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"La mujer como agente de cambio y transformación social".

Daiana Camila Cubillos Chirva

En todo el mundo, las mujeres nos desempeñamos en un papel esencial como líderes y agentes de
respuesta inicial cuando se producen crisis. Transformamos y salvamos vidas en los lugares donde
resulta más difícil llegar. No obstante, nuestro trabajo suele ser infravalorado y a menudo no se
reconoce. Pese a eso, un hecho evidente desde todos los puntos de vista es que la situación de las
mujeres ha experimentado cambios considerables en los últimos años. Nos encontramos ante una
realidad femenina que se distancia de lo que pudo ser en el pasado. La participación de la mujer ha
aumentado tanto en el ámbito educativo, social , político , económico y así mismo como en el
laboral. Cada mujer es un mundo, es un ser singular e irrepetible con una personalidad definida y
unas circunstancias concretas. De ahí que las realidades interpretativas de los hechos actuales ante
nuestra situación predominantemente patriarcal posean siempre un punto de vista subjetivo.

Sin embargo, se hacen necesarias para mayor comprensión del porqué y el cómo de los fenómenos
sociales tales como el impacto que tenemos como género femenino siendo un agente de cambio y
transformación. Un movimiento como el que estamos teniendo en este momento sucede con un fin
y propósito de descubrir las tendencias culturales que están marcando el pronunciamiento social, del
proceso femenino, de tal forma que puedan ser utilizadas como referente aclaratorio de lo que está
pasando con las mujeres.

Los momentos históricos y la constatación de que aún existen núcleos resistentes y frenadores del
cambio producido por un agente femenino, provocan la agresividad de las mujeres respecto a este
tema. Agresividad que tiene raíces de frustración e impotencia ya que no es comprensible cómo
derechos tan legítimos y obvios aún no son aceptados por un sector masculino de la población. Esta
vivencia se expresa en rangos de fuerza, tensión, incomprensión, que evidencian luchas de poder.
Los hombres, al estar respaldados por años de historia, no estarán dispuestos a dejar espacios de
protagonismo a las mujeres, porque les supone renunciar a privilegios altamente satisfactorios. Las
mujeres, que muchas veces somos conscientes de nuestra situación desfavorecida, intentamos
adquirir peso específico en esos huecos, los resultados son lo que va a ir marcando poco poco la
solución.

No se trataría por tanto de lograr la igualdad mediante conquistas a medias o parciales, sino de algo
más profundo que tiene que ver más con las actitudes y valoraciones, que con el desempeño de unas
funciones sociales. Es aquí precisamente donde se establece el conflicto, donde los hombres lo
interpretan como una necesidad de adquirir protagonismo social, y las mujeres lo sienten como una
necesidad de ser tratadas como personas con igualdad de derechos.El poder del varón trasciende lo
puramente formal para entrar en la estructura social ,para ser categorizados y tener definiciones de
rol. Todavía hoy en día la diferenciación entre lo que es "ser hombre" y "ser mujer" está sujeta a
modelos masculinos, y es ahí donde las mujeres deseamos las transformaciones, es ahí donde las
mujeres contemplamos y adquirimos el rol de ser una agente de cambio y transformación social .

El poder femenino se limita a aquellos factores donde tradicionalmente ha sido su territorio


doméstico y maternal, siendo frenadas en nuestro proceso expansivo por la negativa de los hombres
y grandes rasgos de la sociedad. El reducto de este nos ha imposibilitado el acceder al mundo social
que es donde realmente se producen los cambios evolutivos y culturales como hemos evidenciado
poco a poco durante estos últimos años, donde la autorrealización de la mujer ha sido tener voz y
voto. Así mismo, como todo proceso evolutivo, también el desarrollo de las mujeres adopta un
movimiento oscilante; es decir, se hace preciso renunciar a esquemas tradicionales para lograr
posteriormente nuestra integración. Dicho de forma más concisa, a las mujeres se les insta a que
abandonen un rol doméstico para desempeñar un rol social al que tienen pleno derecho; en ese
movimiento tendrán que ir integrando y compatibilizando ambos referentes. Es un proceso individual
el despojarse de estereotipos limitadores y adquirir otros más liberadores, pero sin renunciar por ello
a lo positivo de lo anterior y cuidándose de no contaminarse por lo negativo de lo moderno. Los
múltiples problemas que se nos presentan para acceder de forma plena al ámbito social, junto con el
deseo masculino de que las mujeres sigan siendo amas de casa, tienden a radicalizar el proceso. Se
vive de una forma muy imperiosa la necesidad de alejarse de lo familiar para integrarse en lo social.
Desde el momento en que hay que romper unos estereotipos resulta muy difícil que el proceso sea
equilibrado.

Como claros ejemplos e implementos de sustentación de lo previamente dicho tenemos la:


Discriminación Laboral ; donde las mujeres enfrentan grandes desventajas en el mundo del trabajo.
Les pagan menos que a los hombres, incluso cuando hacen lo mismo. Y esto no se explica porque
seamos menos productivas a la hora de laborar o que estemos menos educadas a nivel académico.
Se explica a gran escala ha un fenómeno de segregación ocupacional, que lleva a las mujeres a
ocuparse en oficios peor remunerados y que tienen horarios flexibles, o quizás de forma
inconsciente en la cual colocan a la mujer en un segundo plano debido a que estamos hechas para
trabajos laborales mucho más “domésticos” y frágiles.Así mismo a menor escala puede ser explicado
por prácticas discriminatorias, normas sociales y patrones de conducta que las conducen a oficios
peor remunerados y a menos progresos en nuestra trayectoria laboral puesto que:

Según los datos más recientes de la organización Ocde , las mayores diferencias entre el ingreso
promedio de hombres y mujeres con relación al ingreso promedio de los hombres están en Asia,
pues es Corea del Sur es de 32,5% y en Japón es de 23,5%. En el listado, a estos países les siguen
Israel, con una brecha salarial de 22,66%; Finlandia, con 18,86%, y México, con 18,75%. Entre los
países de la Ocde con una menor brecha de género están Rumania (3,5%), Colombia (4%), Bélgica
(4,19%), Costa Rica (4,73%) y Dinamarca (4,86%)”. En el caso de Colombia, la tasa de participación
laboral de las mujeres (56,6%) es muy baja en comparación con la de los hombres (79,9%). (La
república,Brechas salariales entre hombres y mujeres en las economías de la Ocde)

Como otro dos grandes rasgos de ejemplificación tenemos las discriminaciones sociales y Familiares;
cualquier sociedad del planeta ha demostrado la utilización de una división de criterio sexual para
repartir las tareas productivas, reproductivas y de subsistencia, adjudicando las tareas productivas y
de la esfera pública a los hombres, y las reproductivas y de cuidado a las mujeres, que así quedan
relegadas a la esfera doméstica o privada. Esto tiene repercusiones directas sobre la mujer ya que
conlleva una directa discriminacion política, sexual y una posible discriminacion a la hora de las
relaciones sociales que conlleven la vida de la mujer, un ejemplo claro ya señalado es que no se han
podido erradicar por completo creencias que colocan a la mujer en un segundo plano, creencias
cuya principal fuente de transmisión es la familia. La familia crea normas dentro de las relaciones
familiares, de esta manera a cada individuo desde que nace se le va creando una conciencia de
acuerdo a su sexo; es decir, se va pensando en el trato que se le debe de dar, la forma en la que se
tiene que vestir, las actitudes que debe de tener, todo ello dependiendo de su sexo. El padre es
reconocido como la principal fuente de ingresos económicos y de autoridad, como jefe dentro de la
casa. Esto se puede interpretar entonces que la categoría género es una construcción social cultural
e histórica en las sociedades, con respecto a cómo deben de comportarse una mujer y un hombre,
pero, la igualdad entre hombres y mujeres no puede ser absoluta, pues cuentan con diferencias
psicosomáticas y fisiológicas que hace que se legislen por separado.

Llevándonos así a que a la conclusión de que las claves culturales de que lo social es lo más
beneficioso y lo doméstico lo más limitador, permiten impulsar a las mujeres hacia mayores cotas de
poder, haciéndolas un agente directamente responsables de la transformación en todo los ámbitos,
hacia una mayor independencia y posibilidad de elección. Pero ese avance lleva consigo, si no una
renuncia, una transformación de nuestro rol en el ámbito doméstico, llevando de la mano lo que
significa ser mujer en una sociedad tan patriarcal como lo es la actual, donde constantemente se te
es juzgada por ser es mujer, donde te discriminan y te hacen menos por el hecho que constan uy
temente se nos ha llamado como el “sexo debil”.

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