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NOCIÓN DE RETROACCIÓN ( 2 TIEMPOS )

La teoría traumática constituye la primera consideración que Freud hace a la hora


de situar la etiología de las neurosis en general y, en particular, en el caso de la
histeria. Forma parte de una época definida por algunos autores como época pre-
psicoanalítica.

Freud_Museum,_Louise_Bourgeois,_THE_DANGEROUS_OBSESSION,_2003

La etiología traumática requiere dos requisitos: el primero, que el afecto


patológico concernido sea de índole sexual; el segundo que suceda en un período
anterior a la madurez sexual.

Son dos los tiempos necesarios para la producción de un efecto traumático. El


primero, el momento en el que ocurrió la escena traumática; el segundo, el tiempo
en el que el recuerdo de dicha escena puede provocar un displacer nuevo, es decir
el momento en el trauma se produce a título de recuerdo, de representación.

Es en este caso de reavivamiento de la escena por medio del recuerdo, provocando


un displacer, que se produce el efecto patológico, es decir, se produce el enfermar
psíquico y sus manifestaciones.

Para Freud son las representaciones sexuales las que tienen el poder de desprender
un displacer nuevo siendo recuerdos. De este modo, en la infancia tenemos una
escena de seducción que el sujeto padece, activa o pasivamente, a manos del adulto,
y es tras el paso por la pubertad que la rememoración podrá tener como
consecuencia un efecto patógeno. La pubertad, en el intervalo de los dos tiempos
posibilita para el sujeto otra comprensión de lo sucedido.

Esta peculiar temporalidad es lo que Freud denomina nachträglich, a posteriori,


retroacción. El nachträglich entonces es de hecho una interpretación que supone
un efecto de significación sexual.

Podría decirse que esta teoría del trauma supone en Freud una modalidad en la
que las palabras y los cuerpos se relacionan, una modalidad regulada por el
síntoma. Es lo que viene a ilustrar el síntoma de conversión en la histeria, “un
estado psíquico se expresa mediante uno corporal” (“Sobre el mecanismo psíquico
de los fenómenos histéricos”, 1893): el ejemplo de la joven que en su presentación
en sociedad tiene la idea de “no entrar con el pie derecho” y a partir de ahí
desarrolla un dolor en el pie.
¿De qué se trata entonces en el mecanismo de la histeria?. Como Freud nos lo
indica en el texto acerca de los neuropsicosis de defensa, de 1984, se trata de la
posibilidad para el sujeto de debilitar la intensidad afectiva de una representación
que provoca displacer. En la histeria dicha intensidad pasa a las inervaciones
corporales, se debilita por medio de un “trasponer a lo corporal”. Vemos entonces
cómo la conversión da cuenta del modo en que las palabras y el cuerpo se regulan
en la histeria.

Podríamos preguntarnos por tanto cuál es la idea en juego del cuerpo, en esta
concepción traumática. En el texto mencionado “Sobre el mecanismo psíquico…”,
Freud explica que la transposición es posible gracias a los puentes que ofrece el uso
lingüístico. El síntoma conversivo tiene el estatuto de un símbolo lingüístico.
Supone ya una idea del cuerpo, el cuerpo esta organizado por los símbolos
lingüísticos, es lo que les permite funcionar como puentes.

Junto a esta concepción etiológica del trauma Freud pone el acento en el problema
de “la elección de la neurosis”. Frente al displacer provocado por la actualización
del recuerdo el sujeto pone en juego un determinado síntoma defensivo a partir del
cual surgirá la histeria, la neurosis obsesiva, y la psicosis.

Esta elección es siempre una elección forzada, en principio por el displacer


encontrado. Por otras cosas también. Freud trata de situar diversos factores que
den cuenta de la elección. En un principio lo atribuye a la posición del sujeto según
el par pasividad-actividad, es decir, según que en la escena de seducción entre a
formar parte de un modo u otro. Posteriormente abandona esta línea, y sitúa a
dicho par como modalidades en la satisfacción pulsional.

Junto a esto Freud considera también la importancia del momento temporal en el


que sucede la escena de seducción, otras veces el momento en el que sucede la
acción defensiva contra su reavivamiento en el recuerdo. Esta perspectiva dará
lugar posteriormente a la concepción de la sexualidad infantil como elemento
estructural.

Posteriormente, a partir de 1899 Freud abandona esta línea e introduce en el


problema de la elección de la neurosis la consideración de lo que denomina
predisposiciones. Es decir, los puntos de fijación en los que la sexualidad infantil
puede verse detenida y servir como punto de regresión ante las dificultades de la
vida. Como señala S. Cottet se trata en esta idea de la predisposición de las
condiciones subjetivas que anudan la pulsión a cierto goce y lo fijan. Esta idea de
la predisposición como factor determinante tiene algunas implicaciones. Una de
ellas y para retomar la pregunta sobre el cuerpo, creo que supone una nueva
consideración del mismo, pone el acento no solo en el cuerpo ordenado por medio
del símbolo lingüístico, sino también en el cuerpo a título de elemento libidinal.

Junto a esto cae la idea de la etiología traumática. El lugar del trauma como factor
desencadenante pasa a ser ocupado por el papel de las fantasías. En “Mis tesis
sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis” ,1906) Freud
sustituye al trauma por el infantilismo de la sexualidad. En este marco del
infantilismo sitúa a las fantasías, derivadas a partir de lo visto y oído por el niño, y
unidas a la práctica y al placer onanista del niño. Para Freud estas fantasías, en
concreto la fantasía de seducción es una defensa frente al recuerdo de la propia
práctica sexual. Me parece importante esta idea pues Freud si bien desplaza el
trauma, a favor de la fantasía, sigue usando el mismo esquema de razonamiento, es
decir, el nachträglich, lo que nosotros podemos entender como las condiciones
subjetivas del establecimiento de la significación. El sujeto del inconsciente y la
satisfacción van a poder anudarse de ese modo, no olvidemos que para Freud las
fantasías son el “representante psíquico reprimido de la pulsión”.

De todos modos Freud no abandona definitivamente su consideración del trauma,


en los años 20 lo retoma en “Más allá del principio del placer” para abordar, ya no
la sexualidad, sino la pulsión de muerte.

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