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PREMISA: TRES HERMANOS PADECÍAN UNA RESACA AL PIE DEL PAN DE AZÚCAR.

LAS FIESTAS FAMILIARES SIEMPRE


ERAN INTENSAS, COMO LA DESFACHATEZ DE SU HERMANA.

PESADA RESACA

Octubre en las Sierras de Córdoba es ideal para reunirse. Cuando la familia es grande y las distancias tienden a
ser un obstáculo para las juntadas, esta familia entrerriana -desparramada por varias provincias argentinas- había
encontrado en ese mes, con sus fines de semana largos, la excusa ideal para que muchas fiestas y eventos familiares lo
tuvieran como escenario. Allí encontraron un alojamiento de Cosquín, del que muchos no saben ni su nombre oficial,
sólo le dicen “El Gran Hermano”.

Posada “Ramiro”, construido en 1920 como “El Hogar Japonés” para alojar a la comunidad japonesa que
llegaba a las sierras cordobesas a tratarse de la tuberculosis. Bastante lejos del objetivo original, para esta familia
numerosa fue, es y será siempre “El Gran Hermano”. Un alojamiento con varias habitaciones con baño privado, un gran
comedor central y una cocina equipada para compartir. Afuera un parque enorme, lleno de árboles y asadores, con
bancos y mesas para disfrutar del paisaje donde reinaban las sierras y a lo lejos la cima del Pan de Azúcar.

Allí los encontró varios octubres festejando bautismos, cumpleaños y casamientos. Tomaban todas las
habitaciones y allí pasaban la mayor parte del tiempo. Se preparaban para los festejos, a veces los hacían allí y otras,
volvían a dormir para continuar al día siguiente.

Esta vez era el casamiento de una de las hermanas mellizas de la familia. Verónica se casaba con un
santiagueño así que al día siguiente de la fiesta oficial, en el enorme patio del Gran Hermano se armó una gran peña
familiar. Choripanes, chacareras y chamarritas llenaron el aire serrano. Cada uno iba apareciendo a medida que su
resaca se lo permitía. Unos aplicaban remedios caseros para combatir los efectos de la trasnochada y otros recurrían a
pastillas contra la resaca que aún no hacían efecto… pero había que aprovechar cada minuto que estaban juntos.

Claudio, Pablo y Javier eran los encargados de los choripanes y hamburguesas, además de seguir combatiendo
la resaca con más cerveza, porque dicen que al alcohol se lo mata con alcohol. No sabían si era efectivo el remedio, pero
los ponía a tono del resto de la fiesta y entre una y otra tanda de choripanes se sumaban a la rueda de chacareras y
chamarritas, con alguno que otro sapucay.

Los gurises jugaban mezclados con los changos y la siesta transcurría bajo el sol cordobés. Al cansancio de la
noche se sumó la modorra del almuerzo tardío regado con cerveza y vino tinto. La resaca estaba pesada… pero siempre
puede empeorar.

Moni, la mayor de las mujeres siempre tuvo un cuerpo digamos… “abundante”, con más curvas que el Camino
del Cuadrado, y un descaro igual de generoso. Ella vio la oportunidad de ser “la vedette” de la fiesta, aunque las plumas
quedaban fuera de lugar entre tanta chacarera y vino tinto. Con total desfachatez y desparpajo les pidió a sus tres
hermanos varones que se saquen una foto como si ella fuera vedette y ellos sus bailarines, aunque ninguno de los
cuerpos se ajustara a los estándares de belleza y tamaño del rubro artístico… Pero quién dijo que el arte se puede
estandarizar? Ella iba a ser retratada como una vedette…

Sus hermanos no estaban muy convencidos. Se miraron y se largaron una carcajada…

- Está loca ésta…


- Yo no me puedo ni parar…
- Pedí ayuda a los otros changos...
Mónica no escuchaba razones, buscó una fotógrafa entre sus cuñadas y cuando le dijo qué foto debía sacar, se
corrió por todo el “Gran Hermano” la voz de que se venía un show… Los tres hermanos fueron rodeados por un público
improvisado y expectante. Los estimulaban, aplaudían y gritaban “Vamos los Ruicesdíaz!!!”. Los sobrinos gritaban “La
van a alzar a la tía Moni!!!” No había escapatoria…

Como pudieron se levantaron, se agacharon, la agarraron de los hombros, de la cintura y de las piernas. N o
podían erguirse porque les agarró un ataque de risa, producto de la situación y del alcohol, contaron varias veces hasta
tres… pero ninguno la levantaba porque no lograba juntar las fuerzas. La “vedette” los retaba porque se perdía el
glamour, que nunca tuvo el cuadro. Finalmente, contaron hasta tres y la alzaron… parecía que iban a caer los cuatro
cerca del asador. Pero lograron sostenerla, eso sí… jamás estuvo ni cerca de ser una foto artística. Por ahí quedaba más
de cabeza, se resbalaba de las piernas y el de la cintura decía “No llego a rodearla, sosténganla”…

Varias tomas fotográficas se intentaron, ninguna reúne los requisitos para estar en la entrada de un teatro.
Pero a nadie le importó eso… fue un momento de muchas risas, donde el ridículo era amortiguado por el amor familiar y
donde se volvía a expresar el espíritu histriónico de esta familia.

Ella era una “actriz de peso… escénico” y ninguna resaca podría evitar que lo demuestre.

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