Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
AUTORES:
9 Inglese, Guillermina
2023
Te has preguntado ¿Cuántas veces al día higienizas tu mente? Al igual que tu baño diario, la mente
requiere de espacios en donde hagas una pausa para asearla. Imagina unos dientes sin lavar por
más de una semana, ahora multiplica ese escenario por años. Hay personas que sólo se ocupan de
mantener su salud física pero no se ocupan de sanear su mente jamás, siendo éste órgano la base
con la cual trabajan y se relacionan todos los días. La calidad de vida que tienes, el éxito en tu
trabajo y las relaciones interpersonales que estableces dependen en gran medida de tu higiene
mental.
Si a esta falta de higiene mental se le suma factores tan importantes como una enfermedad y la
etapa de la adolescencia donde de por sí ya es un periodo difícil de afrontar por los grandes
cambios y duelos que esta conlleva podemos encontrar adolescentes con respuestas patológicas
por el impacto emocional que carga esta enfermedad y el dolor de la misma.
¿Qué es la psicohigiene?
La psicohigiene se refiere ampliamente al buen mantenimiento de la mente, es la preservación de
la salud intelectual y afectiva, así como la prevención de enfermedades emocionales, de
perturbaciones del estado de ánimo y el estado afectivo.
Diariamente las personas asumen posturas ante la vida, y toman miles de decisiones a lo largo del
día, y si no están obteniendo los resultados óptimos seguramente sus capacidades de
afrontamiento están siendo interferidas por una deficiente o nula higiene mental.
Es importante distinguir la diferencia entre higiene mental (psicohigiene) y salud mental. Higiene
mental se refiere a las actividades y técnicas que estimulan y conservan la salud mental y se
aprende en terapia o a través de la lectura. Es una forma de evitar la enfermedad mental, de
preservar la salud psíquica. Clifford Whittingham Beers en 1909, define a la higiene mental como
el conjunto de hábitos que permiten a una persona gozar de salud mental y estar en armonía con
su entorno sociocultural.
Así como la salud física se protege con medidas sanitarias y del ambiente, se necesitan actividades
y técnicas para proteger la salud mental y psíquica. Los seres humanos viven rodeados todo el
tiempo de personas y situaciones que de una u otra manera nos generan enojo, angustia, tristeza,
cólera, incertidumbre, frustración, resentimiento, culpa o cualquier otra emoción que modifica
nuestro estado de ánimo y repercute en nuestro equilibrio mental.
La psicohigiene es una forma de vida que puede ser aprendida y que nos ayuda a hacer frente de
forma asertiva al gran número de eventos que vivimos y que nos dañan emocional y socialmente.
Una mala salud emocional puede debilitar el sistema inmunitario del cuerpo. Esto hace que la
persona sea más propensa a tener resfriados y otras infecciones en los momentos
emocionalmente difíciles. Además, cuando se siente estresado, ansioso o molesto, no puede
cuidar de su salud tan bien como debería.
El dolor constituye una experiencia prácticamente universal con muchos matices. Duele el dedo
cuando uno se corta con un cuchillo como duele el alma ante el rechazo de un ser querido. La
palabra es la misma, pero… ¿el concepto es el mismo?, ¿su fisiología y procesamiento?, ¿tiene
sentido, fisiológicamente hablando, esta superposición de significados? En castellano el término
dolor se define con una doble acepción: «sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por
causa interior o exterior» y «sentimiento de pena y congoja». A menudo, cuando se describen
experiencias de rechazo o pérdida social se hace con palabras de dolor físico, como «sentimientos
heridos» o «corazones rotos».
El dolor y las emociones ante una enfermedad pueden representarse como trastornos del sueño,
disminución del apetito, limitaciones de la actividad física, alteraciones de su vida social, entre
otros.
En la psicología del dolor, la tolerancia al dolor, también llamada umbral del dolor, es un factor
importante. Es subjetiva y depende de cada persona y afecta a nuestra percepción y reacción al
dolor provocando reacciones afectivas desagradables y en ocasiones incontrolables. La experiencia
de dolor en una persona se le atribuye a dos factores subjetivos simultáneos:
“¿Qué ocurre si otros niños se ríen de mí debido a que la quimioterapia hace que se me caiga el
cabello?”
Estas preguntas pueden demandar respuestas bien pensadas y bien documentadas. Los temores
de los jóvenes con respecto a los asuntos médicos se pueden basar en información errónea.
Otra fuente frecuente de ansiedad son las pruebas y procedimientos médicos próximos. Un niño
de catorce años programado para someterse a una imagen por resonancia magnética (IRM) está
completamente convencido de que la exploración le va a doler.
Algunos padres le ocultan deliberadamente todos los detalles de la enfermedad al joven paciente,
operando bajo el concepto erróneo de que están protegiendo a su hijo de las noticias
posiblemente devastadoras. Los adolescentes seriamente enfermos de manera instintiva tienen
conocimiento sobre su enfermedad. Irónicamente, con frecuencia se abstienen de discutir esto
con sus padres por la misma razón: proteger a sus desconsolados padres.
Entonces, podemos concluir que la higiene mental es de gran importancia para una vida sana en
todos sus aspectos, tanto físicamente como socialmente, en las relaciones con nuestros pares, en
el trabajo, en nuestro estado de ánimo. Y como todo, se puede aprender para poder sobrellevar
todo lo anteriormente nombrado. Es imprescindible relacionarse con personas psico higiénicas,
vivir el ahora y aprender a desconectarse del mañana y hablar. La psicohigiene la vemos como una
actitud positiva, una actitud de ayuda a nosotros mismos ya que nos permite cuidarnos, prevenir
de daños o heridas y poder llegar a repararlas. A esto, le sumamos si la persona está atravesando
por una enfermedad, esto le puede llegar a afectar mentalmente además de físicamente y tener
repercusiones que afecten su día a día en todos los aspectos. En adolescentes puede derivar que la
persona tenga miedos y se haga preguntas, sus padres ocultando datos y el niño a sus padres,
problemas con la alimentación, no expresar sus sentimientos y pensamientos, entre otras cosas
que pueden terminar en depresión o ansiedad. Como futuros profesionales de la salud vamos a
encontrarnos día a día con personas vulnerables tanto psicológica como físicamente, viéndose
afectada su salud mental por la incertidumbre, prejuicios y sobre todo la ansiedad de atravesar
una enfermedad. Esto nos va a permitir poder acompañar en el proceso y brindarle seguridad al
paciente.