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VMF La iglesia en las casas.

LECCIONES PARA NUEVOS CREYENTES 6

SACERDOTES DE DIOS

Apocalipsis 1: 6

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los
siglos.

Apocalipsis 5: 10

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

En la familia de Dios somos hijos, y en el reino de Dios somos ciudadanos que están siendo
entrenados para reinar. También somos sacerdotes de Dios que sirven delante de él. Tan pronto
somos salvos, deberíamos servir a Dios como sacerdotes.

Cada creyente debe ser un sacerdote que sirve a Dios. Nuestra tarea particular; nuestra principal
ocupación, es servir a Dios.

Todo lo demás es trabajo secundario. Ser profesores es un trabajo secundario, cuidar la familia es
un trabajo secundario, es decir, todo lo que tú hagas es secundario respecto de servir al Señor
como sacerdote.

Los sacerdotes y los levitas en el antiguo testamento labraban la tierra y realizaban labores
domésticas, pero esos eran sus trabajos secundarios. Su ocupación primordial era servir a Dios.
Esto se aplica a nosotros. Servir a Dios debería ser la ocupación primordial de cada creyente. Todo
lo demás es un trabajo secundario.

HERENCIA DE DIOS

Efesios 1: 11 y 14
11
En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que
hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
14
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza
de su gloria.

En un sentido amplio, todas las cosas del universo le pertenecen a Dios, pero Dios no las considera
como su tesoro y su herencia. En el antiguo testamento Dios dijo repetidas veces que su pueblo,
los israelitas, eran su herencia. No obstante, los israelitas son simplemente el pueblo terrenal de
Dios, y los creyentes son el pueblo celestial de Dios. Así que, nosotros somos aún más la herencia
de Dios, somos aún más la posesión de Dios.

Somos la posesión de Dios. Somos su preciosa herencia. Estamos en las manos de Dios y bajo su
protección.
Efesios 1: 13
13
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

Aún el Señor no viene por nosotros, pero el Señor ya ha puesto su Espíritu Santo en nosotros para
marcarnos, con lo cual confirma que somos de Dios y que somos su herencia.

EL TEMPLO DE DIOS

1 Corintios 3: 16
16
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

1 Corintios 6: 19
19
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

Dios está en nosotros; el Espíritu de Dios vive en nuestro espíritu. Una vez que una persona es
salva, no solo es engendrada de Dios, con lo cual posee la vida de Dios, sino que también es la
morada de Dios, su lugar de reposo.

Dios vive en ti. Y Dios quiere revelarse por completo en ti.

En el antiguo testamento, un sacerdote era un sacerdote, y el templo era el templo. Pero en el


nuevo testamento, un sacerdote espiritual es el templo espiritual, porque el sacerdote y el templo
son lo mismo.

Nosotros los salvos, somos sacerdotes de Dios y su templo. Por un lado, somos aquellos que sirven
a Dios, y por otro, somos el templo en donde Dios mora.

MIEMBROS DE CRISTO

Efesios 5: 30
30
porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.

Romanos 12: 5
5
así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Esto significa que una vez que somos salvos y tenemos la vida de Cristo, somos parte de él, al igual
que nuestras manos y nuestros pies son miembros nuestros y parte de nosotros. Si nos cortamos
los pies, de inmediato estaríamos incompletos.

Una vez que somos salvos, entramos en el estatus de ser parte de Cristo y de ser indispensables
para Cristo. Nuestra salvación está eternamente segura.

Nuestra salvación es firme y segura, el Señor no solo nos ha hecho ciudadanos de su reino,
sacerdotes que le sirven y su templo y su morada, sino que también nos hizo parte de él, sus
miembros. Nuestra salvación esta segura hasta este grado.

Un miembro no solo está seguro, sino que también tiene una función. En relación con Dios, somos
sacerdotes que le sirven a él, y en relación con Cristo, somos miembros que ejercen una función
para expresarlo a él. Por un lado, somos la morada de Dios para el reposo de Dios y sus sacerdotes
para servirle, y por otro, somos miembros de Cristo para expresarlo a él.

La dirección y el entrenamiento que la iglesia brinda a los nuevos creyentes moldean las funciones
que ellos pueden manifestar en el futuro.

A fin de que un miembro manifieste su función, él debe crecer interiormente por el Espíritu Santo
y ejercitarse exteriormente.

PERTENECEMOS A DIOS

Pertenecemos a Dios; esto es, somos de Dios.

2 Timoteo 3: 17
17
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Puesto que somos los hijos de Dios, somos de Dios; puesto que somos la familia de Dios, somos de
Dios; puesto que somos los sacerdotes de Dios, somos de Dios; puesto que somos el templo de
Dios, somos aún más de Dios, le pertenecemos a Dios porque somos de Dios.

En otras palabras, él es nuestro Señor y tiene el derecho soberano sobre nosotros, por tanto, no
debemos temer la perdición.

Las personas son muy cuidadosas con sus objetos preciados y los guardan en un lugar seguro. De
igual modo, puesto que pertenecemos a Dios y estamos bajo su derecho soberano, él toma plena
responsabilidad por nosotros eternamente.

Podemos olvidarnos de Dios, pero él no puede olvidarse de nosotros, aun si queremos alejarnos
de Dios, debido a que somos su posesión y él es nuestro Señor, nunca nos dejará ir. La soberanía
ejercida sobre nosotros está en las manos de Dios. Somos de Dios.
PERTENECEMOS A CRISTO

Romanos 8: 9
9
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Puesto que somos miembros de Cristo, somos de Cristo. Una vez que somos salvos, somos
eternamente salvos.

Además, una vez que somos de Cristo, somos de él eternamente. Él nunca cambiará, y de igual
manera, el hecho de que somos de Cristo nunca cambiará.

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