Está en la página 1de 4

ACTIVATE

La unión de todos los elementos

En este libro hemos abarcado los principios y las estrategias fundamentales de la AC. Si nos
preguntaran: «¿Cuál es la única cosa que esperáis que los clínicos recuerden sobre la AC?»,
nuestra respuesta sería sencilla: «ACTIVATE». Como método sencillo para que los terapeutas
sigan la pista de los principios y las estrategias fundamentales que respaldan sus esfuerzos a
la hora de activar a sus clientes con habilidad, ofrecemos un último acrónimo: ACTIVATE. En el
Apéndice 4 ofrecemos una hoja de referencia breve para los terapeutas. Este acrónimo
representa una serie de procesos que son esenciales en la AC. Los terapeutas de AC llevarán
a cabo las siguientes acciones a lo largo del tratamiento:

Assess: valorar los factores que contribuyen a la depresión del cliente.

Counter: hacer frente a la evitación con una activación estructurada y con una resolución
efectiva de los problemas.

Take: dedicar tiempo a los elementos específicos.

Include: incluir la monitorización.

Validate: validar.

Assign: asignar actividades.

Troubleshoot: detectar problemas y desarrollar soluciones.

Encourage: estimular.

Estas estrategias no deben llevarse a cabo necesariamente en el orden en que se han


enumerado aquí. La práctica de la AC no es inamovible ni rígida y los terapeutas harán uso de
las intervenciones basadas en los diez principios fundamentales a lo largo del tratamiento.
Esta fluidez queda demostrada por el hecho de que los principios fundamentales de la AC
enumerados en la Tabla 2.1 no siguen un orden paralelo a las intervenciones enumeradas en
el acrónimo ACTIVATE sino que se entrecruzan a lo largo del proceso. A continuación
analizaremos cada una de las intervenciones de forma sucesiva.

A: Assess – Valorar los factores que contribuyen a la depresión del Cliente

Nunca se insistirá bastante en la importancia de la valoración a lo largo del proceso de la AC.


Este elemento de la AC ha sido enfatizado a lo largo de este libro y en otras publicaciones
sobre la AC (por ejemplo, Martell et al., 2001). La valoración es un centro de interés primordial
en las primeras sesiones y a lo largo del tratamiento. La valoración aborda tanto la frecuencia y
el abanico de actividades del cliente como su función. La comprensión de las circunstancias
vitales que han contribuido a la depresión del cliente y también el modo en que el cliente ha
intentado afrontar la depresión son elementos que aportan una percepción inicial de los
posibles objetivos del tratamiento (Principios 2 y 3). El saber qué conductas fijar como
candidatas prometedoras para la activación se logra mediante una valoración conductual de los
antecedentes y de las consecuencias.

C: Counter – Hacer frente a la evitación con una activación estructurada y con una
resolución efectiva de los problemas
La depresión suele ser el resultado de reacciones comprensibles ante acontecimientos
negativos de la vida que cambian las contingencias del refuerzo, reduciendo el contacto con los
reforzadores o aumentando los problemas vitales. La evitación y la conducta de retirada suelen
ser respuestas lógicas a corto plazo. Las emociones tienen un fuerte impulso por sí mismas, y
los estados anímicos negativos debilitan a la persona y estimulan los intentos de evitar las
situaciones vitales o sentimientos que parecen ser abrumadores. El problema es que estas
conductas de evitación y de retirada suelen empeorar las cosas a largo plazo, manteniendo o
agravando el estado anímico negativo con el paso del tiempo. Aquí nos retrotraemos al
Principio 1 –podemos cambiar cómo nos sentimos si cambiamos lo que hacemos–. El Principio
4 es también clave –estructurar y programar actividades que siguen un plan, no un estado
anímico–. La AC funciona para ayudar al cliente a hacer frente a la evitación con una activación
estructurada y con una resolución efectiva de los problemas. Los clientes aprenden a identificar
sus patrones de evitación y a tener preparadas estrategias de adaptación alternativas que
avalen un acercamiento y una implicación.

T: Take – Dedicar tiempo a los elementos específicos

No se puede exagerar la importancia de la especificidad conductual. Los terapeutas de AC


ayudan al cliente a identificar conductas específicas que deben ser fomentadas o reducidas.
Las conductas que hay que fomentar son las que probablemente hacen que el cliente contacte
con los reforzadores positivos del entorno, y las que hay que reducir son las que hacen que la
vida del cliente sea más difícil a largo plazo.

I: Include – Incluir la monitorización

La monitorización de la actividad es el pilar principal de la AC. La tabla de actividades es la


herramienta fundamental utilizada para ayudar al cliente a monitorizar sus actividades, el
contexto, el estado anímico o las emociones, y la intensidad. La monitorización ayuda a
esclarecer el contexto en el que es más probable o menos probable que tenga lugar la
conducta del individuo, y también las consecuencias de dicha conducta, cuyo conocimiento es
un elemento crítico de la AC. La identificación de estos patrones es el centro de interés
principal de la terapia. La monitorización ayuda a informar sobre los planes de acción; sin
monitorización de la actividad, es difícil (¡si no imposible!) identificar objetivos eficaces para la
activación. La monitorización informa también al terapeuta y al cliente acerca de si los planes
de acción fueron efectivos y proporciona la información necesaria para retocar ligeramente los
planes y para que estos tengan la máxima utilidad. Finalmente, el propio acto de la
monitorización puede ayudar a fomentar el cambio de la conducta. A lo largo del tratamiento,
utilizamos la monitorización como un componente fundamental.

V: Validate – Validar

Estar deprimido es como estar encerrado en un lugar muy oscuro con escasos medios y poca
esperanza de escapar. La AC proporciona a muchas personas que sufren depresión una forma
de encontrar una salida de la oscuridad con el fin de volver a implicarse y a construir la vida
que desean. Durante este proceso, es fundamental que el terapeuta de AC proceda a la
validación del cliente, demostrando una comprensión de la experiencia del cliente y de los
desafíos del cambio. La validación es el proceso de comunicar que tiene perfecto sentido que
el cliente que acude a la terapia se sienta y actúe como lo hace en el momento, «y» que los
esfuerzos necesarios para el cambio son cruciales si el individuo quiere sentirse mejor. De este
modo, el terapeuta enseña a los clientes a experimentar diferentes formas de activarse y de
implicarse que aumentan la recompensa y reducen las consecuencias aversivas que hay en
sus vidas –en un contexto de aceptación, cordialidad, colaboración y estímulo.
A: Assign – Asignar actividades

La programación y la estructuración de actividades son los ingredientes principales de la AC.


La importancia de la asignación de actividades queda reflejada en muchos de los principios
fundamentales de la AC. Como sugiere el Principio 4, la programación de actividades permite a
los clientes tener un programa claro que seguir en vez de adoptar conductas dependientes del
estado anímico. La programación de las actividades aumenta la implicación del cliente en el
mundo, permitiendo un mayor contacto con un potencial refuerzo positivo del entorno y con las
oportunidades de ejercer un control sobre los factores de estrés. Tal y como señala el Principio
5, las actividades deben ser asignadas en pasos y deben estar graduadas para aumentar la
probabilidad de éxito del cliente. El Principio 6 pone de relieve que el hecho de centrarse en
estas actividades que tienen el mayor potencial de producir el cambio consiste en encontrar
aquellas actividades que son reforzadas naturalmente en el entorno del cliente y que tienen un
alto nivel de recompensa. Finalmente, para recordar al terapeuta la importancia central de la
activación, el Principio 9 establece sencillamente: «¡No lo digas, hazlo!».

T: Troubleshoot – Detectar problemas y desarrollar soluciones

La mayoría de los clientes con depresión experimentan desafíos mientras trabajan para poner
en práctica los planes de activación. Surgen obstáculos, que pueden ir seguidos de una gran
frustración. Para hacer un seguimiento de la terapia, el Principio 10 recuerda al terapeuta que
debe «detectar barreras posibles y reales para la activación ». La detección es necesaria para
abordar los tipos de problemas que generalmente se producen cuando se desarrollan y se
ponen en práctica planes de activación con clientes deprimidos. Los terapeutas utilizan la
detección de problemas para mejorar y adaptar los planes de activación, enseñando a los
clientes cómo detectar sus propios problemas. El consejo del Principio 8: «Insistir en un
enfoque empírico de resolución de problemas y reconocer que todos los resultados son útiles »
es instructivo y relevante también aquí, ya que el enfoque global de la AC es un enfoque
empírico de resolución de problemas. La detección sirve para hacer el mejor uso posible del
esfuerzo del cliente, un esfuerzo dirigido a la activación; la detección sirve para que la terapia
siga avanzando en la dirección de los objetivos del cliente.

E: Encourage – Estimular

El momento en el que la mayoría de los clientes con depresión buscan ayuda profesional es
cuando se sienten desanimados y desmoralizados. Uno de los métodos que los terapeutas
utilizan para maximizar el éxito del tratamiento consiste en expresar continuamente una
sensación de esperanza, optimismo y compromiso con el cambio. Como establece audazmente
el Principio 7, los terapeutas de AC trabajan como entrenadores de los clientes, destacando
cualquier señal de progreso por parte del cliente y estimulando cualquier indicador o indicación
de que el cliente se está activando e implicando y está resolviendo problemas, especialmente
cuando se siente desanimado.

Resumen

La AC tiene sentido. La historia de la utilización de estas sencillas estrategias con clientes


deprimidos se ha extendido durante casi cuatro décadas desde que Lewinsohn (Lewinsohn y
Graf, 1973) escribiera por primera vez sobre los «acontecimientos agradables» y la depresión.
Es indudable que la AC continuará desarrollándose y los futuros estudios pondrán a prueba los
límites de la AC con nuevas poblaciones y con nuevos problemas. Como terapeutas de hoy en
día, podemos confiar y afirmar con toda seguridad que la AC es un método vigoroso y de
eficacia probada para ayudar a las personas a superar la espiral descendente de la depresión.
Tiene sus raíces en los principios conductuales que han resistido la prueba del tiempo. Hemos
aportado diez «principios-guía» de la AC –que consideramos esenciales– porque esperamos
que los terapeutas sean sinceros con el enfoque de base empírica defendido aquí y con el
modo flexible e idiográfico con el que ha sido aplicado. Los terapeutas de AC pueden
responder a la situación individual de cada cliente y permanecer centrados en la activación,
guiados por los principios y las estrategias fundamentales que hemos destacado. Los
terapeutas –al actuar como entrenadores– y los clientes –al realizar la importante tarea de la
activación– se benefician del seguimiento de estos principios. El tratamiento de la AC debe
llevarse a cabo en colaboración: los terapeutas hacen sugerencias y ayudan al cliente a
reconocer cuándo la evitación, el refuerzo de la conducta depresiva o la desconexión del
entorno impiden la adopción de una conducta antidepresiva. En su esencia, la AC es
pragmática. Los terapeutas pueden reconocer sus prácticas habituales en las páginas de este
libro y es aquí precisamente donde reside la elegancia de este método. Creemos que la AC es
un tratamiento fácil de aprender porque es coherente con las prácticas de muchos clínicos que
trabajan con clientes depresivos, es sencillo, y el objetivo de ayudar a los clientes a implicarse
con el entorno es constante a lo largo de todo el tratamiento. Si durante el proceso de
colaboración tenemos presente la comprensión de los factores que fomentan la depresión del
cliente y los obstáculos que impiden el cambio, la terapia no se desviará en múltiples
direcciones. El centro de interés está en el entorno y en el cambio conductual. Los terapeutas
pueden reconocer fácilmente que ayudar a clientes depresivos a aumentar la actividad es un
importante primer paso en el tratamiento, y la creciente evidencia que avala la AC sugiere que
es un paso suficiente. Como activos entrenadores, los terapeutas que siguen los principios que
aquí hemos presentado adoptarán una actitud terapéutica que servirá para construir una fuerte
conexión con los clientes gracias al esfuerzo estimulante y gratificante encaminado a crear un
contexto de cambio positivo y duradero en las vidas de las personas con depresión.

También podría gustarte