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TEMA 4.

LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Asignatura de Derechos Humanos y Educación

Prof. María José Albert

Grado Educación Social

Índice

4.1.- Texto de la Declaración

4.2.- Las generaciones de derechos humanos.

 Primera generación de derechos: Libertades civiles y políticas.

 Segunda generación de derechos: Económicos, sociales y culturales

 Tercera generación de derechos: Derechos colectivos, solidaridad.

 Cuarta generación de derechos: Uso de nuevas tecnologías.

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4.1.- TEXTO DE LA DECLARACIÓN

La DUDH (Declaración Universal de los Derechos Humanos) se compone de un preámbulo y


treinta artículos, que recogen derechos de carácter civil, político, social, económico y cultural.

Los artículos 1 y 2 recogen principios básicos en los que se sustentan los derechos: libertad,
igualdad, fraternidad y no discriminación.

Los artículos del 3 al 21 recogen los derechos civiles y políticos

Los artículos 22 al 28 recogen los derechos económicos sociales y culturales

Los artículos 29 y 30 recogen las condiciones y límites con que estos derechos deben ejercerse.

TEXTO DE LA DECLARACIÓN

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la


Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo texto completo figura en las páginas
siguientes. Tras este acto histórico, la Asamblea pidió a todos los Países Miembros que
publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera "distribuido, expuesto, leído y
comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción fundada en la
condición política de los países o de los territorios".

PREÁMBULO

Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento
de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la
familia humana;

Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado


actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como
la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos,
liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de
creencias;

Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a
fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la
opresión;

Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las


naciones;

Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los
derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la

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igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso
social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad;

Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la
Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades
fundamentales del hombre, y

Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor


importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso;

Artículo 1.
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Artículo 2.
1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración,
sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición.

2. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o


internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se
trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no
autónoma o sometida a cualquier otra limitación de soberanía.

Artículo 3.
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

Artículo 4.
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están
prohibidas en todas sus formas.

Artículo 5.
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Artículo 6.
Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad
jurídica.

Artículo 7.
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley.
Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta
Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.

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Artículo 8.
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que
la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o
por la ley.

Artículo 9.
Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.

Artículo 10.
Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con
justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.

Artículo 11.
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado
todas las garantías necesarias para su defensa.

2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron
delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave
que la aplicable en el momento de la comisión del delito.

Artículo 12.
Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

Artículo 13.
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de
un Estado.

2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su
país.

Artículo 14.
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en
cualquier país.

2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por
delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.

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Artículo 15.
1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad,

2. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de


nacionalidad.

Artículo 16.
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna
por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de
iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del
matrimonio.

2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el
matrimonio.

3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la


protección de la sociedad y del Estado.

Artículo 17.
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.

2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.

Artículo 18.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este
derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de
manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en
privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.

Artículo 19.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de
no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y
el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Artículo 20.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.

2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.

Artículo 21.
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio
de representantes libremente escogidos.

2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones


públicas de su país.

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3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se
expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por
sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice
la libertad del voto.

Artículo 22.
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener,
mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y
los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales,
indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.

Artículo 23.
1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.

2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.

3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le
asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será
completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.

4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses.

Artículo 24.
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable
de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.

Artículo 25.
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia,
la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica
y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su voluntad.

2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños,
nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.

Artículo 26.
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo
concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será
obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los
estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
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2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales;
favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los
grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones
Unidas para el mantenimiento de la paz.

3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a
sus hijos.

Artículo 27.
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a
gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él
resulten.

2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le
correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea
autora.

Artículo 28.
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Artículo 29.
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede
desarrollar libre y plenamente su personalidad.

2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará


solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el
reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las
justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad
democrática.

3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los
propósitos y principios de las Naciones Unidas.

Artículo 30.
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al
Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos
tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta
Declaración.

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El alcance de la Declaración

A pesar de la importancia de la Declaración de los Derechos Humanos y lo mucho que ha


significado y significa para el respeto y aceptación de los mismos, la Declaración es el resultado
de un frágil equilibrio entre los Estados occidentales y los Estados del bloque socialista. La
polémica que se vivió en el proceso de redacción de dicha declaración no enfrentó como podría
pensarse al mundo occidental con Asia o a los países desarrollados con el Tercer Mundo, sino
que el choque ideológico-político que presidió ese proceso fue el sostenido entre la Europa
Occidental y los Estados de la órbita soviética.

A pesar de que las diferencias ideológicas y conceptuales respecto de los derechos humanos y la
concepción de la sociedad existente en 1948 no hubiera sido aceptable desde un punto de vista
político una instancia jurisdiccional capaz de exigir a todos los Estados el cumplimiento de todos
los derechos incluidos en la Declaración, los países socialistas no estaban dispuesto a admitir
injerencias externa que pudieran criticar la situación de los derechos humanos en el ámbito de su
soberanía. Todos los miembros de la Comisión eran conscientes de este problema por lo que la
Declaración por lo menos en sus inicios no tuvo valor jurídico, su valor era puramente
declarativo. Pero aunque no fuese un documento obligatorio o vinculante para los Estados, si
tuvo y tiene un gran valor moral que tiene el gran mérito de haber conseguido, a pesar de las
diferencias ideológicas un acuerdo entre los pueblos a cerca de un catálogo mínimo de los
derechos humanos que deberían ser respetados y protegidos por todos. Además sirvió como base
para la creación de las dos convenciones internacionales de la ONU, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (1966) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, (1966) pactos que fueron adoptados por la Asamblea General de Naciones Unidas
en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966, así como ordenamientos jurídicos
que permiten la denuncia entre Estados de la vulneración de los derechos humanos

Con el transcurso de los años sus principios fundamentales han adquirido la condición de normas
que todos los estados deben respetar, se la ha considerado como el ideal internacional por el que
todos los pueblos y naciones deben esforzarse, es conocida y aceptada universalmente como un
documento histórico que enuncia una definición universal de la dignidad de la persona así como
de los valores y los derechos humanos que han de ser respetados y garantizados. Desde hace
mucho tiempo los derechos enunciados en la Declaración Universal han adquirido tal fuerza y
grado de adhesión que han sido considerados como preceptos jurídicos de derechos
consuetudinario Internacional. En realidad ha existido un consenso generalizado de su
exigibilidad y por tanto de su valor jurídico. (Martínez Morán en De Castro Cid, 2004:230).

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4.2.- LAS GENERACIONES DE DERECHO HUMANOS

Los derechos humanos, tal y como ya hemos explicado en apartado anteriores, no son estáticos e
inalterables, sino realidades que han ido evolucionando y desarrollándose, en los mas de 50 años
transcurridos desde su Declaración, por la presión de nuevas necesidades o situaciones sociales y
como manifestación de valores sociales emergentes. El hombre no puede evitar nacer y formarse
en un contexto cultural determinado, experimentando igualmente los condicionamientos que le
impone la coexistencia con el grupo social más próximo. Los derechos humanos se presentan en
este sentido con un contenido dinámico que ha ido cambiando y cambiará necesariamente a lo
largo del tiempo, dependiendo de los sucesivos consensos sociales que, en cualquier caso
constituyen su fuente de justificación. El desarrollo de sus formulaciones y clasificaciones
dependerá necesariamente siempre de las impredecibles decisiones del grupo social sometido a
múltiples condicionamientos.

Una de las clasificaciones que mejor han sido acogidas a la hora de analizar los derechos
humanos es la que los distingue en diferentes generaciones. Esta clasificación tiene la ventaja de
permitir el examen de su proceso evolutivo en el tiempo de cuerdo, como ya hemos dicho, con
las necesidades de la sociedad en cada momento. (Escámez Sánchez, 2004)

Los derechos humanos nacen con una marcada impronta individualista, como libertades
individuales que configuran la primera fase o generación de derechos humanos, y se la
denomina la generación de derechos y libertades civiles políticas y religiosas. Dicha matriz
ideológica individualista sufrirá un amplio proceso de erosión e impugnación en las luchas
sociales del siglo XIX. Estos movimientos reivindicativos evidenciarán la necesidad de
completar el catálogo de los derechos y libertades de la primera generación con una segunda
generación de derechos, denominada como generación de derechos económicos sociales y
culturales. Pero estos derechos sociales de la segunda generación para que tengan incidencia y
relevancia han de ir anudados entre sí por su incidencia universal en la vida de todos los hombres
y exigen para su realización un esfuerzo solidario de sinergia, una cooperación y sacrificio de los
intereses individuales para satisfacer plenamente las necesidades y aspiraciones globales. Nacen
así los derechos de la tercera generación o derechos colectivos y de la solidaridad y calidad de
vida. En esta evolución algunos autores hablan ya de una cuarta generación de derechos
relacionados con las nuevas tecnologías, y el uso adecuado de ellas. Veamos un poco más
despacio cada una de estas generaciones.

Primera generación de derechos.-

A esta primera generación, tal y como hemos dicho, corresponden a los derechos civiles y
políticos. Entendemos por derechos civiles, aquellos que le corresponde a un persona como

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individuo, independientemente de su rol social, y que hacen a su vida y a su libertad personal.
Son exigibles contra cualquiera, que ose perturbarlos. Así son derechos civiles el derecho a la
vida, a la libertad personal, a ejercer libremente su culto, a reunirse, a asociarse con fines útiles,
a la dignidad, al honor, al nombre.

Por su parte son derechos políticos los que corresponden al ciudadano para participar como
miembro activo del poder político en un gobierno democrático, por sí o a través de sus
representantes. El derecho de sufragio, a afiliarse a un partido político, a ser elegido para un
cargo de gobierno, a participar en la presentación de un proyecto de ley, en un plebiscito o en
una consulta popular.

Tanto los derechos civiles como los políticos se presentan como libertades exclusivas o
privilegios, de modo que permiten excluir a todos los demás de nuestras decisiones. Están
ligados al tipo de Estado en el que surgieron; del Estado absolutista se pasó al Estado liberal de
Derecho que vino a garantizar las esferas de libertad de sus ciudadanos, con el menor
intervencionismo posible. El Estado es un Estado pasivo que no favorece el desarrollo o las
mejoras que sólo se pone en acción cuando debe restituir el orden vulnerado por un ciudadano
afectando a los demás ciudadanos en sus esferas privadas, en sus libertades personales o en sus
derechos de participación, es decir el Estado no tiene que realizar gastos o disponer de recursos
para proporcionar estos derechos, sino permitir y favorecer que se ejerzan. Algunos autores han
denominado a estos derechos como libertades burguesas, ya que en su origen estuvo la lucha de
la burguesía contra los privilegios feudales o nobiliarios de la época. (Megías Quirós 2006:99)

Esta primera generación se centra en la defensa de las libertades reservadas al individuo y que se
explicitan en los derechos de libertad de conciencia, pensamiento, religiosa, propiedad,
residencia en cualquier territorio del Estado y tránsito de un país a otro, reunión asociación,
libertad política. La característica fundamental de la vida política es la libertad como no
dominación; se entiende que una comunidad política es libre cuando la estructura de sus
instituciones es tal que ninguno de sus miembros tema la interferencia arbitraria del Estado o de
cualquier individuo, por poderoso que sea, en el modo como conduce su vida (Pettit, 1999).

Los derechos de esta generación tienen dos características importantes,


- por un lado la que hace referencia a la titularidad individual y el carácter absoluto
- y por otro el ser reconocidos como derechos de autonomía.

La titularidad individual o implica que es siempre un sujeto individual, una persona, el que
aparece como sujeto o titular de derecho en cuestión, y a él compete su ejercicio y disfrute, es
decir responde a la idea ya tan estudiada, de que el hombre es considerado en abstracto, todos los
hombres son igualmente libres, porque se prescinde de sus circunstancias concretas y reales, y a
todos corresponden los mismo derechos por el hecho de ser hombre.

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La segunda característica, ser reconocidos como derechos de autonomía, hace referencia a que se
establecen frenos y límites de actuaciones estatales en el sentido del reconocimiento de ámbitos
privados en los que ni siquiera el Estado podría estar legitimado para intervenir sin el
consentimiento del individuo.

Segunda generación de derechos.

En esta generación tiene la denominación oficial de derechos, económicos, sociales y culturales,


aunque también se la conoce como la generación de los derechos sociales. Entendemos por
derechos sociales aquellos que corresponden a las personas por su rol en un determinado
contexto social por hallarse desprotegidos frente a una situación desigual con respecto a otros
que podría abusar de tal circunstancia. Así son derechos sociales fundamentalmente los referidos
al trabajo, ya que la situación de necesidad en la que se halla el trabajador, lo coloca en una
posición susceptible de ser objeto de abusos por parte de los empleadores tal y como había
sucedido durante la revolución que fue una más que elocuente de lo que pueden hacer los
empleadores con sus empleados sino existiesen leyes que limiten sus acciones.

Es por ello que la ley toma posición para lograr equidad, estableciendo por ejemplo que las
condiciones de trabajo deben ser dignas, que deben respetarse horarios de trabajo, impide o
regula el trabajo de menores, concede vacaciones, pagas, un salario mínimo vital, el derecho a
agremiarse, el derecho de los gremios a la huelga, a concertar convenios colectivos de trabajo, a
recurrir a la conciliación y al arbitraje etc. En otros casos el estado interviene para proteger a
aquellos miembros del cuerpo social que se hallan en situación de inferioridad y necesitan mayor
atención por su estado de salud o por su edad avanzada, concediéndoles seguro social, pensiones
y jubilaciones.

Pero no sólo el derecho al trabajo y a la seguridad social, los derechos sociales también cubren
aspectos como la educación, el hambre, las necesidades económicas, la incultura, el descanso
etc.

A lo largo de los siglos XIX y XX surge la tendencia a la ampliación de los derechos humanos
de la primera generación al ámbito económico, social y cultural, estos derechos se manifiestan en
un primer momento como una reivindicación ética y política y posteriormente se produce su
reconocimiento jurídico y político. Esa lucha por los derechos sociales, económicos y culturales
fue protagonizada por el movimiento obrero y el socialismo democrático. En este momento los
ricos burgueses, dueños de las fábricas debieron afrontar al surgimiento de los movimientos
obreros que luchaban por lograr condiciones dignas de trabajo, que les habían sido desconocidas
a partir de la Revolución Industrial y que no habían sido contempladas luego en la Revolución
Francesa, ya que a los ricos burgueses, les convenía tener una masa de trabajadores marginados,
como mano de obra dócil y barata. Los movimientos socialistas, lograrán progresivamente, el

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establecimiento de jornadas de trabajo de ocho horas, condiciones dignas, descanso dominical
etc.

Poco a poco se fue tomando conciencia de que para salvaguardar la dignidad humana no
solamente es necesario librar al hombre de la opresión y de la tiranía sino también de la
necesidad económica, del hambre de la miseria de la incultura. Y así el movimiento obrero y el
socialismo democrático fundamentalmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
empezaron a reivindicar y a exigir una serie de derechos de carácter social, económico y
culturales necesarios para que las libertades sean reales y efectivas para todos. (Megías Quirós,
2006: 104).

El valor que se manifiesta en los derechos de segunda generación es la igualdad y se explicita en


derechos que regulan el ámbito del mercado, tratando de establecer garantías sociales para los
ciudadanos como, ya hemos señalado, el derecho al trabajo, el salario justo, a la vivienda, al
descanso retribuido, a la salud, a la educación al gozo de los bienes culturales y científicos,
derechos todos ellos que el mercado no garantiza espontáneamente. Estos derechos se entienden
actualmente como garantías mínimas de un Estado Social y se atribuyen a la persona como
miembro de la sociedad. El Estado aparece ahora como garante de la igualdad de oportunidades
entre los ciudadanos, impidiendo abusos de parte de los socialmente más favorecidos. Esto
supone por parte del Estado de una política activa de los poderes públicos encaminada a
garantizar su ejercicio y se realizan a partir de las técnicas jurídicas de las prestaciones y de los
servicios públicos, ya que está muy bien decir que todos los ciudadanos tienen derecho a recibir
alimento o medicinas, pero si no se atribuye la obligación a una agencia específica de dar esos
alimentos o medicinas… esos derechos no significan nada.

Todo este proceso desembocó en la incorporación de estos derechos sociales, económicos y


culturales al Derecho positivo, al lado de los tradicionales derechos individuales. Se trata así de
la segunda generación de Derechos humanos, considerados como característicos del Estado
social de Derecho que proporcionan las condiciones económicas y sociales para que sean
efectivos los derechos civiles y políticos.

El profesor Escámez nos presenta y hace notar una diferencia importante entre los derechos de la
primera y de la segunda generación.

-Mientras que en los de la primera generación, derechos civiles y políticos, postulan la reducción
de la presencia del Estado en la vida pública para garantizar la libertad del individuo por lo que
la participación del Estado tenía que ser prácticamente nula

-En la segunda, derechos económicos, sociales y culturales se postula la participación directa del
estado como garante de igualdad en los bienes sociales para todos los ciudadanos.

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Esta diferencia ha llevado al enfrentamiento entre los países occidentales ricos y los países en vía
de desarrollo. Por su parte los países occidentales enfatizan sobre los derechos civiles y políticos
acusando a otros países de negar esos derechos a sus ciudadanos, los países en vía de desarrollo
se centran más en los derechos económicos y sociales, criticando a los países occidentales su
egoísmo que impide disfrutar de esto derechos a piases más pobres. El enfrentamiento sobre esta
cuestión se ha visualizado con la existencias del Pacto internacional referido a los derechos
civiles y políticos y el Pacto Internacional referido a los derechos económicos, sociales y
culturales alcanzados en 1966 , cuya entrada en vigor fue en 1976. A pesar de estos pactos sigue
habiendo grandes diferencias en dicho bloques de países tanto en los derechos civiles y políticos,
ya que en muchos países no se dan esas libertades fundamentales, como en los derechos
económicos y sociales donde se dan grandes diferencias de unos países a otros (Escámez
Sánchez, op cit.: 84).

Tercera generación de derechos.-

Una de las principales críticas que se le hizo a la Declaración Universal es que se centra
exclusivamente en los derechos individuales, acogiendo sólo los derechos de primera y segunda
generación, relegando a los colectivos. Esa necesidad de fomentar los derechos colectivos hace
que surjan los derechos de tercera generación o derechos colectivos y de solidaridad
complementadora de las dos anteriores. Los derechos de la tercera generación comportan formas
de titularidad colectivas, pues afectan a intereses y/o a bienes que son patrimonio de todos de
modo que a todos compete el ejercicio de su defensa y de su tutela. Son los derechos de los
pueblos a la diversidad y a la cultura socioidentitaria, es decir nuevos derechos humanos
surgidos de la especificidad de las circunstancias y condiciones socioidentitarias de los pueblos y
grupos.

Los derechos de la tercera generación se hallan anudados unos con otros por su incidencia
universal en la vida de todos los hombres y exigen para su realización la comunidad de esfuerzos
y responsabilidades a escala planetaria. Sólo desde y mediante un esfuerzo solidario de sinergia
de cooperación y sacrificio voluntario y altruista de los intereses egoístas, será posible satisfacer
las aspiraciones globales comunes relacionadas con estos derechos de tercera generación como
son el derecho a la paz, a la calidad de vida, al desarrollo y autodeterminación de los pueblos, al
desarrollo sostenible y un medio ambiente sano y la libertad informática y las nuevas
tecnologías… (Masuda, 1984: 120).

Los derechos de la tercera generación no han sido objeto generalizado de declaración


constitucional, aunque están presentes cada vez con mayor sensibilidad en la conciencia social.
En contraposición con los derechos de la primera y segunda generación, que están recogidos en

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las constituciones y cartas de gobierno de los diversos países, los derechos de la tercera
generación siguen un camino inverso: gozan de reconocimiento en los textos internacionales,
pero sólo de manera muy aislada y particular, están recogidos en aquellos textos constitucionales
de países que han reformado recientemente su carta fundamental de gobierno (Touriñan, 2008-
201).

Los derechos de tercera generación afectan de manera especial a la educación, la convivencia, la


diversidad y la solidaridad. La orientación hacia la diversidad cultural y socioidentitaria
consolida la tesis de la construcción solidaria de derechos, ya que no vemos al otro como aquel
que pone límites a nuestro desarrollo personal, sino que es el otro con el que podremos lograr la
vocación común de ser personas. La cuestión clave es cómo crecer juntos aceptando la
diversidad. Por este motivo en los derechos de tercera generaciones desvanece la idea de
territorialidad y subsidio de los derechos sociales, porque la transnacionalidad y la globalización
aparecen como condiciones inherentes. En los derechos de la tercera generación ya no hablamos
simplemente de derechos sociales que requieren la subsidiación del Estado, hablamos de
derechos que reclaman la cooperación positiva de los Estados y la Sociedad Civil más allá de las
fronteras territoriales (Touriñan 2004 )

La lista de los derechos de la tercera generación puede ser y es muy larga, veamos brevemente
algunos de los más renombrados.

El derecho a la paz.-
La temática de la paz ha adquirido un protagonismo indiscutible en el sistema de las necesidades
insatisfechas de los hombres y de los pueblos del último periodo de nuestro siglo, y que tal
temática entrañe una inmediata proyección subjetiva, nacional e internacional por lo que requiere
de los más variados factores sociales, políticos, económicos e ideológicos.

Efectivamente cuando hablamos del derecho a la paz debemos hacerlo en tres dimensiones, una
seria el derecho a la paz entre naciones, otra seria el derecho a la paz estatal, o dentro de cada
Nación o Estado y otra el derecho a la paz individual. Las tres dimensiones están totalmente
relacionadas. Para conseguir una paz internacional se necesitan una serie de acuerdo y el respeto
de unos derechos mínimos por parte de todas las naciones, pero además es muy importante que
dentro de cada nación haya un nivel de desarrollo humano aceptable y para ese desarrollo
humano individual es necesario unos principios éticos. Pero estas tres dimensiones solas poco
podrían hacer, por eso para un derecho a la paz es necesario convencer a mucha gente sobre todo
de los países desarrollados la importancia para la paz de trabajar en la dirección del progreso
económico social y cultural.

El derecho a un medio ambiente sano y calidad de vida.-


El hombre necesita para desarrollarse un medio ambiente sano en el que vivir. Los datos de los

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expertos apuntan a la necesidad de cambios rápidos y enérgicos en las políticas de todos los
países para conjurar y aminorar los problemas del medio ambiente, antes de que alcance
proporciones incontrolables. Se necesita mucho tiempo para que las medidas que se tomen sean
eficaces, por este motivo si se aplazan las decisiones y se permite que los problemas empeoren,
entonces las posibilidades de actuar se verán reducidas. Las personas tienen derecho a un medio
ambiente sano que les permita asegurar su vida y la de sus hijos así como no padecer las
enfermedades, que se puedan prevenir, generadas como consecuencia de la intervención humana.

En el curso de los últimos años pocas cuestiones han suscitado tan amplia y heterogénea
inquietud como la que se refiere a las relaciones del hombre con su medio ambiental, en el que se
halla inmerso y que condiciona su existencia. El expolio acelerado de las fuentes de energía, así
como la contaminación y degradación del medio ambiente, han tenido una gran repercusión en el
habitat humano y en el propio equilibrio psicosomático de los individuos afectando a su calidad
de vida. La inmediata incidencia del ambiente en la existencia humana, la contribución decisiva
a su desarrollo y a su misma posibilidad, es lo que justifica su inclusión en el estatuto de los
derechos humanos. Pero además el hombre tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios que le garanticen una calidad de
vida.

El derecho al desarrollo de los pueblos.


Este es un derecho que está basado principalmente en la cooperación internacional para el
desarrollo de los pueblos que ha tenido tres referentes. El primero es la cooperación para el
crecimiento económico estando este vinculado al crecimiento productivo; el segundo el
desarrollo económico con proyección social, ya que no basta con que los pueblos crezcan, sino
que es necesario que haya un reparto de esa riqueza para satisfacer las necesidades básicas de
todos los ciudadanos y por último el desarrollo de las capacidades humanas tanto personales
como productivas. Estos tres referentes ayudan y fomentan la libertad, el bienestar y la dignidad
de las personas.
En el marco de los derechos de tercera generación, el juego del desarrollo no está en un
equilibrio pactado entre los estados para conjugar soberanía y subsidiariedad. Se ha cambiado el
marco y el Estado no está por encima de las reglas del juego. Son nuevas reglas de juego en las
que Estado Sociedad Civil y Mercado son corresponsables del desarrollo mundial. (Touriñan
2004).

Derecho a un desarrollo sostenible.-


Si entendemos por desarrollo un proceso de cambio común y colectivo hacia el mejoramiento de
la calidad de vida de los seres humanos y sus comunidades y por sostenibilidad la necesidad de

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un desarrollo integrado, y responsable a nivel social, económico y del medio ambiente, orientado
al largo plazo y por lo tanto duradero, podemos decir que el desarrollo sostenible es el desarrollo
que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras
generaciones para satisfacer las suyas. Evidentemente esto no es algo aislado que pueda hacer un
gobierno o Estado sino que se precisa todo un cuerpo de principios e instrumentos jurídicos
internacionales que regulen un desarrollo perdurable en beneficio de la generación presente y de
las futuras.

Derecho a la autodeterminación de los pueblos.-


El derecho de libre determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación es el derecho
de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social
y cultural y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de
igualdad. La libre determinación está recogida en algunos de los documentos internacionales más
importantes, como la Carta de las Naciones Unidas o los Pactos Internacionales de Derechos
Humanos, aunque no en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El concepto de libre determinación tiene una gran fuerza y un carácter especialmente polémico.
El Comité de Derechos Humanos ha puesto de manifiesto su naturaleza fundamental, al señalar
que es requisito necesario para la plena efectividad de los derechos humanos individuales. Pero
su mención en el discurso político contemporáneo puede levantar temores de desestabilización,
incluso violenta;

El derecho a la libertad informática y las nuevas tecnologías.


En una sociedad informatizada en la que vivimos en la que la información es poder la
informática se ha devenido en el símbolo emblemático de nuestra cultura. De aquí se derivan dos
derechos importantes para el hombre. En primer lugar, dado que en una sociedad avanzada como
la nuestra las tecnologías proporcionan grandes ventajas a aquellas personas que las pueden
utilizar tienen medios y acceso a ellas. Para salvaguardar la libertad de todas las personas hay
que garantizar que todo el mundo pueda tener acceso a ellas, así como una formación que
garantice ese uso y disfrute de las mismas. Pero a su vez esas mismas tecnologías y libertad
informática puede ser una agresión a la libertad de las personas. El control de los documentos de
identificación, la informatización de los datos fiscales, las operaciones realizadas con tarjetas de
crédito etc.
En la situación actual todas las personas desde su nacimiento, se hallan expuestas a la violación
de su intimidad perpetrada por determinados abusos de la informática y la telemática generando
fenómenos de agresión a los derechos y libertadas. Ante esta situación la reglamentación jurídica
de la informática reviste un interés prioritario para salvaguardar los derechos y libertades del
hombre.

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El valor fundamental de los derechos de la tercera generación es el de la solidaridad. En nuestros
días la solidaridad se manifiesta en la atención y el cuidado de las otras personas o grupos,
especialmente los excluidos y marginados, compartiendo sus intereses y necesidades,
compartiendo su dolor y su sufrimiento (Ortega, 1997). La solidaridad es, pues, un valor que
debe ser entendido como condición de la justicia, y como aquel ideal que, a su vez viene a
compensar las insuficiencias de la práctica de esa virtud fundamental.
Los derechos de solidaridad son derechos universales tanto desde su punto de partida como del
de llegada, son caros y difíciles de satisfacer y exigen la renuncia a nuestros privilegios egoístas
e injustificados y precisan de una responsabilidad personal y social donde la solidaridad se opone
a la concepción voluntarista. Los derechos de la primera generación a pesar de ser reconocidos
como derechos del ciudadano carecían de una auténtica consciencia del carácter universal de
estos derechos, y estaban relegados a una óptica individual principalmente a la burguesía. La
segunda generación corrige esto extendiendo la titularidad de los mismos a distintas
colectividades, pero será esta tercera generación de derechos la que, de forma más decisiva,
contribuya a que se cobre consciencia de la necesidad de ampliar a escala planetaria el
reconocimiento de su titularidad para asegurar el logro de su total y solidaria realización.
Hoy en día ni el individuo por si sólo ni las propias colectividades son suficientes para responder
a unos retos y agresiones que por afectar a todos los seres humanos, sólo pueden ser
contrarestados a través de derechos cuyos titulares sean conscientes de que la plena realización
de sus libertades es algo que incumbe, a todos los seres humanos. La tercera generación de
derechos humanos exige, en definitiva la plena consciencia de la universalidad y solidaridad que
los fundamenta. (Pérez Luño, 2006:41)
Los derechos de la tercera generación no han alcanzado, todavía, el reconocimiento pleno en los
ordenamientos jurídicos de las instituciones internacionales ni en las legislaciones de la mayoría
de los Estados, si bien hay que reconocer avances normativos referidos a este aspecto.

Los derechos de cuarta generación.-

La Declaración Universal como cualquier otra declaración o expresión de derechos, es un reflejo


puntual de las concretas circunstancias históricas en que se formula pero la evolución de los
derechos humanos no termina con ella, ni podría nunca terminarse porque los peligros que en el
futuro se puedan presentar al ejercicio de la libertad resultan impredecibles. De una generación
se ha ido pasando a otra y la última siempre intentaba complementar las anteriores. Como ya
hemos dicho, la Declaración Universal contempla sólo las dos generaciones de derecho, pero hay
una tercera e incluso están quienes hablan de una cuarta.

El hombre y la sociedad avanza y en ese avance se van produciendo nuevas necesidades nuevas
demandas que afectan a los derechos y libertades de las personas. El problema está en dilucidar

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si esas necesidades se tratan de verdaderos derechos o no. La admisión apresurada y acrítica
como derechos humanos de cuantas demandas se reivindiquen bajo el nombre de derechos
humanos traería bastantes problemas, pero negar a esas nuevas demandas toda posibilidad de ser
derechos humanos, supondría desconocer el carácter histórico de estos. Se abre así un importante
reto para la legislación, la jurisprudencia y la sociedad en general dirigido a clarificar, depurar y
elaborar esas reivindicaciones cívicas para establecer cuáles de ellas incorporan nuevos derechos
y libertades dignos de tutela jurídica y cuales son meras pretensiones arbitrarias (Pérez Luño,
2006:34).

Es por eso necesario crear o generar una cultura de reconocimiento de los nuevos derechos y el
compromiso de las organizaciones de la sociedad civil de presionar a la instituciones
internacionales y a los gobiernos para que provean un ordenamiento jurídico que haga efectiva,
llegado el caso, la implantación de esos nuevos derechos.

Pero esos nuevos derechos no son sólo derechos individuales del hombre sino también de los
pueblos. En los últimos años se ha comenzado a tomar conciencia de la importancia que tiene en
los países del tercer mundo el concepto de supervivencia y participación de los beneficios del
desarrollo. Esta conciencia ha generado el concepto de derecho al desarrollo económico como
derecho a participar en ese proyecto y derecho a obtener una parte equitativa de sus beneficios.
Desde esta otra perspectiva se puede hablar de una cuarta generación, como respuesta al nuevo
marco caracterizado por las nuevas necesidades y vínculos sociales surgidos en relación en el
desarrollo científico de las nuevas tecnologías y de la sociedad de la información, siendo la
libertad de expresión en el ciberespacio uno de los derechos, el desarrollo sostenible y los
derechos derivados de los avances del desarrollo científico-técnico en el ámbito genético y en el
entorno ambiental. (Touriñan 2008:201)

Independientemente de que las generaciones de derechos humanos, una iba desembocando en la


otra, es importante destacar que no supone un proceso meramente cronológico y lineal ni la
sustitución de un grupo de derechos por otros. La realidad, tal y como hemos dicho, es que en
este proceso se va produciendo avances y retrocesos y en ocasiones contradicciones, situaciones
todas ellas que responden a una momento y contexto histórico determinado en el que van
apareciendo nuevas necesidades o en ocasiones lo que sucede es que se necesita de una
adaptación de derechos anteriores a situaciones nuevas. Esto nos lleva a concluir diciendo que el
catálogo de los derechos humanos nunca será una obra cerrada, y tal y como decíamos en el
párrafo anterior es importante generar una cultura de reconocimiento de nuevos derechos,
teniendo presente que todas las generaciones de derechos humanos coinciden en afirmar la
dignidad de la persona como fundamento de aquellos derechos que están orientados por unos
valores guía.

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