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LECCIONES DE DERECHO CIVIL III – DERECHOS REALES - Profesor Ramón García Gómez____________________________________

II.- LA POSESIÓN

LECCIÓN 7
NOCIONES FUNDAMENTALES DE LA POSESIÓN

1.- PERFIL HISTORICO Y


CONCEPCIONES DE LA POSESIÓN

A.- INTRODUCCIÓN

Desde el momento en que nace el concepto de propiedad, como señorío del ser
humano sobre las cosas, la posesión pasa a identificarse con el mero hecho de tener
materialmente un bien. En el momento de la codificación resultó claro que la estrella
polar de la dominación sobre las cosas la debía desempeñar el concepto de propiedad,
mientras que la posesión debía asumir una posición meramente subordinada e
instrumental, en cuanto que el goce dominical predeterminaba, por lo común, el goce
posesorio.

Para el legislador del Código se imponía regular la posesión con posterioridad a


la de la propiedad y como lógica consecuencia de uno de los presupuestos normativos
de la base undécima de la Ley de Bases de 1888: que el denominado concepto
absoluto de la posesión es, sencillamente, su mero aspecto posesorio: “emanado del
dominio y unido al él”. Esto es el denominado goce posesorio como componente de la
facultad de goce de la propiedad.
En la actualidad, carece de significado técnico alguno hablar de concepto absoluto de la
posesión (no hay, pues, poseedores absolutos frente a poseedores limitados o relativos) y no sería
complicado calificar dicho giro gramatical de desafortunado; de hecho no hay ni un solo autor
especializado en la materia que haya pretendido mantener semejante terminología. Pero lo que nos
interesa es poner de manifiesto la conexión de la posesión con la propiedad de que hacen gala nuestros
codificadores y que acaso explique la utilización del calificativo.

A finales del siglo XX, sin embargo, cabe afirmar que la opción sistemática
mantenida por el Código, siguiendo a nuestros clásicos, es radicalmente minoritaria,
pues la mayor parte de los civilistas españoles relevantes consideran preferible
conceder la precedencia expositiva a la institución posesoria. En dicha opción
probablemente ha influido sobremanera el desarrollo teórico de la cuestión en la
doctrina alemana.
Los Códigos más recientes, y de cierto peso doctrinal, como el italiano de 1942
y el portugués de 1966, distinguen con cierta nitidez la detentación de las cosas de la
posesión propiamente dicha, configurando ésta como “poder que se manifiesta el
cuando alguien actúa en forma correspondiente al ejercicio del derecho de propiedad o
de otro derecho real”.

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B.- ANÁLISIS HISTÓRICO

En el Derecho Romano se diferenciaba claramente entre el Ius possidendi o


derecho a poseer y el Ius possesionis equivalente a posesión como hecho.
En Roma se entendía la posesión como un poder de hecho separado de la
propiedad, frente al Derecho Germánico que la consideraba como la apariencia de un
derecho real (Gewere). En consecuencia, la posesión supone una relación física con el
objeto de la posesión (que pueden ser bienes, objetos o derechos). Y en este sentido,
son poseedores el propietario, el arrendatario, el usufructuario, el precario o el
acreedor pignoraticio e incluso, la posesión es el elemento nuclear de muchos delitos.
La posesión produce consecuencias jurídicas importantes. De este modo, el poseedor termina
convirtiéndose en propietario en determinadas ocasiones mediante ocupación, traditio o usucapión.
Asimismo, su titular termina gozando de los frutos si su posesión es de buena fe (art. 451 CC).
Igualmente, la posesión determina el conflicto de intereses entre los sujetos que intervienen en una
relación jurídica determinada, caso, por ejemplo, de la doble venta de una cosa inmueble a
compradores diferentes, si no hay inscripción (art. 1473 CC). Y, por su fuera poco, la posesión decide la
responsabilidad aquiliana o extracontractual en casos como el de los artículos 1905 CC (el poseedor de
un animal es responsable de los perjuicios que causare) o el 612. 1º CC (que permite indemnizar al
poseedor de un fundo que se vio perjudicado por un enjambre de abejas que se escapa).

En el Derecho Romano, en consecuencia, la posesión no constituía un derecho,


sino un simple hecho; eso sí: un hecho con extraordinaria importancia jurídica y
efectos trascendentes. Era poseedor el que tenía poder de hecho sobre la cosa (el
corpus). Esta tenencia material o física sobre una cosa es lo que se denominó naturalis
possessio que se hallaba dotada por el Derecho de dos efectos importantes:
1.- La protección interdictal
2.- La posibilidad de la conversión de la relación de hecho en relación jurídica
de propiedad, por medio de la usucapión.

En cambio, en el Derecho germánico hay que conectar con la institución de la


«Gewere» como estado de derecho. Dos circunstancias fundamentales se daban en
esta institución del Derecho germánico:
1.- Un señorío efectivo sobre una cosa equiparable al corpus de la posesión
romana
2.- Una especialísima y privilegiada posición del titular del goce y señorío con la
cosa. La «Gewere» era heredable. Al fallecer el causante, el heredero se convertía en
un simple continuador de la posesión de aquél. Y también se caracterizaba porque no
sólo se daba sobre las cosas corporales, sino también sobre derechos susceptibles de
ejercicio duradero. Las consecuencias jurídicas de esta institución germánica son
mucho más amplias y eficaces que la de la posesión romana, no obstante consistir
también en una simple relación de hecho, pues la «Gewere» extiende su ámbito a la
protección y tutela de los terceros que, de buena fe, contratan sobre las apariencias.

La regulación que de la posesión hace el Derecho canónico difiere de la del Derecho romano en
dos puntos esenciales. Primero en lo relativo a la cuasiposesión, pues ampliando el concepto de
posesión se aplicó a toda clase de derechos, en cuanto fuesen susceptibles de un ejercicio continuado.
Y, por otro lado, tratando de reprimir los actos violentos que perturban el estado posesorio, aunque
éstos partiesen del legítimo propietario contra el detentador.

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C.- EL CONCEPTO DE POSESIÓN EN LA DOCTRINA

Partiendo de la idea de posesión como un hecho que se traduce en el poder


que tiene una persona en relación a cosas o derechos, la doctrina se pregunta cuál es
la razón por la cual el ordenamiento jurídico reconozca al poseedor ese poder de
posesión y que lo tutele a través de acciones específicas (los llamados comúnmente
interdictos). Todas esas opiniones de la doctrina española giran en torno a dos
posturas, que parten del concepto del Derecho Romano:

1º.- Concepción subjetiva de la posesión (Savigny).


Parte de la distinción efectuada en Derecho Romano, de los dos elementos
básicos de la posesión:
- El Corpus: es decir, el contacto físico con la cosa objeto de posesión.
- El Animus Domini: la intención de tener la cosa como propietario.
La exigencia de animus domini, es lo que justifica los mecanismos de defensa de
la propiedad como parte del ordenamiento jurídico. SAVIGNY defendía que en la
posesión debían concurrir esos dos elementos, afirmación sostenida por la mayoría de
autores españoles.
El problema de esta concepción deja sin resolver la cuestión de qué sucede con los acreedores
pignoraticios que poseen el bien a modo de garantía, pero no con la intención de adquirir la propiedad.

2º.- Concepción objetiva de la posesión (Ihering).


Para que nazca la posesión, basta el corpus, es decir, la relación directa con las
cosas. En consecuencia, se niega el animus domini, que se considera incluido dentro
del corpus.
En este caso, IHERING entiende que el animus domini se concreta en la intención
del sujeto de utilizar la cosa para satisfacer sus necesidades e intereses. Ello se traduce
en que la posesión supone un Contacto físico con la cosa con la intención de utilizarla
para satisfacer sus necesidades e intereses. De este modo, la posesión es el mero
reflejo del dominio (imago domini), es decir, la mera apariencia de propiedad, por lo
que todo poseedor es detentador, pero no necesariamente propietario.

D.- LA POSESIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL ESPAÑOL

Nuestro CC regula la posesión en los artículos 430 a 466 (Libro II, Título V). Pero
también deben tenerse en cuenta los artículos 1940 a 1960 CC, que tratan de la
prescripción del dominio y demás derechos reales, ya que se refieren a un
fundamental efecto de la posesión como es la usucapión.
Las influencias romanas, germánicas y canónicas, amén de otros cuerpos legales (códigos
extranjeros), están presentes en nuestra historia jurídica. Los antecedentes germánicos se manifiestan
en los fueros medievales. Las Partidas, Leyes de Toro y Novísima Recopilación recogen principios
romanos. Así, las Partidas (Partida III, Título 30, Ley 1.ª) la definieron como «tenencia derecha que ome
ha en las cosas corporales con ayuda del cuerpo e del entendimiento».

La conjunción de aportaciones de nuestro Derecho histórico sigue


produciéndose en el articulado del CC, entrelazándose principios y preceptos de varia

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procedencia. Un mismo artículo, el 430 CC, primero de los dedicados a la posesión,


acoge la distinción romana entre posesión natural y civil, como también son romanos
los elementos de tenencia e intención que allí se requieren; en cambio responde a la
influencia canónica la posibilidad de posesión de los derechos que el mismo artículo
reconoce, en paridad o igualdad con la posesión de las cosas y no como simple
cuasiposesión.
Los artículos 431 y 432 CC parecen de inspiración romanista, como también el concepto del
poseedor de buena fe (art. 433 CC). Igualmente son de ascendencia romana el derecho a la percepción
de frutos de los artículos 451 y ss., o la protección interdictal de los ya derogados artículos 1651 y ss. de
la LEC.
La huella canónica la encontramos -aparte la posibilidad de posesión de los derechos- en el
artículo 446 CC, en que se reconoce el derecho de todo poseedor a ser respetado en su posesión. Como
dijimos, la extensión hasta cualquier detentador de protección posesoria es una de las características
del régimen canónico.

La influencia germánica es visible en artículos como el 448 CC, donde se


establece para el poseedor en concepto de dueño la presunción, que vimos era
inherente a la «Gewere», de la existencia del derecho que por ella se exteriorizaba.
También parece de ascendencia germánica la norma del artículo 440 CC, por la que se
entiende transmitida la posesión al heredero desde el momento de la muerte de su
causante. Igualmente, el mantenimiento de la posesión para el despojado durante un
año (art. 460. 4 CC), al modo de «Gewere ideal» y por plazo correspondiente al de la
posible adquisición de «Rechtegewere» por el nuevo poseedor. Muy especialmente, el
régimen de irreivindicabilidad por la posesión de bienes muebles del artículo 464 CC

Por todo lo afirmado, el Código Civil español regula fundamentalmente la


posesión como un hecho al que atribuye consecuencias jurídicas. Ahora bien, la
posesión no es sólo la base de la usucapión, sino también un sistema de protección de
la apariencia jurídica en el sentido de que otorga publicidad a los hechos. A través de
la posesión se da a conocer a los terceros que el poseedor de una cosa ejerce sobre la
misma un derecho real o un derecho de crédito.
Así son manifestaciones de esta consecuencia:
- Art. 438 CC: La adquisición de la posesión se adquiere:
- Por la ocupación material de la cosa o derecho poseído
- Por el hecho de quedar la cosa o derechos poseídos sujetos a la acción de nuestra voluntad. Es
decir, por entrar en contacto directo con la cosa; simple aprehensión de la cosa.
- Art. 443 CC: Los menores y los incapaces pueden adquirir la posesión de la cosa por sí mismos.
- Art. 445 CC: establece la exclusividad de la posesión como hecho en el sentido de que no
puede reconocerse la posesión en dos personalidades distintas fuera de los casos de indivisión.

Por tanto, la posesión se configura en el Código como un poder de hecho sobre


las cosas reconocido sustancialmente por el ordenamiento jurídico. La posesión sería,
pues, el ejercicio exterior, aparencial de un derecho, que puede existir, o no, y, en
consecuencia, un señorío, un poder de hecho sobre las cosas revestido de protección
jurídica. Por tanto, se puede afirmar que la posesión es la institución más visible del
ámbito jurídico.

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2.- LA POSESIÓN COMO HECHO

Conforme a la Ley de Bases de 1888, la posesión quedaba contemplada no sólo


en su aspecto absoluto de emanación del dominio, sino también considerada por su
concepto limitado, es decir, como «nacida de una tenencia de la que se deducen
hechos independientes y separados del dominio”.
Poseer significa, así, ejercitar el señorío de hecho sobre una cosa, aunque la
detentación material del bien no encuentre causa o justificación en el título de
propietario o en acto alguno de quien ostente la condición de propietario del bien en
cuestión.
Así, de este modo, el ladrón es poseedor, en cuanto ejerce de hecho el control fáctico sobre la
cosa. También lo es el gestor de negocios ajenos que, actuando sin autorización alguna del dominus,
salva un bien de un incendio o inundación y lo tiene bajo su poder.

IUS POSSIDENDI E IUS POSSESSIONIS

En conclusión, la posesión puede también consistir en un mero hecho,


consistente en el señorío fáctico sobre la cosa, aunque semejante poder no encuentre
fundamento en un título que habilite al poseedor para seguir siéndolo. En tal caso,
suele afirmarse que el poseedor tiene el ius possessionis (posesión como hecho)
aunque carezca del ius possidendi (derecho a poseer).
Partamos de una sentencia aclaratoria: Pedro Mariano celebró en 1939 un contrato de compra
de una “casa barata” sita en Madrid a su legítima dueña, cuya hija –Cristina Felisa- ejercita en el año
1966 una demanda solicitando la ineficacia del contrato y la declaración de propiedad sobre la casa a su
favor. Consigue las pertinentes resoluciones judiciales estimatorias de sus pretensiones y en ejecución
de sentencia, que mediante auto de la Audiencia Nacional de Madrid se ordene el desalojo de Pedro
Mariano, que es el recurrente en casación. El Tribunal Supremo (STS de 25 de enero de 1972) declara
haber lugar al recurso y deja sin efecto el auto de la Audiencia, porque en él “ha dado por resuelto el
problema se de la posesión que no fue objeto del debate directo en el pleito”. El problema de fondo
radica en la circunstancia de que Cristina Felisa se ha limitado a ejercitar una acción declarativa de
dominio, que no conlleva de suyo la reintegración posesoria de facto. Pero, en ningún momento, le niega
la sentencia el derecho a poseer, el ius possidendi, que habrá de ejercitar a través de las oportunas
pretensiones procesales (reivindicatoria o pauliana), pues mientras tanto el ius possessionis se
encuentra también protegido por el Derecho.

Se pone de manifiesto, que las situaciones posesorias son múltiples y variadas,


partiendo del dato inicial de que el señorío de hecho sobre las cosas puede asentarse
tanto en la posesión como derecho (ius possidendi), cuanto en la posesión como hecho
o (ius possessionis). Cuando estemos ante un caso en el que el poseedor sea
simultáneamente propietario, en tal supuesto el goce posesorio es sencillamente un
corolario del conjunto de la facultades dominicales, por lo que carece de sentido
distinguir entre ius possidendi e ius possessionis.

Si el propietario transmite, consiente o pierde la posesión fáctica de la cosa que


le pertenece, resultará necesario, en cambio, determinar si el nuevo poseedor tiene ius
possidendi (usufructuario, arrendatario, etc.) o no (precarista, ladrón o quien, sin serlo,
se apropia indebidamente de algo ajeno), dando por hecho en todo caso que el ius
possessionis le corresponde en cuanto señorío de hecho. Pero, al mismo tiempo,
resultará imposible negarle al propietario el ius possidendi que, conforme a las

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circunstancias de cada caso, corresponde al titular dominical, al igual que el resto de


las facultades dominicales que puedan ser objeto de transmisión.

3.- FUNDAMENTO DE LA POSESIÓN:


SENTIDO Y FINES DE LA FIGURA

A.- LA NATURALEZA DE LA POSESIÓN

¿Debe considerarse a la posesión como un mero hecho? O, por el contrario,


¿Debe ser entendido como un derecho real? Es dominante la tesis que opta por
afirmar que la posesión constituye un derecho real. Prueba de ello es que se encuentra
incardinada sistemáticamente junto al derecho hereditario, en una categoría similar al
dominio y que, además, origina una tutela interdictal, concediendo al poseedor
numerosas e importantes presunciones en su favor, bajo ciertas circunstancias es la
base de la usucapión, etc.
Ahora bien, ¿Por qué se protege el hecho posesorio con independencia de la
titularidad? Siguiendo a JORDANO BAREA nos referiremos seguidamente a las distintas
teorías que se han formulado para explicar su naturaleza jurídica y fundamento de la
protección al poseedor de la cosa.

1.- Teoría empírica o de la posesión como mero o simple hecho: Basada dicha
teoría en el conocido texto de PAULO possessio rem facti, non iuris esse, la posesión es
cosa de hecho y no de derecho. Esta tesis que ha tenido influencia en el artículo 5 de la
LH (los títulos referentes al mero o simple hecho de poseer no serán inscribibles), se
refleja también en determinados preceptos del CC como en el artículo 430, que define
a la posesión como tenencia de una cosa, o el artículo 445 que habla de la «posesión
como hecho». A nuestro modo de entender no cabe, desde luego, negar la «facticidad»
de la posesión como poder de facto, pero lo cierto es que engendra consecuencias
jurídicas, convirtiéndose de este modo en un «hecho jurídico», es decir, en un hecho
de gran trascendencia para la paz social, dotado por ello de eficacia jurídica.

2.- Teoría jurídica o de la posesión como derecho. Ya mantenida en los textos


de PAPINIANO (possessio non tantum corporis, sed et iuris est), BÁRTOLO y por autores de
la talla de IHERING y en la doctrina española por MANRESA, CASTÁN o mi maestro ALONSO
PÉREZ. Invocándose en nuestro Derecho para apoyar esta tesis los artículos 438 CC in
fine y 443 CC, que hablan de la posesión como derecho y de los derechos que de la
posesión nacen, y en el artículo 440 referente a la sucesión de posesiones
demostrativa de que la posesión en nuestro ordenamiento es un derecho, junto con la
posesión incorporal del artículo 460.4 y del artículo 446 (tutela interdictal). Con todo
ello, la posesión es el derecho a continuar poseyendo basado en el hecho de poseer,
poniendo de manifiesto que la posesión, aun nutrida del máximo contenido fáctico,
puede ser integrada en la estructura de los derechos, ya que implica una atribución, un
poder, y una tutela jurisdiccional, y puede ser concebida como un derecho que guarda
semejanza con los derechos reales, lo cual no quiere decir que se identifique con éstos.

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Para ALONSO PÉREZ, la posesión es un derecho subjetivo análogo al derecho real, de


carácter provisorio y claudicante, siendo una verdadera institución jurídica.
A estos argumentos se oponen algunos al entender que la posesión no tiene acceso al Registro
de la Propiedad, por lo que actualmente esta doctrina de la posesión como derecho real provisional o
claudicante es poco explicativa de nuestro vigente sistema jurídico, donde por cierto cabría la
inscripción de un derecho real sujeto a condición resolutoria (art. 9.2 de la LH y 51.6 del RH). Por ello,
más bien se explica nuestro ordenamiento jurídico actual concibiendo la posesión como instrumento de
publicidad y apariencia, junto al Registro de la Propiedad: la primera es una autopublicación, una
publicidad en bruto, inorgánica, elemental y natural como la vida misma nos la presenta; el segundo
constituye una heteropublicación proveniente de un órgano y servicio públicos dirigido a hacer patente
frente a todos las situaciones y modificaciones jurídico-reales inmobiliarias.

3.- Teoría mixta o de la posesión como hecho y como derecho: ya sostenida


por SAVIGNY; para él la posesión es, al mismo tiempo, un hecho y un derecho. En sí
misma, y por su modo de originarse, es un solo hecho. Pero el hecho produce
consecuencias jurídicas, las que engendran derecho en el poseedor. Los dos sentidos
de la posesión (hecho y derecho) vienen a constituir el modo de ser de la misma: poder
de hecho y poder jurídico (derecho). También se manifiesta en este sentido DÍEZ PICAZO,
para quien la posesión nace como una relación de hecho, mas una vez nacida se
convierte en una relación de derecho.

4.- Teoría de la posesión como apariencia de derecho provisional sobre las


cosas. La mantiene el profesor JORDANO BAREA al señalar que «la posesión no es ni res
facti, ni res iuris, ni mero o simple hecho, ni derecho real provisional; tampoco la suma
o integración de ambas cosas. Sencillamente la posesión es apariencia de derecho real
que goza de una tutela interina». La posesión, interinamente, funda una apariencia de
derecho real que se está reflejando continuamente, pues resulta sintomático que el
Código Civil considere la posesión como una especie de equivalente jurídico del
dominio o de los derechos reales (cfr. 432, 448 y 464) y que en la liquidación del
estado posesorio o regulación de la posesión al extinguirse se contrapongan, como
partes opuestas, el propietario de la cosa frente al poseedor (art. 451); el que le
hubiese vencido (o haya vencido) en su posesión (art. 453) el sucesor en la posesión
(art. 454) o poseedor legítimo (art. 455) o conforme a derecho, frente al mismo
poseedor.
La convicción personal al respecto, señala el Prof. LASARTE, carece de verdadera trascendencia
de fondo, dada la coincidencia existente respecto a los efectos generados por las diversas situaciones
posesorias. Las situaciones posesorias calificables como ius possessionis probablemente deban
considerarse, como hechos, sin que dicha naturaleza sea obstáculo alguno a que el ordenamiento
jurídico atribuya a tales situaciones fácticas las consecuencias jurídicas que considere pertinentes
(básicamente, la protección interdictal).

Por su parte, tener o no tener el denominado ius possidendi difícilmente puede


ser calificado como una mera cuestión de hecho. El eventual debate o litigio acerca de
la extensión o alcance del ius possidendi (cuestión de derecho), en cada caso concreto,
lo primero que requiere es determinar su causa o fundamento, pues su existencia
siempre se asentará en la posición jurídica ostentada por quien tiene la posesión como
derecho. En tal sentido, entonces, tener «derecho a poseer» no significa otra cosa que
ostentar una facultad integrada en el derecho subjetivo que la fundamente, con
independencia de que se trate de un derecho real o de crédito, pues tanto uno como
otro pueden conllevar facultades posesorias para su titular.

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En la doctrina española se han defendido las mismas posturas citadas


anteriormente, pero se produce un divorcio doctrinalmente hablando. La posesión se
considera un Derecho real pero actualmente con la Ley en la mano, la posesión es un
hecho: La Ley Hipotecaria dice que “el mero hecho de poseer no tiene entrada en el
registro de la propiedad”.

B.- EL FUNDAMENTO DE LA POSESIÓN

Se pueden distinguir tres funciones básicas de la institución posesoria:

1º.- FUNCIÓN PROTECTORA. La protección o defensa de la posesión: con lo que la


posesión sería la situación jurídica que permite poner en juego la defensa interdictal,
que es el mecanismo jurídico que el ordenamiento ha establecido para defender al
poseedor (no tiene que demostrar que es propietario). A finales del siglo XX, existía
una cierta concordancia doctrinal, partiendo de la exposición de IHERING, en que la
protección de la posesión es fruto de la adición de diversos elementos que no tienen
por qué plantearse en forma contradictoria.
Así se admite generalizadamente que la tutela interdictal posiblemente encuentre su
fundamento básico en la prohibición de la violencia (en la que hacía particular hincapié SAVIGNY) y en la
consecución de la paz social y del orden constituido. Pero, al mismo tiempo, en la línea de IHERING, se
resalta que el sentido propio de las presunciones posesorias posiblemente consista, sobre todo, una
protección de la propiedad (que, de forma indirecta, beneficia también a los poseedores que no sean
propietarios) y, en definitiva, en una manifestación más de la protección de la apariencia.

2º.- FUNCIÓN LEGITIMADORA. La posesión sería la situación jurídica que legitima a


una persona en virtud a la apariencia para ejercitar el derecho que dicha apariencia
manifiesta, o permite a los terceros confiar en ella.

3º.- FUNCIÓN ADQUISITIVA. La posesión sería la posibilidad de su conversión en


dominio o en el derecho de que es manifestación exterior mediante la usucapión.
La posesión posibilita que la posesión misma se llegue a convertir en propiedad
u otro derecho real. Incluso en los casos en que no hay un derecho o señorío
justificado con otro derecho. La propia posesión va a posibilitar que ese derecho que
no existía y era una apariencia se convierta en el derecho real de que sea apariencia.

C.- FINES Y SENTIDO DE LA POSESIÓN

De acuerdo con lo afirmado, la posesión se manifiesta con los siguientes fines:

1º.- En el llamado poder de hecho o señorío efectivo sobre las cosas. El


poseedor, en consecuencia, tiene los bienes mediante el disfrute, el uso o la
detentación directa, o tiene las cosas por la tenencia indirecta, pero siempre
reportadora de utilidad (p.ej., arrendador)

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2º.- La posesión supone siempre la apariencia o exteriorización de un derecho,


aun cuando, tras esa manifestación posesoria, no se esconda posesión alguna. P.ej.,
posesión de un ladrón o de un falso poseedor.

3º.- El poseedor no tiene una posición estática. Ese poder de hecho sobre las
cosas se traduce en el ejercicio del contenido de un derecho, que significa presentarse
ante los demás disfrutando de las ventajas inherentes al derecho o usando de las
facultades constitutivas del derecho recibiendo frutos, realizando mejoras, cobrando
las rentas, etc. Si bien es cierto que el fenómeno posesorio está integrado por un
elemento material y por un elemento jurídico (esa relación encierra el reconocimiento
de un derecho), existen otros factores que hacen difícil precisar la configuración del
instituto posesorio, a saber:

4º.- La posesión no opera en la realidad jurídica de manera uniforme. A veces la


posesión deriva de la titularidad que ostentamos sobre un derecho de propiedad u
otro patrimonial susceptible de ejercicio continuado. Es una cuestión de derecho a
poseer. En otras ocasiones, se da la posesión sin título, como poder independiente por
sí mismo que no emana de una titularidad jurídica (posesión como cuestión de hecho).
P.ej., posesión de ladrón, que no tiene derecho a poseer.
En ocasiones se puede revelar sin ánimo de apropiación (P.ej., quien encuentra una cosa para
conservarla hasta que aparezca el verdadero dueño) o con intención de tenerla como propia, con
animus domini, caso de las adquisiciones a non domino (arts. 34 LH y 464 CC). E incluso con sólo animus
o mera intención de comportarse como propietario (P.ej., posesión que ostenta el expoliado, art. 460. 4
CC). El heredero posee sólo animus desde el momento del fallecimiento del causante (caso de la llamada
posesión civilísima) donde no es necesario que se produzca un contacto directo con la cosa. Igualmente
se puede poseer corpore et animus, donde hay tenencia directa de la cosa y donde se quiere comportar
como titular del derecho a poseer, pero no ser propietario (P.ej., el arrendatario) o tratarse de una
posesión viciosa, como la del ladrón; o tolerada (P.ej., permitir que alguien disfrute de los frutos de
nuestra finca); o revocablemente concedida (caso del precarista); y, finalmente, puede tratarse de
posesión con altos niveles de espiritualización (P.ej., posesión del comprador de un bien inmueble,
sobre el cual, el vendedor se ha reservado un constituto posesorio. Sigue poseyendo en calidad de
arrendatario. El transmitente sigue siendo el poseedor inmediato, mientras que el comprador tiene una
posesión espiritualizada, sólo animus). Hay casos de posesiones con permanente contacto físico con la
cosa (P.ej., finca rústica que el usufructuario explota constantemente) o tratarse de posesiones por ser
dueño (caso del nudo propietario) o, simplemente, ser un servidor de la posesión o poseedor en nombre
ajeno (caso de quienes están ligados por vínculos de ajeneidad, p.ej., representante (art. 431 CC). o el
caso del arrendamiento de servicios ajenos (art. 1587 CC).

5º.- La posesión se proyecta en campos jurídicos diversos, fundamentalmente,


el Derecho de Sucesiones, el Derecho de Familia y el Derecho Patrimonial, por lo que
no es exclusiva de los Derechos Reales y afecta también a los Derechos de crédito
(caso del art. 1164 CC).

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4.- ELEMENTOS DE LA POSESIÓN

A.- ELEMENTOS PERSONALES

Los elementos personales de la posesión son tanto las personas físicas como las
jurídicas (art. 38 CC) a través de sus órganos de representación y puede tratarse de una
pluralidad de personas.
Ahora bien, para La adquisición de la posesión no se requiere plena capacidad
de obrar, según se desprende del art. 443 CC: “Los menores y los incapacitados pueden
adquirir la posesión de las cosas; pero necesitan de la asistencia de sus representantes
legítimos para usar de los derechos que de la posesión nazcan a su favor”. La razón es
obvia: la posesión es un simple hecho y no un acuerdo jurídico. Por ello se explica que
el precepto citado se refiera únicamente a la posesión de las cosas.
Algunos autores afirman que la razón de que se excluya de la posesión de los derechos viene
justificada por la relativa dificultad e imposibilidad de discernimiento en relación con los derechos. De
ahí que necesiten de la asistencia de sus representantes legítimos para usar de los derechos que nazcan
de la posesión a su favor.

B.- ELEMENTOS REALES

Aunque esta cuestión se analizará en el epígrafe siguiente, debe indicarse que


los elementos reales de la posesión vienen reflejados en el art. 437 CC al decir que sólo
pueden ser objeto de posesión las cosas y derechos que sean susceptibles de
apropiación.
Lo cierto es que la posesión de las cosas refleja el derecho, de modo que los poderes que, de
hecho, se ejercitan sobre las cosas dan la imagen de ese derecho. P.ej., el usufructuario disfruta de su
derecho de usufructo a través de la posesión de la cosa usufructuada. La razón de esa diferenciación
tiene su origen en el Derecho Romano:
- Posesión de cosas: posesión que refleja el derecho de propiedad
- Posesión de derechos: posesión que reflejan otros derechos distintos de la propiedad
Teniendo en cuenta que los derechos no son realidades tangibles, la posesión es el lado visible
o externo de los derechos porque lo que se posee realmente es el objeto del derecho.

C.- ELEMENTOS FORMALES

En cuanto a los medios de adquirir la posesión se refiere el artículo 438 CC que


establece que: «La posesión se adquiere por la ocupación material de la cosa o derecho
poseído o por el hecho de quedar éstos sujetos a la acción de nuestra voluntad o por los
actos propios y formalidades legales establecidas para adquirir tal derecho». Los dos
primeros medios parecen de adquisición originaria y el último derivativo. Quizá fuera
preferible hablar de adquisición por aprehensión real o material, por aprehensión
ficticia y por disposición de la ley.

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5.- OBJETO DE LA POSESIÓN:


COSAS Y DERECHOS

Como ya hemos indicado, el objeto de la posesión viene delimitado por el


artículo 437 CC que establece que «sólo pueden ser objeto de posesión las cosas y
derechos que sean susceptibles de apropiación».

A.- POSESIÓN DE COSAS

De acuerdo con el citado precepto, son susceptibles de posesión tanto las cosas
susceptibles de apropiación, es decir, que se trate de bienes corporales o materiales,
muebles o inmuebles que se encuentren dentro del comercio de los hombres.
Es decir, la posesión puede recaer sobre cosas corporales, pero ¿y sobre los
llamados bienes inmateriales? Sobre los bienes no materiales o incorporales puede
hablarse más bien de cuasiposesión, análogo al régimen de la posesión que
analizamos. De hecho, el artículo 430 CC, al diferenciar entre la posesión civil y la
natural, habla de poseer un derecho, y en este ámbito se refiere a la posesión de la
cosa sobre la cual recae le derecho, ya que es el individuo quien posee es la cosa y no
el derecho en sí mismo.
Los llamados bienes inmateriales pueden ser objeto de posesión como hecho en tanto en
cuanto cabe tener sobre ellos un poder de hecho (p. ej. por dejadez de quien la escribió, otra persona
tiene la disposición de una obra literaria, introduciéndole modificaciones, concediendo o negando su
publicación a casas editoriales, cobrando derechos de autor) independientemente de a quién
corresponda el derecho sobre los mismos
Por otro lado, la posesión como derecho, puesto que no es sino un poder concedido por la ley,
puede recaer sobre lo que ésta disponga, sea una cosa inmaterial o un derecho.

En conformidad con el artículo 437 CC, no puede darse la posesión respecto de


cosas extracomerciales. Además, los que poseen bienes públicos no son poseedores
sino meros detentadores. Por su parte, la diferencia entre bienes muebles e inmuebles
tiene una diferente relevancia:

1º.- Los bienes muebles se rigen por el artículo 464 CC, que señala que
“La posesión de los bienes muebles, adquirida de buena fe, equivale al título. Sin embargo, el
que hubiese perdido una cosa mueble o hubiese sido privado de ella ilegalmente, podrá
reivindicarla de quien la posea. Si el poseedor de la cosa mueble perdida o sustraída la hubiese
adquirido de buena fe en venta pública, no podrá el propietario obtener la restitución sin
rembolsar el precio dado por ella. Tampoco podrá el dueño de cosas empeñadas en los Montes
de Piedad establecidos con autorización del Gobierno obtener la restitución, cualquiera que sea
la persona que la hubiese empeñado, sin reintegrar antes al Establecimiento la cantidad del
empeño y los intereses vencidos. En cuanto a las adquiridas en Bolsa, feria o mercado, o de un
comerciante legalmente establecido y dedicado habitualmente al tráfico de objetos análogos, se
estará a lo que dispone el Código de Comercio.

Además, el CC establece presunciones, ficciones o reglas de posesión. Una de


ellas, quizás la más elocuente, es la estipulada en el art. 461 CC, según la cual “La
posesión de la cosa mueble no se entiende perdida mientras se halle bajo el poder del
poseedor, aunque éste ignore accidentalmente su paradero”

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LECCIONES DE DERECHO CIVIL III – DERECHOS REALES - Profesor Ramón García Gómez____________________________________

2º.- Los bienes inmuebles se rigen por el artículo 449 CC, por el que
“La posesión de una cosa raíz supone la de los muebles y objetos que se hallen dentro de ella,
mientras no conste o se acredite que deben ser excluidos”

B.- POSESIÓN DE DERECHOS O CUASIPOSESIÓN

La posesión sobre derechos no fue admitida en el Derecho Romano clásico,


pues sobre los derechos sólo cabe el usus. Pero en el Derecho justinianeo se admitió
con el nombre de quasi possessio a la posesión de derechos reales (particularmente, la
posesión del usufructo y de las servidumbres prediales).
Nuestro CC habla de la posesión de derechos en los artículos 430 y 437. En rigor
no se trata de una posesión que tenga por objeto derechos, pues sería un caso
(imposible siempre) de derechos sobre derechos. En estos supuestos, la posesión recae
sobre las mismas cosas, y el derecho no es lo poseído, sino la medida de las facultades
de tenencia y disfrute que constituyen de momento el contenido de la posesión. Por lo
que pueden ser objeto del derecho de posesión todos aquellos derechos reales o
personales que impliquen facultades de inmediata tenencia o disfrute como ocurre
con los derechos de usufructo, uso, habitación, o, con los del arrendatario, depositario,
etc.
El tipo de poder de hecho, sobre el objeto del derecho, en que consiste la posesión de éste, es
análogo al poder de hecho sobre la cosa. Así, pues, ha de tratarse de un poder, no en el sentido de que
quepa verificar algún acto aislado sobre el objeto del derecho, sino en el de que tal objeto nos quede
sometido de forma duradera. Asimismo el grado de dominación práctica precisa para estimar existente
un poder de hecho, se juzga con arreglo a la opinión común.

¿Qué derechos son poseíbles? Hay autores que consideran que sólo lo son los
derechos reales; si bien otros piensan que se extiende a otros tipos de derechos, como
los de crédito. E incluso hay quienes consideran que no todos los derechos reales son
poseíbles. Sin embargo, el art. 437 CC parece excluir expresamente a los derechos de
la personalidad o de familia por ser específicamente no patrimoniales.
De ahí que debamos entender que solamente sean poseíbles los derechos
privados patrimoniales; éstos pueden ser reales o no reales, pero lo que sí que se exige
es que sean susceptibles de ejercicio reiterado, como el uso, usufructo, prenda o
anticresis, característica excluida de otros, como el retracto y el tanteo. Y, de entre los
derechos de crédito, sí serían objeto de posesión el comodato y la renta vitalicia, por
ser de tracto sucesivo.
En cuanto a los actos posesorios, se refieren los artículos 444 y 441 CC que establecen que «los
actos meramente tolerados, y los ejecutados clandestinamente y sin conocimiento del poseedor de una
cosa o con violencia, no afectan a la posesión». «En ningún caso puede adquirirse violentamente la
posesión mientras exista un poseedor que se oponga a ello. El que se crea con acción o derecho para
privar a otro de la tenencia de una cosa siempre que el tenedor resista la entrega deberá solicitar el
auxilio de la autoridad competente».
También está relacionado el artículo 463 que dispone que «los actos relativos a la posesión
ejecutados o consentidos por el que posee una cosa ajena como mero tenedor para disfrutarla o
retenerla en cualquier concepto no obligan ni perjudican al dueño, a no ser que éste hubiese otorgado a
aquél facultades expresas para ejecutarlo o los ratificare con posterioridad».

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