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Muchos tratamos con distintos grupos de clientes. Es muy práctico identificar los
tipos de clientes que tienes y algunas de sus necesidades básicas. Para empezar, te
daré una definición de cliente. Un cliente es toda aquella persona a quien
sirves. Seguramente tengas uno o más grupos de personas a quienes llamas
clientes, huéspedes o algo similar. Pero cuando hacemos nuestro trabajo, también
brindamos servicios a otra gente: a nuestros compañeros, a distribuidores y hasta a
los proveedores de bienes y servicios imprescindibles. Como resultado, pude
contestarles a mis clientes externos con mayor rapidez. Empecemos con un
ejemplo. Ella es María, una empleada de servicio al cliente que trabaja en el centro
de asistencia de una empresa de telecomunicaciones. María tiene tres grupos
importantes de clientes con los que interactúa regularmente. Los clientes externos
son los que hacen uso de los servicios que brinda la compañía de María. Sus
necesidades típicas incluyen la solicitud de un nuevo servicio, las preguntas sobre
facturación y la asistencia técnica. El equipo de asistencia técnica que trabaja
para la compañía es otro cliente. María transfiere las llamadas a ese departamento
cuando ella misma no puede resolver un tema técnico. María debe reunir la mayor
cantidad de detalles para que el cliente no deba repetirle todo a los técnicos. Ella
también sirve a los técnicos de operaciones, que van a las casas a instalar o a
arreglar los servicios. María debe brindarles la información sobre el tipo de
solicitud, la fecha y hora de la cita y otras cuestiones como el nombre de la persona
que recibirá al técnico. Para ser más eficiente, María debe comprender a estos
grupos de clientes diferentes. Quienes hacen uso de los servicios son sus clientes
finales, pero también sabe que debe trabajar bien con los técnicos y los equipos de
operaciones para asegurar el mejor servicio posible.
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Una de las destrezas más importantes en el servicio al cliente es poder forjar una
relación de confianza. Debes lograr una conexión con la otra persona y, en lo
posible, que te conozca y le caigas bien. Ese es el poder del acercamiento: rompe
las barreras que puede haber con el cliente y todos se sienten más cómodos. Servir
a alguien pasa de ser un trabajo a brindarle ayuda a un amigo. Una relación de
confianza con el cliente tiene muchos beneficios. Los clientes confiarán más en ti y
aceptarán tus consejos si se sienten cómodos trabajando contigo. También suelen
ser más fieles si hay una buena relación. Un buen acercamiento también ayuda a
que el cliente perdone más los errores. Si les caes bien, querrán que tengas
éxito. Pero te advierto que, para poder lograr una buena relación, tienes que ser
auténtico. Los clientes se dan cuenta si alguien finge y no se esfuerza por
establecer una conexión genuina. Tómate un momento para enumerar situaciones
en las que puedas establecer una relación con tus clientes. Trabaja con la ficha
«Situaciones de acercamiento». Cada situación es única y particular, y las
oportunidades que tengas puede que sean muy diferentes de las mías.
Veremos a una empleada ayudando a un cliente. ¡Hola, Oscar! ¿En qué puedo
ayudarte? Hola. Busco un regalo para mi sobrino. Será un placer
ayudarte. Cuéntame un poco más sobre lo que buscas. Algo deportivo. Le gustan
los deportes y esas cosas. Tenemos chaquetas y suéteres, ropa de ese
estilo. ¿Quieres mirar? Sería perfecto. ¿Sí? Ven conmigo. Muy bien. ¿Qué técnicas
de acercamiento has visto? Ahora veremos algunas de ellas. La empleada dio el
primer paso y lo saludó afectuosamente para que se sintiera bienvenido. Lo llamó
por su nombre para que la interacción fuera más personal. Fue un buen gesto de la
empleada, que recordaba su nombre de una visita anterior. Te habrás dado cuenta
de que demostró entusiasmo con el lenguaje corporal y la entonación, dándole a
entender así que su deseo de ayudar era sincero. Estas técnicas ayudan mucho en
el servicio en persona. Muchas pueden adaptarse también a las
comunicaciones por teléfono o correo. Por ejemplo, se puede saludar con afecto
en persona, pero también por teléfono o en el primer renglón de un mensaje. Estas
técnicas, sin embargo, son la punta del iceberg. Hay muchas más y te vendrán muy
bien. Primero, menciona tu nombre al cliente, para que te conozca. Según
investigaciones, es más probable que te dé una opinión favorable en las
encuestas si sabe cómo te llamas. Segundo, personaliza tu servicio. Si conoces las
preferencias del cliente, podrás adaptar tus servicios a sus necesidades. Tercero,
atiende solo a un cliente cada vez. El servicio al cliente puede ser estresante si hay
mucho trabajo, pero tú intenta estar presente al ciento por ciento para que no se
sienta ignorado. Demuéstrale interés para que se sienta valorado. Y por último, haz
un seguimiento de tu servicio. Puedes llamarlo, mandarle un correo o
contactarlo de cualquier otra forma para ver si va todo bien o necesita algo más. Te
doy un último consejo para entablar relaciones de confianza: sé tú mismo. No
intentes copiar el estilo de otro. Deja que brille tu personalidad: te ayudará a
establecer conexiones auténticas con tus clientes.
Uno de los aspectos clave para entablar una relación con el cliente es que le caigas
bien. A muchos profesionales les resulta muy fácil con algunos clientes, pero con
otros es más problemático. Sin embargo, lo bueno es que existen técnicas que te
servirán para atraer a muchas personas. Una de las técnicas más eficaces es
comunicarte con mensajes positivos utilizando la entonación y el lenguaje
corporal. Veamos algunos ejemplos, buenos y malos, en los que una empleada
recibe a un cliente, le ofrece ayuda y le da las gracias por su gestión. Analiza las
diferencias entre los ejemplos buenos y los malos. Buen día, ¿cómo está? Buen día,
¿qué tal? ¿Hay algo en que pueda ayudarle? ¿Puedo ayudarle con algo? Me llevo
estas. ¡Genial! Que tenga un buen día. Igualmente. Me llevo estas. Genial. Que
tenga un buen día. Tratemos de identificar algunas de las técnicas que usó la
empleada para lograr esa entonación y el lenguaje corporal. Te volveré a poner las
escenas positivas. Presta atención a la empleada. Buen día. ¿Cómo está? ¿Hay algo
en que pueda ayudarle? Me llevo estas.¡Genial! Que tenga un buen día. Igualmente.
En cuanto al lenguaje corporal, la empleada sonrió, hizo contacto visual y habló
con el cliente con un lenguaje abierto. Si estamos de buen humor, resulta natural
usar lenguaje corporal y una entonación positivos. Pero si estamos de mal humor,
aburridos, distraídos, con hambre o cansados, debemos concentrarnos y
esforzarnos mucho más para usar un tono y un lenguaje corporal positivos. Te
enseñaré otra técnica para aumentar un poco más tu atractivo. Es la regla de la
distancia, y se usa mucho en hoteles y tiendas minoristas. Puedes aplicarla en
cualquier situación cuando atiendas al cliente en persona. Imagínate que estás de
pie en el centro de un círculo de unos tres metros. Cuando un cliente se acerque,
debes saludarlo con una sonrisa o un gesto no verbal. Ahora imagina otro círculo,
pero de un metro y medio. Cuando se acerque un cliente, salúdalo con
palabras: «hola», «buenos días», «buenas tardes». Esta regla te ayudará a recordar
que debes usar una entonación, palabras y un lenguaje corporal positivos, y crearás
un círculo de atracción adonde sea que vayas.
Generarle confianza al cliente por teléfono puede ser difícil. Los clientes no verán tu
sonrisa ni podrás mantener contacto visual o usar otros medios de comunicación
no verbal que los hagan sentir cómodos. Debes saber que el lenguaje corporal es
muy útil, aunque tus clientes no puedan verte, ya que influye en la calidez
y simpatía que transmite el tono de voz. Es difícil parecer amable y cordial al
teléfono si el cuerpo no te acompaña. Cuando hablo por teléfono con
clientes, siempre recuerdo tres consejos. Primero, siéntate recto pero cómodo. No
te recuestes. Así, proyectarás un tono más amable y cordial. Segundo, recuerda
sonreír. Los clientes lo oirán en tu voz. Y por último, posiciona el cuerpo hacia el
teléfono o la pantalla, como si estuvieras hablando con el cliente en persona. Te
ayudará a evitar distracciones y a centrar la atención en la otra persona. Una buena
forma de practicar todo esto al teléfono es usar el contestador o el teléfono
inteligente para grabar algunos saludos. Escucha la grabación y presta atención a
lo que haces bien y lo que querrías mejorar. Sigue practicando hasta que estés
conforme con tu forma de saludar y ponla en práctica en la siguiente llamada. Los
saludos son muy importantes. Establecen el tono de toda la conversación. Un buen
saludo puede darle tranquilidad al cliente y te ayudará a acercarte mucho
más. Cuando perfecciones el arte de saludar, practica la postura y la sonrisa para
proyectar un tono amable y cordial durante la llamada. Recuerda que debes hablar
como si el otro estuviera delante de ti. Así, será más fácil prestarle toda tu atención
al cliente. Ejercita estas destrezas la próxima vez que atiendas a un cliente por
teléfono. También puedes dejar un par de recordatorios por escrito y pegártelos en
la pantalla. Algunos empleados de atención al cliente tienen hasta un espejo para
mirar los gestos que hacen y recordar la actitud positiva. Si usas estas destrezas
para generar un acercamiento con los clientes por teléfono, estarán más contentos
y tu servicio les parecerá más atractivo.
Amplía tu influencia