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5.1. Presentación
Con los cambios de 1992 al marco jurídico, termina el derecho social agrario
en México, que estaba basado en una redistribución del ingreso, por la vía
de la dotación de tierra; al concluir el reparto agrario culmina esta forma de
justicia sin haber conseguido sus objetivos, ya que hoy existen en el campo
más trabajadores sin tierra que antes de la revolución.
En su lugar apareció una instancia para la mediación en los conflictos
campesinos: la Procuraduría Agraria, y un sistema autónomo de impartición de
justicia: los tribunales agrarios. La concepción de fondo es que los problemas
agrarios son sólo de tenencia de la tierra y que la justicia agraria es para garantizar
y proteger la propiedad del suelo.
Los ejidatarios y comuneros tienen derecho y son libres para asistir a
las asambleas, rentar su tierra, venderla sin el consentimiento de su familia,
apropiarse de mala fe de una parcela; para asociarse, para repartirse las tierras
de uso común y los solares urbanos, para dejar de sembrar, para emigrar y para
heredar a alguien que no sea de su familia. Ahora ya son “libres” para dejar de
ser ejidatarios y comuneros y para desintegrar sus núcleos agrarios.
En lo que atañe al rezago agrario, desde el año de 1992, hasta el mes de julio
del año 2005, se habían resuelto por los tribunales agrarios 1 295 resoluciones
presidenciales que estaban pendientes de ejecutarse. Lo que significó la entrega
de casi 4.5 millones de hectáreas a más de 119 mil campesinos. Lo anterior
representa que, casi la mitad de los asuntos de solicitud de tierra atendidos por
los tribunales (46.8%), se declararon improcedentes o con resolución negativa.
Lo que significa que una parte importante de los campesinos solicitantes no
obtuvo tierra. Con el ordenamiento de la propiedad rural, se beneficiaron los
grandes propietarios, quienes de esta manera mantienen intactas sus posesiones.
Lo que se agrava con la imposibilidad de que sean afectados los excedentes de
la propiedad rural, pues hasta la fecha sólo el estado de Zacatecas ha legislado
en la materia.
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Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI), Procuraduría Agraria (PA),
Registro Agrario nacional (RAN).
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Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos.
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más grandes y conflictivas; por lo que para el año 2006 quedarían por certificar
casi 22 millones de hectáreas.
La cifra anterior puede ser aún mayor ya que existen algunas acciones
pendientes de ejecutar por parte de los tribunales agrarios, que posibilitarán la
creación de nuevos núcleos agrarios y ampliarán la extensión de superficie social
en el futuro. Faltarían por realizarse 4,011 acciones agrarias, que ampararían la
entrega de alrededor de 3.4 millones de hectáreas.
en diez años, mientras que la superficie dotada solo aumentó 1.7%, por lo que
el fenómeno de la pulverización de la tierra resulta evidente.
En 1991, del total de sujetos agrarios, los ejidatarios representaban 77.1%
y los comuneros 22.8%; en el año 2001, cuando la información ya incluía a
los posesionarios, los ejidatarios representaban 60.4%, los comuneros 20.8% y
los posesionarios 18.7%; en las estadísticas agrarias de 2005, los ejidatarios son
53.8%, los comuneros 8.4% y los posesionarios 13.5%. En la encuesta uach
2005, los ejidatarios representan 85.9% y los comuneros 14% de los sujetos
agrarios existentes en los núcleos de la muestra. Las cifras son contundentes:
paulatinamente va disminuyendo la tierra de las comunidades agrarias y también
el número de comuneros.
En los casos de ejecución de resoluciones presidenciales, la superficie
recibida por sujeto agrario fue disminuyendo paulatinamente. Así en el año de
1992 a cada persona le correspondieron en promedio 59.5 hectáreas de tierra,
mientras que en el 2005 les correspondieron sólo 15 hectáreas por sujeto.
Por la riqueza que poseen las tierras de uso común y la dificultad que presenta
la configuración geográfica y de límites entre núcleos, son muy frecuentes los
problemas de invasión y aprovechamiento por personas ajenas al ejido y/o
comunidad, y en esas áreas es donde se protagonizan conflictos agrarios agudos
y de difícil solución.
En los núcleos certificados de la muestra, se ha incrementado el parcela-
miento de las tierras de uso común en 20% de ellos, la renta y venta de esas
superficies se han dado en 20% de los mismos, en 26% se ha modificado
su uso para el aprovechamiento agropecuario y forestal; en 11% el cambio
fue drástico, al desaparecer el área de uso común; y en 3% de los núcleos se
destinan para asentamientos humanos.
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Los tratos agrarios por orden de importancia fueron la venta, la renta, la aparecería,
las permutas y el préstamo; todos sus formas tendieron a incrementarse, aunque
en diversa magnitud, entre 1992 y el año 2005. En general, los tratos agrarios
no parecen haber llevado beneficios a los ejidos y comunidades, las ventas
ocasionaron diversos problemas y merman el patrimonio social, mientras que
rentar es un paso para perder la tierra y corroe la organización.
En nuestra investigación el trato más extendido fue la venta, ya que
estas operaciones se habían realizado en 76% de los núcleos estudiados. La
adquisición de tierra a partir de 1992 se incrementó en la mitad de los núcleos
certificados y en casi 45% de los no certificados. Lo que hace suponer que la
falta de certificación no fue obstáculo para las ventas.
Según datos del viii Censo Ejidal de 2001, en 63% de las 30 305 propieda-
des sociales se habían realizado compraventas de tierras ejidales y de estas opera-
ciones, 61% se realizaron entre los mismos ejidatarios y 39% con no ejidatarios.
Cotejando nuestra investigación con el censo ejidal (2001), los núcleos
agrarios con venta de parcelas se incrementaron 16% entre el año del censo
y 2005, ya que en cuatro de cada cinco ejidos y comunidades se dieron
operaciones de compra–venta de parcelas. Estas prácticas se incrementaron 49%
a partir de 1992 y 54% después de la certificación. La superficie involucrada en
estas transacciones equivale a 6% del área parcelada de los núcleos estudiados.
Por otro lado, 1.7% de los sujetos agrarios en estos últimos trece años vendió
toda su tierra, y uno de cada 200 vendió su tierra y emigró de los núcleos.
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5.11. CAPITALIZACIÓN
Los ejidos y comunidades en los que habita población indígena no sólo son en
general los más pobres y con menor superficie de tierra parcelada por individuo,
sino que, además, son en los que menos ha avanzado la regularización de las tierras,
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Los datos arrojados por nuestra encuesta refieren, al igual que en los censos,
una baja incorporación de núcleos agrarios a figuras organizativas, solamente
28% de los estudiados y en las dos terceras partes de los núcleos visitados la figura
asociativa en la que con mayor frecuencia participan es la unión de ejidos.
Algo similar sucede con la participación de grupos de ejidatarios o
comuneros en figuras organizativas, solamente en 32% de núcleos encuestados
tienen presencia, siendo, en más de la mitad, sociedades de producción rural.
En la muestra del total de núcleos agrarios incorporados en su conjunto a
uniones de ejidos, uniones de uniones y asociaciones rurales de interés colectivo,
actualmente únicamente funcionan en 68.6% de ellos; y del total de núcleos en
donde se reporta que fueron constituidas figuras asociativas con grupos de ejida-
tarios o comuneros (sociedades de producción rural, sociedades de solidaridad so-
cial o cooperativas), solamente en 78.9% de núcleos funcionan en la actualidad.
Lo que demuestra que ha decaído en general la organización, pero más todavía
para figuras asociativas que involucran a los núcleos en su conjunto.
Aunque crecieron en número a partir de 1992, actualmente han dismi-
nuido todas las figuras organizativas en 30% de los núcleos investigados.
En términos generales, la organización en estos años se mantuvo igual en
61% de núcleos; solo en una cuarta parte hubo mejorías en la organización
básica; mientras que en 16% de núcleos encuestados la organización empeoró.
A partir de 1992, la frecuencia de las reuniones de la asamblea ha dismi-
nuido en una cuarta parte de los núcleos. La asistencia también ha mermado
en una tercera parte de ellos, al grado de que en el año de 2005, de enero a
junio, únicamente en 70% de núcleos hubo asamblea con quórum.
El grado de cumplimiento de acuerdos ha bajado en 18% de ejidos
y comunidades. Solamente una cuarta parte opera con reglamento interno; y
únicamente la tercera parte tiene libro de actas.
Con las reformas al artículo 27 constitucional en 1992, surgieron una
serie de nuevos problemas en los ejidos y comunidades. En la muestra, el
más importante es la inasistencia o falta de interés (39%). Paralelamente a lo
anterior va el incumplimiento de los acuerdos que es un problema en 15% de
los núcleos; en 9% se han generado conflictos internos que antes no existían,
en 7% la migración es un fenómeno reciente; en 5% surgieron problemas
de linderos y de invasiones; también en 5% aparecieron conflictos con las
autoridades; el procede generó problemas que no existían en 4% de los
núcleos; en 2% aparecieron asentamientos humanos irregulares; también en
1% de los núcleos surgieron problemas sucesorios.
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