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En general, el gran objetivo de toda forma de reforma agraria es siempre la transformación del
agro, esto quiere decir que, cambiar de manera sustancial las condiciones sociales, económicas y
políticas en que se lleva adelante la producción agrícola. Dependiendo de quién lleve a cabo la
reforma en cuestión. Un régimen socialista puede ver en la reforma agraria la oportunidad de
colectivizar (expropiar) las tierras productivas e implantar un modelo agrícola comunista;
mientras que un gobierno democrático capitalista puede considerar la reforma como un chance
importante para modernizar el agro y garantizarse una producción alimenticia más abundante.
Sus objetivos pueden ser los siguientes:
Buscar mayor equidad social, dadas las grandes brechas entre la clase campesina y los
latifundistas (supera fácilmente las 10 mil hectáreas)..
Recuperar a los agricultores, al ser estos sujetos de maltrato por parte de sus
empleadores. Esto puede ser por la exigencia de largas jornadas laborales, bajas
remuneraciones, e incluso la realización de tareas en condiciones que podrían
considerarse de semi esclavitud.
Evitar a futuro revueltas sociales que pudieran causar mayor perjuicio al Estado. Es decir,
ante las demandas sociales, el gobierno se adelanta y previene conflictos que pudieran ser
muy violentos.
Reemplazar un esquema de grandes latifundistas por otro de pequeños y medianos
agricultores.
El hecho que el más importante intento de transformar la estructura agraria peruana no haya
alcanzado el éxito esperado confirma el agotamiento de la posibilidad de generar el
desarrollo rural por las vías del desarrollo capitalista que el gobierno siguió. Los teóricos de
la reforma agraria sustentaron que el desarrollo rural sería casi consecuencia inmediata de
ésta. Se hace, entonces, necesario debatir, a partir del examen de las causas históricas y
estructurales que frustraron la reforma agraria como proyecto de desarrollo e integración, las
experiencias que quedan para la formulación de una nueva alternativa. Las probadas
limitaciones del capitalismo agrario para reemplazar con éxito al régimen terrateniente, la
naturaleza predominantemente campesina de la estructura social agraria peruana y la
conciencia colectiva de despojo que aún se mantiene en las comunidades
campesinas, demandan, de modo ineludible, la reversión del proceso de concentración
monopólica de la tierra, la satisfacción de las apremiantes necesidades de la economía
campesina minifundista y la reivindicación histórica de las tierras depredadas por las
haciendas a las comunidades campesinas.
En lo relativo a esta cuestión, la nueva reestructuración agraria debe tomar en cuenta lo
peculiar del agro peruano, parte del área andina, espacio en el que se desarrolló una alta
cultura muchos de cuyos logros aún son vigentes. Sus aspectos específicos no fueron
reconocidos ni en la concepción ni en la aplicación del programa de reforma agraria, dando
lugar a que fracasaran sus principales postulados, ante una realidad que no se alcanzó a
comprender y menos a transformar cualitativamente, como en el caso de la fallida
cooperativización generalizada y la reestructuración de la comunidad campesina. En el
contexto de la reforma agraria realizada en el país, donde la tendencia básica de la economía
fue la sistemática descapitalización del agro y donde el proceso de colectivización pretendió
ser impulsado vertical y autoritariamente, ésta no constituía ninguna ventaja sensible en
términos económicos y mucho menos políticos. En esta perspectiva, resulta fundamental
tomar necesariamente en consideración el potencial de la tradicional organización
comunal, por cuanto la comunidad campesina por ser secular, persistente y consustancial a
un vasto sector de la población ofrece todas las ventajas para servir de base a la implantación
de una efectiva organización agraria de tipo colectivo.
Que el problema de la tierra quede como uno de los aspectos cruciales de la cuestión agraria
obliga a que su redistribución constituya uno de los requisitos del desarrollo rural y no sea
sólo un elemento de movilización y presión.
Un ejemplo de reforma agraria fue el que se dio en la década de los setentas en Perú durante el
gobierno de Juan Velasco Alvarado. Sobre los resultados de la reforma, los investigadores suelen
advertir que no tuvo los efectos deseados porque las cooperativas agrarias no poseían la
capacidad o conocimientos para gestionar las unidades productivas. Por otro lado, pese a que no
se puede afirmar que la reforma agraria fue rentable, algunos analistas aseguran que dichas
medidas eran casi inevitables en el contexto de ese tiempo.
Antecedentes:
Causas:
la lucha campesina por la tierra se intensificó
creció el interés de sectores terratenientes por modernizarse
el estado se propuso ampliar el mercado interno, la productividad y la tecnología