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Nociones Basicas
Nociones Basicas
CAPITULO 1
NOCIONES BASICAS
Hacer de la teoría una práctica constante, es empezar conociendo bien los conceptos
elementales sobre una materia; así, la aplicación de dichos conceptos serán los apropiados a las
necesidades de una sociedad. Por ello saber definir bien un informe psicológico, conocer sus
objetivos, ubicarse en el tipo de informe que se transmite, a quién está dirigido y para qué se
emiten dichos mensajes, no sólo es un problema de comunicación, como parece ser, sino un reto
profesional para el psicólogo, a través del cual se demostrará su calidad e idoneidad formativa en
el mercado de trabajo. Este reto será posible solo con el conocimiento sistemático de las bases
que sustentan la elaboración de los diferentes tipos de informes.
1. ¿Qué es el informe?
Hay mucha confusión respecto de los objetivos del informe. Hay quienes creen que el objetivo
está determinado por el destino que toma el informe, por tanto, depende del receptor del
mensaje y el empleo que le quiera dar. Otros en cambio parten de la creencia de que el objetivo
del informe es el pedido del solicitante, remitente o referente. Así, por ejemplo, cuando se habla
del informe científico o de un diagnóstico se dice que su objetivo es probar las hipótesis
planteadas, en el otro extremo, cuando se habla del informe de evaluación psicológica se suele
señalar como objetivos el conocimiento de la inteligencia, de la personalidad, del diagnóstico
diferencia, el logro de la confianza, entre otros. Cuando se habla del informe organizacional, se
dice que tienen como objetivo proporcionar el remedio a los problemas o adoptar decisiones
acertadas. Y todo eso no es sino el fin último como consecuencia del informe. Estos ejemplos no
son sino objetivos de la investigación, de la evaluación psicológica o de la evaluación de los
documentos o hechos observados, no así objetivos del informe. Esta confusión pragmática de las
cosas lleva a los profesionales a creer que las inferencias últimas del informe son los objetivos del
informe desvirtuando así la esencia del informe.
Obviamente, estas confusiones pueden llevar a los profesionales a hacer perder la perspectiva
y las competencias al elaborar el informe. Si las convicciones organizacionales llevan a los
psicólogos a involucrarse en esas lides deberán tener cuidado de no perder esa perspectiva,
porque aceptar la creencia que los objetivos del informe están determinados por el uso que el
receptor le quiera dar, como correctos, sería un error conceptual grave.
El objetivo fundamental de todo informe es la de comunicar, transmitir o poner en
conocimiento de sus potenciales lectores los resultados de la investigación previamente
desarrollada; teniendo como fin último, acrecentar elementos de juicio suficientes que promuevan
la adopción de decisiones y acciones conducentes a la solución del o los problemas que motivaron
la investigación, sea ésta cualitativa o cuantitativa.
Toda persona que ostenta una profesión u ocupación calificada tiene que presentar informes
alguna vez durante su vida útil en el ejercicio de sus funciones, y probablemente cuando lo haga
no se pondrá a meditar sobre el tipo o clase de informe que mejor corresponde a las exigencias de
la situación y simplemente las realizará a su saber y entender –cuando en verdad todos deben
estar preparados para afrontar esa realidad más temprano que tarde. Obviamente, no es el caso
de aquellos profesionales especializados que casi todos los días de su vida profesional se dedican a
elaborar informes en base a los cuales se toman decisiones trascendentales. El psicólogo es uno de
ellos aunque no es el único.
En torno a la praxis cotidiana y la variedad de informes que cada día se elaboran en el ejercicio
de la profesión, se puede agrupar en las siguientes clases:
El informe oral
Dentro de la actividad del psicólogo no es usual, en cambio es muy útil como medio
complementario para exponer, ampliar, explicar o aclarar al individuo, al grupo o a un auditorio de
personas interesadas –dependiendo de su naturaleza- sobre la base de un informe escrito. Si bien
es cierto que mediante el informe oral no se cometen errores ortográficos, también es verdad que
adolece de una desventaja insalvable: la integridad del mensaje. Es decir, la probabilidad de que el
mensaje sea recortado y/o distorsionado es muy alta, aún cuando el nivel de comprensión, de
memoria y otras cualidades del receptor fueran excepcionales. Igualmente, la responsabilidad del
emisor se mantiene o es menor.
El informe escrito
Es increíble ver cómo un tercio o algo más del tiempo que dedica el psicólogo a su trabajo
profesional está dirigido a preparar informes, mientras que los centros superiores de enseñanza
profesional destinan muy poco tiempo o nada del total de su formación a impartir conocimientos
relativos a la elaboración del informe, dejando que el aprendizaje de los estudiantes se inicie en la
práctica profesional y por cuenta propia, cuando éste debe ser parte de las competencias que se
debe impartir.
Dicha actividad que ocupa tanto tiempo al psicólogo en cualquier campo de su desempeño,
tenga o no preparación, son de tres tipos: el informe de evaluación, el informe organizacional y el
informe científico,
El informe organizacional
El Informe científico
Es el último tramo de la investigación –cuantitativa o cualitativa- que tiene como propósito
hacer conocer los resultados del estudio, incluyendo los detalles mínimos pero indispensables
para una mejor comprensión del estudio. Esta etapa es parte de la investigación y solo concluye
con la publicación científica por ser una exigencia natural y social de la ciencia (Cisneros y Olave,
2018). Por eso se dice que sus lectores pueden ser muchos, pero la mayoría de ellos son miembros
de la comunidad científica especializada.
Las personas que se inician en la investigación científica deben estar enterado que el informe
que emita deberá estar desprovisto en lo posible de excesivos tecnicismos a fin de que su mensaje
sea accesible a un mayor número de lectores. No tanto por los especialistas sino sobre todo por el
público común que se interese por conocer ciertos resultados por motivos particulares.
La psicología como ciencia, íntimamente ligada a los seres humanos, exige de los profesionales
de la especialidad la capacidad de dejarse comprender en todo tipo de comunicación que realice.
Esta posibilidad es más viable (que aquel lector que no tiene formación psicológica) que
prepararse solo para comprender al profesional de la materia.
Una clasificación del informe por su estructura no es trascendental, pero no por ello poco
importante. Aunque el título parece indicar diferencias de estructura en esta clasificación, no se
refiere necesariamente a ella, sino más bien al uso o no de títulos o subtítulos de una estructura
en la elaboración del informe de evaluación psicológica. Estos son: El informe académico y el
informe profesional.
El informe académico
Es aquel cuya estructura es rígida y formal; es impartida y exigida por los maestros de
psicología en los centros superiores de enseñanza. Dicha rigidez y formalidad tiene la ventaja de
formar al aspirante dentro de una disciplina correcta como parte de un aprendizaje básico para su
futuro desempeño.
La desventaja que se advierte es que aquella formación encasilla al estudiante dentro de
parámetros que no olvida fácilmente en su vida profesional y que no le permite moverse con
flexibilidad –en concordancia con las circunstancias- en el momento de redactar el informe. Esta
es la razón que lleva a los futuros psicólogos a utilizar con mucha frecuencia formatos con
recuadros limitados a extinguir sus potencialidades y su creatividad, haciendo de su actividad
profesional rutinaria y monótona.
Este problema de la formalidad ocurre en cualquiera de los tres tipos de informe revisados
antes. Aunque su connotación es mayor en informes de evaluación psicológica. Precisamente en
este tipo de informes es frecuente encontrar informes incoherentes en el afán de mantener esa
estructura llena de recuadros, y no es extraño ver formatos impresos incluso en instituciones de
prestigio. Lo pertinente sería mantener el esquema de la estructura mentalmente para asegurar
una mínima coherencia del contenido entre las partes del informe, pero eso no sucede, con el
tiempo terminan por olvidar esa posibilidad, dando acceso a la automatización humana y la
pérdida de una rica y variada información donde puede estar la riqueza y la clave de un buen
diagnóstico. De todos modos esta estrechez de la estructura del informe atenta contra la intuición
y la creatividad en el proceso de análisis e interpretación de los acontecimientos, evitando la
construcción de frases, oraciones y párrafos precisos, suficientes y necesarios, los que la situación
exige en la redacción del informe.
El informe profesional
El informe individual
Este tipo de informe se refiere al documento que se derive de una dinámica grupal, de una
evaluación psicológica, de una valoración del desempeño, del rendimiento productivo u otros de
tipo administrativo y que normalmente es elaborado por un profesional. Se caracteriza por que los
instrumentos que se utilizan pueden ser aplicados en forma individual o colectiva y el informe será
de tipo grupal y el análisis e interpretación es comparativa y relacional, aunque en oportunidades
se puede acompañar también de informes individuales.
Cuando la situación exige realizar un informe de grupo se puede obrar de dos maneras: la
primera, si el grupo es menor de diez personas es posible hacer una descripción analítica
individualizada que sea sucinta pero densa, indicando las cualidades más saltantes y luego
acompañar un cuadro de doble entrada indicando, por un lado, la relación de sujetos y por otro los
rasgos o cualidades comunes a los perfiles que se quiera encontrar en los evaluados; en base al
cual se elabora el informe describiendo al conjunto de participantes. Precisamente, este formato
de evaluación, especialmente en dinámicas grupales, permite el análisis comparativo entre los
sujetos y las condiciones que los diferencie entre ellos (en grados, niveles, profundidad, alcances y
limitaciones); base sobre la cual se podrá inferir conclusiones y sugerencias, tomando en cuenta
las necesidades y circunstancias que den respuesta al problema u objeto de la evaluación.
La segunda, si el grupo es mayor a diez, cabe la posibilidad de hacer un cuadro con la relación
de los examinados, incluyendo algunos datos que los describa someramente y que son
indispensables para la institución o los lectores. El informe puede contener datos cuantitativos,
con tratamiento estadístico simple, a fin de describirlos, interpretarlos e inferir ciertas tendencias
sin el rigor científico, indicando esta limitación a los interesados en la introducción del mismo.
El informe, tendrá en cuenta la estructura básica, donde el cuadro forma parte del cuerpo de
éste, a menos que sea una relación de varias hojas, caso en el que será preferible que vaya como
anexo. En algunas oportunidades, a partir de una evaluación amplia se puede diseñar una
investigación con el rigor científico y entonces se seguirán sus reglas. Por tanto, el informe que
emane de dicho estudio será de tipo científico.
Los tipos de informes tratados a lo largo de estos acápites, si bien todos son de implicancia
psicológica, ninguno de ellos es exclusivo de una especialidad dentro del campo de la actividad
psicológica, pudiendo el psicólogo desenvolverse sin limitaciones. Lo que sí puede ocurrir es que,
el trabajo o la función cotidiana, le lleve a un manejo igualmente continuo de alguno de los tipos
de informe. Por ejemplo, el profesional que se dedica al campo de la psicología clínica o educativa
e incluso a la psicología forence, recurrirá con más frecuencia al informe de evaluación porque
gran parte de su actividad es la evaluación psicológica mediante el uso de pruebas y menos
frecuente al informe científico o el informe administrativo u organizacional.
La situación del ejemplo señalado, también es válido para aquellos que se dedican
exclusivamente a la selección de personal en el campo de la psicología organizacional; sin
embargo, los que realizan otros trabajos probablemente recurran con mayor frecuencia al informe
organizacional o al informe científico (diagnóstico organizacional, valoración de personal,
diagnóstico de las necesidades de formación o capacitación, clima y cultura organizacional,
accidentes de trabajo, seguridad ocupacional, programas de intervención diversos, etc.). En
cambio los psicólogos que se desenvuelven en el campo social es probable que utilicen el informe
científico más que otros tipos de informe. Igual ocurre en otros campos del quehacer psicológico.
Esto significa que el psicólogo podrá recurrir, paralela o independientemente, a cualquier tipo de
informe de acuerdo con las exigencias de la situación.
Si alguna diferencia parece deducirse entre los tipos de informes es que su uso depende
especialmente de los aspectos que se quiera evaluar, de los instrumentos que se va utilizar o de la
población que se tenga que evaluar.
Se denomina fuentes del informe al origen de donde procede el material informativo para
la descripción, análisis e interpretación, y que constituirán pilares fundamentales del contenido de
todo el informe. Estas fuentes pueden agruparse en fuentes directas e indirectas.
La historia
La observación y la entrevista
Las fuentes indirectas son aquellas “canteras” de donde procede la información y llegan al
especialista a través de medios indirectos, tales como una tercera persona (referente) o
instrumentos psicológicos (prueba y/o cuestionarios).
El referente
Son instrumentos de medición que junto a otros forman parte de las fuentes indirectas
que proporcionarán información para el diagnóstico y la elaboración del informe psicológico.
Dentro de este terreno hay una amplia variedad de pruebas que exploran diversas áreas de la
persona y que pueden agruparse genéricamente en pruebas que permiten conocer los niveles de
inteligencia, pruebas que permiten inferir modos de ser y actuar de las personas (personalidad);
cuestionarios que examinen intereses, motivaciones, etc. y cuestionarios que permiten averiguar
situaciones específicas con fines exclusivos de investigación.
El conocimiento de las habilidades, el deterioro o las potencialidades de una persona,
grupo o población; los desordenes emocionales y otros factores del comportamiento están dentro
de las variables psicológicas antes señaladas y son posibles de entendimiento gracias a la
capacidad de aquel principio fundamental de las pruebas psicológicas de servir de filtro para
extraer ideas, pensamientos, sentimientos, actitudes y comportamientos del ser humano. De allí la
posibilidad de interpretar e inferir tales vivencias, constituyéndose en fuente indirecta del
informe, así como cuando una persona observa el comportamiento de otra y da su versión, con la
diferencia que las pruebas psicológicas y los cuestionarios son tratados estadísticamente para
determinar los márgenes de error, dándole validez y confiabilidad.
La relación que existe entre el destino que toma el informe y el uso que se le da, es
innegable. Van Hagan (1986) decía que el objetivo del informe está determinado por quien lo leerá
y qué uso tendrá; según este autor, estas interrogantes son inseparables y afectan la totalidad del
informe: “el orden en que se presenta el material, el vocabulario que se emplee, la longitud de las
frases y los párrafos, número y grado de complejidad de las tablas, tipo y detalle de las
ilustraciones, el material que deberá incluirse en los apéndices e incluso el papel en el cual se
imprima y la forma en que vaya encuadernar”.
Desde las primeras líneas de su obra Van Hagan previó como objetivos del informe las
disonancias que hoy en día aún se mantienen entre el objetivo principal que es el de comunicar y
aquel otro que es el uso que se le dará a éste.
A vista de las necesidades de la psicología, el uso que se le dará viene a ser el fin último del
informe como consecuencia de todo un proceso de estructuración y redacción. Su uso, si bien
depende de la calidad del informe, también forma parte de él solo tangencialmente. En cambio
para los administradores y ejecutivos de profesiones afines el fin último es el principal. En otros
términos, importa más la conclusión o las alternativas planteadas en el informe y en las que
basarán sus decisiones, que la calidad de su contenido. Naturalmente éste exceso de confianza de
los ejecutivos no significa que se puede elaborar un informe con un contenido incoherente,
inconsistente y mal redactado. Lo cierto es que un informe con contenido deficiente es probable
que tenga conclusiones igualmente deficientes y hasta equivocadas. Aquí entra en juego la ética y
la calidad del profesional en la que se debe confiar.
Queda claro entonces, que una cosa es el objetivo del informe y otra distinta el uso que se
le puede dar. El objetivo del informe está vinculado a cómo llegar lo mejor posible a sus lectores,
en cambio el uso que se le puede dar depende exclusivamente del lector. Entre tanto el
informante (el psicólogo) tiene la misión de informar con todo el rigor y la responsabilidad que le
corresponde. No está ni debe estar dispuesto de correr riesgos innecesarios al adoptar poses que
le son ajenos. Si es el mismo quien tiene que tomar decisiones en base a su informe lo hará con la
convicción que su trabajo previo es el de mayor confianza y este debe ser su forma de proceder
permanente.
Los potenciales lectores a los que está orientado el informe psicológico constituyen el
destino del informe. Ellos podrían quedar agrupados del siguiente modo: referentes, colegas,
profesionales relacionados y público común.
Sobre los referentes, si bien se ha tratado en un punto anterior con alguna amplitud, ahora
es pertinente señalar complementariamente que los principales y tal vez los únicos lectores del
informe son aquellas personas, grupos o entidades que solicitaron la exploración, estudio o
investigación del caso por algún interés especial. El limitado número de lectores es, por tanto,
evidente. Es a ellos a quienes de manera especial se refirió Kloffer (1975) al agruparlos en función
a la capacidad de comprensión del informe psicológico. Por cierto la comprensión no solo depende
de la capacidad del lector o la formación académica del mismo, sino también de la sencillez en el
uso del lenguaje al redactar el informe (de los términos, de las frases y oraciones) y, de la
coherencia integral del informe.
Dentro de la variedad de posibilidades a los que está dirigido el informe existen dos
conceptos en los que pueden quedar agrupados todos los lectores y que se vislumbran como
normas o reglas que deben tomar en cuenta los que elaboran un informe. Estas normas nos dicen:
primera, “… conforme disminuye la educación y entendimiento del lector el informe debe hacerse
progresivamente más simple”; segunda, “…cuanto más distante se encuentra la profesión del
referente –en relación al campo de la psicología- más necesidad habrá para que el psicólogo (…)
elabore el informe (…) en estilo tal que sea apropiado y circunscrito al problema …” (Kloffer, 1975).
A pesar de la claridad textual de dichas ideas, debe entenderse que la primera norma, si
bien involucra a la totalidad de receptores del informe, más está relacionada a aquellos
profesionales cuya formación está lejos de la comprensión de terminologías propias de la
psicología por lo que se encuentran en condiciones similares al público común, necesitando de la
eliminación de términos que dificulten la comprensión del informe. Entre tanto, la segunda norma
tiene que ver con los profesionales afines, y que por la naturaleza de la profesión hacen uso de la
psicología con alguna frecuencia (médicos psiquiatras, profesores, administradores, asistentes
sociales, sociólogos, entre otros), para luego ir disminuyendo progresivamente esa relación
(médicos, abogados, economistas, antropólogos, arqueólogos, ingenieros industriales, entre
otros).
Es probable que el grupo de lectores asiduos y con mayor grado de compresión de los
informes psicológicos esté conformado por los propios psicólogos. Sin embargo, por la
especialización del profesional que demanda la sociedad moderna, cada vez irá creciendo el
número de psicólogos en desventaja del otro por su formación en disciplinas distintas; claro está,
que aún así, su comprensión será mayor que la del profesional afín o aquél lector común, debido a
que hay un lenguaje profesional básico común a todos los psicólogos. Por ejemplo, un informe
sobre la capacidad de consumo de la población limeña respecto de un producto, sobre las causas o
consecuencias psicológicas de la inflación y la recesión, o sobre los efectos de los círculos de
calidad en la industria nacional. Estos temas pueden no ser comprendidos por psicólogos cuya
actividad cotidiana y estable es el campo educativo o clínico ni pueden estar obligados a ello, pero
sí por un psicólogo social u organizacional. La ignorancia de un campo especializado de la
psicología es mutuo, por tanto, no tienen porqué sentirse decepcionados de sí mismos.
Otro grupo de lectores a los que está dirigido el informe son los profesionales relacionados
con la profesión del psicólogo, que manejan de alguna manera una terminología similar con la
especialidad, y pueden lograr, dentro de esa limitación, un entendimiento significativo con la
profesión y con los informes. Estos profesionales se supone deben manejar datos, emplear
resultados, seleccionar alternativas y tomar decisiones en base a informes psicológicos. Pero los
profesionales afines, como posibles lectores siguen siendo un número limitado y tal vez todavía
restringido por intereses particulares del centro de trabajo en el cual labora el psicólogo y, a veces,
por ética profesional y otro poco por intereses personales.
Finalmente, se debe considerar como potenciales lectores al público común, éstos son
personas que están distantes de la profesión y de la actividad del psicólogo, que no tiene
conocimiento específico sobre el tema tratado en el informe ni tiene interés especial. En todo caso
su interés se limita a inquietudes de cultura básica o necesidades de orden secundario. Por lo
mismo, los datos proporcionados en el informe deben ser ajustados con fines específicos de lograr
el entendimiento de dicho auditorio; y si es proporcionado en forma de noticia, crónica o
entrevista periodística aún mejor. Por consiguiente, el lenguaje que se use para este tipo de
lectores es todavía más simple que la terminología empleada en los casos de lectores
anteriormente descritos.
En consecuencia se debe entender que todo informe recibirá un tratamiento especial para
su elaboración, cualquiera sea su clase o naturaleza, especialmente en el lenguaje que se debe
usar. La razón de esta afirmación, aparentemente obvia, es la “presencia” del lector en la mente
del informante en todo el proceso de redacción del informe; en otras palabras, un informante que
no considere o no tome en cuenta a su futuro lector al momento de redactar corre el riesgo de no
utilizar el lenguaje apropiado, teniendo como consecuencia inmediata el de no ser comprendido.
Hasta este punto se ha venido señalando que el uso del informe depende de lo que quiera
hacer el lector con él. Todos los lectores parecen seleccionar sus lecturas en concordancia con sus
intereses, permitiendo suponer que los lectores se van agrupando en torno a la clasificación del
informe, lo que lleva a tratar este acápite en función a la naturaleza del informe.
Los lectores principales del informe científico son los miembros de la comunidad científica
especializada; sea que la investigación haya sido cuantitativa o cualitativa, empírica o documental,
ellos tienen la posibilidad de replicar el estudio en otras realidades, de comparar con otros
estudios, de teorizar sobre esa base, de darle una aplicación práctica y, tal vez el más importante,
de observar y señalar sus críticas con base en los resultados del informe publicados en una revista
científica.
Igualmente, los especialistas de profesiones afines hacen uso del informe científico,
procurando compatibilizar con los puntos de vista de su profesión o su visión particular sobre el
tema, con la intención de mejorar o perfeccionar su actividad.
Por otro lado, existe un público más o menos amplio atento a los trabajos de naturaleza
científica con diversos matices de interés. En estos casos, como ya se dijo, se hace necesario
recurrir a los medios de comunicación para hacer conocer los resultados con resúmenes apretados
y conclusiones muy breves, claras y densas que les permita cubrir sus expectativas.
Hay todavía otro grupo al que le interesa conocer los resultados del estudio que, a pesar
de ser un grupo muy reducido, tal vez sea el que más uso práctico le da al informe científico. Ellos
son especialistas de profesiones relacionadas a la psicología; son técnicos o directivos de
organizaciones que financiaron la investigación. Este grupo por lo general pide que se haga el
estudio con fines muy específicos; es decir, para que los resultados del estudio sea de aplicación
inmediata. Por ejemplo, las investigaciones de mercado para la introducción de un producto, la
elaboración de pruebas psicológicas para la selección de personal, entre otros.
En el mismo sentido, los lectores principales del informe de evaluación psicológica son los
remitentes o referentes. Su público es muy reducido. Ellos basan su acción en la calidad y
competencia que debe tener un informe de esa naturaleza. Un médico psiquiatra o un
psicoterapeuta, en principio, tendrán un mejor conocimiento que les permitirá elevar su juicio
sobre el paciente y diseñar un plan terapéutico a mediano y largo plazo con base en el informe
psicológico, incluso podrán trazar un pronóstico sobre el futuro de su cliente. Un profesor tendrá
la posibilidad de definir un programa de entrenamiento, de rehabilitación o de nivelación de sus
alumnos; un administrador o un gestor del talento humano podrá tomar las decisiones que mejor
convenga a las organizaciones, a las personas individuales o grupos en cuestión, tratando de
encontrar el equilibrio justo que no afecte a las partes; un asistente social, tendrá la ocasión de
actuar con total seguridad en sus programas de recreación, de entrenamiento o de apoyo a la
familia del trabajador.
Los padres de familia también remiten casos y son lectores del informe de evaluación
psicológica, pero el uso que le dan es aún impreciso y poco claro; sin embargo, se podría señalar
que el informe es usado en principio para actuar de acuerdo con las recomendaciones que todo
informe debe tener (cambios en el comportamiento de la familia o acciones que faciliten la
adaptación social del probando); de la misma manera puede ser usado para calmar la propia
ansiedad del grupo familiar que provocó el supuesto problema del pariente evaluado; también
parece usarse para ser presentado a las autoridades educativas por iniciativa de los padres o a
pedido de dichas autoridades, especialmente cuando se trata de niños o jóvenes que postulan a
centros de enseñanza o a sus médicos o terapeutas cuando la situación exige; unos pocos
seguramente para presumir ante conocidos sobre las cualidades potenciales de sus hijos.
Justamente por esta imprecisión en el uso del informe en manos de la familia, es que no es
muy conveniente entregar los informes a la familia, mucho menos al probando, especialmente
cuando se trata de casos clínicos. En cambio, si es una obligación del informante explicar algunos
resultados que no impliquen incremento de la ansiedad del paciente o del grupo familiar, pero con
mucho tacto.
Finalmente, se encuentran los lectores del informe organizacional y/o administrativo, que
por tratarse de informes que generalmente incluyen a un conjunto de seres humanos, su alcance
está limitado a un reducido número de lectores y, por lo mismo, las políticas y las acciones que se
adopten en base a él son de cuidado. Por ejemplo, la valoración del desempeño de los docentes
que pertenecen a una determinada unidad de servicio educativo o de los médicos de tal o cual
área hospitalaria. Este tipo de estudios importa a los niveles de decisión y es solo a ellos a quienes
debe llegar para que puedan adoptar políticas de personal que mejoren sus niveles de
productividad u otros. Eventualmente y dependiendo del método o técnica que se adopte para la
evaluación del desempeño, el informe solo debe ir a los interesados y solo ellos pueden compartir
si así lo creen conveniente; aunque la idea es que compartan para analizar y mejorar sus puntos
débiles y reforzar sus fortalezas.
Los informes que proceden de estudios que se realizan en las organizaciones
empresariales (industrias, comercios), en los mandos militares, en algunas clínicas privadas u otros
centros, son aún más restringidos por razones de competencias y seguridad. Con mucha suerte, es
posible usar dichos informes para compartir los resultados en eventos científicos amplios, pero
sólo con la autorización de la organización y sin anunciar su procedencia.
Bibliografía
Bouquie, G. (s/f). Cómo se deben redactar los informes. Lima, Perú: ESAN
Cisneros, M. y Olave, G. (2018). Redacción y publicación de artículos científicos: enfoque discursivo.
Colombia: ECOE Ediciones.
Kloffer, W. (1975). El informe psicológico. Buenos Aires, Argentina: Ed. Tiempo contemporáneo.
Martorell, M. (1999). Entrevista y consejo psicológico. España: s/e.
L’abate, L. (1967). Principios de psicología clínica. Buenos Aires, Argentina: Ed. Paidós.