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LA MÚSICA, NUESTRO

CEREBRO E IGNACIO WERT
Posted on
enero 28, 2015 by El Radical Libre

Los seres humanos, con nuestra habitual tendencia


al egocentrismo y a la soberbia, hemos terminado
creyendo que la Música es un arte creado por
nosotros mismos, cuando se trata de un fenómeno
físico al que nos hemos acercado. La serie
armónica, fenómeno estudiado en la antigüedad,
está presente a lo largo y ancho del universo, y hay
muchas otras especies animales en la Tierra, no
sólo la nuestra, que se han acercado a ella o que se
rigen por sus patrones.

Los antropólogos que estudian a nuestros


antepasados, otras especies humanas extintas, al
examinar la impronta cerebral de su área de broca,
la forma de su paladar y al estudiar a qué altura
estaría su laringe, han concluido que el primitivo
lenguaje de estos humanos sería más rudo pero,
como complemento, habría sido más gestual y
musical. Así que la Música era, y lo sigue siendo,
una forma de lenguaje. Por eso nos encontramos
con autas paleolíticas que, sorprendentemente
para nosotros, tienen una perfecta a nación
pentatónica, lo cual nos indica que la Música nos
ha acompañado a lo largo de nuestra evolución
como una realidad física perfecta.

La Música ha formado parte de nuestra sociedad,


de nuestros ritos y ceremonias, de nuestro
desarrollo intelectual. Ha narrado nuestras gestas,
nuestras epopeyas y nuestra Historia porque es un
recurso mnemotécnico de primer orden, cuando
hablamos de tradición oral, que nos indica que algo
falta o que algo no funciona. Los cuentos,
antiguamente, se cantaban, la tradición oral era,
también, una tradición musical. A nuestros hijos,
en las guarderías, todavía hoy les enseñan
mediante canciones y coreografías, los
adolescentes memorizan incluso discos completos,
con sus respectivos textos en otros idiomas, gracias
a la música que los acompaña. Si alguien nos pide
fl
fi
que declamemos alguna letra que sepamos de
memoria habremos de canturrear en algún
momento para retomar el hilo.

La Música desarrolla nuestra mente, hace que, a


corto plazo, los bebés y los niños establezcan
nuevas sinapsis neuronales en el cerebro y entre
los dos hemisferios consiguiendo que aprendan
más rápido y potenciando su inteligencia, su
imaginación y su memoria; hace que, a medio
plazo, los adolescentes tengan más equilibrio,
autoestima y empatía y una menor con ictividad
social; y hace que, a largo plazo, las personas que
han tenido algún tipo de formación musical tengan
menos enfermedades neurodegenerativas y una
mejor psicomotricidad.

Pero es normal y no debe sorprendernos que la


Música tenga esos efectos tan positivos sobre
nuestra mente, porque nuestro cerebro ha
evolucionado junto a ella.  Lo que sí ha de
sorprendernos, si no ya sobrecogernos, es que
venga un imbécil sin paliativos como Ignacio Wert
fl
a eliminar la Música del sistema educativo.
Estamos adaptados a la Música como lo estamos a
una determinada presión atmosférica, a unos
concretos porcentajes de oxígeno y nitrógeno en el
aire o a cualquier otro parámetro natural. Wert no
sabe lo que está haciendo, no sabe qué es, de
dónde viene ni para qué sirve la Música, a la que
debe considerar  un ornamento accesorio y
prescindible, un pasatiempo barato o una
curiosidad inútil. El único inútil aquí es usted y su
equipo, Señor Wert.

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