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Sócrates (470-399 AC)

Sócrates comienza la reflexión racional sobre la moral en occidente. Antes


de él hubo filósofos pero se hicieron preguntas acerca de la naturaleza.

Sócrates trató de establecer criterios racionales para distinguir la verdadera


virtud de la mera apariencia de virtud.

Para un sofista, el bien que hay que buscar es el poder. Porque es lo que
todos los hombres quieren. Si un hombre aprende a usar hábilmente la
retórica puede hacer lo que quiere.

Sócrates sostiene que un hombre puede hacer lo que considera bueno


(buscar el poder) y sin embargo, no hacer lo que quiere (hacer el bien),
porque puede estar intelectualmente equivocado en cuanto a qué es el bien.

Sócrates coincidía con los sofistas en que la virtud es algo enseñable. Pero,
para Sócrates, el objetivo de esta enseñanza es el conocimiento del bien.

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Para Sócrates, "la virtud es conocimiento": "Nadie yerra voluntariamente."
Nadie se
equivoca voluntariamente porque nadie elige por su propia voluntad algo
que no sería bueno para él.

La causa de que los hombres obren mal reside en un error intelectual y no


en una debilidad moral.

La virtud moral consiste en el descubrimiento de la propia ignorancia.


SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA

El alcohólico no piensa que el alcohol hace mal, pero a él no le importa,


sino que cree que le hará bien. Tiene un error de conocimiento.

Si un hombre realmente sabe lo que debe hacer, ¿qué podrá impedirle


cumplir con su deber?
Esta doctrina se llama «intelectualismo moral». Consiste en afirmar que
quien conoce el bien se sentirá inevitablemente impulsado a obrar bien.

La excelencia humana consiste en la búsqueda del conocimiento del del


verdadero bien, puesto que sólo así se puede obrar bien.

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Entonces, el primer paso para alcanzar la perfección moral es el abandono
de actitudes dogmáticas y escépticas -que son producto de la pereza-, y la
consiguiente adopción de una actitud crítica.

El objetivo último de la búsqueda de la verdad no es la mera satisfacción de


la curiosidad, sino la obtención de la sabiduría y la felicidad o vida buena.
De ahí la importancia de la educación de los ciudadanos como tarea ética
primordial, puesto que sólo si contamos con ciudadanos verdaderamente
sabios podemos esperar que serán buenos ciudadanos .

Hay varias suposiciones detrás de esta doctrina.

1-La primera consiste en que no se puede divorciar lo que es bueno para un


hombre y lo que es bueno en sí mismo.
2-La verdad habita en el fondo de nosotros mismos, y que podemos llegar a
ella mediante la introspección y el diálogo. Por eso su método fue la
mayéutica. Cada persona puede saber lo que es el bien por sí mismo

3-El descubrimiento del bien es encontrar algo que vale más allá de las
fronteras de la propia comunidad. El bien es el bien en todas partes. El bien
tiene un valor universal y sirve para criticar las normas irracionales de la
propia comunidad.

El significado de los términos morales no depende de la voluntad de un


individuo o de un gobernante.
Para que el significado sea un significado tendría que ser enseñable en
términos de los criterios existentes que cualquiera puede entender porque
están dentro de él mismo.

La problemática moral en la época de Sócrates se debía a que el empleo de


los términos morales había dejado de ser claro y consistente.

El problema es que Sócrates se preocupa más por confundir a sus


interlocutores que por ofrecerles una clara posición personal sobre qué es el
bien.

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Por lo tanto se tenía que emprender otro tipo de indagación para descubrir
conceptos morales no ambiguos y útiles en la práctica.

Esta es precisamente la tarea que emprenden los sucesores de Sócrates, que


se mueven en dos direcciones principales.

Platón entiende que los conceptos morales (el bien, la virtud, la justicia)
sólo son comprensibles en el contexto de una determinada sociedad. Por
eso él se dedica a idear esta sociedad donde se pueda realizar el bien y la
justicia.

Los cínicos y los cirenaicos, por lo contario, tratan de proporcionar un


código moral independiente de la sociedad, es decir, un código que
depende sólo del individuo.

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Platón (Aristoclés) (427-347).

Su postura ética está muy determinada por el hecho de que fue discípulo de
Sócrates, que era adversario de los sofistas.
Para Platón, los sofistas definen los términos morales no según la verdad,
sino según los entiende la gente.

Platón sostiene que el placer y el poder conducen a una forma de vida sin
orden.
Un hombre cuya conducta no es gobernada por leyes no puede participar en
la sociedad humana.
Es decir que lo bueno y lo justo para el individuo no puede ser algo distinto
de lo bueno y justo para el bien común.

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Para Platón, el bien sólo puede ser alcanzado en un determinado tipo de
sociedad. En su obra La República describe este tipo de sociedad. Por lo
tanto, la ética sólo puede realizarse por medio de la política en un
determinado tipo de sociedad.

En primer lugar, Platón trata de definir la justicia.

Platón funda su idea de la justicia en una idea de la sociedad dividida en


clases. Y funda la distinción entre clases sociales en la distinción entre las
partes del alma.

Razón

Pasiones

Apetitos

Justicia Partes del alma La razón domina las


pasiones y apetitos

Y la distinción entre las partes del alma las funda en la idea de que la razón
puede resolver el conflicto entre deseos contradictorios (beber agua y no
ser envenenado por el agua envenenada).
Platón mantiene la rígida distinción entre la razón y los apetitos, en la que
la razón siempre está en lo correcto.

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La fuente original de esta distinción se encuentra en la idea de la separación
entre un alma inmortal y un cuerpo que es su prisión y su tumba.
Para Platón, el hombre es un alma racional que se encuentra enfrentada a
los apetitos corporales.

Además de la razón y los apetitos, el alma está formada por las pasiones.
La parte pasional no se interesa por las normas racionales de conducta ni
por los deseos corporales, sino por las normas de la conducta honorable y
por el enojo y la indignación.
Cuando no ha sido corrompida por una mala educación, la parte pasional
del alma actúa como agente de la razón y se indigna cuando ésta se ve
sojuzgada.

Cada parte del alma tiene su virtud: la sabiduría, la valentía y la


temperancia.
Parte del hombre Virtud/vicio
Razón Sabiduría/ignorancia
Pasiones Valentía/cobardía
Apetitos Temperancia/intemperancia

Un individuo es sabio cuando la razón gobierna en él; es valiente cuando el


alma pasional desempeña su papel bajo la dirección de la razón y tiene
templanza si su razón gobierna a sus apetitos corporales inferiores.

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Hay una cuarta virtud que es la justicia.
Pero la justicia no pertenece a esta o aquella parte o relación del alma, sino
a su funcionamiento armónico.
La justicia reside en que cada parte realice la función propia que le ha sido
asignada bajo la dirección de la razón.

Platón diseña la sociedad por analogía con las partes del alma.
A cada parte del alma corresponde una clase social:
Razón Gobernantes

Pasiones guardianes

Apetitos trabajadores y comerciantes.

La clase a la que pertenece un hombre puede ser establecida en parte por su


primera educación, pero no puede ser de terminada fundamentalmente de
esta manera.
Platón cree que hay zapateros natos y gobernantes natos.

Platón relaciona las virtudes del alma con la organización de la sociedad.

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La sabiduría es la virtud de los gobernantes. Su función es el gobierno y la
educación
La valentía pertenece a la clase de los guardianes cuya función es la
defensa, y
La templanza no es la virtud de una clase sino de la sociedad como un todo
porque los deseos de la multitud inferior serán controlados por los deseos y
la sabiduría de los pocos seres superiores.

Hay una cuarta virtud que es el justicia


La justicia no pertenece ni a esta ni a aquella clase, ni a una particular
relación entre las clases, sino a la sociedad en cuanto funciona como un
todo.
La justicia en un Estado consiste en que todos conozcan su posición y
cumplan su función.

La justicia/corrupción del alma va paralela a la justicia/corrupción del


estado.
No puede darse un estado justo sin un hombre justo y viceversa.

El hombre justo y bueno es el que conoce la idea de justicia y de bien.


El filósofo es el hombre que a través de una preparación en la abstracción
es capaz de conocer las ideas del bien y de la justicia.
Por eso, sólo él comprende realmente el significado de los predicados y
sólo él tiene posiciones morales y políticas genuinamente verdaderas.

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Platón encuentra su criterio de la justicia y del bien en el conocimiento de
las Ideas. Pero el conocimiento de las Ideas sólo es accesible a unos pocos
que
-han disfrutado de las disciplinas educativas
-se encuentran entre las naturalezas que tienen una capacidad y una
inclinación filosóficas
-no han sido corrompidos por el medio social.

Se infiere no sólo que estos pocos serán los únicos capaces de justificar la
justicia, sino también que la justificación sólo les resultará entendible y
convincente a ellos.
Por eso, los filósofos deben ser los gobernantes.

Pero ¿cómo lograr que esta sociedad ideal llegue a ser una realidad?
¿Cómo hacer que la mayoría acepte este orden social dividido en tres
clases? Respuesta: por un empleo de la persuasión no racional (o por la
fuerza).

Todo se basa en la idea de que en un mundo superior existen el Bien en sí


mismo y la justicia en sí misma y que algunas mentes privilegiadas pueden
conocer estas ideas.

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En Platón hay esta curiosa combinación de una certeza aparentemente total
con respecto a lo que son la bondad y la justicia, y una voluntad de imponer
su propia certidumbre a los demás, con el empleo de razonamientos
profundamente insatisfactorios para apoyar sus convicciones.

Es correcta la conclusión de que bueno no puede significar simplemente "lo


que los hombres desean".
También es válida la idea de que el bien debe ser aquello que vale la pena
perseguir y desear.
Pero es falsa la idea de que el bien debe ser encontrado entre objetos
trascendentes y exteriores a este mundo. Porque entonces el bien no es algo
que la gente ordinaria pueda buscar por sí misma en los tratos diarios de
esta vida. Se requiere educación y entrenamiento intelectual para conocer el
bien.

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