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Introducción a la cristología

Jacques DUPUIS*

1. «¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO?» de los títulos dados a sus fundadores: cristianismo
y budismo1.
Característica común a la narración de Marcos y
a la de Mateo (Mc 8,29; Mt 16,15) es que Jesús, an- Pero hay una diferencia. Aunque en la tradición
tes de anunciar por primera vez a sus discípulos su budista se ha exaltado al rango de Gautama-el-
pasión inminente, les hace la decisiva pregunta: Buda, no es equivalente al que la tradición cristiana
«¿Quién decís que soy yo?». Los dos evangelistas re- atribuye a Jesús-el-Cristo. Cierto que Gautama
cogen en primer lugar la opinión de la gente sobre predicó un mensaje de liberación (dharma), como
Jesús: Juan el Bautista... o uno de los profetas. Pe- Jesús predicó la Buena Nueva del Reino de Dios.
dro, sin embargo, tomó la palabra y le dijo: «Tú eres Gautama, además, actuó con la autoridad que le
el Cristo» (Mc 8,29); o: «Tú eres el Cristo, el Hijo de confería una eminente experiencia religiosa (nirva-
Dios vivo» (Mt 16,16). Cualquiera que sea la formu- na), mientras que Jesús lo hizo desde la propia au-
lación –la diferencia entre las dos es probablemente toridad nacida de su experiencia de Dios como Ab-
menor de lo que parece a primera vista–, la respues- ba. Sin embargo, si Gautama es salvador, lo es en
ta de Pedro podría considerarse, simbólicamente, cuanto que es «el iluminado», cuyo ejemplo muestra
como la primera afirmación cristológica. No obstan- a los demás el camino a la liberación; Jesús, por
te, tal respuesta no era más que una anticipación, otra parte, es el camino. Desde la era apostólica en
una preparación de la fe cristológica que nacería adelante, la fe cristiana ha profesado que él es el
con la Pascua. Salvador universal. Y, al hacerlo, la Iglesia apostóli-
ca no pretendió introducir una innovación, sino tan
En efecto, la respuesta de Pedro en Cesarea de
sólo reconocer su significado y anunciar lo que Dios
Filipo coincide con el contenido de la primera predi-
mismo había hecho por la humanidad en la persona
cación kerigmática de la Iglesia apostólica. Cuando
y en el acontecimiento de Jesucristo.
el día de Pentecostés, según el relato de Hechos, se
levantó Pedro con los once para dirigirse a los ju-
díos en la que se conoce como la primera predica-
2. JESUCRISTO, EL CENTRO
ción cristiana, el punto de inflexión de su mensaje
decía: «Así pues, que todos los israelitas tengan la Si desde el punto de vista de la religión compa-
certeza de que Dios ha constituido Señor y Mesías a rada el lugar y el significado que la fe cristiana atri-
este Jesús, a quien vosotros crucificasteis» (Hch buye a Jesucristo aparece distinto y original, desde
2,36). El Cristo, el Señor, el Hijo de Dios: estos tres la perspectiva de la fe cristiana su peculiaridad
títulos constituyen el núcleo de la primitiva fe cris- emerge todavía más claramente. La persona, la vi-
tológica y evidencian de una manera inequívoca el da, la muerte y la resurrección de Jesucristo son
puesto central que, desde el comienzo, ha ocupado tan centrales al misterio cristiano que a veces se ha
esta confesión en la fe de la Iglesia cristiana. dicho –entiéndase bien– que el «cristianismo es
Cristo». Tal afirmación no pretende identificar sim-
Todo consistía en atribuir al hombre Jesús, cuyo
plemente la religión con el fundador y la Iglesia cris-
nombre propio era Yeshua (Yesua), un título parti-
tiana con aquel que la ha fundado, sino que, desde
cular (Masiah, el Ungido, el Cristo), tomado de la
el momento en que ésta encuentra su razón de ser y
terminología teológica del Antiguo Testamento. Así
su significado en Jesucristo, al que ella está ínti-
nace la confesión de fe «Jesús es el Cristo», que más
mamente ligada y subordinada, pretende confirmar
tarde evolucionaría semánticamente en la aposición
que la persona y la obra de Jesucristo son la fuente,
«Jesús-el-Cristo» y posteriormente en el nombre
el centro y el fin, el alfa y la omega de lo que el cris-
compuesto «Jesucristo». Casos semejantes no faltan
tianismo significa y anuncia al mundo.
en la historia de las religiones; el de Gautama el
Buda es particularmente sorprendente. Así como la La teología cristiana, en consecuencia, será
fe cristiana dio a Jesús el título de «el Ungido», de la esencialmente cristocéntrica. Esto no significa que
misma manera la tradición budista honró a Gauta- la cristología agote toda la teología, sino que la dota
ma con el de «el Buda» («el iluminado»). Una tradi- de una clave necesaria de interpretación, constitu-
ción, por tanto, ha evolucionado desde el Yeshua de yéndose así en principio hermenéutico de todo el
la historia al Cristo de la fe, y la otra desde el Gau- edificio. La protología y la escatología, la antropolo-
tama de la historia (Shakyamuni) al Buda de la fe gía y la teología, la eclesiología y la sacramentología
(Amida Buda). En ambos casos las tradiciones reli- son todas ellas partes distintas de un edificio teoló-
giosas que se han derivado han tomado su nombre gico que busca su propia unidad y coherencia, su
2 INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÍA

propio significado y clave hermenéutica en la perso- ambos extremos están irrevocablemente unidos
na y acontecimiento de Jesucristo, en el que está porque él es personalmente el uno y el otro.
centrado. En él los cristianos aprenden a descubrir
quién es Dios realmente, quiénes son los seres hu-
manos, cuál es su verdadero origen y destino, el 3. CRISTOLOGÍA Y TEOLOGÍA
significado y el valor de su mundo y su historia, así
como el papel de la Iglesia como acompañante de la Con todo, como Dios-hombre, Jesucristo, el Hijo
humanidad en su peregrinar a través de los siglos. encarnado, es el «camino» al Padre que está más
allá del mediador. El evangelio de Juan lo expresa
El concilio Vaticano II ha puesto un acento espe- claramente cuando hace decir a Jesús: «Yo soy el
cial en la relación de la Iglesia con el misterio de Je- camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre
sucristo al definir la Iglesia como «sacramento», esto sino por mí» (Jn 14,6). La cristología entraña una
es, como «signo e instrumento de la íntima comu- paradoja, ya que, mientras por un lado encontra-
nión con Dios y de la unidad de todo el género hu- mos a Dios en el hombre Jesús, por otro el Padre
mano» (LG 1), añadiendo que la Iglesia es «el sacra- permanece más allá de Jesús. Los evangelios, y el
mento universal de salvación» (LG 48). El concilio de Juan en particular, son testigos de esta parado-
ha adoptado aquí de forma consciente la intuición ja. A Felipe, que pedía le fuera mostrado el Padre,
teológica según la cual Jesucristo –que en su per- Jesús le dijo: «Quien me ha visto a mí ha visto al
sona es el misterio de salvación– es el «sacramento Padre» (Jn 14,9). No obstante, reflexionando sobre
primordial» (Ursakrament) del encuentro del hombre el misterio de la manifestación de Dios en Jesucris-
con Dios, mientras que la Iglesia es, de manera de- to, Juan mismo observa: «A Dios nadie lo vio jamás;
rivada, el sacramento del encuentro con el Señor el Hijo único, que es Dios y que está en el seno del
resucitado. Siguiendo en la misma línea, un docu- Padre, nos lo ha dado a conocer (exègèsato)» (Jn
mento reciente de la Comisión Teológica Internacio- 1,18). El Hijo encarnado es el «exegeta», el intérprete
nal, titulado «Temas selectos de eclesiología con del Padre. En él Dios se revela y se manifiesta, aun-
ocasión del XX Aniversario de la clausura del conci- que permanezca invisible y no perceptible. El Padre
lio Vaticano II» (1984), ha declarado: está más allá: es «más grande» (Jn 14,28), el único
que es «bueno» (Mc 10,18).
«Si el mismo Cristo puede llamarse “el sa-
cramento de Dios”, la Iglesia, de forma análoga, El misterio de Dios, por tanto, se mantiene se-
puede llamarse “el sacramento de Cristo”... Y, creto y oculto, aun cuando en Jesucristo se nos
sin embargo, es más que evidente que la Iglesia manifieste de una manera única, o sea, cualitati-
sólo puede ser sacramento por vía de total de- vamente insuperable. Jesús reveló el misterio de
pendencia de Cristo, que es intrínsecamente el Dios como algo experimentado personalmente por él
“sacramento primordial”» (8.3)2. en su conciencia humana. Una vez colocado en la
conciencia humana del hombre Jesús, el inefable
Esto vale tanto como decir que el misterio cris-
misterio de la vida íntima de Dios podía ser anun-
tiano –y la teología, cuya función es articularlo– es
ciado en términos humanos, haciéndose así el obje-
por definición cristocéntrico y no eclesiocéntrico.
to de la revelación divina. No obstante, a pesar de
Jesucristo es el misterio primordial del que la Igle-
su carácter único, la revelación de Dios en el hom-
sia deriva y al que está vinculada.
bre Jesús no agotó ni pudo agotar el misterio di-
Cristo-el-sacramento, sin embargo, no agota el vino, de la misma manera que no lo hizo o no lo po-
misterio de Dios, sino que, más bien, apunta hacia día hacer el conocimiento humano que Jesús tenía
él. El cristocentrismo no se opone al teocentrismo: del misterio. El Dios revelado en Jesucristo sigue
el primero implica y busca al segundo. Una de las siendo un Dios escondido.
razones ya ha sido formulada: el hombre Jesús es
Tampoco Jesús, el mediador que es el camino al
«el sacramento del encuentro con Dios». Esto signi-
Padre, toma el lugar de éste o le sustituye. Por el
fica que en su naturaleza y en su rostro humano
contrario, remite todo, y él en primer lugar, al Dios
nosotros entramos en contacto con Dios mismo,
a quien llama Padre. Nunca, en efecto, Jesús se
desde el momento en que la divinidad y la humani-
llamó a sí mismo «Dios». «Dios», en su lenguaje, se
dad se han unido indisolublemente en su persona,
refiere exclusivamente al Padre. Más exactamente
en calidad de Hijo de Dios hecho hombre. Quiere
todavía, su Dios es Yahveh, que en el Antiguo Tes-
decirse que Jesús no ocupa un lugar intermedio en-
tamento se reveló a Israel y al que Jesús se refiere
tre Dios y los hombres. No es un «intermediario» que
como a su Padre con la singular e íntima familiari-
intenta –en vano– unir el abismo que separa lo infi-
dad que implica el término «Abba»3. La conciencia
nito de lo finito, ni un intermediario que en sí mis-
humana de Jesús es esencialmente filial.
mo no es ninguno de los dos extremos o polos que
han de unirse, sino que es el «mediador» en el que Por eso, a través del Hijo somos dirigidos al Dios
que es Padre. El cristocentrismo reclama el teocen-
INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÍA 3

trismo. Cristo, al revelarse como Hijo, reveló a Dios; complemento de su propia apertura hacia Dios. La
es decir, viviendo su filiación del Padre bajo la mi- divinización del hombre en el Dios-hombre lleva la
rada maravillada de los discípulos. En él y a través humanización a su clímax. Ninguna antropología,
de él el misterio del Padre incognoscible les fue des- por tanto, puede decirse cristiana si no busca el úl-
velado. La misma ley se aplica a los discípulos de timo significado del hombre en Jesucristo. No hay
hoy: la cristología lleva a la teología, es decir, a antropología cristiana sin cristología.
Dios, como queda revelado de la manera más deci-
siva en Jesucristo, al mismo tiempo que permanece
envuelto en el misterio. El desarrollo de los estudios 5. UNA CUESTIÓN DE MÉTODO
cristológicos y teológicos de los últimos años es tes-
tigo de este proceso: la reflexión teológica asciende La cristología, como todo discurso teológico,
del Cristo de Dios al Dios de Jesús, de la cristo- puede adoptar diferentes métodos. El que ha pre-
logía a la teo-logía. dominado hasta tiempos recientes puede llamarse
«dogmático». Este método tomó como punto de par-
tida las enunciaciones dogmáticas del Magisterio
central de la Iglesia –en particular la definición de
4. CRISTOCENTRISMO Y ANTROPOCENTRISMO
Calcedonia– y, mediante un movimiento de retros-
Colocar a Jesucristo en el centro del misterio pección, trató de comprobar los elementos esencia-
cristiano no significa hacerle usurpar el lugar de les del misterio con referencias bíblicas elegidas e
Dios: Dios sigue siendo el fin de todas las cosas así interpretadas adecuadamente. Hecha esta verifica-
como su origen. Si Jesucristo, como mediador, está ción, el método investigó ulteriormente el significa-
en el centro del plan de Dios para la humanidad, la do de las definiciones dogmáticas relativas al miste-
razón es que Dios mismo le ha colocado allí en su rio de Jesucristo para sacar de ellas unas conclu-
eterno designio. Él es el canal por el que Dios baja siones todavía más precisas.
al hombre y el hombre sube hasta Dios; el medio
Tal método adolecía de serias limitaciones y peli-
por el que Dios se revela personalmente al hombre y
gros. El Nuevo Testamento no figuraba aquí como el
por el que éste llega a conocer quién es Dios para él.
alma del proyecto cristológico, sino que se hacía uso
Resulta, por tanto, que también en Cristo llega el
de él a modo de «método de textos probatorios» para
hombre a conocerse a sí mismo en toda su verdad.
justificar las formulaciones dogmáticas. La Palabra
El cristocentrismo y el teocentrismo, más que opo-
de Dios no constituía la última norma (norma nor-
nerse, se buscan mutuamente, como ocurre con el
mans) en base a la cual interpretar estas formula-
crístocentrismo y el antropocentrismo. Lo expresa
ciones; el dogma se convirtió en norma final. En es-
bien la constitución pastoral Gaudium et Spes del
te proceso, la Sagrada Escritura se usaba de forma
concilio Vaticano II. Esta dice:
no crítica, a menudo sin tener en cuenta el método
«En realidad, el misterio del hombre solo se exegético; en particular, los dichos atribuidos a Je-
esclarece en el misterio del Verbo Encarnado. sús en los evangelios –incluido el de Juan– se to-
Porque Adán, el primer hombre, era figura del maban indiscriminadamente por auténticos (ipsis-
que había de venir, es decir, Cristo nuestro Se- sima verba). Tomando como norma absoluta el mo-
ñor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revela- delo calcedonense, se prestaba poca atención a la
ción del misterio del Padre y de su amor, mani- pluralidad de cristologías ya presentes en el Nuevo
fiesta plenamente el hombre al propio hombre y Testamento; mucho menos se dejaba espacio para
le descubre la sublimidad de su vocación» (GS un modelo calcedonense de cristología una vez que
22). el concilio hubo determinado el dogma cristológico.
En breve, la conexión entre Sagrada Escritura, Tra-
«El hombre es más que el hombre». Está llamado
dición y Magisterio, tan acertadamente expresada
a trascenderse, si bien no puede alcanzar esta auto-
por el Vaticano II (DV 10), se había desviado a favor
trascendencia por su propio esfuerzo, sino que ha
del dogma. Surgió así un peligro de dogmatismo,
de recibirla como un don de Dios. En Jesucristo el
una manera de absolutización de un determinado
hombre se trasciende a sí mismo en Dios por medio
modelo cristológico que, como muestra la historia, a
del autovaciamiento de Dios en la condición huma-
menudo no hacía plena justicia a la verdadera hu-
na. La encarnación del Hijo de Dios establece entre
manidad de Jesús y en gran medida olvidaba su
Dios y el hombre un «maravilloso intercambio» por
«historia» humana. El método dogmático condujo a
el que el hombre se convierte en consorte para Dios.
una cristología abstracta que, al perder el contacto
De esta manera descubre el alto valor que Dios le
con la vida concreta de Jesús, corría el peligro de
ha confiado y el alto precio que tiene a los ojos de
ser irrelevante incluso para nuestra vida concreta.
Dios. «El Hijo de Dios –dice el Vaticano II– con su
encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo Las últimas décadas han sido testigo del desa-
hombre» (GS 22). Hecho partícipe de la filiación de rrollo –en teología en general, y en cristología en
Dios en Jesucristo, el hombre encuentra en él el particular– de otro método más adecuado que pue-
4 INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÍA

de llamarse «genético» o «histórico-evolutivo». Éste De modo semejante, en la Tradición el modelo cal-


parte de la Sagrada Escritura, y particularmente de cedonense –con sus determinaciones ulteriores en
la esperanza mesiánica del Antiguo Testamento y su el concilio III de Constantinopla– tiende a ser abso-
cumplimiento, según el Nuevo Testamento, en la lutizado como el único posible y, en consecuencia,
persona de Jesús. Este método continúa estudiando como el modelo universal. Además, lo mismo que en
la cristología del Nuevo Testamento, esto es, la re- el caso de su respectivo modelo dogmático, también
flexión de fe hecha por la Iglesia apostólica sobre el una teología desarrollada según el método genético
acontecimiento de Cristo a la luz de la experiencia puede ser abrumadoramente especulativa en detri-
pascual, sin atender siempre de forma adecuada a mento de la vida concreta y del contexto en que se
la pluralidad de las cristologías del Nuevo Testa- hace la cristología. Cuantas más deducciones espe-
mento, en un intento expreso a veces de reducir a culativas se sacan de los datos cristológicos funda-
una síntesis artificial esas cristologías diversifica- mentales, mayor resulta el peligro de abstracción y
das. El método sigue posteriormente el desarrollo de de alejamiento del Jesús real de la historia y del
la reflexión cristológica a través de la tradición pos- contenido concreto de su Evangelio. Hablando en
bíblica en la Iglesia de los Padres. Así llega a los general, el método genético muestra poco interés
concilios cristológicos, cuyo objetivo inmediato era por contextualizar la comprensión del misterio de
refutar y condenar las herejías cristológicas que Cristo.
surgieron desde dos direcciones opuestas: el nesto-
Tanto el método dogmático como el genético son
rianismo por una parte (Efeso) y el monofisismo por
deductivos. Los dos buscan sacar conclusiones to-
otra (Calcedonia). El método examina, además, los
davía más precisas de los datos cristológicos pre-
desarrollos cristológicos posconciliares a través de
vios, yendo de lo mejor conocido a lo menos conoci-
la historia más reciente hasta nuestros días, para
do. Ambos también son fundamentalmente especu-
terminar con las cuestiones cristológicas que re-
lativos, procediendo de la doctrina a su aplicación a
quieren mayor atención en el estado actual de la re-
la realidad, a menudo, sin embargo, sin lograr to-
flexión.
mar contacto con la realidad de la vida concreta.
El Decreto sobre la Formación Sacerdotal del Va- Esta falta de contacto con la realidad, característica
ticano II (OT 16) recomendó el uso en los estudios de buena parte de la especulación teológica tradi-
teológicos del método genético, que se había aplica- cional, está sugiriendo que se ha de arbitrar un
do en los años preconciliares, caracterizados por nuevo método que podríamos llamar «inductivo».
una vuelta definitiva a las fuentes, tanto bíblicas
El método teológico inductivo no pone su punto
como patrísticas. El mérito principal de este méto-
de partida ni en las definiciones dogmáticas ni si-
do, si se compara con el dogmático, consiste en el
quiera en los datos bíblicos, sino en la realidad vivi-
puesto destacado que asigna a la teología «positiva»
da de una situación concreta y en los problemas
–es decir, al estudio de las fuentes– como distinta
que suscita para la reflexión de fe: en suma, el mé-
de la teología «especulativa». El desarrollo dogmático
todo inductivo parte del contexto. Partir del contex-
se ve así de forma lineal, como movimiento progre-
to –ser «contextual»– representa para la teología en
sivo que conduce a una comprensión cada vez más
general, y para la cristología en particular, un cam-
profunda del misterio cristológico. Habrá que pre-
bio radical. Para la cristología significará principal-
guntarse, sin embargo, si el concepto lineal del
mente buscar en la historia de Jesús y en el mensa-
desarrollo cristológico no simplifica demasiado los
je evangélico una dirección en la que encontrar una
datos históricos: en el curso de la tradición, ¿toda
respuesta a los problemas vitales que el mundo
nueva tendencia en cristología ha representado un
presente plantea a los hombres y a la sociedad. La
progreso y un auténtico perfeccionamiento en la
definición anselmiana de la teología como «fe en
percepción que la Iglesia tiene del misterio de Cris-
busca de comprensión» (fides quaerens intellectum)
to? ¿No nos hallamos quizá ante un modelo cristo-
sigue siendo válida para una teología inductiva, pe-
lógico –que de por sí no debía ser considerado como
ro su significado se ha renovado. Ya no se trata de
único y absoluto– que ha adquirido de facto el mo-
deducir teolegúmenos de los datos de la fe, sino más
nopolio de la reflexión teológica, desplazando otros
bien de vivir la fe dentro del contexto y confrontar la
modelos en su proceso, no sin pérdida real para la
realidad contextual con Jesús y su Evangelio. Allí
percepción del misterio por parte de la Iglesia? So-
donde el método deductivo buscaba –en vano– apli-
bre tales cuestiones volveremos más adelante.
car la doctrina a la realidad, el inductivo procede en
De momento, se puede señalar ya que el método orden inverso, desde la fe vivida en el contexto a la
genético corre también el riesgo de dejar poco espa- reflexión sobre el contexto a la luz de la fe.
cio para el pluralismo cristológico. Por lo que se re-
El mismo concilio Vaticano II, a través de sus
fiere al Nuevo Testamento, el prólogo del evangelio
varias sesiones, conoció este cambio de perspectiva.
de Juan se considera, con justicia, como el ápice y
Mientras la constitución dogmática Lumen Gentium,
la cumbre de la teología bíblica: pero, ¿se deja bas-
siguiendo el método deductivo, asumía como punto
tante espacio a la cristología del primer kerigma?
INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÍA 5

de partida los datos de la revelación para después se dirigía o por la singular personalidad del autor o
deducir de ellos las conclusiones teológicas, la cons- del editor del material.
titución pastoral Gaudium et Spes, invirtiendo el
Si, pues, como parece el caso, el dato revelado es
proceso, adoptaba un método inductivo. En efecto,
siempre una interpretación de fe del acontecimien-
su primera mirada se dirigió al mundo presente, es-
to, «hacer teología» en contexto significará perseguir
cuchó sus problemas con atención y simpatía, des-
el proceso de interpretación del acontecimiento
cubrió en los deseos y aspiraciones de la gente de
Cristo en la situación de hoy, y que fue iniciado ya
nuestro tiempo la acción del Espíritu Santo, encon-
en la Iglesia apostólica: la teología en contexto es
tró en esas aspiraciones «signos de los tiempos» y
una «teología hermenéutica»4. Cada generación cris-
respondió a los problemas y expectativas del mundo
tiana, lo mismo que cada Iglesia local, está obliga-
de hoy a la luz del mensaje evangélico. En el proce-
da, en el espacio y en el tiempo, a entrar en el pro-
so –y no simplemente por casualidad– la Gaudium
ceso hermenéutico.
et Spes contribuyó a los dos grandes desarrollos
cristológicos producidos por el Vaticano II, en los El «círculo hermenéutico», como ya hemos seña-
cuales el misterio de Cristo se contempla como ma- lado, indica el proceso dialéctico que se obtiene en
nifestación del misterio del hombre y de su destino la teología hermenéutica entre un contexto concreto
(GS 22) y el mismo Señor es visto como «la meta de y el dato revelado; en otras palabras, entre el «texto»
la historia humana, el punto focal de los deseos de y el «contexto». Por razones de claridad, sin embar-
la historia y de la civilización, el centro de la huma- go, parece preferible sustituir la dialéctica de los
nidad, la alegría de todos los corazones y el cum- dos elementos por la mutua acción y reacción de los
plimiento de todas las aspiraciones» (GS 45). tres componentes, que son, en concreto, el «texto»,
el «contexto» y el «intérprete».
La representación gráfica del triángulo sustitui-
6. EL PROBLEMA HERMENÉUTICO
rá, pues, a la imagen circular. Pero cada uno de los
El paso del método deductivo al inductivo plan- tres polos en mutua interacción, cada uno de los
tea, sin embargo, el problema hermenéutico. ¿Se elementos constitutivos del triángulo, ha de ser
precisa hacer teología o cristología partiendo de los considerado en la integridad de su compleja reali-
«datos» de la fe con la esperanza de alcanzar la dad.
realidad del contexto? O, por el contrario, ¿hay que
Aquí por «texto» no se entiende sólo el dato reve-
partir de la realidad vivida para encontrar en los da-
lado contenido en la Biblia y, especialmente, en el
tos revelados una dirección hacia la praxis cristia-
Nuevo Testamento, sino que abarca también todo lo
na? Más sucintamente: ¿es correcto el procedimien-
que se halla bajo el nombre de «memoria cristiana»,
to que va de los datos al contexto o viceversa?
es decir, la Tradición objetiva. Por tanto, llega hasta
La respuesta a esta cuestión está en lo que se ha las diferentes lecturas e interpretaciones del dato
dado en llamar «círculo hermenéutico». Consiste en revelado hechas por la tradición eclesial, incluidas
un movimiento circular continuo, primero desde el las formulaciones conciliares oficiales. Por consi-
contexto a los datos revelados y después a la inver- guiente, en el «texto» están comprendidas: la Escri-
sa, de los datos al contexto, y así sucesivamente. En tura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia (en su
cristología esto significa: desde las cuestiones que el aspecto objetivo), cuya unión íntima ha explicitado
contexto plantea a la vida de fe, a la persona y obra el concilio Vaticano II (cf. DV 10).
de Jesucristo, y viceversa.
Respecto al «contexto», los elementos que lo
Surge, sin embargo, una cuestión ulterior. ¿Nos constituyen serán diferentes según los lugares y los
es accesible el dato de la fe en su forma desnuda, distintos períodos de la historia. Por otra parte, el
como simple verdad objetiva, totalmente pura y sin contexto necesita también que se le considere, en
adulterar? ¿Existe un evangelio que no sea a su vez todo caso, en su compleja realidad, incluidas las
una interpretación? ¿O debemos admitir que los da- condiciones sociopolíticas, culturales y religiosas.
tos revelados nos llegan, siempre y necesariamente, En resumen, el contexto comprende toda la realidad
como ya interpretados? Toda la cristología del Nue- cultural circundante.
vo Testamento, incluida la del kerigma apostólico,
Por lo que respecta al «intérprete», no es él, pro-
es una hermenéutica de la historia de Jesús nacida
piamente hablando, el teólogo individual, sino la
de la experiencia pascual de los discípulos. Tampo-
comunidad eclesial a la que pertenece el teólogo y a
co ofrece el testimonio de una sola hermenéutica
cuyo servicio está; es decir, la Iglesia local, como
apostólica de la historia de Jesús sino de varias: las
pueblo creyente que vive su experiencia de fe en
diferentes cristologías del Nuevo Testamento repre-
comunión diacrónica con la Iglesia apostólica y en
sentan distintas interpretaciones del acontecimiento
comunión sincrónica con todas las Iglesias locales,
a la luz de la Pascua, cada una de ellas condiciona-
da por el contexto particular de una Iglesia a la que
6 INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÍA

comunión que preside el obispo de Roma en cari- cularización de él derivado. En este contexto el des-
dad. tinatario de la teología es con mucha frecuencia el
no creyente. Por contraste, el «Tercer Mundo» está
El triángulo hermenéutico consiste en la mutua
caracterizado por la pobreza deshumanizante y el
interacción entre texto, contexto e intérprete, tal
subdesarrollo de grandes masas de gente y la con-
como acabamos de describirlos; esto es, entre la
siguiente necesidad de una liberación integral. En
«memoria cristiana», la «realidad cultural» del en-
este contexto, el destinatario de la teología no es el
torno y la «Iglesia local». El contexto actúa sobre el
no creyente, sino –en la terminología de la teología
intérprete suscitando cuestiones específicas; condi-
de la liberación– la «no persona». Más exactamente,
ciona la «pre-comprensión» de la fe con que el intér-
la «no persona» no es simplemente el destinatario,
prete lee el texto. El texto, a su vez, actúa sobre el
sino el agente mismo de la teología junto con la co-
intérprete, cuya lectura le proporcionará una direc-
munidad creyente en la que se encuentra y con la
ción para la praxis cristiana, y así sucesivamente.
que se compromete en nombre de una praxis libe-
Como se puede ver, la interacción entre el texto y el
radora.
contexto, o entre la memoria y la cultura, tiene lu-
gar precisamente en el intérprete, esto es, en la A pesar del subdesarrollo común, el contexto pa-
Iglesia local. ra hacer teología presenta también una amplia dife-
rencia entre los diversos continentes del Tercer
Mundo, con el consiguiente resultado de acentos
7. LAS DIVERSAS CRISTOLOGÍAS también distintos. Mientras el continente latinoa-
mericano, constituido por amplias zonas cristianas,
A propósito de la complejidad del contexto, he- tiene que enfrentarse sobre todo con la liberación
mos observado los varios componentes que ha de integral del hombre, el continente africano, por el
tener en cuenta una teología que quiera definirse contrario, pone la fuerza de su acento en la dimen-
como contextual. Hay que añadir algo con respecto sión cultural y va, fundamentalmente, en busca de
a la diversidad de los contextos. A esta diversidad la inculturación o de la «autenticidad africana», co-
contextual, más que a ningún otro factor, se ha de mo se la ha dado en llamar. El contexto del conti-
añadir una teología plural. La teología entendida nente asiático, a su vez, está fuertemente marcado
como interpretación contextual no puede ser más por la coexistencia de minúsculas minorías cristia-
que local y diversificada. La razón es que la expe- nas con inmensas mayorías de personas pertene-
riencia cristiana está en todas partes condicionada cientes a otras tradiciones religiosas y por la cre-
por el contexto en que se vive, con sus dimensiones ciente interacción entre las diversas tradiciones. En
sociopolíticas, culturales y religiosas. Ninguna teo- semejante contexto, una valoración teológica de las
logía contextual, por tanto, puede reivindicar una demás tradiciones religiosas y de la praxis del diálo-
relevancia universal, pero, a la inversa tampoco, go interreligioso se convierten en prioridades tanto
ninguna teología que pretenda ser universal es ver- teológicas como pastorales.
daderamente contextual. Significa que ninguna teo-
logía particular puede reivindicar su validez para Estas amplias divergencias contextuales –des-
todos los tiempos y lugares. La teología universal critas aquí a grandes rasgos– están pidiendo teolo-
consiste en la comunión de varias teologías locales gías y cristologías diversificadas. El rico Occidente
de la misma manera que la Iglesia universal es la necesita una cristología para el «hombre maduro»
comunión de todas las Iglesias locales. en un mundo secularizado. Esta cristología tendrá
que ser básicamente «fundamental», en el sentido de
No es necesario discutir largamente la diversidad que pone las bases para la fe en Jesucristo en la
de contextos en que se han de hacer la teología y la «ciudad secular». Pero es igualmente necesaria una
cristología. Limitándonos a las vastas áreas geográ- cristología de la liberación de los continentes del
ficas, es de conocimiento común que el contexto ac- Tercer Mundo, una teología de la inculturación y del
tual del llamado «Primer Mundo» es un proceso tec- pluralismo religioso.
nológico muy difundido junto con el proceso de se-
3
Cf. K. Rahner, «Theos en el Nuevo Testamento», en
Escritos de Teología, I, Taurus, Madrid 1963.
*
DUPUIS, J., «Introducción», en Id., Introducción a la
4
cristología (Introducción al estudio de la teología, 6), Este- Cf. Cl. Geffré, El cristianismo ante el riesgo de la in-
lla, Verbo Divino, 32000, p. 5-22. terpretación, Cristiandad, Madrid 1984.
1
Cf. L. Swilder, «Jesus’ Unsurpassable Uniqueness»:
Two Responses, «Horizons» 16 (1989) 119.
2
Texto en: Comisión Teológica Internacional, Docu-
menta-Documenti (1969-1985), Libreria Editrice Vaticana,
Ciudad del Vaticano 1988, 539.

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