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Interés puro: Precio pagado por el préstamo de un capital sin incluir costos o riesgos.
Tasa Pasiva: El interés que paga el banco a quien le presta dinero (p.ej.: plazo fijo).
Tasa Activa: El interés que cobra el banco a quien le presta dinero (p. ej.: préstamo
personal).
La tasa activa suele ser mayor que la pasiva porque: (i) El riesgo de incumplimiento
es menor cuando el deudor es el banco; (ii) Los costos administrativos son mayores
para dar que para recibir dinero (p. ej.: hay que investigar la solvencia del futuro
deudor); (iii) Esa diferencia es una fuente de ganancia del banco. Por supuesto,
puede ocurrir que el banco tenga una necesidad muy grande de atraer clientes. De
manera tal que es posible que la tasa pasiva supere a la activa o al menos que la
equipare. Pero una situación así debería ser excepcional.
En cualquier caso, si las partes en un contrato no tienen una expectativa clara sobre la
apreciación o depreciación de la moneda en el futuro, pueden apelar a la actualización de las
obligaciones emergentes del contrato. La actualización convierte una obligación de dar sumas
de dinero en una obligación de valor. Para hacer efectiva una obligación de valor se debe
primeramente realizar una liquidación. La liquidación se practica al día del vencimiento de la
obligación.
Por ejemplo: El contrato se celebró el 1/6/2019. El deudor accedió a pagarle al acreedor una
suma de $ 1.000 al 1/12/2019 ajustada según el índice de precios X. Según dicho índice, el
valor al 1/6/2019 era 100 y al 1/12/2019 era de 200. En este caso, la actualización arroja el
siguiente coeficiente: 200/100 = 2. Ese coeficiente se multiplica por el monto original de la
deuda. En el ejemplo, el deudor deberá pagar $ 2.000.
Como verán al leer los fallos, a veces la Corte fija una tasa del 6% anual (que se considera
como “interés puro”) en los casos en que actualiza un crédito. La Corte procede de ese modo
en el entendimiento de que un interés debe ser pagado al acreedor por no haber contado con
el capital. La Corte alega que durante ciertos períodos, los índices reemplazaron a las tasas de
interés como mecanismo para determinar el valor del dinero. Sin embargo, como se dijo antes,
la tasa de interés no debe confundirse con la actualización. De modo tal que no queda tan
claro por qué la Corte recurre al interés puro. Sobre todo, porque, una vez operada la
desindexación, la Corte utilizará la tasa pasiva. Una hipótesis posible par ese proceder es que:
i) el riesgo de incumplimiento es muy bajo porque el deudor está sujeto a ejecución forzada en
el proceso dentro de un plazo relativamente breve, ii) el acreedor no incurrió en costos de
administración para “prestarle” el capital al deudor, iii) las tasas bancarias suelen prever la
depreciación monetaria, lo cual no es procedentes en estos supuestos.
Esta práctica parece considerar que la consecuencia inmediata y necesaria de la mora es que el
acreedor dejó de percibir el interés puro. La posibilidad de constituir un plazo fijo podría
entenderse como una pérdida de chance, que no configuraría una consecuencia inmediata y
necesaria de la mora. Esto conduce a dos preguntas: i) ¿por qué el 6% anual es el interés
puro?; ii) Aun cuando lo fuera, ¿es una tasa efectivamente utilizada en el mercado o todas
ellas también ponderan el riesgo e incluyen costos administrativos? Si nadie en el mercado
paga el interés puro (porque siempre se paga algo más), entonces reducir el interés moratorio
al interés puro podría no constituir una adecuada indemnización.
Cualesquiera que sean las respuestas a estos interrogantes, lo concreto es que la Corte parece
considerar que el interés moratorio cumple una función indemnizatoria y no sancionatoria.
Esto podría generar incentivos perversos: el deudor que especula, prestando el dinero,
actualizándolo al índice que utilice la Corte más una tasa superior al 6% anual. Al final, pagará
al acreedor el capital actualizado, más el interés del 6% anual y obtendrá una ganancia. De ese
modo, se beneficiará con el incumplimiento.