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al bicentenario
Jerónimo Pimentel
En la publicidad previa a este CADE número 56 se podía leer como mensaje de este
año impulsar a los empresarios a ejercer un mayor liderazgo, promoviendo la integridad,
la competitividad, la sostenibilidad y las bases para hacer del Perú un país desarrollado. En
agenda del CADE 2018 se proponían como temas centrales cómo enfrentar la
corrupción y empresarios por la integridad.
Dos declaraciones han tenido una gran repercusión en el país a través de los medios de
comunicación que cubren el CADE y de las redes sociales. La primera de ellas es la
declaración de Roque Benavides en su calidad de presidente de la CONFIEP y quien
manifestó que hay una campaña de destrucción contra el sector privado.
Había una expectativa de autocrítica que se esperaba de la clase empresarial peruana
después del lamentable accionar de algunos de sus representantes en hechos de corrupción
pero muy por el contrario, a la luz de las declaraciones del presidente de la CONFIEP se
observa una victimización de su parte. En ningún momento reconocen alguna
responsabilidad. Barata como operador de Odebrecht vino a corromper al empresariado
peruano y hay que aislarlo manifiestan, mostrándose como simples víctimas con todo este
accionar.
Los negocios son un juego donde el fin justifica los medios pareciera ser el mensaje final y
mientras no se transparente nada las apariencias se mantienen. En otras palabras, podemos
entender entre líneas que se debe perdonar el pecado de la corrupción, la misma que
siempre ha convivido con nosotros. Parecen olvidar que para que exista una autoridad
pública corrupta se necesita un agente privado que esté dispuesto a corromperlo por un
beneficio económico.
Rosa María Palacios se refiere a las desalentadoras noticias que llegan del CADE donde
los empresarios sostienen que no tienen responsabilidad en la corrupción y son
víctimas de un desprestigio inmerecido. Ella sentencia que es la peor lectura de su
propia realidad. No han aprendido nada. Considero que no le falta razón.
La segunda declaración desafortunada en este CADE 2018 ha sido la de Julio Velarde quien
es el presidente del Banco Central de Reserva y que se encarga de dirigir la política macro
económica del país. Para él la corrupción no afecta la economía pero es importante
combatirla, minimizando con esa declaración la gravedad de la misma frente a las
decisiones de los inversionistas y en general al impacto negativo que genera.
Frente a este panorama el futuro próximo no es muy alentador, porque un empresariado que
no asume su responsabilidad en esta crisis y líderes de la economía que minimizan el efecto
de la corrupción no asegura acciones inmediatas para revertir la actual situación con miras
al bicentenario del país.
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