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LICENCIATURA EN INSTRUMENTACIÓN QUIRÚRGICA

PSICOLOGÍA SOCIAL E INSTITUCIONAL

TRABAJO PRÁCTICO N°: 1

PSICO-HIGIENE E IMPACTO EMOCIONAL FRENTE A LA


ENFERMEDAD Y EL DOLOR

AUTORES:

1 Balmaceda, Martina 10 Martinez, Valentina

2 Benavidez, Jael 11 Moral, Melani

3 Chavez, Carla 12 Ochoa, Florencia

4 Fernandez, Micaela Martina 13 Servant, Pilar

5 Fernandez Fuentes, Micaela 14 Soto, Camila

6 Fiori, Brisa 15 Storniolo, Agostina

7 Gisbert, Evelin 16 Vega, Lujan

8 Guerrero, Agostina 17 Vidal, Candela

9 Inglese, Guillermina

2023
Te has preguntado ¿Cuántas veces al día higienizas tu mente? Al igual que tu baño diario, la mente
requiere de espacios en donde hagas una pausa para asearla. Imagina unos dientes sin lavar por
más de una semana, ahora multiplica ese escenario por años. Hay personas que sólo se ocupan de
mantener su salud física pero no se ocupan de sanear su mente jamás, siendo éste órgano la base
con la cual trabajan y se relacionan todos los días. La calidad de vida que tienes, el éxito en tu
trabajo y las relaciones interpersonales que estableces dependen en gran medida de tu higiene
mental.

Si a esta falta de higiene mental se le suma factores tan importantes como una enfermedad y la
etapa de la adolescencia donde de por sí ya es un periodo difícil de afrontar por los grandes
cambios y duelos que esta conlleva podemos encontrar adolescentes con respuestas patológicas
por el impacto emocional que carga esta enfermedad y el dolor de la misma.

¿Qué es la psicohigiene?
La psicohigiene se refiere ampliamente al buen mantenimiento de la mente, es la preservación de
la salud intelectual y afectiva, así como la prevención de enfermedades emocionales, de
perturbaciones del estado de ánimo y el estado afectivo.

Diariamente las personas asumen posturas ante la vida, y toman miles de decisiones a lo largo del
día, y si no están obteniendo los resultados óptimos seguramente sus capacidades de
afrontamiento están siendo interferidas por una deficiente o nula higiene mental.

Es importante distinguir la diferencia entre higiene mental (psicohigiene) y salud mental. Higiene
mental se refiere a las actividades y técnicas que estimulan y conservan la salud mental y se
aprende en terapia o a través de la lectura. Es una forma de evitar la enfermedad mental, de
preservar la salud psíquica. Clifford Whittingham Beers en 1909, define a la higiene mental como
el conjunto de hábitos que permiten a una persona gozar de salud mental y estar en armonía con
su entorno sociocultural.

Así como la salud física se protege con medidas sanitarias y del ambiente, se necesitan actividades
y técnicas para proteger la salud mental y psíquica. Los seres humanos viven rodeados todo el
tiempo de personas y situaciones que de una u otra manera nos generan enojo, angustia, tristeza,
cólera, incertidumbre, frustración, resentimiento, culpa o cualquier otra emoción que modifica
nuestro estado de ánimo y repercute en nuestro equilibrio mental.

La psicohigiene es una forma de vida que puede ser aprendida y que nos ayuda a hacer frente de
forma asertiva al gran número de eventos que vivimos y que nos dañan emocional y socialmente.

Se puede perder con facilidad la salud psicológica si no te ocupas de higienizarla. Debemos


aumentar la flexibilidad y la resistencia mental para que podamos canalizar mejor nuestras ideas y
emociones.
● Vivir el presente: permite que fluya el pasado, ya no se puede influir en lo que ya pasó,
pero se puede evitar destruir el presente. Se debe aprender a hacer de cada momento,
algo especial.
● Hablar de los problemas: expresar lo que verdaderamente se siente a la persona indicada.
No se trata de estar al pendiente de los problemas de los demás.
● Evitar postergar las cosas: Actuando decididamente al ejecutar acciones una vez que se
tomó una decisión sobre un problema.
● Aprender a desconectarse antes de dormir. Los problemas emocionales y del trabajo
deben guardarse durante la noche en otro espacio que no sea la propia mente.
● Mantener una vida social activa y sana: en actividades que distraigan, rodeado de
personas lo más psicohigiénicas posibles.

Impacto emocional frente a la enfermedad y el dolor.


Por impacto emocional entendemos el conjunto de emociones o pensamientos negativos que se
pueden tener cuando se convive con una enfermedad crónica y que pueden afectar a su salud
mental.

Una mala salud emocional puede debilitar el sistema inmunitario del cuerpo. Esto hace que la
persona sea más propensa a tener resfriados y otras infecciones en los momentos
emocionalmente difíciles. Además, cuando se siente estresado, ansioso o molesto, no puede
cuidar de su salud tan bien como debería.

El dolor constituye una experiencia prácticamente universal con muchos matices. Duele el dedo
cuando uno se corta con un cuchillo como duele el alma ante el rechazo de un ser querido. La
palabra es la misma, pero… ¿el concepto es el mismo?, ¿su fisiología y procesamiento?, ¿tiene
sentido, fisiológicamente hablando, esta superposición de significados? En castellano el término
dolor se define con una doble acepción: «sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por
causa interior o exterior» y «sentimiento de pena y congoja». A menudo, cuando se describen
experiencias de rechazo o pérdida social se hace con palabras de dolor físico, como «sentimientos
heridos» o «corazones rotos».

El dolor y las emociones ante una enfermedad pueden representarse como trastornos del sueño,
disminución del apetito, limitaciones de la actividad física, alteraciones de su vida social, entre
otros.

En la psicología del dolor, la tolerancia al dolor, también llamada umbral del dolor, es un factor
importante. Es subjetiva y depende de cada persona y afecta a nuestra percepción y reacción al
dolor provocando reacciones afectivas desagradables y en ocasiones incontrolables. La experiencia
de dolor en una persona se le atribuye a dos factores subjetivos simultáneos:

● La capacidad del individuo para percibir una alteración.


● Su capacidad para soportarla.
La ansiedad y depresión pueden ser las principales reacciones emocionales frente a una
enfermedad.

El dolor social se define como una experiencia emocional desagradable desencadenada al


percibirse el individuo como excluido o rechazado por parte de personas o grupos con los que
desea relacionarse, lo que produce los mismos sentimientos de sufrimiento que el dolor físico. Se
procesa en las mismas áreas cerebrales que el dolor físico en su dimensión afectiva. Puede
revivirse mentalmente, aunque la situación conflictiva interpersonal haya terminado hace tiempo.
Ambos tipos de dolor son fuentes de estrés. La confluencia en el sujeto de ambos complica y suma
más presión a la que ejercen ambos estresores por separado. Esto debe ser tenido en cuenta a la
hora de abordar a pacientes con dolor crónico. Incluye experiencias de aislamiento, soledad,
ostracismo, pérdida, duelo, rechazo, feedback social negativo y conflicto interpersonal.

Respuestas psicológicas y patológicas en adolescentes.


Inmediatamente después de un diagnóstico, es esperable que un adolescente tenga innumerables
preguntas:

“¿Afectará esto la forma cómo me veo?”

“¿Tendré que perder muchos días de escuela?”

“¡No me digas que no podré participar en el equipo de futbol este año!”

“¿Qué ocurre si otros niños se ríen de mí debido a que la quimioterapia hace que se me caiga el
cabello?”

Estas preguntas pueden demandar respuestas bien pensadas y bien documentadas. Los temores
de los jóvenes con respecto a los asuntos médicos se pueden basar en información errónea.

Otra fuente frecuente de ansiedad son las pruebas y procedimientos médicos próximos. Un niño
de catorce años programado para someterse a una imagen por resonancia magnética (IRM) está
completamente convencido de que la exploración le va a doler.

Algunos padres le ocultan deliberadamente todos los detalles de la enfermedad al joven paciente,
operando bajo el concepto erróneo de que están protegiendo a su hijo de las noticias
posiblemente devastadoras. Los adolescentes seriamente enfermos de manera instintiva tienen
conocimiento sobre su enfermedad. Irónicamente, con frecuencia se abstienen de discutir esto
con sus padres por la misma razón: proteger a sus desconsolados padres.

La enfermedad en el adolescente interfiere su evolución normal (biológica, psicológica y social) y


supone:

● UN ATAQUE A SU IMÁGEN CORPORAL Y A SU AUTOESTIMA: implica asumir las limitaciones


del cuerpo, lo que produce una desvalorización personal y disminución de la imagen que
se les da a los demás. Muchos adolescentes suelen vivir su cuerpo como invulnerable,
imaginando que no les va a pasar nada malo.
● LA NECESIDAD DE DEPENDENCIA DE LOS DEMÁS: cuando está luchando por lo contrario,
autosuficiencia y la individualidad. La disposición de sus padres a seguir cuidándolos suele
ser vivida como invasiva y agobiante, generando varios motivos de discusión. Considera
esta dependencia como un paso hacia atrás en su desarrollo.
● UN AUMENTO DE LA SENSACIÓN DE AISLAMIENTO Y SOLEDAD: debido a que los padres
pueden haber perdido ya la función de apoyo y protección que tenían en la infancia.
● LA PÉRDIDA DE LOS SENTIMIENTOS DE OMNIPOTENCIA E INVULNERABILIDAD: les puede
permitir una visión más realista de sí mismos, pero también les puede afectar
emocionalmente. Aparece el miedo a las consecuencias de la enfermedad y a la muerte.
● TENER QUE AFRONTAR LOS SENTIMIENTOS DE PUDOR Y VERGÜENZA: asociados al cuerpo,
teme los reconocimientos médicos porque es angustioso exponer su cuerpo desnudo a la
mirada de los demás. El adolescente tiende a consultar poco por iniciativa propia. Les
cuesta mucho comunicar a los demás lo que les ocurre en su cuerpo. Por otro lado, si
dicen que les duele algo, temen perder su autonomía y su libertad. Tiene una idea más
elaborada de la enfermedad como proceso, con lo cual necesita continuamente ser
informado de los cambios en el proceso patológico. Puede asimilar limitaciones que la
enfermedad le provoque y es consciente de la importancia de describir con detalles el
problema que le haya surgido. Su comportamiento se caracteriza por la ambivalencia:
puede reaccionar como un adulto o como un niño. Es habitual que sufra frecuentes
cambios de humor y estado de ánimo. No está acostumbrado a cuidar de su salud (lo
hacían sus padres) y no valora aspectos como la importancia de una alimentación
adecuada, de la higiene, de los hábitos sanos, etc.

Las reacciones más comunes son:

● Problemas de alimentación: rechazo o hiperfagia (ingestión de cantidades excesivas de


alimentos).
● Alteraciones del sueño: insomnio, pesadillas o fobias a la oscuridad.
● Enuresis o encopresis diurna o nocturna.
● Regresión a niveles de comportamiento más primitivos y pérdida de los niveles adquiridos
previamente o del aprendizaje o conducta social.
● Movimientos espasmódicos involuntarios de la cara o los párpados, tics.
● Depresión, inquietud y ansiedad: terror a los hospitales, personal médico, agujas,
procedimientos diagnósticos como los Rayos X y a la ingestión de fármacos.
● Miedo a la muerte.
● Mutismo: desde una regresión autista a grados de incomunicación o retraimiento en el
contacto con la gente.
● Obsesión hipocondríaca (enfermiza) o verdaderas alucinaciones sobre funciones
corporales.
● Síntomas histéricos, como pérdida de la voz después de una amigdalectomía.
La depresión en adolescentes no es una debilidad o algo que se pueda superar con fuerza de
voluntad, puede tener consecuencias graves y requiere tratamientos a largo plazo. Para la mayoría
de los adolescentes, los síntomas de depresión se calman con tratamientos como medicamentos y
terapia psicológica.

Los signos y síntomas de depresión en los adolescentes incluyen un cambio en la actitud y el


comportamiento previos del adolescente que pueden provocar angustia y dificultades importantes
en la escuela o el hogar, en actividades sociales o en otros aspectos de la vida.

Entonces, podemos concluir que la higiene mental es de gran importancia para una vida sana en
todos sus aspectos, tanto físicamente como socialmente, en las relaciones con nuestros pares, en
el trabajo, en nuestro estado de ánimo. Y como todo, se puede aprender para poder sobrellevar
todo lo anteriormente nombrado. Es imprescindible relacionarse con personas psico higiénicas,
vivir el ahora y aprender a desconectarse del mañana y hablar. La psicohigiene la vemos como una
actitud positiva, una actitud de ayuda a nosotros mismos ya que nos permite cuidarnos, prevenir
de daños o heridas y poder llegar a repararlas. A esto, le sumamos si la persona está atravesando
por una enfermedad, esto le puede llegar a afectar mentalmente además de físicamente y tener
repercusiones que afecten su día a día en todos los aspectos. En adolescentes puede derivar que la
persona tenga miedos y se haga preguntas, sus padres ocultando datos y el niño a sus padres,
problemas con la alimentación, no expresar sus sentimientos y pensamientos, entre otras cosas
que pueden terminar en depresión o ansiedad. Como futuros profesionales de la salud vamos a
encontrarnos día a día con personas vulnerables tanto psicológica como físicamente, viéndose
afectada su salud mental por la incertidumbre, prejuicios y sobre todo la ansiedad de atravesar
una enfermedad. Esto nos va a permitir poder acompañar en el proceso y brindarle seguridad al
paciente.

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