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Unidad 1 - Clase 2 - La poesía precolombina

"En este mundo de fábula que nos dejaron a quema estampa los cronistas, no fue la
menos importante, entre las artes, la poesía; y si poco se habla y se conoce, cabe
decir que fue la más combatida por los religiosos, que la encontraron pecaminosa,
frutal, solar, embanderada de misterios y magia, diabólica, en una palabra, para su
gusto ascético, sus dogmas y teologías. Se prohíbe cantarla –toda poesía se
cantaba entre los indígenas–, o bien declamarla al compás de sus músicas, y
cuando no se prohíbe, es sometida a la previa censura de los párrocos. Nada o
poco va quedando de ella. Pasa oralmente de una generación a otra, enseñada por
los mismos poetas, a falta de alfabeto, o bien escondida púdicamente en las tablillas
y libros en forma de acordeón, fabricados con finísimas cortezas de árbol;
escondida, como tórtola, en los dibujos que se tienen para recordarla..."

Miguel Ángel Asturias

Hablar de poesía precolombina es hablar de poesía religiosa. Hay una profunda


concepción, un profundo sentido religioso entre el hombre y la divinidad. Las
temáticas más importantes de la poesía tienen vinculación con la religión, el paso
del tiempo, la celebración de rituales. Son verdaderas expresiones filosóficas sobre
la existencia, la lucha por el poder, el conocimiento, la sabiduría. Hay un sentido
fatalista ante la vida. Así, aparece el sentimiento de la muerte y el sufrimiento por el
paso del tiempo. También, hablar de poesía precolombina es hablar de
oralidad/música/danza. Los textos que se conservan son códices o libros en lengua
autóctona llevados al papel por amanuenses calificados. El concepto de literatura
precolombina devino de la conquista y lo que queda de ese legado es fragmentario
y ha sido rescatado por los clérigos y por indígenas que han oficiado de traductores.
Muchos de estos clérigos trabajaban con nativos que oficiaban de traductores (es el
caso de Popol Vuh). En el caso de los códices mayas, vemos que han sido escritos
por ellos ya que habían descubierto el papel.

Muchos grupos indígenas decidieron ocultar sus obras ante el avance de los
conquistadores (es el caso del Popol Vuh que había sido enterrado en
Chichicastenango, Guatemala y que luego el padre Giménez rescató junto a
indígenas de su iglesia).

Los aztecas:

La escritura de los azteca fue ideográfica o jeroglífico. Aunque muchos códices


fueron destruidos y quemados, nos llegan gracias a la tradición oral o a la labor de
algunos misioneros que rescataron de las cenizas estos documentos. Los aztecas
cantaban y bailaban su poesía. Las temáticas tenían que ver con historias de
héroes, la vida y la muerte, cantos e himnos a los dioses: cantos divinos (teocuicatl)
y guerreros (yaocuitatl). Los poetas aztecas eran llamados xochitlahtoanime (los
que hablan con flores) o cuicapicque (los compositores de canciones). La poesía
era nombrada como in xochitl in cuicatl (flor y canción). La poesía azteca (o nahua)
tenía dos grandes categorías, la secular y la religiosa. La poesía lírica secular,
llamada netotiliztin o “danzas de la alegría” podía ser compuestas y recitada por
cualquiera: una persona común o un aristócrata, un hombre o un mujer. La poesía
religiosa, llamada macehualiztin o “danzas del mérito”, era compuesta y recitada por
poetas pertenecientes a ciertas órdenes sacerdotales dedicadas a deidades
particulares.

La poesía lírica se conocía también como xochicuicame o “canciones-flor”. Su


nombre viene de los poemas de imágenes de flores cuyos significados simbólicos
eran profundos. El poeta usaba a las flores como una metáfora general de la
vida en sus muchos aspectos, vicisitudes y estados. Entre las otras variantes
poéticas de los aztecas estaban: xopancuicame (las canciones de primavera), las
cuales eran ligeras y espirituales; tlaocolhcuicame (las canciones de sufrimiento) y
icnoccuicame (las canciones de los huérfanos), que eran poemas tristes;
cuauhtlicuicame (las canciones de águilas), las que trataban de los héroes y los
cazadores; cihuacuicame (las canciones de las mujeres); huehuecuicame (las
canciones de los viejos); y auhtlicuicatl (las canciones de la guerra). Había también
muchas variantes regionales.

Las canciones-flor combinaban temas sagrados y ceremoniales que trataban


preocupaciones sociales y terrenales. Eran a menudo meditaciones filosóficas sobre
la muerte, la vida y el amor, sobre la amistad, sobre la relación personal con el
Creador, sobre la brevedad de la vida y de la fama, sobre la alegría que dan la
poesía y las canciones, sobre el triunfo y el sufrimiento que acompañan a las
guerras. Con ellas evocaban a grandes líderes, conmemoraban ocasiones
especiales y referían valiosas ciudades. Las poesías conocidas como “danzas de la
juventud” trataban sobre el amor; el placer que producía el escucharlas era general,
desafortunadamente muy pocas de ellas han llegado hasta nosotros. Los himnos
sagrados eran menos personales, nada individuales. Formaban parte de los ritos
religiosos y se cantaban adentro y en los alrededores de los templos. Muchos de los
cuicapicqui eran aficionados, mientras que otros eran profesionales y tenían el
apoyo de órdenes religiosas o de casas nobles. Estos poetas profesionales
componían trabajos exaltando algunas deidades particulares o las proezas de los
miembros y ancestros de algún linaje específico. El Consejo de poetas y de
ancianos llamado tlapizcatzitzin (curadores) deliberaba si se aprobaban o no las
nuevas composiciones religiosas.

La poesía azteca se usaba en canciones, en cánticos o se hablaba, a menudo


acompañada de un tambor o flauta. Cada poema o canción tenía su propia cadencia
o patrón de golpeteo (tamborileo). Se usaban dos diferentes tambores. El huehuetl
que era un tronco largo y hueco que se colocaba en posición vertical con la parte
superior cubierta y pulida y el fondo abierto, el instrumento era golpeado con las
palmas de las manos. El teponaztli era un tronco hueco más pequeño, dispuesto en
posición horizontal y cerrado en sus lados, se ranuraba el cilindro a manera de que
quedaran dos lenguas de diferentes longitudes, las que se golpeaban usando palos
con puntas cubiertas de hule. Las canciones-flor se recitaban con vívidos ritmos,
mientras que los himnos sagrados eran imponentes y lentos.

En el año 1500 los aztecas de Tenochtitlán formaban el centro político del antiguo
mundo mesoamericano, pero el centro cultural era Texcoco, una ciudad más
pequeña en el oeste del antiguo lago. Fue tierra de varios poetas importantes del
México antiguo, incluyendo Nezahualcóyotl y su hijo Nezahualpilli. El dialecto
texcocano del idioma náhuatl (azteca o mexicano) era considerado el más
melodioso y refinado. Antes de que las órdenes de guerreros enviados por
Tenochtitlán impusieran su dominio en la región, Texcoco había sido la ciudad
preeminente, la heredera de la cultura Teotihuacana y de la anterior ciudad de Tula.
El Dios patrón de estas ciudades era Quetzalcóatl, el dador y el maestro de la
poesía, de la música, de la danza, de otras artes y de la ciencia. Opuestamente
a las deidades belicosas de los aztecas, Quetzalcóatl nunca demandó en forma
alguna de sufrimientos o de sacrificios humanos. El espíritu de Quetzalcóatl infunde
completamente la lírica de las canciones-flor.

La mayoría de los poemas aztecas han sobrevivido gracias a tres manuscritos, los
cuales fueron escritos en alfabeto náhuatl durante la segunda mitad del siglo XVI.
Los Cantares Mexicanos y los Romances de Los Señores de Nueva España
contienen canciones-flor. El códice florentino, libro 2, compilado por Fray Bernardíno
de Sahagún, contiene poemas religiosos de himnos sagrados.
La poesía estaba contenida en cualquier plan de estudios. Después de las horas
regulares de la escuela, todos los estudiantes (niñas y niños) eran llevados a una
escuela especial dedicada a la enseñanza de la poesía, de la música y de danza (la
Casa de la Música, el cuicacalli) donde se guardaban los instrumentos comunales.
Las Casas de las Canciones siempre se ubicaban junto a los templos. A los
pequeños se les enseñaba primeramente los himnos sagrados y las danzas que los
acompañaban. Cuando se aprobaban nuevas composiciones religiosas por el
Consejo de Curadores ( tlapizcatzitzin), se convocaba a grandes reuniones públicas
en la Casa de las Canciones o en las plazas, a las cuales asistían personas de
todas las edades y se enseñaban las canciones a todos ellos. Por la tarde la Casa
de la Música se convertía en un club social y cultural donde los poetas y los
músicos se juntaban para recitar las canciones-flor y los jóvenes bailaban en
parejas.

Este es el papel amate...aún hoy se puede conseguir y quienes van a México,


seguramente tendrán en su casa, uno de estos...
Algunos
poetas:

Tlaltecatzin

Nacido hacia 1320. Fue señor de Cuauhchinanco en el siglo XIV. Contemporáneo


de Techotlala, señor de Texcoco entre 1357 y 1409. Cantor del placer, la mujer y la
muerte.

Canto

En la soledad yo canto

a aquel que es Ometéotl

... En el lugar de la luz y el calor,

en el lugar del mando,

el florido cacao está espumoso,

la bebida que con flores embriaga.

Yo tengo anhelo,

lo saborea mi corazón,

se embriaga mi corazón,

en verdad mi corazón lo sabe:

¡Ave roja de cuello de hule!,

fresca y ardorosa,
luces tu guirnalda de flores.

¡Oh madre!

Dulce, sabrosa mujer,

preciosa flor de maíz tostado,

sólo te prestas,

serás abandonada,

tendrás que irte,

quedarás descarnada.

Aquí tú has venido,

frente a los señores,

tú, maravillosa criatura,

invitas al placer.

Sobre la estera de plumas amarillas y azules

aquí estás erguida.

Preciosa flor de maíz tostado,

sólo te prestas,

serás abandonada,

tendrás que irte,

quedarás descarnada.

El floreciente cacao

ya tiene espuma,

se repartió la flor del tabaco.

Si mi corazón lo gustara,

mi vida se embriagaría.

Cada uno está aquí,

sobre la tierra,
ustedes señores, mis señores,

si mi corazón lo gustara,

se embriagaría.

Yo sólo me aflijo,

digo:

que no vaya yo

al lugar de los descarnados.

Mi vida es cosa preciosa.

Yo sólo soy,

yo soy un cantor,

de oro son las flores que tengo.

Ya tengo que abandonarla,

sólo contemplo mi casa,

en hilera se quedan las flores.

¿Tal vez grandes jades,

extendidos plumajes

son acaso mi precio?

Sólo tendré que marcharme,

alguna vez será,

yo sólo me voy,

iré a perderme.

A mí mismo me abandono,

¡Ah, mi Ometéotl!

Digo: váyame yo,

como los muertos sea envuelto,

yo cantor,

sea así.
¿Podría alguien acaso adueñarse de mi corazón?

Yo solo así habré de irme,

con flores cubierto mi corazón.

Se destruirán los plumajes de quetzal,

los jades preciosos

que fueron labrados con arte.

¡En ninguna parte está su modelo

sobre la tierra!

Que sea así,

y que sea sin violencia.

Cuacuauhtzin
Vivió entre 1410 y 1443 aproximadamente. Fue gobernador y poeta de
Tepechpan. Fue también un guerrero con éxito en sus campañas.

Canto triste

Flores con ansia mi corazón desea.

Que estén en mis manos.

Con cantos me aflijo,

sólo ensayo cantos en la tierra.

Yo, Cuacuauhtzin,

con ansia deseo las flores,

que estén en mis manos,

yo soy desdichado.

¿Adónde en verdad iremos

que nunca tengamos que morir?

Aunque fuera yo piedra preciosa,

aunque fuera oro,

seré yo fundido,
allá en el crisol seré perforado.

Sólo tengo mi vida,

yo, Cuacuauhtzin, soy desdichado.

Tu atabal de jades,

tu caracol rojo y azul así los haces ya resonar,

tú, Yoyontzin.

Ya ha llegado,

ya se yergue el cantor.

Por poco tiempo alégrense,

vengan a presentarse aquí

los que tienen triste el corazón.

Ya ha llegado,

ya se yergue el cantor.

Deja abrir la corola a tu corazón,

deja que ande por las alturas.

Tú me aborreces,

tú me destinas a la muerte.

Ya me voy a su casa,

pereceré.

Acaso por mí tú tengas que llorar,

por mí tú tengas que afligirte,

tú, amigo mío,

pero yo ya me voy,

yo ya me voy a su casa.
Sólo esto dice mi corazón,

no volveré una vez más,

jamás volveré a salir sobre la tierra,

yo ya me voy, ya me voy a su casa.

Sólo trabajo en vano,

gocen, gocen, amigos nuestros.

¿No hemos de tener alegría,

no hemos de conocer placer, amigos nuestros?

Llevaré conmigo las bellas flores,

los bellos cantos.

Jamás lo hago en el tiempo del verdor,

sólo soy mendigo aquí,

sólo yo, Cuacuauhtzin.

¿No habremos de gozar,

no habremos de conocer el placer, amigos nuestros?

Llevaré conmigo las bellas flores,

los bellos cantos.

Tochihuitzin Coyolchiuhqui
Vivió entre el siglo XV y el XVI. Fue gobernador de
Teotlatzinco, contemporáneo de Nezahualcóyotl. Se le
conoce como hijo de Itzcóatl, mexica que gobernaba
Tenochtitlán.

Sólo vinimos a soñar

Así lo dejó dicho Tochihuitzin,

así lo dejó dicho Coyolchiuhqui:

De pronto salimos del sueño,

sólo vinimos a soñar,


no es cierto, no es cierto

que vinimos a vivir sobre la tierra.

Como yerba en primavera

es nuestro ser.

Nuestro corazón hace nacer,

germinan flores de nuestra carne.

Algunas abren sus corolas,

luego se secan.

Así lo dejó dicho Tochihuitzin

Nezahualcóyotl
Nezahualcóyotl o coyote que ayuna (1402-1472).
Monarca chichimeca de Texcoco. Principal aliado
militar y político de los mexicas. Llamado el Rey
Poeta. No se lo pierdan, así también escuchan los
instrumentos musicales...

https://www.youtube.com/watch?
v=Mpak0mnipmE

A dónde iremos

¿A dónde iremos

donde la muerte no exista?


Más, ¿por ésto viviré llorando?

Que tu corazón se enderece:

aquí nadie vivirá para siempre.

Aún los príncipes a morir vinieron,

los bultos funerarios se queman.

Que tu corazón se enderece:

aquí nadie vivirá para siempre.

Percibo lo secreto

Percibo lo secreto, lo
oculto:

¡Oh vosotros señores!

Así somos, somos


mortales,

de cuatro en cuatro
nosotros los hombres,

todos habremos de irnos,

todos habremos de morir en


la tierra.

Nadie en jade,

nadie en oro se convertirá:

En la tierra quedará
guardado.

Todos nos iremos

allá, de igual modo.

Nadie quedará,

conjuntamente habrá que


perecer,
nosotros iremos así a su
casa.

Como una pintura

nos iremos borrando.

Como una flor,

nos iremos secando

aquí sobre la tierra.

Como vestidura de plumaje


de ave zacuán,

de la preciosa ave de cuello


de hule,

nos iremos acabando

nos vamos a su casa.

Se acercó aquí.

Hace giros la tristeza

de los que en su interior


viven.

Meditadlo, señores,

águilas y tigres,

aunque fuerais de jade,

aunque fuerais de oro,

también allá iréis,

al lugar de los descarnados.

Tendremos que
desaparecer,

nadie habrá de quedar.

Estoy triste
Estoy triste, me aflijo,

yo, el señor
Nezahualcóyotl.

Con flores y con cantos

recuerdo a los príncipes,

a los que se fueron,

a Tezozomoctzin, a
Quaquauhtzin.

En verdad viven

allá en donde de algún


modo se existe.

¡Ojalá pudiera yo seguir a


los príncipes,

llevarles nuestras flores!

¡Si pudiera yo hacer míos

los hermosos cantos de


Tezozomoctzin!

Jamás perecerá tu nombre,

¡oh mi señor, tú,


Tezozomoctzin!

Así, echando de menos tus


cantos,

me he venido a afligir,

sólo he venido a quedar


triste,

yo a mí mismo me
desgarro.

He venido a estar triste, me


aflijo.
Ya no estás aquí, ya no,

en la región donde de algún


modo se existe,

nos dejaste sin provisión en


la tierra,

por ésto, a mí mismo me


desgarro.

Yo lo pregunto

Yo
Nezahualcóyotl
lo pregunto:

¿Acaso de veras
se vive con raíz
en la tierra?

Nada es para
siempre en la
tierra:

Sólo un poco
aquí.

Aunque sea de
jade se quiebra,

Aunque sea de
oro se rompe,

Aunque sea
plumaje de
quetzal se
desgarra.

No para siempre
en la tierra:

Sólo un poco
aquí.

No se acabarán
las flores

No
acab
arán
mis
flores
,

No
cesar
án
mis
canto
s.

Yo
canto
r los
elevo
,

Se
repar
ten,
se
espar
cen.

Aun
cuan
do
las
flores

Se
marc
hitan
y
amari
llece
n,

Será
n
lleva
das
allá,

Al
interi
or de
la
casa

Del
ave
de
plum
as de
oro.

¡Aleg
ráos!

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Macuilxochitzin
Macuilxochitzin es el nombre de una
mujer poeta. Puede traducir la
venerable Cinco Flor o referir a uno de
los títulos del dios de las artes, del
canto y la danza. Nace cerca del año
1435 en Tenochtitlán, y fue hija de
Cihuacoatl Tlacaelel, consejero real de
los aztecas. Se hizo madre de
Cuauhtlapaltzin, príncipe azteca.

Canto

Elevo mis cantos,

Yo, Macuilxóchitl,

con ellos alegro al “Dador


de la Vida”,

¡comience la danza!

¿Adonde de algún modo se


existe,

a la casa de Él

se llevan los cantos?

¿O sólo aquí

están vuestras flores?,

¡comience la danza!
El matlatzinca

es tu merecimiento de
gentes, señor Itzcóatl:

¡Axayacatzin, tú
conquistaste

la ciudad de Tlacotépec!

Allá fueron a hacer giros tus


flores,

tus mariposas.

Con ésto has causado


alegría.

El matlatzinca

está en Toluca, en
Tlacotépec.

Lentamente hace ofrenda

de flores y plumas

al “Dador de la Vida”.

Pone los escudos de las


águilas

en los brazos de los


hombres,

allá donde arde la guerra,

en el interior de la llanura.

Como nuestros cantos,

como nuestras flores,

así, tú, el guerrero de


cabeza rapada,

das alegría al “Dador de la


Vida”.

Las flores del águila

quedan en tus manos,


señor Axayácatl.

Con flores divinas,

con flores de guerra

queda cubierto,

con ellas se embriaga

el que está a nuestro lado.

Sobre nosotros se abren

las flores de guerra,

en Ehcatépec, en México,

con ellas se embriaga el


que está a nuestro lado.

Se han mostrado atrevidos

los príncipes,

los de Acolhuacan,

vosotros los tecpanecas.

Por todas partes Axayácatl

hizo conquistas,

en Matlatzinco, en
Malinalco,

en Ocuillan, en Tequaloya,
en Xocotitlan.

Por aquí vino a salir.

Allá en Xiquipilco a
Axayácatl

lo hirió en la pierna un
otomí,

su nombre era Tlílatl.

Se fue éste a buscar a sus


mujeres,

Les dijo:
“Preparadle un braguero,
una capa,

se los daréis, vosotras que


sois valientes.”

Axayácatl exclamó:

“¡Que venga el otomí

que me ha herido en la
pierna!”

El otomí tuvo miedo,

dijo:

“¡En verdad me matarán!”

Trajo entonces un grueso


madero

y la piel de un venado,

con ésto hizo reverencia a


Axayácatl.

Estaba lleno de miedo el


otomí.

Pero entonces sus mujeres

por él hicieron súplica a


Axayácatl.

Cacamatzin
Cacamatzin o Cacama vivió
entre 1483 y 1520. Gobernó
en Texcoco. Hijo de
Nezahualpilli y de
Chalchiuhnenetzin,
hermana de Moctezuma.
Canto

Amigos
nuestros,

escuchadlo:

que nadie viva


con presunción
de realeza.

El furor, las
disputas

sean olvidadas,

desaparezcan

en buena hora
sobre la tierra.

También a mí
solo,

hace poco me
decían,

los que estaban


en el juego de
pelota,

decían,
murmuraban:
¿Es posible
obrar
humanamente?

¿Es posible
actuar con
discreción?

Yo sólo me
conozco a mí
mismo.

Todos decían
eso,

pero nadie dice


verdad en la
tierra.

Se extiende la
niebla,

resuenan los
caracoles,

por encima de
mí y de la tierra
entera.

Llueven las
flores, se
entrelazan,
hacen giros,

vienen a dar
alegría sobre la
tierra.

Es en verdad, tal
vez como en su
casa

obra nuestro
padre,

tal vez como


plumajes de
quetzal en
tiempo de verdor

con flores se
matiza,
aquí sobre la
tierra está el
Dador de la
vida.

En el lugar
donde suenan
los tambores
preciosos,

donde se hacen
oír las bellas
flautas

del dios
precioso, del
dueño del cielo,

collares de
plumas rojas

sobre la tierra se
estremecen.

Envuelve la
niebla los cantos
del escudo,

sobre la tierra
cae lluvia de
dardos,

con ellos se
oscurece el
color de todas
las flores,

hay truenos en
el cielo.

Con escudos de
oro

allá se hace la
danza.

Yo sólo digo,

yo, Cacamatzin,

ahora sólo me
acuerdo
del señor
Nezahualpilli.

¿Acaso allá se
ven,

acaso allá
dialogan

él y
Nezahualcóyotl

en el lugar de
los atabales?

Yo de ellos
ahora me
acuerdo.

¿Quién en
verdad no
tendrá que ir
allá?

¿Si es jade, si
es oro,

acaso no tendrá
que ir allá?

¿Soy acaso
escudo de
turquesas,

una vez más


cual mosaico
volveré a ser
incrustado?

¿Volveré a salir
sobre la tierra?

¿Con mantas
finas seré
amortajado?

Todavía sobre la
tierra, cerca del
lugar de los
atabales,
de ellos yo me
acuerdo..

La literatura maya

Los mayas escribían sus textos en tiras de piel de venado. Su producción más
destacada es el Popol Vuh (que comenzaremos a leer en la próxima clase) donde
se relata la lucha de los gemelos civilizadores contra los señores de Xibalbá (el
inframundo). También está el Chilam Balam, un conjunto de textos que relata la vida
de los mayas antes y después de la conquista.

La literatura inca

Respecto a los incas, si bien no conocían la escritura, nos llega de manera oral. Los
amautas (sacerdotes) versificaban los hechos y los recitaban en las famosas Fiestas
del Sol. Los harauec, eran los poetas que narraban hechos históricos y míticos.
Algunos fragmentos que se rescatan de su poesía, en su carácter de pueblo
guerrero:

"Beberemos en el cráneo del traidor,

usaremos sus dientes como un collar,

de sus huesos haremos flautas,

de su piel haremos un tambor;

después bailaremos".

En el poema "Viracocha" vemos esta idea de dios único, el Sol:

"¡Dios que gobierna y provee,

Que crea con sólo decir:

Sea hombre, sea mujer,

Que viva libre y en paz

El ser que pusiste

Y criaste".

La mayor fuerza espiritual de los Incas venía de su relación con el Sol (luego de la
conquista, los clérigos van a hablar del monoteísmo de los incas, y van a hacer esa
vinculación forzosa del dios católico y el dios sol):
"Una llama quisiera

que de oro tuviera el pelo

brillante como el Sol;

como un amor fuerte,

suave como la nube

que la aurora deshace.

Para hacer un quipus

en el que marcaría

las lunas que pasan,

las flores que mueren".

Los incas también cultivaron el teatro. Los géneros fueron el wanka (temas
históricos) y el aranway ( vida cotidianta). La obra más famosa fue el Ollantay,
prohibido luego bajo pena de muerte tras la rebelión de Tupac Amaru en 1781.

El Popol Vuh lo vamos a empezar a leer la clase que viene. De la poesía incaica,
sólo vamos a ver una reescritura de la contemporaneidad. En esta clase, nos
concentramos, entonces, en la poesía azteca. Les dejo una antología de poesías
compiladas por Miguel Angel Asturias (no se pierdan el prólogo que es maravilloso).

La idea es que lean (todo lo que puedan) de las poesías y de los textos críticos y
que elaboren UN NUEVO PRÓLOGO de no más de dos carillas para el 18 de
mayo.

Bibliografía

Asturias, Miguel Ángel (2008): “Prólogo”, en Poesía Precolombina, Editorial el perro


y la rana, Caracas.

Bayone, Jorge (2011): “Como una pintura nos iremos borrando: la lírica y el legado
de Netzahualcoyotl”, en Aproximaciones a una valoración de la literatura
latinoamericana, Arfo Editores, Bogotá.

Gómez Sánchez, Darío (2017): “Literaturas precolombinas: entre lo ancestral y lo


colonial”, en revista Co-herencia.

Solenilla, Cesar (2011): “La visión de los vencidos”, en Aproximaciones a una


valoración de la literatura latinoamericana, Arfo Editores, Bogotá.

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