Está en la página 1de 3

VMF La iglesia en las casas

LECCIONES PARA NUEVOS CREYENTES 3

RECONOCILIADOS CON DIOS

Una vez que una persona es justificada, esta reconciliada con Dios. En el pasado éramos enemigos de Dios por causa del
pecado, pero ahora por medio de la sangre hemos sido perdonados, lavados, apartados para Dios, armonizados con Dios
y justificados por Dios.

Por consiguiente, estamos reconciliados con Dios. Esta reconciliación incluye la aceptación. En cuanto somos
reconciliados con Dios, él acepta nuestra persona misma.

Colosenses 1:20-22 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están
en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempos extraños y
enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la
muerte, para presentaron santos y sin mancha e irreprensible delante de él.

Acá nos muestra que nosotros, los enemigos de Dios, hemos sido reconciliados con Dios por la sangre que el Señor Jesús
derramo en la cruz.

Romanos 5:9-11 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos
por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos
recibido ahora reconciliación.

Nos dice que, puesto que hemos sido justificados por el Señor Jesús, también somos reconciliados con Dios por causa de
él o por medio de él. Ahora ya no tenemos problemas delante de Dios y somos aceptados por él. Puesto que toda
enemistad entre Dios y nosotros ha sido quitada, hemos sido completamente reconciliados con Dios y estamos en
armonía con él; somos aceptables y agradables a Dios.

REGENERADOS

Ahora estamos completamente limpios externamente y no tenemos más problemas con Dios. Sin embargo, esto no es
suficiente, porque nuestra vida interna sigue siendo natural y de la vieja creación. Por tanto, necesitamos otra vida;
necesitamos la regeneración.

La salvación que Dios efectúa tiene dos aspectos: El interior y el exterior.

El aspecto exterior puede compararse a ponernos un vestido y el aspecto interior, a alimentarnos.

Una persona, para su existencia, necesita vestirse a fin de tener una apariencia apropiada y necesita comer para
sobrevivir. Es necesario que atienda a ambos aspectos, tanto el interior como el exterior. Asimismo, la salvación que
Dios efectúa también atiende a nuestras necesidades interiores y exteriores.

Lucas 15: 11-32 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los
bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.  No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue
lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.  Y cuando todo lo hubo malgastado,
vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.  Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella
tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.  Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que
comían los cerdos, pero nadie le daba.  Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!  Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.  Y levantándose, vino a su
padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le
besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.  Pero el padre
dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.  Y traed el
becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;  porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido,
y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.  Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó
la música y las danzas;  y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.  Él le dijo: Tu hermano ha venido; y
tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.  Entonces se enojó, y no quería entrar.
Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.  Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no
habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.  Pero cuando vino
este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.  Él entonces le dijo:
Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.  Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este
tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

Aquí vemos que hay dos aspectos en cuanto a lo que el hijo prodigo obtuvo del Padre cuando regreso a casa. Lo primero
que le Padre hizo fue un acto externo; le dio al hijo un vestido, un anillo y unas sandalias para que se vistiera. Cuando el
hijo regresó, su aspecto era como el de un mendigo, extremadamente harapiento e inmundo. Era imposible que él
entrara en la casa del Padre en tal condición. Por tanto, estando él aún fuera de la casa, el Padre le cambió sus
vestiduras y le puso un vestido, un anillo y sandalias. No obstante, esto es solo la redención externa, no la salvación
interior.

Así que después de que el hijo entró en la casa del Padre, este digo: Traed el becerro gordo y matadlo y comamos y
regocijémonos.

Lucas 15:23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta.

Esta parábola es un tipo de la salvación. Muestra que el Señor Jesús en su redención ha venido a ser nuestro vestido
externo de justicia a fin de que seamos redimidos y aceptados por Dios. También muestra que él es como un becerro
inmolado que nos da su vida para que lo tomemos como nuestro suministro de vida, con la cual nos satisface
interiormente y nos llena de regocijo.

Por tanto, todo lo que Dios hace en los primeros diez ítems, lo hace fuera de nosotros. Él nos escogió, nos predestinó,
nos llamó, nos roció con su sangre, nos redimió, nos perdonó, nos lavó, nos santificó, nos justificó, nos reconcilió consigo
mismo y nos aceptó; todos estos ítems son externos. Son muy preciosos, y sin duda somos personas salvas. No tenemos
más problemas ante Dios, ante la ley ni ante su justicia.

Tenemos la base, la prueba y la certeza de que somos salvos. Sin embargo, la salvación que Dios efectúa no se detiene
allí. La salvación de Dios tiene que dar otro paso a fin de que podamos recibir su vida dentro de nosotros, que podamos
ser regenerados.

La regeneración significa nacer de Dios. Esto significa ser engendrado por Dios, que Dios mismo entre en nuestro ser
para ser nuestra vida y que nacemos de él.

Necesitamos comprender que, si el hombre no hubiese caído, solo habría necesitado recibir la vida en su interior; está
es la historia del huerto del Edén en Genesis 2 (leer en casa).

Allí el hombre no tenía el problema de que necesitara vestimenta; no tenía necesidad de ser redimido externamente. No
fue hasta la caída del hombre en Genesis 3 (leer en casa) que la vestimenta llegó a ser una necesidad. En cuanto el
hombre cayó, se sintió avergonzado y coció hojas de higueras para hacer un delantal a fin de cubrir su cuerpo, Dios le
hizo una túnica de piel de cordero para vestirlo.

La túnica de piel se refiere a que Cristo es nuestra justicia para que podamos ser aceptados por Dios externamente. Este
es el aspecto exterior de la redención, que se debe a la caída del hombre. Si el hombre no hubiese caído, la historia
entre el hombre y Dios solo hubiese incluido el aspecto interior relacionado con la vida. No obstante, todos estamos
bajo los efectos de la caída.

1 Pedro 1:3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para
una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.

Aquí se nos dice que Dios nos ha regenerado para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre
los muertos.

1 Pedro 1:23 Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre.

Aquí se nos dice que hemos sido regenerados por la palabra viviente de Dios.

1 Juan 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama
también al que ha sido engendrado por él.

Aquí se nos dice que hemos nacido de Dios.

Juan 1:12-13 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de
Dios. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Aquí dice que todos nosotros los que hemos recibido al Señor, fuimos engendrados de Dios. Y podemos encontrar otros
dos versículos referentes a la regeneración.

Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo no puede ver el reino de
Dios

Juan 3:5 respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del agua y del espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios

La regeneración consiste en que Dios entra en nosotros para ser nuestra vida, esto es: tenemos la vida de Dios además
de nuestra vida humana.

Esta es la segunda vida, el segundo nacimiento; por tanto, se le llama regeneración. En el primer nacimiento el hombre
nace de sus padres, con lo cual recibe la vida de Adán.

En su segundo nacimiento, él nace del Espíritu y de Dios, con lo cual obtiene la vida de Dios. La regeneración es nacer de
Dios.

También podría gustarte