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Grado en Psicología

Psicología de la Salud

Unidad didáctica 4. Oncología y cuidados paliativos


UD 4. Oncología y cuidados paliativos ................................................................................ 3

1. Desarrollo del contenido ............................................................................................... 4

1.1. El cáncer ............................................................................................................... 4

1.1.1. Cifras del cáncer ............................................................................................... 5

1.1.2. Tratamientos del cáncer..................................................................................... 5

1.1.3. Factores de riesgo del cáncer ............................................................................. 7

1.1.4. Prevención del cáncer ........................................................................................ 9

1.1.5. Intervención psicológica en oncología ................................................................ 11

Intervención psicológica en oncología (II) ................................................................... 12

Intervención psicológica en oncología (III) .................................................................. 15

1.2. Cuidados paliativos............................................................................................... 17

1.2.1. Definición y necesidad de los cuidados paliativos ................................................ 17

1.2.2. La importancia de la comunicación .................................................................... 18

La importancia de la comunicación (II) ....................................................................... 18

La importancia de la comunicación (III) ...................................................................... 20

La importancia de la comunicación (IV) ....................................................................... 21

La importancia de la comunicación (V) ........................................................................ 21

La importancia de la comunicación (VI) ....................................................................... 22

1.2.3. El control de síntomas: manejo del dolor ........................................................... 23

1.2.4. El proceso de duelo ......................................................................................... 25

El proceso de duelo (II) ............................................................................................ 27

2. Resumen .................................................................................................................. 28

3. Mapa conceptual ....................................................................................................... 29

4. Recursos bibliográficos ............................................................................................... 30

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UD 4. Oncología y cuidados paliativos

En esta unidad nos vamos a centrar en el cáncer y los cuidados paliativos en población adulta.
Empezaremos por describir qué es el cáncer, cuáles son sus factores de riesgo y cómo se puede
prevenir desde la psicología de la salud.

Posteriormente, veremos cómo se puede intervenir para ayudar a las personas con cáncer a vivir
del mejor modo posible. Para ello, nos basaremos en el modelo de sufrimiento de Bayés, Arranz,
Barbero y Barreto (1996), en función del cual la intervención para disminuir el sufrimiento debería
tener un doble objetivo: 1) reducir las amenazas que la persona percibe y 2) potenciar sus
recursos para hacer frente a dichas amenazas.

En la segunda parte de esta unidad, introduciremos los cuidados paliativos, para centrarnos,
posteriormente, en tres aspectos esenciales: la comunicación desde el marco del counselling; la
evaluación y el manejo del dolor, y, finalmente, el proceso de duelo.

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1. Desarrollo del contenido

1.1. El cáncer

Aunque se habla de cáncer en singular, dentro de ese diagnóstico común se agrupan más de
doscientos tipos de enfermedades que presentan diferencias importantes en cuanto a su etiología,
sintomatología, tratamiento y pronóstico. En mujeres, el cáncer más diagnosticado es el de
mama, que supuso el 29 % de todos los nuevos diagnósticos de cáncer en mujeres en 2012, y
en varones, el de próstata, que supuso casi un 22 %.

A pesar de las diferencias entre los múltiples tipos de cáncer existentes, los procesos
cancerígenos tienen en común los siguientes elementos:

• Proliferación anormal de células. Cuando los tejidos normales crecen o se renuevan,


se produce una división celular controlada en virtud de la cual se van sustituyendo unas
células por otras. En el cáncer, este sistema de división celular se altera y se inicia una
división incontrolada que da lugar al crecimiento geométrico de una masa tumoral o
neoplasia. Esta neoplasia puede ser benigna o maligna; es maligna cuando crece a ritmo
rápido, invade tejidos aledaños y produce metástasis.
• Tendencia a invadir los tejidos vecinos. Esto ocurre porque las células cancerígenas, a
diferencia de las normales, no permanecen unidas entre sí, dado que su membrana carece
de puntos de adherencia.
• Capacidad de metastatizarse, es decir, de diseminarse por otras partes del organismo.
Las células cancerosas desprendidas de la masa tumoral pueden propagarse a través de
los sistemas circulatorio y linfático a otros puntos del organismo. El lugar donde quedan
ancladas puede dar lugar a otro cáncer y, a su vez, a otra metástasis.

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1.1.1. Cifras del cáncer

A, B, C…

Es importante que sepáis diferenciar entre los siguientes dos términos:

• Incidencia: medida del número de casos nuevos de una enfermedad en un periodo


determinado.
• Prevalencia: proporción de individuos de una población con determinado trastorno
en un momento dado.

Como se mencionó en la Unidad didáctica 3, el cáncer es, hoy en día, la segunda causa de
muerte en nuestra sociedad; es la enfermedad responsable de casi el 28 % de las muertes que
se produjeron en España en el año 2014. Teniendo en cuenta las estimaciones poblacionales de
las Naciones Unidas, se calcula que en 2020, en España, el cáncer se cobrará la vida de
117 859 personas (73 424 varones y 44 435 mujeres).

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Puedes obtener más datos sobre la prevalencia del cáncer en el informe sobre datos del
cáncer publicado en 2012 por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica, en 2012 se diagnosticaron un total de


215 534 nuevos casos de cáncer y se estimó que, en 2020, el número de nuevos casos se
incrementará a 246 713. Tomando cifras mundiales, según la OMS, en 2012 se diagnosticaron
cerca de 14 millones de casos nuevos, pero se espera que esta cifra aumente a 22 millones en
las próximas dos décadas.

1.1.2. Tratamientos del cáncer

El tratamiento médico oncológico ha experimentado un desarrollo muy notable que ha


permitido ampliar la expectativa de vida y la supervivencia de muchos pacientes con cáncer. Los
tratamientos más frecuentes son los siguientes:

Cirugía

El objetivo es extirpar la formación neoplásica. Está indicado cuando el cáncer es muy localizado
y no muy extenso. Tiene el riesgo de que se puede desprender alguna célula cancerígena e
infiltrarse en el torrente sanguíneo, pudiendo producir metástasis. Suele acompañarse de
radioterapia o quimioterapia.

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Radioterapia

Consiste en la aplicación de radiaciones sobre el tejido tumoral. El principal inconveniente es


que también puede afectar a tejidos vecinos sanos.

Quimioterapia

Consiste en el uso de sustancias químicas llamadas citostáticos que actúan contra la mitosis
celular, deteniendo la producción de células cancerígenas. El principal problema, nuevamente,
es que estas sustancias también afectan a las células normales, sobre todo a las de la piel y la
sangre, produciendo, en consecuencia, algunos de los efectos secundarios característicos
de este tratamiento, como la anemia o la caída del cabello.

Trasplantes de médula ósea (TMO)

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Entre las muchas campañas de donación de médula ósea, la más efectiva es la que llevó a
cabo Pablo Ráez, joven malagueño diagnosticado de leucemia a los 18 años. Con el hashtag
#retounmillon, Pablo consiguió un enorme aumento en el número de donantes de médula
en España y de hasta un 1000 % en Málaga. Desafortunadamente, falleció en 2017.

Este tratamiento se utiliza, principalmente (aunque no de forma exclusiva), en el ámbito de la


hematooncología para tratar enfermedades como la leucemia, el mieloma o el linfoma. Es un
procedimiento mediante el cual se destruye la médula ósea dañada de un paciente y se la
reemplaza por precursores hematopoyéticos nuevos y sanos. Puede ser autólogo (también
conocido como autotrasplante), cuando se usan los precursores hematopoyéticos sanos del
mismo paciente que va a recibir el trasplante, o alogénico, cuando se utilizan precursores
hematopoyéticos tomados de un donante distinto al receptor. Este último puede ser de donante
emparentado o no emparentado (Remor, 2003).

En contra de lo que pueda pensarse, el TMO no es una operación, sino que se realiza a través
de una sonda llamada catéter venoso central, un proceso similar a recibir una transfusión de
sangre. Su principal complicación asociada es la enfermedad de injerto contra huésped (EICH).

Terapia hormonal

Las hormonas favorecen el crecimiento de algunos tipos de cáncer como el de próstata o el de


mama. La administración de esta terapia consigue interferir con la actividad de las hormonas
involucradas.

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1.1.3. Factores de riesgo del cáncer

Según datos de la OMS, aproximadamente un 30 % de las muertes por cáncer son debidas a
cinco factores de riesgo conductuales y dietéticos: índice de masa corporal elevado, ingesta
reducida de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y consumo de alcohol.
El consumo de tabaco es el factor de riesgo más importante y es la causa de más del 20 % de
las muertes mundiales por cáncer en general y alrededor del 70 % de las muertes mundiales por
cáncer de pulmón.

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Tal y como muestra este artículo, muchos de los casos de cáncer se podrían evitar por medio
de conductas saludables.

No es de extrañar, por tanto, que la prevalencia de cáncer haya aumentado de un modo


permanente a lo largo de este siglo, ya que estos factores de riesgo se encuentran presentes con
mucha frecuencia en la vida del ser humano moderno.

El reconocimiento de que el comportamiento del ser humano desempeña un papel fundamental


en la etiología, el desarrollo y el pronóstico del cáncer, así como la utilidad de algunas terapias
psicológicas para mejorar la calidad y la cantidad de vida de los pacientes, es lo que ha dado
lugar a una nueva disciplina denominada psicooncología.

Es necesario destacar que, en el caso del cáncer, los factores de riesgo no actúan de un modo
aislado, sino que lo hacen sinérgicamente para provocar la enfermedad, como ocurre, por
ejemplo, con el humo del tabaco y la contaminación atmosférica, que contribuyen conjuntamente
al cáncer de pulmón.

Además de los cinco mencionados, algunos factores relacionados con el cáncer son los siguientes:

Conductas sexuales

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Esta página web del Instituto Nacional del Cáncer proporciona información más detallada
sobre la relación entre el virus del papiloma humano y el riesgo de padecer distintos tipos
de cáncer.

El cáncer de útero tiene su origen, en muchos casos, en una infección de tipo vírico, el
papilomavirus o virus del papiloma humano (VPH). El VPH se puede contagiar por
contacto sexual directo, de la piel y de las membranas mucosas de personas infectadas a la

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piel y a las de sus parejas sexuales. En los Estados Unidos, ocurren cerca de 14 millones de
casos nuevos cada año.

Rayos UVA

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La fundación canadiense David Cornfield contra el melanoma realizó una conmovedora e


impactante campaña para favorecer la prevención del melanoma entre la población joven.
Te animo a que veas el vídeo.

Antes de la moda del bronceado, que comenzó hace algo más de cincuenta años, el cáncer de
piel se daba principalmente entre personas que pasaban muchas horas expuestas al sol, como
agricultores y pescadores. En estos últimos cincuenta años, el cáncer de piel se ha
incrementado un 500 %. La costumbre de tomar el sol en exceso es responsable cada año
de 400 000 nuevos casos de cáncer en Estados Unidos. En España, el mayor número de casos
se registra en población femenina en las islas Canarias. Uno de los cánceres de piel más
peligrosos y frecuentes es el melanoma maligno.

Variables de personalidad

En la actualidad, se reconoce que existe un patrón de personalidad que predispone a padecer


cáncer denominado Tipo C. Las personas con este patrón de personalidad se han definido como
apaciguadoras, no asertivas, extremadamente pacientes y cooperativas, buscadoras de
armonía, evitadoras de conflictos y dóciles (Amigo, 2012). En concreto, se ha puesto especial
énfasis en la supresión o negación de reacciones emocionales fuertes y en la imposibilidad
de hacer frente al estrés de forma adecuada. Aunque algunos estudios han encontrado que la
inhibición de las emociones se relaciona con el cáncer (Shaffer, Graves, Swank y Pearson,
1987), otros estudios no han encontrado relación significativa (Bleiker, Hendriks, Otten,
Verbeek, Van der Ploeg, 2008). Este es, pues, un tema sujeto a debate.

Estrés

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Esta página web del Instituto Nacional del Cáncer indaga en la relación entre estrés y
cáncer.

La relación entre estrés y cáncer ha sido ampliamente estudiada. Parece que el estrés no es el
causante de los procesos tumorales, pero podría incrementar su velocidad de desarrollo. Se ha

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encontrado que el estrés incontrolable y agudo propicia el crecimiento tumoral; no obstante,
cuando la persona tiene medios conductuales para controlarlo, no se produce este crecimiento
(Pérez Álvarez, 1990).

1.1.4. Prevención del cáncer

Llegados a este punto, es preciso distinguir entre prevención primaria y secundaria, aunque
profundizaremos en estos términos en la Unidad didáctica 6 sobre el desarrollo de programas en
psicología de salud.

Prevención primaria

Se refiere a las medidas tomadas para prevenir la aparición de la enfermedad en personas


sanas; es decir, la incidencia.

Prevención secundaria

Se refiere a los esfuerzos que se realizan para detener el progreso de la enfermedad una vez
que esta se ha iniciado, aunque sea asintomática.

Prevención terciaria

Incluye los procedimientos de tratamiento y rehabilitación de aquellas enfermedades que ya


han mostrado sintomatología.

Muchas de las acciones de prevención primaria que son útiles para reducir la incidencia del
cáncer se derivan de los factores de riesgo previamente mencionados. Es decir, tratan de
reducir la aparición de nuevos casos a partir de la promoción de una dieta saludable y de
educación sexual, de la eliminación del consumo de tabaco y la reducción del consumo de alcohol,
y de la exposición prolongada al sol sin protección solar.

A nivel de prevención secundaria, las intervenciones van encaminadas a la detección


temprana del cáncer. Estas acciones están dirigidas a población que, por sus características
(edad, sexo, etc.), son especialmente vulnerables a desarrollar ciertos tipos de cáncer. Algunas
de las más conocidas son las siguientes:

Detección precoz del cáncer de mama

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Las campañas para concienciar sobre la detección precoz del cáncer de mama son muy
frecuentes. Una campaña de la Asociación Española Contra el Cáncer fue la que rezaba
«¿No dices que harías cualquier cosa por él? Hazte una mamografía».

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Campañas para la detección precoz del cáncer de mama en mujeres en edad de riesgo,
dado que la expectativa de curación es casi del 100 % si se detecta a tiempo. Estas campañas
promueven la realización de mamografías de control cada uno o dos años en mujeres de
entre 50 y 65 años. Además, algunas campañas promueven la realización de autoexámenes
mamarios en mujeres de todas las edades, aunque son mucho menos fiables y no se
recomiendan como técnica única de prevención.

Cáncer de próstata y de testículos

Campañas de prevención del cáncer de próstata y de testículos en varones.

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El movimiento movember busca concienciar sobre el cáncer testicular y de próstata. La


palabra surge de combinar moustache (bigote) y November. La idea es destinar el dinero
que uno gastaría en la barbería durante un mes a organizaciones que colaboran con esta
causa. Así, muchos varones en veintiún países (incluida España) lucen bigote en noviembre.

Cáncer colorrectal

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Campaña del año 2015 de prevención secundaria del cáncer colorrectal en población mayor
de 50 años.

Campañas de prevención del cáncer colorrectal en mayores de 50 años.

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1.1.5. Intervención psicológica en oncología

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En este enlace, puedes acceder a un texto completo de Ramón Bayés donde se describe su
modelo de sufrimiento y se proponen métodos para evaluarlo y aliviarlo. Te recordamos que
este artículo es de lectura obligatoria para la realización del estudio de caso evaluable de esta
Unidad didáctica 4.

El diagnóstico de cáncer y su tratamiento desestructuran la vida del paciente y su entorno,


y habitualmente implican un nivel muy alto de sufrimiento. La lucha contra la enfermedad altera
la percepción del presente y el futuro. Bruscamente, estas personas se encuentran sometidas a
importantes cambios amenazadores, entre los que se encuentran los directamente relacionados
con su enfermedad y los efectos secundarios de los tratamientos, la angustia asociada a la
incertidumbre, los tiempos de espera, el cambio en los roles del enfermo, el deterioro físico, el
cambio en la imagen corporal, y los cambios sociales y laborales que muy probablemente se
derivarán de la enfermedad (Remor, 2003).

Modelo de sufrimiento

Antes de mencionar las acciones que pueden ser de utilidad para reducir el sufrimiento y mejorar
la vida de las personas con cáncer, creemos importante ahondar en el mismo concepto de
sufrimiento. ¿Qué es? ¿Cuándo sufrimos y cómo se puede aliviar? Según Bayés, Arranz, Barbero
y Barreto (1996), una persona sufre en los siguientes casos:

• Cuando experimenta o teme que le acontezca un daño físico o psicosocial que valora como
una amenaza importante para su existencia o integridad psíquica u orgánica.
• Cuando, al mismo tiempo, cree que carece de recursos para hacer frente a esta amenaza.

Así pues, la experiencia de sufrimiento no depende únicamente de las amenazas (físicas o


psicosociales) a las que se enfrente el paciente, sino también de los recursos o los factores de
protección que las personas perciben que tienen para hacer frente a dicha amenaza. Ambos
elementos, amenazas y recursos, son necesarios para hablar de sufrimiento (Arranz,
Barbero, Barreto y Bayés, 2009).

Desde este modelo, por amenazadora que sea una situación, si la persona dispone de recursos y
confía en su capacidad para ponerlos en marcha, se reducirá significativamente su sufrimiento.
Por ello, el psicólogo de la salud deberá centrarse no solo en las amenazas, sino también en los
recursos percibidos para afrontarlas (Arranz et al., 2009). Así pues, la principal intervención que
presentamos es doble: por un lado, la disminución de amenazas, en la medida de lo posible, y,
por otro, la potenciación de sus recursos.

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Figura 1. El sufrimiento se produce cuando las amenazas percibidas superan a los recursos.

Intervención psicológica en oncología (II)

Disminución de las amenazas: ayudar a manejar los problemas que se presenten

Se dice que no elegimos lo que nos pasa, pero sí cómo actuamos ante lo que nos pasa. En el caso
del cáncer, la amenaza está presente, es real, pero eso no quiere decir que la persona esté
completamente indefensa ante este diagnóstico (Die Trill, 2003). Esta idea puede llevar a la
indefensión aprendida y a la depresión. El trabajo fundamental del psicólogo que trabaje con
pacientes con cáncer será promover que la persona se adapte a su nueva situación y mantenga
la mejor calidad de vida posible a pesar de las dificultades por las que pueda estar pasando. Para
ello, el psicólogo deberá explorar qué aspectos percibe el paciente como amenazantes. Para
detectarlo, una pregunta de utilidad es la siguiente: «¿Qué es lo que más te preocupa?». Aunque
los motivos de preocupación serán diferentes para cada paciente, algunas de las intervenciones
más frecuentes en oncología van a ser las siguientes:

Favorecer la aceptación

Conocer y aceptar la situación va a posibilitar que la persona ponga todos los medios a su
alcance para afrontarla. Lo contrario (la negación de la realidad) conducirá a expectativas
desajustadas y a altos niveles de frustración evitables. Una conocida frase de Theodore
Roosevelt dice lo siguiente: «Haz lo que puedas, con lo que tengas, estés donde estés». Aceptar
lo que se tiene es un primer paso necesario.

Trabajo de la autoestima y la imagen corporal

Caso práctico:

Ana tiene 19 años y una leucemia aguda linfoblástica. Cuando fue diagnosticada, estaba
empezando la carrera de Medicina y llevaba cinco meses saliendo con un chico. Todo
empezó de forma inesperada. Ana empezó a sentirse muy cansada y tuvo varios mareos.
Tras diversas pruebas médicas, dieron con el diagnóstico. Hace dos meses, recibió un
autotrasplante y perdió el pelo por la quimioterapia; está extremadamente pálida y muy
hinchada debido a la medicación. Mira sus fotos y dice que no se reconoce a sí misma. No
ha cambiado su foto del perfil en las redes sociales. Le da mucha vergüenza que la vean
así y dice que lo último que quiere es dar pena. ¿Cómo ayudarías a Ana?

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Los cambios físicos como consecuencia del cáncer y sus tratamientos pueden tener un
importante impacto en el bienestar psicológico de los pacientes. La caída del cabello como
efecto secundario de la quimioterapia puede alterar la percepción de la imagen personal, y
desvela públicamente el diagnóstico de la persona. Además, en cánceres que se tratan
quirúrgicamente, como los de mama, en los que se realiza mastectomía, los cambios físicos
permanecen después de que la persona haya superado la enfermedad. Por ello, deberá
trabajarse la autoestima ligada a la imagen corporal, el autocuidado y, nuevamente, la
aceptación.

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Acciones como la reconstrucción mamaria o, más recientemente, los tatuajes han resultado
de utilidad para favorecer que las mujeres que han sobrevivido a un cáncer de mama
reconstruyan su identidad, acepten su nueva imagen corporal y, en definitiva, rehagan su
vida tras la enfermedad.

Figura 2. La imagen corporal es un aspecto importante en el tratamiento de pacientes con cáncer.

Promoción del apoyo social

Cuando la enfermedad aparece, con la intención de proteger a sus seres queridos o en ocasiones
como consecuencia de su bajo estado de ánimo, algunas personas tienden a aislarse. El apoyo
social resulta fundamental para afrontar el cáncer. Por ello, deberemos promover que la
persona emplee estrategias para buscarlo a través de sus seres cercanos, de asociaciones de
pacientes, etcétera.

Fomentar la autonomía

Es frecuente que los pacientes con cáncer inhiban sus emociones para no dañar a otros o porque
piensan que no tiene sentido expresarlas (ej.: «Para qué voy a llorar, si me va a dar igual»).
No obstante, es importante que las personas identifiquen y expresen cómo se sienten. A
menudo, el psicólogo tendrá que ayudar a la persona en esta labor. El mero hecho de

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identificarlas, ponerles nombre y expresarlas facilita aceptarlas y vivir con ellas, de modo que
los esfuerzos de la persona no se gasten en reprimirlas.

Viñeta clínica

Fragmento de conversación entre María (psicóloga) y Carlos (paciente oncológico


hospitalizado) en la que la psicóloga ayuda al paciente a identificar emociones y
expresarlas:

• María: Buenos días, Carlos. ¿Cómo te encuentras hoy?


• Carlos: ¿Que cómo estoy? Pues ya ves, aquí sigo… (expresión triste y tono de voz
apagado).
• María: Hoy te noto decaído, ¿me equivoco?
• Carlos: Uff… yo qué sé. Llevo tantos días aquí ingresado…
• María: Imagino que debe ser durísimo pasar tantos días sin salir del hospital.
• Carlos: Lo es… uno no sabe si es de día o de noche ya… todos los días son iguales.
• María: Todos los días iguales…
• Carlos: Sí, y no veo que esto avance para ningún lado. Cuando parece que voy mejor,
sale algo nuevo, y así llevo ya dos meses… dos meses.
• María: Me da la sensación de que estás muy cansado ya de este ingreso, ¿es así?
• Carlos: Estoy cansado y harto, María. Del ingreso, de esta enfermedad y de todo. No
entiendo por qué me ha pasado esto a mí. Es injusto.
• María: Todo lo que estás diciendo me transmite que estás enfadado.
• Carlos: Eso es, estoy muy enfadado, muy harto. Estoy borde, contesto mal, pero es
que no puedo más.
• María: Es normal que sientas rabia y enfado; has pasado por mucho. ¿Qué haces
cuando te sientes tan enfadado?

Ajustar sus creencias a la realidad

A menudo, las personas tienen creencias desajustadas sobre distintos aspectos de la


enfermedad y/o los tratamientos. Por ejemplo, una persona puede pensar «tengo cáncer, eso
significa que me estoy muriendo», aun cuando su cáncer tiene buen pronóstico. Será necesario
evaluar en qué medida las creencias de la persona se ajustan a la realidad objetiva, dado que,
como vimos en el modelo de Bayés et al. (1996), lo que determina el nivel de sufrimiento no
es la amenaza en sí, sino el modo en que la percibimos.

Ayudar a la persona a gestionar la relación con el equipo médico

Tratar la falta de cooperación del paciente o sus familiares con el personal sanitario, así como
la falta de adhesión a los tratamientos y las recomendaciones médicas, será un importante
objetivo. Relacionado con este aspecto, es fundamental que la persona esté debidamente
informada y comprenda la información médica que se le transmita. En la sección de esta
unidad dedicada a la comunicación ahondaremos en este aspecto.

Tratar los problemas psicológicos que puedan presentarse (Die Trill, 2003)

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La incertidumbre, la falta de control y el deterioro físico pueden predisponer a las personas con
cáncer a sufrir ansiedad y depresión. Algunos estudios muestran que alrededor del 20 % de los
pacientes con cáncer tienen trastornos de ansiedad y el 15 %, depresión (Linden, Vodermaier,
MacKenzie y Greig, 2012; Rodríguez Marín, 1995). Es imprescindible que los psicólogos
detecten y traten estos problemas, ya que no solo alteran la vida de las personas que los sufren,
sino que además tienen un impacto en la supervivencia (Pinquart y Duberstein, 2010).

Prestar atención en situaciones de crisis

A lo largo del proceso, será necesario que el psicólogo esté presente apoyando al paciente en
las situaciones críticas que se produzcan, como malas noticias, recaídas, etc. Proporcionaremos
pautas para saber cómo responder ante estas situaciones en la sección de esta unidad destinada
a la comunicación de malas noticias.

Cuidar al cuidador

A menudo, las familias de los enfermos van a sentirse sobrecargadas o desbordadas por la
situación, pudiendo también manifestar importantes síntomas psicológicos como agotamiento,
labilidad emocional, depresión, ansiedad, etc. (Arranz et al., 2009). Es importante destacar que
la labor del psicólogo de la salud no se limita al trabajo con el paciente, sino que su apoyo se
extiende a todo el núcleo cercano al paciente, incluyendo a los niños.

Intervención psicológica en oncología (III)

Potenciación de recursos: resiliencia y crecimiento postraumático

Como hemos mencionado al exponer el modelo de sufrimiento, no solo es importante centrarnos


en la disminución de las amenazas o los problemas, sino que deberemos explorar y potenciar
los recursos que la persona ya posee o puede llegar a desarrollar. Tras el shock producido
por el diagnóstico o como consecuencia de las múltiples dificultades asociadas a la enfermedad,
los recursos de la persona pueden estar temporalmente bloqueados o reducidos. Es
responsabilidad del psicólogo trabajar con la persona para desbloquear y potenciar sus
recursos.

La resiliencia se define como la capacidad de enfrentarse con éxito a situaciones vitales difíciles
(Smith et al., 2008; Rodríguez Rey, Alonso Tapia y Hernansaiz Garrido, 2016). Las personas con
un nivel de resiliencia mayor se van a enfrentar mejor a la enfermedad y a las dificultades
asociadas a esta. Evaluar la resiliencia con herramientas como la Brief Resilience Scale (Smith,
2008) puede resultar de utilidad para predecir cómo va a afrontar la persona la enfermedad.

Además, potenciar la resiliencia en las personas diagnosticadas de cáncer puede ser una
intervención muy acertada. Una de las mejores estrategias para potenciar la resiliencia es el
empleo de estrategias de afrontamiento adecuadas. En concreto, estrategias como tratar de
aprender de lo ocurrido y buscar soluciones a los problemas se han relacionado con mayor
resiliencia, mientras que estrategias como la queja o rumiar los problemas se relacionan con
menor resiliencia (Alonso Tapia et al., 2016).

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El crecimiento postraumático se define como los «cambios positivos que ocurren como
consecuencia de la exposición a eventos potencialmente traumáticos» (Tedeschi y Calhoun,
1996). Se ha observado que, como consecuencia de vivir situaciones difíciles, muchas personas
experimentan un crecimiento importante principalmente en las siguientes áreas (Rodríguez
Rey, Alonso Tapia, Kassam Adams y Garrido Hernansaiz, 2016):

Área personal

Después de situaciones críticas, a menudo, las personas se perciben como más fuertes o con
más recursos de lo que habrían pensado (ej.: «Nunca pensé que podría hacer frente a algo así,
y lo hice; soy más fuerte de lo que pensaba»).

Figura 3. Resiliencia: la resiliencia es la capacidad de adaptarse con éxito a las situaciones difíciles.

Área interpersonal

Tras atravesar situaciones traumáticas, algunas personas experimentan un importante


crecimiento en el ámbito de las relaciones interpersonales (ej.: «Me he dado cuenta de quiénes
son realmente importantes para mí»).

Área transpersonal

Algunas personas indican, tras sufrir eventos traumáticos, que dan más importancia a aspectos
espirituales o trascendentes, ya sean o no de carácter religioso (ej.: «Ahora aprecio realmente
el valor de mi propia vida»).

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1.2. Cuidados paliativos

1.2.1. Definición y necesidad de los cuidados paliativos

Los avances en la medicina han permitido que personas que sufren enfermedades muy graves
puedan sobrevivir y mantener una adecuada calidad de vida. Sin embargo, eso no es posible en
todos los casos. Callahan indica lo siguiente:

Los objetivos de la medicina del siglo XXI tienen que ser dos y ambos de la misma categoría
y la misma importancia; por una parte, permanece el objetivo médico de siempre:
prevenir y tratar de vencer a las enfermedades; pero, por otra, cuando
independientemente de todos nuestros esfuerzos, llegue la muerte, conseguir que los
pacientes mueran en paz ya que, a pesar de los avances tecnológicos, nunca podremos
posponerla indefinidamente (2000).

Según la OMS, los cuidados paliativos tienen como objetivo el siguiente:

El cuidado total y activo de los pacientes cuya enfermedad no responde a un tratamiento


curativo. El control del dolor, de otros síntomas y de problemas psicológicos, sociales y
espirituales adquiere en ellos una importancia primordial. El objetivo de los cuidados
paliativos es conseguir la máxima calidad de vida posible para los pacientes y sus
allegados.

Por su importancia, nos centraremos en la comunicación, el manejo del dolor y el proceso de


duelo.

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Figura 4. Paciente en cuidados paliativos recibiendo apoyo emocional.

1.2.2. La importancia de la comunicación

En palabras de Pilar Arranz, «si la comunicación es dolorosa, la incomunicación lo es mucho más».


Para una práctica clínica eficaz, es imprescindible una buena comunicación. Un instrumento que
ha mostrado ser muy útil para aumentar la satisfacción de los pacientes, mejorar la adhesión
terapéutica e incrementar la capacidad de los profesionales para tratar a sus pacientes es el
counselling (Arranz et al., 2009).

Counselling

Play

Este interesante vídeo, titulado El poder de la empatía, describe en esencia qué es la empatía
y qué no lo es.

«El arte de hacer reflexionar a una persona, empatizando y confrontando, por medio de distintas
estrategias comunicativas, de tal modo que pueda tomar las decisiones que considere adecuadas
para ella y siempre teniendo en cuenta su estado emocional» (Barreto, 1997).

El counselling requiere una serie de actitudes, que fueron formuladas por Carl Rogers:

• La empatía, entendida como disposición o habilidad para comprender a la persona y,


además, transmitírselo.
• La congruencia/veracidad: expresarse en coherencia con lo que se vive y se siente. Ser
auténtico y demostrárselo al paciente.
• La aceptación incondicional: aceptar a la persona tal y como es, sin juicios de valor.

La importancia de la comunicación (II)

Además de las actitudes mencionadas, el counselling requiere el uso de ciertas estrategias


relacionales: habilidades de comunicación, habilidades de autorregulación y habilidades de
solución de problemas.

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a) Habilidades de comunicación asertiva

Que favorezcan un verdadero diálogo con el paciente. La costumbre en nuestra cultura es emplear
expresiones muy paternalistas, que tienden a bloquear la expresión emocional (ej.: «No se
preocupe/llore»). Estas intervenciones solamente sirven para aliviar la ansiedad del profesional
en ese momento, pero no ayudan al paciente a ser autónomo ni respetan su punto de vista. Una
máxima en el counselling es «no huir nunca del sufrimiento del paciente», como hacemos cuando
bloqueamos la expresión emocional. Las habilidades más importantes del counselling son las
siguientes:

Escucha activa

Debemos escuchar al paciente con toda nuestra atención, de modo verbal y no verbal, sin
juzgar y aceptando lo que nos dice.

Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a darme consejos, no has hecho lo que
te he pedido. Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a decirme por qué no
tendría que sentirme así, no respetas mis sentimientos. Cuando te pido que me escuches
y tú sientes el deber de hacer algo para resolver mi problema, no respondes a mis
necesidades. ¡Escúchame! Todo lo que te pido es que me escuches, no que hables ni
que hagas. Solo que me escuches. Aconsejar es fácil. Pero yo no soy un incapaz. Quizás
esté desanimado o en dificultad, pero no soy un inútil. Cuando tú haces por mí lo que
yo mismo podría hacer y no necesito, no haces más que contribuir a mi inseguridad.
Pero cuando aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece, aunque sea
irracional, entonces no tengo que intentar hacértelo entender, sino empezar a descubrir
lo que hay dentro de mí (R. O'Donnell).

Validación

Validar consiste en escuchar lo que nos están diciendo, los sentimientos y las necesidades que
nos están expresando, y empatizar y comprender al otro. Para validar, debemos facilitar y
permitir que la persona hable, ser sensibles a las emociones y legitimarlas, dar control, mostrar
acuerdo parcial cuando estemos en desacuerdo y reconocer las opiniones, los deseos, los
sentimientos del paciente.

Ejemplo de validación:

• Paciente: Yo creo que no tiene sentido que siga luchando. Me quiero morir.
• Psicólogo: Entiendo que tienes razones para pensar eso, has pasado por mucho, y es
normal que estés cansado…

Exploración

Es importante no presuponer, sino preguntar. Para ello, es útil empezar por emplear preguntas
abiertas (ej.: «¿Qué es lo que más le preocupa?»).

Confrontación

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Consiste en explicitar incoherencias entre los objetivos y las acciones de los pacientes,
preguntar al otro sus intenciones últimas. Ayuda a clarificar la posición del interlocutor e invita
a posicionarse en coherencia con sus metas. Para poder confrontar, tenemos antes que haber
escuchado y validado, pues, en palabras de Javier Barbero, «toda confrontación sin acogida
previa es una agresión».

Ejemplos de validación seguida de confrontación:

• María, entiendo que no es fácil para ti llevarte bien con tu madre, pero discutir con ella
¿te ayuda realmente en estos momentos?
• Juan, entiendo que estés harto de tanta medicación y tantas pruebas, pero ¿conoces las
consecuencias de abandonar el tratamiento?
• Elena, entiendo que no quieres que tu madre sufra y que quieres que viva sus últimos
días feliz, pero ¿sabes lo que puede pasar si le ocultamos que tiene cáncer?

b) Habilidades personales de autorregulación

Las habilidades personales de autorregulación o control emocional permiten al profesional


actuar en función de sus valores y no desde la impulsividad, la costumbre o el miedo.

c) Habilidades para la solución de problemas

Estas habilidades son muy útiles para proporcionar ayuda en la toma de decisiones.

La importancia de la comunicación (III)

Comunicación difícil: ¿cómo dar malas noticias?

Una mala noticia es siempre una mala noticia, pero la comunicación establecida con la persona
que la recibe es una variable importante para disminuir el impacto psicológico al recibir la
información. Suele decirse que «una mala noticia bien dada y nada cambia. Una mala noticia mal
dada y todo cambia». Así, a la hora de dar malas noticias, es fundamental no solo cuidar qué se
va a contar, sino cómo se va a hacer.

Normalmente, no seremos los psicólogos quiénes comuniquemos malas noticias, pero muy
frecuentemente tendremos que enseñar a otros profesionales cómo hacerlo o estar presentes en
el momento de la comunicación, apoyando al profesional que lo haga y al paciente. Por ello, es
fundamental que sepamos cómo debe hacerse.

La comunicación de malas noticias podrá tener lugar en distintos momentos de la enfermedad:


el diagnóstico, los empeoramientos, las recaídas y las fases finales. Por su enorme impacto,
vamos a centrarnos en el caso de la comunicación de un diagnóstico de cáncer, que
frecuentemente supone un shock emocional para la persona que lo recibe y sus allegados.

• Médico: Ana, lamento informarle de que hemos encontrado una sombra en el escáner
compatible con un tumor…
• Paciente: ¿Es cáncer, doctor? ¿Es cáncer?
• Médico: Todavía tenemos que hacer una biopsia para estar seguros, pero estos
resultados, junto con los de las analíticas, nos hacen temer que así sea.
• Paciente: (Llorando) No puede ser, no puede ser…

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• Médico: Entiendo que es una noticia muy dura y muy difícil de asimilar. ¿Quiere que
llamemos a alguien?
• Paciente: No… no… no. Mi familia no puede saber esto… doctor… ¿Es grave? ¿Cuánto
me queda?

Como muestra el cuadro de texto anterior, en muchos casos, escuchar la palabra cáncer equivale
para la persona que recibe este diagnóstico a oír la palabra muerte. Esto no siempre es así, ya
que sabemos que muchas personas sobreviven al cáncer gracias a los avances en los tratamientos
médicos; no obstante, si hay un diagnóstico capaz de atemorizar, este es el de cáncer.

La importancia de la comunicación (IV)

A continuación, presentamos un protocolo para la comunicación de malas noticias:

• Procura disponer de un espacio íntimo y de tiempo suficiente. Se dice que «las malas
noticias deben darse sin reloj».
• Preséntate al paciente y a sus familiares clarificando el motivo de la entrevista y no dando
por sentado que otras personas ya han informado parcialmente al paciente de la situación.
Averigüe lo que el paciente ya sabe o sospecha.
• Antes de transmitir la información, utiliza el denominado warning shot. Es un mensaje
breve que anticipa que vamos a transmitir malas noticias y ayuda a la persona a asimilar
el impacto de estas. Por ejemplo: «Manuela, me temo que las noticias no son las que
desearíamos…».
• Trata de utilizar palabras y expresiones claras y sencillas para cerciorarte de que asimilan
la información que se les está transmitiendo.
• Presta atención a las necesidades que surjan, sin presuponerlas. Clarifícalas y escucha
activamente. Procura saber cuánta información desea y su grado de asimilación.
• No proporciones falsas esperanzas ni palabras amables de relleno. Aguanta el silencio en
actitud empática, respetando los tiempos necesarios para asimilar el impacto emocional
de las noticias. No podemos tener soluciones mágicas.
• Ofrece otras fuentes de apoyo, sobre todo dentro de la red familiar y de amigos, que
puedan acompañar en el dolor a la víctima o familiar. No dejes a la persona sola tras
haberle dado la noticia.
• Cuando comuniquemos este tipo de noticias, debemos preguntarnos cómo nos
encontramos, si estamos en condiciones de continuar haciendo la misma función.
Tendremos que poner en marcha mecanismos para estabilizar nuestras emociones.
Cuando damos una mala noticia, adquirimos el deber moral y profesional de ayudar a la persona
a asimilarla. Casi siempre resulta difícil aventurar la reacción de las personas que reciben una
mala noticia. Algunos de los factores que nos pueden ayudar a pronosticar el impacto emocional
de una noticia pueden ser si esta era o no previsible, la personalidad de la persona o la edad
(Figley, 1999).

La importancia de la comunicación (V)

Algunas de las reacciones más frecuentes se resumen en la siguiente tabla:

21
Reacciones frecuentes ante una mala noticia

• Negación mediante preguntas o comentarios tales como «Usted se debe estar


confundiendo, yo me encuentro perfectamente».
• Sorpresa, estupor, aturdimiento, bloqueo, pánico, shock emocional, pudiendo entrar en
una crisis de ansiedad o quedar sumido en silencio y aturdimiento: «¿Por qué Dios ha
permitido esto? ¿Por qué me ocurre a mí esto? ¿Por qué ahora que éramos tan felices?».
• Incredulidad, sentimientos de irrealidad como si formara parte de un sueño, como si se
viera desde fuera, como si fuera una nebulosa: «No puede ser verdad, no me entra en la
cabeza».
• Sentimientos de honda soledad, impotencia, dolor y abandono: «¡Qué desgracia! No me
lo puedo creer, ¿qué voy a hacer ahora? No es justo».
• Sentimientos de culpa: «Si no hubiese fumado tanto… Si hubiese hecho caso a mi
marido…».

En el caso de los pacientes en cuidados paliativos, estos ya tendrán un diagnóstico posiblemente


desde hace tiempo, por lo que lo que es especialmente importante es la comunicación
pronóstica, es decir, cómo está avanzando la enfermedad y qué se espera que ocurra a
continuación.

La importancia de la comunicación (VI)

Intervención en situación de pacto de silencio

Una situación comunicativa especialmente delicada y de difícil manejo es el pacto o


conspiración de silencio. Se define como un acuerdo implícito o explícito de alterar la
información al paciente por parte de familiares, amigos y/o profesionales sanitarios, con el fin de
ocultarle el diagnóstico, el pronóstico y/o la gravedad de la situación. Normalmente, se realiza
con el objetivo de proteger al paciente (ej.: «Nosotros lo conocemos mejor que nadie y sabemos
que no lo podría soportar, se hundiría»).

Esta situación puede traducirse en serios problemas emocionales para el enfermo, como
sentimientos de soledad y falta de comprensión, incomunicación y aislamiento. Las personas se
sienten engañadas, con lo cual dejan de confiar en los profesionales y en los familiares. Esta
situación, además, imposibilita proporcionar al paciente el apoyo emocional que necesita.

En España, el que un paciente no esté informado es bastante frecuente. Arranz et al. (1995)
estudiaron una muestra de 96 pacientes de cáncer avanzado y hallaron que el 22 % conocía el
diagnóstico completo, el 24 % tenía información parcial, pero conociendo que se trataba de un
cáncer, y el 54 % aseguraba que no tenía un diagnóstico distinto de cáncer. Es importante
destacar que el problema no viene cuando el paciente no está informado, sino cuando
quiere estarlo y la familia o el equipo médico le niegan el derecho a esta información.

22
Intervenciones recomendadas en pacto de silencio (adaptado de Arranz et al., 2009):

• Empatizar con los miedos y las preocupaciones de la familia, validando su necesidad de


tener comportamientos de evitación para proteger al paciente: «Me han dicho que usted
prefiere que su marido no sepa nada. Entendemos su situación, pero, si le parece, nos
gustaría sentarnos y poder hablar de ello…».
• Identificar lo que más temen y hacerlo explícito: «¿Qué es lo que más les preocupa?».
• Tranquilizar: «Nuestra intención es encontrar entre todos cómo ayudarlos y favorecer al
enfermo». Evitar confrontaciones directas sin haber validado previamente, como «¿No se
da cuenta de que el enfermo tiene derecho a saber lo que le pasa?».
• Anticipar consecuencias negativas del secretismo y evaluar el coste emocional para el
paciente. Es importante transmitir al familiar que no es que lo esté haciendo mal, sino
que la desinformación puede ser contraproducente y dificultar su proceso de adaptación:
«Si le mentimos, ¿en quién va a sentir que puede confiar?».
• Sopesar el coste emocional del engaño para el familiar, ya que puede resultar agotador.
• Confrontar opiniones, siempre desde la empatía: «Si usted estuviese en su lugar, ¿qué
cree que lo ayudaría más?».
• Proponer un acuerdo: «¿Qué le parece si escuchamos juntos al paciente y valoramos qué
puede ayudarlo más?».
• Identificar recursos: «¿Qué cree que le podría ayudar a llevar esta situación del mejor
modo posible?».

1.2.3. El control de síntomas: manejo del dolor

A pesar de los avances médicos realizados, muchos pacientes, en la actualidad, sufren dolor no
solo en las fases finales de su vida, sino a lo largo de todo el proceso de enfermedad. Por
ello, es imprescindible tenerlo en cuenta en todo momento y no únicamente en las fases finales.

Cuando las personas sufrimos dolor, y especialmente si este es crónico, la manera de


comportarnos puede ser desadaptativa, llevando a un incremento de este. Si la persona evita
realizar cualquier tipo de actividad física, se producirá un debilitamiento de la musculatura, con
el consiguiente incremento de la sensación de dolor. Si se evitan las actividades placenteras (ej.:
«¿Cómo voy a salir con este dolor?»), la persona puede sentirse frustrada, lo que puede conducir
a depresión y ansiedad. Además, si la persona únicamente emplea medicación, se puede producir
una dependencia que conduzca a la necesidad de más dosis para aliviar el dolor.

23
Figura 5. Los psicólogos deben esforzarse por ayudar al paciente a manejar el dolor en todas las fases.

Llegado este momento, es importante preguntarnos lo siguiente: «¿Es lo mismo dolor que
sufrimiento?» La respuesta es que no, aunque uno puede llevar al otro. Las estrategias
que el paciente perciba que tiene para hacer frente al dolor (sus recursos) van a determinar si el
dolor que siente se convierte en sufrimiento (Bayés et al., 1996). Todo ello conduce a que el dolor
sea susceptible de un abordaje psicoterapéutico (Amigo, 2012), pues desde la psicología
podemos ayudar al paciente a que tenga recursos para hacerle frente, disminuyendo su
sufrimiento asociado.

Hoy en día se acepta que el dolor es una experiencia multidimensional que se ve afectada por
los siguientes factores interrelacionados:

• Dimensión sensorial-discriminativa. Hace referencia a la transmisión de la estimulación


nociva, que activa los nociceptores (receptores del dolor) y explica la intensidad del dolor
y su localización.
• Dimensión afectivo-motivacional. Hace referencia a la caracterización que la persona hace
del dolor cuando lo interpreta como desagradable o nocivo.
• Dimensión cognitivo-evaluativa. Se refiere al papel que desempeñan variables como la
atención, las creencias y los pensamientos.

Viaja

Esta página web del Colegio Oficial de Psicólogos ahonda en las maneras en las que, desde
la psicología, se puede ayudar a los pacientes que sufren de dolor crónico.

Con respecto al tratamiento psicológico del dolor, algunas estrategias que han mostrado ser útiles
para su manejo son la distracción, la relajación, el biofeedback, las técnicas cognitivas como la
restructuración cognitiva, que nos permiten enfrentarnos a nuestros pensamientos y sentimientos
de forma más eficaz, o la activación conductual, entre otras.

Para poder ayudar al paciente a manejar el dolor, es importante evaluarlo, lo que puede
realizarse mediante distintos procedimientos complementarios:

Evaluación del dolor (adaptado de Amigo, 2017):

24
1. Entrevistas: será normalmente el primer paso e irá encaminada a realizar un análisis
funcional del dolor del paciente. Deberá incluir, al menos, los siguientes elementos:
• Intensidad, frecuencia y duración del dolor, y momentos en los que se produce.
• Tipo y frecuencia de las manifestaciones de dolor del paciente.
• Contextos en los que ocurren las manifestaciones de dolor.
• Condiciones (físicas, emocionales…) que influyen en la probabilidad de aparición de la
conducta de dolor.
• Actividades que la persona (o sus allegados) abandona cuando siente dolor o que la
persona (o sus allegados) realizaría si no sintiese dolor.
• Conductas alternativas del paciente o sus allegados ante el dolor.
2. Cuestionarios. Existen múltiples instrumentos para evaluar el dolor y el sufrimiento.
Elegir uno u otro dependerá de nuestros objetivos. En esta sección, queremos destacar la
herramienta de detección de malestar emocional (Limonero et al., 2012). Incluye cinco
preguntas para evaluar el malestar general, las preocupaciones en distintas áreas (ej.: la
enfermedad), el esfuerzo percibido de hacer frente a la situación y los signos externos de
malestar. Ha mostrado su utilidad para explorar el malestar emocional de los pacientes
con enfermedades oncológicas avanzadas y ha sido adaptada al ámbito de la enfermedad
renal crónica avanzada por García Llana, Rodríguez Rey y el grupo SEDEN (2015).
3. Autorregistros. Se puede diseñar un autorregistro que incluya los aspectos que se
quieran conocer sobre el dolor del paciente y pedirle que lo complete durante un periodo
de tiempo.

1.2.4. El proceso de duelo

La muerte de un ser querido es uno de los acontecimientos vitales más estresantes a los que se
enfrenta el ser humano. El duelo es la reacción psicológica ante la pérdida y es una respuesta
normal ante un suceso doloroso. Muy frecuentemente, evoluciona hacia la superación y el
crecimiento personal, pero en algunos casos no será así. Cuando el duelo no se produzca
normalmente, se producirá un duelo complicado o patológico. Lo que diferencia el duelo
normal del patológico es la intensidad de los síntomas, la duración de la reacción y la aparición
de síntomas que no tienen la mayoría de las personas (ej.: ideas delirantes) (Worden, 1998).

Viaja

Este documento de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) ahonda en la


descripción, las manifestaciones y el tratamiento del duelo complicado.

Según el psicólogo J. William Worden (1997), elaborar un duelo de forma adaptativa implica
llevar a cabo cuatro tareas, que se suelen realizar de manera natural en el orden descrito a
continuación, aunque pueden darse de manera no secuencial. Lo importante es que se trabajen
y culminen todas ellas. La siguiente tabla resume estas cuatro fases:

25
Figura 6. Mujer en proceso de duelo.

Aceptar la realidad de la pérdida

Cuando alguien fallece, es frecuente que se produzca una respuesta inicial de incredulidad: «No
puede ser». La primera tarea del duelo consiste en aceptar que la persona ha fallecido y no va
a volver; es decir, deshacer la negación que inicialmente se suele producir. Debido a esta
negación, es posible que la persona en duelo se sienta como anestesiada emocionalmente, de
modo que no experimente el dolor en toda su magnitud. En estos casos, el dolor vendrá
después. Para llevar a cabo esta tarea, ayuda recordar a la persona fallecida, hablar de ella, de
su vida y de su muerte.

Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida

A veces, cuando aparecen emociones como la rabia o la tristeza, las personas intentan evitarlas
para no sufrir o para no dañar a los otros: «Si yo me derrumbo, ¿quién va a ayudar a mis
hijos?». Sin embargo, no expresar este dolor puede aumentar el sufrimiento. Esta tarea implica
experimentar, identificar y expresar el impacto emocional producido por la pérdida. El apoyo
emocional en estos momentos nos puede ayudar a poner nombre a estas emociones, llegando
a expresar aquello que sentimos y que todavía no hemos logrado verbalizar (ej.: «Me duele no
haberme podido despedir de ella»).

Adaptarse a una vida en la que el fallecido ya no está

Cuando alguien pierde a un ser querido, este dejará un vacío. La persona fallecida ocupaba
ciertos roles (por ejemplo, se ocupaba de cocinar o era en compañía de quien la persona
realizaba todo su ocio). Tras la muerte, el doliente tiene que reconstruir su vida, lo que puede
implicar tomar nuevas responsabilidades, desarrollar nuevas habilidades y asumir nuevos roles.
Esta tarea implica adaptarse a nuestra nueva vida cotidiana.

Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo

Para continuar su vida, a pesar de la pérdida, las personas buscan un lugar simbólico en el que
reubicar emocional y cognitivamente a la persona fallecida. El vínculo no termina con la muerte,
pero tiene que modificarse. Algunas personas llevan flores al cementerio, otras tienen una foto

26
a la que hablan, otras piensan que está dentro de ellas, de manera que simbólicamente la
persona sigue manteniendo el vínculo.

En algunos casos, tras el fallecimiento de un paciente, los profesionales sanitarios y especialmente


el/la psicólogo/a deberán asumir la función de acompañar a los familiares en su proceso de
duelo. Algunas acciones, como la realización de cartas de despedida o cartas de condolencia,
sirven para facilitar la realización de las tareas del duelo descritas.

El proceso de duelo (II)

Viaja

Dos artículos de Javier Barbero et al. (2014) describen el protocolo para la elaboración de
cartas de condolencia y su efectividad para ayudar a los familiares de las personas fallecidas
en los servicios de nefrología y oncohematología.

Asimismo, será importante que los psicólogos que trabajen con personas que se encuentren en
las fases finales de su vida dediquen esfuerzos a la prevención del duelo complicado. Algunas
pautas para prevenir que el duelo se complique son las siguientes (Gil Juliá, Bellver y Ballester,
2008):

• Facilitar que los familiares expresen sentimientos.


• Promover la conservación de otros roles distintos al de cuidador.
• Promover un papel activo en la atención y el control de síntomas.
• Reforzar la sensación de utilidad; ayudar a repartir tareas entre los miembros de la familia
para que todos se sientan partícipes y útiles.
• Favorecer la ruptura de la negación desadaptativa del familiar, de la incomunicación
emocional y del pacto de silencio.
• Explorar miedos y prever la organización de aspectos prácticos si el familiar pudiera
encontrarse solo en el momento del fallecimiento.
• Permitir que el paciente pueda elegir con quién morir (en los casos en los que sea posible).
• Animar a resolver asuntos prácticos y/o emocionales pendientes.
• Normalizar los sentimientos y los pensamientos que puedan derivar en culpabilidad
posterior (por ejemplo, llegar a desear que el enfermo muera o experimentar alivio cuando
fallece son sentimientos normales cuando la muerte no se puede impedir y los cuidados
se han prolongado durante meses).
• Facilitar rituales que ayuden a los familiares a despedirse de la persona querida.

27
2. Resumen

En esta unidad, hemos visto algunos de los temas que pueden resultar emocionalmente más
difíciles para un/a psicólogo/a: el cáncer, los cuidados paliativos y el duelo.

Hemos empezado por introducir qué es el cáncer, viendo que es la segunda causa de muerte en
nuestra sociedad en la actualidad, para pasar a describir sus tratamientos. Posteriormente, nos
hemos centrado en conocer sus factores de riesgo, lo que nos ha dado pistas para saber cómo
prevenirlo. Esta prevención, como hemos visto, será primaria, cuando trate de reducir la aparición
de nuevos casos de cáncer (por ejemplo, reduciendo el consumo de tabaco, el sedentarismo o la
exposición solar prolongada y sin protección), o secundaria, cuando trate de detectar de forma
precoz los casos de cáncer ya existentes (por ejemplo, mediante la realización de mamografías
en población de riesgo).

Posteriormente, hemos introducido el modelo de sufrimiento de Bayés, Arranz, Barbero y Barreto


(1996), en función del cual la intervención para disminuir el sufrimiento debería tener un doble
objetivo: 1) reducir las amenazas que la persona percibe y 2) potenciar sus recursos para hacer
frente a dichas amenazas. Este modelo guiará la intervención psicológica que llevar a cabo en
este contexto.

Figura 7. Importancia del apoyo familiar en pacientes con enfermedades graves.

En la segunda parte de esta unidad, hemos introducido y definido los cuidados paliativos, que,
según la OMS, tienen como objetivo el cuidado total y activo de los pacientes cuya enfermedad
no responde a un tratamiento curativo. Dentro de esta sección, nos hemos centrado en tres
aspectos fundamentales: la comunicación desde el marco del counselling, la evaluación y el
manejo del dolor, y, finalmente, el proceso de duelo. Con respecto al duelo, hemos visto que no
es de por sí un proceso patológico y que su curso normal suele incluir las cuatro etapas que fueron
descritas por Worden (1997). No obstante, en algunos casos, el proceso de duelo se puede
patologizar o complicar. En este sentido, el psicólogo que trabaje con pacientes al final de la vida
y con sus familiares tiene un importante papel en la prevención del duelo complicado en
familiares, y su trabajo, en algunas ocasiones, se extenderá más allá de la vida del paciente,
acompañando y apoyando a los familiares en su proceso de duelo.

28
3. Mapa conceptual

29
4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

Amigo Vázquez, I. (2012). Manual de psicología de la salud. Madrid: Pirámide.

Arranz, P., Barbero, J., Barreto, P. y Bayés, R. (2009). Intervención emocional en cuidados
paliativos. Modelos y protocolos (4.ª ed.). Barcelona: Ariel Ciencias Médicas.

Bayés, R., Arranz, P., Barbero, J. y Barreto, P. (1996). Propuesta de un modelo integral para
una intervención terapéutica paliativa. Medicina Paliativa, 3, 114-121.

Remor, E., Arranz Carrillo, P. y Ulla, S. (2003). El psicólogo en el ámbito hospitalario. Bilbao:
Desclée de Brouwer.

Bibliografía complementaria

Alonso Tapia, J., Rodríguez Rey, R., Garrido Hernansaiz, H., Ruiz, M. y Nieto, C. (2016). Coping
assessment from the perspective of the person-situation interaction: development and
validation of the situated coping questionnaire for adults. Psicothema, 28(4), 479-486.

Barbero, J., Alameda Angulo, A., Díaz Sayas, L., Jiménez Ávalos, M. C. y García Llana, H.
(2014). Las cartas de condolencia: marco conceptual y protocolo. Medicina Paliativa, 21(4),
160-172.

Barbero, J., García Llana, H., Rodríguez Rey, R., Prado, M., Marongiu, V., Canales, M. A. y
Selgas, R. (2014). Evaluación del impacto de cartas de condolencia en familiares en duelo.
Medicina Paliativa, 21(3), 98-104.

Costa, M., López Méndez, E. y Dawson Books España. (2003). Consejo psicológico: una alianza
estratégica para el apoyo, la potenciación y el cambio. Madrid: Síntesis.

Die Trill, M. (2003). Psicooncología. Madrid: Aula de Estudios Sanitarios.

Gil Juliá, B., Bellver, A. y Ballester, R. (2008). Duelo: evaluación, diagnóstico y tratamiento.
Psicooncología, 5(1), 103-116.

Limonero, J. T., Mateo, D., Maté Méndez, J., González Barboteo, J., Bayés, R., Bernaus, M.…,
Viel, S. (2012). Evaluación de las propiedades psicométricas del cuestionario de detección de
malestar emocional (DME) en pacientes oncológicos. Gaceta Sanitaria, 26(2), 145-152.

Linden, W., Vodermaier, A., MacKenzie, R. y Greig, D. (2012). Anxiety and depression after
cancer diagnosis: prevalence rates by cancer type, gender, and age. Journal of Affective
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Pinquart, M. y Duberstein, P. R. (2010). Depression and cancer mortality: a meta-analysis.


Psychological Medicine, 40(11), 1797-1810.

Rodríguez Rey, R., Alonso Tapia, J., Kassam Adams, N. y Garrido Hernansaiz, H. (2016). The
factor structure of the posttraumatic growth inventory in parents of critically ill children.
Psicothema, 28(4), 495-503.

30
Otros recursos

Organización Mundial de la Salud (OMS). (s. f.). Cáncer. Datos y cifras. Recuperado de
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs297/es/

Secpal.com. (s. f.). Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). Recuperado de


http://www.secpal.com/

Seom.org. (s. f.). Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Recuperado de


http://www.seom.org/

Universidad Complutense de Madrid (UCM). (s. f.). Revista de Psicooncología, 15(2). Madrid:
UCM. Recuperado de https://revistas.ucm.es/index.php/PSIC

Universidad Complutense de Madrid (UCM). (s. f.). Revista de Psicooncología. Madrid: UCM.
Recuperado de http://pendientedemigracion.ucm.es/info/apsom/revistapsicooncologia/

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