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Las Comunidades Mínimas como Generadoras del Lazo Social.

La Salud Mental post-pandemia.

Dr. Diego Flannery (1)

1 de mayo 2023

En el presente trabajo proponemos un posible accionar en la reconstrucción del Lazo

Social, entendiendo que se ha fracturado o debilitado durante el periodo de la cuarentena y las

medidas de aislamiento y distanciamiento social obligatorio, que si bien, han revestido un rol de

vital importancia para hacer frente a la situación epidemiológica y mitigar el impacto sanitario,

dejarán secuelas significativas en la Salud Mental de la población, en diferente grado.

En el marco de la Ley Nacional de Salud Mental, N° 26.657 (2010), su artículo 3, sustenta la

definición de la misma como “un proceso determinado por componentes históricos, socio-

económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una

dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de

toda persona”.

En el tránsito de la Pandemia Mundial de Coronavirus, en la búsqueda de sentido y

significación de las diferentes realidades que se viven y se han vivido, y en la necesidad de poner

sobre la mesa de debates, La Salud Mental en la cuarentena, nos confronta con diferentes

variables a la hora de pensar en una futura salida de la misma.

Siguiendo a Ulloa (2012), queda claro que el debate permite una construcción de

conocimiento, pero necesitará una previa de-construcción de variados procesos de

estigmatización, desde la doble vertiente, el padecimiento objetivo y el subjetivo.

Necesariamente, deberá potenciar la recuperación de las condiciones socio-histórica de cada

sujeto, es decir, estaremos frente a la capacidad de decidir y hacer, de apropiarse o de re-


apropiarse. Y está implícita la necesidad de una recuperación de la memoria como configuración o

reconfiguración de identidades sociales, con el consabido proceso de construcción de nuevas

subjetividades.

Un punto más y viniendo de Ulloa (2012), se percibe claramente que las intervenciones

que puedan surgir prontas al debate deberán inscribirse dentro de un proceso crítico, nunca

sosteniendo algún tipo de influencia perturbadora, siempre aquel en un marco psicoanalítico.

En acuerdo con Sarlo (2020), a nosotros también, nos interesa el futuro inmediato, para

poder pensar herramientas de escalonamiento en la búsqueda de logros más profundo y

transformadores, una modalidad ordena para luego, apuntar a un futuro mediato y más

enriquecedor, ya que, revisando su argumento, identificamos que, “El futuro no es un simple

instante de tiempo, sino que implica una idea de continuidad entre etapas diferentes”.

Sería momento de debates mínimos, dentro de las que llamamos Las Comunidades

Mínimas, ordenados y sostenidos sobre las variables históricos, socio-económicos, culturales,

biológicos y psicológicos, que afectan la Salud Mental de los habitantes del país de manera

diferente, y cuya preservación y mejoramiento nos implica a todos, ya que, como resalta la Ley,

deberíamos estar todos inmersos en una dinámica de construcción social, todos somos

corresponsables de la misma, y sobre la base de los derechos humanos y sociales de toda persona.

En forma ordenada diremos que hemos pensado el constructo, Las Comunidades

Mínimas, partiendo de los aportes de Mercedes Minnicelli (2013) Ceremonias Mínimas. Una

apuesta a la educación en la era del consumo.

Minnicelli (2013) nos propone dirigir la mirada a lo obvio, a lo que se repite, sin haber

cedido su sentido y su significación ya que en ese accionar podremos "(…) decir a partir de lo obvio

y hacer decir a lo obvio" (p. 11).


Allí será donde Las Ceremonia Mínimas habilitarán la posibilidad de reflexionar, partiendo

de pensamientos compartidos e interrogantes a develar, por los diferentes actores.

Las Ceremonias Mínimas son pensadas en espacios formateados para la educación, en

nuestro caso, más allá de posibles acciones psicoeducativas, orientamos el poder reflexionar en

horizontes de Comunidades acotadas, a las que llamamos, Las Comunidades Mínimas, las que

serán puntos de articulación y enlace, hacia comunidades mayores.

En lo referentes al Ceremonial Mínimo nos propone:

(…) la renovación de los interrogantes, por el análisis de la propia implicación biográfica en

las intervenciones; por el instante en que se decide reposicionarse como mayores ante los

niños, para dar lugar a la palabra y a la escucha del sujeto y, de modo sustantivo y

esencial, por la puesta en escena de lo que consideramos la necesaria (…) reflexión ética.

(p. 175)

Sé observa que, en la propuesta de Las Comunidades Mínimas, se debería pensar en

generar interrogantes que puedan actuar como disparadores de debates dentro de las mismas,

adecuados al proceso transitado durante la cuarentena, de igual forma el pensar, identificar y

desarrollar implicaciones en los tiempos de aislamiento, pequeñas narrativas biográfico-históricas,

una forma de puesta en común de las diferentes experiencias, siendo la suma de estas

experiencias singulares, la construcción de las respectivas subjetivas desplegadas por los

participantes, de los lugares comunes, de lo obvio, y se lo pondría poner a producir. Lo obvio en

debate, produce variadas intervenciones que al decir de Minnicelli (2013), “Nos servimos de ellas

más que cómo un concepto que admite una única definición, como una metáfora, es decir, un

dispositivo para pensar y habilitar alternativas de intervención no convencionales" (p.43)


Lo mínimo queda expuesto para el debate, la conceptualización de Comunidad, es

aportada por la Sociología, la Antropología, la Psicología Preventiva, la Psicología Socio-

Comunitario o más recientemente Psicología Comunitaria.

Desde lo Sociológico, según Bartle (2007), la Comunidad, como concepto, no es sólo un

«modelo» (patrón), es un “modelo sociológico”, es decir: “Es un conjunto de interacciones,

comportamientos humanos que tienen un sentido y expectativas entre sus miembros. No sólo

acciones para imprimir movimiento, sino acciones basadas en esperanzas, valores, creencias y

significados compartidos entre personas”.

De sus trabajos (Bartle, 2007), podemos inferir que dentro de una Comunidad mayor

existirían otras comunidades, este pensamiento acompaña nuestra propuesta de Las

Comunidades Mínimas. Además “La comunidad tiene una vida propia que va más allá de la suma

de todas las vidas de sus residentes” (Bartle, 2007), esta última característica lleva a pensar en lo

dinámico de su devenir, lo inesperado de alguna acciones y reacciones.

En la vertiente Latinoamericana, Montero (2004), nos ofrece su definición de Psicología

Comunitaria:

La psicología comunitaria es la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los

factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y poder

que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar

problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social.

(p.32).

Poder tener control sobre el ambiente individual y social, enfrentar los problemas y

trabajar para lograr cambios que faciliten el accionar para con uno y los otros. Allí, en los factores
psicosociales, producidos por la cuarentena, es donde veremos el accionar de Las Comunidades

Mínimas.

Montero (2004) nos aporta su definición de Comunidad:

Un grupo social dinámico, histórico y culturalmente constituido y desarrollado,

preexistente a la presencia de los investigadores o interventores sociales, que comparte

intereses, objetivos, necesidades y problemas, en un espacio y un tiempo determinados y

que genera colectivamente una identidad, así como formas organizativas, desarrollando y

empleando recursos para lograr sus fines (p. 96).

Algunas características que se deben considerar en Las Comunidades Mínimas, siguiendo

a Blanco (1993) quedan planteadas por su contraparte: “allí donde termina la comunidad, se acaba

la solidaridad; la cooperación, un concepto de gran alcance psicosocial; la actividad, germen de la

conciencia compartida y comienza el intercambio, el egoísmo, la lucha por la propiedad y la

alienación” (p. 13).

Hasta aquí hemos desplegado para pensar los soportes que aplicamos para lograr el

constructo Las Comunidades Mínimas, es decir las familias, los grupos de pertenencia, las parejas y

toda aquella pequeña agrupación que presente un encuentro con el otro. El Lazo Social se

presenta como ese encuentro, que por la modalidad de la cuarentena se vio fracturado hacia un

afuera y llevó a los seres humanos en desplegar en un adentro del grupo familiar en el aislamiento

originario y muchas veces sin herramientas. El Lazo nos invita a pensarnos junto a un otro, que,

por el despliegue de la cuarentena, se ha visto conmovido. El otro aparece, en el vecino, el

docente, el compañero de trabajo, la pareja, el hijo y muchos más, en las palabras, los afectos, las

necesidades y la trama de los intercambios en lo cotidiano. (Baró, 2011)


Vemos pues que lo cotidiano se ha visto alterado, fracturado y rebasado. Las

Comunidades Mínimas, proponen recuperar un lugar, un sitio para formalizar, ya que este

reencuentro implica el cuerpo y la proxemia necesaria para los intercambios.

Para completar esta propuesta debemos recordar que todo accionar en la construcción de

la subjetividad implica dolor, malestar y rupturas, en oposición, se vuelve a un escenario del

pasado para repensarlo, enfrentarlos, repensarlo y darle forma para que opere entramado con el

sujeto en el presente.
Referencias
Baró, C. (2011). Sujeto y Lazo Social. Del sujeto aislado al sujeto entramado. Psicolibro Ediciones.
Bartle, P. (2007). Colectivo de Potenciación Comunitaria. Recuperado 27 diciembre 2021.
Disponible en: http://www.cec.vcn.bc.ca/mpfc/ctas.htm
Blanco, A. (1993) La Psicología Comunitaria, ¿Una nueva utopía del siglo XX? En Martín, A.,
Chacón, F., Martínez, M., Psicología Comunitaria (pp.11-33). Visor Distribuciones.
Ley Nacional de Salud Mental, N° 26.657 (2010). Recuperado 27 diciembre 2021. Disponible en:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/175000179999/175977/norma.htm
Minnicelli, M. (2013). Ceremonias Mínimas. Una apuesta a la educación en la era del consumo.
Homo Sapiens.
Montero, M. (2004). Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollo, Conceptos y Procesos.
Paidós.
Sarlo, B. (2020). Depende de nosotros. En, El Futuro después del Covid-19. Disponible en:
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19_0.pdf
Recuperado 27 diciembre 2021.
Ulloa, F. (2012). Salud ele-mental. Con toda la mar detrás. Libros del Zorzal.

(1)
Licenciado en Psicología Universidad Kennedy (MN N° 38055)
Maestría en Salud Mental – Clínica del Lazo Social - Universidad de León – España
Doctor en Psicología Social – Universidad Kennedy

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