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Cómo interpretar

la Biblia: Diez
principios
1. La interpretación de la
Biblia es una tarea
espiritual
Ya que la Biblia no es un libro cualquiera, sino
la Palabra de Dios escrita, aunque hay que
usar la mente, la inteligencia, para
interpretarla bien, no se trata de un ejercicio
meramente intelectual, sino también de una
tarea espiritual.
a. Ore.
b. Tenga la mente abierta (sin prejuicios).
c. Ten fe y no dudas.
2. Hay que empezar
buscando el sentido más
natural
Normalmente, ¡la Biblia significa lo que parece significar! No
hay que buscar otro significado distinto del significado más
natural, a no ser que exista alguna razón de peso para
hacerlo. Algunas de las excepciones a esta regla son:

1. Cuando lo que parece significar contradice el resto de SE


2. Cuando lo que parece significar no tiene ningún sentido;
3. Cuando el lenguaje no es literal, sino metafórico (etc.)
3. Cada parte de la Biblia debe ser
interpretada a la luz de toda la Biblia
Aunque los 66 libros que componen las SE fueron escritos por
unas 40 personas diferentes, en lugares diferentes, a lo largo del
milenio y medio entre Moisés y el apóstol Juan, hay un solo
Autor divino de toda las SE. Hay en las SE una coherencia
interna que refleja la coherencia de Dios mismo. En las SE hay
paradojas y aparentes contradicciones, pero no puede haber
contradicciones en el sentido de afirmaciones o enseñanzas
totalmente incompatibles entre sí, porque si las hubiera, serían
contradicciones dentro del ser de Dios. A la hora de interpretar
cualquier parte de las SE, debemos tener en cuenta las SE como
un todo.
4. Hay que interpretar cada texto
dentro de su contexto histórico

Cada libro de las SE fue escrito por un autor humano en particular (o


por más de uno, Salmos y Proverbios), en un lugar, en un momento de
la historia y con un propósito en particular. Por lo tanto, sería
irresponsable pretender interpretar un pasaje bíblico sin tener en
cuenta estos factores. Por eso tenemos que preguntarnos:
1. ¿Quién escribió esto?;
2. ¿Cuándo lo escribió?;
3. ¿Para quién(es) lo escribió?;
4. ¿En qué circunstancias lo escribió?;
5. ¿Con qué intención o propósito lo escribió?;
6. ¿Cómo lo entenderían aquellos primeros oyentes o lectores?
5. Hay que interpretar cada texto
dentro de su contexto literario

Utiliza Google Earth al analizar un texto bíblico en su contexto


literario.
Por ejemplo, si el texto fuese Juan 3:16, empezarías fijándote en el
contexto inmediato: Juan 3:16-21; luego te alejarías un poquito y
mirarías Juan 3:16 como un versículo clave en la sección de Juan
3:1-21; luego te fijarías en el capítulo entero, y después en esa
sección del Evangelio según Juan: Juan 2:12 – Juan 4:54; y así,
sucesivamente.
¿Ves la diferencia entre el contexto histórico y el contexto literario?
Es importante tener en cuenta ambos contextos.
6. Hay que tener en cuenta el
tipo de lenguaje de cada texto
En la Biblia hay diferentes tipos de lenguaje. Por ejemplo, hay lenguaje
narrativo, metafórico, poético, profético y apocalíptico. Y hay todo tipo de
figuras del lenguaje:
1. Símiles (comparaciones explícitas): “¿No es mi palabra como fuego –
declara el Señor– y como martillo que despedaza la roca?” (Jer. 23:29);
2. Metáforas  (comparaciones implícitas): “Lámpara es a mis pies tu
palabra” (Sal. 119:105);
3. Parábolas (metáforas más extensas): El buen samaritano;
4. Alegorías (metáforas más extensas y más complejas): El Sembrador y
las cuatro tierras; etc.
7. Hay que tener en cuenta
las palabras de conexión
Me refiero a esas palabras, muchas veces pequeñas y
(aparentemente) sin mucha importancia, que hacen de puente
entre dos frases, versículos, párrafos, secciones, etc. Con respecto
a las palabras de conexión, existen dos peligros opuestos:
(1) Darles más importancia de la que tienen; y
(2) Pasar por alto la importancia que sí pueden tener. Entre las
muchas palabras de conexión que encontramos en la Biblia
están las siguientes: “porque”, “por lo tanto”, “entonces”, “si”,
“pues”, etc. En no pocas ocasiones estas palabras son parte de
la clave para la correcta interpretación del texto.
8. Hay que interpretar los textos menos
claros a la luz de otros más claros

No toda la Biblia es igualmente clara al intérprete. La Biblia es clara


en sí misma, pero no siempre nos resulta tan clara a nosotros:
(1) Porque nuestras mentes están afectadas por las consecuencias de
la caída; y:
(2) Por la distancia (histórica, geográfica, cultural, etc.) entre el texto y
nosotros. El apóstol Pedro habló de las cosas “difíciles de
entender” en los escritos de Pablo (2 P. 3:15 y 16). Debemos
interpretar los textos más difíciles a la luz de otros más fáciles de
entender, y no al revés. Ejemplo: Mateo 16:18. Textos que arrojan
luz sobre este texto son: 1ª de Corintios 3:11; Efesios 2:20;
Hebreos 6:1-2; 1ª de Pedro 2:4-8.
9. Hay que tener en cuenta la
versión original de cada texto
Las Biblias que usamos son traducciones de las lenguas originales, ¡y a veces son
traducciones de otras traducciones! Hay muchas versiones de la Biblia que son muy fiables,
pero creemos en la inspiración de los documentos originales. Y hay bastantes ocasiones
cuando el original nos puede ayudar a interpretar la Biblia correctamente. Pero hay dos
problemas:
(1) No tenemos acceso a los originales; y:
(2) Hay pocos expertos en las lenguas originales.
Pero, por la parte positiva:
(3) Existen versiones de la Biblia muy fieles a los originales;
(4) Existen tantos manuscritos de la Biblia (¡miles!) que podemos tener mucha confianza en
las (buenas) Biblias que usamos; y:
(5) Existen cada vez más ayudas –comentarios bíblicos, diccionarios bíblicos, Biblias
interlineales, etc.– que nos pueden acercar más al texto original.
10. Hay que tener en
cuenta la dimensión
Hay un solo mensaje principalcristológica
a lo largo de toda la Biblia: ¡Cristo, el evangelio, la
salvación! Y hay que tener en cuenta esta dimensión cristológica a la hora de interpretar
cualquier parte de la Biblia. Hay que evitar dos peligros:
(1) El peligro de no ver a Cristo donde está; y:
(2) El peligro de creer ver a Cristo donde quizás no esté.
¿Cómo podemos evitar estos dos peligros?
(3) Aplicar los demás principios de interpretación;
(4) Ver cómo los escritores del Nuevo Testamento interpretan el Antiguo Testamento;
(5) Evitar la alegorización gratuita, la que no tenga ninguna base sólida;
(6) Buscar paralelos verbales claros entre textos bíblicos y el Señor Jesucristo;
(7) Distinguir entre la intención del autor, el significado para los lectores originales y una
posible dimensión cristológica; etc.
Conclusión

Esto no es más que una breve introducción al tema.


Pero creo que estos principios nos ayudarán a “[usar]
bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).

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