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Asignatura de Derechos Humanos y Educación

Prof. María José Albert


Grado Educación Social

TEMA 1.- CARÁCTER PLURIDIMENSIONAL Y FUNDAMENTACIÓN DE LOS


DERECHOS HUMANOS

Índice
1.1.-Carácter pluridimensional y perspectivas de fundamentación.
1.1.1.- Dimensión histórica
1.1.2.- Dimensión moral
1.1.3.- Dimensión política
1.1.4.- Dimensión jurídica.
1.1.5.- Dimensión educativa

1.2- Fundamento y justificación de los derechos humanos.


1.2.1.- Necesidad de fundamentar los derechos humanos
1.2.2.- Diversas teorías justificadoras de los derechos humanos.
o Objetivistas
o Subjetivistas
o Intersubjetivas

1.3.- El debate teórico sobre la fundamentación de los derechos humanos.


1.3.1.- Fundamentación racional
1.3.2.- Fundamentaciones iusnaturalista
1.3.3.- Fundamentaciones positivista
1.3.4.- Fundamentaciones pactista.
1.3.5.- Fundamentaciones humanista.
1.1.-CARÁCTER PLURIDIMENSIONAL Y PERSPECTIVAS DE FUNDAMENTACIÓN.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX los derechos humanos se han convertido en uno de los
referentes más destacados de la vida política, jurídica, social, educativa y cultural de tal forma que
han sido proclamados en casi todas las constituciones estatales y en documentos de proyección
internacional como los pactos de la ONU, el Consejo de Europa, la Organización de Estados
Americanos, la Organización de la Unidad Africana, la Unión Europea, etc.

El hecho que los derechos humanos sean un referente desde distintos puntos de vista les confiere un
carácter pluridimensional que a su vez les confiere a los mismos una apertura a diferentes
perspectivas de análisis de diversa operatividad en relación con los conceptos y problemas
planteados en ellos.

Esas diferentes perspectivas de análisis junto con la variedad en su fundamentación y enfoque de


sus contenidos, confiere a los derechos humanos un carácter, a su vez, multidisciplinar ya que desde
cualquier dimensión, política, cultural, educativa social etc. precisa de distintas disciplinas para su
estudio. Desde el punto desde la dimensión o enfoque político se constituyen como un conjunto de
principios o resortes de un nuevo modelo o prototipo de ordenación política que ha de regir las
bases para la ordenación de las relaciones entre los ciudadanos y el estado y a su vez la
preocupación por el respeto de los mismos en el ámbito de las relaciones entre los estados.

Por su parte la dimensión jurídica de los derechos humanos, les confiere un carácter multidisciplinar
ya que forman parte de diferentes disciplinas jurídicas existentes, Derecho internacional, Derecho
estatal, Filosofía del derecho, que hace que no puedan ser materia de estudio de una sola.

Desde el enfoque o dimensión social, por un lado, la larga y oscilante pericia de su reconocimiento
y la preocupación y protestas, por otro, de la violación de los mismos ha contribuido a que la
vivencia y el sentimiento de los derechos básicos de los individuos se hayan ido incorporando a la
trama de las convicciones valores y actitudes sobre los que crecen el tejido de las relaciones sociales
por lo que hace que puedan y deban ser estudiados desde un enfoque sociológico.

Desde hace tiempo los derechos humanos constituyen un fenómeno cultural, y esta dimensión es la
que hace que formen parte del horizonte de preocupaciones y del sistema de valores básicos de una
buena parte de los habitantes del mundo. A partir de la Declaración de 10 de Diciembre de 1948, los
países del mundo van a disponer de un código mundial ético- político, de unas categorías
ideológicas normativas capaces de juzgar los comportamientos humanos a nivel universal.

Los derechos humanos son sin duda una realidad cultural que ha tenido su correspondiente periodo
de desarrollo y que ha experimentado desde su nacimiento un proceso de crecimiento y
transformación que se ha visto influido por un gran número de factores condicionantes que ha
hecho que toda la problemática de los mismos ha ido cambiando evolucionando de una forma u otra
siendo noticia tanto por su conceptualización y características como por su violación. Todas estas
características hacen que sea un foco importante de estudio para los historiadores, por lo que el
enfoque histórico también es imprescindible a la hora del estudio de los derechos humanos.

No podemos dejar de mencionar el enfoque filosófico del estudio de los derechos humanos. Desde
esta perspectiva se puede enfocar desde un punto de vista político, ético y jurídico. El enfoque que
aquí nos interesa dentro de esta asignatura, con un enfoque educativo y social, es sin duda la
perspectiva de la ética y moral, ya que desde esta perspectiva los derechos humanos tienen su fuente
de justificación en los valores o principios estrictamente éticos como la dignidad, la libertad o la
igualdad.

Desde un enfoque educativo además de la ética y la moral no podemos dejar de mencionar otros
puntos de confluencia de los derechos con la educación como son los antropológicos, didácticos,
curriculares, ya que desde un punto de vista educativo nos tiene que interesar todo aquello que
puede contribuir o, en su caso, dificultar la formación de los sujetos y los derechos humanos están
en el centro de muchos de los problemas y debates actuales, por lo que exigen una reflexión
específica que descubra su potencialidad para la educación.

Los derechos humanos son un fenómeno bastante complejo en el que anida una rica variedad de
aspectos y dimensiones que precisan de muchas disciplinas para poder estudiarlos y abordarlos de
una forma integral. Esta necesidad holística de los derechos humanos es lo que demanda un carácter
multidisciplinar para su estudio de tal forma que se dé una apertura de diferentes perspectivas de
análisis. Pero a su vez esta misma problemática, hace que deban ser estudiados de una forma
unitaria, que contemple el fenómeno dentro de una visión que aúne todas las perspectivas.
1.1.1.- Dimensión histórica.

La dimensión histórica de los derechos humanos nos va a hacer comprender el carácter dinámico,
evolutivo e inacabado de los mismos ya que siempre van a estar sujetos y vinculados al hombre y al
momento y circunstancias que a este le toca vivir

Como hemos dicho anteriormente la realidad cultural de los derechos humanos ha tenido su
correspondiente periodo de desarrollo que ha experimentado desde su nacimiento un proceso de
crecimiento y transformación que se ha visto influido por un gran número de factores
condicionantes que ha hecho que toda la problemática de los sea un foco importante de estudio para
los historiadores.

Los derechos humanos representan un referente axiológico de primera magnitud en nuestros días
llevando esto en ocasiones a sacralizar una fórmula histórica concreta. Esta sacralización es un error
ya que tanto las distintas declaraciones de los derechos humanos y las elaboraciones doctrinales que
las han amparado aun reflejando exigencias inquebrantables de la naturaleza humana que todos han
de respetar, son siempre opiniones más o menos compartidas que siempre se encuentran
condicionadas por las circunstancias y el lugar donde se han originado. En el mejor de los casos
reflejan un consenso social existente en un momento concreto acerca de los problemas más
acuciantes que pueden afectar a la persona y del modo de salvaguardar frente a ellos la integridad
de los atributos inherentes a su dignidad ya que el concepto de persona expresa el valor que
representa el individuo en sí mismo como un ser dotado de Uno de esos derechos que sin duda
afectan a la dignidad del hombre es el de la libertad y la historia nos demuestra cómo ha ido
evolucionando ese concepto y como a su vez afortunadamente han ido evolucionando ese consenso
social.

La perspectiva histórica de los derechos humanos, no aporta ningún elemento justificativo de su


existencia sino que nos explican como existen por un acuerdo sustancial entre los individuos a la
hora de reconocerlos como atributos intangibles que tiene el hombre por estar directamente
conectados con su dignidad.

A finales del siglo XVIII los derechos humanos eran fundamentalmente la expresión de un ideal de
libertad formal. Pero este ideal de libertad no era real ya que lejos de representar la emancipación
del ser humano lo que hacía era sacralizar las diferencias sociales y económicas entre los individuos
de tal forma que era una sola clase social, la burguesía la que gozaba de este privilegio. También se
reconocía el derecho a la propiedad privada pero no estaba regulado ni se tenían criterios
igualitarios para disfrutar de la misma, se reconocía una libertad política pero solo podían ejercerla
aquellos que tenían una situación social y económica privilegiada. Esta situación vista desde la
perspectiva actual no podría pensarse que respondiera a un consenso social pero así fue y los
derechos humanos en la primera fase de la evolución histórica, en concreto en su plasmación
jurídica, los derechos humanos representaron una traducción más o menos perfecta de un cierto
consenso social. Este consenso social, afortunadamente, iría cambiando y evolucionando
apareciendo nuevos consensos que reflejaran un estado de opinión mucho más sensible y matizados
con respecto a las necesidades básicas del individuo, como la necesidad del trabajo remunerado, una
vivienda digna, un nivel de instrucción, asistencia sanitaria, en definitiva el avance en el consenso
no solo en derechos políticos sino también sociales. (De Castro Cid, 2004:78)

El paso del tiempo nos sigue mostrando el carácter evolutivo de los derechos humanos vinculados a
la evolución de la propia naturaleza humana. Los derechos humanos se presentan en este sentido
como unos derechos naturales, con un contenido dinámico que ha ido cambiando y que cambiará a
lo largo de los tiempos dependiendo del los sucesivos consensos sociales que constituyen su fuente
de justificación.

En definitiva, desde la perspectiva histórica, nos presentan a los derechos humano no como un
concepto acabado, sino un concepto en constante evolución, no tienen una formulación definitiva,
sino sucesivas transformaciones, toda esta evolución y su vinculación con el consenso social que
constituye su fundamentación, hace que la dimensión histórica, que es la responsable del estudio de
esta situación, confieran y aporten su grano de arena a ese carácter pluridimensional de los derechos
humanos.

1.1.2.- Dimensión Moral

Si la dimensión histórica no nos aportaba ningún elemento justificativo de la existencia de los


derechos humanos, si lo hace la dimensión moral. Además de reconocer que los derechos humanos
precisan de ese consenso social del que hablábamos en la dimensión histórica, se precisa conocer
cuál es la característica esencial que los identifica y que hace que los seres humanos se empeñen en
la reivindicación de tales atributos como expresión inderogable de su dignidad. Esa característica es
la dimensión moral.

Los derechos humanos tienen una pretensión de validez que excede a cualquier acuerdo social y esa
pretensión es la pretensión moral. La pretensión moral de los derechos nos explica su vinculación
directa con los principios morales y son estos los que hacen que no necesiten estar apoyados en
ninguna norma jurídica ni en ningún acuerdo social para alcanzar la plenitud de su validez, es decir,
aunque los derechos humanos precisen, como lo hacen, de una norma jurídica como garantía de su
eficacia frente a distintos poderes como por ejemplo el político o el de particulares, esa norma es un
elemento esencial en el plano de las garantías pero no en el plano de su existencia y definición, en
ese plano la norma que los sustenta es la norma moral.

Según esto: “La nota que proporciona a los derechos humanos la dimensión de atributos
inderogables del hombre es sin duda el hecho de ser pretensiones moralmente justificadas que no
necesitan estar apoyadas en ninguna norma jurídica ni en ningún derecho social para alcanzar la
plenitud de su validez al encontrarse fundamentadas en principios morales”. (De Castro Cid,
2004:83).

La dimensión moral de los derechos humanos está basada en los principios morales y es
precisamente ese contenido moral el que les hace fuertes frente a cualquier decisión jurídica que
pueda contradecir su vigencia o cualquier acuerdo social y son referibles por igual a todos los
miembros de la especie humana. Esta dimensión apoya y sustenta la identificación de los derechos
humanos, y les hace independientes no necesitando de otras connotaciones para reconocerles como
atributos inderogables del individuo, pero eso no significa que no necesite de una norma que los
sustente ya que si no hay norma no hay derecho y si los derechos humanos son derechos propios
presuponen una norma, pues bien esa norma, tal y como hemos dicho, es la norma moral basada en
los principios morales.

Esto nos lleva a plantearnos la pregunta de ¿qué tipo de principios morales son los que atribuyen o
reconocen los derechos humanos? El profesor de Castro nos contesta esta pregunta presentándonos
dos enfoque, por un lado la moral individual y por otro la moral social. Según la moral individual
seria el individuo el que haría su propia configuración sobre las obligaciones que le incumben con
respecto a la salvaguardia de los derechos básicos del individuo, quedando los derechos humanos de
esta forma, configurados según la convicción moral de cada individuo particular lo que supondría
una acepción relativa y variable de su contenido. Por su parte, según la moral social los principios
morales serian el conjunto de convicciones, que por su aceptación generalizada, configuran el
código moral dominante en la comunidad en la que se trate. Esta segunda posibilidad reduce el
riesgo de basar los derechos humanos en posturas individuales arrimándolos más a un consenso
social, pero bien es verdad que un enfoque sin el otro no tendría sentido ya que si son derechos
reconocidos y generalizables para todos, han de estar apoyados por la moral de un grupo y esto a su
vez ha de ir avalado por la moral individual de cada individuo.

¿Moral individual?, ¿moral social?, esta disyuntiva nos lleva a que la solución podría pasar por lo
que se llama la moral mínima. “La moral mínima es el conjuntos e convicciones comunes a todos
los seres humanos en relación con las obligaciones y facultades inderogables del individuo por su
directa vinculación con la dignidad que expresa la común naturaleza de todos los hombres”. (De
Castro Cid., 2004:85).

Esta moral mínima aclararía unas posturas pero reduciría otras de tal manera que no podemos decir
que sea la moral la dimensión que justificaría la esencia de los derechos humanos sino una
dimensión más que le confieren como ya hemos dicho un carácter pluridimensional.

1.1.3.- Dimensión política

Hemos visto como los derechos humanos tienen una dimensión histórica que nos los presenta como
algo inacabado y en constante evolución, una dimensión moral basada en una norma moral que
atañe, principalmente, a su esencia y existencia que les hace independientes de cualquier otra
dimensión, pero sin duda necesitan también de una dimensión política que va a operar
principalmente en la determinación de su contendido y en la consideración como criterio de
legitimación de los órdenes políticos.

La dimensión política de los derechos humanos tiene un doble sentido por un lado lo concerniente a
su origen y contenido y por otro a su consideración como criterio de legitimación de los órdenes
políticos. Con respecto a su origen y contenido los derechos humanos constituyen la respuesta que
el grupo social da a una determinada situación de hecho, reivindicando una serie de atributos que se
consideran especialmente valiosos por representar las exigencias inherentes a la naturaleza humana.

Esta respuesta del grupo a una situación determinada no siempre es unánime ni uniforme, sino que
depende de distintos factores como pueden ser culturales, personales obligando esta situación a
llegar a acuerdos entre posiciones dispares necesitando de un consenso social que determine cuales
van a ser esos particulares atributos del individuo que han de merecer el rótulo de derechos
humanos constituyéndose esos atributos en el contenido de los derechos humanos. El consenso
significa que los individuos, aún condicionados en la formación de sus voluntades particulares,
están de acuerdo con estos atributos o no manifiestan un rechazo hacia el objetivo que se les
presenta. Pero a su vez este consenso debe de tener unas características o aspectos que van a
configurar la dimensión política de los derechos humanos. Una de esas primeras características o
aspectos es la importancia de que ese consenso sea democrático. El consenso democrático supone
una aceptación, por parte de la mayoría del grupo social de los atributos inherentes a la condición
humana, atributos que han de ser elegidos de una forma libre. Otras características del consenso es
que ha de ser libre no provocado y expreso y no tácito, ya que el que sea expreso esto garantiza el
acuerdo de voluntades mientras que un acuerdo tácito es algo que en última instancia habría que
probar.

El segundo sentido de la dimensión política de los derechos humanos responde a consideración de


los mismos como criterio de legitimación de los órdenes políticos. Sea cual sea la autoridad política
en un determinado estado o país y sea cual sea su legitimidad de origen de que pueda disponer en
los distintos casos la autoridad instituida, el respeto a los derechos humanos constituye una
exigencia inexcusable para su legitimación. El respeto a los derechos humanos constituye en ese
sentido el cauce por el que necesariamente ha de discurrir la acción de los poderes públicos (De
Castro Cid., 2004:89). La asunción del ideario de los derechos humanos constituye la carta de
presentación que todos los países han de exhibir para ser aceptados en el propio ámbito interno
como en la escena internacional.

1.1.4.- Dimensión jurídica

Si anteriormente, hemos dicho que los derechos humanos precisan de una norma natural, y desde la
perspectiva moral, norma moral, ahora profundizamos un poco más afirmando que no solo se
precisa de una norma natural y moral sino también de una norma jurídica, norma jurídica que es
dispuesta no por el grupo social determinado, sino por el hombre, que va a regular la vida social.
Norma jurídica que va a dotar a los derechos humanos de la garantía de su eficiencia frente a la
acción del poder político y de los particulares, que quedan así constreñidos a la preservación de su
integridad. La incorporación de los derechos humanos al ámbito jurídico, constituyen la última
razón de su propia elaboración teórica ya que supone, no solamente el reconocimiento genérico del
individuo como portador de una serie de atributos consustanciales con su propia naturaleza, sino
que tales atributos han de ser garantizados frente a cualquier injerencia que pueda menoscabar su
integridad constituyéndose así en atributos esenciales del individuo que son jurídicamente exigibles
lo que supone una garantía para su realización. (De Castro Cid., 2004:91).

Al igual que del resto de las dimensiones, no podemos decir que sea cada una de ellas las que
justifican y explica toda la problemática de los derechos humanos ya que estos tienen un objetivo
mucho más amplio del que pudiera tener cada una de las dimensiones por separado, que es
salvaguardar los atributos esenciales del individuo de capital importancia para su propia realización
como ser humano, pero si se puede afirmar que los derechos humanos alcanzan la plenitud de su
sentido a través de la dimensión jurídica, pasando a formar parte de lo que se llama el derecho
positivo porque es a partir de ese momento cuando el hombre dispone de los medios jurídicos
necesarios para su defensa y protección.

Al igual que el resto de las dimensiones, la dimensión jurídica, por si sola, no es garantía absoluta
de su respeto, ya que la propia lógica interna de los derechos humanos hace que una realización
absoluta sea inconcebible pero si nos da, de nuevo, la imagen de ese carácter pluridimensional de
los mismos y nos asienta la necesidad de ese estudio y enfoque plural de los mismos.
1.1.5.- Dimensión educativa

Las distintas dimensiones de los derechos humanos, no estarían completas si no hablamos de la


dimensión educativa de los mismos. El creciente interés por los derechos humanos también se ha
extendido al mundo de la educación así en la propia Declaración de los derechos humanos, tanto en
el preámbulo como en el artículo 26 se considera que el medio idóneo para transmitir y promover el
respeto a los derechos humanos es la enseñanza y la educación constituyéndose en un medio
imprescindible para la promoción de los derechos humanos.

Al ser la educación un medio de promoción de los derechos humanos hace que necesariamente surja
una relación entre ellos, relación que se ve reforzada por características similares que los une.
Hemos visto como los derechos humanos tienen distintas dimensiones, a su vez la educación como
fenómeno netamente cultural puede adoptar, y así lo hace, planteamientos políticos, económicos,
jurídicos, éticos y técnicos que son susceptibles de un tratamiento plural, de este modo se establece
un complejo entramado en las relaciones entre educación y derechos humanos. (Gil Cantero 1991:5)
En esta relación entre educación y derechos humanos hemos de distinguir dos aspectos importantes
por un lado lo que sería la enseñanza de los derechos humanos con un carácter instructivo y
curricular, es decir cuando se enseñan y por otro la educación en derechos humanos con una serie
de consideraciones diferenciadas sobre esos derechos aplicables a la acción educativa en general, de
tal forma que podamos realizar proyectos educativos auténticamente humanizadores, lo que supone
un estudio más amplio que el derivado de su enseñanza instructiva ya que nos hacen reconsiderar la
educación en términos de educación de la persona desvelando así la importancia que estos tienen en
la teoría y en la práctica de la educación, es decir cuando se consideran en toda la educación.

La dimensión educativa de los derechos humanos pretende incrementar esa relación entre educación
y derechos humanos y analizar las implicaciones pedagógicas de los mismos. La mejor garantía del
respeto a los derechos humanos es, sin duda la implantación de una cultura y educación para esos
derechos. Los derechos humanos, por muy consolidados que estén en las Constituciones se respetan
cuando son conocidos y ejercitados previas la correspondiente formación en y para ellos. Este
enfoque ambivalente ofrece la oportunidad de que los alumnos vean las cuestiones sobre los
derechos humanos como algo próximo a sus problemas vitales, y no simplemente como una
disciplina más que se imparte en clase. Los derechos humanos no se enseñan ni se aprenden sin
vivirlos. La escuela y la sociedad han de estar organizadas de manera que los derechos humanos
sean permanentemente respetados. (Medina Rubio, en López Barajas, 2000:42).
1.2- FUNDAMENTO Y JUSTIFICACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS.

Ya hemos comentado el creciente interés suscitado por los derechos humanos en todos sus aspectos,
pero si cabe uno de los más discutidos es el relacionado con su fundamentación y justificación.
Sobre este aspecto son muchas las posturas que se manifiestan por un lado están quienes opinan que
la justificación de los derechos humanos es innecesaria desde el momento en que existe un cierto
consenso internacional a cerca de la validez de los derechos humanos, representado por la
Declaración Universal de los derechos humanos de 1948, ya que según los defensores de esta
postura, el hecho de que la comunidad internacional acepte la validez de tales derechos hace
innecesario la justificación o fundamento de los mismos, siendo lo más importante, según sus
defensores, dar eficacia a los textos ya existentes. Pero esta no es la única postura, están también los
que consideran que es necesario fundamentar los derechos humanos y además que no es una sola
fundamentación la que se necesita sino varias centrándose en el esfuerzo de clarificar y delimitar las
diversas justificaciones y apoyos que proporcionan la historia y la propia realidad sociológica
actual, esforzándose sobre todo en descubrir y aprovechar los distintos factores que pueden
contribuir a una mejor y más amplia realización efectiva de los derechos

1.2.1.- Necesidad de fundamentar y justificar los derechos humanos

Los defensores de esta postura lo hacen por tres motivos.

-Uno de esos motivos es la propia lógica, ya que según estos autores, mal se puede defender algo
que carece de fundamento, y como este no puede darse por supuesto, resulta necesario afrontar la
justificación.

-El siguiente motivo está relacionado con la teoría y la práctica de los mismos. La teoría y la
práctica de los derechos humanos han de ir conectadas. Según sus defensores solo una justificación
sólida permite una defensa clara de los mismos mientras que la ausencia significaría una postura
débil e incluso carencia de protección. Según esta postura para la protección de los derechos
humanos, no es suficiente con técnicas jurídicas, económicas, políticas y sociales, sino también con
el respaldo de buenos argumentos y razones para defenderlos.

-El tercer motivo está relacionado con su violación, la constante violación de los mismos, la
disparidad de presupuestos ideológicos en los distintos sistemas políticos, y demás circunstancias,
deja de manifiesto la ausencia de convicciones compartidas para alcanzar un acuerdo internacional
o consenso social, por este motivo la justificación y la fundamentación son argumentos
importantísimos para conseguir ese consenso y acuerdo social que garantice el respeto de los
derechos humanos (Mejas Quiros, 2006:164).
1.2.2.-Diversas teorías justificadoras de los derechos humanos

La justificación de los derechos humanos es uno de los temas más controvertidos en la actualidad,
pero a su vez de los más importantes ya que está en juego la razón de ser de los mismos. La base
principal de la justificación de los derechos humanos es que nos permitirá exigir una protección
fuerte y hacerles indiscutibles.

El propio carácter plural y de los derechos humanos hace que no haya una sola teoría justificadora
de los mismos, sino que pueda haber distintas y que cada una de ellas puede aportar algo de tal
forma que ninguna de ella puede ni debe ser rechazada.

No es fácil elaborar una clasificación definitiva de las teorías justificadoras de los derechos
humanos ya que algunas son muy similares diferenciándolas distintos matices. Lo que si tienen en
común, la mayoría de ellas, es la universalidad basada principalmente en el principio de la dignidad
humana. Dar una definición o concepto de dignidad humana es difícil, en términos generales
podemos decir que se refiere al valor intrínseco de cada ser humano con respecto al resto de lo
creado. No expresa superioridad de un hombre sobre otro, sino de todo ser humano sobre el resto de
los seres que carecen de razón. Implica una excelencia del ser, que además de hacerle superior a los
otros seres, lo sitúa en otro orden del ser.

La dignidad debe reconocerse con independencia de cualquier circunstancia o elemento accidental,


independiente de su conducta, raza, religión sexo, edad, grado de desarrollo o cargo que ocupe. Los
hombres son muy distintos entre sí ya que cada individuo posee unas características individuales y
propias sin embargo existe una igualdad esencial y en esta igualdad esencial esta la dignidad
humana, principio común de las distintas teorías justificadoras de los derechos humanos.

Cada una de las teorías que expondremos a continuación busca la base desde la que justificar los
derechos humanos, unas hacen mención a principios básicos, otras a estamentos… Tal y como
hemos dicho anteriormente estas teorías no son excluyentes sino complementarias que han de ser
tenidas en cuenta para entender la problemática de la justificación de los derechos

Una de esas teorías son las teorías objetivistas. Estas teorías se basan en la existencia de un orden de
valores, reglas o principios que poseen una validez objetiva absoluta y universal con independencia
de la existencia de los individuos o de su conciencia valorativa. (Pérez Luño, 1984: 133-184).

Esta no dependencia de la voluntad humana se fundamenta en cuatro doctrinas o aspectos


importantes.

1. Por un lado la dignidad objetiva del ser humano según la cual se admiten la existencia de unas
exigencias objetivas derivadas de la dignidad humana común a todos los hombres sin excepción,
desde que comienza a su ser hasta que deja de serlo por la muerte.
2. Otro supuesto en el que se apoya estas teorías objetivistas es la existencia de unos supuestos
valores previos a la existencia del hombre. Esto significa el reconocimiento de un orden de valores
previos a cualquier tipo de ordenamiento jurídico y social. Según esta doctrina el hombre se
encuentra inmerso en un orden de valores que le preexiste, valores inmutables y ordenados
jerárquicamente.

3. El tercer supuesto de las teorías objetivistas es la existencia de una teoría de las necesidades
humanas que precisan satisfacción para llevar una vida plenamente humana. Esta doctrina se basa
en la idea de que los derechos humanos estarían justificados en la medida que contribuyan a
satisfacer una serie de necesidades humanas, para ello se dividen las necesidades en: necesidades
naturales entendidas como los medios materiales que se necesitan para sobrevivir; necesidades
necesarias de componente moral y cultural que permiten satisfacer las potencialidades de la persona
en el sociedad y necesidades radicales referidas a las preferencias axiológicas conscientes sobre
cuestiones sociales.

Esta teoría cuenta con defensores y detractores de tal forma que unos la consideran suficiente para
justificar los derechos humanos y otros no. Entre las críticas destacar la subjetividad a la hora de
decidir si es una necesidad relevante para justificar los derechos humanos o en realidad no lo es, o si
siéndolo se cuenta con los medios necesarios para satisfacerla.

4. El cuarto supuesto de las teorías objetivistas es la existencia de unas exigencias de carácter ético
que serían comunes a toda la humanidad. Esta doctrina considera que los derechos humanos dan
respuestas a exigencias de carácter ético, que a su vez les sirven de justificación. Lo que vienen a
afirmar estas teorías es que existe algo previo al derecho positivo que hace que éste reconozca y
garantice unos determinados derechos decisivos para el hombre, derechos que los seres humanos
tienen por el hecho de ser hombres. Se trataría de aquellas exigencias éticas que siempre tienen una
relación con la dignidad humana a la que tratan de salvaguardar. El problema, al igual que en el
caso de las necesidades, es determinar que exigencias éticas deben alcanzar el reconocimiento de
derechos humanos y donde deben quedar recogidos. Ante este problema distintos autores proponen
distintas soluciones, señalamos la de DELGADO PINTO según la cual “Los derechos humanos
serán aquellas exigencias morales de tal importancia que, mediante un proceso deliberativo público
especial, se ha decidido incluir en la Constitución para salvaguardarlas de la arbitrariedad tanto del
resto de ciudadanos como de los poderes públicos” (Delgado Pinto, J, en J. MUGUERZA Y
OTROS, 1989: 135-144).

Otras teorías que fundamentan los derechos humanos son las teorías subjetivistas. Estas teorías
parten exclusivamente desde la contemplación del sujeto, tratan de fundamentar los derechos
individuales por encima de todo rechazando el carácter jurídico a las exigencias sociales dejando a
estos en un segundo plano. Para estas teorías lo más importante es el orden natural y destaca
principalmente el principio de la libertad.

En esta postura podemos destacar como representante a KARL POPPER. Este filósofo concede una
gran importancia la individuo a su subjetividad, de tal forma que según él, la conducta del hombre
no debe estar dirigida por ningún dogma ni político ni jurídico, ni social, sino que es el propio
hombre y de forma individual el que debe decidir y jerarquizar cuales son los principios, que han de
regir su conducta y luego contrastarlo con el resto de los ciudadanos. Según este autor al final del
proceso y en la cúspide del mismo debería estar el principio de libertad.

ROBERT NOZICK es otro representante de las teorías subjetivistas. Este autor defiende
determinados derechos humanos como límites absolutos para las acciones ajenas, ya procedan de
otros individuos o del Estado. Propone como principios fundamentadores de los derechos humanos
los derechos naturales básicos: garantía de la vida, posesiones y libertad. Para este autor, los
individuos como tal tenemos unos derechos que impiden a los demás realizar determinadas
acciones, ya que si estas se produjeran conllevarían una violación de nuestros derechos.

La concepción subjetivista de este autor limita al estado cualquier tipo de actuación ya que
cualquier actuación del mismo necesita previamente la aceptación por parte del individuo, ya que si
no fuera así estaría atentando contra la dignidad de la persona.

Según este enfoque el Estado ve limitada su acción a la tutela de los derechos individuales, sin
posibilidad de modificarlos, y menos aún, de sacrificarlos en aras de cualquier interés social o
colectivo (Megías Quirós, 2006: 197)

Basándonos en el pensamiento de NOZICK podemos resumir las características de las teorías


subjetivistas en:

 Los derechos humanos derivan del hecho de ser persona con autonomía moral, capaz de decidir
por sí mismo y elegir.

 Cada sujeto da a su vida el sentido que quiere, siendo ilegítimas las injerencias ajenas

 Estos derechos constituyen límites absolutos para el Estado.

Las teorías intersubjetivistas por su parte, fundamentan los derechos humanos en un consenso lo
más generalizado posible circunscrito a los condicionantes de cada cultura y periodo histórico. Estas
teorías no renuncian a una verdad o justicia objetiva, en ella misma, sino a que una persona, con el
poder o fuerza suficiente para declararla imponga arbitrariedades en nombre de la verdad objetiva.
El consenso salva este problema, pero no lo resuelve. Pérez Luño en Megías Quirós: 2006:202).

Según estas teorías la humanidad comparte unos valores comunes y podemos creer en la
universalidad de los valores en el único sentido en que tal creencia es históricamente legítima, es
decir en el sentido en que universal significa un dato aceptado no objetivamente sino
subjetivamente. El reconocimiento de esos valores no proviene de un reconocimiento de algo como
valioso en sí mismo, sino de haberle otorgado por el sujeto un valor.

HABERMAS, es uno de los representantes de estas teorías y para él los derechos humanos
constituyen unas exigencias que deben reconocerse mutuamente los ciudadanos y que preexisten al
propio ordenamiento jurídico-positivo. Constituyen presupuestos de racionalidad inmanente a todo
Estado de Derecho que deben ser establecidos mediante acuerdos entre sus ciudadanos para que
verdaderamente se constituya una sociedad de hombres libres e iguales, es decir son fruto de un
acuerdo en determinadas condiciones. (Cortina, A 1985 en Megías Quirós, 2006:203).
1.3.- EL DEBATE TEÓRICO SOBRE LA FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS
HUMANOS

Ya hemos visto como de uno de los problemas de los recursos humanos ha sido y es su justificación,
vamos a tratar a hora su fundamentación teórica. La fundamentación teórica es si cabe un proceso
bastante más peliagudo que el de la justificación, ya que a través de esta fundamentación lo que se
intenta o persigue son las bases doctrinales capaces de sustentar la proclamación de los derechos
humanos como facultades o poderes que han de ser reconocidos a todos los hombres por los
respectivos ordenamientos jurídicos. En este intento estudiaremos distintas fundamentaciones con el
objetivo de aclarar el sentido y hasta donde llega la capacidad fundamentadora de las distintas
doctrinas desarrolladas a lo largo de la historia, así como saber si hay alguna base o fundamento que
obligue a reconocer que la proclamación y garantía de esos derechos constituye una exigencia ética
y primaria.

Las fundamentaciones que se han dado a lo largo de la historia pertenecen a tipologías muy distintas
llegando a estar en ocasiones enfrentadas. No obstante consideramos importante estudiar algunas de
ellas para poder ampliar los conocimientos adquiridos en el apartado anterior de la justificación de
los derechos humanos.

1.3.1.- Fundamentación racional

Tal vez la fundamentación racional de los derechos humanos sea la más compleja y polémica ya que
intenta encontrar unas raíces filosóficas y espirituales, unos axiomas o principios cuya validez no
dependa de la de ningún otro. Esta búsqueda, desde posturas pesimistas, ha supuesto un reto difícil
de alcanzar hasta el punto de que se llegó a pensar que este objetivo era radicalmente imposible de
conseguir, ya que no existe un fundamento racional que tenga una validez incontrovertible.

La fundamentación racional supone una validez general indiscutible y consistente, en el sentido de


no estar subordinada a ningún presupuesto ajeno al contexto de racionalidad dentro del que ella
misma se desarrolla, lo que le confiere un carácter de validez absoluta. Ahora bien está validez
absoluta está abierta en todo momento al riesgo de que su validez no sea reconocida por todos los
sujetos o no tenga una duración ilimitada en el tiempo ya que el carácter universal y absoluto de
cualquier fundamentación racional queda circunscrito al sistema o contexto de racionalidad dentro
del cual se formula, de tal forma que no habría una sola fundamentación racional comúnmente
aceptada sino varias fundamentaciones racionales, debido a que cualquier fundamentación teórica
se construye dentro de un determinado contexto de pensamiento racional y queda circunscrita por
los límites que definen al alcance de tal contexto. Esto es lo que hace pensar desde una primera
postura la dificultad e imposibilidad de una fundamentación racional común y universalmente
aceptada.

Desde posturas más positivas y más integradoras postulan la idea de que no solamente es posible
sino necesaria e imprescindible la búsqueda de un fundamento racional, para que a través de una
capacidad firme y persistente convicción, conseguir una aceptación social de los derechos humanos
que sea generalizada y permanente. Esta postura más optimista se basa en la idea, y la acepta, de
que en un universo plural de contextos de racionalidad se da el hecho de que existan distintas
fundamentaciones racionales pero no ven en ello un problema sino algo positivo. Pero a pesar de
esta pluralidad de fundamentaciones racionales consideran imprescindible y necesario que sea cual
sea el tipo de fundamentación racional, debe de existir unos axiomas o principios comúnmente
aceptados y que queden fuera de la discusión de la que forman parte como punto de partida. Sin
estos postulados o axiomas no sería posible hablar de una fundamentación racional.

1.3.2.- Fundamentación iusnaturalista

Los iusnaturalista afirman desde el siglo XVII que el individuo en el estado de naturaleza previo a
la existencia de una organización política, era un ser libre e independiente, y de esa libertad
emanaban unos derechos naturales con independencia de los estatus, situaciones y circunstancias
concretas de cada persona. La fundamentación iusnaturalista se caracteriza por señalar la propia
naturaleza del hombre como raíz explicativa y justificadora de la existencia y reconocimiento de los
derechos ya que la naturaleza humana contiene en sí misma unas tendencias o dinamismos
operativos que actúan como poderes naturales de actuación es decir como derechos primarios o
naturales.

Esta fundamentación se caracteriza por defender la existencia de una naturaleza común a todos los
seres humanos, de la que emanaría un derecho aplicable y exigible a todos ellos, el derecho natural,
constituido por una serie de principios universales e inmutables que conformarían la noción de
justicia, cuya validez sería igualmente universal e inmutable, y en la que deberían basarse todas las
leyes que rigen el comportamiento de los hombres. Las consecuencias de estos presupuestos para la
noción de derechos humanos son de capital importancia porque de ello se deriva la universalidad en
la condición humana; la igualdad de todos los seres humanos; así como la exigencia de una especial
consideración y respeto hacia todo ser humano, con independencia de sus circunstancias.

Mantienen que los derechos humanos son ya derechos antes de una concreción positiva, pues
reflejan las necesidades y aspiraciones naturales de cada persona. Para esta tradición, los derechos
humanos constituyen la expresión de la ley natural, de un orden de obligaciones morales, superior,
objetiva y universal, que le son debidos por imposición de su propia naturaleza intrínseca y no por
cualquier tipo de concesión positiva de la sociedad políticamente organizada de la que son
miembros.

Uno de los problemas que tiene esta fundamentación es la de delimitar cuáles son esos derechos
naturales ya que muchos de los actuales derechos humanos, no son derechos originales y primarios
sino que surgen como una derivación de los mismos. Delimitar cuáles son esos derechos naturales
ha sido algo complejo a lo largo de la historia, aunque ahora se entiendan por derechos naturales
aquellos que corresponden a los hombres bajo todas las circunstancias y situaciones y que, en
consecuencia no pueden serles negados nunca.

Esta idea de los derechos naturales que defiende la postura iusnaturalista está muy relacionada con
la teoría de las necesidades básicas ya que esta afirma que la fundamentación de los derechos
humanos reside en el consciente despliegue de necesidades humanas que surgen de forma continua
y multilateral dentro de la experiencia concreta de la vida práctica. Estas necesidades básicas
poseen una objetividad y una universalidad que permiten, por encima de su dimensión vivencial
subjetiva su generalización a través de la discusión racional y el consenso. (De Castro Cid,
2004:138)

1.3.3.- Fundamentación positivista

Los derechos naturales de los que habláramos en la fundamentación iusnaturalista estaban


insuficientemente protegidos al no existir ninguna autoridad a la que recurrir en caso de lesión de
los derechos. La solución radicaba en la celebración de un pacto entre los individuos; estos cedían
parte de su libertad para formar un poder político que, de esa forma estaría autorizado a crear
normas generales que regulasen la vida de todos los individuos (Megías Quirós, 2006:16).

En la corriente positivista los derechos humanos expresan una buena voluntad pero no puede
considerarse derechos hasta que no son plasmados en un sistema jurídico, respaldado y apoyado por
el poder político. En este caso la fuente de derecho no corresponde en rigor ni a las aspiraciones
morales de las grandes declaraciones, ni al sujeto, sino a los criterios de un ordenamiento jurídico
concreto que será el que establezca qué y cuáles son en realidad los derechos básicos de las
personas

(Solozabal, 1998: 223-231).

La fundamentación positivista defiende la tesis de que la raíz y el fundamento de la validez de los


derechos se encuentra siempre en los propios factores empíricos que constituyen el tejido real de la
correspondiente organización social, siendo estos actores las únicas instancias capaces de
proporcionarles una base de justificación suficientemente sólida, de modo que, en definitiva,. El
fundamento de los derechos humanos se encuentra dentro del propio complejo de realidades y
circunstancias culturales en que nacen y se realizan esos derechos: la tradición jurídica y política,
las leyes estatales, la aceptación social mayoritaria y su efectiva contribución al bienestar y
felicidad de los ciudadanos. (De Castro Cis, 2004:138, 143).

En definitiva, según la fundamentación positivista los individuos son titulares de derechos


fundamentales en tanto en cuanto el ordenamiento jurídico del Estado del que son ciudadanos se los
ha reconocido, ya que no hay más derechos que los reconocidos en las leyes.

1.3.4.- Fundamentación pactista

Esta fundamentación supone una vía de acercamiento entre las dos anteriores. Este enfoque trata de
armonizar los desacuerdos entre los dos anteriores, aceptando la objetividad y la universalidad de
los derechos humanos pero como proceso y producto histórico y no como una derivación de una ley
natural, al mismo tiempo que reclama la necesidad de positivizar dichos derechos en los diversos
textos legales para seguir profundizando en los nuevos retos que plantea el reconocimiento de la
dignidad humana. De esta forma los derechos humanos son criterios, expectativas y exigencias de
moralidad (Cortina 2003:25) que surgen y evolucionan históricamente. Pero lo que los concede su
condición de derechos no es simplemente quedar recogidos en leyes, sino el estar enraizados en lo
más propiamente humano. Gil Cantero y Jover Olmeda en Hoyos Vázquez, G, (2008:232).

Según la fundamentación pactista o consensualista los individuos poseen unos derechos primarios
que radican en su propia naturaleza y que tienen carácter pre-social, pero tales derechos solo pueden
ser disfrutados dentro de la organización política que los individuos se den así mismos mediante el
acuerdo fundacional del que surge la sociedad. De modo que esos derechos, a pesar de tener un
carácter netamente pre-social, cuando entran con el individuo a formar parte de la estructura social
básica como elemento central de la misma y como condición de su legitimidad política, no solo
pasan a ser el eje del nuevo sistema, sino que comienzan a actuar también como frontera definitiva
entre lo que se considera espacio exclusivo de la autonomía individual y lo que se que se acepta
como territorio propio del árbitro estatal. En definitiva las fundamentaciones pactistas afirman que
el especial rigor de los derechos básicos de los individuos procede de las condiciones y principios
conforme a los cuales se llega al acuerdo fundacional del que surge la organización social. (De
Castro Cid, 2004:140- 143).

1.3.5.- Fundamentación humanista

Las teorías humanistas presentan a los derechos humanos como prerrogativas que les son debidas a
los hombres dentro de la sociedad en razón de su propia importancia y dignidad. Estas
fundamentaciones se definen por afirmar la dignidad de la persona humana como raíz y principio de
los derechos fundamentales. Para estas teorías los hombres poseen una dignidad preeminente,
llegando a la conclusión de que esta dignidad proyecta sobre el sistema de las relaciones sociales
una amplia gama de exigencias radicales e insobornables que han de ser reconocidas como derechos
por la organización estatal, dado que esta está al servicio de los hombres. (De Castro Cid,
2004:144).

Las Fundamentaciones humanistas ponen la dignidad personal de los hombres como punto de
anclaje y referencia última de los derechos humanos. Pero es importante delimitar un poco el
concepto de dignidad humana. Autores de las más variadas tendencias y tradicionales no dudan en
apuntar a la dignidad humana como la condición de posibilidad de los derechos humanos al mismo
tiempo que reconocen las importantes diferencias en el modo de entender esa dignidad. Para que la
dignidad sea la base de los derechos humanos esta debe de tener un valor intrínseco. Todavía está
muy extendida la tendencia a basar la dignidad humana en una sobresaliente actuación de ciertos
sujetos, en la virtualidad de los mismos, se es más digno en la medida que se es más virtuoso sin
embargo la idea de dignidad humana en su sentido más radical, y en el más preciso para delimitar el
concepto de los derechos humanos, no puede interpretarse desde esta perspectiva, pues entonces
estaríamos negando o cuestionando la titularidad de esos derechos a quienes por defecto, inmadurez
o deterioro no son sobresalientes ni virtuosos, lo que en el fondo sería negarles su condición
personal, a aspirar a ser ayudados al alcanzar los mejores modos de vida que pueda desarrollar. De
esta forma la dignidad humana solo puede constituirse como verdadero fundamento de los derechos
humanos, cuando se conciba como un valor intrínseco independiente del grado de virtud.

La manifestación jurídica de la dignidad se expresará en la protección necesaria para que cada


hombre y cada mujer puedan participar de un conjunto fundamental de derechos iguales para todos,
así como en respetar y apoyar los particulares proyectos personales de vida que cada sujeto decida
desarrollar desde esa participación de un horizonte común de humanidad (Gil Cantero y Jover
Olmeda en Hoyos Vázquez 2008: 233).

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