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Corrientes Del Pensamiento Contemporáneo
Corrientes Del Pensamiento Contemporáneo
Doctorado en Humanidades
Introducción
El siguiente ensayo propone analizar ciertas nociones clave del aparato teórico de
Louis Althusser (1918–1990) que permitan, por un lado, entender su lectura del
marxismo y, por otro, sus inmediatas consecuencias teóricas en relación con lo
subjetivo. Para ello tomaremos como caso el debate entre Edward Thompson y Perry
Anderson, teóricos ingleses exponentes del materialismo británico y deudores de la
lectura de Althusser sobre Marx ya sea como detractor o defensor en cada caso.
Esta disputa es recuperada por José Sazbón en la revista Punto de Vista N° 28 de abril de
1987. La inquietud por analizar la polémica en una publicación periódica como Punto
de Vista (1978-1998) deviene en continuidad con algunos trabajos que realicé con
parte del archivo institucional de revistas de la Universidad Nacional del Litoral y de
revistas santafesinas, ya que estas suelen articular inquietudes, discusiones y debates
del campo cultural e intelectual.1
Luego de la segunda mitad del siglo XX, todo desarrollo científico vinculado con las
Ciencias Sociales estará condicionado por el contexto histórico atravesado por
cuestiones políticas. Con la muerte Stalin, en 1953, comienza un proceso de
desestalinización que, entre otras implicancias, provocó que se pudieran discutir
aspectos teóricos de la teoría de Marx. El marxismo (entendido aquí de manera
heterogénea) será tierra fértil para el desarrollo de los más álgidos debates.
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Me refiero a Trimestral. Boletín de actividades culturales, letras y artes (1950–1953), (Tosti 2018) y Sobre el
grupo Adverbio y sus proyectos: Trabajos 1 y Punto y Aparte (Tosti 2021). Mención especial para el trabajo de
archivo de publicaciones que viene realizando el proyecto de Archivo Histórico de Revistas Argentinas
(AhiRa https://ahira.com.ar).
1
En torno de este pensador, entonces se pretende, tal como interpela el seminario:
dirimir cómo deben entenderse las relaciones sociales, si como relaciones
intersubjetivas, lo que plantearía el dilema acerca de si los sujetos tramitan las
circunstancias que se le imponen o, bien, si se debe entender que las relaciones
sociales remiten a una forma de causalidad novedosa, asentada en el concepto de
“modo de producción” que debe ser pensada como constitutiva de los propios sujetos.
La lectura que Louis Althusser hizo de la obra de Karl Marx suscitó diversos debates.
Críticas o filiaciones a su pensamiento se dieron a escala mundial. Este fenómeno
puede leerse en un artículo que publicó José Sazbón en la revista Punto de Vista citada.
En el mismo da cuenta de un debate entre dos exponentes del marxismo inglés, donde
uno de los nudos críticos de la discusión lo tenía a Louis Althusser como protagonista.
Para los años 70 la historiografía marxista británica es leída a escala mundial y
revistas como Past and Present, Marxism Today y New Left Review tienen una presencia
destacada en diversos ámbitos académicos e intelectuales. En esta última —que
comienza siendo una revista política de izquierda y se convierte en un espacio de
recepción de las distintas formulaciones del marxismo occidental— se desarrolla la
primera etapa del debate que inician Perry Anderson y Edward Thompson a mediados
de los años 60.
Podríamos afirmar que los dos libros que se tienen en cuenta para la breve exposición
de la recepción de la teoría althusseriana, Miseria de la teoría de Edward Thompson
(1981) y Teoría, política e historia. Un debate con E. P. Thompson de Perry Anderson
(1983), son la culminación de ese debate. Para Sazbón, son dos historiadores que han
reorganizado la discusión en el seno del materialismo británico, pero aquí interesa ver
la implicancia que trajo aparejada en las ciencias sociales la publicación de los textos
de Althusser. A continuación haremos foco en algunos pasajes de ambos libros donde
pueden recuperarse las disputas teóricas en torno de la propuesta del teórico francés.
Una primera cuestión que se debe tener en cuenta es el análisis de las diferentes
aristas de la ruptura epistemológica que propone Althusser sobre la obra de Marx.
2
Esta, como indica Saúl Karsz (1970), marca un hiatus estrictamente epistemológico,
volviendo imposible la regresión de una ciencia a una ideología. Así, la propuesta de
Althusser no implanta una división fundada en la cronología empírica sino en la
cronología teórica.
Si bien vamos a volver sobre esta idea, es menester comprender que más allá de las
divisiones que se suelen establecer entre el “joven Marx” y el “Marx maduro”, lo que
interesa aquí es observar los desplazamientos teóricos que van desde una teoría
ideológica a una teoría científica. En este sentido, usaremos la noción de ruptura
epistemológica para señalar una mutación de la problemática teórica, que llevará al
surgimiento de una nueva ciencia.
Pero lo cierto es que, en concordancia con los aportes de Albert Roies (1974), la tarea
de realizar una inversión de Hegel correspondió propiamente a Feuerbach, quien
mantuvo el mismo tipo de relaciones entre los mismos términos: lo que cambia es el
lugar que ocupan en el conjunto de una problemática transformando la esencia en
fenómeno y el fenómeno en esencia. De aquí deriva la concepción metafísica del
materialismo. En Marx, en cambio, la dialéctica hegeliana comporta una profunda
alteración tanto en los términos como en las relaciones entre estos: no se trata, pues,
de una inversión propiamente dicha. Como afirma Althusser:
A primera vista algunos conceptos utilizados por Marx padecen alteraciones tanto en
los términos como en las relaciones que suscitan. Sucede que, como afirma Althusser
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(1970), en Hegel la concepción de la sociedad toma elementos de la teoría política y de
la economía política del siglo XVIII: toda sociedad está constituida por dos tipos, la
sociedad de las necesidades o de la vida material, la sociedad civil, y la sociedad política
o estado, es decir, aquella esfera que representa la vida espiritual.
Los nuevos conceptos empleados por Marx mantienen un tipo de relación entre ellos
diferente al modelo hegeliano de esencia a fenómeno (la esencia como la verdad del
fenómeno). Marx engloba estos nuevos conceptos en la infraestructura —la base
económica: estructura formada por las fuerzas productivas y las relaciones de
producción— y en la superestructura —todas las formas jurídicas, políticas e
ideológicas en una sociedad determinada—, formando una unidad caracterizada por
su complejidad en la que interviene entre ambos polos un espectro de instancias
intermedias determinantes que constituyen la característica esencial de toda formación
social.
Althusser (1970) cita la carta que Engels le envía a Marc Bloch: «Según la concepción
materialista de la historia, en última instancia es la producción y la reproducción de la
vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca nada más que esto» (Engels 1890).
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En este trabajo aludimos a conceptos como grado de desarrollo de las “fuerzas de producción” y estado de
las “relaciones de producción”, a los que nos referiremos más adelante.
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determinaciones eficaces (activas), surgidas de las superestructuras y de
circunstancias particulares (nacionales e internacionales) de cada sociedad
—Althusser lo ejemplifica con las condiciones que hicieron posible la Revolución Rusa
de 19173—, las cuales ejercen su acción sobre la determinación en última instancia por
la economía. En resumidas cuentas:
Marx nos da los “dos extremos de la cadena” y nos dice que entre ellos hay que
buscar: de una parte, la determinación en última instancia por el modo de
producción (económico); de la otra, la autonomía relativa de la superestructura y
su eficacia específica. (Althusser 1970: 91)
Todo proceso de producción está constituido, según Marx, por dos elementos
indisociables. Por un lado, el proceso de trabajo, entendido como las transformaciones
que el hombre efectúa de los productos naturales en valor de uso y de cambio (Roies
1974). Lo que interesa resaltar aquí es que Karl Marx rompe con toda consideración
idealista del trabajo humano, ya que es un proceso de transformación de la naturaleza
material en productos útiles que se reduce a una relación natural entre el hombre y la
naturaleza, determinado por condiciones materiales específicas de un contexto dado.
Asimismo, los medios de producción determinan a su vez el modo de producción.
Por otro lado, están las relaciones de producción. En Marx, las relaciones sociales de
producción no hacen intervenir únicamente a los hombres en su particularidad, sino
que se refieren fundamentalmente a las distintas combinaciones específicas de los
agentes del proceso productivo con las condiciones materiales del mismo. No importa
cuáles sean las formas sociales de la producción, sus factores son siempre dos: los
medios de producción y los obreros, que solamente logran producir cuando se combinan,
determinando así los diferentes modos de producción que puedan llegar a existir en la
historia.
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Sobre el análisis de la producción en Marx, Althusser afirma que si bien las relaciones
de producción aparecen como una estructura regional inserta en la estructura de la
totalidad social, es preciso destacar su papel específico de estructura que determina el
lugar y las funciones que ocupan y asumen los agentes de la producción. Según esta
visión, los verdaderos sujetos del proceso productivo no son, pues, estos agentes (los
individuos concretos, los hombres reales que estudia la antropología) sino las
relaciones de producción (y las relaciones superestructurales correspondientes) que
les distribuyen y les asignan sus respectivas funciones en la totalidad del proceso
productivo.
Para que esta contradicción llegue a generar una situación de ruptura es necesario que
se produzca una acumulación de circunstancias, de forma que lleguen a fusionarse en
una unidad de ruptura. Cuando sucede este fenómeno sumamente complejo es
imposible hablar de una simple contradicción general al interior de la base, ya que las
diferencias que constituyen cada una de esas contradicciones no llegan a disiparse,
sino que se fusionan con su esencia y su eficacia propia. Una revolución en la
estructura no modifica inmediatamente las superestructuras existentes —en
particular las ideologías que pueden sobrevivir fuera del contexto social que les dio
origen—, pueden “secretar” durante un tiempo condiciones de existencia de
sustitución. La nueva sociedad surgida de la revolución es pasible de provocar la
resurrección de estos elementos antiguos. Estas supervivencias deben ser pensadas
según Althusser “a partir de un cierto número de realidades, que son justamente para
3
Aquí no se detallan, pero aquellas contradicciones van desde contradicciones de un régimen de explotación
reinante, contradicciones de la explotación capitalista e imperialista, contradicción de la explotación y de las
guerras coloniales, entre otras. A esto habría que sumarle la exasperación de la lucha de clases en todo el país.
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Marx realidades, trátese de estructuras, ideologías, de ‘tradiciones nacionales’, más
aún de costumbres y del espíritu del pueblo” (1970: 95).
Avanzando en el programa teórico del autor que nos interpela y, a sabiendas de que
acabamos de mencionar la palabra ideología(s), es momento de aclarar otra gran
ruptura que marca la vida (no en sentido estrictamente cronológico) de Marx. La
puerta de entrada será aquello que se denominó humanismo socialista. El objetivo
aquí es exponer de manera sucinta cómo Marx arriba a una teoría científica de la
historia.
“El humanismo está a la orden del día”, así comienza Althusser (1970) su apartado
número 7. Como dijimos al comienzo de este ensayo, el pensamiento de los distintos
integrantes del marxismo occidental (Anderson 1976) fue al calor de la experiencia
histórica y política soviética. Si desglosamos el término, lo que sucede es que este
rótulo engloba dos elementos de desigual carácter teórico: el “socialismo” en el
contexto del marxismo tiene ese carácter mientras que el “humanismo” se presenta
con carácter ideológico.
Si bien más adelante aludimos a algunos aspectos que aparecen en Ideología y aparatos
ideológicos de estado (1980), aclaramos de manera breve qué entiende el teórico
francés por ideología y su vínculo o (des)vínculo como concepto científico.
Podemos decir, en primer término, que la ideología es aquel sistema con una lógica y
signos característicos de representaciones (imágenes, ideas, conceptos), con una
existencia y un papel histórico definido, hacia el interior de una sociedad determinada.
Una ideología señala un conjunto de realidades existentes sin que —y esto se
diferencia de un concepto científico— proponga los medios de conocerlas.
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Es decir, se da una acumulación de determinaciones eficaces (surgidas de las superestructuras y de
circunstancias particulares y nacionales) sobre la determinación en última instancia por la economía (a esto
Althusser lo denomina contradicción sobredeterminada).
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Lo que caracteriza, además de esto, a una ideología es su papel activo en el seno de
una sociedad, presentándole una determinada “representación del mundo” en
forma de mitos, ideas o conceptos elaborados. (Roies 1974: 132)
A partir de 1845 Marx rompe con toda esa teoría que fundamenta la historia
teóricamente en la esencia del hombre. Esto supone una ruptura radical: la esencia
humana será criticada y definida como ideología, categoría que de ahora en adelante
pertenece a una teoría de la sociedad y de la historia.
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Como advierte Althusser (1970) esto implica una directa ruptura con los dos
postulados complementarios definidos por Marx en la sexta tesis sobre Feuerbach.
Aquí es donde radica la revolución teórica de Marx: cuando fundamenta una nueva
problemática, unos nuevos principios y un nuevo método, que se manifiestan de modo
inmediato en el materialismo histórico, o sea, en esta teoría científica de la Historia,
donde Marx inaugura una nueva ciencia de la evolución de las ciencias humanas y
también una nueva filosofía, reemplazando los postulados básicos del idealismo y del
materialismo premarxista (Feuerbach) por un materialismo dialéctico. Como observa
Saúl Karsz:
En este punto podemos advertir que el antihumanismo teórico tiene por corolario el
reconocimiento y el conocimiento mismo del humanismo como ideología.
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Es decir, el antihumanismo teórico de Marx no suprime, de ninguna manera, la
existencia teórica del humanismo.
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(que funciona mediante la violencia) del aparato ideológico que funciona mediante la
ideología.5 Asimismo, no existen aparatos puramente represivos, el ejército y la policía
incluso utilizan la ideología y, a la inversa, los aparatos ideológicos de estado utilizan
la represión.
Pero que la ideología no tenga historia solo significa que no tiene historia propia, ya
que es considerada como el pálido reflejo invertido de la historia real. Así se aleja
Althusser de la interpretación positivista que aparece sobre la ideología en La ideología
alemana (1845). Al mismo tiempo que afirma que la ideología en general no tiene
historia plantea que las ideologías tienen una historia propia, aunque estén
determinadas en última instancia por la lucha de clases.
5
La pareja escuela–familia (aparato ideológico dominante) junto con otras instituciones de estado, como la
iglesia, y otros aparatos como el ejército enseña las habilidades necesarias bajo formas que aseguran la
subordinación a la ideología dominante o al dominio de su “práctica”.
6
De aquí se deduce que ninguna clase puede tener en sus manos el poder de estado en forma duradera sin
ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y en los aparatos ideológicos de estado.
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Es decir, tales prácticas están reguladas por rituales en los cuales se inscriben, en el
seno de la existencia material de un aparato ideológico, aunque solo sea de una
pequeña parte de ese aparato. Diremos,
que la existencia de las ideas de su creencia material, en tanto esas ideas son actos
materiales insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales
definidos, a su vez por el aparato ideológico material del que produce las ideas de
ese sujeto. (Althusser 1984: 62)
Según esta idea, la ideología actúa o funciona de tal modo que recluta sujetos entre los
individuos por medio de una operación que se puede denominar interpelación. Toda
ideología interpela a los individuos concretos como sujetos concretos. La existencia de
la ideología y la interpelación de los individuos como sujetos son una sola y misma
cosa, y dado que la ideología es eterna, siempre ha sido así. Si aceptamos esta
supresión de la temporalidad con la que hemos representado el funcionamiento de la
ideología, podemos decir que los individuos son siempre ya sujetos, por lo tanto los
individuos son abstractos respecto de los sujetos que ellos mismos son siempre ya.
Entonces: el individuo es interpelado como sujeto (que se concibe libre) para que se
someta libremente a las órdenes del “sujeto”,7 por lo tanto, para que acepte
(libremente) su sujeción, para que cumpla solo los actos de sus sujeciones.
7
El término sujeto está vinculado a un análisis histórico con que el autor reconoce, por ejemplo, la idea de
alma, dios, etcétera.
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No hay sujetos sino sujetos para y por su sujeción. Por este motivo el autor llega a
afirmar que marchan solos.
Interesa destacar que las ideologías existentes en una formación social solo pueden
explicarse desde el punto de vista de las clases, es decir, de las luchas de clases. De este
modo los aparatos ideológicos de estado representan la forma en la cual la ideología de
la clase dominante debe necesariamente realizarse y la forma con la cual la clase
dominada debe medirse y enfrentarse, las ideologías no nacen en los aparatos
ideológicos de estado sino que son el producto de las clases sociales tomadas en la
lucha de clases.
Para los años 70 la historiografía marxista británica es leída a nivel mundial y revistas
como Past and Present, Marxism Today y New Left Review tienen una presencia
destacada en el ámbito académico e intelectual. Luis Althusser —miembro del PC
francés— publica en la revista de la cual Anderson era director (New Left Review).
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Como ya se afirmó en la introducción, tras la muerte de Stalin en 1953, se abre la
posibilidad de discutir sobre aspectos teóricos del pensamiento de Marx.
Recapitulando todo lo expuesto hasta aquí, Althusser observa que desde la publicación
de La ideología alemana (1845) Marx realiza un corte respecto de sus obras anteriores y
funda la ciencia marxista de la historia, que es el materialismo histórico. En el Prólogo
a la contribución a la crítica de la economía política (1859), Marx plantea que es el ser
social el que determina la conciencia que luego se perfecciona . O sea, descubre a la
historia para la ciencia, y este giro se completa con El capital (1867), donde se ponen
en juego conceptos que explican la historia independientemente de los individuos.
Entonces el filósofo francés construye las nociones que permitirán una renovación del
marxismo.
Pero la que causa más revuelo es la que plantea en torno de la noción de sujeto. En los
debates que se dan dentro del marxismo inglés (en particular entre E. Thompson y P.
Anderson) existe un común acuerdo sobre la lectura de la obra de Althusser de que la
noción de sujeto es una noción ideológica, una noción ideal, es una idea. Es decir, no
tiene ninguna pertinencia teórica, no resulta de utilidad para pensar teóricamente. El
sujeto sería la figura o, mejor dicho, la noción con la que los individuos se representan
imaginariamente las condiciones de existencia. Pero en realidad, el sujeto es un
soporte de las relaciones sociales. Sería un portador de relaciones sociales. En este
caso, los historiadores ingleses explicaban que, al comprender la noción de sujeto de
aquella manera, irreversiblemente también se anulaba la noción de acción. Esta
categoría, por esos años, era de vital importancia para historiadores como Thompson,
quien según el legado de Marc Bloch (1943) entendía a la historia como “la ciencia de
los hombres en el tiempo”.
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de recurrir a los sujetos. Pero para Thompson El capital no escaparía a las coordenadas
de la economía política clásica, con la que rompería Marx y, que es previa a él:
una formación histórica que define a sus propios sujetos, que los hombres y
mujeres elaboran a partir de su propia experiencia de lucha, ha sido reducida a una
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categoría estática, o a un efecto de una ulterior estructura de la que los seres
humanos no son los agentes sino los vectores. (Thompson 1981: 78)
Es decir, él sostiene que desde una teoría que desconozca la investigación histórica no
se pueden definir conceptos, porque son elásticos, y cuando se quiere contrastar esos
conceptos con la realidad empírica hacen agua. Un ejemplo es el concepto
deshistorizado de clase social, el que ha sido definido y utilizado sin tener en cuenta su
empiria. En su trabajo, hace hincapié en la noción de “experiencia” justamente para
no expulsar la acción y para historizar el concepto de clase social.
Perry Anderson durante años polemiza con Thompson. Aunque el libro de Thompson
no estaba dirigido a él directamente, Anderson aprovecha la ocasión para dar cierre a
la larga polémica que habían mantenido ambos. Si bien inicia su escrito reconociendo
lo que significa la contribución de Thompson para la historiografía marxista inglesa,
vamos a focalizar los puntos de encuentro y desencuentro en torno de la obra de
Althusser.
Para Anderson, fueron Althusser y Balibar quienes inventaron la distinción entre modo
de producción y formación social.
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económica (la que a menudo es relacionada con un modo de producción) (…) lo
realmente destacable del concepto althusseriano de formación social es que permite
un avance historiográfico hacia una mayor complejidad y capacidad de
discernimiento en la investigación de sociedades concretas. (Anderson 1983:
74–75)
Las visiones contrapuestas de estos dos autores sobre la obra de Louis Althusser están
vinculadas con su formación profesional. A lo largo de las páginas que escribe E.
Thompson se puede vislumbrar una profesión de fe de tipo socialista–humanista. En
este pensador existe una línea muy difusa con respecto a lo que Althusser considera
como la gran confusión entre ideología y teoría científica. Por otro lado, Anderson es
capaz de comprender y valorar (como contribución para las ciencias sociales)
determinados aspectos de la obra del teórico francés debido a su —como afirma
Sazbón (1987)— “flexibilidad giroscópica” y su tendencia a vincular aspectos
teórico–filosóficos e históricos. De este modo, Anderson se encuentra en un papel
mediador entre ambas posturas, capaz de advertir la “ruptura epistemológica”
planteada por Althusser y, a su vez, comprender el carácter heurístico que los nuevos
conceptos traen aparejados para las ciencias sociales en general.
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Referencias bibliográficas
Althusser, Louis. Ideología y aparatos de estado. Buenos Aires, Nueva Visión, trad. de A. Plá y J. Sazbón, 1984.
______ Ideología y aparatos de estado. Freud y Lacan. Buenos Aires, Nueva Visión, trad. de A. Plá y J.
Sazbón, 1988.
______ Teoría, política e historia. Un debate con E. P. Thompson, Madrid, Siglo XXI, 1985.
Sazbón, J. Dos caras del marxismo inglés. El intercambio Thompson-Anderson. Punto de Vista, año X, N° 28,
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Tosti, I. Trimestral. Boletín de actividades culturales, letras y artes (1950–1953). Construir el paisaje del litoral.
Tesina final FHUC-UNL. Mimeo, 2018.
———. Sobre el grupo Adverbio y sus proyectos: Trabajos 1 y Punto y Aparte. Una aproximación desde los
aportes de Raymond Williams. En VIII Coloquio del Cedintel (FHUC-UNL), en prensa, 2021.
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