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Romanos 5:1-11 (15-3-2020)

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación
produce paciencia;
4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos fue dado.
6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir
por el bueno.
8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros.
9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más,
estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por
quien hemos recibido ahora la reconciliación.

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Si fuésemos arquitectos podríamos decir que este pasaje descansa sobre tres columnas, a saber :
La justificación, el amor de Dios y nuestra posición en Cristo.

Incluso, si leemos con detenimiento veremos una expresión que se repite, esta es : “Nos
gloriamos”.

Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Nos gloriamos, aun en las tribulaciones y nos
gloriamos de nuestra posición en Cristo.

Hay un pasaje, en esta misma carta a los romanos que nos puede esclarecer y mucho, al respecto,
y que contiene una palabra que muchas veces genera un cierto rechazo entre los creyentes, tal vez
porque la emparentan con ciertas prácticas humanas, pero el sentido bíblico de la expresión es
inequívoco. Es la predestinación.
El pasaje del cual les hablo y que luego, si quieren leemos es Romanos Cap 8, versículos 29 y 30, en
donde dice que, Dios, a aquellos que antes conoció, es decir, a aquellos que conoció desde antes
de la fundación del mundo (Efesios 1:4). No es locura para el creyente esto, puesto que sabemos
que nuestro Dios es omniciente y omnipotente y por lo tanto guarda absoluto registro de todo lo
que sucedió, conoce todo lo que en este mismo momento sucede y conoce perfectamente todo lo
que habrá de suceder.
Pero decía….a los que antes conoció, a esos predestinó. ¿Predestinó para qué? Para que sean
hechos a la imagen y semejanza de Su Hijo. Y a los que predestinó, a esos llamó. Con los
multiformes llamados de Dios. Y a los que llamó, puesto que se presentaron ante Él (nosotros),
como hombres y mujeres naturales, esto es, hombres y mujeres llenos de pecado, llevando a
cuestas su propia naturaleza caída, decía, a los que llamó, los justificó, y a los que justificó, a esos,
glorificó.
Cuando nosotros podemos entender este pasaje, entenderlo en toda su dimensión, vamos a
entender mejor el pasaje que hoy se nos presenta y que ha leído nuestro hermano.
“Justificados, pues, por la fe, ……
Justificados, dado que Cristo es nuestra justicia. Él cargó con todos nuestros pecados. Luego el
Padre acepta ese sacrificio expiatorio para cumplir así toda justicia, y luego esa justicia nos es
imputada a nosotros ¿cuándo?. Cuando creemos. La fe es la herramienta que hace que nos
apoderemos de la justicia de Dios. No somos justos por obra y gracia nuestra, sino por obra y
gracia de Dios. Así que la fe vendría a ser el instrumento. ¿ Es la fe algo propio nuestro?. Tampoco.
Es un don de Dios. ¿Se sustenta la salvación en nuestra fe? Encuentra la salvación ese carácter
irremovible que tiene (ningún salvo ha de perder la salvación) en nuestra fe. No. La salvación se
sostiene y se vuelve inconmovible (más allá de la vida que lleve adelante el creyente) en la gracia
de Dios.
Y decía…..“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo”.
Cristo trae paz espiritual al hombre con Dios.
No en vano los ángeles, cuando anuncian el nacimiento del Salvador, anuncian la paz en el mundo.
Leemos Lucas 2;14
No en vano, Cristo, no por cumplir con una expresión social de su tiempo, sino para dar cuenta de
la realidad de su obra, luego de su resurrección, se presenta a sus discípulos diciendo, “ paz a
vosotros”. Leemos Lucas 24:36.
Él es (Cristo), Quién reconcilia, hace la paz entre lo que es del cielo con lo que es de la tierra.
Leemos Colosenses 1:20
E aquí la paz con Dios. Un día escuché decir : ….la paz con Dios es tener trabajo, casa, comida,
derecho a la educación, a la salud. NO. La paz con Dios es estar reconciliados con el Padre.
Aquellos que estábamos destituídos de Su gloria, ahora somos aceptos a Él. Esa es la paz con Dios.
Por lo tanto esa paz puede darse (perfectamente), aun en el medio de una vicisitud como no tener
trabajo o no tener comida o no tener salud o no tener cualesquiera de las cosas que
humanamente esperamos tener. Sino sería imposible entender que el pasaje diga que nos
gozamos en las tribulaciones. No dice el Apóstol que nos gozamos a pesar de las tribulaciones,
sino en ellas.
Por eso, una de las glorias del creyente es, a través de la fe, entender estas cosas.
Por eso el mensaje de la iglesia no se corresponde con el mensaje del mundo a pesar que
podamos tener coincidencias eventuales. Yo quiero tener casa, comida, trabajo y además quiero
que los demás tengan, también, estas cosas, por supuesto, y por tenerlas, le doy gracias a Dios,
porque sé que vienen de Él. Pero mi gloria, y la de ustedes es entender que esa gloria no es una
posibilidad que depende de circunstancias mundanas, sino que es el único destino para el
creyente y tengan bien en cuenta, queridos hermanos, que el sufrimiento está íntimamente
vinculado con la experiencia de la fe y de nuestro crecimiento en la vida espiritual. De esto da
cuenta Pedro cuando dice, ahora lo leemos, …”el que ha sufrido en la carne, ha terminado con el
pecado”. Leemos 1 Pedro 4:1 / Hechos 14:22
Haciéndonos, así, partícipes, aunque sea en una pequeña medida de los padecimientos de nuestro
Señor en la cruz. El discípulo no puede ser más que su maestro. Si a mí me persiguieron, dice
Jesús, a ustedes también los perseguirán.
Así, los que somos de Él, los creyentes, se convierten en algo molesto para el mundo, es más, el
mundo los considera indignos de estar en la sociedad y hará todo lo posible por eliminar
semejantes referencias. Sin embargo, quien no era digno de tales personas era el mundo. Los
creyentes, siempre fueron, son y serán más valiosos que el mismo mundo.
Los que estamos EN ÉL. Decíamos hace unos domingos. Nadie se salva por estar cerca de Cristo, ni
siquiera por estar muy cerca, sino en Él. Por eso, y vuelvo al principio y con esto termino, la
palabra dice, ……”según fuimos escogidos en Él desde antes de la fundación del mundo”.
Que Dios los bendiga y que de alguna forma podamos dimensionar la obra de nuestro Salvador, la
obra de Aquel a quien su propio Padre no perdonó, en atención a nosotros. Aquel a quien su
propio Padre le dio la espalda para mirarnos a nosotros. Cuando Jesús dice…Dios mío, Dios mío,
porqué me has abandonado, es el Padre que deja al Hijo para venir a buscarnos a nosotros.
Un día escuché decir a un hombre, a un hermano, algo que me conmovió. Él dijo,….aun cuando
Jesús me dejara tirado en un costado, mi corazón se derretiría como la cera por amor a Él.
De este amor venimos a hablarles y en este amor permanecemos.
Que Dios los bendiga.

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