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Eric D. Lizaola Campos, ocd.

9 de marzo de 2023
Mtro. Jorge Piedad Sánchez
Pentateuco
Recensión

El primer relato de la creación


CASTEL, François, Comienzos. Los once primeros capítulos del Génesis, Verbo Divino, Estella 1987,
7-45
El relato en cuestión no es, en punto alguno, una obra aislada sino parte de la literatura
cosmológica que se extiende a través de pueblos asentados en una gran extensión que va desde
Egipto y África hasta la China y la India. Pudo haberse compuesto entre el 450 y el 300 aC en el
periodo de la dominación persa.
Sin embargo tampoco puede confundirse e igualarse a cualquier de esas obras. En
principio no se trata de un texto cosmológico, el Dios de Israel es, antes que creador, el Dios de la
Alianza, liberador. Sería incluso inútil querer encontrar una lectura científica del origen del
universo. Estamos ante un texto litúrgico que celebra el origen de un pueblo en Dios.
El relato se divide en siete días y diez palabras. En ellos el autor se manifiesta muy seguro
de lo que Dios ha hecho y que lo seguirá haciendo. Por diez palabras fue creado el mundo y la
humanidad creyente está bajo la ley del Sinaí expresada también en diez palabras.
La palabra “comienzo” ha sido traducida de cinco maneras, como: (1) “Al principio” lo
cual expresa un comienzo absoluto y único; (2) “Cuando Dios comenzó la creación del cielo y de
la tierra”, en la cual se expresa que la creación comenzó y prosigue; (3) “al comienzo Dios creó al
mundo” lo que admite la posibilidad de un comienzo entre otros posibles; (4) “Primeramente”; y
(5) “Desde el comienzo, la palabra del Señor, con sabiduría, creó y acabó los cielos y la tierra”, es
decir con la sabiduría de la Torá. Adviértase que la creación “ex nihilo” no figura en el texto del
Génesis sino en 2Mac.
El protagonista es Dios sin embargo no se hace una presentación de él. De tras de ello hay
un proceso en el que Israel fue politeísta pero descubrió la unicidad de Dios al que llamó Elohim,
plural de El.
El verbo “creó” es la traducción de un verbo hebreo que sólo se aplica a la acción de Dios:
bará. Con esta expresión no se habla de una creación de la nada sino de un acto excepcional de
Dios el cual pese ser la creación de un pueblo, una muerte o la existencia del hombre.
El hecho de que Dios haya creado al cielo y la tierra implica que el Dios hebreo toma
distancia de la mitología que veía en esa creación dioses. Aquí no se trata de dioses sino de
creaciones de Dios (tampoco lo es la luz). Además, la unicidad de Dios, creador del cielo y de la
tierra es una de las afirmaciones clave de toda la liturgia.
Que la creación haya surgido del caos arroja varios problemas. Lo importante es afirmar
que si Israel se aparta del Eterno puede quedar reducido al nivel del caos.
La idea del abismo (y el mar) preexistente parece en todas las civilizaciones. Israel celebra
al Señor como aquel que domina las aguas (recordar el Señor abriendo el mar).
Otro punto fundamental es que la creación no es generación sino llamada, vocación divina
Dios llama a las cosas al ser y todo sigue estando bajo su voz. La creación no es emanación suya,
siempre habrá na enorme distancia entre Dios y su creación.
Respecto a la vegetación creada en el tercer día debe notarse que es una obra e no está
acabada. La tierra misma debe producir vegetación y árboles.
Tras el relato de la creación de las grandes lumbreras podemos reconocer el
enfrentamiento entre dos calendarios, uno lunar que comenzaría co el domingo y estaría ligado a
la creación y otro que comenzaría el miércoles y estaría referido a la liberación de Egipto.
En varios momentos el acto creativo es cuestión de separación de elementos. Incluso la
expresión de que las especies vivas sean creadas “según su especie” da muestra de la
preocupación de los ambientes sacerdotes les de no mezclar las cosas. La separación es el acto
religioso por excelencia (Israel fue separado de los demás pueblos).
El hombre ocupa un lugar especial por varias razones. La tierra no interviene en su
nacimiento, el hombre es sólo respuesta a la palabra de Dios. El hombre alcanzará su verdadera
estatura en el diálogo con Dios, el hombre es en la creación el que dialoga con Dios, no es un ser
ya dado sino en devenir. Que el hombre sea imagen de Dios se ha interpretado en cuanto a sus
facultades de inteligencia, amor, voluntad, etc., también en un sentido real en el que el hombre
representaría en la tierra el poder de Dios (poder que está limitado sólo a la tierra). Así, el
hombre bíblico no es un esclavo de los dioses sino una certera real y limitada. El hombre tiene la
vocación de proseguir la creación llevándola a su cumplimiento feliz.
Finalmente, Dios hace un juicio sobre todo lo que ha creado: “muy bueno”. Se debe leer
esto como una oración, una alabanza que sube al creador de todas las cosas. También una
llamada a la esperanza y la reconciliación general. Dios nos da el mundo para que lo podamos
gozar y al mismo tiempo alabar al Señor por él.
El sábado Dios acaba o detiene su actividad. Así, Dios deja de intervenir directamente en
el mundo y confía su creación al hombre. El sábado es liberación del trabajo cotidiano, indica el
valor del descanso físico, un día distinto a todos los otros, consagrado totalmente a Dios.
Así, mas que un texto cosmogónico o científico tenemos un relato que teje las grandes
cuestiones del hombre por quienes han creído percibir algunas respuestas de Dios, del Dios por el
que se han sentido acompañados; respuestas y experiencia a la que hemos de intentar responder
en nuestra historia.

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