La Iglesia Imperial
o era de los Gigantes.
Cuando peor parecía la persecución a los seguidores
de Cristo, las cosas cambiarón en el año 313, el
Edicto de Milán le puso fin a las persecuciones,
favoreciendo a los Cristianos en todo momento.
La iglesia comienza a dar orígenes, se empieza a
construir estos edificios llamados basílicas y le
gente comienza a bautizarse para estar más allegada
a Dios.
Al nacer la iglesia, necesitaba de Obispos, sin
embargo, estos Obispos llegarón a ser poderosos
personajes públicos y, a consecuencia, de ello hubo
un número creciente de individuos que procuraban
alcanzar el episcopado, no como a modo de servir a
la iglesia y al pueblo, sino como un modo de
enriquecerse y aumentar su poder.
El cristianismo fue tan grande que se empezó a
extender, pero al mismo tiempo que se extendía,
también lo Cristianos sufrieron una persecución
antes del edicto de Milán, a manos de grandes
emperadores como lo fue el emperador Marco
Aurelio.
Ante la persecución de los Cristianos, antes del edicto de
Milán, habían vivido bajo amenazas constantes de la
persecución, en tales circunstancias, los más fieles vivían en
persecución y nacen los famosos ATLETAS DE CRISTO.
Estos atletas erán quienes se preparaban para la
persecución, sin embargo, después del edicto de Milán, la
vida cristiana se volvío más fácil y era necesario buscar
otros medios para darles cause a las energías que antes se
habían invertido en la preparación para el martirio, para
muchos ese cause fue la vida Monástica.
Nacen los monjes y los monasterios, cuyas personas se
apartaban de la sociedad para irse a vivir al desierto y estar
en constante oración, sin embargo, se comienza a
trasgiversar la vida monasterica y comienzan el fanatísmo,
donde algunos monjes incitaban a violentar e invadir
ciudades a quienes no cocordaban con ellos,. Viene la
reforma protestante y el papado, y los jesuitas son los
primeros en defender a espada los intereses papales y son
los primero en oponer resistencia al protestantismo.
Acto seguido aparecen los Donatistas al norte de Africa
quienes exponían en su filosofía, la no restauración de los
caídos, los caídos eran aquellos creyentes que por alguna
razón debían entregar los textos biblícos al Imperio Romano
y negar su fé a Dios, adémas, los Donatistas acusaban a
algunos Obispos, de ser muy liberales y otorgar a estos
caídos la restauración, ellos pensaban, que si negabas a
Dios, no tenías forma de llamarte Cristiano o restaurarte en
la fe, inclusive nace la denominación por los Donatistas
entre Cristiano Católico y el Cristiano para diferenciar uno
de otro.
El cristiano Católico era considerado aquel que nunca
negaba a Dios y se mantenía fiel a su fe, inclusive
llegaban a perder su vida por amor a Cristo, del otro
lado tenemos a los Cristianos, que como ya lo
mencionamos negaban por alguna razón a Dios, o bien
tenían que entregar los textos biblicos al Imperio
Romano para que no les hicieran nada, inclusive un
dato curioso, es que los caídos entregaban muchas
veces textos que contenían herejías, solamente que
Roma, no sabía diferenciar entre un texto biblíco y
puras herejías.
No obstante, los donatistas sostenían que los caídos o
como les llamaban, los “Cristianos”, no eran
merecedores bajo ninguna circunstancia de ser
restaurados y llegaron a tomar medidas radicales.
Pronto el Donatismo cobró tonalidades violentas y
comenzarón a atacar a los Cristianos Católicos,
invadiendo sus casas y muchos tuvieron que huir a
otras ciudades.
Pero hubo también otros que tomaron una postura
intermedia, aunque firme. Éstos son los “grandes
padres de la iglesia” del siglo IV y principios del V;
Puesto que se cuentan entre los más grandes de los
padres de este periodo, y se le conoce como “la edad
de los gigantes”, los cuales fueron en su mayoría
varones, que optaron por una vida disciplinada al
estilo de los monásticos, pero que en lugar de ir al
desierto se involucraron en la vida de la iglesia.
 LA ERA DE LOS GIGANTES
Los llamados “Gigantes” estaban dispuestos a colaborar con las autoridades, sin embargo, también
Agustin de Hipona se mostraron prontos a resistir valientemente en defensa de la fe y de la justicia.

Además, ahora que las circunstancias lo permitían, varios de ellos fueron autores prolíficos cuyas
obras se han vuelto clásicas. Entre estos gigantes se cuentan a:

Anastasio, el Obispo de Alejandría quien fue campeón de la lucha contrala la doctrina del arrianismo,
qué negaba la divinidad absoluta de Jesucristo; así mismo también estaban los cuatro grandes
Capadócios, es decir, los hermanos Macrina, Basilio y Gregorio de Niza, y también el amigo de ellos
Gregorio de Nacianzo, quién continuó la lucha de Anastasio en defensa de la doctrina de la Trinidad;

Ambrosio de Milán, quien se atrevió a confrontar a un Emperador Romano con su injusticia; así mismo,
podemos destacar a Juan Crisóstomo, uno de los más grandes predicadores de todos los tiempos;
también recordar a Jerónimo, cuya labor fue de enorme trascendencia ya qué fue quien tradujo la Biblia
al latín cuya obra es conocido como la “Vulgata Latina”.

Y el más importante de todos, Agustín de Hipona, quien fuera Obispo de Hipona y fue conocido
también como escritor teólogo y filósofo cristiano, después de su conversión, fue Obispo de la ciudad
de Hipona al Norte de África y dirigió una serie de luchas contra las herejía de los maniqueos, los
donatistas, y el pelagianismo.

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