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la parte apetitiva del alma. Para que la sociedad funcione bien deben comportarse con
moderación, que es la virtud propia de esta parte del alma.
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La clase de los guardianes es la encargada de la defensa de la ciudad. Debería estar
formada por individuos en los que dominan las pasiones de la parte irascible. En el Estado
Ideal, la virtud propia de los guardianes será la valentía. Además, con el fin de evitar la
ambición, no tendrán propiedades ni familia, se vivirá en comunidad.
La clase de los gobernantes tiene como función dirigir la sociedad. Debería estar
formada por aquellos en los que predomina la parte racional del alma. Se seleccionarán entre
los mejores guardianes para recibir posteriormente una educación especial que les permitirá
conocer el mundo de las Ideas. De esta forma se convertirán en personas prudentes y sabias.
La forma de gobierno ideal es, por tanto, una meritocracia o aristocracia ("gobierno de
los mejores"). Gobernarán los mejores, pero no por razón de la sangre o del linaje, ni tampoco
se distinguirá entre hombres y mujeres, sino que gobernarán los mejores en virtud y en saber.
Individuos que posean las mejores cualidades innatas y que sean educados hasta contemplar
las Ideas eternas. Es decir, el poder debe estar en manos de individuos justos y buenos porque
saben en qué consisten la justicia y el bien. Esta teoría es el resultado de aplicar el
intelectualismo moral (identificación de virtud y conocimiento) al terreno de la política.
La teoría del filósofo gobernante afirma que los únicos gobernantes perfectos serían
los filósofos, ya que, son los únicos capaces de conocer el criterio necesario para distinguir lo
justo de lo injusto en lo referente a los asuntos humanos, es decir, la Idea del Bien. No
asumirán su compromiso político con la comunidad movidos por el interés personal, la
búsqueda de riqueza u poder, pues saben que la felicidad no consiste en las riquezas o los
honores, sino por su sentido del deber. El filósofo debe ser, a la vez, hombre de conocimiento y
hombre de acción. Tal y como se relata en el mito de la caverna, el prisionero liberado, después
de alcanzar la visión clara de la verdadera realidad, debe ser obligado a descender al interior de
la caverna y gobernar al resto.
En conclusión, si los productores o guardianes luchan por el poder quebrantando la
cohesión del estado, esa sociedad será injusta. Para que el Estado sea justo, los mejores y más
sabios deben ocuparse de su dirección. Aunque esta propuesta sea utópica e inaceptable en
muchos aspectos, nos enseña que la educación y, en especial, la formación filosófica es de vital
importancia para cambiar y mejorar la sociedad en la que vivimos.

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