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El lugar de las mujeres en la actualidad.

Una mirada desde la Psicología hacia la realidad de oportunidades.


LIC. Cecilia Luna

Mujeres estremecedoras, mujeres fecundas, mujeres promesa. ¿Ser mujer ha significado lo mismo a lo largo
de la historia? ¿Ser mujer y ser madre es una ecuación indisoluble o una relación cultural? ¿La expectativa por
excelencia de toda mujer es la maternidad? ¿Los hijos son el único medio para ser fecundo? ¿Han tenido las mujeres
otros sueños alternativos a la maternidad o esto es fruto de nuestros tiempos? ¿Ser madre es lo que conocemos hoy
o la actualidad es el producto de numerosas mutaciones?

En este breve escrito voy a intentar poner en palabras cuestiones quizá ya sabidas, en algunos casos más
visibles y aceptadas, pero aún controversiales, e incluso negadas, tal como se demuestra en lo que ocurre en la
realidad de muchas mujeres. Sí, porque se trata de cuestiones en torno a las mujeres. Lo digo en plural, porque
aunque pensemos en términos de conjunto, es importante contextualizar, para situar diferentes colectivos de
mujeres.

Estamos celebrando el Día de la Mujer y reconociendo trayectorias de mujeres, trabajadoras, emprendedoras,


empresarias, profesionales... La idea es recordar el por qué de este reconocimiento.

El título nombra “El lugar de las mujeres en la actualidad. Una mirada desde la Psicología hacia la realidad de
oportunidades”

La mirada desde la Psicología… para mirar algo tiene que ser visible. Justamente para pensar en el lugar de
las mujeres en la actualidad vamos a intentar visibilizar algunas cuestiones que nos van a permitir tener mayor
claridad. Vamos a reflexionar supuestos e ideas naturalizadas que han ubicado a las mujeres en lugares que han
implicado relaciones de desigualdad, inferioridad y subordinación.

El tema es muy extenso, sólo haremos un recorrido por algunos temas que quizá funcionan como
afirmaciones; intentaremos allí formular alguna pregunta.

Primero quiero situar que el término Mujer refiere a un tipo de subjetividad. Cuando hablamos de subjetividad
hablamos de marcas culturales, de condiciones históricas. Nos alejamos de lo natural, y estamos del lado de lo
cultural, de lo simbólico. Vamos a tratar de ubicar qué sentidos han definido lo femenino desde esta lógica del ser
como lo constituido por marcas histórico-culturales.

Históricamente, el espacio público ha sido tradicionalmente ocupado por varones y el espacio privado por
mujeres, conllevando sentidos de lo masculino y femenino respectivamente. La mujer se ocupó de los roles
domésticos y de cuidado. El hombre accedió a las esferas de decisión en lo político y económico. Dos lógicas se
articulan: público racionalizado, privado sentimentalizado, han sido piezas claves en el ordenamiento de lo social. La
mujer queda identificada con una subjetividad organizada en clave sentimental, lo cual crea condiciones para un tipo
de dependencia, tanto que tiene como efecto la fragilización de la mujer, nombrado en muchos discursos como
el “sexo débil”.

Desde esta ubicación para la mujer se ha producido la jerarquización de su rol maternal. Y se ha construido la
ecuación simbólica MUJER = MADRE. La maternidad da sentido a la feminidad. Desde un conjunto de creencias que
ordenan la valoración social se han reglamentado las conductas para las mujeres, y sus proyectos de vida posibles. Se
ha abusado de un posible malentendido: una cosa es decir que para ser madre se necesita ser mujer y otra es decir
que para ser mujer se necesita ser madre.

Este mito parte de las siguientes creencias:

 Consideración de la maternidad como fenómeno de la naturaleza.


 Existencia de un “instinto maternal”.
 Madre como una consecuencia obligada de la anatomía de una mujer.

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La ilusión de naturalidad está dada por la creencia en el instinto materno, que guiará la crianza de los hijos.
También por la equivalencia entre aparato reproductor y maternidad. Sabemos que la maternidad se construye por
experiencias culturales y muy poco en la naturaleza está dicho sobre cómo ser madre, cuándo serlo, etc.

La ruptura de la ecuación simbólica: MUJER = MADRE, ha sido uno de los ejes fundamentales sobre los que
se han sostenido los cambios sociales de este último tiempo.

A partir del Siglo XX, muchas mujeres han avanzado en la participación de espacios tradicionalmente
ocupados por hombres. Espacios laborales, científicos, culturales y políticos. Espacios públicos, visibles.

Estos cambios tienen como protagonistas a mujeres que van redefiniendo y ampliando sus lugares en la
sociedad.

Hoy se cuestionan los ordenamientos sociales basados en las diferencias “naturales” de los sexos.

Este momento histórico de transformación de su lugar subjetivo se caracteriza por:

 Un cambio hacia la autonomía económica de la mujer, con consecuentes modificaciones en la distribución


de las tareas domésticas y de las relaciones de poder en la pareja.
 También hacia la autonomía en el campo de la sexualidad, donde la mujer también se posiciona como
sujeto de deseo, y puede asumir un rol activo.
 La maternidad no constituye necesariamente el eje central del proyecto de vida de una mujer.

Estas transformaciones de la subjetividad generan las condiciones para el protagonismo de las mujeres.

De todos modos, hoy siguen existiendo grandes dificultades para dar lugar a condiciones de igualdad. Desde
los Estudios de la Mujer, se destacan, los siguientes factores de riesgo en la salud mental de las mujeres:

- La tendencia de las mujeres a maternizar todos sus roles, más allá del rol maternal.
- Alto nivel de expectativas respecto del cumplimiento del rol maternal, doméstico y conyugal.
- El no reconocimiento del trabajo asociado al cumplimiento del rol maternal (“trabajo invisible de las
mujeres”).

La desigualdad entre la mujer y el hombre en el ámbito del trabajo se genera por lo que se llama la división
sexual del trabajo, desde la cual se asignarían tareas a los hombres asociadas a las tomas de decisiones y a lo que
queda del lado de lo que se considera productivo, y a las mujeres, aquellas asociadas al cuidado, que son menos
rentadas.

Existen otras brechas salariales entre mujeres y hombres que tiene que ver con el tiempo que las mujeres
pueden pasar en el ámbito de los trabajos, porque aún se considera a la mujer como principal hacedora y responsable
de las tareas domésticas y de crianza de los hijos; por ello los hombres pueden permanecer más tiempo en sus
trabajos y ganar más.

Y otro punto de desigualdad es respecto de los puestos de toma de decisión, donde operan los estereotipos
de género, a raíz de lo cual se piensa que por ser hombre, se reúnen ciertas características que lo harían más apto
para determinados cargos.

Esto conforma lo que se denomina “segmentación horizontal del trabajo”, las tareas dentro del mercado
laboral asociadas al cuidado están mayoritariamente sostenidas por mujeres, y aquellas asociadas a lo productivo, por
hombres.

En el ámbito del desarrollo laboral y profesional de las mujeres, se destacan como aspectos generadores de
desigualdad:

El techo de cristal: funciona como límite al crecimiento laboral, y está conformado por las “responsabilidades
domésticas”, no siempre son compatibles con las demandas de dedicación de altos puestos de trabajo; el “nivel de

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exigencias”, a las mujeres se le exige el doble que a los hombres para mostrar su valor; los “estereotipos sociales”,
por ejemplo la idea de que las mujeres temen ocupar puestos de poder , las mujeres no puede afrontar situaciones
difíciles, etc.; la “percepción que tienen de sí mismas las mujeres”, sentimientos de inseguridad y temor (necesidad de
identificarse con modelos masculinos); “el principio de logro”, supone que algunos lugares de trabajo no son para
mujeres; los “ideales juveniles”.

Las fronteras de cristal, que se asocian a la situación de decidir entre la familia o el trabajo, para la cual, no
se generan las condiciones de posibilidad para que la mujer sea acompañada en el avance de la carrera laboral,
sosteniéndose la equívoca creencia que se elige por el bienestar familiar, cuando no debería tener que estar
garantizado necesariamente y solamente por la mujer.

En estos últimos años han comenzado a delinearse políticas que consideran estos aspectos que han sido
visibilizados, y posibilitan ir pensando en acortar las brechas que existen entre hombres y mujeres para acceder a
iguales beneficios y oportunidades en el ámbito laboral.

BIBLIOGRAFÍA

 Burín, Mabel. Género y salud mental: construcción de la subjetividad femenina y masculina.


http://dspace.uces.edu.ar:8180/xmlui/bitstream/handle/123456789/1529/Burin_2010_Preprint.pdf?
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 Declaración Universal de los Derechos Humanos. ONU
 Di Segni, S. – Obiols, G., (2001), Adultos en crisis, jóvenes a la deriva. Buenos Aires. Ed. Noveduc.
 Fernandez, Ana María, (1993), La mujer de la Ilusión. Buenos Aires. Ed. Paidos.
 Foulcault, M., (1975), Vigilar y Castigar. Buenos Aires. Siglo XXI editores.
 Foulcault, M., (1980), La verdad y las formas jurídicas”. Barcelona. Ed. Gedisa.
 http://www.ilo.org/global/lang--es/index.htm
 Rodriguez Feito, María de los Ángeles. “Maternidad y subjetivación: reflexiones sobre la maternidad en
principios de siglo”. Publicación del Equipo infanto-juvenil de la Fundación Argentina de Salud Mental
(FASAM).

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