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GRECIA
ROMA
En el año 500 A.C., Roma contaba con una población de 200,000 habitantes y ya
por entonces tenía que afrontar necesidades y problemas tales como el orden público, el
abastecimiento de agua, el tránsito, las construcciones o edificaciones, todos ellos de
índole municipal; pero quizá el problema más serio fue el de la falta de tierras y es lo que
lanzó a Roma a la conquista, llegando a constituir la expansión romana el fundamento de
la existencia del Estado romano y será como consecuencia de este proceso de conquista
que va surgir el municipio como organización político-administrativa. En el curso de la
evolución histórica de Occidente, la figura del municipio, tal como se entiende hasta
nuestros días, aparece como fruto de las conquistas romanas, escribe el municipalista
Alzamora Valdez, agregando que el verdadero aporte de Roma en este campo está
representado por el sistema de los “municipio” que era una calidad que se concedía a
determinadas ciudades conquistadas dentro de la Península Itálica, como modo de
mantener un régimen especial de relaciones con ella.
Dentro del proceso de la evolución histórica del Municipio, se ha fijado el año 387
A.C. y a la ciudad de Tusculum, Roma, como el periodo y el lugar donde surge el
Municipio como organización político-administrativo y como nivel diferenciado de
gobierno. Según señala Efrén Córdova “el surgimiento del Municipio fue consecuencia
de una fórmula de equilibrio entre la conquista y dominación de una ciudad por Roma
y la independencia de que antes gozaba, y que fue la habilidad política de los romanos
la que advirtió que era imposible materialmente conseguir la absorción o dominación
total de las nuevas plazas o ciudades que conquistaba y que más conveniente era hacer
que esas nuevas plazas o ciudades se sumaran al poderío militar, económico y político
del imperio, sin perder su derecho a seguir manejando sus propios asuntos”. Esta
estrategia convenía más a los intereses políticos de Roma, antes que subyugar a estos
núcleos sociales; era más provechoso respetar los derechos que habían tenido antes de la
conquista, tales como el de elegir a sus magistrados o autoridades, darse sus normas,
recibiendo de Roma su protección y la ciudadanía romana. A este comportamiento de
Roma respecto de sus ciudades conquistadas es lo que denomina el citado municipalista
“especie de arreglo”, porque conllevaba la obligación de los habitantes de esas ciudades
de satisfacer determinadas cargas o tributos llamados Munere, siendo este término el que
dio lugar a la denominación de Municipium. Por ese entonces el gobierno de los referidos
Municipiums, que actualmente conocemos como Municipios, estaba a cargo de los
magistrados, los que posteriormente reciben el nombre de alcaldes, y que además de sus
funciones propias del gobierno local administraban justicia; y por los Aediles, de aquí
viene el nombre de Ediles o Regidores, que atendían los servicios de la defensa de la
ciudad y también eran notarios y escribanos.