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“Este tema es más complejo que sólo incrementar las penas para los menores de edad;
lo que se busca es establecer normas especiales para juzgar a los adolescentes a partir de
tienen 14 años. La propuesta que hacemos implica que estos adolescentes puedan
ser sometidos a regímenes más severos de sanción, ya sean penitenciarios o de
resocialización. La problemática de los jóvenes inmersos en la delincuencia es
estructural y tiene una serie de soluciones. Hay que prevenir, educar y enseñar. También
hay que mejorar el sistema penal para los adolescentes. Endurecer las sanciones para
estos adolescentes busca contribuir a la solución de la delincuencia juvenil, pero no es la
panacea para terminar con los delitos cometidos por menores, y debe estar acompaña de
otras medidas, como las mencionadas. La experiencia penal establece que poner penas
más severas no soluciona nada, pero sí contribuye en prevenir que no se cometan mas
hechos delictivos”.
“La propuesta para juzgar a menores como adultos es una de las soluciones más
facilistas que hay y no aborda el fondo de la problemática de la delincuencia
adolescente. No hay relación entre el incremento de penas y la reducción de delitos. Así
lo dice la experiencia. Esto ni siquiera ha funcionado en los países que han establecido
la pena de muerte. Si se llegara a juzgar a menores como adultos no se reduciría el
problema de la criminalidad adolescente, por el contrario, se generaría un problema que
ahora no existe: a los menores se les estaría aplicando un estatuto jurídico que no les
corresponde por su edad. Las experiencias que ha habido en nuestro país sobre el
juzgamiento de menores para imponerles el sistema penal de los adultos, como lo
ocurrido durante el régimen de Fujimori para los casos de terrorismo, han sido
desastrosas. Lo que se debe hacer es mejorar, corregir y reforzar el sistema penal
juvenil. El Estado tiene que ver cómo asistir con políticas sociales a los menores que por
diversas razones están ingresando a cometer hechos violentos, porque esto es
consecuencia de un fenómeno social, económico, no de cuál es la pena para quien
comete un delito”.
En la sociedad contemporánea los jóvenes cuentas con información a través de diversos
medios accesibles (televisión, internet, prensa, etc.), consecuentemente, están enterados
de una gran variedad de situaciones que acontecen en nuestra sociedad y otras partes del
mundo. En este sentido, conocen perfectamente por ejemplo, que matar a otro sujeto o
despojar a alguien de su patrimonio mediante el uso de violencia es un delito y que si
realizan dichas acciones serán reprimidos con un pena acorde con su actuar, es decir,
poseen discernimiento suficiente siendo capaces de evaluar las consecuencias de sus
actos; entonces, se preguntan, ¿Cómo se puede señalar que un menor de edad en
nuestros días no conoce que ciertas acciones por su gravedad son reprochables y
constituyen una infracción a la ley penal? ¿Qué conlleva a pensar que los menores no
tienen la voluntad de cometer dicho delito? VERONICA GUTIERREZ
Debido a que el sistema de justicia penal juvenil peruano y el marco normativo hasta
cierto punto propician la impunidad de los adolescentes en conflicto con la ley penal.
Las sanciones que se imponen a los menores de edad resultan demasiado benignas, no
acordes con la gravedad de los ilícitos que cometen y en breve tiempo estos infractores
recuperan su libertad y cuando so internados no llegan a cumplir la totalidad de la
sanción impuesta, pues se les deriva a centros de reclusión exclusivos para menores,
lugares de donde frecuentemente se escapa o son rescatados por sus cómplices (Trujillo,
Lima y Lambayeque) donde miembros de bandas criminales organizadas promovieron
acciones de rescate a sus integrantes internados en centros juveniles, para luego
reintegrarse a sus grupos delictivos y continuar con sus actividades ilícitas, siendo
precisamente la impunidad penal otorgada por la minoría de esas que resulta sumamente
atractivo utilizar a estos adolescentes para la comisión de ilícitos por parte de bandas
organizadas. VERONICA GUTIERREZ. Con base a la problemática expuesta en el
párrafo anterior, se reclama un cambio normativo a efectos imponer mayor drasticidad
al sistema de justicia juvenil con medidas legislativas que entre otras, prolonguen el
plazo de duración del internamiento, eliminar beneficios para los menores reincidente,
eliminar la reserva de identidad de los menores que delinquen y básicamente la
reducción de la edad de imputabilidad penal a efectos que los adolescentes infractores
sean juzgados y sentenciados como adultos. VERONICA GUTIERREZ
Es por todo lo dicho que necesitaría urgente una reformar también el Código del Niño
y Adolescente (CNA) y hasta la Constitución del Estado. Para el CNA, los menores de
edad no comenten delitos, sino infracciones, y por eso la mayoría de adolescentes que
cometen delitos son dejados en libertad cuando cumplen los 18 años, son muy pocos
los que cumplen una condena. Pero esto no solo tiene que ver con el ámbito penal, en
el plano civil, los adolescentes no pueden casarse, salvo que tengan autorización de
sus padres; tampoco pueden firmar contratos, así que hace falta homogenizar la
legislación, en termino sencillo no podemos exigir responsabilidad penal a un
adolescente, sino por otro lado le prohibimos casarse.
debemos modificar el Código Penal y el Código del Niño y Adolescente para abordar el
tema penal, pero seguidamente, conformar una comisión de expertos para que hagan
una propuesta integral sobre los derechos y deberes de los menores. Perú no sería el
único país en contar con una legislación de este tipo, porque en Estados Unidos, por
ejemplo, la ley permite condenar a los adolescentes a 20 o 30 años por delitos graves,
sin importar su condición.
En la actualidad, nos hemos visto inmersos en esta realidad que día a día se viene presentando
con más frecuencia y que al parecer al estado se le escapa de las manos. Basta ver los
noticieros
por las mañanas para saber que la delincuencia juvenil se torna cada vez más difícil de
controlar. Por ello este trabajo trata de proponer nuevas ideas reeducativas, bajo una línea de
carácter punitivo, donde el estado coloque este problema como uno de los más importantes a
resolver.
actos delincuenciales prosperan en contextos donde la ley es débil como ocurre con la
benignidad de las penas para los considerados “infractores penales”. Además, en esta
situación llamada comúnmente «anomia», implica el abandono de normas por parte de las
personas, de modo que se presenta una situación de descontrol, en la cual los medios
reguladores han sido suspendidos.
Las organizaciones criminales logran establecer mecanismos de interacción con las autoridades
y la población de las comunidades en que se encuentran. Ante esto, es difícil presentar a la
criminalidad como un componente enteramente extraño y opuesto al orden pretendido por
una autoridad central o por otros grupos conformados al interior de una sociedad.
Considero que frente a la delincuencia adolescente si se debe hacer algo y urgente. Las
políticas públicas deben atacar las causas de las infracciones a la ley penal por parte de los
menores de edad evitando que se consuman los actos delictivos (prevención del delito). Si la
prevención del delito falla, los centros juveniles deben desarrollar programas que garanticen
que los menores de edad puedan reinsertarse posteriormente en la sociedad, disminuyendo
las posibilidades de que vuelvan a delinquir.