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ÍNDICE
Presentación [5]
PRIMERA PARTE
COMPRENDIENDO LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL
1. ¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN? [11]. 1.1 La interposición de una tercera persona imparcial [11]. 1.2 El
espíritu de la mediación [12]. 1.3 Mediación en sentido estricto y en sentido amplio [13]. 2. LA
MEDIACIÓN SOCIAL [13]. 2.1 Las mediaciones social e institucional [14]. 2.2 Un nuevo modo
operativo [15]. 3. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA CIUDADANÍA [16]. 4. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA
EDUCACIÓN [18]. 5. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA PREVENCIÓN [19]. 5.1 Las prevenciones
persuasiva y disuasiva [19]. 5.2 La mediación social en tiempos de crisis [20].
INTRODUCCIÓN [59]. 1. VINO NUEVO EN ODRE VIEJO [59]. 1.1 Antigüedad y novedad de la
intermediación cultural [59]. 1.2 Proliferación de iniciativas en relación a la comunidades migrantes
[60]. 1.2.1 Experiencias en Europa [60]. 1.2.2 El caso español [61]. 2. DE LA MULTICULTURALIDAD
A LA NECESIDAD DE MEDIACIÓN [62]. 2.1 Relaciones interétnicas o situaciones de
multiculturalidad significativa [62]. 2.1.1 Diversidad de situaciones [63]. Según los actores
involucrados [63]. Según el tipo de relación establecida [65]. Según los contextos [65]. 2.2 Retos
específicos en situaciones de multiculturalidad [65]. 2.3 La necesidad de intermediación [66]. 3.
CARACTERIZACIÓN DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL [66]. 3.1 Una definición de partida [67].
3.2 Sobre mediación y conflicto. ¿Se remite siempre la mediación intercultural al conflicto interétnico o
multicultural? [68]. 3.3 La mediación intercultural como modalidad de mediación [69]. 3.4 La
especificidad de la mediación intercultural [71]. 3.4.1 La naturaleza etnoculturalmente diferenciada de
las partes involucradas [72]. 3.4.2 La incidencia de la diferenciación etnocultural en la relación
existente entre las partes [72]. 3.4.3 La relevancia del bagaje cultural del mediador [73]. 3.5 La
interculturalidad como objetivo [73]. 3.6 Ventajas y desventajas de la mediación intercultural [74].
2
3.6.1 Las luces de la mediación intercultural [74]. 3.6.2 Las sombras de la mediación intercultural [75].
BIBLIOGRAFÍA [76].
Mediación. Una revisión actual y un desarrollo teórico (James A. Wall, John B. Stark y
Retta L. Standifer) [91]
3
Poniendo paz en la habitación: las cualidades personales del mediador y su impacto en
la mediación (Daniel Bowling y David Hoffman) [145]
SEGUNDA PARTE
CONSTRUYENDO LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL
Perfil del mediador o mediadora intercultural (F. Javier García, Antolín Granados y
Raquel Martínez) [189]
4
PRESENTACIÓN
El volumen que el lector tiene en sus manos pretende responder con cierta fidelidad al
título del mismo. Se trata de un conjunto de escritos que pretenden servir como
“lecturas para la mediación intercultural”. Lecturas para aproximarse a este nuevo
concepto que venimos nombrado como una posible forma de tratar con el otro
(habitualmente y entre nosotros con el inmigrante extranjero); lecturas para el
profesional que pretende dedicarse al trabajo en mediación intercultural y esta
necesitado de formación; y, sobre todo, lecturas para aportar algo al debate que
permita dibujar, sin cerrar, lo que podría ser el llamado perfil del mediador o mediadora
intercultural.
Este conjunto de trabajos pretenden, por tanto, mostrar las formas de pensar la
mediación y la formas de actuar en la mediación y por ello se aproxima de una manera
global a la misma para terminar descendiendo sobre lo que conocemos como la
mediación intercultural. Se presentan los discursos sobre la mediación intercultural en
la primera parte y, en la segunda parte, las prácticas de la mediación intercultural. De
esta manera caminamos desde cómo se piensa la mediación intercultural hasta cómo
se construye dicha actividad en un sentido profesional.
5
• Un tercer texto de Martiniello da un amplio repaso a las definiciones del concepto de
mediación y se centra en aspectos centrales de la práctica de la mediación en
Francia y Bélgica con la cita de experiencias concretas. Además de estas cuestiones
se centra en algunos puntos importantes de la mediación como son la
independencia, profesionalización, formación, pertenencia étnica y relaciones de la
mediación con otras profesiones de la intervención social.
• Por último en este primer conjunto de texto, le artículo de Giménez (el primero de los
tres que se incluyen en este volumen) trata de aportar una definición conceptual
sobre la mediación intercultural que supere la simple posición de la actuación sin
reflexión crítica sobre lo que se hace en dicho campo. Reconociendo que las
experiencias, formativas y prácticas, sobre la mediación no van acompañadas de un
fundamento teórico y conceptual amplio, defiende que es el momento adecuado
para tratar de ordenar algunas reflexiones sobre la mediación intercultural
comenzando por abordar cuál es su naturaleza y su especificidad y qué le aporta un
carácter distintivo y “sui generis” respecto a otros tipos de intervención y trabajo
social y con respecto a otras modalidades de mediación. El autor vienen a entender
la mediación intercultural o mediación social en contextos pluriétnicos o
multiculturales, como una modalidad de intervención de terceras partes, en y sobre
situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución
del reconocimiento del otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y
comprensión mutua, el aprendizaje y desarrollo de la convivencia, la regulación de
los conflictos y la adecuación institucional, entre actores sociales o institucionales
etnoculturalmente diferenciados.
6
• Este segundo texto de Giménez, producido tres años después del primero ya
incluido en este volumen, trata de completar aquel discurso aportando una mayor
fundamentación conceptual y metodológica. De nuevo se denuncia la falta de
reflexión crítica sobre lo que se hace y para tratar de cambiar se analiza cómo se
aplica en contextos multiculturales los principales sistemas de mediación. En el
artículo se lleva a cabo un extenso comentario de tres modelos de la mediación
desde la perspectiva de la mediación intercultural obtenidos a partir de la
clasificación que sugirió Suares (1996) pero siendo critico con tal clasificación: los
modelos de Harvard, Transformativo y Circular Narrativo. De cada modelo se
expone resumidamente su génesis, naturaleza y principales características,
entrando posteriormente en el detalle de su formulación y técnica pensando en su
aplicación a la mediación intercultural.
La tercera agrupación de este conjunto de “lecturas” se completa con dos textos que
nos hablan directamente de la práctica de la mediación. En el primero de ellos se nos
presenta al que la puede realizar, enfatizándose las características personales del
mediador o mediadora. El segundo texto nos presenta una metodología particular en la
práctica de la mediación, en este caso de la mediación intercultural.
7
Pero como decíamos, este conjunto de texto no cierran el trabajo. Él mismo tiene
continuidad en una segunda parte que se ocupa de las prácticas de las prácticas de la
mediación intercultural en un intento de construir dicha actividad en términos
profesionales. Después de repasar las diferentes formas que puede adoptar la
formación de mediadores y mediadoras interculturales, se discuten algunas
características y competencias de estos y se indican las funciones que se atribuyen a la
mediación. Esta segunda parte concluye con las reflexiones que permiten indicar
nuestras posiciones sobre cuáles deben ser los indicadores del mediación intercultural
en términos de actuación y que nos indican el perfil de estos nuevos profesionales.
8
PRIMERA PARTE
COMPRENDIENDO LA MEDIACIÓN
INTERCULTURAL
9
10
LA MEDIACIÓN SOCIAL1
Jean-Marie PETITCLERC
Institut de Formation aux Métiers de la Ville (IFMV)
Si hay un concepto que pueda caracterizar perfectamente los nuevos oficios que han
surgido en el entorno de la ciudad, ese es el de mediación. Agentes de acogida y de
ciudadanía, agentes de animación y de prevención son agentes de mediación social.
Sin embargo, el uso masivo de referencias a esta noción ha contribuido a generar una
gran confusión.
[…] tal y como está siendo utilizada hoy, la mediación remite, de hecho, a realidades y prácticas
diversas, débilmente codificadas –necesitadas por otra parte de reflexiones complementarias en
torno a los marcos deontológicos sobre los que actúa- y regidas por lógicas de diferentes
2
naturalezas .
Así pues hemos de lamentar, junto con el Consejo económico y social de la Île-de-
France3, que en su informe sobre los empleos llamados de “mediación social” Yvon
Robert englobe, bajo la apelación “mediadores sociales”, “no sólo los que
consideramos como de verdaderos mediadores, sino también los empleos de
proximidad con tareas muy diversificadas4”. Esto sólo puede contribuir a esa confusión
anteriormente denunciada. Por ello urge redefinir los contornos de la mediación social.
1. ¿QUÉ ES LA MEDIACIÓN?
El mediador es quien trata de reanudar los hilos del diálogo y de la comunicación entre
dos partes. Se convierte de alguna manera en un puente entre ambos. Se trata de
privilegiar el funcionamiento triangular de la relación. La relación dual conlleva el riesgo
de la no comunicación, del conflicto y del deslizamiento hacia la violencia. Por la
interposición del mediador la relación dual se transforma en una relación triangular en
la que la comunicación vuelve a ser posible.
1
Traducción del Capítulo 4 de la obra del mismos autor titulada Pratiquer la médiation sociale. Un
nouveau métier de la ville as service du lien social. Traducido por Antolín Granados.
2
Claude Brévan y Paul Picard
3
Asamblea consultiva de la región de Paris y de su entorno territorial que emite informes sobre temas
relativos a las competencias de la región y a su desarrollo. [Nota del traductor].
4
Yvon Robert, pp.20-21
11
De este modo, la mediación constituye un proceso específico que se distingue de otros
modos alternativos de resolución de conflictos tales como:
• El arbitraje, modo binario de resolución de los conflictos que acude a un árbitro con
poder de decisión.
• La negociación, que no necesita de terceros para poder realizarse;
• La transacción y la conciliación, para las que, en sentido riguroso de sus términos, el
elemento fundador de la mediación, la presencia de terceros, no es indispensable5.
[…] un partero de la paz y de la responsabilidad. Hace posible que las partes encuentren ellas
mismas soluciones a su problema a través del acuerdo de mediación. Pone en marcha un proceso
de responsabilización apoyándose en los principios de respeto hacia el otro y de los derechos del
hombre, tal y como se enuncian en la declaración universal. La mediación sólo se puede dar entre
6
personas libremente consentidoras .
Si el entusiasmo por la mediación puede parecer nuevo, no hay que olvidar que la
mediación, que hace referencia a la posición intermedia, es una práctica muy antigua
en la que los mayores y otros diversos personajes han desempeñado un papel en los
problemas relacionales, ya sea en el campo de la familia como en el del vecindario.
En la mitología griega, el dios que oficia en este ámbito se llama Hermes, convertido en
Mercurio por los Romanos.
Las atribuciones de esta divinidad son múltiples: negociación, intercambio, escritura, palabra …
Hermes es el benefactor de los hombres. Interviene como intendente, sobre todo para prevenir y
resolver los conflictos entre los Olimpianos. Es el dios del atender y del escuchar (se le habla al
7
oído). Lleva en su mano el caduceo, símbolo de la conciliación y de la paz .
Como lo subraya Jean-Louis Lascoux, “la mediación establece los vínculos, los crea,
los reanuda, los reestablece8“. Sin mediación, la comunicación se puede volver
comprometida.
5
Para más precisiones respecto a estas distinciones, referirse a Michèle Lindeperg, Médiation et
Conciliation de proximité, op. cit.
6
Ibid., pp. 37-38.
7
P.Coummelin, Mythologie grecque et romaine, Paris, Garnier, 1948.
8
J.-C.Lascoux, Pratique de la médiation, Paris, ESF Éditeur, 2001, p.17.
9
El término cité en francés es aquí traducido al término latino, en tanto que comunidad política; es decir,
refiere el Estado considerado bajo su dimensión jurídica [Nota del traductor].
12
que se trata en realidad de una manera de abordar y de transformar las relaciones
sociales. Es una manera de sumergirse completamente en el campo de lo político.
En los campos en los que se ejerce la mediación, afloran divergencias entre los que
sostienen una concepción stricto sensu y los que mantienen una concepción mucho
más amplia. Los primeros entienden que la mediación ha de ser considerada
únicamente como un Modo alternativo a la resolución de los conflictos (Marc).
Para los segundos, por el contrario, en lugar de esperar a que el conflicto haya
estallado, la mediación debe practicarse por anticipación, de manera preventiva; puede
remontarse hacia el origen del conflicto, buscando la manera de recrear y de restaurar
los vínculos. El mediador actúa como catalizador, como fermento de la comunicación.
Es comprensible que los que sostienen la primera concepción juzguen que la segunda
deja espacio a prácticas demasiado heteróclitas, poco identificables, y poco
controlables. Aunque la idea de prevenir el conflicto en origen mediante la creación de
vínculo social puede parecer seductora, tienen tendencia a juzgar que la concreción es
difícil de establecer, y piensan que sólo las instancias de mediación-regulación de los
conflictos poseen una legibilidad y una identidad operativas.
Pero, ¿no es erróneo pensar que la disfunción de la relación dual tenga como única
manifestación posible el conflicto? Existen formas de incomunicación, sinónimas de
conductas de aislamiento, de rechazo, de exclusión, que no adoptan la forma del
conflicto, pero no por ello dejan de ser una amenaza para el vínculo social. La
mediación permite desarrollar el sentido de la alteridad, de la comunicación y del
diálogo; en suma, la mediación permite gestionar armoniosamente las diferencias.
Por ello -y esta es por lo demás la concepción que ha sido adoptada en el seminario
europeo de Créteuil, organizado los días 22 y 23 de septiembre de 2000 durante la
presidencia francesa de la Unión europea con el apoyo de la Comisión y la presencia
de expertos europeos10, posición ratificada además por el Consejo económico y social-
nos alineamos deliberadamente del lado de los partidarios de la mediación en sentido
amplio, teniendo por objetivo no sólo la regulación de los conflictos sino también la
prevención, por medio de la creación o la restauración del vínculo social.
2. LA MEDIACIÓN SOCIAL
[Es] un proceso de creación y de reparación del vínculo social y de resolución de los conflictos de
la vida cotidiana en el que un tercero imparcial e independiente procura, por medio de la
organización de intercambios entre las personas o las situaciones, ayudarles a mejorar una
11
relación o solucionar un conflicto que les opone .
Una definición así pone en juego tres factores: comunicación, prevención de los
conflictos y regulación de los conflictos.
10
Médiation sociale et nouveaux modes de réduction des conflicts de la vie quotidienne, Actas del
Seminario europeo organizado por le Ministerio de la villa en Créteuil, DIV, septiembre de 2000.
11
Ibid.
13
2.1 Las mediaciones social e institucional
• Del mediador de la República (ley del 3 de enero de 1973) y de sus delegados (ley
del 12 de abril de 2001).
• De los mediadores institucionales públicos ministeriales (el decreto del 1º de
diciembre de 1998 ha instituido los mediadores de la Educación Nacional).
• De los mediadores institucionales públicos de los servicios públicos (EDF, GDF,
SNCF12, Correos).
A esta lista se le podrían añadir los mediadores institucionales privados que nutren
numerosas empresas u organismos privados. Este tipo de mediación institucional
contribuye únicamente a resolver los problemas técnicos de litigios entre una
organización y sus usuarios.
[Los mediadores sociales] apuntan a priori una capacidad de empatía., ofrecen atención y diálogo,
no gobernados por un poder de coerción o de sanción. Su acción se ejerce al margen de cualquier
relación de poder. Facilitan la búsqueda de respuesta inmediata, bajo forma de información
principalmente, de orientación y, eventualmente, de acompañamiento, incluso de tratamiento del
problema planteado. Dicho de otro modo, ofrecen deferencia y disponen de acceso a la
información.
12
Las siglas se corresponden con: Electricité de France, compañía nacional de electricidad; Gaz de
France, compañía nacional de gas; Société Nationale des Chemins de Fers, ferrocarriles franceses.
[Nota del traductor].
14
• De amparo: el mediador es solicitado por un particular o por una institución para
solucionar un litigio o un conflicto o para facilitar una relación; se trata
fundamentalmente de una parte del trabajo que realizan las mujeres-enlace en sus
intervenciones o los corresponsales de noche13.
Sin pretensión de exhaustividad, habría que añadir, sin embargo, a nuestra lista la
mediación familiar, que “en el cruce de la mediación civil, social y penal, ocupa un lugar
y un estatus particular. Establecida en la ley desde 1995, se encuentra aún vacilante y
dubitativa14.
La mediación social “se ha construido de una manera empírica, especialmente en lo que concierne
los agentes sociales de mediación social, y se apoya en una gran medida en el conocimiento que
tienen los propios jóvenes que son reclutados del terreno y de los "usuarios" del barrio. Dicho
reclutamiento se hace, no exclusivamente pero sí de modo habitual, sobre competencias de tipo
biográfico. De hecho, al margen de algunos deslices y errores de reclutamiento, este tipo de
intervención se debe a “la frescura” misma de los jóvenes reclutados que ponen su energía, su
disponibilidad, su proximidad y sus convicciones al servicio de sus tareas, convirtiéndose de este
15
modo en potencialmente eficaces .”
Mediador
Diferencia ----------------------------Connivencia
Connivencia--------------------------------Diferencia
A / / B
Aquí es donde reside el éxito de los profesionales en los nuevos oficios de la ciudad.
Son jóvenes anclados en sus barrios, llamados a ejercer una función de mediación
entre jóvenes de las urbes por una parte, y agentes y usuarios de algún organismo o
empresa de servicio público por otra. La connivencia con los jóvenes radica en su
historia, porque ellos han crecido también en los barrios, y es esta connivencia la que le
falta a muchos otros actores.
13
Claude Brévan, Paul Picard, Ville: une nouvelle ambition pour les métiers, op. cit., pp.96-97.
Se trata de dos figuras de mediadores que no tienen su equivalente en España: femmes-relais y
correspondants de nuit. Las primeras trabajan fundamentalmente con familias de inmigrantes; los
segundos trabajan en los barrios de las grandes ciudades, en horario nocturno. [Nota del traductor].
14
Ver Michèle Lindeperg, Médiation et Conciliation de proximité, op. cit., pp.53-54.
15
Claude Brévan, Paul Picard, Ville: une nouvelle ambition pour les métiers, op. cit., pp.97.
15
La diferencia con los jóvenes radica en su vestimenta, que significa de manera visible
una pertenencia institucional. Esta diferencia marca una connivencia con el adulto que,
de este modo, se siente tranquilo por el porte, sinónimo de un tipo de acreditación por
parte de quien así viste. Este posicionamiento les permite aceptar la diferencia.
La dinámica Mediación
del conflicto
A -------------- B
A’, A” B’, B”
Violencia Intervención
del mediador
16
Luchar contra esta incomprensión, que mina actualmente la cohesión social, necesita
de la comprensión de ambos puntos de vista.
Imaginemos ahora que los otros dos jóvenes no tengan derecho a jugar, pero se les
obliga a respetar las reglas del juego (no coger el dinero…) y las de comportamiento
(no armar follón, hablar en voz baja). ¡No tardarán en armarla!
Constantemente se habla evocando la ley. Pero los jóvenes conocen la ley; deciden no
respetarla porque no encuentran su espacio propio en el grupo. Es por ello por lo que el
aumento de la exclusión se ha visto acompañado de un debilitamiento generalizado del
referente de la ley.
Se entiende así que las continuas invocaciones de los políticos sobre la necesidad de
recuperar un comportamiento ciudadano resuenen en el vacío. Porque ser ciudadano
supone la pertenencia a un grupo que reserva un lugar a cada uno de sus miembros.
La cuestión no se plantea, en primera instancia, en torno a la ciudadanía, sino en torno
al proyecto social.
El papel del mediador social consiste en comprender los dos puntos de vista: el de la
necesidad de respetar la ley, y el del necesario combate para lograr la inserción. Es
entonces cuando el agente de mediación estará habilitado para testimoniar de la
necesidad de respetar las reglas de la vida social en el espacio público. Y hoy, en un
momento en el que es corriente apreciar una dimisión colectiva del ciudadano en el
espacio público, este papel resulta indispensable.
El niño acaba teniendo la impresión de que hay una ley en la familia y otra en la
escuela, pero que no hay ninguna que separe a ambas en la calle. Por su presencia en
el espacio público, el agente de mediación trabaja para restaurar una cierta coherencia
en la ley como referente.
“Muchos jóvenes perciben la ley como un instrumento de represión y el derecho como una
sucesión de prohibiciones. El conocimiento de los principios del Estado de derecho, de los
derechos y de los deberes de cada uno, sienta las bases de la ciudadanía. En este contexto las
acciones de sensibilización y de educación en la ley constituyen un verdadero vector de
16
socialización al permitir a los jóvenes tener acceso a referentes estructurantes .”
16
Ver Michèle Lindeperg, Médiation et Conciliation de proximité, op. cit., pp.1-81.
17
4. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA EDUCACIÓN
La mayor dificultad que encuentran estos jóvenes con los que me relaciono
cotidianamente reside en el hecho de circular todos los días entre tres espacios,
portadores de una cultura diferente: la familia, cuya cultura está marcada por la
tradición del país de origen; la escuela, marcada por la tradición republicana; la calle,
portadora, también, de un cierto número de valores (citaría en primer lugar el sentido
del honor) y de códigos de comunicación en el registro del lenguaje y de la violencia.
En cada uno de estos espacios, los adultos son, se reconozca o no, portadores de
referentes para los más jóvenes: los padres en las familias, los maestros en las
escuelas, los mayores en la calle (se sabe el peso de la influencia de los de más edad
sobre los adolescentes). Y cada una de estas tres categorías de adultos, que son
referencia para el niño, pasa la mayor parte de su tiempo a desacreditar a las otras
dos. Los enseñantes hablan de padres dimisionarios y de ¡los gamberros de la calle!
Los padres dicen: “Los profesores ya no saben hacer su trabajo correctamente: ¡se
proclaman profesionales de la educación y ni siquiera son capaces de mantener la
disciplina! La culpa es de las malas influencias de la calle.”. Y los mayores que
declaran: “De todas formas, que curres o no, estás en un colegio sin futuro (y es verdad
que el abismo entre los colegios de las ZEP17 y los del centro de la ciudad se ha hecho
más profundo), y, ya sabes, tus viejos son de otra generación. ¡Ya no entienden nada
de nada!”. Así, en un contexto marcado por este tipo de incoherencia, se entiende lo
difícil que resulta para la generación más joven la transmisión de los referentes y de los
límites. El niño pasa el día en tres lugares en los que los adultos que sirven de
referencia se desacreditan los unos a los otros. Un sistema así es productor de
violencia.
Esta colaboración con las familias es normalmente muy bien vivida. Cuando, tras una
modificación en el comportamiento de un niño pequeño, interviene en las familias un
agente institucional clásico (director, trabajador social), se asiste a menudo a una
alianza padres-hijos destinada a salvaguardar la cohesión familiar frente a la
intervención del intruso. Pero cuando se trata de la intervención de un agente de
mediación, miembro de la misma etnia, se asistirá a una alianza de los padres con éste
y el discurso educativo se tornará entonces audible para el niño. El agente local de
mediación participa de este modo en el restablecimiento del vínculo “espacio calle-
espacio familia” necesario para la continuidad del proceso educativo.
17
Zones d’Éducation Prioritaire (Zonas de Educación Prioritaria). [Nota del traductor].
18
5. LA MEDIACIÓN SOCIAL Y LA PREVENCIÓN
Un ejemplo vale más que un largo discurso. Imagine su hijo de 4 años que se propone
tocar un enchufe. Frente a esa actitud caben dos discursos:
• El primero: “¡Como te vea meter los dedos en el enchufe, verás la que te voy a dar!”
El niño no tocará el enchufe por miedo a la reacción. Es la prevención disuasiva.
• Segundo discurso: “Te acuerdas, cariño, del dolor que tuviste la última vez que
pusiste la mano en el hornillo, ¿verdad? ¡Pues te aseguro que si metes los dedos en
el enchufe, el dolor será todavía más grande!” El niño no tocará el enchufe por su
propio interés. Es la prevención persuasiva.
Imaginemos, para seguir con nuestro ejemplo, que ningún adulto esté presente en la
habitación. Si el niño sólo ha entendido el primer tipo de discurso, y tiene la convicción
de que nadie lo puede sorprender, nada le impedirá hacer la experiencia. Por el
contrario, si ha recibido el segundo tipo de advertencia habrá integrado que el dolor
será igual de grande, con o sin la presencia del adulto.
Es por ello que esta forma de prevención puede ser juzgada preferible. Soy de los que
piensan que si las cifras de accidentes de la carretera en nuestro país son tan malas es
porque la prevención que se hace es esencialmente de tipo disuasivo. El conductor
medio levanta el pie del acelerador, no porque ha tomado conciencia de ser un peligro
para los demás, sino por miedo al gendarme. Así, si está convencido de la ausencia de
control, nada se opone a sus excesos.
19
ambas no son iguales. El policía realiza una prevención disuasiva, mientras que el
mediador social lleva a cabo una prevención persuasiva.
En términos de prevención, los tiempos de crisis merecen una mención particular; son
períodos en los que los barrios son literalmente arrasados, con un número considerable
de coches incendiados y los espacios públicos degradados.
Hay que señalar que la mayor parte de estos períodos, de intensas violencias urbanas,
tiene por origen la muerte trágica de algún joven. El discurso al uso por parte de las
instituciones y de los poderes públicos suele ser inadecuado para la situación y puede
contribuir a la amplificación del fenómeno.
Una vez más, una ilustración aclarará mejor que un largo discurso el propósito de lo
que se quiere decir. Imagínese que ha perdido usted a su mejor amigo en un terrible
accidente de tráfico una noche de un fin de semana. Imagine que el lunes por la
mañana se lo cuenta a su jefe, y que éste le responde: “Mire usted, cuando uno tiene
1,8 gr. de alcohol en la sangre no se coge el coche -es una grave trasgresión del
Código de circulación. Además, ¿qué hacía su amigo en la carretera a las 3 de la
madrugada? ¡Si se hubiera quedado tranquilamente en su casa, nada le hubiera
ocurrido!” ¡Imagino que a usted le invadiría una ola de agresividad! Este tipo de
discurso es generador de violencia.
Más tarde, el discurso de razón será posible. Y será entonces cuando habrá que
hacerles descubrir a los jóvenes que transgredir la ley de esa manera supone correr
riesgos extremos. Pero el momento oportuno para ello tendrá que esperar a que se
haya realizado el duelo. Por lo mismo, el trabajo de comunicación, en las horas que
siguen al drama, es muy importante. El discurso espontáneo de legitimación de las
instituciones (“no es culpa nuestra … nosotros no tenemos nada que ver”) no es el
adecuado. Sólo cabe el discurso de compasión. Los agentes de mediación pueden ser
de gran utilidad en el restablecimiento de esa comunicación.
A lo largo de estos últimos diez años tuvimos que afrontar, en Chanteloup-les Vignes,
varias tragedias que se habían saldado con la muerte de un joven. La labor de
mediación social evitó que el barrio fuera arrasado. Se trató, en un primer tiempo, de
parar cualquier discurso del tipo: “Que no hubiera hecho esto o lo otro… y nada le
hubiera ocurrido” para permitir sólo el desarrollo de un discurso de tipo compasivo.
20
Siempre hay tiempo más tarde -y evidentemente este quehacer es indispensable- para
argumentar.
21
22
LA MEDIACIÓN: PORQUÉ, CÓMO, QUIÉN18
Graziella FAVARO
A partir de la mitad de los años noventa, han hecho su aparición también en Italia los
términos de “mediación” y “mediadores”. Los que, hasta aquel momento eran
dispositivos tan sólo limitados a algunos proyectos y servicios piloto, se han convertido
ahora en términos muy difundidos e invocados como recursos para dar respuesta de
manera individualizada y eficaz a las necesidades y los retos que supone la
complejidad social y cultural.
A partir de esta pregunta, proponemos una primera reflexión sobre el tema, que tenga
en cuenta aquellas experiencias que se han tenido hasta la fecha. En términos de
finalidad y objetivos, la mediación debería facilitar el proceso de integración de los
“nuevos ciudadanos”, proceso que no viene por casualidad sino que debe ser querido,
proyectado y buscado por las dos partes.
El núcleo central de la mediación es, por tanto, la relación con el otro: entre agentes y
“nuevos” usuarios, entre servicios comunes y referencias y comportamientos distintivos,
entre lenguajes verbales y no verbales que expresan significados similares con acentos
y sonidos distintos. Los dos conceptos “clave” de igualdad de oportunidades, de
derechos y deberes por un lado y de respeto/reconocimiento de las diferencias por el
otro, pueden consentir además el superar ya sea la asimilación, propia de un cierto
universalismo etnocéntrico, sea el relativismo, que corre el riesgo de separar y
distanciar comunidades y grupos sociales.
Mediar, en el sentido más amplio del término, significa por tanto: acercar, facilitar el
contacto, “incluir”, favorecer la interacción y el intercambio.
18
El presente texto se corresponde con el Capítulo II del Dossier de Investigación titulado L a
mediaciones e i mediatori realizado por Graziella Favaro y Elisabetta Nigris (Milan, noviembre 1999).
Traducción de Miguel Ángel Muñoz Castro
23
La relación con el otro no siempre se desarrolla en la experiencia cotidiana de manera
natural y espontánea: va, en cambio, intencionalmente desvelada y hecha auténtica.
Desvelada porque la interacción se produce casi siempre a partir de posiciones
autocentrantes, autoreferenciales y asimétricas en términos de “poder”. Hecha más
auténtica, porque la relación, incluso cuando es intencionalmente perseguida y
cultivada, carece a veces de reciprocidad y, por tanto, de aquellos comportamientos de
escucha y atención respecto a la diferencia, apareciendo más como la búsqueda de
confirmación en el otro del propio discurso.
Se recurre, por ello, a la mediación -entendida como papel formal e informal, pero
también como comportamiento consciente- para pasar de la fase de contacto a aquella
de encuentro e intercambio.
La mediación se origina por tanto desde una necesidad y desde una conciencia:
(…) el estado, las regiones, las provincias y los municipios en el ámbito de sus propias
competencias, favorecen:
d) La realización de convenios con asociaciones para el empleo dentro de sus propias estructuras
de extranjeros, titulares de permiso de residencia o de permiso de residencia de duración no
inferior a dos años, en calidad de mediadores interculturales, con el fin de agilizar las relaciones
entre cada administración y los inmigrantes pertenecientes a diferentes grupos étnicos,
nacionales, lingüísticos y religiosos (art. 40, punto 1).
Esta nueva función y profesionalidad adolece sin embargo, de fronteras bien definidas
y la acepción con la que viene entendida -y por tanto formada y empleada- es distinta
24
en Turín respecto a Florencia, en Milán respecto a Bolonia, en los ASL (agencias de
sanidad locales) respecto al mundo de la escuela, para los agentes sociales, el médico
o el profesor.
Pasaremos a ver, para definir esta figura de una manera más detallada, cuáles son los
papeles y las funciones del mediador, cómo emergen de la experiencia hasta aquí
realizada, sin distinguir entre ámbitos y servicios. Una lectura más en profundidad de
las competencias y papeles diversificados sobre la base de los contextos de trabajo se
presenta en otro capítulo.
• Plano orientativo-informativo
• Plano lingüístico-comunicativo/cultural
• Plano psico-social
• Interpretación.
• Traducción.
• Facilitación de la relación.
• Información.
• Orientación.
• Acompañamiento.
• Promoción de la cultura de origen.
• Prevención y gestión de los conflictos.
• Agente de cambio.
• Reconocimiento y valoración de la diferencia.
25
• Elimina los obstáculos (lingüísticos, comunicativos, informativos) que se interponen
en el acceso y el uso de los servicios para todos.
• Aporta nuevos saberes, lenguajes e informaciones y mejora la prestación de
servicios ya sea en términos cuantitativos como cualitativos.
• Crea un espacio de encuentro “intermedio” y abre nuevas posibilidades
comunicativas.
Por tanto, no actúa solo en una óptica de tipo compensatorio llenando vacíos y
lagunas, sino también de modificación e innovación. Si volvemos a recorrer las
funciones y los papeles del mediador y los objetivos de su trabajo veremos delinearse
dos distintas concepciones de la mediación.
Sin embargo, las dos concepciones nos llevan a interpretaciones distintas que tienen
también que ver con el grado de responsabilidad del mediador, con las modalidades de
intervención y de colaboración con los agentes, con el estatus profesional y la
formación de esta figura.
26
coloca simbólicamente del lado del usuario extranjero, o junto al agente, o intenta, en
cambio, mantener una distancia igualitaria entre los dos interlocutores?.
3. Mediador “facilitador”
El mediador “que media”, que se sitúa como árbitro y puente entre las dos partes, tiene
el deber de dar voz a las demandas, a las necesidades al punto de vista del usuario y
de clarificar, al mismo tiempo, las exigencias y el funcionamiento del servicio. El
objetivo es el de favorecer la comunicación, previniendo y señalando malentendidos y
sobreentendidos, estableciendo puntos de acuerdo y de contacto, haciendo menos
opacas las exigencias de los agentes y las demandas de los usuarios. Es un recurso
para el usuario, el cual está informado, acompañado, puesto en relación. Pero es en
igual medida un recurso para el agente y para el servicio, porque vuelve transparentes
las reglas y el funcionamiento, hace explícitas las demandas y los puntos de vista hasta
ese momento ignorados, traduce y reformula indicaciones y respuestas. Teje, por tanto,
vínculos en los dos sentidos: del usuario al servicio y del servicio al usuario.
En algunos casos es posible distinguir las diversas funciones del mediador y las
posiciones en las que se coloca. En otros, en cambio, la función de “puente” y trámite
entre los polos de la relación se acompaña o se alterna con aquella de “abogado” del
usuario extranjero o de traductor interno del servicio.
27
4. LOS NOMBRES DEL MEDIADOR
Para el caso 1: Funciones de “trámite y puente” se utilizan muy a menudo los términos:
• Mediador lingüístico-cultural.
• Mediador cultural.
• Mediador intercultural.
• Animador intercultural.
• Agente de desarrollo.
• Mediador étnico.
• Mediador de “proveniencia”.
• Agente comunitario.
• Líder o representante de grupo.
• Agente de desarrollo comunitario.
• Mediador lingüístico.
• Intérprete.
• Traductor.
• Facilitador lingüístico.
• Mediador social.
• Mediador del conflicto.
Como ya hemos dicho, las distintas funciones y tareas realizadas por el mediador
están, a menudo, comprendidas y superpuestas y son de difícil distinción de forma neta
entre momentos de traducción lingüística, “defensa” del usuario e interpretación de
datos culturales. En algunas situaciones, por ejemplo, en los centros y en las
localidades más pequeñas, el mediador disponible en el territorio puede volverse un
agente “hacedetodo” e intervenir en servicios diferentes con una gama de tareas muy
amplia. En otros casos, por el contrario, (ciudades grandes y servicios diferenciados),
sus funciones son más “específicas” y responden cada vez a las exigencias del servicio
y de los usuarios.
Son dos, por tanto, las variables externas que intervienen para delinear de una manera
más precisa el “espacio” ocupado por el mediador y su papel:
• Las características del lugar en el que trabaja: centro, pequeña o gran ciudad;
presencia mayoritario de un determinado grupo étnico o situación pluriétnica;
• El tipo de servicio en el que está inserto: social, sanitario, educativo, escolar, servicio
“dedicado” a los usuarios extranjeros, o común a todos los usuarios, tanto
autóctonos como inmigrantes.
Algunos agentes han puesto de relieve además el problema de los “límites” y el riesgo
de confusión de papeles entre agente y mediador, riesgos que son más evidentes
28
cuando las funciones y las tareas se colocan en “espacios de mayor contigüidad y
proximidad”. Se producen en mayor medida entre mediador y agente social, entre
mediador y educador, mientras que el riesgo de superposición, confusión en los
papeles, es menor en el caso de un trabajo de mediación desarrollado junto a un
médico, a una ginecóloga, un profesor, un agente sanitario. Los agentes están de
acuerdo en afirmar que el mediador no debe “gestionar el caso o resolver el problema”,
sino que debe colaborar a la individualización de las necesidades y de las respuestas,
en una relación basada en la complementariedad y la confianza recíproca.
A propósito del concepto de “cultura de origen”, por ejemplo, los mediadores pueden,
como habíamos dicho, considerar más importantes y fundamentales aspectos distintos,
como demuestran la riqueza y la variedad de definiciones que proporcionan durante
encuentros de formación y de supervisión.
29
Elementos diferentes vienen individualizados como “núcleo importante e irrenunciable”
de la propia historia (individual y colectiva) y de lo que debe ser trasmitido a las nuevas
generaciones. Algunos subrayan la importancia central y prioritaria de la religión, otros
consideran central en la transmisión intergeneracional la lengua y los significados que
el código lingüístico trasmite. Otros, en cambio, definen como “cultura de origen” la
relación con la propia familia y con los padres, la continuidad de la pertenencia, o la
patria, las referencias nacionales, la etnia.
A este propósito, una parte de los mediadores ponen también en evidencia los peligros
de la identidad y de las pertenencias rígidas y los riesgos de los conflictos causados
por el elemento “etnia”. Indican como elemento positivo, no tanto la transmisión de
vínculos y pertenencias, cuanto las referencias comunes a los derechos humanos, a su
dignidad, integridad y libertad.
La riqueza de las definiciones de “cultura de origen” nos lleva por tanto a considerar la
variedad de las diferencias culturales. Lenguajes no verbales, modalidades
comunicativas, concepciones del espacio, del tiempo, del cuerpo, modalidades en el
desarrollo de las relaciones; el calidoscopio de las diferencias se abre sobre una misma
gama de colores y matices.
En la relación con los servicios emergen los comportamientos diferentes ligados a los
modos de definir el tiempo, de ocupar el espacio, de aprender, de considerar la
30
infancia, la familia, la salud y el cuidado, de callar o hacer preguntas. Naturalmente, las
diferentes prácticas culturales, si no se reconducen al plano de las representaciones y
de las referencias generales, no inmediatamente accesibles, corren el riesgo de
aparecer a menudo, a los ojos de los agentes como comportamientos bizarros o
privados de significado. También en este caso puede entrar en juego la mediación. El
mediador intenta reconducir las prácticas y los comportamientos a sus significados,
haciendo explícitas las representaciones que hay en un determinado acontecimiento,
clarificando razones, causas, proyectos, introduciendo elementos de negociación y de
cambio. Contribuye por tanto a superar dos modalidades contrapuestas e igualmente
rígidas de relaciones interétnicas, modalidades que provocan, por un lado, la
separación “tolerante” (“actúan así porque esta es su cultura”) y por otro lado, la
negación/asimilación (“deben adaptarse lo más rápidamente posible”). Cada una de
estas dos partes – equipadas de nuevos conocimientos- puede dar un paso adelante
hacia el encuentro y la confrontación con menor cierre y rigidez. Entre la asimilación sin
un cambio consciente y la aceptación y formas de distancia en nombre de un
relativismo cultural que no prevé espacios de confrontación y de encuentro, el
dispositivo de la mediación puede aparecer banal en la comprensión recíproca.
¿Cómo se ha afrontado en otros países europeos, destino desde hace mucho más
tiempo de flujos migratorios, el tema de la mediación?
Los términos “mediador” y “femmes/parents relais” son utilizados sobre todo por los
agentes sociales y educativos ya desde los inicios de los años ochenta. Inicialmente se
referían a formas y figuras de intermediarios que, de manera voluntaria, buscaban
acercar a las familias más frágiles y desaventajadas a los servicios y a la escuela.
Lentamente el campo semántico de los dos términos se ha ensanchado hasta
comprender una variedad de prácticas y de atenciones que tienen en común la
característica de mediación entre grupos, sujetos e instituciones.
31
La tendencia que se percibe en Francia, dentro de la que se coloca el dispositivo de la
mediación, es de tipo integracionista. Los discursos y los textos oficiales que se refieren
a la acogida de los inmigrantes han utilizado en diferentes momentos los términos de
“adaptación”, “inserción, “integración”. El paso de un término a otro, y en particular a la
utilización de “integración” corresponde a los objetivos impuestos por el paso de una
inmigración de tipo económico, mayoritariamente masculina, percibida como
provisional, a una inmigración definitiva de tipo familiar y de “asentamiento”.
En el transcurso de los años noventa se han llevado a cabo diversos estudios sobre las
prácticas y los resultados de la mediación. La mayor parte de estas investigaciones
hacen referencia a la componente femenina indicando, nuevamente, el papel
privilegiado de las mujeres en esta actividad.
• El término “relais” es el más utilizado por las instituciones y los servicios, los
protagonistas de la mediación se autodefinen, por el contrario, como
“intermediarios”, “mediadores lingüísticos y culturales”, “agentes para la acogida”.
• A diferencia de la cuestión definitoria, existe un acuerdo general respecto a las
tareas asumidas por el mediador. La gama de las funciones incluye: la traducción, la
interpretación, la ayuda en la cumplimentación de la documentación y el
acompañamiento en los trámites burocráticos, la información, la sensibilización, la
orientación, el acompañamiento, la animación…
• Estas funciones se realizan dentro de un proceso de negociación que prevé como
objetivo final el diálogo y el intercambio entre las partes.
• El acuerdo sobre las funciones del mediador no debe sin embargo esconder el
hecho de que existen disparidad de visiones sobre el papel profesional y sobre los
objetivos del mediador. Los agentes y las instituciones subrayan a menudo como
objetivo principal el de resolver las “disfunciones” del servicio, explicitando las
demandas, acercando a los usuarios, favoreciendo el acceso, previniendo o
“medicando” situaciones de exclusión y de tensión social. Otros subrayan en cambio
el objetivo principal de transformación del servicio, a través de la reinterpretación de
las normas, las innovaciones, el partenariado proyectual.
32
• Naturalmente, las dos diversas posiciones presuponen grados diferentes de
responsabilidad del mediador, modalidades de intervención y estatus diferentes. Los
contenidos y los objetivos propuestos son además influenciados por la
representación que los agentes han elaborado respecto al público/objetivo y a los
usuarios. En el caso en el que los usuarios, reales o potenciales, son considerados
“frágiles”, en gran dificultad de adaptación, con recursos individuales limitados, las
acciones respecto a ellos serán sobretodo de tipo compensatorio y el papel de los
mediadores será en consecuencia limitado y “minimalista”.
• Respecto a la modalidad de intervención, se debe distinguir entre mediación
espontánea y formalizada. En el primer caso se trata de acciones de proximidad y
acercamiento de base voluntaria -incluso si se solicita por los servicios. Los
mediadores informales son considerados sobretodo como miembros de su grupo de
pertenencia y no como profesionales.
33
• El riesgo de la confusión de papeles entre agentes y mediadores (sobretodo en
relación con los agentes sociales)
• El riesgo de que el trabajo social se descalifique si se apoya en figuras privadas de
profesionalidad reconocida.
• El control de la intervención de la mediación aparece difícil, el papel de líder y de
“portavoz reconocido” de algunos mediadores parece impedir y dificultar la movilidad
y la autonomía de los propios usuarios.
• Algunos agentes ven en la mediación esencialmente una intervención de promoción
socioprofesional de los mediadores y no aprecian en cambio una eficacia social más
a largo plazo e importante.
• Hay una posición minoritaria que sostiene que la mediación es una tarea propia del
voluntariado. Aquellos que sostienen que sólo la espontaneidad y la informalidad de
las acciones pueden evitar la identificación de los mediadores con el servicio y con la
institución, mientras que la remuneración corre el riesgo de comprometer el carácter
de cercanía, ayuda y proximidad desinteresada.
• Aquellos que propugnan la creación de un papel específico profesional son también
una minoría. Los argumentos utilizados para sostener esta posición son los
siguientes: La función de mediación representa un nuevo modo de trabajo social que
responde a demandas específicas, el papel profesional del mediador es por tanto la
consecuencia de la indispensable diversificación de las tareas y de los objetivos de
la intervención social. Algunos subrayan en cambio, la necesidad de los mediadores
de salir de la precariedad y ven por tanto una posibilidad concreta en la definición de
una nueva figura profesional de agente social.
• La posición mayoritaria considera el trabajo de intérprete y de mediador como
función complementaria del trabajo social. Esta visión se basa en el reconocimiento
de saberes y competencias específicas que son resultado de las experiencias que
hasta el momento se han realizado y de la necesidad de cambio de las modalidades
de intervención social advertida por los propios agentes: Los mediadores podrán ser
integrados en el equipo del servicio sin perder sin embargo su papel de referencia y
de “portavoz” de un grupo o un territorio. Esta fórmula implica (y se apoya en) la
posibilidad de que el mediador articule su tiempo previendo momentos retribuidos y
momentos de ”voluntariado” y de disponibilidad a trabajar gratuitamente “sobre el
terreno” para el propio grupo. El hecho de ser retribuido –además de reconocer la
profesionalidad del servicio prestado- garantiza también la calidad de los resultados
y el respeto a las reglas deontológicas. También en este caso se subraya la
necesidad de la formación, de un encuadre, tutela, control y supervisión de las
acciones de mediación.
Hemos visto que la situación del debate actual en Francia es bastante similar al
italiano, si bien se refieren a un contexto más “maduro” que puede hacer referencia a
experiencias realizadas en el curso de dos décadas.
También por esta radicación de la acción, el trabajo de la mediación viene citado en los
documentos de programaciones oficiales, aunque estos se refieran más a menudo al
papel de las “femmes relais”.
34
… La intervención de las “femmes relais” es hoy en día por todos reconocida, ya sea en el campo
de la salud y de la primera infancia ya sea, de manera más amplia, en el proceso de acogimiento
de las familias reagrupadas.
Para el SSAE, las mediadoras son “capaces de jugar un papel de unión entre las
comunidades y las instituciones francesas”.
BIBLIOGRÁFIA
35
ZOCCARATO, M., 1994-1995. Strategie di mediazione culturale nelle societá
multietniche: risultati di un’indagine empirica sul profilo professionale del mediatore
culturale, tesi di laurea, facoltá di Lettere e filosofia. Universitá degli Studi di Milano.
36
PLANTEAMIENTO TEÓRICO SOBRE MEDIACIÓN INTERCULTURAL19
Marco MARTINIELLO
FNRS
• mediación creadora;
• mediación renovadora;
• mediación preventiva;
• mediación curativa;
Las dos primeras mediaciones buscan crear o restaurar el vínculo social allí donde no
existe25, mientras que las mediaciones preventiva y curativa tienen como finalidad
prevenir o resolver un conflicto.
Una vez hecha esta precisión, el mismo autor propone la siguiente definición de la
mediación:
19
Traducido de Antolín Granados del original publicado en Médiations, institutions, cultures. Informe no
publicado de la investigación financiada por la Direction Genérale de l’Action Sociale et de la Sante de la
Región Wallonne.
20
Six J.F. (1995): Dynamique de la médiation, Paris, Desclée de Brouwer, 281 p.
21
Guillaume-Hofnung M. (2000): La médiation (Segunda edición corregida), Paris, PUF (Colección “Que
sais-je? “), p.110.
22
Delcroix C. y Varro G. (2000): “Étudier la médiation sociale”, in La lettre du Printemps (Sociologie;
Professions, Institutions, Temporalités), octubre, p.1.
23
Bonafe-Schmitt J.-P. (2000): “Mediation from Dispute Resolution to Social Integration”, in Martiniello M.
and Body-Gendrot S. (Eds.): Minorities in European Cities: the Dynamics of Social Integration and Social
Exclusion, New York, St. Martin’s Press, p.217.
24
Six J.-F. (1990): Le temps des médiateurs, Paris, Éditions du Seuil, p.164.
25
El mediador “interviene especialmente para establecer, preservar o restablecer la calidad de una
comunicación (…) y del conjunto de los "saber-hacer" y "saber-estar" que le caracterizan”, in Lascoux J.-
L., (2001): Pratique de la médiation: une méthode alternative de résolution des conflits, ESF Éditeur
(Collection formation permanente, séminaires Mucchielli), p.17.
37
- “acción realizada por un tercero,
- entre personas que consienten y participan libremente, y a las cuales corresponderá la decisión
final
- destinada ya sea a hacer nacer o renacer entre ellos relaciones nuevas, ya sea a prevenir o
26
curar entre ellos relaciones perturbadas “.
a) la presencia de un tercero30. Esta es una condición sine qua non para que se pueda
hablar de mediación. Este tercero debe además reunir ciertas cualidades que hacen
de él un mediador. Se trata de:
b) la independencia (política, moral, financiera);
c) la neutralidad;
d) la ausencia de poder institucional.
A la luz del examen de la literatura sobre la mediación intercultural, cada uno de estos
criterios merece desde ahora ser matizado. Lo haremos ulteriormente.
26
Six J.-F. (1990): Le temps des médiateurs, op. cit., p.165.
27
Guillaume-Hofnung M., op. cit., p.74-76.
28
Pese a que la mediación se encuentra en la práctica muy a menudo ligada o asociada a los conflictos,
Michèle Guillaume-Hofnung subraya que la mediación puede existir perfectamente al margen de un
conflicto: “Su definición puede prescindir de una referencia al conflicto” op. cit, p.82-83. Catherine
Delcroix y Gabrielle Varro ponen, no obstante, la mediación en relación con el conflicto de intereses: “El
uso más frecuente es el que denota una voluntad de neutralidad con relación a intereses opuestos por
parte de actores que, convertidos en adversarios, entrarían en conflicto de no intervenir un mediador, un
'arbitro' (…) quien dice mediación dice conflicto de intereses y voluntad de buscar una resolución a los
mismos en un 'proceder comunicacional' (Habermas 1987)”, Delcroix C. y Varro G., art. cit., p.1.
29
Op. cit., p.76.
30
“El 3 es pues el armazón de toda operación de mediación; la relación triangular, que es condición de la
mediación, es ya, por su misma posición, inicio de solución” Six J.F., Le temps des médiateurs, op. cit.,
p.175. Para Abdellatif Chaouitte, “el tercero es menos el hecho de serlo que el de estar en posición
exterior garantizando la posibilidad de la relación, permitiéndole existir de una manera constructiva”
Chaouitte A. (2001): “La médiation: de l'égalité à l'équité”, Agenda intercultural, nº 197, octubre, p.11.
31
Bortolini M. (2001): “Médiateur scolaire: un métier à l'ouvrage”, Agenda intercultural, nº 197, octubre,
p.9.
38
Definida en estos términos, la mediación se distingue en el plano conceptual de otras
nociones como la conciliación, el arbitraje, la negociación, etc.32. Cabría por tanto
hablar de una verdadera “autonomía conceptual de la mediación”.
Las dos autoras citadas señalan que las diferentes formas de mediación pueden
situarse en un continuum que va de la mediación “enlace” (nada de transformación de
las normas o de las instituciones; al contrario, adaptación a la norma y, de ahí,
reproducción de ésta) a la mediación “crítica” que “va más allá de cualquier meta
adaptativa” y en la que la acción del mediador persigue, por el contrario, transformar el
funcionamiento de las instituciones con el fin de adaptarlas a las necesidades y a las
exigencias de los individuos. Ninguna posición tiene rigidez en este continuum y “es
esta oscilación la que otorga a la actividad una dimensión de carácter político”.
Catherine Delcroix et al. señalan además que “la función de 'enlace' comienza casi
siempre por acciones puntuales, pero muy a menudo son una serie de procesos
dinámicos los que la conducen a desarrollarse y a hacerse más compleja”34. La noción
de mediación enlace puede ser equiparada a la de mediación-conformación que busca
mejorar la relación entre servicios públicos y usuarios cuyos comportamientos no están
conformes con la “normalidad constituida”35.
32
Además de la presencia de un tercero que posea determinadas características, una mediación no
puede ser impuesta, contrariamente a lo que ocurre en una conciliación. Por añadidura, no se puede
exigir de un mediador que siga un procedimiento específico, Guillaume-Hofnung M., ibid., p.84.
33
Bondu D. (1998): Nouvelles pratiques de médiation sociale. Jeunes en difficulté et travailleurs sociaux,
Paris, Editions ESF (Collection Actions Sociales/Société), p.137.
34
Delcroix C., Beski C., Mathieu Z.-R., Bertaux S. (1996): Médiatrices dans les quartiers fragilisés: le lien,
Paris: La documentation française, p.38.
35
Médiation interculturelle dans les hôpitaux/Interculturele bemiddeling in de ziekenhuizen, Cellule de
Coordination Médiation Interculturelle (Ministère des Affaires Sociales, de la Santé Publique et de
l'Environnement), Agosto de 2000, p.27. Hemos utilizado profusamente este documento de referencia en
nuestro planteamiento teórico.
39
1. Mediaciones institucionales o mediaciones “desde arriba”36: todas las instituciones
han sentido la necesidad de recurrir a intermediarios, a mediadores, con el fin de
facilitar la comunicación entre usuarios y servicios públicos.
2. Mediaciones ciudadanas37 o mediaciones autónomas (propone este tipo de
mediación en relación con dos elementos fundadores de la ciudadanía:
representación y participación)38.
1. La mediación espontánea.
2. Diversas formas de mediación formalizadas, entre las cuales:
a) acciones individuales reconocidas por instituciones
b) acciones colectivas (enlace entre la población y las instituciones)
c) acciones institucionalizadas (ej.: la mediación penal o familiar)39.
Conviene precisar, no obstante, que no siempre resulta fácil distinguir entre proyectos
de tipo “asociativo” y los que podrían calificarse de “institucionales”, ya que, por
ejemplo, un proyecto asociativo puede ser financiado por los poderes públicos40.
Nos parece que la definición que ofrecen Catherine Delcroix y Gabrielle Varro de la
mediación predefinida resume bastante bien un cierto número de dimensiones
encontradas de manera recurrente en varios de los artículos que tratan de las prácticas
de mediación (intercultural):
“La mediación es un proceso triádico que exige la intervención de una instancia tercera que, a
diferencia del arbitraje o del juicio, favorezca de manera poco directiva el acercamiento entre
pretensiones divergentes de las partes en presencia. Todo lo que tiene que hacer el mediador es
establecer idealmente las condiciones de una nueva relación entre las partes, ya que el acuerdo
sigue estando en manos de los protagonistas. En lugar de imponer el arreglo de la controversia
dando una solución, la mediación privilegia la búsqueda activa de la solución por parte de las
personas involucradas (…) Además, la mediación sólo puede funcionar en el marco de unas
relaciones entre actores de relativa igualdad: las relaciones de fuerza desiguales impide encontrar
una solución equilibrada. De igual modo, la "buena voluntad" -la presunción de que la finalidad de
uno de los protagonistas no es la de destruir al otro- y la aceptación de un compromiso son
41
indispensables “.
2. LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL
36
Sobre este particular, Guillaume-Hofnung M. advierte contra la eventual falta de autonomía de un
mediador que fuera al mismo tiempo un cuadro de los servicios públicos (problemas de la
confidencialidad entre otros): “Le statut de la fonction publique convient-il à la médiation?” Ibid., p.118-
119, 121.
37
Guillaume-Hofnung M. habla de mediación cívica, op. cit., p.20.
38
Op. cit., p.36-38, 45-50, 198-199.
39
Delcroix C. et al., op. cit., p.39.
40
Bonafe-Scmitt J.-P. (2001): “La médiation scolarire: l'apprentissage d'un rituel de gestion des conflits”,
Agenda Intercultural, nº 197, octubre, p.14.
41
Etienne LeRoy apunta lo siguiente, en relación con la mediación: “la importancia de una real
aceptación de la superación del conflicto, de su 'enterramiento', lo que los psicólogos llaman 'hacer el
duelo' de la confrontación”, LeRoy E. (1995): “La médiation mode d'emploi”, Droit et Société, nº 29, p.42.
40
• la transición de una sociedad industrial a una sociedad postindustrial, y la crisis de
los vectores de socialización que le es asociada;
• la crisis que sufren el Estado, la sociedad y el trabajo social;
• la concordancia entre territorios y poblaciones en situación de precariedad
(principalmente, las poblaciones procedentes de la inmigración);
• una cierta “territorialización” de la acción pública en el campo del trabajo social
principalmente.
42
“Médiations sur tous les fronts”, Agenda Intercultural, nº 176, septiembre de 1999, p.3.
43
Bonafé-Schmitt J.-P. (2001): “La médiation scolaire: l'apprentissage d'un rituel de gestion des conflits”,
Agenda intercultural, nº 197, octubre, p.12.
44
Carmel Camilleri habla claramente de los “portadores de culturas que son los únicos que entran,
efectivamente, en contacto”, Camilleri C. (1989): “La communication dans la perspectiva interculturelle”,
in Camilleri C. y Cohen-Emerique M.: Chocs des cultures: Concepts et enjeux des pratiques de
l'interculturel, Paris, L'Harmattan, p.386.
45
Delcroix C. et al., op. cit., p.39.
46
Feyman S. y Keil M. (1994): “Les relais féminins de l'inmigration africaine en Île-de-France et en Haute-
Normandie” FAS, citado en Delcroix C. et al., p.27.
41
únicamente a los pacientes con dificultades lingüísticas, o a los inmigrantes”47. Según
los autores de este informe, lo que efectivamente distingue la mediación intercultural y
la “intra-cultural” no es una cuestión de naturaleza sino de grado: “los problemas que
obstaculizan la comunicación entre pacientes y cuidadores se ven resaltados por la
distancia cultural y lingüística que les hace más visibles”48. Así nos encontramos con
una concepción próxima a la función de “pasador de cultura” (culture bokerage) tal y
como la definen ciertos autores anglosajones para quienes esta función tiende a
“explicar la cultura del hospital y del médico al paciente, y el mundo del paciente al
médico”. Estos autores consideran que esta función de “pasador de cultura” “es una
componente necesaria de cualquier forma de apoyo en el proceso de cura, y eso es así
para todos los pacientes”49.
Siguiendo a este autor, el mediador se distingue del trabajador social (o del asistente
social, incluso del educador) por su doble posición:
Esta doble posición del mediador intercultural lo distinguiría del trabajador social
clásico. Sin embargo, no todos los autores están de acuerdo sobre esta especificidad
del mediador. Es el caso, entre otros, de Dominique Bondu y de Fathi Ben Mrad que
relativizan la singularidad de los mediadores51.
47
Médiation interculturelle dans les hôpitaux/Interculturele bemiddeling in de ziekenhuizen, Cellule de
Coordination Médiation Interculturelle (Ministère des Affaires Sociales, de la Santé Publique et de
l'Environnement), Agosto de 2000, p.13.
48
Ibid.
49
Ibid., p.52 y 57. Traducción del autor.
50
Cohen-Emerique M. (1997): “La négociation interculturelle, phase essentielle de l'intégration des
migrants” Hommes et Migrations, nº 1208 (Dossier “Médiations en tout genre”), julio-agosto, p.11-14.
51
Sobre esta cuestión, ver infra el apartado “Mediación intercultural y trabajo social”.
42
Por otra parte, además de las cualidades requeridas en todo mediador (posición de
tercero en una relación triangular, independencia, neutralidad, ausencia de poder52), los
mediadores interculturales deberán hacer prueba:
Las cuatro tareas del “community interpreter”56 destacadas por Rodia Roberts merecen
ser igualmente subrayadas aquí:
1. La traducción
2. La transferencia de cultura (Culture brokerage)
3. Aporte de apoyo y de ayuda a la persona procedente de la inmigración
4. Abogar por la persona procedente de la inmigración
Para Rodia Roberts, el mediador intercultural puede ser considerado, en los cuidados
de salud, como un “community interpreter”. Esta última apelación no tiene traducción
satisfactoria en francés, pero los autores del informe federal sobre la mediación
intercultural en los hospitales de Bélgica señalan que este término es el que más se
aproxima al de mediador intercultural. Una definición de este término ha sido ofrecida
en la conferencia sobre la interpretación en los entornos legales, de la salud, y sociales:
“Permite [el community interpreting] a las personas que no hablan fácilmente la (las)
lengua(s) oficial(es) del país, comunicar con quien le proporciona servicios públicos de
forma que facilita un acceso completo e igual a los servicios legales, de salud, de
educación, del gobierno y sociales”57.
Los autores del informe federal sobre la mediación intercultural en los hospitales de
Bélgica señalan, igualmente, que hay un consenso bastante amplio entre los diferentes
autores sobre la importancia de la función de “culture brokerage”, pero que sin embargo
no todos se ponen de acuerdo sobre las tareas de apoyo y de defensa aunque
reconozcan que el “mediador intercultural apoya al cliente o al paciente e intenta
fortalecer su posición de debilidad (…)”58. Esto nos lleva de nuevo a la paradoja del
52
Volveremos más adelante sobre la dificultad para respetar los principios de independencia y de
neutralidad en la práctica cotidiana de los mediadores interculturales, principalmente en la parte empírica
del presente trabajo.
53
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.105. Los autores del informe insisten en la
capacidad de las mediadoras interculturales para responder a las expectativas relacionales y afectivas
de los pacientes. Ver también Es Safi L. y Compère L., op. cit., p.16, y Bortolini M., art. cit., p.9; por parte
del mediador, por su capacidad de escuchar, se tratará igualmente de captar lo que hay en juego en la
relación perturbada entre las dos partes, y de comprender “las condiciones explícitas e implícitas para el
restablecimiento de la comunicación”, LeRoy E., art. cit, p.41.
54
“Esta referencia al tiempo, esta capacidad para escuchar son extremadamente importantes en el
mediador; es una persona que antes no existía en las escuelas” citado en Bortolini M. art. cit., p.8; ver
también Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.105.
55
Es Safi L. y Compère L. (1996): La médiation interculturelle en matière de santé: une réponse aux
problèmes de communication entre patients migrants et personnel soignant?, Résonances, p.19.
56
Mikkelson H.: “The Professionalization of Community Interpreting”, texto disponible en
http://www.acebo.com (../papers/profslzn.htm). Ver la excelente síntesis de la literatura anglosajona
sobre esta cuestión en Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.51. Ver p. 51-60 para un
examen detallado (en neerlandés) de los puntos de vista de diferentes autores anglosajones sobre la
cuestión de las tareas de los “community interpreter”.
57
Mikkelson H.: art. cit.
58
Ibid., p.53.
43
principio de neutralidad del mediador frente a una situación de asimetría de poder entre
la persona procedente de la inmigración y la institución. Volveremos sobre esta
cuestión más adelante. Los autores del informe precisan, finalmente, que no existe
consenso sobre el contenido y la forma de la intervención de los mediadores
interculturales en el ámbito de los cuidados sanitarios y que “las distinciones teóricas
propuestas entre las diversas tareas desempeñadas por las mediadoras se presentan
más como facetas de la realidad del terreno, más o menos en primer plano según las
circunstancias, que como variedades compartimentadas de la práctica de la
mediación”59.
Los años ochenta han visto la aparición en Francia de “mediadoras espontáneas” (esencialmente
de origen inmigrante) que, en sus barrios, acompañaban a sus vecinas a realizar una serie de
gestiones en las instituciones. Un servicio de “mujeres-enlace”, cuyo objetivo principal es formar a
las mediadoras (deontología, conocimientos sobre las instituciones francesas, etc.), se estableció
hacia principios de los años noventa por la Asociación ARIFA (Archivos de la Inmigración familial).
60
La acción de estas “mediadoras socioculturales” se ha ido extendiendo poco a poco a la mayoría
de las grandes ciudades francesas, hasta el punto de que, actualmente, algunas de ellas forman
61
parte de los dispositivos políticos de la acción pública urbana .
59
Ibid., p.89 y 95.
60
Del importante estudio realizado por Delcroix C. et al. se desprende que la mayoría de las 80
mediadoras interrogadas rechazan el término de “mujer-enlace” prefiriendo en su lugar el de mediadora
sociocultural. Delcroix C. et al., op. cit, p.38-41.
61
“Médiations sur tous les fronts” (De l'entraide à la médiation, entretien avec Marie-Hélène Hassan),
Agenda Intercultural, nº 176, septiembre de 1999, p.13-14.
62
Madelin B. (2001): “Les femmes-relais: les 'sans-papiers' du travail social?”, VEI enjeux (Dossier
“Travailler en quartiers sensibles, 2e partie: Nouveaux métiers ou redéfinition des métiers?”), nº 124,
marzo, p.86.
63
Ibid., p.84.
64
Las mujeres-enlace sufren generalmente de una falta de reconocimiento estatutario (precariedad en el
empleo, inestabilidad en su financiación, etc.).
65
Ibid., p.86.
44
realizadas por Catherine Delcroix et al. se desprende que, entre las mediadoras, hay
una voluntad de ayudar a quienes padecen un tipo de sufrimiento que ellas mismas
han conocido66. Noredine Boubaker se pregunta cómo hacer movilizables y
transferibles tales competencias67;
• la doble inserción de las mujeres-enlace: territorial y étnica. Advertimos que esta
doble inserción es objeto de numerosas críticas -los adversarios de la
profesionalización invocan esta particularidad de las mujeres-enlace, señalando
sobre todo el peligro de etnicización (ver infra esta cuestión)-, pero que es también
reconocida por las instituciones como fuente de eficacia;
• la acción de las mujeres-enlace une a menudo trabajo individual y trabajo colectivo
de las asociaciones locales (refuerzo recíproco, mantenimiento del lazo social
tomando la palabra): “Es en esta articulación, en este ir y venir constante entre
trabajo individual y trabajo colectivo donde la asociación -y las mujeres-enlace-
adquiere su legitimidad sobre todo un barrio”68;
• la relación con el espacio y con el tiempo es singular (presencia cuasi permanente
de las mediadoras sobre el terreno de la acción). En el plano de la
profesionalización, en algunos casos las mujeres-enlace han sido contratadas a
tiempo parcial mientras continuaban trabajando benévolamente. Según Catherine
Delcroix, esta fórmula mixta que combina actividades profesionales y militantes tiene
la ventaja de hacer posible que las mujeres-enlace puedan conservar la proximidad
de su relación con los habitantes del barrio.
Varios autores señalan la falta evidente de reconocimiento estatutario que padecen las
mujeres-enlace. Ahora bien, para Bénédicte Madelin (responsable de Profesión
Banlieue, asociación de mujeres-enlace), esta cuestión hay que ponerla en relación con
la del modo de integración que la sociedad decide promover. Ya se atenga uno al
modelo “asimilacionista” actual -”el del extranjero que llega y ha de integrarse en una
sociedad de acogida que no tiene los mismos valores, las mismas normas, etc. Ya se
oriente uno hacia un modelo que permita la plena participación en la sociedad de
acogida, una sociedad “marcada por la diferencia, por pertenencias culturales
diferentes” sin que ello implique un repliegue comunitario” La responsable de
Profession Banlieue concluye poniendo en evidencia un reto que es inherente a esta
cuestión: “Valorar y reconocer el papel de las mujeres-enlace es una manera de afirmar
la promoción de las mujeres inmigrantes y, más ampliamente, de las poblaciones
destinatarias de las políticas sociales, por la propia definición de dichas políticas”69.
El filósofo Luc Carton ha resumido muy bien algunas de las cuestiones que plantea a la
sociedad y a los poderes públicos la acción de las mujeres-enlace70:
66
Delcroix C. et al., op. cit., p.54-55.
67
Boubaker N. (1996): “Médiation: enjeux et embiguïtés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.92.
68
Madelin B.: art. cit., p.88.
69
Ibid.,p.90-91; ver también Laurel E.: “Quelques réflexions pour une ouverture”, Femmes-Relais,
¿Quelle place dans l'intervention sociale? Actes des rencontres Profession Banlieue; jornada del 16 de
noviembre de 1999, p.80).
70
Profession Banlieue (2001): La Médiation sociale et culturelle: enjeux professionnels et politiques.
L'exemple des femmes-relais, promotrices de líntégration des migrants, Saint-Denis, Profession Banlieue
(Coll. Les Rencontres de Profession Banlieue), p.88-89.
45
poblaciones mismas”. Su acción remite a la cuestión más general de los derechos
de los usuarios de las políticas sociales;
• por sus prácticas -¡incluidas las relativas a la profesionalización!- las mujeres-enlace
son la prueba del nacimiento de un oficio, “un oficio por y con un grupo, más que un
oficio para”. Ello no significa dejar de cuestionar las otras prácticas de lo social con
relación a otros grupos sociales;
• las mujeres-enlace son “portadoras de saberes críticos sobre nuestra sociedad. Son
oficios 'de autores intérpretes'“. ¿Qué hay de los derechos culturales de los
trabajadores sociales? ¿Tienen la posibilidad de ser 'autores intérpretes'?
• ellas cuestionan el fundamento mismo de las funciones colectivas -enseñanza,
sanidad, vivienda, etc.- de nuestra sociedad, situando en el corazón del debate la
cuestión de la exigencia de igualdad de acceso y de uso. Sus prácticas nos invitan a
repensar sin descanso la democracia: “Dónde nos encontramos con relación al
enunciado de los derechos políticos de los migrantes”.
71
Delcroix C., Beski C., Mathieu Z.-R., Bertaux S. (1996): Médiatrices dans les quartiers fragilisés: le lien,
Paris: La documentation française, y Delcroix C.: “Fonction et devenir professionnel des médiatrices dans
les quartiers fragilisés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre.
72
Delcroix C., art. cit., p.98 y 102.
73
Ibid., p.98-100.
46
en una sensibilización y una información de las instituciones como en una puesta en
contacto de estas instituciones con asociaciones de jóvenes procedentes de la
inmigración.
Finalmente, una formación cualificadora “de actores para una ciudad solidaria” fue
creada en 1994 como continuación al conjunto del trabajo de desarrollo de redes
realizado anteriormente.
74
Ver Delcroix C. et al., op. cit., p.60, 77, 78 principalmente.
75
Ver sobre todo Es Safi L. y Compère L., op. cit., p.64.
76
Op. cit., p.79.
77
Ibid., p.118-121.
47
instituciones. El caso de los mediadores sociales o socioculturales instituidos en varios
municipios de la Región Bruxelles-Capitale después de los disturbios de mayo de 1991
puede ser aquí ilustrativo. Resulta que en varios municipios, ¡el local de los mediadores
se encontraba en el interior mismo de los locales de la policía! Señalemos además la
recomendación hecha en el informe federal sobre la mediación intercultural en los
hospitales de Bélgica; a saber, la creación de un órgano autónomo sobre el que el
mediador se pueda apoyar, sobre todo cuando el contencioso se produce con la
institución que lo emplea78.
78
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.89.
79
¿Hay alguna asociación que reagrupe a los mediadores interculturales en Valonia? Conviene
preguntarse si una asociación así no tendría un efecto benéfico sobre las diferentes reivindicaciones de
los mediadores interculturales en materia de reconocimiento estatutario, de formación, de
profesionalización. Ello permitiría igualmente un trabajo de puesta en común de diferentes experiencias,
así como una reflexión sobre sus prácticas. Habría que plantearse igualmente el interés por poner en
marcha un código o una carta de los mediadores interculturales. Ver la experiencia francesa y la
constitución de un colectivo de mediadoras cualificadas, Delcroix, C. et al., op.cit., p.118. Estas
cuestiones se encuentran desarrolladas en la parte empírica del presente informe.
80
Madelin B., art. cit., p.89; ver también Verbunt G. (1997): “Le médiateur et ses limites”, Hommes et
Migrations, nº 1208 (Dossier “Médiations en tout genre”), julio-agosto, p.35-41.
81
Op. cit., p.171.
82
Chaouitte A., art. cit., p.11. Sobre este tema del reconocimiento de los mediadores, ver también el
informe de investigación de Résonances, Es Safi L. y Compèr L., op. cit., p.37.
83
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, art. cit., p.111-113.
48
contenido de las formaciones ya existentes o por venir84: ¿cómo hacer para que dicha
formación pueda, a un mismo tiempo, estructurar y reforzar la profesionalidad de los
mediadores, y mantener una actitud de respeto hacia éstos hasta el punto de apoyarse
en sus saberes “sociales intuitivos”?85. Uno podría estar tentado de ver en el peso de
las competencias de tipo “biográfico” una especificidad propia de los mediadores -
especificidad que es, a la vez, fuente de legitimidad y objeto de críticas-, lo que
supondría descuidar el hecho de que en el mercado de trabajo las competencias de
tipo experiencial ocupan un lugar cada vez más importante, junto a las “cualificaciones
diplomadas”86. Por lo que hace a la mediación intercultural, la dificultad reside en la
teorización de esos saberes experienciales “para que se conviertan en transportables,
trasferibles a otras situaciones y consigan así el estatuto de saberes profesionales
apropiables por otros”87. Los autores del informe del a.s.b.l. Résonances señalan que
“Gracias a la formación y a su práctica cotidiana, las intérpretes de ISM son
profesionales porque demuestran un perfecto conocimiento de sus funciones, así como
de sus límites”88. Abdellatif Chaouitte, haciendo balance de lo dicho en un seminario
sobre las prácticas de la mediación intercultural organizado por el Centro bruselense de
acción intercultural, señalaba la necesidad de una “delimitación restrictiva del campo
factual de la intervención mediadora en complementariedad con otras acciones”89. Una
delimitación de este campo de intervención podría contribuir a evitar que los
mediadores se vean cargados de tareas que no son de su competencia. Efectivamente,
existe el riesgo de ver a los mediadores asumiendo, por defecto, el papel de
“artificieros” en toda una serie de problemas irresueltos en el seno de la institución. A
este respecto, los autores del informe federal sobre la mediación intercultural en los
hospitales han destacado en sus conclusiones las pocas actividades “en tríada” de las
mediadoras, que intervienen sobre todo “como 'go between' que tratan deresolver
viejos problemas de comunicación existentes antes de que ellas llegasen”. En ciertos
casos, los mediadores se encuentran efectivamente en situación dual al verse
obligados a dar explicaciones acerca de los tratamientos, que es una tarea propia de
las enfermeras. Es entonces cuando no es respetada una de las condiciones de
definición de la mediación -presencia de un tercero en una relación triangular. Una
“definición operativa de la mediación (límites, deontología, estatuto…)”90 parece
imponerse igualmente con el fin de facilitar la adhesión del conjunto del personal de la
institución (el conjunto del personal sanitario y de acompañamiento social en un
hospital, por ejemplo) al proyecto de la mediación; adhesión que es de importancia
crucial para el éxito del proyecto, tanto más cuanto que pareciera como si ciertas
84
El tema de la formación ha sido objeto de varias conversaciones de grupo analizadas en la parte
empírica de este informe.
85
“ (allí donde los saberes no reconocen su carácter social, la formación sirve, en general, para
desaprender.”, Profession Banlieue (2001): La Médiation sociale et culturelle: enjeux professionnels et
politiques. L'exemple des femmes-relais, promotrices de líntégration des migrants, Saint-Denis,
Profession Banlieue (Coll. Les Rencontres de Profession Banlieue), p.52; por su parte, Joël Plantet se
plantea la siguiente cuestión: “¿Los saberes sociales pueden constituir el fundamento de una
cualificación profesional y pueden ser la enseña de cualquier trayectoria profesional?”, Plantet J. (2000):
“Comment les femmes-relais sont devenues indispensables aux quartiers difficiles”, Le lien social, nº518,
10 de febrero (http://www.lien-social.com/archives/dossiers/511a520/518-1.htm).
86
Sobre el tema de la importancia del cruce de los saberes ver E.Maurel: “Quelques réflexions pour une
ouverture”, Femmes-Relais. Quelle place dans l'intervention sociale? (Actes des rencontres Profession
Banlieue (journada del 16 de noviembre de 1999, p.82 y 85.
87
Profession Banlieue, op. cit., p.78.
88
Ibid., p.37.
89
Chaouitte A., art. cit., p.10.
90
Chaouitte A., art. cit., p.11.
49
instituciones fueran relativamente permeables al cambio91. Si falta un verdadero
compromiso colectivo en el proyecto de mediación entonces la intervención de los
mediadores corre el riesgo de ser mal percibida por el resto de los que intervienen.
Catherine Delcroix señala al respecto que, en lo que concierne al trabajo social en
Francia, los trabajadores sociales “clásicos” se ven enfrentados a una doble
competencia: la de los profesionales altamente cualificados por un lado, y la de los
mediadores nacidos en los barrios que se aprovechan de su mayor
proximidad/complicidad con las poblaciones de esos barrios, por otra parte92. Según
Nouredine Boubaker, las mediadoras “obtienen su legitimidad y se infiltran en el
intersticio que hay entre el trabajo social tal como es y como debería ser, entre la
redefinición de las nuevas identidades profesionales y la situación actual”93. Esta
situación de competencia es igualmente subrayada en la experiencia de la mediación
intercultural en los hospitales de Bélgica en los que “ciertas enfermeras no comprenden
la razón de ser de las mediadoras. No les gusta nada la intervención de actores
extraños a la profesión para llevar a cabo una parte esencial, la más emotiva, de su
oficio94.
En la parte empírica del presente informe tratamos con más profundidad las diferentes
formaciones en mediación y en acompañamiento intercultural; también confrontamos
los testimonios recogidos en el trabajo de campo con la documentación disponible
sobre estas formaciones.
3.3 Neutralidad
Catherine Delcroix y Gabrielle Varro hacen ver que, en la práctica, “la neutralidad se
muestra como una posición difícil de mantener de manera duradera. Ser uno mismo,
ser el otro, todo ello junto: la mediación aparece como un 'compromiso inestable'“95. De
igual modo, parece haber muy a menudo un margen considerable entre ese principio
de neutralidad y la realidad de la práctica de los mediadores interculturales. De hecho,
los autores del informe federal sobre la mediación intercultural en los hospitales han
puesto en evidencia el hecho de que a las mediadoras les costaba mucho conservar
esa posición de neutralidad hacia las dos partes. Estas autoras se plantean cuestiones
esenciales relativas a la posición del mediador en la relación triangular. Cuestiones
indisociables de la noción de poder: “¿Cuándo se pasa del rol de intermediario al rol de
abogado, de la defensa subyacente a la defensa explícita? (…) ¿El deber de
neutralidad está asegurado asumiendo el rol de abogado entre dos partes?” Y el hecho
de señalar una de las paradojas de la posición del mediador: “Las mediadoras han sido
elegidas principalmente por su vínculo con la inmigración; así pues, son a la vez
exteriores e interiores a la relación de ayuda: exigirles que sean al mismo tiempo un
tercero imparcial puede parecer si no paradójico, al menos poco realista. En cualquier
91
Herscovici A.: “Une journée dans la vie d'une médiatrice interculturelle”, Agenda Interculturel, nº 176,
op. cit., p.12; Delcroix C. (1996): “Fonction et devenir professionnel des médiatrices dans les quartiers
fragilisés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.112; Berwart F. (1998): “Médiateurs: agents de
changement biodégradables”, Agenda culturel, nº 165, junio, p.19.
92
Art. cit., p.111.
93
Boubaker N. (1996): “Médiation: enjeux et embiguïtés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.93;
sobre la situación en Forst y Palet (Países Bajos) ver Profession Banlieue (2001): La Médiation sociale et
culturelle: enjeux professionnels et politiques. L'exemple des femmes-relais, promotrices de líntégration
des migrants, Saint-Denis, Profession Banlieue (Coll. Les Rencontres de Profession Banlieue), p.69-71.
94
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.112.
95
Ibid.
50
caso, esto hace inconfortable la posición de las mediadoras”96. En el informe de
investigación realizado por el a.s.b.l. Résonances sobre la mediación intercultural en la
atención sanitaria, la misma cuestión se plantea acerca de la difícil neutralidad. Los
autores del informe apuntan la gran proximidad (cultural y social principalmente) que
une pacientes y mediadores: “Nosotros también procedemos de un medio popular,
todos tenemos las mismas vivencias… esas mujeres y esos hombres bien podrían ser
nuestros parientes”97. Los mismos autores constatan sin embargo que gracias “a su
formación, el concepto de neutralidad se ha impuesto a ellas. En efecto, ya no se trata
de intervenir en una relación impersonal de ayuda sino de servir de enlace, sobre la
base de profesionalismo, entre la sociedad de acogida (y sus instituciones) y la
comunidad inmigrante”98. Los autores concluyen sobre este tema: “A la mediadora se le
pide ser neutra, 'que no se comprometa', pero las estrategias, las técnicas que debe
emplear las ha desarrollado y adquirido gracias a la confrontación de marcos de
referencia diferentes, sin contar con que la relación de ayuda puede a su vez reforzar el
vínculo entre la mediadora y su comunidad. Estas paradojas deben ser ligadas; son
consustanciales a la riqueza de los aportes de estos profesionales pivots entre campos
profesionales diferentes”. Señalemos además que, en algunos casos, se especifica
expresamente que el mediador debe ponerse del lado del paciente: “La mediadora
tiene explícitamente la misión de elegir el lado de la parte más débil; dicho de otro
modo, es igualmente abogada-litigante y verifica que los derechos del paciente
(individuo o grupo) no sean violados”99. Recordemos una vez más la estrecha relación
entre la problemática de la neutralidad y el poder: “¿Cómo mantenerse neutro cuando
alguien aprovecha su fuerza para imponerse?”100. Amhed Ahkim señala que la relación
médico-paciente es profundamente desigualitaria porque se basa principalmente en
una relación de tipo “experto-profano”, lo que “convierte a la mediación intercultural en
el hospital en un espacio de poder”. El paciente de origen extranjero se encuentra en
una situación de asimetría de poder todavía mayor; ahí es donde la mediación
intercultural tiende naturalmente a reequilibrar la desigualdad de poder en beneficio del
paciente101. Puede ser que la participación concreta del mediador en la relación triádica
no haya sido suficientemente resaltada. Reconocer esta implicación del mediador es
asumir, igualmente, el hecho de que participa en una relación de poder, de que él
96
Op. cit., p.108-109. ¿No se estaría dando aquí igualmente una oposición entre una lógica de las
relaciones horizontales entre el mediador y el usuario por una parte, y la naturaleza fundamentalmente
jerárquica de la institución hospitalaria por otra parte? Esta contradicción ha sido señalada por Luc
Carton en el caso de las mujeres-enlace en Francia, Profession Banlieue, op. cit., p.50.
97
Es Safi y Compère L., op. cit., p.36; para la socióloga Elisabeth Laurel, la proximidad entre los que
intervienen y el medio constituye un “polo de legitimidad” de la mediación que encontramos también en
otros ámbitos como el sindicalismo.
98
Ibid., p.63.
99
Projet médiatrices intercultrurelles dans le domaine des soins de la santé, Bruselas, VCIM, 1992,
citado en Es Safi y Compère L., op. cit., p.45. Los autores del informe Résonances señalan que “del lado
francófono, se insiste sobre la neutralidad de la que, por esencia, el mediador debe hacer prueba.
Cuando hemos preguntado al doctor Henri De Ridder sobre el tema, nos hizo saber que las minorías
étnicas ven sus derechos permanentemente burlados; por eso el deber de las mediadoras es el de
intervenir”, p.48. Observemos que la defensa de los intereses de los usuarios (derechos sociales, etc.)
figura entre las funciones de la mediación intercultural en Bélgica del Centro para la Igualdad de
Oportunidades y la Lucha contra el Racismo (Centre pour l'Egalité des Chances et la Lutte contre le
Racisme-CECLR), Informe Anual del CECLR, Bruselas 1996, p.70. Ver nota a pie de página 65.
100
Bonafé-Schmitt J.-P.: “La médiation scolaire: l'apprentissage d'un rituel de gestion des conflits”, art.
cit., p.17.
101
Ahkim A. (2000): “La médiation interculturelle dans les hôpitaux: premier état des pratiques en
Wallonie”, Les rencontres du vendredi (la médiation interculturelle), 15 de diciembre. No obstante, Ahmed
Ahkim precisa que “la misión de 'defensa de los intereses del paciente', dispuesta en el informe del
CECLR, es imposible de cumplir salvo que se sitúe a la mediadora en contradicción con su empleador (la
asociación) y la institución que organiza su actividad (el hospital)”, Ibid.
51
mismo dispone de un poder en esta relación; todo ello, a pesar de la insistencia sobre
la neutralidad o la objetividad de la que debe hacer prueba. Como lo advierten dos
especialistas en temas de relaciones interculturales en atención sanitaria en Canadá y
en los Estados Unidos, los intermediarios del lenguaje son a menudo descritos como si
fueran neutros, “como si fueran invisibles”, cuando tienen un poder ligado a su
capacidad para manejar la información que transmiten102.
Es frecuente que la proximidad cultural y étnica entre los mediadores y los usuarios
procedentes de la inmigración sea objeto de críticas, principalmente por el riesgo de
etnicización de la intervención social que dicha proximidad podría conllevar. Aunque el
riesgo merece ser tenido en cuenta, la experiencia de las mujeres-enlace en Francia
tiende a mostrar que si bien la acción de estas mediadoras se dirigía al principio sobre
todo a personas de igual origen étnico que las mediadoras, se extendió después a los
otros grupos sociales de los barrios. Parece que el peligro venga más bien de ciertas
instituciones que tienen tendencia a ver las mediadoras como 'representantes' de una
comunidad étnica y no como lo que son, “las representantes de la comunidad local
definida por el territorio (la ciudad, el barrio)”103. También las mediadoras interculturales
que intervienen en el medio hospitalario en Bélgica prestan sus servicios a pacientes
de origen étnico diferente al suyo104. Como lo pone en evidencia Marco Martiniello, la
hipótesis de la mayor eficacia de los interventores sociales es seductora a primera
vista: “¿quién mejor que un inmigrante para estudiar y resolver problemas de
inmigrantes?” Aun reconociendo las ventajas de una proximidad cultural o de destino
entre investigadores y trabajadores sociales “étnicos” y personas procedentes de la
inmigración, Marco Martiniello llama sin embargo la atención sobre los posibles
escollos de dicha proximidad, entre los cuales habría que contar principalmente con las
generalizaciones apresuradas105. Precisa igualmente que “la posición del investigador o
del interventor social étnico no es fácil cuando trabaja en su zona. Se encuentra a
menudo entre la espada de los poderes públicos, sus expectativas y su tendencia a
conseguir inmigrantes de servicio, y la pared de las categorías étnicas y de sus
reivindicaciones”106. Para el interventor social se trata entonces de estar en condiciones
de distinguir claramente entre “la 'implicación'“ y “el 'distanciamiento'“ si se quiere
seguir siendo trabajador social en el sentido propio del término”107. La posición del
102
“Ciertos investigadores reconocen el poder de un intérprete en tanto que guardián que tiene el poder
de explicitar, de clarificar, de traducir, de omitir, o de distorsionar mensajes (…) El poder del intérprete en
el control de la comunicación se ejerce en el interior de la 'caja negra' lingüística, inaccesible al resto de
los participantes en la interacción”, Kaufert J.-M and Putsh R.-W.: “Communication through Interpreters in
Healtheare: Ethical Dilemmas Arising from Differences in Class, Culture, Language, and Power” The
Journal of Clinical Ethics, Volume 8, Number 1, p.72,73,80. Agradecemos al señor Michel Villan el
habernos prestado este artículo.
103
Delcroix C., art. cit., p.108. Massimo Bortolini señala también que la mediación es a menudo utilizada
de manera “étnica”, Bortolini M. ., art. cit., p.9.
104
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit, p.99.
105
Martiniello M. (1993): “Faut-il être un inmigré pour étudier l'inmigration? Faut-il être ethnique pour
intervenir dans les relations ethniques?” Agenda interculturel, nº 119, diciembre, p.3.
106
Ibid., p.5.
107
Jovelin E.: “À public d'origine inmigrée, professionnels de même origine?”, Agenda interculturel, nº
165, op. cit., p.21. Emmanuel Jovelin añade que “reconocer que sea como diferente el otro que tiene el
52
Centro para la igualdad de oportunidades y la lucha contra el racismo sobre el asunto
es que “no se trata (…) ni de una discriminación, ni de una etnicización de la relación
de ayuda, sino más bien de una objetivación de los factores que articulan la relación
entre personas de culturas diferentes”108. Abdellatif Chaouitte señala pertinentemente
que “las implicaciones culturales personales o ideológicas (…) en sí mismas (…) no
constituyen una competencia; se pueden convertir en competencias 'personales
profesionalizadas' si dan lugar a un trabajo de formación que introduzca una distinción
entre la identidad íntima y la identidad profesional”109.
Bernard Ravon critica lo que él llama la doble utilidad social de los dispositivos de la
intervención social urbana, cuyo objetivo es, por una parte, resolver los problemas de
los barrios con dificultades y, por otra, dar empleo a la población local. Según él, con la
mediación existe el peligro de ver los objetivos transformadores de las políticas de
intervención social urbanas reducidos a la nada: “Con la proximidad y la mediación
como modelos, el riesgo de que la situación empeore es lo que conforma el horizonte
de la acción (…) Doblemente útiles socialmente (para quienes las ocupan y para
aquéllos a quienes se destinan), estas 'nuevas funciones' reconfiguran las posturas de
la implicación: los interventores trabajan lo social porque están enrolados”110. Volvemos
a encontrar la doble utilidad social en varios proyectos de mediación intercultural entre
los que figura “Mediadoras Interculturales al nivel de la Salud Pública” (VCIM), y en el
que se especifican como criterios de reclutamiento la pertenencia étnica -”ser de origen
turco o marroquí”- y la situación con respecto al empleo -”ser parada de larga duración
“111. Otro obstáculo sería el de ver la recuperación de la mediación por los poderes
locales. Se corre el riesgo, en efecto, de que se utilice la mediación como una especie
de mal menor, de sustituto de una política coherente que trate los problemas en su raíz
y en su globalidad. La mediación cultural puede facilitar ciertamente la comunicación
entre usuarios e instituciones y favorecer una mejor participación de los usuarios
procedentes de la inmigración, pero debe poder insertarse también en un conjunto de
dispositivos políticos coherentes y fijarse como meta la permanencia112. Se impone una
voluntad política clara y fuerte que evite estos escollos (ver el ejemplo dado del
municipio de Saint-Fons). Una clarificación del contenido de la función del mediador
intercultural, así como una verdadera profesionalización evitarían una eventual
instrumentalización de la acción de los mediadores, su “reducción a simples enlaces de
mismo origen étnico es admitir que su parecido puede conducir al velo étnico. A partir de ahí, hay que
admitir entonces que ver 'diferente' a alguien que se nos parece puede ayudar a superar esta trampa de
la etnicidad”, Ibid., p.25.
108
Centre pour l'égalité des chances et la lutte contre le racisme: Note relative à la médiation
interculturelle dans les hôpitaux, documento de trabajo inédito, p.1, citado en Es Safi. et CompèreL., op.
cit., p.60.
109
Art. cit., p.10.
110
Ravon B. (2001): “Nouveaux emplois de l'intervention sociale urbaine”, VEI Enjeux (Dossier “Travailler
e
en quartiers sensibles, 2 partie: Nouveaux métiers ou redéfinition des métiers?”) nº 124, marzo, p.75-77;
F. Chobeaux (2001): “De 'nouveaux métiers' qui dérangent”, VEI Enjeux (Dossier “Travailler en quartiers
e
sensibles, 2 partie: Nouveaux métiers ou redéfinition des métiers?”) nº 124, marzo, p.161-165. Ver
igualmente Bondu D. sobre los peligros de instrumentalización de la mediación, op. cit. p.14;
Hammouche A. (1997): “Régulation des conflits et puissance publique”, Hommes et Migrations, nº 1208
(Dossier "Médiations en tout genres"), julio-agosto, p.55-56.
111
Es Safi et Compère L., op. cit., p.49.
112
“(…) una iniciativa como la mediación intercultural en el ámbito de la atención sanitaria sólo puede
constituir una pequeña parte de una política de atención sanitaria para las minorías étnicas” Médiation
interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.85; ver también Bernillon F., Chopard M., Ladevèze A.-M.
(1997): "Médiations sociales en Rhône-Alpes", Hommes et Migrations, nº 1208 (Dossier "Médiations en
tout genres"), julio-agosto, p.44.
53
las instituciones, agentes de la paz social (…) De la falta de consistencia interna, se
pasa fácilmente a la proyección en utilizaciones aleatorias113“.
Aunque la mayor parte de los autores coinciden en reconocer que la acción de las
mediadoras y mediadores contribuye a la renovación de las modalidades de
intervención social, Fathi Ben Mrad estima por su parte que los discursos alrededor de
la mediación no escapan normalmente a la autolegitimación y que se suelen construir
113
Bagur M. (1995): Rapport de synthèse sur la médiation socio-culturelle, FIA-ISM, Paris, p.18.
114
Es Safi et Compère L., op. cit., p.18.
115
Kaufert J.-M. and Putsch R.-W., art. cit., p.73.
116
Médiation interculturelle dans les hôpitaux, op. cit., p.9-100. Aunque las fronteras entre interpretación
y mediación intercultural no estén claras para las intérpretes del ISM, los autores del informe precisan sin
embargo que “las palabras que encuentran para decir lo que es la mediación intercultural otorgan a ésta
un carácter más universal, la desetnicizan y la insertan en una lógica de servicios a todos los pacientes,
cualquiera que sea su lengua”, op. cit., p.99.
117
Ver sobre esta relación con el tiempo el ejemplo de una mediadora que explica cómo pudo sacar
tiempo fuera de la consulta en el consultorio médico para comprender mejor la situación de una familia y
del fracaso escolar del hijo, Ibid., p.106.
54
en oposición al trabajo social institucional, señalando las carencias de este último118.
Sobre el trabajo social, este sociólogo escribe que “pese a su diversidad, los discursos
de justificación relativos a la mediación social se apoyan sobre modalidades y
principios de intervención muy próximos de los discursos del trabajo social”. Dominique
Bondu, poniendo en duda el carácter “nuevo” de las funciones ligadas a la mediación,
se encamina en la misma dirección cuando enuncia la hipótesis siguiente: “la
emergencia de la mediación social constituye un momento clave de un profundo
movimiento de las acciones educativas y sociales y, consecuentemente, de las
prácticas de los trabajadores sociales. En este sentido, esta noción está en condiciones
de definir el lugar crítico en el que se encuentran cuestionados los debates, las
finalidades y las prácticas del sector educativo y social”119. Marie-France Freynet
concibe por su parte la mediación como un principio de acción central en el trabajo
social. Para esta autora, el trabajo social “no impone ningún proyecto pero permite a los
grupos con los que trabaja dar a luz el suyo (…) es un intermediario que organiza
'sistemas de acoplamiento' de naturaleza a permitir nuevas articulaciones entre las
relaciones sociales de manera que los problemas se puedan plantear, entablar
negociaciones, superar contradicciones y asumir compromisos”120. El asunto del vínculo
entre mediación intercultural y trabajo social -¿qué les distingue?, ¿están integrados el
uno en el otro?, en caso afirmativo, ¿de qué manera?- es importante para nuestra
investigación. Aunque se pudiera pensar que en ciertos campos (salud y justicia
principalmente) las actividades de mediación intercultural pudieran ser relativamente
fáciles de identificar, no ocurre probablemente lo mismo cuando concierne al campo
social donde la distinción entre mediadores interculturales y trabajadores sociales que
recurren a la mediación (intercultural) podría ser menos clara. ¿Cómo distinguir lo que
depende directamente de la mediación y lo que se sirve de algunas de sus
características para insertarlas en una práctica más global? Por eso, Massimo Bortolini
señalaba que muchos responsables de proyectos y mediadores consideran que no
hacen oficialmente mediación cultural121 El mismo autor apuntaba igualmente que
existen mediadores “no funcionarizados” que trabajan para asociaciones, o a título
privado, sin reclamarse de la mediación intercultural. ¿Cómo determinar por ejemplo si
los mediadores sociales instituidos a partir de julio de 1991 en varios municipios
bruselenses, en el marco de los contratos de seguridad, hacen mediación intercultural?
Sería interesante ver cómo estos mediadores definen ellos mismos sus prácticas, en
relación a los dos términos de 'mediación' y de 'intercultural'. Un mediador del municipio
de Forest consideraba que “todo trabajador social hace mediación”, pero que lo que
distingue a los trabajadores sociales de los mediadores de origen extranjero era la
dimensión política ligada a la interpelación por parte de estos últimos a instituciones
como el Municipio o la policía122. También aquí la cuestión de la definición de los límites
del trabajo y de los estatutos de cada uno es crucial. En efecto, si no están claros, se
corre el riesgo de que los usuarios encuentren dificultades para situarse entre los
118
Ben Mrad F. (1998): “Médiation et Travail Social: Concurrente ou Complémentarité?”, Hommes et
Migrations, nº 1215, septiembre-octubre, p.71.
119
Bondu D., op. cit., p.14. El autor continúa precisando que un cierto número de trabajadores sociales
se reclaman de la mediación social probablemente de forma abusiva. La mediación social necesita “una
profesionalidad extremadamente avanzada”, p.16. Ver la tercera parte del libro en lo que concierne a la
noción de profesionalidad: “Profesionalidad de los trabajadores sociales en mediación social”, p.171-209.
120
Freynet M.-F. (1995): Les médiations du travail social. Contre l'exclusion, (re)construire les liens,
Chronique Sociale, Lyon, p.291.
121
Bortolini M., art. cit., p.5.
122
Sobre los trabajadores sociales y mediadores de origen extranjero en el municipio de Forest y las
nuevas políticas sociales, ver el trabajo de Andrea Rea en Rea A. (2001): Jeunes inmigrés dans la cité,
Bruxelles: Editions Labo; fundamentalmente desde la página 75 a la 106.
55
diferentes interventores y que se instale la competencia entre trabajadores sociales
“clásicos” y mediadores123.
BIBLIOGRAFÍA
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l'intégration des migrants” Hommes et Migrations, nº 1208 (Dossier “Médiations en
tout genre”), julio-agosto, p.11-14.
123
Sobre esta cuestión, en el caso de las mediadoras socioculturales en Francia, ver Ibid., p.92-95.
56
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quartiers fragilisés”, Migrants-Formation, nº 106, septiembre, p.112;
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DELCROIX C., BESKI C., MATHIEU Z.-R., BERTAUX S. (1996): Médiatrices dans les
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57
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PROFESSION BANLIEUE (2001): La Médiation sociale et culturelle: enjeux
professionnels et politiques. L'exemple des femmes-relais, promotrices de
líntégration des migrants, Saint-Denis, Profession Banlieue (Coll. Les Rencontres de
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PROFESSION BANLIEUE (2001): La Médiation sociale et culturelle: enjeux
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SIX J.F. (1995): Dynamique de la médiation, Paris, Desclée de Brouwer, 281 p.
58
LA NATURALEZA DE LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL124
INTRODUCCIÓN
La práctica suele ir por delante de la teoría. Actualmente están apareciendo por doquier
iniciativas de mediación lingüística y de intermediación cultural sin que se esté
produciendo paralelamente una reflexión y clarificación de sus fundamentos. Se están
experimentado en Europa comunitaria programas de formación de mediadores
interculturales y convenios para la contratación de “link-workers”, pero por lo general
estas experiencias, formativas y prácticas, no van acompañadas de un fundamento
teórico y conceptual amplio.
Parece por lo tanto un momento adecuado para tratar de ordenar algunas reflexiones
sobre la mediación intercultural comenzando por abordar cuál es su naturaleza y su
especificidad y qué le aporta un carácter distintivo y “sui generis” respecto a otros tipos
de intervención y trabajo social y con respecto a otras modalidades de mediación. En
próximos artículos nos proponemos ir abordando sucesivamente: a) los ámbitos de la
mediación intercultural, b) la aplicación a contextos de multiculturalidad de los
principales modelos de mediación (el Lineal o de Harvard, el Trasformativo de Bush y
Folger y el Circular Narrativo de Coob; (siguiendo la clasificación de Suares, 1996), c)
las claves técnicas de su puesta en práctica o el uso en dichos contextos de las
técnicas habituales de la mediación, la figura y el rol del mediador social intercultural y
su diferenciación de otras agentes sociales y las bases de su formación. El objetivo de
este artículo es pues solamente definir la naturaleza, las características, y las ventajas
y desventajas de la mediación intercultural. Ello permitirá abordar o fundamentar
posteriormente los otras cuestiones mencionadas.
124
Publicado en la Revista Migraciones, 2 (1997) de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid.
59
precisamente como intermediación cultural (Willingen, 1986). Iniciado en 1974 con
participación de antropólogos, dicho Programa organizó actividades para mejorar la
atención sanitaria prestada por los profesionales médicos mayoritariamente “wasp” a
los usuarios o pacientes de un área pobre del área de Miami en la que conviven negros
nativos de Estados Unidos con inmigrantes caribeños (bahamianos, cubanos, haitianos
y puertorriqueños).
Hoy día y al calor de las nuevas migraciones internacionales están aflorando en Europa
distintas experiencias sociales que pueden ser agrupadas bajo el rótulo común de
“mediación intercultural”. No sin avances y retrocesos y no sin dudas y debates, van
tomando cuerpo iniciativas sociales e institucionales en las cuales se organizan
programas de formación y actuación de mediadores, casi siempre en relación con la
situaciones de precariedad o marginación de comunidades de inmigrantes. Se trata por
lo general de intentos de establecer puentes, lingüístico y relacionales, entre los
colectivos de inmigrantes extranjeros y los departamentos o centros de bienestar,
salud, educación y servicios sociales, tras la constatación de las mayores dificultades
de acceso a esos recursos por parte de los miembros de las “nuevas minorías” y de la
necesidad del profesional de conocer y tratar mejor a estos nuevos usuarios.
125
Iniciativa comunitaria financiada por el Fondo Social Europeo (FSE) como parte de sus fondos para la
promoción de capacitación y empleo para mujeres y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional
60
primera sesión de mayo de 1993, convocada bajo el lema de HOW NOW! KNOW
HOW!, se decidió involucrar a patrocinadores de Bélgica, Irlanda y Holanda con el
objetivo general de crear e incrementar oportunidades de empleo para mujeres
migrantes (y también para viajeros en el caso de Irlanda) a través de programas de
capacitación y desarrollo personal. (Podro, 1994, 4). A finales de abril de 1994 se
celebró en Francia, organizado en el ámbito del proyecto NOW, un seminario sobre
métodos de capacitación en Mediación Intercultural.
En Andalucía, se han llevado a cabo varios cursos que, de momento, han coronado en
las primeras publicaciones específicas sobre este campo en España. Los cursos se
han llevado a cabo desde Andalucía Acoge y con la colaboración de profesionales y
especialistas de España y de otros países. A partir de una ayuda HORIZON y del
apoyo de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía, se ha venido
urdiendo una red internacional triangular en la que participan Andalucía Acoge, el
(FEDER) como parte del Tercer Programa Comunitario de Acción sobre Igualdad de Oportunidades para
Hombres y Mujeres.
126
La idea de esta Escuela se plasmó por primera vez en mayo de 1992 como parte de las
conclusiones de tipo práctico del proyecto “Dimenisionamiento y análisis por grupos étnicos de
los inmigrantes extranjeros en la Comunidad de Madrid”.
61
Centre d´Action Interculturelle de Bruselas y la Asociación Comisión Católica de
Migración. Andalucía Acoge editó primeramente, como cuaderno de formación y bajo el
titulo de La mediación intercultural, un conjunto de seis artículos de Margalit Cohen-
Emerique, Rochdy Alili y Mohamed Salhab. Posteriormente se ha publicado, con
edición a cargo de la Junta de Andalucía, el volumen El acercamiento al Otro.
Formación de Mediadores Interculturales.
127
No vamos a detenernos aquí en la fundamentación del concepto de Cultura y todo el amplio abanico
de concpetos que con él se relacionan. Pueden consultarse las respectivas entradas que sobre los
términos de Cultura, Etnicidad, Grupo Etnico, Identidad, Minoria Etnica, Multiculturalismo y otros, ha
desarrollado Carlos Gimenez en la obra de Malgesini y Gimenez Guia de Conceptos sobre Migraciones,
Racismo e Interculturalidad cuya referencia completa aparece en la Bibliografia.
128
Sobre el concepto de Cultura y su aplicación al fenómeno migratorio, puede verse el articulo de
1994 de Giménez en Entreculturas, que aparece en la Bibliografía.
62
Ahora bien, a los efectos del análisis de la mediación intercultural considero necesario y
pertinente restringirse a lo que hemos denominado en la definición “situaciones
sociales de multiculturalidad significativa”, es decir, aquellas situaciones en las que la
distintividad sociocultural de los actores sociales se convierte, por el motivo que sea, en
claramente relevante y central o, al menos, especialmente influyente. En dichas
situaciones los actores sociales en interacción (individuos, grupos, organizaciones,
comunidades, etc.) están dando importancia considerable -consciente o
incoscientemente- a la diferenciación del Otro o a la propia respecto del Otro, en
términos físicos, de conducta, de modo de vida, de lenguaje, de simbolización, de
expresión de valores, etc.
Desde este punto de vista podemos decir que se da una situación social de
multiculturalidad significativa cuando, por ejemplo, en una consulta médica en la que un
doctor payo atiende a un paciente gitano, la percepción y actitud que cada cual tiene
del o hacia el Otro en tanto categoría sociocultural distintiva está influyendo
decisivamente en aspectos como la mayor o menor implicación por parte del doctor y
su presuposición de cómo va a seguir ese paciente la medicamentación, o por parte del
paciente gitano en aspectos como una posible mayor timidez, la información o no al
médico de que se está siguiendo un tratamiento según la medicina del grupo étnico,
etc.
articulo se aborda el positivo papel de mediadores sociales trasnacionales que esas personas “entre dos
mundos” pueden jugar pueden jugar.
130
Sobre los conflictos en las organizaciones y la mediación véase, por ejemplo, Acland, 1993.
64
clasificador, las relaciones cotidianas afectan a individuos que pertenecen o son
adscritos a grupos y que guardan un tipo un otro de vinculación - o desvinculación -con
las instituciones.
Tanto por su contenido como por sus características encontramos también aquí un
gran variedad. La “relación interétnica” que vincula a dos actores sociales o
institucionales puede ser familiar, laboral, asistencial (acceso a servicios sociales),
escolar o educativa, residencial (por ejemplo, de vecindad), sanitaria o médica, judicial
o penal, etc. Junto a su(s) contenido(s) cada relación se caracteriza por un conjunto de
rasgos en relación con los estatus respectivos, los roles en juego, la existencia o no de
conflicto abierto, los niveles jerárquicos de las partes, necesidades en juego, conductas
de las partes, etc.131
Se trata de notas distintivas que podríamos presentar en forma bipolar con el hilo
conductor de su mayor o menor ”verticalidad’ u “horizontalidad”. Entre las partes
involucradas en la relación puede haber un mismo o diferente rol;
desigualdad/igualdad; jerárquia/horizontalidad; competencia/cooperación;
conflictividad/armonia132; voluntariedad/obligatoriedad; dominación/ paridad; etc.
Como decíamos mas arriba, las situaciones de multiculturalidad son tan frecuentes que
casi se podría afirmar que la mayoría sino la práctica totalidad de las situaciones
sociales son de multiculturalidad siendo minoritarias las situaciones sociales
“monoculturales”. Lo importante es determinar porqué en determinados contextos o
circunstancias el “factor etnocultural” se convierte en algo relevante, clave y desafiante.
¿Qué supone la presencia de varios bagajes culturales para las relaciones entre
individuos, grupos o instituciones?. ¿Qué suele implicar la circunstancia de que las
personas, colectivos o sistemas sociales en contacto estén culturalmente
diferenciados?. Muchas cosas. Enumeremos algunas:
131
Para algunas de estas características puede verse el articulo de Shvarstein, 1996, paginas 252-256.
132
En la conflictividad puede distinguirse lo latente y lo manifiesto y en lo armónico su coyunturalidad o
su estructuralidad.
65
a) desde la evitación, repulsión o rechazo del Otro, hasta, por el contrario, el interés y
atracción especial por él;
b) la simultaneidad en el ámbito de la relaciones interpersonales de los componentes
de igualdad/desigualdad social con los de similitud/diferencia cultural;
c) la aparición de desafíos específicos de comunicación o incomunicación:
preconcepciones, valoraciones no conocidas, malentendidos culturales;
d) el encuentro o choque en la cotidianidad de usos y comportamientos diferentes y
extraños, sentidos a veces como desagradables o incompatibles (vestidos, olores,
sonidos, saludos, forma de hablar o callar, estrategias de acceso y seducción; estilos
de trabajo y de descanso; dietas y maneras de comer; etc);
e) la inadecuación de determinadas instituciones o servicios a nuevos usuarios.
133
Tomo la expresión “franja de intermediación“ de las actividades de diálogo, intercambio y
reconocimiento mutuo que vienen desarrollando, en la Guatemala de los Acuerdos de Paz, un grupo de
indígenas y ladinos en Guatemala. Debo a mi colega Marta Casaus, una de las mas entusiastas
impulsoras de “la franja “ el conocimiento y contacto directo con esta experiencia.
66
La mediación intercultural se está constituyendo como un ámbito original al calor de los
nuevos planteamientos del pluralismo cultural. Hasta donde conocemos, el principal
acicate para estos nuevos planteamientos sobre mediación intercultural procede del
desafío de las migraciones internacionales y de la configuración de nuevas
comunidades y grupos étnicos. No deberíamos olvidar, sin embargo, las variadas y
ricas experiencias de intermediación en relación con pueblos indigenas y minorias
autóctonas, aunque con frecuencia no se haya clasificado a estas iniciativas bajo el
etiquetado de mediación intercultural. En el enfoque que sigue a continuación, tenemos
en cuenta ambos tipos de diversidad sociocultural, la de las “minorias” internas y
autóctonas y la de las comunidades inmigradas (ver a este respecto Kymlicka, 1996).
Una vez situado el marco que hace necesaria la intermediación cultural, pasemos ya a
caracterizar ésta. Comenzaremos con una definición de partida para luego abordar los
puntos comunes y particulares, a mi entender, de esta modalidad de mediación.
Hacerlo así sería inoportuno por las consecuencias negativas que ese proceder puede
acarrear ya no sólo por el hecho de ir por detrás de la realidad o por no aprovechar
energías y posibilidades a las que se les cierra la puerta con nuestra definición a priori,
sino también por los riesgos de reificación y de contribuir a una construcción culturalista
ya sea del indígena o de la minoría autóctona, ya sea del extranjero inmigrante, ya sea
en definitiva de las relaciones interétnicas.
67
3.2 Sobre mediación y conflicto. ¿Se remite siempre la mediación intercultural al
conflicto interétnico o multicultural?
Debemos hacer aquí un inciso que consideramos crucial. Tanto en los estudios
clásicos como en los más recientes sobre mediación, ésta se remite desde el principio
a la categoría de conflicto y a su resolución. Así aparece tratada en los manuales de
mediación. El manual clásico de Touzard (1981) se titula precisamente ”La mediación y
la solución de conflictos” y su capitulo primero está dedicado a “Consideraciones sobre
el conflicto social”. Veamos como contrapunto un texto reciente: en el libro de Suares
(1996) el capitulo primero titulado “La Mediación ¿qué es?“ comienza con un primer
apartado titulado a su vez “Introducción a la noción de conflicto en mediación”. En
resumen, antes y ahora, “mediación” aparece ligada orgánicamente al conflicto y a su
regulación.
Queda claro aquí que hay un ámbito de la mediación que no tiene que ver directamente
con el conflicto. Tan es así, que Six distingue cuatro tipo de mediaciones. Están pro un
lado las mediaciones que denomina “creativas y renovadoras” cuya finalidad es “hacer
nacer o renacer una relación” y, por otro lado, las mediaciones “preventivas y curativas”
las cuales están “destinadas a detener un conflicto” (idem, 36). Comentando esta
68
concepción de Six, añade Salhab: “La actividad mediadora no se limita únicamente a la
resolución de conflicto y puede adaptar diferentes formas” (1995, 36).
Como modalidad de mediación social, la mediación intercultural tiene en común con las
otras modalidades todos los principios y rasgos definitorios de la Mediación.
Consideremos primero estos rasgos comunes y algunos matices al respecto, antes de
pasar a enumerar las cuatro características que consideramos específicas.
Son muy variadas las definiciones de mediación pero podemos partir de que toda
mediación es una método alternativo de regulación/resolución de conflictos. Para
Ortega, por ejemplo, “la Mediación es un mecanismo de intervención de terceras partes
que busca contribuir a que las partes directamente involucradas alcancen un acuerdo
mutuamente satisfactorio sobre las incompatibilidades básicas” (Ortega, 1995, 33).
Desde el punto de vista de la mediación intercultural hay que tener en cuenta que ésta
se produce habitualmente en condiciones de asimetría y desigualdad. Podríamos decir
que ello ocurre así casi por definición de lo que son las “relaciones interétnicas”. Debe
cuidarse que la parte mas débil exprese también, de una otra forma, su conformidad
con el establecimiento de una experiencia o programa de mediación. Ello supone un
mínimo o conditio sine qua non, pues lo ideal es que sea la parte más débil quien lo
69
reclame. De no cumplirse este prerrequisito se corre el peligro de incrementar el riesgo,
siempre presente, de que los mediadores sean percibidos como “agentes del poder” o
suplantadores de los lideres del grupo o minoría étnica.
Segundo, toda mediación tiene como finalidad central y única ayudar a las partes
“disputantes”. No se trata de dirigirlas, adoctrinarlas, etc. en esta u otra dirección, ni
mucho menos de imponerles nada. también aquí debemos hacer un breve comentario
por lo que respecta a los contextos de multiculturalidad. Frecuentemente, el mediador
intercultural no interviene sobre conflictos explícitos o manifiestos, sino en areas como
la mejora de la comunicación y el entendimiento, experiencias de acercamiento y
convivencia entre sujetos sociales étnicamente diferenciados, labores de apoyo al
profesional que trabaja con minorías, etc.
Para la materia que nos ocupa sólo comentaremos respecto a esta otra idea básica de
la mediación la enorme dificultad y la gran importancia de conseguir, o ir consiguiendo,
esa confianza en unas relaciones que están generalmente “cargadas” de
70
preconcepciones, prejuicios, estereotipos, tópicos, historias o narrativas ya fijadas, etc.
Ir ayudando a deshacer o “desmontar” esas actitudes y cogniciones erróneas, poco
fundadas, falsas o parciales deberá ser una de las tareas más centrales - y
continuadas- del mediador. De tener éxito en que se vaya produciendo una
aproximación al Otro más directa y comprensiva, menos estereotipada, el mediador o la
mediadora hará sin duda una aportación clave.
Sexto, en toda mediación debe lograrse una reubicación del conflicto (o de la situación
de desajuste) de tal manera que los involucrados se vean como copartícipes en la
solución. Para ello debe tenerse en cuenta, tanto el motivo por el que se discute como
la relación entre las partes. recordemos aquí que las relaciones interétnicas suelen ser
asimétricas. El mediador intercultural deberá potenciar ese protagonismo de las partes
y esa coparticipación en contextos sociales y políticos donde a las comunidades
étnicas dominadas - a veces minorías y a veces mayorías demográficas- se les ha
negado, en ocasiones por siglos todo protagonismo.
Hasta ahora hemos mencionado los principios comunes a toda forma de mediación,
habiendo matizado algunos extremos en relación a la intermediación cultural. Pero,
¿cuál es, entonces, la distintividad de la mediación intercultural?, ¿supone una
perspectiva o enfoque peculiar o consiste básicamente en la aplicación de los principios
generales de la mediación en contextos de multiculturalidad?; ¿es un nuevo campo de
actuación o supone más bien un enfoque transversal y complementario a los distintos
ámbitos de aplicación?.
134
Véase una interesante discusión y relativización sobre este principio y una propuesta de la
denominada de eutralidad en Suares (1996, 145-162).
71
Desde nuestra perspectiva, son cuatro los rasgos que pueden señalarse como más
específicos o distintivos de la mediación intercultural respecto a las demás modalidades
de mediación (familiar, en los conflictos colectivos de trabajo, colaboración judicial o
mediación penal, práctica pedagógica de la mediación, mediación y comunicación,
mediación local, vecinal, etc.):
Toda mediación actúa sobre una relación. Todo conflicto social (no así los
denominados “conflictos intrapsíquicos”) tiene un carácter relacional. El hecho de que
las partes dispongan de esas características socioculturales distintivas -reales o
atribuidas, “objetivas” o “subjetivas”- a las que aludíamos antes tiene una gran
relevancia de cara a la mediación. Aparte las conductas, manifiestas y explícitas, están
las percepciones. Las partes involucradas tienen un determinado conocimiento y
desconocimiento respecto al Otro. Sus actitudes están condicionadas por estereotipos,
prejuicios, temores, posicionamientos etnocéntricos.
72
Por otro lado, cada una de las partes puede tener una distinta “cultura del conflicto”.
Utilizamos aquí éste concepto acuñado por el antropólogo Ross (1995) en su
indagación comparativa de la práctica de la violencia en distintas sociedades. Para
Ross la cultura del conflicto se refiere a “las normas, prácticas e instituciones
específicas de una sociedad relacionadas con la conflictividad” (1995, 44).
Mas ampliamente, Ross entiende que “la cultura define lo que la gente valora y lo que
le mueve a entrar en disputa, indica asimismo formas adecuadas de comportamientos
de determinadas clases de controversias y configura las instituciones en las que dichas
controversias son procesadas. En resumen, la cultura del conflicto abarca aquello por
lo que la gente lucha dentro de una sociedad, los rivales contra quienes lucha y el
resultado de la contienda” (idem, 44, 45). El mediador intercultural deberá tener muy en
cuenta las distintas ideas, valoraciones y percepciones de los actores respecto al
conflicto, el consenso, la cooperación, los protagonismos, etc.
Sin dejar de ver esas potenciales ventajas o desventajas, nos inclinamos por pensar
que lo importante es que, primero, la persona tenga una gran capacidad de mediar y,
segundo, una sensibilidad y capacidad de acercamiento ( y estudio) hacia ambas
lógicas culturales en presencia.
73
en esta línea, y en base a una revisión de los campos de la educación, mediación y
comunicación intercultural, como hemos propuesto recientemente entenderla (véase la
entrada correspondiente en Malgesini y Giménez, 1997).
Como toda otra modalidad de mediación, la intermediación cultural presenta una serie
de ventajas respecto a los otros mecanismos de intervención de terceros en la
regulación de conflictos. Esas ventajas pueden verse tanto por lo que evita, por lo que
se consigue y, sobre todo, por lo que significa para las partes. La mediación supone un
sensible alivio para los tribunales y un considerable ahorro de tiempo y dinero. Por otra
parte, la mediación crea un contexto más flexible para la conducción de disputas, suele
lograr acuerdos a largo plazo y evita que- como resultado del proceso- haya ganadores
y perdedores. Pero su gran ventaja radica en los enormes beneficios que entraña para
las partes: en efecto, implica un notable aumento del protagonismo de los individuos y
comunidades, aumenta su creatividad y reponsabilidad, y produce un “deutero-
aprendizaje” o adquisición por los participantes de la capacidad para solucionar futuros
conflictos (Suares, 1996, 51-55; Ortega, 195, 43-45).
Todos ellos son fenómenos muy complejos y que desbordan con mucho los siempre
limitados mecanismos de mediación, pero éstos pueden aportar un grano de arena
sustantivo. En comunidades, territorios y países de gran diversidad etnoracial, religiosa
y lingüística, la aplicación de fórmulas de mediación intercultural tiene la ventaja de
favorecer el acercamiento, posibilitar el encuentro y el debate, facilitar la negociación, y
sobre todo educar para la convivencia.
74
3.6.2 Las sombras de la mediación intercultural
Según resumen Suares (1996) la posición de Rijkin, ésta “sostiene que las mujeres
logran peores acuerdos cuando concurren al sistema de mediación que cuando
solucionan sus conflictos en el sistema judicial. En materia de dinero, las cuotas que
obtienen las mujeres son menores, y además dice que no se ventilan casos de
violencia....” (Suares, 1996, 53, cursiva de la autora). En lo referente a mediación
intercultural debemos tomar buena nota de esta argumentación crítica dado que la
“relación interétnica” o el “encuentro cultural” rara vez es entre iguales, sino que suele
darse entre “mayoría” y “minoría” en términos de poder. ¿Invalida la práctica de la
mediación intercultural el hecho de que casi siempre las partes involucradas no se
relacionan en situación de paridad sino de desigualdad, asimetría y jerarquización?.
Continua Suares: “también Rijkin sostiene que en algunos casos se llega a acuerdos
desventajosos, sobre todo, en aquellas situaciones en las cuales sólo una de las partes
quiere llegar a un acuerdo (generalmente la mujer); por ejemplo, cuotas de alimentos
para hijos con discapacidad, porque por miedo a perder todo si se enfrentan en un
juicio, transan antes de defender hasta el máximo su postura” (idem, 54). De nuevo se
nos presenta un interrogante: ¿puede ser perjudicial para miembros de las minorías
autóctonas o de las comunidades inmigrantes el recurso a la mediación intercultural al
dejar de emplear otros mecanismos más directos de presión, demanda y
reivindicación?.
75
Aparte lo dicho, un mal planteamiento de la mediación intercultural puede ser otro
factor más de exacerbación de las diferencias etnoraciales, lingüísticas o religiosas, y
de intensificación del ya extendido culturalismo. La presentación simplista o unilateral
de los conflictos de pareja, familiares, laborales, políticos, etc., como conflictos “étnicos”
o “interculturales” por el sólo hecho de estar implicadas personas o grupos de diferente
adscripción etnocultural es uno de los peligros o efectos perversos más claros.
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77
78
MEDIACIÓN INTERCULTURAL EN SOCIEDADES MULTICULTURALES: HACIA
UNA NUEVA CONCEPTUALIZACIÓN135
INTRODUCCIÓN
Ha surgido en España en los últimos años la idea de que una buena parte de los
llamadas conflictos por relaciones interculturales (en estos se quieren ver tan son y con
mucha insistencia los motivados por la presencia de inmigrantes extranjeros entre
“nosotros”) deben ser tratados desde la perspectiva de la mediación, que para este
caso es denominada “mediación intercultural”. Junto a esta idea (proceso para
algunos), ha surgido la figura del llamado “mediador intercultural”, y sin duda dicha
aparición ha estado ligada en gran medida al crecimiento de la presencia de población
inmigrante extranjera.
Pero esta vinculación entre diversidad cultural y mediación intercultural debe ser
matizada para una mejor compresión de lo que se esta ejerciendo desde la llamada
mediación y lo que sobre ella queramos construir. No es toda la diversidad, si se puede
hablar en estos términos, la que esta provocando la aparición de la estrategia de la
mediación intercultural y de la figura profesional del mediador; tan sólo es la diversidad
ligada a lo que social y culturalmente se ha entendido como inmigrante. Luego no es
toda la diversidad o cualquier conflicto cultural el que esta siendo atendido bajo la
acción de la mediación intercultural, sino aquella que ligamos a la exclusión y la
marginación que representamos y construimos sobre la población inmigrante extranjera
135
El presente texto fue preparado originalmente para ser discutido en la Journée d’Etude “La mediation
Interculturelle en debat” desarrollado en el Centre Cultural Marcel Hicter (La Marlagne) de Namur
(Bélgica) el 28 de febrero de 2003 y dentro de la iniciativa EQUAL-Arena del Fondo Social de la Unión
Europea. Una versión posterior ha sida discutida en la conferencia pronunciada bajo el título “Mediación
intercultural o mediadores interculturales en un contexto multicultural” en la Universidad de Murcia el 3 de
abril de 2003.
79
Sirvan estas primeras palabras de reflejo de confusiones para enmarcar justamente lo
que también entendemos como tal en el ámbito de la mediación intercultural: otro juego
de confusiones. Nuestra pretensión en este breve texto es precisamente tratar de poner
orden sobre lo que consideramos algunos malentendidos en torno a la práctica de la
mediación intercultural. Para cumplir con tal pretensión, discutiremos algunos extremos
sobre lo qué se entiende comúnmente por mediación intercultural y aportaremos, desde
nuestra experiencia de formadores en mediación intercultural, nuestra particular visión
sobre la cuestión. Centraremos gran parte de la discusión final en resolver si la
mediación intercultural debe ser muestra de una “nueva” figura profesional o debe ser
una espacio, ámbito y dimensión de formación para profesionales ya existentes en el
ámbito de la intervención y la llamada “práctica social”136.
Estas definición de mediación como un instrumento para solucionar conflictos una vez
que éstos han surgido es bastante común cuando se utiliza el término en ámbitos
sociales.
Todos sabemos qué es el conflicto. Nos enfrentamos a él en nuestro trabajo, nuestros juegos y
nuestras relaciones. Definirlo, por tanto, debería ser bastante fácil. Pero como nos advierte el
proverbio zen: “la carretera recta es la que ofrece con frecuencia las mayores curvas”. Por tanto,
también descubrimos que la tarea de definir el conflicto es una labor formidable (Worchel y
Lungdren 1996).
136
Quizá fuese suficiente con reconocer que, como nos indica Bonafe-Schmitt (2000. 217), la mediación
es “una forma de regulación social (o modelo de acción) que gobierna las relaciones entre los individuos
y más generalmente entre el Estado y la sociedad”.
137
Margaret Cohen-Emerique (1993) considera que la mediación tendría tres niveles o dimensiones:
gestión de conflictos (mediación reactiva), accesibilidad y adecuación de los servicios (mediación
preventiva) y prevención de conflictos y promoción de relaciones adecuadas entre grupos culturalmente
diversos (mediación proactiva). En un sentido relativamente similar Six (1997) distingue entre la
mediación creativa, renovadora, preventiva y curativa.
80
En este sentido se piensa que el mediador es un conciliador sin poder de decisión y no
un juez o un arbitro. Se trata de una posible forma de resolver conflictos en la que el
papel fundamentalmente lo juegan las partes y no la existencia de normas o leyes
externas a ellas. Desde estas posiciones se entiende la mediación (Munk 1996) como
un proceso en el que las partes puedan expresarse libremente.
Este mismo centro, que posee una larga experiencia en temáticas de mediación,
presenta una Carta de la mediación, en la que analizan lo que es y lo que no es la
mediación, así como algunas de las cosas que debería ser. La reproducimos a
continuación, tal y como se recoge en el trabajo de Six (1997):
1. Creemos que la mediación es ante todo voluntad, una voluntad de abrir caminos, de
construir puentes, de establecer lazos allá donde no existen, con el fin de permitir
que personas o grupos se reencuentren, de que un ser pueda encontrar el camino
hacia sí mismo. La mediación requiere inventiva y creatividad.
2. Creemos que la mediación es también prevención o capacidad de anticipar, de
discernir dónde se encuentran los escollos y, de esta manera, evitar que una
persona o un grupo se comprometa en un camino sin salida. La mediación exige
inteligencia y lucidez.
3. Creemos que la mediación es además medicación: una forma de ayudar, a los que
han dado un paso en falso, a los que caen en la violencia, a los que se encierran en
el conflicto, a liberarse por sí mismos de esa situación y a saber sacar provecho de
ello. La mediación es arte y valentía.
4. A partir de ahí, la mediación es un lugar intermediario donde se hacen nuevas
relaciones, o un lugar abierto que evita los escollos, o un lugar dinámico que permite
una regulación de las tensiones y los conflictos. La mediación es espacio de
comunicación. El mediador es un “él”, una tercera persona, que, siendo reconocido
por los dos “yoes” encerrados cada uno en su monólogo, les permite restablecer un
“yo” y un “tú”, conseguir un verdadero diálogo.
5. La mediación es asunto de las personas o de los grupos entre los que el mediador
establece el lazo: se trata, pues, de suscitar en ellos, que se han reunido, que han
evitado irse por otros caminos, otra manera de actuar en común. El mediador no
viene de arriba, aportando soluciones, sino que cataliza la transformación realizada
por las dos partes.
6. La mediación requiere que aquellos que recurran a ella lo hagan de una forma
activa, que renuncien a la facilidad que supone una asistencia pasiva, que creen un
horizonte nuevo, que se dirijan a él con una mirada nueva, que, junto con el
mediador, hagan posible ese futuro mediante un pacto. La mediación requiere, del
mediador, que suscite constantemente en las dos partes el deseo de elaborar juntas
un nuevo destino, una vía, una salida, e imaginar, conjuntamente, los medios para
llevarlos a cabo.
7. La mediación es también una actuación comunicacional, con tres polos: no puede
consistir en ayuda y asistencia en dos dimensiones, en las que hay siempre uno que
81
encuentra la solución por el otro; la mediación implica un dinamismo ternario en el
que cada uno de los tres participa tanto como los demás.
8. La mediación es una victoria; no es huida sin ganadores ni perdedores, es una
estrategia en la que dos antagonistas aceptan perder para llegar a ser uno y otro
ganadores.
9. La mediación se conduce a partir de tres únicas fuentes: la inteligencia, la ética y el
corazón; el mediador no recibe ningún poder de nadie, ni puede, pues, juzgar, ni
arbitrar, ni decidir solo; no representa a ninguna autoridad y se presenta desarmado:
ahí reside su debilidad y su fuerza.
10. La mediación es un antipoder; no es una justicia que se otorga, ni siquiera
atemperada, ni es un arbitraje; la verdadera autoridad y poder de decisión
pertenecen únicamente a las dos partes.
11. La mediación es independencia: no puede emanar ni de un partido político, ni de
una confesión religiosa, ni de un grupo cualquiera, pues entonces sería un grupo de
presión y falsearía la mediación en sus mismas raíces. Hay una mediación,
enteramente respetable y necesaria, que es la mediación del Estado, pero que es,
de hecho, una defensa oficial de los administrados (por ejemplo, la Médiature de la
République en Francia). Creemos, por nuestra parte, en la necesidad
complementaria de una mediación privada, civil, asociativa.
12. La mediación, por su independencia, se constituye en asociación tal y como
prevé la ley, una asociación formada por mediadores libres y responsables, una
asociación que se ha dotado de un código deontológico para uso de los mediadores
y de los que requieren sus servicios. Y el mediador ejerce su función refiriéndose a
la asociación de mediadores que le ha reconocido y de la que recibe ayuda, consejo
y formación continua.
13. La mediación es desinteresada: no puede realizarse en beneficio del mediador,
quien, si bien puede recibir la justa remuneración del tiempo que dedica a la
mediación , no busca beneficio o favor alguno por su función.
14. La mediación es imparcial: no puede favorecer indebidamente a una o a otra de
las dos personas, o a uno o a otro grupo; el mediador debe mantenerse en la
distancia justa entre los dos y debe dejarse conducir, en su trabajo con ambos, por
los criterios de verdad y equidad.
15. La mediación es la búsqueda de objetividad: emplea argumentos sólidos y
reprime cualquier método de encanto o seducción.
16. La mediación se rige por el secreto: lso que requieran un mediador tienen
estricto derecho a que éste guarde sólo para él lo que se le confía, a que no lo utilice
de ninguna manera.
17. La mediación se inscribe en la vida personal y el conjunto de la vida social como
un elemento que puede, con fuerza y discreción, contribuir al establecimiento, a la
mejora de todas las relaciones, sean las que fueren. Recurrir a ella no es una forma
de ponerse en manos de alguien, es permitirse a uno mismo ir más lejos.
Tal y como recoge la carta que acabamos de presentar, entre los diversos aspectos
fundamentales de la mediación se encuentra la facilitación de la comunicación,
comunicación que suele verse dificultada por la existencia de códigos referenciales
distintos138. Algunos entienden que fruto del conflicto lo que se presenta es una
dificultad para el dialogo y que la mediación vendrá a cumplir el papel de
restablecimiento de la comunicación gracias a la presencia de un tercero que actuará
138
Es también una característica de la mediación para el modelo Tradicional-Lineal de Harvard en el que
el mediador es un facilitador de la comunicación.
82
como intermediario (Petitclerc 2002, 54). Esta posición de triangulación139 es la que
sirve a este autor para distanciar la mediación de otras prácticas de regulación de
conflictos como el arbitraje, la negociación o la conciliación.
Mediar significa, en su acepción más común y compartida, colocarse en medio de. Este colocarse
en medio de, implica, en el contexto de la comunicación humana, facilitarla cuando ella no es
posible por la existencia de códigos referenciales distintos. Supone, también, propiciar su
restablecimiento cuando haya desacuerdos, conflictos contribuyendo a que las partes implicadas,
encuentren aquella que, común, las une. El otro papel y sentido de la mediación y, que, de alguna
manera emerge en el proceso que se ha generado, es su contribución en el proceso de creación y
recreación de nuevas reglas y formas de convivencia entre quienes ya están y, quienes llegan.
Apostar por la mediación en situación de interculturalidad, significa entenderla como un proceso de
intercambios que, permite influirse recíprocamente, por medio de la comunicación (AEP
Desenvolupament Comunitari 1999, 80).
139
Esta idea de la triangulación no hace sino aludir a uno de los aspectos centrales que algunos autores
defiende para la mediación. La presencia de un tercero es condición sine qua non para poder hablar de
mediación, defenderá Guillaume-Hofnung (2000, 74-76). También Six (1999, 175) indicará que “el tres es
el armazón de toda operación de mediación”, y continuará diciendo que “la relación triangular es la
condición de la mediación (…)”.
83
No faltan (Suares 1999) quienes entiende al mediador como una persona neutral
(imparcial, equidistante y que busca la equidad) que trata de ayudar a las partes para
alcanzar un acuerdo. En este sentido es visto por muchos la acción de la mediación
como aquella que logra disminuir las diferencias entre las partes (Modelo Tradicional-
Lineal de Harvard). A esta neutralidad y a la mencionada más arriba necesidad de
triangulación, Guillaume-Hofnung (2000, 74-76) añadirá la independencia (política,
moral y financiera) y la ausencia de poder institucional.
Una variante de este último modelo es aquella que pretende potenciar el protagonismo
entre las partes, movilizar los recursos de las personas en la búsqueda de un
protagonismo personal que haga que se asuman las responsabilidades de las acciones
propias y dote a cada uno de los componentes de las relaciones de conciencia crítica
de sus posición (Modelo Transformativo de Bush y Folger).
Como puede observarse, cualquier tipo de mediación parte de un conflicto en el que las
partes no pueden llegar a un acuerdo y ello es debido, en gran medida, porque los
diversos tipos de mediación que se han desarrollado previamente (jurídica, social,
familiar, escolar...) condicionan el debate sobre la mediación intercultural, siendo un
ejemplo claro el partir de un conflicto como condición previa para la mediación. Es la
referencia al conflicto y al estilo reactivo de la mediación a la que hacíamos alusión al
comienzo de este apartado y que Petitclerc (2002, 56) entiende como mediación en
sentido estricto con la denominación de Modelo Alternativo de Reglamentación de
Conflictos (MARC)
84
de tipo animal, a intentos inmediatos de interferencia o dominio. El grado de interdependencia
operativa da la medida probable del conflicto experimentado (Jones 1997).
Pero, para nosotros la mayor insistencia la queremos hacer sobre esta dimensión de
normalidad que consideramos que tiene y debe seguir teniendo la mediación: una
práctica cotidiana en las relaciones humanas que se caracterizan por construirse y
reconstruirse en la negociación y el conflicto. Esta manera particular de entender la
mediación tiene a priori dos rasgos que la caracterizan y que, a la vez, la determinan.
Rasgos que ofrecen objetivos muy ideales y de difícil logro, pero que representan guías
a la hora de construir la practica y la formación en mediación intercultural. Estos dos
rasgos son:
140
Desde estas posiciones Petitclerc realiza una identificación entre mediación y la figura mítica del dios
griego Hermes cuyas atribuciones son la negociación, el cambio, la escritura, la palabra… y es visto
como el dios de la atención y la escucha.
85
trasmitir a todos y todas modelos de convivencia basados en relacionados
consensuadas y acordadas, relaciones que nosotros denominamos “mediadas”. En
definitiva, venimos a proponer la posibilidad de cuestionar el hecho de que en cualquier
mediación deba existir necesariamente un tercero.
En este punto se entenderá muy bien que la gran cuestión que surge al hablar de
mediación intercultural nos debe llevar un paso más atrás y aclarar lo que entendemos
por diversidad cultural y para ello es necesario que desarrollemos las nociones con las
que trabajaremos cuando hablemos de interculturalidad.
141
Pensemos por ejemplo en los jubilados europeos que se han instalado en las costas andaluzas. Para
el trato cotidiano con estas poblaciones no se ha hablado nunca de la necesidad de formar a un
profesional en mediación intercultural, más bien se ha producido una adaptación de la población
autóctona para satisfacer las necesidades de este colectivo, y ello es posible que haya seguido pautas
de mediación sin la existencia de un tercero.
86
Teniendo esto en cuenta podemos entender que la mediación intercultural en realidad
es necesaria en todos y cada uno de los momentos de la vida cotidiana de cualquier
persona en cualquier parte del mundo. Las relaciones entre generaciones, entre sexos,
entre clases sociales, todas ellas pueden ser caracterizadas como interculturales
puesto que las claves organizativas del mundo que utilizan las personas de cada uno
de estos grupos es única para el grupo y el individuo, y puede por tanto ser fuente de
conflicto y de falta de satisfacción en las relaciones sociales.
Partiendo desde este punto de vista, la mediación para inmigrantes no tendría mucho
sentido si nos quedamos en que sólo es necesaria en los casos en que entran en
contacto grupos culturales que se perciben como muy diferentes del otro. Nuestra tarea
como formadores en temáticas interculturales es hacer conscientes a todos y todas de
que la mediación intercultural es una herramienta de trabajo que permite entender y
manejar la diversidad cultural, diversidad que está presente en nuestra vida diaria de
mil y una maneras. Por ello, debemos desterrar esas maneras de entender la
diversidad como aquellas que terminan permitiendo la distinción, la distancia, la
diferencia, que no son si no antesalas y disfraces de la desigualdad.
Todo lo anterior nos lleva a apuntar algunos de los principios sobre los que debería
asentarse la idea de una relación intercultural. Para ello, es útil definir tal relación
intercultural como el proceso a través del cual se logra que los individuos beneficiados
de tales relaciones desarrollen competencias en múltiples sistemas de esquemas de
percepción, pensamiento y acción, es decir, en múltiples culturas. Para que esto sea
posible es importante que algunas ideas básicas queden claras desde un primer
momento:
• La relación intercultural abarca muchos más espacios que los que se le asignan
habitualmente, como son los escolares y formales, y debe hacerse notar en esos
otros espacios como muestra de una aceptación recíproca de influencia de todas las
culturas en situación de convivencia. Espacios como la salud, el trabajo y la
convivencia cotidiana deben pasar a ser objeto de atención de la relación
intercultural. La promoción de la interculturalidad no puede dejarse en manos
exclusivamente de la escuela como si de un conocimiento formal se tratase, que
puede ser enseñado y aprendido a través de los “bienintencionados” libros de texto
con la ayuda de sus intérpretes, los maestros142. Se abre así todo el terreno de la
sensibilización en la interculturalidad en la que, entre otros, los medios de
comunicación deben jugar un papel muy importante si son capaces de reinterpretar
sus funciones en lo que se refiere a la forma y a la manera en que habitualmente
presentan la diversidad: como una forma de diferencia y desigualdad.
• La equiparación entre cultura, lengua y/o grupo étnico correspondiente es a todas
luces un error que no resiste argumentación antropológica alguna y menos aún si
cabe cuando se trata de relación intercultural. Esto se traduce en una contribución a
la eliminación de la tendencia a estereotipar a los individuos de acuerdo con sus
identidades étnicas o la nacionalidad que indica su pasaporte o la lengua en la que
hablan sus padres en su casa o sus abuelos en los respectivos lugares de origen.
No se trata de defender la creencia, por otra parte infundada, de que todos esos
142
En su inevitable labor de intérprete de lo que se manifiesta en los libros de texto, el maestro se ve
confrontado a situaciones conflictivas que reclaman la negociación cuando los valores o los códigos de
comportamiento están en juego. El maestro debe luchar contra el etnocentrismo y la xenofobia llevando
al conjunto de sus alumnos hacia una necesaria descentración. Para lograrlo con mínimas garantías de
éxito, es necesario que él mismo haya realizado dicha descentración y haya mantenido una actitud de
alerta permanente.
87
factores (lengua, origen geográfico, identidad, etc.) no contribuyen a la construcción
cultural. La idea que defendemos es la de no reducir la cultura a uno sólo de esos
factores o a la simple suma de todos ellos. La cultura, como venimos insistiendo, es
una compleja reunión de esos factores y muchos otros más, pero en permanente
cambio y transformación que se explica mejor como un proceso que como un objeto.
Hay que abandonar la idea de que en las situaciones multiculturales resulta fácil y
útil delimitar las fronteras de cada una de las culturas que se sitúan en convivencia;
dónde empieza una cultura y dónde concluye otra no es ni un conocimiento
necesario, ni un conocimiento posible. Las culturas carecen, a diferencia de los
estados, de fronteras que indiquen quién es ciudadano y quién no. En términos
culturales las fronteras son construcciones más útiles a las identidades que al propio
concepto de cultura. Esto se traduce en una contribución para promover una
exploración más profunda de las similitudes y diferencias entre individuos de
diferentes grupos étnicos, cosa bien distinta al establecimiento de distancias
(construidas arbitrariamente) como consecuencia de la pertenencia a grupos
distintos.
• La invocación a la universalidad y la búsqueda de rasgos comunes -con el postulado
subyacente de que el descubrimiento de lo compartido favorece la comunicación y
hace confluir las representaciones en un sentido positivo- traduce el rechazo hacia la
complejidad e, inconscientemente, la negación del sentido y del valor de referentes
no compartidos. Dichos referentes pueden ser conflictivos entre grupos
culturalmente diferentes, pero también pueden serlo en el interior del propio grupo,
entre generaciones o entre sexos e, incluso, en el nivel intrapsíquico, en el individuo.
Es importante, pues, superar la reticencia a abordar los conflictos, con la ayuda de
elementos de comprensión de tipo antropológico y psicosocial, con todo tipo de
medios para la negociación y la búsqueda de compromisos que permitan a los
distintos actores salvar su dignidad y su integridad, y existir como grupo gracias a
prácticas democráticas (Muñoz 1999).
• La relación intercultural debe comprender la puesta en escena de competencias en
múltiples culturas. La cultura que un individuo desplegará en cada momento es algo
que vendrá determinado por una situación concreta. En este sentido es necesario
decir que un individuo puede ser capaz de desarrollar competencias en múltiples
culturas si se le permite que acceda a los referentes básicos de cada una de ellas.
Una aproximación crítica a la “propia” cultura, a partir de la observación de los
individuos que la componen y la construyen, y que presentan diferentes versiones
(diversidad intracultural), y una apertura a otras formas y estrategias culturales que
faciliten la competencia en múltiples culturas, permiten comprender que los
individuos son, como miembros de cualquier cultura, “individuos multiculturales”.
• La relación intercultural debe propiciar las condiciones para que los individuos sean
conscientes de la multiplicidad cultural que les rodea y a la que están accediendo. Si
definimos a las sociedades como multiculturales -independientemente de la
presencia de diversos grupos étnicos, de diversas lenguas o, por ejemplo, de
diversas religiones-, si partimos de la idea de que siempre tendremos diferentes
versiones culturales, debemos entender entonces que las sociedades deben
prepararse, existan o no inmigrantes extranjeros en ellas, para que los individuos
pueden desenvolverse en tales diversidades. Todo ello constituirá una muestra más
de la necesidad de no vincular estrecha y exclusivamente la interculturalidad a la
presencia de la inmigración extranjera.
• La relación en intercultural debe ser, a nuestro entender, aquélla que se desarrolla
en la sociedad como un proceso de producción y crítica cultural caracterizado por:
(a) contemplar la diversidad en los contenidos culturales; (b) asegurar la diversidad
en los métodos de transmisión de cultura; (c) fomentar los mayores niveles de
88
consciencia posibles acerca de la diversidad cultural; (d) preparar a los educadores
con los recursos cognitivos necesarios para conocer la diversidad y las diferencias
culturales existentes en sus entornos; percibir y analizar las desigualdades sociales
en las que a veces se traducen las diversidades anteriores, desigualdades en la
distribución del poder y los recursos en la sociedad; criticar dicha traducción y
construir propuestas de transformación; favorecer la comprensión de las dinámicas
de cambio en y entre los grupos; posicionarse crítica y activamente en la acción
social; (e) desechar la idea de que siempre es irremediable una exclusión mutua
entre, por un lado, la preservación de identidades y peculiaridades étnicas o
culturales de grupos minoritarios desfavorecidos y, por otro, la movilidad social
ascendente o el acceso a instancias de mayor poder socioeconómico por parte de
éstos; (f) elaborar los programas a partir de una combinación entre el análisis de las
comunidades concretas en las que se pondrán en marcha y el compromiso con una
concepción global, universal, del hecho cultural.
En este punto se comprenderá bien que la relación intercultural no forma parte sólo de
un espacio profesional concreto (reservado como trabajo para la actuación de unos
pocos -los bienintencionados tolerantes- sobre el resto de la población) y que ella debe
“empapar” todos los espacios de la vida cotidiana de todas las gentes en diversidad
(cultural, insistimos, y no necesariamente nacional). Esta versión de la relación
intercultural y la anterior posición defendida de la mediación, se conjuraran
construyendo una forma de mediación intercultural que se aproxima más a un espacio
y ámbito en el que todos los miembros de una sociedad deban de “especializarse” y
menos a la creación y sometimiento exclusivo de una figura profesional “nueva” de la
que hacer depender nuestro entendimiento, acuerdo y consenso en la forma cotidiana
de relacionarnos en diversidad: el conflicto.
BIBLIOGRAFÍA
89
PETITCLERC, J.M., 2002. Practiquer la médiation sociale. Un nouveau métier de la
ville au service du lien social. París: Dunod.
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DUFFY, GROSCH y OLCZAK (eds.), La mediación y sus contextos de aplicación.
Una introducción para profesionales e investigadores. Buenos Aires: Paidós.
90
MEDIACIÓN. UNA REVISIÓN ACTUAL Y UN DESARROLLO TEÓRICO143
James A. WALL
John B. STARK
Retta L. STANDIFER
University of Missouri (Columbia)
“La mujeres de la gente del norte (vikingos) no luchan entre ellas, y a menudo las he
visto interceder en una lucha creciente de dos hombres, para mermar la ira que
aumenta “ (Fadlan, citado en Crichton 1976, 111). Como revela esta entrada del diario
de Ahmad Ibn Fadlan del año 922, la mediación tiene amplias raíces históricas, y
revisiones recientes indican que ha sido usada extensivamente durante décadas para
resolver conflictos (Wall 1981; Wall y Lynn 1993). Durante la pasada década, los
informes sobre la práctica y el estudio de la mediación se han incrementado
linealmente, si no exponencialmente, y tal expansión ofrece la motivación para revisar y
analizar la literatura sobre mediación durante este período. En las páginas siguientes,
procedemos a tal revisión, con un énfasis en la literatura de los últimos cinco años.
1. EL PARADIGMA DE LA MEDIACIÓN
Una vez aplicadas, estas aproximaciones ofrecen resultados para los disputantes (por
ejemplo, satisfacción, una percepción de tratamiento justo), el mediador, y las terceras
143
Publicado en inglés en Journal of Conflict Resolution, 45, 3, Junio 2001. Traducción de Cristina
Barragán Ruiz-Matas
91
partes (otras aparte del mediador). Como indica la figura, la naturaleza y la extensión
de esta influencia está mitigada por factores como la intensidad de la disputa, el poder
relativo de los disputantes, y el tipo de tema.
Los elementos conectados a lo largo del eje horizontal de la Figura 1 (por ejemplo, la
mediación per se, las aproximaciones y los resultados) son típicamente listados o
descritos en la literatura. Por el contrario, los segmentos dentro de las líneas verticales
-los determinantes de la mediación, las aproximaciones y los resultados- tienen algunos
apuntalamientos teóricos. Empezamos con un examen de los determinantes de la
mediación.
Para que ocurra la mediación, deben encontrarse dos procesos. Primero, las partes
interactúantes/diputantes deben requerir o permitir que una tercera parte medie;
segundo, la tercera parte debe estar de acuerdo en mediar.
La literatura indica que dos factores -las normas y los beneficios esperados- modelan
estos dos procesos interdependientes. Consideremos primero las normas, que están
frecuentemente incrustadas en la cultura. Éstas sirven como una fuerza poderosa,
motivando a los disputantes en China (Chan 1998), Corea (Cho y Park 1996), Japón
(Callister y Wall 1997), Malasia (Mansor 1998; Wall y Callister 1999), Tailandia
(Roongrengsuke y Chansuthus 1998), y Turquía (Kozan y Ergin 1998) a buscar
asistencia de terceras partes. Una explicación de esta acción -apoyada por la teoría de
la eficacia cultural (Ohbuchi 1998)- es que los disputantes en estos países han
observado repetidamente los desacuerdos siendo manejados por terceras partes, y
saben que su sociedad autoriza esta aproximación.
Interacciones de Aproximaciones
los disputantes Mediación Resultados del
mediador
Resultados de
terceras partes
92
Por el contrario, disputantes en los Estados Unidos normalmente no buscan asistencia
de terceras partes. El trabajo de Paquin (1992) ilustra este punto en el hecho de que él
encontró que únicamente el 10% de los vecinos disputantes (U.S.) se volvían hacia
terceras partes para asistencia, y ninguno usaba la mediación. De la misma forma,
Keasing et al. (1994) encontraron que sus disputantes muy raramente usaban la
mediación. La explicación de los autores es que los ciudadanos de los Estados Unidos
no están familiarizados con la mediación y por tanto o piensan en usarla cuando
aparecen los conflictos.
Aunque las culturas nacionales promueven o producen normas que impulsan a las
partes a usar la mediación, otras normas son generadas por las comunidades
específicas a las que pertenecen los disputantes (Raymond 1994) y por sus leyes. Por
ejemplo, muchos estados de los Estados Unidos han aprobado estatutos que permiten
a los tribunales ordenar a los disputantes que participen en mediación obligatoria
(Winston 1996). Cuando los tribunales hacen eso, los disputantes debe y de hecho
atienden reuniones (Thoennes, Salem y Pearson 1995). Por otro lado, cuando la
comunidad legal no está familiarizada con la mediación y no la requiere, los disputantes
están menos dispuestos a confiar en el proceso (Gaschen 1995).
No sólo las normas y las leyes específicas impulsan a los disputantes a buscar o
permitir la asistencia de terceras partes, sino que los disputantes también buscan esta
asistencia porque esperan que traerá diversos beneficios. Por ejemplo, los disputantes
pueden darse cuenta de que el mediador posee alguna experiencia en el problema,
puede tener un método para superar los obstáculos (Silver 1996), podría ser útil
construyendo una relación positiva entre las partes (Scherer 1997), podría permitir que
las partes mantengan el control de su propio conflicto (Stamato 1992), o mantener la
resolución confidencial (Thrush 1994).
Para evaluar los beneficios de la asistencia de una tercera parte, los disputantes a
menudo comparan los resultados de la interacción mediada con aquellos de otra
alternativa. Tal alternativa puede ser simplemente una disputa continuada, que las
negociaciones no han podido resolver (Savoury, Beals y Parks 1995). Por otro lado, la
alternativa a la asistencia de una tercera parte puede ser la adjudicación, que puede
ser frustrante (Ferstenberg 1992), lenta, costosa y pública (Stamato 1992).
En los Estados Unidos, la ley puede dictar que los jueces en los casos civiles medien
entre el demandante y el defendido en una vista preliminar (Guthrie y Levin 1998).
Muchos jueces prefieren no hacerlo porque se ven a sí mismos como adjudicadores;
sin embargo, si las leyes relevantes del estado y las federales dictan conferencias de
asentamiento, los jueces están obligados a proveer servicios de mediación.
Cambiando de las normas y leyes a los beneficios esperados, podemos darnos cuenta
de que la literatura informa que algunas terceras partes median porque se benefician a
sí mismas (Vanayan et al. 1997), o a sus constituyentes (Levitt 1997).
93
En resumen, la motivación de las terceras partes para mediar, como la tendencia de las
partes interactúantes / disputantes a buscar asistencia, está determinada por normas o
leyes y los esperados beneficios de la mediación. Este resumen y los estudios que lo
apoyan plantean la cuestión de si podemos desarrollar teorías sucintas concernientes a
los determinantes adicionales de la mediación. Éstas incrementarían nuestro
conocimiento base y guiarían nuestra investigación futura sobre mediación.
Nuestra deducción es que los dos primeros factores -normas y leyes- no ofrecen un
suelo fértil para la construcción teórica. Las causas de las normas y leyes que
promueven la mediación son tan complejas y multifacéticos que la construcción de
teorías y las predicciones derivadas de ellas son a menudo erróneas. Por ejemplo,
parece razonable hipotetizar que las normas coreanas para que los disputantes
busquen la mediación en sus desacuerdos y que terceras partes medien estas disputas
son el producto de la religión confuciana orientada a la armonía. Sin embargo, una
explicación igualmente válida sería que la interdependencia de la sociedad agraria
coreana engendró estas normas o que una falta de acceso histórico a los tribunales fue
la responsable de ellas.
Mientras que las normas y las leyes de alguna manera ofrecen pocos sustento para el
desarrollo teórico adicional, el constructo de los “beneficios esperados” parecer tener
algún potencial. Consideremos primero las partes interactúantes. Usando la teoría de
las expectativas (Thibaut y Kelley 1959; Vroom 1964), proponemos que los disputantes
buscarán la mediación de una tercera parte de tal forma que cada uno espera que sus
resultados netos -más que los resultados conjuntos- de la mediación serán mayores
que aquellos resultantes de la interacción actual o de una aproximación alternativa.
Afinando esta hipótesis general, podemos derivar algunas proposiciones más
específicas.
94
Enfatizando que las partes interactúantes tienen otras alternativas aparte de la
mediación (por ejemplo, el arbitraje, la terminación de la relación, el conflicto abierto,
los tribunales), nosotros también ponemos de manifiesto que cualquier factor que
incremente el resultado esperado o disminuya el coste esperado para la alternativa (por
ejemplo un procedimiento de “alquilar a un juez” permite que un juez retirado
expeditivamente oiga y regule un caso) reducirá la probabilidad de que se busque la
mediación.
A estas predicciones basadas en las expectativas podemos añadir una que se desvía
de alguna forma de la racionalidad. Está basada en la premisa de que las partes
interactúantes ven sus resultados conjuntos como una suma fija (Jonson y Jonson
1996a; Rubin y Brown 1975). De esta forma, un disputante concluirá que cualquier
actividad que incremente los resultados de su contraparte disminuirá los suyos. Por
tanto, cualquier factor que aumente los resultados netos esperados de la mediación
para el oponente reducirá la motivación del disputante para buscar asistencia
mediadora. Esto no es simplemente un efecto “perro en el pesebre” que el disputante
usa para negar a la otra parte los beneficios de la mediación. Sino que es la percepción
errónea de que un incremento de los resultados del otro se realizará a costa de los
beneficios propios.
3. MEDIACIÓN PER SE
La última condición provee campo para el desacuerdo entre los investigadores porque
algunos mediadores poseen suficiente poder para imponer resultados. Por tanto,
algunos estudiosos han manejado creativamente el tema inventando nuevas etiquetas
tales como “intravenors” (Conlon, Carnevale y Murnighan 1994). Otros autores, quizá la
mayoría, parecen contentarse con reconocer que algunos mediadores tienen poder y lo
usan. Argumentan que tal poder no transmuta el proceso de la mediación en otro
proceso.
95
estarán basados en los méritos del caso de cada parte (por ejemplo, Kruk 1998; Silver
1996). El otro lado de este debate argumenta que un mediador debería ser parcial
hacia la parte más débil para protegerla (Honeyman 1991).
4. APROXIMACIONES
Una vez que la mediación está en camino, ¿qué técnica debería emplear la tercera
parte? La literatura de la década pasada es principalmente descriptiva, y la
presentamos como tal. Las diversas técnicas del mediador (ver Tabla 1) se wielded
frente a los disputantes, la relación de los disputantes y la relación de los disputantes
con otros.
Relación disputante-disputante
Suavizar y calmar Desarrollar confianza
Agenda Se reúne con los disputantes
Ponerse de un lado Vender el caso de una parte a la otra
Integración Agrupar los temas
Resolución de problemas Mirar los hechos del caso
Representación Pedir a una parte que describa la posición de la otra
Relación disputante-3ª parte
Uso de terceras partes Obtener asistencia de terceras partes
Hacer la disputa pública Compartir el conflicto con otros
96
Cuando se centran en la relación disputante-disputante, los mediadores pueden dar
pasos para suavizar la relación convenciendo a los disputante a aceptar la mediación
(Abu-Nimer 1996), desarrollando la confianza entre ellos (Landau y Landau 1997) y
apelando a la consideración y las disculpas (Umbreit 1993).
En coordinación con las técnicas expuestas, los mediadores pueden ponerse del lado
de uno de los disputantes (Laskewitz, Van der Vlierte y De Dreu 1994), o buscar
desarrollar una solución integrativa proponiendo puntos específicos de acuerdo (Conlon
y Fasolo 1990). Los mediadores también pueden ayudar a las partes a percibir
conjuntamente nuevas metas colaborativas (Kaufman y Duncan 1992).
En algunas ocasiones, el mediador usará otra tercera parte, poniendo presión a la hora
de escuchar (Bonta 1996), obteniendo sus recursos, o pidiendo que aconsejen a los
disputantes. En otras ocasiones, el mediador simplemente hará pública la disputa
(Pinkley et al. 1995).
Un giro interesante en el tema del “poder del mediador” es que los mediadores
orientales, debido a su poder, estatus, y recursos, con capaces de manipular a una o
las dos partes mediante la compensación. Los mediadores egipcios (Murray 1997) lo
97
hacen desde sus propios recursos, mientras que los mediadores chinos, malasios e
hindúes lo hacen desde los recursos de la comunidad (Wall y Callister 1999).
Entre otros factores medioambientales, notamos que la presión del tiempo motiva al
mediador a usar tácticas de presión (Ross y Wieland 1996), tal y como hace la
interdependencia entre el mediador y la disputa. Si esta relación es tal que una
mediación fallida resulta en pérdidas para el mediador, el mediador trabaja muy duro
para tener éxito (Milburn e Isaac 1995), probablemente empleando técnicas que
presionan a los disputantes. De igual forma, si spillover del conflicto daña los intereses
de los aliados (Watkins y Winters 1997), el mediador presiona para que se solucione.
La formación del mediador (Harris 1994) y la aceptación de las reglas que gobiernan su
práctica (Burr 1997) también determinan las técnicas que usan. Por ejemplo, los
mediadores / abogados de familia en los Estados Unidos típicamente se identifican con
los estándares de la práctica de la American Bar Association 1984. igualmente, los
principios básicos de SPIDR (Sociedad para los Profesionales en la Resolución de
Disputas) influencia las técnicas que sus mediadores emplean. Además de la formación
y las reglas, la ideología del mediador (Kolb y Rubin 1991; Karambayya, Brett y Lytle
1992) sirve como una fuerte influencia en la selección de tácticas y estrategias.
Un examen de los efectos de los disputantes en sí mismos indica que la relación del
mediador y la naturaleza de su interacción anterior dictan las aproximaciones que
emplean. Por ejemplo, si los disputantes no están acostumbrados a resolver disputas
conjuntamente, el mediador a menudo se reúne en comité con ellos (Welton et al.
1992). Encontramos que los mediadores también se reúnen con los disputantes cuando
son hostiles entre ellos o tienen una historia previa de escalamiento del conflicto
(Welton et al. 1992). Igualmente, los mediadores usan más técnicas reflexivas (por
ejemplo el humor o dejando que cada disputante sepa que su postura está entendida)
cuando la confianza entre las partes es baja (Ross y Wieland 1996).
Como hemos mencionado previamente, los informes de la pasada década sobre los
determinantes de las aproximaciones del mediador son de alguna forma escasos,
ofreciendo una limitada base teórica. Para compensar esta limitación, proponemos
varios factores que esperamos determinen la aproximación de los mediadores.
Nuestro punto de partida es la Tabla 1, que lista las técnicas de mediación delineadas
en la literatura. Habiendo delineado estas técnicas de mediación, nuestro objetivo es
descubrir qué factores determinan la aproximación que se usa. Planteamos los efectos
de cuatro de estos factores: (1) la viabilidad de la técnica, (2) el “análisis coste-
beneficio” que el mediador hace de la técnica, (3) la estrategia de decisión del
mediador, y (4) los objetivos del mediador.
98
para ellos. Por ejemplo, este autor notó que un mediador usa técnicas integrativas (por
ejemplo, proponer soluciones que agraden a ambos disputantes) solo cuando los
disputantes tienen un fondo común porque tales técnicas no son viables cuando los
factores medioambientales crean una relación ganador-perdedor.
Cuando consideramos las técnicas disponibles para los mediadores (Tabla 1), se
vuelve evidente que algunas técnicas pueden no ser viables simplemente porque el
mediador no las conoce o se le dice que no las use. Por ejemplo, un pacificador en
Bosnia no usará las técnicas de compensación cuando medie disputas civiles porque
sus órdenes prohíben su uso.
Una deducción teórica de esta observación directa es que los factores que shield a un
mediador de varias técnicas reducirán, por el contrario, el conjunto de viabilidad. Uno
de tales factores puede ser la inexperiencia del mediador; otro sería servir a un mentor
que usa una cafetería de técnicas limitada o la propia fijación del mediador en técnicas
que han funcionado en el pasado.
Aunque algunos factores reducen o limitan el conjunto de viabilidad del mediador, otros
pueden incrementarlo. Tomemos el estatus del mediador. Según aumenta el estatus de
un mediador, su conjunto de viabilidad también crece de forma extensiva. Un mediador
con alto estatus será escuchado, mas que ignorado, por los disputantes; por tanto, las
técnicas reflexivas, distributivas, de educación, suavizantes, y de representación son
probablemente viables. Presionar, el empowerment, el establecimiento de la agenda, y
hacer la disputa pública son también viables. Más allá, el estatus da al mediador control
sobre recursos de tal forma que las técnicas de compensación, recogida de información
y uso de terceras partes pueden ser empleadas.
La explicación de esta predicción tiene dos caras. Primero, el alto costo de usar una
técnica es inmediato y cierto para el mediador, mientras que los beneficios están
retrasados y son menos ciertos. Segundo, una técnica de alto costo puede ser
percibida como “cara” y por tanto ser rechazada (Bettman, Jonson y Payne 1990).
99
Los mediadores no prefieren de forma automática una técnica heurística o
compensatoria. Por el contrario, la aproximación está basada en una evaluación
esfuerzo-precisión de la disputa específica (Bettman et al. 1993). Aquí, la evaluación
del mediador y la elección estratégica de aproximación resultante está determinada por
la volatilidad de la disputa.
Los objetivos del mediador. Hasta ahora, hemos expuesto que la viabilidad, el coste
percibido y la estrategia de decisión del mediador determinan las técnicas que él o ella
usan. Además, el mediador está guiado por sus objetivos. Está bien documentado que
tales objetivos afectan fuertemente el comportamiento de un individuo. En la literatura
sobre motivación, por ejemplo, los autores (Locke 1991) mostraron que las elecciones
comportamentales de los individuos están influenciadas por sus metas. De igual forma,
en la literatura de resolución de conflicto, Conlon, Carnevale y Murnighan (1994)
informaron que las preferencias de las terceras partes afectan sus elecciones
comportamentales.
En la mediación, numerosas metas pueden afectar la elección de las técnicas por parte
del mediador; una de tales metas que aparece frecuentemente en la literatura es la
neutralidad. A menudo, los mediadores tienen como meta ser neutrales y parecer
neutrales en la mediación, y son aconsejados por las reglas sociales sobre cómo
deberían conseguir esta meta (por ejemplo, Rifkin, Millen y Cobb 1991).
Esta meta dual -ser y parecer neutral- no afecta, según predecimos, qué técnicas
selecciona y aplica el mediador; sino que, motiva al mediador a ser igualitario en sus
interacciones. Consecuentemente, cualquier técnica que el mediador aplique a una
parte será aplicada a la otra.
Aunque la meta de neutralidad dicta aplicación igual para la mayoría de las técnicas,
debería restringir el uso de algunas. Usar el ponerse del lado de una de las partes es
100
parecer y probablemente estar sesgado. Las técnicas de presión y distributivas son
también renunciadas bajo juramento porque con su aplicación aparece un sesgo.
6. RESULTADOS DE LA MEDIACIÓN
101
et al. (1996) encontraron un acuerdo del 85%. Desde el área de la mediación legal,
Thoennes (1994) informó de un acuerdo entre el 60% y el 80% en la mediación de
protección de menores. En casos civiles, Henderson (1996) encontró acuerdo en el
63% de los casos, y Brett, Barsness y Goldberg (1996) informaron de una ratio del
78%. En la mediación de ancianos con ancianos, Cox y Parsons (1992) encontraron
una ratio de acuerdo del 82%.
El resultado específico primario para los disputantes parece ser la satisfacción (por
ejemplo, Bush 1996). La literatura indica de forma potente que los disputantes obtienen
satisfacción directamente desde la mediación en sí misma (Depner, Cannata y Ricci
1994) por dos razones: primero, el proceso de mediación tiene el valor de que es más
barato (Coltri y Hunt 1998), swifter (Severson y Bankston 1995) y mas duradero
(Elleman 1997) que otras formas de resolución del conflicto. Segundo, los disputantes
perciben justicia procedimental en el proceso (Bush 1996).
Además de estos beneficios del proceso de mediación, los disputantes encuentran que
loa acuerdos que la mediación produce los liberan de enredos emocionales y costosos
en tiempo. Quizá igual de importante, la mediación da como resultado acuerdos que se
ajustan a las necesidades de los disputantes y a sus intereses. Como resultado de ser
el producto de toma de decisiones conjunta y superior y dado que mejora las relaciones
entre los disputantes, los acuerdos mediados se implementan de forma más completa
(Gaschen 1995; Thoennes 1997).
Pero los beneficios también vienen directamente del proceso de la mediación incluso si
la disputa no se resuelve. Day-Vines et al. (1996), por ejemplo, indicó que algunos
beneficios se extienden más allá de la arena de la mediación. Específicamente,
Shulman encontró que la mediación mejora la autoestima, las notas y la asistencia de
los mediadores estudiantiles; además promueve relaciones mejoradas con sus colegas.
102
En el sistema judicial, detectamos un resultado similar en la mediación por la custodia.
Terceras partes -en este caso niños- se beneficina. Kitzmann y Emery (1994)
contienden que la mediación protege a los niños de la hostilidad del conflicto. Emery,
Matthews y Kitzmann (1994) mostraron que la medición pone en la atención pública los
resultados destructivos que el conflicto marital inflinge en los niños.
Los estudios mencionados más arriba han examinado los efectos de la mediación
globalmente en los resultados de los disputantes, el mediador y las terceras partes.
Aunque estos estudios son bastante numerosos y sus resultados muy informativos, no
indican que técnicas específicas dentro de la mediación producen estos efectos.
Los estudios que ofrecen esta información son muy escasos. Específicamente, menos
de 20 han analizado este tema en la década pasada. Dentro de estos estudios,
aparecen dos tendencias generales: primero, hay algún acuerdo sobre el hecho de que
un nivel de alta actividad por parte del mediador produce los resultados esperados
(Henderson 1996; Kelly 1996). El segundo grupo de investigación indica qué tipo de
“alta actividad” es más productiva para los mediadores. En general, el resultado es que
los mediadores son más efectivos cuando intentan mejorar las relaciones entre los
disputantes, en vez de empujar al acuerdo o centrarse en los hechos (Donohue, Drake
y Roberto 1994; Kressel et al. 1994; Pruitt 1995).
En décadas previas, los autores se han centrado principalmente en los factores que
intervienen en los efectos de la mediación sobre los resultados agregados, esto es, la
finalización de la disputa (ignorando de alguna manera los efectos en los resultados
que afectan a las diversas partes). Aquí se dieron cuenta de que el nivel de conflicto, la
disponibilidad de los recursos, el tipo de tema, y el compromiso de los disputantes a la
mediación eran grandes factores mitigantes. Hasta cierto punto, la literatura reciente
refunde los resultados previos.
103
compromiso de la comunidad (terceras partes) en la mediación incremente su
efectividad (Joseph 1996).
El segundo nuevo factor -efectos del poder- indica que las técnicas del mediador llevan
a acuerdos cuando el poder de los disputantes estás equilibrado (Nickles y Hedgespeth
1991) y cuando ambas partes tienen el apoyo de sus constituyentes (Bercovitch 1996).
El estadio en que se encuentra la disputa también se contempla como un factor crítico
(Kriesberg 1991) a la hora de determinar la efectividad de la mediación. La mediación
tiende a ser menos efectiva en los primeros estadios de la disputa cuando las partes no
han experienciado altos costos por el conflicto, y es probable que se muestre fútil si se
aplica tan tarde que el conflicto ha escalado.
Un factor final que interviene es la visibilidad de la mediación (Assefa 1992). Una alta
visibilidad parece ser perjudicial para el acuerdo porque los disputantes no tiene un
“espacio seguro” donde discutir abiertamente los temas con el mediador, admitir sus
errores, o seguir sugerencias y cooperar con el mediador. Por el contrario, las partes
intentan aparentar ser duros e impresionar a sus constituyentes.
Shemberg (1997), por ejemplo, mostró que la presión externa afecta gravemente los
resultados de los disputantes. Cuando una parte es forzada a participar en la
mediación, su poder es reducido, y también se reducen los beneficios. Aunque la
participación forzada no reducirá el ratio de acuerdo (Brett, Barsness y Goldberg 1996),
reducirá la satisfacción del disputante forzado, especialmente si el disputante forzado
ya es más débil que el otro disputante (Grillo 1991).
104
la literatura. En esencia, la literatura indica que ocho factores influencian si la
mediación terminará en acuerdo: el nivel de conflicto, el tipo de tema, el estadio del
conflicto, el poder relativo de los disputantes, los recursos del mediador, el compromiso
de los disputantes hacia la mediación, el rango del mediador, y la visibilidad de la
mediación.
Usando el análisis fuerza-campo de Lewin (1951), nos damos cuenta de que los cuatro
primeros factores -el nivel de conflicto, el tipo de tema, el estadio del conflicto y el poder
relativo de los disputantes- incrementan el conflicto. Este conflicto puede ser
considerado una fuerza que restringe la efectividad de la mediación.
Por contraste, los segundos cuatro factores - los recursos del mediador, el compromiso
de los disputantes hacia la mediación, el rango del mediador, y la visibilidad de la
mediación -incrementan el poder el proceso de mediación (Deutsch 1973), lo que
supone una fuerza motora que mejora la efectividad. Usando el modelo fuerza-campo,
parece razonable predecir que el relativo poder de las dos fuerzas -conflicto frente a
mediación- determinará hasta qué punto la aproximación de la mediación proporciona
acuerdo. Cuanto mayor es la fuerza del conflicto, la aproximación de la mediación será
menos efectiva. Y cuanto mayor el poder del proceso de mediación, más efectiva la
aproximación.
Esta yuxtaposición apoya una amplia hipótesis de que cualquier factor que mejore el
conflicto restringirá la efectividad de la mediación. Más específicamente, hipotetizamos
que el enfado de los disputantes, el compromiso a su posición, la desconfianza en el
otro, el comportamiento distributivo, las diferencias de estatus, y los fallos anteriores en
la resolución de disputas mejoran el conflicto (Wall y Callister 1995), y restringen la
efectividad de la aproximación de la mediación.
La segunda amplia hipótesis es que cualquier factor que incrementa el poder del
proceso de mediación magnifica la efectividad de la aproximación de la mediación
actualmente empleada. Entre estos factores, creemos, están la formalización de la
mediación, el número de mediadores manejando la disputa, la cantidad de tiempo que
la mediación ha sido empleada, el tamaño y el poder del electorado del mediador, la
extensión de la red del mediador, la afabilidad del mediador, el apoyo espiritual
percibido del mediador, y la ausencia de otros mecanismos de resolución de disputas.
DISCUSIÓN
En este artículo, nuestra meta principal era presentar una revisión consumada de la
literatura sobre mediación de la década pasada y organizarla de una forma
comprensible. Esta literatura, hemos encontrado, podría ser delineada a lo largo de dos
facetas (Figura 1). La primera es una literatura descriptiva, que indica la naturaleza de
la mediación en sí misma, las aproximaciones o técnicas que el mediador usa, y los
resultados de estas aproximaciones. La segunda faceta de la literatura revela un sesgo
más teórico. Aquí encontramos factores que determinan si la mediación tiene lugar, los
determinantes de las aproximaciones que el mediador usa, y los determinantes de los
resultados para los disputantes, mediador y terceras partes.
105
mediación en sí misma, confiamos principalmente en la teoría de las expectativas.
Aquí, mostramos que los disputantes buscan asistencia mediada de terceras partes
cuando los beneficios de la mediación se espera que sean más altos que aquellos de la
interacción actual no asistida, y cuando se espera que la mediación ofrezca beneficios
más altos que otras alternativas tales como el arbitraje, el conflicto abierto o la
terminación de la relación. Las terceras partes también están influenciadas por estos
factores, de tal forma que tienden a dar asistencia cuando su mediación ofrece más
beneficios que no mediar.
Finalmente, usamos la teoría fuerza -campo como la base para las proposiciones sobre
los determinantes de los resultados de las diversas partes. De esta forma, proponemos
que los factores que mejoran la fuerza del conflicto reducen la efectividad de las
aproximaciones de la mediación, y aquellos que incrementen el poder del proceso de
mediación mejoran la efectividad de las aproximaciones.
Esta progresión en múltiples territorios, junto con la literatura que la cubre, presenta la
cuestión sobre el avance del campo de la mediación durante los pasados diez años. La
cuestión primera es si las prácticas, el conocimiento y las investigaciones preexistentes
han sido aplicadas a las mediaciones en nuevos territorios o si las recientes
aplicaciones han venido acompañadas por y han contribuido al avance en el campo.
Nuestra conclusión es que ha habido avance y retroceso.
Estamos complacidos al ver una emergencia de la literatura en la cual los autores están
prescribiendo metas para la mediación así como técnicas y resultados para las terceras
partes. También, estamos impresionados por la recomendación de que la mediación se
use en combinación con otros procesos de terceras partes como la psicoterapia,
consulta e interpretación. Esta aproximación dual debería permitir a los mediadores
asistir mejor a los disputantes tratando con sus emociones y manejando las
interacciones psicosociales con cada uno. Una desventaja de esta aproximación es que
implica que los mediadores que están equipados con poderosas habilidades de
procesos sociales pueden mediar cualquier disputa. Realisticamente, no pueden
porque las disputas encontradas son a menudo muy técnicas (por ejemplo pueden
estar relacionadas con sofisticadas áreas de la genética, diseño informático y software,
etc) y por tanto requerir habilidades de resolución de problemas además de habilidades
sociales. Siendo este el caso, sugerimos que los mediadores -cuando sea necesario-
106
se emparejen con compañeros de experiencia técnica de tal forma que el mediador se
pueda centrar en el aspecto social de la interacción y el compañero contribuir a la guía
técnica.
Mas descorazonador que esta redundancia fue el foco continuado en los resultados de
los procesos de mediación globales agregados más que en los resultados de técnicas
específicas. Una lectura completa de la literatura indica que cientos de artículos han
sido publicados informando los resultados de los procesos de mediación globales; sin
embargo, durante el mismo periodo, menos de dos docenas de artículos han informado
de los efectos de técnicas por separado. Consecuentemente, nos quedamos con
algunas preguntas serias sobre la mediación. La primera es ¿importa lo que los
mediadores haban mientras sean altamente activos e intenten suavizar la relación de
las partes? Una cuestión relacionada es la siguiente ¿Qué técnicas deberían usar los
mediadores? ¿Y cómo puede la mediación mejorarse si no estamos seguros de qué
técnicas funcionan y cuáles son inefectivas? Esperamos que algunas de estas
cuestiones se estudien en la década que viene.
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113
114
MODELOS DE MEDIACIÓN Y SU APLICACIÓN EN MEDIACIÓN
INTERCULTURAL144145
INTRODUCCIÓN
Estamos siguiendo la clasificación ofrecida por Suares (1996) sobre los principales
modelos de mediación, aunque sólo seguimos el análisis de esta autora como una
orientación general. Estando de acuerdo en general con Suares en la interesante
síntesis y contraposición que de esos tres planteamientos hace (páginas 58-63),
considero que aparte de su limitación por ser un breve resumen, la autora hace una
lectura un tanto unilateral del conjunto de instrumentos disponibles desde el modelo
144
Publicado en la Revista Migraciones nº 10 (2001) Universidad Pontificia de Comillas.
145
Agradezco a María Jesús Pérez Crespo sus valiosos comentarios en la preparación de este articulo.
146
En un articulo anterior definíamos la mediación intercultural “o mediación social en contextos
pluriétnicos o multiculturales, como una modalidad de intervención de terceras partes, en y sobre
situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución del reconocimiento
del Otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y comprensión mutua, el aprendizaje y
desarrollo de la convivencia, la regulación de los conflictos y la adecuación institucional, entre actores
sociales o institucionales etnoculturalmente diferenciados” (1997, 142).
115
que ella más valora y aplica, esto es el circular narrativo elaborado por Sara Coob. En
nuestra indagación hemos ido directamente a los textos de cada uno de los
paradigmas, teniendo en cuenta tanto a los propios autores más representativos de
cada modelo como los comentarios y desarrollos propuestos por otros estudiosos.
Antes de considerar cada modelo puede ser útil o clarificador exponer nuestra línea
general de razonamiento. Con otros autores y profesionales de la mediación,
consideramos que todos los modelos aportan elementos valiosos y que sea cual sea el
que sigamos, es conveniente incorporar a nuestra perspectiva y práctica aquellos
aspectos que nos sirven de cada uno de ellos. Como ocurre con otros campos y
teorías, también aquí existe el riesgo de seguir únicamente un enfoque desestimando
totalmente los demás. En este sentido en el apartado final, tras analizar cada sistema y
reflexionar sobre su aplicación a la mediación intercultural, ofrecemos unas primeras
bases para una propuesta integrativa de síntesis. Estas conclusiones constituyen las
bases de una Metodología Integrada para la Mediación Intercultural que será publicada
próximamente.
116
1. EL MODELO DE HARVARD Y LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL
A diferencia de los otros dos métodos que expondremos, el llamado modelo de Harvard
no es directamente un sistema de mediación, sino una escuela de negociación y
resolución de conflictos. Estamos, en todo caso, ante un método de mediación para la
negociación asistida147. Ahora bien, las ideas y experiencias del grupo de Harvard en
relación con las disputas y con la negociación han influido muy notablemente en las
prácticas los profesionales de la mediación, en buena parte de ellos como método
predominante y en otros como un bagaje a tener en cuenta (puede verse a este
respecto las obras de Cornelius y Faire, 1995; Diez y Tapia, 1999; Folger y Jones,
1997; Folberg y Taylor, 1997; González-Capitel, 1999; Gottheil y Schiffrin, 1996;
Grover, Grosch y Olczak,1996; Kolb y otros, 1996; Moore, 1995; Muldoon, 1998; Ripoll-
Millet, 1995; Singer, 1996, Torrego, coord., 2000)
Se parte de que los negociadores son, ante todo, personas. También de que cada
negociador tiene dos clases de intereses: en la esencia y en la relación, distinguiendo
los autores los “intereses de esencia” y los “intereses de relación”. En este método es
147
Esto es algo que a veces no se tiene en cuenta cuando se compara la metodología del grupo de
Harvard con las ideas de Bush y Folger y las de Coob.
117
crucial el hecho de que “la relación tiende a entremezclarse con el problema”. En este
sentido, una observación decisiva en la perspectiva de Fisher y Ury es que la
negociación posicional pone en conflicto la relación y la esencia. A partir de esos
puntos de partida o considerandos, la recomendación de esos negociadores es la de
“separar la relación de la esencia”; como ellos plantean “trate directamente con el
problema de las personas”.
En el desarrollo de este primer aspecto y fase, se abordan tres elementos claves en las
relaciones entre personas: las percepciones, las emociones y la comunicación. Tras
dejar sentado que en una disputa y negociación hay distintas percepciones en cada
parte, Fisher y Ury recomiendan a los negociadores ( y aquí se deducen numerosas
tareas para el mediador): ponerse en el lugar del otro, no deducir las intenciones de los
demás a partir de los propios miedos, no culpabilizarles de su problema; discutir las
percepciones de cada cual, buscar oportunidades de actuar que estén en desacuerdo
con las percepciones, otorgar un lugar en el resultado (asegurando que se participa en
el proceso) y “cubrir las apariencias”, haciendo que las propuestas estén de acuerdo
con los valores de la otra parte.
Respecto a las emociones, lo primero que hay que hacer por parte de los negociadores
(o las partes en el conflicto) es reconocer esas emociones presentes y comprenderlas,
tanto las de los demás como las propias. Tras ello, otras sugerencias del método para
quienes están negociando ( y que nuevamente marcan múltiples líneas de acción al
mediador que facilita la negociación) son: manifestar las emociones de forma explícita,
reconociéndolas como legítimas, permitir que la otra parte se desahogue, no reaccionar
ante las explosiones emocionales y utilizar gestos simbólicos.
Como respuesta a ese interrogante, los autores ofrecen las siguientes vías a las partes:
preguntar oportuna y sistemáticamente “por qué?”, así como “¿por qué no?”; darse
cuenta de que cada lado tiene no uno sino múltiples intereses; partir de que los
118
intereses más poderosos son las necesidades humanas básicas (seguridad, bienestar
económico, etc.); finalmente, hacer una lista con los distintos intereses en juego.
Una vez identificadas las opciones de beneficio mutuo y para poder llevarlas a cabo,
los autores insisten en la necesidad de descubrir y usar criterios objetivos. Se parte de
que decidir basándose en la voluntad de cada una de las partes es caro. Por lo tanto y
dado que “intentar solucionar las diferencias de interés basándose en las voluntades
tiene unos costes tan altos”, la solución que se plantea es la de “negociar sobre alguna
base independiente de la voluntad cualquiera de las partes, o sea, basándose en
criterios objetivos “(1998, 100, énfasis de los autores). La tesis mantenida y
comprobada por estos facilitadores de la negociación es que “la negociación basada en
los principios alcanza acuerdos juiciosos, de forma amistosa y eficaz” (ídem, 101).
119
vista. Suares (1996) indica, críticamente, cuatro características implícitas en la
fundamentación del modelo de Harvard que son efectivamente fuertes limitaciones
desde la perspectiva de la mediación intercultural. Estos cuatro rasgos son: la
causalidad lineal y su carácter a-contextual, a-histórico e intrapsíquico. Todos ellos son
rasgos que otros modelos tratan de superar. Advirtamos al lector que hay aquí algo de
juego un tanto falso, o al menos peligroso, consistente en definir el modelo “clásico”,
“tradicional” y “lineal” de esa manera una vez que hoy día sabemos determinadas
cosas como, por ejemplo que la noción o concepción de “causalidad circular” refleja
mejor la realidad compleja del conflicto y los varios factores causales en él
intervinientes. En cualquier caso es útil reflexionar sobre esos rasgos y limitaciones
desde el reino de lo interétnico. Desde el punto de vista de la mediación intercultural
hay numerosos aspectos “rescatables”, por válidos, en dicha fundamentación. Me
centraré en dos aspectos: los relativo a causalidad y a comunicación.
En ese acceso o no acceso inciden los mecanismos de información (en qué lengua o
lenguas se produce en la práctica ese acceso al recurso o la institución, etc), la
adecuación del recurso (diseño, condiciones, horario, etc), el conocimiento de si se
tiene o no derecho a dicho recurso, el temor a acudir en el caso de los inmigrantes
irregulares, la práctica del profesional que lo gestiona (actitudes, etc). Estamos viendo
aquí que influyen factores lingüísticos, profesionales, idiosincrásicos, normativos, etc.
148
Precisamente esta cuestión, y concretamente los objetivo de mejorar ese acceso así como de
adecuar las relaciones entre profesionales y usuarios, es lo que ha dado génesis a distintos programas
de mediación cultural, traducción lingüístico - cultural y “linkworking” en distintos países. Para las
experiencias en Gran Bretaña, Bélgica y Francia, véase Podro (1994). Para las experiencias italianas en
el ámbito de las salud, puede consultares Castiglione (1997). También sobre el ámbito sanitario, véase
Herscovici (1999). Aborda también estas cuestiones Cohen- Emerique (1997 y documento sin fecha).
120
la mediación en contextos multiculturales. El mediador intercultural es sin duda un
facilitador de la comunicación entre los sujetos diferenciados culturalmente, ya sean
éstos payos y gitanos, autóctonos e inmigrantes, no indígenas o indígenas, etc. Este rol
no es negado por ninguno de los modelos y, desde luego, tiene una importancia
notable en la mediación para la interculturalidad, por cuanto el entendimiento y
comprensión interétnica brillan frecuentemente por su ausencia, habiendo una
comunicación basada en el silencio, en la falta de momentos y “espacios” donde hablar
entre unos y otros. En otras ocasiones, cuando sí se habla, la comunicación interétnica
es parcial, no efectiva, llena de malos entendidos y se requiere de ese papel facilitador
del mediador intercultural. No olvidemos que el acercamiento entre las partes y su
reconocimiento y aceptación como interlocutores válidos son aspectos cruciales en las
situaciones de estratificación y discriminación étnica, de guetización, de nuevos
asentamientos, etc.
Para finalizar este acercamiento, insistimos que solo inicial y aproximativo, a los
planteamientos del Programa de Negociación de Harvard desde la óptica de la
mediación intercultural, señalaré cuatro aspectos de aplicación para el diseño ulterior
de metodologías integradoras en dicho campo.
En primer lugar, este método ofrece y encuentra soluciones directas y más o menos
rápidas (o al menos trata de hacerlo), siendo en suma, bastante “práctico en el día a
día”, y eso es muchas veces lo que se necesita el/la mediador/a intercultural.
Ciertamente, muchas situaciones o casos de mediación en contextos multiculturales,
requieren por su complejidad de todo un proceso, con varias sesiones, seguimiento,
reuniones conjuntas y separadas, etc. De acuerdo, pero no siempre es así, y no
debemos perder de vista que otros métodos más prolijos, complejos y duraderos,
pueden en ocasiones llevar a frustraciones.
121
En segundo lugar y ligado a lo anterior, se trata de una metodología que, si bien no
hace el énfasis que debiera en la dimensión relacional, lo cierto es que tiene
potencialidad terapéutica, pues en la medida en la que se llega a un acuerdo se da pie
a una cierta mejora de la relación o al menos a establecer un contacto.
En cuanto al tercer momento del método, señalaremos que lo que hace falta, en
contextos multiculturales, es precisamente investigar conjuntamente opciones de
beneficio mutuo, a partir del convencimiento de la capacidad de los interlocutores.
Respecto al cuarto punto, es claro que si para cualquier mediador es capital trabajar
con criterios objetivos, ello es absolutamente clave en la construcción de la
interculturalidad por lo que ésta tiene de trabajar no sólo en el respeto a las diferencias,
sino sobre los terrenos comunes (Giménez, 1997 y 2000). Para finalizar, añadiremos
que en cualquier caso, este método puede ser extremadamente útil como un estadio o
fase dentro de un proceso amplio de mediación intercultural.
Con esa obra se coronoba, por así decirlo, la madurez de años de practica mediadora y
de una serie de trabajos previos tanto de Bush (1989, 1989-1990, 1992), como de
Folger (véanse los textos con Bernard, 1984; con Poole y Stutman, 1993; con Jones,
1994). Además de la práctica mediadora y de la investigación sobre ella, en el tandem
Bush-Folger se complementan campos como el derecho y la comunicación. Bush es
profesor de Resolución Alternativa de Disputas en la Escuela de Leyes de Hofstra
University, en el campus de Hempstead, ubicado en Nueva York. Con sus numerosos
artículos y ensayos, ha sido merecedor de varios premios oficiales. Folger es profesor
de Comunicación, así como decano asociado en el área de investigación y estudios
para graduados en la Escuela de Comunicación y Teatro, de la Temple University.
En este modelo el acuerdo no aparece como objetivo inmediato, esencial y ultimo, sino
como consecuencia de la mejora de la relación. En el espléndido primer capitulo de la
obra citada, ejemplo claro de honestidad intelectual y de asertividad, los autores nos
122
ofrecen cuatro enfoques discrepantes en el movimiento de la mediación: las historias
de la satisfacción, de la justicia social, de la transformación y de la opresión. Como
puede verse en esa tipología, Bush y Folger ubican su metodología como una de las
presentes en el movimiento de la mediación.
149
Sobre este particular, puede consultarse el epígrafe 4.3 “La mediación hoy: más allá de la resolución
de conflictos” en el manual de Ripol-Millet (2001, 43-51).
123
Bush y Folger son conscientes de la necesidad de ser lo más precisos posibles en la
manera de comprender y utilizar estos dos elementos que “no son meros conceptos
abstractos sino efectos muy reales que pueden reconocerse cuando aparecen en el
ámbito de la mediación y más allá de su límites” (pág. 134). Coherentes con la
necesidad de manejar adecuadamente estas dos categorías, Bush y Folger,
“desmenuzan” ambas ganando mucho en cuanto a la operativización.
Al hacer esas apreciaciones, Suares incluye una nota a pie de página donde plantea
las pegas que tienen otras dos formas de traducir “empowerment”, como son a)
“aumento de poder” y b) “autoafirmación”. Dice Suares: “la palabra “empowerment” ha
sido traducida al castellano de diversas formas: por ejemplo “aumento de poder”, que
es una traducción literalmente correcta, pero tendríamos que tener en cuenta que la
palabra “poder” está tomada en el sentido foucaltiano, o sea como un “campo creado”
entre las partes, y en nuestro país por lo general, tenemos otra idea cuando hablamos
de poder, y solemos asociarlo con dominación, abuso de poder, etcétera. También se
ha utilizado la palabra “autoafirmación”: pero el prefijo “auto” a mi entender dificulta la
idea principal que está implicada en el concepto norteamericano de “empowerment”
(1996, 60).
124
de poder y por la subordinación de unos grupos socio- étnicos, estando configuradas a
partir de procesos de inferiorización, estigmatización, etc.
Se está apuntando aquí al proceso por el que un determinado sujeto adquiere mayor
conciencia de sus objetivos y de la importancia de éstos. En las relaciones interétnicas,
los individuos y/o grupos están conectados con otros y deberán precisar, adecuar,
matizar, sus intereses, objetivos y metas, a esa particular situación socio-étnica.
Aplicación al caso
125
2.2.4 Revalorización de las alternativas
Todo este punto pivota sobre el “campo de control” del individuo o grupo: las
alternativas que se presentan, las decisiones a tomar, la continuidad o no en la
mediación, el control que hay a pesar de las restricciones externas. Las relaciones
interétnicas no son simétricas sino asimétricas. Están cruzadas por relaciones de
poder. Pero esto, lejos de invalidar la propuesta del modelo transformativo respecto a la
revalorización de las partes en cuanto a las alternativas, le otorga más sentido pues se
trata de aprovechar bien las oportunidades que de hecho se presentan.
Aplicación al caso
Este aspecto de la revalorización que plantean Bush y Folger es clave si se quiere que
los ciudadanos en general -y en particular cuando disponen distinto bagaje etnocultural-
vayan adquiriendo una “cultura de la resolución pacífica del conflicto”, uno de los
ingredientes básicos de la interculturalidad, al menos tal y como la entendemos
(Giménez, 1997, 2000).
Aplicación al caso
Yendo al punto planteado por los autores, sin duda adquiere gran importancia en
contexto multiculturales el que cada parte identifique y maneje adecuadamente su
recursos y se revalorice en esa forma. Debe tenerse bien presente lo que la cultura en
general, y el “capital cultural”, “capital simbólico” e “identidades múltiples” en particular,
tienen de recursos propios. El valor funcional, instrumental, práctico, de la cultura, es
una de las razones de la persistencia y resistencia de comunidades, grupos y pueblos.
127
Aplicación al caso
¿Cuáles son en nuestro ejemplo los recursos en juego?. Podríamos distinguir entre los
recursos de cara a acometer el problema y los recursos de cara a la negociación o al
proceso de mediación. En términos generales, y sin entrar ahora a dierenciarlos, los
recursos a revalorizar en el polo los inmigrantes reunidos en el parque son formas
distintas de liderazgo, experiencia comunitaria, prácticas de reunión y asamblea,
formas de organización, etc.
Por otra parte, la evaluación de los puntos fuertes y débiles de la propia posición - y
concretamente estos últimos- implica o puede implicar un cierto y necesario
distanciamiento respecto a la propia cultura, algo muy saludable para no caer en
fundamentalismo cultural alguno, para superar tentaciones etnicistas o culturalistas, y
para ir estableciendo relaciones de interculturalidad.
Aplicación al caso
128
2.3 Reconocimiento y mediación intercultural
En cuanto al reconocimiento, éste se remite a una mutua sensibilidad entre los actores
tanto respecto a la situación como respecto a sus cualidades: “se alcanza el
reconocimiento cuando dado cierto grado de revalorización, las partes en disputa son
capaces de reconocer y mostrarse mutuamente sensibles a las situaciones y las
cualidades humanas comunes del otro” (pág. 134).
Suares se refiere a esta categoría como “reconocimiento del otro como parte del
conflicto, es decir, el reconocimiento del co-protagonismo del otro”.
La mera consideración de que uno puede reconocer algún aspecto del otro, ya es una
oportunidad para ser aprovechada por el mediador que sigue esta metodología
transformativa:
129
Comentario desde las relaciones interétnicas y la mediación social intercultural
Esta “consideración del reconocimiento” supone , por un lado, que las partes toman
conciencia de que están en una relación que otorga a cada cual determinados rasgos o
signos identitarios. Por otra parte, la inseguridad sentida ante el cambio que se está
viviendo y el hecho de que sea preciso asumir que ese cambio es imparable, puede ser
aprovechado para avanzar en la línea de que ese cambio puede ser gestionado por
positivo, inducido, planificado.
Se produce ahora un paso, un salto, un cambio cualitativo, más allá del primer
“escalón” de la mera consideración del reconocimiento:
130
• en momentos así, “la situación se aclara” o “la luz se enciende”, pues ésta comprende que no
necesita ver al otro con tanta dureza y de manera tan negativa como estuvo haciendo antes, y
así se desplaza conscientemente a una visión nueva y más compasiva (1996, 142)
150
He abordado las significaciones de la tolerancia y su historia en Malgesini y Giménez (2000).
131
• aún si sus propias circunstancias son tan compulsivas que no le es posible adaptarse lo
suficiente como para resolver el asunto, expresa sincero pesar en vista de la situación (1996,
143-4).
A partir de la exposición de un caso, Bush y Folger exponen las tres pautas de la ruta
transformadora: microenfocar los movimientos de las partes, alentar la reflexión y la
adopción de decisiones y promover la aplicación de perspectivas. En el proceso de
mediación orientado según las pautas transformativas el mediador “evita catalogar
globalmente la diputa: adopta en cambio un microfoco de las contribuciones de las
partes, concentrado la atención en los que los litigantes dicen y hacen” (1996, 281,
énfasis de los autores). Sobre esta primera pauta, los autores explican que “el
mediador “sigue a la partes” cuando éstas exploran y aclaran sus alternativas, cuando
cada una cuestiona las opiniones de la otra, y cuando consideran posibles formas de
arreglo” (ídem, 281.282). El mediador “no persigue el arreglo per se, sino que busca
que se manifiesten y aprovechen las oportunidades de la habilitación y
reconocimiento”. La segunda pauta general ... es que el mediador “ promueve la
habilitación cuando estimula la deliberación de las partes y la adopción de decisiones”
(283-284; énfasis de los autores). Por último, la tercera pauta es que “el mediador
132
promueve el reconocimiento alentando el aprovechamiento de las perspectivas siempre
que surge una oportunidad en ese sentido” (pág. 286; énfasis de los autores).
Llegan las partes: la habilitación y las oportunidades de reconocimiento surgen mientras las partes
ofrecen comentarios, formulan preguntas y afrontan decisiones.
El mediador trabaja sobre las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Se estrecha el
ámbito de la discusión a mediada que se agotan las oportunidades.
“Puestos” de mediación
El mediador interviene para ampliar la discusión y crear un campo más amplio de oportunidades
de habilitación y reconocimiento.
El mediador trabaja con las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Se reduce el ámbito
de la discusión a medida que se agotan las oportunidades
“Puestos” de mediación
El mediador interviene para ampliar la discusión y crear un campo más ancho de oportunidades de
habilitación y reconocimiento
(Se repite el ciclo)
El mediador trabaja sobre las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Se reduce el ámbito
de la discusión a medida que se agotan las oportunidades.
“Puestos” de mediación.
El mediador interviene para comprobar las posibles oportunidades de habilitación y
reconocimiento: resume los logros si el campo está agotado.
Se agotan todas las oportunidades de habilitación y reconocimiento. Las partes redactan el
enunciado de los logros y los compromisos (1996, 295)
133
Tercero, y ya en un plano más concreto, centrar la metodología mediadora en las dos
categorías complementarias de revalorización y de reconocimiento, es de todo punto
estimulante en contextos multiculturales, en los cuales están siempre presentes -de
una u otra forma, y con una intensidad u otra- procesos de estereotipación,
inferiorización, culpabilización (chivo expiatorio), racialización, guetización, etc., etc.,
por lo que poner el acento en la valorización del Uno y el reconocimiento del Otro es
algo no solo necesario y conveniente, sino posible y práctico.
Este tercer modelo que analizaremos está asociado a la obra y práctica de Sara Coob,
mediadora y profesora de la Universidad de California, campus de Santa Cruz, quien
viene publicando desde comienzos de los noventas diversos textos (por ejemplo, 1991
a y b; 1995 a, b y c; con Rifkin, 1991), dictando conferencias y llevando a cabo
seminarios, fundamentando así un sistema de mediación que pone énfasis en la
comunicación (concretamente en las categorías de narrativa e historia, entre otras),
que bebe de un amplio espectro de desarrollos teóricos y que va parejo con el
desarrollo sistemático y la aplicación de un instrumental técnico innovador.
Este modelo se denomina “circular” porque parte de una concepción circular tanto de la
comunicación como de la causalidad, y se denomina “narrativo” porque la categoría de
narrativa es central tanto desde el punto de vista analítico como propositivo. Marinés
Suares es una de las profesionales que sigue y aplica este modelo; recomendamos su
libro (1996) para una exposición sintética al tiempo que de este sistema. Puede
consultarse también el libro de Díez y Tapia (1999).
Como en otros modelos, pero muy particularmente en éste caso nos encontramos ante
una síntesis de diversos marcos teóricos. Suares (1996) indica que el modelo circular-
narrativo “se ha nutrido con las conceptualizaciones, las investigaciones y las técnicas
provenientes de otras áreas de las ciencias sociales”.
Ese acervo es agrupado por esta autora en cinco grandes grupos: a) los elementos
conceptuales provenientes de la teoría de la comunicación (Bateson, Watzlawick y
otros autores), destacando lo referente a la comunicación analógica, los aspectos
pragmáticos de la comunicación y la noción de contexto como calificador del texto; b)
las claves provenientes de la terapia familiar sistémica, especialmente lo relativo a la
134
noción de que el problema es la solución intentada pero que ha fracasado y la
aplicación de múltiples técnicas frecuentes en ese campo, como pueden ser la
reformulación, la externalización, la connotación positiva, las preguntas circulares; c)
las innovaciones epistemológicas de la cibernética de segundo orden, concretamente la
teoría del observador elaborada por Heinz von Foerster y Maturana, de la cual Suares
selecciona dos aspectos: la necesidad de posicionarse frente a una “realidad entre
paréntesis” y la importancia del observador como elemento participante de aquello que
observa; d) los aportes del construccionismo social, en la línea de Georgen, marco
teórico del que habría destacar lo relativo a la construcción social de la realidad; y e) la
teoría posmoderna del significado, especialmente lo referente a superar el límite entre
lingüística y retórica, así como las conceptualizaciones sobre narrativa, sobre todo
desde White. (Suares, 1996, 61-62).
135
En las “situaciones sociales de multiculturalidad significativa” (Giménez, 1997) están
efectivamente presentes ese orden previo, esa rigidez, que plantea este modelo. La
identidad étnica se construye en relación con el Otro y las distintas perspectivas
identitarias se correlacionan; las políticas públicas conforman definiciones
administrativas del problema étnico, el racismo crea o trata de mantener una
subordinación de determinados segmentos del mercado de trabajo que avanzarían en
sus reivindicaciones de derechos sin la opresión xenófoba y racista; el sistema
educativo acaba convirtiendo en rígido el nuevo curriculum; los medios de
comunicación configuran una opinión publica con un determinado “mapa” de los grupos
étnicos y culturales, etc., etc. Todo ello crea, en definitiva, ese “orden” que conviene ser
removido.
Para cada parte, “su historia” es la historia verdadera. El trabajo fundamental del
mediador es construir una historia alternativa, que permita ver “el problema” por todas
las partes desde otro ángulo” (idem, 62, énfasis añadido).
136
y trayectoria del propio o grupo, de los grupos externos y de las interacciones. Esas
narrativas están ahí y pesan, influyen. Por ello, la metodología de Coob orientada a la
deconstrucción de las historias particulares y a la co-construcción de una historia
alternativa y consensuada es enormemente atractiva, y diríamos más, absolutamente
necesaria en mediación intercultural.
Coob trabaja en una secuencia de cuatro etapas. Esas cuatro etapas están
antecedidas de una fase previa de “pre-reunión” en la que se da a conocer a las partes
las características del proceso de mediación y se explica lo relativo a confidencialidad
(firmándose un acuerdo al respecto). En el caso en que haya videograbación, se
explica porqué se hace y se firma un acuerdo de aceptación. En esta fase preliminar,
se aclaran también los honorarios y se fija el tiempo máximo de encuentro.
La primera etapa es de “reunión conjunta” y en ella se hacen sobre todo dos cosas:
informar a las partes del proceso y las alternativas existentes, y establecer las reglas
del juego en las que se va a basar dicho proceso. Entre estas reglas destacan los
siguientes puntos: se insiste en la confidencialidad, se aclara que el mediador no podrá
ser testigo en juicio alguno y se acuerda que las partes hablarán con el mediador tanto
en reunión privada como en reunión conjunta, especificándose que lo que se hable en
privado no será comunicado a la otra parte, salvo autorización expresa. Para las
reuniones conjuntas se establece, como en cualquier modelo de mediación, que se
hablará por turnos, sin interrumpirse, y que si la situación fuera insostenible cualquiera
puede abandonar la mediación, incluido el mediador.
137
La segunda etapa es ya de “reunión individual” en la que el /la mediador/a trabaja con
cada parte por separado. En esta etapa se abordan los siguientes tareas: despliegue
del problema, fijación de objetivos y necesidades, fijación de las contribuciones para
resolver el problema, el discurso de los derechos (tiene derechos pero algo no
funciona), análisis de las soluciones intentadas, creación de circularidad y
reposicionamiento de objetivos. Respecto al punto de la creación de la circularidad se
especifica que se trata de: “hacer ver que lo que (se) quiere está conectado con lo que
pide la otra parte y que no es un problema independiente”: es preciso “analizar qué
cree que quiere la otra parte y cuáles son sus necesidades”, llevando todo ello al
“reconocimiento del co-protagonismo”. 151
La tercera etapa es de “reunión interna” (del equipo de mediación o del mediador único)
haciéndose una reflexión sobre las historias a comparar y sobre las diferencias y
semejanzas entres las observaciones de las partes sobre las personas, el contexto, etc.
Se comienza ya a construir una historia alternativa, cuidando la descripción de la
interdependencia de las partes.
Cuarto, el énfasis que en este modelo se hace de la causalidad circular, nos sitúa ante
la multiplicidad de factores incidiendo en la comunicación interétnica: desde las
actitudes y formas ser de cada persona hasta los componentes sociopolíticos (como la
ocupación, el estatuto jurídico, etc) pasando por claves más específicamente culturales,
como pueden ser los valores, las costumbres, las concepciones y creencias, las
prácticas rituales, los modos de identidad y pertenencia étnica o nacional, etc.
Hay aquí otro enorme y fértil campo para el desarrollo riguroso de la mediación
intercultural, a partir de la concreción de esos instrumentos y herramientas a la
especificidad de los contextos multiculturales.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Una vez analizados y comentados los tres modelos desde la perspectiva de los
contextos multiculturales, las relaciones interétnicas, y la mediación intercultural, paso a
enumerar algunas breves conclusiones Estas conclusiones son la base para el modelo
y metodología de mediación intercultural que propondré en un próximo artículo:
2. Sin dejar de ver sus antagonismos, y por lo tanto sin caer en eclecticismos, es
notorio que cada uno de los tres modelos presentado presenta aspectos muy positivos
153
Para dar idea de esa riqueza y del amplio campo abierto también a la mediación intercultural,
indicaremos que dentro de las microtécnicas hay algunas vinculadas a la pregunta o modo interrogativo
(tanto para el momento de la información como para el momento de la desestabilización de las historias),
y otras ligadas a las afirmaciones (con innovaciones en cuanto a la técnicas de reformulación,
connotación positiva, legitimación y recontextualización). Dentro de las minitécnicas, hay instrumentos
muy útiles en la externalización, los resúmenes o el equipo reflexivo. Es dentro de las técnicas, donde se
ubica la construcción de la historia alternativa. Finalmente, en las macrotécnicas, Suares ubica el
encuentro de mediación.
139
y de interés para la mediación intercultural, como ha quedado expuesto en las síntesis
respectivas. Deberíamos ir hacia una metodología integradora o unificadora en
mediación intercultural.
7. Debemos partir de que la conflictividad interétnica -en su sentido más amplio no sólo
de conflictos manifiestos, sino también de desajustes y malas adaptaciones (Giménez,
1997)- tiene diversas causas y de que éstas se retroalimentan entre sí (causalidad
circular).
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143
144
PONIENDO PAZ EN LA HABITACIÓN: LAS CUALIDADES PERSONALES DEL
MEDIADOR Y SU IMPACTO EN LA MEDIACIÓN154
Daniel BOWLING
Society of Professionals in Dispute Resolution (Washington)
David HOFFMAN
Hill&Barlow (Boston)
Algunos pueden decir que la mediación funciona porque ofrece un forum seguro para
airear agravios y soltar las emociones (esto es, da a la gente su “día en los tribunales”),
y esto se puede hacer incluso con un mediador sin habilidades. Otros pueden apuntar
al uso de la escucha activa y la recolocación -habilidades que mucha gente tiene,
hayan tenido o no cualquier formación formal en mediación-. Aún otros se pueden
centrar en el uso de reuniones en comité y diplomacia -de nuevo, técnicas que no
necesariamente requieren formación especializada-.
Creemos que todas estas técnicas son importantes. También creemos que la formación
en mediación es vitalmente importante como un medio para mejorar nuestra habilidad
para hacer aquellas cosas a las que alguna gente llega de forma natural pero para las
que la mayoría necesitamos formación y práctica. Sin embargo, hay una dimensión en
la práctica de la mediación que ha recibido una atención insuficiente: la combinación de
cualidades psicológicas, intelectuales y espirituales que hacen a una persona lo que es.
Creemos que estas cualidades personales tienen un impacto directo en el proceso de
mediación y el resultado de la mediación. De hecho, este impacto puede ser una de las
fuentes más potentes de la efectividad de la mediación.
No pretendemos conocer de forma precisa cómo sucede esto o por qué sucede,
aunque este artículo sugiere un marco de trabajo para examinar estas cuestiones.
Dado que las ideas que presentamos no están basadas en estudios empíricos o
experimentos controlados, no podemos probar su validez. Han evolucionado desde la
reflexión de nuestra propia experiencia como mediadores y la observación del trabajo
de otros mediadores. Esperamos que estas ideas estimulen futuras investigaciones.
154
Publicado en Negotiation Journal, Enero 2000 (5-28). Traducción de Cristina Barragán Ruiz-Matas.
155
Por ejemplo, ver McEwen y Maiman (1981).
156
Reconocemos que hay un debate considerable sobre la cuestión de lo que constituye “éxito” en una
mediación. Por ejemplo, mientras muchos dirían que la finalización de la disputa constituye un resultado
exitoso, otros defienden que el empowerment y el reconocimiento, no la finalización, son las marcas del
éxito. Ver Bush y Folger (1994).
145
1. PONIENDO PAZ EN LA HABITACIÓN
La observación que nos llevó a escribir este artículo se puede plantear de forma simple
y puede parecer auto-evidente: como mediadores, hemos notado que, cuando nos
sentimos en paz con nosotros mismos y el mundo a nuestro alrededor, somos más
capaces de poner paz. Incluso, hacer esto, en nuestra experiencia, tiene un efecto
significativo en el proceso de mediación. Lo que puede ser más complejo y difícil de
explicar es cómo nosotros, como mediadores, podemos mantener una sensación de
paz mientras trabajamos con personas que están profundamente metidas en conflictos
aparentemente intratables. A menudo las disputas con las que tratamos en mediación
provocan sentimientos en nosotros sobre conflictos en nuestras propias vidas. Sin
embargo, creemos que los mediadores exitosos tienen una habilidad para trascender
esos conflictos, o quizá utilizar la interiorización derivada de ellos, para ayudar a las
partes en la mediación a alcanzar una solución genuina de la disputa que los llevó allí.
Esta habilidad aparece, desde nuestro punto de vista, no tanto de un conjunto particular
de palabras o comportamientos, sino por un abanico de habilidades personales del
mediador que crean una atmósfera que conduce a la resolución.
157
En palabras de José Ortega y Gasset (1948): “La metáfora es probablemente el poder más fértil que
posee el hombre” (damos las gracias a Albie Davies por alertarnos sobre esta cita).
158
Agradecemos al Dr. Ken Anbender su contribución a estas ideas sobre los estadios del desarrollo.
Por cierto que hay limitaciones inherentes a cualquier intento de describir el crecimiento o el cambio en
un marco evolutivo. Por ejemplo, las diferencias personales y culturales pueden ser un factor saliente.
Además, el intento de definir un conjunto discreto de estadios en un proceso tan fluido y complejo como
el crecimiento personal y el cambio es inherentemente arbitrario.
146
acuerdo, y cómo, con algo de suerte, cerrar un caso. Buscamos oportunidades para
practicar estas habilidades. Un periodo de aprendizaje implicando, para algunos de
nosotros, co-mediación con colegas más experimentado, la observación de otros
mediadores, y oportunidades para analizar y ser supervisados por compañeros.
Además de lo que un mediador hace, está la cuestión de lo que un mediador es. El espíritu emana
del ser, tan articuladamente como lo hace del hacer. Más específicamente, es el ser del mediador,
159
como se percibe por las partes, lo que envía el mensaje .
Nuestra concepción es que esta tercera tarea es evolutiva -por ejemplo, está basada
en la premisa de que ganar maestría es un proceso continuo.
159
Un tema similar fue tratado por el mediador Ian Browde (1996), quien describe este estadio como un
paso necesario para los mediadores del futuro. La naturaleza cambiante de las disputas, él escribe “…
requiere que aprendamos a ser diferentes en muchas y fundamentales maneras. Aquellos que se han
acostumbrado a, y han sido excepcionalmente hábiles en mediar conflictos y disputas en contextos
rápidamente desaparecidos, necesitan aprender rápidamente como mediar en los nuevos. El nuevo
contexto implica aprender a ser bastante diferente”.
147
igual forma, se sabe muy poco sobre las cualidades personales de los mediadores y
cómo impactan el proceso de mediación160.
Hace más o menos una década, los mediadores William E. Simkin y Nicholas A.
Fidandis (1986) catalogaron lo que creían eran las cualidades necesarias161 de un
mediador efectivo. Incluyeron en su lista, que sin duda está parcialmente “tongue in the
cheek”:
• La paciencia de Job.
• La sinceridad y características de bulldog de los ingleses.
• Las agallas de los irlandeses.
• La resistencia física de un corredor de maratón.
• Las habilidades de campo roto de un centrocampista.
• La astucia de Maquiavelo.
• Las habilidades de superación personal de un buen psiquiatra.
• El pellejo de un rinoceronte.
• La sabiduría de Salomón.
Otro escritor (Boulie 1996: 84-85) sugirió, de forma más seria, que los mediadores
efectivos son:
• Empáticos.
• No juzgan.
• Pacientes.
• Persuasivos.
• Optimista.
• Persistente.
• Confiable.
• Inteligente.
• Creativo.
• Flexible.
• Con un buen sentido del humor y sentido común.
160
Se sabe más sobre lo que hace a la gente psicoterapeutas y abogados efectivos. Ver, por ejemplo,
Kottler (1991: 70-98) y Ryan (1996).
161
Asumimos, para el propósito de esta discusión, que estas cualidades, y las otras discutidas en este
artículos, no son enteramente innatas y pueden ser desarrolladas.
148
está presente (o a pesar de la presencia del mediador, si no es particularmente hábil)
simplemente porque las partes de la disputa se han sentado en la mesa, en sentido
figurado o literal, para discutir la cuestión. En el área legal, el mero proceso de
conseguir que dos abogados abran sus carpetas en un caso simultáneamente y
centrarlos en ellos a menudo producirá un acuerdo162. Un cierto número de esos
acuerdos ocurren siempre que un evento conectado a los tribunales (como una vista de
censura o una conferencia de estatus) junta a las partes y al tribunal. En casos de esta
clase, la mediación es simplemente un evento que pone a las partes juntas para la
discusión lo que, incluso sin el mediador, puede resolver el caso porque las
circunstancias son buenas para el acuerdo.
Las intervenciones del mediador. El impacto más obvio y directo que el mediador tiene
en el proceso de la mediación viene de las técnicas que usa para influenciar el curso de
las negociaciones. Estas intervenciones, basadas en la evaluación del mediador de los
obstáculos para el acuerdo, pueden implicar dar a las partes la oportunidad de dejar
salir reacciones emocionales a la disputa, animar a las partes a centrarse en intereses
en vez de en proposiciones, o ayudar a las partes a generar opciones para el acuerdo.
Estas tres técnicas básicas, y otras, son ampliamente usadas por los mediadores, pero
con resultados variados. Alguna de la variación es ciertamente atribuible a las
diferencias de los casos en sí mismos. Las disputas varían, y las partes tienen una
infinita variedad de características personales que pueden fomentar o impedir el
acuerdo. De igual forma, sin embargo, las cualidades personales del mediador
influencian la efectividad de sus intervenciones.
El efecto Hawthorne. Una analogía útil para el proceso que estamos describiendo
proviene de las ciencias sociales, en un fenómeno conocido como el “efecto
Hawthorne” -un término usado para describir los cambios que la gente hace en su
comportamiento cuando se dan cuenta de que están siendo observados. Este
fenómeno fue reconocido por los sociólogos que realizaron un experimento en la
década de los veinte y treinta en la planta Western Electric Hawthorne en las afueras
de Chicago (Gillespie 1991). Los investigadores querían saber si incrementar la
iluminación de la fábrica incrementaría la productividad de los trabajadores. Después
de determinar los niveles de la ejecución de los trabajadores, los investigadores
encendieron las luces y encontraron que la productividad incrementaba. Para confirmar
estos resultados, redujeron entonces el nivel de iluminación por debajo del original y
encontraron, para su sorpresa, que la productividad estaba por encima de las marcas
originales. Concluyeron que era su presencia, no los cambios en la iluminación de la
fábrica, lo que había causado el cambio en la productividad de los trabajadores. Este
hallazgo confirma el descubrimiento del físico Werner Heisenberg en los años veinte
del “principio de incertidumbre” -por ejemplo, que la observación de las partículas
influenciaba su comportamiento-. La aplicación de este principio a la mediación es
clara. Si los trabajadores de la fábrica (o las partículas subatómicas) se comportan de
forma diferente cuando son observados, ¿cuánto más lo harán individuos en conflicto
que han buscado la asistencia del mediador?
Algunos mediadores, sin embargo, han observado lo que puede ser descrito como
“efecto Hawthorne negativo” -por ejemplo, partes que parecen negociar de forma
menos productiva si una tercera parte está presente. Una explicación de este
162
El profesor de la Escuela de Leyes de Harvard Frank E. A. Sander sugirió primero este fenómeno a
uno de los autores com un efecto placebo que debe ser separado de los efectos salutary que producen
los métodos ADR. Proponemos llamar a este fenómeno el “efecto Sander”.
149
fenómeno es que las partes pueden tener otras metas y otras agendas, aparte de
arreglar los temas que ostensiblemente los trajeron a la mediación, parecen sentirse
seguros cuando una tercera parte está presente. Otra explicación es que lo que
parecen ser efectos Hawthorne negativos podrían, de hecho, ser positivos. Por
ejemplo, en algunos casos, los temas personales explosivos (como el estrés emocional
causados por una terminación abrupta del trabajo, o el descubrimiento de infidelidad en
el matrimonio) no pueden ser discutidos productivamente sin una tercera parte
presente, y las aparentemente improductivas discusiones que tienen lugar en la
presencia del mediador son sin lugar a dudas más productivas de lo que lo serían sin el
mediador. Incluso las discusiones que parecen ser destructivas en un sentido pueden
ser necesarias para conseguir la solución de un caso particular. En cualquier evento,
parece probable que la presencia del observador influenciará las negociaciones de las
partes para bien o para mal.
Por supuesto, los mediadores hacen mucho más que observar las negociaciones de las
partes. Y, uno puede suponer que la intervención activa del mediador trascendería
cualquier influencia que aparece por el proceso de observación. Sin embargo, es la
influencia de la presencia de otra persona, esté esa persona interviniendo activamente
o no, en lo que deseamos centrarnos. Puede ser difícil, si no imposible, aislar de la
compleja Web de interacciones la porción de la influencia del mediador que proviene de
su observación de las partes. Lo que es significativo, sin embargo, es que los
mediadores, mediante su mera presencia, influencia las partes.
Esto nos trae al corazón de nuestra tesis que hay ciertas cualidades que la presencia
del mediador trae al proceso de mediación que ejercen una poderosa influencia y
mejoran el impacto de las intervenciones empleadas por el mediador. El término
“presencia”, por supuesto, tiene al menos dos significados aquí: (a) el hecho de que el
mediador está físicamente presente; y (b) las cualidades que su presencia física lleva a
la habitación. Es en el segundo significado en el que estamos interesados mientras
exploramos las formas en las que la “presencia” del mediador influencia la mediación.
Como parte de esa exploración, es importante reconocer que las cualidades personales
de las partes pueden influenciar al mediador, así como las cualidades personales del
mediador afectan a las partes. Tratar de entender el efecto de la presencia del
mediador, sin considerar el impacto de las partes en el mediador (lo que podría
llamarse efecto Hawthorne reverso), es mirar sólo a la mitad del cuadro. En términos
psicoanalíticos tradicionales, un fenómeno similar puede ser descrito como “contra-
transferencia” -el término usado para describir los sentimientos evocados en el
terapeuta por el cliente163. Así como es importante para un psicoterapeuta ser
consciente de estos sentimientos de forma que no influencien de forma inapropiada el
curso del tratamiento, los mediadores necesitan ser conscientes de los sentimientos
evocados en ellos por sus clientes y la naturaleza de la disputa para hacer productivo el
uso de esos sentimientos. En la psicología de la Gestalt, los fenómenos que estamos
examinando serían contemplados como comprehensibles únicamente mirando el
163
Para una discusión útil de la transferencia y la contra transferencia en la negociación, ver Fukushima
(1999).
150
conjunto completo de interacciones de las partes y el mediador, las cualidades que
cada uno trae al proceso, y los cambios provocados por esas interacciones164.
Tal aproximación es, hasta cierto punto, contradictoria con las normas actuales en el
campo de la mediación, en el cual la independencia (o separación) del mediador se
contempla como profesionalmente adecuada, quizá incluso necesaria, para se efectivo.
Estas normas se expresan en códigos éticos que articulan una visión de la mediación
en la cual los mediadores en su mayor parte no tienen conexiones previas con las
partes y mantienen una posición de rigurosa imparcialidad166.
164
Los psicólogos de la Gestalt afirman que “los organismos vivos… perciben cosas no en términos de
elementos aislados, sino como patrones preceptúales integrados – todos organizados significativos, que
exhiben cualidades que están ausentes en sus partes“ (Capra 1996: 32).
165
“Según la visión de sistemas, las propiedades esenciales de un organismo, o sistema viso, son
propiedades del todo, que ninguna de las partes tienen. Vienen de las interacciones y relaciones entre
las partes. Estas propiedades son destruidas cuando el sistema es diseccionado, ya sea física o
teóricamente, en sus elementos aislados. Aunque podemos discernir partes individuales en cualquier
sistema, estas partes no estas aisladas y la naturaleza del todo siempre es diferentes de la mera suma
de sus partes” (Capra 1996: 29).
166
La visión de que los mediadores necesitan mantener una cierta distancia de las partes puede venir de
las normas profesionales de la psicoterapia, el derecho y otras disciplinas donde los principios éticos
requieren que el profesional evite la implicación personal que puede mermar la habilidad para realizar
juicios profesionales imparciales.
Sin embargo, los valores y las normas de estos otros profesionales pueden no ser completamente
aplicables al contexto de la mediación. Una diferencia importante en los roles profesionales es que un
psicoterapeuta o abogado debe, en muchos casos, tomar responsabilidad por dirigir las acciones del
cliente mediante consejo profesional. La mayoría de los códigos éticos para los mediadores proscriben
ofrecer consejo profesional. Por ejemplo, las Leyes Uniformes sobre Resolución de Disputas en
Massachussets, sección 9(c)(iv), dice: “un neutral puede usar su conocimiento para ayudar a las
deliberaciones de las partes, pero no debe dar consejo legal, asesoramiento, u otros servicios
profesionales conectados con el proceso de resolución de la disputa”.
167
Ver generalmente Cloke (1994).
151
entre los participantes en la mediación, incluyendo al mediador, y (b) el impacto del
proceso de mediación en el mediador en sí mismo168.
5. INFLUENCIAS SUTILES
Las psicoterapia moderna ha empezado a moverse en una dirección diferente, con los
terapeutas tomando un rol mas personal en el proceso terapéutico (ver O’Connor et al.
1993). De hecho, algunas escuelas de psicoterapia se han movido hasta el punto de
enseñar que la identificación positiva con el terapeuta170 y el modelaje del
168
No estamos sugiriendo que el mediador redirija la atención de las partes desde sus necesidades o
intereses o los del mediador. Sin embargo, sugerimos una salida de lo que creemos es la norma en
mucha de la formación de mediadores con respecto a manejar sus propios sentimientos en el proceso de
mediación. A los mediadores se los enseña, en su mayoría, a contener cualquier sentimiento que puedan
tener sobre las partes para mantener la neutralidad y comunicar, por palabra y hecho, su imparcialidad.
Nosotros sugerimos que los sentimientos que el mediador experimenta pueden ser material importante y
útil que le mediador puede usar -aunque juiciosamente- para ayudar a las partes a alcanzar una
solución. Usando tal intervención, un mediador puede también mantener fronteras profesionales
apropiadas de tal forma que las cuestiones puramente personales no son introducidas en el proceso.
También sugerimos que el mediador use su auto-conciencia para adoptar una profunda práctica
reflexiva, incluyendo la observación cuidadosa del impacto que la mediación, el conflicto y las partes
tiene sobre él o ella. A través de tal práctica, fuera del espacio de mediación, el mediador puede
substancialmente añadir su progreso en el tercer estadio del dominio de la mediación para desarrollar
esas cualidades personales deseables para ayudar en la resolución de conflictos. Haciendo esto, los
mediadores deberían buscar incrementar su conciencia de cómo resuelven los conflictos en sus propias
vidas para disminuir cualquier impacto no deseado de conflictos personales no resueltos en el proceso
de mediación.
169
Para una discusión útil de las fronteras entre estos dos campos, ver Dworkin et al. (1991) y Kelly
(1983).
170
Por ejemplo, ver Fierman (1997). Ver también Norcross y Guy (1989: 215) que escribieron: “Múltiples
y convergentes fuentes de evidencia indican que la persona del psicoterapeuta está inextricablemente
mezclada con el resultado de la psicoterapia. Hay un reconocimiento creciente, realmente un nuevo
despertar, de que el terapeuta es el punto central del cambio”.
152
comportamiento apropiado por el terapeuta171 son beneficiosos. Los proponentes de las
técnicas de “programación neuro-lingüística” (PNL) (una escuela controvertida de la
investigación psicológica) también han estudiado las formas en las que las
características sutiles de la comunicación entre el terapeuta y el cliente -tales como el
ritmo respiratorio, el lenguaje corporal, los patrones de discurso y de lenguaje, el uso
de la metáfora, y los movimientos oculares- impactan el proceso terapéutico (ver
O’Connor et al. 1993). Una de las conclusiones que se extraen de este trabajo es que
el terapeuta no puede realmente ser una “pizarra blanca”.
Incluso los aspectos más sutiles de nuestra presencia influencian a los que están a
nuestro alrededor, y creemos (basado en nuestra experiencia en mediación), que esta
conclusión se aplica a los mediadores también. De hecho, la investigación en ciencias
biológicas ha mostrado que la gente influencia a los demás incluso mediante la química
que nuestro cuerpo emite172.
Kottler identificó varias cualidades en los terapeutas que parecían correlacionarse con
el tratamiento exitoso. Entre las mas significativas estaba una característica que Kottler
llama “poder personal” o “fuerza de personalidad” -no poder sobre otra persona, sino
una cualidad que iguala con “carisma”-. Kottler (1991: 73-76) concluía que, para
explicar el éxito de los mejores psicoterapeutas:
La respuesta no está totalmente confinada a lo que los terapeutas efectivos hacen, sino que
también implica lo que son. La característica común que atraviesa el trabajo de todos los grandes
terapeutas es la fuerza de sus personalidades y el poder de sus personas. Son la clase de
171
Kottler (1991: 29) apunta que “el modelado” no significa trazar un esbozo de una personalidad
perfecta, sino “equilibrar la omnipotencia y la humanidad”: “El modelado toma la forma de presentar no
solamente un ideal por el que luchar, sino una persona real viva que es defectuosa, genuina y sincera”.
172
Un ejemplo de este fenómeno fue descubierto recientemente en un estudio de las feromonas
humanas -sustancias que el cuerpo humano emite pero que escapan a la detección consciente. Los
efectos de las feromonas sobre los animales han sido bien establecidas pero, hasta recientemente, los
efectos sobre los humanos eran solo una teoría. Un estudio realizado en la universidad de Chicago
mostró que las mujeres que viven juntas pueden alterar la temporalización de los ciclos menstruales de
las otras. Este fenómeno, conocido como “sincronía menstrual”, ha sido informada durantes muchos
años por mujeres que viven en la misma casa pero no ha sido confirmado hasta 1998, cuando los
resultados de un estudio controlado fueron publicados en la revista Nature. Ver Angier (1998).
153
personas que irradian energía positiva. Son optimistas, entusiastas, con agallas, y rápidos sobre
sus pies. Tienen buenas voces y son altamente expresivos cuando las usan. La mayoría de estos
practicantes altamente exitosos son simplemente interesantes y divertidos. Y exhiben esas
cualidades que el resto de la gente quiere para sí mismos… (A pesar de sus aparentes diferencia
en estilo) ellos han estado haciendo esencialmente las mismas cosas – esto es, ser ellos mismos
y permitir que la fuerza y el poder de sus personalidades guíen lo que hacen. Todos los teóricos
inventaron estilos que les permitieron usar sus puntos fuertes.
La cualidad que Kottler describe como “poder personal” es similar a un rasgo discutido
anteriormente: la “presencia” del mediador173. La terapeuta y mediadora Lois Gold
(1993) describe la “presencia” estando compuesta de varias características (como se
describe de forma más completa en las notas finales):
1. Estar centrado174.
2. Estar conectado a los valores y creencias y altos propósitos de uno mismo.
3. Hacer contacto con la humanidad de los clientes.
4. Ser congruente175.
Estas cualidades, ella afirma, incrementan nuestra efectividad como mediadores y nos
permite controlar el potencial curativo del proceso de mediación.
Otro término para estas cualidades es “integración”, lo que definiríamos como una
cualidad del ser en la que el individuo se siente completamente en contacto con, y
capaz de poner en orden, sus recursos espirituales, psíquicos y físicos, en el contexto
de su relación con otras personas y con el medio ambiente que lo rodea176. Otros han
usado el término “prudencia” para describir esta cualidad. Como se discute en los
escritos de Jon Rabat-Zinn (1994), prudencia puede ser definido como “vivir en
armonía con uno mismo y el mundo”.
173
El mediador Gary Gill-Austern, describiendo la presencia como la características esencial que un
mediador debe poner sobre la mesa, define la presencia como “esa cualidad de la acción humana y el
comportamiento que trata el momento… esa cualidad de servicio que es tan viva, y tan grácil, y que
transforma a su agente en un precurso de lo que cura; esa cualidad de ser lo que se pierde a sí mismo
cuando encuentra al otro”. Ver Gill-Austern (1994).
174
“Centrarse” es un proceso familiar a cualquiera que ha intentado alguna vez lanzar arcilla en un torno
de alfarero: el primer paso es presionar la arcilla por ambos lados hasta que la masa giratoria rota
suavemente y puede ser modelada. Centrar la arcilla es similar a lo que los mediadores hacen cuando
empiezan una mediación: nosotros creamos una cierta atmósfera en la habitación, a través de nuestra
presencia personal, lo que tiene el efecto de centrar al mediador y los otros en la habitación.
175
Un elemento esencial de la congruencia es la autenticidad, comunicada en parte por el grado de
autenticidad de sentimiento que está presente entre los individuos. Por ejemplo, en una conversación,
nosotros sabemos a menudo en un nivel intuitivo si un individuo está realmente allí con nosotros y
comunicándose abierta, honesta y genuinamente. Otro aspecto importante de la congruencia es la
habilidad para comportarse en una forma que es apropiada para los clientes particulares que estamos
atendiendo. No es que nosotros como mediadores cambiemos fundamentalmente quienes somos. Sino
que acordamos con nuestros clientes el respeto de comportarse en una manera que crea seguridad e
inclusión para ellos como individuos, a pesar de su historial, apariencia o estado en la vida.
176
Ver también escritos de la materia de meditación budista, por ejemplo Tic Nhat Hanh (1987). No es un
accidente que el concepto de integración resuene con las enseñanzas del yoga, ya que ambos autores
han estado profundamente influenciados por esas escuela de pensamiento y práctica, y uno de los
autores ha realizado extensiva enseñanza del yoga. La palabra sánscrita “yoga” significa “yoke” o “unión”
y es similar al concepto de integración.
154
igualmente vital de la integración, desde la perspectiva de la mediación, es la constante
conciencia de nuestra conexión con la gente en cuyos conflictos mediamos. Esta
aproximación a la mediación paralela el desarrollo de la implicación mejorada por
algunos prácticos modernos de la psicoterapia, que se están alejando de un modelo
atomístico de la separación del terapeuta y el paciente hacia un modelo más sistémico
que enfatiza la implicación y la relación.
Así como los desarrollos en el campo de la psicología sugieren analogías útiles para
pensar sobre las cualidades personales del mediador, el desarrollo en el siglo pasado
de las ciencias físicas sugiere nuevas formas de mirar el impacto de esas cualidades
en el proceso de mediación. En la sección que sigue, discutimos un rango de
desarrollos científicos y su potencial utilidad como una lente para examinar el proceso
de mediación.
Uno no puede mantener por más tiempo la división entre el observador y lo observado (lo que está
implícito en el punto de vista atomístico que tiene que ver con cada uno de estos como agregados
separados de los átomos). Tanto el observador como lo observado son aspectos unidos e
interpenetrados de una realidad completa, que es indivisible… Lo que es necesario en una teoría
relativista es abandonar la noción de que el mundo está constituido de objetos básicos o “bloques
de construcción”. Tenemos que mirar al mundo en términos de un flujo universal de eventos y
178
proceso .
Análisis de sistemas. El análisis de sistemas ofrece otra metáfora para pensar sobre
esta química. El pensamiento de sistemas se volvió más ampliamente conocido en los
años treinta cuando los ecologistas empezaron a explorar los sistemas vivos como
177
La teoría cuántica se define ampliamente como una aproximación fundamental a la física para
estudiar y entender las leyes fundamentales y universales relativas a la materia y sus movimientos. Ver
por ejemplo, Bohm (1983: xiii y 66).
178
Ver también Bohm (1983: 113) y Bohm y Hiley (1993: 382).
155
entidades, en vez de examinar las partes más y más pequeñas de los organismos.
Como describe Fritjof Capra (1996: 29):
El análisis de sistemas (que caracteriza mucha de la ciencia del Siglo XX) rechaza la
aproximación analítica tradicional, que estaba basada en la idea de que todos los
fenómenos podían ser exitosamente estudiados como eventos mecánicamente
determinados. Un elemento clave de tal análisis era la reducción de los organismos y
otras materias a componente incluso más pequeños (ver Davies 1988: 9-13). El análisis
de sistemas implica el pensamiento contextual, en le cual las propiedades de las partes
de los sistemas no en enteramente intrínsecas a aquellas partes solas, y puede ser
completamente entendido solamente dentro del contexto del sistema completo179.
Una aplicación del pensamiento de sistemas puede ser vista en recientes desarrollos
del estudio de la evolución (Davies 1988: 21-34; Bohm 1983: 16-19 y Peat 1991: 94).
Como la mayoría de nosotros aprendimos en el colegio, Darwin basó su teoría
evolutiva sobre las ideas de la variación de la oportunidad y la selección natural; el neo-
darwinismo se expandió sobre estas ideas incluyendo el concepto de mutación
genética, aunque la teoría permanece basada en el concepto de la selección natural
(Davies 988: 107-115).
Los científicos Lynn Margulis y Dorion Sagan teorizaron que la creación de nuevas
formas de vida ocurre a través de este proceso simbiótico, y que la cooperación
continua y la dependencia mutua entre todas las formas de vida es el aspecto central
de la evolución (Margulis y Sagan 1986: 14-15).
La vista de la evolución como una competición crónica sangrienta entre los individuos y las
especies, una distorsión popular de la noción de Darwin de “la supervivencia del más fuerte”, se
disuelve ante una nueva visión de la cooperación continua, la interacción fuerte, y la mutua
dependencia entre las formas de vida. La vida no tomó el globo combatiendo, sino trabajando en
redes.
179
Como ya hemos mencionado, el pensamiento de sistemas encuentra expresión en el campo de la
psicología en la escuela de la psicoterapia de la Gestalt, que estaba basada en la premisa de que “los
organismos vivos… perciben las cosas no en términos de elementos aislados, sino como patrones
preceptúales integrados – todos organizados con significado, que exhiben cualidades que están
ausentes en sus partes” (Capra 1996: 32).
156
En el contexto de la mediación, el pensamiento de sistemas (conceptos tales como la
simbiogénesis) nos recuerdan la interdependencia de las partes y el mediador. Esto
puede parecer obvio. Sin embargo, mucha de la formación que los mediadores reciben
apunta en la dirección opuesta, con un énfasis en los intereses competitivos de las
partes en la resolución del conflicto180. Por supuesto, los mediadores alientan a las
partes a mirar sus propios intereses y buscar oportunidades para maximizar esos
intereses conjuntamente a través del intercambio mutualmente ventajoso. Pero hay un
vínculo más profundo entre las partes y el mediador, y el pensamiento de sistemas
sugiere formas en las cuales, incluso durante el relativamente breve periodo de la
mediación, influenciamos los intereses, metas, y necesidades del otro. En otras
palabras, cada episodio de resolución de conflicto es una oportunidad para la evolución
personal, llevada en cooperación con los que nos rodean.
180
Un ejemplo de esta tendencia en casi toda la formación en mediación actualmente es el énfasis sobre
los BATNAs de las partes (un acrónimo para Best Alternative To a Negotiated Agreement). Ver Fisher,
Ury y Patton (1991).
157
misma en un nivel de organización totalmente nuevo (ver Wheatly 1992: 76-90; ver
también Wheatley 1996: 20-21 y Prigogine y Stengers 1995: 48-50).
… nos lleva a adoptar una actitud de permanente vigilancia contra la tentación de la certeza. Nos
lleva a reconocer que la certeza no es una prueba de la verdad. Nos lleva a darnos cuenta de que
182
el mundo que todo el mundo ve no es sino un mundo que tenemos en común con otros .
Una posible aplicación de esta teoría para los mediadores viene en los primeros
estadios del proceso de mediación, cuando el mediador elicita de las partes un
resumen de lo que sucedió -por ejemplo, lo que les ha llevado a entrar en el proceso de
mediación en primer lugar-. La Teoría de Santiago y el concepto de autopoiesis
sugieren una forma diferente de entender este paso en el proceso. Para muchos de
nosotros, nuestra asunción operativa es que hay alguna realidad objetiva de lo que
sucedió. A menudo tratamos de discernir esa realidad de las explicaciones de las
181
Ver Maturana y Varela (1998: 46-47). Las células de nuestro propio cuerpo ofrecen un ejemplo del
proceso de “auto-hacerse”, mientras se rompen y construyen nuevas estructuras, tejidos y órganos en
ciclos constantes, incluso cuando mantenemos nuestra identidad fundamental, o patrones de
organización. “Muchos de estos cambios cíclicos ocurren mucho más rápido de lo que uno imagina. Por
ejemplo, nuestro páncreas reemplaza la mayoría de sus células cada veinticuatro horas, las células de
nuestro estómago son reproducidas cada tres días, nuestras glóbulos blancos son renovadas en diez
días, y el 98 por ciento de las proteínas de nuestro cerebro desaparecen en menos de un mes” (Capra
1996: 218.19).
182
Maturana y Varela escribieron: “Los autores de la Teoría de Santiago… afirman que… no hay
estructuras objetivamente existentes; no hay territorio previamente dado del cual podemos hacer un
mapa -el mapa se hace a sí mismo desde las características del territorio”. Ver también Capra (1996:
271).
158
partes, incluso si las explicaciones son incompletas o auto-servibles. Sin embargo, lo
que normalmente encontramos es que las partes en conflicto tienen visiones
ampliamente diferentes de lo que sucedió. La Teoría de Santiago sugiere que para
cada uno de nosotros la realidad es una creación única (Maturana y Varela 1998: 25-
30).
Estas teorías sugieren que cada sistema (y por tanto cada individuo) tiene una historia
diferentes y un proceso de organización en sí mismo. Nuestra visión del mundo es un
resultado de las influencias y experiencias completamente distintas que hemos tenido
en nuestras vidas y por tanto una percepción diferentes de la “realidad”. Dado que
nuestra cognición no almacena una “realidad” objetiva (que era la antigua visión
mecánica), nuestras explicaciones de “lo que sucedió”, en una mediación o en
cualquier otra parte, son un producto de nuestra propia creación de significado y orden.
Teoría del caos. Otra metáfora de las ciencias físicas que puede ser útil para pensar
sobre nuestra influencia como actores en el proceso de mediación es la teoría del caos,
que implica el estudio de sistemas que parecen tan complejos en sus detalles que
desafían la descripción y la explicación, tales como los ríos turbulentos, los patrones
atmosféricos, y la actividad ondulatoria cerebral (ver Peat 1991: 160 y siguientes; y
Davies 1988: 35 y siguientes). La teoría del caos tiene muchas implicaciones
sorprendentes, entre ellas en concepto de que cambios muy sutiles en una parte de un
sistema complejo (tales como las condiciones atmosféricas) pueden causar enormes
cambios dentro de ese sistema según el efecto del cambio inicial se multiplica. Esta
conclusión nació de los intentos de uno de los fundadores de la teoría del caos, Edgard
Lorenz, para crear un modelo de ordenador que pudiera predecir el tiempo.
Recordando un antiguo proverbio chino de que el poder de las alas de una mariposa se
puede sentir en el otro extremo del mundo, Lorenz demostró que los patrones del
tiempo son tan sensibles a cambios sutiles que desafían predicciones acertadas a largo
plazo, llevándole a preguntarse si el proverbio podría ser literalmente cierto (ver Davies
1988: 51 y Kaufman 1995: 73-74).
Para los mediadores, la teoría del caos sugiere que la infinita complejidad de los
sistemas de resolución de disputas en los cuales nos encontramos a nosotros mismos
tiene el efecto paradójico de limitar y extender nuestra habilidad para influenciar ese
sistema. Nuestra habilidad está limitada por el número de variables que trabajan -
159
simplemente no podemos entender todas las capas de experiencia, significado,
emoción e intención que los participantes (incluyendo al mediador) llevan a la mesa-.
Sin embargo, podemos tomar alguna medida de consuelo de la descripción de la teoría
del caos por un comentador (Wheatley 1996: 23), quien escribe:
No podemos dirigir un sistema vivo, sólo podemos molestarlo. En un sistema, lo más que
podemos hacer, cuando estamos intentando servir, es contribuir con un pequeño giro, ser una
pequeña distracción… No podemos decir a otro ser humano u organización humana lo que hacer
y esperar que lo hagan.
Esto no significa que un “pequeño giro” es todo lo que podemos hacer como
mediadores. Nuestras intervenciones algunas veces necesitan ser más potentes,
incluso contundentes. Sin embargo, en algunos casos, un “pequeño giro” puede ser
suficiente. En otras palabras, la efectividad de nuestras intervenciones a menudo
proviene no de su fuerza sino de su autenticidad. Cuando nuestras acciones como
mediadores -ya sean dirigidas a cuestiones mundanas o cuestiones que van al centro
de al cuestión- comunican un alto grado de autenticidad, presencia, e integración,
incluso la mas suave de las intervenciones puede producir resultados dramáticos.
Estos elementos comunes se corresponden con temas que creemos son relevantes
para el estudio y la práctica de la mediación como: (1) hay fenómenos en el trabajo de
la mediación que operan en un nivel de sutileza que solo hemos comenzado a
imaginar; y (2) que la mediación es un proceso que podemos entender mejor como un
sistema integrado en vez de cómo un conjunto de interacciones discretas entre los
individuos que actúan autónomamente.
Estos dos temas son relevantes para el punto de partida de las cualidades personales
del mediador y su impacto en el proceso. Por un lado, como se ha mostrado en los
estudios de los psicólogos de la programación neuro-lingüística y los estudios que
muestran el impacto de las feromonas humanas, nosotros como individuos nos
influenciamos los unos a los otros de formas tan sutiles que desafían la detección
consciente o el control. Lo que esto significa para los mediadores es que una vez que
hemos aprendido los principios básicos y habilidades de la mediación, y los hemos
practicado hasta el punto de que los sentimos como naturales, la siguiente frontera del
aprendizaje y desarrollo está dentro de nosotros mismo183.
183
Mientras hay currículum bien desarrollados centrándose en los dos primeros estadios del desarrollo
del mediador -habilidades y teoría- no sabemos de ninguna formación en mediación centrada en el
160
Segundo, nuestra influencia, y la influencia de las partes con las cuales trabajamos,
pone en marcha un proceso en el cual la visión de cada participante del conflicto y de
los otros está inmutablemente alterada. Esto no es una calle de una sola dirección las
visiones del mediador pueden ser influenciadas por las partes tanto como en el sentido
opuesto. Demasiado a menudo, cuando intentamos entender o analizar el proceso de
mediación, sacamos fuera a mediador, o los compañeros de conflicto, o el contenido de
la mediación, o el tipo de mediación o las técnicas usadas, o la teoría particular de
mediación seguida. Una aproximación más fructífera puede ser examinar el proceso
contextualmente, buscando entender las relaciones que están evolucionando y
apareciendo según el proceso se desarrolla.
1. Ofrece un modelo positivo para las partes -trayendo paz, si puedes, a la mediación.
2. Por medios sutiles que son más fácilmente descritos que entendidos, la presencia
del mediador “integrado” enfoca a las partes y el proceso de mediación en una
dirección más positiva.
Si somos pacíficos, todo el mundo en nuestra familia, nuestra sociedad completa se beneficiará de
nuestra paz.
desarrollo personal. Aunque está más allá de lo que pretendemos describir en este artículo, alguna
consideración del diseño de tal currículum sería, en nuestro punto de vista, ventajoso desarrollarlo. Así
como hay muchas aproximaciones a la formación en las áreas de las habilidades de la mediación y la
teoría, podemos imaginar muchas aproximaciones de formación centradas en el tercer estadio del
desarrollo del mediador.
184
Este cambio fundamental en la forma en la que vemos nuestra participación en la mediación es
también sugerida por la etimología de la palabra “conversación”. Deriva de la palabra latina conversari,
que significa “acercarse a”, hecho de vertere, significando “volverse”, más con, significando “juntos,
entre” del Diccionario del origen de las palabras de J. Shipley (New York: Philosophical LIbrary, 1945:
95). Por tanto, conversación era originalmente el acto de volverse hacia los otros. Esta es la base
mediante la cual la palabra se conectaría con la intimidad física y nos llevaría al anciano crimen de la
“conversación criminal”. Por tanto, una conversación auténtica es una en la cual nos “acerca a” nuestros
compañeros en la conversación. Somos impactados por una auténtica conversación cuando impactamos
a otros en una auténtica conversación. De otro modo, nosotros como mediadores nos mantenemos
separados y aparte de la conversación de la mediación, y la mediación no será un proceso integrado.
161
ayudarlos a alcanzar una solución, el mediador tiene una oportunidad extraordinaria
para influenciar la dirección de las interacciones y discusiones de las partes.
Las cualidades personales del mediador por tanto afectan su habilidad para navegar a
través del conjunto de emociones, acusaciones, y recriminaciones que las partes traen
a la mesa. Las cualidades que hemos descrito como “integración” permiten al mediador
ser consciente (y aceptar) las limitaciones no solamente de las visiones parciales de las
partes (o lo que algunos consideran “distorsionadas”), sino también sus propias
visiones parciales.
Considere aún otra metáfora del trabajo del mediador: la de un médico. El doctor
Jerome Groopman, un oncólogo e investigación del SIDA en el Hospital de Boston Beth
Israel / Deaconess, es conocido como un físico de “último recurso” -un sanador al que
otros médicos envían pacientes cuya condición parece estar más allá de cualquier
tratamiento-. Lo siguiente es una descripción del doctor Groopman (1997: 8-9) de sus
procedimientos de diagnóstico, empezando con su conversación con un paciente cuyo
nombre es Kirk:
“Quiero oír la historia directamente de usted -no del historial- y en detalle… Después le examinaré.
De arriba abajo. Después de eso, pensaremos esto juntos…”
Haciéndole repetir su historia médica y exámenes físicos por cuarta vez, no estaba realizando un
ritual… Incluso si no descubro ningún hecho físico nuevo, hay un camino que se toma cuando
162
escucho a un paciente recordar su historia y cuando toco su cuerpo. Era un viaje a los sentidos -
escuchar, tocar, ver- que me llevó a otra dimensión, la de la intuición.
Planeaba caminar deliberadamente los pasos de la vida de Kirk -… su educación, la naturaleza de
su trabajo… el estatus de sus relaciones personales, las vicisitudes de su enfermedad actual y las
previas y los tratamientos- y durante unos breves pero iluminados momentos me convertí en parte
de su experiencia.
Después de imaginar su pasado a través de su historia recontada, estaría preparado para entrar
en su presente a través del examen físico. Mis manos presionarían profundamente en su abdomen
para marcar la anchura y textura de sus órganos internos; mis ojos mirarían más allá de sus
pupilas para leer los barómetros de la presión cerebral y el flujo de sangre de sus retinas; mis
185
oídos, unidos por el estetoscopio, escucharían el timbre de su corazón .
Esta es una pregunta que, en nuestra visión, debe ser contestada individualmente.
Algunos han encontrado la respuesta en prácticas tales como la meditación, el yoga o
las disciplinas religiosaza; otros, en la búsqueda psicológica u otras avenidas de
crecimiento personal y auto-descubrimiento186. Desarrollar estas cualidades requiere
focalización e intención. Mientras nos centramos en entender e interpretar nuestras
propias profundidades, desarrollamos una mayor habilidad para estar presentes con
una variedad de conflictos mayor y mayor. Desarrollamos una maestría sobre nosotros
mismos y por tanto sobre los procesos de apoyo en la resolución de conflicto.
Obviamente hay muchos caminos para una mayor conciencia, y nuestro propósito
discutiendo este aspecto del desarrollo personal no es apoyar ninguno de ellos. Sin
embargo, sugeriríamos que el creciente interés en esta dimensión del trabajo del
mediador, como se evidencia por el creciente número de artículos sobre la
espiritualidad y la mediación, refleja una dirección significativa en la cual nuestro campo
está evolucionando (por ejemplo, ver Zumeta 1993 y Gold 1993).
185
El rol de la intuición, como describe Dr. Groopman, es, por supuesto, una característica importante del
trabajo del psicoterapeuta. Ver Reik (1983), que describe el rol vital creativo que la intuición juega en el
proceso del análisis.
186
En Los siete hábitos de la gente altamente efectiva (1989), Stepehn R. Covey discute la varias
técnicas usadas por los individuos para “afilar la aguja” -física, mentalmente, emocionalmente y
espiritualmente. Kenneth Wilbur da la siguiente descripción de un proceso que encuentra útil para
alcanzar un algo nivel de auto-entendimiento: “Mi vida no es simplemente una serie de eventos objetivos
que se presentan ante mí como muchas rocas en una simple localización a las que se supone que tengo
que mirar hasta que soy capaz de ver las superficies más claramente. Mi vida incluye un componente
profundamente subjetivo que debo entender e interpretar para mí mismo. No es solamente superficies;
tiene profundidades. Y mientras las superficies pueden ser vistas, las profundidades deben ser
interpretadas. Y cuanto mas adecuadamente interpreto mis propias profundidades, mas transparente mi
vida se volverá para mí. Cuando más claro puedo ver y entenderla, menos de sorprende, y me duele en
su opacidad”. K. Wilbur, Una breve historia de todo 93 (1996).
163
desarrollo de estas cualidades en todos los aspectos de la vida. La presencia es una
cualidad que puede ser desarrollada en todas las áreas de nuestra vida. En el calor de
cualquier conflicto personal, uno puede trabajar en el desarrollo de la capacidad de
estar presente en cada aspecto de ese conflicto, mientras de separa del propio punto
de vista y aprender a distinguir los pensamientos propios de las emociones, de las p
percepciones, del punto de vista de nuestro compañero, para entra en una visión más
amplia, más integrada -en las palabras de Tic Nhat Hanh (1987: 1) “ser paz”.
Desarrollando la cualidad de nuestra propia presencia en cada aspecto de nuestra vida,
no solamente expandimos nuestra capacidad de traer esa presencia de paz en nuestro
trabajo como mediadores, también desarrollamos nuestra habilidad para llenar nuestra
propia vida.
CONCLUSIÓN
Hemos descrito tres estadios de desarrollo que nosotros y otros mediadores hemos
experienciado: (a) formación en las habilidades básicas de la mediación; (b) desarrollo
de un mayor entendimiento intelectual del proceso; y (c) búsqueda del desarrollo de
cualidades personales que nos hacen más efectivos en la resolución de disputas.
También hemos descrito algunos desarrollos de las ciencias sociales y físicas que nos
ofrecen metáforas útiles para pensar sobre el conflicto y su resolución. Estas metáforas
nos permiten ver más claramente cómo el mediador es parte inevitable del conflicto que
intenta resolver. Esta forma de entender el proceso de resolución de disputas nos
informa de que las cualidades personales del mediador pueden ser influencias para
modelar ese proceso y su resultado.
Las cualidades personales que nos asistirán para convertirnos en mejores mediadores
no son las mismas para cada uno de nosotros, ni lo serán nuestros caminos para
conseguirlas. Hemos intentado describir en este artículo aquellas cualidades -auto-
conciencia presencia, autenticidad, congruencia, integración- cuyo desarrollo conlleva
la “tercera tarea” en nuestro progreso como mediadores. Sin embargo, cualquier intento
de describir estas cualidades elusivas puede quedarse corto. Entender qué son las
cualidades y por que funcionarán siempre será altamente personal y situacional -un
producto del momento y de la gente. Desarrollar esas cualidades es un proceso de
tiempo, intención, y disciplina, y viene, en nuestra visión, no de la búsqueda intelectual
o la escuela sino de la experiencia. Parafraseando a Oscar Wilde, éstas son cualidades
que pueden ser aprendidas pero no enseñadas.
164
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166
PLANTEAMIENTO MULTIFACTORIAL PARA LA MEDIACIÓN E INTERVENCIÓN EN
CONTEXTOS MULTICULTURALES: UNA PROPUESTA METODOLÓGICA DE
SUPERACIÓN DEL CULTURALISMO187
Todo individuo es, en cierto sentido, como todos los otros, como
algunos otros, como ningún otro (Kluckholn y Murray 1948).
Todo conflicto humano es, en cierto sentido, como todos los otros, como algunos
otros, y como ningún otro. Los conflictos son universalmente similares,
culturalmente distintivos e individualmente únicos - simultáneamente,
invariablemente y fascinantemente! (Augsburger 1992).
INTRODUCCIÓN
187
Texto originalmente publicado en el libro La inmigración en España: contextos y alternativas
(Granada, 2003) del que son editores F.J García y C. Muriel y que recoge las ponencias presentadas en
el III Congreso sobre la Inmigración en España celebrado en Granada en noviembre de 2003.
188
Recientemente (2 al 4, octubre, 2002) se ha celebrado el Primer Congreso Internacional de Mediación
Intercultural, organizado conjuntamente por el Area de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid y
el Programa Migración y Multiculturalidad de la Universidad Autónoma de Madrid, con más de 400
participantes, lo que idea del interés por este campo.
167
últimos cinco años con un equipo de mediación intercultural189, en esta ponencia se
propone una perspectiva de aplicación metodológica que trata de ser útil para esa
nueva modalidad de intervención social que es la mediación, pero también, con un
destinatario más amplio, para los profesionales y agentes de la intervención social y de
la dinamización comunitaria. Por razones de claridad y oportunidad, el texto remite
exclusivamente al ámbito de la mediación intercultural, pero consideramos fácil su
aplicación por los interesados en general en proyectos e iniciativas en contextos
multiculturales.
189
Me refiero al Servicio de Mediación Social Intercultural (SEMSI) del Ayuntamiento de Madrid, cuya
gestión corresponde al Programa Migración y Multiculturalidad y a la Fundación General de la
Universidad Autónoma de Madrid.
190
Ojalá estas ideas sobre personas, situaciones y culturas, puedan servir también a los profesionales de
la intervención social y otros agentes sociales que, sin ser mediadores en el sentido formal, desarrollan
su labor en contextos multiculturales.
191
Dicho más explícitamente, y en lo que respecta al campo de la mediación, esta perspectiva
multifactorial puede integrarse en esquemas de negociación tipo Fisher -Ury, en metodologías
trasformativas como las de Bush y Folger o en modelos narrativos como el de Sara Coob.
168
expondremos una serie de consideraciones sobre cómo incorporar este planteamiento
multifactorial al proceso práctico de mediación.
Violet, una mujer nigeriana, llegó a los servicios sociales de su municipio demandando
orientación sobre los trámites a seguir para conseguir plaza para su hijo Junior, de dos
años, en la Escuela Infantil del barrio. El año anterior había solicitado una plaza pero le
fue denegada debido a la gran demanda que hubo y por no alcanzar la puntuación
necesaria para que su hijo fuera admitido. Expuso que no podía costear una guardería
privada. Según contó Violet a la trabajadora social, quería volver a trabajar por horas
en el servicio doméstico pero para ello necesitaba que su hijo estuviera atendido
durante la jornada de trabajo. Había encontrado la posibilidad de trabajar 20 horas
semanales limpiando en tres casas. No buscó otro tipo de trabajo, aunque lo deseaba,
porque tenía un permiso de residencia por reagrupación familiar que su esposo había
solicitado hacía tres años. Para poder aceptar el trabajo debía de encontrar un lugar en
el cual su hijo pudiera estar atendido durante su horario laboral.
Después de ofrecer a Violet toda la información que tenía sobre guarderías y ayudas, la
trabajadora social le pidió que fuera a ver a la mediadora por si ella conocía alguna
solución alternativa que le permitiera organizarse para trabajar. Mediadora y usuaria
mantuvieron una entrevista en la que Violet realizó la misma demanda, la mediadora
trató de pedirle más información sobre su situación familiar, económica y social y la
información que obtuvo la consiguió con dificultad.
169
Para cuando se atendió su caso, Kenneth llevaba siete años y medio en España. Había
llegado solicitando refugio político, el cual le fue denegado, comenzando su proceso de
integración partiendo de una situación de “sin papeles” hasta lograrlos, conseguir un
trabajo digno, casarse, reagrupar a su mujer y alquilar una vivienda propia. Violet por
su parte, había llegado a España hacía tres años y medio, habiendo conseguido
entonces un trabajo rápido. Se quedó embarazada y dejó las casas en las que limpiaba
un mes antes de dar a luz a Junior y desde entonces no ha vuelto a trabajar
dedicándose a cuidar al pequeño. Sin embargo, ante la situación de crisis familiar y el
deseo de cierta independencia económica ha vuelto a ofertar sus servicios en la
parroquia del barrio y tiene la posibilidad de conseguir unas 20 horas de trabajo
semanales, pero no tiene quien le cuide al chaval. Tras esta primera entrevista
decidieron verse en una semana.
Días después, la mediadora se encontró con Violet y su marido en una actividad que
organizaba una asociación de su barrio. La mediadora reconoció enseguida al marido,
que dos meses atrás se dirigió a ella para pedirle información sobre trabajo y cursos de
formación para el empleo. Los tres comenzaron a hablar del hijo de ambos y de las
pretensiones de Violet de llevarle a una Escuela Infantil. La conversación enseguida se
volvió muy tensa. En un momento determinado Violet bajó la mirada, agarró al hijo con
fuerza y expresó su deseo de trabajar y ganar dinero. La mirada de Kenneth se
endureció y contestó a su esposa “que lo que tenía que hacer era atenderle bien y no
como lo había hecho hasta ese momento”. La mediadora, previendo una escalada del
conflicto e intuyendo la necesidad de la pareja de hablar sobre sus problemas les
propuso dejar al hijo al cuidado de unos amigos y escucharles en una sala apartada en
la asociación.
La mediadora preguntó a Violet que había hecho después de que Kenneth le pegara:
manifestó haber ido al médico, el cual le sugirió formular una denuncia, opción que ella
rechazó porque pensaba que le complicaría la vida. Según planteó Violet, el colectivo
de amigos inmigrantes procedentes de su país la rechazarían sin duda por enfrentarse
al marido, no podría trabajar porque no tenía permiso de trabajo y perdería a su hijo, la
familia de Kenneth en origen y la suya propia la rechazarían también y nada de eso le
convenía más que seguir callando y tratar de independizarse poco a poco si las cosas
no mejoraban. Tras todo esto, la mediadora decidió seguir hablando con Violet y
Kenneth para tantear que tipo de intervención debía de seguir a continuación.
170
1.3 Breve comentario inicial
De momento no haremos más que tres apuntes. En primer lugar, el caso muestra que
la diferenciación etnocultural como requisito previo para que hablemos de mediación
intercultural (Giménez 1997) hay que entenderlo en sentido amplio: aunque en la pareja
de Violet y Kenneth hay proximidad cultural (ambos son nigerianos y de la misma
ciudad) no debe perderse de vista que sus grupos étnicos son diferentes. En todo caso,
aunque fueran también de la misma etnia, nuestros protagonistas: a) viven su
problemática en un contexto migratorio (hay que insistir en que la cultura de origen no
es lo misma que la cultura en destino) y b) se relacionan con unos servicios sociales,
un barrio y una escuela ubicados en otra tradición histórica, sistema jurídico y contexto
sociocultural.
Este caso muestra vivamente también algo que los mediadores observan una y otra
vez: la multiplicidad de elementos involucrados. En el caso de Violet y Kenneth
estamos ante trayectorias migratorias, proceso de reagrupación, necesidades
económicas, cambios de domicilio y agrupamiento doméstico, acceso al sistema
educativo, prácticas de mal trato, justificación cultural, influencia de la red de amigos,
etc, etc.
Por otra parte, el caso también muestra que el hecho de ser nigerianos y negros, de ser
percibidos como “muy diferentes”, de aparecer justificaciones de tipo cultural, pueden
constituir puntos de partida de lecturas, valoraciones o interpretaciones basadas
exclusiva o predominantemente en clave cultural. Se presentan varias posibilidades.
Por ejemplo, el profesional puede no entender bien que es lo que está en juego en
cuanto a roles de género, sabiendo o intuyendo que están pautados según cultura de
origen (África subsahariana, Nigeria) y quizás en los grupos étnicos de cada cual. Otra
posibilidad es tratar de explicar toda la situación por el machismo de él, refiriendo éste
“naturalmente” a su origen. Incluso, sentir que se puede estar faltando al necesario
respeto a la diferencia e identidad del otro, etc. A partir de todo ello, es por lo que
consideramos conveniente un planteamiento metodológico en mediación intercultural e
intervención social en contextos multiculturales que distinga (e interrelacione) las
variadas dimensiones y factores.
2. TIPOLOGÍA DE FACTORES
Todo mediador sabe bien que en los procesos reales de mediación están presentes
multitud de aspectos y circunstancias. Esto mismo puede generalizarse para los
trabajadores sociales, educadores, etc. La situación y problemática que motiva la
acción está envuelta, como ocurre con todo fenómeno social, en contextos complejos.
En cada una de las partes existen por lo demás distintas percepciones, emociones e
intereses, en los que pesan sus trayectorias y pautas sociales y culturales. A todo ello
hay que añadir las variables que afectan al mediador o mediadora: su personalidad,
estilo de mediación y bagaje cultural están, de una u otra forma, presentes. ¿Cómo
tener en cuenta, y lo más sistemáticamente posible, todo este conjunto de variables y
aspectos?.
171
étnicos, lingüísticos, religiosos, socioraciales y nacionales diferentes) sea relevante,
esto es influya de forma significativa en la relación, conflicto o problemática de que se
trate (Giménez 1997). De todo ello se deduce la necesidad de ponderar
adecuadamente el peso de lo cultural: exagerarlo nos conduce a explicaciones falsas, a
generar más división aún, a una mediación culturalista en definitiva. No darle todo su
peso a lo cultural, nos lleva a la insensibilidad, a la falta de reconocimiento de las
partes y en definitiva a practicar una mediación etnocentrista.
ELEMENTOS
ELEMENTOS
172
HACIA UNA METODOLOGÍA MULTIFACTORIAL EN MEDIACIÓN INTERCULTURAL
FACTORES INTERVINIENTES
FACTORES
FACTORES SITUACIONALES
PERSONALES
PROCESO DE
MEDIACIÓN
INTERCULTURA
L
FACTORES
CULTURALES
El mediador siempre trata con personas y de ahí la importancia de tener bien presente
su manera de ser, sus maneras de pensar, sentir, reaccionar, comunicarse, etc. Siendo
esto válido para la mediación más estrictamente “interpersonal”, también lo es cuando
la mediación tiene un sentido comunitario, social, en políticas públicas. Aunque se esté
mediando entre grupos, entre individuo y grupo o entre individuo e institución, las
personas particulares están siempre presentes.
Decimos también abordar adecuadamente dado que una vez identificadas esas
variables y su influencia en el proceso, el mediador deberá disponer las acciones
pertinentes en forma de preguntas, reformulaciones, legitimaciones, sugerencias,
propuestas, etc. Y no sólo detectar y abordar adecuadamente, se trata de que el /la
mediador/a se anticipe, sepa y sea consciente de que esas variables idiosincrásicas
están ahí y van a estar ahí, teniendo un dispositivo de “alerta” y espera ante ellas.
174
Listado 1
EJEMPLIFICACION DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE* DE
PERSONALIDAD
1.- Autopercepción o idea de sí mismo
2.- Pautas de percepción del otro y de lo ajeno
3.- Actitudes básicas del individuo
4.- Pautas habituales en el comportamiento
5.- Talante: agresividad /conciliación
6.- Habilidades sociales
7.- Sentimientos y estructura afectiva y emocionalidad.
8.- Axiología o “escala de valores” de la persona
9.- Filosofía particular de la vida
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez
Caracterización.- Antes de analizar en qué manera suelen ser significativos este tipo de
rasgos más directamente vinculados a lo personal, señalemos algunas de sus
características:
La forma de ser de ambos es producto de sus historias personales, buena parte de ella
fuera del contexto migratorio. No podemos narrar aquí sus historias personales , pero sí
indicar que aunque se conocieron de jóvenes en el barrio y luego en la universidad,
Viollet y Kenneth fueron enculturados en familias de diferentes características y
orientaciones en cuanto a socialización.
Con distintos niveles de arraigo y expresión. Los factores personales pueden estar más
o menos formados o arraigados en el individuo, en función por ejemplo de su edad. A la
hora de tenerlos presentes en la acción mediadora, convendrá analizar si son rasgos
total o débilmente encardinados en el individuo, desde muy antiguo o recientemente.
Por ejemplo, en el caso de referencia intuimos que mientras Kenneth mantiene pautas
de comportamiento en el contexto de migración, en Viollet algunos aspectos de
búsqueda de una mayor igualdad entre esposos se han estimulado o despertado en el
nuevo contexto.
175
• Haber influido -generalmente junto a otros elementos- en la génesis de la
problemática tratada (origen del conflicto, etc).
• Influir de forma significativa en la imagen, percepción o actitud hacia la otra parte.
• Condicionar el tono general de la comunicación y discusión, tanto entre las partes
como con la mediadora.
Presentar una dificultad y oportunidad para ser tenida en cuenta por el/la mediador/a.
operantes SITUACIONALES
CULTURALES
Las culturas -ni como campo de la realidad humana o realidad social, ni como concepto
que trata de acotarlo- son un todo homogéneo sino que cada cultura tiene una
diversidad interna. Ese bagaje de conductas aprendidas y modos de significación de la
realidad que toda cultura implica, no es vivido por igual por todos sus miembros sino
que es compartido diferencialmente en función de variables como la edad, el sexo, la
región de origen, la ocupación, la clase social, etc. Por eso, además de la existencia de
subculturas o microculturas, hay que partir de cada persona y subgrupo vive, aplica,
desarrolla de forma genuina, las formas de ser, pensar, decir y sentir (pautadas
culturalmente). Kenneth y Violet son nigerianos en Madrid pero lo son de forma
diferente al resto de los nigerianos en Madrid. Cada uno de ellos es expresión genuina
de su cultura: son jóvenes, universitarios, de clases medias, etc.
En definitiva, aunque por una parte estamos aquí en el reino de lo muy particular, de lo
genuinamente particular, puesto que toda persona solo es idéntica a sí misma, por otra
parte a nadie se le ocultan las conexiones complejas y sutiles entre personalidad,
situación y cultura. Esas conexiones complejas y sutiles son las que debe descubrir el
mediador o mediadora, con ellas debe estar familiarizado y acostumbrado, y cada
nueva acción mediadora debe ser una fuente de enseñanza sobre ese particular.
Cuando decimos contexto nos referimos, más precisamente, a los múltiples niveles o
conjunto de contextos, desde los más inmediatos a los más lejanos, desde la familia y
el entorno urbano hasta la estructura social, la arena política y el debate ideológico en
la sociedad, desde el contexto regional y nacional al internacional, desde el local al
global, tratando el mediador de captar lo “glocal”.
177
posiciones en los que los sujetos están envueltos: familiares, laborales, de movilidad
espacial, asociativos, políticos, etc.
Denominación.- Al igual que en el grupo anterior, nos parece útil hacer algunas
aclaraciones terminológicas de cara a precisar las características peculiares de este
segundo grupo de factores.
Otras denominaciones que, en principio, podrían utilizarse para este segundo grupo de
factores son las de factores “sociales”, “socioeconómicos” o “sociológicos”, si bien
preferimos la de situacionales por las siguientes razones. En la categoría de situacional
incluimos aspectos económicos jurídicos, políticos o ideológicos – como serían en un
determinado país, la estratificación clasista, su legislación de extranjería, las
concepciones de la democracia y los debates sobre la identidad nacional – amplitud
que podría no reflejarse suficientemente en expresiones como “factores sociales” o
“socioeconómicos”.
Identificación.- Cuando las partes del proceso de mediación son sujetos individuales –
o al menos una de ellas- los elementos de la realidad que se engloban entre los
factores que denominamos situacionales tienen mucho que ver con los niveles de
calidad de vida y de bienestar social de las partes presentes en el proceso de
mediación. El Listado 2 enumera algunos de ellos. Para el caso de sujetos colectivos –
grupos o instituciones – el listado sería diferente.
Listado 2
EJEMPLIFICACION DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE
SITUACIONALES
(Para el caso de sujetos individuales, no para grupos o instituciones)
1.- Situación familiar
2.- Situación económica
3.- Situación residencial
4.- Situación laboral
5.- Situación de género
6.- Situación de edad
7.- Clase social
8.- Prestigio social
9.- Poder e influencia
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez
178
En el caso, por ejemplo, de un inmigrante o persona de origen extranjero podríamos
mencionar entre los factores situacionales pertinentes los siguientes: (obsérvese como
algunos son absolutamente comunes con el autóctono y otros son bastantes
específicos, concretamente el 1, 3 y 8)
Listado 2 bis
EJEMPLIFICACION DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE*
SITUACIONALES EN LOS INMIGRANTES
1.- Estatuto jurídico: irregularidad, precariedad, en trámite, etc.
2.- Nivel de ingresos de la persona y la familia
3.- Compromiso económico con familiares y otras personas en origen
4.- Condiciones de trabajo (jornada laboral, existencia o no de contrato, explotación...)
5.- Condiciones de vida (habitación alquilada, hacinamiento, infravivienda, etc)
6.- Desarrollo escolar (“performance”)
7.- Situación de salud y acceso al sistema sanitario
8.- Proyecto migratorio, estrategias y expectativas
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez
El caso de Violet y Kenneth muestra varios aspectos situacionales claves para poder
entender el conflicto de la pareja. Veamos, por ejemplo, las cuestiones económicas.
Los primeros años que Kenneth estuvo solo en Madrid, antes de que viniera ella, vivió
en pisos compartidos. Lo que ganaba en su trabajo le era suficiente para: a) cubrir sus
gastos de emigrante (comida, alquiler, etc) y b) enviar remesas a sus familias, las
cuales iban siendo utilizadas para la construcción de una casa. Su esquema económico
cambió drásticamente tras la legada de ella. Se fueron a otra casa, compartida con otra
pareja de paisanos. El gasto de alquiler subió. Cuando nació Junior, los gastos
volvieron a subir. Recuerdo, por ejemplo, el día que comentaron lo caro que era un
cochecito de niño y, en general, criar a un hijo en España.
Ese aumento de gastos coincidió con una disminución de ingresos por el desempleo de
Kenneth. Además de la angustia y situación estresante que los apuros económicos y
laborales causan en cualquier familia, en el caso de un emigrante puede estar
agravado – como era el caso de Kenneth – por una parte, por la forzada y no deseada
interrupción del envío de remesas a la familia, con todo lo que ello conlleva de
compromiso moral y de imagen de éxito en la aventura migratoria; y, por otra parte, con
el riesgo de devenir otra vez irregular ante las dificultades en la renovación del permiso
de trabajo. Vemos que la situación económica de la familia, se conecta con el
alojamiento, las relaciones con amigos, la relación con la familia en origen, el estatuto
jurídico, etc.
Lo que queremos enfatizar aquí es que todos esos elementos son más situacionales
que estrictamente culturales y menos aún personales. Por supuesto, que el bagaje
cultural y la personalidad de nuestros protagonistas influyen y están presentes, por
ejemplo, en la interpretación y en la vivencia de esas situaciones. Un factor de situación
como puede ser la precariedad económica puede hacer “saltar” cuestiones de carácter
cultural o darles más relevancia, como son las obligaciones que cada miembro tiene
respecto a su género, lo cual está pautado culturalmente. Desde que Kenneth no
ingresaba el mismo dinero en casa, ella le criticaba no cumplir con sus papeles
masculinos de esposo y padre de familia, mientras que él a su vez le recriminaba a ella
no cumplir sus papeles femeninos que como mujer tenia asignado: preparar las
179
comidas, esperarle a la llegada a casa. Ella fundamentaba su cambio de actitud en que
él había dejado de cumplir a su vez su papel.
Lo importante y útil, tanto para hacer bien la mediación como para comprender bien el
fenómeno migratorio y las relaciones interétnicas, es identificar todos los elementos
presentes, darles su justo peso y relevancia, analizar como interaccionan, no
confundiendo las cosas y no cayendo ni en culturalismos ni en psicologismos.
Remiten al contexto, o más bien a los contextos, en los que el individuo vive mientras
está ocurriendo la acción mediadora ( o ha vivido previamente): contextos legales,
institucionales, sociales, políticos, ideológicos, etc.
Por solo tomar los contextos migratorios, es fácil ver los elementos de desigualdad de
derechos, oportunidades, expectativas, que ellos conllevan en la Europa actual. Todo
ello pesa en una pareja, cuya situación y problemática no debe quedar reducida ni a su
“forma de ser” en lo personal o en lo cultural, con ser estos hechos diferenciales
también relevantes.
192
Para un desarrollo de esta distinción de ejes o dimensiones de la realidad humana en cuanto a
diversidad, véase Giménez (1997 y 2000). Una síntesis publicada en España puede leerse en Giménez
(2002).
180
• Condicionar, en mayor o menor grado, el comportamiento de las partes durante el
proceso de mediación. Por ejemplo, en un momento determinado y aunque el motivo
de la sesión era para la plaza en la guardería, la desesperación le hace mostrar a
ella que ha sido objeto de malos tratos.
• Configurar una determinada relación de igualdad o desigualdad entre las partes,
influyendo en las relaciones y percepciones de jerarquías, subordinaciones o
desequilibrio
En el caso que nos sirve de ejemplificación, nótese que él no niega sino que justifica
los moratones y arañazos como algo que ella sabe que él “está obligado a hacer”,
como algo “que a ella le inculcaron de pequeña”, que si no obedecía y “respetaba” a su
marido , éste debería recurrir a lo necesario con tal de corregirla, etc. Estamos aquí
ante una situación de mal trato – con todo lo que de universal y de singular tiene en
cada caso – con los intentos consiguientes de justificación y legitimación en términos
culturales. No podemos abordar con detalle estas complejas cuestiones. Solo
indicaremos, en términos generales, que es preciso superar el relativismo cultural y
ético extremo – y en esa línea la perspectiva intercultural tiene mucho que aportar. En
términos concretos, añadiremos que fue de gran utilidad para la mejora de la relación
entre ellos, informar a él con rigor que esa conducta constituía un delito y que se
arriesgaba a mucho sin persistía en esa línea.
193
Sobre el concepto de Cultura puede consultarse distintos manuales de antropología social. Una obra
reciente dedicada a sus usos e importancia es el texto de Kuper (2001). Por mi parte, he tratado de
ofrecer en algunos textos una síntesis de este concepto y su operacionalización para profesionales de la
intervención social. Por ejemplo, Giménez (1994). O también Cultura en Giner; Lamo de Espinosa y
Torres (1998).
181
rasgos que configuran determinados sistemas y mecanismos de identidad y/o
identificación así como de pertenencia a dicho grupo, y, en lo relativo a instituciones,
los factores culturales se expresan en la microculturas institucionales (ocupacionales,
corporativas, organizacionales).
Denominación.- Al igual que en los grupos anteriores, puede ser útil aclarar porqué no
utilizamos otros términos posibles como factores “étnicos”, “etnoraciales”,
“etnoculturales” y “antropológicos”.
Identificación.- Al igual que ocurre con los factores personales y situacionales, resulta
excesiva y peligrosamente esquemático identificar estos factores y más aún hacerlo de
forma enumerativa. Esa prevención es aún mayor en este tercer grupo, cuando la hace
un antropólogo, como es el caso del autor. No obstante, considero conveniente hacerlo
insistiéndole al lector y al mediador o mediadora que lo que se persigue no es más que
mostrar un campo de variables diferente a los otros. En este caso, una ventaja
adicional de ofrecer un listado orientativo es contribuir a superar la idea de que los
factores culturales son exclusivamente los relacionados con aspectos de cultura folk,
tradiciones exóticas o costumbres rituales. Al comienzo del listado, se plantean aparte
los sistemas de normas y de valores para indicar la “transversalidad “ que tienen: hay
normas y valores ligados al sexo, la economía, el parentesco, etc.
Listado 3
IDENTIFICACIÓN DE ALGUNOS FACTORES PREDOMINANTEMENTE*
CULTURALES
A.- Normas; prohibiciones y prescripciones
(dieta, comensalidad, vestido, celebraciones, etc)
B.- Estructura y jerarquía de valores
1.- Roles y estereotipos de edad
2.- Roles y estereotipos de género
3.- Sistemas de parentesco, familia y herencia
4.- Concepciones y prácticas de intercambio, reciprocidad, redistribución, etc.
5.- Sistemas de jerarquía, autoridad y prestigio
6.- Lengua y pautas de comunicación verbal y no verbal
7.- Creencias y prácticas religiosas (espiritualidad)
8.- Otras concepciones y creencias (espacio, tempo, etc)
9.- Rituales y ciclo festivo
10.- Identidad étnica
*Nota: Cualquier factor tiene dimensiones de singularidad personal, contexto situacional
y pauta cultural
Elaboración: Carlos Giménez
Caracterización.- En tanto que rasgos culturales hay una remitencia entre lo conductual
y lo cognitivo, de tal forma que si estamos ante una conducta aprendida (por ejemplo,
comportarse como co-esposa) ésta tiene un trasfondo cognitivo (normativa sobre
182
poligamia), y si se trata de un modo de interpretación o significación de la realidad (por
ejemplo, la creencia en seres fantásticos) normalmente se expresa en determinados
comportamientos (como llevar amuletos).
En tanto que rasgos culturales han sido adquiridos a través del aprendizaje cultural y
de los procesos de socialización-enculturación.
Son compartidos con los demás miembros del grupo, pero eso sí se comparten
diferencialmente según sea la edad, sexo, clase social, ocupación, etc,. de la persona.
Aquí está el fundamento de afirmaciones anteriores de que en todo grupo cultural hay
heterogeneidad interna y de que cada persona es expresión genuina de su cultura.
Relevancia.- Examinar cual puede ser la relevancia de los factores culturales en los
procesos de mediación intercultural podría parecer un tanto tautológico u obvio, pero no
lo es en absoluto. Ya hemos indicado que la diferenciación cultural entre los
involucrados (en el sentido amplio explicado más arriba) es una condición necesaria
para que podamos hablar de mediación intercultural. Ahora bien, queda por ver de qué
forma o en qué grado influyen los respectivos bagajes culturales. Y hasta tal punto es
esto pertinente que, como otras veces he señalado, uno de los sentidos de la
intervención del mediador intercultural es mostrar que en ocasiones se está
exagerando o confundiendo esa influencia.
183
Una vez distinguidos y comentados los tipos de factores y su compleja interacción,
podemos pasar ya a los aspectos propiamente técnicos u operativos del análisis
multifactorial que proponemos. Las consideraciones que siguen van orientadas a
facilitar la aplicación del planteamiento multifactorial al proceso de mediación, o de
intervención y dinamización comunitaria, en su caso. Comenzaremos con algunas
ideas sobre su asumción por el mediador o mediadora, seguiremos con sugerencias
sobre cómo incorporarlo a las distintas fases del proceso de mediación y finalizaremos
con una recomendación final de síntesis.
1.- Ante todo, el/la mediador/a (u otro profesional o agente social) debe ejercitarse en
las habilidades para el manejo de estas dimensiones y factores.
De esa forma, y nos atreveríamos a decir que solo de esa forma, el /la mediador/a
podrá ayudar a las partes a ubicar su problemática, a tomar consciencia de porqué
ocurre lo que ocurre, a profundizar en cómo narran sus historias. Si esta “figura puente”
o “posición tres” que es la mediadora o el mediador, debe siempre estar atento a que
las partes superen sus casualidades simples, deberá él mismo o ella misma saberlas y
poderlas superar, yendo mucho más allá de las etiquetas y simplificaciones (“él es muy
machista”, “ella está muy sometida” y cosas por el estilo).
2.- Al inicio del proceso de mediación, identificar qué factores están presentes y cómo.
Algunas preguntas a plantearse en este punto por el/la mediador/a pueden ser de este
tenor:
184
• ¿qué influencia tienen los factores de uno u otro tipo?,
• ¿qué relevancia tienen esos factores identificados en la fase de inicio para cada
parte, para el problema o conjunto de problemas, para el proceso de mediación y
para las posibilidades del mediador?.
3.- Durante fases más avanzadas del proceso, estar atento a los factores que van
emergiendo y a las modificaciones que se introducen en los inicialmente presentes.
Si desde el principio es crucial captar la interrelación de los factores, ello se hace más
necesario y movilizador a medida que transcurre el proceso de mediación, sobre todo
ahora que han emergido significativamente nuevos aspectos y que ha habido cambios
en otras facetas de la relación establecida, de las actitudes de las partes, de la
formulación del problema o del surgimiento de propuestas u opciones.
• ¿de qué manera las partes enfatizan sucesos o aspectos relacionados con cada tipo
de variables?,
194
Decimos generalmente, pues hay metodologías como la empleada por ejemplo por Aldo Morrone, a
partir de la pregunta milagrosa y la definición de una situación de llegada satisfactoria, en las cuales
intencionadamente se obvia total o momentáneamente el preguntar a las partes por las causas del
problema.
185
• ¿cuándo, porqué, cómo y para qué se enfatizan por los involucrados las cuestiones
personales, los asuntos que se relacionan con las condiciones de vida (o cuestiones
situacionales) y determinados elementos de costumbre, identidad étnica o cultural, o
religión?,
• ¿cómo se mezclan en lo concreto esas tres dimensiones: la personalidad, la
situación y la cultura?.
BIBLIOGRAFÍA
186
SEGUNDA PARTE
CONSTRUYENDO LA MEDIACIÓN
INTERCULTURAL
187
188
PERFIL DEL MEDIADOR Y MEDIADORA INTERCULTURAL
PRESENTACIÓN
En 1990 se planteó la cuestión: “¿qué es un mediador?”. Hoy con el tiempo, las investigaciones y
las experiencias, hay que intentar plantear la pregunta de la identidad del mediador. Se trataba, en
1990, de establecer el perfil del mediador, su retrato robot; ahora se puede ir más lejos, no
solamente descubrir a un mediador ideal, sino establecer la identidad del mediador.
(…)
La identidad es más difícil cuando se trata de una profesión: R. Es “ingeniero”, pero ese término
genérico designa ingenieros en todos los géneros; hay que precisar, pero, ¿hasta qué punto?
Es más difícil todavía cuando se trata de un mediador: no es una profesión circunscrita, como la
del dentista o el carpintero; no es ni siquiera una profesión reconocida, como lo es ahora la del
psicólogo, por ejemplo (Si 1997, 153)
Tal vez no sea una urgencia descubrir la identidad del mediador, al menos por ahora.
Pero sí parece necesario, por no decir urgente, plantear la pregunta sobre el perfil,
sobre todo si las respuestas posibles nos llevan fundamentalmente a plantear la
práctica de la mediación desde una posición profesional y no sólo desde las
características de entrada a la profesión, las dinámicas de formación, las condiciones
de ejercicio de la profesión, etc.
Pero para tal respuesta profesional no tenemos más remedio, ante una actividad de
intervención social nueva, recoger las cosas que ya se han realizado. Ya hemos
recogido en la primera parte de este trabajo las cosas que se han dicho sobre la
mediación y ello nos ha ayudado a comprender la mediación. Toca ahora el turno de
“construir” la mediación y hacerla observando que cosas se han realizado bajo tal
denominación.
189
1. APROXIMACIONES CONCEPTUALES A LA MEDIACIÓN INTERCULTURAL
Esta definición de mediación -como un instrumento para solucionar conflictos una vez
que éstos han surgido- es bastante común cuando se utiliza el término en ámbitos
sociales.
Todos sabemos qué es el conflicto. Nos enfrentamos a él en nuestro trabajo, nuestros juegos y
nuestras relaciones. Definirlo, por tanto, debería ser bastante fácil. Pero como nos advierte el
proverbio zen: “la carretera recta es la que ofrece con frecuencia las mayores curvas”. Por tanto,
también descubrimos que la tarea de definir el conflicto es una labor formidable (Worchel y
Lungdren 1996).
Este mismo centro, que posee una larga experiencia en temáticas de mediación,
presenta una Carta de la mediación, en la que analizan lo que es y lo que no es la
195
Margaret Cohen-Emerique (1993) considera que la mediación tendría tres niveles o dimensiones:
gestión de conflictos (mediación reactiva), accesibilidad y adecuación de los servicios (mediación
preventiva) y prevención de conflictos y promoción de relaciones adecuadas entre grupos culturalmente
diversos (mediación proactiva). En un sentido relativamente similar Six (1997) distingue entre la
mediación creativa, renovadora, preventiva y curativa.
190
mediación, así como algunas de las cosas que debería ser. La reproducimos a
continuación, tal y como se recoge en el trabajo de Six (1997):
1. Creemos que la mediación es ante todo voluntad, una voluntad de abrir caminos, de
construir puentes, de establecer lazos allá donde no existen, con el fin de permitir
que personas o grupos se reencuentren, de que un ser pueda encontrar el camino
hacia sí mismo. La mediación requiere inventiva y creatividad.
2. Creemos que la mediación es también prevención o capacidad de anticipar, de
discernir dónde se encuentran los escollos y, de esta manera, evitar que una
persona o un grupo se comprometa en un camino sin salida. La mediación eige
inteligencia y lucidez.
3. Creemos que la mediación es además medicación: una forma de ayudar, a los que
han dado un paso en falso, a los que caen en la violencia, a los que se encierran en
el conflicto, a liberarse por sí mismos de esa situación y a saber sacar provecho de
ello. La mediación es arte y valentía.
4. A partir de ahí, la mediación es un lugar intermediario donde se hacen nuevas
relaciones, o un lugar abierto que evita los escollos, o un lugar dinámico que permite
una regulación de las tensiones y los conflictos. La mediación es espacio de
comunicación. El mediador es un “él”, una tercera persona, que, siendo reconocido
por los dos “yoes” encerrados cada uno en su monólogo, les permite restablecer un
“yo” y un “tú”, conseguir un verdadero diálogo.
5. La mediación es asunto de las personas o de los grupos entre los que el mediador
establece el lazo: se trata, pues, de suscitar en ellos, que se han reunido, que han
evitado irse por otros caminos, otra manera de actuar en común. El mediador no
viene de arriba, aportando soluciones, sino que cataliza la transformación realizada
por las dos partes.
6. La mediación requiere que aquellos que recurran a ella lo hagan de una forma
activa, que renuncien a la facilidad que supone una asistencia pasiva, que creen un
horizonte nuevo, que se dirijan a él con una mirada nueva, que, junto con el
mediador, hagan posible ese futuro mediante un pacto. La mediación requiere, del
mediador, que suscite constantemente en las dos partes el deseo de elaborar juntas
un nuevo destino, una vía, una salida, e imaginar, conjuntamente, los medios para
llevarlos a cabo.
7. La mediación es también una actuación comunicacional, con tres polos: no puede
consistir en ayuda y asistencia en dos dimensiones, en las que hay siempre uno que
encuentra la solución por el otro; la mediación implica un dinamismo ternario en el
que cada uno de los tres participa tanto como los demás.
8. La mediación es una victoria; no es huida sin ganadores ni perdedores, es una
estrategia en la que dos antagonistas aceptan perder para llegar a ser uno y otro
ganadores.
9. La mediación se conduce a partir de tres únicas fuentes: la inteligencia, la ética y el
corazón; el mediador no recibe ningún poder de nadie, ni puede, pues, juzgar, ni
arbitrar, ni decidir solo; no representa a ninguna autoridad y se presenta desarmado:
ahí reside su debilidad y su fuerza.
10. La mediación es un antipoder; no es una justicia que se otorga, ni siquiera
atemperada, ni es un arbitraje; la verdadera autoridad y poder de decisión
pertenecen únicamente a las dos partes.
11. La mediación es independencia: no puede emanar ni de un partido político, ni de
una confesión religiosa, ni de un grupo cualquiera, pues entonces sería un grupo de
presión y falsearía la mediación en sus mismas raíces. Hay una mediación,
enteramente respetable y necesaria, que es la mediación del Estado, pero que es,
de hecho, una defensa oficial de los administrados (por ejemplo, la Médiature de la
191
R é p u b l i q u e en Francia). Creemos, por nuestra parte, en la necesidad
complementaria de una mediación privada, civil, asociativa.
12. La mediación, por su independencia, se constituye en asociación tal y como
prevé la ley, una asociación formada por mediadores libres y responsables, una
asociación que se ha dotado de un código deontológico para uso de los mediadores
y de los que requieren sus servicios. Y el mediador ejerce su función refiriéndose a
la asociación de mediadores que le ha reconocido y de la que recibe ayuda, consejo
y formación continua.
13. La mediación es desinteresada: no puede realizarse en beneficio del mediador,
quien, si bien puede recibir la justa remuneración del tiempo que dedica a la
mediación, no busca beneficio o favor alguno por su función.
14. La mediación es imparcial: no puede favorecer indebidamente a una o a otra de
las dos personas, o a uno o a otro grupo; el mediador debe mantenerse en la
distancia justa entre los dos y debe dejarse conducir, en su trabajo con ambos, por
los criterios de verdad y equidad.
15. La mediación es la búsqueda de objetividad: emplea argumentos sólidos y
reprime cualquier método de encanto o seducción.
16. La mediación se rige por el secreto: los que requieran un mediador tienen
estricto derecho a que éste guarde sólo para él lo que se le confía, a que no lo utilice
de ninguna manera.
17. La mediación se inscribe en la vida personal y el conjunto de la vida social como
un elemento que puede, con fuerza y discreción, contribuir al establecimiento, a la
mejora de todas las relaciones, sean las que fueren. Recurrir a ella no es una forma
de ponerse en manos de alguien, es permitirse a uno mismo ir más lejos.
Tal y como recoge la Carta que acabamos de presentar, entre los diversos aspectos
fundamentales de la mediación se encuentra la facilitación de la comunicación,
comunicación que suele verse dificultada por la existencia de códigos referenciales
distintos196. Algunos entienden que, como consecuencia del conflicto, lo que se
presenta es una dificultad para el diálogo y que la mediación vendrá a cumplir el papel
de restablecimiento de la comunicación gracias a la presencia de un tercero que
actuará como intermediario (Petitclerc 2002, 54). Esta posición de triangulación197 es la
que sirve a este autor para distanciar la mediación de otras prácticas de regulación de
conflictos como el arbitraje, la negociación o la conciliación.
196
Es también una característica de la mediación para el modelo Tradicional-Lineal de Harvard en el que
el mediador es un facilitador de la comunicación.
197
Esta idea de la triangulación no hace sino aludir a uno de los aspectos centrales que algunos autores
defienden para la mediación. La presencia de un tercero es condición sine qua non para poder hablar de
mediación, defenderá Guillaume-Hofnung (2000, 74-76). También Si (1999, 175) indicará que “el tres es
el armazón de toda operación de mediación”, y continuará diciendo que “la relación triangular es la
condición de la mediación (…)”.
192
funciones que éstos y éstas deben llevar a cabo. Veamos algunas de estas cuestiones
en detalle.
Mediar significa, en su acepción más común y compartida, colocarse en medio de. Este colocarse
en medio de, implica, en el contexto de la comunicación humana, facilitarla cuando ella no es
posible por la existencia de códigos referenciales distintos. Supone, también, propiciar su
restablecimiento cuando haya desacuerdos, conflictos contribuyendo a que las partes implicadas,
encuentren aquella que, común, las une. El otro papel y sentido de la mediación y, que, de alguna
manera emerge en el proceso que se ha generado, es su contribución en el proceso de creación y
recreación de nuevas reglas y formas de convivencia entre quienes ya están y, quienes llegan.
Apostar por la mediación en situación de interculturalidad, significa entenderla como un proceso de
intercambios que, permite influirse recíprocamente, por medio de la comunicación (AEP
Desenvolupament Comunitari 1999, 80).
No faltan (Suares 1999) quienes entienden al mediador como una persona neutral
(imparcial, equidistante y que busca la equidad) que trata de ayudar a las partes para
alcanzar un acuerdo. En este sentido la acción de la mediación es vista por algunos
como aquella que logra disminuir las diferencias entre las partes (Modelo Tradicional-
Lineal de Harvard). A esta neutralidad y a la mencionada más arriba necesidad de
triangulación, Guillaume-Hofnung (2000, 74-76) añadirá la independencia (política,
moral y financiera) y la ausencia de poder institucional.
Una variante de este último modelo es aquella que pretende potenciar el protagonismo
entre las partes, movilizar los recursos de las personas en la búsqueda de un
protagonismo personal que haga que se asuman las responsabilidades de las acciones
193
propias y dote a cada uno de los componentes de las relaciones de conciencia crítica
de su posición (Modelo Transformativo de Bush y Folger).
Como tarea previa para la delimitación del perfil del mediador y mediadora intercultural
hemos recogido un conjunto de experiencias que pudieran apuntar algún dato en el
sentido del demandado perfil. A pesar de que lo más lógico podría haber sido reducir
tales informaciones a las aportaciones que diversas fuentes, tanto españolas como
italianas y francófonas, hacían del perfil del mediador y mediadora intercultural, muy
pronto comprobamos que no siempre que se hablaba del perfil se terminaba
delimitando o precisando aspectos sobre el mismo. En efecto, a menudo se trata el
concepto de mediación cuando se quiere tratar el perfil del mediador, y se apuntan
detalles sobre éste (sobre todo cuando se abordan las características personales de
quienes ejercen la mediación) cuando se quiere definir la mediación. Así, nos hemos
visto obligados a completar y complementar las primeras búsquedas entre la literatura
científica; lo que, por otra parte, nos ha hecho ver, como mostraremos más adelante,
las diversas implicaciones que supone delimitar el perfil del mediador y mediadora
intercultural.
Todo ello nos ha llevado a construir una estructura de información a partir de la cual se
pueden obtener consecuencias para la delimitación del perfil. Dicha estructura recorre,
en primer lugar, las diversas experiencias formativas; en segundo lugar, las
delimitaciones de funciones que se le atribuyen a la mediación y a la mediación
intercultural y, en tercer lugar, las características y cualificaciones que se esperan del
futuro mediador y mediadora intercultural y de quien ya lo es. Esta estructura
organizará el conjunto de información que ahora recogemos en este apartado.
Muchas son las iniciativas y las experiencias que se han desarrollado en Europa en lo
relativo a la formación en mediación intercultural. De ellas es importante destacar
varios aspectos que marcan las líneas de aprendizaje, la formación que se recibirá en
los cursos y el propio perfil del alumnado que accede a este tipo de enseñanza en
mediación. Por ello haremos hincapié en los requisitos de acceso a los cursos y en
algunos de los principios a seguir por esta nueva figura profesional. También nos
detendremos en los contenidos y la organización temática y temporal de la formación y
los tipos de reconocimiento académico y profesional de estas iniciativas de formación .
Del conjunto de la información que ella nos aporta hemos seleccionado las fichas
técnicas de aquellos cursos que han ido destinados a la formación de la figura del
mediador y nos hemos detenido en los requisitos de acceso porque, aunque para la
194
elaboración de un perfil de la figura del mediador intercultural es importante saber las
funciones que debe tener, los límites de sus actuaciones, el campo de intervención, la
formación que debe tener, el perfil y la propia figura profesional se empieza a forjar en
el momento en el que se describe y se delinea el punto de partida de quién puede
llegar a ser o no un buen mediador o una buena mediadora intercultural. Sin duda,
nuestro punto de partida es que cualquiera puede obtener la formación para poder
ejercer la mediación intercultural, pero ahora y aquí queremos mostrar cómo se
interpreta lo que puede resultar más adecuado para poder ejercer la actividad a la que
nos referimos.
No especifica destinatarios
• Conocimiento de la lengua italiana con un nivel medio (a nivel hablado y de
comprensión)
• Nivel superior de escolaridad
• Pertenencia a algunos de los países de una de las áreas geográficas-lingüísticas
identificadas como de mayor petición de asistencias y de intervención: árabe, latino-
americana (español y portugués), oriental (chino y filipino) y de Europa del Este
(albanés y lenguas eslavas)
La selección prevé: Una prueba escrita de lengua italiana y una prueba oral y de
comprensión de esta lengua que serán filmadas. Una entrevista psicológica para
identificar motivaciones, aptitudes y capacidades y un cuestionario sobre la cultura de
pertenencia.
195
Curso de Formación aplicado a la interpretación y a la mediación cultural en el ámbito
socioeducativo (Comune di Milano)
Destinatarios:
• Buen conocimiento de la lengua italiana
• Conocimiento de base de la lengua inglesa
• Estar desocupado
Título preferencial: licenciatura o equivalente. La admisión está subordinada a la
superación de una prueba de selección por test y a una entrevista.
196
La formación de los mediadores culturales (Provveditorato- CEVI- Comitato Rom e
Sinti- ACLI- Comunitá Balducci- ERMI- Comune di Uldine)
Hasta aquí la formación sistemática que Manuela Fumagalli nos ofrece sobre los
cursos recogidos por ella, pero puede ser completada con otros datos que añadimos
todavía en el contexto italiano:
Bellinzoni (1999) nos ofrece los requisitos de admisión para el Proyecto de Formación
de Mediadores y Mediadoras Interculturales:
Por otra parte, en la Universitá Roma Tre, podemos destacar la información que
poseemos sobre el Master en: “Politiche dell’incontro e mediazione culturale” de la
Universitá Roma Tre. Sobre los destinatarios para el curso de 2004 se ofrece la
siguiente caracterización:
Licenciados en cualquier disciplina con título obtenido en Italia (tanto del nuevo como
del antiguo plan de estudios) o en el extranjero. El número máximo de inscritos es de
60 personas de las cuales se reservará una cuota a licenciados extranjeros
extracomunitarios. También son destinatarios de este curso, al mismo tiempo,
interlocutores activos en este ámbito, puesto que el encuentro y la reelaboración crítica
de la experiencia adquirida en los diferentes ámbitos serán parte integrante del proceso
formativo.
Los requisitos de acceso son:
• Título de licenciado o declaración jurada del título
• Certificado de conocimiento de la lengua italiana para ciudadanos extranjeros
• Certificado de conocimiento de, al menos, otra lengua diferente al italiano para
ciudadanos italianos
• Una carta de presentación de una persona que haya conocido al candidato por
motivo de estudios o de trabajo
Capacitación personal. Son muy insistentes las indicaciones que se hacen en relación
a la formación previa que se debe acreditar para la entrada en la formación, aunque en
general se reduce a dos opciones: formación escolar general o formación universitaria
(cuatro de los casos solicitan expresamente estudios universitarios medios o
superiores). También se incide de manera aún más insistente en los conocimientos
lingüísticos (oral y escrito, se especifica en algunos casos), que oscilan entre la
demanda de conocimientos y / o acreditación de los mismos (que puede llegar a
hacerse mediante una entrevista) de la lengua del llamado país de acogida (en este
caso el italiano) y los conocimientos de otras lenguas como: inglés, francés, “lengua
madre”, lengua del país de origen o, a veces, sin especificar de manera concreta la otra
lengua. Por último y dentro de la formación personal que se le exige a los candidatos y
candidatas se indica la necesidad de tener una preparación cultural en los lugares de
destino (a veces se concreta en conocimientos del funcionamiento de lo administrativo)
y también una preparación en los países de origen de la inmigración extranjera.
198
Características psicológicas. Son varias las experiencias que hablan de estos aspectos
mencionando expresamente la valoración de tener una motivación positiva hacia los
temas relacionados con la inmigración y la de poseer una capacidad para establecer
relaciones. En algunos casos se indica que tales características psicológicas se
comprobarán mediante entrevista o, a veces, prueba escrita.
Situación laboral. En cuatro de los ejemplos que hemos podido conocer se indica
específicamente la necesidad de encontrarse en situación de desempleo pero, además,
en algunos se exige experiencia laboral en el terreno de la mediación o del tratamiento
de la inmigración.
Otra vía que nos permite acceder al conocimiento del perfil que será deseable en el
procesional de la mediación intercultural es la de concretar, dentro de este ámbito de
formación en el que nos movemos en este apartado, la delimitación de objetivos y
contenidos de esa específica formación. Por tal motivo recogemos ahora un conjunto
de experiencias que nos relatan cuál es ese contenido formativo para los futuros
mediadores y mediadoras interculturales.
Estudio del medio hospitalario. Con este estudio, los mediadores interculturales
adquieren un “saber contextual” que les permite:
• Orientarse en el medio hospitalario.
• Poder comunicar con el personal médico.
• Desempeñar el papel de persona enlace hacia las instituciones y servicios médicos
apropiados.
Por su parte, el Centro Universitario de Charleroi (CUNIC) nos ofrece en 2000 una Guía
de la Mediación Intercultural en la que de manera destallada se nos indica un conjunto
de datos sobre la formación más adecuada para los profesionales que pretendan
ejercer la citada mediación.
Entre 1990 y 1999, el CUNIC proponía una formación destinada a personas que
ejercían espontáneamente la función de mediador y mediadora intercultural en la
comunicad. Las condiciones de admisión dependían, además de la motivación y de las
aptitudes básicas, de la pertenencia a dos culturas (una cultura extranjera y la del país
de acogida) y de un buen conocimiento lingüístico de las dos lenguas respectivas.
Sin duda la información facilitada por una y otra fuente es muy diversa pero
complementa muy adecuadamente no sólo lo que en tales contetos se entiende por
mediación, sino qué se espera de este tipo de intervención y con ello qué perfil debe
tener el mediador intercultural. Algunos de los aspectos que consideramos importantes
destacar para ser considerados en el perfil del mediador y mediadora intercultural, fruto
de estas experiencias formativas, son las siguientes:
203
Andalucía Acoge ofrece en este programa un concepto bastante claro de lo que debe
ser el mediador intercultural. Parte de una concepción del dominio de la lengua
española como un instrumento fundamental para ejercer la función de mediador, así
como de la necesidad de establecer la comunicación y el desarrollo personal como un
área a desarrollar en primer lugar en la formación de los mediadores y mediadoras
interculturales. Curiosamente el siguiente módulo que introducen es un conocimiento
teórico sobre la realidad del fenómeno migratorio, para continuar con la línea
establecida en los dos primeros módulos al hablar de la relación intercultural y las
técnicas de negociación. El siguiente módulo estudia el concepto de cultura a través de
la modernidad y la religión, para pasar después a los módulos de intervención social,
de lo general a lo particular. El curso finaliza con un módulo sobre dinámica y
animación de grupos.
El diseño de la formación en mediación intercultural, tal como lo hemos ido entendiendo a lo largo
de nuestro trabajo, se ubica de pleno en el terreno de la pedagogía social, una pedagogía social
crítica, constructiva y emancipadora que responda a las necesidades formativas de personas que
quieren especializarse profesionalmente en facilitar las relaciones entre personas de culturas
diversas a través de la mediación intercultural.
Así pues, el diseño que aquí presentamos parte de una visión de los alumnos y las alumnas como
actores y actoras de su propia historia, como personas con la capacidad para nombrar aspectos
de su propia experiencia interior y del mundo exterior, personas capaces de analizar las causas
personales, sociales, culturales de los hechos que afectan a sus vidas, y de actuar de manera
transformadora de su realidad y de su entorno.
Los contenidos de la formación, pues, se han construido con la perspectiva de un proceso integral
donde se conjugan simultáneamente saber, saber hacer, saber ser y estar, que reformulados en
términos más comunes y tradicionales se conocen como conocimientos (la teoría), competencias o
habilidades (la práctica) y actitudes (el modo de existir).
Estos niveles del saber se articulan en la formación en tres grandes áreas de contenidos. Por un
lado, la inmigración: sus contextos personal, social, histórico, institucional y sus procesos de
cambio y modelos actuales. Por otro lado, las relaciones entre seres humanos, en los países de
origen de las personas extranjeras y en los países receptores; relaciones humanas atravesadas
por la vertiginosa dinámica de cambio en que están ahora en este principio de siglo. Tres ejes
definen estas relaciones: la diferencia y, en primer lugar, la diferencia sexual; la diversidad y, en
primer lugar, la diversidad cultural, étnica, nacional; y la desigualdad, en primer lugar, la
desigualdad social. El trabajo sobre los conflictos, tensiones y posibilidades inherentes a las
relaciones humanas abre el camino a la tercera área de contenidos en la formación, que es la de
la mediación intercultural, la profundización en el rol y ellas funciones de esta nueva figura
profesional, sus límites y los instrumentos y procedimientos que permiten su aplicación práctica en
los diferentes ámbitos de intervención social (Andalucía Acoge y Desenvolupament Comunitari, I
Congreso Internacional de Mediación Intercultural).
Por otra parte y también dentro del contexto andaluz, el Laboratorio de Estudios
Interculturales de la Universidad de Granada posee una amplia experiencia en el
diseño y la puesta en marcha de diversos cursos de mediación intercultural, los cuales
han contado con el reconocimiento de un título universitario, generalmente a nivel de
enseñanzas propias.
204
La iniciativa más ambiciosa a nivel de duración temporal, conocimiento y
reconocimiento académico se desarrolló a través del Centro de Formación Continua de
la Universidad de Granada durante el curso 1999-2000. Dicha iniciativa se plasmó en
un Curso de Experto Universitario en Mediación Intercultural con una duración de 400
horas, en las cuales estaba incluido un periodo de prácticas en diversas instituciones
públicas como delegaciones, concejalías, escuelas, centros de salud, oficina de
regularización…. Este curso estaba financiado por la iniciativa comunitaria Integra
Diversidad y contaba con el apoyo de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de
Andalucía. Fue la primera experiencia universitaria íntegramente dedicada al estudio de
la mediación intercultural en Andalucía. En la universidad de Sevilla se estaba llevando
a cabo un Experto en Intervención Comunitaria en el cual se trabajaba la perspectiva
de la mediación intercultural como parte del curso, pero no de forma única.
Para superar estas limitaciones nos planteamos la definición de una alternativa, en vez
de hablar de plan de formación en mediación intercultural estaríamos hablando de un
sistema formativo en mediación intercultural. El establecimiento de un sistema
permitiría contemplar diversos niveles de formación así como diversos perfiles de
entrada y salida. No debemos olvidar que aunque hay una serie de conocimientos
básicos que todos los mediadores deben poseer, actualmente existen espacios
sociales de inserción laboral de los mediadores que requieren una especialización
propia, tanto a nivel de requisitos como a nivel de contenidos. Esta estructura de
198
Para elaborar el plan de formación y los contenidos de cada uno de los módulos que presentamos
más adelante contamos con la colaboración de expertos en temáticas interculturales a los que queremos
agradecer su trabajo y su dedicación a la tarea encomendada. Por tanto agradecemos profundamente su
ayuda a Estrella Gualda Caballero, Octavio Vázquez Aguado, Manuel Francisco Martínez García,
Manuel García Ramírez, Miguel Moya Morales, Carmen Ruiz Sutil, Mercedes Moya, Isidro Maya Jariego,
Juan Díaz Aguilera, María García-Cano Torrico y Marisol Navas Luque.
205
sistema permite que exista una diversidad de mediadores formados de distinta manera
para funciones diferentes.
Pasemos ahora a describir las características de este sistema formativo que estamos
proponiendo:
Una vez definidas las características del sistema veamos cuáles serían los perfiles de
entrada y de salida.
206
Diploma de aprovechamiento / asistencia (itinerarios de información, formación y
sensibilización).
Pero dentro de este itinerario se incluirían otro tipo de estrategias que permitirían la
incorporación de los demás perfiles de entrada. Estaríamos hablando por ejemplo de la
organización de un ciclo de Cine-Fórum dedicado a la Inmigración al que podrían
acceder los tres perfiles (profesionales, titulados y sociedad civil) y que se puede avalar
con un Diploma de Asistencia. Otro tipo de estrategia podría ser un Ciclo de Talleres
sobre Habilidades Multiculturales, de nuevo abiertas a los tres perfiles, en el que según
el nivel de habilidades al que se llegue se obtendrían Diplomas de Asistencia, de
Aprovechamiento o de Capacitación, o en el caso de la Titulación de Experto se
contemplaría como un módulo más o como un área de trabajo individual.
En este trabajo se presentan una serie de fichas que contemplarían todos los aspectos
que consideramos imprescindibles para la formación en mediación intercultural
considerado el sistema como el conducente a un título de Eperto Universitario en
Mediación Intercultural. Sin embargo y siguiendo la filosofía de flexibilidad y
adaptabilidad del plan de formación que hemos defendido previamente, los docentes
de los módulos y los organizadores del curso pueden modificar los contenidos de las
fichas.
Justificación:
Españoles e inmigrantes están llamados, por su proximidad, por su interpelación
mutua, por su comunidad de destino, a tomar conciencia de que ha llegado el tiempo
de inventar una manera nueva de ver(se). Trabajar la mirada es trabajar los implícitos,
los hábitos, las economías de pensamiento, los prejuicios, los estereotipos. Es trabajar
para transformar la diferencia en riqueza y sentirse por ello más disponible y más apto
para abrir un porvenir capaz de un equilibrio nuevo entre identidad y alteridad,
condición indispensable para asumir conjuntamente los grandes temas que afectan a la
esencia misma de la civilización.
El presente curso intenta complementar los conocimientos que adquieren en las
distintas disciplinas profesionales tales como: trabajadores sociales, psicólogos,
pedagogos, educadores sociales, maestros, etc. facilitándoles una serie de
herramientas que le posibiliten actuar en el campo de la mediación.
La formación del Mediador la podemos englobar en la educación entre iguales, se trata
de este modo el poner en marcha una estrategia preventiva de modo que el Mediador
repercuta en la población diana, de igual a igual”.
El Mediador intercultural, es aquella persona que ocupa un lugar estratégico en el
ámbito social, que le permite a la vez recibir informaciones de carácter científico e
institucional y transmitirlas de forma comprensible y eficaz al resto de la sociedad, que
de otra manera o no recibirían las intervenciones o no estarían en condiciones de
asumirlas, codificarlas y utilizarlas.
Duración:
20 horas, en sesiones de cuatro horas. Las sesiones se desarrollarían los lunes,
miércoles
y viernes.
Objetivos:
• Formar en el campo de la mediación intercultural para el posterior ejercicio laboral.
• Promover estrategias de prevención desde el modelo europeo de la mediación.
• Colaborar con las Instituciones al desarrollo del Estado de Bienestar, así como
• un aumento de calidad de vida de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes.
Objetivos
Proporcionar una formación teórica y práctica en mediación social e intercultural.
Facilitar estrategias que acerquen los principios de la mediación social intercultural a
los ámbitos sociales del mundo laboral, jurídico, educativo y otros.
Destinatarios
• Personas interesadas en la mediación social intercultural.
• Colaboradores, agentes sociales y profesionales de entidades relacionadas y
vinculadas al ámbito de la inmigración.
Requisitos
• Mayores de 18 años
• Conocimiento de la lengua castellana escrita y hablada.
• Colaboradores con ONGs y entidades vinculadas al ámbito de la inmigración.
• Y / o personas con experiencia en relaciones interculturales.
Criterios de selección
• Presentada la documentación pertinente y formalizada la pre-inscripción, se
publicará un listado de preseleccionados de entre quienes cumplan los requisitos
mencionados, por orden de presentación de instancias.
• La matricula se formalizará en la Secretaría de Relaciones Internacionales.
Nº de plazas
209
• El número de plazas es de 60
• Se reserva el 70% de las plazas para inmigrantes.
• Siempre que la demanda de solicitudes permita dicha adjudicación sin detrimento
del numero total de alumnos.
Metodología:
• Las clases serán dinámicas y participativas de forma que favorezcan el diálogo e
intercambio entre las personas participantes.
• La fase teórica está estructurada en cinco bloques, con clases presenciales y un
seminario a desarrollar durante un fin de semana. Esta fase se llevará a cabo
mediante ponencias, debates, mesas redondas, talleres y trabajo de grupo,
realizados por profesionales y expertos en mediación intercultural.
• La fase práctica se realizará en distintas entidades e instituciones colaboradoras,
con la asesoría personal y de grupo de la coordinadora del curso.
Contenidos
• Introducción a la mediación social intercultural
• la mediación en un mundo intercultural
• la mediación social intercultural: aspectos introductorios
Mesa redonda
• retos y dificultades planteados en alicante en el marco de la Mediación social
intercultural
210
Mesa redonda
• experiencias de mediación intercultural
La evaluación
• un método de sistematización en la mediación intercultural
Otro curso de importancia, no sólo por la experiencia del mismo, sino sobre todo por la
larga trayectoria de experiencia investigadora en el ámbito de la mediación intercultural,
es el que se desarrolló en la Universidad Autónoma de Madrid, aunque con otras
extensiones también se ha implementado en otras universidades y en otros lugares
diferentes a Madrid. Su director es Carlos Giménez, de dilatada experiencia en los
temas de migraciones y de mediación intercultural, y los datos que ahora presentamos
corresponden a la edición de 2001.
Objetivos
• Conocer los fundamentos de la Mediación Social Intercultural, con vistas a
desarrollar las capacidades y habilidades necesarias para su puesta en práctica.
• Profundizar en los debates y enfoques sobre los principios de la mediación y su
aplicación a contextos multiculturales.
• Conocer los modelos de la mediación y su aplicación a distintos ámbitos.
• Practicar las principales técnicas usadas en
• Plantear los principios éticos de la mediación e incorporarlos al acervo personal y
profesional.
• Plantear acciones por la convivencia intercultural y en contra del racismo y la
xenofobia.
Destinatarios
• Personas interesadas en la filosofía y la metodología de la mediación.
• Personas que hayan cursado estudios introductorios sobre mediación y quieran
completarlos con una titulación universitaria.
• Profesionales, investigadores y estudiantes interesados en o vinculados con las
áreas de migración, refugio, asilo e interculturalidad, tanto desde administraciones
públicas como entidades sociales.
Titulación necesaria
• Título de diplomado.
• En el caso de titulaciones obtenidas en Universidades extranjeras deberá
acreditarse su convalidación en España.
• Ecepcionalmente podrá eximirse de titulación oficial a quienes acrediten una notable
experiencia profesional en ámbitos relacionados con la temática de la Acción
Formativa.
Metodología
• Nuestro enfoque pedagógico combina de forma original ponencias, debates, mesas
211
redondas con destacados académicos y profesionales de la mediación y el trabajo
de grupos
• talleres.
• Nuestro énfasis en la participación activa de los estudiantes y la riqueza de las muy
diversas trayectorias socioculturales y laborales de los mismos crea un espacio
intercultural muy singular de reflexión e intercambio colectivo.
• La actividad de los talleres será eminentemente práctica (mediación en caso,
aplicación de técnicas, etc.) e irá en paralelo con las temáticas discutidas en los
plenarios.
• Los estudiantes realizan 60 horas de Prácticas en entidades públicas u ONGs
relacionadas con la mediación intercultural o con problemáticas donde la mediación
tiene potencial de desarrollo.
Contenidos
El Programa se centrará en proporcionar a los alumnos la base teórica y metodológica
necesaria para la mediación, para lo cual profundizará en el análisis de las partes
implicadas, su relación y la forma de mediar en dicha relación. Para ello el programa
sigue la siguiente estructura:
• Seminario introductorio opcional para facilitar el seguimiento del programa a quienes
carecen de formación específica en la materia.
• Los actores de la mediación: Dedicado a conocer las características de las partes
entre las cuales se media (claves culturales e identitarias, factores idiosincrásicos,
sociales y culturales, etc.)
• Relaciones Interculturales: Análisis de la relación entre la población inmigrada y la
sociedad de origen: su problemática, tipo de conflicto, aspectos de comunicación
verbal y no verbal, lengua, traducción, interpretación, malos entendidos, etc.
Evolución de los conceptos de identificación etnoracial y análisis de la discriminación
racial, étnica y de origen.
• La Acción Mediadora: Proceso de aproximación al conflicto, análisis del contexto , el
proceso de mediación, la construcción alternativa del conflicto, habilidades y
técnicas, la negociación, el acuerdo y la transformación.
Modulo de antropología
Tema 1: Conceptos de Cultura e interculturalidad.
Tema 2: Contexto histórico y social del pueblo gitano en Europa y España.
Tema 3: Introducción a la cultura gitana.
Tema 4: Mediación y Exclusión Social. Realidad social de los grupos Desfavorecidos.
Modulo de comunicación
Tema 5: Teoría y Práctica Romanés.
Tema 6: Comunicación verbal / no verbal. Sistema de valores propios y del otro.
Modulo psicosocial
Tema 7: Perfil del mediador. Desarrollo personal. Técnicas de autoconocimiento.
Creatividad e improvisación. Cambio de actitudes.
Modulo de prevención de riesgos y salud laboral
Tema 8: Conceptos y planes de emergencia
Por último, recogemos aquí los datos de la segunda edición de un Curso de Formación
(nivel de especialización) que viene desarrollando la Universidad de Murcia desde hace
dos años.
Objetivos
• Conocer e interpretar el acontecimiento inmigratorio desde una perspectiva global-
local, con especial referencia a la Región de Murcia.
• Adquirir las habilidades, actitudes y técnicas necesarias para una mediación
intercultural eficaz.
• Capacitar a los profesionales vinculados con el acontecimiento inmigratorio en la
necesaria creación y potenciación de Mesas Locales de Integración con Inmigrantes
y otros recursos integradores coordinados.
• Conocer las estrategias necesarias para la implantación y gestión de Planes
Integrales Municipales Interculturales.
Contenidos
Módulo 1. Marco contextual
• La “era de las migraciones”. El acontecimiento inmigratorio: incidencia, causas y
efectos. Las aportaciones de la inmigración: demográficas, económicas, laborales,
etc.
• Repensar nuestra sociedad desde el acontecimiento de la inmigración.
Recapacitarnos mirando de frente la inmigración.
213
• La inmigración en la realidad de la Región de Murcia: una interpretación de su
realidad.
• La mujer inmigrante, agente de desarrollo y factor de integración intercultural.
215
A pesar de lo que pueden ser consideradas como distancias entre unas y otras
propuestas, podemos encontrar algunas coincidencias que merecen ser resaltadas por
lo que de ellas podamos obtener para construir la figura profesional a la que nos
estamos refiriendo. De estas coincidencias debemos destacar los siguientes aspectos:
Este puede ser sin duda el espacio más adecuado desde el que centrar nuestra mirada
para construir lo que es el objetivo del presente texto que no es otro que el del perfil del
mediador y mediadora intercultural. Nuestro intento por aunar diversas fuentes de
información, como veremos en el resultado de nuestro trabajo, busca completar lo que
bajo este epígrafe ahora mostraremos.
216
Así, una posible vía para la definición del perfil profesional de la mediación intercultural
podría pasar por marcar sus características y lo que se entiende como sus
competencias: acercarnos a lo que hace, puede hacer o debe hacer un mediador o
mediadora intercultural facilita nuestro objetivo hacia el denominado “perfil”.
Cuatro serán los aspectos que en este apartado trataremos y que van desde la
referencia a la actividad de traducción e interpretación lingüísticas que se le atribuye al
mediador o mediadora hasta las referencias a las características personales que se le
atribuyen a este profesional, todo ello pasando por la referencia a la condición de
extranjero, la práctica imparcial y neutral de la mediación y la más optima preparación
para el mediador o mediadora. No dejaremos de tratar en este apartado un último
aspecto que, sin referir característica o competencia del mediador y mediadora
intercultural, nos indica algo de su práctica profesional: la necesidad de grupos de
control entre los propios mediadores o mediadoras interculturales.
Como puede verse, la referida caracterización nos puede mostrar una gama completa
de la práctica de la mediación en términos de “una nueva figura profesional en vía de
definición cuyo rol debería ser el de facilitar el encuentro y la relación entre individuos
de minoría étnica y las instituciones del país de acogida”. En esta definición Piero
Bertoloni nos viene a indicar que las competencias de este profesional
(…) van desde el conocimiento de la lengua madre del usuario a un conocimiento de las
situaciones para las que son llamados a intervenir y que están estrechamente relacionados a otros
prerrequisitos indispensables de tipo relacional; entre ellos, la aceptación por parte del usuario, la
capacidad de ser una figura de traducción, de facilitar los procesos de recíproca descodificación
de aquellas normas eplícitas y de aquellas implícitas que regulan la vida social, tanto de las
199
instituciones como de los usuarios (Bertoloni 1996, 342)
También Favaro y Nigris (1999) hablan de “nuevos agentes” y en relación a ellos hacen
hincapié en tres aspectos que consideran fundamentales: los requisitos de acceso a la
formación para el desempeño de la mediación intercultural, la formación que deben
adquirir los que serían futuros mediadores interculturales y por último, los puntos de
atención y aquellos “puntos críticos” sobre los que se debe tener un especial cuidado.
Nos referiremos a continuación a los requisitos de acceso a la formación para la
mediación intercultural y a aquellos aspectos que, de manera muy relacionada con el
perfil del mediador, hay que tener en cuenta y a los que hay que prestar una especial
atención.
Requisitos de acceso
• Edad: de 25 años en adelante
• Algunos años de estancia en el país de acogida (más de 3)
• Escolarización de nivel superior
• Buen conocimiento de la lengua de origen y de la lengua del país de acogida, tanto a
nivel oral como a nivel escrito
• Experiencia directa de migración (este sería un requisito preferente pero no
obligatorio)
• Ser mujer, para el ámbito socio-sanitario y para el ámbito de los servicios materno-
infantiles.
199
En definitiva, un mediador existe -vienen a decirnos Bertoloni- cuando una institución, un servicio
público u otros, requieren y reconocen expresamente esta función a una persona de otra lengua y de
otra nacionalidad: cuando el rol es explícito, conocido y sometido a reglas compartidas, el mediador
lingüístico y cultural es habilitado a hacer mediación en virtud de una formación y de una experiencia
específica.
217
• Experiencias de ayuda, “mediación informal”, voluntariado en relación con el grupo
de pertenencia (este sería un requisito preferente pero no obligatorio)
• Aptitudes para el trabajo de relaciones y de cuidados (para trabajos sociales y de
atención): Actitudes de apertura y de escucha, motivaciones para el trabajo de
ayuda.
• Experiencias previas de trabajo y de formación en el campo educativo, social o del
cuidado (este sería un requisito preferente pero no obligatorio)
Puntos de atención
• En ámbitos educativos y escolares: la mala utilización de competencias educativas y
pedagógicas por parte de los mediadores privados en la acogida de los niños y
jóvenes recién llegados, en la enseñanza de la lengua del país de acogida como
segunda lengua, y en el apoyo al aprendizaje (en sustitución de los profesores
italianos)
• Peticiones de mediación muchas veces dictadas por la urgencia y la emergencia sin
proyectos (muy relacionadas con el uso del mediador como traductor / intérprete
lingüístico)
• Peticiones de intervención que se escapan del rol y de las competencias de la figura
del mediador.
• Riesgo de pedir a los mediadores estar en posesión de características personales y
competencias (muchas veces confundiendo unas y otras) que corresponden a las
del agente o a las de más de un agente.
• Riesgo de control / juicio en la mediación (mediación como “advocacy”): necesidad
de formar en “la suspensión del juicio” (mediación como “empowerment”) y
posibilidad de hacer “objeción de conciencia” por parte del mediador sobre ciertos
temas y contenidos.
• Necesidad de reflexión sobre las funciones específicas del mediador, que
diferencian este rol (y la formación)
• Divergencia entre las competencias y los requisitos solicitados a los mediadores (la
formación requerida y las reales posibilidades de trabajo ofertadas y disponibles)
• Necesidad de elaborar la propia experiencia de migración para actuar
profesionalmente.
218
Una vez mostrado lo que no debe ser Tosolini continúa enumerando las competencias
del mediador o mediadora en tanto agente pedagógico:
• La paciencia de Job.
• La sinceridad y características de bulldog de los ingleses.
• Las agallas de los irlandeses.
• La resistencia física de un corredor de maratón.
• Las habilidades de campo roto de un centrocampista.
• La astucia de Maquiavelo.
• Las habilidades de superación personal de un buen psiquiatra.
• El pellejo de un rinoceronte.
• La sabiduría de Salomón.
Pero citan también versiones -que ellos mismos califican de “más serias”- más
cercanas en el tiempo como la de Boulie (1996: 84-85):
• Empáticos.
• No juzgan.
• Pacientes.
• Persuasivos.
• Optimista.
• Persistente.
• Confiable.
• Inteligente.
• Creativo.
• Flexible.
• Con un buen sentido del humor y sentido común.
219
Todos estos listados de características revelan con claridad que hay una cierta
indefinición de la figura del mediador o mediadora intercultural; lo que da lugar a que,
bajo el rótulo que refiere dicha figura, encontremos una muy variada práctica
profesional que no siempre responde a lo que entendemos por mediación ni a lo que
entendemos por relaciones interculturales. Como el propio Tosolini (1999) explica, esta
puede ser la razón de que los mediadores siempre se encuentren actuando en
situación de emergencia y, lo que es peor, de improvisación. Por ello será bueno que
nos detengamos, aunque sea brevemente, en cada uno de los apartados marcados
más arriba y avancemos algo más allá de las generalizaciones que hasta ahora hemos
podido presentar.
Pero, por otro lado, también encontramos, sin ser incompatible con la anterior
posibilidad, la defensa de que el mediador o mediadora intercultural sea conocedor de
la lengua de los inmigrantes extranjeros con los que deberá trabajar. Ello llevará a
algunos a sostener que el mediador es, por fuerza, un mediador “lingüístico” y “cultural”
COSPE (1993). Eso mismo será lo que justifique la necesidad de conocer más de una
lengua de entre los grupos étnicos minoritarios, además del conocimiento de las
características y de los códigos culturales de estos grupos, o la proximidad a ellos, para
la capacitación del profesional de la mediación.
Como puede verse se trata de dos posiciones que llevadas a determinados extremos
podrán confundir la mediación intercultural con las tareas que podrían (y deberían,
pensamos nosotros) serle atribuidas a un intérprete traductor de lenguas. Sin duda, el
conocimiento de varias lenguas diferentes a la materna puede posibilitar al mediador el
colocarse en posiciones más relativistas y menos etnocéntricas, pero la condición de
políglota no asegurará siempre una posición reflexiva de la otredad como resulta
necesaria en la práctica de la mediación.
220
2.2.2 Ser extranjero o extranjera y ser mediador o mediadora
Relacionado o consecuente con lo anterior es este nuevo punto que suele ser
especialmente debatido en los foros de la mediación intercultural y que suele ser
elemento distintivo de otras prácticas de mediación. Nos referimos a la necesidad de
ser extranjero para la práctica de la mediación, que puede verse expresada de
diferentes formas: ser de “otra” cultura, ser inmigrantes, etc.
La ya citada COSPE (1993) valora de manera especial el “ser de otra cultura”. Esta
"cualidad" es en realidad una capacidad añadida de su poseedor –al entrar en relación
con la cultura mayoritaria de la sociedad de acogida- para poner en juego la interacción
de los dos sistemas, poniendo en valor ambos puntos de vista y creando un sistema de
reciprocidad y de intercambio entre las diferentes reglas de vida y de organización
social. Completan con otra característica distintiva el cuadro del mediador o mediadora:
su condición de “inmigrante” antes de haberse convertido en un ciudadano residente en
el país de acogida (de aquí se deduciría otra característica fundamental: lo
imprescindible de encontrarse en situación de regularidad en el país de acogida). Esta
biografía personal se piensa que es el presupuesto para una comprensión profunda de
los problemas de los otros inmigrantes extranjeros, además de representar un gran
potencial de respuesta.
La mediación social intercultural, tal y como se practica en el SEMSI, consiste en una modalidad
de intervención de terceras partes neutrales entre actores sociales o institucionales en situaciones
sociales de multiculturalidad significativa, en la cual el profesional tiende puentes o neos de unión
entre esos distintos actores o agentes sociales con el fin de prevenir y / o resolver y / o reformular
posibles conflictos y potenciar la comunicación, pero sobre todo con el objetivo último de trabajar a
favor de la convivencia intercultural (Giménez 2002, 72).
Esta definición del Servicio de Mediación Social Intercultural de Madrid nos introduce
en la cuestión de “las terceras partes neutrales”. Las explicaciones sobre este punto las
amplía el propio SEMSI en el desarrollo de sus principios y planteamientos teóricos:
221
caracterización de su propia figura: el mediador no es un gestor de recursos, sino una figura
neutral que puede actuar de puente hacia el acceso a recursos o la resolución de conflictos.
Por eso, la labor del mediador no consiste en “dar la solución” ante un conflicto, sino en servir de
neo entre las partes para que sean ellas mismas las que lleguen a esa solución, a un acuerdo o
consenso. Para que esto sea posible, cada una de las partes implicadas debe acceder a que se
realice la mediación y los términos de la misma. De ahí que vinculado al principio de neutralidad se
halle el principio de voluntariedad de las partes implicadas, entendido como aceptación libre de la
intervención del mediador, puesto que éste es el puente, incluso el catalizador, no el protagonista.
Esto motiva su actitud de conciliación, de búsqueda del consenso (Giménez 2002, 00).
Uno de los procesos clave es la descentralización, es decir, tomar distancia respecto de uno
mismo para poder identificar los propios marcos de referencia y las propias representaciones del
otro diferente y, así, relativizar nuestros puntos de vista y acceder a una cierta neutralidad cultural
(Federación Andalucía Acoge y De. Comunitari 82) (el énfasis es de los autores)
Pero estos mismos autores dejan clara su posición cuando en su texto, más adelante,
expresan lo siguiente:
Hablaríamos, por tanto, de un tipo de mediación “no neutral”, orientada a facilitar la igualdad de
acceso y de trato en los servicios a todos los colectivos que componen la sociedad multicultural
(Federación Andalucía Acoge y De. Comunitari 91)
Y para que sus posiciones queden más claras establecen una distinción entre
neutralidad e imparcialidad, cualidad esta última que sí defiende para el mediador o
mediadora (122). Se trata de una “imparcialidad técnica en las intervenciones” que lo
que trata de encontrar es la “satisfacción de las necesidades de las partes”. De esta
manera, la imparcialidad -a diferencia de la neutralidad-, entienden los mismos autores,
“desempeña un papel de sensibilización frente a la desigualdad o discriminación”. De
esta manera el mediador o mediadora no debe ser una persona que se posicione a
favor de alguna de las partes y menos aún tomar la resolución del conflicto como algo
propio.
222
posición distanciada, rigurosa y no condicionada apriorísticamente sobre la
problemática en cuestión”.
Como puede entenderse y como ellos mismos también nos recuerdan, tal aproximación
es, hasta cierto punto, contradictoria con las normas actuales en el campo de la
mediación, en el cual la independencia (o separación) del mediador se contempla como
profesionalmente adecuada, quizá incluso necesaria, para ser efectivo. Estas normas
se expresan en códigos éticos que articulan una visión de la mediación en la cual los
mediadores en su mayor parte no tienen conexiones previas con las partes y
mantienen una posición de rigurosa imparcialidad201.
200
Estos mismos autores nos recuerdan lo siguiente: “según la visión de sistemas, las propiedades
esenciales de un organismo, o sistema vivo, son propiedades del todo, que ninguna de las partes tienen.
Vienen de las interacciones y relaciones entre las partes. Estas propiedades son destruidas cuando el
sistema es diseccionado, ya sea física o teóricamente, en sus elementos aislados. Aunque podemos
discernir partes individuales en cualquier sistema, estas partes no están aisladas y la naturaleza del todo
siempre es diferentes de la mera suma de sus partes” (Capra 1996: 29).
201
La visión de que los mediadores -nos dicen Bowling y Hoffman, 2- necesitan mantener una cierta
distancia de las partes puede venir de las normas profesionales de la psicoterapia, el derecho y otras
disciplinas donde los principios éticos requieren que el profesional evite la implicación personal que
puede mermar la habilidad para realizar juicios profesionales imparciales.
Sin embargo, los valores y las normas de estos otros profesionales pueden no ser completamente
aplicables al conteto de la mediación. Una diferencia importante en los roles profesionales es que un
psicoterapeuta o abogado debe, en muchos casos, tomar responsabilidad por dirigir las acciones del
cliente mediante consejo profesional. La mayoría de los códigos éticos para los mediadores proscriben
ofrecer consejo profesional. Por ejemplo, las Leyes Uniformes sobre Resolución de Disputas en
Massachussets, sección 9(c)(iv), dice: “un neutral puede usar su conocimiento para ayudar a las
deliberaciones de las partes, pero no debe dar consejo legal, asesoramiento, u otros servicios
profesionales conectados con el proceso de resolución de la disputa”.
223
Pero no debemos olvidar que tal cuestión no se resuelve simplemente con esta breve
reflexión. La cuestión es delicada. Como Si nos recuerda, comparando con la práctica
del psicoanálisis, si el mediador o mediadora se posiciona con claridad frente a una de
las partes o con una de las partes, podría también estar optando por colocarse en un
lugar del poder:
La identidad del mediador no es una identidad innata, sino adquirida; si ciertas personas tienden,
como inclinación natural, por temperamento, a la mediación, saben, si verdaderamente tiene
sentido la mediación, que ésta debe actualizarse sin cesar, afinarse, trabajarse. La identidad del
mediador no es una identidad que se dé de una vez para todas; se debe inventar constantemente
como identidad mediadora (Six 1997, 161).
Más adelante, el mismo autor nos aclarará sobre la complejidad de esta tarea de
formar al mediador:
(…) este debe, en primer lugar, transformar su mirada, su manera de concebir su relación con
otro, y ésta no es tarea fácil (Six 1997, 187).
Un último tema tiene que ver con la formación del mediador. Los estándares de formación en el
campo, tal y como están, han sido ateóricos desde su comienzo y no requieren sofisticación
teórica o claridad por parte de los formadores.
No es sorprendente, por tanto, que una gran parte de la formación en este campo carezca de una
teoría coherente, obscurezca la teoría en la que descansa, o confunda la claridad teórica
mezclando indiscriminadamente constructos teóricos incompatibles. Creo que es hora de que la
224
formación de mediadores esté eplícitamente dirigida por la teoría, y que los estándares de
formación reflejen y apoyen la importancia de la claridad teórica e ideológica. Los formadores
deberían ser explícitos sobre sus marcos de trabajo teóricos. Esto enriquecería tanto la
experiencia formativa como la práctica de la mediación además, esto respetaría el derecho de los
formados a ser ampliamente informados sobre las teorías sobre las cuales descansan los
programas formativos disponibles de tal manera que puedan realizar elecciones académicas.
Cualquier promesa de un programa de formación genérico o ateórico no hace un buen servicio a
los formados, porque cada formación incorpora el discurso moral preferido del formador (o de los
estándares de formación con los cuales el formador debe cumplir). También es el tiempo de que
los estándares de formación que son teóricamente específicos estén escritos, en vez de continuar
intentando regular la formación en diversas teorías y prácticas a través de un conjunto genérico de
estándares.
Finalmente, la cuestión de la formación del mediador sugiere dos preguntas importantes
adicionales: ¿Pueden las teorías y las ideologías ser “formadas”? y ¿pueden los marcos de trabajo
ideológicos cambiar? La primera pregunta enfatiza el hecho de que la “formación” actualmente
responde mejor al desarrollo de la competencia técnica y las habilidades rutinarias. La conciencia
reflexiva teórica e ideológica requiere algo más, tal como ir más allá de la formación hacia
seminarios profesionales que promuevan el estudio, el diálogo y el pensamiento crítico.
No obstante, en los programas de formación, creo que las teorías y los marcos de trabajo
ideológicos pueden al menos ser hechos explícitos. Una aproximación es tener un módulo al
principio de la formación que apunte las asunciones (sobre los seres humanos, el conflicto, la
negociación, la comunicación, etc.) que subyacen a la aproximación a la mediación que promueve
esa formación. Esto podría ser seguido de ejercicios en los cuales los alumnos exploren si están
de acuerdo con estas asunciones. Si es así, el “ajuste” de la formación parecería bastante natural.
Si no lo están los alumnos tienen entonces la oportunidad de “seguir” y explorar esa asunciones a
través de la formación. Los alumnos pueden encontrar que quieren reconsiderar sus asunciones y
moverse hacia la ideología articulada en la formación. O, pueden encontrar que lo que ganan de la
formación es mayor claridad sobre lo que no quieren hacer, lo que al menos los prepara para
investigar otros programas. En cualquier caso, sin embargo, no serán empujados a adoptar sin
pensar el discurso moral de toda la mediación, sino que en vez de eso tendrán la oportunidad de
ser estudiantes críticos y reflexivos (Della Noce 199, 296-297).
Sin duda tales demandas reclaman una formación global, de conjunto, que algunos
cifran en dos puntos de importancia:
Pero sin duda podríamos encontrar una larga lista de contenidos que serían
preferenciales para la formación en la mediación profesional en general y con sus
correspondientes matices en esta mediación intercultural a la que nos estamos
refiriendo aquí. En cierto sentido esto será lo que hagamos en la último parte de este
trabajo, pero ahora nos interesa seguir reflexionando sobre la formación con un
225
concepto global y hacerlo sobre aquellos aspectos que no suelen ser tangibles en las
capacitaciones. No es sino volver a las características personales del mediador o
mediadora de las que decíamos al principio de este apartado que se podrían “educar”.
Los mediadores deberían tener conciencia de (y apreciación por) sus meta-emociones antes de
intentar ayudar a otros con las suyas. El auto-análisis, o “las técnicas reflexivas” (Kressel 1997)
han ganado puestos entre la comunidad de la mediación. Tanto si la reflexión es individual u
ocurre en un proceso de grupo, lo mediadores pueden beneficiarse de las técnicas de auto-
análisis disponibles para darse más cuenta de sus meta-emociones y cómo influencian la práctica
de la mediación. El diálogo reflexivo entre co-mediadores puede ser particularmente beneficioso.
Los mediadores también pueden usar el conocimiento de las meta-emociones para enseñar a los
disputantes a través del auto-análisis y la reflexión. A menudo, el mismo tipo de preguntas
indicadas en la sección anterior sobre la reconsideración ayudará al disputante a descubrir las
meta-emociones así como las emociones. En algunos casos, alterar la meta-emoción es necesario
para alterar la experiencia emocional que la subyace. Si los disputantes son dóciles y su relación
parece relativamente positiva, el mediador podría facilitar este diálogo en sesiones conjuntas o
discusiones combinadas.
Las meta-emociones también influencian la intervención de un mediador. Los mediadores pueden
aprender a evitar hacer decisiones sobre intervenciones basadas en sus meta-emociones en vez
de en las meta-emociones de los disputantes (por ejemplo, si el mediador no se siente cómodo
con muestras de tristeza pero la parte se siente cómoda, el mediador no deberían disuadir a la
226
parte de mostrar tristeza en la mediación). Los mediadores pueden aprender a responder
comprensivamente cuando se dan cuenta de que un disputante está trabando con emociones con
las que no se siente cómodo.
Y los mediadores pueden conseguir confianza usando el parafraseado que enfatice su conciencia
de la emoción y la meta-emoción de la situación (Jones y Bodkter 2001, 241-242).
Los ejemplos pueden continuar. El ya citado Nigris (1999) también hace repaso de la
necesidad de “buenas capacidades relacionales”. Nos recuerda que este apartado
comprende una variedad amplia de peticiones en lo relativo a las características que
debe tener un mediador o una mediadora. Un mediador o mediadora debe ser capaz
de comprender e interpretar los comportamientos, validar la veracidad de las
peticiones, pero a su vez debe ser capaz de hacer explícitas determinadas demandas,
conocer y dominar informaciones, tener habilidades y saber ser adecuado. Algunos
hacen referencia a aspectos más específicos como “saber un poco sobre la dinámica
de los adultos”, “saber eliminar hostilidades y estereotipos”, “trabajar con grupos para
desmontar y solucionar conflictos entre diversas etnias”, “saber relacionarse con los
agentes”, “crear relaciones entre usuarios y agentes”, y a otras características menos
definidas como “tener capacidad de escucha”, “aceptación”, “tolerancia”, ser “paciente,
gentil, simpático, calmado, transparente, auténtico, empático”, etc., estas últimas
pueden hacer referencia tanto a características personales y temperamentales como a
competencias. Otros hacen referencia a competencias más complejas como: “llegar a
ser ejemplo de cómo se puede vivir en dos culturas”, “hacer reconocer a un joven su
verdadera identidad”, “hacer reconocer un proyecto de vida propio”, etc.
Pero este camino ya lo conocemos y sólo nos llevaría a iniciar una nueva larga lista de
habilidades personales con las que el mediador o mediadora tienen que concordar. Lo
que a nosotros nos sigue preocupando es que tal lista esté inscrita en un marco
ideológico de referencia:
El análisis de este artículo también tiene implicaciones para los esfuerzos continuados de definir
un conjunto universal de “habilidades centrales” de los mediadores, que ahora se expande durante
más de una década (ver, por ejemplo, Filner 1999; Honeyman 1990; Mediator Skills Project 1998;
Test Design Project 1995). Estos esfuerzos intentan definir las competencias del mediador en el
nivel de habilidades y técnicas concretas, descontextualizadas y ateóricas. Sin embargo, este
análisis demuestra que ningún movimiento de un mediador puede decirse que tenga sentido (esto
es, que sea competente o no) excepto si se enmarca en la interacción, como parte del marco de
227
trabajo teórico del mediador, apoyado en ciertas asunciones ideológicas. Incluso si es posible en
algún punto decir que hay “habilidades centrales”, esto no nos dice nada sobre el juicio necesario
par determinar cómo, cuándo y por qué usar estas habilidades en la interacción (Della Noce 1999,
295-296).
Lo que puede ser más complejo y difícil de explicar es cómo nosotros, como mediadores,
podemos mantener una sensación de paz mientras trabajamos con personas que están
profundamente metidas en conflictos aparentemente intratables. A menudo las disputas con las
que tratamos en mediación provocan sentimientos en nosotros sobre conflictos en nuestras
propias vidas. Sin embargo, creemos que los mediadores exitosos tienen una habilidad para
trascender esos conflictos, o quizá utilizar la interiorización derivada de ellos, para ayudar a las
partes en la mediación a alcanzar una solución genuina de la disputa que los llevó allí. Esta
habilidad aparece, desde nuestro punto de vista, no tanto de un conjunto particular de palabras o
comportamientos, sino por un abanico de habilidades personales del mediador que crean una
atmósfera que conduce a la resolución (Bowling y Hoffman, 2)
No es este último uno de los aspectos más tratado en la literatura consultada sobre las
la mediación y su profesionalización pero consideramos de importancia su referencia
por lo que de él se pueda obtener en un doble sentido:
Las referencias que podemos encontrar no hacen sino indicar que la competencia del
mediador o mediadora está muy relacionada con el grado de auto-control y auto-
conocimiento que el profesional pueda tener; y para ello resulta de especial utilidad la
228
existencia de grupos de mediadores entre los que puedan someterse a discusión el
conjunto de la actividad profesional que puedan ejercer. Y creemos que no se trata tan
sólo de intercambiar las experiencias para conocer cómo tal o cual profesional
desarrolla la profesión.
Creemos que tal ejercicio debe servir para construir la propia mediación y para
construir al profesional de la mediación; es decir, el mediador o mediadora debe utilizar
tales grupos control para poner en juego sus propias características personales en el
ejercicio de la mediación y observar de ellas, junto con los otros profesionales, cómo
repercuten, ayudan, colaboran, dificultan, apoyan, etc. tales características en la
“resolución de conflictos”.
(…) los mediadores que poseen gran autonocimiento de sus propias personalidades y los efectos
que tienen sobre otras personas, tendrán la perspicacia necesaria para darse cuenta de que no
pueden mediar todos los tipos de casos o clientes, merced a sus propias inclinaciones, defectos, o
“puntos negros” (Volpe y Van 1987, citado en Olczak 1996, 198)
De nuevo no ocultamos que tal proceder servirá de manera muy especial a marcar el
perfil del mediador o mediadora intercultural, objetivo último del presente trabajo, pero
también debe comprenderse que el perfil no es una simple lista de características de
las personas que ejercerán tal actividad, sino también el conjunto de acciones que se
229
espera que se desarrollen cuando se alude a tal actividad, y eso es lo que ahora
haremos marcando las denominadas funciones del mediador o mediadora intercultural.
Graciela Favaro (1999), que citamos en primer lugar, hace una aproximación a las
diferentes competencias que debería tener un mediador o mediadora intercultural para
cubrir las diferentes funciones independientemente del sector y del contexto de
intervención. Éstas serían:
Interpretación / traducción
• Conocimiento óptimo de la lengua del país de origen, oral y escrito
• Conocimiento óptimo de la lengua del país de acogida, oral y escrito
• Buen conocimiento del lenguaje sectorial y de los términos específicos del servicio
en el que se vaya a desarrollar la mediación
• Conocimiento del servicio, de las modalidades de funcionamiento, de las reglas y de
la “filosofía”
• Conocimiento de las normas y de las leyes
• Individuación tanto de las informaciones principales como de las secundarias.
• Atención al lenguaje no verbal y a las modalidades comunicativas paralingüísticas
• Capacidades relacionales
• Saber escuchar, hacer demandas, relanzar la comunicación, profundizar, dirigir las
técnicas de la entrevista
Acogida
• Capacidad lingüística y relacional
• Capacidad de análisis de las necesidades y de las demandas explícitas e implícitas
• Conocimiento de las normas y de la legislación en materia de inmigración
• Conocimiento del servicio
• Dirigir las técnicas de comunicación intercultural y de la entrevista
• Conocimiento general de los temas específicos del servicio: salud, cuidados,
educación, etc.
230
• Conocimiento de los aspectos demográficos, sociológicos y psicológicos
relacionados con los usuarios privilegiados del servicio: menores, mujeres,
“reagrupados”, familias…
• Saber reconstruir las historias, los viajes, los proyectos, las biografías
• Saber crear una situación de “comodidad” sabiendo contener las ansias y los
temores.
• Saber establecer relaciones basadas en la confianza, el respeto y la apertura.
• Saber proponer cambio e identificar respuestas trabajadas.
Acompañar
• Conocimiento de la red de servicios
• Conocimiento de los roles y de las funciones de los agentes
• Saber compilar módulos y saber seguir itinerarios y trayectorias burocráticos
• Conocimiento de las normas y de las modalidades de funcionamiento de los
servicios
• Saber establecer relaciones con agentes de diferentes servicios.
• Saber presentar demandas, necesidades, saber plantear situaciones, etc.
• Saber elaborar propuestas y soluciones
• Saber promover itinerarios de autonomía y de uso directo de los servicios por parte
de los usuarios
Proyectar
• Saber elaborar un proyecto, individuando: Objetivos, tiempos, costos, recursos,
modalidades de realización, roles y competencias, funciones, etc.
• Saber valorar los vínculos y los recursos
• Saber valorar y verificar los resultados del proyecto
• Identificar modalidades de trabajo innovador
• Saber trabajar en grupo
• Saber prever e identificar los cambios inducidos en el proyecto
• Saber presentar el proyecto y “transferirlo” a otras realidades
Por su parte, Jonson y Nigris (1996) identifican las funciones básicas que tendrían que
desarrollar los mediadores interculturales con independencia del contexto específico en
el que trabajasen:
231
• Funciones de sensibilización, información y publicaciones relativas al servicio en el
que se inserte.
Además de estas funciones básicas, estos dos autores identifican otras funciones más
específicas, que requerirían de una formación específica y que serían:
Por otra parte, la Cooperativa di: Handicap Educazione Lavoro Partecipazione (HELP)
menciona las funciones del mediador lingüístico cultural en términos de deberes a
cumplir. Entre estos deberes del mediador o mediadora destacan:
232
Para Federica Cacciavillani y Sofia Di Bella (2000), observando el trabajo realizado por
los mediadores y mediadoras y a través de las reflexiones de éstos sobre sus propias
prácticas, se identificarían las siguientes funciones del mediador intercultural:
Funciona de puente
• Conoce ambos códigos culturales y de comunicación verbal y no verbal
• Entiende los diferentes puntos de vista
• Explica las diferencias y similitudes a ambas partes
No da soluciones
• No sustituye al agente social, laboral, sanitario, educativo, etc.
• No hace de portavoz de la familia
• Ayuda la relación de ayuda
Amedeo Piva (2001), Assesore alle Politiche Sociali del Comune di Roma, en una
intervención a propósito del estado de la inmigración en Italia, hace referencia explícita
a la figura del mediador intercultural y a las funciones profesionales de éste:
233
• Interpretar
• Traducir
• Ayudar
• Decodificar
• Facilitar y filtrar la comunicación entre el servicio y el inmigrante
• Animar
• Sostener
• Informar
• Negociar
• Conciliar
• Orientar
Por último, Giambalvo (2002) Identifica las siguientes funciones del mediador y de la
mediadora lingüístico cultural y las capacidades y competencias que debe tener:
• Una primera función debería estar relacionada con la misión de servir de referente
ante aquellas personas que puedan encontrarse perdidas en un nuevo contexto al
que no están acostumbradas por su novedad o por la ausencia de las claves
cognitivas y comunicativas específicas para desenvolverse en él. Aquí se situarían
las funciones de acogida y acompañamiento junto con las de información y ayuda;
aunque no debería olvidarse aquí que en este punto puede servir de mucha ayuda
para el “novato” la simple función de escucha. Debe entenderse que aunque estas
funciones no son específicas de la mediación son necesarias para la práctica de la
misma.
• Una segunda función tiene que ver con la tarea de facilitar y favorecer la
comunicación. Aquí debemos recoger funciones que van desde la interpretación y
traducción propiamente lingüística (que puede hacer el mediador o mediadora o que
234
debe saber quién hacerla si no tienen capacitación para ello) hasta el
establecimiento de vías de comunicación más allá del simple diálogo con la
compresión de mensajes no verbales. Estaríamos aquí en una función más propia
de la mediación pero que no debe entenderse como justificante exclusiva de la
misma, es decir, mediar no debe reducirse a interpretar / traducir.
• Un tercer conjunto de funciones tienen que ver con el establecimiento de escenarios
propicios para la convivencia. Se trata de ver en la práctica de la mediación acciones
que prevengan ante los posibles conflictos y para ello que sensibilicen, que animen a
la convivencia…, incluso que se conviertan en posibles gérmenes de enseñanza
para el aprendizaje social.
• Por último, un conjunto de funciones muy estrechamente ligado a la práctica
tradicional de la mediación tiene que ver con la negociación y la conciliación.
Funciones que se identifican plenamente con la práctica de la mediación pero muy
difíciles de poner en marcha sin tener presente y usar las anteriormente citadas.
Hasta aquí la información de la que disponemos con un cierto orden y con la lógica que
marca nuestras percepciones sobre la práctica de la mediación y sobre la
profesionalización de esta actividad. Buena parte de lo recogido y de los comentarios
realizados bien podrían servir para marcar el perfil del mediador o mediadora
intercultural, pero es necesario que aportemos a todo ello una última sistemática
reuniendo todo lo presentando en un nuevo orden lógico y de manera más concreta y
resumida. El conjunto de lo que ahora presentaremos servirá de conclusión pero, sobre
todo, de propuesta para la reflexión sobre el denominado perfil.
Pero para ser coherentes con lo mencionado más arriba, debemos comenzar
marcando nuestras posiciones ideológicas en torno a la mediación y sus prácticas.
Para ello no es ocioso comenzar con la recomendación de Si de marcar la identidad del
mediador. No es sino volver al principio por donde comenzábamos:
A los que comienzan a aprender inglés se les aconseja muy especialmente que desconfíen de
esas palabras que se escriben de la misma manera en inglés y en algún otro idioma pero que no
tienen el mismo significado: lo que se llama “los falsos amigos”. Muchos de los que emplean la
palabra “mediación” encuentran, sin saberlo, “falsos amigos” de la mediación, ya que le dan un
sentido unilateral: la mediación de, dependiente de, unida a un organismo; la mediación no tiene
sentido más que si se ejerce a la sombra, bajo la protección de un organismo.
Esos “falsos amigos”, enormemente distraídos, no se dan cuenta de que, si el mediador no
pudiera existir más que acompañado de un genitivo, de un de, el genitivo se convertiría muy
pronto en totalitario y haría del mediador estrictamente alguien subalterno; ya no sería un
mediador más que por el nombre; vasallo con un título honorífico sin trascendencia, menor,
siempre bajo la dependencia del tutor. Por el contrario, si se puede establecer la identidad propia
del mediador ciudadano, el mediador institucional se sentirá más cómodo en su lugar de mediador,
en su capacidad real de ejercer esa tarea, no contra la institución, sino con cierta autonomía
posible con relación a ella. Hay pues, una gran ventaja para el mediador institucional, cuando la
identidad del mediador se establece lo más claramente posible (Si 1997, 155-56)
Como hemos podido observar, son muchas las prácticas de mediación que arrancan de
un conflicto en el que las partes no pueden llegar a un acuerdo. Ello es debido, en gran
medida, a que los diversos tipos de mediación que se han desarrollado previamente
(jurídica, social, familiar, escolar...) condicionan el debate sobre la mediación
intercultural. El ejemplo claro es partir de un conflicto como condición previa para la
mediación. Es la referencia al conflicto y al estilo reactivo de la mediación a la que
hacíamos alusión al comienzo de este apartado y que Petitclerc (2002, 56) entiende
como mediación en sentido estricto con la denominación de Modelo Alternativo de
Reglamentación de Conflictos (MARC).
236
mediación”202. Desde aquí la mediación, defiende Petitclerc, debe hacer pasar a los
actores de la lógica del “o tú, o yo” a la lógica del “y tú, y yo”, y de esta forma ligará la
mediación al “arte de vivir en la ciudad” desarrollando el sentido de la alteridad, de la
comunicación y del diálogo como una forma armoniosa de construir lazos sociales
entre las diferencias (Petitclerc 2002, 56)
Planteadas así las cosas, creemos estar en condiciones de poder marcar el perfil
profesional que pueda tener quien se dedique a la mediación.
Lo que con este criterio estamos defendiendo es que debemos ser respetuosos con la
construcción profesión de la mediación y no partir de presupuestos teóricos previos
muy exigentes y claramente cerrados. Sin duda, por lo planteado más arriba y en el
202
Desde estas posiciones Petitclerc realiza una identificación entre mediación y la figura mítica del dios
griego Hermes cuyas atribuciones son la negociación, el cambio, la escritura, la palabra… y es visto
como el dios de la atención y la escucha.
237
conjunto de este texto, la mediación intercultural cuenta ya con una abundante
literatura que recoge experiencias de mediación intercultural de las que se deben
aprender y en las que se reflejan lo qué se hace en mediación intercultural. También se
cuenta con un no menos importante desarrollo teórico sobre lo qué debe ser la
mediación intercultural.
Junto a esto, debemos también pensar, por otro lado, que una buena definición de una
práctica profesional será posible en la medida que se ejerza dicha práctica profesional
y que quienes la ejerzan puedan y sepan ir construyendo lo que hacen con una
determinada y particular identidad. En ello debe radicar también la definición de un
perfil profesional, en que pueda construirse la profesión, y ello no podrá hacerse de
antemano y sin contar con los que finalmente tendrán las responsabilidades del
ejercicio de la profesión.
Nada hace dudar que si contamos con una profesión no definida, también contamos
con un posible ejercicio profesional que se sitúa en las fronteras -o muy próximo a las
mismas- de ejercicios profesionales ya definidos y más o menos delimitados en el
amplio campo de la intervención social.
Lejos de verse tal proximidad, a la que algunos verán como confusión o apropiación de
terrenos profesionales, debemos ser conscientes de que la mediación intercultural se
encuentra con terrenos ya recorridos y que su camino no debe empezar con el cuenta
kilómetros puesto a cero. No es buscar distancia y separación, lo que debe hacerse
para la definición y delimitación de la profesión de la mediación en relación con, por
ejemplo, el trabajo social, sino complicidades y compromisos de complementariedad.
Nada grave sería el que pudiéramos encontrarnos con que desde el trabajo social se
trabajara con los presupuestos de la resolución de conflictos que se establecen en las
enseñanzas de la mediación intercultural. Tampoco sería absurdo que el profesional de
la mediación utilizara los recursos a su alcance para la intervención social ya
experimentados en el ejercicio del trabajo social.
238
formación, y en especial las universitarias, sigan practicando la construcción
especializada de profesionales para problemas y conflictos multifactoriales.
En este sentido y observando los planes de formación del trabajo social, consideramos
que es el espacio de competencias previas más próximo a la mediación intercultural.
Quizá con el tiempo podamos ver también la proximidad de la mediación intercultural
con la educación social en su reciente proceso de asentamiento universitario y en
especial si desarrolla una mayor proximidad a su vertiente social y no tanto a su
vertiente pedagógica, como algunos prefieren orientarla. De cualquier manera, el
handicap de ser reciente en el mundo universitario, tanto para el trabajo social como
para la educación social, y de no tener suficientemente arraigada la dinámica
investigadora a todo tipo de actividad académica, puede suponer algún problema para
los proyectos relacionados con la mediación intercultural. Aunque existan quienes ya
han superado tal distancia, todavía existen centros de formación en trabajo social que
están aislado o con dificultades de las prácticas investigadoras. Esto debe de
superarse y ello también incidirá de forma positiva para la incorporación de tales
profesionales de la intervención social a la practica de la mediación intercultural que
aquí estamos proponiendo en la medida de que dicha practica se vea como una
práctica constructora del conocimiento desde las posiciones de rigor que exige la
investigación científica.
Todos pueden mediar, algunos lo sabrán hacer mejor y otros peor. De cualquier
manera, todos tenemos que aprender a resolver nuestros conflictos usando estrategias
de la mediación. Ahora bien, el ejercicio de la mediación intercultural desde un punto de
vista profesional es otra cosa. Aún usando los mismos recursos, el desempeño
profesional de la mediación intercultural debe saber que es útil allí donde las relaciones
sociales por si solas no saben, no pueden o no quieren resolver los conflictos.
239
será muy necesario que el mediador defina profesionalmente su perfil y lo haga
teniendo muy presente una adecuada y sólida formación.
Una última cuestión tiene que ver con la formación del mediador o mediadora. Los
estándares de formación en el campo, tal y como están, han sido en no pocos casos
ateóricos desde su comienzo y se orientan o a planteamientos generales o a saber qué
se debe hacer en cada situación posible. No es sorprendente, por ello, que una gran
parte de la formación en este campo carezca de una teoría coherente, o confunda la
claridad teórica mezclando indiscriminadamente constructos teóricos incompatibles.
Los formadores deberían ser explícitos sobre sus marcos de trabajo teóricos. Esto enriquecería
tanto la experiencia formativa como la práctica de la mediación además, esto respetaría el derecho
de los formados a ser ampliamente informados sobre las teorías sobre las cuales descansan los
programas formativos disponibles de tal manera que puedan realizar elecciones académicas.
Cualquier promesa de un programa de formación genérico o ateórico no hace un buen servicio a
los formados, porque cada formación incorpora el discurso moral preferido del formador (o de los
estándares de formación con los cuales el formador debe cumplir). También es el tiempo de que
los estándares de formación que son teóricamente específicos estén escritos, en vez de continuar
intentando regular la formación en diversas teorías y prácticas a través de un conjunto genérico de
estándares.
Con ello ya avanzamos nuestra posición de que en la mediación se puede uno o una
formar. No se debe esperar encontrar el sujeto que “naturalmente” esté preparado para
el ejercicio de la mediación. No debemos admitir que las especiales características
personales que hemos ido atribuyendo a la figura del mediador o mediadora, deban ser
esperadas a encontrarse en individuos que parecen tener una predisposición innata
para ellas. Esas cualidades personales pueden ser estudiadas, enseñadas y
aprendidas; pero debe ser la investigación sobre el tema quien haga más explicitas
cuáles son -aún disponiendo ya de literatura en este sentido- y cómo pueden ser
enseñadas y aprendidas. Dicho de otra manera, el mediador o mediadora profesional
sólo puede hacerse.
Para la formación nosotros encontramos que se debe apuntar hacia una más compleja
estructura en el que sepa combinar el crecimiento (la construcción del conocimiento)
con la experimentación crítica, reflexiva y rigurosamente científica. Tres serán por ello
las fases en las que pensamos que deberían completarse en un plan de formación en
mediación intercultural profesional:
La primera la llamaremos como “la observación de la técnica”. “Se aprende, entre otras
cosas, la escucha activa, la recolocación, la focalización en los intereses, la priorización
de temas, y la práctica, el ayudar a las partes a genera opciones. Aprendemos a
demostrar empatía así como imparcialidad, aprendemos cómo diagnosticar barreras
para el acuerdo, y cómo, con algo de suerte, cerrar un caso. Buscamos oportunidades
para practicar estas habilidades”. En esta fase lo que proponemos es que el futuro
mediador o mediadora observe la mediación que practican otros profesionales que ya
la ejercen. Se trata de comenzar observando las prácticas de mediación “en vivo”, pero
240
haciéndolo con una sistemática y un rigor. Sistemática y rigor que enriquecerán a quien
la esta ya practicando la mediación y ahora es acompañado y que obligará al “novato”
a sistematizar lo que ve, lo que escucha, lo que siente. De esta sistematización se debe
hacer que el futuro mediador o mediadora construya los interrogantes fundamentales a
los que debe ir encontrado respuestas. En esta fase, al final, lo que estaremos es
logrando el reconocimiento del fenómeno de la mediación, lo que debe servir para
decidirse a continuar en el proceso de formación una vez que se sabe qué es.
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