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UNIVERSIDAD FRANCISCO DE VITORIA

GRADO EN PERIODISMO
CURSO 2020-2021
APUNTES DE CUESTIONES DE ÉTICA Y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

Tema 2.

2.1. Por un periodismo comprometido y responsable


A. Vocación personal y profesional
B. Logros y dificultades (analizar el texto)

2.2. La espiral (del bien o del mal)


A. Los círculos virtuosos: el antídoto a la espiral del silencio
B. Logros y dificultades (analizar el texto)

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1.1 Por un periodismo comprometido y responsable.


Por Susana Navalón

Publicada el 28 de julio de 2020

¿Te has preguntado cuál es el sentido de tu vida? Yo, cada vez que termino un
trabajo, me torturo con ello. Me sumerjo en un mar de dudas existenciales y -lo
reconozco- también profesionales. Por suerte, esta conversación interna siempre
da frutos y me vuelve a colocar en la vida con un papel protagonista.

Este es mi primer artículo en esta red y confieso que jamás me pensé tanto un
tema.

Por mi situación particular y alguna punzante experiencia, lo primero que me


pidió el cuerpo fue echar pestes sobre el precario y devaluado sector
periodístico y escribir un artículo de esos que desahogan y unen en la
adversidad, pero que nada aportan y más bien contribuyen a alimentar el clima
de pesimismo generalizado en estos tiempos que corren. No voy a sumarme a
la queja, no sirve de nada.
Después, sufrí un ataque de síndrome del impostor y sentí terror ante el
emprendimiento que estoy iniciando y a dónde me llevará. Me vino a la
cabeza un artículo de Tim Denning sobre el significado de nuestras vidas que
me hizo plantearme si la mía tenía algún significado y cómo podía transformar
mis experiencias en algo útil.

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Finalmente, opté por hablar del periodismo comprometido que predico en mi
perfil de LinkedIn y en contarte por qué creo en él y para qué sirve.
Hace unos años, mi trabajo me llevó a recorrer mundo para contar la labor de
una fundación que ayuda a menores vulnerables a través de deporte,
educación y valores. Nunca había hecho nada igual en toda mi carrera, pero
ahí estaba.
Viajé a lugares en vías de desarrollo, poblados marginales y entornos
peligrosos, y conocí de cerca la pobreza, la violencia, la desigualdad, el
analfabetismo, la discriminación, el miedo, el aislamiento. Me contaron sus
vidas y dificultades, visité sus casas, trabajos, escuelas y barrios e informé sobre
cómo el compromiso de algunas organizaciones, instituciones y fundaciones
ayuda a cambiar y mejorar las vidas de otros.
Muchas veces me he preguntado si yo estaba ahí por algo más que para contar
la labor de esa fundación, si había un después de todo aquello. Y cuando aquel
trabajo terminó, no dejé de darle vueltas. ¿Por qué había llegado yo allí? ¿Era
ese el sentido de mi vida?
Aquel trabajo me llenó mucho más que todo lo que había hecho previamente
por una razón: lo que contaba, aportaba soluciones. No solo informaba de un
problema, una tragedia o una injusticia social con todos sus matices, sino que, al
poner el foco en las organizaciones y las personas que ayudaban a aquellos
vulnerables y en el modo en el que lo hacían, transformaba una triste realidad
en un motivo de esperanza.

La dificultad a la que muchas veces damos la espalda para no amargarnos


más nuestras propias vidas, se convertía en una historia de superación de
la que aprender, en un reto posible.

Volviendo a mi función como periodista que lucha por mantenerse en este


oficio porque sabe que es su sitio, ¿cómo convertir aquellas experiencias en
algo útil?
La respuesta estaba en
que todo aquello me
había enseñado cómo
quería seguir ejerciendo
mi profesión y cuál era
mi compromiso con ella,
más allá de que fuera mi
forma de ganarme la
vida. A partir de esas
vivencias, desarrollé una
mayor inquietud y
curiosidad por cómo ser
más útil a la sociedad,
aunque solo fuera
añadiendo un pequeño
matiz a mi periodismo
que iluminara toda la negatividad y el pesimismo en el que estamos inmersos.

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Por eso, creo en el periodismo comprometido o responsable. No como una
forma de activismo, sino como una manera de contar que no se quede
estancada en el problema o en la desgracia, sino que busque las posibles
soluciones y el cambio transformador.
Y cuando el síndrome del impostor me ataca de nuevo, me consuela pensar que
no estoy sola. En 2010, se fundó la Red de Periodismo de Soluciones (SNJ por
sus siglas en inglés), desde la que Tina Rosenberg, su cofundadora y ganadora
de un Pulitzer en 1996 se encarga de difundir a sus lectores historias en las
que no solo denuncia el problema, sino también las posibles respuestas que
existen.

“Dentro de las posibilidades del periodismo está el ambiguo poder de


multiplicar la desesperanza, o de producir esperanza”, afirma Javier
Darío Restrepo en un precioso discurso que te invito a leer. Yo me sumo
al segundo grupo.

En medio de tanta incertidumbre, bulos y descrédito de los periodistas, poner


nuestras informaciones al servicio de buscar soluciones y de transformar la
realidad nos devuelve la función pública para la que nació este oficio. Así que,
aunque la precariedad en mi sector sea una realidad, voy a intentar cambiarlo
desde mi humilde experiencia, que no es más valiosa que la de nadie, pero es la
mía y es como yo entiendo mi profesión después de lo que he vivido.

https://www.linkedin.com/pulse/por-un-periodismo-comprometido-y-
responsable-susana-naval%C3%B3n/

1.2. La espiral (del bien o del mal)


Por Carmen Posadas

https://www.xlsemanal.com/firmas/20201102/la-espiral-carmen-
posadas.html

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