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LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

Magistrado Ponente

SP3086-2022
Radicación Nº 58912
Aprobado acta n.º 202

Bogotá, D. C., veinticuatro (24) de agosto de dos mil


veintidós (2022).

I. VISTOS:

La Corte resuelve la impugnación especial promovida


por el defensor de CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA,
contra la sentencia proferida por la Sala Penal del Tribunal
Superior de Antioquia el 10 de septiembre de 2020, que
revocó la absolución de primera instancia emitida por el
Juzgado 1º Penal del Circuito con Función de Conocimiento
de Apartadó y, en su lugar, lo condenó como autor del delito
de concusión.
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CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA

II. HECHOS:

El 26 de mayo de 2015, alrededor de las 4:30 de la


tarde, la patrulla de policía conformada por el Intendente
José Ariel Mena Rubio y el patrullero CARLOS MARIO
MOSQUERA CORREA partió del municipio de Carepa con la
misión de trasladar a cuatro migrantes de origen Nepalí a
las instalaciones de Migración Colombia ubicadas en Turbo
(Antioquia).

Durante el trayecto, uno de los migrantes recibió una


llamada a su celular, pero como no hablaba español, le
resultó imposible comunicarse. Por esa razón, le entregó el
teléfono al Intendente Mena Rubio, quien escuchó a una
mujer que le pidió llevar a los migrantes al hotel «El
Parque», en el sector del parque «La Martina» en Apartadó.
Ante la sospecha de que en el mencionado hospedaje se
estuviera cometiendo el delito de tráfico de migrantes, el
Intendente Mena Rubio le ordenó al patrullero MOSQUERA
CORREA, quien conducía el vehículo, dirigirse hacia ese
lugar.

Al llegar allí, Mena Rubio le ordenó a MOSQUERA


CORREA ingresar al hotel y verificar lo que pudiera sobre el
posible alojamiento de extranjeros en situación migratoria
irregular. En cumplimiento de la orden impartida por su
superior, CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA entró al
inmueble y se entrevistó con su administradora, Rubiela del
Socorro Gómez.

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En medio de la conversación, luego de indagarle sobre


sus generales de ley y pedirle su cédula de ciudadanía,
CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA le exigió a Rubiela
del Socorro Gómez que le entregara un millón de pesos
porque, de no hacerlo, la enviaría a la cárcel. Para
robustecer su amenaza, el uniformado la sacó hasta la
calle, le dijo que estaba rodeada de policías y le mostró la
patrulla estacionada frente al hotel. La mujer, intimidada
por la advertencia del patrullero, accedió a entregarle el
dinero que era el producto de las ventas del hotel. Luego de
recibir el millón de pesos, MOSQUERA CORREA regresó al
vehículo y le manifestó a su superior que no había visto
nada irregular, así que decidieron continuar su camino
hacia Turbo.

Cuando se marchó el agente, Rubiela del Socorro


Gómez se percató de que aquél se había llevado su cédula.
Para recuperarla, fue a la estación de policía de Apartadó y
allí, a través de la operadora de radio, lograron ubicar a la
patrulla de Mena Rubio y MOSQUERA CORREA, quienes de
regreso a Carepa pasaron nuevamente por el hotel y
enviaron el documento a su propietaria con un niño que
estaba en la puerta del establecimiento.

Al día siguiente, Rubiela del Socorro Gómez le contó lo


sucedido a su jefe, Fabio Ramírez, quien le advirtió sobre la
obligación de denunciar, como en efecto lo hizo.

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III. ACTUACIÓN PROCESAL:

1. Tras la denuncia formulada por Rubiela del Socorro


Gómez, el 8 de noviembre de 2016, ante el Juzgado
Promiscuo Municipal con Función de Control de Garantías
de Apartadó, la fiscalía le formuló imputación a CARLOS
MARIO MOSQUERA CORREA como presunto autor del
delito de concusión (Art. 404 del Código Penal). El procesado
no aceptó los cargos y no se le impuso medida de
aseguramiento.

2. En el escrito de acusación y en la respectiva


audiencia que se realizó el 31 de marzo de 2017, la fiscalía
llamó a juicio a procesado por el mismo delito por el que le
formuló imputación. La audiencia preparatoria se llevó a
cabo el 21 de marzo de 2018 y el juicio oral se realizó el 6
de junio siguiente, donde se practicaron todas las pruebas,
los sujetos procesales expusieron sus alegatos de
conclusión y el juzgado anunció que el fallo sería de
carácter absolutorio. La sentencia que puso fin a la primera
instancia se profirió el 13 de agosto de 2018.

3. Contra la anterior decisión, los delegados de la


fiscalía y del Ministerio Público interpusieron el recurso de
apelación, del cual conoció la Sala Penal del Tribunal
Superior de Antioquia, en cuyo efecto, mediante sentencia
de 10 de septiembre de 2020, revocó la absolución y, en su
lugar, condenó al acusado como autor del delito de

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concusión, a las penas principales de 96 meses de prisión y


multa de 66,66 salarios mínimos legales mensuales
vigentes, y a la accesoria de inhabilitación para el ejercicio
de derechos y funciones públicas por el término de 80
meses. Por expresa prohibición del artículo 68 A del Código
Penal, en tanto se trataba de un delito contra
Administración Pública, le negó el subrogado de la
suspensión condicional de la ejecución de la pena y el
sustituto de la prisión domiciliaria, por lo que ordenó la
captura del procesado de forma inmediata.

4. La defensa de CARLOS MARIO MOSQUERA


CORREA impugnó la sentencia del Tribunal que lo condenó
por primera vez en segunda instancia.

IV. LAS SENTENCIAS

Primera instancia

El Juzgado 1º Penal del Circuito con Función de


Conocimiento de Apartadó absolvió a CARLOS MARIO
MOSQUERA CORREA. Consideró que la única prueba de
cargo directa, esto es, el testimonio de la denunciante
Rubiela del Socorro Gómez, contenía serías inconsistencias
que atentaron contra su credibilidad, las cuales quedaron
en evidencia al valorar intrínsecamente su relato a la luz de
la sana crítica y las reglas de la experiencia, así como al
confrontarlo con los demás testimonios que se practicaron
en el juicio.

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En particular, resaltó que el comportamiento de


Rubiela del Socorro Gómez durante el interrogatorio
cruzado, la forma de sus respuestas y su personalidad,
dieron pie para sospechar de la veracidad de su
declaración, pues: (i) no fue clara en cuanto a la relación
que tenía con el hotel «El Parque» porque, primero, dio a
entender que era arrendataria y pagaba un canon de
$1’200.000 pesos sin mencionar quién era el arrendador,
luego dijo que era una empleada de ese lugar y que
devengaba un salario mínimo, a lo que agregó que el
producido del hotel se lo entregaba a Fabio Ramírez, de
quien no se sabe si era el dueño o el encargado del
establecimiento; (ii) nunca explicó la situación de los
migrantes cubanos que estaban alojados en ese hotel. Al
inicio, dijo que eran 3 o 4 extranjeros de los que no conocía
su nacionalidad y más adelante concretó que se trataban de
10 cubanos; (iii) manifestó que a ese lugar nunca iban
agentes de policía, lo que se contradice con lo que sobre el
mismo punto expuso el testigo Asprilla Ramírez, quien
aseguró que era normal ver por allí a los miembros de la
fuerza pública solicitando documentos y efectuando labores
de vigilancia; y (iv) ella misma confesó que nunca quiso
denunciar al patrullero MOSQUERA CORREA al punto que
le ofreció a Fabio Ramírez pagarle con su propio trabajo lo
que el policía «le había robado», a lo que éste le respondió
que era su obligación formular la denuncia.

Para el juzgado resultó altamente sospechoso que


Rubiela del Socorro Gómez le hubiera ofrecido a Fabio
Ramírez pagarle el millón de pesos que le había entregado

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al policía, pues, dice la sentencia, la lógica indica que


«nadie que no haya inferido daño a otro, se siente en la
obligación de pagar lo no debido». A partir de allí, concluyó
el juez que existió «una razón subliminal para hacerse cargo
del dinero, una circunstancia interna y real que le impele a
pagar el dinero, una razón que le llevaba a compensar la
pérdida» y que concuerda con la hipótesis de que fue ella
quien se apropió de ese dinero y no encontró mejor forma
de justificar su conducta que culpando al uniformado.

Otro tema sobre el que llamó la atención respecto de la


credibilidad que le ameritó el testimonio de la denunciante,
fue que ella negó categóricamente que el patrullero
MOSQUERA CORREA le pidió el dinero en razón del
alojamiento de migrantes ilegales en el hotel, lo que a la
postre constituyó la razón de ser de la acusación, pues la
presunta concusión se originó en la exigencia de dinero que
el servidor público le hizo a la víctima a cambio de hacer
caso omiso de la situación delictiva que al parecer estaba
ocurriendo en el establecimiento público del que ella estaba
a cargo, lo cual en ningún momento quedó demostrado. Si
esto es así, concluyó el juez, resulta del todo inexplicable
que Rubiela del Socorro Gómez hubiera accedido así, sin
más, a entregarle una suma de dinero al policía y luego
haberse ofrecido a pagar ese monto a Fabio Ramírez, quien
al parecer era el dueño o administrador del hotel.

En esas condiciones, aseguró no haber encontrado


ninguna prueba de la que emerja el conocimiento más allá
de toda duda acerca de la existencia del delito.

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Segunda instancia

Para el Tribunal, contrario a lo que opinó el juez de


primer grado, el testimonio de Rubiela del Socorro Gómez es
digno de toda credibilidad porque las contradicciones en las
que incurrió, además de tener mínima entidad, se explican
con el paso del tiempo que inevitablemente mengua la
fidelidad de la memoria de una persona en condiciones
mentales normales. Además, ella declaró en el juicio que la
entrega del dinero al uniformado obedeció a la amenaza que
él le hizo de enviarla a la cárcel si no le pagaba la suma
exigida. Y, finalmente, su relato coincide con las versiones
que dieron el agente de policía José Ariel Mena Rubio y el
residente del hotel, José Nemecio Cristino Asprilla Ramírez,
quien aseguró que el día de los hechos, cuando pasaba por
el pasillo con dirección al baño, vio a un policía parado en
la puerta de la habitación de «la señora Rubiela».

En oposición, encontró el juez colegiado que el relato


del procesado es inverosímil y está rodeado de una serie de
circunstancias extrañas que atentan contra su credibilidad
como son: (i) que cuando este patrullero se quedó con la
cédula de Rubiela del Socorro Gómez no se la hubiera
devuelto personalmente sino a través de un niño que estaba
sentado en la puerta del hotel; y (ii) si la patrulla de la
policía integrada por los agentes MOSQUERA CORREA y
Mena Rubio fue hasta el hotel «El Parque» del municipio de
Turbo para verificar la posible presencia de migrantes
ilegales, no tiene explicación que se hubieran ido de allí

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luego «2 o 3 minutos», sin verificar nada distinto a la


identidad y los generales de ley de la mujer que informó ser
la encargada del establecimiento.
Tras identificar que en la conducta de CARLOS MARIO
MOSQUERA CORREA concurrieron las tres categorías
dogmáticas que componen el delito de concusión (tipicidad,
antijuridicidad y culpabilidad), decidió revocar la absolución
y condenarlo a las penas principales de 96 meses de
prisión, multa de 66,66 salarios mínimos legales mensuales
vigentes y a la accesoria de inhabilitación para el ejercicio
de derechos y funciones públicas por 80 meses. Por expresa
prohibición del artículo 68 A del Código Penal, le negó el
subrogado de la suspensión condicional de la ejecución de
la pena y el sustituto de la prisión domiciliaria, por lo que
ordenó su inmediata captura.

V. FUNDAMENTOS DE LA IMPUGNACIÓN ESPECIAL

El defensor del procesado impugnó la sentencia de


segunda instancia que lo condenó, por primera vez, como
autor del delito de concusión. Allí solicitó a la Corte revocar
el fallo adverso y mantener la decisión absolutoria proferida
por el juzgado.

Con tal propósito, criticó que el Tribunal pasara por


alto que la testigo Rubiela del Socorro Gómez, en la
audiencia de juicio, fue enfática en afirmar que el patrullero
MOSQUERA CORREA nunca fundó su petición de dinero en
la supuesta presencia de migrantes ilegales en el hotel,
pues de hecho ni siquiera efectuó una mínima inspección

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del lugar para constatarlo. Luego, entonces -se pregunta el


abogado-, ¿por qué razón Rubiela del Socorro Gómez le
entregó un millón de pesos a un policía que se los exigió sin
motivo alguno? Para el recurrente, si fuera cierta la
exigencia del dinero y la entrega de este sin que mediara
ningún motivo relacionado con las funciones del servidor
público, a lo sumo se configuraría, en gracia de discusión,
un delito de hurto o una extorsión, pues lo cierto es que
además de no probarse la entrega de ese dinero, tampoco se
demostró que, de haber ocurrido el hecho, éste tuviera su
origen en el ofrecimiento o amenaza del policía de hacer o
dejar de hacer algo propio de sus funciones.

Aseguró que la cantidad de contradicciones en las que


incurrió la supuesta víctima no pueden conducir a
conclusión distinta de que sus señalamientos hacia el
agente MOSQUERA CORREA son mendaces y, contrario a
lo que opinó el Tribunal, las inconsistencias de su
testimonio no se pueden justificar en la alteración nerviosa
que supuestamente le produjo el verse obligada a rendir
testimonio en un juicio. Al comparar las afirmaciones de la
testigo directa Rubiela del Socorro Gómez con lo que sobre
los mismos hechos relataron los demás deponentes, el
censor encontró las siguientes incongruencias:

i) Rubiela del Socorro Gómez dijo que para la tarde de


los hechos había como 10 habitaciones ocupadas, mientras
que José Nemecio Asprilla Ramírez, quien era residente
permanente del hotel, dijo que en ese momento estaban
solos.

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ii) Aquélla manifestó que la policía no hacía visitas


periódicas a ese establecimiento, pero el huésped Asprilla
Ramírez aseguró que la Policía Nacional de Turismo iba con
frecuencia al hotel, a lo que se suma que, según el
recurrente, «para nadie es un secreto y es de público
conocimiento y así lo dictan las leyes de la naturaleza o la
experiencia que estos locales o establecimientos de comercio
son visitados casi que diariamente por la Policía Nacional
para verificar x o y situaciones (…)».

En resumen, la hipótesis que el impugnante planteó y


a partir de la cual, según él, surge incuestionable la duda
sobre la veracidad del testimonio de la denunciante, es que,
además de que esta mujer hospedaba a migrantes ilegales
con pleno conocimiento de su situación irregular, se
apropió de un dinero que debía pagar a Fabio Ramírez y no
encontró mejor justificación para encubrir sus
comportamientos que culpar al patrullero MOSQUERA
CORREA de haberle hecho esa exigencia de dinero bajo
amenaza de llevarla a la cárcel sin ningún motivo aparente.
Criticó también que la fiscalía no abriera una investigación
en contra de esa testigo por el presunto delito de tráfico de
migrantes.

Frente a las demás pruebas, esto es, los testimonios


del agente de policía José Ariel Mena Rubio, del residente
del hotel José Nemecio Asprilla Ramírez y del propio
acusado CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA, destacó el
recurrente que ninguno corroboró la versión de la

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denunciante ni contribuyó a demostrar la ocurrencia del


delito. Por lo demás, sus relatos no se advierten
parcializados ni movidos por un interés distinto que el de
cumplir con su deber de decir la verdad ante el
requerimiento que les hizo la administración de justicia.

Luego de disertar sobre la estructura dogmática del


delito de concusión y confrontar cada uno de sus elementos
con las pruebas que presentó la fiscalía para demostrar los
hechos que lo configuran, concluyó el recurrente que en el
presente caso no se demostró, más allá de toda duda, la
ocurrencia del delito.

Por esa razón solicitó revocar la sentencia del Tribunal


y restablecer la absolución declarada por el juzgado de
primera instancia. De forma subsidiaria pidió que, en caso
de mantenerse la condena, se le conceda a su representado
el sustituto de la prisión domiciliaria por tratarse de un
padre cabeza de familia. Para el efecto, aportó una serie de
documentos con los que quiso demostrar la existencia de
dos hijos del procesado, uno menor de edad (J.F.M.A.) y
uno mayor de edad, Eiver Alexander Mosquera Correa,
quien fue diagnosticado con cáncer y depende
exclusivamente de su progenitor porque su madre lo
abandonó. Adicionalmente, pidió que junto con el
otorgamiento del sustituto se le conceda permiso para
trabajar como «conductor de UBER» en el horario
comprendido entre las 8:00 a.m. y las 6:00 p.m.

VI. INTERVENCIONES DE LOS NO RECURRENTES:

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1. El Fiscal 10º delegado ante la Corte Suprema de


Justicia consideró que las pretensiones de la defensa no
están llamadas a prosperar por cuanto se apartan de lo
dispuesto por el legislador en el artículo 380 del Código de
Procedimiento Penal que impone la obligación de apreciar
en conjunto los medios de prueba, los elementos materiales
probatorios y la evidencia física, principio probatorio del
que se alejó el recurrente en tanto valoró de forma aislada y
cercenada el testimonio de Rubiela del Socorro Gómez con
el fin de «desacreditar de forma caprichosa su versión e
inventar tesis que no cuentan con soporte probatorio».

Enfocó su atención sobre el artículo 404 ibídem que


enlista los criterios para apreciar el testimonio y, con apoyo
en la jurisprudencia de la Sala de Casación Penal (radicado
26411 de noviembre 8 de 2011), concluyó que las ligeras
modificaciones en el testimonio de Rubiela del Socorro
Gómez no afectaron el núcleo central de su relato y, por lo
tanto, no logran desacreditarlo. En oposición, advirtió que
quien se equivocó en la valoración de la prueba fue el
recurrente, pues se dedicó a construir hipótesis basadas en
la especulación para narrar eventos que no están
demostrados en el expediente y ni siquiera fueron
planteados en la teoría del caso de la defensa.

Se detuvo en la única contradicción real que se


encontró en el testimonio de la denunciante y es la que se
refiere al número de huéspedes que había en el hotel
cuando llegó el patrullero MOSQUERA CORREA, pues en

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un principio afirmó que eran 4 y luego elevó el número a


10. Sin embargo, para el fiscal delegado esa discordancia se
explica en las falencias de la memoria originadas en el paso
del tiempo. Tan es así, que en el interrogatorio del juicio la
fiscalía tuvo que utilizar, para refrescar la memoria de la
testigo, una entrevista previa que ella rindió, momento en el
cual la declarante corrigió de inmediato su imprecisión y
confirmó que eran aproximadamente 10 los migrantes
cubanos que se hospedaban en el hotel.

Las demás contradicciones que alegó el recurrente las


calificó el fiscal como simples especulaciones derivadas de
su apreciación subjetiva, aislada y descontextualizada de
las demás pruebas que integraron el acervo probatorio. Por
ejemplo, aseguró que no es cierto -como así lo alegó el
impugnante- que el testigo Asprilla Ramírez manifestó que
para el momento de la visita del policía MOSQUERA
CORREA no habían huéspedes en el hotel, pues lo que en
verdad este testigo declaró fue que «él se encontraba
acostado en su habitación ubicada en el tercer piso del hotel
y solo vio al policía que estaba en el segundo piso, por una
salida que tuvo que hacer al baño, regresando enseguida a
su habitación para acostarse a dormir», explicación más que
suficiente para comprender por qué este testigo no estuvo
atento al procedimiento ni tampoco podía dar razón del
número de personas que se encontraban hospedadas en el
hotel cuando CARLOS MARIO CORREA MOSQUERA estaba
allí; es más, este mismo testigo relató que en el momento en
el que observó al policía, había otras personas en el hotel,
estas eran: «la empleada del servicio Rosiris, Rubiela y los

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del tercer piso», aclarando que en realidad no sabía si había


más personas en el alojamiento. Lo que nunca dijo fue que
«no había más personas en el hotel» como así quiso hacerlo
entender el defensor.
Por último, se opuso a la pretensión subsidiaria de la
defensa de que se le conceda al procesado el sustituto de la
prisión domiciliaria por tener la condición de padre cabeza
de familia, en tanto no se cumplen las reglas establecidas
por la jurisprudencia de la Sala de Casación Penal para que
dicha petición pueda ser considerada en esta sede procesal
en tanto no fue un tema que planteó la defensa en las
instancias en caso de que se produjera una eventual
condena. Se trata, concluyó, de un asunto que le compete
resolver al juez de ejecución de penas.

Sin perjuicio de lo anterior, adicionó que no está


demostrado que el cuidado del menor E.A.M.V. esté
exclusivamente a cargo de CARLOS MARIO MOSQUERA
CORREA, pues si bien se hace referencia a que su
progenitora lo abandonó, se desconoce si existen otros
parientes que puedan asumir esa labor, a lo que se suma
que tampoco se sabe si la subsistencia del niño se pone en
peligro con la ausencia de un padre cuyo comportamiento
demuestra desprecio por la ley y el orden público que él
mismo, en función de su cargo, estaba llamado a
salvaguardar.

2. La Procuradora 2ª Delegada para la Casación


Penal conceptuó que se debe mantener la decisión del
Tribunal del 10 de septiembre de 2020, pues al analizar en

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conjunto el caudal probatorio que le sirvió de sustento a la


decisión de condena, se llegó al grado de certeza de que
CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA incurrió en el delito
de concusión, como así lo aseguró la denunciante Rubiela
del Socorro Gómez, quien rotundamente aseguró que este
agente de policía le exigió una suma de dinero para no
involucrarla criminalmente.

Al confrontar los testimonios de la víctima y el


acusado, concluyó la Procuradora delegada que las
mínimas contradicciones de las que se valió el juez de
primera instancia para restarle credibilidad al dicho de la
única testigo directa de los hechos y, por esa vía, absolver
al procesado, no tienen la entidad suficiente para desconfiar
de su señalamiento, menos aún, cuando no se probó en el
juicio que la denunciante tuviera algún motivo para mentir
y perjudicar a un policía desconocido, involucrándolo en la
comisión de un delito.

Tras efectuar el análisis de tipicidad de la conducta


desplegada por el servidor público MOSQUERA CORREA,
concluyó que ésta se adecúa en todos sus componentes al
delito de concusión bajo la modalidad del constreñimiento a
la víctima, que se concretó cuando la amenazó con enviarla
a la cárcel si no le pagaba un millón de pesos, teniendo
como motivo implícito la presencia en el hotel de
extranjeros cubanos respecto de los cuales se desconocía su
situación migratoria.

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También consideró que no es procedente acceder a la


petición que formuló la defensa respecto a la concesión del
sustituto de la prisión domiciliaria por la supuesta
condición de padre cabeza de familia que tiene el acusado,
pues el artículo 68 A del Código Penal expresamente
prohíbe la consideración de cualquier beneficio de esta
índole a quienes, como el procesado, son condenados por
delitos contra la administración pública.

Finalmente advirtió que, al revisar la totalidad de la


actuación con el propósito de garantizar el principio de
doble conformidad judicial, no encontró ningún derecho
fundamental vulnerado, a lo que se suma que el acusado
contó durante todo el proceso con una asistencia
profesional activa y versada en el sistema de enjuiciamiento
criminal contenido en la Ley 906 de 2004.

Por todo lo anterior reiteró su petición de confirmar la


sentencia de segunda instancia.

VII. CONSIDERACIONES DE LA CORTE:

1. Competencia

De conformidad con lo señalado en el artículo 3º


numeral 2º del Acto Legislativo 01 de 2018, corresponde a
esta Sala resolver la impugnación especial presentada
contra la sentencia proferida por el Tribunal Superior de
Antioquia que condenó, por primera vez en segunda

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instancia, a CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA como


autor del delito de concusión, al desatar los recursos de
apelación promovidos por la Fiscalía y la Procuraduría
contra la decisión absolutoria emitida por el Juzgado 1º
Penal del Circuito con Función de Conocimiento de
Apartadó.
Bajo ese presupuesto, la Corte resolverá la
impugnación que fue presentada y sustentada por la
defensa del procesado, conforme a los parámetros
establecidos por la Sala en el auto AP1263 de 2019. Ello,
con el propósito de hacer efectiva la garantía de la doble
conformidad judicial introducida con el Acto Legislativo 01
de 2018.

De ese modo, el recurso será decidido respetando el


principio de limitación y con apego a lo establecido en el
artículo 20 de la Ley 906 de 2004 que prohíbe la reforma en
peor para el recurrente único, como ocurre en el caso que
aquí se analiza.

2. El caso concreto

2.1. Problema jurídico

La impugnación especial que promovió el defensor de


CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA convoca a la Corte a
analizar si, a partir de las pruebas practicadas en el juicio a
instancias de la acusación, se pudo llegar al estándar de
conocimiento que exige el artículo 381 de Código de
Procedimiento Penal para emitir una decisión de condena o

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si, como lo propuso el recurrente, la cantidad de


inconsistencias que él advirtió en esos elementos de juicio,
principalmente en el testimonio de la denunciante y única
testigo directa de los hechos, lograron por lo menos
estructurar una duda que, a voces del artículo 7 ibídem,
debe ser resuelta a favor del procesado.

2.2. Las pruebas practicadas

2.2.1. En la audiencia de juicio oral se escuchó el


testimonio de Rubiela del Socorro Gómez 1, mujer, de estado
civil soltera, con 57 años de edad. Tras ser indagada por el
juez sobre sus generales de ley, ocupación y lugar de
residencia, informó que cursó hasta tercero de primaria y
que para el año 2015 vivía en el hotel «El Parque», ubicado
en el parque «La Martina» de Apartadó, lugar en el que
también trabajaba como administradora y devengaba un
salario mínimo. Explicó que dentro de sus funciones estaba
la de recoger, del dinero que producía el hotel, la suma de
un millón doscientos mil pesos ($1’200.000) que le
entregaba mensualmente a Fabio Ramírez para pagar el
arriendo.

Relató que el 26 de mayo de 2015, el agente de policía


CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA ingresó al hotel y le
exigió que le entregara un millón de pesos ($1’000.000) bajo
la amenaza de llevarla a la cárcel si no accedía a su
solicitud, motivo por el cual ella, llena de temor, le

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Audiencia de 6 de junio de 2018, minuto 00:16:41.

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suministró el dinero. Así lo relató la testigo en el juicio ante


pregunta que sobre el particular le hizo la fiscalía:

El señor CARLOS MARIO MOSQUERA fue al hotel y me


pidió una suma de dinero y yo como, la verdad, es que cómo le
digo, pues me dio temor porque él me amenazó y me dijo que me
llevaba a la cárcel si yo no le daba esa suma de dinero, entonces
bueno, la verdad fue que me dio miedo y yo le di el millón de
pesos.

Con mayor detalle, en desarrollo del interrogatorio


directo, explicó que esa suma de dinero ella la tenía
guardada en su habitación y era parte del producido del
hotel que estaba guardando para entregárselo a Fabio
Ramírez al finalizar el mes, y que allí mismo, dentro de su
habitación, le dio el dinero al policía, quien insistía en
llevarla a la cárcel si no accedía a su exigencia. Al respecto
dijo la testigo:

Me dijo que si yo no le daba esa plata me iba para la cárcel


y que estaba rodeada de policías afuera y me sacó afuera y abajo
había una patrulla hacia el lado de acá (…) una patrulla de
policía, había una muchacha y un policía.

Ante pregunta que le hiciera el fiscal del motivo por el


cual ella sintió temor, Rubiela del Socorro Gómez
respondió:

Pues la verdad, yo al momento, pues, yo me sentía


protegida cuando lo vi a él pero a la vez que cuando ya él me
pidió el dinero, pues yo la verdad que ahí se me fueron las luces,
yo le entregué el dinero

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CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA

En ese momento, el interrogatorio del fiscal dio un giro


para indagar sobre uno de los hechos que incluyó la
acusación y que se refería a la presunta presencia de
migrantes ilegales en el hotel como el móvil de la exigencia
ilícita del policía. La dinámica de preguntas y respuestas
ocurrió de esta manera:

Fiscal: Doña Rubiela, ¿Qué personas tenía usted hospedadas


cuando le sucedió esto que usted menciona?
Rubiela del Socorro Gómez (RSG): Yo tenía como 3 o 4
personas ahí.
Fiscal: ¿De qué nacionalidad?
RSG: Pues ahí lo que habían [sic] eran unos migrantes.
Fiscal: ¿De qué país?
RSG: No sé
Fiscal: Pero ¿más o menos?
RSG: Porque yo lo anotaba, más no sé si los documentos eran
buenos o eran malos, pero yo los anotaba.
Fiscal: Bueno, pero según los documentos, ¿de dónde eran?
RSG: eran inmigrantes.

Luego de ingentes esfuerzos del fiscal para extraer


información de la testigo sobre ese tema en particular, que
incluyeron la utilización de una entrevista para refrescar su
memoria, logró que ella recordara que para la fecha de los
hechos en el hotel estaban hospedados diez migrantes
cubanos, pero aclarando que el policía MOSQUERA
CORREA nunca le dijo que «era por los migrantes que me
estaba pidiendo la plata, él a mí no me dijo eso». En el
mismo sentido, aseguró de forma enfática que no sabía por

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CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA

qué el uniformado le había exigido el dinero. En sus propias


palabras, dijo:

No, él [CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA] no me dijo


“deme tanto” porque usted tiene migrantes acá, él a mí no me
dijo eso, es que él a mí no me preguntó qué personal tenía yo
ahí.

(…)

No sé por qué me dijo eso, él me dijo que le tenía que dar


ese millón de pesos y que si no le daba ese millón de pesos me
pudría en la cárcel junto con los que estaban ahí y me sacó pa’
afuera.
En otro aparte del interrogatorio que resulta pertinente
destacar, Rubiela del Socorro Gómez informó que luego de
entregarle el dinero al policía MOSQUERA CORREA, este se
retiró del lugar, llevándose con él su cédula de ciudadanía,
la cual le devolvió horas más tarde, por intermedio de un
niño que subió hasta el hotel y se la entregó.

Finalmente aclaró que, al día siguiente de ocurridos


los hechos, le contó lo sucedido al «dueño o encargado del
hotel», Fabio Ramírez quien, pese a la petición de Rubiela de
«dejar eso así», le dijo que esos hechos tenían que
denunciarse. En palabras de la testigo:

(…) yo le conté la verdad y le dije “don Fabio, me pasó esto,


esto y esto”, ¿ya?, entonces él me dijo que eso había que
denunciarlo, aún yo le dije, “no lo denunciemos, dejémoslo así,
yo lo pago con mi trabajo” y él me dijo que eso no se podía, que
eso había que denunciarlo. Eso fue lo que pasó.

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(…)

Sí, porque había que decirlo, porque era el dueño de ese


negocio, entonces, ¿cómo iba a salir yo allí?, al no aparecerle con
plata, ¿cómo iba a salir yo? Yo iba a salir como una persona que
me estaba cogiendo (…) porque yo me encontré con Fabio al otro
día de haberme pasado lo que me pasó, yo le comenté a él porque
él estaba acá en Apartadó, yo le comenté a él lo que estaba
pasando, entonces él me dijo “no podemos dejar eso quieto,
callado”, yo le dije “no hagamos eso, dejemos eso así que yo pago
eso porque yo a ningún momento me quiero ir de Apartadó” ¿ya?,
entonces él me dice que no, “eso lo asumo yo”.

Para rematar, la deponente aseguró que no había


denunciado ni estaba rindiendo testimonio por su propia
voluntad, que sentía temor y que estaba allí por obligación,
«porque yo [sic] nunca me había pasado esto ni esperaba
nunca que me pasara esto».

2.2.2. Como testigo de la fiscalía también compareció


al juicio José Nemecio Cristino Asprilla Ramírez 2, hombre
de 59 años de edad, sin estudios, de ocupación vigilante,
quién, según así lo afirmó, vivió 3 años en el tercer piso del
hotel «El Parque» en Apartadó, del que Rubiela del Socorro
Gómez era la administradora. Sobre los hechos por los
cuales fue convocado a rendir testimonio, declaró que el 26
de mayo de 2015: (i) él estaba en el hotel porque vivía y
permanecía allí durante el día ya que trabajaba como
vigilante en las noches; (ii) salió de su habitación, que
queda ubicada en el tercer piso del hotel y se dirigió al
2
Ibídem, minuto 00:46:00.

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baño; (iii) cuando salió del baño vio, desde el ángulo de


visibilidad que tenía del tercer al segundo piso, a un policía
parado en la puerta de la habitación de Rubiela del Socorro
Gómez; (iv) por ese ángulo de visibilidad no pudo ver el
cuerpo completo de esa persona ni su rostro pero sí estaba
seguro de que era un policía porque vestía su uniforme y
tenía su armamento; (v) no le prestó mayor atención a la
presencia del policía porque «cada ratico venía la policía de
turismo ahí»; (vi) como una hora después de ver al policía,
Rubiela del Socorro Gómez le pidió el favor de que se
quedara en la recepción porque tenía que ir a la estación de
policía a preguntar por el agente que se le había llevado su
cédula; (vii) a su regreso, Rubiela del Socorro le contó que el
policía que estuvo esa tarde en el hotel la robó y se le llevó
la cédula; (viii) sobre las 8 de la noche, él salió a la farmacia
y cuando estaba entrando de nuevo al hotel, vio que un
niño subió y le entregó la cédula a Rubiela del Socorro
Gómez diciéndole que «ahí le habían mandado».

Dijo, además, que el hotel «en el momento estaba solo,


estaba la muchacha del servicio que era la que hacía el aseo,
era la que estaba en el momento, la muchacha del servicio,
estaba doña Rubiela, la muchacha del servicio [sic] y los de
arriba que no tenemos nada que ver». Al ser interrogado por
el fiscal a quiénes se refería con «los de arriba», el testigo
contestó que «no teníamos [sic] nada que ver con el hotel,
estaba yo, no sé quién más haya habido en las habitaciones
porque yo no…», a lo que agregó, cuando fue interrogado por
el flujo de gente que pasaba por ese establecimiento, que «la

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gente de arriba, los de arriba, no paraban ahí, todos


trabajaban».

2.2.3. Se contó también con el testimonio del


Intendente de la Policía Nacional José Ariel Mena Rubio 3,
bachiller, de 45 años de edad. Informó que el 26 de mayo de
2015 salió en una camioneta tipo panel con su conductor,
el patrullero CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA, con la
misión de llevar hacia el municipio de Turbo, a la sede de
Migración Colombia, a unos migrantes que al parecer
provenían de Nepal. Sobre la secuencia de hechos que
sucedieron ese día, el testigo relató:

Cuando nos transportábamos de Carepa hacia acá, a


Apartadó, porque lógicamente hay que pasar por este municipio,
de los inmigrantes que transportábamos a uno de ellos le ingresa
una llamada a un teléfono celular que tenía (…) contestamos la
llamada telefónica porque lógicamente esa persona nos pidió el
favor que contestáramos esa llamada porque él no hablaba
español. Si no estoy mal, eran de Nepal esos inmigrantes. Al
contestar la llamada una persona de voz femenina nos manifiesta
“tráiganme los inmigrantes aquí al hotel del parque La Martina”.
Nosotros llevábamos los inmigrantes para el municipio de Turbo,
entonces dijimos, lo más probable es que esa persona se dedica a
hospedar en ese hotel inmigrantes, entonces vamos a ir a
verificar qué pasa en ese hotel. Ingresamos aquí hasta el
municipio de Turbo [sic], fuimos hasta esa esquina donde está
ubicado en la esquina del parque ‘La Martina’ ese hotel. Yo le di
la orden al patrullero MOSQUERA en ese entonces, que fuera,
verificara, mirara, tratara de como de recopilar la mayor
información que pudiera a ver si se trataba de tráfico de
inmigrantes. Él fue, verificó. Al cabo de unos minutos regresa y
3
Ibídem, minuto 00:58:00.

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me dice pues que no había encontrado elementos que se


pudieran de pronto tratar de un ilícito, de un delito.
Continuamos el desplazamiento hasta el municipio de Turbo con
los inmigrantes.

Al ser interrogado por el fiscal sobre qué le dijo el


patrullero MOSQUERA CORREA cuando salió del hotel, el
Intendente Mena Rubio contestó:

Me dijo “subí, no encontré elementos materiales que


pudieran conducir a que podamos enviar un informe a la
institución donde se esté cometiendo algún delito en el hotel”. Yo
le dije “bueno, no hay ningún motivo para estar acá” y seguimos
el rumbo.

(…)

Me dijo que había hablado con la señora y que había


tratado de observar en lo que se pudiese ver si había personas
hospedadas de nacionalidades extranjeras y que no encontró
ninguna persona extranjera hospedada allá ni motivo alguno que
condujera a que se estaba presentando, pues, el ilícito y por eso
regresó y continuamos.

También contó lo que ocurrió con la cédula de la


administradora del hotel, Rubiela del Socorro Gómez. Dijo
que a su compañero MOSQUERA CORREA se le olvidó
devolvérsela, que de la estación de policía de Carepa los
llamó la radio operadora preguntando por el documento y
que cuando iban de regreso hacia ese municipio pasaron
por Apartadó y le enviaron la cédula a su propietaria con un
niño que estaba a la entrada del hotel.

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Precisó que trabajó con el patrullero MOSQUERA


CORREA alrededor de un año, que nunca tuvo
inconvenientes con él ni observó o escuchó de algún
comportamiento indebido, que «era, pues, un muchacho
cumplidor, un patrullero cumplidor y yo puedo dar fe de eso
porque era mi conductor durante un buen tiempo».

2.2.4. Para finalizar, como único testigo de la defensa y


renunciando a su derecho a guardar silencio, declaró en su
propio juicio el acusado CARLOS MARIO MOSQUERA
CORREA4, técnico en investigación judicial y criminalística,
ex patrullero de la Policía Nacional, quien fue sancionado
con destitución con ocasión del proceso disciplinario que se
le adelantó por los mismos hechos que ahora son objeto de
juzgamiento penal. Sobre lo que aconteció el 26 de mayo de
2015 y la ocurrencia del delito de concusión por el cual fue
acusado, declaró:

Efectivamente el día 26 me encontraba de patrulla con el


señor Intendente Mena, José Ariel Mena Rubio, el cual me
manifestó de que deberíamos de llevar cuatro inmigrantes de
nacionalidad Nepalí hacia el municipio de Turbo, hacia Migración
Colombia. Obviamente, al ser el comandante, inmediatamente
salí a cumplir la orden, fui a revisar los aceites a la camioneta y
partimos del municipio de Carepa con dirección al municipio de
Turbo. En el trayecto Carepa-Apartadó, ingresa una llamada a
uno de los inmigrantes, el señor Intendente contesta el celular ya
que ellos se lo piden porque no entienden español, habla con una
voz femenina, que fue lo que me manifestó en ese tiempo, y le
manifiesta la voz femenina que le lleve los inmigrantes hacia
4
Ibídem, minuto 1:22:48.

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residencias parque “La Martina”. De inmediato me da la orden de


que lo conduzca a esa dirección. Al llegar al lugar, el señor
Intendente me ordena que me baje del vehículo y suba y le haga
las preguntas pertinentes, los generales de ley, los datos a la
señora del hotel o a quien trabajara en el hotel en el momento. Al
subir al hotel me encuentro con una fémina, a la cual me atiende
en recepción y a la cual le solicito los nombres, los datos de rigor,
y me entrega, le solicito la cédula para corroborar. En ese
momento, aproximadamente dos a tres minutos, se me olvida
hacerle la devolución de dicho documento, me lo llevé en la
libreta que mantienen los policías, de apuntes, e inmediatamente
salgo y nos trasladamos hacia el municipio de Turbo. Me
manifiesta, le doy los generales de ley al Sargento que me anoté
en una hojita por si iba a pasar algún informe a la SIJIN a la
DIJIN o a la SIPOL, porque esa era la idea, verificar qué actividad
realizaba la señora. La señora me manifestó cuando subí que no
tenía a nadie en el hotel y cuando se dirigió hacia la habitación
la esperé ahí al frente, la habitación quedaba cerca de recepción
y me entregó la cédula y partimos hacia el municipio de Turbo
(…) y al regreso, 6:35 le entregué la cédula al señor Intendente,
me dijo que regresáramos al hotel nuevamente, al llegar al frente
del hotel, desde la misma camioneta, el Intendente no se baja
sino que le da la cédula a un niño que está al frente y le dice que
le haga el favor y se la entregue a la señora de la administración.
El niño se la entregó, bajó nuevamente y arrancamos para el
municipio de Carepa porque íbamos cogidos de la tarde ya, y eso
fue el evento que aconteció para esa fecha.

Además, aseguró que: (i) cuando entró al hotel le


preguntó a la señora administradora, Rubiela del Socorro
Gómez si tenía personas de otra nacionalidad hospedadas
en el hotel, frente a lo cual ella respondió que no; (ii) no
verificó las habitaciones porque no tenía una orden para
ingresar a ellas y la administradora tampoco lo autorizó; (iii)

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no inspeccionó los libros del hotel porque en ese momento


no los tenía la señora de la administración ahí en la
recepción y como iban de afán a dejar los inmigrantes, no
tuvo tiempo de hacerlo, además «la señora lo que manifestó
fue que no tenía los libros ahí en el momento, por tal motivo
no se corroboraron [sic] la información con los libros»; (iv) el
procedimiento «fue rapidito, eso fue de dos a tres minutos
máximo, de dos a tres minutos mientras le tomé los datos y
bajé»; (v) cuando subió al hotel no vio nada, que «miré por
encima y me tocó atenerme a lo que la señora me decía
porque no llevaba ninguna orden (…) y lo que vi más
pertinente fue llevarme los datos de la señora y hacerle la
entrega al señor Intendente para que él pasara los informes
respectivos, solamente»; y (vi) jamás le exigió ninguna suma
de dinero a Rubiela del Socorro Gómez.

2.2.5. Como hechos demostrados que no fueron


sometidos a debate e ingresaron al juicio por vía de
estipulaciones probatorias, se tiene que CARLOS MARIO
MOSQUERA CORREA, plenamente identificado, tenía la
calidad de servidor público en el grado de patrullero de la
Policía Nacional y que el día 26 de mayo de 2015 estuvo en
el lugar de los hechos, es decir, el hotel «El Parque» del
municipio de Apartadó.

2.3. Valoración de las pruebas. Lo que quedó


demostrado durante el juicio.

2.3.1. Como bien se sabe y no fue un tema objeto de


discusión, el 26 de mayo de 2015, el entonces patrullero de

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la Policía Nacional, CARLOS MARIO CORREA MOSQUERA,


estuvo, en compañía de su compañero y jefe directo, el
Intendente José Ariel Mena Rubio, en el hotel «El Parque»,
ubicado en el parque La Martina del municipio de Apartadó.
Las razones que condujeron a este par de uniformados a
ese lugar tampoco presentan mayor controversia: ambos
policías coincidieron en que salieron de la estación de
Carepa con la misión de trasladar a cuatro migrantes, al
parecer de nacionalidad Nepalí, a la sede de Migración
Colombia ubicada en Turbo, pero que en el trayecto, uno de
los migrantes recibió una llamada en su teléfono celular, la
cual fue contestada por el Intendente Mena Rubio, a quien
una voz femenina le pidió que llevara a los migrantes al
referido hotel en Apartadó. Este hecho, como es apenas
obvio, generó motivo de sospecha para el agente, quien le
dio la orden a su conductor CORREA MOSQUERA de hacer
una parada en ese lugar de hospedaje para averiguar si allí
se estaba cometiendo un delito de tráfico de migrantes.

Tampoco genera duda que quien se bajó del vehículo e


ingresó al hotel fue el patrullero CARLOS MARIO
MOSQUERA CORREA en cumplimiento de la orden que el
Intendente Mena Rubio le impartió. Así quedó demostrado
tanto con la estipulación probatoria, como con los
testimonios de los dos policías y el de Rubiela del Socorro
Gómez, quien en el juicio reconoció al acusado como el
agente que el día de los hechos estuvo dentro de ese
establecimiento.

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2.3.2. Sobre lo que ocurrió cuando MOSQUERA


CORREA ingresó al hotel, solo se tienen las versiones
opuestas de los dos únicos testigos presenciales de los
hechos. Por un lado, está la de la administradora del hotel,
Rubiela del Socorro Gómez, quien bajo la gravedad del
juramento aseguró que ese policía ingresó al hotel, le
preguntó por sus datos, le pidió su cédula y le exigió que le
entregara la suma de un millón de pesos bajo la amenaza
que, de no hacerlo, la enviaría a la cárcel; intimidación que
el uniformado robusteció diciéndole que estaba rodeada de
policías, sacándola hasta la calle, mostrándole la patrulla y
asegurándole que si no le entregaba el dinero «[se] podría en
la cárcel junto con los que estaban ahí». Que ante esa
coacción y sin que mediara ninguna explicación del porqué
aquél le pidió el dinero, ella, llena de temor, se lo entregó.

Los detalles que enriquecen este relato encuentran


plena correspondencia con lo que declararon los demás
testigos en juicio. Por ejemplo, ella dijo que la entrega del
dinero se la hizo al policía en su habitación, que quedaba
junto a la recepción del hotel, porque allí lo tenía guardado
para entregárselo a Fabio Ramírez. Sobre el mismo punto,
aseguró José Nemecio Cristino Asprilla Ramírez que cuando
salió de su habitación al baño vio a un policía parado en la
puerta de la habitación de «la señora Rubiela» y que cuando
salió del baño para regresar a su habitación, volvió a ver al
uniformado en el mismo lugar. Otro de los pormenores que
llama la atención después de verificar los hechos que
narraron unos y otros, fue que Rubiela del Socorro Gómez
sí vio el carro de la policía estacionado en la calle con unas

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personas adentro, lo que coincide con lo que ambos policías


declararon sobre la única patrulla en la que se movilizaban
junto con los migrantes; hecho que refuerza el dicho de la
administradora de haber sido sacada del hotel por el
patrullero MOSQUERA CORREA para que viera que «estaba
rodeada de policías» y, apoyado en eso, decirle que se iba a
«podrir en la cárcel junto con los que estaban ahí» si no le
entregaba el dinero que le pidió.

Además, en la testigo no se advierte ningún ánimo de


perjudicar a un patrullero de la Policía Nacional a quien ni
siquiera conocía, atribuyéndole un hecho delictivo de tal
gravedad como lo es la exigencia de una suma de dinero
prevalido del temor que su investidura le generó. De hecho,
la víctima reconoció que su denuncia no fue por voluntad
propia sino porque «Don Fabio Ramírez» -el dueño o
encargado de hotel- la obligó a hacerlo pese a que ella le
pidió que «dejaran eso así» y se ofreció a pagar el dinero
perdido «con su trabajo» porque sentía miedo y no quería
irse de Apartadó. Tan es así, que Rubiela del Socorro Gómez
en el juicio reiteró que estaba ahí rindiendo testimonio
porque se sentía obligada y no porque ella quisiera hacerlo
y que jamás se imaginó verse involucrada en un asunto de
esta naturaleza.

Por otro lado, está el testimonio del acusado CARLOS


MARIO MOSQUERA CORREA, quien para explicar los
hechos por los cuales fue convocado a juicio, que se
contraen a lo que ocurrió una vez ingresó al hotel «El
Parque» en cumplimiento de la orden impartida por el

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Intendente José Ariel Mena Rubio de verificar o recopilar


información sobre la presunta ocurrencia de un delito de
tráfico de migrantes en ese lugar de alojamiento y se
entrevistó a solas con la administradora Rubiela del Socorro
Gómez, dijo que sus únicas actividades al interior del hotel
fueron preguntarle a esa ciudadana por sus generales de ley
y si había alguna persona extranjera hospedada allí, frente
a lo cual obtuvo como respuesta que en ese momento no
había nadie. También informó el acusado que no hizo
ninguna otra verificación porque no tenía una orden para
inspeccionar las habitaciones y que tampoco revisó los
libros porque la administradora le dijo que no los tenía ahí.
Aseguró que jamás le exigió ninguna suma de dinero a
Rubiela del Socorro Gómez.

2.3.3. Tomando como punto de referencia el panorama


probatorio que se viene de exponer para confrontar las
críticas que el recurrente formuló contra la sentencia de
segunda instancia encuentra la Sala que, en primer lugar,
no es cierto que la denunciante y principal testigo de cargo,
Rubiela del Socorro Gómez incurrió en contradicciones que
atentan contra la credibilidad de su testimonio, como pasa
a demostrarse.

2.3.3.1. Dijo el recurrente que aquélla declaró que


para la fecha de los hechos «había diez habitaciones
ocupadas», mientras que José Nemecio Asprilla Ramírez
aseguró que en ese momento «estaban solos». La premisa de
este ataque se fundó en una distorsión de la realidad
procesal porque lo que en verdad afirmó Rubiela del Socorro

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Gómez en su testimonio (después de refrescar su memoria


con la entrevista que rindió casi tres años atrás), fue que
tenía aproximadamente diez migrantes cubanos
hospedados en el hotel y lo que sobre el mismo tema dijo
José Nemecio Asprilla Ramírez fue que «en el momento
estaba solo, estaba la muchacha del servicio que era la que
hacía el aseo, era la que estaba en el momento, la muchacha
del servicio, estaba doña Rubiela, la muchacha del servicio
[sic] y los de arriba que no tenemos nada que ver». Más
adelante, el mismo testigo dijo: «no sé quién más haya
habido en las habitaciones», a lo que agregó que «la gente de
arriba, los de arriba, no paraban ahí, todos trabajaban».

El análisis contextualizado y basado en las reglas de la


sana crítica hace posible entender que, lejos de
contradecirse, ambos testimonios se complementan y en
ninguno de ellos se advierten visos de mendacidad o
motivos fundados que conduzcan a restarles credibilidad,
máxime cuando quien aceptó que en el hotel había
huéspedes de nacionalidad cubana fue, como es apenas
lógico, su administradora Rubiela del Socorro Gómez, a
quien no se puede tildar de mentirosa o contradictoria
porque uno de los residentes de ese establecimiento
afirmara que, más allá de saber que había una «gente
arriba», no tenía conocimiento de qué personas estaban en
las habitaciones, como también es lo razonable.

2.3.3.2. Otra de las supuestas contradicciones en las


que incurrió la denunciante y que el recurrente quiso
capitalizar para minar su credibilidad fue que, según él,

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aquélla aseguró que la policía nunca iba a ese


establecimiento y que, en oposición, José Nemecio Asprilla
Ramírez informó que era frecuente la visita de la policía de
turismo a ese lugar.

La Sala encuentra insustancial la queja porque en el


examen comparativo de los testimonios de Rubiela del
Socorro Gómez y José Nemecio Asprilla Ramírez, en lo que
al tema de la frecuencia en la visita de la policía se refieren,
se advierte que no es cierto que la primera manifestó que la
policía nunca iba a ese lugar, pues lo que ella exactamente
dijo fue que no era asidua la presencia de la policía en ese
lugar, pero que «(…) si yo de pronto la necesitaba a algo que
pasara ahí, sí iba la policía, pero no eran cosas graves sino
únicamente peleas que habían ahí». En criterio de la Corte,
este aspecto fue narrado por ambos testigos desde su
percepción subjetiva de lo que el concepto de frecuencia
temporal implica, en tanto que para uno la experiencia de
flujo, asiduidad o intervalos de tiempo en sus procesos
mentales puede representarse, por ejemplo, en términos de
días, para otro, esa misma intelección puede conducirlo a
pensar en semanas, meses o años. Caso distinto es que a
través de las preguntas y el examen separado de los testigos
en el juicio se hubiera logrado fijar un parámetro objetivo
de medición del tiempo, como podría ser el haber precisado,
para este asunto en concreto, cuántas veces a la semana, al
mes o al año iba la policía al hotel, y a partir de su
confrontación poder establecer, para efectos probatorios, si
alguno de los dos testigos -principalmente Rubiela del
Socorro Gómez- estaba mintiendo.

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De todas maneras, la crítica del impugnante sobre la


supuesta contradicción de la denunciante frente a este
específico hecho, además de ser infundada, según se vio,
tampoco es vinculante y carece de transcendencia si de
atacar la credibilidad de los testigos de cargo se trata, pues
además de versar sobre un evento que no constituye el
tema de prueba, tampoco tiene la contundencia suficiente
afectar el núcleo esencial del relato que hizo la víctima
sobre hechos que, contrario a este, por su importancia
logran escapar de la falibilidad de la memoria y de la
interpretación subjetiva de la realidad.

2.3.3.3. Sin fundamento probatorio alguno, el defensor


de CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA construyó, a
través de simple retórica, una hipótesis alternativa a la que
propuso la fiscalía en la acusación. Aseguró que Rubiela del
Socorro Gómez se dedicaba a hospedar migrantes ilegales
en el hotel «El Parque» de Apartadó y que fue ella quien se
apropió del millón de pesos que debía entregar a Fabio
Ramírez, no encontrando mejor argucia para encubrir su
falta que culpar del hurto a un policía inocente que solo
llegó a ese establecimiento a cumplir con su deber de
vigilancia y en acatamiento de una orden impartida por su
superior.

Este argumento, lejos de estructurar una teoría del


caso sólida y plausible que pueda ponerse si quiera al nivel
de la de la fiscalía, es el resultado de simples suposiciones
extemporáneas que no fueron demostradas en el juicio y

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que, por esa misma razón, no ameritan ningún tipo de


valoración, pues un hecho que no fue probado ni sometido
a controversia no existe dentro del proceso.

2.3.4. De otro lado, denunció el impugnante la


ausencia de prueba de todos los elementos que componen
el tipo penal de concusión. En concreto, argumentó que no
quedó demostrado que el patrullero MOSQUERA CORREA
le hubiera exigido el dinero a Rubiela del Socorro Gómez
«para hacer o no algo propio de sus funciones», pues si en
gracia de discusión se aceptara que aquél sí le pidió el
dinero, «ese solo hecho no tipifica el delito de concusión».

Pues bien, es cierto que Rubiela del Socorro Gómez


negó de forma enfática que el policía MOSQUERA CORREA
le hubiera dado alguna razón o motivo para hacerle la
exigencia de dinero, lo que coincide, incluso, con lo que el
mismo patrullero relató sobre la ausencia de hallazgos que
permitieran inferir que en ese lugar se estaba cometiendo
algún delito. Sin embargo, lo que pierde de vista el
impugnante es que la estructura del tipo penal de concusión
no exige que el servidor público haga la petición de dinero o
cualquier otra utilidad indebidos a cambio de retardar u
omitir un acto propio de su cargo o para ejecutar uno
contrario a sus deberes oficiales, pues para ejecutar el
delito basta con que, «abusando de su cargo o de sus
funciones», constriña, induzca o solicite a alguien esa
utilidad indebidamente pretendida, como así lo establece el
artículo 404 del Código Penal.

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La redacción de la norma incluye, entonces, tres


acciones alternativas de ejecución del delito por parte del
sujeto activo cualificado, el servidor público, a saber: (i)
constreñir, que es lo mismo que forzar, compeler, obligar; (ii)
inducir, que significa llevar, mover, animar, azuzar,
impulsar, incitar; y (iii) solicitar, que equivale a requerir o
pedir.

Además de la cualificación del agente, la acción debe


estar relacionada con el ejercicio del cargo o de la función
mediando abuso de uno u otra, con la finalidad de obtener
el dinero o cualquier otra utilidad, sin que interese si se
materializa o no su entrega, en tanto este no es un
elemento indispensable para la configuración y
consumación del delito.

Explicado de otra forma, el delito de concusión se


tipifica cuando el servidor público se aprovecha de la
autoridad que personifica y las atribuciones de las cuales
está investido constriñendo, induciendo o solicitando a
alguien darle o prometerle dinero u otra utilidad indebida,
independientemente de que el requerido la acepte o no y de
que exista un motivo real o supuesto para justificar la
exigencia.

Sobre la estructura dogmática del delito de concusión,


la Sala tiene pacíficamente establecido:

Ha precisado esta Sala5 en relación con el delito de concusión,

5
CSJ SP, 17 oct. 2018, Rad. 51.949. Posición reiterada en CSJ SP, 17 jun. 2020, Rad. 50048.

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que su estructuración requiere la concurrencia de los siguientes


requisitos: (i) sujeto activo calificado [servidor público]; (ii) abuso del
cargo o de las atribuciones; (iii) ejecución de cualquiera de los verbos
rectores: constreñir, inducir o solicitar un beneficio o utilidad
indebidas; y (iv) nexo causal entre el acto del servidor público y la
promesa de dar o entregar el dinero o la utilidad indebidos.

Independientemente de la modalidad de conducta ejecutada


por el autor, forzosa se torna la concurrencia del ingrediente subjetivo
predicable de la víctima denominado «metus publicae potestatis» o
comprensión de no tener alternativa distinta a ceder a la pretensión
del agente o asumir los perjuicios derivados de su negativa6.

Por otra parte, se ha precisado que se trata de un delito de


mera conducta, por lo que basta para su consumación la
manifestación de constreñir, inducir o solicitar dinero u otra utilidad
indebida, independiente de que el sujeto pasivo la cumpla7.

Y en reciente pronunciamiento, acerca del elemento


subjetivo predicable de la víctima, esto es, el metus publicae
potestatis, explicó que este consiste en «el miedo que lleva
al sujeto pasivo del ilícito a acceder a las pretensiones
de quien le constriña, induzca o solicite, en virtud de
lo que se ve obligado a pagar o prometer el dinero o la
utilidad indebida por ese temor que genera el cargo o
las funciones que el servidor público ostenta y
desempeña»8.

2.3.5. Así las cosas y volviendo al caso que se analiza,


para atribuirle legalmente a CARLOS MARIO MOSQUERA
6
CSJ, SP, mar. 16 de 2014, Rad. 40461. Posición reiterada en CSJ, AP, jul. 9 de 2014, Rad. 43835, CSJ,
SP, oct. 27 de 2014, Rad. 34282 y CSJ SP, 17 jun. 2020, Rad. 50048.
7
CSJ, SP, jun. 1° de 2017, Rad. 46165. Reiterado en CSJ SP, 17 jun. 2020, Rad. 50048.
8
CSJ, SP3353-2020, 15 jul. 2020, Rad. 56600.

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CORREA la comisión del delito de concusión no era


necesario, como equivocadamente lo entendió su defensor,
que mediara una justificación, razón o motivo para hacer la
exigencia del dinero como podría ser, por ejemplo, la certeza
o simple sospecha de que en el hotel que administraba
Rubiela del Socorro Gómez se hospedaban migrantes
ilegales, pues bastó con la simple amenaza de enviarla a la
cárcel, prevalido de su investidura de policía, para que se
configurara en ella el elemento subjetivo del «metus publicae
potestatis» que, como la misma testigo declaró en el juicio,
se ve claramente reflejado en el temor y el miedo que le
infundió el solo hecho de que un policía armado y con una
patrulla estacionada frente a su edificio la constriñera a
entregarle la suma de dinero. Recordemos lo que sobre el
particular dijo la declarante:

El señor CARLOS MARIO MOSQUERA fue al hotel y me


pidió una suma de dinero y yo como, la verdad, es que como le
digo, pues me dio temor porque él me amenazó y me dijo que
me llevaba a la cárcel si yo no le daba esa suma de dinero,
entonces bueno, la verdad fue que me dio miedo y yo le di el
millón de pesos.

Sin duda alguna, tal proceder configuró un escenario


de evidente intimidación ante la amenaza de un mal. Fue
una coacción para conseguir el dinero solicitado, el llamado
metus publicae potestatis, que llevó a la Rubiela del Socorro
Gómez a rendirse ante las pretensiones del patrullero
MOSQUERA CORREA quien, abusando de su investidura
como policía, la constriñó amenazándola con que, de no
acceder a entregar la suma pretendida, la enviaría a la

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cárcel, así no le mencionara ningún motivo legítimo para


hacerlo, como quedó demostrado a través de su testimonio,
el cual no logró ser desacreditado y, además, fue
corroborado con otros elementos de juicio.

2.4. Conclusión

2.4.1. La confrontación del estudio de los medios de


prueba que se viene de exponer con la sentencia por cuyo
medio CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA fue declarado
autor responsable del delito de concusión, conduce a la
Corte a concluir el acierto y la legalidad de la decisión
condenatoria en virtud de un análisis objetivo, lógico,
congruente e integrado de los diferentes medios de
convicción aducidos en la fase de juicio oral, con sujeción a
los principios de contradicción, inmediación y
concentración establecidos en los artículos 15, 16 y 17 de la
Ley 906 de 2004.

En tal virtud, considera la Sala demostrada, más allá


de toda duda racional, la exigencia de un millón de pesos
que el entonces patrullero de la policía CARLOS MARIO
MOSQUERA CORREA le hizo a Rubiela del Socorro Gómez
el 26 de mayo de 2015, aprovechándose de la oportunidad
que encontró de ingresar al hotel en el que aquélla
trabajaba como administradora, en cumplimiento de la
orden impartida por su superior, el Intendente de la Policía
José Ariel Mena Rubio, quien le pidió que entrara y
verificara si en ese lugar se estaban hospedando personas

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de otras nacionalidades y si eventualmente se podía estar


cometiendo el ilícito de tráfico de migrantes.

Esta conclusión proviene de forma principal, aunque


no exclusiva, de la credibilidad asignada al testimonio de la
víctima directa de la acción ilícita, Rubiela del Socorro
Gómez, por ser quien en la fecha ya indicada fue
constreñida por MOSQUERA CORREA en privado, sin la
presencia de nadie más, a entregarle la referida suma de
dinero.

En oposición al pormenorizado estudio intrínseco y


extrínseco de la prueba, la censura del impugnante, basada
en el supuesto montaje que urdió Rubiela del Socorro
Gómez para justificar el haberse apropiado del dinero que
ella debía recoger del producido del hotel y que debía
entregar a Fabio Ramírez para pagar el arriendo, emerge
infundada, cargada de subjetividad y carente de cualquier
respaldo probatorio.

2.4.2. Conforme al tratamiento jurisprudencial


comentado en precedencia, enfatiza la Sala, se abusa del
cargo o de la función pública cuando el servidor, al margen
de las normas constitucionales y legales a las cuales debe
obediencia, constriñe, induce o solicita a alguien dar o
prometer alguna cosa.

En consecuencia, el delito de concusión se consuma


con el solo hecho de ejecutar alguna de estas acciones, con
el propósito de obtener provecho para sí o para otro,

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independientemente de que la dádiva o la utilidad hayan


ingresado efectivamente a la esfera de disponibilidad del
actor y de que ese constreñimiento provenga del ánimo
explícito del servidor de cumplir o dejar de cumplir con sus
funciones o de la exteriorización de cualquier otro motivo
que justifique la ilegítima exigencia.

Esa conducta quedó demostrada en el caso que se


analiza: el patrullero CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA
ingresó al hotel «El Parque» ubicado en una de las esquinas
del parque La Martina del municipio de Apartadó y allí, en
privado y prevalido de su investidura como policía, exigió a
Rubiela del Socorro Gómez que le entregara un millón de
pesos bajo amenaza que, de no hacerlo, la enviaría a la
cárcel, logrando de esta manera que ella, presa del miedo
que le infundió el uniformado, accediera a su pretensión.
2.4.3. Como resultado de todo lo expuesto, al no
subsistir duda alguna que torne favorable la decisión al
procesado, la Corte confirmará la sentencia de segunda
instancia que lo condenó por primera vez como autor del
delito de concusión, por cuanto se superó el estándar
probatorio definido por el artículo 381 de la Ley 906 de
2004 para poder emitir una decisión de condena.

2.5. De la prisión domiciliaria

Pidió el impugnante que en caso de que se confirme la


condena, se le conceda al procesado el sustituto de la
prisión domiciliaria por tener la condición de padre cabeza
de familia, incluyendo el permiso para trabajar como

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«conductor de UBER» en el horario comprendido entre las


8:00 a.m. y las 6:00 p.m.

Sustentó la pretensión en el hecho de que CARLOS


MARIO MOSQUERA CORREA es padre de dos hijos: uno,
menor de edad (J.F.M.A.), a quien procreó junto con su
compañera permanente Denys Arciria Guisao; y otro, mayor
de edad, Eiver Alexánder Mosquera Correa, que fue
diagnosticado con cáncer y vive en la ciudad de Medellín
con su abuela paterna María Elena Correa Mosquera, bajo
la protección económica y afectiva del procesado, quien no
podría cumplir con sus obligaciones como padre y
proveedor si se hace efectiva su privación de la libertad en
un establecimiento carcelario.

Con fundamento en la misma información que


acompañó tal petición, advierte la Sala que el pretendido
sustituto en este caso no es procedente, pues si bien se
acreditó que CARLOS MARIO MOSQUERA es el progenitor
de dos hijos, sólo uno de ellos es menor de edad y cuenta
con el cuidado y la protección que le puede brindar su
progenitora y actual compañera sentimental del procesado,
Denys Arciria Guisao, con quien ambos conviven en el
municipio de Carepa. Respecto del hijo mayor, Eiver
Alexander Correa Mosquera, diagnosticado con una
enfermedad considerada como catastrófica, se presentan
dos situaciones: por un lado, este joven ya es mayor de
edad (actualmente tiene 19 años), y por el otro, la persona
que siempre ha velado por su cuidado ha sido su abuela
paterna, es decir, la madre del acusado, María Elena Correa

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Mosquera, de 54 años, quien reside, junto con su nieto, en


la ciudad de Medellín. En esas condiciones, es claro que
CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA no ostenta la
condición de padre cabeza de hogar en los términos que
exige la ley.

En efecto, no se acreditó la ausencia de la madre del


hijo menor o de otros parientes en el caso del hijo mayor
que padece una enfermedad, siendo este, precisamente,
uno de los requisitos necesarios para el otorgamiento del
pretendido beneficio, ya que su propósito no es otro que la
protección de los intereses de los niños o personas en
condiciones especiales de discapacidad que puedan verse
en estado de vulnerabilidad manifiesta cuando la única
persona que vela por su cuidado es privada de la libertad.

Para mayor claridad del asunto, conviene señalar que


el artículo 2º de la Ley 82 de 1983, modificado por el 1° de
la Ley 1232 de 2008, en conceptualización aplicable a los
hombres, indica: «(…) entiéndase por “Mujer Cabeza de
Familia”, quien siendo soltera o casada, tenga bajo su cargo,
económica o socialmente, en forma permanente, hijos
menores propios u otras personas incapaces o incapacitadas
para trabajar, ya sea por ausencia permanente o
incapacidad física, sensorial, síquica o moral del
cónyuge o compañero permanente o deficiencia
sustancial de ayuda de los demás miembros del núcleo
familiar». (resalta la Sala)

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Definición sobre la cual la Corte Constitucional, en la


sentencia SU-388 DE 2005, precisó:

(…) para tener dicha condición es presupuesto


indispensable (i) que se tenga a cargo la responsabilidad de hijos
menores o de otras personas incapacitadas para trabajar; (ii) que
esa responsabilidad sea de carácter permanente; (iii) no sólo la
ausencia permanente o abandono del hogar por parte de la
pareja, sino que aquélla se sustraiga del cumplimiento de sus
obligaciones como padre; (iv) o bien que la pareja no asuma la
responsabilidad que le corresponde y ello obedezca a un motivo
verdaderamente poderoso como la incapacidad física, sensorial,
síquica o mental o, como es obvio, la muerte; (v) por último, que
haya una deficiencia sustancial de ayuda de los demás
miembros de la familia, lo cual significa la responsabilidad
solitaria de la madre para sostener el hogar. (negrilla fuera
del texto)

Es más, esta Sala, en la sentencia SP4495 de 2018,


reiteró los requisitos que avalan la condición de madre o
padre cabeza de familia para el reconocimiento del beneficio
que regula la Ley 750 de 2002, dentro de los cuales está la
necesidad de que los hijos menores o personas en estado de
discapacidad estén únicamente bajo el cuidado del hombre
o mujer cabeza de hogar que es privado de la libertad, que
bien puede darse por ausencia de la pareja o de otros
integrantes del núcleo familiar.

Pues bien, como se indicó en precedencia, tal


presupuesto no se satisface en el asunto que es objeto de
análisis, toda vez que la progenitora de J.F.M.A. no está
ausente, así como tampoco lo está la abuela paterna de

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Eiver Alexander Mosquera Correa, quienes, en virtud del


principio de solidaridad, son las primeras llamadas a seguir
velando por el bienestar y protección de sus descendientes.

Además de lo anterior, por ley tienen también


responsabilidad sus abuelos, tíos y demás parientes que
hacen parte del núcleo familiar, de quienes no está
descartada su presencia.

En los anteriores términos, se negará a CARLOS


MARIO MOSQUERA CORREA el beneficio de la prisión
domiciliaria por no concurrir los requisitos establecidos en
la ley para que se le reconozca la condición de padre cabeza
de familia que establece la Ley 750 de 2002.

3. Decisión

3.1. De conformidad con la motivación que antecede,


la Sala confirmará la decisión impugnada, al tiempo que
negará el sustituto de la prisión domiciliaria a CARLOS
MARIO CORREA MOSQUERA.

3.2. Como quiera que contra esta sentencia no procede


ningún recurso, se dispondrá que, por la Secretaría, una
vez notificadas las partes e intervinientes, se devuelva la
actuación al Tribunal de origen.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Penal, administrando justicia

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en nombre de la República de Colombia y por autoridad de


la ley,

RESUELVE:

PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia de segunda


instancia proferida el 10 de septiembre de 2020 por la Sala
Penal del Tribunal Superior de Antioquia que condenó, por
primera vez, a CARLOS MARIO MOSQUERA CORREA como
autor del delito de concusión, de conformidad con la
motivación que antecede.

SEGUNDO.- NEGAR a CARLOS MARIO MOSQUERA


CORREA el sustituto de la prisión domiciliaria con
fundamento en las razones expuestas.

TERCERO.- ADVERTIR que contra esta decisión no


procede ningún recurso.

CUARTO.- DEVOLVER el expediente al Tribunal de


origen para lo de su cargo.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

FABIO OSPITIA GARZÓN

Presidente

JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

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MYRIAM ÁVILA ROLDÁN

FERNANDO LEÓN BOLAÑOS PALACIOS

GERSON CHAVERRA CASTRO

DIEGO EUGENIO CORREDOR BELTRÁN

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

HUGO QUINTERO BERNATE

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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