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A. La evaluación
El síntoma que presentan los clientes comprende una dificultad a la que se suman intentos
reiterados e ineficaces para superarla. El paciente identificado y su familia perciben la solución
intentada como la única correcta, siendo esta idea lo que propicia la permanencia del síntoma
puesto que les impide bien poner en práctica otras soluciones, bien darse cuenta de que existen
ocasiones en que el síntoma no aparece o lo hace con menos intensidad porque han hecho algo
distinto a lo acostumbrado. Después de lograr una descripción del problema, el terapeuta busca
soluciones eficaces -excepciones- para orientar la conversación hacia aquello que funciona y que
permite superar la conducta problemática.
Los autores no siempre establecen una línea base del problema, ya que su interés no es evaluar el
síntoma sino iniciar cuanto antes la solución.
B. Intervención
La sesión se dedica a generar soluciones, es decir, cambios perceptivos y conductuales que
elaboran conjuntamente los clientes y el terapeuta con el fin de mejorar la forma de superar el
problema
Teoría del cambio
El objetivo terapéutico consiste en ampliar los aspectos satisfactorios del funcionamiento de los
clientes en el área del problema y fuera del mismo, es decir, en ampliar las soluciones eficaces y
resaltar aquello que es satisfactorio en la vida de los individuos y familias.
Metas y estrategias terapéuticas
Se definen de forma muy concreta las metas que las personas que acuden a la entrevista desean
conseguir con el tratamiento y cómo va a notar cada una de ellas que se han alcanzado. Una vez
que los objetivos han quedado claros, la tarea del terapeuta es ayudar a los clientes a encontrar el
modo de llegar a ellos. Se dan algunas estrategias como:
Técnicas de intervención
Se emplean redefiniciones, connotaciones positivas, metáforas, tareas directas, ordalías, tareas
paradójicas y rituales. Las redefiniciones son permanentes a lo largo de toda la entrevista. Se
recurre a dos tipos de connotaciones positivas. En primer lugar, cuando existen dificultades para
identificar soluciones eficaces, se puede modificar el punto de vista que los clientes tienen del
problema asignándole un nuevo significado, concretamente adscribiendo intenciones y
motivaciones positivas a las conductas relacionadas con el síntoma (Shazer, 1987). Otra clase de
connotación positiva es la que se sitúa después de la pausa -normalmente se hace una única pausa
para preparar la intervención final- y resalta aquellas capacidades positivas que los clientes han
mostrado, tanto a lo largo de la sesión como fuera de la misma, en forma de recursos para superar
problemas.
Intervenciones sobre la secuencia sintomática
Implican que el equipo terapéutico haya realizado algún tipo de evaluación del síntoma y de las
conductas que lo acompañan. Permiten al terapeuta las opciones siguientes: cambiar la
frecuencia, momento de aparición, personas involucradas, duración y lugar donde se produce el
síntoma.
1. Cambiar la frecuencia, momento de aparición, personas involucradas, duración y lugar
donde se produce el síntoma. En un problema de conflicto de pareja que lleva a los cónyuges a
pelear continuamente, se puede sugerir que inicien una pelea a una hora totalmente inusual y en
una habitación de la casa en la que nunca hayan tenido una discusión.
2. Añadir un elemento nuevo. Por ejemplo, si el problema consiste en comer compulsivamente,
se recomienda al cliente que se ponga antes de hacerlo sus zapatos favoritos.
3. Cambiar el orden de los elementos de la secuencia sintomática. En un problema de rebeldía
adolescente ante el cual el padre siempre reaccione sermoneando al chico, se puede pedir a los
miembros de la familia que graben una secuencia en la que el padre sermonee al hijo como
acostumbra, y que pongan dicha cinta justo antes de que comience un nuevo sermón.
4. Descomponer la secuencia sintomática en elementos más pequeños. Si el problema estriba
en continuas peleas entre dos personas, se les indica que discutan durante, por ejemplo, períodos
de cinco minutos a las horas fijadas por el terapeuta.
5. Unir la aparición del problema a la de alguna actividad gravosa. La ordalía puede
consistir, por ejemplo, en que cuando la paciente identificada se obsesione con su antiguo novio,
al día siguiente deberá levantarse a las cinco de la mañana e irse a hacer deporte durante dos
horas.
Tareas de formula
La denominación «tareas de fórmula» o «llaves maestras» indica que son intervenciones
generales, que se prescriben con independencia del contenido concreto del problema particular
que presenten los clientes. Por tanto, no requieren que el terapeuta haya realizado una evaluación
detallada del síntoma. Las dos primeras -la «tarea de fórmula de la primera sesión» y la «tarea de
la sorpresa»- se orientan a soluciones eficaces no relacionadas directamente con la conducta
sintomática, mientras la finalidad del tercer grupo -las «tareas genéricas orientadas a las
soluciones eficaces»- es establecer y ampliar las estrategias adecuadas de solución del problema.
F. Hoja de trabajo
El equipo toma nota de aquellas informaciones útiles para guiar la entrevista hacia el cambio y
elaborar una intervención eficaz. Las anotaciones refieren datos del tipo:
1. Cosas positivas y eficaces que hacen los clientes dentro y fuera del área sintomática.
2. Diferencias entre lo que ocurre cuando surge el problema y cuando no surge o lo hace en
menor medida.
3. Excepciones espontáneas, deliberadas o potenciales.
4. Propuestas de posibles intervenciones.
REFERENCIAS
Ochoa de Alda, I. (1995). Enfoques en terapia familia sistémica. Barcelona, España: Editorial
Herder.