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Lección 12 para el 20 de junio de 2020

¿Te has sentido alguna vez incapaz de comprender algún pasaje de


las Escrituras? ¿Tal vez algún versículo difícil escrito por el apóstol
Pablo (2ª de Pedro 3:15-16)?

Los pasajes difíciles pueden llevar a interpretaciones erróneas. De ahí la


importancia de enfrentarnos a ellos con una actitud adecuada. ¿Con qué
actitud debemos abordar pasajes difíciles?

Lógica.

Honestidad.

Humildad.

Perseverancia.

Oración.
“Encárgales delante de Dios que dejen de discutir por
cuestiones de palabras. […] Enseña debidamente el
mensaje de la verdad” (2ª de Timoteo 2:14-15 DHHe)

La palabra de Dios es infalible. ¿Qué hacer cuando encontramos errores o


contradicciones? Muchos de estos errores o aparentes contradicciones tienen una
respuesta lógica.

Una buena parte de las contradicciones de las que se


acusa a la Biblia se encuentran en relatos paralelos.

La lógica nos dice que dos personas, incluso si


ambas son testigos presenciales de un hecho, no
presentarán nunca un relato idéntico. A cada uno
le llamaron la atención detalles distintos. Por ello,
habrá diferencias entre las dos narraciones.
TEXTO ORIGINAL
COMENTARIO MARGINAL
Tres son los que dan
testimonio
el Espíritu, el agua y la
sangre, y estos tres
concuerdan
“Todos los errores no ocasionarán dificultad a un alma ni harán que ningún pie
tropiece, a menos que se trate de alguien que elaboraría dificultades de la más
sencilla verdad revelada” (EGW, Mensajes selectos, tomo 1, pg. 18).
“Encárgales delante de Dios que dejen de
discutir por cuestiones de palabras. […]
Enseña debidamente el mensaje de la
verdad” (2ª de Timoteo 2:14-15 DHHe)

ERRORES DE TRADUCCIÓN
A veces, un error de copista puede llevar a
errores de traducción, como ha ocurrido con el
texto de Apocalipsis 22:14.
Algunos manuscritos griegos usan unas palabras
(HOIPOIOUNTESTASENTOLAS) que se traducen
como “Los que guardan sus mandamientos”
(RV1909), y otros otras
(HOIPLUNONTESTASSTOLAS) que se traducen
como “Los que lavan sus ropas” (NVI).
Debemos consultar pasajes similares para poder
clarificar su correcta interpretación. Recordemos
que estos errores son de origen humano y no
tienen nada que ver con la inspiración divina de
la Biblia.
“Él provee de sana sabiduría a los
rectos; Es escudo a los que caminan
rectamente” (Proverbios 2:7)

En ocasiones, encontramos pasajes que no


podemos comprender, o que no podemos
explicar a aquél que nos pregunta acerca
de ellos.
En estos casos debemos ser honestos y
reconocer nuestra incapacidad para resolver
el problema.
Es un grave error intentar dar una
explicación como cierta, conscientes de que
puede ser errónea. Peor aún es presentar
una interpretación propia con la intención de
engañar o hacer creer a otras personas algo
que sabemos que el texto no dice.
Los cristianos honestos esperarán el
momento en el que Dios les permita tener
una mejor comprensión de estos textos
difíciles.
“Pero él da mayor gracia. Por esto
dice: Dios resiste a los soberbios, y
da gracia a los humildes” (Santiago 4:6)

¿Qué ocurre cuando descubrimos que ciertos


pasajes bíblicos no están de acuerdo con lo
que nosotros creemos que es la verdad?
¿Y si estos pasajes nos dicen que lo que
estamos haciendo es pecado?
Un espíritu orgulloso nos llevará a procurar
tener la razón a toda costa. Buscaremos
cualquier explicación, por retorcida que sea,
para que esos pasajes armonicen con nuestra
“verdad”, o nos eximan de aceptar nuestro
pecado.
Sin embargo, un espíritu humilde nos ayudará
a aceptar la verdad tal como la Biblia nos la
transmite, y a poner nuestra vida de acuerdo
con ello.
Algunos textos requieren de un
esfuerzo especial para comprenderlos.
Necesitan ser comparados con otros
similares; entender el contexto en el
que fueron escritos; buscar la razón
por la cual el autor decidió escribirlos
de esa forma y en ese lugar…

Son textos a los que debemos dedicar tiempo y


estudio perseverante. Incluso puede que
debamos dejarlos “descansar” un tiempo hasta
que Dios nos dé más luz para poder
entenderlos. Después de todo, estamos
sirviendo al “Dios de la paciencia” (Ro. 15:5).
Recuerda que el tiempo que dedicamos a un
asunto es directamente proporcional al interés
que tengamos por él. Por lo tanto, sé
persistente y paciente en tu estudio de la Biblia.
“lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las
que enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual” (1ª de Corintios 2:13)

¿Quién mejor para explicar la Biblia que su propio autor (2P. 1:21)?
Dios inspiró a los escritores bíblicos de
manera que podamos encontrar
explicaciones claras al comparar
diferentes versículos entre sí (Is. 28:10).
No necesitamos buscar en fuentes
filosóficas o científicas para entender la
verdad revelada en la Biblia.
Mejor aún, cuando no entendamos algo
podemos preguntárselo directamente al
autor. Dios nos dejó un medio para
comunicarnos con Él: la oración.
Nunca deberíamos estudiar nuestra
Biblia sin oración, dejándole al Espíritu
Santo que nos guíe a toda verdad
(Juan 16:13).
“Progresaremos en el verdadero
conocimiento espiritual tan sólo en la
medida en que comprendamos nuestra
propia pequeñez y nuestra entera
dependencia de Dios; pero todos los que
acudan a la Biblia con un espíritu
dispuesto a ser enseñado y a orar, para
estudiar sus declaraciones como Palabra
de Dios, recibirán iluminación divina.
Hay muchas cosas aparentemente difíciles
u oscuras, que Dios hará claras y sencillas
para los que traten así de comprenderlas”

E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 5, pg. 659)

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