Lytle
1992) sirve como una fuerte influencia en la selección de tácticas y estrategias.

5.3 Efectos de los disputantes

Un examen de los efectos de los disputantes en sí mismos indica que la relación del
mediador y la naturaleza de su interacción anterior dictan las aproximaciones que
emplean. Por ejemplo, si los disputantes no están acostumbrados a resolver disputas
conjuntamente, el mediador a menudo se reúne en comité con ellos (Welton et al.
1992). Encontramos que los mediadores también se reúnen con los disputantes cuando
son hostiles entre ellos o tienen una historia previa de escalamiento del conflicto
(Welton et al. 1992). Igualmente, los mediadores usan más técnicas reflexivas (por
ejemplo el humor o dejando que cada disputante sepa que su postura está entendida)
cuando la confianza entre las partes es baja (Ross y Wieland 1996).

5.4 Desarrollo teórico

Como hemos mencionado previamente, los informes de la pasada década sobre los
determinantes de las aproximaciones del mediador son de alguna forma escasos,
ofreciendo una limitada base teórica. Para compensar esta limitación, proponemos
varios factores que esperamos determinen la aproximación de los mediadores.

Nuestro punto de partida es la Tabla 1, que lista las técnicas de mediación delineadas
en la literatura. Habiendo delineado estas técnicas de mediación, nuestro objetivo es
descubrir qué factores determinan la aproximación que se usa. Planteamos los efectos
de cuatro de estos factores: (1) la viabilidad de la técnica, (2) el “análisis coste-
beneficio” que el mediador hace de la técnica, (3) la estrategia de decisión del
mediador, y (4) los objetivos del mediador.

Viabilidad de la técnica. El criterio más amplio para el uso de técnicas es su viabilidad.


Este estándar fue propuesto por el modelo de elección estratégica de Carnevale (1986,
1992) y es muy útil para elegir entre las técnicas que se usan en mediación. Carnevale
enfatizó que los mediadores usan únicamente aquellas técnicas que parecen viables

98
para ellos. Por ejemplo, este autor notó que un mediador usa técnicas integrativas (por
ejemplo, proponer soluciones que agraden a ambos disputantes) solo cuando los
disputantes tienen un fondo común porque tales técnicas no son viables cuando los
factores medioambientales crean una relación ganador-perdedor.

Cuando consideramos las técnicas disponibles para los mediadores (Tabla 1), se
vuelve evidente que algunas técnicas pueden no ser viables simplemente porque el
mediador no las conoce o se le dice que no las use. Por ejemplo, un pacificador en
Bosnia no usará las técnicas de compensación cuando medie disputas civiles porque
sus órdenes prohíben su uso.

Una deducción teórica de esta observación directa es que los factores que shield a un
mediador de varias técnicas reducirán, por el contrario, el conjunto de viabilidad. Uno
de tales factores puede ser la inexperiencia del mediador; otro sería servir a un mentor
que usa una cafetería de técnicas limitada o la propia fijación del mediador en técnicas
que han funcionado en el pasado.

Aunque algunos factores reducen o limitan el conjunto de viabilidad del mediador, otros
pueden incrementarlo. Tomemos el estatus del mediador. Según aumenta el estatus de
un mediador, su conjunto de viabilidad también crece de forma extensiva. Un mediador
con alto estatus será escuchado, mas que ignorado, por los disputantes; por tanto, las
técnicas reflexivas, distributivas, de educación, suavizantes, y de representación son
probablemente viables. Presionar, el empowerment, el establecimiento de la agenda, y
hacer la disputa pública son también viables. Más allá, el estatus da al mediador control
sobre recursos de tal forma que las técnicas de compensación, recogida de información
y uso de terceras partes pueden ser empleadas.

Análisis costo-beneficio. Además de la viabilidad, el coste de las técnicas influencia su


selección. En vez de conducir un análisis costo-beneficio de las técnicas (Carment y
Rowlands 1998), el mediador se inclina en eliminar las costosas primero y
subsecuentemente emplear un análisis costo-beneficio de las que permanecen.

La explicación de esta predicción tiene dos caras. Primero, el alto costo de usar una
técnica es inmediato y cierto para el mediador, mientras que los beneficios están
retrasados y son menos ciertos. Segundo, una técnica de alto costo puede ser
percibida como “cara” y por tanto ser rechazada (Bettman, Jonson y Payne 1990).

Debido al análisis costo-beneficio de los mediadores, muchas aproximaciones de alto


costo son usadas únicamente cuando los beneficios se consideran muy altos y
probables. Tales aproximaciones de alto precio incluyen reuniones conjuntas, pedir a
terceras partes que critiquen a las partes en disputa, búsquedas de información,
oraciones a múltiples dioses, y consideración de múltiples alternativas.

Estrategia de decisión del mediador. Habiendo discutido dos factores determinantes de


las técnicas del mediador, nos volvemos hacia la estrategia de decisión del mediador.
Hablando de forma general, el mediador puede emplear o una estrategia “heurística” o
una “compensatoria”. Las estrategias heurísticas implican el uso de mínima información
y tiempo, así como la consideración de pocas alternativas y atributos del problema. Por
contraste, las estrategias compensatorias emplean cantidades extensas de información
y de tiempo; muchas alternativas y atributos también son considerados.

99
Los mediadores no prefieren de forma automática una técnica heurística o
compensatoria. Por el contrario, la aproximación está basada en una evaluación
esfuerzo-precisión de la disputa específica (Bettman et al. 1993). Aquí, la evaluación
del mediador y la elección estratégica de aproximación resultante está determinada por
la volatilidad de la disputa.

Como Amason (1996) especificó, algunos conflictos son no emocionales y


caracterizados por la discusión de ideas y perspectivas. Otros, por el contrario, son
personales y altamente emocionales. En esta última situación emocional, el mediador
está motivado para alcanzar una solución razonable rápidamente. Por tanto, la
estrategia heurística se vuelve más atractiva en estos escenarios volátiles (Bettman et
al. 1993) porque permiten que el mediador examine las alternativas rápidamente con la
información que tiene disponible.

Las técnicas que un mediador usa en tales situaciones incluyen la presión, la


inactividad (tales como simplemente controlar la disputa), o ponerse rápidamente del
lado de un disputante. Se hará un uso mínimo de las técnicas compensatorias que
consumen mucho tiempo (por ejemplo, las técnicas reflexivas o de recogida de
información).

Además de esta volatilidad, la importancia de la disputa y las oportunidades para el


escalamiento determinan si el mediador usa una estrategia compensatoria o heurística.
Específicamente, las disputas importante -aquellas que se pueden escalar y aquellas
sin límite de tiempo- disponen que el mediador use técnicas compensatorias (frente a
las heurísticas). Igualmente, si los disputantes son altamente valorados por el mediador
o son de alto estatus, entonces el mediador tiende a confiar en técnicas
compensatorias.

Los objetivos del mediador. Hasta ahora, hemos expuesto que la viabilidad, el coste
percibido y la estrategia de decisión del mediador determinan las técnicas que él o ella
usan. Además, el mediador está guiado por sus objetivos. Está bien documentado que
tales objetivos afectan fuertemente el comportamiento de un individuo. En la literatura
sobre motivación, por ejemplo, los autores (Locke 1991) mostraron que las elecciones
comportamentales de los individuos están influenciadas por sus metas. De igual forma,
en la literatura de resolución de conflicto, Conlon, Carnevale y Murnighan (1994)
informaron que las preferencias de las terceras partes afectan sus elecciones
comportamentales.

En la mediación, numerosas metas pueden afectar la elección de las técnicas por parte
del mediador; una de tales metas que aparece frecuentemente en la literatura es la
neutralidad. A menudo, los mediadores tienen como meta ser neutrales y parecer
neutrales en la mediación, y son aconsejados por las reglas sociales sobre cómo
deberían conseguir esta meta (por ejemplo, Rifkin, Millen y Cobb 1991).

Esta meta dual -ser y parecer neutral- no afecta, según predecimos, qué técnicas
selecciona y aplica el mediador; sino que, motiva al mediador a ser igualitario en sus
interacciones. Consecuentemente, cualquier técnica que el mediador aplique a una
parte será aplicada a la otra.

Aunque la meta de neutralidad dicta aplicación igual para la mayoría de las técnicas,
debería restringir el uso de algunas. Usar el ponerse del lado de una de las partes es

100
parecer y probablemente estar sesgado. Las técnicas de presión y distributivas son
también renunciadas bajo juramento porque con su aplicación aparece un sesgo.

6. RESULTADOS DE LA MEDIACIÓN

Habiendo examinado los determinantes de la mediación, la mediación en sí misma, las


aproximaciones que usan los mediadores, y los determinantes de estas
aproximaciones, pasamos a describir el área más importante: los resultados de la
mediación. Dado que la altruismo de la literatura ha generado una gran complejidad,
una señal sucinta es útil para esta sección. La literatura indica que los resultados de la
mediación vienen de dos fuentes: el proceso de mediación agregado (por ejemplo
entero) y las técnicas individuales usadas por el mediador. Debido a que los resultados
agregados son más extensos, los abordamos primero. Haciendo esto, mostramos
(como en la Figura 1) que estos resultados se acumulan para los disputantes, el
mediador y otras terceras partes.

6.1 Resultados agregados

La organización y conceptualización es estos resultados se muestran en la Tabla 2,


que ofrece un listado completo de los resultados positivos o los beneficios reportados
en la literatura reciente y que indican que los resultados se dividen en tres grupos: los
disputantes, el mediador y otras terceras partes.

Tabla 2. RESULTADOS / BENEFICIOS DE LA MEDIACIÓN


Recibidor Resultado Referencia
Disputantes Acuerdo Brett, Barsness y Goldberg (1996)
Satisfacción Bush (1996); Depner, Cannata y Ricci
(1994)
Eficiencia (coste-efectividad) Coltri y Hunt (1998); Elleman (1997)
Relaciones mejoradas Johnson y Johnson (1996ª); Jonson et
al (1995); Joseph (1996)
Justicia procedimental Bush (1996); Kozan e Ilter (1994)
Acuerdos favorables Umbreit y Coates (1993)
Empowerment Folger y Bush (1996); Severson y
Bankston (1995)
Resolución de problemas y Fisher (1997); Smith (1996)
mejora
Juicio restorative Bazemore y Griffiths (1997); Sikora y
Doll (1994)
Mayor cumplimiento e Gaschen (1995); Thoennes (1997)
implementación
Mediador Reputación Touval (1996)
Habilidades sociales Day-Vines et al. (1996); Shulman (1996)
Terceras partes Tiempo para otras actividades Camerson y Dupuis (1991); Shulman
(1996)
Paz y violencia disminuida Day-Vines et al. (1996); Tabish y Orell
(1996)
Acuerdos favorables Cohen, Dattner y Luxenburg (1996).

Resultados de los disputantes. El mayor resultado para los disputantes es el acuerdo o


la finalización de la disputa, y la literatura indica que la mediación es efectiva para
producir esto. En estudios anteriores, la razón de finalización como media estaba en
aproximadamente 60%, con un rango generalmente entre 20% y 80% (Kressel y Pruitt
1989). Los informes actuales son un poco más altos, con una media de finalización
sobre el 75%. Específicamente, en la mediación en divorcios, Irving y Benjamin (1992)
informaron de una ratio de acuerdo del 76%. En la mediación estudiantil, Lupton-Smith

101
et al. (1996) encontraron un acuerdo del 85%. Desde el área de la mediación legal,
Thoennes (1994) informó de un acuerdo entre el 60% y el 80% en la mediación de
protección de menores. En casos civiles, Henderson (1996) encontró acuerdo en el
63% de los casos, y Brett, Barsness y Goldberg (1996) informaron de una ratio del
78%. En la mediación de ancianos con ancianos, Cox y Parsons (1992) encontraron
una ratio de acuerdo del 82%.

Cuando se presentan estos ratios de acuerdo, necesitamos enfatizar que varían


considerablemente de área a área. Algunas disputas, tales como las de los ancianos o
las de estudiantes de escuela primaria, son muy simples y fácilmente mediables. Por
tanto, tienen un alto ratio de acuerdo. Por el contrario, las disputas internacionales son
complejas y bastante difíciles de mediar; por tanto, tienen un ratio de acuerdo mucho
más bajo.

El resultado específico primario para los disputantes parece ser la satisfacción (por
ejemplo, Bush 1996). La literatura indica de forma potente que los disputantes obtienen
satisfacción directamente desde la mediación en sí misma (Depner, Cannata y Ricci
1994) por dos razones: primero, el proceso de mediación tiene el valor de que es más
barato (Coltri y Hunt 1998), swifter (Severson y Bankston 1995) y mas duradero
(Elleman 1997) que otras formas de resolución del conflicto. Segundo, los disputantes
perciben justicia procedimental en el proceso (Bush 1996).

Además de estos beneficios del proceso de mediación, los disputantes encuentran que
loa acuerdos que la mediación produce los liberan de enredos emocionales y costosos
en tiempo. Quizá igual de importante, la mediación da como resultado acuerdos que se
ajustan a las necesidades de los disputantes y a sus intereses. Como resultado de ser
el producto de toma de decisiones conjunta y superior y dado que mejora las relaciones
entre los disputantes, los acuerdos mediados se implementan de forma más completa
(Gaschen 1995; Thoennes 1997).

Resultados de los mediadores. Quizá la asunción automática es que los mediadores


son los que reciben principalmente, si no únicamente, los resultados de la resolución de
la disputa. Esto es, si resuelven exitosamente la disputa, ganan crédito, prestigio,
satisfacción, llamadas futuras para mediar, etc. La literatura de la década pasada indica
que hay muchos beneficios para el mediador en la resolución de la disputa. Por
ejemplo, él o ella es percibido favorablemente y adquiere reputación por su efectividad
(Touval 1996) cuando finaliza un acuerdo.

Pero los beneficios también vienen directamente del proceso de la mediación incluso si
la disputa no se resuelve. Day-Vines et al. (1996), por ejemplo, indicó que algunos
beneficios se extienden más allá de la arena de la mediación. Específicamente,
Shulman encontró que la mediación mejora la autoestima, las notas y la asistencia de
los mediadores estudiantiles; además promueve relaciones mejoradas con sus colegas.

Resultados de las terceras partes. Pensamos que algunos resultados afectan a


terceras partes (otras aparte del mediador), y vienen directamente del proceso de la
mediación. Algunos estudios (Johnson y Johnson 1996b) mostraron que las mediación
entre iguales en las escuelas da como resultado menos quejas referidas al profesorado
y a la dirección, y Day-Vines et al. (1996) indicaron que la mediación escolar entre
iguales ayudad a ofrecer escuelas mas seguras. Tabish y Orell (1996) observaron que
la mediación en las bandas ayuda a proporcionar campuses más seguros a los
estudiantes.

102
En el sistema judicial, detectamos un resultado similar en la mediación por la custodia.
Terceras partes -en este caso niños- se beneficina. Kitzmann y Emery (1994)
contienden que la mediación protege a los niños de la hostilidad del conflicto. Emery,
Matthews y Kitzmann (1994) mostraron que la medición pone en la atención pública los
resultados destructivos que el conflicto marital inflinge en los niños.

6.2 Resultados de técnicas específicas

Los estudios mencionados más arriba han examinado los efectos de la mediación
globalmente en los resultados de los disputantes, el mediador y las terceras partes.
Aunque estos estudios son bastante numerosos y sus resultados muy informativos, no
indican que técnicas específicas dentro de la mediación producen estos efectos.

Los estudios que ofrecen esta información son muy escasos. Específicamente, menos
de 20 han analizado este tema en la década pasada. Dentro de estos estudios,
aparecen dos tendencias generales: primero, hay algún acuerdo sobre el hecho de que
un nivel de alta actividad por parte del mediador produce los resultados esperados
(Henderson 1996; Kelly 1996). El segundo grupo de investigación indica qué tipo de
“alta actividad” es más productiva para los mediadores. En general, el resultado es que
los mediadores son más efectivos cuando intentan mejorar las relaciones entre los
disputantes, en vez de empujar al acuerdo o centrarse en los hechos (Donohue, Drake
y Roberto 1994; Kressel et al. 1994; Pruitt 1995).

6.3 Determinantes de los resultados

Habiendo revisado las aproximaciones de los mediadores, los determinantes de estas


aproximaciones, y los resultados de la mediación, procedemos ahora al tópico final
indicado en la Figura 1, los determinantes de los resultados.

En décadas previas, los autores se han centrado principalmente en los factores que
intervienen en los efectos de la mediación sobre los resultados agregados, esto es, la
finalización de la disputa (ignorando de alguna manera los efectos en los resultados
que afectan a las diversas partes). Aquí se dieron cuenta de que el nivel de conflicto, la
disponibilidad de los recursos, el tipo de tema, y el compromiso de los disputantes a la
mediación eran grandes factores mitigantes. Hasta cierto punto, la literatura reciente
refunde los resultados previos.

Por ejemplo, encontramos que según aumenta el nivel de conflicto, la probabilidad de


resolución disminuye (Depner, Cannata y Ricci 1995). De nuevo aprendemos que la
mediación no resuelve el conflicto cuando los disputantes tienen recursos limitados.
Además, encontramos que la capacidad del mediador para poner recursos sobre la
mesa incrementa el acuerdo (Touval 1998). Hay evidencia continua de que las disputas
sobre algunas cuestiones son más difíciles de resolver. Por ejemplo, Henderson (1996)
informó de que las disputas sobre grandes cantidades tienen menos probabilidades de
ser mediadas con éxito, y Whiting (1994) mostró que las disputas sobre un solo tema
son menos probables de solucionar mediante la mediación porque no se puede
negociar con los ítems.

El compromiso de los disputantes y la receptividad a la mediación incremente la


efectividad del mediador; esto es, lleva a más acuerdos (Wissler 1995). Además, el

103
compromiso de la comunidad (terceras partes) en la mediación incremente su
efectividad (Joseph 1996).

Además de estos cuatro factores intervinientes -que aparecen en estudios anteriores y


actuales- se han detectado otros recientemente. Incluyen el rango del mediador, el
poder de los disputantes, el estadio en que se encuentra el conflicto, y la visibilidad de
la mediación. El rango del mediador está positivamente correlacionado con la
finalización de las disputas (Bercovitch y Houston 1993), y este hallazgo -que es más
fácil que los mediadores de alto estatus lleguen a acuerdos- es consistente con las
observaciones anteriores de que los mediadores que pueden poner recursos sobre la
mesa son exitosos obteniendo acuerdos.

El segundo nuevo factor -efectos del poder- indica que las técnicas del mediador llevan
a acuerdos cuando el poder de los disputantes estás equilibrado (Nickles y Hedgespeth
1991) y cuando ambas partes tienen el apoyo de sus constituyentes (Bercovitch 1996).
El estadio en que se encuentra la disputa también se contempla como un factor crítico
(Kriesberg 1991) a la hora de determinar la efectividad de la mediación. La mediación
tiende a ser menos efectiva en los primeros estadios de la disputa cuando las partes no
han experienciado altos costos por el conflicto, y es probable que se muestre fútil si se
aplica tan tarde que el conflicto ha escalado.

Un factor final que interviene es la visibilidad de la mediación (Assefa 1992). Una alta
visibilidad parece ser perjudicial para el acuerdo porque los disputantes no tiene un
“espacio seguro” donde discutir abiertamente los temas con el mediador, admitir sus
errores, o seguir sugerencias y cooperar con el mediador. Por el contrario, las partes
intentan aparentar ser duros e impresionar a sus constituyentes.

Aunque la investigación actual ha corroborado y complementado muchos de los


hallazgos de años anteriores, también ha hecho un avance significativo. La
investigación previa se centraba en factores que mitigaban los efectos de las técnicas
del mediador en el acuerdo. El trabajo actual informa sobre factores que mitigan los
efectos de la mediación sobre los resultados del disputante y el mediador (Figura 1).

Shemberg (1997), por ejemplo, mostró que la presión externa afecta gravemente los
resultados de los disputantes. Cuando una parte es forzada a participar en la
mediación, su poder es reducido, y también se reducen los beneficios. Aunque la
participación forzada no reducirá el ratio de acuerdo (Brett, Barsness y Goldberg 1996),
reducirá la satisfacción del disputante forzado, especialmente si el disputante forzado
ya es más débil que el otro disputante (Grillo 1991).

Para los mediadores, encontramos que la confidencialidad mitiga sus resultados y


satisfacción. Los mediadores, en general, sienten que deben ser capaces de garantizar
la confidencialidad a los disputantes (Kirtley 1995). Esto permite al mediador desarrollar
confianza con cada disputante, mejorar las oportunidades del acuerdo, y ganar
satisfacción por un trabajo bien hecho (Brown 1991). Cuando a un mediador se le niega
la confidencialidad -debido a un ley o una sentencia judicial- entonces se le niegan los
beneficios descritos y encuentra la tarea menos satisfactoria.

6.4 Desarrollo teórico

Cuando sumamos los resultados anteriores y modificamos el orden de alguna forma,


evoluciona un marco de trabajo que facilita el desarrollo de la teoría y una extensión de

104
la literatura. En esencia, la literatura indica que ocho factores influencian si la
mediación terminará en acuerdo: el nivel de conflicto, el tipo de tema, el estadio del
conflicto, el poder relativo de los disputantes, los recursos del mediador, el compromiso
de los disputantes hacia la mediación, el rango del mediador, y la visibilidad de la
mediación.

Usando el análisis fuerza-campo de Lewin (1951), nos damos cuenta de que los cuatro
primeros factores -el nivel de conflicto, el tipo de tema, el estadio del conflicto y el poder
relativo de los disputantes- incrementan el conflicto. Este conflicto puede ser
considerado una fuerza que restringe la efectividad de la mediación.

Por contraste, los segundos cuatro factores - los recursos del mediador, el compromiso
de los disputantes hacia la mediación, el rango del mediador, y la visibilidad de la
mediación -incrementan el poder el proceso de mediación (Deutsch 1973), lo que
supone una fuerza motora que mejora la efectividad. Usando el modelo fuerza-campo,
parece razonable predecir que el relativo poder de las dos fuerzas -conflicto frente a
mediación- determinará hasta qué punto la aproximación de la mediación proporciona
acuerdo. Cuanto mayor es la fuerza del conflicto, la aproximación de la mediación será
menos efectiva. Y cuanto mayor el poder del proceso de mediación, más efectiva la
aproximación.

Esta yuxtaposición apoya una amplia hipótesis de que cualquier factor que mejore el
conflicto restringirá la efectividad de la mediación. Más específicamente, hipotetizamos
que el enfado de los disputantes, el compromiso a su posición, la desconfianza en el
otro, el comportamiento distributivo, las diferencias de estatus, y los fallos anteriores en
la resolución de disputas mejoran el conflicto (Wall y Callister 1995), y restringen la
efectividad de la aproximación de la mediación.

La segunda amplia hipótesis es que cualquier factor que incrementa el poder del
proceso de mediación magnifica la efectividad de la aproximación de la mediación
actualmente empleada. Entre estos factores, creemos, están la formalización de la
mediación, el número de mediadores manejando la disputa, la cantidad de tiempo que
la mediación ha sido empleada, el tamaño y el poder del electorado del mediador, la
extensión de la red del mediador, la afabilidad del mediador, el apoyo espiritual
percibido del mediador, y la ausencia de otros mecanismos de resolución de disputas.

DISCUSIÓN

En este artículo, nuestra meta principal era presentar una revisión consumada de la
literatura sobre mediación de la década pasada y organizarla de una forma
comprensible. Esta literatura, hemos encontrado, podría ser delineada a lo largo de dos
facetas (Figura 1). La primera es una literatura descriptiva, que indica la naturaleza de
la mediación en sí misma, las aproximaciones o técnicas que el mediador usa, y los
resultados de estas aproximaciones. La segunda faceta de la literatura revela un sesgo
más teórico. Aquí encontramos factores que determinan si la mediación tiene lugar, los
determinantes de las aproximaciones que el mediador usa, y los determinantes de los
resultados para los disputantes, mediador y terceras partes.

Creemos que organizando y presentando esta literatura contribuimos al desarrollo del


campo. Además, nuestras extensiones sobre aspectos teóricos de la literatura -los
determinantes de la mediación, aproximaciones y resultados- también representan una
contribución. Cuando desarrollamos proposiciones sobre los determinantes de la

105
mediación en sí misma, confiamos principalmente en la teoría de las expectativas.
Aquí, mostramos que los disputantes buscan asistencia mediada de terceras partes
cuando los beneficios de la mediación se espera que sean más altos que aquellos de la
interacción actual no asistida, y cuando se espera que la mediación ofrezca beneficios
más altos que otras alternativas tales como el arbitraje, el conflicto abierto o la
terminación de la relación. Las terceras partes también están influenciadas por estos
factores, de tal forma que tienden a dar asistencia cuando su mediación ofrece más
beneficios que no mediar.

Cuando se desarrollan teorías sobre los determinantes de las aproximaciones del


mediador, confiamos en el modelo de elección estratégica de Carnevale (1986, 1992),
y sobre la teoría de la decisión y la teoría de las metas. Con esto como base,
desarrollamos proposiciones relativas a que los mediadores rechazan técnicas que no
son viables o que tienen un alto costo. De las técnicas que quedan, los mediadores
seleccionan la técnica apropiada según la estrategia de decisión heurística /
compensatoria. Haciendo esto, los mediadores también eligen técnicas que están de
acuerdo con sus metas.

Finalmente, usamos la teoría fuerza -campo como la base para las proposiciones sobre
los determinantes de los resultados de las diversas partes. De esta forma, proponemos
que los factores que mejoran la fuerza del conflicto reducen la efectividad de las
aproximaciones de la mediación, y aquellos que incrementen el poder del proceso de
mediación mejoran la efectividad de las aproximaciones.

Cambiando desde la revisión a la literatura en sí misma, concluimos que la mediación


ha avanzado significativamente en muchas áreas en la década pasada. En disputas
internacionales, medioambientales, escolares, de divorcio, organizacionales, de
consumo, y de acoso sexual así como en otras áreas, la mediación se está
practicando, describiendo, estudiando, prescribiendo y proscribiendo. Además, los
artículos que presentan esta actividad comprenden una literatura amplia y compleja
que intenta informar y guiar a los practicantes y a los investigadores.

Esta progresión en múltiples territorios, junto con la literatura que la cubre, presenta la
cuestión sobre el avance del campo de la mediación durante los pasados diez años. La
cuestión primera es si las prácticas, el conocimiento y las investigaciones preexistentes
han sido aplicadas a las mediaciones en nuevos territorios o si las recientes
aplicaciones han venido acompañadas por y han contribuido al avance en el campo.
Nuestra conclusión es que ha habido avance y retroceso.

Estamos complacidos al ver una emergencia de la literatura en la cual los autores están
prescribiendo metas para la mediación así como técnicas y resultados para las terceras
partes. También, estamos impresionados por la recomendación de que la mediación se
use en combinación con otros procesos de terceras partes como la psicoterapia,
consulta e interpretación. Esta aproximación dual debería permitir a los mediadores
asistir mejor a los disputantes tratando con sus emociones y manejando las
interacciones psicosociales con cada uno. Una desventaja de esta aproximación es que
implica que los mediadores que están equipados con poderosas habilidades de
procesos sociales pueden mediar cualquier disputa. Realisticamente, no pueden
porque las disputas encontradas son a menudo muy técnicas (por ejemplo pueden
estar relacionadas con sofisticadas áreas de la genética, diseño informático y software,
etc) y por tanto requerir habilidades de resolución de problemas además de habilidades
sociales. Siendo este el caso, sugerimos que los mediadores -cuando sea necesario-

106
se emparejen con compañeros de experiencia técnica de tal forma que el mediador se
pueda centrar en el aspecto social de la interacción y el compañero contribuir a la guía
técnica.

Creemos que los autores estaban, en su mayoría, redescubriendo la rueda cuando


discutían los resultados de la mediación. Nos satisfizo encontrar más cobertura de los
resultados de terceras partes que en años anteriores, aunque los informes sobre
resultados afectando a los disputantes y al mediador parecen ser redundantes con las
explicaciones anteriores.

Mas descorazonador que esta redundancia fue el foco continuado en los resultados de
los procesos de mediación globales agregados más que en los resultados de técnicas
específicas. Una lectura completa de la literatura indica que cientos de artículos han
sido publicados informando los resultados de los procesos de mediación globales; sin
embargo, durante el mismo periodo, menos de dos docenas de artículos han informado
de los efectos de técnicas por separado. Consecuentemente, nos quedamos con
algunas preguntas serias sobre la mediación. La primera es ¿importa lo que los
mediadores haban mientras sean altamente activos e intenten suavizar la relación de
las partes? Una cuestión relacionada es la siguiente ¿Qué técnicas deberían usar los
mediadores? ¿Y cómo puede la mediación mejorarse si no estamos seguros de qué
técnicas funcionan y cuáles son inefectivas? Esperamos que algunas de estas
cuestiones se estudien en la década que viene.

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113
114
MODELOS DE MEDIACIÓN Y SU APLICACIÓN EN MEDIACIÓN
INTERCULTURAL144145

Carlos GIMÉNEZ ROMERO


Universidad Autónoma de Madrid

INTRODUCCIÓN

La mediación intercultural está en auge, pero su expansión no va acompañada todo lo


que debiera de avances en su fundamentación teórico-conceptual. Al surgir la mayoría
de los programas de mediación intercultural, por no decir la totalidad de ellos, desde las
entidades públicas con competencias en inmigración e integración de minorías así
como de organizaciones sociales ligadas a colectivos autóctonos (gitanos) o alóctonos
(inmigrantes, refugiados) y no de entidades dedicadas a la mediación en general
(centros y gabinetes de mediación familiar, comunitaria, etc.) se corre el riesgo de no
sentar adecuadamente las bases conceptuales de la nueva figura o de configurarla con
escaso carácter mediador o sin aprovechar adecuadamente el enorme potencial de la
mediación.

Como en tantos otros aspectos de la vida personal y social, también en el desarrollo de


la mediación es importante tener en cuenta simultáneamente su unidad y su diversidad.
Su unidad, porque a nadie de los que nos dedicamos a la mediación nos interesa
perder la visión compartida y los principios básicos que nos vinculan. Su diversidad, por
respeto a las innovaciones que van surgiendo y porque es ella la que permite crecer. A
todos nos interesa que la mediación intercultural se desarrolle con pujanza y utilidad,
aprovechando lo mejor de la mediación preexistente y enriqueciendo a su vez las
mediaciones más “clásicas”. Se hacen necesarias aportaciones en materia de
fundamentación conceptual y metodológica de la mediación intercultural y uno de los
caminos para ello es analizar cómo aplicar en contextos multiculturales los principales
sistemas de mediación.

En este artículo se lleva a cabo un ejercicio de comentario de tres modelos de la


mediación desde la perspectiva de la mediación intercultural. Dicho de otra manera,
reflexionamos sobre los modelos de Harvard, Transformativo y Circular Narrativo desde
la óptica de los procesos de mediación entre partes etnoculturalmente diferenciadas y
buscando relaciones de interculturalidad146.

Estamos siguiendo la clasificación ofrecida por Suares (1996) sobre los principales
modelos de mediación, aunque sólo seguimos el análisis de esta autora como una
orientación general. Estando de acuerdo en general con Suares en la interesante
síntesis y contraposición que de esos tres planteamientos hace (páginas 58-63),
considero que aparte de su limitación por ser un breve resumen, la autora hace una
lectura un tanto unilateral del conjunto de instrumentos disponibles desde el modelo
144
Publicado en la Revista Migraciones nº 10 (2001) Universidad Pontificia de Comillas.
145
Agradezco a María Jesús Pérez Crespo sus valiosos comentarios en la preparación de este articulo.
146
En un articulo anterior definíamos la mediación intercultural “o mediación social en contextos
pluriétnicos o multiculturales, como una modalidad de intervención de terceras partes, en y sobre
situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución del reconocimiento
del Otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y comprensión mutua, el aprendizaje y
desarrollo de la convivencia, la regulación de los conflictos y la adecuación institucional, entre actores
sociales o institucionales etnoculturalmente diferenciados” (1997, 142).
115
que ella más valora y aplica, esto es el circular narrativo elaborado por Sara Coob. En
nuestra indagación hemos ido directamente a los textos de cada uno de los
paradigmas, teniendo en cuenta tanto a los propios autores más representativos de
cada modelo como los comentarios y desarrollos propuestos por otros estudiosos.

La variedad de experiencias que deben interesar al mediador o a la mediadora


intercultural es un territorio muchísimo más vasto que los representados
respectivamente por las ideas de la Escuela de Negociación de la Universidad de
Harvard, las transformativas de Bush y Folger o las de circularidad narrativa, los cuales
no son sino algunos bosquecillos en el amplio y variado paisaje de la mediación.
Piénsese, por ejemplo, en formulaciones como las de Lederach (1996) que, estando
muy influidas por el Proyecto de Negociación de Harvard, son originales y difícilmente
clasificables. O las ideas sobre resolución de conflictos en y tras las guerras y conflictos
civiles; en esta línea citaremos por ejemplo las aportaciones de Galtung (1998) sobre
las 3R (reconstrucción, reconciliación y resolución); las de Fitzduff (1998) en relación
con la conflictividad en Irlanda del Norte o la propuesta general de Lederach (1998)
para “sociedades profundamente divididas”.

Por no hablar de los modelos populares de mediación cotidianamente usados en


colectivos urbanos y rurales de distintas áreas del mundo, de los que el propio
Lederach nos habla. Y sobre todo, tómese en consideración la inmensa riqueza de las
pautas de resolución de conflictos en cada cultura, algo sobre lo que ahora estoy
trabajando, descubriendo el enorme arsenal de sabiduría que podremos aprovechar
para su aplicación al desarrollo de esa cultura pacífica y positiva del conflicto que
conviene ir alumbrando y generalizando, así como para potenciar la mediación
intercultural en particular. Lo arduo de la tarea (a largo plazo y en equipo) y la
necesaria eficacia y concreción nos exige, sin embargo, limitarnos a los tres modelos
mencionados.

Antes de considerar cada modelo puede ser útil o clarificador exponer nuestra línea
general de razonamiento. Con otros autores y profesionales de la mediación,
consideramos que todos los modelos aportan elementos valiosos y que sea cual sea el
que sigamos, es conveniente incorporar a nuestra perspectiva y práctica aquellos
aspectos que nos sirven de cada uno de ellos. Como ocurre con otros campos y
teorías, también aquí existe el riesgo de seguir únicamente un enfoque desestimando
totalmente los demás. En este sentido en el apartado final, tras analizar cada sistema y
reflexionar sobre su aplicación a la mediación intercultural, ofrecemos unas primeras
bases para una propuesta integrativa de síntesis. Estas conclusiones constituyen las
bases de una Metodología Integrada para la Mediación Intercultural que será publicada
próximamente.

En cada modelo, comenzaremos exponiendo resumidamente su génesis, naturaleza y


principales características. Luego, iremos entrando en el detalle de su formulación y
técnica comentando cada aspecto en relación con los contextos de relaciones
interétnicas y de multiculturalidad, esto es pensándolos desde la perspectiva de su
aplicación a la mediación intercultural.

116
1. EL MODELO DE HARVARD Y LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL

1.2 El programa sobre negociación de la Universidad de Harvard

A diferencia de los otros dos métodos que expondremos, el llamado modelo de Harvard
no es directamente un sistema de mediación, sino una escuela de negociación y
resolución de conflictos. Estamos, en todo caso, ante un método de mediación para la
negociación asistida147. Ahora bien, las ideas y experiencias del grupo de Harvard en
relación con las disputas y con la negociación han influido muy notablemente en las
prácticas los profesionales de la mediación, en buena parte de ellos como método
predominante y en otros como un bagaje a tener en cuenta (puede verse a este
respecto las obras de Cornelius y Faire, 1995; Diez y Tapia, 1999; Folger y Jones,
1997; Folberg y Taylor, 1997; González-Capitel, 1999; Gottheil y Schiffrin, 1996;
Grover, Grosch y Olczak,1996; Kolb y otros, 1996; Moore, 1995; Muldoon, 1998; Ripoll-
Millet, 1995; Singer, 1996, Torrego, coord., 2000)

A mediados de la década de los setentas Roger Fisher - profesor en la Facultad de


Derecho de Harvard. - inició a William Ury en el campo de la negociación. Pocos años
después (en 1981)ambos expertos, con la colaboración de Bruce Patton, publicaron
Getting to Yes (traducido al castellano con el título de Obtenga el Sí). Diez años más
tarde, Ury publicó Getting Past No (publicado en castellano como Supere el No),
dedicándole el libro a Fisher. Ury es consultor y profesor de negociación en la Facultad
de Derecho de Harvard, cofundador y director asociado del Programa de Negociación
en la Facultad de Derecho de Harvard. Patton es el director adjunto del Proyecto
Harvard de Negociación. Se trata de un equipo que está familiarizado con el manejo
continuo de diferentes niveles de negociación, desde los nacionales hasta los
internacionales.

A continuación, haremos una breve síntesis del modelo, centrándonos en el


denominado “método Fisher-Ury”. Además de los textos ya citados, el lector puede ir a
los detalles en las obras citadas previamente o en otras recogidas en la bibliografía.

1.2 El método Fisher-Ury

Este método parte de considerar cuatro puntos básicos en la negociación: las


Personas, los Intereses, las Opciones y los Criterios. Algunos puntos esenciales o
ideas-fuerza en cada uno de esos ámbitos son:

• Personas: Separar a las personas del problema.


• Intereses: Centrarse en los intereses, no en las posiciones.
• Opciones: Pasar de las posiciones a las opciones, inventar opciones en beneficio
mutuo, trabajar juntos para crear opciones que satisfagan a ambas partes, pasar de
las protestas a las propuestas.
• Criterios: Insistir en utilizar criterios objetivos.

Separar a las personas del problema

Se parte de que los negociadores son, ante todo, personas. También de que cada
negociador tiene dos clases de intereses: en la esencia y en la relación, distinguiendo
los autores los “intereses de esencia” y los “intereses de relación”. En este método es
147
Esto es algo que a veces no se tiene en cuenta cuando se compara la metodología del grupo de
Harvard con las ideas de Bush y Folger y las de Coob.
117
crucial el hecho de que “la relación tiende a entremezclarse con el problema”. En este
sentido, una observación decisiva en la perspectiva de Fisher y Ury es que la
negociación posicional pone en conflicto la relación y la esencia. A partir de esos
puntos de partida o considerandos, la recomendación de esos negociadores es la de
“separar la relación de la esencia”; como ellos plantean “trate directamente con el
problema de las personas”.

En el desarrollo de este primer aspecto y fase, se abordan tres elementos claves en las
relaciones entre personas: las percepciones, las emociones y la comunicación. Tras
dejar sentado que en una disputa y negociación hay distintas percepciones en cada
parte, Fisher y Ury recomiendan a los negociadores ( y aquí se deducen numerosas
tareas para el mediador): ponerse en el lugar del otro, no deducir las intenciones de los
demás a partir de los propios miedos, no culpabilizarles de su problema; discutir las
percepciones de cada cual, buscar oportunidades de actuar que estén en desacuerdo
con las percepciones, otorgar un lugar en el resultado (asegurando que se participa en
el proceso) y “cubrir las apariencias”, haciendo que las propuestas estén de acuerdo
con los valores de la otra parte.

Respecto a las emociones, lo primero que hay que hacer por parte de los negociadores
(o las partes en el conflicto) es reconocer esas emociones presentes y comprenderlas,
tanto las de los demás como las propias. Tras ello, otras sugerencias del método para
quienes están negociando ( y que nuevamente marcan múltiples líneas de acción al
mediador que facilita la negociación) son: manifestar las emociones de forma explícita,
reconociéndolas como legítimas, permitir que la otra parte se desahogue, no reaccionar
ante las explosiones emocionales y utilizar gestos simbólicos.

En lo que se refiere a la comunicación, Fisher, Ury y Patton identifican tres problemas


usuales en la comunicación entre las partes protagonistas y de ellas con la tercera
parte facilitadora: a) “puede que los negociadores no se hablen entre sí”, b) “incluso si
usted les habla, directa y claramente, puede que no le oigan” y c) “las malas
interpretaciones”. Aquí las líneas de trabajo recomendadas a las partes son las
siguientes: escuchar al otro de forma activa (reconociendo lo que ha dicho), hablar para
ser comprendido, hablar sobre uno (los intereses propios, emociones, etc) y no sobre
los demás, y hablar con un propósito. En su explicación del método, los autores indican
lo conveniente de construir una relación de trabajo y sentencian: “Enfréntese al
problema, no a las personas”.

Centrarse en los intereses, no en las posiciones

El punto de partida es que para llegar a un solución juiciosa, es preciso y posible


conciliar los intereses, no las posturas. El fundamento aquí presente es que “los
intereses definen el problema” y que “detrás de las posturas opuestas residen intereses
compartidos y compatibles, así como otros que se hallan enfrentados o en conflicto”.
Se nos presenta aquí, de acuerdo a las técnicas habituales de resolución de conflictos,
una nueva diferenciación útil: intereses compartidos y compatibles versus intereses
enfrentados o en conflicto. Pero entonces, la cuestión a plantear es: ¿cómo identificar
los intereses de las partes en disputa o negociación?.

Como respuesta a ese interrogante, los autores ofrecen las siguientes vías a las partes:
preguntar oportuna y sistemáticamente “por qué?”, así como “¿por qué no?”; darse
cuenta de que cada lado tiene no uno sino múltiples intereses; partir de que los

118
intereses más poderosos son las necesidades humanas básicas (seguridad, bienestar
económico, etc.); finalmente, hacer una lista con los distintos intereses en juego.

A partir de la identificación de los intereses, se trata de hablar sobre ellos, haciendo


que “sus intereses tengan vida” , reconociendo “sus intereses como parte del
problema”, comentando “el problema antes de su respuesta” y mirando “hacia delante,
no hacia atrás”. Concluyen su mensaje a las partes (siendo también un mensaje para el
mediador): “sea concreto pero flexible” y -en línea con el primer aspecto- “sea duro con
el problema, no con las personas”.

Inventar opciones en beneficio mutuo

En este tercer nivel, el método Fisher-Ury, ofrece un diagnóstico y una receta. El


diagnóstico es formulado así: “en la mayoría de negociaciones hay cuatro grandes
obstáculos que inhiben la invención de opciones abundantes: (1) juicio prematuro, (2) la
búsqueda de la única respuesta; (3) la asunción de un pastel de tamaño fijo, y (4)
pensar que “la solución de su problema es su problema” (1998, 76).

La receta es la siguiente: “para inventar opciones creativas usted necesitará: (1)


separar el acto de inventar opciones del actos de juzgarlas, (2) ensanchar las opciones
que se encuentran sobre la mesa, en lugar de buscar una sola respuesta; (3) buscar
los beneficios mutuos, y (4) inventar formas de hacer que sus decisiones sean fáciles”
(ídem, 78-79).

Insistir en utilizar criterios objetivos

Una vez identificadas las opciones de beneficio mutuo y para poder llevarlas a cabo,
los autores insisten en la necesidad de descubrir y usar criterios objetivos. Se parte de
que decidir basándose en la voluntad de cada una de las partes es caro. Por lo tanto y
dado que “intentar solucionar las diferencias de interés basándose en las voluntades
tiene unos costes tan altos”, la solución que se plantea es la de “negociar sobre alguna
base independiente de la voluntad cualquiera de las partes, o sea, basándose en
criterios objetivos “(1998, 100, énfasis de los autores). La tesis mantenida y
comprobada por estos facilitadores de la negociación es que “la negociación basada en
los principios alcanza acuerdos juiciosos, de forma amistosa y eficaz” (ídem, 101).

Entrando ya en el terreno de la práctica, Fisher y Ury se platean enseguida: “llevar a


cabo una negociación basada en los principios conlleva dos preguntas: ¿Cómo
desarrolla usted unos criterios objetivos y cómo los utiliza para negociar?” (pág. 103).
Para la primera cuestión, Fisher y Ury comienzan por observar que normalmente
encontraremos más de un criterio objetivo que pueda ser utilizado como base de
acuerdo. No es éste el lugar para ver ejemplos como los planteados por los autores,
pero sí para indicar algunas de las características que esos criterios objetivos deben
tener: ser independientes de la voluntad de cada una de las partes, ser legítimos y
prácticos, y por último poderse aplicar a ambos lados o partes afectadas.

1.3 Aplicación a la mediación intercultural

Criticas al modelo y matizaciones desde la mediación intercultural

Las ideas de Fisher y Ury, y en general de la Escuela de Negociación de Harvard han


tendido una gran influencia, al tiempo que ha sido criticado desde varios puntos de

119
vista. Suares (1996) indica, críticamente, cuatro características implícitas en la
fundamentación del modelo de Harvard que son efectivamente fuertes limitaciones
desde la perspectiva de la mediación intercultural. Estos cuatro rasgos son: la
causalidad lineal y su carácter a-contextual, a-histórico e intrapsíquico. Todos ellos son
rasgos que otros modelos tratan de superar. Advirtamos al lector que hay aquí algo de
juego un tanto falso, o al menos peligroso, consistente en definir el modelo “clásico”,
“tradicional” y “lineal” de esa manera una vez que hoy día sabemos determinadas
cosas como, por ejemplo que la noción o concepción de “causalidad circular” refleja
mejor la realidad compleja del conflicto y los varios factores causales en él
intervinientes. En cualquier caso es útil reflexionar sobre esos rasgos y limitaciones
desde el reino de lo interétnico. Desde el punto de vista de la mediación intercultural
hay numerosos aspectos “rescatables”, por válidos, en dicha fundamentación. Me
centraré en dos aspectos: los relativo a causalidad y a comunicación.

Comencemos por las causas de la conflictividad. Según Suares, mientras el modelo de


Harvard descansa en una concepción lineal de la causalidad, el transformativo y el
narrativo se fundamentan en una concepción circular de las causas de la disputa. En la
concepción lineal la causa es una y no es sino el propio desacuerdo. Aunque
encontramos esta síntesis de Suares un tanto tautológica -la causa del conflicto es el
desacuerdo- no cabe duda de que es una concepción muy limitada y que es preferible
la concepción circular de que las causas son múltiples, existiendo una
retroalimentación constante entre las diversas causas.

En efecto, cuando pensamos en el conflicto interétnico y en mediación intercultural


salta a la vista que los factores intevinientes son varios. Tomemos un ejemplo,
concretamente en el ámbito de la mediación comunitaria intercultural, como puede
serla cuestión del acceso a los recursos sociales de individuos pertenecientes a grupos
étnicos diferenciados y dominados148.

En ese acceso o no acceso inciden los mecanismos de información (en qué lengua o
lenguas se produce en la práctica ese acceso al recurso o la institución, etc), la
adecuación del recurso (diseño, condiciones, horario, etc), el conocimiento de si se
tiene o no derecho a dicho recurso, el temor a acudir en el caso de los inmigrantes
irregulares, la práctica del profesional que lo gestiona (actitudes, etc). Estamos viendo
aquí que influyen factores lingüísticos, profesionales, idiosincrásicos, normativos, etc.

Vayamos ahora a la comunicación. Según la valoración de Suares, en este modelo


más antiguo y clásico, la comunicación es entendida en forma lineal, el mediador es
considerado un mero facilitador de la comunicación que ayuda al establecimiento de un
diálogo, el cual es entendido como comunicación bilateral efectiva, estando el método
centrado el proceso de comunicación en lo verbal.

No podemos entrar aquí a valorar en profundidad estas limitaciones y puntos débiles


del método de Harvard- estando de acuerdo en líneas generales con esas críticas- pero
quisiéramos matizarlo por cuanto no deja de haber puntos positivos para la práctica de

148
Precisamente esta cuestión, y concretamente los objetivo de mejorar ese acceso así como de
adecuar las relaciones entre profesionales y usuarios, es lo que ha dado génesis a distintos programas
de mediación cultural, traducción lingüístico - cultural y “linkworking” en distintos países. Para las
experiencias en Gran Bretaña, Bélgica y Francia, véase Podro (1994). Para las experiencias italianas en
el ámbito de las salud, puede consultares Castiglione (1997). También sobre el ámbito sanitario, véase
Herscovici (1999). Aborda también estas cuestiones Cohen- Emerique (1997 y documento sin fecha).

120
la mediación en contextos multiculturales. El mediador intercultural es sin duda un
facilitador de la comunicación entre los sujetos diferenciados culturalmente, ya sean
éstos payos y gitanos, autóctonos e inmigrantes, no indígenas o indígenas, etc. Este rol
no es negado por ninguno de los modelos y, desde luego, tiene una importancia
notable en la mediación para la interculturalidad, por cuanto el entendimiento y
comprensión interétnica brillan frecuentemente por su ausencia, habiendo una
comunicación basada en el silencio, en la falta de momentos y “espacios” donde hablar
entre unos y otros. En otras ocasiones, cuando sí se habla, la comunicación interétnica
es parcial, no efectiva, llena de malos entendidos y se requiere de ese papel facilitador
del mediador intercultural. No olvidemos que el acercamiento entre las partes y su
reconocimiento y aceptación como interlocutores válidos son aspectos cruciales en las
situaciones de estratificación y discriminación étnica, de guetización, de nuevos
asentamientos, etc.

El mediador intercultural tratará efectivamente de que se establezca entre las partes un


diálogo tal y como se explicitó hace ya décadas en el modelo denominado como
tradicional y lineal, siendo éste otro aspecto que ningún modelo de mediación
cuestiona. Ciertamente en este modelo ese diálogo es entendido como una
comunicación bilateral efectiva, aspecto éste que veremos ha sido criticado como
insuficiente desde otros sistemas de mediación inspirados en las nuevas teorías de la
comunicación, especialmente el modelo circular narrativo. Nuestra posición es que no
debemos perder de vista que conceptualizar el proceso de comunicación como bilateral
es insuficiente pero no erróneo.

Dicho de otra forma y volviendo a nuestro terreno interétnico, el establecimiento de una


comunicación bilateral efectiva en situaciones sociales de multiculturalidad significativa
es una tarea, además de difícil, inmensamente valiosa.

Sólo el hecho de acercarse, hablar, comenzar a conocerse y reconocerse, en una y


otra dirección, es ya un punto de partida clave, un paso incipiente pero
desencadenante. No es suficiente, pero no por ello deja de tener gran valor. Otra
limitación puesta de manifiesto de la modalidad lineal es que la comunicación está
centrada en lo verbal. Y aquí nuestro comentario va en la misma línea de los
anteriores: ¡al menos se habla!, pues cuántas veces lo que predomina en las relaciones
interétnicas es sencillamente el silencio, el hablar sobre el otro sin el otro delante, y el
monólogo, o hablarle al otro unidireccionalmente, sin escucharle.

1.4 Síntesis sobre su utilidad y aplicación en mediación intercultural

Para finalizar este acercamiento, insistimos que solo inicial y aproximativo, a los
planteamientos del Programa de Negociación de Harvard desde la óptica de la
mediación intercultural, señalaré cuatro aspectos de aplicación para el diseño ulterior
de metodologías integradoras en dicho campo.

En primer lugar, este método ofrece y encuentra soluciones directas y más o menos
rápidas (o al menos trata de hacerlo), siendo en suma, bastante “práctico en el día a
día”, y eso es muchas veces lo que se necesita el/la mediador/a intercultural.
Ciertamente, muchas situaciones o casos de mediación en contextos multiculturales,
requieren por su complejidad de todo un proceso, con varias sesiones, seguimiento,
reuniones conjuntas y separadas, etc. De acuerdo, pero no siempre es así, y no
debemos perder de vista que otros métodos más prolijos, complejos y duraderos,
pueden en ocasiones llevar a frustraciones.

121
En segundo lugar y ligado a lo anterior, se trata de una metodología que, si bien no
hace el énfasis que debiera en la dimensión relacional, lo cierto es que tiene
potencialidad terapéutica, pues en la medida en la que se llega a un acuerdo se da pie
a una cierta mejora de la relación o al menos a establecer un contacto.

Tercero, la metodología expuesta está llena de aspectos de enorme interés que


pueden se aplicados en sí mismos o como complemento de otras metodologías. De la
fase inicial de separación de personas y problemas, destacaríamos por ejemplo que
ello puede evitar en buen grado la frecuente culpabilización y estigmatización étnica o
cultural (“como es marroquí”, “como es musulmán”, etc), pues las partes y el propio
mediador se están centrando en el problema. Del segundo nivel, indicaremos la
enorme ventaja de trabajar focalizadamente sobre los intereses, porque es fundamental
que se sepa que la mayoría de las veces no se está ante incompatibilidades de valores
o prácticas culturales, sino ante motivaciones, deseos y necesidades dispares.

En cuanto al tercer momento del método, señalaremos que lo que hace falta, en
contextos multiculturales, es precisamente investigar conjuntamente opciones de
beneficio mutuo, a partir del convencimiento de la capacidad de los interlocutores.
Respecto al cuarto punto, es claro que si para cualquier mediador es capital trabajar
con criterios objetivos, ello es absolutamente clave en la construcción de la
interculturalidad por lo que ésta tiene de trabajar no sólo en el respeto a las diferencias,
sino sobre los terrenos comunes (Giménez, 1997 y 2000). Para finalizar, añadiremos
que en cualquier caso, este método puede ser extremadamente útil como un estadio o
fase dentro de un proceso amplio de mediación intercultural.

2. EL MODELO TRASFORMATIVO Y SU APLICACIÓN EN LA PERSPECTIVA


INTERCULTURAL

En 1994 Robert A. Baruch Bush y Joseph P. Folger publicaron The Promise of


Mediation, una obra que daría -y está dando- mucho que hablar.....y que aplicar. Fue
publicado en castellano en 1996 con el título de La promesa de la mediación. Cómo
afrontar el conflicto a través del fortalecimiento propio y el reconocimiento de los otros.
Como podemos ver ya desde el mismo título de su obra, estamos ahora ante una
metodología que va centrarse en la mejora o transformación de las relaciones humanas
y no tanto en la satisfacción de una determinada necesidad mediante el
establecimiento de un acuerdo.

Con esa obra se coronoba, por así decirlo, la madurez de años de practica mediadora y
de una serie de trabajos previos tanto de Bush (1989, 1989-1990, 1992), como de
Folger (véanse los textos con Bernard, 1984; con Poole y Stutman, 1993; con Jones,
1994). Además de la práctica mediadora y de la investigación sobre ella, en el tandem
Bush-Folger se complementan campos como el derecho y la comunicación. Bush es
profesor de Resolución Alternativa de Disputas en la Escuela de Leyes de Hofstra
University, en el campus de Hempstead, ubicado en Nueva York. Con sus numerosos
artículos y ensayos, ha sido merecedor de varios premios oficiales. Folger es profesor
de Comunicación, así como decano asociado en el área de investigación y estudios
para graduados en la Escuela de Comunicación y Teatro, de la Temple University.

En este modelo el acuerdo no aparece como objetivo inmediato, esencial y ultimo, sino
como consecuencia de la mejora de la relación. En el espléndido primer capitulo de la
obra citada, ejemplo claro de honestidad intelectual y de asertividad, los autores nos

122
ofrecen cuatro enfoques discrepantes en el movimiento de la mediación: las historias
de la satisfacción, de la justicia social, de la transformación y de la opresión. Como
puede verse en esa tipología, Bush y Folger ubican su metodología como una de las
presentes en el movimiento de la mediación.

2.1 El conflicto como oportunidad de crecimiento y la transformación de la


relación como objetivo

A través de esa reconsideración del movimiento de la mediación y sus enfoques, Bush


y Folger hacen una crítica constructiva al enfoque de resolución de problemas. Parten
de la conceptualización del conflicto como una oportunidad de crecimiento, más
concretamente de una oportunidad para el crecimiento moral. Este crecimiento moral
de la persona en el proceso de mediación se expresa en dos dimensiones: la del
fortalecimiento del yo y la de la superación de los límites para relacionarnos con los
otros. La mediación supone un proceso de aprovechamiento de esa oportunidad: “la
idea es que en el criterio alternativo basado en estas premisas, los conflictos aparecen
como fecundas oportunidades de crecimiento, y la mediación representa un modo de
aprovechar cabalmente tales oportunidades” (Bush y Folger, 1996, 133).Por otra parte,
el objetivo de este modelo no es resolver un conflicto mediante el logro de un acuerdo,
sino la transformación o mejora de una relación. No es que se desestime o subvalore
los acuerdos, pero lo central y primordial es la mejora de la relación. Si además hay
acuerdo mejor que mejor.

Este giro en la meta a alcanzar es muy positivo en mediación intercultural. Como


hemos señalado en otro lugar (Gimenez, 1997) la mediación intercultural va más allá
del conflicto, abordando el desajuste, la inadecuación, etc.149 En este sentido viene muy
bien un enfoque como el transformativo que no se centra en el acuerdo que acabe con
la disputa. Centrarse en el acuerdo responde a una concepción que refiere mediación a
conflicto. Aunque los modelos que no se centran en perseguir el acuerdo -como el
transformativo y el circular narrativo- parecen centrarse de todos modos en la
conflictividad, desde nuestra perspectiva de trabajo en mediación intercultural
encontramos que “ir más allá del acuerdo“ como meta principal, aspirando bien a la
mejora de la relación (Bush y Folger) bien a la mejora de la comunicación (Coob) son
líneas muy sugerentes en una mediación como la intercultural en la cual es clave el
establecimiento de mejores cauces de comunicación y, en definitiva, de una relación
interétnica más adecuada.

De lo que se trata esencialmente en mediación intercultural es ayudar a mejorar


aquellas relaciones interétnicas marcadas por el desconocimiento, rechazo,
discriminación, prejuicio, etc. La mediación intercultural debe incorporar este enfoque
transformativo, implícito en la idea de Interculturalidad como un “deber ser” acerca de
cómo debieran ser las relaciones interétnicas (Giménez, 1997 y 2000).

En este modelo se trabaja fundamentalmente para conseguir la Revalorización


(“empowerment”) y el Reconocimiento. Sin entrar ahora en la enorme importancia que
esta línea de trabajo está teniendo, en general, en el mundo de la mediación, sí
queremos hacer algunos comentarios sobre su carácter ineludible y crucial en el ámbito
de la mediación intercultural.

149
Sobre este particular, puede consultarse el epígrafe 4.3 “La mediación hoy: más allá de la resolución
de conflictos” en el manual de Ripol-Millet (2001, 43-51).
123
Bush y Folger son conscientes de la necesidad de ser lo más precisos posibles en la
manera de comprender y utilizar estos dos elementos que “no son meros conceptos
abstractos sino efectos muy reales que pueden reconocerse cuando aparecen en el
ámbito de la mediación y más allá de su límites” (pág. 134). Coherentes con la
necesidad de manejar adecuadamente estas dos categorías, Bush y Folger,
“desmenuzan” ambas ganando mucho en cuanto a la operativización.

2.2 Revalorización y mediación intercultural

2.2.1 La traducción del término

Comencemos por el “empowerment”. En la obra de Suares (1996), al utilizar el término


“empowerment”, indica que “puede ser entendido como potenciamiento del
protagonismo, o sea como algo que se da dentro de una relación, por lo cual las
personas potencian aquellos recursos que les permiten ser un agente, un protagonista
de su vida, al mismo tiempo que se “hacen cargo”, responsables de sus acciones”
(1996, 60, énfasis añadido). Hemos enfatizado las palabras de Suares acerca de “algo
que se da dentro de una relación” por lo que reflejan en cuanto a la concepción del
“empowerment” como categoría no referida a un sujeto sino con carácter relacional.

Al hacer esas apreciaciones, Suares incluye una nota a pie de página donde plantea
las pegas que tienen otras dos formas de traducir “empowerment”, como son a)
“aumento de poder” y b) “autoafirmación”. Dice Suares: “la palabra “empowerment” ha
sido traducida al castellano de diversas formas: por ejemplo “aumento de poder”, que
es una traducción literalmente correcta, pero tendríamos que tener en cuenta que la
palabra “poder” está tomada en el sentido foucaltiano, o sea como un “campo creado”
entre las partes, y en nuestro país por lo general, tenemos otra idea cuando hablamos
de poder, y solemos asociarlo con dominación, abuso de poder, etcétera. También se
ha utilizado la palabra “autoafirmación”: pero el prefijo “auto” a mi entender dificulta la
idea principal que está implicada en el concepto norteamericano de “empowerment”
(1996, 60).

En la traducción castellana del libro de Bush y Folger se ha traducido “empowerment”


como revalorización. La primera vez que aparece el término en la edición en castellano
que manejamos (Bush y Folger, 1996) indica el traductor: “En inglés empowerment,
revalorización, autorización. El vocablo utilizado aquí con el sentido adicional de
estímulo, infusión de confianza en sí mismo, fortalecimiento. Hemos tratado de resumir
estos significados en el término español revalorización, que representa en todo el libro
el concepto más amplio” (1996, 16).

2.2.2 La noción y el significado de revalorización

En cuanto a revalorización, ésta remite a la autoestima de las personas y a sus


capacidades para afrontar sus vidas: “En los términos más generales se alcanza la
revalorización cuando las partes en disputa realizan la experiencia de una conciencia
más sólida de su propia valía personal y de su propia capacidad para resolver las
dificultades que afrontan, sean cuales fueran las restricciones internas” (1996, 134).

En el ámbito de las relaciones interétnicas, o de las situaciones sociales de


multiculturalidad significativa (como prefiero denominarlas, véase Giménez, 1997), esta
categoría es esencial por cuanto son relaciones marcadas por los sistemas y jerarquías

124
de poder y por la subordinación de unos grupos socio- étnicos, estando configuradas a
partir de procesos de inferiorización, estigmatización, etc.

Aplicada en mediación intercultural, la categoría de revalorización -como en seguida


veremos con más detalle- es útil y operativa por cuanto abre el trabajo del/de la
mediador /a en ámbitos tan cruciales como la valía y la capacidad de las partes,
concretamente del migrante, del gitano, del indígena, etc. así como de aquellos otros
(otros inmigrantes de otras nacionalidades, autóctonos, profesionales, etc. ) dispuestos
a participar en el proceso de mediación, valorizándose también así mismos, al tiempo
que cada cual reconoce al otro como interlocutor válido (y aprende del proceso con él).

Si llevamos la categoría de revalorización al campo concreto de las migraciones y el


refugio, su importancia y utilidad a nadie se le puede ocultar, precisamente cuando
estos nuevos sujetos sociales pocas veces son valorados desde el conjunto de sus
habilidades y capacidades y están expuestos -ante el rechazo y la incomprensión- a la
baja autoestima.

Por lo que hace a Revalorización, ésta se va descomponiendo en: revalorización por


referencia a las metas, revalorización de las alternativas, revalorización de las
habilidades, revalorización de los recursos y revalorización con respecto a la decisión.
Consideremos brevemente cada uno de estos aspectos.

2.2.3 Revalorización por referencia a las metas

Plantean Bush y Folger que:

(…) una parte resulta revalorizada en la mediación cuando


• alcanza una comprensión más clara de lo que le importa y por qué, al mismo tiempo que una
comprensión en el sentido de que aquello que le importa en efecto es importante;
• comprende cuáles son sus metas e intereses en la situación dada, por qué persigue esa metas,
y que ellas son importantes y merecen consideración (1996,135).

Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural

Se está apuntando aquí al proceso por el que un determinado sujeto adquiere mayor
conciencia de sus objetivos y de la importancia de éstos. En las relaciones interétnicas,
los individuos y/o grupos están conectados con otros y deberán precisar, adecuar,
matizar, sus intereses, objetivos y metas, a esa particular situación socio-étnica.

Aplicación al caso

En una mediación conducente a regular la reunión de inmigrantes en espacios públicos


al aire libre, los propios inmigrantes se estarían revalorizando al comprender y explicitar
con claridad que lo que persiguen es satisfacer un conjunto de necesidades varias
como son: encontrarse con familiares, amigos y conocidos; informarse; indagar
posibles empleos; experimentar la unión con el grupo de paisanos, disfrutar de comidas
y bebidas del país de origen, etc. Por su parte, los responsables municipales estarían
revalorizando su posición como tales cuando adquirieran consciencia de que su
objetivo es permitir que esas necesidades sean satisfechas al tiempo que se evitan
consecuencias no deseadas: deteriorar un parque, etc.

125
2.2.4 Revalorización de las alternativas

En este segundo aspecto de la revalorización, Bush y Folger plantean que:

(…) se revaloriza una parte en la mediación cuando:


• cobra conciencia de la gama de alternativas que puede garantizarle total o parcialmente la
obtención de sus metas, y de su control sobre esas alternativas;
• comprende que existen decisiones con respecto a lo que debe hacer en la situación, y que
ejerce cierto control sobre dichas decisiones;
• comprende que puede elegir si continuará en la mediación o la abandonará, si aceptará o
rechazará el consejo jurídico o de cualquier otro carácter, si aceptará o rechazará una posible
solución, etc.;
• comprende que, al margen de las restricciones externas, siempre se le ofrecen algunas
alternativas, y el control sobre las mismas es exclusivamente suyo (1996, 136).

Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural

Todo este punto pivota sobre el “campo de control” del individuo o grupo: las
alternativas que se presentan, las decisiones a tomar, la continuidad o no en la
mediación, el control que hay a pesar de las restricciones externas. Las relaciones
interétnicas no son simétricas sino asimétricas. Están cruzadas por relaciones de
poder. Pero esto, lejos de invalidar la propuesta del modelo transformativo respecto a la
revalorización de las partes en cuanto a las alternativas, le otorga más sentido pues se
trata de aprovechar bien las oportunidades que de hecho se presentan.

Aplicación al caso

Siguiendo con el caso de los puntos de encuentro periódico y regular de inmigrantes de


una misma o parecida procedencia en espacios públicos al aire libre, sería importante
que tanto el colectivo de inmigrantes como los responsables municipales evaluaran
lúcidamente las alternativas en juego, que básicamente podrían ser dos: a) la de
continuidad: manteniendo la reunión periódica en el lugar pero regulando el uso, b) la
de cambio: trasladar la reunión a otro lugar. Es claro que se están rechazando aquí
otras dos alternativas de confrontación y no cooperación, como serían: a) por parte del
Ayuntamiento, prohibir sin más la concentración si dar salida alguna, y b) por parte de
los reunidos, negarse a la regulación (limpieza, no vender comidas, etc.) y negarse a
cualquier reubicación.

2.2.5 Revalorización de las habilidades

Una tercera dimensión de la revalorización se produce en lo referente a habilidades de


las partes. Los autores sugieren que:

(…) una parte resulta revalorizada en la mediación cuando:


• acrecienta o aumenta sus propias habilidades en la resolución de conflictos;
• aprende el mejor modo de escuchar, comunicar, organizar, utilizar la técnica del brainstorm,
evaluar soluciones alternativas, etc., y después fortalecer esas cualidades utilizándolas
prácticamente en la mediación (1996, 136-137).

Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural

Como en otros ámbitos de la realidad social, en los contextos de multiculturalidad


significativa los individuos, grupos e instituciones rara vez abordan sus conflictos y
tensiones en forma cooperativa y excepcionalmente lo hacen por la vía de la
126
mediación. En las relaciones interétnicas hay mucho de evitación, explosión de la
agresividad, negociación sin satisfacción de alguna de las partes ( experiencias como
las de la discriminación racista en el municipio de El Ejido son buena muestra de ello).

Este aspecto de la revalorización que plantean Bush y Folger es clave si se quiere que
los ciudadanos en general -y en particular cuando disponen distinto bagaje etnocultural-
vayan adquiriendo una “cultura de la resolución pacífica del conflicto”, uno de los
ingredientes básicos de la interculturalidad, al menos tal y como la entendemos
(Giménez, 1997, 2000).

Aplicación al caso

En España, ha habido escasas experiencias de diálogo y negociación directa entre


representantes de las administraciones y los inmigrantes. El hecho de que
representantes o portavoces de aquellos grupos de inmigrantes que se ven
periódicamente en una determinado área urbana al aire libre se reúnan y dialoguen con
los representantes municipales es una magnífica oportunidad de irse conociendo y de ir
desarrollando habilidades como explicar bien los propios puntos de vista, escuchar y
entender al otro, presentar propuestas viables, etc. El desarrollo de esas y otras
habilidades es algo muy necesario y, sin duda, revaloriza a cada una de las partes.

2.2.6 Revalorización de los recursos

La idea central de revalorización se concreta también en lo relativo a los recursos. Este


cuarto aspecto de la revalorización, lo plantean sí Bush y Folger:

(…) una parte se ve revalorizada en la mediación cuando:


cobre renovada conciencia de los recursos que ya posee (o que están al alcance de su mano)
para alcanzar sus metas y objetivos;
comprende más claramente que antes que tiene algo que es valioso para la otra parte; posee la
capacidad de comunicarse o persuadir eficazmente; puede redistribuir sus recursos de modo que
tengan más alcance; sus recursos son suficientes para promover una solución que antes no se
contempló; puede aumentar sus recursos explotando una fuente suplementaria de apoyo a la que
antes no había contemplado (1996, 137).

Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural

La desigualdad y asimetría en las relaciones interétnicas se concreta también en la


distribución desigual de los recursos. Entre un departamento del estado y una
población indígena, por ejemplo, suele haber desproporción en cuanto a conocimiento
y manejo de la legislación, disponibilidad de personal técnico y experto, recursos
económicos y posibilidades financieras, etc. Es imprescindible tomar conciencia de ello
y tratar de que en el proceso de mediación la parte más débil vea aumentados y
diversificados sus recursos (tener a su disposición expertos, facilitarle la
documentación oficial necesaria al caso, etc.)

Yendo al punto planteado por los autores, sin duda adquiere gran importancia en
contexto multiculturales el que cada parte identifique y maneje adecuadamente su
recursos y se revalorice en esa forma. Debe tenerse bien presente lo que la cultura en
general, y el “capital cultural”, “capital simbólico” e “identidades múltiples” en particular,
tienen de recursos propios. El valor funcional, instrumental, práctico, de la cultura, es
una de las razones de la persistencia y resistencia de comunidades, grupos y pueblos.

127
Aplicación al caso

¿Cuáles son en nuestro ejemplo los recursos en juego?. Podríamos distinguir entre los
recursos de cara a acometer el problema y los recursos de cara a la negociación o al
proceso de mediación. En términos generales, y sin entrar ahora a dierenciarlos, los
recursos a revalorizar en el polo los inmigrantes reunidos en el parque son formas
distintas de liderazgo, experiencia comunitaria, prácticas de reunión y asamblea,
formas de organización, etc.

Por su parte, la agencia municipal cuenta en su acervo con experiencias anteriores en


ese campo, conjunto de normativas y los mecanismos de su ampliación y mejora,
mecanismos de coordinación de los departamentos implicados (servicios sociales,
medio ambiente, policía municipal, deportes, espacios o lugares alternativos, etc)

2.2.7 Revalorización con respecto a la decisión

Llegamos ya al quinto “tipo específico de hechos que constituyen la revalorización”,


esto es lo referente a las decisiones. El planteamiento de Bush y Folger es el siguiente:

(…) una parte resulta revalorizada en mediación cuando:


• refleja, delibera y adopta decisiones conscientes por sí misma acerca de lo que quiere hacer,
incluyendo decisiones acerca de lo que hará en las discusiones de la mediación, y a la
posibilidad de acordar y el modo de hacerlo, o de los restantes pasos que dará;
• evalúa plenamente las cualidades y las debilidades de sus propios argumentos (y de la otra
parte), las ventajas y desventajas de las posibles soluciones y de las alternativas que excluyen
el arreglo, y adopta decisiones a la luz de sus evaluaciones (1996, 137-138).

Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural

La importancia y significatividad de la toma de decisiones de un individuo o grupo


étnicamente diferenciando -o en situación de multiculturalidad significativa- en un
proceso de encuentro con la otra parte radica en varios aspectos: la clarificación de lo
que se quiere, el avance en la interlocución, asumir la corresponsabilidad implícita en el
acto de decidir, etc.

Por otra parte, la evaluación de los puntos fuertes y débiles de la propia posición - y
concretamente estos últimos- implica o puede implicar un cierto y necesario
distanciamiento respecto a la propia cultura, algo muy saludable para no caer en
fundamentalismo cultural alguno, para superar tentaciones etnicistas o culturalistas, y
para ir estableciendo relaciones de interculturalidad.

Aplicación al caso

Ese proceso de evaluación de cara a la toma de decisión: a) obliga la grupo inmigrante


a “pensarse” en el conjunto de la ciudad y la ciudadanía, al valorar las implicaciones de
sus reuniones publicas, tener en cuenta las normas de limpieza, acatar las
prohibiciones de venta, cumplir con reglamentaciones de otro tipo, etc, b) obliga a los
responsables municipales a tener cuidado de no incurrir en discriminaciones, al tratar
estas concentraciones con una “vara de medir” y a otras con otro rasero, etc.

128
2.3 Reconocimiento y mediación intercultural

Pasemos ahora a examinar esta segunda categoría central en la metodología


trasformativa. Recordamos al lector que sólo la analizaremos sucintamente y en
relación con la aplicación en mediación intercultural (para más detalle, consúltese
directamente las obras de Bush y Folger).

2.3.1 Noción y significado de reconocimiento

En cuanto al reconocimiento, éste se remite a una mutua sensibilidad entre los actores
tanto respecto a la situación como respecto a sus cualidades: “se alcanza el
reconocimiento cuando dado cierto grado de revalorización, las partes en disputa son
capaces de reconocer y mostrarse mutuamente sensibles a las situaciones y las
cualidades humanas comunes del otro” (pág. 134).

Suares se refiere a esta categoría como “reconocimiento del otro como parte del
conflicto, es decir, el reconocimiento del co-protagonismo del otro”.

Desde la perspectiva de los contextos multiculturales la importancia de la categoría no


puede exagerarse, dado el carácter “estratégico” y de cambio que en las relaciones
interétnicas tiene el reconocer y ser reconocido. Baste con mencionar la obra de
filosofía política de Charles Tylor sobre las políticas del reconocimiento, como parte de
los planteamientos multiculturalistas de respeto del derecho a la diferencia.

Yendo a la operativización de esta segunda categoría central en la metodología


transformativa, la “clase cosas que muestran que (el reconocimiento) fue alcanzado”
son agrupadas en los siguientes apartados: consideración del reconocimiento, deseo
de otorgar reconocimiento, otorgar reconocimiento en el pensamiento, otorgar
reconocimiento verbal y otorgar reconocimiento en actos. Al igual que hicimos con la
categoría de revalorización, consideraremos por separado cada aspecto, pero sin
perder de vista que en el proceso de mediación todos los aspectos se interrelacionan y
también ambas categorías generales. Por razones de espacio y de aligeramiento del
texto, obviaré ahora los comentarios en cada punto sobre la aplicación al caso,
limitándonos a unas consideraciones generales. (Dejamos como ejercicio para el lector
interesado la continuación de esa aplicación pormenorizada que veníamos haciendo)

2.3.2 Consideración del reconocimiento

La mera consideración de que uno puede reconocer algún aspecto del otro, ya es una
oportunidad para ser aprovechada por el mediador que sigue esta metodología
transformativa:

(…) una parte concede reconocimiento en la mediación cuando:


• comprende que, más allá de poseer la fuerza necesaria para resolver su propia situación,
posee la capacidad de reflexionar, considerar y reconocer en cierto modo la situación de la otra
parte, no sólo como estrategia para facilitar su propia situación, sino por un impulso de sincero
aprecio a la dificultad humana en que se encuentra el otro;
• comprende que se siente bastante seguro como para cesar de pensar exclusivamente en su
propia situación, y concentrarse hasta cierto punto en lo que está viviendo la otra parte (1996,
141).

129
Comentario desde las relaciones interétnicas y la mediación social intercultural

Esta “consideración del reconocimiento” supone , por un lado, que las partes toman
conciencia de que están en una relación que otorga a cada cual determinados rasgos o
signos identitarios. Por otra parte, la inseguridad sentida ante el cambio que se está
viviendo y el hecho de que sea preciso asumir que ese cambio es imparable, puede ser
aprovechado para avanzar en la línea de que ese cambio puede ser gestionado por
positivo, inducido, planificado.

2.3.3 Deseo de otorgar reconocimiento

Se produce ahora un paso, un salto, un cambio cualitativo, más allá del primer
“escalón” de la mera consideración del reconocimiento:

(…) una parte otorga reconocimiento en la mediación cuando:


• asume que, más allá de poseer la capacidad para considerar y comprender la situación de otro,
alienta el deseo real de hacerlo;
• advierte que desea concentrar su atención en lo que el otro está experimentado y encontrar un
modo de reconocer esa experiencia a través de su comportamiento en la sesión (1996, 141;
énfasis de los autores)

Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural

Se ha señalado (por el sociólogo Colleyn) la importancia - en las relaciones entre


sujetos racial y culturalmente diferentes - del “interés por el otro”, en el sentido de que
una posición o actitud de desinterés (“ a mi me da igual como sea fulanito”, etc.) puede
ser síntoma claro de racismo o de exclusión.

Siguiendo la línea de trabajo que propone la metodología transformativa, en la


medicación intercultural, deberíamos propiciar -y aprovechar cuando se produce- la
actitud en una o ambas partes de no juzgar al otro, sino de valorar cómo está de hecho
abordando a la situación problemática y el conflicto.

2.3.4 Otorgar reconocimiento en el pensamiento

Tras los pasos o “escalones” previos de la consideración y la intencionalidad, pasamos


ya a otorgar reconocimiento en tres planos: el pensamiento, la palabra y la acción.
Comencemos por el primero:

(…) una parte otorga reconocimiento en la mediación cuando:


• en efecto se permite ella misma ver a la otra parte, y en su comportamiento, bajo una luz
diferente y más favorable que antes;
• se dedica conscientemente a reinterpretar la conducta y el comportamiento anteriores de la
otra parte y trata de verlos de un modo nuevo y más condescendiente;
• renuncia conscientemente a su propio punto de vista y trata de ver las cosas con la perspectiva
de la otra parte;
• por ejemplo, percibe que lo que interpretó como un insulto intencional fue el producto no
premeditado de una frustración comprensible, o simplemente un modo distinto de
comunicación;
• por ejemplo, percibe que lo que parecía un comportamiento oportunista o aprovechador dirigido
contra él, era en cambio el producto del intento comprensible de la otra parte de afrontar
presiones reales y severas que se ejercían como resultado de sus propias circunstancias
impuestas, etc.,

130
• en momentos así, “la situación se aclara” o “la luz se enciende”, pues ésta comprende que no
necesita ver al otro con tanta dureza y de manera tan negativa como estuvo haciendo antes, y
así se desplaza conscientemente a una visión nueva y más compasiva (1996, 142)

Comentario desde las relaciones interétnicas y la mediación social intercultural

En este punto tenemos planteada la importancia de la tolerancia, entendida no como


concesión graciosa del dominante al dominado, sino como respeto democrático de la
posición diferente150. Se requiere de tolerancia- y de cierto distanciamiento critico del
propia identidad, pertenencia y cultura- para poder reconocer el pensamiento del otro.

En mediación en general y en mediación intercultural en particular, es decisivo que no


solo el mediador sino cada una de las partes se ponga en la piel del otro,
concretamente en el pensamiento del otro. Finalmente, no insistiremos lo suficiente en
la necesidad de tener presentes en su justa dimensión los “factores situacionales” que
afectan al otro y ambos - situación económica, laboral, jurídica, etc.- como contexto
necesario para comprender su forma de ver las cosas.

2.3.5 Otorgar reconocimiento verbal

Tras y con el pensamiento la palabra:

(…) una parte otorga reconocimiento en la mediación cuando:


• admite francamente que cambió su interpretación del otro y/o decide comunicárselo;
• admite ante el mediador, aunque sea privadamente, cómo ahora ve de distinto modo lo que
sucedió y reconoce que ese episodio proyecta una luz distinta y más favorable sobre la otra
parte; o dice esto al mediador en presencia del otro, o directamente a la otra parte;
• agrega al enunciado de su nueva comprensión cierto tipo de disculpa;
• se excusa por haber “pensado antes lo peor” acerca de la otra parte, y/o por su propio
comportamiento con sesgo de “represalia”, que se basó en su áspera interpretación del
comportamiento del otro con esta misma (1996, 143)

Comentario desde las relaciones interétnicas y mediación social intercultural

En este punto se nos plantea la importancia de reconocer verbalmente aspectos como


que no se conocía bien la cultura del otro, que se tiene una visión estereotipada o
prejuiciada, que se interpretó mal determinadas afirmaciones o prácticas del otro, etc.
El mediador o la mediadora intercultural deberá ser muy sensible a estas
manifestaciones positivas en el plano verbal, aprovechándolas intensamente para
acercar a las partes y establecer sintonías que fructifiquen en mejoras de la confianza,
del respeto, del interés en el toro y en definitiva en mejoras de la relación.

2.3.6 Otorgar reconocimiento en actos

Finalmente, aparece la dimensión conductual y de las prácticas:

(…) una parte otorga reconocimiento en la mediación cuando:


• decide a la luz de su comprensión diferente de la conducta anterior del otro y su situación,
promover cierta adaptación concreta al otro por referencia al modo en que se afrontan las
cuestiones en disputa. Si un primer ofrecimiento de adaptación no es suficiente, decide obtener
una solución satisfactoria para ambos, para promover una adaptación ulterior;

150
He abordado las significaciones de la tolerancia y su historia en Malgesini y Giménez (2000).
131
• aún si sus propias circunstancias son tan compulsivas que no le es posible adaptarse lo
suficiente como para resolver el asunto, expresa sincero pesar en vista de la situación (1996,
143-4).

Comentario desde las relaciones interétnicas y la mediación social intercultural

La adaptación al otro guarda una gran relevancia en la relación interétnica. Es un


mensaje de respeto, atención e interés en el otro. He planteado en otras ocasiones
(Giménez, 1994; en Malgesini y Giménez, 2000) cómo el proceso social y cambio
constituido por la integración social de los inmigrantes debe concebirse como un
proceso de adaptación mutua entre la población venida de fuera y la sociedad
receptora. También que una de las principales aportaciones de la mediación
intercultural debe serlo en el campo de la readaptación institucional de aquellos
sistemas sociales como la escuela, el sistema sanitario, etc., que han sido configurado
sin tener en cuenta la naturaleza diversa y multicultural de sus destinatarios (alumnos,
pacientes, etc.) (Giménez, 197).

Aplicación al caso: comentario general

En el caso de los encuentros periódicos de inmigrantes en espacios públicos al aire


libre, también desde el reconocimiento cabe orientar el proceso de una eventual
mediación intercultural. Los responsables y técnicos municipales consideran e
reconocimiento o lo desean cuando tratan de comprender el significado múltiple,
legitimo y positivo que para los migrantes y tiene esa reunión. A partir de ahí, pueden
llevarse a cabo reconocimientos de su manera de ver las cosas, de sus propuestas
verbales y de sus conductas de compromiso para regular la reunión según las normas,
etc.

De la misma manera, los inmigrantes expresan su consideración y deseo del


reconocimiento de la legitimidad y competencia municipal, cuando atienden la razones
que se les exponen, muestran interés en conocer la situación y las normativas al uso,
etc. Habrá que aprovechar en el proceso de mediación todas y cada una de las
oportunidades que se presenten a partir de las manifestaciones de reconocimiento
respecto al discurso de los responsables municipales, sus manifestaciones verbales o
sus actos.

2.4 El proceso de mediación o la ruta transformadora.

A partir de la exposición de un caso, Bush y Folger exponen las tres pautas de la ruta
transformadora: microenfocar los movimientos de las partes, alentar la reflexión y la
adopción de decisiones y promover la aplicación de perspectivas. En el proceso de
mediación orientado según las pautas transformativas el mediador “evita catalogar
globalmente la diputa: adopta en cambio un microfoco de las contribuciones de las
partes, concentrado la atención en los que los litigantes dicen y hacen” (1996, 281,
énfasis de los autores). Sobre esta primera pauta, los autores explican que “el
mediador “sigue a la partes” cuando éstas exploran y aclaran sus alternativas, cuando
cada una cuestiona las opiniones de la otra, y cuando consideran posibles formas de
arreglo” (ídem, 281.282). El mediador “no persigue el arreglo per se, sino que busca
que se manifiesten y aprovechen las oportunidades de la habilitación y
reconocimiento”. La segunda pauta general ... es que el mediador “ promueve la
habilitación cuando estimula la deliberación de las partes y la adopción de decisiones”
(283-284; énfasis de los autores). Por último, la tercera pauta es que “el mediador

132
promueve el reconocimiento alentando el aprovechamiento de las perspectivas siempre
que surge una oportunidad en ese sentido” (pág. 286; énfasis de los autores).

En un esquema de la representación gráfica del proceso transformador (Bush y Folger,


1996, 295), los autores indican así las fases del proceso:

Llegan las partes: la habilitación y las oportunidades de reconocimiento surgen mientras las partes
ofrecen comentarios, formulan preguntas y afrontan decisiones.
El mediador trabaja sobre las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Se estrecha el
ámbito de la discusión a mediada que se agotan las oportunidades.
“Puestos” de mediación
El mediador interviene para ampliar la discusión y crear un campo más amplio de oportunidades
de habilitación y reconocimiento.
El mediador trabaja con las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Se reduce el ámbito
de la discusión a medida que se agotan las oportunidades
“Puestos” de mediación
El mediador interviene para ampliar la discusión y crear un campo más ancho de oportunidades de
habilitación y reconocimiento
(Se repite el ciclo)
El mediador trabaja sobre las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Se reduce el ámbito
de la discusión a medida que se agotan las oportunidades.
“Puestos” de mediación.
El mediador interviene para comprobar las posibles oportunidades de habilitación y
reconocimiento: resume los logros si el campo está agotado.
Se agotan todas las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Las partes redactan el
enunciado de los logros y los compromisos (1996, 295)

2.5 La utilidad de la metodología transformativa en mediación intercultural

En el modelo de Harvard, y en el método Fisher-Ury en particular, se nos apremia a


“separar a las personas del problema” y a “centrarnos en los intereses”. Como
consecuencia de ello la relación entre las partes no se aborda como tal. De hecho,
Fisher y Ury ven necesario distinguir y separar los intereses de esencia y de relación,
ya que “la relación tiende a entremezclarse con el problema” y dado que “la
negociación posicional pone en conflicto la relación y la esencia “ (1998, 38-39). En el
planteamiento de Bush y Folger por el contrario, la relación -y su transformación- es la
clave, y esta idea esencial lo convierte, entre otras cosas, en un referente muy útil en
mediación intercultural.

Lo “étnico” es relacional. Así viene enfatizándose en antropología desde la


reconceptualización propuesta por Barth a finales de los años cincuenta. Las
identidades étnicas y culturales se configuran dinámicamente en los procesos
históricos de relaciones económicas, sociales y políticas, y en este sentido hay una
gran consonancia entre el núcleo de la metodología transformativa y los paradigmas
contemporáneos sobre etnicidad y cultura en la antropología social.

Un segundo punto a señalar, es lo acertado y necesario de tratar de trasformar la


relación existente. Las relaciones entre inmigrantes y administraciones de las
sociedades receptoras, entre inmigrantes y autóctonos, entre las instituciones
(configuradas sin tener en cuenta la multiculturalización) y sus usuarios, entre grupos o
comunidades de inmigrantes, etc. son todas ellas relaciones mejorables, necesitadas
de transformación. Igual pude afirmarse de las relaciones entre payos y gitanos, entre
indígenas y no indígenas, entre comunidades étnicas dominadas e instituciones
oficiales, etc.

133
Tercero, y ya en un plano más concreto, centrar la metodología mediadora en las dos
categorías complementarias de revalorización y de reconocimiento, es de todo punto
estimulante en contextos multiculturales, en los cuales están siempre presentes -de
una u otra forma, y con una intensidad u otra- procesos de estereotipación,
inferiorización, culpabilización (chivo expiatorio), racialización, guetización, etc., etc.,
por lo que poner el acento en la valorización del Uno y el reconocimiento del Otro es
algo no solo necesario y conveniente, sino posible y práctico.

Al hilo de los anterior, y en cuarto lugar, encontramos de alta potencialidad práctica la


operacionalización de ambas categorías y su concreción en las situaciones y casuística
especifica de las situaciones de multiculturalidad significativa. Por tomar la modalidad
de mediación intercultural en el ámbito de las migraciones, hay toda una línea de
trabajo a explorar, fundamentar y concretar en la práctica, en lo relativo a las metas,
alternativas, habilidades, recursos y decisiones de los inmigrantes y de las otras partes
involucradas en al acción mediadora. Esto en lo relativo a Revalorización. Por lo que
hace al Reconocimiento, hemos de indagar las manifestaciones y la utilidad en el
espacio de la mediación intercultural de las actitudes a considerar y desear el
reconocimiento mutuo, así como todas y cada una de las posibilidades envueltas en el
reconocimiento de los pensamientos, palabras y actos, tanto de los nuevos ciudadanos
de origen extranjero como de los autóctonos y representantes y profesionales de las
instituciones (servicios sociales, escuela, sistema sanitario, judicatura, etc.).

3. EL MODELO CIRCULAR-NARRATIVO Y LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL

Este tercer modelo que analizaremos está asociado a la obra y práctica de Sara Coob,
mediadora y profesora de la Universidad de California, campus de Santa Cruz, quien
viene publicando desde comienzos de los noventas diversos textos (por ejemplo, 1991
a y b; 1995 a, b y c; con Rifkin, 1991), dictando conferencias y llevando a cabo
seminarios, fundamentando así un sistema de mediación que pone énfasis en la
comunicación (concretamente en las categorías de narrativa e historia, entre otras),
que bebe de un amplio espectro de desarrollos teóricos y que va parejo con el
desarrollo sistemático y la aplicación de un instrumental técnico innovador.

Este modelo se denomina “circular” porque parte de una concepción circular tanto de la
comunicación como de la causalidad, y se denomina “narrativo” porque la categoría de
narrativa es central tanto desde el punto de vista analítico como propositivo. Marinés
Suares es una de las profesionales que sigue y aplica este modelo; recomendamos su
libro (1996) para una exposición sintética al tiempo que de este sistema. Puede
consultarse también el libro de Díez y Tapia (1999).

3.1 Fundamentos teóricos y conceptuales

Como en otros modelos, pero muy particularmente en éste caso nos encontramos ante
una síntesis de diversos marcos teóricos. Suares (1996) indica que el modelo circular-
narrativo “se ha nutrido con las conceptualizaciones, las investigaciones y las técnicas
provenientes de otras áreas de las ciencias sociales”.

Ese acervo es agrupado por esta autora en cinco grandes grupos: a) los elementos
conceptuales provenientes de la teoría de la comunicación (Bateson, Watzlawick y
otros autores), destacando lo referente a la comunicación analógica, los aspectos
pragmáticos de la comunicación y la noción de contexto como calificador del texto; b)
las claves provenientes de la terapia familiar sistémica, especialmente lo relativo a la

134
noción de que el problema es la solución intentada pero que ha fracasado y la
aplicación de múltiples técnicas frecuentes en ese campo, como pueden ser la
reformulación, la externalización, la connotación positiva, las preguntas circulares; c)
las innovaciones epistemológicas de la cibernética de segundo orden, concretamente la
teoría del observador elaborada por Heinz von Foerster y Maturana, de la cual Suares
selecciona dos aspectos: la necesidad de posicionarse frente a una “realidad entre
paréntesis” y la importancia del observador como elemento participante de aquello que
observa; d) los aportes del construccionismo social, en la línea de Georgen, marco
teórico del que habría destacar lo relativo a la construcción social de la realidad; y e) la
teoría posmoderna del significado, especialmente lo referente a superar el límite entre
lingüística y retórica, así como las conceptualizaciones sobre narrativa, sobre todo
desde White. (Suares, 1996, 61-62).

La comunicación es concebida como un todo: las partes más el mensaje. Se tienen en


cuenta tanto los elementos verbales (comunicación digital; contenidos) como los
elementos para-verbales (comunicación analógica; relaciones). Se parte asimismo del
axioma número uno de Wetslavick acerca de la imposibilidad de “no comunicarse”. En
cuanto a la causalidad, el punto de partida es que no hay una causa única produciendo
un determinado resultado, sino que se está ante una retroalimentación de las causas y
los factores.

3.2 El método: rasgos y fases

Tal y como hicimos con el sistema transformativo, nos acercaremos a la dimensión


metodológica del modelo circular-narratico desde dos ángulos: uno sincrónico como
son los rasgos esenciales de tal metodología y otros diacrónico a partir de sus fases.

3.2.1 Rasgos caracterizadores

Siguiendo el resumen de Suares, aparecen cuatro elementos esenciales del método


circular -narrativo de mediación: el aumento de las diferencias, la legitimación de las
personas, los cambios de significados y la creación de contextos.

A diferencia del modelo de la Escuela de Negociación de Harvard, en la metodología


circular-narrativa se trata de aumentar las diferencias: “no borrarlas ni disminuirlas, sino
permitir que se manifiesten y aumenten hasta un determinado punto... En contradicción
con lo que postula el Modelo Tradicional de Harvard, consideran que la gente llega a la
mediación en una situación de “orden”; cada una de las partes está en una posición y
generalmente la mantiene rígidamente, lo cual le impide encontrar alternativas.

Al introducir caos en el orden se flexibiliza el sistema, se da la posibilidad de que


aparezcan “estructuras disipativas”, que implican la posibilidad de alternativas que
posiblemente no hubieran podido ni siquiera ser previstas, y a partir de éstas sí se
podrá lograr un nuevo orden”(Suares, 1996, 62).

Haremos dos breves comentarios desde la mediación en contextos multiculturales. Hay


que aclarar que cuando se propone “aumentar las diferencias”, se está entendiendo
diferencia entre las partes como disparidad de intereses, percepciones, etc. No
conviene confundirlo con la “diferencia” como categoría en el pluralismo cultural:
respeto y derecho a la diferencia, al entender ésta como la forma de ser, pensar y
sentir del Otro. Aclarado esto, no podemos sino señalar el enorme interés de esta
propuesta de aumentar las diferencias en el campo de los contextos multiculturales.

135
En las “situaciones sociales de multiculturalidad significativa” (Giménez, 1997) están
efectivamente presentes ese orden previo, esa rigidez, que plantea este modelo. La
identidad étnica se construye en relación con el Otro y las distintas perspectivas
identitarias se correlacionan; las políticas públicas conforman definiciones
administrativas del problema étnico, el racismo crea o trata de mantener una
subordinación de determinados segmentos del mercado de trabajo que avanzarían en
sus reivindicaciones de derechos sin la opresión xenófoba y racista; el sistema
educativo acaba convirtiendo en rígido el nuevo curriculum; los medios de
comunicación configuran una opinión publica con un determinado “mapa” de los grupos
étnicos y culturales, etc., etc. Todo ello crea, en definitiva, ese “orden” que conviene ser
removido.

Un segundo rasgo de la metodología circular-narrativa es la legitimación a las


personas, esto es de la tarea de “construcción para cada una de las personas de un
lugar legítimo dentro de la situación”. La categoría de legitimación es un principio de la
mediación , al tiempo que una técnica, si bien en el modelo circular- narrativo es uno de
los aspectos enfatizado y particularmente usado. En el campo de las relaciones
etnoraciales (autóctono - inmigrante, payo - gitano, mestizo - indígena, etc.) la cuestión
de la legitimación es central y polémica. Buena parte de los procesos y situaciones de
subordinación, inferiorización, invisibilización, de un grupo étnico hacia otro, etc.
constituyen una negativa de legitimación y reconocimiento de la comunidad o parte
dominante hacia la dominada.

¿Es posible entonces lograr esa legitimación en el proceso de mediación intercultural?.


Consideramos que para abordar con un mínimo de rigor esta cuestión hay que
comenzar por distinguir los planos macro y micro o, dicho de otra manera, el plano
global societal y el plano concreto del espacio de mediación. En el espacio de
mediación es esencial que haya campo, oportunidad, para ese proceso de
“construcción para cada una de las personas de un lugar legítimo dentro de la
situación”. Esa posibilidad para la legitimación se fundamenta al menos en dos pilares:
por una parte, la voluntariedad de las partes en acceder al proceso de mediación y
mantenerse en él, y por otra en el trabajo del mediador/a para que el reconocimiento
del otro avance y se consolide. Nuevamente aquí vemos cómo se complementan los
métodos: concretamente aquí el circular-narrativo con el transformativo y su énfasis en
el reconocimiento.

Un tercer elemento de este método, en la síntesis ofrecida por Suares, es cambiar el


significado, “arduo trabajo para el cual necesitamos cambiar la historia material que han
construido las partes y que traen a la mediación.

Para cada parte, “su historia” es la historia verdadera. El trabajo fundamental del
mediador es construir una historia alternativa, que permita ver “el problema” por todas
las partes desde otro ángulo” (idem, 62, énfasis añadido).

También este punto resulta especialmente útil en las relaciones interétnicas y en la


mediación intercultural por cuanto efectivamente existen historia y narrativas previas.
Cada grupo ha ido tejiendo con el transcurso del tiempo una visión del otro, a partir de
sus relaciones económicas, laborales, sociales y políticas. En toda comunidad étnica,
nacional, etc. existen discursos acerca de cómo es el otro, sus virtudes y defectos,
habiéndose fijado prejuicios y estereotipos, lo cuales quedan de manifiesto en dichos,
refranes, cuentos, leyendas, etc. Hay historias locales y particulares acerca del pasado

136
y trayectoria del propio o grupo, de los grupos externos y de las interacciones. Esas
narrativas están ahí y pesan, influyen. Por ello, la metodología de Coob orientada a la
deconstrucción de las historias particulares y a la co-construcción de una historia
alternativa y consensuada es enormemente atractiva, y diríamos más, absolutamente
necesaria en mediación intercultural.

Finalmente, una cuarto aspecto metodológico clave en este modelo es la creación de


contextos, añadiendo Suares algo que resulta de especial interés en nuestra temática:
“en todos los casos de mediación el establecimiento del contexto (en el sentido que le
da Bateson a este término) es importante. Adquiere no obstante importancia
fundamental en los casos de mediación comunitaria o, como también suele llamarse,
mediación en política pública y mediación social. En estos casos, la determinación del
“contexto de trabajo” llega a ser primordial, y no comienza el “proceso formal de
mediación” hasta tanto esté especificado ese contexto. Pero, a la vez, en esto casos
comunitarios, el contexto puede ir variando de acuerdo con el proceso “ (págs. 62-63).

Tomemos el trabajo de un mediador o una mediadora intercultural en una escuela con


alumnado de variado bagaje cultural, o en un barrio donde va a crearse un centro
intercultural en el que quieren participar las diversas comunidades étnicas asentadas
junto con los equipos profesionales del sistema público, o en un hospital donde se ha
decidido tener más en cuenta las particularidades conductuales, cognitivas, lingüísticas
y religiosas de los pacientes, etc. En todos esos casos, la identificación, análisis y
valoración del contexto -su “establecimiento” en definitiva- es algo necesario. Diremos
algo más: establecer el contexto -e ir enriqueciendo su conocimiento y manejo en el
proceso de mediación- es capital si queremos evitar el culturalismo potencial en toda
aproximación basadas en las categorías de diferencia etnocultural, pluralismo cultural,
o mediación intercultural. Tener siempre presente el contexto y su cambio, con sus
condicionantes (y oportunidades) normativas, jurídicas, laborales, etc., con sus
estructuras de desigualdad y asimetría, es crucial para poder otorgar su justo peso en
los factores culturales.

3.2.2 Fases del proceso de mediación en el modelo narrativo

Coob trabaja en una secuencia de cuatro etapas. Esas cuatro etapas están
antecedidas de una fase previa de “pre-reunión” en la que se da a conocer a las partes
las características del proceso de mediación y se explica lo relativo a confidencialidad
(firmándose un acuerdo al respecto). En el caso en que haya videograbación, se
explica porqué se hace y se firma un acuerdo de aceptación. En esta fase preliminar,
se aclaran también los honorarios y se fija el tiempo máximo de encuentro.

La primera etapa es de “reunión conjunta” y en ella se hacen sobre todo dos cosas:
informar a las partes del proceso y las alternativas existentes, y establecer las reglas
del juego en las que se va a basar dicho proceso. Entre estas reglas destacan los
siguientes puntos: se insiste en la confidencialidad, se aclara que el mediador no podrá
ser testigo en juicio alguno y se acuerda que las partes hablarán con el mediador tanto
en reunión privada como en reunión conjunta, especificándose que lo que se hable en
privado no será comunicado a la otra parte, salvo autorización expresa. Para las
reuniones conjuntas se establece, como en cualquier modelo de mediación, que se
hablará por turnos, sin interrumpirse, y que si la situación fuera insostenible cualquiera
puede abandonar la mediación, incluido el mediador.

137
La segunda etapa es ya de “reunión individual” en la que el /la mediador/a trabaja con
cada parte por separado. En esta etapa se abordan los siguientes tareas: despliegue
del problema, fijación de objetivos y necesidades, fijación de las contribuciones para
resolver el problema, el discurso de los derechos (tiene derechos pero algo no
funciona), análisis de las soluciones intentadas, creación de circularidad y
reposicionamiento de objetivos. Respecto al punto de la creación de la circularidad se
especifica que se trata de: “hacer ver que lo que (se) quiere está conectado con lo que
pide la otra parte y que no es un problema independiente”: es preciso “analizar qué
cree que quiere la otra parte y cuáles son sus necesidades”, llevando todo ello al
“reconocimiento del co-protagonismo”. 151

La tercera etapa es de “reunión interna” (del equipo de mediación o del mediador único)
haciéndose una reflexión sobre las historias a comparar y sobre las diferencias y
semejanzas entres las observaciones de las partes sobre las personas, el contexto, etc.
Se comienza ya a construir una historia alternativa, cuidando la descripción de la
interdependencia de las partes.

La cuarta y última etapa es de nuevo de “reunión conjunta” procediéndose por una


parte a la narración de la historia alternativa y por otra a la construcción del acuerdo.
En esta etapa son tareas claves: oír a las partes lo que tengan que decir respecto a
nuevas opciones y alternativas (adquiriendo los silencios especial relieve), la discusión
acerca de las ventajas y desventajas de cada una de las opciones, la conducción a las
partes para que generen una opción común, y finalmente escribir un acuerdo. Como
puede verse en esta fase final, lo original del modelo circular-narrativo está en la
construcción dialogada de la historia alternativa, pues los otros aspectos son comunes
con otros modelos y métodos de mediación, habiéndose sistematizado por la Escuela
de Harvard.

3.3 Interés y potencialidad del modelo circular-narrativo en mediación


intercultural

Seleccionaremos y resaltaremos ahora algunos puntos de especial interés del modelo


circular-narrativo desde la perspectiva de la mediación intercultural. Primero, el modelo
de Coob es extraordinariamente interesante en contextos de multiculturalidad, desde el
momento en que pone el acento en la comunicación y dentro de ella en la narrativa y
las historias. Todo sistema de mediación tiene que plantearse la comunicación pero
hay varios aspectos del método de Coob que interesan de cara la mediación cultural,
especialmente el uso para la mediación del concepto de narrativa.

Sobre narrativa y cultura se ha publicado extensamente en los últimos años,


particularmente desde la antropología social y los estudios culturales (cultural
studies)152. En los diferentes modelos se parte obviamente de que las partes están
relacionadas y existe entre ellas una interdependencia, pero este punto resulta muy
enfatizado en el planteamiento de Coob, siendo esto de importancia en las relaciones
interétnicas dado que los antropólogos han puesto en evidencia el carácter relacional
de la etnicidad y la identidad étnica. Ésta no puede ser considerada como una esencia,
sino como algo construido en le marco de las relaciones sociales concretas.

Segundo, la importancia de tener en cuenta, en el análisis y en la acción mediadora,


tanto el contenido como las relaciones. Este es un punto en común con el modelo
151
Apuntes de del Seminario ofrecido por Sara Coob. Madrid, 2000.
152
Véase por ejemplo los texto de Stuart Hall .
138
transformativo y de diferenciación de ambos respecto a la escuela de negociación de
Harvard. Vimos como Fisher y Ury llaman a distinguir y separar los intereses de
esencia y de relación. Por muy útil que ello pueda ser en determinados momentos
concretos del proceso de mediación, nos parece de todo punto inoportuno y extraño
hacer abstracción de las relaciones existentes entre dos partes etnoculturalmente
diferenciadas (relaciones interétnicas). En este sentido afirma Ross:

Un tercer aspecto de especial interés desde la mediación intercultural es la relevancia


de llevar a sus últimas consecuencias el axioma de Wetslavick de la imposibilidad de
no comunicarse. Para contextos multiculturales, ello nos lleva al hecho de que el
distanciamiento o “no relación” entre segmentos etnoculturales ya está significando, ya
nos está hablando, de un tipo de comunicación interétnica: la comunicación mala o
deficiente entre segmentos socioculturales: entre inmigrantes y autóctonos, entre payos
y gitanos, entre no indígenas e indígenas, entre comunidades étnicas dominantes y
dominadas, etc.

Cuarto, el énfasis que en este modelo se hace de la causalidad circular, nos sitúa ante
la multiplicidad de factores incidiendo en la comunicación interétnica: desde las
actitudes y formas ser de cada persona hasta los componentes sociopolíticos (como la
ocupación, el estatuto jurídico, etc) pasando por claves más específicamente culturales,
como pueden ser los valores, las costumbres, las concepciones y creencias, las
prácticas rituales, los modos de identidad y pertenencia étnica o nacional, etc.

Finalmente, la metodología circular -narrativa está generando, y está apoyada por, un


amplio repertorio de técnicas. Suares (1996) las ha clasificado en microtécnicas,
minitécnicas, técnicas y macrotécnicas 153, ofreciendo una valioso resumen de ellas.

Hay aquí otro enorme y fértil campo para el desarrollo riguroso de la mediación
intercultural, a partir de la concreción de esos instrumentos y herramientas a la
especificidad de los contextos multiculturales.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Una vez analizados y comentados los tres modelos desde la perspectiva de los
contextos multiculturales, las relaciones interétnicas, y la mediación intercultural, paso a
enumerar algunas breves conclusiones Estas conclusiones son la base para el modelo
y metodología de mediación intercultural que propondré en un próximo artículo:

1. Es preciso avanzar en la fundamentación teórica y metodológica de la mediación


intercultural. Hay varias formas de trabajar en ello. Una de ellas es aplicando
creativamente los modelos ya existentes en mediación general a los contextos
multiculturales y a la especificidad de las relaciones interétnicas.

2. Sin dejar de ver sus antagonismos, y por lo tanto sin caer en eclecticismos, es
notorio que cada uno de los tres modelos presentado presenta aspectos muy positivos
153
Para dar idea de esa riqueza y del amplio campo abierto también a la mediación intercultural,
indicaremos que dentro de las microtécnicas hay algunas vinculadas a la pregunta o modo interrogativo
(tanto para el momento de la información como para el momento de la desestabilización de las historias),
y otras ligadas a las afirmaciones (con innovaciones en cuanto a la técnicas de reformulación,
connotación positiva, legitimación y recontextualización). Dentro de las minitécnicas, hay instrumentos
muy útiles en la externalización, los resúmenes o el equipo reflexivo. Es dentro de las técnicas, donde se
ubica la construcción de la historia alternativa. Finalmente, en las macrotécnicas, Suares ubica el
encuentro de mediación.
139
y de interés para la mediación intercultural, como ha quedado expuesto en las síntesis
respectivas. Deberíamos ir hacia una metodología integradora o unificadora en
mediación intercultural.

3. Algunas categorías centrales de la mediación intercultural deberán ser las de Diálogo


intercultural, Opciones de beneficio mutuo, Revalorización, Reconocimiento,
Legitimación e Historia Alternativa

4. Debe prestarse atención no sólo a los contenidos de las relaciones sociales


multiculturales sino a la relaciones en sí mismas, ubicando ambos (contenidos y
relaciones) en el Contexto (o los contextos)

5. Es posible sintetizar los énfasis respectivos en el acuerdo, la mejora de la relación y


la comunicación. Más allá de la obsesión por búsqueda y logro del acuerdo (historia de
la satisfacción), el énfasis debe ser puesto en establecimiento de una adecuada
comunicación y en la mejora de la relación, lo cual redundará en acuerdos más sólidos
y duraderos.

6. Como corolario de lo anterior, algunas de las finalidades de la mediación intercultural


deben ser la mejora de las relaciones interétnicas, el logro de una comunicación
intercultural (como parte esencial de lo anterior) y la adopción de acuerdos entre las
partes involucradas.

7. Debemos partir de que la conflictividad interétnica -en su sentido más amplio no sólo
de conflictos manifiestos, sino también de desajustes y malas adaptaciones (Giménez,
1997)- tiene diversas causas y de que éstas se retroalimentan entre sí (causalidad
circular).

8. Situarnos en la mediación intercultural ante la multiplicidad de factores nos conduce


a la necesidad de tener en cuenta la retroalimentación de los factores relevantes en la
relación Interétnicas.

He aquí, en la identificación, análisis y manejo de tres grandes grupos de factores y de


su interrelación -los personales o idiosincrásicos, los situacionales y los etnoculturales-
donde vemos una de las claves especificas de la filosofía y metodología de la
mediación intercultural, tal y como detallaremos en un próximo trabajo.

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143
144
PONIENDO PAZ EN LA HABITACIÓN: LAS CUALIDADES PERSONALES DEL
MEDIADOR Y SU IMPACTO EN LA MEDIACIÓN154

Daniel BOWLING
Society of Professionals in Dispute Resolution (Washington)
David HOFFMAN
Hill&Barlow (Boston)

Los estudios empíricos del proceso de la mediación muestran de forma consistente


altas ratios de acuerdo, así como altos niveles de satisfacción en los participantes155.
Estos resultados favorables parecen ocurrir a pesar del estilo de mediación o de la
orientación filosófica del mediador individual (por ejemplo evaluativa frente a facilitativa;
transformativa frente a solucionadora del problemas). De hecho, la historia de la
mediación, así como nuestra propia experiencia, muestra que la mediación algunas
veces funciona incluso cuando el mediador no está formado156. ¿Hay algún aspecto del
proceso de la mediación -aparte de las técnicas o la teoría- que explique estos
resultados?.

Algunos pueden decir que la mediación funciona porque ofrece un forum seguro para
airear agravios y soltar las emociones (esto es, da a la gente su “día en los tribunales”),
y esto se puede hacer incluso con un mediador sin habilidades. Otros pueden apuntar
al uso de la escucha activa y la recolocación -habilidades que mucha gente tiene,
hayan tenido o no cualquier formación formal en mediación-. Aún otros se pueden
centrar en el uso de reuniones en comité y diplomacia -de nuevo, técnicas que no
necesariamente requieren formación especializada-.

Creemos que todas estas técnicas son importantes. También creemos que la formación
en mediación es vitalmente importante como un medio para mejorar nuestra habilidad
para hacer aquellas cosas a las que alguna gente llega de forma natural pero para las
que la mayoría necesitamos formación y práctica. Sin embargo, hay una dimensión en
la práctica de la mediación que ha recibido una atención insuficiente: la combinación de
cualidades psicológicas, intelectuales y espirituales que hacen a una persona lo que es.
Creemos que estas cualidades personales tienen un impacto directo en el proceso de
mediación y el resultado de la mediación. De hecho, este impacto puede ser una de las
fuentes más potentes de la efectividad de la mediación.

No pretendemos conocer de forma precisa cómo sucede esto o por qué sucede,
aunque este artículo sugiere un marco de trabajo para examinar estas cuestiones.
Dado que las ideas que presentamos no están basadas en estudios empíricos o
experimentos controlados, no podemos probar su validez. Han evolucionado desde la
reflexión de nuestra propia experiencia como mediadores y la observación del trabajo
de otros mediadores. Esperamos que estas ideas estimulen futuras investigaciones.

154
Publicado en Negotiation Journal, Enero 2000 (5-28). Traducción de Cristina Barragán Ruiz-Matas.
155
Por ejemplo, ver McEwen y Maiman (1981).
156
Reconocemos que hay un debate considerable sobre la cuestión de lo que constituye “éxito” en una
mediación. Por ejemplo, mientras muchos dirían que la finalización de la disputa constituye un resultado
exitoso, otros defienden que el empowerment y el reconocimiento, no la finalización, son las marcas del
éxito. Ver Bush y Folger (1994).
145
1. PONIENDO PAZ EN LA HABITACIÓN

La observación que nos llevó a escribir este artículo se puede plantear de forma simple
y puede parecer auto-evidente: como mediadores, hemos notado que, cuando nos
sentimos en paz con nosotros mismos y el mundo a nuestro alrededor, somos más
capaces de poner paz. Incluso, hacer esto, en nuestra experiencia, tiene un efecto
significativo en el proceso de mediación. Lo que puede ser más complejo y difícil de
explicar es cómo nosotros, como mediadores, podemos mantener una sensación de
paz mientras trabajamos con personas que están profundamente metidas en conflictos
aparentemente intratables. A menudo las disputas con las que tratamos en mediación
provocan sentimientos en nosotros sobre conflictos en nuestras propias vidas. Sin
embargo, creemos que los mediadores exitosos tienen una habilidad para trascender
esos conflictos, o quizá utilizar la interiorización derivada de ellos, para ayudar a las
partes en la mediación a alcanzar una solución genuina de la disputa que los llevó allí.
Esta habilidad aparece, desde nuestro punto de vista, no tanto de un conjunto particular
de palabras o comportamientos, sino por un abanico de habilidades personales del
mediador que crean una atmósfera que conduce a la resolución.

En un esfuerzo por darles sentido a estas observaciones, hemos considerado


analogías de la investigación en las ciencias físicas y sociales, y en particular del
campo de la psicología. La investigación en estos campos es útil no tanto porque
ofrece una respuesta definitiva a la pregunta de cómo las características personales
influencian el proceso de mediación, sino porque ofrecen lo que creemos son
metáforas útiles para los procesos que observamos en mediación, y marcos de trabajo
útiles para pensar sobre las interacciones del mediador y los clientes157. Algunas de las
teorías científicas que describimos aquí son consideradas controvertidas; otras están
bien establecidas. No intentamos probar, ni apostamos por ellos, la validad de la
investigación científica. Sino que acudimos a esa investigación como para de un
ejercicio de práctica reflexiva (Lang 1998), para ver si ofrecer pistas útiles para la
experiencia de mediación y por tanto un mayor entendimiento de las cualidades que
nos harán mejores mediadores.

2. TRES “ESTADIOS” DE DESARROLLO

Nuestro punto de partida es reflexionar sobre como nos desarrollamos nosotros


mismos como mediadores. Para nosotros, y para la mayoría de nuestros compañeros
mediadores, el proceso parece implicar tres grandes “estadios”. Aunque describimos
estos aspectos de nuestro desarrollo secuencialmente, para algunos mediadores
pueden ocurrir en un orden diferente, solaparse, u ocurrir simultáneamente en algún
grado158.

Primero, como mediadores principiantes, estudiamos la técnica. Aprendemos, entre


otras cosas, la escucha activa, la recolocación, la focalización en los intereses, la
priorización de temas, y ayudar a las partes a genera opciones. Aprendemos a
demostrar empatía así como imparcialidad, cómo diagnosticar barreras para el

157
En palabras de José Ortega y Gasset (1948): “La metáfora es probablemente el poder más fértil que
posee el hombre” (damos las gracias a Albie Davies por alertarnos sobre esta cita).
158
Agradecemos al Dr. Ken Anbender su contribución a estas ideas sobre los estadios del desarrollo.
Por cierto que hay limitaciones inherentes a cualquier intento de describir el crecimiento o el cambio en
un marco evolutivo. Por ejemplo, las diferencias personales y culturales pueden ser un factor saliente.
Además, el intento de definir un conjunto discreto de estadios en un proceso tan fluido y complejo como
el crecimiento personal y el cambio es inherentemente arbitrario.
146
acuerdo, y cómo, con algo de suerte, cerrar un caso. Buscamos oportunidades para
practicar estas habilidades. Un periodo de aprendizaje implicando, para algunos de
nosotros, co-mediación con colegas más experimentado, la observación de otros
mediadores, y oportunidades para analizar y ser supervisados por compañeros.

El segundo estadio de nuestro desarrollo implica trabajar hacia un entendimiento más


profundo de cómo y por qué la mediación funciona. Buscando aprehender
intelectualmente el proceso de mediación, esperamos encontrar las herramientas con
las cuales evaluar la efectividad de varias técnicas, identificar fronteras profesionales y
éticas apropiadas y entender mejor lo que estamos haciendo, por qué lo hacemos, y el
significado del proceso para nuestros clientes. Estas búsquedas intelectuales -
incluyendo tanto investigación empírica como teórica y discusiones normativas de la
práctica de la mediación- incrementan nuestra efectividad como mediadores y mejoran
la satisfacción personal que obtenemos de este trabajo.

El tercer estadio de nuestro crecimiento como mediadores es el foco de este artículo, y


consideramos que es la frontera más desafiante de nuestro desarrollo. Para nosotros,
el tercer aspecto empieza con la creciente percepción del mediador de cómo sus
cualidades personales -para bien o para mal- influencian el proceso de mediación. Es
en este estadio cuando empezamos a centrarnos, y a tomar responsabilidad, por
nuestro propio desarrollo personal como mediadores. Se trata de ser un mediador, en
vez de simplemente llevar a cabo ciertos pasos prescritos dictados por una escuela o
teoría particular de mediación. El mediador David Matz escribió recientemente en un
artículo titulado “La esperanza de la mediación” (Matz 1999: 17):

Además de lo que un mediador hace, está la cuestión de lo que un mediador es. El espíritu emana
del ser, tan articuladamente como lo hace del hacer. Más específicamente, es el ser del mediador,
159
como se percibe por las partes, lo que envía el mensaje .

Nuestra concepción es que esta tercera tarea es evolutiva -por ejemplo, está basada
en la premisa de que ganar maestría es un proceso continuo.

Como ejemplo de estas diferencias entre estos estadios de desarrollo se puede


analizar una características particular del proceso de mediación -por ejemplo la
recolocación-. En el entrenamiento de habilidades (primer estadio), a los mediadores
de les enseña cómo volver a presentar y re-enmarcar las explicaciones de las partes de
forma que les ayude a sentirse escuchados y entendidos. Más lectura y estudio
posterior (segundo estadio) puede demostrar que las razones por las cuales la
recolocación es una técnica efectiva. En el nivel de desarrollo personal (tercer estadio),
el mediador desarrolla la habilidad de alcanzar un mayor nivel de conexión personal
con las partes, de tal forma que la recolocación resuena con autenticidad.

Se ha escrito muy poco sobre este tercer estadio en el proceso de convertirse en


mediador, aunque creemos que es un aspecto vital del desarrollo del mediador. De

159
Un tema similar fue tratado por el mediador Ian Browde (1996), quien describe este estadio como un
paso necesario para los mediadores del futuro. La naturaleza cambiante de las disputas, él escribe “…
requiere que aprendamos a ser diferentes en muchas y fundamentales maneras. Aquellos que se han
acostumbrado a, y han sido excepcionalmente hábiles en mediar conflictos y disputas en contextos
rápidamente desaparecidos, necesitan aprender rápidamente como mediar en los nuevos. El nuevo
contexto implica aprender a ser bastante diferente”.
147
igual forma, se sabe muy poco sobre las cualidades personales de los mediadores y
cómo impactan el proceso de mediación160.

3. CUALIDADES PERSONALES DEL MEDIADOR

Hace más o menos una década, los mediadores William E. Simkin y Nicholas A.
Fidandis (1986) catalogaron lo que creían eran las cualidades necesarias161 de un
mediador efectivo. Incluyeron en su lista, que sin duda está parcialmente “tongue in the
cheek”:

• La paciencia de Job.
• La sinceridad y características de bulldog de los ingleses.
• Las agallas de los irlandeses.
• La resistencia física de un corredor de maratón.
• Las habilidades de campo roto de un centrocampista.
• La astucia de Maquiavelo.
• Las habilidades de superación personal de un buen psiquiatra.
• El pellejo de un rinoceronte.
• La sabiduría de Salomón.

Otro escritor (Boulie 1996: 84-85) sugirió, de forma más seria, que los mediadores
efectivos son:

• Empáticos.
• No juzgan.
• Pacientes.
• Persuasivos.
• Optimista.
• Persistente.
• Confiable.
• Inteligente.
• Creativo.
• Flexible.
• Con un buen sentido del humor y sentido común.

Tal catálogo de cualidades -que son anecdotales, no científicas- nos ayudan a


identificar algunas de las características que podemos querer fomentar en nosotros
mismos y buscar en otros mediadores. Sin embargo, creemos que hay alguna cualidad
más profunda y más fundamental que los mediadores más efectivos tienen -una
cualidad que puede incluir atributos tales como la paciencia, la sabiduría o las agallas,
pero que implica otros atributos que no están en las listas anteriores-. Mientras
intentamos identificar esa cualidad, nos centraremos tanto en las sutiles influencias del
mediador (aquellas que operan bajo un nivel de consciencia), y aquellas donde la
influencia del mediador es claramente aparente.

Efecto placebo. Como punto de partida, apuntamos que el éxito de la mediación no es


siempre el resultado de la personalidad del mediador o las habilidades con las que
practica la mediación. Algunas disputas pueden ser resueltas incluso si el mediador no

160
Se sabe más sobre lo que hace a la gente psicoterapeutas y abogados efectivos. Ver, por ejemplo,
Kottler (1991: 70-98) y Ryan (1996).
161
Asumimos, para el propósito de esta discusión, que estas cualidades, y las otras discutidas en este
artículos, no son enteramente innatas y pueden ser desarrolladas.
148
está presente (o a pesar de la presencia del mediador, si no es particularmente hábil)
simplemente porque las partes de la disputa se han sentado en la mesa, en sentido
figurado o literal, para discutir la cuestión. En el área legal, el mero proceso de
conseguir que dos abogados abran sus carpetas en un caso simultáneamente y
centrarlos en ellos a menudo producirá un acuerdo162. Un cierto número de esos
acuerdos ocurren siempre que un evento conectado a los tribunales (como una vista de
censura o una conferencia de estatus) junta a las partes y al tribunal. En casos de esta
clase, la mediación es simplemente un evento que pone a las partes juntas para la
discusión lo que, incluso sin el mediador, puede resolver el caso porque las
circunstancias son buenas para el acuerdo.

Las intervenciones del mediador. El impacto más obvio y directo que el mediador tiene
en el proceso de la mediación viene de las técnicas que usa para influenciar el curso de
las negociaciones. Estas intervenciones, basadas en la evaluación del mediador de los
obstáculos para el acuerdo, pueden implicar dar a las partes la oportunidad de dejar
salir reacciones emocionales a la disputa, animar a las partes a centrarse en intereses
en vez de en proposiciones, o ayudar a las partes a generar opciones para el acuerdo.

Estas tres técnicas básicas, y otras, son ampliamente usadas por los mediadores, pero
con resultados variados. Alguna de la variación es ciertamente atribuible a las
diferencias de los casos en sí mismos. Las disputas varían, y las partes tienen una
infinita variedad de características personales que pueden fomentar o impedir el
acuerdo. De igual forma, sin embargo, las cualidades personales del mediador
influencian la efectividad de sus intervenciones.

El efecto Hawthorne. Una analogía útil para el proceso que estamos describiendo
proviene de las ciencias sociales, en un fenómeno conocido como el “efecto
Hawthorne” -un término usado para describir los cambios que la gente hace en su
comportamiento cuando se dan cuenta de que están siendo observados. Este
fenómeno fue reconocido por los sociólogos que realizaron un experimento en la
década de los veinte y treinta en la planta Western Electric Hawthorne en las afueras
de Chicago (Gillespie 1991). Los investigadores querían saber si incrementar la
iluminación de la fábrica incrementaría la productividad de los trabajadores. Después
de determinar los niveles de la ejecución de los trabajadores, los investigadores
encendieron las luces y encontraron que la productividad incrementaba. Para confirmar
estos resultados, redujeron entonces el nivel de iluminación por debajo del original y
encontraron, para su sorpresa, que la productividad estaba por encima de las marcas
originales. Concluyeron que era su presencia, no los cambios en la iluminación de la
fábrica, lo que había causado el cambio en la productividad de los trabajadores. Este
hallazgo confirma el descubrimiento del físico Werner Heisenberg en los años veinte
del “principio de incertidumbre” -por ejemplo, que la observación de las partículas
influenciaba su comportamiento-. La aplicación de este principio a la mediación es
clara. Si los trabajadores de la fábrica (o las partículas subatómicas) se comportan de
forma diferente cuando son observados, ¿cuánto más lo harán individuos en conflicto
que han buscado la asistencia del mediador?

Algunos mediadores, sin embargo, han observado lo que puede ser descrito como
“efecto Hawthorne negativo” -por ejemplo, partes que parecen negociar de forma
menos productiva si una tercera parte está presente. Una explicación de este

162
El profesor de la Escuela de Leyes de Harvard Frank E. A. Sander sugirió primero este fenómeno a
uno de los autores com un efecto placebo que debe ser separado de los efectos salutary que producen
los métodos ADR. Proponemos llamar a este fenómeno el “efecto Sander”.
149
fenómeno es que las partes pueden tener otras metas y otras agendas, aparte de
arreglar los temas que ostensiblemente los trajeron a la mediación, parecen sentirse
seguros cuando una tercera parte está presente. Otra explicación es que lo que
parecen ser efectos Hawthorne negativos podrían, de hecho, ser positivos. Por
ejemplo, en algunos casos, los temas personales explosivos (como el estrés emocional
causados por una terminación abrupta del trabajo, o el descubrimiento de infidelidad en
el matrimonio) no pueden ser discutidos productivamente sin una tercera parte
presente, y las aparentemente improductivas discusiones que tienen lugar en la
presencia del mediador son sin lugar a dudas más productivas de lo que lo serían sin el
mediador. Incluso las discusiones que parecen ser destructivas en un sentido pueden
ser necesarias para conseguir la solución de un caso particular. En cualquier evento,
parece probable que la presencia del observador influenciará las negociaciones de las
partes para bien o para mal.

Por supuesto, los mediadores hacen mucho más que observar las negociaciones de las
partes. Y, uno puede suponer que la intervención activa del mediador trascendería
cualquier influencia que aparece por el proceso de observación. Sin embargo, es la
influencia de la presencia de otra persona, esté esa persona interviniendo activamente
o no, en lo que deseamos centrarnos. Puede ser difícil, si no imposible, aislar de la
compleja Web de interacciones la porción de la influencia del mediador que proviene de
su observación de las partes. Lo que es significativo, sin embargo, es que los
mediadores, mediante su mera presencia, influencia las partes.

4. LA “PRESENCIA” DEL MEDIADOR

Esto nos trae al corazón de nuestra tesis que hay ciertas cualidades que la presencia
del mediador trae al proceso de mediación que ejercen una poderosa influencia y
mejoran el impacto de las intervenciones empleadas por el mediador. El término
“presencia”, por supuesto, tiene al menos dos significados aquí: (a) el hecho de que el
mediador está físicamente presente; y (b) las cualidades que su presencia física lleva a
la habitación. Es en el segundo significado en el que estamos interesados mientras
exploramos las formas en las que la “presencia” del mediador influencia la mediación.

Como parte de esa exploración, es importante reconocer que las cualidades personales
de las partes pueden influenciar al mediador, así como las cualidades personales del
mediador afectan a las partes. Tratar de entender el efecto de la presencia del
mediador, sin considerar el impacto de las partes en el mediador (lo que podría
llamarse efecto Hawthorne reverso), es mirar sólo a la mitad del cuadro. En términos
psicoanalíticos tradicionales, un fenómeno similar puede ser descrito como “contra-
transferencia” -el término usado para describir los sentimientos evocados en el
terapeuta por el cliente163. Así como es importante para un psicoterapeuta ser
consciente de estos sentimientos de forma que no influencien de forma inapropiada el
curso del tratamiento, los mediadores necesitan ser conscientes de los sentimientos
evocados en ellos por sus clientes y la naturaleza de la disputa para hacer productivo el
uso de esos sentimientos. En la psicología de la Gestalt, los fenómenos que estamos
examinando serían contemplados como comprehensibles únicamente mirando el

163
Para una discusión útil de la transferencia y la contra transferencia en la negociación, ver Fukushima
(1999).
150
conjunto completo de interacciones de las partes y el mediador, las cualidades que
cada uno trae al proceso, y los cambios provocados por esas interacciones164.

Estas analogías del campo de la psicología apuntan a la utilidad de considerar la


mediación desde una perspectiva sistémica -una en la que ampliamos nuestro foco
desde los intereses de las partes individuales al conjunto de interacciones y relaciones
de las partes y el mediador. Central para esta forma de mirar a la mediación es el
reconocimiento de que el mediador no es extrínseco al conflicto (de igual forma que el
terapeuta no está completamente separado de los temas que se tratan en la terapia)165.

Tal aproximación es, hasta cierto punto, contradictoria con las normas actuales en el
campo de la mediación, en el cual la independencia (o separación) del mediador se
contempla como profesionalmente adecuada, quizá incluso necesaria, para se efectivo.
Estas normas se expresan en códigos éticos que articulan una visión de la mediación
en la cual los mediadores en su mayor parte no tienen conexiones previas con las
partes y mantienen una posición de rigurosa imparcialidad166.

No estamos sugiriendo un abandono de la neutralidad o la imparcialidad -lejos de eso.


Sin embargo, ser “neutral” o “imparcial” no significa que los que resuelven el conflicto
están separados de los sistemas del conflicto que buscan ayudar a resolver. Dado que
los mediadores están inextricablemente implicados en los conflictos en los que median,
“imparcial” puede no ser una descripción tan exacta del rol del mediador como el
término “onmiparcial”, que ha sido propuesto por el mediador Kenneth Cloke167.

Mientras reconceptualizamos el proceso con uno en el cual el mediador está


personalmente implicado -siendo influenciado por el proceso tanto como lo influencia-
el mediador debe manejar la tensión entre sus objetivos y los de las partes. El
mediador tiene un deber profesional para los clientes, cuyos intereses y necesidades
son de la mayor importancia. Pero al mismo tiempo, el mediador no puede servir
completamente a los clientes sin ser consciente de: (a) la evolución de las relaciones

164
Los psicólogos de la Gestalt afirman que “los organismos vivos… perciben cosas no en términos de
elementos aislados, sino como patrones preceptúales integrados – todos organizados significativos, que
exhiben cualidades que están ausentes en sus partes“ (Capra 1996: 32).
165
“Según la visión de sistemas, las propiedades esenciales de un organismo, o sistema viso, son
propiedades del todo, que ninguna de las partes tienen. Vienen de las interacciones y relaciones entre
las partes. Estas propiedades son destruidas cuando el sistema es diseccionado, ya sea física o
teóricamente, en sus elementos aislados. Aunque podemos discernir partes individuales en cualquier
sistema, estas partes no estas aisladas y la naturaleza del todo siempre es diferentes de la mera suma
de sus partes” (Capra 1996: 29).
166
La visión de que los mediadores necesitan mantener una cierta distancia de las partes puede venir de
las normas profesionales de la psicoterapia, el derecho y otras disciplinas donde los principios éticos
requieren que el profesional evite la implicación personal que puede mermar la habilidad para realizar
juicios profesionales imparciales.
Sin embargo, los valores y las normas de estos otros profesionales pueden no ser completamente
aplicables al contexto de la mediación. Una diferencia importante en los roles profesionales es que un
psicoterapeuta o abogado debe, en muchos casos, tomar responsabilidad por dirigir las acciones del
cliente mediante consejo profesional. La mayoría de los códigos éticos para los mediadores proscriben
ofrecer consejo profesional. Por ejemplo, las Leyes Uniformes sobre Resolución de Disputas en
Massachussets, sección 9(c)(iv), dice: “un neutral puede usar su conocimiento para ayudar a las
deliberaciones de las partes, pero no debe dar consejo legal, asesoramiento, u otros servicios
profesionales conectados con el proceso de resolución de la disputa”.
167
Ver generalmente Cloke (1994).
151
entre los participantes en la mediación, incluyendo al mediador, y (b) el impacto del
proceso de mediación en el mediador en sí mismo168.

5. INFLUENCIAS SUTILES

Si aceptamos el punto de vista de que, sin olvidar la imparcialidad, los mediadores


están inevitablemente implicados en crear una relación con las partes -una relación en
la cual sus cualidades personales influenciarán la habilidad de las partes para negociar
exitosamente- llegamos a la siguiente cuestión: ¿cuáles son las cualidades del
mediador que contribuirán a una relación exitosa con las partes, una que apoyará la
reorganización de este “sistema” de conflicto?

El campo de la psicología sugiere algunas respuestas tentativas a esa pregunta.


Profundizando en la psicología, no deseamos borrar las fronteras entre la mediación y
la práctica de la psicoterapia169. Sin embargo, aún hay muchos puntos útiles de
comparación en el trabajo hecho por terapeutas y mediadores.

En el psicoanálisis tradicional freudiano, una de las formas más tempranas de la


psicoterapia occidental, los terapeutas eran formados para ser una “pizarra blanca”,
más que intentar proyectar su personalidad en el proceso o fomentar una relación
personal con el paciente. El analista ni siquiera encara al paciente durante sus
sesiones. La técnica de “pizarra blanca”, en la cual era importante para el terapeuta no
mostrar información personal o puntos de vista, se pensaba que creaba el ambiente
óptimo para la transferencia, que era considerada un proceso fundamental para la
curación (ver Kovel 1976: 81).

Las psicoterapia moderna ha empezado a moverse en una dirección diferente, con los
terapeutas tomando un rol mas personal en el proceso terapéutico (ver O’Connor et al.
1993). De hecho, algunas escuelas de psicoterapia se han movido hasta el punto de
enseñar que la identificación positiva con el terapeuta170 y el modelaje del

168
No estamos sugiriendo que el mediador redirija la atención de las partes desde sus necesidades o
intereses o los del mediador. Sin embargo, sugerimos una salida de lo que creemos es la norma en
mucha de la formación de mediadores con respecto a manejar sus propios sentimientos en el proceso de
mediación. A los mediadores se los enseña, en su mayoría, a contener cualquier sentimiento que puedan
tener sobre las partes para mantener la neutralidad y comunicar, por palabra y hecho, su imparcialidad.
Nosotros sugerimos que los sentimientos que el mediador experimenta pueden ser material importante y
útil que le mediador puede usar -aunque juiciosamente- para ayudar a las partes a alcanzar una
solución. Usando tal intervención, un mediador puede también mantener fronteras profesionales
apropiadas de tal forma que las cuestiones puramente personales no son introducidas en el proceso.
También sugerimos que el mediador use su auto-conciencia para adoptar una profunda práctica
reflexiva, incluyendo la observación cuidadosa del impacto que la mediación, el conflicto y las partes
tiene sobre él o ella. A través de tal práctica, fuera del espacio de mediación, el mediador puede
substancialmente añadir su progreso en el tercer estadio del dominio de la mediación para desarrollar
esas cualidades personales deseables para ayudar en la resolución de conflictos. Haciendo esto, los
mediadores deberían buscar incrementar su conciencia de cómo resuelven los conflictos en sus propias
vidas para disminuir cualquier impacto no deseado de conflictos personales no resueltos en el proceso
de mediación.
169
Para una discusión útil de las fronteras entre estos dos campos, ver Dworkin et al. (1991) y Kelly
(1983).
170
Por ejemplo, ver Fierman (1997). Ver también Norcross y Guy (1989: 215) que escribieron: “Múltiples
y convergentes fuentes de evidencia indican que la persona del psicoterapeuta está inextricablemente
mezclada con el resultado de la psicoterapia. Hay un reconocimiento creciente, realmente un nuevo
despertar, de que el terapeuta es el punto central del cambio”.
152
comportamiento apropiado por el terapeuta171 son beneficiosos. Los proponentes de las
técnicas de “programación neuro-lingüística” (PNL) (una escuela controvertida de la
investigación psicológica) también han estudiado las formas en las que las
características sutiles de la comunicación entre el terapeuta y el cliente -tales como el
ritmo respiratorio, el lenguaje corporal, los patrones de discurso y de lenguaje, el uso
de la metáfora, y los movimientos oculares- impactan el proceso terapéutico (ver
O’Connor et al. 1993). Una de las conclusiones que se extraen de este trabajo es que
el terapeuta no puede realmente ser una “pizarra blanca”.

Incluso los aspectos más sutiles de nuestra presencia influencian a los que están a
nuestro alrededor, y creemos (basado en nuestra experiencia en mediación), que esta
conclusión se aplica a los mediadores también. De hecho, la investigación en ciencias
biológicas ha mostrado que la gente influencia a los demás incluso mediante la química
que nuestro cuerpo emite172.

Lo que estas tendencias recientes en psicoterapia tienen en común es su foco en las


maneras en las cuales el comportamiento, el afecto o las formas -la “presencia”- del
terapeuta influencia el proceso terapéutico, completamente aparte de la naturaleza o
estructura de las intervenciones terapéuticas. Una evaluación de las características
personales del psicoterapeuta sugiere que hay cualidades que los terapeutas exitosos
tienen en común -características que pueden ser relevantes para el éxito de los
mediadores también. El psicólogo Jeffrey Lottler analizó las características personales
de los pioneros en el campo de la psicoterapia (Freud, Jung, Adler y Rogers), así como
de menos prominentes pero no menos exitosos clínicos -muchos de los cuales
empleaban técnicas terapéuticas radicalmente diferentes-. Examinó estas
características porque estaba confundido por el hecho de que, mientras había
numerosas teorías de tratamiento, cada una compitiendo por la hegemonía sobre la
base de su mayor efectividad, los resultados empíricos fallaban a la hora de mostrar
diferencias en los resultados del tratamiento que podían ser correlacionados con la
técnica usada por el psicoterapeuta. Una de las hipótesis de Kottler era que puede
haber ciertos rasgos que los terapeutas exitosos tienen en común y que estas
características pueden ser mejores predoctores del éxito en el tratamiento que las
metodologías que los terapeutas empleaban.

Kottler identificó varias cualidades en los terapeutas que parecían correlacionarse con
el tratamiento exitoso. Entre las mas significativas estaba una característica que Kottler
llama “poder personal” o “fuerza de personalidad” -no poder sobre otra persona, sino
una cualidad que iguala con “carisma”-. Kottler (1991: 73-76) concluía que, para
explicar el éxito de los mejores psicoterapeutas:

La respuesta no está totalmente confinada a lo que los terapeutas efectivos hacen, sino que
también implica lo que son. La característica común que atraviesa el trabajo de todos los grandes
terapeutas es la fuerza de sus personalidades y el poder de sus personas. Son la clase de

171
Kottler (1991: 29) apunta que “el modelado” no significa trazar un esbozo de una personalidad
perfecta, sino “equilibrar la omnipotencia y la humanidad”: “El modelado toma la forma de presentar no
solamente un ideal por el que luchar, sino una persona real viva que es defectuosa, genuina y sincera”.
172
Un ejemplo de este fenómeno fue descubierto recientemente en un estudio de las feromonas
humanas -sustancias que el cuerpo humano emite pero que escapan a la detección consciente. Los
efectos de las feromonas sobre los animales han sido bien establecidas pero, hasta recientemente, los
efectos sobre los humanos eran solo una teoría. Un estudio realizado en la universidad de Chicago
mostró que las mujeres que viven juntas pueden alterar la temporalización de los ciclos menstruales de
las otras. Este fenómeno, conocido como “sincronía menstrual”, ha sido informada durantes muchos
años por mujeres que viven en la misma casa pero no ha sido confirmado hasta 1998, cuando los
resultados de un estudio controlado fueron publicados en la revista Nature. Ver Angier (1998).
153
personas que irradian energía positiva. Son optimistas, entusiastas, con agallas, y rápidos sobre
sus pies. Tienen buenas voces y son altamente expresivos cuando las usan. La mayoría de estos
practicantes altamente exitosos son simplemente interesantes y divertidos. Y exhiben esas
cualidades que el resto de la gente quiere para sí mismos… (A pesar de sus aparentes diferencia
en estilo) ellos han estado haciendo esencialmente las mismas cosas – esto es, ser ellos mismos
y permitir que la fuerza y el poder de sus personalidades guíen lo que hacen. Todos los teóricos
inventaron estilos que les permitieron usar sus puntos fuertes.

La cualidad que Kottler describe como “poder personal” es similar a un rasgo discutido
anteriormente: la “presencia” del mediador173. La terapeuta y mediadora Lois Gold
(1993) describe la “presencia” estando compuesta de varias características (como se
describe de forma más completa en las notas finales):

1. Estar centrado174.
2. Estar conectado a los valores y creencias y altos propósitos de uno mismo.
3. Hacer contacto con la humanidad de los clientes.
4. Ser congruente175.

Estas cualidades, ella afirma, incrementan nuestra efectividad como mediadores y nos
permite controlar el potencial curativo del proceso de mediación.

Otro término para estas cualidades es “integración”, lo que definiríamos como una
cualidad del ser en la que el individuo se siente completamente en contacto con, y
capaz de poner en orden, sus recursos espirituales, psíquicos y físicos, en el contexto
de su relación con otras personas y con el medio ambiente que lo rodea176. Otros han
usado el término “prudencia” para describir esta cualidad. Como se discute en los
escritos de Jon Rabat-Zinn (1994), prudencia puede ser definido como “vivir en
armonía con uno mismo y el mundo”.

En nuestro trabajo como mediadores, la integración viene en parte del desarrollo de


una potente identificación con nuestro rol: la transición de sentir que “soy alguien que
media” a darnos cuenta de que “soy un mediador” -de ver la mediación como el trabajo
que hacemos a verla como una parte integral de nuestra identidad-. Una componente

173
El mediador Gary Gill-Austern, describiendo la presencia como la características esencial que un
mediador debe poner sobre la mesa, define la presencia como “esa cualidad de la acción humana y el
comportamiento que trata el momento… esa cualidad de servicio que es tan viva, y tan grácil, y que
transforma a su agente en un precurso de lo que cura; esa cualidad de ser lo que se pierde a sí mismo
cuando encuentra al otro”. Ver Gill-Austern (1994).
174
“Centrarse” es un proceso familiar a cualquiera que ha intentado alguna vez lanzar arcilla en un torno
de alfarero: el primer paso es presionar la arcilla por ambos lados hasta que la masa giratoria rota
suavemente y puede ser modelada. Centrar la arcilla es similar a lo que los mediadores hacen cuando
empiezan una mediación: nosotros creamos una cierta atmósfera en la habitación, a través de nuestra
presencia personal, lo que tiene el efecto de centrar al mediador y los otros en la habitación.
175
Un elemento esencial de la congruencia es la autenticidad, comunicada en parte por el grado de
autenticidad de sentimiento que está presente entre los individuos. Por ejemplo, en una conversación,
nosotros sabemos a menudo en un nivel intuitivo si un individuo está realmente allí con nosotros y
comunicándose abierta, honesta y genuinamente. Otro aspecto importante de la congruencia es la
habilidad para comportarse en una forma que es apropiada para los clientes particulares que estamos
atendiendo. No es que nosotros como mediadores cambiemos fundamentalmente quienes somos. Sino
que acordamos con nuestros clientes el respeto de comportarse en una manera que crea seguridad e
inclusión para ellos como individuos, a pesar de su historial, apariencia o estado en la vida.
176
Ver también escritos de la materia de meditación budista, por ejemplo Tic Nhat Hanh (1987). No es un
accidente que el concepto de integración resuene con las enseñanzas del yoga, ya que ambos autores
han estado profundamente influenciados por esas escuela de pensamiento y práctica, y uno de los
autores ha realizado extensiva enseñanza del yoga. La palabra sánscrita “yoga” significa “yoke” o “unión”
y es similar al concepto de integración.
154
igualmente vital de la integración, desde la perspectiva de la mediación, es la constante
conciencia de nuestra conexión con la gente en cuyos conflictos mediamos. Esta
aproximación a la mediación paralela el desarrollo de la implicación mejorada por
algunos prácticos modernos de la psicoterapia, que se están alejando de un modelo
atomístico de la separación del terapeuta y el paciente hacia un modelo más sistémico
que enfatiza la implicación y la relación.

6. LAS NUEVAS CIENCIAS

Así como los desarrollos en el campo de la psicología sugieren analogías útiles para
pensar sobre las cualidades personales del mediador, el desarrollo en el siglo pasado
de las ciencias físicas sugiere nuevas formas de mirar el impacto de esas cualidades
en el proceso de mediación. En la sección que sigue, discutimos un rango de
desarrollos científicos y su potencial utilidad como una lente para examinar el proceso
de mediación.

La física cuántica. Hemos aludido ya al bien conocido “principio de incertidumbre” de


Heisenberg. La teoría de Heisenberg era parte de una serie de descubrimientos que
minaron puntos de vista previamente asentados de que el comportamiento de la
materia era completamente explicado por las leyes de la física newtoniana. Una
premisa fundamental del punto de vista newtoniano es que la materia podía ser
analizada rompiéndola en sus partes constituyentes y la interacción de esas partículas
de materia podía ser medida de forma precisa y explicada. Sin embargo, los físicos
cuánticos177 concluyeron que los electrones, que supuestamente eran las partículas
más pequeñas de la materia, también mostraban propiedades ondulatorias, y
contrariamente, las pequeñas ondas a menudo se comportaban como partículas de
materia. Ninguno de estos resultados dependía, concluían los científicos, de cómo se
prepare el experimento -o la interacción entre los aparatos que observaban o el
individuo y lo que es observado- Como describe el físico David Bohm (1983: 9):

Uno no puede mantener por más tiempo la división entre el observador y lo observado (lo que está
implícito en el punto de vista atomístico que tiene que ver con cada uno de estos como agregados
separados de los átomos). Tanto el observador como lo observado son aspectos unidos e
interpenetrados de una realidad completa, que es indivisible… Lo que es necesario en una teoría
relativista es abandonar la noción de que el mundo está constituido de objetos básicos o “bloques
de construcción”. Tenemos que mirar al mundo en términos de un flujo universal de eventos y
178
proceso .

Por supuesto, las partes en una mediación no se comportan como partículas


subatómicas. Pero el impacto del observador sobre lo observado y viceversa
descubierto por Bohm es ciertamente consistente con lo que vemos en el espacio de la
mediación. Allí, la química única del mediador y las partes produce diferentes
resultados dependiendo de quién está en la habitación y las cualidades personales que
traen al proceso. Este marco de trabajo es por tanto una metáfora útil cuando se aplica
al contexto de la mediación.

Análisis de sistemas. El análisis de sistemas ofrece otra metáfora para pensar sobre
esta química. El pensamiento de sistemas se volvió más ampliamente conocido en los
años treinta cuando los ecologistas empezaron a explorar los sistemas vivos como

177
La teoría cuántica se define ampliamente como una aproximación fundamental a la física para
estudiar y entender las leyes fundamentales y universales relativas a la materia y sus movimientos. Ver
por ejemplo, Bohm (1983: xiii y 66).
178
Ver también Bohm (1983: 113) y Bohm y Hiley (1993: 382).
155
entidades, en vez de examinar las partes más y más pequeñas de los organismos.
Como describe Fritjof Capra (1996: 29):

De acuerdo al punto de vista de los sistemas, las propiedades esenciales de un organismo, o


sistema vivo, son propiedades del todo, que ninguna de las partes tiene. Aparecen de las
interacciones y las relaciones entre las partes. Estas propiedades son destruidas cuando el
sistema es diseccionado, sea física o teóricamente, den sus elementos aislados. Aunque podemos
discernir las partes individuales en cualquier sistema, estas partes no están aisladas, y la
naturaleza del todo es siempre diferente de la mera suma de sus partes.

El análisis de sistemas (que caracteriza mucha de la ciencia del Siglo XX) rechaza la
aproximación analítica tradicional, que estaba basada en la idea de que todos los
fenómenos podían ser exitosamente estudiados como eventos mecánicamente
determinados. Un elemento clave de tal análisis era la reducción de los organismos y
otras materias a componente incluso más pequeños (ver Davies 1988: 9-13). El análisis
de sistemas implica el pensamiento contextual, en le cual las propiedades de las partes
de los sistemas no en enteramente intrínsecas a aquellas partes solas, y puede ser
completamente entendido solamente dentro del contexto del sistema completo179.

Una aplicación del pensamiento de sistemas puede ser vista en recientes desarrollos
del estudio de la evolución (Davies 1988: 21-34; Bohm 1983: 16-19 y Peat 1991: 94).
Como la mayoría de nosotros aprendimos en el colegio, Darwin basó su teoría
evolutiva sobre las ideas de la variación de la oportunidad y la selección natural; el neo-
darwinismo se expandió sobre estas ideas incluyendo el concepto de mutación
genética, aunque la teoría permanece basada en el concepto de la selección natural
(Davies 988: 107-115).

Una nueva teoría de sistemas de la evolución plantea la existencia de un segundo


fenómeno en la evolución además de la selección natural: la simbiogénesis. La
simbiosis es la tendencia de diferentes organismos a vivir en asociación cercana y a
menudo dentro uno del otro. Por ejemplo, nuestra vida depende de las bacterias que
viven en nuestros intestinos. La simbiogénesis es el proceso de sistemas vivos co-
evolucionando con su medioambiente, incluyendo los organismos en ese medio
ambiente. En otras palabras, los ambientes influencian la evolución de los sistemas
vivos y viceversa (Amarguéis y Sagan 1986: 13-22; Maturana y Varela 1998: 113-17 y
Capra 1996: 227-28).

Los científicos Lynn Margulis y Dorion Sagan teorizaron que la creación de nuevas
formas de vida ocurre a través de este proceso simbiótico, y que la cooperación
continua y la dependencia mutua entre todas las formas de vida es el aspecto central
de la evolución (Margulis y Sagan 1986: 14-15).

La vista de la evolución como una competición crónica sangrienta entre los individuos y las
especies, una distorsión popular de la noción de Darwin de “la supervivencia del más fuerte”, se
disuelve ante una nueva visión de la cooperación continua, la interacción fuerte, y la mutua
dependencia entre las formas de vida. La vida no tomó el globo combatiendo, sino trabajando en
redes.

179
Como ya hemos mencionado, el pensamiento de sistemas encuentra expresión en el campo de la
psicología en la escuela de la psicoterapia de la Gestalt, que estaba basada en la premisa de que “los
organismos vivos… perciben las cosas no en términos de elementos aislados, sino como patrones
preceptúales integrados – todos organizados con significado, que exhiben cualidades que están
ausentes en sus partes” (Capra 1996: 32).
156
En el contexto de la mediación, el pensamiento de sistemas (conceptos tales como la
simbiogénesis) nos recuerdan la interdependencia de las partes y el mediador. Esto
puede parecer obvio. Sin embargo, mucha de la formación que los mediadores reciben
apunta en la dirección opuesta, con un énfasis en los intereses competitivos de las
partes en la resolución del conflicto180. Por supuesto, los mediadores alientan a las
partes a mirar sus propios intereses y buscar oportunidades para maximizar esos
intereses conjuntamente a través del intercambio mutualmente ventajoso. Pero hay un
vínculo más profundo entre las partes y el mediador, y el pensamiento de sistemas
sugiere formas en las cuales, incluso durante el relativamente breve periodo de la
mediación, influenciamos los intereses, metas, y necesidades del otro. En otras
palabras, cada episodio de resolución de conflicto es una oportunidad para la evolución
personal, llevada en cooperación con los que nos rodean.

El fenómeno de la simbiogénesis ofrece un modelo de mediación en el cual los


participantes (incluyendo al mediador) crecen, evolucionan y cambian simbióticamente.
Muchos mediadores han tenido la satisfactoria experiencia de participar en una
mediación que acabó en un resolución emocionalmente cargada y catártica que afectó
profundamente a todos los que estaban implicados en el proceso -de hecho, los dejó
“cambiados” por la experiencia. Este tipo de crecimiento (o co-evolución) es poderoso
debido a su mutualidad- no se puede conseguir solo. Más allá, es poco probable que
suceda a menos que el mediador esté sintonizado con las oportunidades para el
crecimiento y el cambio y sea capaz, debido a sus cualidades personales, de apoyarlo.
Mirando al proceso de mediación de forma más amplia, uno podría incluso describir su
uso en creciente expansión como un cambio evolutivo que está llevando a nuestro
mundo a mayores niveles de cooperación y dependencia mutua.

La teoría de la auto-organización. La teoría de la auto-organización apareció en los


primeros años de la cibernética. Los científicos que estudiaban las capacidades de los
ordenadores hicieron un experimento en los años cincuenta en el cual construyeron
modelos de redes binarias -simples on / off (Capra 1006: 83-86). Una de tales redes
tenía lámparas que estaban diseñadas para encenderse y apagarse en los nódulos de
conexión en respuesta a una bombilla que se encendía o apagaba en un nodo o nodos
adyacentes. Los científicos activaron estas redes encendiendo ciertas bombillas
aleatoriamente y se quedaron sorprendidos al descubrir que después de un corto
periodo de tiempo de parpadeo aleatorio, aparecieron patrones de ordenación. Incluso
observaron olas y ciclos repetidos a través de las redes. Estas redes, también
conocidas como Redes Booleanas, pueden llevar a -de acuerdo con el investigador
Stuart Kauffman (1995: 71-78)- una respuesta a cuestiones fundamentales que tienen
que ver con la vida emergiendo espontáneamente del caos al orden, a través de
dinámicas colectivas y coherentes del comportamiento coordinado de las moléculas
pareadas en tales redes.

Los científicos rusos que estudiaron las reacciones químicas hicieron un


descubrimiento análogo. Estos científicos mezclaron partículas químicas simples rojas
y blancas y los batieron de forma que estaban en equilibrio. Después añadieron otros
químicos a la mezcla de rojo y blanco, aplicaron calor, e intentaron otras variables. Las
partículas químicas reaccionaron separándose en rojo y blanco, pero entonces se
reestructuraron en hermosos patrones en espiral. El fenómeno, llamado la Reacción
Belousov-Zhabotinsky, demostró la habilidad de la materia para reestructurarse a sí

180
Un ejemplo de esta tendencia en casi toda la formación en mediación actualmente es el énfasis sobre
los BATNAs de las partes (un acrónimo para Best Alternative To a Negotiated Agreement). Ver Fisher,
Ury y Patton (1991).
157
misma en un nivel de organización totalmente nuevo (ver Wheatly 1992: 76-90; ver
también Wheatley 1996: 20-21 y Prigogine y Stengers 1995: 48-50).

Estos dos fenómenos -el proceso de conexiones luminosas aleatorias volviéndose


patrones ordenados y la reestructuración de la materia en algo nuevo- y muchos otros
experimentos llevaron al desarrollo de la teoría de la “auto-organización” (ver Capra
1996: 83-86; ver también Kauffman 1995: 99 y 246-247). Según se desarrollaba esta
teoría, se hizo claro que una característica distinguible de un sistema vivo y vital es su
habilidad para auto-organizarse.

El campo de la biología ofrecer un tercer conjunto de estudios que examinan la auto-


organización. La autopoiesis, que significa producción propia (combinando las palabras
griegas auto, que significa “uno mismo”, y poiesis, que significa “hacer”) es un concepto
desarrollado por los neurocientíficos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela.
Cuando Maturana y Varela estudiaron la distinción entre los sistemas vivos y no vivos,
descubrieron que los sistemas vivos estaban siempre compuestos de redes. La
autopoiesis es un proceso que permite un cambio evolutivo dentro de las redes,
permitiendo a estas redes “auto-hacerse”. Dentro de estas redes vivas, tales como las
redes de nuestras células o nuestros órganos, cada componente de la red ayuda a
producir y transformar otros componentes, mientras mantienen las características
fundamentales de la red181.

De su examen de este atributo fundamental de los sistemas vivos, Maturana y Varela


pasaron a estudiar la naturaleza de la mente. Concluyeron que la mente no es una
cosa, sino un proceso -por ejemplo, la mente es cognición, el proceso de saber-. Lo
llamaron la Teoría de Santiago. La cognición, de acuerdo a la Teoría de Santiago, es el
proceso mediante el cual una red autopoiética, o un sistema vivo (la mente), se auto-
organiza y auto-renueva (ver Maturana y Varela 1998: 166-76; ver también Capra 1996:
266-70). Según Maturana y Varela, este “proceso de cognición o conocimiento” o “auto-
hacerse”:

… nos lleva a adoptar una actitud de permanente vigilancia contra la tentación de la certeza. Nos
lleva a reconocer que la certeza no es una prueba de la verdad. Nos lleva a darnos cuenta de que
182
el mundo que todo el mundo ve no es sino un mundo que tenemos en común con otros .

Una posible aplicación de esta teoría para los mediadores viene en los primeros
estadios del proceso de mediación, cuando el mediador elicita de las partes un
resumen de lo que sucedió -por ejemplo, lo que les ha llevado a entrar en el proceso de
mediación en primer lugar-. La Teoría de Santiago y el concepto de autopoiesis
sugieren una forma diferente de entender este paso en el proceso. Para muchos de
nosotros, nuestra asunción operativa es que hay alguna realidad objetiva de lo que
sucedió. A menudo tratamos de discernir esa realidad de las explicaciones de las

181
Ver Maturana y Varela (1998: 46-47). Las células de nuestro propio cuerpo ofrecen un ejemplo del
proceso de “auto-hacerse”, mientras se rompen y construyen nuevas estructuras, tejidos y órganos en
ciclos constantes, incluso cuando mantenemos nuestra identidad fundamental, o patrones de
organización. “Muchos de estos cambios cíclicos ocurren mucho más rápido de lo que uno imagina. Por
ejemplo, nuestro páncreas reemplaza la mayoría de sus células cada veinticuatro horas, las células de
nuestro estómago son reproducidas cada tres días, nuestras glóbulos blancos son renovadas en diez
días, y el 98 por ciento de las proteínas de nuestro cerebro desaparecen en menos de un mes” (Capra
1996: 218.19).
182
Maturana y Varela escribieron: “Los autores de la Teoría de Santiago… afirman que… no hay
estructuras objetivamente existentes; no hay territorio previamente dado del cual podemos hacer un
mapa -el mapa se hace a sí mismo desde las características del territorio”. Ver también Capra (1996:
271).
158
partes, incluso si las explicaciones son incompletas o auto-servibles. Sin embargo, lo
que normalmente encontramos es que las partes en conflicto tienen visiones
ampliamente diferentes de lo que sucedió. La Teoría de Santiago sugiere que para
cada uno de nosotros la realidad es una creación única (Maturana y Varela 1998: 25-
30).

Estas teorías sugieren que cada sistema (y por tanto cada individuo) tiene una historia
diferentes y un proceso de organización en sí mismo. Nuestra visión del mundo es un
resultado de las influencias y experiencias completamente distintas que hemos tenido
en nuestras vidas y por tanto una percepción diferentes de la “realidad”. Dado que
nuestra cognición no almacena una “realidad” objetiva (que era la antigua visión
mecánica), nuestras explicaciones de “lo que sucedió”, en una mediación o en
cualquier otra parte, son un producto de nuestra propia creación de significado y orden.

Si la realidad se define individualmente, estas teorías sugieren que nosotros como


mediadores “creamos” el proceso de resolución del conflicto a través de nuestra
percepción de los participantes, el conflicto y nuestro rol en él como los que resuelven
del conflicto. Así como nuestros clientes han creado el conflicto que nos traen y
perciben ese conflicto a través de su particular visión del mundo, así nosotros como
mediadores percibimos en conflicto a través de una visión del mundo que es un
producto de nuestra propia creación. Por tanto, quienes somos -por ejemplo, las
cualidades personales que llevamos al espacio de la mediación- empiezan a tomar más
significado. Estas cualidades afectarán no solamente nuestro impacto en las partes y el
proceso de resolución del conflicto, sino también la forma en la que ese proceso asume
una realidad para nosotros como mediadores (ver Bohm 1983: 27-29 y 156-57). La
mediación, en esta visión del mundo, tiene las características de un sistema
autopoiético -un sistema que, como describe Margaret Wheatley, es “no el mundo
frágil, fragmentado que intentamos mantener unido, sino un universo rico en procesos
que apoyan el crecimiento y la coherencia, la individualidad y la comunidad” (ver
Wheatley 1993: 18-19; ver también Maturana y Varela 1998: 239-250)-.

Teoría del caos. Otra metáfora de las ciencias físicas que puede ser útil para pensar
sobre nuestra influencia como actores en el proceso de mediación es la teoría del caos,
que implica el estudio de sistemas que parecen tan complejos en sus detalles que
desafían la descripción y la explicación, tales como los ríos turbulentos, los patrones
atmosféricos, y la actividad ondulatoria cerebral (ver Peat 1991: 160 y siguientes; y
Davies 1988: 35 y siguientes). La teoría del caos tiene muchas implicaciones
sorprendentes, entre ellas en concepto de que cambios muy sutiles en una parte de un
sistema complejo (tales como las condiciones atmosféricas) pueden causar enormes
cambios dentro de ese sistema según el efecto del cambio inicial se multiplica. Esta
conclusión nació de los intentos de uno de los fundadores de la teoría del caos, Edgard
Lorenz, para crear un modelo de ordenador que pudiera predecir el tiempo.
Recordando un antiguo proverbio chino de que el poder de las alas de una mariposa se
puede sentir en el otro extremo del mundo, Lorenz demostró que los patrones del
tiempo son tan sensibles a cambios sutiles que desafían predicciones acertadas a largo
plazo, llevándole a preguntarse si el proverbio podría ser literalmente cierto (ver Davies
1988: 51 y Kaufman 1995: 73-74).

Para los mediadores, la teoría del caos sugiere que la infinita complejidad de los
sistemas de resolución de disputas en los cuales nos encontramos a nosotros mismos
tiene el efecto paradójico de limitar y extender nuestra habilidad para influenciar ese
sistema. Nuestra habilidad está limitada por el número de variables que trabajan -

159
simplemente no podemos entender todas las capas de experiencia, significado,
emoción e intención que los participantes (incluyendo al mediador) llevan a la mesa-.
Sin embargo, podemos tomar alguna medida de consuelo de la descripción de la teoría
del caos por un comentador (Wheatley 1996: 23), quien escribe:

No podemos dirigir un sistema vivo, sólo podemos molestarlo. En un sistema, lo más que
podemos hacer, cuando estamos intentando servir, es contribuir con un pequeño giro, ser una
pequeña distracción… No podemos decir a otro ser humano u organización humana lo que hacer
y esperar que lo hagan.

Esto no significa que un “pequeño giro” es todo lo que podemos hacer como
mediadores. Nuestras intervenciones algunas veces necesitan ser más potentes,
incluso contundentes. Sin embargo, en algunos casos, un “pequeño giro” puede ser
suficiente. En otras palabras, la efectividad de nuestras intervenciones a menudo
proviene no de su fuerza sino de su autenticidad. Cuando nuestras acciones como
mediadores -ya sean dirigidas a cuestiones mundanas o cuestiones que van al centro
de al cuestión- comunican un alto grado de autenticidad, presencia, e integración,
incluso la mas suave de las intervenciones puede producir resultados dramáticos.

7. IMPLICACIONES PARA LA PRÁCTICA DE LA MEDIACIÓN

Tomadas conjuntamente, las teorías científicas que hemos descrito brevemente


ofrecen una nueva forma de mirar a nuestro medio ambiente físico que enfatiza la
conexión sobre la separación y la interdependencia sobre la independencia. Estas
teorías no suplantan las teorías antiguas de las cuales emergen. Por ejemplo, los
científicos todavía construyen puentes y lanzan cohetes usando los principios
newtonianos, y no los de la física cuántica. Y los meteorólogos predicen en tiempo
usando herramientas como el radar, sin olvidar las complejidades de la teoría del caos.
Entre los elementos comunes de las nuevas ciencias encontramos que: (1) ofrecen
comprensión sobre los fenómenos que operan en un alto nivel de sutileza que los
científicos han detectado hasta ahora (por ejemplo, el comportamiento de las partículas
subatómicas); y (2) apuntan a un ato nivel de integración en los sistemas vivos y no
vivos del mundo.

Estos elementos comunes se corresponden con temas que creemos son relevantes
para el estudio y la práctica de la mediación como: (1) hay fenómenos en el trabajo de
la mediación que operan en un nivel de sutileza que solo hemos comenzado a
imaginar; y (2) que la mediación es un proceso que podemos entender mejor como un
sistema integrado en vez de cómo un conjunto de interacciones discretas entre los
individuos que actúan autónomamente.

Estos dos temas son relevantes para el punto de partida de las cualidades personales
del mediador y su impacto en el proceso. Por un lado, como se ha mostrado en los
estudios de los psicólogos de la programación neuro-lingüística y los estudios que
muestran el impacto de las feromonas humanas, nosotros como individuos nos
influenciamos los unos a los otros de formas tan sutiles que desafían la detección
consciente o el control. Lo que esto significa para los mediadores es que una vez que
hemos aprendido los principios básicos y habilidades de la mediación, y los hemos
practicado hasta el punto de que los sentimos como naturales, la siguiente frontera del
aprendizaje y desarrollo está dentro de nosotros mismo183.

183
Mientras hay currículum bien desarrollados centrándose en los dos primeros estadios del desarrollo
del mediador -habilidades y teoría- no sabemos de ninguna formación en mediación centrada en el
160
Segundo, nuestra influencia, y la influencia de las partes con las cuales trabajamos,
pone en marcha un proceso en el cual la visión de cada participante del conflicto y de
los otros está inmutablemente alterada. Esto no es una calle de una sola dirección las
visiones del mediador pueden ser influenciadas por las partes tanto como en el sentido
opuesto. Demasiado a menudo, cuando intentamos entender o analizar el proceso de
mediación, sacamos fuera a mediador, o los compañeros de conflicto, o el contenido de
la mediación, o el tipo de mediación o las técnicas usadas, o la teoría particular de
mediación seguida. Una aproximación más fructífera puede ser examinar el proceso
contextualmente, buscando entender las relaciones que están evolucionando y
apareciendo según el proceso se desarrolla.

Cuando estamos mediando, si nuestra aproximación es “yo soy el mediador, separado


del conflicto, y mis clientes están aquí porque tienen un problema”, no estamos
pensando sobre el proceso de mediación sistémicamente. La aproximación de
sistemas implicaría pensar de la forma siguiente “yo, como el mediador, me voy a
convertir en parte de este conflicto. ¿Cómo estoy reaccionando a mis clientes? ¿Cómo
están reaccionando a mi? ¿Cómo reacciono generalmente a este tipo de conflicto en mi
propia vida? ¿Qué cualidades estoy trayendo a este conflicto que ayudarán a su
resolución?”184.

El mediador “integrado”. La integración es una cualidad que puede que no alcancemos


nunca pero estamos desarrollando continuamente. Es una cualidad que, creemos, los
mediadores deberían fomentar porque:

1. Ofrece un modelo positivo para las partes -trayendo paz, si puedes, a la mediación.
2. Por medios sutiles que son más fácilmente descritos que entendidos, la presencia
del mediador “integrado” enfoca a las partes y el proceso de mediación en una
dirección más positiva.

En palabras de Tic Nhat Hanh (1987: 1):

Si somos pacíficos, todo el mundo en nuestra familia, nuestra sociedad completa se beneficiará de
nuestra paz.

El mediador integrado en el trabajo. Como hemos mencionado anteriormente, el


proceso de mediación puede ser mejor entendido como un sistema en el cual las
relaciones de las partes a cada una y al mediador están en flujo. Debido a la fluidez de
este sistema, y las expectativas de las partes de que el mediador puede ser capaz de

desarrollo personal. Aunque está más allá de lo que pretendemos describir en este artículo, alguna
consideración del diseño de tal currículum sería, en nuestro punto de vista, ventajoso desarrollarlo. Así
como hay muchas aproximaciones a la formación en las áreas de las habilidades de la mediación y la
teoría, podemos imaginar muchas aproximaciones de formación centradas en el tercer estadio del
desarrollo del mediador.
184
Este cambio fundamental en la forma en la que vemos nuestra participación en la mediación es
también sugerida por la etimología de la palabra “conversación”. Deriva de la palabra latina conversari,
que significa “acercarse a”, hecho de vertere, significando “volverse”, más con, significando “juntos,
entre” del Diccionario del origen de las palabras de J. Shipley (New York: Philosophical LIbrary, 1945:
95). Por tanto, conversación era originalmente el acto de volverse hacia los otros. Esta es la base
mediante la cual la palabra se conectaría con la intimidad física y nos llevaría al anciano crimen de la
“conversación criminal”. Por tanto, una conversación auténtica es una en la cual nos “acerca a” nuestros
compañeros en la conversación. Somos impactados por una auténtica conversación cuando impactamos
a otros en una auténtica conversación. De otro modo, nosotros como mediadores nos mantenemos
separados y aparte de la conversación de la mediación, y la mediación no será un proceso integrado.
161
ayudarlos a alcanzar una solución, el mediador tiene una oportunidad extraordinaria
para influenciar la dirección de las interacciones y discusiones de las partes.

Mientras consideran las explicaciones de las partes en su disputa, los mediadores


destilan en sus propias mentes una visión de la disputa basada en (a) su propia
percepción de las partes (por ejemplo, su credibilidad, racionalidad, y objetividad, o la
falta de ello); y (b) su propia visión del mundo. En resumen, los mediadores recrean la
disputa, poniendo su propio sello en su visión de la disputa. Esto es inevitable porque
cada uno de nosotros tiene una experiencia diferente del mundo y una percepción
diferente de la realidad. Lo que vemos “no es el mundo sino un mundo” (Capra 1996:
266-273).

Las cualidades personales del mediador por tanto afectan su habilidad para navegar a
través del conjunto de emociones, acusaciones, y recriminaciones que las partes traen
a la mesa. Las cualidades que hemos descrito como “integración” permiten al mediador
ser consciente (y aceptar) las limitaciones no solamente de las visiones parciales de las
partes (o lo que algunos consideran “distorsionadas”), sino también sus propias
visiones parciales.

Estas mismas cualidades ayudan al mediador a envisionar una integración de los


intereses de las partes. ¿Por qué? Porque una vez que los mediadores pueden
experimentar sus propias visiones de la disputa como teniendo una validez que no es ni
mayor ni menos que las de las partes, pueden empezar a sentirse cómodos
renunciando a su propia visión del camino “correcto” o del “mejor” camino para resolver
la disputa, y abandonar cualquier intención de imponer esa visión a las partes. En vez
de eso, el mediador buscará, en primer lugar, establecer una relación genuina con las
partes -una relación que permitirá al mediador alcanzar un mayor nivel de
entendimiento de las visiones y objetivos de las partes-. La conciencia no juzgadora de
las necesidades de las partes por tanto provee el punto de partida al mediador para
usar su influencia, de forma grácil y adecuada, para guiar el proceso hacia la
resolución.

Imagine un puzzle en el cual las piezas puedan cambiar de forma autónomamente. La


persona que intente resolver dicho puzzle tendrá que ajustar continuamente su visión
de cómo las piezas se pueden alinear para hacer un todo. Los mediadores están, de
cierta forma, intentando resolver tal puzzle. Buscan entender, con el mismo grado de
separación como la persona que resuelve el puzzle, la forma y grado hasta el cual las
partes están deseando ajustar sus posiciones para encontrarse con las de la otra parte,
pero aún paradójicamente pueden hacerlo sólo implicándose a sí mismos de forma
muy profunda y personal con las partes.

Considere aún otra metáfora del trabajo del mediador: la de un médico. El doctor
Jerome Groopman, un oncólogo e investigación del SIDA en el Hospital de Boston Beth
Israel / Deaconess, es conocido como un físico de “último recurso” -un sanador al que
otros médicos envían pacientes cuya condición parece estar más allá de cualquier
tratamiento-. Lo siguiente es una descripción del doctor Groopman (1997: 8-9) de sus
procedimientos de diagnóstico, empezando con su conversación con un paciente cuyo
nombre es Kirk:

“Quiero oír la historia directamente de usted -no del historial- y en detalle… Después le examinaré.
De arriba abajo. Después de eso, pensaremos esto juntos…”
Haciéndole repetir su historia médica y exámenes físicos por cuarta vez, no estaba realizando un
ritual… Incluso si no descubro ningún hecho físico nuevo, hay un camino que se toma cuando

162
escucho a un paciente recordar su historia y cuando toco su cuerpo. Era un viaje a los sentidos -
escuchar, tocar, ver- que me llevó a otra dimensión, la de la intuición.
Planeaba caminar deliberadamente los pasos de la vida de Kirk -… su educación, la naturaleza de
su trabajo… el estatus de sus relaciones personales, las vicisitudes de su enfermedad actual y las
previas y los tratamientos- y durante unos breves pero iluminados momentos me convertí en parte
de su experiencia.
Después de imaginar su pasado a través de su historia recontada, estaría preparado para entrar
en su presente a través del examen físico. Mis manos presionarían profundamente en su abdomen
para marcar la anchura y textura de sus órganos internos; mis ojos mirarían más allá de sus
pupilas para leer los barómetros de la presión cerebral y el flujo de sangre de sus retinas; mis
185
oídos, unidos por el estetoscopio, escucharían el timbre de su corazón .

El mediador integrado trabaja de forma similar -tomando la temperatura de la


habitación y de las partes, diagnosticando las causas de su disputa y sus dificultades
par resolverla y tratando de abrir el potencial de curación presente en las partes en sí
mismas-. Practicar la mediación de esta forma es una tarea tanto de la mente como del
corazón. Requiere que el mediador se integre, en su relación con las partes y su
disputa, tanto con fría separación como con una profunda implicación.

Desarrollo personal. Si es verdad que podemos incrementar nuestra efectividad como


mediadores desarrollando la habilidad de estar auténticamente presentes y totalmente
integrados en un sistema de conflicto, ¿cómo desarrollamos esas cualidades?

Esta es una pregunta que, en nuestra visión, debe ser contestada individualmente.
Algunos han encontrado la respuesta en prácticas tales como la meditación, el yoga o
las disciplinas religiosaza; otros, en la búsqueda psicológica u otras avenidas de
crecimiento personal y auto-descubrimiento186. Desarrollar estas cualidades requiere
focalización e intención. Mientras nos centramos en entender e interpretar nuestras
propias profundidades, desarrollamos una mayor habilidad para estar presentes con
una variedad de conflictos mayor y mayor. Desarrollamos una maestría sobre nosotros
mismos y por tanto sobre los procesos de apoyo en la resolución de conflicto.

Obviamente hay muchos caminos para una mayor conciencia, y nuestro propósito
discutiendo este aspecto del desarrollo personal no es apoyar ninguno de ellos. Sin
embargo, sugeriríamos que el creciente interés en esta dimensión del trabajo del
mediador, como se evidencia por el creciente número de artículos sobre la
espiritualidad y la mediación, refleja una dirección significativa en la cual nuestro campo
está evolucionando (por ejemplo, ver Zumeta 1993 y Gold 1993).

Más importante, necesitamos no esperar hasta que estemos en la mediación para


practicar el desarrollo de estas cualidades. Uno puede, y quizá debería, centrarse en el

185
El rol de la intuición, como describe Dr. Groopman, es, por supuesto, una característica importante del
trabajo del psicoterapeuta. Ver Reik (1983), que describe el rol vital creativo que la intuición juega en el
proceso del análisis.
186
En Los siete hábitos de la gente altamente efectiva (1989), Stepehn R. Covey discute la varias
técnicas usadas por los individuos para “afilar la aguja” -física, mentalmente, emocionalmente y
espiritualmente. Kenneth Wilbur da la siguiente descripción de un proceso que encuentra útil para
alcanzar un algo nivel de auto-entendimiento: “Mi vida no es simplemente una serie de eventos objetivos
que se presentan ante mí como muchas rocas en una simple localización a las que se supone que tengo
que mirar hasta que soy capaz de ver las superficies más claramente. Mi vida incluye un componente
profundamente subjetivo que debo entender e interpretar para mí mismo. No es solamente superficies;
tiene profundidades. Y mientras las superficies pueden ser vistas, las profundidades deben ser
interpretadas. Y cuanto mas adecuadamente interpreto mis propias profundidades, mas transparente mi
vida se volverá para mí. Cuando más claro puedo ver y entenderla, menos de sorprende, y me duele en
su opacidad”. K. Wilbur, Una breve historia de todo 93 (1996).
163
desarrollo de estas cualidades en todos los aspectos de la vida. La presencia es una
cualidad que puede ser desarrollada en todas las áreas de nuestra vida. En el calor de
cualquier conflicto personal, uno puede trabajar en el desarrollo de la capacidad de
estar presente en cada aspecto de ese conflicto, mientras de separa del propio punto
de vista y aprender a distinguir los pensamientos propios de las emociones, de las p
percepciones, del punto de vista de nuestro compañero, para entra en una visión más
amplia, más integrada -en las palabras de Tic Nhat Hanh (1987: 1) “ser paz”.
Desarrollando la cualidad de nuestra propia presencia en cada aspecto de nuestra vida,
no solamente expandimos nuestra capacidad de traer esa presencia de paz en nuestro
trabajo como mediadores, también desarrollamos nuestra habilidad para llenar nuestra
propia vida.

Mientras consideramos esta forma de desarrollo personal, no deberíamos dejar de


mirar al impacto del proceso de mediación en sí mismo -por ejemplo, el punto hasta el
cual somos influenciados por las partes, su disputa, y la forma en la cual es resuelta-.
Si, como pretendemos, la integración es una cualidad que nunca alcanzamos pero
desarrollamos a lo largo del tiempo, uno de los beneficios de nuestro trabajo como
mediadores es que puede fomentar tal desarrollo. En la mayoría de las mediaciones
encontramos partes cuyas disputas no difieran radicalmente de conflictos que han
aparecido en nuestras propias vidas -por ejemplo, sus temas son nuestros temas-.
Para se efectivos en tal situación, debemos analizar nuestra propia necesidad de
crecimiento, en nuestras relaciones con nuestros clientes y en nuestras vidas fuera de
la mediación. Una resolución exitosa de la mediación puede entonces convertirse, para
el mediador, en una metáfora para los desafíos personales en su vida y un medio para
conseguir un nivel más alto de integración personal.

CONCLUSIÓN

Hemos descrito tres estadios de desarrollo que nosotros y otros mediadores hemos
experienciado: (a) formación en las habilidades básicas de la mediación; (b) desarrollo
de un mayor entendimiento intelectual del proceso; y (c) búsqueda del desarrollo de
cualidades personales que nos hacen más efectivos en la resolución de disputas.
También hemos descrito algunos desarrollos de las ciencias sociales y físicas que nos
ofrecen metáforas útiles para pensar sobre el conflicto y su resolución. Estas metáforas
nos permiten ver más claramente cómo el mediador es parte inevitable del conflicto que
intenta resolver. Esta forma de entender el proceso de resolución de disputas nos
informa de que las cualidades personales del mediador pueden ser influencias para
modelar ese proceso y su resultado.

Las cualidades personales que nos asistirán para convertirnos en mejores mediadores
no son las mismas para cada uno de nosotros, ni lo serán nuestros caminos para
conseguirlas. Hemos intentado describir en este artículo aquellas cualidades -auto-
conciencia presencia, autenticidad, congruencia, integración- cuyo desarrollo conlleva
la “tercera tarea” en nuestro progreso como mediadores. Sin embargo, cualquier intento
de describir estas cualidades elusivas puede quedarse corto. Entender qué son las
cualidades y por que funcionarán siempre será altamente personal y situacional -un
producto del momento y de la gente. Desarrollar esas cualidades es un proceso de
tiempo, intención, y disciplina, y viene, en nuestra visión, no de la búsqueda intelectual
o la escuela sino de la experiencia. Parafraseando a Oscar Wilde, éstas son cualidades
que pueden ser aprendidas pero no enseñadas.

164
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166
PLANTEAMIENTO MULTIFACTORIAL PARA LA MEDIACIÓN E INTERVENCIÓN EN
CONTEXTOS MULTICULTURALES: UNA PROPUESTA METODOLÓGICA DE
SUPERACIÓN DEL CULTURALISMO187

Carlos GIMÉNEZ ROMERO


Universidad Autónoma de Madrid

Todo individuo es, en cierto sentido, como todos los otros, como
algunos otros, como ningún otro (Kluckholn y Murray 1948).

Todo conflicto humano es, en cierto sentido, como todos los otros, como algunos
otros, y como ningún otro. Los conflictos son universalmente similares,
culturalmente distintivos e individualmente únicos - simultáneamente,
invariablemente y fascinantemente! (Augsburger 1992).

INTRODUCCIÓN

De forma creciente, los profesionales y agentes de la intervención social y de la


dinamización comunitaria trabajan en contextos en los cuales la diferenciación cultural,
nacional, lingüística y religiosa es relevante. ¿Cómo abordar convenientemente el peso
de “lo cultural” en la práctica de la acción socia?. Este reto ha adquirido nueva
dimensión en las dos últimas décadas debido al fenómeno de la inmigración extranjera
y a los componentes culturales de la globalización, si bien es algo en absoluto
novedoso si pensamos, por ejemplo, en las migraciones internas a Cataluña, Madrid o
País Vasco, la pluralidad cultural de larga tradición en ciudades y pueblos, o las
políticas y programas sociales con minorías étnicas autóctonas, marcadamente las
referidas al pueblo gitano.

En ese contexto de intensificación y diversificación de un viejo reto, la mediación


intercultural se está perfilando como una nueva estrategia o modalidad de acción
social. Por toda Europa, en otros continentes y desde luego en diferentes comunidades
autónomas de España, emergen experiencias de formación de mediadores
interculturales y programas de intervención basados en la filosofía y metodología de la
mediación188. La práctica creciente de la mediación intercultural en los últimos años ha
ido planteando la presencia en el proceso de mediación de múltiples elementos y la
necesidad de perfilar un modo de hacer que otorgue su justo peso a la dimensión
cultural.

Teniendo en cuenta lo que venimos observando desde hace años en un conjunto


amplio de programas de integración social e interculturalidad en el ámbito de las
migraciones, desarrollando ideas anteriores sobre la mediación intercultural en el
ámbito de la inmigración (Giménez 1997 y 1999) y a partir de las experiencias de los

187
Texto originalmente publicado en el libro La inmigración en España: contextos y alternativas
(Granada, 2003) del que son editores F.J García y C. Muriel y que recoge las ponencias presentadas en
el III Congreso sobre la Inmigración en España celebrado en Granada en noviembre de 2003.
188
Recientemente (2 al 4, octubre, 2002) se ha celebrado el Primer Congreso Internacional de Mediación
Intercultural, organizado conjuntamente por el Area de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid y
el Programa Migración y Multiculturalidad de la Universidad Autónoma de Madrid, con más de 400
participantes, lo que idea del interés por este campo.
167
últimos cinco años con un equipo de mediación intercultural189, en esta ponencia se
propone una perspectiva de aplicación metodológica que trata de ser útil para esa
nueva modalidad de intervención social que es la mediación, pero también, con un
destinatario más amplio, para los profesionales y agentes de la intervención social y de
la dinamización comunitaria. Por razones de claridad y oportunidad, el texto remite
exclusivamente al ámbito de la mediación intercultural, pero consideramos fácil su
aplicación por los interesados en general en proyectos e iniciativas en contextos
multiculturales.

El planteamiento anticulturalista que aquí se hace trata de llegar a los estudiosos de la


cultura y de la inmigración; ampliando esa pretensión, su finalidad es
predominantemente técnica y práctica. Desde que empezamos a trabajarlo, el modelo
multifactorial que proponemos está pensado sobre todo como algo útil a los
mediadores interculturales, u otras figuras con denominaciones similares como
mediadores culturales, traductores lingüísticos culturales, mediadores de barrio, e
incluso para los linkworkers o trabajadores de enlace. Una vez finalizada la versión que
aquí se ofrece, nos parece que probablemente también será de utilidad para aquellos
mediadores familiares, comunitarios, etc. que -no ubicándose en el campo de
mediación intercultural ni en los trabajos sobre inmigración y minorías étnicas- van
viendo como en su práctica profesional aparecen más y más casos donde algunas de
las partes o ambas son inmigrantes, miembros de minorías (étnica, social o religiosa),
etc.190.

La propuesta no es propiamente una metodología nueva de mediación, en cuanto


conjunto de pasos y orientación general del proceso de mediación, sino
específicamente un planteamiento general sobre el tratamiento de la diversidad cultural
en la práctica y un instrumento de análisis que consideramos válido para distintos
esquemas de intervención y de acción mediadora191. La clave del planteamiento que
ofrecemos radica en la identificación, clasificación, análisis y manejo adecuado, por el
/la mediador/a, de tres conjuntos de factores o variables: los personales o
idiosincrásicos, los situacionales y los culturales. Aparte del interés conceptual para la
formación en mediación intercultural y para la intervención práctica en este campo, el
texto trata de ser una contribución anticulturalista, en la línea de no exagerar las
diferencias y de no exacerbar el peso de “lo cultural”, mostrando cómo relacionarlo y
ponderarlo con el conjunto de fenómenos y procesos de la realidad humana.

Dividiremos la ponencia en tres partes. Expondremos primero un caso con la doble


intención de mostrar la gran variedad de aspectos a las que nos referíamos antes así
como el riesgo de lecturas culturalista de la situación. Este caso nos servirá luego para
ir ejemplificando el esquema de análisis propuesto. La segunda parte está dedicada a
distinguir y analizar por separado cada conjunto de factores, si bien dejaremos sentado
- ya desde ahora mismo- que Personalidad, Situación y Cultura se interrelacionan de
forma compleja, abierta y dinámica. Este aspecto es crucial -para no cosificar ni
esencializar los factores- por lo que lo abordaremos con cierto detalle. Tras ello,

189
Me refiero al Servicio de Mediación Social Intercultural (SEMSI) del Ayuntamiento de Madrid, cuya
gestión corresponde al Programa Migración y Multiculturalidad y a la Fundación General de la
Universidad Autónoma de Madrid.
190
Ojalá estas ideas sobre personas, situaciones y culturas, puedan servir también a los profesionales de
la intervención social y otros agentes sociales que, sin ser mediadores en el sentido formal, desarrollan
su labor en contextos multiculturales.
191
Dicho más explícitamente, y en lo que respecta al campo de la mediación, esta perspectiva
multifactorial puede integrarse en esquemas de negociación tipo Fisher -Ury, en metodologías
trasformativas como las de Bush y Folger o en modelos narrativos como el de Sara Coob.
168
expondremos una serie de consideraciones sobre cómo incorporar este planteamiento
multifactorial al proceso práctico de mediación.

1. UN CASO DE MEDIACIÓN INTERCULTURAL

El caso que vamos a relatar a continuación ha sido recreado a partir de la experiencia


de una mediadora que se encontró inmersa en la problemática que detallaremos por
motivos que inicialmente no tenían que ver con la mediación. A medida que fue
tomando contacto con la situación que le planteaba la protagonista introdujo la acción
mediadora con el fin de hacer avanzar el conflicto. El caso ha sido redactado por Chus
Pérez Crespo, miembro de la Línea de Mediación del Programa Migración y
Multiculturalidad (UAM), a quién agradezco mucho su aportación, así como sus
comentarios generales al texto que presento.

1.1 Situación de partida: la demanda de “la usuaria”

Violet, una mujer nigeriana, llegó a los servicios sociales de su municipio demandando
orientación sobre los trámites a seguir para conseguir plaza para su hijo Junior, de dos
años, en la Escuela Infantil del barrio. El año anterior había solicitado una plaza pero le
fue denegada debido a la gran demanda que hubo y por no alcanzar la puntuación
necesaria para que su hijo fuera admitido. Expuso que no podía costear una guardería
privada. Según contó Violet a la trabajadora social, quería volver a trabajar por horas
en el servicio doméstico pero para ello necesitaba que su hijo estuviera atendido
durante la jornada de trabajo. Había encontrado la posibilidad de trabajar 20 horas
semanales limpiando en tres casas. No buscó otro tipo de trabajo, aunque lo deseaba,
porque tenía un permiso de residencia por reagrupación familiar que su esposo había
solicitado hacía tres años. Para poder aceptar el trabajo debía de encontrar un lugar en
el cual su hijo pudiera estar atendido durante su horario laboral.

Después de ofrecer a Violet toda la información que tenía sobre guarderías y ayudas, la
trabajadora social le pidió que fuera a ver a la mediadora por si ella conocía alguna
solución alternativa que le permitiera organizarse para trabajar. Mediadora y usuaria
mantuvieron una entrevista en la que Violet realizó la misma demanda, la mediadora
trató de pedirle más información sobre su situación familiar, económica y social y la
información que obtuvo la consiguió con dificultad.

Violet y Kenneth, su marido, son ambos nigerianos, de Benin City; pertenecen a


diferentes etnias, siendo ambos cristianos, en una iglesia de confesión protestante, y
habiendo cursado ambos estudios superiores, culminados pro ella en una carrera de
grado medio y abandonados por el tras el segundo curso de universidad y para emigrar
a España en 1989. Ambos hablan inglés, así como las lenguas de sus grupos étnicos
de origen; en la actualidad manejan bastante bien el castellano: muy bien él y con
menor dominio ella, que se reagrupo años más tarde y que ha estado con menos
contacto social. Llevan tres años y medio viviendo juntos en España. Hace dos años
tuvieron a su primer hijo, Junior. Hacía tres meses que Kenneth había perdido su
empleo en un supermercado, tras finalizar las posibilidades de la empresa de renovarle
contratos temporales, ya que a partir de entonces deberían firmar un contrato indefinido
y a la empresa no le interesó. Kenneth cobra el paro, pero la cantidad que percibía era
inferior a la que recibía mientras trabajaba, ya que entonces hacía muchas horas
extras.

169
Para cuando se atendió su caso, Kenneth llevaba siete años y medio en España. Había
llegado solicitando refugio político, el cual le fue denegado, comenzando su proceso de
integración partiendo de una situación de “sin papeles” hasta lograrlos, conseguir un
trabajo digno, casarse, reagrupar a su mujer y alquilar una vivienda propia. Violet por
su parte, había llegado a España hacía tres años y medio, habiendo conseguido
entonces un trabajo rápido. Se quedó embarazada y dejó las casas en las que limpiaba
un mes antes de dar a luz a Junior y desde entonces no ha vuelto a trabajar
dedicándose a cuidar al pequeño. Sin embargo, ante la situación de crisis familiar y el
deseo de cierta independencia económica ha vuelto a ofertar sus servicios en la
parroquia del barrio y tiene la posibilidad de conseguir unas 20 horas de trabajo
semanales, pero no tiene quien le cuide al chaval. Tras esta primera entrevista
decidieron verse en una semana.

1.2 La situación familiar: la información que afloró más tarde

Días después, la mediadora se encontró con Violet y su marido en una actividad que
organizaba una asociación de su barrio. La mediadora reconoció enseguida al marido,
que dos meses atrás se dirigió a ella para pedirle información sobre trabajo y cursos de
formación para el empleo. Los tres comenzaron a hablar del hijo de ambos y de las
pretensiones de Violet de llevarle a una Escuela Infantil. La conversación enseguida se
volvió muy tensa. En un momento determinado Violet bajó la mirada, agarró al hijo con
fuerza y expresó su deseo de trabajar y ganar dinero. La mirada de Kenneth se
endureció y contestó a su esposa “que lo que tenía que hacer era atenderle bien y no
como lo había hecho hasta ese momento”. La mediadora, previendo una escalada del
conflicto e intuyendo la necesidad de la pareja de hablar sobre sus problemas les
propuso dejar al hijo al cuidado de unos amigos y escucharles en una sala apartada en
la asociación.

Enseguida que se encontraron los tres solos la pareja comenzó a trasmitir a la


mediadora diversas acusaciones, cada uno en contra del otro. Kenneth y Violet decían
haber tenido numerosas discusiones. Kenneth acusaba a su mujer de no cumplir con
sus mandatos como esposa: tener la casa lista, servirle, cuidar del niño, y Violet decía
que Kenneth no traía suficiente dinero a casa y que si no lo hace él lo tendrá que hacer
ella, y que por lo tanto no se va a ocupar de su hijo, de la casa y de su marido como
venía haciendo hasta ahora. Kenneth desautorizó inmediata y contundentemente la
iniciativa de Violet, ésta se echó a llorar y, en un momento de especial tensión,
afloramiento de sentimientos y nerviosismo, despejó la ropa del hombro y mostró
negrones y arañazos, afirmando que se los había hecho su marido y que no era la
primera vez que le ocurría. Kenneth no negó la información sino que la justificó con
frases como que “ella ya debía de conocer las obligaciones de un esposo” y que “su
madre y sus hermanas se lo debían de haber contado”, esto es legitimó o justificó su
conducta desde las prácticas culturales , tradicionales o de socialización.

La mediadora preguntó a Violet que había hecho después de que Kenneth le pegara:
manifestó haber ido al médico, el cual le sugirió formular una denuncia, opción que ella
rechazó porque pensaba que le complicaría la vida. Según planteó Violet, el colectivo
de amigos inmigrantes procedentes de su país la rechazarían sin duda por enfrentarse
al marido, no podría trabajar porque no tenía permiso de trabajo y perdería a su hijo, la
familia de Kenneth en origen y la suya propia la rechazarían también y nada de eso le
convenía más que seguir callando y tratar de independizarse poco a poco si las cosas
no mejoraban. Tras todo esto, la mediadora decidió seguir hablando con Violet y
Kenneth para tantear que tipo de intervención debía de seguir a continuación.

170
1.3 Breve comentario inicial

De momento no haremos más que tres apuntes. En primer lugar, el caso muestra que
la diferenciación etnocultural como requisito previo para que hablemos de mediación
intercultural (Giménez 1997) hay que entenderlo en sentido amplio: aunque en la pareja
de Violet y Kenneth hay proximidad cultural (ambos son nigerianos y de la misma
ciudad) no debe perderse de vista que sus grupos étnicos son diferentes. En todo caso,
aunque fueran también de la misma etnia, nuestros protagonistas: a) viven su
problemática en un contexto migratorio (hay que insistir en que la cultura de origen no
es lo misma que la cultura en destino) y b) se relacionan con unos servicios sociales,
un barrio y una escuela ubicados en otra tradición histórica, sistema jurídico y contexto
sociocultural.

Este caso muestra vivamente también algo que los mediadores observan una y otra
vez: la multiplicidad de elementos involucrados. En el caso de Violet y Kenneth
estamos ante trayectorias migratorias, proceso de reagrupación, necesidades
económicas, cambios de domicilio y agrupamiento doméstico, acceso al sistema
educativo, prácticas de mal trato, justificación cultural, influencia de la red de amigos,
etc, etc.

Por otra parte, el caso también muestra que el hecho de ser nigerianos y negros, de ser
percibidos como “muy diferentes”, de aparecer justificaciones de tipo cultural, pueden
constituir puntos de partida de lecturas, valoraciones o interpretaciones basadas
exclusiva o predominantemente en clave cultural. Se presentan varias posibilidades.
Por ejemplo, el profesional puede no entender bien que es lo que está en juego en
cuanto a roles de género, sabiendo o intuyendo que están pautados según cultura de
origen (África subsahariana, Nigeria) y quizás en los grupos étnicos de cada cual. Otra
posibilidad es tratar de explicar toda la situación por el machismo de él, refiriendo éste
“naturalmente” a su origen. Incluso, sentir que se puede estar faltando al necesario
respeto a la diferencia e identidad del otro, etc. A partir de todo ello, es por lo que
consideramos conveniente un planteamiento metodológico en mediación intercultural e
intervención social en contextos multiculturales que distinga (e interrelacione) las
variadas dimensiones y factores.

2. TIPOLOGÍA DE FACTORES

Todo mediador sabe bien que en los procesos reales de mediación están presentes
multitud de aspectos y circunstancias. Esto mismo puede generalizarse para los
trabajadores sociales, educadores, etc. La situación y problemática que motiva la
acción está envuelta, como ocurre con todo fenómeno social, en contextos complejos.
En cada una de las partes existen por lo demás distintas percepciones, emociones e
intereses, en los que pesan sus trayectorias y pautas sociales y culturales. A todo ello
hay que añadir las variables que afectan al mediador o mediadora: su personalidad,
estilo de mediación y bagaje cultural están, de una u otra forma, presentes. ¿Cómo
tener en cuenta, y lo más sistemáticamente posible, todo este conjunto de variables y
aspectos?.

En el caso de la mediación intercultural el rasgo de partida de su especificidad como


modalidad de mediación se encuentra precisamente en la diferenciación cultural de las
partes involucradas. Un segundo rasgo específico que hemos venido señalando es que
esa diferenciación (el hecho mismo de que ambas partes dispongan de bagajes

171
étnicos, lingüísticos, religiosos, socioraciales y nacionales diferentes) sea relevante,
esto es influya de forma significativa en la relación, conflicto o problemática de que se
trate (Giménez 1997). De todo ello se deduce la necesidad de ponderar
adecuadamente el peso de lo cultural: exagerarlo nos conduce a explicaciones falsas, a
generar más división aún, a una mediación culturalista en definitiva. No darle todo su
peso a lo cultural, nos lleva a la insensibilidad, a la falta de reconocimiento de las
partes y en definitiva a practicar una mediación etnocentrista.

Esta doble necesidad – la de sistematizar la influencia de los múltiples factores y la de


conceder su justo peso a lo cultural- nos lleva a proponer un planteamiento (análisis e
implicaciones prácticas) de tipo multifactorial donde lo cultural se deslinde y relacione
con los otros elementos intervinientes.

ELEMENTOS

PAUTADOS CULTURALMENTE NO ESTRICTAMENTE PAUTADOS

Entre estos elementos no culturales – o no estrictamente pautados en cuanto a cultura


de grupo- nos parece importante distinguir a su vez los que tienen que ver
estrictamente con la singularidad de las personas involucradas y las que demanan de
su situación. Se trata de intentar delimitar tanto los individuos como su situación en el
momento de la mediación, en la línea orteguiana de “yo soy yo y mis circunstancias”.
Con ello el esquema se continúa desarrollando así:

ELEMENTOS

PAUTADOS CULTURALMENTE NO ESTRICTAMENTE PAUTADOS

DE LOS INDIVIDUOS DE SU SITUACIÓN

De esta forma estamos descomponiendo analítica y metodológicamente la variedad de


factores que están presentes en lo que en otro lugar hemos conceptualizado como
“situaciones sociales de multiculturalidad significativa” (Giménez 1997). Por lo tanto, la
metodología que proponemos distingue e interrelaciona tres conjuntos de factores: los
personales o idiosincrásicos, los situacionales y los culturales. A continuación
consideraremos seis aspectos en relación con cada uno de estos tipos: 1) la definición
de cada grupo de factores, 2) justificación de su denominación, 3) identificación de
algunas variables que consideramos claves en cada grupo, 4) caracterización de esos
factores mostrando lo que tienen en común, 5) análisis de su relevancia en el proceso
de mediación y 6) su interrelación con los otros tipos.

172
HACIA UNA METODOLOGÍA MULTIFACTORIAL EN MEDIACIÓN INTERCULTURAL
FACTORES INTERVINIENTES

FACTORES
FACTORES SITUACIONALES
PERSONALES

PROCESO DE
MEDIACIÓN
INTERCULTURA
L

FACTORES
CULTURALES

Elaboración: Carlos Giménez Romero (Octubre 2002)

2.1 Factores personales o idiosincrásicos

El mediador siempre trata con personas y de ahí la importancia de tener bien presente
su manera de ser, sus maneras de pensar, sentir, reaccionar, comunicarse, etc. Siendo
esto válido para la mediación más estrictamente “interpersonal”, también lo es cuando
la mediación tiene un sentido comunitario, social, en políticas públicas. Aunque se esté
mediando entre grupos, entre individuo y grupo o entre individuo e institución, las
personas particulares están siempre presentes.

Definición.- A los efectos de la metodología, entendemos los factores personales como


aquellos rasgos, variables o pautas vinculados predominantemente a la idiosincrasia,
personalidad e individualidad de los sujetos involucrados en el proceso de mediación.

Denominación.- Antes de identificarlos y caracterizarlos, permítasenos una precisión


terminológica. Consideramos que la palabra “personal” es la que mejor define este
conjunto de factores, si bien a priori son posibles otras denominaciones: “factores
idiosincrásicos”, “de personalidad”, “individuales” o “psicológicos”. Si el lector o lectora
no está interesado en estas disquisiciones terminológicas puede, por supuesto, pasar
al siguiente epígrafe. Si considero convenientes esta explicación es debido a que
razonar porqué no optamos por otras posibles denominaciones ayudará en la
fundamentación de las características de cada grupo de factores.

Respecto a la denominación de “factores idiosincrásicos” la consideramos totalmente


válida y como una alternativa en el uso al de “factores personales”. Si preferimos
utilizar más la denominación de “factores personales” es sólo por razones prácticas de
ir a lo más sencillo y entendible por todos. El
173
Diccionario de la Real Academia define idiosincrasia como “rasgos, temperamento,
carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad”. Esa definición
refleja bastante bien lo que en este grupo de variables queremos incluir, si bien es
notorio que el vocablo “idiosincrásico” es poco conocido y difícil de pronunciar.

En cuanto a “factores de personalidad”, es una terminología que también refleja con


acierto la naturaleza de esas variables. No obstante, tiene el defecto de centrar este
tipo de factores en la forma de ser de la persona cuando - como se verá - se abarca
bastante más con ello. La expresión “factores de personalidad” es insuficiente y puede
focalizar el asunto sólo en cuestiones psicológicas.

Podríamos haber optado por denominarles “factores individuales”. Efectivamente son


rasgos individuales, definidores incluso de la individualidad, pero si nos fijamos bien
veremos que, en realidad, también lo son los factores situacionales y culturales.
Ciertamente, los factores definidores de la situación y los más específicamente
culturales influyen en el proceso de mediación a través de su presencia en las partes
involucradas. Aunque la situación y la cultura están pautados colectivamente, con lo
que el mediador trabaja es con la situación de esas personas y con los bagajes
culturales que influyen en, o son asumidas o expresadas por, esos individuos.

En cuanto a la posible denominación de “factores psicológicos” no nos convence


básicamente por tres motivos. Primero, porque “lo psicológico” no se reduce a lo
individual sino que abarca también aspectos colectivos y sociales (psicología social,
comunitaria, del trabajo, etc), cuando lo que aquí queremos enfatizar es lo
idiosincrásico, lo específico del individuo. Segundo, porque puede inducir a error si se
interpreta incluir aquí principalmente sólo lo relativo a aspectos mentales y cognitivos.
Tercero, por la misma razón por la que no hablamos de “factores sociológicos” (sino
situacionales y en todo caso sociosituacionales) o “antropológicos” (sino culturales, y
en todo caso étnicos o etnoculturales).

Identificación.- Sin duda, puede hacerse un listado inmenso de factores personales, un


listado que por lo inacabable se convertiría pronto en inútil. De lo que se trata, sin
embargo, es de que el mediador sepa detectar y abordar adecuadamente los
principales rasgos idiosincrásicos, individuales, de personalidad, etc., que aparecen
bien a lo largo del proceso de mediación o bien en algunas de sus fases. Decimos
detectar en la medida en que el /la mediador/a sabe de antemano que esos factores de
personalidad suelen contar en asuntos como la valoración que cada parte hace del
conflicto, la disponibilidad a colaborar y sus cambios, las reacciones ante las palabras
del otro, la confianza en el mediador y en la mediación, etc.

Decimos también abordar adecuadamente dado que una vez identificadas esas
variables y su influencia en el proceso, el mediador deberá disponer las acciones
pertinentes en forma de preguntas, reformulaciones, legitimaciones, sugerencias,
propuestas, etc. Y no sólo detectar y abordar adecuadamente, se trata de que el /la
mediador/a se anticipe, sepa y sea consciente de que esas variables idiosincrásicas
están ahí y van a estar ahí, teniendo un dispositivo de “alerta” y espera ante ellas.

A partir de esos considerandos y siguiendo los aportes en este terreno, englobamos


aquí:

174
Listado 1
EJEMPLIFICACION DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE* DE
PERSONALIDAD
1.- Autopercepción o idea de sí mismo
2.- Pautas de percepción del otro y de lo ajeno
3.- Actitudes básicas del individuo
4.- Pautas habituales en el comportamiento
5.- Talante: agresividad /conciliación
6.- Habilidades sociales
7.- Sentimientos y estructura afectiva y emocionalidad.
8.- Axiología o “escala de valores” de la persona
9.- Filosofía particular de la vida
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez

Caracterización.- Antes de analizar en qué manera suelen ser significativos este tipo de
rasgos más directamente vinculados a lo personal, señalemos algunas de sus
características:

Son distintivos, propios o peculiares de los individuos, o personas involucradas en el


proceso de mediación.

Kenneth es una persona que valora mucho el orden y la disciplina, es un hombre


“recto” o cabal. Viollet es una mujer de trato dulce y voz susurrante, con un sentido
fuerte de la dignidad personal.

Generados y operantes en la media o larga duración. Se trata de rasgos de la


personalidad y por lo tanto de pautas configuradas en el desarrollo evolutivo de la
persona. No son por lo tanto meramente coyunturales, del momento en sí, si bien
puede haber una cierta coyunturalidad.

La forma de ser de ambos es producto de sus historias personales, buena parte de ella
fuera del contexto migratorio. No podemos narrar aquí sus historias personales , pero sí
indicar que aunque se conocieron de jóvenes en el barrio y luego en la universidad,
Viollet y Kenneth fueron enculturados en familias de diferentes características y
orientaciones en cuanto a socialización.

Con distintos niveles de arraigo y expresión. Los factores personales pueden estar más
o menos formados o arraigados en el individuo, en función por ejemplo de su edad. A la
hora de tenerlos presentes en la acción mediadora, convendrá analizar si son rasgos
total o débilmente encardinados en el individuo, desde muy antiguo o recientemente.

Por ejemplo, en el caso de referencia intuimos que mientras Kenneth mantiene pautas
de comportamiento en el contexto de migración, en Viollet algunos aspectos de
búsqueda de una mayor igualdad entre esposos se han estimulado o despertado en el
nuevo contexto.

Relevancia.- La relevancia en el proceso de mediación intercultural de estas variables


idiosincrásicas puede venir dada por una o varios de los siguientes motivos:

175
• Haber influido -generalmente junto a otros elementos- en la génesis de la
problemática tratada (origen del conflicto, etc).
• Influir de forma significativa en la imagen, percepción o actitud hacia la otra parte.
• Condicionar el tono general de la comunicación y discusión, tanto entre las partes
como con la mediadora.
Presentar una dificultad y oportunidad para ser tenida en cuenta por el/la mediador/a.

Interrelación.- Estos rasgos de la idiosincrasia, individualidad y personalidad -insistimos


que en la práctica sólo tendremos en cuenta los especialmente presentes en el proceso
de mediación - van ligados a, y están influidos por, la situación vital de la persona (o
grupo) y su identidad y pertenencia cultural. Esto es, por los otros conjuntos de
elementos presentes en nuestro esquema metodológico.

HACIA UNA METODOLOGÍA MULTIFACTORIAL EN MEDIACIÓN INTERCULTURAL


INTERACCION DE LOS FACTORES

operantes SITUACIONALES

CULTURALES

Elaboración: Carlos Giménez Romero (Octubre 2002)

El gráfico anterior solo es un indicador de que hay “zonas de intersección” de enorme


interés para la acción medidora, si bien no logra reflejar las interacciones dinámicas,
abiertas y complejas -en definitiva, sistémicas- entre las dimensiones personales,
situacionales y culturales. Tratemos de detallar algo más esas conexiones.

Consideremos primero la conexión Personalidad / Situación. Nuestro punto de partida


metodológico es que estar en una situación de crisis, afirmación, bonanza,
desesperación, cambio radical, estabilidad, etc, hará que emerjan y se manifiesten
unas actitudes y no otras, unas pautas de comportamiento y no otras, etc. La tendencia
al orden y la seriedad de carácter por parte de Kenneth y su exigencia de cumplimiento
estricto de normas y deberes, no fueron obstáculo para una buena relación de noviazgo
y de matrimonio, pero las difíciles circunstancias que atravesaron le llevaron a entender
la situación como una falta de colaboración por parte de ella, conduciéndole finalmente
a un mal trato.

En cuanto a la conexión Personalidad / Cultura, este binomio trae a colación las


elaboraciones sobre individuo y cultura realizadas en antropología social y en
psicología, ya desde los tiempos de la Escuela de Cultura y Personalidad (Margaret
Mead, Ruth Benedict, Abraham Kardiner, etc.). Algunos teóricos sostuvieron que en
176
cada grupo cultural hay determinadas “personalidades modales” y otros han mantenido
el supuesto “carácter nacional” habiendo críticas de todo ello. Aportes sobre las
relaciones entre individuo y cultura que se han seguido haciendo hasta nuestros días.
En cualquier caso, y es el punto que aquí nos interesa señalar, los individuos son
versiones genuinas de su mundo cultural.

Las culturas -ni como campo de la realidad humana o realidad social, ni como concepto
que trata de acotarlo- son un todo homogéneo sino que cada cultura tiene una
diversidad interna. Ese bagaje de conductas aprendidas y modos de significación de la
realidad que toda cultura implica, no es vivido por igual por todos sus miembros sino
que es compartido diferencialmente en función de variables como la edad, el sexo, la
región de origen, la ocupación, la clase social, etc. Por eso, además de la existencia de
subculturas o microculturas, hay que partir de cada persona y subgrupo vive, aplica,
desarrolla de forma genuina, las formas de ser, pensar, decir y sentir (pautadas
culturalmente). Kenneth y Violet son nigerianos en Madrid pero lo son de forma
diferente al resto de los nigerianos en Madrid. Cada uno de ellos es expresión genuina
de su cultura: son jóvenes, universitarios, de clases medias, etc.

En definitiva, aunque por una parte estamos aquí en el reino de lo muy particular, de lo
genuinamente particular, puesto que toda persona solo es idéntica a sí misma, por otra
parte a nadie se le ocultan las conexiones complejas y sutiles entre personalidad,
situación y cultura. Esas conexiones complejas y sutiles son las que debe descubrir el
mediador o mediadora, con ellas debe estar familiarizado y acostumbrado, y cada
nueva acción mediadora debe ser una fuente de enseñanza sobre ese particular.

2.2 Factores situacionales

Definición.- Definimos los factores situacionales como los rasgos, variables o


características del contexto donde se desenvuelven los individuos, grupos o
instituciones participantes en la mediación y de la posición que en dichos contextos
ocupan esos sujetos.

Cuando decimos contexto nos referimos, más precisamente, a los múltiples niveles o
conjunto de contextos, desde los más inmediatos a los más lejanos, desde la familia y
el entorno urbano hasta la estructura social, la arena política y el debate ideológico en
la sociedad, desde el contexto regional y nacional al internacional, desde el local al
global, tratando el mediador de captar lo “glocal”.

Los individuos -y en su caso los grupos y las instituciones- adoptan, mantienen o


ajustan distintas posiciones. En la dimensión situacional incluimos los aspectos de
estatus y rol (por supuesto, también pautados culturalmente) pero al hablar de
posiciones vamos más allá. El mediador prestará particular atención a cual es la
posición de las partes en su situación y en esa situación: posiciones de dominio y
subordinación, de cooperación o competencia, de horizontalidad y verticalidad, de
cierre o apertura, etc.

Desde el punto de vista de los sujetos involucrados en la mediación – individuales o


colectivos- se trata de variables presentes en el momento o coyuntura en la cual viven.
Ese “tempo” de los sujetos se refiere no tanto a los días, semanas o meses en el que
esas personas participan en el proceso de mediación, sino al horizonte vital de la
persona en esa etapa de su vida o del grupo o institución en esa etapa de desarrollo.
Se trata por tanto de un conjunto interrelacionado y complejo de procesos, contextos y

177
posiciones en los que los sujetos están envueltos: familiares, laborales, de movilidad
espacial, asociativos, políticos, etc.

Denominación.- Al igual que en el grupo anterior, nos parece útil hacer algunas
aclaraciones terminológicas de cara a precisar las características peculiares de este
segundo grupo de factores.

Otras denominaciones que, en principio, podrían utilizarse para este segundo grupo de
factores son las de factores “sociales”, “socioeconómicos” o “sociológicos”, si bien
preferimos la de situacionales por las siguientes razones. En la categoría de situacional
incluimos aspectos económicos jurídicos, políticos o ideológicos – como serían en un
determinado país, la estratificación clasista, su legislación de extranjería, las
concepciones de la democracia y los debates sobre la identidad nacional – amplitud
que podría no reflejarse suficientemente en expresiones como “factores sociales” o
“socioeconómicos”.

Por otra parte, esas dos expresiones de factores “sociales” o “socioeconómicos” no


conllevan la idea más precisa de contextualidad del presente de cada parte de la
mediación. En todo caso, utilizaríamos la expresión sociosituacionales, pero también en
este caso el deseo de sencillez nos lleva a emplear la denominación más escueta de
“situacional”, ya de por sí no fácil de entender por muchos.

En cuanto a la denominación de “factores sociológicos” para englobar estas variables


no nos convence, primero, por su generalidad - mientras que situacional remite a
contexto y posición- y, segundo, por su connotación de aspectos relacionados con lo
estudiado por una determinada disciplina o ciencia social, en este caso la sociología.

Identificación.- Cuando las partes del proceso de mediación son sujetos individuales –
o al menos una de ellas- los elementos de la realidad que se engloban entre los
factores que denominamos situacionales tienen mucho que ver con los niveles de
calidad de vida y de bienestar social de las partes presentes en el proceso de
mediación. El Listado 2 enumera algunos de ellos. Para el caso de sujetos colectivos –
grupos o instituciones – el listado sería diferente.

Listado 2
EJEMPLIFICACION DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE
SITUACIONALES
(Para el caso de sujetos individuales, no para grupos o instituciones)
1.- Situación familiar
2.- Situación económica
3.- Situación residencial
4.- Situación laboral
5.- Situación de género
6.- Situación de edad
7.- Clase social
8.- Prestigio social
9.- Poder e influencia
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez

178
En el caso, por ejemplo, de un inmigrante o persona de origen extranjero podríamos
mencionar entre los factores situacionales pertinentes los siguientes: (obsérvese como
algunos son absolutamente comunes con el autóctono y otros son bastantes
específicos, concretamente el 1, 3 y 8)

Listado 2 bis
EJEMPLIFICACION DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE*
SITUACIONALES EN LOS INMIGRANTES
1.- Estatuto jurídico: irregularidad, precariedad, en trámite, etc.
2.- Nivel de ingresos de la persona y la familia
3.- Compromiso económico con familiares y otras personas en origen
4.- Condiciones de trabajo (jornada laboral, existencia o no de contrato, explotación...)
5.- Condiciones de vida (habitación alquilada, hacinamiento, infravivienda, etc)
6.- Desarrollo escolar (“performance”)
7.- Situación de salud y acceso al sistema sanitario
8.- Proyecto migratorio, estrategias y expectativas
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez

El caso de Violet y Kenneth muestra varios aspectos situacionales claves para poder
entender el conflicto de la pareja. Veamos, por ejemplo, las cuestiones económicas.
Los primeros años que Kenneth estuvo solo en Madrid, antes de que viniera ella, vivió
en pisos compartidos. Lo que ganaba en su trabajo le era suficiente para: a) cubrir sus
gastos de emigrante (comida, alquiler, etc) y b) enviar remesas a sus familias, las
cuales iban siendo utilizadas para la construcción de una casa. Su esquema económico
cambió drásticamente tras la legada de ella. Se fueron a otra casa, compartida con otra
pareja de paisanos. El gasto de alquiler subió. Cuando nació Junior, los gastos
volvieron a subir. Recuerdo, por ejemplo, el día que comentaron lo caro que era un
cochecito de niño y, en general, criar a un hijo en España.

Ese aumento de gastos coincidió con una disminución de ingresos por el desempleo de
Kenneth. Además de la angustia y situación estresante que los apuros económicos y
laborales causan en cualquier familia, en el caso de un emigrante puede estar
agravado – como era el caso de Kenneth – por una parte, por la forzada y no deseada
interrupción del envío de remesas a la familia, con todo lo que ello conlleva de
compromiso moral y de imagen de éxito en la aventura migratoria; y, por otra parte, con
el riesgo de devenir otra vez irregular ante las dificultades en la renovación del permiso
de trabajo. Vemos que la situación económica de la familia, se conecta con el
alojamiento, las relaciones con amigos, la relación con la familia en origen, el estatuto
jurídico, etc.

Lo que queremos enfatizar aquí es que todos esos elementos son más situacionales
que estrictamente culturales y menos aún personales. Por supuesto, que el bagaje
cultural y la personalidad de nuestros protagonistas influyen y están presentes, por
ejemplo, en la interpretación y en la vivencia de esas situaciones. Un factor de situación
como puede ser la precariedad económica puede hacer “saltar” cuestiones de carácter
cultural o darles más relevancia, como son las obligaciones que cada miembro tiene
respecto a su género, lo cual está pautado culturalmente. Desde que Kenneth no
ingresaba el mismo dinero en casa, ella le criticaba no cumplir con sus papeles
masculinos de esposo y padre de familia, mientras que él a su vez le recriminaba a ella
no cumplir sus papeles femeninos que como mujer tenia asignado: preparar las

179
comidas, esperarle a la llegada a casa. Ella fundamentaba su cambio de actitud en que
él había dejado de cumplir a su vez su papel.

Lo importante y útil, tanto para hacer bien la mediación como para comprender bien el
fenómeno migratorio y las relaciones interétnicas, es identificar todos los elementos
presentes, darles su justo peso y relevancia, analizar como interaccionan, no
confundiendo las cosas y no cayendo ni en culturalismos ni en psicologismos.

Caracterización.- Comenzaremos por decir lo que no son los factores situacionales:

• No son rasgos de la personalidad, pues no constituyen elementos del temperamento


o carácter de la persona
• Tampoco son rasgos culturales, pues no forman parte de las señas de identidad
étnica de un determinado grupo.
• Veamos ahora sus características propias:

Remiten al contexto, o más bien a los contextos, en los que el individuo vive mientras
está ocurriendo la acción mediadora ( o ha vivido previamente): contextos legales,
institucionales, sociales, políticos, ideológicos, etc.

Nuestros protagonistas viven su realidad y problemática en un contexto migratorio y en


una sociedad nueva para ellos, que les asigna determinadas posiciones jurídicas
laborales y sociales. Como parte de ello, viven un contexto de red migratoria nigeriana
y de vinculaciones con el contexto de origen, adoptando posiciones de compromisos
morales con unos y con otros. Pero el migratorio no es este el único contexto
situacional a tener en cuenta,. En esta pareja, es importante como en tantas otras -
nigerianas o no, migrantes o no- la situación familiar de haber tenido el primer hijo, de
inaugurar la familia propia o de descendencia, etc.

Se ubican en el eje de la igualdad/desigualdad humana y no en el de la


similitud/diferencia, como será el caso de los factores culturales192.

Por solo tomar los contextos migratorios, es fácil ver los elementos de desigualdad de
derechos, oportunidades, expectativas, que ellos conllevan en la Europa actual. Todo
ello pesa en una pareja, cuya situación y problemática no debe quedar reducida ni a su
“forma de ser” en lo personal o en lo cultural, con ser estos hechos diferenciales
también relevantes.

Son ubicados y valorados en una escala de positividad-negatividad por el/la sujeto


protagonista y por los quienes tratan con el/ella : “está pasando por una buena
situación”, “tiene una situación muy difícil”.

Relevancia.- La relevancia en el proceso de mediación intercultural de las variables


situacionales puede venir dada por motivos como los siguientes:

• Ser causa, o una de las causas, del origen de la problemática abordada.


• En el caso expuesto, parece claro que las dificultades de esa pareja venían
motivada, entre otras cosas, por carencias económicas, desempleo, etc.

192
Para un desarrollo de esta distinción de ejes o dimensiones de la realidad humana en cuanto a
diversidad, véase Giménez (1997 y 2000). Una síntesis publicada en España puede leerse en Giménez
(2002).
180
• Condicionar, en mayor o menor grado, el comportamiento de las partes durante el
proceso de mediación. Por ejemplo, en un momento determinado y aunque el motivo
de la sesión era para la plaza en la guardería, la desesperación le hace mostrar a
ella que ha sido objeto de malos tratos.
• Configurar una determinada relación de igualdad o desigualdad entre las partes,
influyendo en las relaciones y percepciones de jerarquías, subordinaciones o
desequilibrio

Facilitar o dificultar la comunicación entre las partes o entre ellas y el mediador.

Interrelación.- Ya vimos anteriormente la conexión Situación/Personalidad: los factores


personales están ligados a, e influidos por, la situación vital de la persona o grupo.
Dicho de otra forma ahora, los contextos desafían a las personas, presentándoles
oportunidades y limitaciones, opciones y restricciones.

Veamos ahora la interrelación entre lo situacional y lo cultural. Esta conexión puede


analizarse desde bastantes ángulos. Uno que consideramos especialmente rico es el
de la interrelación entre diferencia y desigualdad. El tratamiento de las diferencias
lingüísticas, religiosas y culturales está condicionado de forma intensa por los contextos
de distribución desigual de la riqueza económica, del poder político y mediático y de las
escalas de prestigio y estratificación social. Esta conexión Situación/Cultura que ahora
analizamos es especialmente tratada en los enfoques teóricos de Economía Política y
Cultura, así como en las etnografías orientadas por dicho planteamiento.

En el caso que nos sirve de ejemplificación, nótese que él no niega sino que justifica
los moratones y arañazos como algo que ella sabe que él “está obligado a hacer”,
como algo “que a ella le inculcaron de pequeña”, que si no obedecía y “respetaba” a su
marido , éste debería recurrir a lo necesario con tal de corregirla, etc. Estamos aquí
ante una situación de mal trato – con todo lo que de universal y de singular tiene en
cada caso – con los intentos consiguientes de justificación y legitimación en términos
culturales. No podemos abordar con detalle estas complejas cuestiones. Solo
indicaremos, en términos generales, que es preciso superar el relativismo cultural y
ético extremo – y en esa línea la perspectiva intercultural tiene mucho que aportar. En
términos concretos, añadiremos que fue de gran utilidad para la mejora de la relación
entre ellos, informar a él con rigor que esa conducta constituía un delito y que se
arriesgaba a mucho sin persistía en esa línea.

2.3 Factores culturales

Definición.- A los efectos de la metodología que proponemos, estamos entendiendo los


factores culturales193 como aquellas pautas de conducta y modos de significación de la
realidad (normas, valores, creencias, etc) que el individuo ha adquirido mediante
aprendizaje en su proceso de socialización y que comparte con los otros miembros de
su mismo grupo étnico, socio- racial o cultural.

En el caso de grupos e instituciones involucradas en los procesos de mediación


intercultural, precisaremos – para los primeros- que los factores culturales son pautas o

193
Sobre el concepto de Cultura puede consultarse distintos manuales de antropología social. Una obra
reciente dedicada a sus usos e importancia es el texto de Kuper (2001). Por mi parte, he tratado de
ofrecer en algunos textos una síntesis de este concepto y su operacionalización para profesionales de la
intervención social. Por ejemplo, Giménez (1994). O también Cultura en Giner; Lamo de Espinosa y
Torres (1998).
181
rasgos que configuran determinados sistemas y mecanismos de identidad y/o
identificación así como de pertenencia a dicho grupo, y, en lo relativo a instituciones,
los factores culturales se expresan en la microculturas institucionales (ocupacionales,
corporativas, organizacionales).

Denominación.- Al igual que en los grupos anteriores, puede ser útil aclarar porqué no
utilizamos otros términos posibles como factores “étnicos”, “etnoraciales”,
“etnoculturales” y “antropológicos”.

Nuestra argumentación va en línea con planteamientos ya hechos respecto a


denominaciones alternativas para los otros dos tipos de factores. Para no cansar al
lector diremos únicamente que descartamos los tres primeros – en los cuales aparece
el elemento étnico (ethnós) – por ser más complejos y poder llamar a confusión, y en
cuanto al último- “factores antropológicos”- porque no nos referimos a aspectos
estudiados por la antropología social, s bien es ésta la disciplina que tiene por objeto de
estudio al Cultura.

Identificación.- Al igual que ocurre con los factores personales y situacionales, resulta
excesiva y peligrosamente esquemático identificar estos factores y más aún hacerlo de
forma enumerativa. Esa prevención es aún mayor en este tercer grupo, cuando la hace
un antropólogo, como es el caso del autor. No obstante, considero conveniente hacerlo
insistiéndole al lector y al mediador o mediadora que lo que se persigue no es más que
mostrar un campo de variables diferente a los otros. En este caso, una ventaja
adicional de ofrecer un listado orientativo es contribuir a superar la idea de que los
factores culturales son exclusivamente los relacionados con aspectos de cultura folk,
tradiciones exóticas o costumbres rituales. Al comienzo del listado, se plantean aparte
los sistemas de normas y de valores para indicar la “transversalidad “ que tienen: hay
normas y valores ligados al sexo, la economía, el parentesco, etc.

Listado 3
IDENTIFICACIÓN DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE*
CULTURALES
A.- Normas; prohibiciones y prescripciones
(dieta, comensalidad, vestido, celebraciones, etc)
B.- Estructura y jerarquía de valores
1.- Roles y estereotipos de edad
2.- Roles y estereotipos de género
3.- Sistemas de parentesco, familia y herencia
4.- Concepciones y prácticas de intercambio, reciprocidad, redistribución, etc.
5.- Sistemas de jerarquía, autoridad y prestigio
6.- Lengua y pautas de comunicación verbal y no verbal
7.- Creencias y prácticas religiosas (espiritualidad)
8.- Otras concepciones y creencias (espacio, tempo, etc)
9.- Rituales y ciclo festivo
10.- Identidad étnica
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez

Caracterización.- En tanto que rasgos culturales hay una remitencia entre lo conductual
y lo cognitivo, de tal forma que si estamos ante una conducta aprendida (por ejemplo,
comportarse como co-esposa) ésta tiene un trasfondo cognitivo (normativa sobre

182
poligamia), y si se trata de un modo de interpretación o significación de la realidad (por
ejemplo, la creencia en seres fantásticos) normalmente se expresa en determinados
comportamientos (como llevar amuletos).

En tanto que rasgos culturales han sido adquiridos a través del aprendizaje cultural y
de los procesos de socialización-enculturación.

Tienen una expresión simbólica, ya sea en el lenguaje articulado, en la comunicación


no verbal o en otros sistemas de simbolización.

Se interrelacionan con otros rasgos culturales, dando a la cultura la apariencia de un


todo más o menos estructurado.

Son compartidos con los demás miembros del grupo, pero eso sí se comparten
diferencialmente según sea la edad, sexo, clase social, ocupación, etc,. de la persona.
Aquí está el fundamento de afirmaciones anteriores de que en todo grupo cultural hay
heterogeneidad interna y de que cada persona es expresión genuina de su cultura.

Por lo general tienden a perpetuarse y transmitirse de generación en generación, por lo


que se trabaja porque se continúen en la nueva generación.

Son cambiantes en la medida en que son dispositivos de adaptación, generados en


circunstancias históricas tan concretas como mudables, estando influidos por el medio
ambiente ecológico y social.

Relevancia.- Examinar cual puede ser la relevancia de los factores culturales en los
procesos de mediación intercultural podría parecer un tanto tautológico u obvio, pero no
lo es en absoluto. Ya hemos indicado que la diferenciación cultural entre los
involucrados (en el sentido amplio explicado más arriba) es una condición necesaria
para que podamos hablar de mediación intercultural. Ahora bien, queda por ver de qué
forma o en qué grado influyen los respectivos bagajes culturales. Y hasta tal punto es
esto pertinente que, como otras veces he señalado, uno de los sentidos de la
intervención del mediador intercultural es mostrar que en ocasiones se está
exagerando o confundiendo esa influencia.

Los bagajes culturales pueden ser relevantes:

• Configurando en buena medida la naturaleza de la comunicación durante el proceso


de mediación,
• Como motivo del conflicto: por ejemplo, un pleito conyugal entre padres con
diferentes confesiones religiosas sobre cual debe ser la educación religiosa a dar a
sus hijos.
• En los discursos, representaciones, narrativas y justificaciones ofrecidas por las
partes.
• En el surgimiento de malentendidos entre las partes o entre ellas y el mediador.
• En las actitudes, oportunidades, limitaciones y errores del mediador o mediadora,
desde el momento en que el /ella tiene también su propio bagaje cultural.

Interrelación.- Dado que ya hemos abordado las interrelaciones personalidad /cultura y


situación /cultura, remitimos en este punto a lo dicho anteriormente.

3. SOBRE EL MANEJO PRÁCTICO DEL PLANTEAMIENTO MULTIFACTORIAL

183
Una vez distinguidos y comentados los tipos de factores y su compleja interacción,
podemos pasar ya a los aspectos propiamente técnicos u operativos del análisis
multifactorial que proponemos. Las consideraciones que siguen van orientadas a
facilitar la aplicación del planteamiento multifactorial al proceso de mediación, o de
intervención y dinamización comunitaria, en su caso. Comenzaremos con algunas
ideas sobre su asumción por el mediador o mediadora, seguiremos con sugerencias
sobre cómo incorporarlo a las distintas fases del proceso de mediación y finalizaremos
con una recomendación final de síntesis.

1.- Ante todo, el/la mediador/a (u otro profesional o agente social) debe ejercitarse en
las habilidades para el manejo de estas dimensiones y factores.

El mediador es parte del proceso de mediación. Mucho se ha escrito sobre qué


habilidades debe tener. Aquí queremos sugerir solamente que planteamientos
multifactoriales como el que se ha propuesto, le pueden permitir no caer en
casualidades simples, en posiciones etnocéntricas, en culturalismos.

De esa forma, y nos atreveríamos a decir que solo de esa forma, el /la mediador/a
podrá ayudar a las partes a ubicar su problemática, a tomar consciencia de porqué
ocurre lo que ocurre, a profundizar en cómo narran sus historias. Si esta “figura puente”
o “posición tres” que es la mediadora o el mediador, debe siempre estar atento a que
las partes superen sus casualidades simples, deberá él mismo o ella misma saberlas y
poderlas superar, yendo mucho más allá de las etiquetas y simplificaciones (“él es muy
machista”, “ella está muy sometida” y cosas por el estilo).

Revisar sus casos y su labor desde el ángulo de lo personal, lo situacional y lo cultural,


puede ser una buena práctica reflexiva y sistematizadora, que le permita ir calibrando la
realidad externa y también la suya interna, potenciado ese proceso enriquecedor de
transformación personal que la mediación lleva consigo

2.- Al inicio del proceso de mediación, identificar qué factores están presentes y cómo.

La mediación se inicia con la escucha atenta. El mediador o mediadora obtiene un


primer conocimiento a partir de las versiones aportadas por de las partes y poco a poco
va elaborando su diagnóstico previo y provisional. Para incorporar la perspectiva
multifactorial ya en esta primera fase, es importante ser conscientes de que no todos
los factores están presentes, y ni siquiera todos los tipos de factores. Quizás la
problemática está planteada en términos marcadamente culturales y luego irán
apareciendo otros elementos.

Algunas preguntas a plantearse en este punto por el/la mediador/a pueden ser de este
tenor:

• ¿qué aspectos están presentes ahora que comienzo a abordar el caso o el


problema?,
• ¿cómo clasificar estos factores?,
• ¿me es útil distinguir los aspectos idiosincrásicos, situacionales o culturales?,
• ¿de qué forma están presentes esos factores: de palabra, en lo no verbal, en las
conductas o comportamientos de las partes?,
• ¿las diferentes variables se manifiestan de forma explícita o su presencia está
implícita, en ambas partes o sólo en una?,

184
• ¿qué influencia tienen los factores de uno u otro tipo?,
• ¿qué relevancia tienen esos factores identificados en la fase de inicio para cada
parte, para el problema o conjunto de problemas, para el proceso de mediación y
para las posibilidades del mediador?.

3.- Durante fases más avanzadas del proceso, estar atento a los factores que van
emergiendo y a las modificaciones que se introducen en los inicialmente presentes.

A medida que avanza el proceso de mediación se va haciendo más necesario un


análisis de las partes y de los contextos. El mediador debe identificar y caracterizar a
los actores involucrados y a las partes entre las cuales se media. Estamos en ese
momento en que se hace muy necesario un examen del conjunto de diferencias entre
las partes, el señalamiento de la diferenciación cultural entre ellas (étnica, lingüística,
religiosa, etc.), la consideración de los elementos (posibles e hipotéticos) de
desigualdad entre las partes (económica, ocupacional, clase, sexo-género, edad-
generación, poder, etc.), los contextos de desigualdad y su significación en la relación y
la determinación de posible interrelación entre diferencias y desigualdades.

Generalmente, en mediación es conveniente facilitar el afloramiento de todo lo


concerniente al problema194. En ese sentido y en lo relativo al instrumento multifactorial
que propiciamos, durante el proceso de mediación es importante facilitar o promover la
expresión de las diferentes variables presentes, así como ir observando cómo
intensifican o no su presencia las caracterísiticas personales, los desafíos de la
situación y las interpretaciones culturales. Ello puede ocurrir bien en las sesiones
conjuntas bien en las conversaciones con cada una de las partes.

Ahora los interrogantes que movilizan al mediador son de este tenor:

• ¿qué nueva variable de personalidad, situacional o cultural ha surgido en escena?,


• ¿porqué ha surgido?,
• ¿cómo lo ha hecho, a partir de qué?,
• ¿cómo afecta ese nuevo factor al escenario previamente compuesto?,
• ¿qué alteraciones se observan en la expresión e intensidad de las factores
identificados previamente, durante la fase de inicio?

4.- Analizar la interrelación entre los distintos factores.

Si desde el principio es crucial captar la interrelación de los factores, ello se hace más
necesario y movilizador a medida que transcurre el proceso de mediación, sobre todo
ahora que han emergido significativamente nuevos aspectos y que ha habido cambios
en otras facetas de la relación establecida, de las actitudes de las partes, de la
formulación del problema o del surgimiento de propuestas u opciones.

Las cuestiones a plantearse son ahora:

• ¿de qué manera las partes enfatizan sucesos o aspectos relacionados con cada tipo
de variables?,

194
Decimos generalmente, pues hay metodologías como la empleada por ejemplo por Aldo Morrone, a
partir de la pregunta milagrosa y la definición de una situación de llegada satisfactoria, en las cuales
intencionadamente se obvia total o momentáneamente el preguntar a las partes por las causas del
problema.
185
• ¿cuándo, porqué, cómo y para qué se enfatizan por los involucrados las cuestiones
personales, los asuntos que se relacionan con las condiciones de vida (o cuestiones
situacionales) y determinados elementos de costumbre, identidad étnica o cultural, o
religión?,
• ¿cómo se mezclan en lo concreto esas tres dimensiones: la personalidad, la
situación y la cultura?.

5.- Centrarse en el “canal” más adecuado para la acción mediadora.

A la hora de gestionar constructivamente la conflictividad (prevenirla, regularla y,


eventualmente resolverla) y de trabajar por la mejora de la comunicación y la relación,
es muy útil situarse en la dimensión, ángulo o “canal” más adecuado. Puede ser útil
tratar de centrar a las partes, en aspectos marcadamente individuales o personales,
otras veces sobre los situacionales y en otras ocasiones sobre los culturales.

De esta forma, el mediador intercultural, o en su caso el trabajador social, el educador


de calle, el animador, etc, que trabajan en contextos multiculturales, puede ayudar a las
personas desde ese horizonte dibujado en la afirmación que hace más de medio siglo
hicieron Kluckholn y Murray: “Todo individuo es, en cierto sentido, como todos los otros,
como algunos otros, como ningún otro”. Quienes trabajan en la intervención social y en
el desarrollo comunitario, en los nuevos escenarios de diversificación sociocultural,
podrían así tener presentes, de forma pluralista y ecuánime, el horizonte universalista
de la naturaleza humana común y de los derechos humanos, las distintividades
comunitarias y grupales, y las singularidades de la individualidad.

El planteamiento multifactorial que hemos desarrollado va en esa línea, diferenciando y


tomando conjuntamente personalidad, situación y cultura. Si la mediación es una
herramienta alternativa para la gestión positiva y participativa de la conflictividad
humana, en el contexto amplio de mejorar la comunicación y las relaciones, debería
tener bien presente lo afirmado por Augsburger, hace solo diez años, parafraseando a
los autores anteriores: “todo conflicto humano es, en cierto sentido, como todos los
otros, como algunos otros, y como ningún otro. Los conflictos son universalmente
similares, culturalmente distintivos e individualmente únicos - simultáneamente,
invariablemente y fascinantemente!”.

BIBLIOGRAFÍA

GIMÉNEZ, C., 1994. El concepto de cultura y su aplicación a la fenómeno migratorio.


Entreculturas. Cáritas.
GIMÉNEZ, C., 1997 Guía de Interculturalidad (1997 y 2000). PNUD-Guatemala.
GIMÉNEZ, C., 1997. La naturaleza de la mediación intercultural. Revista Migraciones,
2, 125-161.
GIMÉNEZ, C., 1999. Modelos principales de mediación y su aplicación a contextos
multiculturales. Revista Migraciones.
GIMÉNEZ, C., 2002. El planteamiento intercultural: su relación con la ciudadanía y las
políticas públicas. Seminario de Investigación para la Paz; Centro Pignatelli y J.M.
ALEMANY y otros, La inmigración, una realidad en España. [Zaragoza]:
Departamento de Cultura y Turismo. Colección Actas, nº 57.
GINER, S.; E. LAMO DE ESPINOSA y C. TORRES, 1998. Diccionario de Sociología.
Madrid: Alianza Editorial.
KUPER, A., 2001. Cultura: La versión de los antropólogos. Barcelona: Paidós.

186
SEGUNDA PARTE

CONSTRUYENDO LA MEDIACIÓN
INTERCULTURAL

187
188
PERFIL DEL MEDIADOR Y MEDIADORA INTERCULTURAL

F. Javier GARCÍA CASTAÑO


Antolín GRANADOS MARTÍNEZ
Raquel MARTÍNEZ CHICHÓN
Universidad de Granada

PRESENTACIÓN

Empezaremos reflexionando sobre el sentido que debería presidir la segunda parte de


este trabajo cuyo contenido aspira a diseñar el perfil del mediador o mediadora, una
vez que puede haber quedado claro el concepto de mediación intercultural. A modo de
introducción recurrimos a uno de los grandes teóricos de la mediación de la última
década quien de manera pertinente nos sitúa ante el reto de referir al mediador:

En 1990 se planteó la cuestión: “¿qué es un mediador?”. Hoy con el tiempo, las investigaciones y
las experiencias, hay que intentar plantear la pregunta de la identidad del mediador. Se trataba, en
1990, de establecer el perfil del mediador, su retrato robot; ahora se puede ir más lejos, no
solamente descubrir a un mediador ideal, sino establecer la identidad del mediador.
(…)
La identidad es más difícil cuando se trata de una profesión: R. Es “ingeniero”, pero ese término
genérico designa ingenieros en todos los géneros; hay que precisar, pero, ¿hasta qué punto?
Es más difícil todavía cuando se trata de un mediador: no es una profesión circunscrita, como la
del dentista o el carpintero; no es ni siquiera una profesión reconocida, como lo es ahora la del
psicólogo, por ejemplo (Si 1997, 153)

Tal vez no sea una urgencia descubrir la identidad del mediador, al menos por ahora.
Pero sí parece necesario, por no decir urgente, plantear la pregunta sobre el perfil,
sobre todo si las respuestas posibles nos llevan fundamentalmente a plantear la
práctica de la mediación desde una posición profesional y no sólo desde las
características de entrada a la profesión, las dinámicas de formación, las condiciones
de ejercicio de la profesión, etc.

Pero para tal respuesta profesional no tenemos más remedio, ante una actividad de
intervención social nueva, recoger las cosas que ya se han realizado. Ya hemos
recogido en la primera parte de este trabajo las cosas que se han dicho sobre la
mediación y ello nos ha ayudado a comprender la mediación. Toca ahora el turno de
“construir” la mediación y hacerla observando que cosas se han realizado bajo tal
denominación.

Para ello daremos un recorrido a tres fuentes de información fundamentales: la


formación que se ha despegado en diferentes contextos europeos para preparar y
capacitar a mediadores y mediadoras interculturales, las características y competencias
que se le han atribuido y, por último, las funciones que se dice debe cumplir la
mediación. Estos tres ámbitos de información nos servirán para responder al
interrogante del perfil del mediador o mediadora intercultural destacando en especial la
delimitación profesional que ello supondrá, las proximidades y relaciones con otras
profesiones y, en especial, el tipo de formación que deberá servir para capacitar a un
mediador o mediadora intercultural.

189
1. APROXIMACIONES CONCEPTUALES A LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL

Según el diccionario de la Enciclopedia Encarta On Line la mediación es una


“intervención para solucionar una disputa: la intervención de un tercero entre dos partes
en disputa en un intento de ayudarlos a alcanzar un acuerdo”. También el diccionario
francés Petit Robert entiende que se trata de una tarea que busca “poner de acuerdo” y
que tiene por objetivo “contribuir a reconciliar a las personas o a las partes”.

Esta definición de mediación -como un instrumento para solucionar conflictos una vez
que éstos han surgido- es bastante común cuando se utiliza el término en ámbitos
sociales.

Pero utilizar la mediación en este sentido de resolución de conflictos plantea una


cuestión adicional: la definición del conflicto.

Todos sabemos qué es el conflicto. Nos enfrentamos a él en nuestro trabajo, nuestros juegos y
nuestras relaciones. Definirlo, por tanto, debería ser bastante fácil. Pero como nos advierte el
proverbio zen: “la carretera recta es la que ofrece con frecuencia las mayores curvas”. Por tanto,
también descubrimos que la tarea de definir el conflicto es una labor formidable (Worchel y
Lungdren 1996).

Este campo de debate es tan amplio, interesante y controvertido como el de la


mediación y no debemos olvidarlo cuando tratamos de definir la mediación si lo que
encontramos son, sobre todo, definiciones reactivas, es decir, definiciones en las que la
mediación es un recurso que únicamente aparece cuando el conflicto ya se ha
desarrollado de forma negativa para las partes. Ni que decir tiene, que considerar la
mediación intercultural de forma únicamente reactiva ante la presencia de un conflicto
resulta muy limitador195, sobre todo si tenemos en cuenta que de lo que se trata es de
promover la convivencia de grupos culturalmente diversos; es decir, la mediación se
plantea como estrategia para la convivencia.

En este sentido se piensa que el mediador es un conciliador sin poder de decisión y no


un juez o un árbitro. Se trata de una posible forma de resolver conflictos en la que el
papel fundamentalmente lo juegan las partes y no la existencia de normas o leyes
eternas a ellas. Desde estas posiciones se entiende la mediación (Munk 1996) como un
proceso en el que las partes puedan expresarse libremente.

Esta última característica, la posibilidad de las partes de expresarse libremente, queda


claramente recogida en el Artículo 1 del Código de la Mediación, que se sigue en el
Centre National de la Médiation en Francia:

La mediación es un procedimiento facultativo que requiere el acuerdo libre y explícito de las


personas implicadas, de comprometerse en una acción (la “mediación”) con la ayuda de un tercero
independiente y neutro (el “mediador”), formado especialmente en este arte. La mediación no
puede imponerse. La acepta, decide y realiza el conjunto de los protagonistas (Si 1997, 209).

Este mismo centro, que posee una larga experiencia en temáticas de mediación,
presenta una Carta de la mediación, en la que analizan lo que es y lo que no es la

195
Margaret Cohen-Emerique (1993) considera que la mediación tendría tres niveles o dimensiones:
gestión de conflictos (mediación reactiva), accesibilidad y adecuación de los servicios (mediación
preventiva) y prevención de conflictos y promoción de relaciones adecuadas entre grupos culturalmente
diversos (mediación proactiva). En un sentido relativamente similar Six (1997) distingue entre la
mediación creativa, renovadora, preventiva y curativa.
190
mediación, así como algunas de las cosas que debería ser. La reproducimos a
continuación, tal y como se recoge en el trabajo de Six (1997):

1. Creemos que la mediación es ante todo voluntad, una voluntad de abrir caminos, de
construir puentes, de establecer lazos allá donde no existen, con el fin de permitir
que personas o grupos se reencuentren, de que un ser pueda encontrar el camino
hacia sí mismo. La mediación requiere inventiva y creatividad.
2. Creemos que la mediación es también prevención o capacidad de anticipar, de
discernir dónde se encuentran los escollos y, de esta manera, evitar que una
persona o un grupo se comprometa en un camino sin salida. La mediación eige
inteligencia y lucidez.
3. Creemos que la mediación es además medicación: una forma de ayudar, a los que
han dado un paso en falso, a los que caen en la violencia, a los que se encierran en
el conflicto, a liberarse por sí mismos de esa situación y a saber sacar provecho de
ello. La mediación es arte y valentía.
4. A partir de ahí, la mediación es un lugar intermediario donde se hacen nuevas
relaciones, o un lugar abierto que evita los escollos, o un lugar dinámico que permite
una regulación de las tensiones y los conflictos. La mediación es espacio de
comunicación. El mediador es un “él”, una tercera persona, que, siendo reconocido
por los dos “yoes” encerrados cada uno en su monólogo, les permite restablecer un
“yo” y un “tú”, conseguir un verdadero diálogo.
5. La mediación es asunto de las personas o de los grupos entre los que el mediador
establece el lazo: se trata, pues, de suscitar en ellos, que se han reunido, que han
evitado irse por otros caminos, otra manera de actuar en común. El mediador no
viene de arriba, aportando soluciones, sino que cataliza la transformación realizada
por las dos partes.
6. La mediación requiere que aquellos que recurran a ella lo hagan de una forma
activa, que renuncien a la facilidad que supone una asistencia pasiva, que creen un
horizonte nuevo, que se dirijan a él con una mirada nueva, que, junto con el
mediador, hagan posible ese futuro mediante un pacto. La mediación requiere, del
mediador, que suscite constantemente en las dos partes el deseo de elaborar juntas
un nuevo destino, una vía, una salida, e imaginar, conjuntamente, los medios para
llevarlos a cabo.
7. La mediación es también una actuación comunicacional, con tres polos: no puede
consistir en ayuda y asistencia en dos dimensiones, en las que hay siempre uno que
encuentra la solución por el otro; la mediación implica un dinamismo ternario en el
que cada uno de los tres participa tanto como los demás.
8. La mediación es una victoria; no es huida sin ganadores ni perdedores, es una
estrategia en la que dos antagonistas aceptan perder para llegar a ser uno y otro
ganadores.
9. La mediación se conduce a partir de tres únicas fuentes: la inteligencia, la ética y el
corazón; el mediador no recibe ningún poder de nadie, ni puede, pues, juzgar, ni
arbitrar, ni decidir solo; no representa a ninguna autoridad y se presenta desarmado:
ahí reside su debilidad y su fuerza.
10. La mediación es un antipoder; no es una justicia que se otorga, ni siquiera
atemperada, ni es un arbitraje; la verdadera autoridad y poder de decisión
pertenecen únicamente a las dos partes.
11. La mediación es independencia: no puede emanar ni de un partido político, ni de
una confesión religiosa, ni de un grupo cualquiera, pues entonces sería un grupo de
presión y falsearía la mediación en sus mismas raíces. Hay una mediación,
enteramente respetable y necesaria, que es la mediación del Estado, pero que es,
de hecho, una defensa oficial de los administrados (por ejemplo, la Médiature de la

191
R é p u b l i q u e en Francia). Creemos, por nuestra parte, en la necesidad
complementaria de una mediación privada, civil, asociativa.
12. La mediación, por su independencia, se constituye en asociación tal y como
prevé la ley, una asociación formada por mediadores libres y responsables, una
asociación que se ha dotado de un código deontológico para uso de los mediadores
y de los que requieren sus servicios. Y el mediador ejerce su función refiriéndose a
la asociación de mediadores que le ha reconocido y de la que recibe ayuda, consejo
y formación continua.
13. La mediación es desinteresada: no puede realizarse en beneficio del mediador,
quien, si bien puede recibir la justa remuneración del tiempo que dedica a la
mediación, no busca beneficio o favor alguno por su función.
14. La mediación es imparcial: no puede favorecer indebidamente a una o a otra de
las dos personas, o a uno o a otro grupo; el mediador debe mantenerse en la
distancia justa entre los dos y debe dejarse conducir, en su trabajo con ambos, por
los criterios de verdad y equidad.
15. La mediación es la búsqueda de objetividad: emplea argumentos sólidos y
reprime cualquier método de encanto o seducción.
16. La mediación se rige por el secreto: los que requieran un mediador tienen
estricto derecho a que éste guarde sólo para él lo que se le confía, a que no lo utilice
de ninguna manera.
17. La mediación se inscribe en la vida personal y el conjunto de la vida social como
un elemento que puede, con fuerza y discreción, contribuir al establecimiento, a la
mejora de todas las relaciones, sean las que fueren. Recurrir a ella no es una forma
de ponerse en manos de alguien, es permitirse a uno mismo ir más lejos.

Tal y como recoge la Carta que acabamos de presentar, entre los diversos aspectos
fundamentales de la mediación se encuentra la facilitación de la comunicación,
comunicación que suele verse dificultada por la existencia de códigos referenciales
distintos196. Algunos entienden que, como consecuencia del conflicto, lo que se
presenta es una dificultad para el diálogo y que la mediación vendrá a cumplir el papel
de restablecimiento de la comunicación gracias a la presencia de un tercero que
actuará como intermediario (Petitclerc 2002, 54). Esta posición de triangulación197 es la
que sirve a este autor para distanciar la mediación de otras prácticas de regulación de
conflictos como el arbitraje, la negociación o la conciliación.

Pero la referencia a la figura de facilitador de la comunicación en un proceso de


dificultades en las relaciones, en un proceso de conflictos, es constante. El propio
equipo de Desenvolupament Comunitari en Cataluña complementa esta característica
de facilitar la comunicación entre las partes en la mediación con la de contribuir al
proceso de creación y recreación de nuevas reglas y formas de convivencia entre
“quienes ya están y quienes llegan”, lo que vincula claramente la mediación al
fenómeno migratorio . Este punto de vista de Desenvolupament Comunitari es
compartido también por la Federación Andalucía Acoge que, en colaboración con la
asociación catalana, ha publicado un libro en el que se hacen públicas sus reflexiones
sobre qué es la mediación, cuál es el perfil del mediador o mediadora, y cuáles son las

196
Es también una característica de la mediación para el modelo Tradicional-Lineal de Harvard en el que
el mediador es un facilitador de la comunicación.
197
Esta idea de la triangulación no hace sino aludir a uno de los aspectos centrales que algunos autores
defienden para la mediación. La presencia de un tercero es condición sine qua non para poder hablar de
mediación, defenderá Guillaume-Hofnung (2000, 74-76). También Si (1999, 175) indicará que “el tres es
el armazón de toda operación de mediación”, y continuará diciendo que “la relación triangular es la
condición de la mediación (…)”.
192
funciones que éstos y éstas deben llevar a cabo. Veamos algunas de estas cuestiones
en detalle.

Concebimos, pues, la mediación intercultural como un recurso al alcance de personas de culturas


diversas, que actúa como puente, con el fin de facilitar las relaciones, fomentar la comunicación y
promover la integración entre personas o grupos, pertenecientes a una o varias culturas. Dicho
proceso es realizado por una persona, grupo o institución, de manera imparcial, a través de una
metodología y funciones determinadas, que veremos más adelante.
En coherencia con lo expuesto anteriormente, la mediación entre personas o grupos culturalmente
diversos actuaría preferentemente en la prevención de conflictos culturales, favoreciendo el
reconocimiento del otro diferente, el acercamiento entre las partes, la comunicación y comprensión
mutuas, el aprendizaje y desarrollo de la convivencia, la búsqueda de estrategias alternativas para
la resolución de conflictos culturales y la participación comunitaria.
Por tanto, entendemos la Mediación Intercultural como un recurso profesionalizado que pretende
contribuir a una mejor comunicación, relación e integración entre personas o grupos presentes en
un territorio, y pertenecientes a una o varias culturas. Supone la intervención imparcial de una
tercera parte, en el desarrollo de una negociación entre otras dos, que puede intervenir en las
discusiones, hacer sugerencias o propuestas en incluso formular recomendaciones con vistas a un
acuerdo. En este sentido, es importante resaltar que el mediador intercultural no tiene el poder de
decisión, sino que son las partes las que toman las decisiones. Es simplemente un asistente al
servicio de las partes en litigio, que son las únicas que pueden resolverlo (AEP Desenvolupament
Comunitari y Andalucía Acoge, 2002).

Una versión menos refinada de la mediación, ofrecida por AEP Desenvolupament


Comunitari en el Seminario sobre Mediación Intercultural realizado en Barcelona en
1999, apuntaba ya a las mismas características que aparecen en la definición que
acabamos de presentar:

Mediar significa, en su acepción más común y compartida, colocarse en medio de. Este colocarse
en medio de, implica, en el contexto de la comunicación humana, facilitarla cuando ella no es
posible por la existencia de códigos referenciales distintos. Supone, también, propiciar su
restablecimiento cuando haya desacuerdos, conflictos contribuyendo a que las partes implicadas,
encuentren aquella que, común, las une. El otro papel y sentido de la mediación y, que, de alguna
manera emerge en el proceso que se ha generado, es su contribución en el proceso de creación y
recreación de nuevas reglas y formas de convivencia entre quienes ya están y, quienes llegan.
Apostar por la mediación en situación de interculturalidad, significa entenderla como un proceso de
intercambios que, permite influirse recíprocamente, por medio de la comunicación (AEP
Desenvolupament Comunitari 1999, 80).

No faltan (Suares 1999) quienes entienden al mediador como una persona neutral
(imparcial, equidistante y que busca la equidad) que trata de ayudar a las partes para
alcanzar un acuerdo. En este sentido la acción de la mediación es vista por algunos
como aquella que logra disminuir las diferencias entre las partes (Modelo Tradicional-
Lineal de Harvard). A esta neutralidad y a la mencionada más arriba necesidad de
triangulación, Guillaume-Hofnung (2000, 74-76) añadirá la independencia (política,
moral y financiera) y la ausencia de poder institucional.

A estas ideas replican algunos modelos no admitiendo la necesidad de acercamiento


estricto entre las partes, sino enfrentando el conflicto entre ambas como una manera de
presentar nuevas alternativas, nuevos escenarios entre las partes para las relaciones
que pueden tener naturaleza conflictiva. En esta posición lo que se pretenderá será el
construir siempre historias alternativas, motivar la reflexión y, sobre todo, buscar
escenarios de transformación de las relaciones (Modelo Circular-Narrativo).

Una variante de este último modelo es aquella que pretende potenciar el protagonismo
entre las partes, movilizar los recursos de las personas en la búsqueda de un
protagonismo personal que haga que se asuman las responsabilidades de las acciones
193
propias y dote a cada uno de los componentes de las relaciones de conciencia crítica
de su posición (Modelo Transformativo de Bush y Folger).

2. LAS FUENTES DE INFORMACIÓN PARA LA DELIMITACIÓN DEL PERFIL DEL


MEDIADOR Y MEDIADORA INTERCULTURAL

Como tarea previa para la delimitación del perfil del mediador y mediadora intercultural
hemos recogido un conjunto de experiencias que pudieran apuntar algún dato en el
sentido del demandado perfil. A pesar de que lo más lógico podría haber sido reducir
tales informaciones a las aportaciones que diversas fuentes, tanto españolas como
italianas y francófonas, hacían del perfil del mediador y mediadora intercultural, muy
pronto comprobamos que no siempre que se hablaba del perfil se terminaba
delimitando o precisando aspectos sobre el mismo. En efecto, a menudo se trata el
concepto de mediación cuando se quiere tratar el perfil del mediador, y se apuntan
detalles sobre éste (sobre todo cuando se abordan las características personales de
quienes ejercen la mediación) cuando se quiere definir la mediación. Así, nos hemos
visto obligados a completar y complementar las primeras búsquedas entre la literatura
científica; lo que, por otra parte, nos ha hecho ver, como mostraremos más adelante,
las diversas implicaciones que supone delimitar el perfil del mediador y mediadora
intercultural.

Todo ello nos ha llevado a construir una estructura de información a partir de la cual se
pueden obtener consecuencias para la delimitación del perfil. Dicha estructura recorre,
en primer lugar, las diversas experiencias formativas; en segundo lugar, las
delimitaciones de funciones que se le atribuyen a la mediación y a la mediación
intercultural y, en tercer lugar, las características y cualificaciones que se esperan del
futuro mediador y mediadora intercultural y de quien ya lo es. Esta estructura
organizará el conjunto de información que ahora recogemos en este apartado.

2.1 La formación en mediación intercultural

Muchas son las iniciativas y las experiencias que se han desarrollado en Europa en lo
relativo a la formación en mediación intercultural. De ellas es importante destacar
varios aspectos que marcan las líneas de aprendizaje, la formación que se recibirá en
los cursos y el propio perfil del alumnado que accede a este tipo de enseñanza en
mediación. Por ello haremos hincapié en los requisitos de acceso a los cursos y en
algunos de los principios a seguir por esta nueva figura profesional. También nos
detendremos en los contenidos y la organización temática y temporal de la formación y
los tipos de reconocimiento académico y profesional de estas iniciativas de formación .

Comencemos pues con los requisitos de acceso a los cursos de formación en


mediación intercultural. Manuela Fumagalli (1999) hace una revisión de los cursos que
en el territorio italiano se han desarrollado en el campo de la mediación intercultural en
la que se incluyen tanto los cursos destinados a la formación en la mediación
intercultural como al perfeccionamiento de la figura ya asentada en determinadas
provincias italianas. También incluye aquellos cursos de formación en el
acompañamiento a la población inmigrante extranjera para la que se precisan ciertas
competencias de mediación.

Del conjunto de la información que ella nos aporta hemos seleccionado las fichas
técnicas de aquellos cursos que han ido destinados a la formación de la figura del
mediador y nos hemos detenido en los requisitos de acceso porque, aunque para la

194
elaboración de un perfil de la figura del mediador intercultural es importante saber las
funciones que debe tener, los límites de sus actuaciones, el campo de intervención, la
formación que debe tener, el perfil y la propia figura profesional se empieza a forjar en
el momento en el que se describe y se delinea el punto de partida de quién puede
llegar a ser o no un buen mediador o una buena mediadora intercultural. Sin duda,
nuestro punto de partida es que cualquiera puede obtener la formación para poder
ejercer la mediación intercultural, pero ahora y aquí queremos mostrar cómo se
interpreta lo que puede resultar más adecuado para poder ejercer la actividad a la que
nos referimos.

Curso de Mediación lingüístico cultural (Centro di Iniciativa Europea-Cooperativa


Kantara- Associazione Crinali- Cooperativa Progetto Integrazione)

Destinatarios- 30 varones y mujeres en situación de desempleo


Inmigrantes etracomunitarios
Estar en situación de desempleo
Mayores de 20 años
Título de estudios: escuela media superior o equivalente o periodo de escolaridad de al
menos 11 años
Domicilio en la región en la que se va a impartir la formación y a trabajar
Motivaciones válidas para la profesión de Mediador Lingüístico Cultural
Buenas capacidades relacionales
Buen conocimiento de la lengua italiana
La admisión está condicionada y subordinada a la superación de una prueba de
selección de título, de una prueba actitudinal y a una entrevista.

Curso de Formación Progetto Interdialogo (Provincia de Milán y Cáritas Ambrosiana)

Destinatarias- 10 mujeres de proveniencia: 1 china, 1 filipina, 1 peruana, 2 egipcias, 1


Sri Lanka, 1 eritrea, 1 somalí, 1 marroquí, 1 e-yugoslava.
• Mujeres inmigrantes extracomunitarias de los grupos nacionales de mayor presencia
en Milán
• Haber desempeñado previamente, de manera formal o informal, el rol de mediadora
entre la comunidad de pertenencia y los servicios.

Curso de Formación Profesional para mediadores lingüístico-culturales en el área de la


salud mental (Cooperativa Kantara)

No especifica destinatarios
• Conocimiento de la lengua italiana con un nivel medio (a nivel hablado y de
comprensión)
• Nivel superior de escolaridad
• Pertenencia a algunos de los países de una de las áreas geográficas-lingüísticas
identificadas como de mayor petición de asistencias y de intervención: árabe, latino-
americana (español y portugués), oriental (chino y filipino) y de Europa del Este
(albanés y lenguas eslavas)
La selección prevé: Una prueba escrita de lengua italiana y una prueba oral y de
comprensión de esta lengua que serán filmadas. Una entrevista psicológica para
identificar motivaciones, aptitudes y capacidades y un cuestionario sobre la cultura de
pertenencia.

195
Curso de Formación aplicado a la interpretación y a la mediación cultural en el ámbito
socioeducativo (Comune di Milano)

Destinatarios:
• Buen conocimiento de la lengua italiana
• Conocimiento de base de la lengua inglesa
• Estar desocupado
Título preferencial: licenciatura o equivalente. La admisión está subordinada a la
superación de una prueba de selección por test y a una entrevista.

Curso de formación para mediadores lingüístico culturales (Provincia di Brescia –


Assessorato ai Servizi Sociali e Educativi)

Destinatarios: inmigrantes extracomunitarios


• Mayores de 20 años
• Título de estudios: diploma de escuela superior o equivalente o periodo de
escolaridad de al menos 11 años.
• Domicilio en algún municipio de la Provincia
• Declarada disponibilidad a asumir encargo de prestaciones profesionales en horario
escolar
• Motivaciones válidas para desempeñar la función requerida
• Buenas capacidades relacionales
• Buen conocimiento tanto del italiano como de la propia lengua madre
Requisitos preferenciales: experiencias previas en el sector de la inmigración. Ser
nacional o pertenecer a alguno de los grupos lingüísticos de mayor presencia en el
territorio bresciano. La admisión será determinada después de una entrevista.

Curso de Formación para mediadores lingüístico culturales (Comune di Parma –


Provveditorato agli Studi di parma)

Destinatarios: 30 ciudadanos extranjeros


• Título de escuela superior
• Estar en situación regular (permiso de residencia)
• Certificado de residencia en Parma o provincia
• Buen conocimiento de la lengua italiana
• Buena preparación cultural en el país de origen y en el de acogida
Está prevista una entrevista de selección, realizada por una comisión técnica.

Curso de Formación de mediadoras interculturales en el ámbito socio-sanitario


(Comune di Bologna)

Destinatarias: 16 mujeres inmigrantes


• Licenciatura o diploma de escuela media superior
• Buen conocimiento de la lengua italiana
• Buenas capacidades relacionales
• Estar desocupadas
Títulos preferenciales:
• Experiencia de estudios y / o de trabajo relacionada con la temática de la
inmigración
• Experiencia de estudio y trabajo en el ámbito socio-sanitario
• Conocimiento de la lengua inglesa o francesa

196
La formación de los mediadores culturales (Provveditorato- CEVI- Comitato Rom e
Sinti- ACLI- Comunitá Balducci- ERMI- Comune di Uldine)

• Haber cumplido los 18 años


• Pertenecer a una cultura extracomunitaria o etnia Rom (gitanos rumanos)
• Buen conocimiento de la cultura y de la realidad socioeconómica del país y de la
etnia de origen
• Buen conocimiento de la lengua italiana escrita y oral
• Título de estudio de escuela media superior
• Disponibilidad y estancia al menos por dos años en el territorio de la provincia

Curso para mediadores lingüístico culturales (COSPE- Firenze)

Destinatarios: 12 personas extranjeras


Criterios de acceso
• Pertenencia a una etnia minoritaria o a un grupo lingüístico minoritario
• Residencia en Toscana
• Haber cumplido los 18 años
• Estar en posesión del permiso de residencia
Criterios de selección
• Representatividad (en sentido numérico) de las etnias minoritarias presentes en la
Región Toscana
• Conocimiento oral y escrito de la lengua italiana
• Conocimiento oral y escrito de la lengua madre o vehicular en la que se va a trabajar
• Conocimiento de la educación cívica y proceder administrativo italiano, con particular
referencia a los aspectos que tienen relación los extranjeros en Italia
• Conocimiento y experiencia en el campo de las relaciones interétnicas e
interculturales
• Capacidad relacional, motivación, experiencia madurada en el sector ya sea en Italia
como en el extranjero.

Hasta aquí la formación sistemática que Manuela Fumagalli nos ofrece sobre los
cursos recogidos por ella, pero puede ser completada con otros datos que añadimos
todavía en el contexto italiano:

Bellinzoni (1999) nos ofrece los requisitos de admisión para el Proyecto de Formación
de Mediadores y Mediadoras Interculturales:

• Tener cumplidos los 25 años


• Título de estudio: escuela media superior/ años de Universidad/ Licenciatura/
Diploma profesional (también con autocertifiación)
• Hombres y mujeres (que serán orientados adecuadamente para la elección en la
fase de especialización)
• Extranjeros con una vivencia de inmigración, con óptimo conocimiento de la lengua
madre y de la propia cultura en el momento social actual
• Buen conocimiento de la lengua italiana
• Italianos con óptimo conocimiento de la lengua y de la cultura extranjera
extracomunitaria, reconocidos como expertos y representativos de la comunidad (por
ejemplo entre los Rom, extranjeros que han adquirido la nacionalidad italiana, etc.)
• Tener motivación para desarrollar las relaciones entre extranjeros y entes públicas
y/o privadas, instituciones, administraciones, etc.
197
• Preferible, pero no indispensable, el conocimiento de alguna otra lengua

Por otra parte, en la Universitá Roma Tre, podemos destacar la información que
poseemos sobre el Master en: “Politiche dell’incontro e mediazione culturale” de la
Universitá Roma Tre. Sobre los destinatarios para el curso de 2004 se ofrece la
siguiente caracterización:

Licenciados en cualquier disciplina con título obtenido en Italia (tanto del nuevo como
del antiguo plan de estudios) o en el extranjero. El número máximo de inscritos es de
60 personas de las cuales se reservará una cuota a licenciados extranjeros
extracomunitarios. También son destinatarios de este curso, al mismo tiempo,
interlocutores activos en este ámbito, puesto que el encuentro y la reelaboración crítica
de la experiencia adquirida en los diferentes ámbitos serán parte integrante del proceso
formativo.
Los requisitos de acceso son:
• Título de licenciado o declaración jurada del título
• Certificado de conocimiento de la lengua italiana para ciudadanos extranjeros
• Certificado de conocimiento de, al menos, otra lengua diferente al italiano para
ciudadanos italianos
• Una carta de presentación de una persona que haya conocido al candidato por
motivo de estudios o de trabajo

Como puede verse, el conjunto de requisitos de “entrada” para la obtención de la


capacitación en la mediación varia de un lugar a otro, pero es posible obtener algunos
aspectos que se mantienen o se repiten. De cualquier manera, agrupando el conjunto
de requisitos que se solicitan proponemos, organizándolos, la siguiente estructura:

Características personales. Se solicitan en algunas ocasiones la pertenencia a un sexo


concreto. Se entiende que por la especificidad de la actuación futura, pero en general
se prefieren grupos diversos de varones y mujeres. También en algunos casos se
solicita un perfil de edad que oscila entre la mayoría de los 18 años (sólo un caso)
hasta la mayoría de los 25 años (sólo un caso), entre el resto aparecen quienes indican
algún dato sobre la edad (mayor de 20 años) y quien no indica nada. Por último y
dentro aún de estas características personales, se pide expresamente en la mayoría de
los ejemplos expuestos la necesidad de ser inmigrante (a veces se indica tener
experiencia migratoria), de ser extranjero, de ser de un determinado grupo étnico o de
pertenecer a unos determinados orígenes (a veces el de dominio lingüístico).

Capacitación personal. Son muy insistentes las indicaciones que se hacen en relación
a la formación previa que se debe acreditar para la entrada en la formación, aunque en
general se reduce a dos opciones: formación escolar general o formación universitaria
(cuatro de los casos solicitan expresamente estudios universitarios medios o
superiores). También se incide de manera aún más insistente en los conocimientos
lingüísticos (oral y escrito, se especifica en algunos casos), que oscilan entre la
demanda de conocimientos y / o acreditación de los mismos (que puede llegar a
hacerse mediante una entrevista) de la lengua del llamado país de acogida (en este
caso el italiano) y los conocimientos de otras lenguas como: inglés, francés, “lengua
madre”, lengua del país de origen o, a veces, sin especificar de manera concreta la otra
lengua. Por último y dentro de la formación personal que se le exige a los candidatos y
candidatas se indica la necesidad de tener una preparación cultural en los lugares de
destino (a veces se concreta en conocimientos del funcionamiento de lo administrativo)
y también una preparación en los países de origen de la inmigración extranjera.
198
Características psicológicas. Son varias las experiencias que hablan de estos aspectos
mencionando expresamente la valoración de tener una motivación positiva hacia los
temas relacionados con la inmigración y la de poseer una capacidad para establecer
relaciones. En algunos casos se indica que tales características psicológicas se
comprobarán mediante entrevista o, a veces, prueba escrita.

Situación laboral. En cuatro de los ejemplos que hemos podido conocer se indica
específicamente la necesidad de encontrarse en situación de desempleo pero, además,
en algunos se exige experiencia laboral en el terreno de la mediación o del tratamiento
de la inmigración.

Situación jurídico-administrativa. En dos de los casos expuestos se menciona


expresamente la necesidad de estar en posesión del permiso de residencia para el
caso de los extranjeros, y se completa tal caracterización con la necesidad de
demostrar la residencia en la zona geográfica donde se impartirá la formación.

Otra vía que nos permite acceder al conocimiento del perfil que será deseable en el
procesional de la mediación intercultural es la de concretar, dentro de este ámbito de
formación en el que nos movemos en este apartado, la delimitación de objetivos y
contenidos de esa específica formación. Por tal motivo recogemos ahora un conjunto
de experiencias que nos relatan cuál es ese contenido formativo para los futuros
mediadores y mediadoras interculturales.

Desde el Centre D'Action Interculturelle de la Province de Namur se nos indica cuál es


la formación específica para la mediación en medios hospitalarios (A. Ahkim). En lo que
respecta a los contenidos se nos dice que tres serán los ámbitos de trabajo: estudio del
medio hospitalario, estudio de la mediación y, por último, interculturalidad. Estos tres
ámbitos se concretan como a continuación se indica:

Estudio del medio hospitalario. Con este estudio, los mediadores interculturales
adquieren un “saber contextual” que les permite:
• Orientarse en el medio hospitalario.
• Poder comunicar con el personal médico.
• Desempeñar el papel de persona enlace hacia las instituciones y servicios médicos
apropiados.

Las clases tratan:


• La estructura de los hospitales.
• La ética médica.
• La terminología médica.
• El entorno socio-sanitario.

Estudio de la mediación. Los mediadores interculturales pueden situar sus acciones en


el marco de la comunicación interpersonal (nivel psicosociológico) y organizacional.
Pueden, además, estructurar su acción de mediación y establecer los límites.
Finalmente, aprenden a adaptar su acción en función del perfil de la cultura del público
(pacientes y personal sanitario)
Las clases tratan:
• Los principios de la comunicación
• La mediación
• La mediación intercultural
199
• Deontología de la mediación

Interculturalidad. Como los mediadores provienen de diferentes horizontes culturales,


este estudio les permite:
• Estructurar el conocimiento que tienen y lo vivido de la interculturalidad.
• Tomar conciencia de su propia trayectoria intercultural.
• Situar mejor el perfil cultural de los pacientes de origen extranjero.
• Aprehender mejor las representaciones de la salud en las diferentes culturas.

Las clases tratan:


• La relación intercultural
• La salud y la inmigración
• Estudio de las comunidades
• Representaciones sociales, culturales y religiosas de la salud.

Además de estos tres ámbitos de formación se concretan dos estrategias de trabajo


específicas:

Seminario de integración. Este seminario se ha concebido como un lugar y un tiempo


que permite a los participantes:
• Establecer relaciones entre las aportaciones de los diferentes cursos e integrarlos en
una definición cada vez más precisa de su papel de mediador.
• Apropiarse los diversos conceptos y técnicas abordados en los diferentes cursos y
utilizarlos en situaciones prácticas.
• Preparar con los participantes el procedimiento de examen y la evaluación final de la
formación

Prácticas. Una duración de 80 períodos, completa y cierra la formación. Permite a los


participantes:
• Estructurar sus intervenciones de mediación en el hospital.
• Redactar informes detallados de dichas intervenciones.
• Evaluar sus prácticas.
• Analizar un lugar de trabajo.
• Construir un proyecto personal y profesional

Por último se indica que, en la formación, un acompañamiento individual y


supervisiones colectivas permiten establecer relaciones entre los conocimientos
adquiridos durante los cursos y el lugar en el que se han desarrollado las prácticas, y
evaluar y actualizar éstas.

Por su parte, el Centro Universitario de Charleroi (CUNIC) nos ofrece en 2000 una Guía
de la Mediación Intercultural en la que de manera destallada se nos indica un conjunto
de datos sobre la formación más adecuada para los profesionales que pretendan
ejercer la citada mediación.

Entre 1990 y 1999, el CUNIC proponía una formación destinada a personas que
ejercían espontáneamente la función de mediador y mediadora intercultural en la
comunicad. Las condiciones de admisión dependían, además de la motivación y de las
aptitudes básicas, de la pertenencia a dos culturas (una cultura extranjera y la del país
de acogida) y de un buen conocimiento lingüístico de las dos lenguas respectivas.

La formación comprendía una serie de cursos que permitieran a los candidatos:


200
• Tener conocimientos de sociología, de derecho, de comunicación, de psicología y
del funcionamiento de las instituciones.
• Descubrir los aspectos de la comunicación intercultural, la necesidad de
"descentrarse" de su propio sistema para poder "entrar" en el del otro con un máimo
de imparcialidad.
• Madurar personalmente para estar en condiciones de aprehender todos los puntos
de vista, sean cuales sean, de manera que sea capaz de reformularlos lo más
objetivamente posible y conseguir de este modo aportar luz y comprensión
adicionales.
• Conocer sus propios sentimientos para controlarlos mejor y así poder entender y
reconocer todos los sentimientos del otro sin sentirse perturbado o desestabilizado;
• Descubrir sus propios recursos para maximizar su eficacia; pero también para tomar
conciencia de sus límites, de sus propias creencias y prejuicios que a menudo son
inconscientes para la mayoría de nosotros.
• Descubrir que nuestros valores y creencias no son universales sino solamente
nuestros o los de nuestra cultura.

El conjunto de la formación se desarrollaba a lo largo de un año (300 horas, a razón de


un día por semana) alrededor de tres etapas: la iniciación, la profundización y las
prácticas en las instituciones. A la vez se establecen los siguientes principios de la
mediación para la guía de la formación de los profesionales:

Pluriparcialidad y neutralidad. El mediador y mediadora intercultural debe ser imparcial


absteniéndose de favorecer el punto de vista de una de las dos partes. La mediación
intercultural debe apuntar hacia la pluriparcialidad concediendo a cada una de las
partes la posibilidad de expresarse libremente, y ser activa y responsable en la
búsqueda de una solución negociada con la otra parte. Toda intervención de mediación
intercultural debe ser, si quiere ser creíble, imperativamente neutra. Una institución que
contratara un mediador intercultural no podría asegurar desde ese mismo momento un
servicio totalmente independiente por el hecho mismo de su pertenencia a la
institución. Lo ideal es por tanto solicitar los servicios de un centro independiente. Es lo
que ha venido haciendo durante diez años el CUNIC.

Confidencialidad y respeto del secreto profesional. La confidencialidad se impone como


un principio absoluto. Ninguna información de ningún tipo podrá ser divulgada. Las
personas inmersas en un proceso de mediación intercultural deben tener la absoluta
certeza de la total discreción del profesional.

Igualdad en la relación: la triangulación. La mediación intercultural es una relación de


ayuda totalmente democrática puesto que crea una relación igualitaria entre las partes.
Es una alternativa a la relación habitual dual en la que las relaciones de fuerza a
menudo son desiguales y generan a veces una escalada en la confrontación, incluso
en una cierta violencia simbólica que puede ser la negación del otro y de su sistema de
valores. El mediador intercultural no tiene poder. Se le supone comprometer las dos
partes en la responsabilidad y la resolución de la situación conflictiva. Gracias a su
conocimiento de los dos códigos de referencia en presencia y a su máxima
preocupación por la neutralidad, el mediador crea un espacio de cooperación en el que
las dos palabras pueden aflorar, libres, iguales y responsables.

Información. Gracias a la doble pertenencia y al conocimiento de las culturas en


presencia, así como a la formación, el mediador intercultural es competente para
201
aportar claridad en la comprensión de los mensajes y de los marcos de referencia
respectivos. Se convierte en una verdadera fuente de información cultural tanto para
las instituciones como para las personas afectadas. Sin embargo, eso no quiere decir
que esté habilitado para prodigar formación al personal institucional.

Complementariedad Para se eficaz y creíble, la mediación intercultural debe ejercerse


en presencia de las dos partes incluidos los actores institucionales. Que la demanda
proceda de una persona o de la institución, es deseable si no indispensable que la
institución esté representada por un profesional para que el mediador intercultural no
tenga que representar a esta. La mediación intercultural es complementaria a los
servicios operacionales de las instituciones. A partir de entonces, el éxito de una
mediación intercultural no incumbe sólo al mediador mismo sino a todos los actores
implicados. El mediador intercultural se esfumará cuando su misión haya terminado. Al
asegurar una mediación entre personas de diferentes culturas, el mediador intercultural
es complementario a los servicios de la comunidad.

Escucha y reformulación. La capacidad de escucha es una de las cualidades


esenciales de un mediador intercultural. Este debe poder entender y comprender sus
interlocutores de manera que pueda a su vez repercutir las informaciones recibidas con
la mayor precisión y objetividad posible con la otra parte. El mediador intercultural debe
asegurarse del contenido exacto reformulando los propósitos de la persona para que
esta confirme la comprensión del mediador. Pertenecer a la misma comunidad que el
migrante, permite igualmente la comprensión y la descodificación cultural de todo el
discurso no verbal (gestos, rituales, maneras de ocupar el espacio,…), que muy a
menudo es poco o mal aprehendido por los autóctonos, convirtiéndose de este modo
en verdaderos obstáculos para una buena y recíproca comprensión.

Libertad para rechazar una intervención de mediación intercultural. Cuando el mediador


intercultural se encuentra demasiado implicado con vínculos familiares o comunitarios
es preferible para todas las partes que la mediación intercultural sea confiada a otro
mediador intercultural como medida de protección, de objetividad y de eficacia.

Ética y deontología de la mediación intercultural. La deontología de la mediación


intercultural deriva de los principios mismos de esta función tales como:
confidencialidad, pluriparcialidad, igualdad, secreto profesional. El mediador
intercultural se compromete, en el ejercicio de su función, a respetarlos.

Sin duda la información facilitada por una y otra fuente es muy diversa pero
complementa muy adecuadamente no sólo lo que en tales contetos se entiende por
mediación, sino qué se espera de este tipo de intervención y con ello qué perfil debe
tener el mediador intercultural. Algunos de los aspectos que consideramos importantes
destacar para ser considerados en el perfil del mediador y mediadora intercultural, fruto
de estas experiencias formativas, son las siguientes:

• Una sólida -consideramos nosotros- formación intelectual a tenor de las demandas


de conocimientos académicos en disciplinas del ámbito universitario. Dentro de este
conocimiento académico se le presta especial atención a lo que nosotros
denominamos la perspectiva relativista y no etnocéntrica del conocimiento del otro y
de la alteridad.
• En la misma línea de conocimiento intelectual pero reflejado en no pocas ocasiones
como habilidad personal, se hacen significativas referencias a la habilidad y
capacidad para saber establecer relaciones sociales y de comunicación
202
interpersonal. En este mismo sentido se deduce que al mediador o mediadora
intercultural debe ser una persona con madurez y con capacidad para el
autoconocimiento.
• En uno de los casos expuesto y por su especificidad se muestra la necesidad de
especializar al mediador o mediadora en un contexto y ámbito específico en que
desarrollará su trabajo (salud, trabajo, educación, etc.).
• Por último, se puede mencionar un conjunto de características de la práctica de la
mediación que sin duda deberán marcar el perfil del mediador o mediadora: la
capacidad para mostrar independencia y ejercer el trabajo desde tal posición de
neutralidad, la no representación y ausencia de poder por parte del mediador o
mediadora, la discrecionalidad y confidencialidad de sus actuaciones y su posición
más cercana a la de un informador y no a la de un formador.

Para el contexto español las experiencias formativas ya se han desarrollado desde


hace varios años y contamos con informaciones ciertamente detalladas. Aunque no
podemos hablar de un conjunto de experiencias consolidadas en todos los casos (tan
sólo en Madrid y Granada -si nos referimos al ámbito universitario- se puede observar
una cierta continuidad de experiencias formativas en el terreno de la mediación
intercultural) sí existe dicha oferta formativa y, sobre todo, la necesidad de su
delimitación. Aunque, como ya ha ocurrido en otros ámbitos del tratamiento del
fenómeno migratorio, han sido las iniciativas sociales las primeras que han puesto en
marcha tanto la figura del mediador y mediadora intercultural

En la Comunidad Autónoma Andaluza, como en el resto de España y en muchos


países europeos, la formación en esta área tan poco definida como es la mediación ha
sido desarrollada fundamentalmente, como decimos, desde Organizaciones No
Gubernamentales, a través de la financiación de proyectos específicos de trabajo.

Básicamente casi toda la formación en mediación ha venido acompañada de la etiqueta


de interculturalidad, lo que en la mayoría de los casos significa que el objetivo de esta
formación pretende preparar a representantes de los colectivos inmigrantes extranjeros
para servir de puente entre las dos culturas, la inmigrante y la autóctona. Este tipo de
diseños implican un concepto de cultura esencialista y limitado al origen geográfico, la
lengua o la religión, con lo cual las minorías nacionales como los gitanos han quedado
excluidas de la formación.

En Andalucía es imprescindible destacar el trabajo llevado a cabo por la Federación


Andalucía Acoge, que a mediados de los años noventa comenzó los cursos de
formación en mediación intercultural, complementándolos con la publicación de un
manual de formación en mediación intercultural (Andalucía Acoge, 1996).

Los temas desarrollados en los cursos de formación se establecieron de la siguiente


manera:

EL LENGUAJE: Expresión oral. Expresión escrita. COMUNICACIÓN Y DESARROLLO


PERSONAL: Comunicación. Desarrollo personal. LAS MIGRACIONES: Historia y psicosociología
de las migraciones. Historias de vida. Inmigración de Andalucía. LA RELACIÓN
INTERCULTURAL: Nociones básicas. Incidentes críticos. Negociación intercultural. Estudio de
casos. La identidad. CULTURAS: MODERNIDAD Y TRADICIÓN: Cultura. Modernidad. Tradición.
Islam. Cristianismo. INTERVENCIÓN SOCIAL: Introducción. Análisis de la realidad.
INTERVENCIÓN SOCIAL ESPECÍFICA: En el marco legal-administrativo. En el marco social-
laboral. En el marco familiar-educativo. DINÁMICA Y ANIMACIÓN DE GRUPOS: Dinámica de
grupos. Dirección de reuniones. Participación y asociacionismo. Evaluación y regulación grupo.

203
Andalucía Acoge ofrece en este programa un concepto bastante claro de lo que debe
ser el mediador intercultural. Parte de una concepción del dominio de la lengua
española como un instrumento fundamental para ejercer la función de mediador, así
como de la necesidad de establecer la comunicación y el desarrollo personal como un
área a desarrollar en primer lugar en la formación de los mediadores y mediadoras
interculturales. Curiosamente el siguiente módulo que introducen es un conocimiento
teórico sobre la realidad del fenómeno migratorio, para continuar con la línea
establecida en los dos primeros módulos al hablar de la relación intercultural y las
técnicas de negociación. El siguiente módulo estudia el concepto de cultura a través de
la modernidad y la religión, para pasar después a los módulos de intervención social,
de lo general a lo particular. El curso finaliza con un módulo sobre dinámica y
animación de grupos.

En 1999, Andalucía Acoge se puso en contacto con Desenvolupament Comunitari,


organización catalana si ánimo de lucro especializada en ofrecer servicios de
investigación, diseño e implantación de proyectos, formación y consultoría. De la
eperiencia mutua de ambas organizaciones en formación en mediación intercultural
salió en el año 2002 un libro titulado Mediación intercultural, una propuesta para la
formación. En este libro presentan un proyecto de formación en mediación intercultural,
así como un recorrido por la experiencia y la historia de trabajo de ambas asociaciones.
Veamos una cita para explicar su forma de entender la mediación.

El diseño de la formación en mediación intercultural, tal como lo hemos ido entendiendo a lo largo
de nuestro trabajo, se ubica de pleno en el terreno de la pedagogía social, una pedagogía social
crítica, constructiva y emancipadora que responda a las necesidades formativas de personas que
quieren especializarse profesionalmente en facilitar las relaciones entre personas de culturas
diversas a través de la mediación intercultural.
Así pues, el diseño que aquí presentamos parte de una visión de los alumnos y las alumnas como
actores y actoras de su propia historia, como personas con la capacidad para nombrar aspectos
de su propia experiencia interior y del mundo exterior, personas capaces de analizar las causas
personales, sociales, culturales de los hechos que afectan a sus vidas, y de actuar de manera
transformadora de su realidad y de su entorno.
Los contenidos de la formación, pues, se han construido con la perspectiva de un proceso integral
donde se conjugan simultáneamente saber, saber hacer, saber ser y estar, que reformulados en
términos más comunes y tradicionales se conocen como conocimientos (la teoría), competencias o
habilidades (la práctica) y actitudes (el modo de existir).
Estos niveles del saber se articulan en la formación en tres grandes áreas de contenidos. Por un
lado, la inmigración: sus contextos personal, social, histórico, institucional y sus procesos de
cambio y modelos actuales. Por otro lado, las relaciones entre seres humanos, en los países de
origen de las personas extranjeras y en los países receptores; relaciones humanas atravesadas
por la vertiginosa dinámica de cambio en que están ahora en este principio de siglo. Tres ejes
definen estas relaciones: la diferencia y, en primer lugar, la diferencia sexual; la diversidad y, en
primer lugar, la diversidad cultural, étnica, nacional; y la desigualdad, en primer lugar, la
desigualdad social. El trabajo sobre los conflictos, tensiones y posibilidades inherentes a las
relaciones humanas abre el camino a la tercera área de contenidos en la formación, que es la de
la mediación intercultural, la profundización en el rol y ellas funciones de esta nueva figura
profesional, sus límites y los instrumentos y procedimientos que permiten su aplicación práctica en
los diferentes ámbitos de intervención social (Andalucía Acoge y Desenvolupament Comunitari, I
Congreso Internacional de Mediación Intercultural).

Por otra parte y también dentro del contexto andaluz, el Laboratorio de Estudios
Interculturales de la Universidad de Granada posee una amplia experiencia en el
diseño y la puesta en marcha de diversos cursos de mediación intercultural, los cuales
han contado con el reconocimiento de un título universitario, generalmente a nivel de
enseñanzas propias.

204
La iniciativa más ambiciosa a nivel de duración temporal, conocimiento y
reconocimiento académico se desarrolló a través del Centro de Formación Continua de
la Universidad de Granada durante el curso 1999-2000. Dicha iniciativa se plasmó en
un Curso de Experto Universitario en Mediación Intercultural con una duración de 400
horas, en las cuales estaba incluido un periodo de prácticas en diversas instituciones
públicas como delegaciones, concejalías, escuelas, centros de salud, oficina de
regularización…. Este curso estaba financiado por la iniciativa comunitaria Integra
Diversidad y contaba con el apoyo de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de
Andalucía. Fue la primera experiencia universitaria íntegramente dedicada al estudio de
la mediación intercultural en Andalucía. En la universidad de Sevilla se estaba llevando
a cabo un Experto en Intervención Comunitaria en el cual se trabajaba la perspectiva
de la mediación intercultural como parte del curso, pero no de forma única.

A través de toda la experiencia del Laboratorio de Estudios Interculturales en temáticas


de formación en mediación intercultural, hemos intentado desarrollar en los futuros
mediadores y mediadoras una serie de conocimientos teóricos sobre el entorno social y
una serie de habilidades de comunicación que les permitieran afrontar el contacto
cultural con una perspectiva global y positiva, no centrándose únicamente en solucionar
conflictos, que en algunos casos es el concepto de la tarea fundamental del mediador,
sino trabajando en la construcción de una sociedad basada en principios multiculturales
y equitativos.

Fruto de este conjunto de experiencias se ha puesto ya en marcha un plan de


formación con el nivel de Master (titulo propio de la Universidad de Granada) que parte
de una serie de principios que ahora detallamos.198

MASTER EN MEDIACIÓN INTERCULTURAL DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA

El desarrollo de una estrategia formativa que permitiera recoger las aportaciones


teóricas, los posicionamientos ideológicos y la coherencia práctica del proceso nos
llevó a tener en cuenta las limitaciones a las que nos enfrentamos si consideramos
dicha formación únicamente como un plan formativo, ya que resultaría muy estático y
cerrado, dándose un único perfil de entrada y un único perfil de salida. En la mayoría
de los planes de formación que incorporan aspectos multiculturales lo que encontramos
es una exposición de los puntos de vistas de aquellos que organizan la formación,
olvidando la complejidad de aproximaciones diferentes que se pueden encontrar en
estas temáticas.

Para superar estas limitaciones nos planteamos la definición de una alternativa, en vez
de hablar de plan de formación en mediación intercultural estaríamos hablando de un
sistema formativo en mediación intercultural. El establecimiento de un sistema
permitiría contemplar diversos niveles de formación así como diversos perfiles de
entrada y salida. No debemos olvidar que aunque hay una serie de conocimientos
básicos que todos los mediadores deben poseer, actualmente existen espacios
sociales de inserción laboral de los mediadores que requieren una especialización
propia, tanto a nivel de requisitos como a nivel de contenidos. Esta estructura de

198
Para elaborar el plan de formación y los contenidos de cada uno de los módulos que presentamos
más adelante contamos con la colaboración de expertos en temáticas interculturales a los que queremos
agradecer su trabajo y su dedicación a la tarea encomendada. Por tanto agradecemos profundamente su
ayuda a Estrella Gualda Caballero, Octavio Vázquez Aguado, Manuel Francisco Martínez García,
Manuel García Ramírez, Miguel Moya Morales, Carmen Ruiz Sutil, Mercedes Moya, Isidro Maya Jariego,
Juan Díaz Aguilera, María García-Cano Torrico y Marisol Navas Luque.
205
sistema permite que exista una diversidad de mediadores formados de distinta manera
para funciones diferentes.

Uno de los problemas fundamentales que un sistema de estas características plantea


es la dificultad de reconocimiento social de la diversidad de formación en mediación
intercultural. Existen experiencias previas que nos dicen que aunque el mediador esté
formado de manera específica para trabajar en cierto tipo de espacios sociales, la
demanda y la concepción del trabajo del mediador por parte de las instituciones que lo
demandan tiende a ser homogénea y unificadora (todos los mediadores sirven por igual
y para todo), limitando las funciones del mediador a la traducción y la labor
administrativa. Como solución a este problema se plantea denominar a cada
especialidad de forma diferente, facilitando así la identificación de las tareas
específicas de cada itinerario formativo.

Pasemos ahora a describir las características de este sistema formativo que estamos
proponiendo:

• Es un plan global concebido para toda la Comunidad Autónoma Andaluza. Es decir,


la estructura formativa y los contenidos que aquí se plantean son totalmente
extrapolables y adaptables a los contextos formativos específicos que surjan en las
diversas instituciones, organizaciones, territorios o espacios de la comunidad.
• Es un sistema de itinerarios formativos que son definidos por el alumnado, habiendo
niveles de coincidencia en la enseñanza y niveles de especialización. Cada uno de
los itinerarios incorpora diversos niveles de formación y diversas estrategias
formativas (clases magistrales, conferencias, talleres, seminarios, medios
audiovisuales…).
• Se establece como un sistema de módulos con una lógica temporal determinada,
que permita al mismo tiempo un alto grado de flexibilidad.
• Idealmente se contempla como lifelong learning, fundamentalmente desde
estructuras universitarias.
• Debe contemplarse desde dos ópticas complementarias. En primer lugar se define
como oferta formativa independiente, tal y como se plantea cualquier tipo de
formación especializada (expertos y masters). De igual modo, debe incorporar las
demandas específicas del marco social en el que se van a insertar los mediadores
con el fin de proporcionar en cada momento los profesionales necesarios en los
contextos de trabajo. Este segundo aspecto permitiría reducir el abismo entre los
que reciben la formación y los que trabajan como mediadores.

Una vez definidas las características del sistema veamos cuáles serían los perfiles de
entrada y de salida.

Dentro de los perfiles de entrada tendríamos:

• Profesionales con o sin formación universitaria (aquí contemplaríamos la demanda


institucional de formación para funcionarios, técnicos y responsables políticos).
• Titulados superiores.
• Sociedad civil.

Como perfiles de salida encontraríamos:

Titulados propios (por ejemplo Experto universitario).


Diploma de capacitación (aquellos itinerarios que incorporan un sistema de evaluación).

206
Diploma de aprovechamiento / asistencia (itinerarios de información, formación y
sensibilización).

Veamos un ejemplo de itinerario de este sistema formativo. Podríamos diseñar un


Curso de Experto Universitario en Mediación Intercultural en el que habría módulos
globales a los que asiste todo el alumnado y módulos de especialización, tal y como se
definen en el siguiente epígrafe. Dentro de este curso de experto se utilizarían diversas
estrategias metodológicas; habría clases magistrales, tutorías individuales, tutorías
grupales, trabajo en grupo, trabajo individual…Todas estas estrategias irían dirigidas al
perfil de salida de Titulación propia, con unos requisitos de entrada específicamente
diseñados para el perfil.

Pero dentro de este itinerario se incluirían otro tipo de estrategias que permitirían la
incorporación de los demás perfiles de entrada. Estaríamos hablando por ejemplo de la
organización de un ciclo de Cine-Fórum dedicado a la Inmigración al que podrían
acceder los tres perfiles (profesionales, titulados y sociedad civil) y que se puede avalar
con un Diploma de Asistencia. Otro tipo de estrategia podría ser un Ciclo de Talleres
sobre Habilidades Multiculturales, de nuevo abiertas a los tres perfiles, en el que según
el nivel de habilidades al que se llegue se obtendrían Diplomas de Asistencia, de
Aprovechamiento o de Capacitación, o en el caso de la Titulación de Experto se
contemplaría como un módulo más o como un área de trabajo individual.

Como se puede ver en estos ejemplos la definición de un sistema formativo de estas


características permite adaptar la formación a grupos poblacionales muy diversos,
adecuándose a las demandas y necesidades de cada uno de estos grupos,
funcionando de esta forma como elementos de retroalimentación para la continua
evaluación y mejora del sistema.

El desarrollo de los contenidos temáticos del currículum en formación intercultural se


presentan en forma de ficha de trabajo que permiten una homogeneización de los
materiales de trabajo y una fácil adaptabilidad de los mismos a los diversos contextos
formativos.

En este trabajo se presentan una serie de fichas que contemplarían todos los aspectos
que consideramos imprescindibles para la formación en mediación intercultural
considerado el sistema como el conducente a un título de Eperto Universitario en
Mediación Intercultural. Sin embargo y siguiendo la filosofía de flexibilidad y
adaptabilidad del plan de formación que hemos defendido previamente, los docentes
de los módulos y los organizadores del curso pueden modificar los contenidos de las
fichas.

• Módulo nº 1. Introducción a la mediación intercultural: conceptos, dimensiones y


funciones de la mediación (8 horas + 2 talleres de 4 horas cada uno)
• Módulo nº 2. Movimientos migratorios y convivencia multicultural. Conceptos básicos
en la construcción de la diferencia (32 horas)
• Módulo nº 3. Legislación y extranjería (12 horas + 1 taller de 4 horas)
• Módulo nº 4. Relaciones intergrupales y comunicación intercultural (12 horas +12
horas + 2 talleres de 4 horas cada uno)
• Módulo nº 5. Gestión del conflicto en contextos multiculturales (12 horas + 1 taller de
4 horas)
• Módulo nº 6. Recursos y estrategias comunitarias: intervención social para la
promoción de la convivencia (12 horas +12 horas + 2 talleres de 4 horas cada uno)
207
• Módulo nº 7. Recursos metodológicos: técnicas de investigación y de documentación
(12 horas + 12 horas)
• Módulo nº 8. Mediación intercultural y perspectiva de género I (25 horas)
• Módulo nº 9. Mediación intercultural y ámbito sanitario (32 horas)
• Módulo nº 10. Mediación intercultural y ámbito laboral (32 horas)
• Módulo nº 11. Mediación intercultural y ámbito educativo-escolar (32 horas)
• Módulo nº 12. Mediación intercultural y ámbito comunitario (32 horas)
• Módulo nº 13. Mediación intercultural y perspectiva de género II (25 horas)

Pero las experiencias formativas en mediación intercultural no se han reducido


exclusivamente al de estos dos casos. Aunque con menor nivel de detalle, tenemos
información sobre otro conjunto de iniciativas que pasamos a relatar.

En primer lugar presentamos el diseño realizado por la Empresa de Servicios en


Intervención Social MANO A MANO, S. L. de Sevilla sobre un curso de mediación
intercultural

Justificación:
Españoles e inmigrantes están llamados, por su proximidad, por su interpelación
mutua, por su comunidad de destino, a tomar conciencia de que ha llegado el tiempo
de inventar una manera nueva de ver(se). Trabajar la mirada es trabajar los implícitos,
los hábitos, las economías de pensamiento, los prejuicios, los estereotipos. Es trabajar
para transformar la diferencia en riqueza y sentirse por ello más disponible y más apto
para abrir un porvenir capaz de un equilibrio nuevo entre identidad y alteridad,
condición indispensable para asumir conjuntamente los grandes temas que afectan a la
esencia misma de la civilización.
El presente curso intenta complementar los conocimientos que adquieren en las
distintas disciplinas profesionales tales como: trabajadores sociales, psicólogos,
pedagogos, educadores sociales, maestros, etc. facilitándoles una serie de
herramientas que le posibiliten actuar en el campo de la mediación.
La formación del Mediador la podemos englobar en la educación entre iguales, se trata
de este modo el poner en marcha una estrategia preventiva de modo que el Mediador
repercuta en la población diana, de igual a igual”.
El Mediador intercultural, es aquella persona que ocupa un lugar estratégico en el
ámbito social, que le permite a la vez recibir informaciones de carácter científico e
institucional y transmitirlas de forma comprensible y eficaz al resto de la sociedad, que
de otra manera o no recibirían las intervenciones o no estarían en condiciones de
asumirlas, codificarlas y utilizarlas.

Duración:
20 horas, en sesiones de cuatro horas. Las sesiones se desarrollarían los lunes,
miércoles
y viernes.

Objetivos:
• Formar en el campo de la mediación intercultural para el posterior ejercicio laboral.
• Promover estrategias de prevención desde el modelo europeo de la mediación.
• Colaborar con las Instituciones al desarrollo del Estado de Bienestar, así como
• un aumento de calidad de vida de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes.

Programa del curso


Unidad 0: presentación
208
1. Presentación del curso.
2. La figura del mediador .
3. Actitudes básicas para la comunicación en un mediador.
Unidad 1: comprensión de la diferencia y la discriminación.
1. Introducción.
2. Prejuicios, estereotipos y valores.
3. De las sociedades multiculturales a las sociedades Interculturales.
Unidad 2: educación intercultural.
1. Introducción.
2. Educación intercultural formal.
3. Educación intercultural informal.
4. Ejercicios para un aprendizaje intercultural.
Unidad 3: la dimensión intercultural.
1. Introducción.
2. Las fases de la dinámica intercultural: la descentración, la penetración en el sistema
del otro, la negociación-mediación.
3. Ejercicios prácticos.
Unidad 4: realidades interculturales.
1. Introducción.
2. ¿Quiénes y por qué emigran?
3. Sentirse como en casa. La integración de los refugiados.
4. Población gitana en Andalucía.
Unidad 5: la elaboración de un programa para la interculturalidad.
Unidad 6: evaluación.

Otra experiencia formativa es la desarrollada por la Universidad de Alicante con la


colaboración de la ONG Proyecto Cultura y Solidaridad Entrepobles (19 de octubre de
2002 al 18 de enero de 2003)

Objetivos
Proporcionar una formación teórica y práctica en mediación social e intercultural.
Facilitar estrategias que acerquen los principios de la mediación social intercultural a
los ámbitos sociales del mundo laboral, jurídico, educativo y otros.

Destinatarios
• Personas interesadas en la mediación social intercultural.
• Colaboradores, agentes sociales y profesionales de entidades relacionadas y
vinculadas al ámbito de la inmigración.

Requisitos
• Mayores de 18 años
• Conocimiento de la lengua castellana escrita y hablada.
• Colaboradores con ONGs y entidades vinculadas al ámbito de la inmigración.
• Y / o personas con experiencia en relaciones interculturales.

Criterios de selección
• Presentada la documentación pertinente y formalizada la pre-inscripción, se
publicará un listado de preseleccionados de entre quienes cumplan los requisitos
mencionados, por orden de presentación de instancias.
• La matricula se formalizará en la Secretaría de Relaciones Internacionales.

Nº de plazas
209
• El número de plazas es de 60
• Se reserva el 70% de las plazas para inmigrantes.
• Siempre que la demanda de solicitudes permita dicha adjudicación sin detrimento
del numero total de alumnos.

Metodología:
• Las clases serán dinámicas y participativas de forma que favorezcan el diálogo e
intercambio entre las personas participantes.
• La fase teórica está estructurada en cinco bloques, con clases presenciales y un
seminario a desarrollar durante un fin de semana. Esta fase se llevará a cabo
mediante ponencias, debates, mesas redondas, talleres y trabajo de grupo,
realizados por profesionales y expertos en mediación intercultural.
• La fase práctica se realizará en distintas entidades e instituciones colaboradoras,
con la asesoría personal y de grupo de la coordinadora del curso.

Contenidos
• Introducción a la mediación social intercultural
• la mediación en un mundo intercultural
• la mediación social intercultural: aspectos introductorios

Contexto de la mediación social intercultural


• contexto jurídico de la mediación
• aspectos jurídicos internacionales. Familia intercultural
• legalización de extranjeros
• mediación y derecho procesal español
• la inmigración en clave de globalización
• el imaginario económico del inmigrante
• cultura y etnicidad
• la percepción del diferente y los medios de comunicación
• la regulación de la diversidad cultural: interculturalidad o exclusión.

Los actores de la mediación


• perfil del mediador social intercultural.
• acercamiento a la mediación desde los actores de la misma
• relaciones interculturales y resolución de conflictos
• metodología de trabajo en mediación intercultural

Líneas y ámbitos de la actuación mediadora


• mediación socio jurídico
• inmigración y mercado de trabajo
• exclusión social en las mujeres inmigrantes
• mediación socieducativa
• la inmigración de los menores. Retos y dificultades
• sociedad y diversidad cultural: una propuesta educativa
• mediación en salud.
• mediación familiar.
• la inmigración en el país valenciano: los retos planteados

Mesa redonda
• retos y dificultades planteados en alicante en el marco de la Mediación social
intercultural

210
Mesa redonda
• experiencias de mediación intercultural

La evaluación
• un método de sistematización en la mediación intercultural

Seminario. La mediación intercultural, una propuesta social. Las relaciones humanas y


el trabajo en equipo.
• las relaciones humanas y el trabajo en equipo
• la mediación intercultural como una propuesta social
• ciclo de una acción de desarrollo local en el ámbito de la Inmigración

Otro curso de importancia, no sólo por la experiencia del mismo, sino sobre todo por la
larga trayectoria de experiencia investigadora en el ámbito de la mediación intercultural,
es el que se desarrolló en la Universidad Autónoma de Madrid, aunque con otras
extensiones también se ha implementado en otras universidades y en otros lugares
diferentes a Madrid. Su director es Carlos Giménez, de dilatada experiencia en los
temas de migraciones y de mediación intercultural, y los datos que ahora presentamos
corresponden a la edición de 2001.

DIPLOMA DE FORMACIÓN SUPERIOR EN MEDIACIÓN SOCIAL INTERCULTURAL

Objetivos
• Conocer los fundamentos de la Mediación Social Intercultural, con vistas a
desarrollar las capacidades y habilidades necesarias para su puesta en práctica.
• Profundizar en los debates y enfoques sobre los principios de la mediación y su
aplicación a contextos multiculturales.
• Conocer los modelos de la mediación y su aplicación a distintos ámbitos.
• Practicar las principales técnicas usadas en
• Plantear los principios éticos de la mediación e incorporarlos al acervo personal y
profesional.
• Plantear acciones por la convivencia intercultural y en contra del racismo y la
xenofobia.

Destinatarios
• Personas interesadas en la filosofía y la metodología de la mediación.
• Personas que hayan cursado estudios introductorios sobre mediación y quieran
completarlos con una titulación universitaria.
• Profesionales, investigadores y estudiantes interesados en o vinculados con las
áreas de migración, refugio, asilo e interculturalidad, tanto desde administraciones
públicas como entidades sociales.

Titulación necesaria
• Título de diplomado.
• En el caso de titulaciones obtenidas en Universidades extranjeras deberá
acreditarse su convalidación en España.
• Ecepcionalmente podrá eximirse de titulación oficial a quienes acrediten una notable
experiencia profesional en ámbitos relacionados con la temática de la Acción
Formativa.

Metodología
• Nuestro enfoque pedagógico combina de forma original ponencias, debates, mesas
211
redondas con destacados académicos y profesionales de la mediación y el trabajo
de grupos
• talleres.
• Nuestro énfasis en la participación activa de los estudiantes y la riqueza de las muy
diversas trayectorias socioculturales y laborales de los mismos crea un espacio
intercultural muy singular de reflexión e intercambio colectivo.
• La actividad de los talleres será eminentemente práctica (mediación en caso,
aplicación de técnicas, etc.) e irá en paralelo con las temáticas discutidas en los
plenarios.
• Los estudiantes realizan 60 horas de Prácticas en entidades públicas u ONGs
relacionadas con la mediación intercultural o con problemáticas donde la mediación
tiene potencial de desarrollo.

Contenidos
El Programa se centrará en proporcionar a los alumnos la base teórica y metodológica
necesaria para la mediación, para lo cual profundizará en el análisis de las partes
implicadas, su relación y la forma de mediar en dicha relación. Para ello el programa
sigue la siguiente estructura:
• Seminario introductorio opcional para facilitar el seguimiento del programa a quienes
carecen de formación específica en la materia.
• Los actores de la mediación: Dedicado a conocer las características de las partes
entre las cuales se media (claves culturales e identitarias, factores idiosincrásicos,
sociales y culturales, etc.)
• Relaciones Interculturales: Análisis de la relación entre la población inmigrada y la
sociedad de origen: su problemática, tipo de conflicto, aspectos de comunicación
verbal y no verbal, lengua, traducción, interpretación, malos entendidos, etc.
Evolución de los conceptos de identificación etnoracial y análisis de la discriminación
racial, étnica y de origen.
• La Acción Mediadora: Proceso de aproximación al conflicto, análisis del contexto , el
proceso de mediación, la construcción alternativa del conflicto, habilidades y
técnicas, la negociación, el acuerdo y la transformación.

Por su especial “diferencia” mencionamos aquí un curso que implementa en Andalucía


una asociación de tipo étnico (gitana) y que específicamente se denomina de
mediación intercultural y está dirigido al trabajo en el ámbito escolar

CURSO DE FORMACIÓN DE MEDIADORES INTERCULTURALES EN EL ÁMBITO


EDUCATIVO-ESCOLAR

Con este curso de Formación de Mediadores Interculturales en el Ámbito Educativo-


Escolar, UNIÓN ROMANÍ a través de la convocatoria de IRPF del Ministerio de Trabajo
y Asuntos Sociales, Por solidaridad otros fines de interés social; pretende sentar las
bases para crear futuros cursos de formación de mediadores donde exista una atención
especial y específica a la heterogeneidad de mediadores que existe en el territorio
andaluz y español.
Para ello, creemos que hemos diseñado un curso de formación novedoso que será
semipresencial, y en el que tendremos una primera reunión de trabajo los días 14 y 15
de Noviembre de 2002 en Sevilla capital, donde crearemos los pilares básicos de la
sesión de formación, todo ello con expertos reconocidos como podéis observar en el
link de la parte presencial. Posteriormente tendremos el seguimiento del temario del
curso, actividades y desarrollo de una serie de cuestiones para cada uno de los temas
y un pequeño proyecto final a través de las nuevas tecnologías de la comunicación,
212
esta parte será ON LINE, teniendo tutorización y seguimiento a través de Internet, Vía
Fax, Teléfono o Correo Ordinario.
La idea de realizar el curso de esta forma ha sido para alcanzar en mayor proporción el
ámbito territorial español. Así de esta forma, se podrán reunir personas que realizan el
mismo trabajo en distintos puntos de la geografía española y con ello conseguir un
aprendizaje vivencial, posteriormente crear un grupo de trabajo interconectado por la
misma problemática. A través de este curso se podrá comprobar que el conflicto y la
mediación son positivos.
También debemos mencionar que los contenidos básicos han sido sacados de las
jornadas de trabajo sobre la formación en mediación intercultural con el pueblo gitano
de la Comisión de Educación del Programa de Desarrollo del Pueblo Gitano del
Ministerio de Educación y Cultura, que tuvo lugar en mayo de 2002.

Modulo de antropología
Tema 1: Conceptos de Cultura e interculturalidad.
Tema 2: Contexto histórico y social del pueblo gitano en Europa y España.
Tema 3: Introducción a la cultura gitana.
Tema 4: Mediación y Exclusión Social. Realidad social de los grupos Desfavorecidos.
Modulo de comunicación
Tema 5: Teoría y Práctica Romanés.
Tema 6: Comunicación verbal / no verbal. Sistema de valores propios y del otro.
Modulo psicosocial
Tema 7: Perfil del mediador. Desarrollo personal. Técnicas de autoconocimiento.
Creatividad e improvisación. Cambio de actitudes.
Modulo de prevención de riesgos y salud laboral
Tema 8: Conceptos y planes de emergencia

Por último, recogemos aquí los datos de la segunda edición de un Curso de Formación
(nivel de especialización) que viene desarrollando la Universidad de Murcia desde hace
dos años.

CURSO DE FORMACIÓN EN MEDIACIÓN INTERCULTURAL

Objetivos
• Conocer e interpretar el acontecimiento inmigratorio desde una perspectiva global-
local, con especial referencia a la Región de Murcia.
• Adquirir las habilidades, actitudes y técnicas necesarias para una mediación
intercultural eficaz.
• Capacitar a los profesionales vinculados con el acontecimiento inmigratorio en la
necesaria creación y potenciación de Mesas Locales de Integración con Inmigrantes
y otros recursos integradores coordinados.
• Conocer las estrategias necesarias para la implantación y gestión de Planes
Integrales Municipales Interculturales.

Contenidos
Módulo 1. Marco contextual
• La “era de las migraciones”. El acontecimiento inmigratorio: incidencia, causas y
efectos. Las aportaciones de la inmigración: demográficas, económicas, laborales,
etc.
• Repensar nuestra sociedad desde el acontecimiento de la inmigración.
Recapacitarnos mirando de frente la inmigración.

213
• La inmigración en la realidad de la Región de Murcia: una interpretación de su
realidad.
• La mujer inmigrante, agente de desarrollo y factor de integración intercultural.

Modulo 2. Marco conceptual


• Fundamentos teóricos para una capacitación en actitudes y aptitudes integradoras e
interculturales (formación intercultural).
• Nociones básicas (etnocentrismo, generalización, reacción ante el extranjero,
cultural, enculturación, aculturación, códigos culturales, multiculturalidad).
• Análisis de la situación de diversidad cultural de los territorios en el contexto del
Estado Español como consecuencia del fenómeno social de las migraciones. El
perfil de este nuevo fenómeno social en continua evolución en cuanto a los lugares
de procedencia, actividades económicas, niveles de integración, etc.
• Modelos de gestión de la diversidad cultural. Modelo de interacción e incorporación
de los inmigrantes a los territorios de acogida. Modelos de distribución en el territorio
de los inmigrantes residentes en el Estado Español.
• Modelos de gestión de la multiculturalidad: asimilación cultural, segregación cultural,
integración intercultural, integración transcultural. Modelo por el que apuesta la
definición de la política Europa de inmigración y la política del Estado Español.
Modulo 3. Marco normativo, político e institucional – competencial: evolución, situación
actual y tendencias.
• El marco legal de la inmigración en Europa y España. La Ley 8/2000 y reglamentos
reguladores. Derechos y deberes. Visados y permisos para los extranjeros.
Referencia al asilo y al refugio.
• Políticas comunitarias orientadas a la inmigración.
• Aplicaciones prácticas del marco normativo.
• Una aproximación crítica a la actual legislación de extranjería.
• Competencias de las Administraciones (Central, Autonómica y Local) respecto de la
inmigración. La Iniciativa Social. La Política de la Comunidad Autónoma en materia
de Inmigración. La Comisión Delegada del Consejo de Gobierno para la integración
social de los inmigrantes. El Foro Regional para la Integración Social de los
inmigrantes y las Comisiones Permanentes. La Oficina Regional de Atención a la
Inmigración. El Plan para la Integración social de los inmigrantes en la Región de
Murcia (2002-2004).
Modulo 4.El papel de la Iniciativa Social y de las Administraciones Públicas en la
gestión de recursos para la integración de los inmigrantes.
• Mesa Redonda: “Recursos de apoyo a inmigrantes desde la Iniciativa Social: líneas
de actuación en red”, protagonizada por algunas Entidades de Iniciativa Social en la
Región de Murcia:
• Mesa Redonda: Tipología y caracterización de los recursos de apoyo a los
inmigrantes desde la Administración. Algunas aplicaciones sobre los recursos: el
Sistema Público de Servicios Sociales, posicionamiento ante el recurso,
accesibilidad a los recursos, cuestiones a considerar en la gestión y creación de
recursos, coordinación institucional, tipología y características de los recursos desde
la Administración.
Modulo 5. La comunicación intercultural.
• Códigos de comunicación.
• Incidentes críticos en la comunicación interpersonal.
• Exposición y análisis de historias de vida.
• La identidad cultural.
• Técnicas de comunicación para un eficaz análisis e intervención individual, grupal y
colectivo.
214
Modulo 6. La mediación intercultural. Ámbitos de mediación intercultural.
• La mediación intercultural. La dinámica intercultural. Habilidades y actitudes
necesarias para la mediación intercultural. Códigos de buenas prácticas para la
diversidad.
• Ámbitos de mediación intercultural: educativos y sanitarios:
• Mediación intercultural en el ámbito educativo. Exposición de actuaciones
destinadas a la integración educativa de los inmigrantes.
• Mediación intercultural en el ámbito sanitario. Exposición de actuaciones
encaminadas a favorecer la inclusión social del colectivo inmigrante en el ámbito
sanitario.
• Ámbitos de mediación intercultural: hábitat.
• Ámbito de mediación: sociofamiliar.
Modulo 7. Políticas Municipales para la Inmigración.
• La participación ciudadana y las políticas locales para la inmigración. Ciudadanía y
participación. La participación en el ámbito local: los límites de la democracia
representativa. Alternativas a la democracia representativa: nuevas fórmulas de
participación. Metodologías participativas en el diseño de las políticas públicas:
definición de la lógica de actuación: lógica transversal vs. lógica sectorial, definición
de actores implicados, mecanismos de participación en la toma de decisiones,
participación y seguimiento de las decisiones y su implementación.
• Políticas Integrales de ámbito local para favorecer la integración de la población
inmigrante. Experiencias desde las Corporaciones Locales
• Los Programas de Prevención e Inserción Social de los Centros de Servicios
Sociales ante los procesos de exclusión social de personas inmigrantes.
Características. Dificultades y premisas de la intervención social desde los servicios
de atención primaria ante procesos de exclusión social de personas inmigrantes.
Abordaje de los procesos de integración social de personas inmigrantes desde una
metodología basada en la atención integral y personalizada: el acompañamiento
social (itinerarios para la inserción social) y el trabajo en redes sociales (redes
sociales y apoyo social).
• Actuaciones locales en materia de inmigración: intervención en el área de la
Mancomunidad de Servicios Sociales del Sureste: Contexto socioeconómico del
ámbito territorial de la Mancomunidad de Servicios Sociales del Sureste. Políticas
locales de inmigración: educación y vivienda. Coordinación transregional: Consorcio
Pangea-Arco Mediterráneo. Coordinación transnacional: Red R.E.I.N. Proyectos
transnacionales: ATRIO, UN MONDO IN CASA MIA.CIVIS. EUROPA JOVEN POR
LA INTERCULTURALIDAD. Análisis de Buenas Prácticas.
• El fenómeno migratorio desde el ámbito local: nuevos retos. Experiencias en el
municipio de Cartagena. Creación de la Red de Apoyo y Coordinación de servicios.
abordaje desde los servicios sociales municipales y otros departamentos. desafíos y
nuevos retos.
• Líneas estratégicas en la intervención con el colectivo inmigrante desde el Centro de
Servicios Sociales de la Mancomunidad del Mar Menor. Recursos puestos en
marcha con el objetivos de favorecer la inclusión social del colectivo inmigrante.

Como puede observarse en el conjunto de propuestas de formación en mediación


intercultural en España, nos encontramos con una relativa diversidad de contenidos
que pueden estar advirtiéndonos de la falta de acuerdo, de la falta de una opinión más
o menos común de lo que es o debe ser la figura del mediador o mediadora
intercultural.

215
A pesar de lo que pueden ser consideradas como distancias entre unas y otras
propuestas, podemos encontrar algunas coincidencias que merecen ser resaltadas por
lo que de ellas podamos obtener para construir la figura profesional a la que nos
estamos refiriendo. De estas coincidencias debemos destacar los siguientes aspectos:

• En primer lugar aparece muy claramente la vinculación entre la mediación


intercultural y el fenómeno migratorio. Sin ser homogénea tal cuestión en todas las
propuestas podemos encontrar algunas de ellas que dirigen toda su atención al
tratamiento de la presencia de inmigrantes extranjeros en los contextos donde son
ofrecidos los planes de formación que se presentan. Cuestión que avala la creencia
de que algunos de estos planes de formación surgen ante demandas muy concretas
de territorios también muy concretos, lo que no siempre puede estar respondiendo al
planteamiento global y genérico de lo que es o puede ser la mediación intercultural.
• Otra muestra clara es la especificidad que se muestra del tipo de mediación en la
que se pretende formar. En prácticamente todos los casos se nos habla de
mediación intercultural y es justamente la interculturalidad la que centra una buena
parte de los aspectos de la formación. Aunque la experiencia en cuestiones de
mediación es ya importante en otros ámbitos y de importante trayectoria histórica,
son pocas las referencias que encontramos a lo que es la mediación como una
práctica general de búsqueda de acuerdo entre partes “encontradas” y son más los
casos que observamos que nos muestran la especificidad (suponemos que a veces
será la diferencia) de la mediación intercultural.
• Son de resaltar en los programas de unas y otras propuestas los aspectos
legislativos y jurídicos que completan la formación del mediador o mediadora
intercultural. En realidad se trata, a nuestro parecer, de contenidos formativos
relacionados con las migraciones, aunque, de hecho, encaminados a gestionar
interculturalmente la presencia de poblaciones extranjeras claramente marcadas por
su vertiente y su "visibilidad inmigrante".
• Hay un importante e interesante repertorio en torno al perfil personal-caracterial de
quienes deban ejercer la mediación intercultural. En este sentido, hay una clara
orientación hacia la cualificación individual, en términos actitudinales, que deba tener
el mediador o mediadora intercultural. La llamada a la formación en cuestiones como
comunicación intercultural, resolución de conflictos, relaciones intergrupales,
compresión de la diferencia y la discriminación, etc., no es sino una manera de
indicar las especiales condiciones de recursos individuales y personales que debe
tener el que ejerza esta profesión; lo que sin duda perfila de manera importante lo
que estamos tratando de delimitar.
• Por último son de resaltar las alusiones que algunos programas hacen a la
especialización dentro de la propia mediación intercultural. Se marcan notablemente
los contextos y los ámbitos de intervención que parecen indicar la necesidad de una
cierta especialización del mediador o mediadora intercultural. Tanto es así que su
tarea en tales contextos y ámbitos acaba apareciendo finalmente como "diferente" al
del propio trabajo del mediador o mediadora intercultural.

2.2 Características y competencias del mediador y mediadora intercultural

Este puede ser sin duda el espacio más adecuado desde el que centrar nuestra mirada
para construir lo que es el objetivo del presente texto que no es otro que el del perfil del
mediador y mediadora intercultural. Nuestro intento por aunar diversas fuentes de
información, como veremos en el resultado de nuestro trabajo, busca completar lo que
bajo este epígrafe ahora mostraremos.

216
Así, una posible vía para la definición del perfil profesional de la mediación intercultural
podría pasar por marcar sus características y lo que se entiende como sus
competencias: acercarnos a lo que hace, puede hacer o debe hacer un mediador o
mediadora intercultural facilita nuestro objetivo hacia el denominado “perfil”.

Cuatro serán los aspectos que en este apartado trataremos y que van desde la
referencia a la actividad de traducción e interpretación lingüísticas que se le atribuye al
mediador o mediadora hasta las referencias a las características personales que se le
atribuyen a este profesional, todo ello pasando por la referencia a la condición de
extranjero, la práctica imparcial y neutral de la mediación y la más optima preparación
para el mediador o mediadora. No dejaremos de tratar en este apartado un último
aspecto que, sin referir característica o competencia del mediador y mediadora
intercultural, nos indica algo de su práctica profesional: la necesidad de grupos de
control entre los propios mediadores o mediadoras interculturales.

Como puede verse, la referida caracterización nos puede mostrar una gama completa
de la práctica de la mediación en términos de “una nueva figura profesional en vía de
definición cuyo rol debería ser el de facilitar el encuentro y la relación entre individuos
de minoría étnica y las instituciones del país de acogida”. En esta definición Piero
Bertoloni nos viene a indicar que las competencias de este profesional

(…) van desde el conocimiento de la lengua madre del usuario a un conocimiento de las
situaciones para las que son llamados a intervenir y que están estrechamente relacionados a otros
prerrequisitos indispensables de tipo relacional; entre ellos, la aceptación por parte del usuario, la
capacidad de ser una figura de traducción, de facilitar los procesos de recíproca descodificación
de aquellas normas eplícitas y de aquellas implícitas que regulan la vida social, tanto de las
199
instituciones como de los usuarios (Bertoloni 1996, 342)

También Favaro y Nigris (1999) hablan de “nuevos agentes” y en relación a ellos hacen
hincapié en tres aspectos que consideran fundamentales: los requisitos de acceso a la
formación para el desempeño de la mediación intercultural, la formación que deben
adquirir los que serían futuros mediadores interculturales y por último, los puntos de
atención y aquellos “puntos críticos” sobre los que se debe tener un especial cuidado.
Nos referiremos a continuación a los requisitos de acceso a la formación para la
mediación intercultural y a aquellos aspectos que, de manera muy relacionada con el
perfil del mediador, hay que tener en cuenta y a los que hay que prestar una especial
atención.

Requisitos de acceso
• Edad: de 25 años en adelante
• Algunos años de estancia en el país de acogida (más de 3)
• Escolarización de nivel superior
• Buen conocimiento de la lengua de origen y de la lengua del país de acogida, tanto a
nivel oral como a nivel escrito
• Experiencia directa de migración (este sería un requisito preferente pero no
obligatorio)
• Ser mujer, para el ámbito socio-sanitario y para el ámbito de los servicios materno-
infantiles.

199
En definitiva, un mediador existe -vienen a decirnos Bertoloni- cuando una institución, un servicio
público u otros, requieren y reconocen expresamente esta función a una persona de otra lengua y de
otra nacionalidad: cuando el rol es explícito, conocido y sometido a reglas compartidas, el mediador
lingüístico y cultural es habilitado a hacer mediación en virtud de una formación y de una experiencia
específica.
217
• Experiencias de ayuda, “mediación informal”, voluntariado en relación con el grupo
de pertenencia (este sería un requisito preferente pero no obligatorio)
• Aptitudes para el trabajo de relaciones y de cuidados (para trabajos sociales y de
atención): Actitudes de apertura y de escucha, motivaciones para el trabajo de
ayuda.
• Experiencias previas de trabajo y de formación en el campo educativo, social o del
cuidado (este sería un requisito preferente pero no obligatorio)

Puntos de atención
• En ámbitos educativos y escolares: la mala utilización de competencias educativas y
pedagógicas por parte de los mediadores privados en la acogida de los niños y
jóvenes recién llegados, en la enseñanza de la lengua del país de acogida como
segunda lengua, y en el apoyo al aprendizaje (en sustitución de los profesores
italianos)
• Peticiones de mediación muchas veces dictadas por la urgencia y la emergencia sin
proyectos (muy relacionadas con el uso del mediador como traductor / intérprete
lingüístico)
• Peticiones de intervención que se escapan del rol y de las competencias de la figura
del mediador.
• Riesgo de pedir a los mediadores estar en posesión de características personales y
competencias (muchas veces confundiendo unas y otras) que corresponden a las
del agente o a las de más de un agente.
• Riesgo de control / juicio en la mediación (mediación como “advocacy”): necesidad
de formar en “la suspensión del juicio” (mediación como “empowerment”) y
posibilidad de hacer “objeción de conciencia” por parte del mediador sobre ciertos
temas y contenidos.
• Necesidad de reflexión sobre las funciones específicas del mediador, que
diferencian este rol (y la formación)
• Divergencia entre las competencias y los requisitos solicitados a los mediadores (la
formación requerida y las reales posibilidades de trabajo ofertadas y disponibles)
• Necesidad de elaborar la propia experiencia de migración para actuar
profesionalmente.

Como se puede observar, se trata de un listado de características, más o menos


amplio, que se le puede atribuir al mediador o mediadora intercultural. Por ello, siempre
podremos encontrar algún nuevo ítem para introducir. En este sentido Tosolini, 1999
(a) al intentar definir cuáles son las competencias del mediador intercultural, procede
indicando en primer lugar lo que “no debe ser” para luego listar lo que sí “debe ser”.
Tosolini indica que no debe ser…:

• Un experto en interculturalidad al que demandarle todo lo concerniente a la


educación intercultural y la integración de los niños no autóctonos
• Una persona capaz de desenvolverse en todas las funciones de mediación que se le
adjudiquen con capacidades y habilidades ilimitadas
• Una persona a la que se le puede delegar el papel de ser el agente de cambio social
por antonomasia
• Un mediador cognitivo, omnipresente. La presencia constante y continua del
mediador en el campo (la presencia del mediador todo el día en clase con los
alumnos) no sólo es difícil sino, en parte, absurdo de solicitar.
• Un mero informador de la cultura de otro país que irrumpe en la vida de los demás
de manera esporádica y reduce la cultura de los otros al folklore
• Un ser totalmente imparcial. El mito de la imparcialidad

218
Una vez mostrado lo que no debe ser Tosolini continúa enumerando las competencias
del mediador o mediadora en tanto agente pedagógico:

• Conocimiento de la infinidad de las competencias. De aquí, el sentido del límite y de


la imperfección como características a transformar en positivas y el mayor
conocimiento y responsabilidad en las acciones y en las decisiones
• Competencia pedagógica: las relaciones que instauran son siempre relaciones
educativas y requieren conocimientos y habilidades específicas: técnicas de
comunicación, de animación, de dinamización y dirección de grupos, de
identificación personal, etc.
• Un buen conocimiento de la lengua italiana y de al menos de una de las lenguas
vehiculares de los grupos étnicos presentes en el territorio
• Capacidad comunicativa: el mediador deberá ser un constructor de relaciones y un
mantenedor de las mismas
• Pertenencia a la misma etnia de los usuarios con los que se relaciona
• Capacidad para prevenir y gestionar los conflictos (como un diplomático o un experto
de educación para la paz)
• Habilidades individuales, sean naturales y/o culturales.

Las listas pueden continuar y en su caso aplicadas a la mediación en general que,


como nos recuerdan Bowling y Hoffman, pueden ser consideradas como características
“anecdotales y no científicas”. Muestra de esa dimensión anecdótica es la lista que
citan de un grupo de mediadores (Simkin y Fidandis) en la década de los ochenta del
pasado siglo:

• La paciencia de Job.
• La sinceridad y características de bulldog de los ingleses.
• Las agallas de los irlandeses.
• La resistencia física de un corredor de maratón.
• Las habilidades de campo roto de un centrocampista.
• La astucia de Maquiavelo.
• Las habilidades de superación personal de un buen psiquiatra.
• El pellejo de un rinoceronte.
• La sabiduría de Salomón.

Pero citan también versiones -que ellos mismos califican de “más serias”- más
cercanas en el tiempo como la de Boulie (1996: 84-85):

• Empáticos.
• No juzgan.
• Pacientes.
• Persuasivos.
• Optimista.
• Persistente.
• Confiable.
• Inteligente.
• Creativo.
• Flexible.
• Con un buen sentido del humor y sentido común.

219
Todos estos listados de características revelan con claridad que hay una cierta
indefinición de la figura del mediador o mediadora intercultural; lo que da lugar a que,
bajo el rótulo que refiere dicha figura, encontremos una muy variada práctica
profesional que no siempre responde a lo que entendemos por mediación ni a lo que
entendemos por relaciones interculturales. Como el propio Tosolini (1999) explica, esta
puede ser la razón de que los mediadores siempre se encuentren actuando en
situación de emergencia y, lo que es peor, de improvisación. Por ello será bueno que
nos detengamos, aunque sea brevemente, en cada uno de los apartados marcados
más arriba y avancemos algo más allá de las generalizaciones que hasta ahora hemos
podido presentar.

2.2.1 Sobre las competencias lingüísticas en la mediación intercultural

En este punto que refiere fundamentalmente el uso y dominio de lenguas, nos


encontramos con dos grandes principios, cada uno de los cuales encierra una forma de
entender la mediación y con ello la profesión.

Por un lado, encontraremos a quienes defienden la necesidad de conocer la lengua del


país de destino, lo que sin duda no sólo vincula la mediación a las migraciones sino
que parece anunciarnos la posibilidad, cuando no la necesidad, de que el mediador o
mediadora sea inmigrante extranjero. Nigris (1999) nos dice aún más añadiendo que un
buen conocimiento de la lengua del país de destino no se limita solamente al uso
coloquial de la lengua. Continúa sosteniendo que el dominio de la lengua se extiende al
conocimiento del lenguaje técnico relativo al sector específico en el que se trabaje
(términos inherentes a las patologías tratadas, a los problemas a los que se enfrentan,
a las prestaciones ofertadas, a la filosofía concreta de una intervención particular, al
lenguaje jurídico o al lenguaje penal en sentido estricto, a la deontología profesional,
etc.).

Es claro que en este sentido se da por hecho que el mediador o la mediadora es


extranjero o extranjera, como ya indicábamos más arriba.

Pero, por otro lado, también encontramos, sin ser incompatible con la anterior
posibilidad, la defensa de que el mediador o mediadora intercultural sea conocedor de
la lengua de los inmigrantes extranjeros con los que deberá trabajar. Ello llevará a
algunos a sostener que el mediador es, por fuerza, un mediador “lingüístico” y “cultural”
COSPE (1993). Eso mismo será lo que justifique la necesidad de conocer más de una
lengua de entre los grupos étnicos minoritarios, además del conocimiento de las
características y de los códigos culturales de estos grupos, o la proximidad a ellos, para
la capacitación del profesional de la mediación.

Como puede verse se trata de dos posiciones que llevadas a determinados extremos
podrán confundir la mediación intercultural con las tareas que podrían (y deberían,
pensamos nosotros) serle atribuidas a un intérprete traductor de lenguas. Sin duda, el
conocimiento de varias lenguas diferentes a la materna puede posibilitar al mediador el
colocarse en posiciones más relativistas y menos etnocéntricas, pero la condición de
políglota no asegurará siempre una posición reflexiva de la otredad como resulta
necesaria en la práctica de la mediación.

220
2.2.2 Ser extranjero o extranjera y ser mediador o mediadora

Relacionado o consecuente con lo anterior es este nuevo punto que suele ser
especialmente debatido en los foros de la mediación intercultural y que suele ser
elemento distintivo de otras prácticas de mediación. Nos referimos a la necesidad de
ser extranjero para la práctica de la mediación, que puede verse expresada de
diferentes formas: ser de “otra” cultura, ser inmigrantes, etc.

La ya citada COSPE (1993) valora de manera especial el “ser de otra cultura”. Esta
"cualidad" es en realidad una capacidad añadida de su poseedor –al entrar en relación
con la cultura mayoritaria de la sociedad de acogida- para poner en juego la interacción
de los dos sistemas, poniendo en valor ambos puntos de vista y creando un sistema de
reciprocidad y de intercambio entre las diferentes reglas de vida y de organización
social. Completan con otra característica distintiva el cuadro del mediador o mediadora:
su condición de “inmigrante” antes de haberse convertido en un ciudadano residente en
el país de acogida (de aquí se deduciría otra característica fundamental: lo
imprescindible de encontrarse en situación de regularidad en el país de acogida). Esta
biografía personal se piensa que es el presupuesto para una comprensión profunda de
los problemas de los otros inmigrantes extranjeros, además de representar un gran
potencial de respuesta.

En este punto sin embargo no faltan quienes subrayan la necesidad de no confundir


mediador con extranjero. Cellai (1999) aclara que no basta con ser extranjero para ser
mediador e incide en la necesidad de una formación de calidad para una nueva
profesión que se va perfilando con unas exigencias en torno a la intervención y a un
nivel de profesionalidad muy elevado. En lugar de poner el énfasis en la condición de
extranjero o de inmigrante, Cellai hace referencia, y de una manera muy destacada, a
las motivaciones personales de los mediadores, a la capacidad de crear una relación
de confianza y de dialogar con quien tiene dificultades para la integración social.

2.2.3 Neutralidad e imparcialidad: ¿cómo competencia, cómo principio o cómo


método?

Es este otro de los aspectos que caracteriza la mediación intercultural y en especial en


su dimensión profesional. Pero es otra característica que no está exenta de debate y de
varios puntos de vista no siempre coincidentes. Quizá sea bueno comenzar en este
punto con alguna definición.

La mediación social intercultural, tal y como se practica en el SEMSI, consiste en una modalidad
de intervención de terceras partes neutrales entre actores sociales o institucionales en situaciones
sociales de multiculturalidad significativa, en la cual el profesional tiende puentes o neos de unión
entre esos distintos actores o agentes sociales con el fin de prevenir y / o resolver y / o reformular
posibles conflictos y potenciar la comunicación, pero sobre todo con el objetivo último de trabajar a
favor de la convivencia intercultural (Giménez 2002, 72).

Esta definición del Servicio de Mediación Social Intercultural de Madrid nos introduce
en la cuestión de “las terceras partes neutrales”. Las explicaciones sobre este punto las
amplía el propio SEMSI en el desarrollo de sus principios y planteamientos teóricos:

Un principio metodológico esencial que debe ir paralelo a los principios anteriores es el


mantenimiento de la neutralidad por parte del mediador con respecto a las partes, lo cual implica
un distanciamiento metodológico hacia las mismas, de modo que el mediador no se posicione de
manera personal en las problemáticas suscitadas. La neutralidad del mediador no se refiere sólo a
no tomar partido en los casos de mediación en los que interviene, sino también a la

221
caracterización de su propia figura: el mediador no es un gestor de recursos, sino una figura
neutral que puede actuar de puente hacia el acceso a recursos o la resolución de conflictos.
Por eso, la labor del mediador no consiste en “dar la solución” ante un conflicto, sino en servir de
neo entre las partes para que sean ellas mismas las que lleguen a esa solución, a un acuerdo o
consenso. Para que esto sea posible, cada una de las partes implicadas debe acceder a que se
realice la mediación y los términos de la misma. De ahí que vinculado al principio de neutralidad se
halle el principio de voluntariedad de las partes implicadas, entendido como aceptación libre de la
intervención del mediador, puesto que éste es el puente, incluso el catalizador, no el protagonista.
Esto motiva su actitud de conciliación, de búsqueda del consenso (Giménez 2002, 00).

Ante las críticas que recientemente se vienen haciendo a la práctica neutral de la


mediación debe observarse, con atención a este punto, que se propone un
“distanciamiento metodológico”; algo así como una forma de aproximarnos a los
fenómenos que nos permita entenderlos, explicarlos e interpretarlos mejor, aunque sin
abandonar necesariamente una determinada posición ideológica. Y la cuestión es de
suma importancia si seguimos con algunos de los planteamientos conocidos en
defensa de la llamada “neutralidad”.

La Federación Andalucía Acoge y De. Comunitari -dos organizaciones que en España


han desarrollado de manera importante y sistemática reflexiones y prácticas sobre la
mediación intercultural- se refieren a este punto a partir de lo que Cohen-Emerique
denomina “competencia intercultural”. Aquéllos desarrollaban, a partir de esta última
autora, la idea de “descentralización” que refiere una buena parte de lo que planteamos
seguidamente:

Uno de los procesos clave es la descentralización, es decir, tomar distancia respecto de uno
mismo para poder identificar los propios marcos de referencia y las propias representaciones del
otro diferente y, así, relativizar nuestros puntos de vista y acceder a una cierta neutralidad cultural
(Federación Andalucía Acoge y De. Comunitari 82) (el énfasis es de los autores)

Pero estos mismos autores dejan clara su posición cuando en su texto, más adelante,
expresan lo siguiente:

Hablaríamos, por tanto, de un tipo de mediación “no neutral”, orientada a facilitar la igualdad de
acceso y de trato en los servicios a todos los colectivos que componen la sociedad multicultural
(Federación Andalucía Acoge y De. Comunitari 91)

Y para que sus posiciones queden más claras establecen una distinción entre
neutralidad e imparcialidad, cualidad esta última que sí defiende para el mediador o
mediadora (122). Se trata de una “imparcialidad técnica en las intervenciones” que lo
que trata de encontrar es la “satisfacción de las necesidades de las partes”. De esta
manera, la imparcialidad -a diferencia de la neutralidad-, entienden los mismos autores,
“desempeña un papel de sensibilización frente a la desigualdad o discriminación”. De
esta manera el mediador o mediadora no debe ser una persona que se posicione a
favor de alguna de las partes y menos aún tomar la resolución del conflicto como algo
propio.

De esta misma distinción entre neutralidad e imparcialidad se hacen eco García,


Martínez y Santolaya (2001, 11) cuando reconoce por un lado que el punto de vista
clásico de la mediación exige una “estricta neutralidad”, pero que en ocasiones el
“mediador puede verse en la necesidad de mostrar apoyo a una parte o a otra”. Las
desigualdades en el uso y el acceso al poder que puede haber entre las partes en
conflicto parecen recomendar esta reflexión y por ello la neutralidad podría ser
entendida para estos autores como imparcialidad en el sentido de “mantener una

222
posición distanciada, rigurosa y no condicionada apriorísticamente sobre la
problemática en cuestión”.

Y es que desde diferentes posiciones y tradiciones a la hora de entender la mediación


se viene manteniendo la dificultad de seguir considerando la neutralidad como una
pieza clave de la práctica de la mediación. A través de varios estudios y críticas -nos
indica Della Noce (1999, 294)- se ha hecho evidente que el ideal de la neutralidad del
mediador no puede ser sostenido: los mediadores influencian, e incluso moldean, tanto
el proceso como el resultado sustantivo de la disputa (ver, por ejemplo, Cobb y Rifkin
1991; Dingwall 1988; Folger y Jones 1994; Greatbatch y Dingwall 1989, 1994; Kolb
1994). Pero, recuerda Della Noce, que a pesar de la evidencia creíble de que la
neutralidad no puede ser mantenida como una premisa de trabajo de la mediación,
continúa siendo un motivo principal de los estándares éticos, estándares de práctica e
incluso de la legislación.

Central para esta forma de mirar a la mediación es el reconocimiento de que el


mediador no es etrínseco al conflicto, como subrayan Bowling y Hoffman, 2 cuando
pretenden obtener de la teoría de sistemas todo aquello que puede ser útil para la
práctica de la mediación200.

Como puede entenderse y como ellos mismos también nos recuerdan, tal aproximación
es, hasta cierto punto, contradictoria con las normas actuales en el campo de la
mediación, en el cual la independencia (o separación) del mediador se contempla como
profesionalmente adecuada, quizá incluso necesaria, para ser efectivo. Estas normas
se expresan en códigos éticos que articulan una visión de la mediación en la cual los
mediadores en su mayor parte no tienen conexiones previas con las partes y
mantienen una posición de rigurosa imparcialidad201.

Continúan aclarando Bowling y Hoffman, 2 que no están sugiriendo un abandono de la


neutralidad o la imparcialidad. Sin embargo, ser “neutral” o “imparcial” no significa que
los que resuelven el conflicto están separados de los sistemas del conflicto que buscan
ayudar a resolver. Dado que los mediadores están inextricablemente implicados en los
conflictos en los que median, “imparcial” puede no ser una descripción tan exacta del
rol del mediador como el término “onmiparcial”, que ha sido propuesto por el mediador
Kenneth Cloke (1994).

200
Estos mismos autores nos recuerdan lo siguiente: “según la visión de sistemas, las propiedades
esenciales de un organismo, o sistema vivo, son propiedades del todo, que ninguna de las partes tienen.
Vienen de las interacciones y relaciones entre las partes. Estas propiedades son destruidas cuando el
sistema es diseccionado, ya sea física o teóricamente, en sus elementos aislados. Aunque podemos
discernir partes individuales en cualquier sistema, estas partes no están aisladas y la naturaleza del todo
siempre es diferentes de la mera suma de sus partes” (Capra 1996: 29).
201
La visión de que los mediadores -nos dicen Bowling y Hoffman, 2- necesitan mantener una cierta
distancia de las partes puede venir de las normas profesionales de la psicoterapia, el derecho y otras
disciplinas donde los principios éticos requieren que el profesional evite la implicación personal que
puede mermar la habilidad para realizar juicios profesionales imparciales.
Sin embargo, los valores y las normas de estos otros profesionales pueden no ser completamente
aplicables al conteto de la mediación. Una diferencia importante en los roles profesionales es que un
psicoterapeuta o abogado debe, en muchos casos, tomar responsabilidad por dirigir las acciones del
cliente mediante consejo profesional. La mayoría de los códigos éticos para los mediadores proscriben
ofrecer consejo profesional. Por ejemplo, las Leyes Uniformes sobre Resolución de Disputas en
Massachussets, sección 9(c)(iv), dice: “un neutral puede usar su conocimiento para ayudar a las
deliberaciones de las partes, pero no debe dar consejo legal, asesoramiento, u otros servicios
profesionales conectados con el proceso de resolución de la disputa”.
223
Pero no debemos olvidar que tal cuestión no se resuelve simplemente con esta breve
reflexión. La cuestión es delicada. Como Si nos recuerda, comparando con la práctica
del psicoanálisis, si el mediador o mediadora se posiciona con claridad frente a una de
las partes o con una de las partes, podría también estar optando por colocarse en un
lugar del poder:

(…) si representarán efectivamente un poder, la sombra de ese poder se proyectaría sobre su


gestión y a los ojos de los que vinieran a pedirles un análisis o una mediación. Los que solicitaran
la mediación ya no se sentirían libres con respecto al análisis o al mediador, sino presos,
atrapados a un poder (Six 1997, 156).

2.2.4 La formación del mediador o mediadora intercultural y su capacitación en


habilidades y características personales

La formación es posible en la mediación intercultural… o quizá deba decirse que sólo


con formación se puede ejercer en un sentido profesional la mediación intercultural.
Dicho de otra manera, para ejercer de mediador o mediadora intercultural es necesario
formarse. Y ello debe cerrar el paso a las ideas que defienden una especie de
condición innata para ejercer la mediación, o a las ideas que vinculan el ejercicio de la
mediación a un arte difícil de transmitir. Para ser mediador o mediadora se debe
aprender. Otra cuestión es cómo hacerlo.

En este sentido es clara la posición de Six:

La identidad del mediador no es una identidad innata, sino adquirida; si ciertas personas tienden,
como inclinación natural, por temperamento, a la mediación, saben, si verdaderamente tiene
sentido la mediación, que ésta debe actualizarse sin cesar, afinarse, trabajarse. La identidad del
mediador no es una identidad que se dé de una vez para todas; se debe inventar constantemente
como identidad mediadora (Six 1997, 161).

Más adelante, el mismo autor nos aclarará sobre la complejidad de esta tarea de
formar al mediador:

(…) este debe, en primer lugar, transformar su mirada, su manera de concebir su relación con
otro, y ésta no es tarea fácil (Six 1997, 187).

Estas primeras reflexiones sobre la formación del mediador o mediadora ya nos


recuerdan algunas de las ideas que habíamos expuesto más arriba a partir de lo que
aprendimos de los diferentes planes de formación. Pero las últimas palabras de Si no
hacen sino reafirmarnos en la madurez que ha de tener un mediador o mediadora para
poder ejercer tal profesión. Antes de entrar en este tipo de detalles, nos parece
importante dejar claro lo necesario que es que tal proceso de formación se conciba
desde una posición teórica que permita clarificar qué se pretende hacer, para qué se
pretende hacer tal formación, dónde se pretende llegar y un conjunto más de
interrogantes que nos lleven a pensar que eisten una o varias posiciones ideológicas
detrás de las construcciones formativas que despleguemos y no un simple conjunto de
formas de actuar ante la dificultad. En este sentido será bueno recordar una larga cita
de Della Noce que nos orienta sobre un nuevo rumbo para la formación en mediación:

Un último tema tiene que ver con la formación del mediador. Los estándares de formación en el
campo, tal y como están, han sido ateóricos desde su comienzo y no requieren sofisticación
teórica o claridad por parte de los formadores.
No es sorprendente, por tanto, que una gran parte de la formación en este campo carezca de una
teoría coherente, obscurezca la teoría en la que descansa, o confunda la claridad teórica
mezclando indiscriminadamente constructos teóricos incompatibles. Creo que es hora de que la

224
formación de mediadores esté eplícitamente dirigida por la teoría, y que los estándares de
formación reflejen y apoyen la importancia de la claridad teórica e ideológica. Los formadores
deberían ser explícitos sobre sus marcos de trabajo teóricos. Esto enriquecería tanto la
experiencia formativa como la práctica de la mediación además, esto respetaría el derecho de los
formados a ser ampliamente informados sobre las teorías sobre las cuales descansan los
programas formativos disponibles de tal manera que puedan realizar elecciones académicas.
Cualquier promesa de un programa de formación genérico o ateórico no hace un buen servicio a
los formados, porque cada formación incorpora el discurso moral preferido del formador (o de los
estándares de formación con los cuales el formador debe cumplir). También es el tiempo de que
los estándares de formación que son teóricamente específicos estén escritos, en vez de continuar
intentando regular la formación en diversas teorías y prácticas a través de un conjunto genérico de
estándares.
Finalmente, la cuestión de la formación del mediador sugiere dos preguntas importantes
adicionales: ¿Pueden las teorías y las ideologías ser “formadas”? y ¿pueden los marcos de trabajo
ideológicos cambiar? La primera pregunta enfatiza el hecho de que la “formación” actualmente
responde mejor al desarrollo de la competencia técnica y las habilidades rutinarias. La conciencia
reflexiva teórica e ideológica requiere algo más, tal como ir más allá de la formación hacia
seminarios profesionales que promuevan el estudio, el diálogo y el pensamiento crítico.
No obstante, en los programas de formación, creo que las teorías y los marcos de trabajo
ideológicos pueden al menos ser hechos explícitos. Una aproximación es tener un módulo al
principio de la formación que apunte las asunciones (sobre los seres humanos, el conflicto, la
negociación, la comunicación, etc.) que subyacen a la aproximación a la mediación que promueve
esa formación. Esto podría ser seguido de ejercicios en los cuales los alumnos exploren si están
de acuerdo con estas asunciones. Si es así, el “ajuste” de la formación parecería bastante natural.
Si no lo están los alumnos tienen entonces la oportunidad de “seguir” y explorar esa asunciones a
través de la formación. Los alumnos pueden encontrar que quieren reconsiderar sus asunciones y
moverse hacia la ideología articulada en la formación. O, pueden encontrar que lo que ganan de la
formación es mayor claridad sobre lo que no quieren hacer, lo que al menos los prepara para
investigar otros programas. En cualquier caso, sin embargo, no serán empujados a adoptar sin
pensar el discurso moral de toda la mediación, sino que en vez de eso tendrán la oportunidad de
ser estudiantes críticos y reflexivos (Della Noce 199, 296-297).

Quedémonos con la idea de reivindicar la teoría, de momento, y añadamos la


necesidad de encontrar una relación con la práctica, uniéndolas constantemente (Si
1997). Aunque más adelante trataremos de ver cómo debe hacerse y qué sentido tiene
no seguir estableciendo tal distinción.

Sin duda tales demandas reclaman una formación global, de conjunto, que algunos
cifran en dos puntos de importancia:

• Un buen conocimiento de antropología cultural, en el sentido de tener un buen


conocimiento cultural, tanto de la cultura de origen como de la del país de acogida.
Los mediadores, según los usuarios, deben tener un buen conocimiento de la lengua
y de la cultura de origen y a su vez saber hacer entender la cultura institucional del
país de origen para poder dialogar con los agentes del país de destino para conocer,
entender y saber explicar la filosofía de las intervenciones (Nigris, 1999).
• Un buen conocimiento de las instituciones y de los servicios, de los que forman parte
o con los que colaboran. Deben conocer las reglas y el reglamento institucional, las
normas de funcionamiento y la organización, los objetivos, las finalidades, los
recursos, el sentido de los recursos y las relaciones y los vínculos entre recursos e
instituciones (Nigris, 1999).

Pero sin duda podríamos encontrar una larga lista de contenidos que serían
preferenciales para la formación en la mediación profesional en general y con sus
correspondientes matices en esta mediación intercultural a la que nos estamos
refiriendo aquí. En cierto sentido esto será lo que hagamos en la último parte de este
trabajo, pero ahora nos interesa seguir reflexionando sobre la formación con un

225
concepto global y hacerlo sobre aquellos aspectos que no suelen ser tangibles en las
capacitaciones. No es sino volver a las características personales del mediador o
mediadora de las que decíamos al principio de este apartado que se podrían “educar”.

Observemos un par de ejemplos en los que se nos muestra la importancia de las


habilidades sociales de corte personal que el mediador o mediadora puede desplegar y
prestemos atención a cómo todas son no sólo “educables” sino necesarias para hacer
parte de la formación de este profesional del que estamos hablando. Seguiremos en
este punto las ideas epresadas por (Jones y Bodkter 2001).

Comencemos, por ejemplo, por las propuestas en el campo de la comunicación no


verbal:

Cuando consideramos las habilidades de codificación y decodificación de los disputantes, también


vemos implicaciones para la mediación. (…) De hecho, cuando la gente está en conflicto, es más
probable que decodifiquen las expresiones emocionales de los otros de forma inadecuada
(Gottman 1994). Por tanto, el mediador puede ayudar a los disputantes a entender que pueden
estar entendiendo mal la expresión del otro. El mediador puede ayudar a los disputantes a
aprender a comunicarse verbalmente de forma más efectiva sobre su experiencia emocional,
decreciendo por tanto la confianza en las claves no verbales. Sin embargo, hay una limitación a
esto. En muchos casos, incluso si una parte verbalmente reclama tener una cierta emoción pero
aún usa claves no verbales que contradicen este mensaje, la parte seguramente no será creída. El
otro disputante puede incluso percibir que el mediador está alentando el engaño.
El mediador también puede conducir a los disputantes en cómo desean codificar la expresión
emocional; como pueden comportamentalmente expresar la emoción de forma que sea más
estratégica y ventajosa. Por ejemplo, si el disputante está usando un comportamiento que es
interpretado como ira, pero no intenta enviar ese mensaje, el mediador puede sugerir
comportamientos alternativos, o al menos aconsejar la no continuación del comportamiento
problemático. El mediador que cree que un disputante está intencionalmente usando la expresión
emocional de forma que es ofensiva a la otra parte puede sugerir que se establezcan reglas sobre
ese comportamiento, tal y como pueden hacer para los insultos. Y, si el mediador cree que un
disputante está intencionadamente usando la expresión emocional de forma que puede ser
ofensiva para el otro, especialmente por razones de diferencia cultural, el mediador puede sacar a
la luz el tema en la sesión conjunta para dejar claro que no había intención y negociar el
comportamiento apropiado (Jones y Bodkter 2001, 227).

Pero este ejemplo de comunicación termina recordándonos otro posible ámbito en el


que las habilidades del mediador o mediadora puede ser de enorme utilidad y
“cultivarlas” tan sólo necesita instruirse en ellas -no debemos esperar que el profesional
ya venga formado en ellas y menos que tales condiciones le pueden ser “naturales” a
su carácter o personalidad. Este otro campo es el de las emociones:

Los mediadores deberían tener conciencia de (y apreciación por) sus meta-emociones antes de
intentar ayudar a otros con las suyas. El auto-análisis, o “las técnicas reflexivas” (Kressel 1997)
han ganado puestos entre la comunidad de la mediación. Tanto si la reflexión es individual u
ocurre en un proceso de grupo, lo mediadores pueden beneficiarse de las técnicas de auto-
análisis disponibles para darse más cuenta de sus meta-emociones y cómo influencian la práctica
de la mediación. El diálogo reflexivo entre co-mediadores puede ser particularmente beneficioso.
Los mediadores también pueden usar el conocimiento de las meta-emociones para enseñar a los
disputantes a través del auto-análisis y la reflexión. A menudo, el mismo tipo de preguntas
indicadas en la sección anterior sobre la reconsideración ayudará al disputante a descubrir las
meta-emociones así como las emociones. En algunos casos, alterar la meta-emoción es necesario
para alterar la experiencia emocional que la subyace. Si los disputantes son dóciles y su relación
parece relativamente positiva, el mediador podría facilitar este diálogo en sesiones conjuntas o
discusiones combinadas.
Las meta-emociones también influencian la intervención de un mediador. Los mediadores pueden
aprender a evitar hacer decisiones sobre intervenciones basadas en sus meta-emociones en vez
de en las meta-emociones de los disputantes (por ejemplo, si el mediador no se siente cómodo
con muestras de tristeza pero la parte se siente cómoda, el mediador no deberían disuadir a la
226
parte de mostrar tristeza en la mediación). Los mediadores pueden aprender a responder
comprensivamente cuando se dan cuenta de que un disputante está trabando con emociones con
las que no se siente cómodo.
Y los mediadores pueden conseguir confianza usando el parafraseado que enfatice su conciencia
de la emoción y la meta-emoción de la situación (Jones y Bodkter 2001, 241-242).

Los ejemplos pueden continuar. El ya citado Nigris (1999) también hace repaso de la
necesidad de “buenas capacidades relacionales”. Nos recuerda que este apartado
comprende una variedad amplia de peticiones en lo relativo a las características que
debe tener un mediador o una mediadora. Un mediador o mediadora debe ser capaz
de comprender e interpretar los comportamientos, validar la veracidad de las
peticiones, pero a su vez debe ser capaz de hacer explícitas determinadas demandas,
conocer y dominar informaciones, tener habilidades y saber ser adecuado. Algunos
hacen referencia a aspectos más específicos como “saber un poco sobre la dinámica
de los adultos”, “saber eliminar hostilidades y estereotipos”, “trabajar con grupos para
desmontar y solucionar conflictos entre diversas etnias”, “saber relacionarse con los
agentes”, “crear relaciones entre usuarios y agentes”, y a otras características menos
definidas como “tener capacidad de escucha”, “aceptación”, “tolerancia”, ser “paciente,
gentil, simpático, calmado, transparente, auténtico, empático”, etc., estas últimas
pueden hacer referencia tanto a características personales y temperamentales como a
competencias. Otros hacen referencia a competencias más complejas como: “llegar a
ser ejemplo de cómo se puede vivir en dos culturas”, “hacer reconocer a un joven su
verdadera identidad”, “hacer reconocer un proyecto de vida propio”, etc.

Por su parte Cacciavillani y Di Bella (2000), partiendo del estudio de la práctica y de la


experiencia de grupos, identifican las principales características que debe presentar el
mediador intercultural (aunque referidas al contexto geográfico de sus propias
experiencias). Son características relativas a las capacidades relacionales y
comunicativas, pero también hacen referencia a características personales:

• Saber escuchar (en el sentido amplio de la palabra) entre las partes


• Tener empatía
• Tener un buen conocimiento de diversas culturas, lenguas, hábitos y códigos de
comunicación verbal y no verbal
• Sentirse cómodo y saber moverse con comodidad en la cultura italiana y en la propia
cultura
• Conocer los problemas relativos al “ser inmigrante” (integración escolar de los hijos,
acceso a los servicios sanitarios, etc.)
• Conocer los servicios presentes en el territorio (dónde están, cómo funcionan, cómo
colaboran con otros, etc.)
• Garantizar la confidencialidad sobre los problemas y las temáticas abordadas.

Pero este camino ya lo conocemos y sólo nos llevaría a iniciar una nueva larga lista de
habilidades personales con las que el mediador o mediadora tienen que concordar. Lo
que a nosotros nos sigue preocupando es que tal lista esté inscrita en un marco
ideológico de referencia:

El análisis de este artículo también tiene implicaciones para los esfuerzos continuados de definir
un conjunto universal de “habilidades centrales” de los mediadores, que ahora se expande durante
más de una década (ver, por ejemplo, Filner 1999; Honeyman 1990; Mediator Skills Project 1998;
Test Design Project 1995). Estos esfuerzos intentan definir las competencias del mediador en el
nivel de habilidades y técnicas concretas, descontextualizadas y ateóricas. Sin embargo, este
análisis demuestra que ningún movimiento de un mediador puede decirse que tenga sentido (esto
es, que sea competente o no) excepto si se enmarca en la interacción, como parte del marco de

227
trabajo teórico del mediador, apoyado en ciertas asunciones ideológicas. Incluso si es posible en
algún punto decir que hay “habilidades centrales”, esto no nos dice nada sobre el juicio necesario
par determinar cómo, cuándo y por qué usar estas habilidades en la interacción (Della Noce 1999,
295-296).

Y es que alguno de los autores y autoras consultados inciden bastante en esta


combinación de formación y habilidades personales. Bowling y Hoffman, 1 consideran
que estas habilidades personales tienen un impacto directo en el proceso de mediación
y en el resultado de la mediación; llegan incluso a decir que tales habilidades pueden
ser la fuente más potente del impacto de la mediación. El valor que encuentran a tales
habilidades lo resumen indicando qué servicios pueden prestar en situaciones
concretas de actuación de la mediación:

Lo que puede ser más complejo y difícil de explicar es cómo nosotros, como mediadores,
podemos mantener una sensación de paz mientras trabajamos con personas que están
profundamente metidas en conflictos aparentemente intratables. A menudo las disputas con las
que tratamos en mediación provocan sentimientos en nosotros sobre conflictos en nuestras
propias vidas. Sin embargo, creemos que los mediadores exitosos tienen una habilidad para
trascender esos conflictos, o quizá utilizar la interiorización derivada de ellos, para ayudar a las
partes en la mediación a alcanzar una solución genuina de la disputa que los llevó allí. Esta
habilidad aparece, desde nuestro punto de vista, no tanto de un conjunto particular de palabras o
comportamientos, sino por un abanico de habilidades personales del mediador que crean una
atmósfera que conduce a la resolución (Bowling y Hoffman, 2)

2.2.5 El trabajo en mediación con otros mediadores y mediadoras: grupos de


control

No es este último uno de los aspectos más tratado en la literatura consultada sobre las
la mediación y su profesionalización pero consideramos de importancia su referencia
por lo que de él se pueda obtener en un doble sentido:

• Por un lado, la “juventud” de la práctica de la mediación y el escaso desarrollo


profesional de la misma, aconsejan que en estos momentos iniciales se pueda
contar con un “apoyo” por parte de cualquiera que se inicia en esta actividad y que
tal apoyo pueda venir de los que ya se encuentran introducidos en la práctica. Se
trata de construir grupos de profesionales que intercambien sus propias experiencias
y las vías de profesionalización de sus actividades. Sin duda, uno de los logros será
la efectiva profesionalización.
• Por otro lado, el trabajo conjunto de mediadores servirá para la construcción de
grupos de referencia para los propios profesionales de la mediación que puedan
servir de “grupos control” (como suelen denominarse en la terapia) que ayuden al
novel y al experto a elaborar aprendizajes fruto de la auto-observación de la propia
práctica.

Quizá sea esta segunda dimensión a la que más importancia se le ha dado en la


literatura sobre mediación. El lema de “¡conócete a tí mismo!” (Olczak 1996, 197) ilustra
esto que queremos decir cuando se defiende que resulta

(…) imprescindible de conocimiento procesal y fundamental en la relación al proceso de


mediación, así como un entendimiento profundo de los activos y pasivos que uno posee como
objeto de estímulo para los demás (Olczak 1996, 197).

Las referencias que podemos encontrar no hacen sino indicar que la competencia del
mediador o mediadora está muy relacionada con el grado de auto-control y auto-
conocimiento que el profesional pueda tener; y para ello resulta de especial utilidad la
228
existencia de grupos de mediadores entre los que puedan someterse a discusión el
conjunto de la actividad profesional que puedan ejercer. Y creemos que no se trata tan
sólo de intercambiar las experiencias para conocer cómo tal o cual profesional
desarrolla la profesión.

Creemos que tal ejercicio debe servir para construir la propia mediación y para
construir al profesional de la mediación; es decir, el mediador o mediadora debe utilizar
tales grupos control para poner en juego sus propias características personales en el
ejercicio de la mediación y observar de ellas, junto con los otros profesionales, cómo
repercuten, ayudan, colaboran, dificultan, apoyan, etc. tales características en la
“resolución de conflictos”.

Pero los beneficios de tales grupos de transferencia son más:

(…) los mediadores que poseen gran autonocimiento de sus propias personalidades y los efectos
que tienen sobre otras personas, tendrán la perspicacia necesaria para darse cuenta de que no
pueden mediar todos los tipos de casos o clientes, merced a sus propias inclinaciones, defectos, o
“puntos negros” (Volpe y Van 1987, citado en Olczak 1996, 198)

En fin, de lo que se trata es de construir la mejora de la profesión del mediador a partir


de la auto-observación de la práctica del propio mediador o mediadora, y para ello
resultará imprescindible que se haga consciente de tal práctica compartiendo con otros
profesionales de la mediación qué es lo que hace y qué es lo que piensa cuando
desarrolla acciones de mediación. Quizá estas líneas aclaren aún más la cuestión:

La mayor parte de nuestro foco se ha centrado en la sobrecarga emocional de los disputantes,


pero los mediadores se pueden sobrecargar de igual forma. La tendencia de los mediadores de no
enfrentar esta posibilidad es uno de sus problemas. Una vez que entienden que se pueden
sobrecargar y que su repuesta a la sobrecarga es tan dañina para el proceso del conflicto como
las de los disputantes, los mediadores pueden estar más preparados para prevenir y manejar
estas situaciones. ¿Cómo pueden los mediadores impedir su propia sobrecarga? El mejor consejo
es el mismo que ya hemos presentado -usar técnicas de auto-evaluación y auto-reflexivas para
identificar cuando están a punto de explotar y cómo pueden calmarse mejor. Los mediadores
pueden aprender muchas pistas de sus colegas y especialmente de co-mediadores que pueden
tener un mejor sentido del potencial de sobrecarga que los mediadores en sí mismos. Los
mediadores a menudo se dan cuenta de que ciertos tópicos es más probable que los
sobrecarguen que otros (…). Cuando los mediadores entienden ciertos sesgos potenciales que
tienen, pueden darse cuenta de que ciertos conflictos y ciertos temas se manejan mejor
probablemente con un co-mediador o si se refieren a otro colega (Jones y Bodkter 2001, 232).

2.3 Funciones del mediador y mediadora intercultural

Hasta aquí hemos presentado la mediación en su dimensión conceptual, en la


capacitación que creemos necesaria para aquél que practique la mediación y en las
características que este profesional debería tener para ejercerla. Es evidente que
resulta ser de una muy estimable ayuda cuando se trata de definir qué es la mediación,
pero no es menos cierto que son numerosas las reflexiones críticas que resaltan la falta
de propuestas respecto de qué se espera que haga el mediador. Para decirlo más
claro, lo que mucha gente quiere saber es cuáles son las funciones de un mediador o
mediadora intercultural.

De nuevo no ocultamos que tal proceder servirá de manera muy especial a marcar el
perfil del mediador o mediadora intercultural, objetivo último del presente trabajo, pero
también debe comprenderse que el perfil no es una simple lista de características de
las personas que ejercerán tal actividad, sino también el conjunto de acciones que se

229
espera que se desarrollen cuando se alude a tal actividad, y eso es lo que ahora
haremos marcando las denominadas funciones del mediador o mediadora intercultural.

Tomaremos en un primer momento el camino de “listar” lo que en la literatura sobre el


tema hemos encontrado como más significativo para obtener al final un breve conjunto
de conclusiones u ordenaciones de lo más significativo. Lo anunciamos de entrada
para que el lector o lectora comprenda que en estos listados de “funciones” es posible
que encuentre reiteraciones en relación con las características ya mencionadas o con
las recomendaciones de formación ya citadas.

Graciela Favaro (1999), que citamos en primer lugar, hace una aproximación a las
diferentes competencias que debería tener un mediador o mediadora intercultural para
cubrir las diferentes funciones independientemente del sector y del contexto de
intervención. Éstas serían:

Interpretación / traducción
• Conocimiento óptimo de la lengua del país de origen, oral y escrito
• Conocimiento óptimo de la lengua del país de acogida, oral y escrito
• Buen conocimiento del lenguaje sectorial y de los términos específicos del servicio
en el que se vaya a desarrollar la mediación
• Conocimiento del servicio, de las modalidades de funcionamiento, de las reglas y de
la “filosofía”
• Conocimiento de las normas y de las leyes
• Individuación tanto de las informaciones principales como de las secundarias.
• Atención al lenguaje no verbal y a las modalidades comunicativas paralingüísticas
• Capacidades relacionales
• Saber escuchar, hacer demandas, relanzar la comunicación, profundizar, dirigir las
técnicas de la entrevista

Prevención y gestión de los conflictos y de los malentendidos


• Capacidades relacionales y capacidad de escucha
• Conocimiento lingüístico óptimo de las lenguas 1 y 2
• Saber entender y clarificar los puntos de vista diversos en orden a: necesidades,
expectativas, referencias, normas, etc.
• Conocimiento de los mecanismos y de las modalidades de las relaciones entre los
grupos y conocimiento de la comunicación intercultural
• Seguir una metodología basada en la multi-interpretación, para evitar los
estereotipos y las explicaciones rígidas
• Conocimiento elaboración de la “cultura de origen” y de la “cultura del país de
acogida”
• Capacidad de negociar, establecer acuerdos, identificar diferencias y analogías
• Saber trabajar en grupo

Acogida
• Capacidad lingüística y relacional
• Capacidad de análisis de las necesidades y de las demandas explícitas e implícitas
• Conocimiento de las normas y de la legislación en materia de inmigración
• Conocimiento del servicio
• Dirigir las técnicas de comunicación intercultural y de la entrevista
• Conocimiento general de los temas específicos del servicio: salud, cuidados,
educación, etc.

230
• Conocimiento de los aspectos demográficos, sociológicos y psicológicos
relacionados con los usuarios privilegiados del servicio: menores, mujeres,
“reagrupados”, familias…
• Saber reconstruir las historias, los viajes, los proyectos, las biografías
• Saber crear una situación de “comodidad” sabiendo contener las ansias y los
temores.
• Saber establecer relaciones basadas en la confianza, el respeto y la apertura.
• Saber proponer cambio e identificar respuestas trabajadas.

Informaciones en la relación entre usuarios y agentes


• Conocimiento del grupo, de los sujetos diversos, de las culturas, de los países de
emigración (conocimiento actualizado y dinámico)
• Conocimiento de las diferentes trayectorias de aculturación
• Identificar nuevos canales comunicativos
• Saber redactar textos informativos
• Saber argumentar y hablar en público
• Conocimiento de los servicios y de las normas
• Conocimiento de las políticas sociales
• Saber entender y presentar los diferentes puntos de vista
• Saber identificar analogías y diferencias entre culturas

Acompañar
• Conocimiento de la red de servicios
• Conocimiento de los roles y de las funciones de los agentes
• Saber compilar módulos y saber seguir itinerarios y trayectorias burocráticos
• Conocimiento de las normas y de las modalidades de funcionamiento de los
servicios
• Saber establecer relaciones con agentes de diferentes servicios.
• Saber presentar demandas, necesidades, saber plantear situaciones, etc.
• Saber elaborar propuestas y soluciones
• Saber promover itinerarios de autonomía y de uso directo de los servicios por parte
de los usuarios

Proyectar
• Saber elaborar un proyecto, individuando: Objetivos, tiempos, costos, recursos,
modalidades de realización, roles y competencias, funciones, etc.
• Saber valorar los vínculos y los recursos
• Saber valorar y verificar los resultados del proyecto
• Identificar modalidades de trabajo innovador
• Saber trabajar en grupo
• Saber prever e identificar los cambios inducidos en el proyecto
• Saber presentar el proyecto y “transferirlo” a otras realidades

Por su parte, Jonson y Nigris (1996) identifican las funciones básicas que tendrían que
desarrollar los mediadores interculturales con independencia del contexto específico en
el que trabajasen:

• Funciones de orientación/ información de los usuarios.


• Funciones de acogida / inscripción de los usuarios en los servicios.
• Funciones de traducción e interpretación o funciones de mediación lingüístico
culturales.

231
• Funciones de sensibilización, información y publicaciones relativas al servicio en el
que se inserte.

Además de estas funciones básicas, estos dos autores identifican otras funciones más
específicas, que requerirían de una formación específica y que serían:

• De enseñanza de la lengua madre y de facilitador.


• De mediación cognitiva.
• De contribución a la programación didáctica intercultural.
• De animador / agente social.

Anna Belpiede, (1998) realiza una enumeración de funciones en relación a la


participación de los mediadores o mediadoras en los contextos de intervención social,
en concreto en el conteto de los servicios sociales:

• Desempeñar la función de intérprete lingüístico y cultural, necesaria para crear una


modalidad comunicativa que permita vivir las relaciones personales ofreciendo, al
mismo tiempo, la posibilidad del reconocimiento a través de la lengua.
• Favorecer el uso apropiado de los servicios
• Acompañar a los usuarios en la mediación con las instituciones, estimulando el
encuentro con los usos y las costumbres de la sociedad de acogida.
• Orientar a los trabajadores sociales y a los demás agentes sociales del servicio
sobre los códigos, hábitos y normas a los que el usuario hace referencia

Por otra parte, la Cooperativa di: Handicap Educazione Lavoro Partecipazione (HELP)
menciona las funciones del mediador lingüístico cultural en términos de deberes a
cumplir. Entre estos deberes del mediador o mediadora destacan:

• Asegurarse de que la entrevista se lleve a cabo sin problemas


• Estar siempre actualizado en lo concerniente a los reglamentos, circulares, leyes y
demás documentos que tengan relación tanto con los servicios, los agentes, como
con los usuarios.
• Rechazar aquellos encargos en los que exista incompatibilidad a nivel lingüístico,
cultural o prejuicios por ambas partes
• Clarificar los presupuestos culturales y los estereotipos de las dos culturas puestas
en relación
• Tener constantemente informadas a las dos partes sobre todo lo que acontezca de
una manera cuidadosa
• Intervenir para:
• Reformular, cuando sea necesario, las frases que no han sido comprendidas por
los interlocutores
• Pedir de manera clara la confirmación de que se está entendiendo todo lo que se
dice
• Hacer notar si una de las dos partes no ha comprendido el mensaje, aunque se
haya producido de manera correcta
• Hacer notar cuando uno de las partes no ha recibido un mensaje o cuando un
mensaje no ha llegado a ser transmitido
• Saber detectar y suplir los casos en que ellos mismos tengan carencias en lo
relacionado a la cultura de alguna de las dos partes
• Comunicar cuando no se tenga una información específica
• Denunciar las ilegalidades, injusticias y discriminaciones

232
Para Federica Cacciavillani y Sofia Di Bella (2000), observando el trabajo realizado por
los mediadores y mediadoras y a través de las reflexiones de éstos sobre sus propias
prácticas, se identificarían las siguientes funciones del mediador intercultural:

Funciona de puente
• Conoce ambos códigos culturales y de comunicación verbal y no verbal
• Entiende los diferentes puntos de vista
• Explica las diferencias y similitudes a ambas partes

Elimina las incomodidades


• Recoge las incomodidades y los desencuentros de las partes en la comunicación y
explica los aspectos culturales
• Informa a las partes sobre los aspectos generales de las culturas para hacer fluida la
comunicación

Está por encima de las partes


• No toma partido por ninguna de las partes
• No es un aliado, sino un instrumento para las dos partes
• No enjuicia las culturas ni las situaciones ni a las personas
• Facilita la instauración de una situación de confianza entre los agentes y las familias
• Puede abstenerse de la intervención en la mediación en aquellos casos en los que
no existiera objetividad (casos de conciencia)

No da soluciones
• No sustituye al agente social, laboral, sanitario, educativo, etc.
• No hace de portavoz de la familia
• Ayuda la relación de ayuda

Amedeo Piva (2001), Assesore alle Politiche Sociali del Comune di Roma, en una
intervención a propósito del estado de la inmigración en Italia, hace referencia explícita
a la figura del mediador intercultural y a las funciones profesionales de éste:

• Facilitar el encuentro entre personas diversas a través de la capacidad de


decodificar los códigos de los actores de las relaciones, códigos que, bajo el
lenguaje, recogen todo un mundo de sensaciones, experiencias y valores.
• Ayudar a los ciudadanos extranjeros e italianos a leer y comprender las respectivas
culturas a partir de las culturas de pertenencia y de las recíprocas áreas de
prejuicios
• Identificar las ocasiones potenciales de conflicto y proveerse de los instrumentos
interpretativos necesarios para evitar su desarrollo
• Valorizar los recursos de las culturas originales y de valores diferentes
• Participar en la información / formación de los agentes italianos en contacto con los
ciudadanos inmigrantes etranjeros sobre sus peculiaridades y la diversidad cultural

La Associazione Nazionale Comuni Italiani (1999) en un estudio de los municipios en


relación a los ciudadanos extranjeros extracomunitarios enumera las funciones y las
competencias que debe tener la figura del mediador o mediadora intercultural. En lo
tocante a las funciones se dice:

• Facilitar la comunicación y el proceso de integración


• Acompañar al usuario
• Escuchar

233
• Interpretar
• Traducir
• Ayudar
• Decodificar
• Facilitar y filtrar la comunicación entre el servicio y el inmigrante
• Animar
• Sostener
• Informar
• Negociar
• Conciliar
• Orientar

Por último, Giambalvo (2002) Identifica las siguientes funciones del mediador y de la
mediadora lingüístico cultural y las capacidades y competencias que debe tener:

• Funciones de diagnóstico: capacidad de observación y escucha, capacidad de


análisis de la demanda del usuario, conocimiento de la cultura y organización de los
servicios públicos (con particular atención a los servicios asistenciales, servicios
relativos a la inserción laboral y a la formación) y servicios privados
• Funciones de proyección: capacidad de programación del propio trabajo, capacidad
de desenvolverse sobre el terreno y desarrollar proyectos
• Funciones de erogación (destinar recursos para cumplir obligación y / o servicios):
conocimiento de las nociones técnicas sobre la legislación que reglamenta la
posición de los inmigrantes en el contexto italiano y europeo y de nociones relativas
al proceso comunicativo; competencias psicológicas, psicosociales y educativas
relativas a las situaciones de mediación; capacidad de empatía, capacidad de
gestionar un grupo y los conflictos personales e institucionales, capacidad de
adaptar el propio lenguaje verbal y no verbal a los códigos de los interlocutores.
• Funciones de evaluación y monitorización: capacidad de leer los datos de una
sistema de evaluación y de investigación
• Funciones de promoción: capacidad de motivar a los pertenecientes a una
organización o a un grupo para la colaboración, capacidad de trabajo en equipo y de
trabajo en red, conocimiento de los instrumentos legislativos para la creación de
empresas, desarrollo de las capacidades empresariales.

Como puede verse, el conjunto de funciones que se le atribuyen a la práctica de la


mediación pueden considerarse variadas pero no exentas de una cierta conexión que
nosotros ahora trataremos de reseñar de manera muy resumida. Hemos agrupado el
conjunto de funciones en cuatro grandes apartados:

• Una primera función debería estar relacionada con la misión de servir de referente
ante aquellas personas que puedan encontrarse perdidas en un nuevo contexto al
que no están acostumbradas por su novedad o por la ausencia de las claves
cognitivas y comunicativas específicas para desenvolverse en él. Aquí se situarían
las funciones de acogida y acompañamiento junto con las de información y ayuda;
aunque no debería olvidarse aquí que en este punto puede servir de mucha ayuda
para el “novato” la simple función de escucha. Debe entenderse que aunque estas
funciones no son específicas de la mediación son necesarias para la práctica de la
misma.
• Una segunda función tiene que ver con la tarea de facilitar y favorecer la
comunicación. Aquí debemos recoger funciones que van desde la interpretación y
traducción propiamente lingüística (que puede hacer el mediador o mediadora o que

234
debe saber quién hacerla si no tienen capacitación para ello) hasta el
establecimiento de vías de comunicación más allá del simple diálogo con la
compresión de mensajes no verbales. Estaríamos aquí en una función más propia
de la mediación pero que no debe entenderse como justificante exclusiva de la
misma, es decir, mediar no debe reducirse a interpretar / traducir.
• Un tercer conjunto de funciones tienen que ver con el establecimiento de escenarios
propicios para la convivencia. Se trata de ver en la práctica de la mediación acciones
que prevengan ante los posibles conflictos y para ello que sensibilicen, que animen a
la convivencia…, incluso que se conviertan en posibles gérmenes de enseñanza
para el aprendizaje social.
• Por último, un conjunto de funciones muy estrechamente ligado a la práctica
tradicional de la mediación tiene que ver con la negociación y la conciliación.
Funciones que se identifican plenamente con la práctica de la mediación pero muy
difíciles de poner en marcha sin tener presente y usar las anteriormente citadas.

3. PERFIL DEL MEDIADOR Y MEDIADORA INTERCULTURAL

Hasta aquí la información de la que disponemos con un cierto orden y con la lógica que
marca nuestras percepciones sobre la práctica de la mediación y sobre la
profesionalización de esta actividad. Buena parte de lo recogido y de los comentarios
realizados bien podrían servir para marcar el perfil del mediador o mediadora
intercultural, pero es necesario que aportemos a todo ello una última sistemática
reuniendo todo lo presentando en un nuevo orden lógico y de manera más concreta y
resumida. El conjunto de lo que ahora presentaremos servirá de conclusión pero, sobre
todo, de propuesta para la reflexión sobre el denominado perfil.

Pero para ser coherentes con lo mencionado más arriba, debemos comenzar
marcando nuestras posiciones ideológicas en torno a la mediación y sus prácticas.
Para ello no es ocioso comenzar con la recomendación de Si de marcar la identidad del
mediador. No es sino volver al principio por donde comenzábamos:

A los que comienzan a aprender inglés se les aconseja muy especialmente que desconfíen de
esas palabras que se escriben de la misma manera en inglés y en algún otro idioma pero que no
tienen el mismo significado: lo que se llama “los falsos amigos”. Muchos de los que emplean la
palabra “mediación” encuentran, sin saberlo, “falsos amigos” de la mediación, ya que le dan un
sentido unilateral: la mediación de, dependiente de, unida a un organismo; la mediación no tiene
sentido más que si se ejerce a la sombra, bajo la protección de un organismo.
Esos “falsos amigos”, enormemente distraídos, no se dan cuenta de que, si el mediador no
pudiera existir más que acompañado de un genitivo, de un de, el genitivo se convertiría muy
pronto en totalitario y haría del mediador estrictamente alguien subalterno; ya no sería un
mediador más que por el nombre; vasallo con un título honorífico sin trascendencia, menor,
siempre bajo la dependencia del tutor. Por el contrario, si se puede establecer la identidad propia
del mediador ciudadano, el mediador institucional se sentirá más cómodo en su lugar de mediador,
en su capacidad real de ejercer esa tarea, no contra la institución, sino con cierta autonomía
posible con relación a ella. Hay pues, una gran ventaja para el mediador institucional, cuando la
identidad del mediador se establece lo más claramente posible (Si 1997, 155-56)

Como puede verse se trata de marcar el mediador o mediadora. Nosotros preferimos


decir “marcar” la mediación para saber con precisión qué cabe hacer, qué cabe esperar
bajo tal ejercicio cuando se es profesional. Pero para tal “marcar” es necesario tratar de
entrever lo que no se dice, lo que no se escribe ni se inscribe, lo que suele permanecer
oculto, y que tanto suele fundamentar toda práctica

Es en este sentido en el que nosotros sí defendemos una posición ideológica de partida


en la práctica de la mediación y con ello en el ejercicio profesional que haga el
235
mediador o mediadora, en este caso intercultural. Nuestra posición en relación con la
mediación intercultural tiene que ver con la necesidad de que su práctica no pueda ser
diferenciadora de seres humanos, atendiendo a su condición de extranjero o
inmigrante, como una forma “nueva” de elaborar modernos sistemas de desigualdad.

Como hemos podido observar, son muchas las prácticas de mediación que arrancan de
un conflicto en el que las partes no pueden llegar a un acuerdo. Ello es debido, en gran
medida, a que los diversos tipos de mediación que se han desarrollado previamente
(jurídica, social, familiar, escolar...) condicionan el debate sobre la mediación
intercultural. El ejemplo claro es partir de un conflicto como condición previa para la
mediación. Es la referencia al conflicto y al estilo reactivo de la mediación a la que
hacíamos alusión al comienzo de este apartado y que Petitclerc (2002, 56) entiende
como mediación en sentido estricto con la denominación de Modelo Alternativo de
Reglamentación de Conflictos (MARC).

Así las cosas, la mediación no es simplemente un contenido que se debe dominar y


utilizar para solucionar problemas, sino también una actitud que caracterice la forma de
relacionarse las personas y los grupos humanos. Dicho de otra manera, la mediación
es una de las características que permiten entender las formas de convivencia entre las
personas y no una situación de ecepcionalidad que aparece coyunturalmente ante la
presencia de grupos que consideramos enfrentados al adscribirlos a tradiciones y
culturas de “difícil convivencia” (esto es lo que Cohen-Emerique (1993) denomina
mediación proactiva). Si por conflicto también entendemos una forma de encuentro y
desencuentro entre las personas que constituyen los grupos y que tienen relaciones,
entonces no tendríamos problema en admitir que la mediación debe actuar en la
resolución de conflicto. Pero lo habitual es ver el conflicto como una situación más o
menos extraordinaria y no deseable de las relaciones humanas.

La relación es interdependencia, génesis del conflicto. Por definición, la relación supone


interdependencia entre las partes para coordinar la acción, negociar la comprensión y distribuir los
recursos. No obstante, está en la naturaleza misma de la interdependencia el generar conflictos.
Sin algún grado de relación, la motivación para el conflicto es casi inexistente, y se limita a
situaciones en las cuales los individuos experimentan el conflicto como una respuesta transitoria,
de tipo animal, a intentos inmediatos de interferencia o dominio. El grado de interdependencia
operativa da la medida probable del conflicto experimentado (Jones 1997).

De esta manera, la mediación intercultural se entendería como una herramienta


cotidiana para comprender la diversidad cultural y para relacionarse con ella. Dicho de
otra manera, la forma que habitualmente todos tenemos de relacionarnos
positivamente es mediante el acuerdo, el consenso, que no es sino la base de
cualquier relación (debe entenderse que el desacuerdo y el no consenso forma parte
también de cualquier relación). Pues bien, esa forma de relación nosotros la
entendemos como mediación y desde ella “arranca” nuestra propuesta para la práctica
de la mediación intercultural.

Esta postura es muy cercana a la concepción de Petitclerc (2002, 54-55) cuando


considera que la mediación se debe abordar como “un espíritu” ( en el sentido de
agudeza, ingenio, mentalidad, conciencia, disposición, etc. y no en su sentido religioso
o de divinidad). Él mismo, citando a Lindeperg, recoge que la mediación debe permitir a
las partes -a ellas mismas- “encontrar las soluciones a través del acuerdo de la

236
mediación”202. Desde aquí la mediación, defiende Petitclerc, debe hacer pasar a los
actores de la lógica del “o tú, o yo” a la lógica del “y tú, y yo”, y de esta forma ligará la
mediación al “arte de vivir en la ciudad” desarrollando el sentido de la alteridad, de la
comunicación y del diálogo como una forma armoniosa de construir lazos sociales
entre las diferencias (Petitclerc 2002, 56)

Nosotros queremos significar con la mayor insistencia esa dimensión de normalidad


que consideramos que tiene y debe seguir teniendo la mediación: una práctica
cotidiana en las relaciones humanas que se caracterizan por construirse y reconstruirse
en la negociación y el conflicto. Esta manera particular de entender la mediación tiene a
priori dos rasgos que la caracterizan y que, a la vez, la determinan. Rasgos que ofrecen
objetivos muy ideales y de difícil logro, pero que representan guías a la hora de
construir la práctica y la formación en mediación intercultural. Estos dos rasgos son:

• Por un lado, se trata de una mediación que persigue el objetivo de la normalización.


Es decir, si defendemos que la forma habitual de relación de los seres humanos es
la mediación para poder establecer modelos más o menos estables de convivencia,
lo apropiado, lo óptimo y adecuado en situaciones de no entendimiento, será
conducir hacia procesos normalizadores, procesos en los que se establezcan o
restablezcan, según los casos, la relaciones sociales sobre la base de la mediación.
• Por otro lado, se trata de una mediación que se centra fundamentalmente en las
personas que establecen las relaciones y por ello no se hace depender
obligatoriamente de terceras partes que establezcan escenarios y recursos para que
se produzca la acción normalizadora de la mediación. Dicho de otro modo, se puede
practicar la mediación sin la figura de un profesional que denominemos mediador. La
estrategia de la mediación debe formar parte de las habilidades con las que
deberíamos dotar la socialización y la educación de toda persona .

Se entenderá entonces que desde nuestra posición se pueda discutir también la


necesidad de una figura profesional que se especialice en “mediar” en situación de
conflictos, aunque no negamos rotundamente la posibilidad, y nos posicionamos más
hacia la idea de trasmitir a todos y todas modelos de convivencia basados en
relaciones consensuadas y acordadas, relaciones que nosotros denominamos
“mediadas”. En definitiva, venimos a proponer la posibilidad de cuestionar el hecho de
que en cualquier mediación deba existir necesariamente un tercero.

Planteadas así las cosas, creemos estar en condiciones de poder marcar el perfil
profesional que pueda tener quien se dedique a la mediación.

3.1 Del perfil a la profesión

Esta profesión de mediador o mediadora intercultural es nueva, por ello la profesión


será, en buen parte, lo que quieran dichos profesionales unido a lo que se demande
socialmente y a lo que se logre negociar con otras profesiones con las que tienen
fronteras muy porosas para la actuación.

Lo que con este criterio estamos defendiendo es que debemos ser respetuosos con la
construcción profesión de la mediación y no partir de presupuestos teóricos previos
muy exigentes y claramente cerrados. Sin duda, por lo planteado más arriba y en el

202
Desde estas posiciones Petitclerc realiza una identificación entre mediación y la figura mítica del dios
griego Hermes cuyas atribuciones son la negociación, el cambio, la escritura, la palabra… y es visto
como el dios de la atención y la escucha.
237
conjunto de este texto, la mediación intercultural cuenta ya con una abundante
literatura que recoge experiencias de mediación intercultural de las que se deben
aprender y en las que se reflejan lo qué se hace en mediación intercultural. También se
cuenta con un no menos importante desarrollo teórico sobre lo qué debe ser la
mediación intercultural.

Pero no debemos olvidar la naturaleza particular de esta profesión, por nuestro


posicionamiento ideológico recientemente presentado y por la propia dimensión de
práctica muy personal que tiene la mediación. Ello debe hacernos caer en la cuenta
que, por un lado, debemos contar con los contextos particulares a la hora de delimitar
qué debe ser la mediación y qué debe hacer un mediador o mediadora; no es
suficiente, ni justo, ni prudente, que ahora traduzcamos la mediación en general y la
mediación intercultural en particular a un contexto cuyo nacimiento como ejercicio
profesional está muy ligado a la presencia de la “otredad” en términos de inmigración
extranjera.

Junto a esto, debemos también pensar, por otro lado, que una buena definición de una
práctica profesional será posible en la medida que se ejerza dicha práctica profesional
y que quienes la ejerzan puedan y sepan ir construyendo lo que hacen con una
determinada y particular identidad. En ello debe radicar también la definición de un
perfil profesional, en que pueda construirse la profesión, y ello no podrá hacerse de
antemano y sin contar con los que finalmente tendrán las responsabilidades del
ejercicio de la profesión.

3.2 La mediación intercultural y el posible intromisión en otras profesiones

Nada hace dudar que si contamos con una profesión no definida, también contamos
con un posible ejercicio profesional que se sitúa en las fronteras -o muy próximo a las
mismas- de ejercicios profesionales ya definidos y más o menos delimitados en el
amplio campo de la intervención social.

En este sentido, no puede ocultarse la cercanía de la práctica de la mediación


intercultural a otras disciplinas, en especial al trabajo social. Una proximidad que en no
pocas ocasiones podrá entenderse como confusión de papeles en el complejo mundo
de la intervención social.

Lejos de verse tal proximidad, a la que algunos verán como confusión o apropiación de
terrenos profesionales, debemos ser conscientes de que la mediación intercultural se
encuentra con terrenos ya recorridos y que su camino no debe empezar con el cuenta
kilómetros puesto a cero. No es buscar distancia y separación, lo que debe hacerse
para la definición y delimitación de la profesión de la mediación en relación con, por
ejemplo, el trabajo social, sino complicidades y compromisos de complementariedad.
Nada grave sería el que pudiéramos encontrarnos con que desde el trabajo social se
trabajara con los presupuestos de la resolución de conflictos que se establecen en las
enseñanzas de la mediación intercultural. Tampoco sería absurdo que el profesional de
la mediación utilizara los recursos a su alcance para la intervención social ya
experimentados en el ejercicio del trabajo social.

Muy al contrario de lo que se puede pensar desde posiciones gremiales, el “fondo” y la


“forma” de la práctica de la mediación nos está enseñando que los problemas sociales
no son propiedad de uno u otro profesional, sino de aquel que pueda y sepa
resolverlos. En este sentido debe apuntar la intervención social a que las estructuras de

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formación, y en especial las universitarias, sigan practicando la construcción
especializada de profesionales para problemas y conflictos multifactoriales.

En este sentido y observando los planes de formación del trabajo social, consideramos
que es el espacio de competencias previas más próximo a la mediación intercultural.
Quizá con el tiempo podamos ver también la proximidad de la mediación intercultural
con la educación social en su reciente proceso de asentamiento universitario y en
especial si desarrolla una mayor proximidad a su vertiente social y no tanto a su
vertiente pedagógica, como algunos prefieren orientarla. De cualquier manera, el
handicap de ser reciente en el mundo universitario, tanto para el trabajo social como
para la educación social, y de no tener suficientemente arraigada la dinámica
investigadora a todo tipo de actividad académica, puede suponer algún problema para
los proyectos relacionados con la mediación intercultural. Aunque existan quienes ya
han superado tal distancia, todavía existen centros de formación en trabajo social que
están aislado o con dificultades de las prácticas investigadoras. Esto debe de
superarse y ello también incidirá de forma positiva para la incorporación de tales
profesionales de la intervención social a la practica de la mediación intercultural que
aquí estamos proponiendo en la medida de que dicha practica se vea como una
práctica constructora del conocimiento desde las posiciones de rigor que exige la
investigación científica.

Se debe entender que la práctica de la mediación intercultural no puede hacerse desde


un voluntarismo activista en el que se sabe qué se debe hacer pero nada se interroga
sobre las razones, los motivos y las ideologías que justifican tales actuaciones. Por lo
planteado en el primer punto de este apartado, se entenderá que estamos ante la
necesidad de construir un conocimiento contrastado y riguroso, un conocimiento
científico, sobre la profesión de la mediación intercultural, y ello obligará que pensemos
también al mediador o mediadora intercultural como un indagador de las relaciones
sociales y un investigador sobre las formas, maneras y sistemas de gestión de los
conflictos culturales.

3.3 La delimitación del ejercicio de la mediación y de la profesión de mediador y


mediadora intercultural

De lo anteriormente planteado no debe entenderse que sólo desde el trabajo social se


pueden uno incorporara a la mediación intercultural. Se puede venir de otros lugares,
pero se debe tener experiencia práctica en la intervención social. Pero esto debe ser
más claramente planteado.

Todos pueden mediar, algunos lo sabrán hacer mejor y otros peor. De cualquier
manera, todos tenemos que aprender a resolver nuestros conflictos usando estrategias
de la mediación. Ahora bien, el ejercicio de la mediación intercultural desde un punto de
vista profesional es otra cosa. Aún usando los mismos recursos, el desempeño
profesional de la mediación intercultural debe saber que es útil allí donde las relaciones
sociales por si solas no saben, no pueden o no quieren resolver los conflictos.

Esto nos lleva a defender que la práctica de la mediación, en su dimensión


normalizada, si se quiere reconocer como una practica validad y competente, no puede
ser ejercida desde el voluntarismo y la buena disposición a la ayuda solidaria. Si hemos
defendido que cualquiera puede mediar, seguimos plateando que no todos estamos
preparados para saber mediar y para saber hacerlo desde la profesionalidad. Por ello

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será muy necesario que el mediador defina profesionalmente su perfil y lo haga
teniendo muy presente una adecuada y sólida formación.

3.4 La construcción de una sólida formación para poder ejercer la mediación


intercultural

Una última cuestión tiene que ver con la formación del mediador o mediadora. Los
estándares de formación en el campo, tal y como están, han sido en no pocos casos
ateóricos desde su comienzo y se orientan o a planteamientos generales o a saber qué
se debe hacer en cada situación posible. No es sorprendente, por ello, que una gran
parte de la formación en este campo carezca de una teoría coherente, o confunda la
claridad teórica mezclando indiscriminadamente constructos teóricos incompatibles.

Pensamos por ello que es el momento de que la formación de mediadores y


mediadoras esté explícitamente dirigida por la teoría, y que los estándares de
formación reflejen y apoyen la importancia de la claridad teórica e ideológica. En este
sentido resulta clara la siguiente propuesta:

Los formadores deberían ser explícitos sobre sus marcos de trabajo teóricos. Esto enriquecería
tanto la experiencia formativa como la práctica de la mediación además, esto respetaría el derecho
de los formados a ser ampliamente informados sobre las teorías sobre las cuales descansan los
programas formativos disponibles de tal manera que puedan realizar elecciones académicas.
Cualquier promesa de un programa de formación genérico o ateórico no hace un buen servicio a
los formados, porque cada formación incorpora el discurso moral preferido del formador (o de los
estándares de formación con los cuales el formador debe cumplir). También es el tiempo de que
los estándares de formación que son teóricamente específicos estén escritos, en vez de continuar
intentando regular la formación en diversas teorías y prácticas a través de un conjunto genérico de
estándares.

Con ello ya avanzamos nuestra posición de que en la mediación se puede uno o una
formar. No se debe esperar encontrar el sujeto que “naturalmente” esté preparado para
el ejercicio de la mediación. No debemos admitir que las especiales características
personales que hemos ido atribuyendo a la figura del mediador o mediadora, deban ser
esperadas a encontrarse en individuos que parecen tener una predisposición innata
para ellas. Esas cualidades personales pueden ser estudiadas, enseñadas y
aprendidas; pero debe ser la investigación sobre el tema quien haga más explicitas
cuáles son -aún disponiendo ya de literatura en este sentido- y cómo pueden ser
enseñadas y aprendidas. Dicho de otra manera, el mediador o mediadora profesional
sólo puede hacerse.

Para la formación nosotros encontramos que se debe apuntar hacia una más compleja
estructura en el que sepa combinar el crecimiento (la construcción del conocimiento)
con la experimentación crítica, reflexiva y rigurosamente científica. Tres serán por ello
las fases en las que pensamos que deberían completarse en un plan de formación en
mediación intercultural profesional:

La primera la llamaremos como “la observación de la técnica”. “Se aprende, entre otras
cosas, la escucha activa, la recolocación, la focalización en los intereses, la priorización
de temas, y la práctica, el ayudar a las partes a genera opciones. Aprendemos a
demostrar empatía así como imparcialidad, aprendemos cómo diagnosticar barreras
para el acuerdo, y cómo, con algo de suerte, cerrar un caso. Buscamos oportunidades
para practicar estas habilidades”. En esta fase lo que proponemos es que el futuro
mediador o mediadora observe la mediación que practican otros profesionales que ya
la ejercen. Se trata de comenzar observando las prácticas de mediación “en vivo”, pero
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haciéndolo con una sistemática y un rigor. Sistemática y rigor que enriquecerán a quien
la esta ya practicando la mediación y ahora es acompañado y que obligará al “novato”
a sistematizar lo que ve, lo que escucha, lo que siente. De esta sistematización se debe
hacer que el futuro mediador o mediadora construya los interrogantes fundamentales a
los que debe ir encontrado respuestas. En esta fase, al final, lo que estaremos es
logrando el reconocimiento del fenómeno de la mediación, lo que debe servir para
decidirse a continuar en el proceso de formación una vez que se sabe qué es.

“La segunda fase lo que pretende es aprehender intelectualmente el proceso de


mediación, esperamos encontrar las herramientas con las cuales evaluar la efectividad
de varias técnicas, identificar fronteras profesionales y éticas apropiadas y entender
mejor lo que estamos haciendo, porqué lo hacemos, y el significado del proceso para
nuestros clientes. Estas búsquedas intelectuales -incluyendo tanto investigación
empírica como teórica y discusiones normativas de la práctica de la mediación-
incrementan nuestra efectividad como mediadores y mejoran la satisfacción personal
que obtenemos de este trabajo”. En este punto lo que hacemos no es otra cosas que
enfrentar al conocimiento ya construido (el que suele denominarse como conocimiento
académico y más despectivamente como “teoría”) con los interrogantes ideados fruto
de la anterior fase de inmersión en las prácticas de la mediación intercultural
profesional. En este punto los formadores y formadoras debe ser claves, puedes de sus
habilidades dependerá que se produzca un perfecto acoplamiento entre conocimiento e
interrogantes. No se trata de tener respuesta para cada uno de los interrogantes que se
planteé, sino de saber cuales son los caminos posibles por los que transitar en la
búsqueda de claridad, y quizá respuesta, a tales interrogantes.

La tercera fase consiste en hacer consciente de que es un mediador en el sentido


profesional que aquí lo estamos tratando y no exclusivamente porque desarrollo ya la
actividad profesional. “Se trata de ser un mediador, en vez de simplemente llevar a
cabo ciertos pasos prescritos dictados por una escuela o teoría particular de
mediación”. La cuestión importante en esta fase consistirá, por ello, en que el futuro
mediador o mediadora sea capaz de construir un conocimiento crítico sobre las
prácticas observadas en contraste con el saber adquirido.

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