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La tradición marxista
Tomado de Hale, J. (2000) Building Ideas. An Introduction to Architectural Theory, Capítulo 3. John Wiley & Sons.
Traducido por R. Paredes para la Clase de Teoría Superior. Escuela de Arquitectura y Diseño. Universidad Nacional
Autónoma de Honduras
Como vimos en el Capítulo 4, la inspiración del método estructuralista fue la búsqueda de las
fuerzas profundas que afectan nuestro entendimiento. De acuerdo a Lévi-Strauss, quien fuera el
mayor promotor de las ideas del estructuralismo, su motivación particular surgió de tres fuentes
distintas, las disciplinas de la geología, el marxismo y el psicoanálisis. El elemento común en estas
tres disciplinas es el principio de que lo que se ve en la superficie es controlado por las fuerzas
profundas en su interior. En este capítulo discutiremos los dos últimos campos en su relación a la
arquitectura y su conexión con el pensamiento estructuralista será significativa de varias maneras.
Tres de los más grandes pensadores de la segunda mitad del siglo XX trabajaron basándose en los
principios estructuralistas desde sus disciplinas particulares. Louis Althusser, en las estructuras de la
ideología, Jacques Lacan en las estructuras del inconsciente y Michel Foucault en las estructuras del
poder. Los tres filósofos nacieron en Francia y murieron durante la década de 1980.
Para apreciar el significado de las conexiones entre disciplinas será importante que comprendamos
los antecedentes sobre estos asuntos: primero, la cuestión de la política y su influencia en la teoría
arquitectónica, para lo que tendremos que regresar a la “revolución” filosófica del siglo XIX, y
segundo, la noción del inconsciente y su influencia en nuestro comportamiento social y,
particularmente, la forma en que el psicoanálisis ha sido llevado al contexto político. Aunque ambos
campos parecen estar separados al mencionarlos de esta manera, los temas subyacentes que los
vinculan se harán aparentes cuando hagamos un estudio más detallado.
En lugar de ver las minucias para redefinir el sistema de Hegel, Marx se propuso atacar sus
cimientos al cuestionar sus supuestos básicos. Rechazó la historia filosófica como una árida
abstracción académica, separada de la historia real de las condiciones y experiencias cotidianas:
La conciencia sería el punto pivotal para Marx, por el que intentaría poner de cabeza a la filosofía
hegeliana. El consideró que el enfoque idealista había intentado construir una filosofía de las ideas,
mientras que el pretendía revertirlo para construir una alternativa a partir de la experiencia. De
acuerdo a Marx, Hegel simplemente invirtió el curso de la historia, así que para corregir, construyó
1 Karl Marx, Theses on Feuerbach. Reprinted in 17Je Marx-Engels Reader, Robert C. Tucker (ed.), Norton & Company, New
York, 1978, p 145.
2 Karl Marx and Friedrich Engels, The German Ideology. Reprinted in The Marx-Engels
. Reader, Robert C Tucker (ed.), Norton & Company, New York, 1978, p 166.
un sistema más ajustadamente modelado a partir de la realidad. Mientras que en Hegel el proceso
lleva a una redefinición de conceptos, en Marx se transforma en las condiciones materiales de la
realidad. En términos de Marx esto equivaldría al “materialismo dialéctico” aunque él sólo se
referiría a su “concepción materialista de la historia”. Como escribió en 1859, en una de las pocas
obras filosóficas publicadas en su vida”
El modo de producción de la vida material condiciona los procesos de la vida social política e
intelectual. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, por el
contrario, su ser social es el que determina su conciencia.3
Parece que Marx sugiere que como individuos estamos limitados en nuestras acciones debido a la
presencia de una estructura no visible que parece limitar el potencial para pensar libremente de
nuestra mente. En forma comparable a la concepción estructuralista de los sistemas lingüísticos
subyacentes, Marx indicaría cuáles son los medios por los cuales tiene lugar este proceso
determinista:
En la producción social de su vida, los hombres establecen determinadas relaciones que son
indispensables e independientes a su voluntad, las relaciones de producción, que
corresponden a un determinado nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. La
suma de todas esas relaciones de producción constituye la estructura económica de la
sociedad, su cimiento real, sobre la que se erige una superestructura política y legal y a la
que corresponderán determinadas formas de conciencia social. 4
Esta es la ahora clásica descripción del modelo de la “base y la superestructura” que presenta la
concepción geológica de la historia que enamoró a Claude-Lévi Strauss. La base consiste de dos
componentes, el primero son las “fuerzas de producción”, los materiales, maquinaria y mano de
obra requeridos para producir bienes. El segundo componente son las “relaciones de producción”
que se refiere a las maneras en que se organiza el trabajo, como la estructura piramidal típica de la
jerarquía corporativa capitalista.
La superestructura que se erige desde esta base y que es determinada por ella, está conformada
por las instituciones sociales, políticas y legales que constituyen la “conciencia” de la sociedad. Es
todavía objeto de discusión entre los académicos qué tan determinista es el modelo de Marx. Sin
embargo, sugiere un vínculo directo entre los dos componentes de la base cuando dice “el molino
de mano dará una sociedad del señor feudal; la máquina de vapor, una sociedad del capitalista
industrial”.5 Aquí se presenta una versión algo caricaturizada del pensamiento de Marx sobre el
proceso histórico que, en el caso de la relación de la base y la superestructura, era más complejo de
lo que parecía a primera vista. De hecho, el razonamiento detrás del llamado a cambiar el mundo
que hizo Marx a los filósofos radica en el problema causado por la explotación de una parte de la
3 Karl Marx, Preface to A Contribution to the Critique ofPolitical Economy. Reprinted in The Marx-Engels Reader, Robert C.
Tucker (ed.). Norton & Company. New York. 1978, p 4.
4 Karl Marx, Preface to A Contribution to the Critique oJPolitical Economy. Reprinted in The Marx-Engels Reader, Robert C.
La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases.
Los hombres y los esclavos, los patricios y los plebeyos, los señores y los siervos, en una
palabra, opresores y oprimidos, se sitúan en oposición constante respecto al otro, en una
lucha a veces oculta y otras veces abierta que cada vez termina en una reconstrucción
revolucionara de la sociedad en general o en la ruina común de las clases en disputa.6
Además de la explotación continua de una clase por otra, un nuevo peligro para la sociedad
moderna ha surgido dentro del sistema. Como consecuencia de la división del trabajo dentro del
modo capitalista de producción, el trabajador industrial ha resultado “alienado” de su trabajo. Al
separar el proceso industrial en una serie de componentes especializados, el capitalismo le ha
robado al trabajador ordinario cualquier conexión con el sentido de su trabajo. Como describiría
líricamente Marx al referirse a un modelo de producción previo:
Supongamos que hemos producido en una forma humana. Cada uno de nosotros se
afirmará a sí mismo y a sus compañeros por su producción. Objetivaré en la producción mi
individualidad y peculiaridad y, por tanto, en la actividad disfrutada como una expresión
individual de mi vida es como en la contemplación del objeto realizado, darme cuenta que es
objetiva, visible a los sentidos y, por ende, es un poder elevado fuera de toda duda. 7
No es de sorprenderse que las opiniones políticas de Marx le trajeran conflictos con la academia e
incluso su trabajo como periodista fue eliminado por el estado prusiano. En 1843 se mudó a París
en busca de un entorno más progresista. Allí conocería a su compañero Friedrich Engels, quien sería
su colaborador para toda la vida. Engels, que había estado trabajando en Manchester en el negocio
6Karl Marx and Frederick Engels. The Communist Manifesto, Eric Hobsbawm (ed.). Verso. London, 1998, pp 34-5.
7Karl Marx, Economic and Philosophical Manuscripts. Quoted in David McLellan, Karl Marx. Penguin, New York, 1975. pp
31-2.
textil de su familia, dio a Marx una experiencia de primera mano con el capitalismo, así como el
soporte financiero que éste necesitaba. En Paris, su periodismo radical se encontraría con la
oposición del gobierno, lo que lo obligó a trasladarse a Bruselas donde permanecería hasta el
comienzo de la revolución alemana de 1848. Para ese momento ya había escrito su Manifiesto
Comunista para la Liga Comunista que ayudo a establecer en aquella ciudad. La revolución en
Alemania colapsó en 1849, por lo que regresará a París antes de establecerse definitivamente en
Londres. Fue solo después de su muerte en 1883 que sus escritos filosóficos más famosos
comenzaron a ser impresos, con la excepción del primer volumen de su estudio El Capital, que sería
publicado en 1867.
Aunque Marx reconocía que el capitalismo había producido muchos beneficios para la sociedad,
como mayor prosperidad mediante el incremento de la productividad, no veía razones por las
cuales se debían mantener las injustas “relaciones de producción”, en donde la minoría parecía
tener la libertad de explotar el trabajo de la mayoría. Como el estadio final en el desarrollo de una
sociedad ideal sin divisiones de clase o “antagonismos” destructivos, predijo una revolución social
que resolvería estas contradicciones y crearía un nuevo sistema de propiedad común de los medios
de producción:
El monopolio del capital se convierte en una traba al modo de producción, que ha surgido y
prosperado junto con y bajo él. La centralización de los medios de producción y la
socialización del trabajo al final llegan a un punto en que se hacen incompatibles con el
tegumento capitalista. Este tegumento se ha roto. Suena la sentencia a la propiedad
privada capitalista.8
La teoría de Marx tenía dificultades para explicar por qué no había tenido lugar esa revolución –por
qué los elementos en conflicto dentro de la sociedad se mantenían en equilibrio. El plantearía el
concepto de “ideología” para explicarlo, y es a partir de aquí que el modelo marxista de base y
superestructura se haría mucho más refinado –aunque también recurriría a la metáfora en una de
sus primeras formulaciones:
Si en toda ideología los hombres y sus circunstancias aparecen al revés, como en una
cámara obscura, este fenómeno emerge de su proceso de vida histórico, así como la
inversión de objetos en la retina ocurre por los procesos de la vida física… los fantasmas
formados en el cerebro humano son también, necesariamente, sublimaciones del proceso de
su vida material, que son verificables empíricamente y están ligados a premisas materiales.
La moralidad, la religión, la metafísica y todo el resto de la ideología y sus formas de
conciencia correspondientes no mantienen, por tanto, su apariencia de independencia. 9
8Karl Marx, Capital, Volume 1. Reprinted in The Marx-Engels Reader, Robert C. Tucker (ed.), Norton & Company, New
York, 1978, p 438.
9Karl Marx and Friedrich Engels, The German Ideology. Quoted in David McLellan (ed.), The Thought of Karl Marx,
Macmillan, London, 1995, p 159
Esta “falsa conciencia”, como la llamaría Engels, es promovida por las instituciones de la
superestructura, que se asegura que las contracciones dentro de la sociedad sean aceptadas como
principios naturales inmutables –así como la mitología dominante apoya el statu quo (como diría
Roland Barthes, descrito en el capítulo anterior). Esta mitología sirve para suprimir los dos grandes
conflictos en la sociedad –entre el trabajador y el producto, que se ha convertido ahora en un
objeto “alienado”, y entre el individuo y la comunidad, debido a las leyes de propiedad privada- y
esto evita, según Marx, que los trabajadores sean conscientes de su explotación, lo que no permite
abrir paso al impulso revolucionario.
El miope deseo por supuesto niega que los hechos sólo puedan convertirse en hechos dentro
del marco de un sistema –que variará con el conocimiento deseado. Cree que todo dato de
la vida económica, cada estadística, cada evento en bruto constituye un hecho importante y
al hacerlo se olvida que, aunque la enumeración de hechos sea simple o aunque carezca de
comentarios, implica una interpretación. 10
Este tipo de entendimiento mecánico significaba que las leyes de la sociedad habrían de aceptarse
como fuera del control del hombre, mientras que Lukács recupera la importancia del concepto de
alienación como una manera de explicar cómo había ocurrido esta ilusión ideológica. En su Historia
y Conciencia de Clase (1923) intentó reinterpretar a Marx bajo los términos de la filosofía de Hegel
al restablecer el papel creativo de la conciencia humana colectiva. Acuño el término “reificación”
(que significa “volverse una cosa”) para explicar qué le sucede a la conciencia humana bajo las
10Georg Lukács, History and Class Consciousness: Studies in Marxist Dialectics, transIated by Rodney Livingstone, Merlin
Press, London, 1971. p 5.
alienantes condiciones del capitalismo industrial moderno. Esta idea refleja el concepto de
“fetichización” de la mercancía, en el que ocurre a la inversa un proceso análogo de
transformación. Según Marx, el producto del trabajo alienado adquiere una existencia propia casi
mágica, similar a los fetiches usados en los rituales de muchas religiones arcaicas, en las que se les
dota de capacidades casi humanas. Cuando el producto entra en el mercado adquiere su propio
valor de intercambio y entra en relaciones de sociedad con otras mercancías. Marx vio esto como la
elevación del objeto por sobre la humanidad, al mismo tiempo que el trabajador era reducido de
ser humano a mercancía.
Lukács emplea esta noción para explicar cómo ha sido distorsionado el mismo marxismo por
escritores posteriores a Marx, quienes han reducido el elemento humano en el pensamiento
marxista. En lugar de la inevitable revolución que pareció pronosticar Marx, basada en el desarrollo
inexorable de nuevas condiciones que llevaría a un cambio de conciencia, Lukács restituye la
dialéctica entre dos términos, dejando la responsabilidad del cambio en los hombros de los
trabajadores:
11Georg Lukács, History and Class Consciousness: Studies in Marxist Dialectics, translated by Rodney Uvingstone, Merlin
Press, London, 1971, pp 208-9.
evita que se pueda ver hacia otros sistemas alternativos fuera de ella. Como escribiría en los
Cuadernos de la Cárcel, acerca del rol “educativo” del estado:
… Una de sus funciones más importantes es criar a la gran masa de la población en un nivel
cultural y moral particular, un nivel (o tipo) que corresponde a las necesidades de las fuerzas
productivas para el desarrollo y, por lo tanto, a los intereses de las clases dominantes. La
escuela como función educativa positiva y las cortes como función educativa represiva y
negativa… en realidad una multitud de otras de las llamadas iniciativas privadas y
actividades tienden hacia un mismo fin –son iniciativas y actividades que forman el aparato
de la hegemonía política y cultural de las clases dominantes.12
Otro pensador radical que sufrió la persecución fascista fue el escritor alemán Walter Benjamin,
que se vio obligado a huir hacia París en la década de 1930. Benjamin trabajó también con los
temas marxistas dentro del contexto de la cultura popular, llevando a cabo un estudio detallado de
las arcadas parisinas como vehículo del capitalismo mercantilista del siglo XIX. Como explica Susan
Buck-Morses, en su libro sobre el Proyecto de las Arcadas sin terminar:
Al mismo tiempo que las arcadas, evolucionó una nueva arquitectura de hierro y vidrio, que
erosionó la distinción entre el espacio interior y exterior. Esto resultó perfectamente apropiado
para la nueva “mercancía fetiche” que dependía de un desajuste similar entre consumidor y
consumido – la desorientación que opera en el nuevo espacio de la arcada sirvió de apoyo a la
confusión entre sujeto y objeto. Para Benjamin esta confusión se ejemplifica en la imagen de la
prostituta, una combinación característica entre producto y vendedor.
Otro habitante de las arcadas que sería de importancia dentro del pensamiento de Benjamin fue el
flâneur, o “vagabundo”urbano que resiste la tentación del consumo con su incesante “ir de
escaparates” y su movimiento sin propósito aparente. Benjamin se apropia de este tipo de actividad
como modelo de resistencia a la mercantilización, sugiriendo que así como el flâneur ensambla las
impresiones de la ciudad, el artista debe ensamblar los objetos “encontrados”. El mismo asumiría
este enfoque en su obra sobre el Proyecto de las Arcadas, que describirá como:
…el esfuerzo por capturar el retrato de la historia en las representaciones más
insignificantes de la realidad, como si fueran sus sobras.14
12 Antonio Gramsci, Selections from the Prison Notebooks, translated by Hoare and Nowell-Smith, Lawrence and Wishart,
London, 1971, p 258.
13 Susan Buck-Morss, The Dialectics of Seeing: Walter Benjamin and the Arcades Project, MIT Press, Cambridge, MA.,
1989.
14 Walter Benjamin, Illuminations, translated by Harry Zohn, Schocken Books, New York, 1968, p 11.
En su ensayo acerca de la filosofía de la historia asumiría una similar postura radical, al recomendar
la revisión de las grandes narrativas –o la “historia de los vencedores”- a favor de la historia
“olvidada” de las vidas ordinarias:
De acuerdo con la práctica tradicional, el botín se lleva en la procesión. Son llamados tesoros
culturales y el materialista histórico los ve con desprendimiento cauteloso. Sin excepción, los
tesoros culturales que sondea tienen un origen que no puede contemplar sin horrorizarse.
Deben su existencia no sólo a las grandes mentes y talentos que los han creado, sino
también a la labor anónima de sus contemporáneos. No hay documento alguno de la
civilización que no sea al mismo tiempo un documento de la barbarie. 15
La cultura popular habría jugado un papel significativo dentro del concepto de escritura alternativa
de la historia de Benjamin. Hay ambigüedad en el pensamiento de Benjamin, entre la nostalgia por
los “oficios” tradicionales como la narración de cuentos, la pintura y el teatro y la emoción ante la
perspectiva de una política liberadora iniciada por las nuevas artes de la fotografía y el cine. Esto
resulta evidente en “la Obra de Arte en la Era de la Reproducción Mecánica”, que es quizás su
ensayo más famoso.
15Walter Benjamin, "Theses on the Philosophy of History", in Illuminations, translated by Harry Zohn, Schocken Books,
New York, 1968, p 256.
encuentra en la ética de trabajo protestante, la doctrina de ascetismo desinteresado predicada por
las iglesias del norte de Europa. Según Weber, esto llevó al triunfo de la racionalidad sobre todas
las demás preocupaciones.
La “jaula de hierro” de la modernidad que atacó Weber, fue también el objeto de Adorno y
Horkheimer, por su base en la racionalidad ilustrada. En su libro, describen el funcionamiento de los
que ellos denominan “industria de la cultura” en la que la ilustración se ha convertido en un
“engaño de masas” mediante los productos de la cultura tecnológica. Cuando se producen películas
en Hollywood, obras de ficción, música popular, etc., bajo la égida de los sistemas de financiación y
comercialización capitalista, se impide que cualquier forma de resistencia alcance a una audiencia
masiva por los mecanismos que se han configurado para distribuir el mensaje dominante. Como
nos describen, esta homogenización es impulsada, en última instancia, por imperativos técnicos:
Salirse del proceso de condicionamiento es el problema fundamental para el filósofo radical; cómo
prevenir que el pensamiento revolucionario sea simplemente absorbido por el sistema presente. Si
no hay un “punto de Arquímedes” desde el cual se pueda observar neutralmente –sin contaminarse
del filtro distorsionador de la influencia ideológica en el pensamiento- ¿Cómo podrá una estrategia
de resistencia proponer formas alternativas de vivir, y de este modo persuadir a las masas para que
demanden los cambios necesarios para su logro? Otro miembro de la Escuela de Frankfurt que
intentaría resolver este problema intratable fue el filósofo alemán Herbert Marcuse. Como
escribiera en El Hombre Unidimensional (1964) que ejercería una gran influencia unos pocos años
después, durante las protestas estudiantiles:
16 Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, translated by Talcott Parsons, Routledge, London. 1992, p
24.
17 Theodor W. Adorno and Max Horkheimer, Dialectic of Enlightenment, translated by John Cumming, Verso, London,
1979, p 121.
Los medios de transporte y comunicación masivos, las mercancías del alojamiento,
alimentación y vestuario, la producción irresistible de la industria del entretenimiento y la
información llevan consigo actitudes y hábitos prescritos, ciertas reacciones intelectuales y
emocionales que enlazan a los consumidores de mayor o menor manera a los productores
y, mediante ellos, al todo. Los productos adoctrinan y manipulan, promueven una conciencia
falsa que es inmune a su propia falsedad.18
En sus primeras obras, Marcuse también había combinado estos temas marxistas con una
reformulación de varias ideas que había descubierto en su estudio del psicoanálisis. Partiendo del
trabajo pionero del doctor vienés Sigmund Freud, Marcuse desarrolla la noción de inconsciente
como herramienta de análisis político. El modelo topológico freudiano de la psique humana
proporcionaría otro mecanismo a su esfuerzo por decodificar ideologías y escapar de su maliciosa
influencia. Cómo había indicado Lévi-Strauss en su comparación de la “geología, el marxismo y el
psicoanálisis”, el modelo de base-superestructura del marxismo se reflejaba en el diagrama de la
estructura de la mente propuesto por Freud. La división consciente-inconsciente fue modificada en
la obra posterior de Freud para convertirse en un sistema tripartito de relaciones entre el super-
ego, el ego y el id. El id (ello) en la base, es visto como la fuente primordial de nuestros instintos y
estos son reprimidos por la autoridad del super-ego para evitar que alteren el funcionamiento
“social” del ego (el “yo”- el ser consciente). El dominio de los deseos instintivos por la acción del
super-ego involucra un proceso de represión equivalente al que aplica el sistema capitalista sobre el
trabajador. El proceso de internalización psicológica de las figuras de autoridad durante la infancia,
prepara al ego individual para las relaciones de dominación al interior de la sociedad y reprime el
instinto por la libertad y liberación individual.
En Freud, estos deseos reprimidos resurgen en formas alternativas, como las imágenes de los
sueños, los lapsus linguae o, con mayor seriedad, en las neurosis. En Eros y la Civilización, Marcuse
procura realizar un psicoanálisis del capitalismo, identificando lo que él llamó un impulso vital
reprimido (“eros”) forzado al servicio de la producción capitalista. Esta es una aplicación más
general de la ética de trabajo protestante que Weber describió como responsable del éxito del
capitalismo, pero lleva consigo la implicación que los deseos reprimidos puedan ser de nuevo
liberados. Para Marcuse, el mundo en el que estos deseos pueden expresarse es el de la actividad
artística, en el que las imágenes de una sociedad no represiva pueda insipirar el tipo de revolución
requerida para satisfacer dichos deseos. Como escribió, citando a Adorno, sobre el arte como el
ámbito de la crítica:
El arte es quizás, el más visible “retorno de lo reprimido” no solo para el individuo sino
también en el nivel histórico genérico. La imaginación artística da forma a la ‘memoria
inconsciente’ de la liberación que ha fallado, de la promesa que ha sido traicionada… El arte
opone a la represión institucionalizada, la imagen del hombre como sujeto libre, pero en un
18Herbert Marcuse, One-Dimensional Man: Studies in the Ideology of Advanced Industrial Society, Beacon Press, Boston,
1991, p. 12.
estado de falta de libertad el arte puede sostener la imagen de la libertada sólo en la
negación de su falta de libertad. 19
Esta conclusión positiva acerca de la función del arte, dentro del pensamiento de la Escuela de
Frankfurt acerca de la ideología, sería apoyada en un libro posterior de Marcuse La Dimensión
Estética, publicado en 1978, un año antes de su fallecimiento.
Fue esta “construcción “del sujeto mediante la acción de fuerzas mayores la que atrajo el interés de
Foucault, quien se obsesionaría por el estudio de las prácticas institucionales y el ejercicio
subrepticio del poder. Él estaba empeñado en identificar la evidencia concreta de la historia de la
“inscripción” de estas imposiciones de poder, y lo hizo a través del estudio del conocimiento así
como el de las instituciones como hospitales y prisiones. Aquí describe su obra, en una
retrospectiva de su carrera:
Mi obra ha lidiado con tres modos de objetivación que transforman a los seres humanos en
sujetos. El primero, son los modos de indagación que se dan a ellos mismos el estatus de
ciencia, por ejemplo, la objetivación del sujeto parlante en la gramática general, la filología
y la lingüística… en la segunda parte de mi obra, he estudiado la objetivación del sujeto en
las que he llamado “prácticas divisorias”. El sujeto es dividido ya sea en su interior o es
dividido de los otros… El loco del cuerdo, el enfermo del sano, los criminales de los ‘buenos
muchachos’, Finalmente, he buscado estudiar… la manera en que el ser humano se
convierte a sí mismo en sujeto. Por ejemplo, he escogido el mundo de la sexualidad –como
los hombres ha aprendido a reconocerse a sí mismos como sujetos de ‘sexualidad’… 20
Foucault se esmera en reproblematizar estas oposiciones para demostrar cómo son construidas
artificialmente para aparecer como principios “naturales” – de manera similar como al
posestructuralismo respecto a las oposiciones binarias del estructuralismo, como una forma de
abrir las posibilidades de significación.
19
Herbert Marcuse, Eros and Civilisation: A Philosophical Inquiry into Freud, Routledge, London, 1987, p 144.
20
Michel Foucault. "The Subject and Power", quoted in Richard Kearney, Modem Movements in European Philosophy,
Manchester University Press. Manchester, 1986. pp 296-7.
En sus primeras obras Foucault también cuestionó la noción de la historia como un desarrollo linear
y planteó, en su lugar, un modelo de cambio mediante “rupturas epistemológicas”-de manera
similar a la noción del paradigma científico de Thomas Kuhn, aunque aplicado de manera más
general al conocimiento como un todo. En sus obras posteriores consideró el lugar del sujeto
individual dentro de las relaciones de poder institucionalizadas en la sociedad. Su descripción de la
presencia global del poder en la sociedad recuerda las definiciones marxistas de la ideología
(aunque el negó vehementemente cualquier simpatía marxista específica, así como negó
pertenecer a la escuela de pensamiento estructuralista):
Este era el problema de los grandes talleres y fábricas, en los que se organizó un nuevo tipo
de vigilancia… lo que se necesitaba ahora era una supervisión intensa continua: sigue a lo
largo del proceso de trabajo, no sólo tiene en cuenta la producción (la naturaleza de la
materia prima, el tipo de instrumentos empleados, las dimensiones y calidades de sus
productos, sino que también toma en cuenta la actividad de los hombres, sus destrezas, su
dedicación a la tarea, su prontitud y el celo en su comportamiento.22
Uno comienza a ver un tipo de literatura política que trata qué tipo de orden debería tener
la sociedad, qué debe ser una ciudad, dados los requerimientos de conservación del orden,
21 Michel Foucault, The History of Sexuality, Volume I: An Introduction, translated by Robert Hurley, Vintage Books, New
York. 1990, p 93.
22 Michel Foucault, Discipline and Punish: The Birth of the Prison, translated by Alan Sheridan, Vintage Books, New York,
1995, p 174.
dado que se deben evitar las epidemias, las revueltas, permitir una vida familiar decente y
moral, y así sucesivamente. A partir de tales objetivos, ¿cómo puede uno concebir la
organización de la ciudad y la construcción de infraestructura colectiva. 23
En oposición al materialismo de Althusser, Foucault está dispuesto a admitir que aún hay una
relación dialéctica entre los objetos y las ideas. Esto será de suma importancia para su pensamiento
acerca del estatus de la arquitectura y el juego entre los edificios y las prácticas espaciales que
estos acomodan.
Más adelante en la entrevista que hemos citado anteriormente, se le preguntó sobre la relación
entre arquitectura y libertad:
No creo que sea posible decir que una cosa es del orden de la “liberación” y otra del orden
de la “opresión”… un campo de concentración… no es un instrumento de liberación pero uno
debe tomar en cuenta –y esto es rara vez reconocido- que aparte de la tortura y la
ejecución, que imposibilitan cualquier resistencia, sin importar que aterrador sea un sistema
dado, quedan siempre posibilidades de resistencia, desobediencia y asociación.
Al mismo tiempo, la libertad tampoco puede ser garantizada por la forma física de los edificios:
La libertad del hombre nunca es asegurada por las instituciones y leyes que pretenden
garantizarla. Por eso es que casi todas estas leyes pueden ser volteadas… Pienso que nunca
será inherente a la estructura de las cosas el garantizar el ejercicio de la libertad. La garantía
de libertad es la libertad misma.
Dicho esto, Foucault reserva un rol vital para la creatividad del arquitecto, cuando las intenciones
liberadoras del diseñador “coinciden con la práctica real de las personas que ejercitan su
libertad”.24
Sobre este asunto del ejercicio profesional como modo de resistencia a la ideología, el pensador
francés, Guy Debord, también contribuirá de manera decisiva. Debord regresa al problema de la
reificación planteado por Lukács, para desarrollar una serie de singulares observaciones acerca del
estado de la sociedad de la década de 1960. Su libro Sociedad del Espectáculo publicado en 1967,
tuvo un impacto directo en las actividades políticas así como una influencia duradera en el
pensamiento marxista posterior. Debord extendió la noción de Lukács de la mercancía como fetiche
– el fenómeno de los trabajadores reducidos a “objetos” y los objetos tomando vida con cualidades
“mágicas”- para indicar una nueva confusión entre lo ideal y lo material ha resultado por el dominio
de la “imagen” de la mercancía:
23 Michel Foucault, ·Space, Knowledge and Power", interview with Paul Rabinow. Reprinted in Neil Leach (ed.), Rethinking
Architecture, Routledge, London, 1997, pp 367-68.
24 Michel Foucault, "Space, Knowledge and Power", interview with Paul Rabinow. Reprinted in Neil Leach (ed.), Rethinking
Entre los distintos métodos situacionistas, está la dérive, una técnica de paso transitorio a
través de ambientes variados. La dérive implica un comportamiento lúdico-constructivo y la
conciencia de los efectos psicogeográficos. 26
25Guy Debord, Society of the Spectacle, Black and Red, Detroit, 1983, §36.
26Guy Debord, "The Theory of the Derive"', Intemationale Situationnisfe, No.2, December 1958. Reprinted in Ken Knabb
(ed.), Situationist International. Anthology, Bureau of Public Secrets, Berkeley, CA, 1981, P 50.
Puede que existan roles marginales para la arquitectura y la planificación. El interés
primario para nosotros es, sin embargo, la cuestión de por qué, hasta ahora, la cultura de
orientación marxista ha negado u ocultado, con una obstinación digna de mejores causas, la
simple verdad que, así como no hay una economía política de clase, sino una crítica de clase
de la economía política, de igual forma nunca habrá una estética, arte o arquitectura de
clase, sino una crítica de clase de la estética, el arte, la arquitectura y la ciudad. 27
En una nota más positiva, Tafuri reconoce el potencial del proyecto arquitectónico “crítico” para
señalar un modo alternativo de ejercicio profesional. En la introducción a la versión en libro del
ensayo que ya hemos citado, toma mucho cuidado en negar la acusación de que él predijo la
“muerte de la arquitectura” –acusación implicada por el famoso dibujo realizado por Aldo Rossi, en
respuesta a su publicación original. De hecho, apoyará una arquitectura más autónoma –como la
que hemos discutido en el capítulo 2 de este libro-, bajo los términos de su crítica a la racionalidad
–aunque aquí se emplea como alternativa única, después que el capitalismo desempoderó a la
arquitectura revolucionaria:
Lo que nos interesa acá es la identificación precisa de esas tareas que el desarrollo
capitalista ha quitado a la arquitectura. Es decir, lo que ha sido quitado de la prefiguración
27 Fredric Jameson, Postmodernism, or, TIJe Cultural Logic of Late-Capitalism, Verso, London, 1991, p 54.
en general. Esto nos lleva automáticamente a descubrir lo que bien puede ser el drama de la
arquitectura hoy en día, esto es, ver a la arquitectura retornar a la arquitectura pura, a la
forma sin utopía, en el mejor de los casos, a la inutilidad sublime. 28
En este punto, el argumento de Tafuri puede compararse con nuestra conclusión sobre la
capacidad crítica de la arquitectura discutida en el capítulo 2. Tafuri, al mismo tiempo, parece
reacio a admitir que aunque esto pueda ser eficaz contra una ideología de la arquitectura, no debe
confundirse con la ideología en general.
Frente a los engañosos intentos que buscan dar a la arquitectura un vestido ideológico
siempre preferiré la sinceridad de aquello que tienen el coraje de hablar de la anticuada y
silenciosa pureza, aunque ello también albergue una inspiración ideológica, patética en su
anacronismo.29
28 Manfredo Tafuri, Architecture and Utopia: Design and Capitalist Development, translated by Barbara Luigia La Penta,
MIT Press, Cambridge, MA. 1976, pix.
29 Manfredo Taturi, Architecture and Utopia: Design and Capitalist Development, translated by Barbara Luigia La Penta,
Jameson de igual forma imagina al proyecto utópico como elemento clave de esta
“contrahegemonía”, sugiriendo ideas y prácticas alternativas frente a las cuales pueda la sociedad
desarrollar nuevas exigencias para el sistema actual. Es aquí donde su pensamiento se traslapa
directamente con el de Tafuri, aunque también se remite directamente a los escritos de Marx –
particularmente en la manera en que lo nuevo emerge desde lo viejo:
Esto sugiere algo similar a una teoría enclave de la transición social, según la cual el futuro
emergente… es teorizado bajo los términos de pequeñas pero estratégicas trincheras o
cabezas de puente a lo interno del viejo sistema. La naturaleza esencialmente espacial de
esta caracterización no es casual y comunica algo como una tensión histórica entre dos
tipos de espacio radicalmente diferentes en el que un tipo de voluntad emergente pero aún
más poderosa extiende gradualmente su influencia y dinamismo sobre la vieja forma,
separándose de sus implantaciones iniciales y colonizando gradualmente lo que persiste a su
alrededor.32
30 Manfredo Taturi, Architecture and Utopia: Design and Capitalist Development, translated by Barbara Luigia La Penta,
MIT Press, Cambridge. MA, 1976, P ix.
31 Fredric Jameson, Postmodernism, or, TIJe Cultural Logic of Late-Capitalism, Verso, London, 1991, p 54.
32 Fredric Jameson, "Architecture and the Critique of Ideology", in Joan Ockman (ed.), Architecture, Criticism, Ideology,
Princeton Architectural Press, Princeton, 1985. Reprinted in K. Michael Hays (ed.), Architecture Theory Since 1968, MIT
Press, Cambridge, MA, 1998, P 453.
pura” mencionada por Tafuri, discutida al inicio del capítulo 2 y retomada en el capítulo 4, esta
sección concluirá con una breve ilustración de otro enfoque sobre los problemas del cambio
político. La noción de la acción directa para cambiar las condiciones –opuesta a la estrategia utópica
de iniciar con una revolución de la conciencia- ha resultado en varios intentos por parte de los
arquitectos de actuar como intermediarios o “facilitadores” reorganizando el proceso de construir
mediante la participación comunitaria. El trasfondo filosófico de este enfoque puede encontrarse
en diversas fuentes, particularmente en la tradición francesa del activismo político que sería
relevante durante las revueltas estudiantiles de finales de la década de 1960.
Henri Lefebvre es quizás la figura más sobresaliente entre aquellos que participaron de las
protestas estudiantiles en Francia y su principal obra, La Producción del Espacio, muestra las
implicaciones de la su actividad en la base. Hay mucha riqueza y complejidad en el pensamiento de
Lefebvre debido a su amplia gama de influencias filosóficas, particularmente en su innovadora
combinación de temas fenomenológicos y marxistas, que dan a su obra una fuerte conexión con la
vida cotidiana. Su principal objetivo fue el llamado “espacio abstracto” que, según él, produjo la
arquitectura moderna bajo el capitalismo, al mismo tiempo que criticaría la semiótica
postmodernista que, en su opinión dependía demasiado de la imaginería visual. Como ha escrito
Michael Hays al introducir la obra de Lefebvre:
Muchas prácticas diarias (platicar, leer, desplazarse, comprar, cocinar), tienen carácter
táctico. Y son, de forma general, maneras de lograr la victoria del débil sobre el fuerte (ya
sea la persona poderosa, la violencia de las cosas, un orden impuesto, etc), trucos
inteligentes, saber cómo salirse con la suya, la ‘astucia del cazador’. Los griegos llamaban
metis a esas formas de operar. Pero llegan mucho más al fondo, a la inteligencia inmemorial
desplegada en los trucos e imitaciones de las plantas y los peses. Desde las profundidades
33 K. Michael Hays, Architecture Theory Since 1968, MIT Press, Cambridge, MA, 1998, P 175.
de los océanos a las calles de las megalópolis modernas, hay permanencia y continuidad en
estas tácticas.34
La idea de apropiación es descrita por de Certeau como un modo de resistencia a las prácticas
dominantes del capitalismo en la sociedad moderna. Esto hace eco de la idea de Barthes acerca de
la subversión de los discursos dominantes y las maneras en que el lector activo se reapropia del
texto – como una ‘caza furtiva’ para de Certeau- o el merodeo por un texto como el flâneur de
Benjamin. Esta técnica de lectura creativa, que casi se convierte en un acto de reescritura, es
igualada por de Certeau al habitar un espacio así como relacionará la idea de improvisación con la
poesía:
34Michel de Ceneau, The Practice of Everyday Life, translated by Steven Rendall. University of california Press, Berkeley,
CA. 1984. P xx.
de antaño: un cuerpo de restricciones que estimula nuevos descubrimientos, un conjunto de
reglas con las que juega la improvisación. 35
4. Christopher Alexander et al – Sala House, Albany, California, 1982-1985 (Open Homes Photography/ San Francisco)
Esta idea de improvisación nos recuerda las intenciones arquitectónicas de Herman Hertzberger,
quien también intentaría inspirar este tipo de encuentro entre los edificios y sus usuarios. Un
ejemplo más extremo puede ser visto en el involucramiento de los usuarios en el diseño, en donde
encontraremos varios casos dignos de consideración, particularmente por sus características
formales curiosamente similares. Estos casos van desde ciudades enteras construidas por sus
habitantes, como la monumental Arcosanti de Paolo Soleri, a la casa individual construida por el
cliente que tiene al arquitecto como un asesor en el sitio. Este último escenario ha sido propugnado
por Christopher Alexander, quien inició su vida como matemático para luego dedicarse a analizar el
proceso de diseño mediante una serie de variables numéricas. En su obra posterior este enfoque se
suavizó hacia un método de diseño más flexible con patrones, que luego desarrolló como un
manual que podía ser utilizado por cualquiera para diseñar un edificio según sus requerimientos. En
la Sala House de California se aplicó este método para una vivienda unifamiliar, pero también ha
servido para desarrollo de gran escala, como un campus universitario en Japón. En la discusión
sobre el campus Eishin, construido en 1985, Alexander presenta el proyecto como una especie de
guerra civil entre dos sistemas de edificación en competencia. El primero –“el sistema mundial A- se
35Michel de Certeau, The Practice of Everyday Life, translated by Steven Rendall,Un iversity of California Press, Berkeley,
CA, 1984, pp xxi·xxii.
basa en el uso del Lenguaje de Patrones y el segundo –“el sistema mundial B”-, es el proceso
convencional de construcción organizado profesionalmente.
5. Christopher Alexander et al – Interior de Sala House, Albany, California, 1982-1985 (Open Homes Photography/ San
Francisco)
36Christopher Alexander, "Battle: The History of a Crucial Clash Between World-System A and World-System B", in Japan
Architect. Tokyo, August 1985, P 35.
6. Christopher Alexander et al – Casas en Mexicali, México, 1976 (Natural Building Blog)
Vemos a las compañías japonesas (de construcción) conscientes, por primera vez, que
nuestra intención de implementar el sistema A puede tener consecuencias serias para su
futuro en Japón. Lo que estamos haciendo… en su forma más pura, plantea una amenaza a
toda la industria de la construcción japonesa… ellos, por tanto, se han propuesto asegurar
que esto fracase. 37
El proyecto, de hecho, siguió adelante en medio de mucha acritud y confusión, y el edificio alcanzó
un nivel de trabajo artesanal no siempre logrado en la obra de Alexander. Sus proyectos a menor
escala, por contraste, a menudo dependen de la autoconstrucción, como el proyecto de vivienda
comunitaria construida para un pequeño pueblo en México. Este proyecto fue descrito en el libro
La Producción de Casas (1985) que se constituyó en una “manual de construcción” real en
contrapartida a la anterior guía de diseño. A lo largo de la obra la intención es de traspasar los
“medios de producción”, de manera que el trabajador sea aliviado de la alienación descrita por
37Christopher Alexander, "Battle: The History of a Crucial Clash Between World-System A and World-System B", in Japan
Architect, Tokyo, August 1985, P 19.
Marx. Hasta ahora no ha ocurrido una “revolución” a gran escala debido a la falta de una respuesta
de la masa de la población rica del mundo occidental.
Este tipo de proyecto ha sido ejecutado en distintas escalas en Europa, como en la obra del
arquitecto alemán Frei Otto y del austríaco Lucien Kroll. Ambos se han preocupado por fomentar la
participación directa del usuario, inclinándose hacia una arquitectura a menudo caótica y de formas
algo complejas. El involucramiento individual en el diseño que promueve este tipo de edificación
puede verse claramente en su expresión visual, que se convierte en un símbolo del arquitecto que
retrocede en el control de la producción. Como escribe Kroll sobre su obra y su gran agenda, que es
moderada al mismo tiempo con un cierto grado de resignación:
38Lucien Kroll, "Architecture and Bureaucracy", in Byron Mikellides (ed.), Architecture for People: Explorations in a New
Humane EnVironment, Studio Vista, London, 1980, pp 162-3.
10. Ralph Erskine – Byker Wall Housing, Newcastle-upon-Tyne, 1969-1980 (Newcastlephotos)
En la Gran Bretaña, durante la década de 1980, este enfoque ganó muchos partidarios bajo la
bandera de la “arquitectura comunitaria”, con el patrocinio del Príncipe de Gales. Uno de los
ejemplos exitosos más conocidos es el complejo de vivienda Byker Wall en Newcastle, en donde se
trasplantó una comunidad existente a un conjunto de viviendas-tipo personalizadas. Su arquitecto,
Ralph Erskine, que fue parte del Team X, todavía aplica estos métodos a su obra posterior junto a
las preocupaciones ecológicas. Su proyecto para la Millenium Village en Greenwich, Londres, es un
intento por transformar la provisión de vivienda.
En una escala más amplia de la teoría arquitectónica, en los últimos años han tomado relevancia
otras agendas “revolucionarias”. El movimiento ambientalista, en particular bajo el slogan de la
“arquitectura verde”, ha desafiado las prioridades tradicionales del capitalismo con un nuevo
énfasis en las preocupaciones ecológicas. De manera similar, ha habido un cambio de conciencia en
otros niveles, con la influencia emergente de la teoría feminista y el concepto de “espacio con
género”. Aquí encontramos un paralelo con la agenda de proyectos políticos previos, en el sentido
de un retorno a las fuerzas reprimidas que empiezan a encontrar su voz ahora.
Que tanto puede el diseño arquitectónico lograr mediante el cambio – particularmente con su
énfasis en la forma en oposición al contexto social- nos lanza una serie de preguntas acerca de otras
interrelaciones, que muchos filósofos han sugerido en su pensamiento. Como ha señalado Mary
McLeod en un controversial ensayo sobre el tema, es la coincidencia de varias fuerzas la que debe
manipularse para lograr un efecto:
Tanto las tendencias historicista como posestructuralista han señalado correctamente las
fallas de la racionalidad instrumental del movimiento moderno, su estrecha teleología y su
exagerada fe en la tecnología, pero estas dos posiciones han errado en otra dirección por su
abjuración de todos los ámbitos de lo social y por suponer que la forma sigue siendo una
herramienta crítica o afirmativa, independiente de los procesos sociales y económicos. Que
la arquitectura contemporánea se ha quedado en sólo la imagen y el juego superficial, y su
contenido se haya vuelto tan efímero, transformable y consumible, es parcialmente un
producto de su olvido de las dimensiones materiales: programa, producción, financiamiento,
etc.- que invocan de forma más directa las preguntas acerca del poder. Y al excluir asuntos
de género, raza, ecología y pobreza, el postmodernismo y el deconstructivismo han
abandonado el desarrollo de una heterogeneidad más sostenible y vital. 39
39Mary Mcleod, "Architecture and Politics in the Reagan Era: From Postmodemism to Deconstructivisrn", Assemblage, 8,
February 1989. Reprinted in K. Michael Hays (ed.), Architecture Theory Since 1968, MIT Press, Cambridge, MA, 1998, P
6%-7.
Este punto de vista implica que seguimos atrapados por el dilema sugerido por Le Corbusier,
cuando en 1923 presentó a la arquitectura como una alternativa a la revolución 40. Debe quedar
claro, a partir de los modelos de resistencia planteados por los filósofos marxistas, que las
verdaderas “revoluciones” tienen lugar a nivel de la práctica espacial. La estrategia de subvertir los
paradigmas dominantes mediante el uso no oficial de varias tácticas –como la improvisación con
objetos “encontrados”, la transferencia de tecnología y la “caza furtiva” de espacios, como indicó
de Certeau –da una gama de posibilidades para el consumidor para salirse del proceso de
mercantilización. Cuanto más expongan los artistas, comentaristas y críticos a esas estrategias de
manipulación mediática y publicidad coercitiva, más informado estará el público acerca de las
decisiones que toman respecto a sus condiciones económicas y culturales. El análisis de los
antecedentes contextuales de una obra particular se vuelve un elemento de suma importancia para
la perspectiva marxista, como método de crítica del arte y la arquitectura producidos bajo
condiciones capitalistas. Sin embargo, Foucault y Derrida han sugerido en la noción de “texto”
cultural, que todos los objetos tienen un doble potencial como modos de práctica y modos de
crítica. La fusión de la teoría y la práctica en una disciplina crítica más amplia será discutida en la
conclusión de este libro, bajo el encabezado de “hermenéutica”.
40 Le Corbusier, Towards a New Architecture, translated by Frederick Etehells, Architectural Press, London, 1946, pp 268-
9.