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Artículo 16

Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a
casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución
del matrimonio.
Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
Artículo 23
Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la
protección contra el desempleo.
Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una
existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección
social.
Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
Artículo 25
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en
caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad.
La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de
matrimonio, tienen derecho a igual protección social.

Recuperado de: DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS (DUDH), 10 de diciembre de 1948 - (www.derechoshumanos.net)
Edición: Prof. Alberto Vargas.

El dictador latinoamericano que esterilizó a miles de mujeres indígenas a la fuerza.

En 1995, Fujimori anunció la implementación del Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (PNSRPF), una
estrategia de salud pública que tenía como objetivo reducir la natalidad en las regiones más marginadas de Perú.
«La esterilización forzada es una violación a los derechos humanos que ocurre cuando una persona es
esterilizada tras haber rechazado el procedimiento, cuando éste se aplica sin su conocimiento o cuando la
persona no tiene la oportunidad de facilitar su consentimiento con conocimiento de causa».
Este crimen de lesa humanidad y violencia sexual ha sido utilizado en Latinoamérica –especialmente contra los sectores más marginados
y poblaciones indígenas– y conlleva un procedimiento médico que afecta a la fertilidad de forma permanente sin el consentimiento de la
víctima.
Durante de la década de 1990, cientos de miles de mujeres fueron sometidas a esterilizaciones forzadas bajo el supuesto programa de
Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria (AQV). Todas compartían dos características en común, eran indígenas y tenían un bajo nivel de
ingresos.

El camino legal estuvo completo una vez que se aprobó la Ley 26530, una reforma que a grandes rasgos modificaba la Ley de política
nacional de población, agregando la anticoncepción quirúrgica voluntaria como un método anticonceptivo facilitado por el Estado. A
pesar de que a primera vista esta modificación legal simulaba un triunfo para los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres, lo
cierto es que se convirtió en el camino para poner en marcha una política sin su consentimiento.
En el caso de la dictadura de Fujimori, la población objetivo del PNSRPF no era fortuita: la elección respondía a una política
social basada en la eugenesia, además de apoyarse en las falsas premisas de que los pueblos indígenas son ignorantes, viven en el
atraso y deben renunciar a sus tradiciones y cultura para lograr acceder a la modernidad (lo que sea que esto signifique).
«Mujeres campesinas, indígenas de la Amazonía y pobladoras de las zonas marginales de las ciudades importantes, incluida Lima; en dos
palabras: mujeres pobres, que eran esterilizadas por medio de la ligadura de trompas sin su consentimiento, usando la coerción, las
amenazas, o en el mejor de los casos el chantaje a base de la entrega de alimentos para someterlas a un método anticonceptivo definitivo
(…) del que no eran transparentemente informadas»

El discurso de Fujimori aprovechó el contexto de crisis económica para insertar el programa anti-natalidad, anteponiendo intereses
económicos a derechos humanos y reproductivos, un crimen de lesa humanidad cargado de darwinismo social con
alcances genocidas:
«Este modelo contemporáneo de eugenismo, practicado mayoritariamente en los sectores más empobrecidos del país,
apuntó a una estabilización (y posiblemente disminución) del crecimiento poblacional en las zonas rurales y campesinas,
imponiendo por lo tanto una lógica de crecimiento económico a todo costo y al detrimento de la dignidad humana».
El modus operandi de esta práctica se basó en la coerción y las amenazas para concretar las esterilizaciones forzosas. El acoso de
doctores, enfermeros y personal de salud que realizaba visitas casa por casa para convencer a las mujeres indígenas de acudir a la clínica
era acompañado de un alud de desinformación disfrazado de campañas de salud que recorrían las comunidades marginadas.
Del 1996 al 2000, más de 314 mil 605 mujeres fueron esterilizadas. Menos del 10 % fueron intervenciones voluntarias. La mayoría eran
mujeres indígenas, quechua hablantes y analfabetas.
En ocasiones, el personal de salud aprovechaba la convalecencia* de las mujeres que acababan de ser madres y amenazaba con no
registrar al recién nacido si no aceptaba entrar al quirófano. En los casos más graves, las mujeres eran acosadas y llevadas a la fuerza en
ambulancia hasta las clínicas.

La anticoncepción quirúrgica definitiva también se presentaba como requisito para acceder a programas sociales (1), de
infraestructura o apoyos gubernamentales (2). También era común amenazar a las víctimas directamente con que sería detenidas por la
policía o bien, convencer a los esposos de las mujeres objetivo y hacerlos firmar un documento que otorgaba una inexistente validez
para practicar la esterilización.
A pesar de que Alberto Fujimori fue declarado culpable por distintos crímenes y paga una condena en prisión, los delitos relacionados
con la política de esterilización no forman parte de su condena. La reparación del daño, la búsqueda de la verdad y justicia ante la
violación de los derechos humanos y reproductivos que sufrieron cientos de miles de mujeres en Perú sigue en pie. 

Recuperado de: El dictador latinoamericano que esterilizó a miles de mujeres indígenas a la fuerza - Cultura Colectiva
Edición: Prof. Alberto Vargas.
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Convalecencia*: Estado de la persona que recobra o recupera gradualmente el vigor y la salud después de haber padecido una
enfermedad o de haberse sometido a un tratamiento médico.

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