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PROTECCION INTEGRAL

PROPUESTA POLITICA Y PROGRAMATICA PARA UNA REFORMA


AGRARIA

Una verdadera Reforma Agraria supone una revolución. Una revolución en


conceptos jurídicos tradicionales, en los sistemas administrativos, en las
metodologías de asistencia técnica, en los sistemas de crédito, en los servicios
básicos y en la política económica. Supone esencialmente un cambio en las
estructuras de la tenencia; por ende, en las estructuras socioeconómicas, y en
las de poder; por cuanto una clase marginada de la vida social, económica y
política de los países no puede ser promovida e incorporada al desarrollo
económico, al progreso social y al pleno goce de sus derechos ciudadanos. En
tal sentido, la promulgación de la Ley de Reforma Agraria el 5 de Marzo de
1960 marca una importante etapa en la vida social y económica del país. En la
ejecución de la Reforma Agraria se destacan dos aspectos correspondientes al
Instituto Agrario Nacional a) La regularización del sistema de tenencia en base
a la función social de la tierra, y b) Aliviar la presión demográfica y política
ejercida por aquellos que carecen de tierras propias y son explotadas por los
terratenientes. En este orden de ideas, tenemos que se dan pasos
encaminados a disolver el régimen injusto de tenencia. Para ello se adquieren
fincas privadas que en su mayoría no cumplen con la función social, fincas que
son explotadas indirectamente y otras incultas; también se incorporan al
proceso de reforma agraria grandes extensiones de tierras baldías y de
propiedad de la nación, para ello se expropiaron algunas y se confiscaron
otras. Pero una vez que se cuenta con vastas extensiones de tierras
incorporadas en forma harto insatisfactoria, se otorgan al campesino, (la
mayoría con título precario o con título provisorio), parcelas de superficies
demasiado pequeñas, cuya posibilidad de explotación económicamente
favorable está lejos de la realidad.

Los efectos de la reforma agraria en la producción y la productividad agrícolas


de un país son difíciles de desagregar, y escasas han sido las evaluaciones al
respecto[41]. Es probable que, ante la circunstancia de una eventual
expropiación, algunos medianos y grandes productores hayan optado por
intensificar la productividad de sus explotaciones; y de hecho, en varios países
los primeros años de la reforma coincidieron con mayores tasas de crecimiento
de la producción agrícola[42].

Algunos estudios de casos muestran que las explotaciones de beneficiarios de


las reformas lograron en general mejores resultados de producción y
productividad que los minifundios de agricultores no beneficiarios (FAO, 1992).
En algunos países, con el apoyo de donantes multilaterales, el Estado realizó
importantes inversiones en mejoras de la tierra. Sin embargo, por lo general las
políticas gubernamentales respaldaron mayormente a los productores
exportadores y reflejaron las presiones de la nueva agricultura comercial y su
contribución al crecimiento de la producción agrícola, especialmente la
producción de exportación.

Las características individuales de los beneficiarios de las reformas


constituyeron un fuerte impedimento para la consolidación económico-
productiva. Con frecuencia, los agricultores eran personas de edad avanzada,
analfabetas y escasamente instruidas; su experiencia en la gestión de la
producción, el mercadeo y las técnicas agrícolas era escasa o nula [43]. Por otra
parte, la organización de la población agrícola con el objeto de aumentar la
productividad era escasa o inexistente.

En Venezuela, la nueva ley agraria o Ley de Tierras dio al Estado amplia


potestad sobre las tierras agrícolas, incluyendo la explotación, el sistema
productivo y la productividad. La Ley restringió el alcance y autonomía de las
entregas, facilitó las expropiaciones e incluso la confiscación de la propiedad
privada independientemente de que en las tierras confiscadas la actividad
productiva se ejerciera a pleno ritmo cuando, a juicio de las autoridades, no se
cumplía con la condición de asegurar la autosuficiencia alimentaria. (Invocando
el concepto de autosuficiencia alimentaria se daba así una interpretación
equivocada a la función social de la propiedad al excluirse de la producción
agrícola las actividades agrícolas distintas de la producción de alimentos.) La
Ley eliminó ciertas instituciones de protección del campesino y del indígena,
como la Ley de Tribunales y Procedimientos Agrarios y la Procuraduría Agraria,
y creó nuevas instituciones de administración centralizadas poco definidas.
Como consecuencia de su opacidad y de las insuficiencias reglamentarias, la
Ley resultó poco eficaz y contribuyó a generar una notoria inseguridad jurídica
en materia de tenencia de la tierra

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