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Eric D. Lizaola Campos, ocd.

16 de febrero de 2023
Mtro. Jorge Piedad Sánchez
Pentateuco
Recensión

El hombre, imagen de Dios


Eduardo ARENS, “El hombre, imagen de Dios”, en AAVV., La primacía de la persona en la
Biblia, ABM, México 2011, 14-30.

En el presente texto, Arens ofrece razones para reconocer que el hecho de que el hombre haya
sido creado como “imagen de Dios” no refiere a un estatuto ontológico sino funcional que lo
hace, al mismo tiempo, digno y responsable.
Génesis 1-11 es fue introducido en el pentateuco a modo de grandioso prólogo que pone la
clave hermenéutica de toda la Biblia. Éste presenta dos relatos de la creación, uno sacerdotal y
otro yahvista. El último es más antiguo y está marcado por la experiencia del exilio en Babilonia.
El primero es más cósmico.
El relato es antropocéntrico y teocéntrico a la vez. Es el hombre visto desde la perspectiva de
Dios, como criatura. Y el hombre visto desde la dignidad humana y su responsabilidad en el
mundo y ante el Creador. Así es inválida una teología que ignore el papel central del hombre así
como una ética que ignore la centrar del hombre como criatura de Dios con la dignidad que le es
propia.
Mientras que Dios hace (‘asah) a los animales, al hombre lo crea (bara’). No se trata de una
creación ex nihilo, sino de manifestar que el hombre es una criatura diferente, novedosa,
superalativa… y frágil.
La relación entre los vocablos ‘adam (hombre) y ‘adamah (tierra) no es casual, resalta la estrecha
relación que hay entre ambos, el hombre es parte de la tierra y debe cuidarla. Dios insufla aliento
de vida el cual no es ni un aliento divino ni le introduce un alma viviente. El hombre es una
criatura y es un todo. Tampoco el relato justifica la idea de una etapa idílica, donde no tenga que
trabajar ni morir. El trabajo y la mente eran realidades originarias.
La creación del hombre destaca por ser el único en haber sido creado “a imagen” de Dios. El
término tselem evoca a las efigies que tienen una función de representación. No es e haya “algo
en” el hombre (de carácter ontológico) sino que es imagen de Dios. Se trata de una tarea a
realizar. Ser imagen de Dios es una especie de gran tesis que debe proyectar esperanza en el ideal
de los orígenes, subraya el monoteísmo judío, resalta la dignidad única de los hombres y lo hace
responsable de asegurar el orden de la creación.
El escritor explicita que la razón de haber creado al hombre a imagen de Dios es para que
fuera fecundo, se multiplicara, sometiera la tierra y dominara los ejes del mar. El hombre ha sido
creado para vivir como imagen de Dios, es decir, en el sentido en que actúa Dios. Su pape como
imagen de Dios está en función, no de Dios sino de la creación misma. No es algo en la
naturaleza del hombre sino en su modo de actuar. El hombre representa a Dios, es un símbolo de
realeza que no puede traducirse en “dominar” sino de asegurar el orden universal establecido
por Dios, lo cual es contrario a la actitud tiránica que muchos intentan justificar. La
responsabilidad frente a la creación incluye especialmente a su relación son sus semejantes (Cfr.
relato de Caín). No es actuar en favor de Dios sino de los hombres, garantizar el orden y la
justicia, asegurar y preservar la paz. La grandeza del hombre es ser co-creador a continuación de
Dios. Una creación que no culminó sino que está en proceso. El fracaso de este proyecto quedó
manifiesto, primero en el relato de la tentación y después en el diluvio.
El hombre no es duelo de la creación sino su gerente. No es la corona de la creación sino
primus ínter pares en a creación, puesto en el centro como responsable de ella. No se trata sólo de
dignidad sino de una responsabilidad.
La exposición es muy clara y define con mucha fuerza las grandes líneas de las relaciones
entre los hombres, unos con otros y con la creación queridas por Dios. Una relación que
garantice la bondad de su obra.

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